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INTRODUCCIÓN
¿Hace la psicología una contribución significativa a nuestras vidas? Este era el titulo de un artículo con que Philip George
Zimbardo pretendía rendir homenaje a George A. Miller en reconocimiento a la alocución que este había dirigido en 1969 a los
miembros de la APA tras su nombramiento como presidente. En ella, Miller animaba a los psicólogos a entregar la psicología a la
gente, es decir, a ocuparse de las realidades cotidianas, a compartir sus conocimientos con la sociedad y a ser relevantes.
Según Zimbardo, destacan 3 motivos que justificaban el planteamiento de esta exigencia a los psicólogos: escasa
conciencia en la disciplina sobre su responsabilidad frente a la sociedad, falta de fluidez en la relación con los medios
de comunicación y falta de contacto con la gente.
El impacto de aquella alocución continua vigente en la actualidad, como lo demuestra el hecho de que trabajos de
diversos autores la utilicen como referencia.
Desde una perspectiva psicosocial, la técnica modifica el escenario de aprendizaje en el aula al introducir aspectos novedosos:
Reduce la categorización de partida (género, buenas o malas notas, etc.) y se facilita el percibir a los compañeros como
personas individuales.
Aumenta la tasa de interacción positiva dentro del grupo y de las conductas de ayuda mutua y la percepción de apoyo
social.
Se incrementa la capacidad para ponerse en el lugar del otro o empatía.
El beneficio principal de la clase de rompecabezas es el hecho de que fomenta escuchar a otros, involucrarse y empatizar, ya que
da a cada miembro del grupo la posibilidad de desempeñar una parte esencial en la actividad académica.
Cada vez es más necesaria la prevención mediante la modificación del estilo de vida a edades tempranas (incluyendo la infancia y
la adolescencia) y la intervención de los determinantes psicosociales que subyacen al desarrollo óoptimo de los tratamientos
antihipertensivos.
El punto de partida del estudio es la consideración de la adhesión terapéutica como algo que se genera en la relación de los
profesionales sanitarios con los usuarios o enfermos, en concreto, en la forma en que cada uno de ellos entiende y explica el
comportamiento de adhesión, en otras creencias respecto a la enfermedad por el paciente y en las expectativas que cada uno de
ellos tiene respecto al comportamiento del otro en el encuentro terapéutico.
Si hubiera acuerdo entre las percepciones de enfermos y profesionales sanitarios, mejoraría la adhesión terapéutica.
El supuesto general que guía el estudio consiste en que ciertos procesos sociocognitivos afectan a las relaciones entre enfermos
y profesionales y predicen la adhesión al tratamiento identificar estos factores permitiría elaborar programas de intervención
más eficaces y, en concreto, aumentar la adhesión. Como factores predictivos de la adhesión terapéutica se utilizaron:
• Las creencias de los enfermos.
• El comportamiento de los profesionales sanitarios percibido por los enfermos, como expectativas de rol que los
enfermos tienen de ellos.
a) Objetivo del trabajo.- Identificar las atribuciones, las creencias, la representación de la enfermedad de las personas con
hipertension, las explicaciones que tanto estos como los profesionales sanitarios dan de la adhesión terapéutica, así como sus
expectativas respecto al rol del profesional sanitario (buen médico). De esta forma se podría valorar si predicen dicha conducta y
en qué grado.
El fin último es llegar a plantear una línea de posibles estrategias de intervención que ayude a controlar este factor de
riesgo y, como consecuencia, preservar la calidad de vida de las personas que la padecen.
b) Hipótesis de la investigación.
1ª. Enfermos y profesionales tienen una perspectiva distinta a la hora de explicar la adhesión terapéutica: los enfermos
tenderían a hacer atribuciones externas, mientras que los profesionales sanitarios mantendrían atribuciones internas esta
primera hipótesis recoge el efecto actor-observador.
Resultados de la 1ª hipótesis
Los resultados obtenidos NO permitieron afirmar la existencia de un sesgo entre actor y observador, aunque hubo perspectivas
distintas entre ellos a la hora de explicar la adhesión.
Los sanitarios las explicaron centrándose en la información y estrategias que ellos mismos proporcionaban a los
pacientes para adaptar el tratamiento a su vida diaria.
Los enfermos la explicaron aludiendo al grado de mentalización, miedo a la enfermedad y aspectos de la vida diaria que
interferían con el tratamiento (hábitos dietéticos y relaciones sociales).
2ª. La perspectiva del enfermo (creencias y atribuciones de la enfermedad) y de la adhesión terapéutica serían importantes
factores predictivos psicosociales del comportamiento de adhesión. Estos factores predictivos serían:
Las explicaciones que los enfermos daban de la hipertensión.
La percepción de seriedad de la enfermedad y de la vulnerabilidad hacia ella.
Los enfermos que identificaran los síntomas de hipertensión y que tuvieran la expectativa de que el tratamiento iba a
reducir la presión arterial y reducir sus síntomas serian más cumplidores que los que no lo hicieran.
Los hipertensos con un locus de control interno serían mejor cumplidores que los que tuvieran un locus de control
externo.
Resultados de la 2ª hipótesis
Tras un análisis discriminante que demostró la significación de la diferencia entre grupos, se procedió a dividir la muestra de
pacientes cumplidores e incumplidores para obtener los aspectos psicosociales predictivos del cumplimiento.
3ª. El rol de médico percibido por el paciente puede asociarse con la adhesión terapéutica, por lo que cabe esperar diferencias
en las expectativas respecto al comportamiento de los médicos entre los pacientes cumplidores y los incumplidores, y se
consideran variables predictivas.
Resultados 3ª hipótesis
El desarrollo de esta hipótesis llevó obtener las características del rol de médico (también mediante un análisis discriminante).
Los enfermos cumplidores entienden su comportamiento relacionado, fundamentalmente, con la sinceridad de los
profesionales sanitarios; esperan que les adviertan de los riesgos de incumplir sus recomendaciones; expresan, como el
mayor problema para adherirse al tratamiento, las dificultades que puedan tener para establecer hábitos de salud en la
vida diaria; identifican la hipertensión como una enfermedad crónica cuyos síntomas se relacionan con los efectos del
tratamiento, y atribuyen la enfermedad a la herencia.
Los enfermos incumplidores consideran que las explicaciones de los profesionales favorecen el cumplimiento mientras
que entienden el incumplimiento asociado con una serie de aspectos relacionados con la falta de concienciación de la
enfermedad y la organización sanitaria; consideran la hipertensión como una enfermedad aguda, que relacionan con los
cambios de humor, y, por último, creen que los aspectos externos están determinando su salud.
Percepción del buen médico como factor predictivo del cumplimiento (3ª hipótesis)
Variables Cumplidores Incumplidores
Proporcione información al enfermo sobre su
Advierta sobre el riesgo de no seguir el tratamiento.
problema y su tratamiento.
Rol percibido del Estudie detenidamente al enfermo.
Anime al enfermo.
buen médico Tenga un trato humano y agradable con el enfermo.
Tome decisiones sobre el tratamiento.
Proporcione apoyo psicológico.
Tenga preparación.
c) Resultados del estudio.- El estudio mostró que los procesos sociocognitivos están relacionados con el comportamiento
de salud y que deben tenerse en cuenta entre sus determinantes.
Las atribuciones, creencias y expectativas sobre la enfermedad, su tratamiento y el comportamiento de los
profesionales sanitarios tienen un valor funcional asociado con el comportamiento de adhesión terapéutica.
Estos resultados proporcionaron conclusiones relevantes de cara a la intervención, de los cuales pueden destacarse cuatro:
a) La necesidad de que los profesionales sanitarios tengan en cuenta la perspectiva de los enfermos.
b) La importancia e influencia que puede tener el comportamiento de los profesionales en la conducta de salud del
enfermo.
c) La necesidad de que los enfermos tengan una representación de la enfermedad ajustada a la realidad.
d) Que puedan ejercer alguna influencia y control sobre la evolución de sus síntomas, cuidados y valoración.
Objetivo general
Mejorar la adhesión terapéutica a los tratamientos de la hipertensión arterial.
Objetivos específicos
Respecto a los profesionales
Dotar a los profesionales de las estrategias para identificar la perspectiva del enfermo, de los principales facilitadores de la
adhesión al tratamiento, así como de los obstáculos a los cuales se va a enfrentar el enfermo.
Entrenar a los profesionales en estrategias de comunicación e influencia orientadas a reforzar la adhesión al tratamiento de
los enfermos.
Respecto a los enfermos
Enseñar estrategias que les permitan manejar los aspectos controlables de su enfermedad, proporcionar los conocimientos
relevantes del tratamiento, y entrenar en la detección de indicios de su evolución para reforzar la autorregulación y el
control de sus comportamientos de salud.
Facilitar la concienciación y aceptación de la enfermedad y de sus riesgos al aumentar la percepción de vulnerabilidad.
Mejorar sus habilidades para establecer los cambios de rutina y las relaciones sociales que afectan el seguimiento de los
consejos dietéticos del tratamiento.
Trabajar sus expectativas al favorecer la percepción de un control interno sobre su salud y evitar que genere un control
externo.
b) Evaluación de la intervención.- El programa incluye dos tipos de medidas que deben tomarse en 3 momentos distintos
del programa (antes, durante, y transcurrido un período determinado desde la finalización del programa.
• Registros fisiológicos y autoinformes de adhesión para evaluar la adhesión al tratamiento.
• Medidas de variables psicosociales para valorar si los resultados obtenidos se asocian con los procesos
sociocognitivos que guiaron la formulación del programa.
Como medida complementaria, sería conveniente analizar la evolución de la adherencia a medio y largo plazo se comparan
los autoinformes y registros físicos en distintos momentos del desarrollo del programa (medidas iniciales, a los 6 meses y 1 año
después de finalizado el tratamiento).
Desde una perspectiva psicosocial, el efecto principal de esta intervención es que facilita el encuentro de las perspectivas que
el enfermo y el profesional sanitario tienen del proceso de la enfermedad.
En definitiva, la eficacia del programa respecto a la adhesión al tratamiento no se debe exclusivamente al hecho de que
los participantes (sobre todo, los enfermos) adquieran un conocimiento de los procesos psicosociales y las
características de la propia enfermedad, sino al hecho de que proporciona a todos los implicados un marco común de
conocimientos y habilidades que transforma las relaciones entre profesional y enfermo en una herramienta de
intervención enfocada a lograr un objetivo común: aumentar la adhesión y, reduciendo así uno de los principales
obstáculos para lograr la eficacia del tratamiento.
Otros psicólogos sociales coinciden con las anteriores apreciaciones, por ejemplo Michael Argyle enumera las siguientes
aplicaciones psicosociales realizadas antes de 1970:
• Intervenciones para eliminar actitudes raciales y prejuiciosas y para promover mejoras en la salud mental.
• Formación de maestros en habilidades sociales.
• Diseño ambiental.
• Contribución a la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos en 1954 de abolir la segregación racial.
Sin embargo, dentro de la disciplina ha habido debates sobre el auténtico papel de las aplicaciones psicosociales, tal y como se
desprende de la opinión de Morton Deutsch, destacado psicólogo social Según el autor, en la década de los 60 se apreciaba
una tendencia a exaltar los aspectos teóricos y metodológicos a la vez que constataba un descenso en el numero de
aplicaciones psicosociales. Atribuye esta situación a varias causas:
El deseo de muchos psicólogos sociales de demostrar que la psicología social era una ciencia de pleno derecho con el
consiguiente énfasis en la experimentación.
Reducción del apoyo de universidades, centros de investigación y agencias de financiación a la investigación y el trabajo
aplicado.
Morton Deutsch se muestra crítico hacia esta situación e intenta contribuir a su modificación con la publicación del primer
manual de Psicología social aplicada, del cual fue coordinador.
A modo de resumen, Ross et al. aportan 3 ideas de interés para comprender las aplicaciones de la psicología social desde la
perspectiva histórica:
Importancia de la evaluación: la investigación aplicada ha valorizado las medidas que analizan de forma directa o
indirecta los procesos de los cuales se espera que surja el cambio Evaluar consiste en averiguar si una intervención
produjo realmente cambio en algún factor o proceso, y si ese cambio se asocia con los resultados obtenidos.
Aplicabilidad de la investigación de laboratorio: existe un amplio abanico de aplicaciones psicosociales surgidas
directamente de la experimentación de laboratorio.
Lección fundamental: los problemas individuales y colectivos de conducta desempeñan un papel protagonista en las
cuestiones sociales más difíciles que preocupan a la sociedad (pueden verse dos ejemplos en la siguiente tabla).
El énfasis en la mejora de la calidad de vida es la característica central o nuclear del trabajo aplicado de los psicólogos sociales y
es la prueba de que los intentos de aplicación del conocimiento psicosocial van mucho más allá de la búsqueda de solución a los
problemas sociales.
La cuestión que surge inmediatamente es la medida en que la llamada psicología social aplicada se solapa con la
psicología social a secas y los aspectos en que se diferencia de ella.
Características compartidas
Existe un conjunto de aspectos centrales para la psicología social que siempre han de estar presentes, independientemente de la
empresa en que se involucre la disciplina, aplicada o no.
Principios guía: El conocimiento de la disciplina se nutre de los estudios e investigaciones psicosociales y es la base de
las aplicaciones.
Contexto: Todos los contextos de estudio, incluidos los aplicados, son capaces de generar conocimiento psicosocial
válido.
Relación entre teoría, investigación y aplicación: De la misma forma que la teoría y la investigación contribuyen al
trabajo aplicado del psicólogo social, este último también puede generar investigación propia y contribuir
fructíferamente a impulsar la teoría y la investigación.
Carácter del método: Se recurre al método científico en el desarrollo de la teoría, la investigación y la aplicación.
Las leyes generales son el resultado de la teorización e investigación realizadas por las ciencias sociales, sin embargo y como
señala Lewin, para actuar correctamente no basta con conocer las leyes generales, hay que conocer también el carácter
específico de la situación presente, es decir, las situaciones concretas a las cuales se enfrentan grupos o colectivos de personas
que desean que esas situaciones cambien o desaparezcan.
Cuando ya se conocen las leyes generales y el carácter de la situación presente, hay que pasar a la acción Lewin propone una
actuación ordenada que concreta en ciclos de planificación, ejecución y reconocimiento (o evaluación) que, a su vez, conforman
la espiral de la acción social. Cada ciclo se desarrolla siguiendo estos pasos:
1. Planificación se traza el plan general. Es la base que guía la acción.
2. Ejecución de la acción.
3. Reconocimiento o evaluación se realiza con el objetivo de saber si la ejecución está siendo eficaz y si se está
avanzando en la dirección correcta.
Finalizado un ciclo se abre el siguiente (con los mismos pasos) en una espiral que llevará a ciclos posteriores con la idea de ir
sentando las bases para futuras planificaciones y, si se considera necesario, modificar el plan general a la luz de los resultados.
c) Ciclo completo
Se trata de una secuencia de actividades de investigación articuladas entre sí de forma que cada una de ellas se refiera a las
demás y permita una apertura a una investigación en continuo avance y progreso.
Paso 1: Observación natural de fenómenos sociales de importancia Los investigadores deben comenzar el trabajo
partiendo de ejemplos de fenómenos sociales de ocurrencia natural.
Paso 2: Estudio de su naturaleza psicosocial y su generalidad Deben darse pasos progresivos para establecer el
poder, la generalidad y los soportes teóricos y conceptuales del fenómeno.
Paso 3: Observación natural de la validez de los resultados La observación debe usarse también para completar el
arco final del círculo, es decir, las instancias de ocurrencia natural deben emplearse no solo para identificar los efectos
adecuados para el estudio experimental, sino también para comprobar la validez de los resultados de la
experimentación.
Según estas autoras, hay tres grandes preocupaciones de la investigación (o ejes) en torno a los cuales gira la psicología social
aplicable.
La construcción del conocimiento y la utilización e intervención: estos dos ejes ya estaban presentes en las
aproximaciones de Lewin y de Cialdini.
La calidad de vida: aunque es algo que tanto en Lewin como en Cialdini estaba implícito, es merito de estas autoras
traerlo a un primer plano y convertirlo en el autentico motor de la psicologia social aplicable.
La preocupación por la mejora de la calidad de vida estimulara dos actividades que se consideran necesarias para abordar la
construcción del conocimiento:
• La definición del problema.
• La elección del método apropiado.
Una vez que se ha construido el conocimiento necesario para la utilización e intervención, no es posible ponerla en marcha sin
otras dos actividades:
• El análisis del sistema concreto: proporcionará el conocimiento imprescindible de la realidad local y cotidiana de las
personas cuya calidad de vida se pretende mejorar.
• La definición del rol o papel que va a desempeñar el psicólogo social a la hora de intervenir: asesor, experto, etc.
Aunque el ciclo se cierra con la utilización e intervención, todavía es posible conectar esta con la mejora de la calidad de vida,
para lo que resultan cruciales otras dos actividades que son las que responderán si se ha conseguido mejorar la calidad de vida:
• Evaluación.
• Interpretación.
A diferencia de lo que sucedía con Lewin y Cialdini no se poseen ejemplos de aplicaciones concretas del modelo de estas autoras,
sin embargo, ha servido y sirve de inspiración a muchos psicólogos sociales interesados en la aplicación
Lo más importante de este modelo es haber traído a un primer plano la idea de la complejidad del mundo de las
aplicaciones, haber puesto de manifiesto el elevado grado de interdependencia de las operaciones y procedimientos a
los cuales es preciso recurrir y la necesidad de atender de una manera primordial a la mejora de la calidad de vida de las
personas.
El concepto de calidad de vida adoptado por los gobernantes incorporó los aspectos subjetivos (o no materiales) del constructo,
es decir, se reconoció la dimensión psicosocial de la calidad de vida.
Sirva como ejemplo la definición de salud adoptada por la OMS que asume una concepción orientada al desarrollo de
los tres pilares del bienestar psicosocial: el físico, el psicológico y el social.
Desde esta perspectiva, las aportaciones de la psicología social se convierten en parte esencial de las acciones que emprenden
los Estados para alcanzar este objetivo y proporcionan herramientas para su evaluación, la cual dependerá tanto de criterios
materiales como no materiales (percepciones, evaluaciones, actitudes, aspiraciones y grado de satisfacción de las personas).
1. La primera aglutina gran número de investigadores interesados en medir la calidad de vida en diferentes sociedades, grupos
y lugares. Esta corriente generó en la década de los 70 el llamado movimiento de los indicadores sociales, la creación de revistas
especializadas y sociedades científicas, y el desarrollo de proyectos de investigación de gran alcance.
Los principales esfuerzos de este movimiento se han dirigido a identificar las dimensiones que caracterizan la calidad de
vida y a desarrollar indicadores sociales de calidad que permitan describir y comparar las realidades psicosociales en
distintos lugares y tiempos, principalmente entre naciones.
Sus contribuciones ofrecen una panorámica de la distribución mundial de la calidad de vida y del grado en que las
sociedades actuales consiguen mejorar las condiciones de vida respecto a épocas precedentes.
Ejemplo de estos programas son los desarrollados por Naciones Unidas o los datos de las investigaciones recopiladas en la
World Database of Happiness.
2. De forma paralela, esta renovada visión de la calidad de vida ha concentrado a numerosos investigadores interesados en el
desarrollo de programas de intervención dirigidos a aumentar la calidad de vida, principalmente mediante intervenciones
comunitarias.
Sus objetivos prioritarios son el diseño y aplicación de programas de intervención y el desarrollo de procedimientos de
evaluación de su eficacia.
Ejemplos de esta segunda corriente se encuentran en Fordyce, quien compara la eficacia de tres programas dirigidos a
mejorar el bienestar; en Seligman, con su propuesta para mejorar la felicidad de los niños; o en España, con la creación del
Portal de Mayores desarrollado por el CSIC y el Imserso.
A pesar de las diversas definiciones, es común que se estructure en torno a dos grandes componentes del bienestar: el bienestar
material o del entorno, también llamado bienestar social, y el bienestar psicosocial.
Bienestar social. Desde una perspectiva empírica, la faceta material de la calidad de vida ha estado vinculada con el
concepto de progreso y desarrollo económico (disponibilidad de bienes de producción y servicios); de esta forma, su
medida se ha concretado en una serie de indicadores económicos observables y objetivos, como el nivel de ingresos, el
acceso a una vivienda de calidad, los servicios que proporciona la comunidad (educación, atención medica), etc. Se
incluyen también los indicadores macrosociales de la calidad (renta per cápita, producto interior bruto, etc.); y más
recientemente los bienes derivados de valores posmaterialistas en función de la sostenibilidad, la autonomía y la
participacion social (emisiones de CO2, tasas de criminalidad, tasas de alfabetización, etc.).
Bienestar psicosocial. Incluye las condiciones psicosociales, no observables directamente, y que se definen como las
percepciones, evaluaciones y aspiraciones de las personas Las intervenciones y aplicaciones de la psicología social y
de la psicología en general actúan sobre esta dimensión, aunque sus efectos también pueden incidir sobre los
indicadores objetivos.
La salud mental positiva se caracteriza por 6 criterios: a) actitudes hacia uno mismo; b) crecimiento, desarrollo y
autoactualización; c) integración; d) autonomía; e) percepción de la realidad, y f) control ambiental o del entorno.
El modelo plantea que el funcionamiento psicológico saludable se caracteriza por tener satisfechas adecuadamente las
necesidades básicas; por disponer de un sistema de metas intrínsecamente motivadas; y de metas que, aunque inicialmente sean
extrínsecas, están impulsadas por procesos psicológicos autodeterminados.
El efecto de este tipo de funcionamiento es, entre otros, la experiencia de bienestar.
Finalmente, en este modelo las condiciones del contexto social son fundamentales para el desarrollo del bienestar Un
entorno social que ofrece oportunidades para la satisfacción de las necesidades básicas permitirá un funcionamiento óptimo.
II. La salud positiva incluye los componentes físicos y mentales y las relaciones entre estos componentes.
III. La salud mental positiva se entiende como un proceso dinámico multidimensional más que un estado discreto.
Seligman elaboró una clasificación de las formas de vida (no mutuamente excluyentes) que podían llevar a la experiencia de
felicidad:
Vía del placer: consiste en aumentar las emociones positivas respecto al pasado, el presente y el futuro.
Vía del compromiso: consiste en implicarse en actividades que llevan a la experiencia de flujo o fluidez.
Vía del significado: disponer de un sentido vital y desarrollar objetivos que van más allá de uno mismo.
Los problemas sociales tienen en común que, en su origen, se encuentran condiciones sociales desadaptativas y
comportamientos disfuncionales de origen social, es decir, su erradicación o reducción requieren, entre otros aspectos, producir
cambios en las actitudes, valores, conductas y estilos de vida de las personas.
INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL
En los modelos expuestos previamente, se ha comprobado que la construcción del conocimiento, la utilización del conocimiento
y la intervención pueden considerarse un proceso hacia la mejora de la calidad de vida y el bienestar.
Investigación aplicada En un primer momento, es necesario aplicar la psicología social a aspectos relevantes para
obtener los conocimientos aplicables necesarios para comprenderlos.
Utilización del conocimiento En segundo lugar, ese conocimiento puede utilizarse en procesos intermedios de
asesoramiento y mediación con una función predictiva.
Intervención psicosocial En tercer lugar, la utilización de esos hallazgos permite intervenir en los problemas sociales
para intentar mejorar las condiciones de vida y su calidad.
Dentro de una perspectiva positiva e integral de la salud, el cambio social al cual se dirige seria el aumento de la calidad de vida.
La intervención, en términos concretos, se refiere a la acción directa sobre una necesidad social mediante unas
estrategias de intervención y evaluación.
Sanchez-Vidal define la acción psicosocial como “acciones supraindividuales, dirigidas a grupos humanos, interacciones y
elementos compartidos y acciones centradas en las desigualdades sociales y grupos más débiles, teniendo en cuenta el poder y su
distribución como factores clave”.
En relación a las ventajas que se derivan de la perspectiva psicosocial para solucionar los problemas sociales, Sánchez-Vidal
señala las siguientes:
• Es más adecuada para resolver este tipo de cuestiones, que son supraindividuales y con raíces sociales.
• Es un enfoque que amplía la gama de intervenciones respecto al tipo de problemas que puede resolver.
• Es de mayor eficacia ya que conlleva actuar sobre factores psicosociales; de otro modo, las aplicaciones quedarían
aprisionadas en un modelo centrado únicamente en las posibles carencias o disfunciones de la persona e ignorarían que
estas carencias pueden reflejar los efectos de disfunciones sociales.
• Tiene mayor eficacia a largo plazo ya que aborda el origen del problema y no exclusivamente los síntomas.
S.L.C. Psicología Social Aplicada Página 14
Aplicaciones de la Psicología Social INTRODUCCIÓN
Estas cuatro potencialidades o ventajas de la perspectiva psicosocial son también aplicables a las acciones centradas en la
vertiente positiva de la intervención, el desarrollo del bienestar, la calidad de vida y, en general, el desarrollo del ser humano.
El planteamiento psicosocial de esta intervención no limita el campo de su intervención; por el contrario, lo amplia ya que en la
actualidad es difícil encontrar aspectos que escapen a la influencia social, en cambio, es difícil encuadrar una intervención
puramente clínica que trate solo aspectos psicológicos individuales.
Por ello se parte del modelo de un individuo socio-histórico y activo la intervención se produce con alguien que, a su
vez, está inmerso y definido por un contexto social específico, que es un elemento importante que debe tenerse en
cuenta.
