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La universidad humanista1

Una reflexión sobre el estado actual de la educación superior en nuestro


país y el extranjero en una época signada por el mercado.
Miguel Giusti
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(1) Desde hace un tiempo se viene observando internacionalmente una tendencia a


reducir, cuando no simplemente a eliminar, cursos o carreras de humanidades en la
formación universitaria. (2) Esto ocurre no solamente en las llamadas “universidades
con fines de lucro” (expresión que, en sentido estricto, es una contradicción en los
términos), sino en muchas otras tradicionales y públicas, lo que ha traído consigo una
vasta polémica sobre si las humanidades son útiles o superfluas en la educación
superior. (3) Pero en esta polémica hay más de un espejismo que conviene aclarar para
entender lo que realmente está en juego tras la tendencia indicada.
(1) El primer espejismo consiste en creer que el problema es interno a la universidad,
es decir, que se trata simplemente de decidir cuántos y qué cursos de humanidades
han de ofrecerse a los estudiantes de cualquier carrera, y que por ello cada universidad
puede resolver el asunto a su manera. (2) Hay, en ese sentido, universidades que se
precian de tener muchos cursos de humanidades y de ofrecerlos a los alumnos de
todas las facultades, imaginando que de este modo promueven una cultura
humanística y creyendo diferenciarse así de otras universidades que no lo hacen.
(1) Pero el problema no radica allí. (2) El verdadero problema consiste en que la
universidad misma se ha ido transformando con el tiempo en una gigantesca
maquinaria burocrática, en una industria académica internacional que es
esencialmente contraria al espíritu de las humanidades. (3) Es insignificante la
relevancia que pueda tener lo que se enseñe allí en materia de ciencias humanas,
porque la ley general que impera en ella contradice en los hechos esa enseñanza.
(1) Todas las actividades de la vida académica —desde el dictado de los cursos hasta la
realización de investigaciones, desde el registro de las publicaciones hasta el trabajo
más rutinario— han sido traducidas forzadamente a procesos de gestión, divididos en
centenares de indicadores y bajo una lógica evaluadora de tipo cuantitativo.
(2)Contradiciendo abiertamente la naturaleza cualitativa de la generación del
conocimiento y de la creatividad científica, se pretende promover la “calidad” de las
actividades académicas por medio de instrumentos de medición y de parámetros
estandarizados de gestión. (3) En este trasplante de la mentalidad gerencial a la vida
académica no ha habido siquiera la preocupación por respetar la nomenclatura
universitaria, de modo tal que los profesores somos ahora “proveedores”; los alumnos,
“clientes”; las investigaciones, “resultados” o “productos”, y así sucesivamente.

