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TEMA: LA POSESIÓN
ASIGNATURA:
DERECHO CIVIL V
DOCENTE:
DR. WALTHER FRUCTUOSO CHÁVEZ QUESQUÉN
CICLO ACADÉMICO:
VIII CICLO / 2022-I
ESTUDIANTES:
- Gonzales Bueno, Moisés.
- Panduro Ruiz, Brenda Lorena.
- Pérez Nieto, Alejandro Gabriel.
- Sanchez Luna, Olenka Nicolle.
- Sangama Pezo, Homer.
TARAPOTO-PERÚ
2022
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTIN
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO
Introducción
La posesión ofrece una pronta respuesta a la relación de las personas con las cosas. La
interacción es blanda, maleable y flexible, una suerte de plastilina para los intereses
particulares. Es una de las primeras actividades del hombre en relación con la
satisfacción de sus requerimientos patrimoniales.
Todos somos o hemos sido poseedores de algún bien en algún momento de nuestras
vidas. Ejemplos los encontramos a borbotones en la vida cotidiana, así el smartphone
que usamos para chatear con la gente de nuestro entorno o incluso en otros continentes;
la laptop con la que contamos para realizar nuestro trabajo o para entretenernos con los
juegos en línea; el anillo que tengamos puesto en algún dedo de la mano; el monedero,
la billetera, el morral o la cartera en los que guardemos dinero, tarjetas y otros objetos;
la casa dónde vivamos, pudiendo ser poseedores inmediatos (si pagamos renta al
propietario), o poseedores mediatos (si siendo propietarios alquilamos cuartos a terceros
percibiendo con ello dinero)
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1. Definición
El maestro Héctor Lafaille, nos dice en su libro “Tratado de los Derechos reales” que,
“Conviene estudiar el origen del término, ya que por medio de él podemos llegar a
conocer su primitivo significado, y a través de éste, el concepto jurídico que sirvió de
base a las construcciones posteriores del derecho romano, inspiradoras a su vez, del
derecho y las legislaciones modernas”.
El término posesión es uno de los más difíciles y complejos para descifrar su origen. En
lo que se refiere a su étimo, la doctrina no es uniforme y presenta varias teorías. Como
lo refiere Lama More, lo pacífico en doctrina es que no hay un criterio unánime en ella
acerca del étimo posesión. La más común es aquella que indica: – Deriva de dos voces
latinas: possessĭo, -ōnis, posesión, de forma tal que posesión implica la facultad de
sentarse o fijarse en un determinado lugar. Es un establecerse o estar establecido.
Nos indica Musto (2007, pp. 141 y 142) que la definición más antigua es la de Labeón3:
“Se llama posesión..., de sede, como si dijera posición, porque naturalmente es tenida
por el que está en ella; a la cual los griegos llamaban retención”.
Serrano Alonso y Serrano Gómez (2005) sostienen que es “el poder o señorío efectivo
sobre una cosa o un derecho de contenido patrimonial con independencia de que se sea
o no titular de algún derecho sobre ella” (p. 168). Para Rojina Villegas (2014), es una
relación de hecho o estado de hecho que confiere a una persona el poder exclusivo de
retener una cosa para ejecutar actos materiales de aprovechamiento, animus domini o
como consecuencia de un derecho real o personal, o sin derecho alguno (p. 189).
Por su parte, Mariani (2009) nos dice que poseedor “será quien se comporte como
titular de un derecho real; es decir, cuando se conduzca con respecto de la cosa como si
tuviera un determinado derecho real sobre ella, con independencia de que lo tenga y
aunque no lo tenga en realidad” (p. 112). Según Arce y Cervantes (2012), la posesión
“es el ejercicio de un derecho, independientemente de que ese derecho pertenezca a
quien lo ejercita como propio” (pp. 27 y 28). En la misma línea, Gama (2011)
manifiesta que “es la posibilidad de utilización de la cosa por una persona... se trata de
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un señorío material ejercido en nombre propio y con cierta autonomía, y que el bien sea
susceptible de apropiación” (p. 75).