La amplitud en el abordaje de la intervención psicosocial es una característica muy difícil de llevar a cabo, dado que es
muy complicado plasmar la cantidad de variables que se manejan y resultan relevantes en una investigación aplicada.
Sánchez Vidal y Morales resaltan algunas de las dificultades generales con que se encuentra la intervención psicosocial:
Barreras o imposibilidad de acceder a las estructuras sociales globales que están influyendo o determinando las
situaciones sociales complicadas y disfuncionales.
La complejidad de los asuntos sociales y su modificación, la dificultad de acceso a la población necesitada, el tiempo que
normalmente tiene que trascurrir para obtener los resultados de la intervención.
Los problemas éticos que pueden plantearse.
Tener que utilizar con frecuencia métodos interdisciplinarios.
La intervención puede ser de promoción, prevención, terapéutica, rehabilitadora o paliativa, si bien puede hacerse especial
hincapié en la promoción y la prevención para evitar actuaciones negativas más tardías.
Las necesidades sociales relacionadas con la calidad de vida son el elemento de intervención psicosocial que permite su
función fundamentalmente preventiva, que la positiviza y aleja de los problemas sociales.
La intervención psicosocial debe partir de una evaluación de necesidades previa y una evaluación de la calidad de vida final. Un
programa de intervención psicosocial puede incluir tres grandes momentos de valoración, lo que implica los procesos de:
Valoración o evaluación inicial necesidades
Valoración o evaluación del proceso programa.
Valoración o evaluación de resultados logros del programa.
1. Definir la necesidad de forma descriptiva, teórico-conceptual y operativa, en la cual se exprese claramente lo que está
ocurriendo, desde que perspectiva teórica se explica y la forma de valorarla.
La descripción de la necesidad se puede llevar a cabo en función de sus objetivos, sin quedarse anclados en la situación
negativa: pe. favorecer la cooperación para facilitar la integración de los distintos grupos sociales.
Transcribir en una operación la necesidad que debe mejorarse implica describirla en función de las variables y los factores o
indicadores que la determinan, la producen y que permiten medirla en los distintos procesos de valoración Respecto a los
indicadores, deben permitir una respuesta a la necesidad intervenida y la determinación de las consecuencias del programa
puesto en marcha, si se debe interrumpir en un momento determinado o no, si se debe modificar y con qué tipo de objetivos o
metas se corresponde.
2. Determinar el ámbito de intervención. Se define, fundamentalmente, por el contexto de la intervención Alude a las áreas
que se han desarrollado por la aplicación de la psicología social (p. ej. la psicología jurídica o la psicología política).
3. Identificar el objeto o los actores sociales. Se refiere a las personas que recibirán la intervención, es decir, aquellas personas
afectadas por la necesidad o los que, por diferentes razones, están interesados en ella.
4. Tomar la primera medida de la necesidad sobre la cual se va a intervenir para obtener la valoración inicial. El objetivo es
recoger la mayor cantidad de información para determinar la existencia de la necesidad mediante métodos formales o
directamente de los afectados.
En cuanto al método, se trata de elegir los más apropiados entre los métodos cualitativos (observación o entrevistas de grupo) y
los cuantitativos (cuestionarios, recuento o medidas directas).
Es habitual comenzar con métodos cualitativos para obtener el máximo de información de forma directa de los
afectados y, posteriormente, construir los instrumentos que permitan una medida cuantitativa más objetiva.
5. Considerar el contexto en que se está realizando la evaluación y en el que se va a intervenir. El objetivo es realizar una
actuación culturalmente apropiada en relación con los valores, las costumbres, las expectativas y las estrategias dominantes, así
como valorar los recursos de que se dispone.
6. Adaptar la intervención a cada fase del proceso. La intervención será específica de cada etapa.
1 .Especificar los objetivos del programa, su contenido y las actividades o estrategias que hay que emplear para lograrlos.
Algunos autores diferencian entre objetivos y fines los objetivos poseen un carácter más concreto y se asocian con el
resultado de la aplicación de una estrategia concreta, mientras que los fines serían los resultados últimos de la intervención.
Deben plantearse objetivos generales y específicos relacionados con cada una de las estrategias.
El contenido se refiere al objeto de manipulación que se va a llevar a cabo o tratamiento. Pueden utilizarse muchas
estrategias distintas (discusión grupal, modelado, roleplaying, etc.), cada una de las cuales obedece a un contenido teórico
sobre el cual hay que intervenir.
2. Planificar la infraestructura, los gastos, las formas de acceso a la población, la formación del personal y repartir las tareas.
En muchos casos, la planificación se convierte en tareas administrativas y de información con la comunidad e instituciones
implicadas.
La valoración, formación y asignación de los miembros del equipo requieren un amplio conocimiento de sus habilidades y,
en muchos casos, la formación en técnicas concretas.
3. Definir los criterios e indicadores que permitan valorar los resultados.
Serán los elementos fundamentales para que en la fase siguiente puedan evaluarse los resultados.
El seguimiento implica examinar la medida en que, una vez que se ha finalizado la intervención y evaluado sus resultados, su
efecto se mantiene en el tiempo, en caso contrario, hay que comprobar qué elementos han podido fallar, etc.
Al igual que la evaluación, debe planificarse en el diseño del programa su contenido, las personas que se van a encargar
de llevarlo a cabo y el momento en que es pertinente.
La intervención debe terminar plasmada en un informe en que debe hacerse constar todo el proceso y sus resultados.
No es necesario terminar la intervención para elaborarlo: puede redactarse un informe de cada fase y este puede ser
determinante para la continuidad de la intervención.
La calidad del informe escrito y de la presentación oral es un elemento de evaluación positiva o negativa sobre los
diseñadores, ejecutores y evaluadores del programa.
INTRODUCCIÓN
En 1898, Norman Triplett llevó a cabo lo que muchos autores consideran el primer experimento de psicología social. Intrigado
por el hecho de que los ciclistas, cuando corrían en equipo, alcanzaban una velocidad mayor en carreras contrarreloj que cuando
lo hacían en solitario, decidió diseñar un experimento de laboratorio en que un grupo de 40 niños debía ejecutar una tarea
motriz: enrollar un carrete de hilo de pescar. Una parte de los niños realizaba la tarea a solas (condición de control) y la otra
competía con sus compañeros (condición experimental) Los resultados confirmaron que los niños rendían más cuando
competían con sus compañeros que cuando realizaban la tarea en solitario.
Posteriormente, Allport denominaría facilitación social al efecto que ejerce la presencia de otras personas sobre el
rendimiento de un individuo.
El estudio de Triplett es un ejemplo ilustre de las numerosas investigaciones que han empleado el ámbito deportivo
como escenario en que probar y desarrollar nuevas teorías dentro de la psicología social.
Escarti clasifica los temas de estudio de la psicología social del deporte en dos grandes bloques:
Los factores psicológicos y sociales que influyen en la práctica del deporte y del ejercicio.
Los efectos que la práctica del deporte y del ejercicio produce en el funcionamiento psicosocial de las personas.
Una cuestión polémica que permanece sin resolver concierne a la relación entre la psicología social del deporte y la psicología del
deporte Algunos autores consideran que la psicología social del deporte forma parte de la psicología del deporte, mientras
que otros establecen la relación inversa.
La psicología del deporte asume un enfoque individualista, a diferencia de la psicología social del deporte que realiza
una aproximación social a los problemas.
Los primeros institutos y departamentos universitarios dedicados a la investigación en psicología del deporte se crearon después
de la primera guerra mundial. Entre ellos destacan:
El laboratorio dirigido por Coleman Griffith en la Universidad de Illinois a partir de 1925. Aunque su trabajo posee gran
valor histórico, tuvo escasa influencia sobre el desarrollo de la psicología del deporte.
Los trabajos realizados en la Unión Soviética por Alexander Puni y Peter Rudik, considerados los padres de la psicología
del deporte en Europa Oriental.
En esta primera etapa, la psicología del deporte produjo, fundamentalmente, trabajos sobre aprendizaje motor.
Después de la segunda guerra mundial y gracias a la televisión, el deporte adquirió mayor relevancia social y, con ello,
aumentaron de forma notable las investigaciones sobre psicología de la actividad física.
Se impulsaron numerosos estudios que, a pesar de no pretender el desarrollo del deporte en sí mismo, resultaron de
gran interés pe. las investigaciones patrocinadas por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, cuya intención era
optimizar la selección y el entrenamiento de pilotos.
En los países de influencia soviética y en contraste con estas contribuciones, el objetivo era el estudio científico del
deporte, donde la psicología del deporte logro consolidarse como un campo de aplicación de la psicología.
El momento crucial para la formalización de la disciplina fue el I Congreso Mundial de Psicología del Deporte que se celebró en
Roma en 1965. Tras ese congreso se constituyeron las primeras organizaciones científicas especializadas europeas, si bien su
aceptación académica e institucional tuvo que esperar hasta 1986, cuando la APA creó la división 47: Exercise and Sport
Psychology.
A partir de la década de los 60, los aspectos sociales del deporte comenzaron a recibir una atención creciente por parte de los
investigadores. Martens puso de relieve los problemas conceptuales, metodológicos e interpretativos que afectaban los estudios
de corte individualista predominantes en ese momento, lo que desembocó en numerosas investigaciones con un enfoque más
interaccionista. Escarti agrupó estas investigaciones en cuatro bloques:
Estudios sobre influencia social.
Estudios sobre actitudes.
Estudios sobre atribución.
Estudios de dinámica de grupos.
A partir de los 80 el ámbito deportivo comenzó a ser considerado por los psicólogos sociales como un objeto de estudio
interesante, pero la psicología social del deporte adquirió el estatus de disciplina con objeto de estudio y contenidos propios en
la década de los noventa.
Castillo, Álvarez y Balaguer llevaron a cabo una revisión de las investigaciones llevadas a cabo desde 1887 a 2001 que
mostró que el número de publicaciones sobre los aspectos psicosociales del deporte se incrementaba constantemente.
Los temas más estudiados eran la motivación, la participación deportiva, las emociones, el género y el sexo, y las
actitudes y los grupos.
La orientación motivacional, intrínseca o extrínseca, del deportista es el resultado de la interacción entre factores contextuales e
individuales.
La motivación intrínseca conduce a realizar una acción por el propio interés que genera la actividad Se ha
relacionado con mayor adhesión a la práctica deportiva, niveles más altos de esfuerzo, mayor intención de práctica en el
futuro, y mayor afecto positivo hacia la actividad deportiva.
La motivación extrínseca promueve la ejecución de una actividad con el fin de satisfacer otros motivos (estética, dinero,
fama…) no relacionados con la actividad en sí misma.
Entre los factores contextuales, parece que el clima motivacional es fundamental para entender la primacía de un tipo de
motivación u otra El clima motivacional consiste en la evaluación de competencia que impera en un contexto determinado y
se desarrolla en función de las metas, la importancia que se da a la competición o a la cooperación, y de la estructura de
recompensas predominante.
El clima motivacional orientado hacia la tarea estimula el esfuerzo y la mejora personal en relación con el rendimiento
previo del deportista.
En el clima motivacional orientado hacia el ego, la competencia se mide en relación con otros deportistas, de modo que
el éxito significa ser mejor que otros.
La orientación motivacional influye notablemente en los estados emocionales afectivos. En un principio se pensó que los
deportistas orientados hacia el ego mostrarían mayores niveles de ansiedad y estrés ante la competición, sin embargo, las
investigaciones han obtenido resultados poco concluyentes:
Un estudio de White y Zellner con 251 deportistas universitarios y de educación secundaria mostró que las mujeres
estaban más orientadas hacia la tarea que los hombres y que mostraban mayores niveles de preocupación y ansiedad
antes o durante la competición.
Ommundsen y Pedersen en un estudio con 136 atletas de entre 13 y 18 años, encontraron que una alta orientación
hacia la meta (tarea) predecía niveles más bajos de ansiedad cognitiva antes de la competición y que no había relación
entre la orientación hacia el ego y los índices de ansiedad.
Actitudes
Son estructuras duraderas de creencias sociales adquiridas y organizadas por la propia experiencia que predisponen al individuo
a reaccionar de manera característica frente a determinadas personas, objetos, sucesos o situaciones.
Siempre se refieren a algo determinado: el objeto de la actitud éstos pueden ser concretos o abstractos, conductas
u opiniones, y personas o grupos.
Pueden citarse actitudes positivas o negativas.
Muchas investigaciones apuntan hacia la edad y el género como variables altamente relacionadas con los motivos que conducen
a la práctica deportiva. Según la Encuesta de Hábitos Deportivos de los españoles Los motivos más citados son: practicar
ejercicio físico (60%); la diversión y pasar el tiempo (47%); afición (34%); mantener y/o mejorar la salud (32%); y encuentro con
amigos (23%).
Los hombres señalan, en mayor proporción que las mujeres, el Entre los jóvenes destaca el elemento lúdico, el gusto
aspecto lúdico y el hecho de pasar el tiempo, la afición, por el deporte y el encuentro con amigos.
encontrarse con amigos, y la inclinación a competir. Entre los mayores adquiere más relevancia la
Las mujeres hacen más hincapié en mantener y/mejorar la ejercitación física y, sobre todo, la salud
salud y en mantener la línea.
Estereotipos
Son creencias sociales compartidas acerca de las características de un grupo o de un tipo de individuos. Estas creencias permiten
un ahorro de energía a la hora de explicar la realidad social.
En el terreno deportivo tienen especial importancia los estereotipos de género y de raza.
En cuanto a los estereotipos de género, aunque la presencia de mujeres se acepta con mayor naturalidad, aún persisten algunas
diferencias en el nivel de participación, interés y actuación.
En un estudio de Eccles y Harold se demostró que las diferencias son más una consecuencia de la socialización que de
diferencias aptitudinales entre hombres y mujeres Como resultado de esta socialización se produce una
interiorización de los estereotipos por la cual los chicos se perciben más capaces y se interesan más que las chicas.
Tal como predice la teoría de la amenaza del estereotipo, esta interiorización puede tener consecuencias negativas
sobre el rendimiento de las mujeres Según esta teoría las personas realizan peor una tarea cuando se les recuerda
que el grupo al cual pertenecen suele obtener un rendimiento bajo en dicha tarea. Además, los estereotipos también
pueden afectar a las personas que no los han interiorizado, es decir, se sienten competentes en un dominio en que su
grupo es estereotipado negativamente pero a las cuales se les hace notar el estereotipo de falta de competencia.
Numerosas investigaciones han comprobado que la actuación deportiva de las mujeres empeora cuando se informa de
los estereotipos de género sobre su competencia en la tarea por ej. un estudio de jugadoras de fútbol mostró que
aquellas mujeres que recibieron información sobre su supuesta inferioridad atlética la realizaron peor que las mujeres
en condición de control.
En cuanto a los estereotipos raciales, existe una creencia extendida y socialmente aceptada acerca de la supuesta superioridad
innata de los atletas negros en comparación con los blancos en determinados deportes. Esta creencia es asumida también por
muchos negros a pesar de que un gran porcentaje considera que la mayoría de los blancos los perciben como superiores en
aptitud atlética, pero inferiores en inteligencia (definida como la habilidad para pensar estratégicamente en el terreno de juego).
La amenaza del estereotipo se confirma de nuevo: la actuación de los deportistas negros se resiente cuando la tarea se
presenta como una medida de inteligencia deportiva más que como una medida de habilidad atlética natural; y la
actuación de los deportistas blancos empeora en el caso contrario.
Socialización
Es el proceso mediante el cual las personas aprenden e interiorizan las normas y valores dominantes en un contexto social o
cultural determinado, proporcionándoles las capacidades necesarias para actuar de manera satisfactoria en la interacción social
con otros miembros.
La orientación que se le dé al proceso de socialización deportiva depende, en gran medida, de las instituciones e individuos con
capacidad para transmitir los valores culturales apropiados.
En el deporte escolar, los agentes sociales más influyentes son la familia y los entrenadores que, junto con el deportista,
forman el triángulo deportivo.
A partir de la adolescencia el principal factor de influencia son los compañeros.
Desde la teoría social cognitiva de Bandura la socialización deportiva puede interpretarse como un proceso de modelado:
La familia y el entrenador pueden influir en la iniciación y socialización deportiva escolar tanto en un sentido positivo
(motivación, orientación, etc.) como negativo (si promueven el estrés y ejercen presiones excesivas).
Los entrenadores contribuyen fundamentalmente en los aspectos físicos, técnicos y tácticos.
Los padres aportan apoyo social y, en ocasiones, económico.
Los compañeros proporcionan información basada en su propia experiencia deportiva.
Además existen otros factores de influencia de menor importancia como los árbitros, clubes y organizaciones
deportivas, y los medios de comunicación respecto a los medios de comunicación aun no se conoce con exactitud en
qué medida pueden influir en la adhesión a la práctica, si bien se considera que la cobertura mediática de grandes
acontecimientos deportivos puede despertar el acercamiento de muchas personas al deporte.
El entrenamiento en habilidades sociales ayuda al desarrollo de competencias, como la capacidad de comunicación y negociación
o la superación de la inseguridad, la timidez y las conductas antisociales Parece que el ámbito deportivo es un medio idóneo
en el cual puede practicarse este tipo de habilidades, por lo que el deporte se ha incluido en numerosos programas de inserción
social para jóvenes.
En ocasiones, la práctica deportiva surge y se mantiene por un motivo de afiliación (necesidad de relacionarse con otras
personas), cuando esto ocurre, la competencia social cobra importancia.
En un estudio de Klint y Weiss con 67 niños participantes en programas de gimnasia se encontró que los que se
percibían a sí mismos como competentes físicamente estaban más motivados por el desarrollo de sus habilidades,
mientras que los que se creían dotados de una alta competencia social estaban más motivados por razones de afiliación.
Respecto a la relación entre los padres y el deportista, la influencia de la familia sobre la participación y el éxito en el deporte de
los jóvenes es notable, principalmente durante la infancia y la adolescencia.
Algunos estudios han demostrado que la implicación de los padres en las actividades deportivas de sus hijos condiciona
su nivel de disfrute y participación, sin embargo otros estudios demuestran que estos efectos se deben más bien a la
evaluación subjetiva que los jóvenes hacen de la implicación de sus progenitores la interpretación que realice el niño
determinara los efectos de la implicación familiar en la experiencia deportiva de sus hijos.
En ocasiones, la diferenciación positiva respecto a otros grupos puede conducir a la discriminación, sobre todo cuando los
miembros de esos grupos están negativamente estereotipados (principalmente por razón de género o raza).
Los medios de comunicación tienen una enorme responsabilidad en la transmisión y perpetuación de estos
estereotipos negativos, dado que la información se centra, casi exclusivamente, en el deporte espectáculo masculino,
que congrega importantes intereses económicos y políticos.
Otra forma de discriminación consiste en coartar el acceso de estas minorías a los órganos directivos de instituciones
deportivas el porcentaje de participación de mujeres en las juntas directivas de las federaciones deportivas
únicamente alcanza el 10%; por otra parte, en Estados Unidos los atletas de raza negra tienen una participación elevada
en deportes mayoritarios pero raramente ocupan posiciones ejecutivas o directivas.
En una línea más positiva, las relaciones grupales que se establecen en el deporte también pueden ser un medio de integración
social e intercultural. La Comisión Europea asigna al deporte una función social: “el deporte es una actividad humana basada en
unos valores sociales educativos y culturales esenciales. Es factor de inserción, de participación en la vida social, de tolerancia, de
aceptación de las diferencias y de respeto de las normas”.
Cooperación y competición
El deporte puede estimular el conflicto o promover la armonía intergrupal. El estudio sobre este tema comenzó con Deutsch,
quien propuso una teoría con el fin de alcanzar una mejor comprensión de los procesos de conflicto y su resolución.
Posteriormente se desarrollo la teoría de juegos (Nash) que se aplicó al campo de la psicología mediante distintos paradigmas,
como el dilema del prisionero.
Este dilema permite explorar la preferencia por desarrollar las distintas conductas posibles de cooperación y
competición entre dos jugadores con información nula acerca de la decisión del otro Las investigaciones muestran
que dos personas quizá no cooperen incluso cuando comparten el mismo interés.
En el ámbito deportivo existen pocos estudios sobre la cooperación, entre ellos destaca la aportación de Orlick quien propuso la
inclusión de juegos cooperativos en el aprendizaje de habilidades deportivas por parte de los niños Estos juegos tendrían
importantes beneficios psicológicos y psicosociales, especialmente en niños extremadamente tímidos e inseguros, con falta de
confianza en sí mismos o con déficit de habilidades sociales.
Cooperación y competición interactúan en el terreno deportivo a diferentes niveles: en el plano intragrupal predomina
normalmente la cooperación mientras que en el intergrupal hay una preponderancia de la competición.
Por lo general, los equipos deportivos tienen objetivos negativamente interdependientes, el éxito de uno depende de
la derrota del otro, por lo tanto los jugadores de un equipo deben cooperar entre si y competir con otros equipos para
lograr el éxito.
La competición puede tener efectos negativos sobre la motivación intrínseca en aquellos casos en que la consigna del equipo sea
ganar cueste lo que cueste.
En una investigación en la que los participantes debían mantenerse en equilibrio sobre una plataforma que rotaba
alrededor de un eje central se mostró que los participantes en la condición de competición pasaron menos tiempo sobre
el estabilómetro, se divirtieron menos y mostraron menos interés que los participantes en la condición de maestría
(cuya consigna era realizar la tarea lo mejor posible) los participantes en la condición de competición, por tanto,
estuvieron menos motivados intrínsecamente.
Además de los efectos negativos sobre la motivación intrínseca, la competición intergrupal puede traspasar el límite de lo
tolerable y desembocar en comportamientos agresivos.
En funcion de las metas que persigue la agresión pueden distinguirse dos tipos:
La agresión afectiva u hostil tiene como fin infligir daño, está impulsada por la ira y, normalmente, precedida de una
instigación previa cuando un jugador da un codazo a un rival que no está en posesión del balón.
La agresión instrumental tiene como meta el logro de un objetivo diferente al daño en sí mismo y suele implicar un
cálculo de las consecuencias que puede provocar la agresión juego sucio para ganar un partido o frenar al otro
equipo.
Dentro de la psicología pueden señalarse dos grandes bloques de teorías explicativas de la violencia que también son aplicables
al campo deportivo: las teorías psicobiológicas y las teorías psicosociales.
a) Estatus y roles
El estatus y el rol que dentro de un grupo son dos aspectos estrechamente relacionados:
El estatus hace referencia a la valoración o prestigio asociados con la posición que ocupan las personas dentro de
determinado grupo o contexto los miembros están ordenados de manera jerárquica en distintas dimensiones o
atributos.
El rol se refiere al conjunto de comportamientos que se espera de una persona que ocupa determinada posición
dentro del grupo es el aspecto dinámico del estatus. La persona ejecuta su rol en la medida en que cumple con los
derechos y obligaciones que le otorga su estatus.
Los roles
Formales: asignados por el grupo o la organización (entrenador, capitán, etc.)
Tipos Informales: nacen como consecuencia de las interacciones que se producen en el seno del
grupo (motor del equipo, líder, etc.)
Factores que afectan a la Ambigüedad de rol: cuando la persona no está segura de lo que se espera de él.
eficacia del rol Conflicto de rol: cuando la persona percibe que su rol se solapa con el de otros.
Alcance de las responsabilidades. La falta de información clara sobre las responsabilidades
conduce a la ambigüedad de rol.
Dimensiones de la Comportamiento de rol. Falta de información clara sobre los comportamientos asociados.
ambigüedad de rol Evaluación de rol. Falta de información clara sobre cómo se evalúan sus responsabilidades.
Consecuencias de rol. Ausencia de información clara sobre las consecuencias que tiene el no
cumplir con sus responsabilidades.
Estudio de Beauchamp y Bray
Este estudio mostró que tanto la ambigüedad de rol como el conflicto de rol estaban relacionados negativamente con las
creencias de los deportistas acerca de su rol, es más, se mostró que la relación negativa entre el conflicto de rol y la eficacia de
rol estaba mediada por la ambigüedad de rol.
b) Normas
Determinan el comportamiento correcto y apropiado en situaciones sociales concretas y poseen un carácter compartido por los
componentes del grupo.
Las normas
Formales: son leyes explícitas, precisas y detalladas, relacionadas con los aspectos técnicos del
grupo.
Tipos
Informales: son reglas implícitas generadas socialmente aun cuando no están escritas, como la
obediencia al capitán.
Funciones Facilitar la supervivencia del equipo y delimitar sus barreras.
Feldman sostiene que las Proporcionar regularidad y predictibilidad sobre los comportamientos de los miembros del
normas se refuerzan equipo.
cuando cumplen Ayudar a los miembros del equipo a proteger su propia imagen.
determinadas funciones Transmitir los valores centrales y distintivos del equipo que definen su identidad.
En el ámbito deportivo, la investigación ha dedicado especial atención a las normas de equipo acerca de la agresión.
Se ha encontrado que el mejor predictor de la probabilidad de actuar agresivamente era la percepción de los jugadores
acerca de las normas proagresivas de su equipo.
En relación a las normas de equipo sobre productividad y se ha considerado un factor moderador de la relación entre cohesión y
actuación cuanto mayor sea la cohesión dentro de un equipo, mayor será la presión para obedecer las normas grupales.