1 Encontrado en https://elcomercio.pe/eldominical/universidad-humanista-noticia-478870-noticia/
(1) ¿Cómo ha sido posible que la universidad sufra semejante transformación y, sobre
todo, que esta haya llegado a imponerse en el mundo entero? La verdad, ha ocurrido
con ella lo que con muchas otras instituciones sociales sometidas al proceso de
globalización: que los imperativos económicos y mercantiles del sistema han pasado
por encima de las instancias políticas o democráticas (es decir, lo han hecho
inconsultamente) para implantar la lógica del mercado y la gestión de sus intereses
como si estos fueran la clave del funcionamiento de la sociedad (y de la universidad).
(2)Los profesores y los alumnos hemos visto, con tanta impotencia como desconcierto,
que se imponía sobre nosotros un orden de cosas indeseable y foráneo, con la fuerza
incontenible de un tsunami y como si fuese un proceso irreversible, aunque, claro está,
también ha contado con la complicidad de un buen número de autoridades locales
que, por razones varias, se han dejado seducir por los cantos de sirena del sistema.
e(1)Para que esta gigantesca maquinaria burocrática logre controla r los innumerables
procesos, reales o inventados, de la vida académica, hace falta naturalmente una
igualmente abultada clase de funcionarios de la educación superior. (2)Dentro de cada
universidad, en cada país y también en el plano internacional: una extensa red de
evaluadores, supuestamente expertos en gestión, encargados de la aplicación de los
indicadores cuantitativos que midan el funcionamiento de la máquina.(3) Con ironía y
agudeza premonitorias, el filósofo Kant, quien fue víctima de los antepasados de estos
funcionarios, los llamaba “negociantes del conocimiento”: ellos no producen ni poseen
el conocimiento que producen y poseen los profesores, pero se las han ingeniado para
convertirse en funcionarios que imponen ahora a los profesores los parámetros de su
actividad académica, y han hecho de eso el negocio de su vida.
(1)Esta evolución de la universidad, decía, es contraria a la cultura humanística, porque
si algo nos han enseñado las humanidades en la historia es que la creatividad y la
innovación del conocimiento tienen que nutrirse de las hondas raíces de la tradición,
desarrollarse en libertad, no admitir sometimiento alguno a los poderes temporales
(tampoco al del mercado), ampliar continuamente el sentido de lo humano,
interesarse por las creaciones de otras culturas, promover una conducta ética
solidaria, cultivar las artes; en una palabra, seguir labrando y renovando el ideal de
humanidad que se encuentra en la base de la fundación de la universidad.
(1) El filósofo francés Jacques Derrida publicó el año 2001 un ya legendario ensayo
titulado “La universidad sin condición (gracias a las humanidades)”. (2) Sostiene allí,
convencido de estar recogiendo la inspiración más profunda de la idea de universidad
en la historia, que a ella debería reconocerle no sólo la autonomía académica, sino
además una libertad “incondicional” de crítica y de producción de conocimiento sin
estar sometida a los requerimientos inmediatos o utilitarios del mercado. (3) Y esto
solo es posible, piensa, gracias a las humanidades. (4) Lo que ahora define la
universidad, por el contrario, es una inmensa red de condicionamientos cuantitativos
con propósitos utilitarios que ahogan el trabajo académico, banalizan la investigación y
entorpecen la búsqueda de la verdad.
(1) En efecto, lo peor de todo es que el sistema burocrático no sólo es contrario a la
esencia de la universidad, sino que además no funciona. (2) Mejor dicho: es
contraproducente, obtiene lo contrario de lo que se propone.(3) Eso lo percibimos a
diario los profesores, que advertimos claramente la falta de idoneidad de los criterios
cuantitativos; vemos cómo se manipulan las cifras para simular prestaciones y
producciones académicas, y perdemos además muchísimo tiempo en rellenar
formularios burocráticos. (4) Pero no es solo nuestra percepción. (5) También hay
estudios científicos que nos advierten sobre la existencia de este contrasentido.(6) El
sociólogo Donald Campbell, por ejemplo, formuló a fines del siglo pasado, como
resultado de sus investigaciones empíricas, la siguiente tesis, conocida ahora como la
ley de Campbell: “Cuanto más se utiliza un indicador social cuantitativo para la toma
de decisiones sociales, mayor será la presión a la que estará sujeto y más probable será
que distorsione y corrompa los procesos sociales que supuestamente debe
monitorear” (Campbell, 1976). (7) Esto es exactamente lo que está pasando con la
cultura evaluativa actual en las universidades: los indicadores cuantitativos
introducidos con el fin de mejorar la calidad de las actividades académicas están
produciendo el efecto contrario: su distorsión, su corrupción, su banalización, la
disminución de la calidad.
(1)Para evitar malentendidos, dejó en claro que estas reflexiones no tienen ni por
asomo la intención de defender las universidades que se hallan en el extremo opuesto ,
es decir, que no admiten ningún control de calidad. (2)Difícil imaginar una situación
más lamentable que la de nuestro país, donde se conjugan mal es muy diversos
debidos a la anarquía del sistema universitario, al abandono del Estado y a la
proliferación indiscriminada de negocios académicos . (3)Pero no es de ello que se
habla aquí, ni de los alcances o las deficiencias de la ley universitaria. (4)Lo que hemos
puesto más bien en primer plano ha sido la tendencia general de la cultura evaluativa
internacional y sus efectos perniciosos, anti humanísticos, sobre el sentido del
quehacer universitario.
(1)¿Hay alguna forma de ofrecer resistencia ante esta tendencia global? Estoy
convencido de que sí la hay, pese al malestar generalizado que se vive en los claustros
universitarios de todo el mundo y que está llevando a muchos profesores a abandonar
la universidad. (2) La resistencia es posible, en primer lugar, porque esta tendencia
está condenada al fracaso; tarde o temprano, las comunidades universitarias se
convencerán de que la burocracia de la educación superior está distorsionando, en la
teoría y en la práctica, la esencia de la universidad. (3) Y lo es también, en segundo
lugar, porque lo que aquí llamamos “cultura humanística” no se restringe a un tipo
determinado de cursos o a una facultad en particular, sino concierne más bien a todos
los profesores de la universidad, de todas las facultades: es una convicción profunda
sobre el sentido mismo de nuestro trabajo y sobre la necesidad de defenderlo frente a
la mercantilización y la banalización de la cultura. Es una causa que ganará la adhesión
de muchos profesores y por la que vale la pena empezar a ofrecer resistencia.
La universidad ha perdido su esencia debido a la globalización y
convertido en una industria con fines burocráticos así disminuyendo
su calidad educativa

1-La tendencia a reducir las humanidades en la educación superior ha generado una


polémica.

2-El primer espejismoconsiste en creer que el problema es interno a la universidad sin


embargo, no se promueve una cultura humanística solamente ofreciendo diversos cursos.

3-La universidad se ha transformado en una máquina burocrática contraria al espíritu de


las humanidades.

4-Las actividades de la vida académica se han subordinado a procesos de gestión para


promover una falsa calidad académica.

5-La universidad ha sufrido una transformación debido a la globalización que los


imperativos económicos y mercantiles del sistema imponen a sus intereses afectando así
tanto alumnos y profesores.

6-Para manejar los procesos burocráticos, la universidad utiliza una red de funcionarios
que no producen ni poseen el conocimiento; sin embargo, se las han ingeniado para
imponer los parámetros de la vida académica.
7-La cultura humanìsta nos ha enseñado que la creatividad y la innovación de los
conocimientos deben de nutrirse de las raíces de la tradición y promover una conducta
ética solidaria.

8-En el ensayo "La universidad sin condición" sostiene la idea de universidad en la historia
que se le debe reconocer por su autonomía académica y también por la libertad de crítica.
En cambio ahora la universidad es una red de condicionamientos cuantitativos.

9-El sistema burocrático está siendo contraproducente con la esencia de la universidad, en


lugar de mejorar las actividades académicas están produciendo su distorsión, su
corrupción, su banalización disminuyendo así la calidad académica.

10 Las reflexiones no tienen la intención de defender las universidades que se hallan en el


extremo opuesto por que no admiten ningún control de calidad, la proliferación
indiscriminada de negocios académicos son temas que se alejan de lo que se habla que
es sobre la tendencia general de la cultura evaluativa internacional y sus efectos.

11 Afirma que si hay formas de resistencia pese al malestar que causa en los claustros
universitarios, la resistencia es posible ya que esta tendencia está condenada al fracaso.

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