En nuestro medio, Castañeda (1958) considera que la posesión “se trata de un poder o
relación de hecho, en la cual se prescinde de la existencia de un derecho” (p. 72);
Gonzales Barrón (2013) señala que “es el control voluntario y autónomo de un bien,
destinado a tenerlo para sí, en beneficio propio, con relativa permanencia o estabilidad,
cuya finalidad es el uso y disfrute, aunque sea en modo potencial” (p. 413). A criterio de
Torres Vásquez (2006), es el poder de hecho o señorío, con o sin derecho, que una
persona ejerce sobre un bien o derecho, sin importar si el poseedor tiene o no animus
domini (voluntad de poseer como dueño) o animus possidendi (voluntad de poseer) (p.
335).
Para González Linares (2012), es “el derecho real que establece una relación directa y
efectiva del poseedor con los bienes (relaciones reales), con el objeto de obtener
beneficios de su utilidad económica” (p. 175).
Nuestro ordenamiento jurídico define a la Posesión en el artículo 896 del Código Civil
que la posesión es el ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad.
Se puede decir que, la posesión es una expresión del derecho de propiedad y de los
derechos reales.
2. Concepto
La posesión es una expresión del derecho de propiedad por ello su definición nos
reenvía a la noción de propiedad: Artículo 923.- Noción de propiedad: La propiedad es
el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien. Debe
ejercerse en armonía con el interés social y dentro de los límites de la ley.
La posesión requiere o necesita dos elementos para configurarse y ellos son el corpus,
que es la cosa en sí y el animus rem sibi habendi que es la intención de tener la cosa
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3. Teorías
Dos son las teorías clásicas de la posesión: la teoría subjetiva o teoría de la voluntad de
SAVIGNY y la objetiva de IHERING, a las que nos referimos brevemente.
SAVIGNY responde: la posesión considerada como derecho puede enajenarse mediante actos
jurídicos si la ley lo autoriza. Se puede distinguir dos tipos de posesión jurídica, según el tipo
de animus possessionis. La posesión originaria y la derivada. La originaria es la detentación del
bien con ánimo de señor o dueño. La posesión derivada es la tenencia de un bien con ánimo de
ejercer la posesión jurídica.
alieno nomine detinendi); el mero tenedor es un representante del poseedor jurídico, por
ejemplo, el usufructuario sería un representante del propietario.
Para ser poseedor jurídico hay que tener la cosa para sí (animus rem sibi habendi).
Poseedor animus domini quiere decir voluntad de poseer como propietario, sin reconocer a
nadie como titular de un derecho superior.
Hay dos efectos exclusivos de la posesión: el derecho a usar los interdictos posesorios y el
derecho a la usucapión. Desde el punto de vista formal, solo es posesión jurídica la que concede
los interdictos o la usucapión o ambas.
La posesión se adquiere cuando se reúnen sus dos elementos: la mera tenencia (corpus) y la
voluntad (animus possidendi). Para que el corpus se realice es preciso que la personas tenga la
posibilidad física de ejercer su influencia inmediata sobre la cosa, sea porque lo ha aprehendido
con su mano, sea porque lo ha guardado, escondido o está en disposición de custodiarlo y que
esté consciente de su poder, porque una cosa puede haber caído en nuestro jardín. pero si no
tenemos conciencia de ello, no hay forma de poder ejercer nuestro poder físico sobre ella.
El animus se realiza cuando se dirige la voluntad libre a un objeto determinado para ejercer un
poder físico sobre él. Los menores y los impúberes solo pueden poseer por medio de sus
representantes legales; con las personas jurídicas sucede lo mismo.