Si las expectativas del grupo son trabajar duro y esforzarse por lograr un buen resultado, los miembros del equipo
sentirán presión para comportarse de manera consecuente con esas normas de productividad y aumentaran su
rendimiento, si por el contrario predominan expectativas sobre baja productividad, los miembros se sujetarán a esas
normas y reducirán su rendimiento.
a) Cohesión
Albert Carron define la cohesión como el “proceso dinámico que se refleja en la tendencia grupal a mantenerse juntos y
permanecer unidos en la persecución de sus objetivos instrumentales y/o en la satisfacción de las necesidades afectivas de sus
miembros”.
Carron, Widmeyer y Brawley desarrollan un modelo conceptual de cohesión en los equipos deportivos, así como un cuestionario
para su medida: Cuestionario de Entorno de Grupo o Group Environment Questionnaire, GEQ.
b) Liderazgo
Proceso de influencia entre el líder y sus seguidores que se produce a lo largo del tiempo y se dirige hacia la consecución de las
metas de un grupo, organización o sociedad.
El entrenador desempeña diversas funciones dependiendo del tipo de deporte, sin embargo su papel es esencial para
que el equipo/atleta alcance su máximo rendimiento prueba de su importancia son las diferencias de rendimiento
que se observan cuando se sustituye a un entrenador por otro.
Por otra parte, en un equipo suele haber jugadores muy influyentes (que pueden o no tener estatus de capitán) de
acuerdo con la opinión del grupo.
Entre las teorías e hipótesis para dar cuenta del liderazgo destaca el modelo multidimensional de liderazgo (Chelladurai): el
autor conceptualiza el liderazgo como un proceso interaccional en la medida en que la efectividad del liderazgo depende de las
características de la situación, del líder y de los componentes del grupo.
El liderazgo será efectivo en la medida en que estimule un buen rendimiento deportivo del equipo y consiga la
satisfacción de sus miembros en cuanto al líder y a los resultados del equipo.
De acuerdo con este modelo, la satisfacción y el rendimiento del deportista dependen de tres aspectos de la conducta del líder:
Conducta requerida: es la conducta que se espera que ejecutará.
Conducta real: es la conducta que de hecho sigue el líder La percepción de los deportistas de esta conducta puede
diferir de la percepción del líder.
Conducta preferida: se refiere a las preferencias de los deportistas en cuanto a la conducta del líder.
Estos tres tipos de conducta del líder están influidos por un conjunto de antecedentes (características de la situación, del líder, y
de los deportistas) los cuales interactúan con la conducta del líder para producir dos consecuencias principales:
El rendimiento: que puede estimarse sobre la base de parámetros objetivos, como el número de partidos ganados y
perdidos, los puntos logrados, etc.
La satisfacción: aspecto subjetivo relacionado con el grado de aprobación de los jugadores de la conducta del líder y de
los resultados del equipo.
El rendimiento y la satisfacción de los jugadores serán más elevados cuanto mayor sea el nivel de congruencia entre los tres
tipos de conducta del líder la efectividad del líder, por tanto, pasa por su capacidad para ajustar su conducta real a las
exigencias de la situación y a las preferencias de sus jugadores.
Estrategias de team building para aumentar la cohesión dentro de un equipo (Carron et al.)
Consiste en identificar las fortalezas y debilidades del equipo, señalando las características físicas,
mentales y tácticas más importantes para logar el éxito, estimando el grado de importancia de cada
una de ellas de acuerdo con una escala de 1 (no muy importante) a 10 (lo más importante).
Elaborar un perfil de
Además deben señalar cuál es el nivel del equipo en cada una de esas características en una escala de
rendimiento
1 (no puede ser peor) a 10 (no puede ser mejor). El resultado final se consigue restando a la
puntuación de la primera escala la puntuación de la segunda. El equipo debería mejorar las
características que presenten mayor discrepancia entre ambas escalas.
Representan las creencias compartidas entre los miembros acerca del estado deseable del grupo, por
Fijar las metas del lo que están más asociadas con el éxito del equipo que con las metas individuales.
equipo A la hora de establecer las metas, es recomendable seleccionar cuidadosamente las áreas de
actuación, tomando como referencia los resultados del perfil de rendimiento.
Se puede pedir a los miembros del equipo que escriban de manera confidencial por qué cada
Promover el respeto
compañero es valioso para el conjunto. Después, el entrenador/consultor reúne todos los
mutuo
comentarios sobre cada miembro y lo entrega al interesado en un sobre cerrado.
El establecimiento de metas puede contribuir a la claridad y la aceptación de los roles.
Además pueden utilizarse sesiones personales entre entrenador y deportista en las cuales el primero
Desarrollar la claridad
especifique claramente que se espera de cada jugador dentro del equipo.
y aceptación de roles
Otra idea es fomentar las discusiones de grupo para que cada jugador comprenda cómo se percibe su
rol en el equipo.
Es el factor fundamental para desarrollar y mantener un trabajo de equipo satisfactorio ya que
Mantener una
previene problemas dentro del equipo y favorece el logro de metas la comunicación debe ser
comunicación efectiva
abierta, honesta y empática.
Los fans presentan diferentes patrones motivacionales en función del deporte que siguen. En una investigación se exploraron
estas motivaciones en tres dimensiones de comparación: deportes individuales frente a deportes equipo, deportes agresivos
frente a no agresivos, y deportes estilísticos frente a no estilísticos:
La motivación estética fue la más importante para explicar la preferencia por deportes individuales, no agresivos y
estilísticos.
El entretenimiento y la afiliación grupal impulsan el gusto por los deportes de equipo, agresivos y no estilísticos.
La formación de la identidad de fan comienza con la socialización que se desarrolla desde la infancia gracias a la familia y los
amigos. En el caso de los fans que se encuentran identificados con su equipo, la derrota o la victoria afectan a su autoestima.
Para protegerla, pueden utilizar distintas estrategias de autopresentación:
Brillar con la gloria ajena: disminuyen la distancia entre ellos mismos y su equipo cuando este gana (pe. luciendo
camisetas o presentándose como hincha del equipo).
Distanciarse del fracaso ajeno: aumentan la distancia cuando perciben un fracaso.
En cuanto al grado de identificación con el equipo, las personas con alta identificación muestran mayor tendencia a asociarse
con su equipo cuando gana y menor tendencia a alejarse de él cuando pierde (pe. los hinchas más acérrimos tienden a mantener
su asociación aun cuando los resultados no sean satisfactorios) que las personas con baja identificación.
Coumeya y Carron proponen cuatro tipos de factores que podrían condicionar el grado de ventaja del equipo local, de los cuales,
la influencia de la multitud es, al parecer, la causa dominante de la ventaja de jugar en terreno propio.
• Factores relacionados con las multitudes. • Factores relacionados con los viajes.
• Factores relacionados con el aprendizaje o la familiaridad. • Factores relacionados con las reglas.
Violencia en el deporte
Gómez propone que los principales factores psicosociales asociados con la violencia por parte de los aficionados son la
pertenencia a grupos radicales, el racismo, la conexión entre violencia y alcohol, y los medios de comunicación.
En relación con la pertenencia a grupos radicales, destacan los hooligans (gamberros), grupos especialmente violentos que
actúan en el ámbito futbolístico. Para que la rivalidad hooligan subsista y evolucione, es necesario que, al menos, exista un grupo
similar pero opuesto, dado que la identidad social se construye en gran medida a partir de las diferencias entre el propio grupo y
el exogrupo. Los hooligans exaltan las diferencias entre su propio grupo y el rival mediante dos estrategias:
• Aludiendo a la (de) masculinización nosotros somos hombres duros y reales y ellos son blandos y maricas.
• Aliándose con un club y/o ciudad, con un barrio, región o filiación étnica, religiosa, nacionalista o política tenemos
que defender nuestro barrio de los rivales y demostrar que somos los más fuertes).
Un componente central de la ideología de muchos grupos violentos es el racismo, cuya manifestación más habitual consiste en la
emisión de sonidos simiescos o cánticos contra jugadores de otras razas. Duran y Jiménez sostienen que el racismo en el fútbol se
materializa en tres tipos de discriminación:
• Instrumental: dado que estos actos tratan de desconcentrar a los jugadores contrarios y enfurecer a sus seguidores.
• Impulsiva: si se genera a partir de la frustración, la inseguridad o el desconocimiento.
• Institucional: cuando las normativas de las organizaciones deportivas tienen efectos discriminatorios e impiden la
participación de las minorías.
La alarma social de estos actos ha generado distintas iniciativas: en 2004 se creó el Observatorio de la Violencia, el Racismo y la
Intolerancia en el Deporte, integrado en la Comisión Nacional contra la violencia en los espectáculos deportivos, cuyos objetivos
fundamentales son la lucha contra el racismo, la xenofobia, la violencia y la intolerancia en los contextos deportivos.
Respecto a la relación entre violencia y alcohol no existe ningún consenso claro entre la comunidad científica y no se dispone de
evidencia empírica que lo corrobore debido posiblemente al escaso número de investigaciones, de hecho la mayoría han
considerado la influencia del alcohol como un asunto periférico.
No obstante, dado que el alcohol reduce la importancia que se concede a las consecuencias de la conducta, entre ellas
las derivadas de implicarse en actos violentos, la FIFA recomienda prohibir la venta y el consumo de alcohol en los
estadios.
En cuanto a los medios de comunicación, la prensa deportiva dedica un gran espacio a la violencia que se genera entre los
aficionados de modo que las acciones violentas son emitidas una y otra vez.
En ocasiones, presentan la violencia de los fans de manera dramática y estereotípica que apela a las emociones del
espectador más que al pensamiento racional e, incluso, algunos artículos justifican o exaltan la violencia dentro del
terreno de juego y fuera de él pe. la portada de un periódico peruano mostró a un jugador de la selección apuntando
con una pistola a la camiseta de la selección uruguaya con un titular que rezaba “matar o morir”.
Los grupos violentos adquieren una notoriedad social que dificulta la solución del problema porque las apariciones en
los medios de comunicación les sirven de refuerzo se establece una relación de interdependencia entre hinchas y
prensa en la medida en que los primeros reciben atención social y los segundos encuentran un espectáculo rentable.
INTRODUCCIÓN
La definición de psicología política se ha concretado en el estudio científico de los factores psicológicos que determinan la
conducta política y el efecto de los sistemas políticos en los procesos psicológicos.
En su análisis del objeto de la psicología política, Martin Baro señala que el comportamiento político tendrá que producirse
dentro de un Estado, por lo que los actores de este comportamiento pueden ser personas individuales o grupos que se
relacionan con instancias estatales o las instituciones estatales que se desarrollan y entre las cuales se establecen relaciones.
PERSONALIDAD AUTORITARIA
Las primeras investigaciones dirigidas a la predicción del voto situaron la ideología individual como factor determinante en este
comportamiento político de forma paralela al desarrollo de la segunda guerra mundial, la investigación en Estados Unidos
estuvo centrada en encuestas de opinión pública y trabajos orientados hacia el estudio de las actitudes de diversos individuos
frente a candidatos, partidos y cuestiones tratadas en las campanas electorales.
Tras la segunda guerra mundial aparece la teoría de la personalidad autoritaria de Adorno, Frenkel-Brunswick, Levinson y
Sandford.
En un primer momento, el objetivo principal de los trabajos que condujeron al desarrollo de la teoría era demostrar que
ciertos individuos son fascistas potenciales aunque, antes de llegar a convertirse en ello, muestran una alta
susceptibilidad a este tipo de propaganda, manifiestan fuertes sentimientos antidemocráticos y presentan un tipo de
personalidad especifica o personalidad autoritaria.
Uno de los objetivos de Adorno et al. era explicar el exterminio de distintos grupos de individuos, sobre todo judíos: de
acuerdo con los autores, el antisemitismo no debía ser explicado desde la sociología o la historia, sino que era necesario
centrarse en variables de personalidad ya que no era un fenómeno aislado, sino que formaba parte de un marco
ideológico más extenso y la susceptibilidad que un individuo mostraba hacia esa ideología dependía fundamentalmente
de sus necesidades psicológicas.
De acuerdo con esta teoría, los niños que habían experimentado una educación severa y conforme a códigos morales
convencionales mostraban sentimientos hostiles hacia sus padres, que desplazarían hacia personas débiles o inferiores.
Esta teoría ha impulsado los estudios de psicología política y se considera una de las piedras angulares de la disciplina.
El desarrollo teórico del concepto de personalidad autoritaria condujo a la construcción de dos instrumentos para su medición:
las escalas E y F (Adorno et al.) ambas orientadas a medir las tendencias antidemocráticas individuales. Su núcleo de partida fue
el estudio del antisemitismo y posteriormente el etnocentrismo.
La escala E, compuesta por tres subescalas: prejuicio hacia afroamericanos, prejuicio hacia otras minorías y patriotismo.
La escala F estaba dirigida a evaluar las tendencias antidemocráticas implícitas o de propensión hacia el fascismo: esta
escala pretendía evaluar el prejuicio sin que las personas evaluadas fuesen capaces de detectar ese fin, por lo que no
hacía alusión a ninguna categoría social compuesta por nueve subescalas, que forman lo que Adorno et al.
denominaron síndrome autoritario o estructura existente en la persona que la hace vulnerable a la propaganda
antidemocratica y la lleva a mostrar un conformismo excesivamente rígido, sumisión a los superiores, desprecio a los
inferiores y elevada intolerancia hacia otras actitudes religiosas y sexuales.
Dimensiones de la Escala F
Convencionalismo: adhesión rígida a los valores de la clase media.
Sumisión autoritaria: aceptación y sumisión, sin crítica, a las autoridades del endogrupo.
Agresión autoritaria: rechazo, condena y castigo a los individuos que violen los valores convencionales.
Antiintracepción: oposición a lo subjetivo, lo imaginativo y lo sentimental.
Superstición y estereotipia: creencia en la determinación sobrenatural del destino humano y tendencia a pensar en
categorías rígidas.
Poder y dureza: preocupación por la dimensión dominio-sumisión, exageración de los atributos convencionales del yo, y
valoración excesiva de la fuerza y la dureza.
Destructividad y cinismo: hostilidad, vilipendio general de la humanidad.
Proyectividad: disposición a creer que en el mundo suceden cosas siniestras y peligrosas; proyección hacia el exterior de
impulsos emocionales inconscientes.
Preocupación exagerada por las cuestiones sexuales: repulsa hacia todas aquellas manifestaciones que las representen.
La investigación realizada por el grupo de Adorno en la universidad de Berkeley con el fin de demostrar la existencia del síndrome
autoritario y para sustentar empíricamente la teoría de la personalidad autoritaria sufrió numerosas críticas metodológicas y
conceptuales la más contundente fue la realizada en torno a la equiparación de la personalidad autoritaria entre
autoritarismo e ideología de extrema derecha.
Otros autores argumentaron que la intolerancia no se presenta solo en personalidades fascistas, sino que se encuentra
en individuos con otras ideologías autoritarismo de izquierdas.
Escala RWA
Altemeyer creó una nueva escala a partir de una concepción más concreta de autoritarismo, entendido como fenómeno grupal.
El autor modificó algunos de los planteamientos desarrollados por Adorno:
Rechazó la posición psicoanalítica original y propuso el aprendizaje social como la causa que generaría la emergencia
posterior del autoritarismo, es decir, como sumisión a las normas endogrupales y la autoridad, y rechazo de todo
aquello que se aparte del orden establecido.
La escala presenta ítems que se evalúan desde muy de acuerdo (+++) hasta fuerte desacuerdo (- - -).
Diversos autores amplían el concepto de autoritarismo y consideran que el rechazo a miembros de otros grupos se debe a una
predisposición etnocéntrica generalizada: las personas que manifiestan prejuicio hacia un grupo lo extienden hacia otros grupos.
Desde esta nueva conceptualización se han podido explicar más adecuadamente las relaciones entre el autoritarismo
(medido a través de la Escala RWA) con conservadurismo cultural y económico, la preferencia por partidos de derechas
y la orientación religiosa.
La teoría de la dominancia social propone que todas las sociedades humanas se estructuran en sistemas basados en jerarquías,
en las cuales un grupo, que se erige como hegemónico, se caracteriza por tener un valor mucho más positivo que el resto, poseer
mayor poder político, ejercer más influencia y gozar de un estatus social más elevado y de un acceso más fácil a los recursos.
Se propone la orientación a la dominancia social como la predisposición individual hacia las relaciones intergrupales
jerárquicas y no igualitarias, y se define como el deseo de una persona de mantener la jerarquía social basada en
grupos y, por extensión, la subordinación de los grupos inferiores a los grupos superiores.
La orientación a la dominancia tiene su origen en la aceptación de una serie de creencias míticas (valores, actitudes,
estereotipos, atribuciones e ideologías) que promueven la igualdad o desigualdad social.
La investigación ha mostrado una fuerte relación entre la orientación a la dominancia social y distintos mitos El
deseo de muchas personas de mantener la jerarquía se relaciona positivamente con el rechazo a las políticas de
bienestar social, el apoyo a los programas militares y el apoyo a políticas punitivas, como la pena de muerte.
También la SDO se relaciona con creencias conservadoras como el prejuicio étnico, el sexismo, el conservadurismo
político y económico, y la preferencia por partidos políticos de derechas, en resumen, muestra relaciones positivas con
actitudes que apoyan la hegemonía de los grupos dominantes esta relación, que apareció en Estados Unidos, se
confirma en un estudio transcultural realizado en China, Canadá, Israel y Taiwan.
Uno de los elementos centrales de la teoría es la asimetría comportamental Diferencias en los comportamientos de las
personas pertenecientes a distintos grupos del sistema jerárquico, comportamientos que van a reforzar este sistema mediante
ideologías, estereotipos y patrones de socialización.
Resulta clave el hecho de que las personas de grupos desfavorecidos contribuyen a su propia subordinación. En este sentido
merecen destacarse dos puntos:
El valor de dominancia social es más evidente e intenso en las actitudes y preferencias de los miembros del grupo
dominante que en las de los miembros de grupos subordinados de manera repetida se ha encontrado que los
hombres, como grupo, obtienen mayores puntuaciones en SDO que las mujeres.
Los grupos subordinados suelen asumir su estatus dentro del sistema jerárquico los miembros de grupos
desfavorecidos con altas puntuaciones en SDO adoptan estilos de justificación de su desigualdad en lugar de enfrentarse
al statu quo.
La orientación a la dominancia social, a pesar de ser una medida de diferencias individuales, parece que también es sensible a
variaciones situacionales. La investigación de Henry, Sidanius, Levin y Pratto muestra que la relación entre dominancia social y el
apoyo a la violencia contra el otro grupo depende de la dinámica del conflicto y del estatus que tienen los perpetradores de la
violencia.
Por lo que respecta a la diferencia entre sumisión y dominancia autoritaria, las escalas RWA y SDO son medidas diferentes de
prejuicio disposicional miden distintas dimensiones de autoritarismo.
La escala RWA se constituye como una medida de autoritarismo endogrupal.
La SDO se relaciona con la vertiente intergrupal del fenómeno .
Ambas medidas reflejan ideologías políticas de derechas como resultado de la socialización política y del contexto político en que
se encuentran las personas (sobre todo en aquellos países en los cuales en la definición del sistema político desempeña un papel
importante la dimensión izquierda-derecha.
Sentimientos de miedo y
impuestas por figuras de Los exogrupos son peligrosos para la seguridad, el orden y
RWA
los recursos.
desigualdad que beneficia personas fuertes, competentes y dominantes, los buenos
Los que se ajustan al
al endogrupo. (nosotros), y débiles, incompetentes, sin valor e inferiores,
orden triunfan, pero los
los malos (ellos).
que se desvían fracasan.
Las personas de grupos desfavorecidos justificaran su
desigualdad al aceptar el statu quo que les perjudica.
SOCIALIZACIÓN POLITICA
Desde la teoría del voto hereditario se afirma que la socialización familiar contribuye radicalmente a que los niños aprendan a
identificarse con determinada opción política de manera que adquieren los denominados sesgos partidistas.
Diversos estudios clásicos indican que las actitudes políticas pueden aparecer en momentos tempranos del desarrollo, a
veces, incluso a los 6 ó 7 anos Esta preferencia está determinada por las lealtades que poseen los padres y
continuará, aunque más diluida, a lo largo de toda la vida.
Desde la perspectiva psicoanalítica original, Adorno et al. señalan que muchas actitudes y necesidades subyacentes se originan
en la situación familiar y agrupan las variables estudiadas en tres grupos:
Actitudes hacia los padres e imagen de la familia.
Concepto acerca del medio en que se desarrollo la niñez.
Actitudes hacia los hermanos.
Algunos de los aspectos más relevantes de las dos primeras categorías y que Adorno et al. utilizaron para identificar a las
personas con elevada puntuación en autoritarismo fueron: la idealización convencional del progenitor, la sumisión a la autoridad
y valores paternos, la inclinación a tomar a la familia como endogrupo, disciplina por violación de reglas, disciplina traumática y
amenazante.
La revisión de la teoría de la personalidad autoritaria (Altemeyer) explicará la génesis de este tipo de personalidad de acuerdo
con procesos basados en los principios del aprendizaje social.
Sabucedo señala que quizá los padres pueden estar dirigiendo a sus hijos hacia un tipo de respuesta ante una situación
determinada, aunque a esto haya que unirle otros factores situacionales.
De acuerdo con este autor, tanto Adorno como Altemeyer aluden a una serie de patrones en la estructura familiar que
favorecen las actitudes autoritarias que mantienen las personas.
Identificación partidista
Se define como “una vinculación psicológica entre un individuo y un partido político, que implica un sentimiento de pertenencia
al partido como grupo de referencia”.
Este sentimiento de pertenencia, que operara como un heurístico, simplificará la realidad para que el individuo exhiba
actitudes políticas concretas.
Bames y Kaase ofrecieron una definición más amplia que incluiría todas las actividades voluntarias de los ciudadanos individuales
dirigidas a influir directa o indirectamente en las decisiones políticas en sus diferentes niveles.
Incluyen explícitamente las acciones de protesta como formas de participación política, a las cuales denominan formas
de participación no convencional.
Booth y Seligson aportaban una definición más extensa al abarcar todos aquellos comportamientos que afectan (o tratan de
influir sobre) la distribución de los bienes públicos, sin embargo los bienes públicos no son producidos exclusivamente por los
gobiernos, por lo que los autores no limitan la participación política a las acciones dirigidas hacia las autoridades del sistema
político y eliminan el requisito de la intencionalidad política de la participación.
Incluyen todas aquellas acciones (o inacciones) que tienen un impacto sobre la organización social pe. consideran
las huelgas obreras formas de participación política, mientras que Barnes y Kaase no las considerarían así.
En un intento de superar estas discrepancias Conge propone la siguiente definición: “cualquier acción (o inacción) de un individuo
o una colectividad de individuos que intencionalmente o no se oponen o apoyan, cambian o mantienen, alguna o algunas
características de un gobierno o una comunidad”.
Sabucedo la define como “acciones intencionales, legales o no, desarrolladas por individuos y grupos con el objetivo de apoyar o
cuestionar a cualquiera de los elementos que configuran el ámbito de lo político: toma de decisiones, autoridades y estructuras”.
Sin embargo, el problema de definición de la participación política no se plantea en aspectos exclusivamente terminológicos
puesto que el concepto tiene una dimensión histórica que varía de un contexto sociopolítico a otro, es decir, las formas típicas
de participación política evolucionan de una etapa a otra.
La participación política ha evolucionado y se ha diversificado a lo largo del tiempo como resultado de los agentes de
acción colectiva, las formas de expresión y los destinatarios de la participación política (aquellos a quienes se pretende
influir).
A partir de una revisión de las tasas de participación de los jóvenes europeos de las tres últimas décadas en actividades no
convencionales, Jaime llega a diversas conclusiones:
Los datos muestran una tendencia al crecimiento en la participación no convencional a pesar de que simultáneamente
el interés por la política y la frecuencia con que se discuten cuestiones políticas ha descendido se está produciendo
un proceso de informalización en las pautas de participación política de manera que se está pasando de formas de
participación a través de instituciones hacia formas más flexibles e individuales.
Las diferencias de participación por grupos de edad se deben fundamentalmente a un efecto de ciclo vital, en
comparación con el efecto generacional La participación se incrementa a lo largo de la juventud hasta la madurez y
luego desciende durante la etapa anciana. Así mismo la participación no convencional se concentra en un periodo muy
corto del ciclo vital: el máximo de participación se alcanza hacia el final de la juventud y después comienza a descender:
este descenso en la participación no convencional se produce en las distintas generaciones y se observa que aquellas
personas que mostraban mayores tasas de participación no convencional en su juventud presentan una consecuente
mayor tasa de este tipo de conductas en la madurez si bien inferior a la que mantuvieron en su juventud.
Con todo, al parecer, ser estudiante y vivir de forma independiente son factores que afectan positivamente a la participación.
El estado civil no tiene ningún efecto claramente definido y, en algunos casos, el hecho de estar casado o en situación de
convivencia estable puede ser un factor negativo en relación con la participación política.
En el caso de España, puede afirmarse a rasgos generales que las pautas de evolución en la participación juvenil del periodo
analizado son similares a las descritas para el conjunto de Europa, aún así existen algunas salvedades a tener en cuenta.
Las tasas de participación en España son notablemente inferiores a la media europea, como ocurre en otros países del
sur de Europa.
En España no se observa una tendencia clara al incremento de la participación no convencional y las diferencias
intergeneracionales son relativamente pequeñas.
INTRODUCCIÓN
La psicología ambiental aparece en los años 60 y 70 cuando gran número de psicólogos sociales del entorno académico
norteamericano acusaba la falta de relevancia de la investigación desarrollada en psicología social.
