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El reinado de Fernando VII estuvo marcado por la lucha entre el absolutismo y el liberalismo. Tras su regreso en 1814 derogó la constitución liberal y restauró el Antiguo Régimen, dando inicio a un periodo absolutista hasta 1820. Luego un pronunciamiento militar forzó la concesión de un gobierno liberal de 1820 a 1823, pero la intervención de tropas francesas en 1823 devolvió el poder absoluto a Fernando VII hasta su muerte en 1833.
El reinado de Fernando VII estuvo marcado por la lucha entre el absolutismo y el liberalismo. Tras su regreso en 1814 derogó la constitución liberal y restauró el Antiguo Régimen, dando inicio a un periodo absolutista hasta 1820. Luego un pronunciamiento militar forzó la concesión de un gobierno liberal de 1820 a 1823, pero la intervención de tropas francesas en 1823 devolvió el poder absoluto a Fernando VII hasta su muerte en 1833.
El reinado de Fernando VII estuvo marcado por la lucha entre el absolutismo y el liberalismo. Tras su regreso en 1814 derogó la constitución liberal y restauró el Antiguo Régimen, dando inicio a un periodo absolutista hasta 1820. Luego un pronunciamiento militar forzó la concesión de un gobierno liberal de 1820 a 1823, pero la intervención de tropas francesas en 1823 devolvió el poder absoluto a Fernando VII hasta su muerte en 1833.
ABSOLUTISMO. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS. Tras el fin de la Guerra de Independencia, Fernando VII regresó a España en 1814. Su llegada coincide con la publicación del Manifiesto de los Persas, un documento firmado por diputados absolutistas contrarios a la labor legislativa de las Cortes de Cádiz. Con su apoyo, el del pueblo y la Iglesia, el rey derogó la Constitución y toda la obra legislativa de las Cortes gaditanas y restableció los principios básicos del Antiguo Régimen. Sexenio absolutista (1814-1820): los primeros años de su reinado coinciden con los procesos de emancipación de las colonias americanas y una situación económica deplorable, Hacienda pública en ruina por los gastos desorbitados de las numerosas guerras. Se inició una persecución de liberales y afrancesados. Muchos fueron encarcelados y otros sentenciados a muerte. Otros pudieron marchar al exilio. Los que permanecieron en el país protagonizaron pronunciamientos militares, único modo de acceder al poder. El único que lo logró fue el del coronel Riego en 1820. Trienio Liberal (1820-1823): En Cabezas de San Juan (Sevilla), Riego logró el apoyo de las tropas que iban a ser embarcadas hacia América, donde debían detener el proceso emancipador de las colonias. El pronunciamiento fue secundado en numerosas ciudades españolas y Fernando VII se vio obligado a conceder el gobierno a los liberales. Obra de los liberales en este periodo: abolición de la Inquisición, el diezmo fue reducido a la mitad; supresión de los mayorazgos. Fueron restablecidas las libertades de imprenta, expresión y opinión. Se recuperó la Milicia Nacional, formada por un cuerpo de voluntarios civiles dispuestos a defender el sistema liberal. Los liberales en este tiempo ya muestran sus discrepancias, de modo que surge un grupo más moderado que busca evitar los excesos revolucionarios y un acuerdo con los grupos poderosos del A.R y otro sector más exaltado que espera logros mayores apoyándose en las clases asalariadas urbanas. Además, se produjeron hechos lamentables como la rebelión antimaquinista en Alcoy y numerosos actos de violencia anticlerical que provocaron la muerte de unos 95 clérigos. Varios obispos tuvieron que expatriarse y se rompieron las relaciones con la Santa Sede. Finalmente, en el contexto de la Restauración en Europa (Congreso de Viena de 1815 tras la derrota de Napoleón), Fernando VII pidió ayuda a la Santa Alianza y en 1823 el llamado ejército de los 100000 hijos de San Luis enviado por Luis XVIII, cruzó los Pirineos y en un mes llegó a Madrid dirigido por el duque de Angulema. Fernando VII fue repuesto en la plenitud de sus poderes absolutistas. Década Ominosa (1823-1833): se inició con una nueva y brutal represión: unos 130 militares liberales fueron ejecutados, como el coronel Rafael Riego y el guerrillero Juan Martín “el Empecinado”, héroe de la Guerra 1 de Independencia y se calcula que cerca de 60.000 civiles liberales perdieron sus empleos, sus propiedades o fueron encarcelados. Estas depuraciones afectaron especialmente a los funcionarios, profesores, oficiales del Ejército y cargos municipales de la etapa liberal. La policía elaboró listas de individuos con posibles simpatías revolucionarias por su pasada pertenencia a la Milicia Nacional, su afiliación a la masonería y su participación en la compra de bienes nacionalizados al claro. Se reanudó la censura en todas las publicaciones escritas. Hubo algunos intentos fracasados de resolver el eterno problema de la deuda pública a través de algunas reformas del ministro López Ballesteros que impulsó la creación de un nuevo Código Comercial, el Tribunal de Cuentas, la Bolsa de Madrid y el Banco de San Fernando. Pero todo fue en vano: continuó la decadencia de la ganadería ovina, la caída de las exportaciones de la lana (en el contexto de la primera Revolución Industrial, la expansión del sector del algodón…), disminución de los ingresos fiscales aduaneros y se agravó la catastrófica situación de la Hacienda Pública, cuya resolución era incompatible con el mantenimiento de las exenciones fiscales de los nobles, clérigos y la población de los territorios forales de Navarra y País Vasco. El endeudamiento estatal se multiplicó por 10 a lo largo de la década. Se solicitaron créditos a bancos franceses pagando intereses del 50%. El reinado termina con nuevas sublevaciones liberales como la protagonizada por el general Torrijos, que fue fusilado en las playas de Málaga en 1831. El nacimiento en 1830 de Isabel, la única hija de Fernando VII y la publicación de la Pragmática Sanción dará origen al enfrentamiento con Carlos, el hermano del rey, y el inicio del Carlismo.