No se puede poseer una cosa que no sea totalmente independiente de otra. El propietario del
suelo lo es de los frutos mientras estén pendientes, en virtud del principio fructus rei
fructifere, pars rei est (los frutos son parte de la cosa), cuando los frutos se separan el
propietario del suelo se hace dueño de ellos en virtud del principio de accesión (lo accesorio
sigue la suerte de lo principal). El poseedor de buena fe se hace dueño de los frutos en la misma
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forma que el propietario; sobre los frutos separados empieza una nueva posesión y una
usucapión más corta por tratarse de muebles.
La posesión se pierde cuando falta uno de sus elementos: el corpus o el animus. El corpus se
pierde cuando cesa el ejercicio del poder físico sobre la cosa, por ejemplo, cuando la cosa ha
quedado en un lugar inaccesible o cuando los animales domésticos no pueden ser encontrados;
la aprehensión violenta o clandestina hace perder la posesión de estos bienes. Tratándose de
inmuebles cualquier circunstancia que haga imposible la presencia del poseedor hace perder la
posesión, una inundación, el hecho de que un ocupante impida el ingreso o desaloje al antiguo
poseedor por la fuerza. La posesión se pierde por falta de animus possidendi, lo que significa la
falta de voluntad de poseer o la inexistencia de una voluntad opuesta o diferente al animus
possidendi, por ejemplo, la renuncia a la posesión.
Según esta norma para que exista posesión se requiere del corpus, cuando señala que «el
poseedor ejerce un poder de hecho sobre la cosa, y el animus domini que consiste en poseer
comportándose como titular de un derecho real, lo sea o no»
Rudolph Von IHERING elabora su teoría objetiva sobre la posesión. mediante el método
realista o teleológico consistente en explicar las instituciones jurídicas con base en el fin
práctico para el que fueron instauradas, dejando a la lógica, la dialéctica y la filología como
meros auxiliares de la investigación. Señala que «la posesión no puede ser adquirida ánimo,
como la obligación; para que nazca es preciso el corpus, pero no hace falta para continuarla».
«La posesión descansa en sí misma: el poseedor no necesita decir de donde tiene la posesión: la
simple exterioridad basta».
Criticando la teoría de la voluntad o subjetiva de SAVIGNY, afirma IHERING que las fuentes
romanas no mencionan al animus dominus, que los romanos admitían la posesión aun en los
casos donde esta condición falta. Que únicamente Paulo sostuvo que para adquirir la posesión es
preciso el animus y el corpus; pero que el animus possidendi de Paulo establecido para separar
la posesión de la tenencia, no fue nunca acogido por la legislación o por la jurisprudencia,
prueba de ello es que en otras compilaciones no aparece el animus possidendi.
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Enfatiza IHERING que es una falacia sostener que la voluntad del poseedor es tener la cosa
definitivamente y la voluntad del mero tenedor es tener la cosa temporalmente, porque el hecho
de que una institución sea temporal no modifica su naturaleza, el hecho de que la posesión sea
temporal no la vuelve mera tenencia.
Dice IHERING que en el Derecho romano regían los principios siguientes: donde no hay
propiedad no hay posesión; y donde hay propiedad es posible que también haya posesión. Así,
las cosas que están fuerera del comercio no son objeto de propiedad y tampoco lo son de la
posesión: Ejemplos: el padre no es dueño de sus hijos y tampoco los puede poseer; el padre es
dueño de sus esclavos y los posee. En ambos casos el principio es el mismo. Donde no haya
propiedad no puede haber posesión.
derechohabiente, sino al interés abstracto que el legislador considera digno de protección. Acto
seguido afirma que no es necesario probar en un caso concreto si existe el interés protegido por
la ley. sino basta probar la existencia de los hechos que dan nacimiento al derecho; el derecho es
absolutamente independiente del interés. En efecto para probar un derecho basta con demostrar
que en la realidad se ha producido un hecho que se subsume en el supuesto normativo. Dice
Ihering, si la posesión como tal no estuviera protegida, no constituiría, en verdad, más que una
relación de puro hecho sobre la cosa; pero desde el momento en que es protegida, reviste el
carácter de relación jurídica, lo que vale tanto como derecho.