Un trabajo de recopilación llevado a cabo por Proshansky, Ittelson y Rivlin puso de manifiesto algunas relaciones entre el
medio construido y la conducta humana que aun hoy día mantienen una gran actualidad.
La psicología ambiental comenzó su desarrollo como pretendida disciplina en la década de los 60 y se consolidó en la de 1970,
orientada, en un principio, más por el problema que por la teoría Se esperaba que a partir de las relaciones cotidianas de las
personas con el medio ambiente fueran surgiendo los campos de investigación que facilitarían el desarrollo de la disciplina, no
obstante ha habido más preocupación por los desarrollos teóricos y la comprobación de hipótesis que por las cuestiones
aplicadas, olvidándose, de alguna manera, su vocación original.
Hasta 1987 los temas se referían a las relaciones de los seres humanos con el medio construido.
La idea de globalización y el concepto de desarrollo sostenible acuñado en el informe Nuestro Futuro Común de la ONU dió paso
a una era nueva de la psicología ambiental al recoger en su seno un amplio campo de investigación relacionado con los
problemas ambientales que se ha concretado bajo la etiqueta de preocupación ambiental.
COGNICIÓN AMBIENTAL
Los estudios de cognición ambiental tratan de dar cuenta de cómo los seres vivos toman decisiones para alcanzar un destino a lo
largo de un trayecto para ello los investigadores comenzaron definiendo el constructo mapa cognitivo en tomo al cual se
organiza el conocimiento de este campo.
El mapa cognitivo comprende tanto la propia representación mental que la persona tiene de un espacio determinado (cognitive
map) como el proceso cognitivo por el cual se capta, se almacena y se recupera información del ambiente, sea real o
imaginario, y que se utiliza para tomar decisiones mientras se deambula por el espacio (cognitive mapping).
La información que contiene permite situar cualquier punto del ambiente y relacionarlo, al menos, con una de las tres
dimensiones que se requieren para definir ese espacio: tamaño, distancia o dirección.
Apoyados en el modelo de Piaget sobre la cognición espacial básica, Hart y Moore propusieron que los niños se representan los
entornos de gran escala siguiendo tres estadios (el hecho de que los niños tengan más actividad en el espacio urbano no
favorece el paso a un estadio superior):
1. Sistema de referencia egocéntrico: se trata de una representación formada por imágenes discontinuas y fragmentadas
que se corresponde con las acciones que el niño realiza en el espacio.
2. Sistema de referencia fijo: La representación se organiza en torno a elementos fijos y concretos sin apenas conexión
que el niño ha explorado y que no ocupa necesariamente en el momento de la representación.
3. Sistema de referencia abstracto o coordinado: La representación atiende a un patrón geométrico abstracto que se
corresponde con un marco de referencia que asume las características de un mapa cartográfico.
Los adultos experimentan un proceso análogo cuando se encuentran en un lugar novedoso: primero la persona apenas es capaz
de reconocer los lugares que visita y no puede situarlos en un marco de referencia, tras un tiempo reconoce sectores de la ciudad
en los cuales sitúa los elementos visitados pero tiene dificultad para relacionar unos sectores con otros, y tras mucho tiempo se
familiariza con el lugar y es capaz de situar los elementos en el mapa cartográfico que lleva en la cabeza.
Junto a este aprendizaje basado en la experiencia directa, en los adultos toma especial relevancia un aspecto
secundario que se logra con el uso de mapas y descripciones de lugares: se facilita el reconocimiento de la superficie
pero se pueden causar ciertas confusiones, dado que el mapa suele orientarse situando el norte en la parte superior de
la representación, mientras que la representación cognitiva derivada de la experiencia directa tiene una orientación
libre: pe. cuando las personas presentan dificultades para orientarse a pesar de disponer de un mapa es frecuente que
le den vueltas hasta identificar al menos dos lugares que permitan establecer orientaciones análogas entre el mapa y el
entorno físico.
Aunque muchos de los conocimientos obtenidos sobre la cognición ambiental tienen aplicación en la planificación y el diseño
urbanos, la participación de numerosos investigadores con diferente background y la falta de perfil profesional de los psicólogos
ambientales hacen difícil encontrar aplicaciones de las actuaciones urbanísticas.
Los conocimientos sobre cognición ambiental pueden ser interesantes cuando se trata de definir puntos de anclaje para
facilitar la orientación, para organizar el espacio, o para gestionar la movilidad en el centro de la ciudad.
Otro valor aplicado es la enseñanza de la Geografía además de ajustar el aprendizaje al nivel de desarrollo espacial es
importante evitar que algunos sesgos provoquen conocimientos erróneos o faciliten la confirmación de ciertos
prejuicios sociales.
Senalización (wayfínding)
Se trata de estudiar los procesos de toma de decisión para encontrar el camino (señalización o wayfinding) y, particularmente,
cuando se consultan los mapas que informan diciendo usted está aquí: Are you here.
Habitualmente estas decisiones se toman en ambientes de menor escala que las ciudades (campus universitario;
complejo hospitalario, etc), sin embargo no es extraño encontrarse en el ámbito urbano con situaciones en que se debe
decidir un camino partiendo de un mapa que informa sobre donde se encuentra uno.
Se entiende por wayfindingtes las estrategias que utilizan las personas para orientarse durante sus desplazamientos en
el espacio el mapa cognitivo es el mecanismo psicológico que permite conocer cómo se toman las decisiones y cómo
se produce la orientación durante el desplazamiento, por lo que su nivel de desarrollo influye en la orientación.
En la actualidad muchas de las investigaciones se llevan a cabo con laberintos simulados en el ordenador, lo que implica cierta
dificultad para extraer aplicaciones directas a contextos reales.
En los desplazamientos por la ciudad, la orientación se lleva a cabo sobre todo mediante mojones e intersecciones.
Cuando se manejan bien las distancias entre puntos y se diferencian los tipos de ángulo que forman las calles aumenta
el número de caminos alternativos, dado que se dispone de una red compleja que relaciona los puntos.
Cuando no se cuenta con esta red la persona tiene que identificar mojón a mojón hasta alcanzar el lugar al cual se dirige.
La complejidad del ambiente es otro elemento que influye en la orientación. Entre las propiedades del ambiente que facilitan la
orientación se encuentran:
Diferenciación: grado en que las partes del ambiente parecen distintas.
Grado de acceso visual: extensión de las diferentes partes del ambiente que pueden verse desde otro punto
panorámico.
Complejidad del trazado espacial: cantidad y dificultad de la información que debe ser procesada.
En muchas ocasiones, el hecho de estar desorientado dentro de los espacios organizacionales produce sentimientos muy
negativos, como estrés, frustración e, incluso hiperventilación o aumento de la presión sanguínea.
Elementos que facilitan una buena orientación en los grandes complejos arquitectónicos (Capman y Grant)
Establecer un trazado claro de los servicios de forma que se relacionen fácilmente los elementos de destino común:
entradas, escaleras, ascensores, etc.
Diferenciar los interiores en sus elementos arquitectónicos y de diseño de forma que no parezcan exactamente iguales.
Ubicación de mojones o hitos que embellezcan el ambiente y faciliten moverse hacia ellos o recordarlos en caso de regreso.
Poner señales que informen sobre donde se encuentra la persona y cuál es el camino que debe escoger.
Elaborar mapas de mano o murales fijos simples con la indicación de usted está aquí.
Iluminar adecuadamente los mojones, las señales y los puntos de decisión.
Carlson, Holscher, Shipley y Dalton han detectado que al menos hay tres factores por los cuales la gente se pierde en un edificio:
por su estructura espacial, por el mapa cognitivo que se construye al deambular por él, o por las estrategias y habilidades
espaciales de los usuarios Estos tres factores, junto con las propiedades que se derivan de sus intersecciones dos a dos y
conjuntamente, les permiten construir un marco integrador de la investigación sobre la orientación en edificios.
1. Debe haber una correspondencia entre el edificio y el mapa Modelo integrado para orientarse en edificios complejos
cognitivo: El mapa debe ser una representación fidedigna de la
estructura espacial del edificio. Estructura Correspondencia
2. Debe haber compatibilidad entre el edificio y las estrategias y Mapa
espacial del
habilidades individuales del usuario. cognitivo
edificio
Pej. Hay compatibilidad cuando el usuario no percibe
obstáculos que le impidan el acceso a un lugar.
La falta de compatibilidad aparece cuando se percibe el
lugar como un laberinto.
3. La integración que presenta el mapa cognitivo en función de
las estrategias y habilidades individuales de los usuarios resulta Complejidad
relevante.
Pej. una estrategia de movilidad que siga una ruta
determinada promoverá una representación cognitiva Integración Compatibilidad
semejante a una sucesión de escenas.
Una estrategia de movilidad que incida en una visión de
conjunto promoverá una representación más semejante a
una perspectiva aérea.
4. La complejidad, producto de la intersección de los tres Estrategias y
factores, estaría definida por la dificultad de orientarse en una habilidades de los
estructura concreta, con un mapa cognitivo especifico y con usuarios
unas estrategias determinadas
Un tema de interés práctico, facilitador de la orientación en los ambientes institucionales, son los mapas que indican donde se
encuentra la persona en el mapa: are you here. Algunas investigaciones han permitido facilitar la lectura para tomar decisiones
más acertadas y rápidas:
Se debe establecer una correspondencia entre el mapa y el ambiente representado: para ello hay que identificar, al
menos, dos puntos tanto en el mapa como en el espacio Con este objetivo se puede situar el mapa cerca de zonas no
simétricas para facilitar sus localizaciones.
El mapa debe estar colocado en paralelo al espacio que representa y en la misma orientación.
Si el mapa se encuentra en posición vertical la zona más alta del mapa debe corresponderse con el frente este
sistema produce más errores que en paralelo.
AMBIENTE RESIDENCIAL
El ambiente residencial está configurado por tres componentes: la vivienda, el barrio y los vecinos. Los tres influyen en la
conducta y por tanto han sido objeto de estudio el tema más estudiado ha si la satisfacción residencial.
Satisfacción residencial
El objetivo de los estudios sobre satisfacción residencial ha sido conocer las razones por las cuales las personas tienen mejor
calidad de vida o no pierden la calidad que poseen en el dominio residencial.
La mayoría de modelos que estudian la satisfacción residencial analiza las relaciones que mantienen las personas con el ambiente
residencial y como estas relaciones pueden llevar a las personas a actuar sobre el ambiente o sobre sí mismas para mejorar su
sentimiento de satisfacción residencial Un ejemplo de este planteamiento es el modelo de Amérigo.
El estudio de la dimensión psicológica de la cuestión medioambiental (percepción de problemas, actitudes y conductas) implica el
hecho de asumir la importancia de conocer cómo los individuos evalúan, perciben y justifican el estado del medio ambiente y sus
posibles causas.
Implícitamente se asume que la comprensión de procesos individuales contribuirá al estudio de procesos sociales y
grupales.
Problemas ambientales
La percepción de la problemática ambiental se mueve entre la generalidad y la especificidad:
En el desarrollo de escalas de actitudes ambientales o en preguntas generalistas de estudios sociológicos a menudo se
hace uso de etiquetas genéricas para referirse a la problemática ambiental por ej. la contaminación.
La elección de un problema ambiental concreto como indicador del grado de preocupación ambiental implica un sesgo,
ya que las personas no se encuentran preocupadas por igual ante los distintos problemas.
Los problemas ambientales que aparecen mencionados con mayor frecuencia ante la pregunta ¿cuál es el problema ambiental
que más le preocupa? son de carácter global, con consecuencias a largo plazo y de causas y soluciones complejas: la destrucción
de la capa de ozono, el calentamiento del planeta y la deforestación. Este tipo de problemas, además, se perciben como más
graves.
La tendencia a una mayor preocupación y accesibilidad de tipo global se conoce como hipermetropía ambiental y se ha
relacionado con una falta de responsabilidad individual ante los problemas ambientales globales.
En relación a los problemas mencionados por la población española en función del ámbito en que ocurren se encuentran:
En relación con el entorno próximo (componente cívico): la falta de limpieza, el tráfico y la contaminación acústica.
En el ámbito nacional: incendios, contaminación industrial y contaminación de las aguas.
A nivel mundial (componente ecologista de cuidado del medio ambiente): destrucción de la capa de ozono, la
deforestación y la energía nuclear.
La mención de problemas ambientales de tipo local o global se ha relacionado con el tipo de preocupación ambiental que
manifiestan las personas.
Los problemas de tipo local son mencionados por aquellas personas preocupadas por las consecuencias que el
deterioro del medio ambiente pueda tener en su salud y estilo de vida.
Los problemas de tipo global son mencionados por personas preocupadas por las consecuencias que el deterioro del
medio ambiente pueda tener en los elementos no humanos del planeta.
Cambio climático
Se refiere a cualquier cambio en el clima producido por causas naturales o humanas, sin embargo, la acción humana está
acelerando, no de forma necesariamente lineal, el cambio en el clima a nivel planetario.
Algunos autores argumentan que la probabilidad de que las personas lleven a cabo acciones proambientales es mayor cuando
entran en juego reacciones afectivas y experiencias personales, mientras que el uso de estadísticas que muestran el riesgo que
existe resulta ineficaz.
Durante los últimos años se ha planteado la efectividad de las producciones sobre el cambio climático en el aumento de la
preocupación del público:
En concreto, se ha encontrado que el documental Una verdad incómoda promueve un incremento significativo de la
preocupación por este problema, convirtiéndolo en un problema más próximo porque afecta al individuo, así como la
perdida de la biodiversidad.
Asimismo, las personas estimaban que en los próximos cincuenta años: a) habría mayor probabilidad de fenómenos
extremos a consecuencia del cambio climático, y b) los efectos del cambio climático tendrían mayor repercusión en el
propio individuo, en su país y en la naturaleza no humana.
La afiliación política es otro factor que resulta clave para entender los diferentes discursos de las personas:
Los votantes conservadores muestran mayor escepticismo ante el cambio climático Se cuestiona su existencia, la
causa humana de este y la gravedad de sus consecuencias, siendo el efecto más pronunciado en aquellas personas que
declaran tener poco conocimiento sobre el cambio climático.
En 1997 la administración Clinton puso en marcha una campaña informativa que provocó el cambio de opiniones en
republicanos y demócratas, pero en direcciones opuestas: los republicanos, más conservadores, mostraron menor
preocupación después de la campana; mientras que los demócratas (partido al cual pertenecía el presidente) mostraron
mayor preocupación.
a) Teoría del valor-creencia-norma.- Mantiene los factores propuestos por el modelo normativo e incorpora los constructos
de valor personal y visión ecológica del mundo.
Los valores personales o tipos de preocupación ambiental que pueden mostrar los individuos son tres (esta tipología se origina
en la Teoría de los valores universales):
Valores egoístas: se basa en la valoración del self por encima de cualquier otra persona y de cualquier otro ser vivo
la persona se preocupa por aspectos del medio ambiente que pueden afectarle personalmente.
Valores altruistas: se basan en la valoración de los problemas ambientales en función de la repercusión que tienen
sobre otras personas.
Valores biosféricos: tienen en cuenta a todos los seres vivos a la hora de valorar las repercusiones de los problemas
ambientales.
La visión ecológica del mundo hace referencia a las creencias sobre cómo debe ser la relación de los seres humanos con la
naturaleza. Esta relación puede ser de dos tipos:
De dominación: cuando se antepone el bienestar de los seres humanos frente al de la naturaleza.
De equilibrio con la naturaleza cuando se igualan ambos bienestares.
Las personas, por tanto, mantienen una creencia sobre las relaciones entre el ser humano y la naturaleza en términos bien de
dominación-explotación, bien de equilibrio-interdependencia (Nuevo Paradigma Ecológico).
Una de las escalas más utilizadas para medir estas creencias es la escala NEP (Nuevo Paradigma Ecológico) que se estructura en
torno a cinco temas: limitación del crecimiento; antiantropocentrismo; fragilidad del equilibrio natural; rechazo de la
excepcionalidad humana, y creencia en la crisis ecológica.
Diversos estudios muestran que indicar que la mayoría de las personas ahorran energía (norma descriptiva), resulta más efectivo
que ofrecer información sobre cómo ahorrar energía.
Proporcionar información sobre la norma descriptiva puede desencadenar reacciones diferentes según la conducta previa de las
personas.
Si una persona que habitualmente ahorra energía recibe información que indica que el nivel de consumo medio en la
población es superior al suyo, podría incrementar su consumo para que su conducta sea semejante a la norma.
Alternativamente, las personas con un consumo superior podrían tratar de ahorrar para adecuarse a la norma.
Para evitar este efecto contraproducente de la norma social descriptiva se ha hecho uso de la norma prescriptiva.
La manipulación experimental de la norma prescriptiva se llevo a cabo usando emoticonos: las personas recibían
información sobre su consumo eléctrico, el consumo medio de la población (norma descriptiva) y la valoración de su
consumo mediante emoticonos (norma prescriptiva).
Cuando las personas consumían energía por debajo de la media pero su conducta recibía aprobación social mediante el
emotiocono sonriente no se producía un aumento del consumo.
INTRODUCCIÓN
Pese a la pertinencia de considerar la familia como objeto de estudio psicosocial, hasta los años 70 y 80 gran parte de la
psicología social formal se había desarrollado en los laboratorios, por lo que el estudio de un grupo natural escapaba a los
métodos de investigación tradicionales.
A partir de ese momento, se logra superar la concepción reduccionista de la familia como un mero telón de fondo del desarrollo
individual y se asume una concepción holística de la familia como una totalidad.
La conceptualización de la familia como un sistema, inmerso a su vez en sistemas sociales más amplios, tuvo un profundo
impacto en el estudio de la familia y propició la creación de una división propia en la APA en 1985: Family Psychology, que se
configuró como una de las corrientes principales en psicología.
Los psicólogos con una orientación más básica se centraron en aplicar la cognición social al ámbito de la pareja en
estudios que versaron sobre creencias realistas o irracionales en las relaciones, eficacia para resolver conflictos, y
comunicación y procesos de atribución en la pareja.
Los de orientación mas aplicada se centraron en aspectos del funcionamiento familiar, como el apoyo social en la
familia, las relaciones maritales y el ajuste psicológico, las relaciones entre roles familiares y laborales, el divorcio, el
ciclo vital, el conflicto y el estrés familiar.
El tema estrella en el estudio psicosociológico de la familia han sido los procesos de socialización familiar y el impacto
de los estilos parentales en el ajuste psicosocial de los hijos.
La familia es un grupo social primario valorado en distintas encuestas europeas como una de las áreas más importantes de la
vida de las personas que se erige como uno de los principales contextos sociales del desarrollo humano y, en consecuencia, como
uno de los principales predictores del ajuste psicosocial de la persona.
En la actualidad, los marcos conceptuales para el estudio y reflexión sobre la familia configuran un panorama teórico
caracterizado por la pluralidad. Para examinar las diferentes alternativas teóricas se sigue la clasificación de Gracia y Musitu, en
la cual se proponen categorías organizativas en función de los asuntos familiares que tratan (estructura, función, sistema o
interacción) y del criterio epistemológico (más o menos cercanas al positivismo y al reduccionismo o al pospositivismo y al
holismo).
Los últimos acercamientos (pospositivistas) surgen como reacción a un positivismo basado en la operacionalización de variables y
la objetividad del investigador, que se considera insuficiente para comprender la complejidad de la vida familiar y que necesita
otras perspectivas:
Hermenéutico-interpretativa: representada fundamentalmente por el análisis etnometodológico, pretende lograr una
comprensión intersubjetiva del objeto de estudio y acuerdos mutuos sobre los significados de lo familiar.
Críticoemancipadora: representada fundamentalmente por los enfoques feministas, pretende utilizar el conocimiento
para transformar estructuras de género opresivas y lograr mayor justicia y libertad para las familias y sus integrantes.
a) Interaccionismo simbólico
El artículo de Burgess “La familia como una unidad de personalidades en interacción” fue la primera aplicación formal del
interaccionismo al estudio de la familia.
Los interaccionistas simbólicos se interesaron, sobre todo, por conceptos como la identidad y los roles familiares.
La interacción cotidiana entre los miembros de la pareja y entre padres e hijos constituye la vida familiar.
Gracias a esta interacción, los integrantes de la familia desarrollan una concepción de sí mismos y de identidad familiar,
y un sentido de responsabilidad hacia los otros significativos que se expresa en los roles familiares.
Si la socialización es efectiva, la adopción y el desempeño de los roles se convierte en un componente importante del
self Los adultos se adscriben nuevas definiciones sociales como padre o madre y los hijos desarrollan definiciones de
sí mismos como un reflejo de la medida en que están satisfaciendo las expectativas parentales.
Las familias crean su vida familiar buscando y negociando un consenso satisfactorio acerca de sus situaciones lo
importante no es si la definición de su situación familiar es válida o moralmente apropiada en un contexto determinado,
sino que esta sea compartida por los miembros del grupo.
Desde esta perspectiva comenzaron a incluirse en el estudio de la familia cuestiones como los conflictos entre padres e hijos,
entre los miembros de la pareja o entre hermanos, la agresión en las relaciones familiares, etc.
De todos los grupos sociales que se pueden estudiar, la familia es un laboratorio único en que existen conflictos intensos
y pueden convivir el amor y el apoyo con el odio y la violencia, lo que para algunos revela la naturaleza paradójica de la
familia (Klein y White).
En el área de la satisfacción marital y el divorcio, Lewis y Spanier propusieron los siguientes elementos de análisis:
• Recompensas internas a la relación diádica: atracción y fortaleza del vónculo.
• Costes en la relación: tensiones y conflictos.
• Costes externos: presiones sociales para permanecer casados o barreras legales a la disolución.
• Recompensas externas: existencia de una alternativa de recompensa.
Dependiendo del equilibrio entre costes y recompensas, internos y externos, se podía predecir la satisfacción y probabilidad de
disolución de la pareja.
Otros autores aplicaron este esquema a relaciones percibidas como claramente desventajosas o peligrosas desde el
exterior, como es la violencia marital, donde es posible que condicionantes externos (pe. elevadas presiones sociales)
mantengan la relación.
Habitualmente las diversas secuencias siguen el criterio del hijo mayor Carter y McGoldrick señalan las siguientes etapas:
formación de la pareja, familias con hijos pequeños, familias con hijos en edad escolar, familias con hijos adolescentes, salida de
los hijos del hogar o nido vacío y jubilación.
El paso o transición de un estadio a otro ocurre cuando se producen cambios en la composición y estructura familiar:
estos cambios provocan crisis familiares que requieren la resolución de una serie de tareas específicas u objetivos que
deben alcanzarse para pasar con éxito al siguiente estadio.
A grandes rasgos, este sería el ciclo normal de la vida familiar, si bien en la actualidad es necesario adaptar el modelo para dar
cabida a la variedad de formas familiares de las sociedades contemporáneas cada vez son menos las familias que transitan de
manera ordenada y lineal por las distintas fases.
Desde esta perspectiva, una familia puede considerarse como un sistema porque:
a) Los integrantes se consideran partes mutuamente interdependientes.
b) Para adaptarse a los cambios, externos e internos, incorpora información de su medio, toma decisiones, trata de
responder, obtener feedback de su éxito y modificar su conducta si es necesario.
c) Tiene límites permeables que la distinguen de otros grupos sociales.
d) Debe cumplir ciertas funciones para sobrevivir, como el mantenimiento físico y económico y la reproducción,
socialización, y cuidado emocional de sus miembros.
En síntesis, la familia queda definida como un sistema social abierto, dinámico, dirigido a metas y autorregulado.
Destaca la investigación de Urie Bronfenbrenner, con una visión similar a la teoría de los sistemas familiares, pero con un
marcado énfasis en la interacción con el entorno externo. El autor trató de unir el desarrollo ontogenético del individuo con la
interacción con el ambiente:
La familia no existe como unidad independiente de otras organizaciones sociales, al contrario, la relación del sistema
familiar con el entorno es de influencia recíproca, en un proceso continuo de adaptación mutua.
El desarrollo individual debe entenderse en el contexto de este ecosistema, donde la persona crece y se adapta
mediante intercambios con su ecosistema inmediato (la familia) y ambientes más distantes, como la comunidad.
Las palabras, términos, vocablos y expresiones del lenguaje son, por tanto, elementos de significado variable puesto que la
definición dependerá del contexto social, la época histórica y la cultura que analicemos.
Durante siglos, la familia estuvo marcada por un profundo patriarcado y se consideraba que el objetivo fundamental del
matrimonio era asegurar la continuidad de las líneas familiares (hijos) al margen de si había vínculos afectivos de amor o no en
la pareja la gran revolución de los sentimientos no aconteció hasta mediados del siglo XX cuando se unieron los conceptos de
amor romántico, sexualidad, matrimonio y familia.
A finales del siglo XX ocurren otra serie de transformaciones en las sociedades más industrializadas que han originado
importantes cambios en las relaciones familiares y de pareja, como por ejemplo la legalización del divorcio, y las familias
comienzan a caracterizarse por su diversidad.
En la actualidad, existen nuevas y múltiples formas de convivencia integradas en el concepto de unión amorosa y familia, y que
pueden implicar (o no) la firma de documentos formales, como las parejas de hecho, lo que dificulta la definición del término
familia y deja obsoletas las definiciones aportadas a mediados del s.XX., como por ejemplo la propuesta de Levi-Strauss, quien
atribuía a la familia tres características generales: tiene origen en el matrimonio; está compuesta por el marido, la esposa y los
hijos nacidos en el matrimonio; y sus miembros están unidos por obligaciones de tipo económico, religioso u otros.
