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S/D
Susana Noemí Bidegain, argentina, DNI Nº17.138.533, de estado civil soltera, con
domicilio real en Federico Dirruty 5663, de la provincia de Buenos Aires, constituyendo
domicilio a los fines de este procedimiento en Federico Durruty 5663, por derecho
propio, ante el señor Diputado, me presento y respetuosamente digo:
I - OBJETO:
II - HECHOS:
Es inentendible que estando vigente la Ley 13168 que en su artículo 4º tan bien define
las situaciones de maltrato físico y social contra el trabajador, no haya sido tenida en
cuenta por los sucesivos Jefes que he tenido a lo largo de permanencia laboral para
paliar los conflictos que se han sucedido a lo largo de los años y dado que no han
tenido contención jerárquica, se han ido agravando hasta llegar a un estado
insostenible para mi psiquis y mi salud física.
Quiero que sepan que hoy me es imposible mantenerme en pie. Que el solo hecho de
acercare a una cuadra de mi lugar de trabajo me causa terror y esto es producto de los
años que he padecido cotidianamente un calvario en mi lugar de trabajo.
Ahora bien, el derecho a la estabilidad del empleado público está tutelado por el
artículo 14 bis de la Constitución Nacional y no importa un derecho ”in aeternum” o un
derecho absoluto a permanecer en la función sino un derecho al cargo presupuestario
y por ello, se ha declarado que la Administración está autorizada a modificar la
funciones del empleado público según criterios discrecionales que no son susceptibles
de revisión judicial, salvo si se violan los mínimos límites a que se encuentra sujeta la
validez de su ejercicio como por ejemplo, irrazonabilidad, desviación de poder, etc.. En
este sentido, es la ilegitimidad o la arbitrariedad que pudieren presentar los actos
administrativos dictados en materia de empleo público lo que justifica su revisión, no
siendo óbice para ello el hecho de que hayan sido dictados en ejercicio de facultades
discrecionales, por cuanto la validez del acto depende de su razonabilidad, la que
debe ser verificada si se la impugna en juicio.
El ejercicio de estas facultades debe ser conforme a las leyes que las reglamentan y
en armonía con los demás derechos individuales y atribuciones estatales establecidos
con igual jerarquía por la Carta Magna.
Para que quede claro que la Administración ha violado no solo los límites de
razonabilidad o desviación de poder, sino que ha hecho un uso abusivo de acoso
jerárquico, o no me han asignado tareas o cunado me las asignaron fue para
humillarme, se me ha aislado laboralmente, he sufrido todo tipo de destrato al punto de
enfermarme y no ser yo misma. A continuación paso a relatar los hechos desde mí
ingreso hasta la actualidad para que quien corresponda evalúe lo que la Honorable
Cámara de Diputados ha hecho con mi persona:
1.- Ingrese a trabajar en enero del 2007 como Secretaria Administrativa del Diputado
Juan José Cantiello, quien fallece en diciembre 2009. Mi ingreso es como
Contratada dentro de la ley de discapacidad.
2.- En Enero 2010 paso a la Dirección de Servicios Auxiliares, en la parte
administrativa, lugar de donde debo pedir el pase por acoso sexual del Subdirector
del área en Mayo 2011.
3.- En mayo 2011 ingresa a la Prosecretaria Legislativa, lugar donde desempeña sus
tareas hasta agosto 2011, fecha en la cual es intervenida del pie derecho.
5.- La envían al sector Legajos, donde supuestamente existían vacantes dado que
mucho personal se había acogido al régimen jubilatorio. Desarrollo tareas en este
Sector hasta Diciembre 2011; momento en el cual el Director de Personal, Sr
Marcelo Albanesi me insto a que abandone mi puesto de trabajo.
6.- El 01 de septiembre 2013 me conseguí por mis propio medio una vacante en la
Dirección de Referencias Legislativas.
Esta solución es la que nos parece más conveniente no sólo por cuanto la
actuación del Estado debe ser juzgada atendiendo fundamentalmente a que,
por su propia naturaleza, está obligado a comportarse de manera “ejemplar”,
sino porque, en su rol de empleador, debe obrar con cuidado y previsión y
velar por la seguridad de los trabajadores con un grado de previsibilidad
superior al del hombre medio. Además, teniendo en cuenta las altas tasas de
desempleo y de subempleo que enmarcan el afligente deterioro social que
evidencian vastos sectores de la población en la actualidad, esta
interpretación es la que nos parece más adecuada a la realidad social vigente
y es la que tiene en cuenta la natural indefensión en la que están inmersos los
trabajadores dentro de ese contexto económico social. Tampoco se puede
desconocer que en las actuales condiciones laborales parece una ingenuidad
pretender que el trabajador pueda considerarse despedido.
Se ha admitido, por último, que el empleado público puede sufrir daño moral
si el cambio de destino, dadas sus formas y modalidades, es susceptible de
provocar un agravio en sus afecciones legítimas, suficiente como para
justificar su procedencia.
Observamos, por otra parte, que la jurisprudencia pone en cabeza del actor la
carga de la prueba de la arbitrariedad de las decisiones administrativas sin
tener en cuenta que el Estado es quién está en mejores condiciones para
probar la razonabilidad de su decisión. No nos parece acertado que sobre la
base de la presunción de la legitimidad de sus actos, se lo pueda relevar de la
carga de probar los hechos que les dan sustento si el empleado los impugna
recurriendo a la tutela jurisdiccional. Ello así, pues la presunción de
legitimidad sólo puede desplazar la carga de accionar al empleado afectado,
mas no puede implicar que se dé un desplazamiento paralelo de la carga de
la prueba, que con normalidad le corresponde a la administración.
Bajo esta perspectiva, entendemos que en los casos en que el “ius variandi”
se ejerció abusivamente no se pueden considerar operados “consentimientos
tácitos” porque es evidente la situación de indefensión en que se encuentra el
trabajador afectado, no sólo debido a está en inferioridad de condiciones por
el sometimiento psicológico que experimenta respecto de tales situaciones,
sino también porque es el propio sistema el que pone obstáculos al ejercicio
de su legítima defensa. Siempre su esfuerzo defensivo será considerado
reivindicativo y contrario al “principio de autoridad” que se intentará
preservar a toda costa. Y no sería extraño que el afectado se vea entonces
atrapado en la espiral de la indefensión impuesta por una “cultura
autoritaria” a la que deberá someterse silenciosamente.
III - PRUEBAS:
...........................................................................................................................................
......-
IV- PETITORIO:
Por lo tanto, al señor Ministro de ........................... solicito:
a) Se me tenga por presentado, por derecho propio, con domicilio real y constituido a los
efectos procesales.-
c) En su oportunidad se me efectivice lo
reclamado ........................................................-