El Código patrio opta por la teoría objetiva de IHERING. Conforme al art. 896, «la posesión es
el ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad», es decir, para que exista
posesión basta la relación física establecida entre una persona y una cosa, lo que implica que la
persona puede actuar materialmente sobre la cosa (teoría objetiva de lhering), sin importar si
tiene o no derecho para ello.
La ley no exige como requisito de la posesión el animus domini o animus rem sibi habendi,
intención del poseedor de tener la cosa para sí, o sea la voluntad de señorío pleno sobre la cosa
(teoría subjetiva de SAVIGNY). Según esta teoría subjetiva de SAVIGNY, las acciones
posesorias y los interdictos no se otorgan a los que no poseen animus domini como el
arrendatario, comodatario, etcétera: estos cuando se ven perturbados en su posesión deben
recurrir al propietario, lo que entraña complicaciones, dilaciones. Esto no ocurre en las
legislaciones, que, como la nuestra, se basan en la teoría objetiva de IHERING, que confieren
tales acciones en la forma más amplia, no solamente a los poseedores mediatos sino también a
los inmediatos. De otro lado, el animus domini, como elemento psicológico es difícil de
determinar exteriormente, dificultades que la teoría objetiva evita.
jurídica, por ello puede sucumbir ante el derecho a poseer (del no poseedor) declarado mediante
una providencia del juez.
4. Naturaleza Jurídica
La propiedad es un derecho natural del hombre; a todos nos viene bien que con la propiedad
privada se nos garantice el ejercicio pacífico y ordenado de usar los bienes.
● Es un derecho que relaciona al sujeto con un objeto sobre el cual tiene una titularidad.
Al existir esta relación sujeto-objeto, nacen los derechos de posesión y propiedad:
● La propiedad es un derecho natural del hombre, con la propiedad privada se nos
garantiza el ejercicio pacífico y ordenado de usar los bienes.
● La posesión es un poder de hecho provisional que puede desaparecer frente a la acción
que se deriva de los derechos de la propiedad.
5. Elementos.
A través de la posesión, el hombre satisface sus necesidades, establece las reglas de relación del
sujeto con los objetos. Desde el propio momento de su origen, la posesión requiere de una
protección.
Más de un titular
Coposesión Con una misma causa de origen
Más de un titular
Posesión paralela Con diferentes causas de origen y distintos grados
– Indirecta: Posesión por representante, animus alieno nomine tenendi (ánimo de poseer en
nombre de otro).
5.2. Objeto
El objeto de la posesión, en los términos estudiados, es mucho más amplio que el de propiedad
(algunos objetos no pueden adquirirse en propiedad, pero sí poseerse; bienes del Estado o estado
civil). Aunque, valga la aclaración, el objeto debe estar individualizado, ser cierto o incierto,
pero debe determinarse, por lo menos, en especie y cantidad.
La posesión puede perfectamente recaer sobre bienes, derechos, universalidades y estados:
6. Clases de Posesión
El poseedor mediato posee premunido de una posesión principal y superior respecto del
poseedor inmediato, quien posee a título secundario e inferior respecto de aquel. (VÁSQUEZ
RÍOS, 2015, pág. 178)
Hay que advertir que en aquellos casos se presente una posesión mediata e inmediata no podrá
hablarse de coposesión (artículo 899 del CC) en la medida que ambos poseedores no poseen el
mismo bien conjuntamente.