Más recientemente, Giddens considera la familia como un grupo de personas directamente ligadas por nexos de parentesco,
cuyos miembros adultos asumen la responsabilidad del cuidado y educación de los hijos, y Fernández de Haro señala que se trata
de una unión pactada entre personas adultas con una infraestructura económica y educativa que facilita el desarrollo social de
los hijos y que, generalmente, conviven en el mismo hogar.
Aunque estas definiciones pueden integrar mayor numero de formas familiares, siguen sin reflejar exhaustivamente la
dinámica familiar actual.
La estructura familiar básica a la cual hacen referencia estas definiciones es la denominada familia nuclear, que a día de
hoy predomina en el mundo occidental pero que convive con múltiples formulas de unión conyugal.
Respecto a las definiciones que destacan las funciones desempeñadas por la familia, que dotan de menor relevancia a su
estructura o composición, se encuentran propuestas como las siguientes:
La familia es un sistema de relaciones fundamentalmente afectivas, en el cual el ser humano permanece largo tiempo, y
no un tiempo cualquiera de su vida, sino el constituido por fases evolutivas cruciales, como la infancia y la adolescencia.
En la misma línea otros autores sugieren que la familia es un ámbito relacional con rasgos característicos que la
diferencian de todas las demás esferas de relación interpersonal.
A grandes rasgos, la cualidad esencial de la vida familiar es un acuerdo o compromiso emocional en el que la armonía
en las relaciones se valora más que los bienes y servicios intercambiados, y el sentido de responsabilidad interpersonal y
obligación hacia los otros que es más fuerte y fundamental que las obligaciones prescritas por los sistemas legales.
Atendiendo a los miembros que componen la unión familiar, la distinción más conocida de tipos de familia hace referencia a la
familia extensa y la nuclear.
La familia extensa sigue una línea de descendencia e incluye como miembros de la unidad familiar a personas de varias
generaciones, y se estructura, principalmente, a partir de la herencia o legado.
La familia nuclear es un grupo social más reducido, compuesto por el esposo, la esposa (es decir, la pareja unida por
lazos legales matrimoniales) y los hijos no adultos (o que todavía no han formado sus propias uniones familiares).
Cuando los hijos alcanzan una edad determinada y forman familias propias, el núcleo familiar se vuelve a reducir a la
pareja conyugal que la formó originalmente.
La preeminencia de la familia nuclear ha sido una constante y con carácter general se puede afirmar que ha existido tanto en las
sociedades tradicionales como en las industriales occidentales en la actualidad es el tipo de familia más habitual en Europa y
América, si bien es cierto que la proporción de hogares que representan este modelo ha disminuido considerablemente en las
últimas décadas para dar paso a una mayor diversidad de formas familiares.
Las diferencias demográficas, económicas y culturales entre países implican la existencia de grandes diferencias respecto al
modo de entender y formar una familia en cada contexto particular.
Hay culturas donde priman las familias extensas; en otras la influencia de determinadas creencias se representa en el
elevado número de matrimonios de carácter religioso mientras que otras abogan por el matrimonio civil, etc.
En relación a los determinantes demográficos y económicos se ha observado en los últimos años un descenso de los índices de
natalidad y un aumento de la esperanza de vida, aunque quizás el cambio más destacable sea la transformación en la disolución
de las familias a partir de los años 70 las tasas de separaciones y divorcio aumentaron considerablemente en numerosos
países como consecuencia de profundos cambios en las legislaciones e incrementado a su vez el número de familias
reconstituidas y monoparentales.
En síntesis, el análisis más superficial revela una gran diversidad de formas de familia que tienen poco o nada que ver con la
forma nuclear. En consecuencia, algunos consideran que sería más adecuado hablar de familias que de la familia para superar la
primacía moral o ideológica de un modelo concreto de familia.
Todas las familias cumplen funciones fundamentales para el desarrollo psicosocial de las personas, lo que apunta de
nuevo a considerar si un grupo es una familia según sus funciones y no según su forma.
Musitu y Cava sugieren que en la sociedad actual se espera que la familia, al menos la unión denominada nuclear, cumpla
funciones de compañia, actividad sexual, apoyo mutuo y educación y cuidado de los hijos, siendo la única institución que cumple
simultáneamente varias funciones clave para la vida de la persona y la vida en sociedad.
La familia es, por tanto, una institución que economiza muchos medios y recursos, y que ordena y regula:
La conducta sexual, mediante normas y reglas de comportamiento como la prohibición del incesto y sanción del adulterio.
La reproducción de la especie con eficacia y funcionalidad.
Los comportamientos económicos básicos y más elementales, desde la alimentación hasta la producción y el consumo.
La educación de los hijos, sobre todo, en las edades más tempranas y difíciles.
Los afectos y los sentimientos, con su expresión íntima y auténtica.
La familia desempeña funciones de gran relevancia a lo largo de todos los períodos evolutivos:
Tras el nacimiento las primeras relaciones interpersonales se producen con los padres numerosos estudios relacionan
el vínculo emocional o apego seguro con los cuidadores principales con el posterior ajuste psicosocial de la persona.
Aunque los compañeros de juego van adquiriendo cada vez más importancia, los padres siguen siendo las personas más
influyentes en el desarrollo y estabilidad emocional del niño los estilos de crianza parental tienen un marcado efecto
en el ajuste de los más pequeños durante los primeros años.
Conforme avanza el periodo de la niñez, amigos, vecinos y profesores comienzan a formar parte importante de la red
social de la persona, pero los padres continúan siendo los principales proveedores de afecto, atención y cuidados.
Además, como modelos de comportamiento, los padres van a influir marcadamente en las relaciones sociales que el
niño establezca fuera del contexto familiar y van a delimitar el tipo de relaciones que sus hijos tienen con otros iguales y
adultos desde el momento en que eligen el centro educativo o facilitan/dificultan el establecimiento de contactos
sociales.
En la adolescencia, las relaciones de amistad con los iguales y los encuentros con las primeras parejas provocan, en
algunos casos, el mayor distanciamiento entre padres e hijos. Los conflictos que se generan en esta etapa pueden ser
una oportunidad idónea para plantearse la reestructuración de las normas familiares No solo el adolescente debe
adaptarse a los cambios de esta etapa, sino que también la familia debe adaptarse a la nueva situación y continuar
siendo el referente principal de apoyo y afecto para el joven.
Una vez que los hijos son mayores, puede ser necesario desarrollar una función asistencial con los padres ancianos en
caso de que estos necesiten ayuda específica, no obstante, el aumento de la esperanza de vida en las últimas décadas
conlleva que cada vez más mayores alcancen edades avanzadas sin mostrar deterioro grave En la actualidad, de
hecho, existe una nueva función familiar relacionada con la mayor funcionalidad de nuestros mayores: el cuidado de las
generaciones más jóvenes, es decir, de los nietos.
La mayoría de investigaciones acerca de los estilos parentales destacan dos dimensiones o factores básicos que explican gran
parte de la variabilidad de la conducta disciplinaria y, aunque cada autor utiliza distintos términos, la similitud de las dimensiones
propuestas es notable:
Apoyo parental: afecto, implicación y aceptación del hijo frente a hostilidad y rechazo. De acuerdo con Musitu y Cava
esta dimensión hace referencia a aquellas conductas de los padres cuyo objeto es que los hijos se sientan aceptados y
comprendidos pe. las alabanzas, elogios y expresiones físicas de cariño y ternura.
Control parental: permisividad e indulgencia frente a coerción e imposición. Se refiere a la actitud que asumen los
padres hacia los hijos con la intención de dirigir su comportamiento y se expresa en orientaciones, como dar consejos
o sugerencias, y en actitudes y conductas más coactivas, como amenazar con castigos, castigar directamente u obligar a
cumplir determinadas normas.
En función de estos dos factores, se han descrito distintas tipologías de estilos parentales para, a partir de ellas, analizar las
consecuencias en el ajuste psicosocial en los hijos.
Estilos parentales
Erikson (uno de los primeros acercamientos al estudio de los estilos parentales) destacó dos dimensiones en el análisis de los
tipos de estilo. De acuerdo con el autor, estas dimensiones eran relativamente independientes, puesto que un padre puede ser
muy cálido y, a la vez, restrictivo:
Proximidad/distancia: que se refiere a la cantidad de afecto y aprobación que los padres dispensan a sus hijos.
Permisividad/restricción: que hace referencia al grado en que los padres limitan las conductas y expresiones de sus
hijos.
Otro de los trabajos clásicos es el de Diana Baumrind en la década de los 70 y que continuó hasta los 90. Esta autora realizó
estudios en hogares donde observaba la conducta de los hijos y realizaba entrevistas a los padres; además, tomaba medidas
complementarias de ajuste de los hijos.
Para Baumrind, el elemento clave del rol parental es el grado de control ejercido sobre los hijos, de manera que baso
su clasificación sobre la base de esta dimensión.
En los 80 destaca la aportación de Maccoby y Martin, quienes presentaron una categorización en función de tres dimensiones:
Responsividad: grado en que los padres responden a las demandas de sus hijos.
Exigencia: grado en que los padres hacen demandas y exigencias a sus hijos.
La combinación de estas dos dimensiones origina los tres estilos parentales identificados por Baumrind, más un cuarto
etiquetado como negligente o indiferente.
Todas las familias comparten rasgos más afines o característicos de alguno de los estilos parentales, aunque también se pueden
producir desplazamientos de un estilo a otro en una misma familia o, incluso, en una misma persona en función de las
circunstancias, las necesidades o el momento evolutivo del hijo.
A pesar de las distintas denominaciones de los estilos parentales, las dimensiones y tipologías existentes tienen mucho en común
unas con otras, por lo que se puede pensar que las dimensiones disciplinarias podrían tener una considerable generalidad
transcultural.
En líneas generales, la investigación ha mostrado que el estilo autorizativo se encuentra más relacionado que el resto de estilos
con el ajuste psicológico y comportamental de los hijos, la competencia y madurez psicosocial, la elevada autoestima, el éxito
académico, la capacidad empática, el altruismo y el bienestar emocional Estudios más recientes también concluyen que los
hijos de padres autorizativos tienden a ser los más seguros, autocontrolados, asertivos, curiosos y felices.
Respecto a los hijos que proceden de hogares autoritarios, se ha comprobado que tienden a presentar problemas de autoestima
y de interiorización de las normas sociales.
En general se caracterizan por la baja competencia social, la utilización de estrategias poco adecuadas para hacer
frente a los conflictos interpersonales, los malos resultados académicos y los problemas de integración escolar.
Parece que son niños descontentos, distantes y desconfiados.
Los estudios indican que la disciplina excesivamente rígida es uno de los factores de riesgo relacionado más
estrechamente con el desarrollo de posteriores problemas de conducta el uso excesivo del castigo físico aumenta la
probabilidad de que el adolescente se implique en comportamientos de carácter delictivo.
Los hijos de padres con un estilo negligente se muestran, por lo general, menos competentes socialmente y presentan más
problemas de comportamiento y agresividad.
Los estudios han constatado que las experiencias infantiles de negligencia y maltrato se han asociado con un
comportamiento antisocial y/o delincuente en la adolescencia.
Otras consecuencias son los problemas de ansiedad y depresión, la baja autoestima y la falta de empatía.
A modo de resumen, parece que los estilos parentales orientados hacia el apoyo e implicación (dimensión afectiva) tienen
consecuencias más positivas en el ajuste general de los hijos.
Respecto a la dimensión de control, su efecto presenta notables diferencias culturales, ya que determinadas conductas que en
algunas culturas son interpretadas como intromisión o exceso de coerción, en otras se perciben como un componente más de la
preocupación y responsabilidad de los padres: pej. En las personas de origen asiático la obediencia y la severidad en las pautas
educativas están directamente asociadas con el interés de los padres por los hijos, sin embargo en el contexto español el control
firme y la disciplina férrea, aunque se simultanee con el razonamiento y el afecto, tienen implicaciones más negativas.
Además de las diferencias culturales, el grado de control e imposición dependerá de otros factores, como la edad y madurez del
hijo, que determinarán la interpretación que este haga de las técnicas elegidas por sus padres y, fundamentalmente, de la
presencia/ausencia de afecto:
Si los padres muestran afecto y aceptación hacia sus hijos, el uso de métodos restrictivos en un momento dado no
implicará un impacto negativo en la calidad de la relación familiar.
Por el contrario, el uso de técnicas coercitivas junto con la carencia de implicación y aceptación, puede tener serias
consecuencias negativas en el bienestar de los hijos.
También la frecuencia de conflictos familiares puede estar en el origen de algunos problemas de ajuste en los hijos,
especialmente si los padres se agreden verbal o físicamente; no obstante, el conflicto quizá no resulte destructivo si, por
ejemplo, los padres discrepan y luego se reconcilian mediante el diálogo y la negociación, un patrón que puede enseñar a los
hijos como solucionar de manera positiva desencuentros con sus iguales De hecho, la negociación y la complementariedad de
tareas es una característica definitoria de la familia y sugiere una concepción dinámica de la vida familiar como proceso.
Los factores que caracterizan a las familias donde priman la armonía y la estabilidad pueden verse afectados por ciertas
transiciones y cambios, tanto normativas (esperadas) como no normativas (inesperadas) diversos trabajos muestran que las
familias en que se acumulan cambios esperados e inesperados los niños son más propensos a mostrar fracaso escolar, consumo
de drogas y problemas de conducta delictiva.
PERSPECTIVA HISTÓRICA
La moderna psicología jurídica surge fundamentalmente en Estados Unidos, donde los psicólogos norteamericanos prestaron
testimonio experto y otras formas de asistencia tanto en los formatos jurídicos como para servir a los propósitos de los
abogados: a este modo de proceder se le denomina psicología judicial.
Hugo Munsterberg (discípulo de Wundt) a quien se reconoce como el padre de la psicología aplicada, fundó en 1891 un
laboratorio de psicología aplicada en Harvard propuso como campos aplicados la educación, la empresa, la sanidad, la clínica,
y la ley. El tema central de su obra era la memoria de testigos, y su libro, que suele citarse como el inicio de la moderna
psicología jurídica, fue un número uno en ventas entre el público general, en cambio su influencia entre los operadores jurídicos
no solo fue escasa, sino negativa, hecho al que contribuyó un devastador artículo crítico del profesor y juez John Wigmore en el
cual ridiculizó, por vagas, difusas y carentes de aval científico, las teorías, técnicas y recomendaciones que se derivaban de la
psicología jurídica para la práctica forense. Sin embargo, advirtió del potencial de la psicología jurídica siempre y cuando esta
apoyara empíricamente sus conocimientos, que no era el caso en aquel momento.
Kuna tildó a Munsterberg de oportunista y denominó esta etapa como la psicología amarilla.
En España, hubo que esperar hasta 1932 para que se publicara el primer libro de psicología jurídica, el Manual de psicología
jurídica de Emilio Mira i Lopez los contenidos ya no eran especulativos, sino puramente científicos.
En 1896 aparece la primera referencia documentada de un testimonio experto de un psicólogo (Albert von Schrenck-Notzing).
Su testimonio consistió en llamar la atención sobre los efectos que la publicidad previa al juicio tenía en las declaraciones de los
testigos mediante lo que denomino falseación retroactiva de la memoria: readaptación de la memoria a las presiones mediante
sugestión.
Este fenómeno anticipó lo que posteriormente se estudió como información post-suceso y transposición de personas.
Sin embargo, con anterioridad, en 1886, Luis Simarro (primer catedrático de psicología en el mundo) ya había prestado
testimonio sobre las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, en concreto, a una evaluación de paranoia
primaria persecutoria de Cayetano Galeote, el asesino del primer obispo de la archidiócesis de Madrid.
Aunque en primera instancia se condenó a Galeote a muerte, el Tribunal sustituyó la pena por la reclusión en un
hospital psiquiátrico.
A este autor se debe también el primer contrainforme documentado: se trataba de una evaluación neuropsicológica, de
las funciones vitales, y de la alienación mental (enfermedades mentales caracterizadas por la ausencia del uso de la
razón) que era la lipemanía, la monomanía, la manía, la demencia, y el idiotismo.
La primera guerra mundial encaminó la psicología hacia temas relacionados con intereses militares, lo que se tradujo en
desatención a otras áreas, como la jurídica.
Entre las décadas de 1920 y 1940, ante el período de silencio de los psicólogos, los juristas reflexionaron sobre las posibilidades
que ofrecía la psicología, especialmente el psicoanálisis, a la hora de interpretar la ley positiva, lo que se conoce como
psicologismo jurídico.
En España asumieron este papel los juristas Cesar Camargo (“El psicoanálisis en la doctrina y en la práctica judicial”, y
Jiménez de Asua (“El valor de la psicología profunda”) estas publicaciones son consideradas como los antecedentes
de la psicología jurídica en España.
2. El Tribunal Supremo de Estados Unidos, en el caso Jenkins vs U.S., estableció la capacitación del psicólogo para actuar
como perito en la evaluación de las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal (anteriormente estos
informes recaían en médicos y psiquiatras).
Debido a este nuevo estatus en la sala de justicia, Bartol y Bartol se refieren a este ciclo de la posguerra como la era de
confianza. Adicionalmente, los autores añaden que en este período se produce una fuerte irrupción de la psicología criminal de
mano de diversos autores.
La década de los 70 se caracteriza por el logro de la mayoría de edad de la psicología forense y por la pujanza de la psicología en
el derecho procesal.
De especial influencia fue la investigación de Kalven y Zeisel sobre el funcionamiento del jurado en Estados Unidos, así
como la comparación de las decisiones de jueces y jurados.
A este trabajo se añadieron otros sobre el orden de presentación de las pruebas o el impacto de las decisiones múltiples
Por lo que se refiere a España, desde la guerra civil hasta la década de 1980, la psicología jurídica simplemente no existió: el
origen de esta desaparición fue la alineación de Emilio Mira i López con la República y su exilio posterior.
Durante los años 80 y 90 se dio paso al reconocimiento oficial, la internacionalización y la normalización en todos los niveles de la
psicología jurídica en lo que podríamos llamar la edad de oro.
El BGH, en 1999, asentó la superioridad del informe psicológico sobre el psiquiátrico en la evaluación de la credibilidad
del testimonio de menores víctimas de abuso sexual y amplio el campo de actuación al testimonio de adultos.
En el siglo XXI la psicología jurídica ha ido asumiendo nuevos retos que la justicia no tenía resueltos y ha perfeccionado los ya
existentes (predicción del riesgo en cada contexto, disimulación y tratamiento de penados en libertad). Se asiste, pues, a la etapa
de los nuevos retos.
España recuperó en la década de los 80 el interés por la psicología jurídica, representado por el manual “Introducción a la
psicología jurídica” de Muñoz-Sabate, Bayes y Munne.
En 1996, diversos autores constataron que la psicología jurídica española era de las más grandes y productivas de
Europa.
DEFINICIÓN
La psicología jurídica (también denominada psicología legal, psicología judicial, psicología y ley o psicología forense) se define
como la aplicación de la psicología a la intersección entre esta y la ley.
La psicología jurídica está conformada por tantas psicologías jurídicas como campos de interacción se encuentren
entre la psicología y la ley: psicología jurídica del menor, psicología jurídica de la familia, psicología forense, psicología
judicial, psicología policial y de las fuerzas armadas, psicología penitenciaria, psicología preventiva del delito y
victimología o mediación.
Las demandas de cada momento histórico y el acopio de conocimientos y técnicas de intervención conforman
psicologías jurídicas la aprobación de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia originó una
psicología jurídica y de violencia de género.
Las aplicaciones forenses y el comportamiento antisocial y delictivo conforman las más fructíferas y reconocidas.
PSICOLOGÍA FORENSE
En la actualidad, la psicología forense se considera una ciencia auxiliar del derecho:
A los ojos de los jueces, el 90% de los informes periciales psicológicos son una prueba fundada.
Ante casos de violencia psicológica, se aporta una prueba psicológica de daño o, de lo contrario, el acusado es absuelto.
De presentarse una prueba psicológica de daño, la tasa de condena supera el 80%, frente al 70% que se alcanza cuando
se presenta la pericial médico-forense de daño físico.
Cuando las periciales psicológicas concluyen que un testimonio es inválido, este es sistemáticamente desestimado por
jueces y tribunales.
Para que la psicología forense alcanzara este nivel de reconocimiento, fue preciso que asumiera como propios los métodos y
técnicas que garantizan la validez científica de sus aportaciones solo a partir de este momento los profesionales del derecho
dejaron de considerar que los dictámenes psicológicos carecían de validez científica.
Mención, en el ámbito del derecho, de los requisitos científicos para las pruebas periciales (1993)
La Corte Suprema de Estados Unidos en el caso Daubert vs Merrell Dow Pharmaceuticals, Inc. estableció los criterios necesarios
para dotar a la prueba de validez científica:
La teoría o técnica subyacente debe ser falsable, refutable y sometible a prueba.
La técnica o teoría debe haber sido probada y estar publicada y sujeta a sistema de evaluación por pares.
La técnica ha de establecer su propia tasa de error.
La teoría o técnica ha de gozar del respaldo de la comunidad científica.
En el ámbito de la evaluación forense, antes de diagnosticar los efectos del estado de la salud mental, ha de llevarse a cabo un
diagnóstico diferencial de la simulación (producción intencionada de síntomas para obtener un fin):
A pesar de que la APA solo hace referencia a la simulación, en la evaluación forense se han hallado otras dos formas más
de manipulación de la evaluación que es preciso tener en cuenta:
• La disimulación: ocultación de síntomas o asunción de unas características positivas de las cuales no se dispone.
• La sobresimulación: exageración del daño.
La sospecha de una u otra estrategia está mediada por los potenciales intereses en la causa de la persona que debe evaluarse:
En las causas penales en que se evalúa al acusado, la hipótesis que se formula es, en general, la existencia de simulación
de un trastorno con implicaciones incapacitantes a fin de evitar una condena o reducir la duración de esta.
En los casos de disputa por la guarda y custodia de los hijos, se ha de poner a prueba la hipótesis de la disimulación, es
decir, de los intentos de ocultar síntomas clínicos significativos que pudieran mermar la probabilidad de concesión de la
guarda y custodia.
En casos de compensaciones económicas, como la evaluación del daño moral, la hipótesis que se debe poner a prueba
es doble: la existencia de simulación de daño o la sobresimulación en el último caso, motivada por los intereses del
evaluado: a mayor daño, mayor compensación económica por este.
Para estos cometidos se requiere una aproximación de medida multimétodo: las más efectivas son las que combinan entrevista
y un instrumento de medida de rasgos psicopatológicos que con frecuencia es el Inventario Multifásico de Personalidad de
Minnesota (MMPI). No obstante, estas herramientas por si solas no cumplen con las demandas de la evaluación forense:
Las evaluaciones psicométricas basadas en el MMPI no se consideran prueba suficiente ya que facilitan la manipulación
de las respuestas, no detectan a todos los manipuladores y por sí mismas no diagnostican, tan solo proporcionan
impresiones diagnosticas.
La entrevista clínica estándar no se reconoce como válida porque facilita el engaño y, al no disponer de medios de
control, no logra detectarlo.
Estos motivos hicieron necesario el desarrollo de una entrevista apropiada para la práctica forense.
El objetivo de esta entrevista es obtener la información necesaria y suficiente para llevar a cabo la evaluación de la salud y de las
capacidades de los entrevistados y, simultáneamente, de la credibilidad de sus testimonios.
Consiste en pedir a los individuos que relaten todo aquello que ha cambiado en su vida (síntomas, conductas y
pensamientos) respecto a cómo era antes de haber sido objeto de la acción que hay que enjuiciar.
En casos de agresiones continuadas se indaga sobre lo que ha mejorado tras dejar de padecerlas o, en casuísticas de
responsabilidad criminal, se pide el relato de los cambios, contextualizado en el momento de cometer el crimen.
Si no informan por propia iniciativa sobre los efectos en sus relaciones el entrevistador procede a evaluar estos aspectos
con instrumentos de medida alternativos (pej. con el eje V del DSM-IV).
Adicionalmente, este formato de entrevista cuenta con un control del engaño mediante el análisis de las estrategias de
simulación: falta de cooperación con la evaluación; síntomas sutiles; síntomas improbables; síntomas obvios; síntomas
raros; combinación de síntomas; gravedad de los síntomas; incoherencia de los síntomas, y agrupación indiscriminada
de síntomas.
El rol de entrevistador ha de estar guiado por el principio de escucha activa de modo que no contamine los contenidos de la
entrevista La entrevista se graba para su posterior análisis.
En todo caso, la entrevista clínica forense tampoco se mostró totalmente válida para la práctica forense ya que,
aproximadamente, hasta el 5% de los casos falsos podrían ser identificados como verdaderos Por ello es ineludible contrastar
una aproximación multimétodo (MMPI y entrevista clínica forense) y, adicionalmente, por tratarse de una evaluación forense, es
necesario disponer de un criterio de decisión contrastado que garantice la objetividad del juicio forense: Para concretar ese
criterio de decisión forense se hizo necesario crear y validar protocolos de evaluación forense.
La investigación psicológica sobre la exactitud de los testimonios y, más específicamente, sobre la detección del engaño pueden
sintetizarse en el análisis de los siguientes indicios de engaño:
Correlatos del comunicador: hacen referencia a variables psicosociales relacionadas con el valor del testimonio (pej.
deficiencia, infancia y correlatos de personalidad).
Comportamiento no verbal.
Indicios fisiológicos
Indicios cognitivos: análisis de contenido de las cogniciones.
