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5.3.

EL REINADO DE FERNANDO VII: LIBERALISMO FRENTE A


ABSOLUTISMO. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS
AMERICANAS.
Tras el fin de la Guerra de Independencia, Fernando VII regresó a
España en 1814. Su llegada coincide con la publicación del Manifiesto de los
Persas, un documento firmado por diputados absolutistas contrarios a la labor
legislativa de las Cortes de Cádiz. Con su apoyo, el del pueblo y la Iglesia, el
rey derogó la Constitución y toda la obra legislativa de las Cortes
gaditanas y restableció los principios básicos del Antiguo Régimen.
Sexenio absolutista (1814-1820): los primeros años de su reinado
coinciden con los procesos de emancipación de las colonias americanas y una
situación económica deplorable, Hacienda pública en ruina por los gastos
desorbitados de las numerosas guerras. Se inició una persecución de
liberales y afrancesados. Muchos fueron encarcelados y otros sentenciados a
muerte. Otros pudieron marchar al exilio. Los que permanecieron en el país
protagonizaron pronunciamientos militares, único modo de acceder al poder. El
único que lo logró fue el del coronel Riego en 1820.
Trienio Liberal (1820-1823): En Cabezas de San Juan (Sevilla), Riego
logró el apoyo de las tropas que iban a ser embarcadas hacia América, donde
debían detener el proceso emancipador de las colonias. El pronunciamiento
fue secundado en numerosas ciudades españolas y Fernando VII se vio
obligado a conceder el gobierno a los liberales. Obra de los liberales en este
periodo: abolición de la Inquisición, el diezmo fue reducido a la mitad;
supresión de los mayorazgos. Fueron restablecidas las libertades de
imprenta, expresión y opinión. Se recuperó la Milicia Nacional, formada
por un cuerpo de voluntarios civiles dispuestos a defender el sistema liberal.
Los liberales en este tiempo ya muestran sus discrepancias, de modo
que surge un grupo más moderado que busca evitar los excesos
revolucionarios y un acuerdo con los grupos poderosos del A.R y otro sector
más exaltado que espera logros mayores apoyándose en las clases
asalariadas urbanas. Además, se produjeron hechos lamentables como la
rebelión antimaquinista en Alcoy y numerosos actos de violencia anticlerical
que provocaron la muerte de unos 95 clérigos. Varios obispos tuvieron que
expatriarse y se rompieron las relaciones con la Santa Sede.
Finalmente, en el contexto de la Restauración en Europa (Congreso de
Viena de 1815 tras la derrota de Napoleón), Fernando VII pidió ayuda a la
Santa Alianza y en 1823 el llamado ejército de los 100000 hijos de San Luis
enviado por Luis XVIII, cruzó los Pirineos y en un mes llegó a Madrid dirigido
por el duque de Angulema. Fernando VII fue repuesto en la plenitud de sus
poderes absolutistas.
Década Ominosa (1823-1833): se inició con una nueva y brutal
represión: unos 130 militares liberales fueron ejecutados, como el coronel
Rafael Riego y el guerrillero Juan Martín “el Empecinado”, héroe de la Guerra
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de Independencia y se calcula que cerca de 60.000 civiles liberales perdieron
sus empleos, sus propiedades o fueron encarcelados. Estas depuraciones
afectaron especialmente a los funcionarios, profesores, oficiales del Ejército y
cargos municipales de la etapa liberal. La policía elaboró listas de individuos
con posibles simpatías revolucionarias por su pasada pertenencia a la Milicia
Nacional, su afiliación a la masonería y su participación en la compra de bienes
nacionalizados al claro. Se reanudó la censura en todas las publicaciones
escritas.
Hubo algunos intentos fracasados de resolver el eterno problema de la
deuda pública a través de algunas reformas del ministro López Ballesteros
que impulsó la creación de un nuevo Código Comercial, el Tribunal de
Cuentas, la Bolsa de Madrid y el Banco de San Fernando. Pero todo fue en
vano: continuó la decadencia de la ganadería ovina, la caída de las
exportaciones de la lana (en el contexto de la primera Revolución Industrial, la
expansión del sector del algodón…), disminución de los ingresos fiscales
aduaneros y se agravó la catastrófica situación de la Hacienda Pública,
cuya resolución era incompatible con el mantenimiento de las exenciones
fiscales de los nobles, clérigos y la población de los territorios forales de
Navarra y País Vasco. El endeudamiento estatal se multiplicó por 10 a lo
largo de la década. Se solicitaron créditos a bancos franceses pagando
intereses del 50%.
El reinado termina con nuevas sublevaciones liberales como la
protagonizada por el general Torrijos, que fue fusilado en las playas de
Málaga en 1831.
El nacimiento en 1830 de Isabel, la única hija de Fernando VII y la
publicación de la Pragmática Sanción dará origen al enfrentamiento con
Carlos, el hermano del rey, y el inicio del Carlismo.

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