6.2. Posesión ilegítima de buena fe y posesión ilegítima de mala fe
Para autorizada doctrina nacional la posesión puede ser legítima o ilegítima. Se entiende
por posesión legítima a la que se asienta sobre un derecho debidamente constituido en el fondo
y en la forma bajo condiciones que son las establecidas para la validez del acto jurídico. Por
ejemplo, un propietario capacitado para disponer de sus bienes, enajena un inmueble a un
tercero, capacitado a su vez para adquirir. Se perfecciona la escritura pública de venta ciñéndose
a las disposiciones legales pertinentes y el adquirente entra en posesión del bien transferido
siendo esta posesión legítima, pues no existe vicio alguno, ni de fondo ni de forma, que lo afecta
o invalide. (Pezet, 2011, págs. 116-117)
La posesión ilegítima, por el contrario, es la que presenta vicios o deficiencias sustantivas o
adjetivas. El acto jurídico invalidado por la incapacidad de una de las partes; la falta de título o
el título nulo; la inobservancia de las formalidades prescritas por la ley o la imposibilidad de
transferir un bien determinado, son situaciones que tipifican esta clase de posesión. (DE REINA
TARTIERE, 2004, pág. 167)
Según nuestro artículo 906 la posesión ilegítima es de buena fe:
“Cuando el poseedor cree en su legitimidad, por ignorancia o error de hecho o de derecho
sobre el vicio que invalida su título”.
Este poseedor ilegitimo de buena fe ejercería uno de los atributos de la propiedad, tales como
el uso (arrendatario) o disfrute o goce (un arrendatario que a su vez subarriende con el
consentimiento del propietario) sin embargo su posesión sería ilegítima, pero de buena fe en la
medida en que, debido a un error de hecho o de derecho, creyera en la legitimidad de su título
viciado.
Contrario sensu, un poseedor ilegítimo de mala fe sería aquel que conscientemente sepa del
vicio que invalida su título y a pesar de ellos siga ejerciendo uno de los atributos de la propiedad
como el uso o el disfrute.
Por tanto, será poseedor de mala fe quien a título de dolo ejerce una posesión que se sabe
ilegítima; pero también lo será, cuando al darse cuenta de que en realidad su posesión era
ilegítima el poseedor actúe con culpa al ser consciente de su título está viciado; sin embargo, si
bien el haber sobrevenido esa situación no modifica su buena fe inicial, si determinará su
duración. (VÁSQUEZ RÍOS, 2015, pág. 185)
Para nosotros, la buena fe es una sola, en consecuencia, tanto su aspecto subjetivo (creencia)
como su aspecto objetivo (comportamiento) deberán concurrir copulativamente para que se
pueda alegar, valga la redundancia, la buena fe y, de ese modo, el ordenamiento jurídico pueda
tutelar el derecho del tercero (o de quien alegue haber tenido buena fe). Esto es, el estado de
ignorancia del tercero (o de la personas que aleguen haber tenido buena fe) solo
será legítimo (buena fe subjetiva) en la medida en que el comportamiento que lo acompañe sea
el correcto (buena fe objetiva) lo cual involucra, en primer lugar, que tercero (o la personas que
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aleguen haber tenido buena fe) actué con diligencia, es decir, que haya practicado todos los
actos necesarios tendientes a buscar la información relevante acerca de la situación jurídica que
lo afecta (por ejemplos ir a registros públicos y verificar que el inmueble que pretende adquirir
no cuente con cargas y gravámenes) acto seguido, en ese momento, su estado de ignorancia
podrá considerarse legítimo configurándose así finalmente la buena fe.
El poseedor de buena fe hará suyos los frutos (artículo 908 del CC) mientras que el poseedor de
mala fe estará obligado a entregar los frutos percibidos y de no existir a pagar su valor estimado
al tiempo que los percibió o debió percibir (artículo 910 del CC).
La buena fe del poseedor durará mientras las circunstancias permitan al poseedor creer que
posee legítimamente o, en todo caso, hasta que sea citado en juicio, si la demanda resulta
fundada (artículo 907 del CC) mientras que el poseedor de mala fe responderá por la pérdida o
detrimento del bien aún por caso fortuito o fuerza mayor, salvo que éste también se hubiese
producido en caso de haber estado en poder de su titular (artículo 909 del CC).
6.3. Posesión precaria
Para nuestro artículo 911 la posesión precaria es:
“La que se ejerce sin título alguno o cuando el que se tenía ha fenecido”.