En relación a los correlatos del comunicador, se formularon algunas predicciones, como el hecho de que los niños son testigos
poco fiables porque son fácilmente sugestionables y su testimonio está contaminado por la fantasía e imaginación, o que
aquellos con un trastorno antisocial o disocial presentan como características distintivas el engaño y la manipulación.
Esta línea de trabajo no se vio sustentada científica y legalmente, pues muchos testigos deshonestos no comparten
ninguna de estas características, mientras que testigos con las mismas características también pueden ser honestos. En
otras palabras, estos indicadores se basan en la coocurrencia cuando en justicia se requiere de la demostración de
causalidad en el caso en cuestión.
a) Comportamiento no verbal
Los indicios más informativos del comportamiento no verbal se dividen en:
Paraverbales: duración del mensaje, tasa del habla, interrupciones del habla, errores del habla, duración de las pausas,
tono de voz, repeticiones de palabras o frases, latencia de respuesta.
No verbales o extralingüísticos: evitación de la mirada, parpadeo, contacto visual, movimientos de cabeza (inhibición),
asentimiento/disentimiento, sonrisas, automanipulaciones, manipulaciones de manos, movimientos ilustradores,
cambios de postura, movimientos de manos y pies.
En un metaanálisis sobre los indicadores paraverbales asociados con el engaño, Sporer y Schwandt solo observaron que, en
general, el tono y la latencia de respuesta estaban relacionados con la mentira, ambos con una relación positiva.
En otro metaanálisis sobre los indicadores no verbales, los mismos autores hallaron que globalmente sólo el asentimiento/
disentimiento, los movimientos de pies y piernas y los movimientos de manos se relacionaban con la mentira, todos ellos
negativamente.
Ahora bien, ningún modelo explicativo da cuenta de estos resultados, no componen un sistema formal de relaciones, y
no se puede extraer de ellos un criterio de decisión forense Además, en ambos metaanálisis se encontró que la
dirección de la relación estaba condicionada por variables moderadoras.
b) Indicios fisiológicos
Se consideran diversos indicadores fisiológicos registrados mediante el polígrafo; la actividad cortical, en concreto, el registro de
Potenciales evocados Relativos a Eventos (PRE); medidas de tiempo de reacción; y el análisis de la imagen obtenida mediante
Resonancia Magnética Funcional (RMf).
El polígrafo es el instrumento más conocido y utilizado para obtener indicadores fisiológicos del engaño: se asienta, al igual que
las teorías del arousal, en los indicadores no verbales y en la actividad automática.
Registra varias respuestas fisiológicas, como tasa cardíaca, respuesta psicogalvánica, dilatación de la pupila o presión
sanguínea Se presupone que el engaño se relaciona con un incremento en dicha actividad.
Los estudios de campo sobre la correcta clasificación de la inocencia con este instrumento oscilan entre el 53% y el 75% ,
de la culpabilidad, entre el 83% y el 89%, y de falsos positivos (reconocer a un inocente como culpable, lo que no es
admisible judicialmente) entre el 12% y el 47%; sin embargo, no existe ningún patrón de respuesta fisiológica asociado
exclusivamente con la mentira, sino que también puede tener su origen en otras causas.
Esta medida no está estandarizada y, aunque existe abundante evidencia de su uso como prueba forense, no es prueba
admisible en nuestro ordenamiento jurídico ni constitucional.
En relación al registro de la actividad cortical a través de los potenciales evocados relativos a los eventos, los resultados
mostraron que la onda P3 era sensible al engaño, pero al igual que ocurría con las variables registradas con el polígrafo, también
puede serlo a otras causas.
El tiempo de reacción se sustenta en que la mentira, al ser elaborada, requiere un tiempo para su preparación, frente a la
verdad que es automática.
Existe abundante bibliografía científica que contradice este principio, el cual resulta dudoso ya que se asume que la
mentira no está ya planificada por el individuo y que la recuperación de la información real de la memoria es
instantánea, de modo que no habría distractores ni errores la evaluación de este procedimiento ha producido
resultados muy dispares.
En cuanto al análisis de la imagen por RMf (nueva línea de estudio) los resultados no son concluyentes.
Dada la modularidad y plasticidad de la mente, es poco probable que la actividad cerebral indicativa de que se está
construyendo una mentira se localice únicamente en un punto De facto se ha encontrado que la mentira se
relaciona con actividad en zonas tan dispares como el lóbulo frontal, el cerebelo o el lóbulo parietal.
A pesar de las limitaciones que pueda presentar el CBCA, una revisión de Vrij mostró que el 92% de los estudios informaba
sistemáticamente que las declaraciones de sucesos verdaderos contienen mas criterios de realidad que las inventadas.
En suma, la fiabilidad del sistema es mayor en contextos reales que en el laboratorio y el apoyo a la hipótesis de que los
criterios de realidad son propios de declaraciones verdaderas parece fuera de toda duda.
Con todo, restan tres problemas importantes que deben resolverse antes de generalizar los resultados en la práctica forense:
La definición de un criterio de decisión.
La reformulación del sistema de modo que sea totalmente metódico.
Definir un procedimiento que someta a prueba la fiabilidad de la medida en diseños de n = 1.
Este instrumento tiene como punto de partida el estudio del sumario completo (declaraciones anteriores policiales o judiciales
del denunciante, de otros testigos y del denunciado). Tras estas consideraciones, el proceso se compone de tres pasos:
1. Obtener una declaración fiable y válida mediante una entrevista de investigación, de la cual se ofrecen una serie de
directrices generales que se deben considerar y el seguimiento de unas fases concretas (informe en formato de
recuerdo libre seguido de un interrogatorio con preguntas que van de más abiertas a mas cerradas y especificas).
2. Realizar un análisis del contenido de la declaración mediante el CBCA.
3. Aplicar el SVA propiamente dicho, que consiste en un listado de criterios de validez que sirve para (in)validar la prueba.
Como sistema de evaluación final de la declaración proponen al psicólogo forense el mejor ajuste a las siguientes categorías:
creíble, probablemente creíble, indeterminado, probablemente increíble o increíble.
En relación con el tratamiento de los penados adultos, el Reglamento Penitenciario establece en el artículo 110 que la Institución
Penitenciaria “utilizará los programas y las técnicas de carácter psicosocial que vayan orientadas a mejorar las capacidades de los
internos y a abordar aquellas problemáticas específicas que puedan haber influido en su comportamiento delictivo anterior”.
Por lo que se refiere a los menores de reforma, la Ley 5/2000 solicita al equipo psicosocial la prescripción de programas
socioeducativos para la resocialización del menor programas de tipo psicosocial basados en un entrenamiento educativo.
Dichas demandas se sustentan en que la psicología y, más concretamente, la psicología jurídica, concretó un corpus teórico y
unos programas de intervención altamente eficientes.
Si bien se ha intentado explicar el comportamiento desviado desde multitud de perspectivas, tres han sido las grandes líneas
argumentales sobre las cuales pivotaron todas las teorías.
La segunda, también generada desde la órbita psicológica, establece como origen un estancamiento en el desarrollo.
Los modelos del desarrollo sociomoral asumen como causa de la adquisición del comportamiento antisocial y delictivo
una interrupción del desarrollo.
Modelos dirigidos a variables del desarrollo evolutivo (pej. de inicio en la infancia).
Modelos centrados en las trayectorias de desarrollo de la conducta delictiva (pej., de curso persistente).
La tercera, orientada a la prevención e intervención, comprende las variables o factores de riesgo de comportamiento
antisocial y delictivo, y de protección del comportamiento antisocial y delictivo.
Entre las variables que actúan como facilitadoras del comportamiento criminal se han identificado los factores
prenatales y perinatales, la hiperactividad e impulsividad, la inteligencia baja y pocos conocimientos, ciertos tipos de
supervisión, disciplina y actitudes parentales, los hogares rotos, la criminalidad parental, las familias de gran tamaño, la
privación socioeconómica, ciertos tipos de influencias de los iguales, escolares y de la comunidad y las variables
contextuales.
Inicialmente se aceptó que la relación entre estos factores y el comportamiento desviado era lineal, por lo que sería
suficiente tomar como factor protector el polo opuesto, es decir, los factores protectores serían los antagonistas de los
factores de riesgo y viceversa; sin embargo, esta premisa no siempre es correcta la baja inteligencia se relaciona con
el comportamiento antisocial, pero de ello no se puede inferir que una inteligencia normalizada o alta proteja frente a
dicho comportamiento. Para salir al paso de esta dificultad, Losel y Bender propusieron una lista de diez factores de
protección.
Los factores de riesgo se combinan de forma aditiva o acumulativa y producen los modelos de vulnerabilidad o de
incompetencia social, y los factores de protección se combinan para generar los modelos de competencia.
Por competencia se entiende la capacidad para usar los recursos ambientales y personales para alcanzar un desarrollo
adecuado.
Las teorías del estancamiento en el desarrollo también son compatibles con la incompetencia/vulnerabilidad, pues el
estancamiento implica la interrupción del desarrollo de capacidades o destrezas adaptativas. Ahora bien, no existe una
única taxonomía de las capacidades o destrezas cuya carencia se relaciona con la delincuencia.
Las destrezas y capacidades críticas para prevenir la delincuencia se han de concretar en función del contexto y del periodo
evolutivo la enumeración podría ser ilimitada, por lo que se han de resumir las fundamentales.
Por ejemplo en el caso de la adolescencia se han identificado como factores fundamentales las destrezas sociocognitivas
y las influencias sociales de diversas fuentes, sin embargo cuando se tiene en cuenta a los agresores y maltratadores
surge una tipología totalmente distinta de manera que los elementos de protección fundamentales de orden
sociocognitivo incluyen la asunción de responsabilidad, las habilidades de comunicación y de resolución de conflictos, la
autoestima o el control de los celos.
Ejemplos de los elementos fundamentales de la adquisición de destrezas y capacidades críticas para la delincuencia
durante la adolescencia
Carencias o disfunciones en destrezas sociocognitivas Influencias sociales provenientes de fuentes diversas
Afrontamiento
Autoconcepto Los iguales
Desarrollo moral La comunidad
Resolución de conflictos El entorno familiar
Inteligencia emocional
Cuantificar de un modo exacto la ganancia con la intervención resulta difícil, ya que está terciada por variables moderadoras,
entre las cuales destaca el tipo de población, el tipo de delito, y el entorno en que se aplica el tratamiento; sin embargo se puede
afirmar que dicha ganancia oscila entre el 10 y el 20%.
Aunque este tipo de programas son los más efectivos, tienen un margen de mejora.
Los modelos de vulnerabilidad/competencia presentan como único objeto de intervención a la persona individual y
tienden a considerar que los factores sociocomunitarios son estáticos, es decir, no son o no pueden ser objeto de
intervención, sin embargo estos factores también son fundamentales para la competencia social y se puede intervenir
sobre ellos eficazmente Esto llevó a Arce y Farina a proponer que el tratamiento trascendiera el nivel individual y
pasara a ser multinivel (familiar/grupo primario de apoyo o de referencia, académico/laboral y sociocomunitario).
Otra limitación de estos modelos es que desestiman la intervención sobre los factores biológicos, que toman como
estáticos, cuando los comportamientos antisociales y delictivos presentan comorbididad clínica Sobre estos factores
no solo se puede, sino que es necesario intervenir porque se relacionan con la adquisición y recaída en
comportamientos antisociales y delictivos.
Otra debilidad de los programas derivados del modelo de competencia social es, como se aprecia en el PPS, que
proponen una intervención universal, es decir, sobre la base del paradigma de déficit aditivos/acumulativos se aplica el
mismo tratamiento a todas las personas con independencia de sus necesidades específicas Arce y Farina consideran
que es preciso asumir que los comportamientos humanos no pueden explicarse desde un único modelo, por lo que
propusieron un cambio al paradigma de no modelo: no se puede proceder con un modelo de tratamiento de
competencia social único, sino que hay que ajustarlo a las necesidades especificas de cada caso.
En resumen, la intervención basada en la competencia social, caracterizada por ser multimodal, individual y universal, se puede
completar con una intervención multinivel, que abarque los factores biológicos y que sea ajustada a cada caso, es decir, que se
trate de una intervención psicosocial.
INTRODUCCIÓN
Kurt Lewin et al. consideraban que el clima social que se generaba en el aula permitía analizar distintos procesos sociales, como si
de una microsociedad se tratara. Así, llevaron a cabo el análisis y la propuesta de los estilos de liderazgo en el colegio, que luego
se extendió a otros ámbitos. Otros muchos ejemplos sirven para comprobar que el ámbito educativo forma parte de la psicología
social como un campo de aplicación relevante, dado que la aplicación es, en sí misma, una fase complementaria de la fase de
generación de conocimiento. La aplicación de los conocimientos generados por la psicología social en su estudio de las relaciones
entre mente y sociedad han servido para introducir mejoras en diversos aspectos del sistema educativo.
A pesar de que se reconoce la importancia de los procesos psicosocioeducativos y de que el ámbito escolar es un espacio
fundamental en el proceso de socialización (microsistema de acuerdo con Bronfenbrenner, o ecosistema social según Gairin)
todavía se presta más atención al desarrollo cognitivo que al social en el ámbito educativo; sin embargo parece que esta tónica
está cambiando e, incluso, los investigadores más centrados en el desarrollo cognitivo reconocen que el desarrollo cognitivo en la
adolescencia y los cambios que esta conlleva están impregnados por los elementos psicosociales.
La psicología social de la educación, por tanto, se define como el “estudio y análisis del proceso educativo como un proceso social,
de las interacciones sociales que implica y del contexto en que se produce”.
Recientemente, algunos autores han observado que la creación de expectativas de rendimiento que establecen comparaciones
con la ejecución de un compañero se relaciona con aspectos emocionales y de personalidad.
En general, el rendimiento aumenta gracias a las expectativas positivas los alumnos lo hacen más rápido y mejor
cuando creen que son más efectivos que su compañero, aunque hay diferencias en función de las características de los
alumnos (ver siguiente cuadro). Estos resultados apoyan la idea de la creación de expectativas y de su aplicación en el
aula.
Un tema importante para explicar el fracaso escolar y para ayudar a prevenir problemas es el factor cognitivo de la atribución
causal y la motivación.
Las atribuciones internas o externas mediatizan las reacciones emocionales y cognitivas de la situación de tal forma
que poseen gran influencia, mediante las expectativas, sobre la conducta posterior realizar atribuciones de forma
más interna o externa genera estilos atributivos con consecuencias sobre diversos procesos, como la indefensión
aprendida o la depresión.
Asimismo, se ha comprobado la existencia de diferencias en función del género.
En relación al liderazgo, en un primer momento se analizó el liderazgo del profesor, ya que parecía que podía facilitar el
aprendizaje al crear un clima de clase adecuado mediante el uso de sus habilidades como líder y no del poder coercitivo, o el
liderazgo de los alumnos y sus consecuencias.
En la actualidad, los estudios se centran también en el análisis del liderazgo de los equipos directivos o las diferencias
de género en el estilo de liderazgo ejercido en el contexto educativo.
Finalmente, merece una mención especial el estudio de los conflictos escolares y su solución, dado que el conflicto forma parte
de la escuela y, además, no debe considerarse necesariamente negativo Se trata de procurar crear las condiciones para
resolverlo constructivamente.
Es importante tener en cuenta el aprendizaje de técnicas y su aplicación para solucionar los problemas escolares, entre
las que destacan las técnicas sociométricas y el trabajo cooperativo o las dinámicas de grupo.
Estos elementos comunicativos incluyen desde técnicas de comunicación para el desempeño de habilidades sociales específicas
en el desarrollo personal y el desempeño laboral, hasta relaciones de comunicación que contemplan el sistema social en el cual
se realiza la actividad educativa para producir relaciones más saludables.
Entre los temas más actuales y relevantes de esta disciplina destaca la convivencia escolar, el acoso, la integración y la
exclusión social, así como la forma de prevenirlos.
En resumen, la evolución de los temas de interés estará determinada por la evolución de los temas de actualidad y de las
preocupaciones sociales, como ha sucedido en los últimos años con las nuevas tecnologías y su influencia en la educación, o el
acoso cibernético (ciberbullying) por parte de compañeros.
En conclusión, el análisis sobre los principales temas de interés permite comprobar que continúan vigentes los temas clásicos con
la diferencia de que cada vez se vierten más responsabilidades en la educación reglada respecto al desarrollo social de las
personas, por lo que cada vez se intentan implantar más programas orientados al desarrollo social de los niños.
Debido al interés en el desarrollo psicosocial de los niños, se ha comprobado que no es suficiente con la educación en destrezas y
competencias instrumentales, sino que también es importante incluir la competencia social y la emocional.
Uno de los temas de investigación y análisis más actuales en el ámbito educativo es el entrenamiento socioemocional,
en que la inteligencia emocional es el constructo más incluido o, al menos, considerado de interés.
INTELIGENCIA EMOCIONAL
En los últimos años se asiste al desarrollo de nuevas perspectivas que se centran en la inclusión de elementos enmarcados
dentro del paradigma de la psicología positiva.
Por psicología positiva se entiende una nueva forma de analizar los procesos básicos frente a los traumas, trastornos y
patologías (o psicología negativa) y en ella se propone el estudio de las emociones placenteras, el desarrollo de las
capacidades y la búsqueda de la felicidad.
En el siglo XXI, la postura racionalista extrema, que consideraba la cognición y la emoción entidades dispares y diametralmente
opuestas, ha quedado relegada y las emociones desempeñan un nuevo papel cultural en la sociedad actual.
El termino inteligencia emocional, pese a estar conceptualizado de modos muy diferentes por los autores, es la
contribución de la psicología más reciente en el campo de las emociones y se refiere a la interacción entre emoción y
cognición que va a permitir a la persona un funcionamiento adaptado a su medio.
En los últimos años, se han propuesto numerosas definiciones del término IE, por lo que su estudio se ha diversificado
en perspectivas bien diferenciadas: modelo mixto frente a modelo habilidad.
La idea central que subyace a las diversas perspectivas es que las competencias emocionales son un factor crucial a la hora de
explicar el funcionamiento de la persona en todas las áreas vitales.
En resumen, la IE implica un conjunto de habilidades para procesar y razonar eficazmente respecto a emociones
propias y ajenas, que utiliza esta información para guiar nuestros sentimientos y acciones, así como para mejorar la
resolución de los problemas y lograr mayor adaptación al ambiente.
El análisis y aplicación de la IE en el ámbito de la psicología social de la educación se lleva a cabo en una doble vertiente:
El análisis del efecto mediador de la inteligencia emocional en la salud, en la mejora de las relaciones sociales y de las
competencias del profesorado.
El análisis de la relación entre inteligencia emocional, éxito académico y ajuste emocional de los estudiantes.
Factores moduladores en la relación entre inteligencia emocional y afrontamiento del estrés (Zeidner)
Inteligencia Emocional
Habilidad Estrategias
Estrategias útiles Evaluaciones Regulación eficaz
emocional/social flexibles de
de afrontamiento adaptativas de emociones
eficaz afrontamiento
Afrontamiento Adaptativo
En el caso de profesores de enseñanza primaria, Augusto, López-Zafra y Pulido proponen un modelo en que:
La atención emocional se relaciona con todas las estrategias de afrontamiento: afrontamiento conductual del
problema, afrontamiento cognitivo, afrontamiento de las emociones, escape cognitivo y escapa conductual.
La claridad se relaciona positivamente con afrontamiento conductual del problema, afrontamiento cognitivo del
problema y afrontamiento centrado en las emociones.
La reparación emocional se relaciona con estrategias de afrontamiento cognitivo del problema y con afrontamiento
centrado en las emociones.
En resumen, si bien se ha analizado profusamente el papel mediador de la IE en la salud mental y social en distintos ámbitos, aún
queda por conocer más sobre el impacto que esta variable puede tener en los docentes. Asimismo, sería conveniente aplicar
también programas de entrenamiento para docentes, como recurso competencial, para mejorar su bienestar, calidad de vida y
afrontamiento de las situaciones que se producen en el aula.
Desde el inicio del estudio de la IE, numerosos autores han sugerido que la adquisición de destrezas emocionales es un requisito
previo para que los estudiantes puedan acceder al material académico tradicional, por lo que la mayoría de docentes considera
primordial la formación en competencias socioemocionales, sin embargo, a pesar de las grandes expectativas generadas por la
educación emocional, algunos autores señalan que el camino recorrido todavía es corto y que es primordial analizar el
conocimiento científico acumulado, entre otros motivos porque parece que la IE desempeña un papel de influencia mediacional
más que de influencia directa en muchos aspectos, sobre todo en universitarios aunque también en estudiantes de secundaria.
Se considera que la influencia de los aspectos afectivos (bienestar y satisfacción) es constante durante el proceso de enseñanza y
aprendizaje y, por tanto, tienen consecuencias para los escolares, sin embargo, los trabajos sobre la relación entre éxito
académico y competencia emocional y social han aportado resultados poco coherentes e, incluso, contradictorios.
En las investigaciones que evalúan la inteligencia emocional percibida, los resultados señalan la existencia de relaciones
moderadas, aunque significativas, de los factores emocionales con el rendimiento académico, incluso cuando se
controla el efecto de la inteligencia psicométrica tradicional.
Investigaciones más recientes en que se han empleado medidas de ejecución (como el test de inteligencia emocional
Mayer-Salovey-Caruso MSCEIT) han encontrado correlaciones positivas y significativas entre IE y rendimiento
académico.
A la luz de los resultados obtenidos, no se puede establecer la validez predictiva del constructo IE respecto al rendimiento debido
a las dificultades que plantea su estudio, sin embargo la gran mayoría de estudios realizados recientemente apoyan esta relación
y muestran la validez discriminante e incremental del constructo, lo que demuestra que la IE está relacionada con el nivel
académico y con la competencia social siempre y cuando se controlen variables como la inteligencia general y las características
de personalidad.
En resumen, se puede producir una relación con el rendimiento académico y el Modos en que las habilidades
éxito o fracaso de los alumnos, sin embargo, el efecto de las competencias emocionales pueden mejorar el
emocionales es mucho mayor cuando afectan otros elementos que van a tener rendimiento académico
incidencia en la formación global de la persona. Facilitación del pensamiento
El elemento psicosocial es un factor de gran importancia: diversos Incremento de la motivación intrínseca
resultados muestran que la IE autoinformada se relaciona Facilitación de la interacción social
significativamente con actitudes prosociales concretas, además, la actitud Favorecimiento del equilibrio
prosocial de ayuda y colaboración y la dimensión atención emocional (un psicológico
componente de la IE) predicen el nivel de adaptación social de los Contribución positiva al autoconcepto
estudiantes, informado por su profesor. académico y fomento de las
percepciones de autosuficiencia
Debe recordarse que las expectativas y opiniones de los maestros dirigen la atención y organizan la memoria, por lo que pueden
atender y recordar la información que coincida con sus expectativas iniciales a la hora de informar sobre su comportamiento con
los alumnos (efecto Pigmalión).
En experimentos llevados a cabo por Rosenthal y Jacobson se demostró que aquellos estudiantes previamente
calificados como buenos estudiantes y presentados al maestro como alumnos con un aprovechamiento académico
excelente (aunque no lo tenían por haber sido seleccionados aleatoriamente) finalmente obtuvieron mejores
calificaciones cuando el profesor posee una expectativa positiva sobre sus alumnos, éstos tienden a mejorar en su
ejecución académica.
Recientemente también se ha comprobado en una muestra de alumnos de ESO que la atención a las emociones de IE es
la dimensión que presenta mayor poder predictivo sobre la valoración que el profesor realiza del alumno a los
alumnos con buena percepción de sus sentimientos y emociones, con capacidad para vivenciarlos y etiquetarlos, se los
percibe dotados de mejores habilidades sociales, con menor distorsión de pensamientos y menos violentos para sus
profesores.
EDUCACION EMOCIONAL:
APLICACIÓN DE UN PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO EN COMPETENCIAS EMOCIONALES
Investigaciones realizadas en la última década están aportando evidencia empírica de la relación existente entre las habilidades
emocionales y diversos indicadores de adaptación socioescolar: Conductas saludables, Adaptación social, Empatía, Apego,
Calidad en las relaciones sociales, Autoestima, Rendimiento escolar, Conducta prosocial.
Los datos de numerosos estudios apoyan que una IE elevada es un predictor fiable de resultados positivos, tanto en el
plano social como en el académico.
Los profesionales comparten la convicción de que una de las principales funciones de la educación consiste en facilitar y
promover la integración de las personas en la sociedad, para lo cual la mera adquisición de conocimientos técnicos e
intelectuales resulta insuficiente en los planteamientos del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) se consideran
indicadores de una alta cualificación o formación no solo la adquisición de competencias cognitivas y procedimentales, sino
también la de competencias actitudinales e interpersonales.
Entre las diferentes aplicaciones que presenta el concepto IE en el ámbito educativo, se encuentra una línea de investigación por
parte de la comunidad científica española referida a la educación emocional o alfabetización emocional, que es el término más
empleado en el contexto anglosajón.
Con la expresión educación emocional se designa un proceso educativo continuo y permanente que pretende
potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo y que debe ser planificado
y desarrollado mediante programas educativos.
