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El hallazgo de una joven con sus armas en los Andes cuestiona la teoría del hombre
cazador
La ilustración muestra a una cazadora andina con su atlatl, un lanzavenablos anterior a la aparición del
arco y la flecha.UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA.
MIGUEL ÁNGEL CRIADO
04 NOV 2020 - 16:00 ART
Una chica de entre 17 y 19 años enterrada hace unos 8.000 años junto a sus armas
muestra que la caza de grandes animales no era solo cosa de los hombres
prehistóricos. Tras su hallazgo, sus autores han revisado otro centenar de
enterramientos encontrando que más de un tercio de los cazadores eran en realidad
cazadoras. Estos resultados cuestionan la idea dominante de que en las primeras
comunidades humanas ya había una división del trabajo por género.
Confirmaron que era una mujer usando una sofisticada técnica biomolecular
desarrollada el año pasado llamada análisis de la amelogenina, una proteína presente
en el esmalte dental. “Resulta que estas proteínas están ligadas al sexo y, por lo tanto,
es posible estimarlo a partir de ellas con un alto grado de precisión”, explica Haas, cuyo
trabajo acaba de publicar la revista científica Science Advances.
Partiendo de esta única cazadora, Haas y sus colegas revisaron los estudios de otros
107 enterramientos americanos con restos de 429 individuos datados entre hace
12.700 años y 7.800 años. 27 de los enterrados reposaban junto a sus armas de caza. Y
11 de ellos eran mujeres. Extrapolando, esto significaría que más de un tercio de los
cazadores prehistóricos eran en realidad cazadoras, al menos en América.
Esta experta en la tecnología lítica prehistórica recuerda que “la caza mayor, como
renos o bisontes, no dependía ni de la fuerza ni de la habilidad, sino del número: las
formas usadas en el pleistoceno consistían en empujar a los rebaños hacia acantilados,
saltos o trampas, o arrojar lanzas a las manadas que no matarían directamente a los
animales, pero los dejarían heridos, siendo pisoteados o incapaces de seguir el ritmo
de la manada. En aquel tiempo, los humanos vivían en pequeños grupos, por lo que la
mayoría de los jóvenes y adultos serían necesarios en la caza de una forma u otra”.
“En general, como la división del trabajo por género ha sido ampliamente comprobada
entre las sociedades tradicionales, los arqueólogos han supuesto que también era algo
generalizado en el pasado”, dice el antropólogo de la Universidad de Arizona (EE UU)
Steven L. Kuhn, que no ha intervenido en esta investigación. “Por otro lado, mucho de
lo que sabemos sobre esta división del trabajo está basado en la ideología, en lo que la
gente cree que es el ideal”.