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Mal comportamiento en el aula: conductas disruptivas

Mal comportamiento en el aula: conductas disruptivas | divulgación dinámica (divulgaciondinamica.es)

febrero 21, 2019

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Se denominan conductas disruptivas aquellos comportamientos que obstaculizan la labor del profesor
en el aula, impidiendo el ritmo adecuado de la clase e interfiriendo en el proceso de enseñanza-
aprendizaje.

Las causas más frecuente de las conductas disruptivas, aun sin ser exclusivas, son causas ambientales
siendo determinantes en su origen y mantenimiento .

Los factores familiares: padres sobreprotectores, permisivos, abandono o carencias afectivas, violencia,
malos tratos, problemas psicopatológicos en los padres, código lingüístico restringido, bajo nivel
cultural,…

Los factores sociales: clases sociales desfavorecidas, deprivación ambiental, pandillismo, drogas,..

Y, en especial, los factores escolares: distancia entre intereses y capacidades del alumno y lo que se
imparte, ambiente competitivo, rigidez, no atención a las necesidades educativas especiales,… El fracaso
escolar aparece como causa y efecto de las conductas disruptivas en el aula.

Los factores clínicos, como por ejemplo las conductas disruptivas causadas por alumnos con TDHA son,
en comparación, menos frecuentes que las originadas por causas ambientales como falta de normas
explicitas o pautas educativas incorrectas.

Así, tras los comportamientos disruptivos más que causas biológicas aparecen causas socioeducativas en
forma de carencias emocionales, baja autoestima, o falta de habilidades sociales.

Entre los tipos de conducta que pueden ser considerados como disruptivas existe una gran subjetividad
ya que, algunos comportamientos pueden ser considerados disruptivos o no según la opinión de cada
docente. La disrupción implica como mínimo dos protagonistas: el profesor y el alumno y, la
interpretación de cada uno de ellos no es siempre igual.
Lo que para un profesor es una conducta disruptiva, para un adolescente puede ser un acto llevado a
cabo para satisfacer una necesidad y, por tanto, sin objetivo de molestar al profesor. Por ejemplo, una
misma conducta “levantarse de la silla” puede hacerse intencionadamente para molestar o puede ser la
necesidad de movimiento de una chica o chico nervioso o impaciente.

Dependiendo de cómo se interprete la conducta será considerada conducta disruptiva o no. Para ser
considerada conducta disruptiva debe ser interpretada por el profesor como ruptura intencionada de la
norma y provocación.

En el caso de las conductas disruptivas en el aula existe además el grupo de compañeros que, pueden
permanecer ajenos a las conductas disruptivas, participar en ellas o rechazarlas explícitamente. La
interrelación de los tres protagonistas: alumno-profesor-grupo condiciona la gestión ante las conductas
disruptivas.

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Algunos datos con respecto a las conductas disruptivas:

Pautas para reducir las conductas disruptivas en el aula

Algunos datos con respecto a las conductas disruptivas:

Los profesores diferencian entre comportamientos disruptivos que afectan al nivel de aprendizaje, por
ejemplo mostrar bajo interés en su rendimiento: desinterés, apatía, permanecer fuera de clase,… o
molestar en clase: hablar, hacer ruidos, levantarse, no dejar explicar al profesor, interrumpir con bromas
y risas,… molestar en y conductas que afectan al clima de convivencia y comportamientos disruptivos
que afectan al clima de convivencia, como faltas de respeto al profesorado, vandalismo o violencia.

La mayor incidencia de conductas disruptivas se sitúa en los alumnos de 13-14 años (segundo y tercero
de la ESO), aunque actualmente se observa una tendencia de aparición cada vez a edades más
tempranas.

Diferencias en cuanto al sexo: las conductas disruptivas en el aula se dan más en el sexo masculino (tres
cuartas partes de las sanciones en los centros escolares son de chicos) y las profesoras ponen más
sanciones atendiendo a conductas disruptivas que los profesores.

Ser repetidor se relaciona con tener un mayor número de sanciones en base a conductas disruptivas.

La acumulación de sanciones por parte de los mismos alumnos parece demostrar la existencia de un
circuito de difícil salida que implica el deterioro de las relaciones personales entre profesores y alumnos.
Además, está comprobada la mejoría de las conductas disruptivas así como su mejor pronóstico
mediante intervenciones llevadas a cabo en las primeras manifestaciones, cuando los problemas son
aun incipientes.
Pautas para reducir las conductas disruptivas en el aula

Aunque no existen formulas mágicas, algunos consejos que pueden ayudar a relajar el ambiente de clase
y reducir las conductas disruptivas son:

Evitar considerar la conducta de los alumnos como una agresión personal. Superar la idea de ‘lo hacen
para molestar’, y entender que ‘lo hacen para expresar una necesidad que no saben identificar o no
pueden reconocer’. En definitiva, se trata de mostrar una actitud educadora frente a una actitud
desafiante o retadora.

Entender que estas conductas intentan provocarnos. No dejarnos manipular: mantener la calma, no
levantar el tono de voz. Es conveniente que el profesor imponga las medidas correctoras con voz firme
pero no amenazante o de forma retadora.

Tener en lugar visible normas claras y explicitas de conducta así como las consecuencias que conlleva su
no cumplimiento. Por ejemplo, ¿sabías que algunos estudios indican que los meses en que se observan
el mayor número de conductas disruptivas son octubre y noviembre coincidiendo con el hecho de que
los alumnos aún no tienen claro los objetivos, normas y pautas de trabajo?

Piensa sobre la responsabilidad del profesor en las conductas disruptivas, procurando incorporar clases
dinámicas, con cambios de actividad, con tareas y actividades adaptadas al nivel e intereses del grupo y,
no te olvides de verbalizar expectativas positivas y de usar el refuerzo positivo.

Y por último, ten en cuenta que ante conductas disruptivas que perduran en el tiempo y son intensas
hay que aplicar los procedimientos y sanciones que existan en el propio centro y, que en ocasiones son
necesarias intervenciones más especializadas basadas en estrategias de modificación de conducta.

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