Programas de Educación Emocional
Desde los ámbitos de la investigación básica y aplicada y desde la Resolving Conflicts Creatively
perspectiva de la intervención psicopedagógica, se están haciendo SICLE (Siendo Inteligentes con las Emociones)
esfuerzos por desarrollar programas que ayuden a prevenir y abordar Desconócete a ti mismo
eficazmente los problemas comportamentales en los centros Orientación en las competencias socioemocionales
escolares ya que la mayoría de padres y docentes consideran POCOSE (Programa de Competencias
fundamental que los jóvenes lleguen a alcanzar un desarrollo Socioemocionales)
socioemocional óptimo. INTEMO (Inteligencia Emocional)
Educación en competencias emocionales train-em
En Estados Unidos, la organización The Collaborative for Academic, Social and Emotional Leaming (CASEL) lleva más de dos
décadas promocionando la inclusión socioemocional en las escuelas con el objetivo de establecer el aprendizaje social y
emocional como una parte esencial de la educación desde el nivel preescolar hasta la universidad y bajo un marco integrador
para coordinar todos los programas psicopedágogicos específicos con la denominación aprendizaje emocional y social (Social and
Emotional Leaming, SEL),
En España se está incrementando progresivamente el interés de los centros educativos por llevar a la práctica propuestas
dirigidas no solo a la prevención de conductas problemáticas, sino también a la promoción del comportamiento prosocial, del
éxito académico y, en definitiva, a mejorar la adaptación de los estudiantes.
INTRODUCCIÓN
Algunos aspectos que se analizan en psicología social (actitudes, cogniciones y emociones) influyen en el comportamiento que
muestran los conductores cuando transitan por túneles carreteros.
La Asociación Mundial de Carreteras (PIARC) define el término túnel como “una construcción longitudinal cubierta, de sección
circular o rectangular, destinada a permitir el paso subterráneo de una vía, un ferrocarril, vías de metro o tranvía, coches,
camiones, autobuses, ciclistas y peatones”.
Entre las características que los definen, la longitud es uno de los parámetros más relevantes para la percepción de
riesgo los túneles son cortos hasta los 500 m y se consideran largos cuando sobrepasan el kilómetro de longitud.
A estas medidas hay que añadir la geometría de la vía, el pavimento, la intensidad del tráfico y si circulan por ellos
mercancías peligrosas.
Una de las causas que motivaron a los psicólogos al estudio de estas obras es el impacto de los accidentes estos sucesos han
sensibilizado a la opinión pública y han permitido investigar no solo los elementos estructurales, sino también el comportamiento
humano en la conducción.
CONSIDERACIONES PREVIAS
El accidente en el túnel del Mont Blanc (39 muertos), en 1999, marca un hito histórico en el análisis de los factores psicosociales
que deben tenerse en cuenta en este tipo de espacios cerrados y que puso de manifiesto el desconocimiento de la conducta
humana en estas infraestructuras A este siniestro le sucedieron, el mismo año, el de Tauern (12 muertos) y 2 años después el
de San Gotardo (11 muertos).
En España, en 2008, murieron 3.021 personas por accidentes de tráfico, pero a pesar del elevado número de víctimas, el impacto
social y mediático es muy inferior al que produjeron los accidentes anteriormente señalados, posiblemente porque sucedieron
en un espacio cerrado, con escasas o nulas posibilidades de comunicación con el exterior y donde existía un peligro inminente
para la vida: algunas de estas características son antecedentes de la temida, aunque infrecuente, reacción de pánico.
En definitiva, son sucesos con un elevado impacto mediático que no dejan indiferente a la opinión pública y que
repercuten sobre el control percibido, percepción que se ve influida por los sesgos cognitivos.
En general, se presupone que la persona, cuando conduce, tomará decisiones en función de cómo valora los resultados de su
comportamiento y de las expectativas que tiene sobre ese comportamiento respecto al hecho de lograr dichos resultados. Así, las
actitudes de los noveles se diferencian de las de los conductores con años de experiencia al volante.
Además de este componente de carácter racional instrumental, la teoría integra un indicador normativo mediante una medida
de la opinión favorable/desfavorable de los otros significativos ante la conducta especifica y sobre la motivación para seguir
esta opinión En este sentido, debe tenerse en cuenta la influencia que ejercen en los conductores jóvenes sus iguales y como
esta repercute en su conducción.
En general, se ha encontrado que la inclusión de la percepción de control agrega mayor capacidad explicativa al modelo:
Ajzen encontró relaciones entre la conducta, las intenciones y el control percibido: la predicción del comportamiento se
incremento al incluir el control percibido en la mayoría de los estudios.
Respecto a la conducta planificada y la intención de infringir las normas de circulación, Moyano indicó que las variables
del modelo estaban entre moderada y escasamente correlacionadas entre sí la más alta corresponde a la relación
entre la actitud hacia la conducta y la intención de conducta, y la más baja a la asociación entre la norma social subjetiva
y el control percibido.
La investigación sobre actitudes no agota las posibilidades de predicción y explicación del comportamiento en carretera, existen
otros predictores de la intención de conducta, como son las emociones, que pueden explicar el comportamiento de los
conductores.
Otra cuestión es la dicotomía entre el riesgo aceptable y el que no se tolera: en este caso se plantea el umbral de riesgo que
uno está dispuesto a asumir.
Las campañas dirigidas a reducir el número de accidentes llaman la atención sobre el riesgo aceptable que mantienen
muchos conductores con el fin de que estos perciban sus conductas como no adecuadas y eso los motive a practicar una
conducción menos arriesgada.
Desde una perspectiva cognitivo-motivacional, se concibe que la percepción de riesgo es tanto el proceso como el juicio acerca
del peligro potencial que surge de la evaluación de la información disponible: la conducta o el cambio de conducta que provoca la
percepción de riesgo refleja una decisión consciente derivada del análisis de los costes y beneficios de adoptar una conducta o
no ante determinado riesgo La TCP es un ejemplo claro de esta perspectiva.
No obstante, la evidencia sugiere que las relaciones entre la percepción de riesgo y la conducta de los conductores están aún
lejos de haberse demostrado:
Por un lado, existen resultados que confirman la relación entre percepción de riesgo y conducta: el estudio de Brown y
Groeger constató que la sobrerrepresentación de jóvenes en cierto tipo de accidentes se relaciona con el hecho de que
subestiman la probabilidad de riesgos específicos causados por este tipo de conducción.
Por otro lado, las relaciones confirmadas no tienen la fuerza que cabria esperar.
Además, se ha constatado que los efectos de la percepción de riesgo sobre la conducta interactúan con otros factores: la
evidencia sugiere que la percepción de riesgo aumenta el deseo de autoprotección si la persona mantiene creencias de una alta
autoeficacia respecto a la conducta de prevención.
Del Valle y Mateos han analizado el pensamiento prefactual, en concreto, las expectativas o predicciones que la
persona tiene sobre lo que va a ocurrir si conduce de un modo temerario o bajo los efectos del alcohol. Estas
predicciones cognitivas, que actuarían como pensamientos anticipatorios, estarían mediatizadas por el estado
emocional un estado de ánimo más positivo, optimista o eufórico (propio del consumo de determinadas sustancias)
minimiza la percepción de riesgo incrementando la probabilidad de conducir de un modo temerario; en cambio un
estado anímico más negativo o pesimista aumenta dicha percepción, pero también incrementa la inseguridad.
Sesgos cognitivos
La percepción de riesgo, además de mediatizada por las emociones, también puede verse influida por los sesgos cognitivos
Ilusión de control.- Tendencia a tener una visión optimista de la capacidad de controlar la realidad.
Ilusión de invulnerabilidad (vinculado a la ilusión de control).- Tendencia de las personas a percibir que tienen menos
probabilidades que la población en general de que les ocurran acontecimientos negativos Esta ilusión permite a las
personas manejar la ansiedad ante ciertos sucesos negativos.
Además, cuando uno se compara con otros similares se está ante lo que se denomina efecto primus inter pares, que es la
tendencia de las personas a percibir que tienen menos probabilidades que la persona media (personas con características
similares a uno mismo) de que les ocurran acontecimientos negativos. Esta comparativa desempeña un papel importante
entre los jóvenes.
Falso consenso.- Tendencia a percibir la existencia de un consenso social sobre la aceptación de las propias actitudes y los
comportamientos individuales en la población Este sesgo permite a los conductores arriesgados normalizar y justificar su
conducta y, como consecuencia, continuar conduciendo de forma arriesgada.
Se ha constatado que cuando se pregunta cuanta gente suele sobrepasar los límites de velocidad, más del 50% de los que
infringen la norma respondieron que casi todos, mientras que menos del 19% de los que respetaban los límites dieron la
misma respuesta.
Sesgo confirmatorio.- Error muy frecuente que consiste en la tendencia a buscar información que confirme las
preconcepciones y actitudes de las personas.
Las preconcepciones de las personas controlan sus percepciones e intenciones: pej. con frecuencia se escucha que las
mujeres conducen mal, debido a esta creencia las personas ven y recuerdan todas las infracciones que cometen las
mujeres mientras que tienden a ver menos las infracciones cometidas por hombres, a restarles importancia y a olvidarlas
con mayor facilidad.
Este sesgo está unido a la tendencia a evitar la información que contradice estas creencias de forma que se ignoran datos
objetivos, como el hecho de que las mujeres sufren menos accidentes; sin embargo está muy presente en las compañías de
seguros, que imponen cuotas más elevadas a los hombres.
Heurístico de disponibilidad.- Se hace más caso a aquel dato que le viene a uno a la cabeza (el disponible) que a las
estadísticas, en consecuencia las personas se dejan influir por la información que tienen en mente, sea diagnóstica o no de la
situación esto explicaría el hecho de que con frecuencia el riesgo que se percibe se aleje del riesgo real.
Dado que las imágenes de accidentes de avión son un recuerdo más disponible que las de los coches, suele suponerse que
corremos más riesgo en un avión que en la carretera, cuando está demostrado que es al contrario.
Esto también explicaría que se tenga más temor a los accidentes en túneles que a los que suceden a cielo abierto.
En general, parece que la alegría y el miedo son las emociones que mejor definen la experiencia afectiva de los jóvenes ante las
conductas de riesgo:
La alegría se asocia con el momento previo y el momento posterior a la ejecución de la conducta de riesgo.
El miedo aparece antes de la conducta, pero también se inserta como emoción en el transcurso de su realización.
La culpa hace acto de presencia tras la ejecución de la conducta de riesgo.
Esta ambivalencia de afectos positivos y negativos podría estar potenciando la repetición de la conducta de riesgo.
En la misma línea y en relación con la violación de las normas de tráfico, diversos autores han encontrado que, una vez que se
controlan las variables de la TCP, la anticipación de esta secuencia de afectos ayudaba significativamente en la predicción de las
intenciones conductuales.
Otra perspectiva plantea que la afectividad es crucial para la capacidad de ajustarse al ambiente del tráfico y para evitar riesgos
en la conducción. En este caso la investigación se centra en el estudio de las relaciones entre los afectos negativos y la
preocupación que se experimenta por sufrir un accidente o resultar herido.
Se ha constatado que los conductores preocupados por padecer un accidente o quedar heridos se implican más en
conductas de protección frente a los que no tienen estas preocupaciones y que se muestran indiferentes a la conducción
adecuada o a los que tienden a comportarse como buscadores de emociones.
Los estados emocionales también se han analizado después de haber sufrido un accidente de tráfico. El modelo dominante
plantea que los efectos emocionales a largo plazo se relacionan estrechamente con la gravedad de las consecuencias: a mayor
gravedad de las lesiones físicas o pérdidas sufridas, más costoso el proceso de recuperación y la desaparición de los síntomas y
secuelas psicológicas.
Recientes estudios sugieren que el estado emocional de las personas difiere en función del tipo de vía por el que se circule:
Los túneles producen tensión en los adelantamientos y en la conducción en paralelo. Asimismo, los conductores tienen
la sensación de desplazamiento lateral y de tensión por la existencia de paredes laterales Estos aspectos sugieren
menor sensación de control en los espacios cerrados y mayor percepción de riesgo.
En los túneles las sensaciones de malestar parecen agudizarse: se experimentan, en mayor medida que en otro tipo de
vías, sensaciones de agobio y molestias acústicas, así como un desagrado indefinido.
En un estudio donde se comparaban las emociones a cielo abierto y a través de un túnel, los participantes describieron una
experiencia emocional compleja.
Los afectos asociados con la conducción a cielo abierto se caracterizaban por una mayor intensidad en comodidad,
distracción, agresividad, aburrimiento, somnolencia, seguridad y alegría.
Durante el tránsito por el túnel fueron más intensas las emociones de miedo, tristeza, enfado, impotencia, frustración,
nerviosismo, pánico, conmoción, confusión, paralización, huida, angustia, claustrofobia, inhibición, tensión, ahogo,
abandono, peligro e incertidumbre.
La intensidad de los estados emocionales se evaluaron en una escala tipo Likert donde 1 = poco y 5 = mucho.
De los datos obtenidos en este estudio se desprende que la experiencia afectiva es diferente en ambas vías, y se confirma que la
vivencia emocional negativa es más intensa durante el tránsito por el túnel.
Respecto a las sensaciones que provoca el tránsito por túneles, los participantes presentan una puntuación superior a la
media teórica, es decir, están mas de acuerdo con el hecho de que se perciben sensaciones diferentes en las distintas
vías las diferentes sensaciones también se midieron con una escala tipo Likert donde 1 = totalmente en desacuerdo, y
5 = totalmente de acuerdo.
Por último, los conductores están en desacuerdo con las siguientes aseveraciones: “cuando circulo por un túnel, tiendo a
desplazarme lateralmente hacia la pared”; “cuando transito por un túnel, el ruido me influye negativamente, y el color
oscuro de las paredes y la geometría curvada hacen más tensa mi conducción”
Los resultados del estudio anterior no permiten concluir que, de forma global, los conductores profesionales se comporten de
forma más segura; más bien indican que los profesionales y los no profesionales asumen riesgos diferentes y que algunos de los
factores que determinan sus percepciones de la carretera y de la conducción son diferentes.
Si se atiende a la familiaridad experimentada mediante la conducción en un túnel, parece que los hombres suelen transitar más
a través de ellos: esta mayor experiencia no repercute en un mayor conocimiento de las conductas recomendadas en caso de
emergencia en el túnel. De hecho, no existen diferencias en su conocimiento del protocolo de actuación y, aunque es más
frecuente que los hombres sepan que deben apagar el fuego con un extintor, las mujeres saben más que deben abandonar el
vehículo.
A pesar de que la formación es similar en hombres y mujeres, se encuentran diferencias en otros parámetros relevantes:
Los hombres sobrestiman más la frecuencia de accidentes en túneles, aunque esta idea debe tomarse con cautela, ya
que las medias se hallan en torno a puntuaciones cercanas al desacuerdo o posiciones neutras.
Si se atiende a la percepción de gravedad de las consecuencias de un accidente, las mujeres estiman mayor gravedad
(tanto a cielo abierto como en túnel) Además consideran en mayor medida que conducir por un túnel resulta
relativamente arriesgado.
Parece que los hombres llevan a cabo mayor número de conductas de riesgo en el túnel que las mujeres.
Un mayor porcentaje de ellos afirma sobrepasar los límites de velocidad.
Tienden a adelantar a utilitarios dentro del túnel en mayor medida que las mujeres.
Tienden a adelantar en más ocasiones a vehículos pesados, lo cual consideran una conducta normativa ya que también
estiman, en mayor medida que las mujeres, que el resto de la población general lo hace.
En cuanto a las mujeres, en vez de adelantar a vehículos pesados, tienden en mayor medida a frenar para mantener mayor
distancia de seguridad y consideran en mayor medida que el resto de la población hace lo mismo aunque en una proporción
menor a la de su propia conducta.
Un dato curioso a la luz de estos resultados, es que proporcionalmente existen más mujeres que mantienen menor
distancia de seguridad.
En cuanto a la probabilidad de sufrir accidentes, las mujeres, comparadas con los hombres, se atribuyen mayor probabilidad
tanto a cielo abierto como en túneles. Asimismo, también atribuyen mayor probabilidad de sufrir accidentes a las personas
similares y a la población general.
Coherentemente con estos resultados, los hombres se autoperciben más capaces de controlar una situación fortuita
que pudiera derivar en accidente, tanto a cielo abierto como en túneles.
Si se toman en cuenta las emociones mientras se transita a cielo abierto y en túneles (en este último caso medidas en tres
situaciones: antes de entrar, mientras se transita a través del túnel y después de salir) las mujeres experimentan con mayor
intensidad emociones negativas y asociadas con el desasosiego, especialmente mientras se transita a través del túnel.
Cuando se transita a través de túneles las mujeres tienden a sentirse más tensas debido al desplazamiento lateral, el
color oscuro y/o geometría.
Otras diferencias
Mujeres Hombres
Más preocupadas por verse involucradas en un accidente y ante las Más preocupación ante los atascos.
conductas temerarias. Presentan un perfil de conducta temeraria mayor:
Más preocupadas ante la posibilidad de fallos en el vehículo y la mencionan en mayor medida que les gusta conducir
polución generada. rápido y arriesgadamente y que, a veces, hacen
Más de acuerdo con que las instituciones tomen partido para reducir la carreras.
accidentalidad.
Consideran más peligroso beber alcohol y conducir deprisa.
Piensan que una mala señalización de tráfico, un vehículo demasiado
rápido y uno demasiado viejo pueden ocasionar accidentes.
Otorgan más importancia a la fiabilidad y seguridad de los vehículos.
En relación a las personas que han sufrido un incidente directa o indirectamente, se analizaron las diferencias en dos tipos de
eventualidades: haber sido víctima de incidentes y de accidentes.
Cuando se enumeran las causas por las cuales ha ocurrido el incidente, los hombres mencionan más los agentes
ambientales (lluvia, sol, etc).
Cuando se atiende a las consecuencias, las mujeres mencionan más obstáculos o imprevistos en la calzada.
Las mujeres también mencionan que había más personas involucradas en el incidente.
En relación a las sensaciones experimentadas inmediatamente después del accidente, las mujeres mencionan más
haber sentido una reacción aguda de miedo, acompañada de la sensación de estar atrapadas, un intento de huida y una
vivencia irreal del hecho. Además, mencionan más la reacción de llorar de rabia.
Por su parte, los hombres han vivido más accidentes con anterioridad, mencionan más el hecho de haber ofrecido
ayuda y dicen con más frecuencia sentirse preparados ante el suceso.
Carbonell, Montoro, San Martin y Tortosa han propuesto dos ejes centrales en torno a los cuales se articulan las predicciones de
la conducta de riesgo y la motivación para evitarlas: gravedad percibida, y probabilidad percibida del riesgo.
De acuerdo con los autores, los programas de acción deben encaminarse a cambiar la opinión de los usuarios relativa a
la frecuencia: pej. se puede percibir la situación de conducir a alta velocidad durante mucho tiempo como poco
frecuente y muy grave, cuando en realidad es muy frecuente y muy grave.
Tejero y Carbonell llevan a cabo un programa de intervención con jóvenes para la prevención de conductas de riesgo al volante.
Las entrevistas con los participantes sugieren que la realización de prácticas de riesgo está relacionada con el estilo de
diversión (salir de fiesta, beber y coger el coche).
Entre los resultados más importantes de cara a la intervención, encuentran que los conductores de alto riesgo se
caracterizan por ser hombres, con más experiencia en la conducción, mayor número de multas y más implicación en
accidentes. Además, muestran mayor intención de realizar conductas de riesgo, evalúan mejor esas prácticas de riesgo
(actitud) y se sienten menos presionados por los otros significativos (norma social subjetiva).
Los autores concluyen que la intervención debería estar dirigida al cambio en el grado de importancia que se concede a
las consecuencias negativas de realizar prácticas de riesgo.
Se plantea la conveniencia de utilizar mensajes persuasivos que ataquen al centro de creencias (pej. “si se es buen conductor, no
es peligroso conducir en situación”) con el objetivo de destapar el hecho de que son creencias erróneas.
Las creencias asociadas con las ventajas que acarrean las conductas de riesgo (tiempo, dinero, etc.) se atacarían tras
relativizarlas en función de la magnitud de las consecuencias aversivas, y ofrecer alternativas.
Además, convendría reforzar la norma social subjetiva: incidir en los acompañantes para que actúen como fuente de presión
social que disuada al conductor de alto riesgo de realizar conductas arriesgadas.
Finalmente, es conveniente desarrollar programas de formación que capaciten al conductor para gestionar el accidente, como
por ejemplo el DVD editado por la Dirección General de Protección Civil y Emergencias DGPCE sobre el túnel de Somport en
Huesca donde se dan indicaciones sobre cómo circular (distancia de seguridad, velocidad, etc.) y cómo reaccionar en caso de
incidente o avería (encender los intermitentes, apagar el motor, etc.).
INTRODUCCIÓN
En la actualidad se sabe que la percepción de la salud, el comportamiento de salud, las relaciones que se establecen en los
procesos de salud y enfermedad o la forma en que se afrontan los problemas de salud son determinantes psicosociales
fundamentales del bienestar.
Desde esta perspectiva se parte de un modelo biopsicosocial, en el cual el comportamiento y su relación con la sociedad se
tienen en cuenta para explicar la salud y la enfermedad (Engel).
Desde esta perspectiva la psicología social de la salud puede definirse como “la comprensión de los factores
psicosociales que intervienen en la experiencia y conducta de salud/enfermedad, y de las relaciones interpersonales y
grupales que se establecen en su proceso y atención de la salud (promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación)
dentro de una comunidad y contexto sociocultural determinados con el fin de mejorar la calidad de vida y el bienestar”.
En relación al continuo salud-enfermedad hay que diferenciar entre la enfermedad, estar enfermo y sentirse enfermo.
La enfermedad, aunque posea características concretas, adquiere matices en cada caso: Una persona puede estar
enferma y ausentarse del trabajo para recuperarse en casa o no hacerlo porque no se siente enferma; en cambio hay
personas que se sienten enfermas sin padecer ninguna enfermedad y otras que se consideran enfermas o más enfermas
porque los demás les asignan esta etiqueta estar sano o enfermo, por tanto, tiene una perspectiva orgánica,
psicológica y social.
En la actualidad, además, las cuestiones de salud afectan y se localizan en un marco sociopolítico del cual es difícil aislarlas (pej.
las leyes antitabaco fuertemente restrictivas en diferentes países se han criticado por excesivas y destructoras de la libertad
individual, o la exclusión que sufren algunas personas por padecer enfermedades crónicas como el VIH) la intervención
psicosocial en los problemas de salud, por tanto, debe ser paralela a las medidas de la política sanitaria.
Se han desarrollado distintas teorías y modelos para explicar el comportamiento de salud, algunos representan aplicaciones de
modelos básicos de la psicología social (pej. la teoría de la acción razonada y la acción planificada) mientras que otros se han
elaborado en el mismo ámbito de la salud (pej. el modelo de creencias de la salud o el de la utilidad subjetiva de la acción de
salud).
Una característica común a todas estas aproximaciones es que se centran en variables sociocognitivas, basadas en la
idea de que estos elementos (creencias, atribuciones y actitudes) se pueden modificar más fácilmente que otros
factores externos a las personas, como los ambientales.
MODELOS MOTIVACIONALES
Se basan en los aspectos que subyacen a la decisión de emprender un comportamiento de salud, de manera que la intención es
la variable dependiente y las creencias, las actitudes y las expectativas son las variables independientes.
Desde este planteamiento se entiende que la intención es crucial para poner en marcha la acción de la salud.
Se trata de la aplicación de los modelos de expectativa valor al ámbito de la salud, es decir, se considera que la conducta es
resultado de la combinación entre las creencias asociadas con la probabilidad de que a una acción de salud le siga cierto
resultado y el valor o deseabilidad otorgado a este resultado. Desde este punto de vista se persigue:
• Identificar el tipo de conducta que se puede medir.
• Observar la forma en que se relacionan las creencias con las conductas.
• Descubrir las condiciones que influyen en la magnitud de la relación entre creencias y conducta.
La Teoría de la utilidad subjetiva de la acción de salud (Edwards) predice que la probabilidad de que se produzca determinada
conducta de salud dependerá de lo útil que se considere dicha conducta. Por ejemplo, ante varias opciones de tratamiento, se
optaría por seguir aquel cuyas consecuencias fueran más deseables, útiles o probables, lo que implica un análisis racional de la
conducta de salud antes de realizarla.
La teoría de la acción razonada y su extensión, la teoría de la acción planificada (Fishbein y Ajzen) añaden determinantes que
mejoran la perspectiva anterior.
La teoría de la acción razonada señala que la intención de realizar una conducta de salud dependerá de las actitudes de
las personas hacia ese comportamiento y de la norma subjetiva (lo que la gente piensa que creen los demás que debe
hacer y la motivación para adecuarse a esa expectativa) La norma subjetiva es importante en la educación para la
salud, en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, y puede ser un elemento muy útil de influencia
(pej. destacando la norma de grupo).
La teoría de la acción planificada añade el control conductual percibido, entendido como la percepción de las personas
sobre la facilidad o dificultad que tienen para ejecutar una acción de salud manejar la percepción de control
conductual sobre el comportamiento de salud que se debe establecer puede resultar de gran utilidad, por ejemplo,
mostrando personas que han sido capaces de dejar de consumir alcohol y la manera en que se puede lograr.
Las actitudes se definen por las creencias o expectativas en cuanto a los resultados de la acción y la evaluación o valor que se le
otorga a cada una de las consecuencias esperadas:
Por ejemplo para que una persona siga una dieta sana debe percibir que va a tener consecuencias positivas y reales y darse
cuenta de que, si sigue llevando una dieta insana, podrá tener resultados indeseables.
Además, influirá también la norma subjetiva derivada de la creencia de que personas allegadas piensan que debe seguir la
dieta y de la motivación o disposición que tenga la persona para hacer lo que ellos esperan.