El presente artículo prevé dos supuestos. El primero de aquel poseedor, o sea aquel sujeto de
derecho que ejerce uno de los atributos inherentes a la propiedad (como el uso o el disfrute)
sobre un bien sin contar con título alguno que le confiera alguna calidad posesoria como la de
arrendatario, usufructuario, superficiario, etc. Podría asimilarse este primer supuesto al
del poseedor ilegítimo de mala fe.
El segundo supuesto es de aquel poseedor cuyo título ha fenecido, es decir, podría tratarse del
caso del arrendatario, usufructuario o superficiario a quien el propietario le confirió un título
posesorio pero transcurrido un plazo determinado este vence. En caso este poseedor siga
ejercitando uno o más atributos inherentes a la propiedad podría calificárselo también como
un poseedor ilegítimo de mala fe.
Para el profesor Jorge Avendaño la posesión precaria es una posesión ilegítima (AVENDAÑO
VALDEZ, La posesión ilegítima o precaria, 1986, pág. 62)Parecería ser la misma opinión de
otra doctrina nacional al expresar que en realidad la posesión precaria constituye una
manifestación de la posesión sin derecho o de mala fe y presenta diferentes matices. En efecto y
teniendo como denominador común el hecho de que se ejerce sin título alguno o cuando el que
se tenía ha fenecido, la figura puede presentarse a través de variadas situaciones: la posesión
adquirida por violencia o clandestinamente, o por abuso de confianza o por hurto, etc. (Pezet,
2011, págs. 123-124)
Si bien la subcomisión de Derecho Reales acordó suprimir este artículo habida cuenta que
constituye la posesión ilegítima. El citado autor piensa que por razone pedagógicas debería
mantenerse, dada su claridad. (JARAMILLO GOMEZ, 2008)
En la Casación N° 1818-97, la Corte Suprema ha señalado: “Debe entenderse como tal la
ausencia absoluta de cualquier circunstancia que permita advertir la legitimidad de la posesión
que ostenta el ocupante”; en razón que el demandado, actual ocupante precario del predio en
litis tiene la condición de guardián o portero del referido edificio; por lo tanto, no es poseedor
sino servidor de la posesión, como lo consagra el artículo 897 del CC. (VÁSQUEZ RÍOS, 2015,
pág. 201)
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Base legal
Artículo 906.- La posesión ilegítima es de buena fe cuando el poseedor
cree en su legitimidad, por ignorancia o error de hecho o de derecho
sobre el vicio que invalida su título.
8. El estudio del Cuarto Pleno Casatorio Sobre ocupación Precaria.
Partiendo de una visión tradicional del proceso de desalojo por ocupación precaria, el poseedor
siempre ha sido considerado como la parte débil de la relación jurídica y, por tanto, merecedor
de especial cuidado y protección, el poderoso reclamante contra el ocupante endeble, así, se
entendía que el primero podía abusar de su derecho a desalojar al segundo, quien injustamente
tendría que retirarse del inmueble en el que probablemente había vivido muchos años y buscar,
con mucha dificultad, otro lugar donde instalarse.
La tercera regla vinculante dispone que se debe «Interpretar el artículo 585° del
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Código Procesal Civil, en el sentido que por “restitución” del bien se debe
entender como entrega de la posesión que protege el artículo 911° del Código
Civil, para garantizar al sujeto a quien corresponde dicho derecho a ejercer el
pleno disfrute del mismo, independientemente si es que es propietario o no».
La cuarta regla vinculante instaura que, conforme al artículo 586° del Código
Procesal Civil, «el sujeto que goza de legitimación para obrar activa no solo
puede ser el propietario, sino también, el administrador y todo aquel que se
considere tener derecho a la restitución de un predio. Por otra parte, en lo que
atañe a la legitimación para obrar pasiva se debe comprender dentro de esa
situación a todo aquel que ocupa el bien sin acreditar su derecho a permanecer
en el disfrute de la posesión, porque nunca lo tuvo o el que tenía feneció».
