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mayor parte de ellas: hacer del placer el fin de la vida es rebajarse a nivel de los
animales; la riqueza no - es, evidentemente, más que un medio y no puede constituir un
fin; la afición a los honores hace nuestra felicidad dependiente - de otros; además, no
buscamos la estima pública más que para convencernos de nuestro propio valor; es,
pues, más bien en éste en el que consistiría nuestra dicha. En cuanto a la sabiduría
contemplativa, Aristóteles remite su examen para más adelante; verá en ella la felicidad
suprema, una felicidad sobrehumana, que se situará por encima de la excelencia del
ciudadano y de los éxitos del hombre de acción; pero es el método seguido por
Aristóteles en el estudio de las cuestiones morales lo que de momento nos interesa.
cual conducta, tal o cual género de vida, es de hecho el que conviene al hombre de
bien y con el cual encuentra él su dicha, no habrá que indagar ya el porqué.
El bien del hombre. Esa preocupación por lo concreto que caracteriza la moral de
Aristóteles, lo induce a precisar que el objeto de la ética es definir el bien del hombre,
esto es, un bien práctico realizable, y realizable por el hombre. Se puede llegar a esa
definición preguntándose cuál es la función del hombre - Platón había mostrado, en
efecto, hacia el final del libro I de la República (352 d - 353 e), que el bien de un ser
cualquiera (útil, órgano, artesano, animal doméstico), lo que hace bueno al útil, bueno al
obrero, bueno al caballo y hasta buenos unos ojos, es la cualidad, la virtud o excelencia
propia, que los hace aptos para cumplir cada uno su función propia. Ahora bien, la
función o actividad propia del hombre no puede ser más que la actividad del alma
razonable, la que lo distingue del animal, como la sensación distingue al animal dc la
planta. En consecuencia, la virtud del hombre es su aptitud para la vida razonable; es
esa aptitud la que lo hace bueno, y su dicha no puede consistir más que en el ejercicio
de esa aptitud o, lo que es lo mismo, en la vida razonable misma. Se podrá definir, por
tanto, la felicidad: la actividad del alma ejerciéndose conforme a la virtud.