La sexta regla prescribe que: «En todos los casos descritos, el Juez del proceso
no podrá expedir una sentencia inhibitoria, sino que deberá de pronunciarse
sobre el fondo de la materia controvertida, en el sentido que corresponda,
conforme a los hechos y la valoración de las pruebas aportadas»
En la ciudad de Lima, Perú, a los trece días del mes de agosto de dos mil doce, los
señores jueces supremos, reunidos en sesión de Pleno Casatorio, por mayoría, han
expedido la siguiente sentencia, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 400° del
Código Procesal Civil.
La demanda interpuesta por Luis Arturo Correa Linares, apoderado de Luis Miguel
Correa Panduro, Jorge Enrique Correa Panduro y César Arturo Correa Panduro la cual
es dirigida contra Mirna Lisbeth Panduro Abarca y Euclides Vara Turco.
Contra la sentencia de la Sala Superior, se interpuso recurso de casación por doña Mirna
Lisbeth Panduro Abarca y Euclides Vara Turco sentencia expedida el 8 de abril del 2011
y se señaló que existía una contravención al debido proceso, pues el proceso de desalojo
se resolvió utilizando normas referidas a la conclusión de arrendamiento; además, que se
debió acumular el proceso de desalojo con el de usucapión, que los demandados estaban
siguiendo ante el mismo juzgado.
La sentencia está referida a la precisión de la posesión precaria, teniendo en cuenta las múltiples
posiciones doctrinarias y decisiones jurisprudenciales al respecto, lo cual ha generado
inseguridad jurídica y además el aprovechamiento de personas para impedir el proceso de
desalojo señalando que han adquirido el bien inmueble por prescripción adquisitiva de dominio.
En tal sentido la sentencia pretende señalar un derrotero interpretativo precisando lo que se debe
entender por posesión precaria y los supuestos en los que se presenta, asumiendo una posición
amplia, pero además se pronuncia sobre la posibilidad de la acumulación en el proceso de
desalojo con la usucapión, precisando que formalmente se tratan de procesos distintos, pero
además en el desalojo se discute quien tiene el derecho a la posesión, es decir, no se va a
discutir sobre el título de propiedad, lo que se hará en el proceso correspondiente con la
consecuencia de si el usucapiente es declarado propietario pueda pedir la inejecución del
desalojo o pedir la devolución del bien.
Además la sentencia quiere evitar lo que ha estado sucediendo hasta ahora, que los jueces en un
proceso sumarísimo de desalojo, la parte demandada invoca que el bien ha adquirido por
prescripción adquisitiva de dominio, los jueces sin mayor análisis declaran improcedente la
demanda, señalando que previamente debe dilucidarse en otro proceso la titularidad del bien,
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por lo que la sentencia prohíbe las sentencias inhibitorias, señalando que los jueces deben
pronunciarse, valorando la documentación presentada, sin que ello signifique que puedan
decidir sobre la usucapión por corresponder a otro proceso
9. Conclusión
Así pues, el derecho protege al poder de hecho que se ejerce sobre el bien, sin importar si ese
poder ha nacido con o sin título, a fin de evitar que las personas hagan justicia a mano propia.
En todo caso quien cree tener derecho a la posesión podrá acudir a los tribunales y que su
derecho sea reconocido, pero no puede desalojar al actual poseedor por las vías de hecho.
10. Bibliografía
- Abanto Torres, Jaime. 2013. Análisis del precedente vinculante establecido por el Cuarto
Pleno Casatorio Civil. Gaceta Civil y Procesal Civil - Especial Cuarto Pleno Casatorio
Civil 3 (setiembre).
- Mejorada Chauca, Martín. 2006. Precario ¿y qué? Gaceta Jurídica - Actualidad Jurídica
151 (junio).
- DEL RISCO SOTIL, Luis Felipe (2016). «El desalojo por ocupación precaria a la luz del
Cuarto Pleno Casatorio Civil». Revista Ius Et Veritas.