Por último, se añade el control conductual percibido, considerado como la facilidad o dificultad que tiene la persona para
llevar una dieta baja en grasas.
Cuanto más se tenga en consideración las actitudes y la norma subjetiva, mayor será la intención y, teóricamente, el
comportamiento.
La teoría de la acción razonada ha sido objeto de críticas, fundamentalmente por no tener en cuenta los aspectos que influyen
en la relación entre la actitud y la conducta, los factores del contexto, ni el tiempo que transcurre entre la expresión de la
creencia y el comportamiento.
Parece que la creencia predice mejor la conducta según disminuye el tiempo transcurrido entre la expresión de la
creencia y el comportamiento consecuente.
Esta teoría, además de un modelo, actúa como un heurístico metodológico en el cual la cognición y la conducta pueden ser
objetivos de la intervención, y ha resultado uno de los enfoques formales más fructíferos en esta área de aplicación.
Siguiendo con el ejemplo de la persona que quiere llevar una dieta sana, la probabilidad de cumplir con las recomendaciones
dependerá de la medida en que crea que las consecuencias de no seguirla pueden ser amenazantes para su salud. Además, la
persona haría un balance entre los beneficios para evitar los problemas de salud y los costes que de ello se derivarían. Por último,
además de la intervención de aspectos sociodemográficos e individuales, es necesaria la existencia de claves para la acción, es
decir, de que algún amigo, artículo, etc. recuerde, muestre o presente un modelo de la situación.
Este modelo ha sido ampliamente utilizado ya que se basa en la atractiva idea de que, si se modifican las creencias inadecuadas,
se podrá manejar el comportamiento de salud de las personas y que esto pueden tratarlo los propios profesionales sanitarios en
las consultas.
En general, aunque se ha considerado válido para explicar el comportamiento de salud, también se ha criticado su moderada
capacidad predictiva y la necesidad de hacer estudios de carácter prospectivo y longitudinal que demuestren su eficacia:
Por ejemplo, en investigaciones clásicas sobre adhesión terapéutica se ha concluido que la relación entre las creencias y
el cumplimiento puede ser bidireccional, es decir, que estas creencias podrían actuar como causas y también como
consecuencias ya que se ha observado que, cuando las creencias se evalúan antes de comenzar el tratamiento, no
predicen el cumplimiento mientras que, cuando se realiza esta valoración un tiempo después de haber comenzado el
tratamiento, lo son.
A partir de estos resultados se concluye que las creencias de la salud pueden volverse congruentes con el
comportamiento de salud una vez que este se ha iniciado algunos autores ya explicaban este hecho gracias a la
teoría de la disonancia.
El hecho de que se vuelvan congruentes podría dar lugar a relaciones entre las creencias de este modelo y el comportamiento de
salud, en realidad, erróneas; sin embargo, también puede interpretarse de forma contraria, de forma que después de adoptar el
comportamiento de salud adecuado, las personas se perciban menos susceptibles y vean menos importantes las consecuencias
negativas que tiene la amenaza, dando lugar a relaciones negativas entre creencias y comportamiento que tampoco sean ciertas.
Esto muestra que, incluso en los estudios de carácter prospectivo es difícil que los resultados puedan considerarse
indicadores seguros de la habilidad del modelo, por lo que se ha propuesto que le falta definición en los constructos y
en la estructura de las relaciones entre ellos.
Los estudios de metaanálisis tampoco arrojan resultados claramente positivos, aunque se han encontrado algunas diferencias en
los efectos del modelo entre los trabajos retrospectivos y los prospectivos, si bien no se tenían en cuenta aspectos que podían
estar influyendo, como el tipo de enfermedad.
Posteriormente, en un metaanálisis de los estudios longitudinales (18 trabajos centrados en la conducta terapéutica) que
también incluye el efecto de algunos aspectos que pueden funcionar como moduladores, se obtienen resultados que añaden
contradicciones sobre la capacidad predictiva de este modelo.
En general, se encuentra que los costes y las barreras para la acción son los predictores de mayor peso en la conducta
mientras que la vulnerabilidad y la severidad percibida demuestran un fracaso predictivo.
En cuanto al tipo de conducta (preventiva o terapéutica), la capacidad predictiva de los beneficios y de los costes para la
acción es mayor cuando se establece una conducta preventiva, sin embargo, la vulnerabilidad y la gravedad son mejores
predictores en el caso de conductas terapéuticas relacionadas con el seguimiento de los tratamientos farmacológicos.
En conclusión, los trabajos llevados a cabo según las predicciones del HBM muestran una variación importante en su eficacia
para explicar y predecir el comportamiento de salud, por lo que se propone estudiar versiones más complejas y la inclusión de
diferentes aspectos que mejoren su capacidad predictiva.
Así, se ha criticado al HBM por no incluir el control percibido, la autoeficacia, ni la influencia de los demás, como lo hace
la norma subjetiva.
Además, se han propuesto combinaciones en que los elementos básicos de este modelo se completan con otros
aspectos: como el modelo de creencias de la salud extendido, que añade el locus de control, el apoyo social y la
autoeficacia, o su combinación con la teoría de la acción razonada o con las atribuciones de salud.
De cara a la intervención, este modelo se ha convertido en una referencia para las campañas dirigidas a modificar hábitos de
salud se entiende que aunque una persona se crea realmente vulnerable a un problema de salud, no lo modificará si no lo
considera importante y no piensa que la acción de salud sea efectiva y compense el esfuerzo invertido.
Destacan aquí las campañas que argumentan sobre la severidad del problema y que utilizan el miedo como elemento
que estimula la motivación para realizar la conducta, pej. las que asocian el tabaco con el cáncer de pulmón.
De nuevo, al igual que en el modelo anterior, esta perspectiva se basa en el miedo como forma de aumentar la percepción de
vulnerabilidad y de gravedad del peligro, y añade la creencia de que las acciones de salud pueden reducir la amenaza y la
capacidad que cree tener la persona para hacerlo.
Las aplicaciones de este modelo a conductas de salud específicas, así como los trabajos de metaanálisis obtienen mejores
resultados con estos aspectos que funcionan como predictores del proceso de valoración del afrontamiento que con los del
proceso de valoración de la amenaza.
En concreto, la autoeficacia es el aspecto que tiene mayor efecto en el comportamiento de salud, seguida de los costes
de la acción y de la eficacia de respuesta.
Los costes de la acción y la eficacia de la respuesta son mejores predictores cuando se trata de abstenerse de realizar
una conducta de riesgo que cuando el objetivo es seguir una conducta protectora, así como cuando la variable
dependiente es la intención y no la conducta.
Con todo, parece que los efectos de estos factores se mantienen a corto plazo y el efecto de la autoeficacia es el último
en perderse.
Es de resaltar, de nuevo, la escasa influencia de la vulnerabilidad percibida.
Los hallazgos obtenidos de la aplicación de este modelo son muy relevantes para la intervención psicosocial.
La autoeficacia percibida en la realización de conductas de salud se muestra como un factor muy importante, con cierta
estabilidad e influencia relativamente duradera, respecto a los otros.
En general, parece que las personas son más proclives a realizar acciones de salud si perciben los riesgos (sobre todo en
relación con la gravedad), si creen poseer las habilidades necesarias para llevarlas a cabo y el comportamiento que
deben realizar es eficaz para predecir o resolver su problema de salud.
En el caso de las aplicaciones a la salud, el contexto es fundamental: las creencias de salud pueden valorarse en distintos
contextos y momentos creyendo que el resultado va a ser el mismo, sin embargo, muchas veces el contexto hace que una
creencia destaque más o sea más probable que otra: pej. la cultura puede determinar las creencias ante conductas como dejar
de consumir alcohol o seguir una dieta. De la misma manera, el proceso de salud y enfermedad puede cambiar las creencias y su
función, por lo que es necesario definir siempre el contexto y el tiempo.
La incoherencia entre actitudes y conducta también es evidente en las en campañas de salud Cuando existen diferentes
procesos, muchas veces la respuesta no es la esperada, aunque se cree que a este tipo de campanas se puede asociar un cambio
de hábitos de salud que se produce a largo plazo y la creación de un clima de sensibilización.
La relación entre los aspectos básicos de los modelos revisados y la conducta puede estar mediada por muchos factores:
El comportamiento de salud implica un proceso en el cual las creencias pueden variar a medida que lo hace la
experiencia y las necesidades de cada etapa en el proceso de salud y enfermedad.
Los mensajes que producen miedo pueden generar respuestas defensivas que impiden que las personas se impliquen
en la acción de salud propuesta.
Por otra parte, se producen respuestas irracionales que desvían la acción del objetivo de la comunicación persuasiva y
que demuestran las muchas habilidades que se tienen para desfigurar la amenaza para nuestra salud (las personas
pueden creerse menos vulnerables que los demás, percibir la amenaza menor de lo que es, etc.).
Las ideas ingenuas sobre el riesgo o amenaza para la salud pueden cambiar la percepción y estrategias para afrontarlo,
así como las creencias en cuanto a sus causas (pej. creer que no son el tipo de persona al que le ocurren esas cosas).
Modelo transteórico
Es el más extendido dentro de la perspectiva procesual y debe su nombre a que intenta integrar varias teorías. Parte de la
hipótesis de que la importancia de los diferentes factores que afectan el comportamiento de salud depende de las etapas del
proceso, así que los aspectos que influyen en el paso de una eta a otra son diferentes.
Los factores son las variables independientes y el cambio de una etapa a otra, la variable dependiente.
En sus inicios, este modelo fue aplicado fundamentalmente al consumo de tabaco. En los procesos de paso de una etapa a otra
actúan los procesos de cambio: pej. al tratar las recaídas (transición de las etapas de acción o mantenimiento a una previa a la
acción) el modelo predice que la utilización de cuatro de estos procesos (los cuatro primeros procesos conductuales citados
anteriormente) influye en la progresión de la etapa de acción a la de mantenimiento.
En la aplicación de este modelo a diferentes conductas de salud, los autores consideran que se ha encontrado un fuerte apoyo a
la generalidad de los tres constructos básicos del modelo: las fases de cambio, los pros y los contras de la acción de salud y la
integración entre las fases y el balance de la decisión:
Aplicado a la práctica de ejercicio, se ha encontrado que la fase de precontemplación aporta más razones y con más
rapidez en contra que a favor de realizar esta actividad, mientras que la de mantenimiento, aunque proporciona más
argumentos a favor que en contra, no hay diferencias entre ellos en la latencia de su aparición los autores concluyen
que es posible que uno de los factores para que la gente no realice ejercicio regularmente es que en la fase de
precontemplación las personas no pueden pensar en las razones para hacerlo.
Estudios recientes han hecho una aportación muy interesante al aproximar los modelos continuos a los procesuales: en un
intento de integración combinan la teoría de la motivación por la protección con el modelo transteórico.
Como apoyo al esquema procesual, obtienen que la interacción entre las variables de la Teoría de la motivación varía en
función de la etapa en que se encuentran, así como que son predictoras de la transición de las etapas del modelo
transteórico.
La utilización de esta perspectiva como referencia para la intervención permite que se pueda sacar el mejor partido de las
personas en tratamiento al elegir como blanco las variables que se asume que van a influir en la transición de una fase a la
siguiente puede suponerse que la intervención será más eficaz que en un estudio habitual, en el cual se trata por igual a todos
los participantes sin tener en cuenta su fase de cambio.
En las revisiones de las aplicaciones de los distintos modelos se han obtenido valores moderados para la relación entre la
percepción de la probabilidad de la amenaza y la conducta de salud. En un metaanálisis entre la probabilidad del riesgo percibido
y la susceptibilidad percibida con la conducta de salud se obtuvieron valores algo mayores.
Se considera que estos valores tan discretos podrían mejorarse si se refinara la calidad en las medidas que se toman del
riesgo, se llevaran a cabo estudios prospectivos en los cuales pudiera probarse que el riesgo motiva el comportamiento
de salud y se tuviera en cuenta la influencia que pueden tener otras variables intermedias.
Esta tendencia se observa por primera vez en un trabajo de Larwood, quien demostró que la mayoría de sus participantes
estimaba que su probabilidad de contraer la gripe era menor que la probabilidad de una persona media (semejante).
En esta dirección, Weinstein introdujo el término optimismo ilusorio, definido como “la creencia generalizada de que la
probabilidad de que a uno mismo le ocurra un acontecimiento positivo es mayor que la de una persona semejante y que
la probabilidad de que le ocurra algún suceso negativo es menor que la de una persona semejante”.
Se trata de un sesgo que manifiestan los individuos, pero que se mide en el dominio grupal.
En el otro polo se encuentra el pesimismo ilusorio, referente a “la tendencia general a pensar que la probabilidad de que un
suceso negativo le ocurra a uno mismo es mayor que la de una persona semejante y menor la probabilidad de que le ocurra un
suceso positivo, respecto al mismo tipo de persona”, aunque parece que es un sesgo inusual.
Un aspecto importante y polémico es la forma de medir este sesgo, de manera directa o indirecta estas medidas no son
intercambiables, puesto que conducen a resultados diferentes cualitativa y cuantitativamente,
Directa (Weinstein) con una sola pregunta respecto al riesgo propio en comparación con el de una persona
equivalente: este tipo de medida arroja valores más altos de optimismo ilusorio.
Indirecta: mediante dos preguntas separadas en las cuales se debe estimar el propio riesgo y el de otra persona
Parece que este tipo de medida identifica este constructo con mayor claridad. También se han tenido en cuenta el orden
de las preguntas, el rango numérico de respuesta y la polaridad de este.
En general se ha encontrado mayor optimismo irrealista al emplear el método directo, con escalas unipolares, y en las escalas
indirectas al preguntar primero por la estimación de la probabilidad propia y en segundo lugar por la de otra persona; sin
embargo se ha observado mas pesimismo ilusorio al utilizar escalas indirectas y unipolares, que al emplear medidas directas.
Es de resaltar la forma en que se ha aplicado este sesgo a enfermos con diferentes enfermedades, como el VIH o los problemas
cerebrovasculares, o en los accidentes de trafico:
En relación a los accidentes de tráfico, la mayoría de los conductores percibe que tienen más habilidades en la
conducción de vehículos que la media y se creen más invulnerables ante la probabilidad de sufrir un accidente.
En relación a las distintas enfermedades o sus consecuencias negativas, este sesgo no ha surgido de igual manera: pej.
Weinstein no encontró ilusión de invulnerabilidad en la percepción de la probabilidad para desarrollar una úlcera, tener
cáncer inespecífico o hipertensión.
CONTROL Y SALUD
Si se entiende el control como la habilidad para regular los resultados que se desean mediante las respuestas adecuadas, el
control percibido se refiere a las expectativas de tener el poder para participar en la toma de decisiones en relación con la
obtención de una consecuencia deseada En otras palabras, las consecuencias están supeditadas a las acciones propias.
Según la estrategia utilizada para conseguir determinado resultado, se distinguen tres formas de ejercer el control:
Mediante la conducta o control conductual.
Con la decisión o control decisiona.
Con la cognición o control cognitivo.
Otra clasificación diferencia el control conductual y el cognitivo del control informacional y del retrospectivo, y añade a la
clasificación anterior el control que se adquiere por la obtención de información y de la experiencia pasada.
También se ha relacionado con la percepción de riesgo: en general se espera que tengan una relación indirecta, de manera que a
mayor percepción de control, menor es la estimación del riesgo, sin embargo esta relación dependerá de distintos factores
(cognitivos, afectivos o situacionales), como la cantidad de la amenaza o riesgo, o la atribución que se le hace. De esta manera, el
control percibido solo aparece como predictor del riesgo estimado si la cantidad de amenaza es baja.
En cuanto a la forma en que la percepción de control se ha relacionado con la enfermedad y el proceso de tratamiento, puede
afirmarse que los problemas de salud, como generadores de estrés y de cambios relacionados con consecuencias en su mayoría
indeseables, pueden producir una disminución del control percibido.
En este contexto es relevante la teoría de la indefensión aprendida, que se centra en la falta de control como la
experiencia repetida de una ausencia de contingencia entre nuestras acciones y sus resultados, siendo la experiencia en
los problemas de salud una situación típica y especialmente propicia para que esto ocurra.
Trabajos sobre las consecuencias de la pérdida de la percepción de control en relación con las respuestas de los enfermos al
entorno hospitalario y al proceso de despersonalización que produce.
Taylor encuentra dos patrones de respuesta opuestos cuando una persona se introduce en un entorno que genera falta de
control personal, como el hospital.
Un paciente bueno que es colaborador y se muestra interesado en cooperar con los profesionales sanitarios, pero pasivo
e incapaz de quejarse como consecuencia de una respuesta de desvalimiento.
Un paciente malo que se esfuerza por obtener atención e información, rompe con las rutinas del hospital y presenta
quejas como resultado de la reactancia psicológica o deseo de recuperar la libertad e intento de controlar la situación.
En la misma línea, otros autores han etiquetado de otra manera a estos patrones de respuesta, pero siempre responden a la falta
de control. En el contexto español se obtuvieron dos categorías.
Un paciente colaborador caracterizado por la obediencia, el respeto y el agradecimiento hacia los profesionales, así como
por el compromiso y cumplimiento de las prescripciones terapéuticas, capacidad de afrontar la enfermedad y la
educación sanitaria.
Un paciente conflictivo caracterizado por la resistencia, la desconfianza y la falta de atención hacia los profesionales
sanitarios, la incapacidad de adhesión terapéutica y compromiso y, en general, irritabilidad, reactancia y exigencia.
Aunque las últimas son valoraciones de profesionales sanitarios, muestran lo que puede definirse como una primera dimensión
general representada por la obediencia/resistencia extrema, que responden a la pérdida de control en forma de desvalimiento y
de reactancia.
Tiene un carácter multidimensional, en el cual se han distinguido (aplicando la “Escala Multidimensional del Locus de Control de
Salud” de Wallston) una dimensión interna y dos externas: una basada en la suerte y la otra en el poder de otras personas
pej. los enfermos crónicos suelen tener medidas altas en la escala de control de poder de otros, especialmente respecto a los
profesionales sanitarios, ya que suelen adoptar relaciones de dependencia con ellos.
Para aumentar su valor predictivo el locus de control de salud se ha asociado a otras variables, fundamentalmente la medida del
valor de salud, en relación a la importancia que tiene para la persona la salud respecto a otros valores.
Wallston añade otras variables que, de acuerdo con el autor, moderan la relación entre el locus de control de salud y la
conducta de salud, como la autoeficacia, el control conductual percibido o la competencia percibida.
a) Autoeficacia y salud
La percepción de control es un concepto próximo al de autoeficacia hasta el punto de que muchas veces se ha optado por no
diferenciarlo, sin embargo en la actualidad se tiende a distinguir ambas medidas y a valorarlas de forma independiente.
El control percibido se refiere a las creencias generales sobre el mundo.
La autoeficacia se refiere a las vivencias del individuo en el pasado relacionadas con un contexto específico.
El concepto de autoeficacia, que surge dentro de la teoría social-cognitiva de Bandura, se relaciona con las habilidades que
tienen las personas para desarrollar la actividad que les permita alcanzar una serie de objetivos: no se trata de las habilidades
que tienen las personas, sino de una percepción respecto a ellas y en una situación determinada.
De acuerdo con esta característica (contexto específico) se convierte en un determinante más fuerte de lo que lo sería
otro constructo general, como el control percibido (otros autores consideran que la autoeficacia puede generalizarse
mediante conductas y situaciones).
Wallston desarrolla una medida general similar, la competencia percibida en salud, que define como una creencia en que se es
capaz de controlar las cuestiones sobre la salud y conseguir un estado de bienestar, este concepto incluye tanto las expectativas
conductuales como las de respuesta.
De acuerdo con las teorías de la atribución, las explicaciones que se realizan de los acontecimientos que tienen que ver con la
salud no solo proporcionan una guía para actuar en el momento de la amenaza, sino también las acciones futuras, ayudando a:
a) Comprender por qué se está enfermo.
b) Manejar el entorno más inmediato de amenaza (sensación de control, significado y autoestima).
c) Relacionarse con los profesionales sanitarios.
d) Establecer e intervenir en el comportamiento de salud y enfermedad.
e) Educar para la salud.
La investigación psicosocial que relaciona la atribución con la salud realiza tres importantes contribuciones, que son el contenido
fundamental de sus aplicaciones.
Estudios para buscar las explicaciones que se dan a problemas de salud concretos con el fin de encontrar una
estructura en las atribuciones de la enfermedad.
Considerar las atribuciones como un determinante sociocognitivo que se relaciona con el comportamiento preventivo,
la búsqueda de ayuda y la adhesión terapéutica.
Por último, su función adaptativa las incluye en lo que se han llamado ilusiones positivas dentro de una teoría basada
en la adaptación cognitiva.
Existen muchos factores que complican la interpretación correcta de los síntomas, como la ambigüedad de las sensaciones
físicas y/o psicológicas, su seriedad, su capacidad para limitar la funcionalidad de la persona, el deseo de preservar la
autoestima, la existencia de procesos afectivos que limitan la atención o su enmascaramiento en un proceso crónico. Además la
situación se complica cuando se incluyen los aspectos culturales, que influyen tanto en la interpretación de los síntomas como
en su expresión.
En cuanto a su interpretación, los trabajos de Zola llaman la atención sobre el hecho de que la respuesta a los síntomas
depende de lo común que sea su aparición en las diferentes culturas pej. en Méjico, la India y el suroeste de Estados
Unidos la diarrea es una experiencia diaria, y por tanto no se consulta al médico.
Respecto a su expresión, Zborowski encontró que los italianos expresaban quejas por el dolor en sí mismo mientras que
los judíos manifestaban preocupación por su estado de salud subyacente.
Atribución de la enfermedad
De acuerdo con King, las atribuciones de la enfermedad pueden definirse desde dos puntos de vista:
Como una explicación sobre las causas de la enfermedad y/o de lo que el paciente es o piensa que va mal.
Como una creencia, que al igual que las creencias del modelo de creencias de la salud, es altamente subjetiva y
representa la interpretación individual de una enfermedad o de un síntoma.
Fundamentalmente se han estudiado mediante las explicaciones naturales que ofrecen las personas para después organizarlas
en categorías de acuerdo con las teorías de la atribución, se trata de ajustar las dimensiones atributivas de Weiner (interna/
externa, controlable/incontrolable, estable/inestable) a los esquemas de los entrevistados. Dentro de esta línea de investigación
destacan:
Los estudios de Taylor, quien mostró que la mayoría de mujeres enfermas de cáncer de mama que participaron en su
estudio (95%) tenían una explicación sobre la causa de la enfermedad.
King obtuvo las explicaciones naturales de la hipertensión que luego estructura en función de las dimensiones clásicas y
encuentra 15 posibles causas.
En los trabajos de Shiloh et al. se investigan las atribuciones para, desde una estructura general, relacionarlas con otros
aspectos cognitivos de la salud, como correr el riesgo de enfermedad o la recuperación de la enfermedad. Obtienen una
estructura general de las atribuciones de la enfermedades que consideran generalizable a distintas situaciones las
causas se clasifican en 3 categorías fundamentales que, a su vez, se dividen en subcategorías, sobre lo cual construyen la
escala de atribuciones de las enfermedades (Illness Atributions Scale, IAS).
REPRESENTACIÓN DE LA ENFERMEDAD
Con el fin de explicar la forma en que se responde a las amenazas para la salud, Leventhal propuso el modelo del sentido común
de la amenaza para la salud, cuya variable fundamental es la representación de la enfermedad.
Desde la perspectiva del sentido común aplicado a la salud, se entiende que el comportamiento de salud es un proceso
autorregulatorio que se produce en dos niveles, emocional y cognitivo, y lo hace de forma simultánea y paralela, lo
que permite que puedan surgir objetivos distintos e, incluso, contradictorios.
El modelo se centra en el proceso inmediato de respuesta a la existencia de síntomas y en la forma en que esta se convierte en
signo de enfermedad. Puede esquematizarse en tres fases:
I. Representación de la emoción y de la amenaza: La representación emocional genera la necesidad de control del miedo
y la representación cognitiva, la de control del daño.
II. Establecimiento de las estrategias de afrontamiento: la representación de la enfermedad, como el componente
esencial del modelo, determinaría las estrategias de afrontamiento que realizan las personas para hacer frente a la
amenaza o, lo que es lo mismo, dichas estrategias variarían en función de la representación que las personas hacen de
la amenaza.
III. Valoración de las estrategias para controlar la amenaza: la evaluación de las estrategias incorpora la nueva
información o retroalimentación a la representación, y a partir de ella se establecerían los objetivos, procedimientos,
estrategias y criterios para valorar el éxito y la eficacia de la respuesta.
Leventhal, Brissette y Leventhal sustentan este modelo en dos proposiciones subyacentes básicas:
Las personas actúan como científicos del sentido común cuando construyen las representaciones de la enfermedad.
Estas representaciones generan objetivos para controlar y sugieren estrategias para conseguirlos, así como criterios para
valorar su eficacia.
Una de las predicciones fundamentales del modelo consiste en el hecho de que las variaciones en las representaciones conducen
a diferentes respuestas ante las amenazas para la salud. Hay estudios que confirman este planteamiento.
Los primeros trabajos al respecto, realizados con personas con hipertensión, demostraron que los hipertensos que
tenían una representación de la enfermedad compuesta por la asociación de los síntomas con la enfermedad, la
creencia en el control de los síntomas con tratamiento y los que consideraban que su enfermedad era un trastorno
crónico se adherían mejor a las prescripciones terapéuticas y, por tanto, sus estrategias de afrontamiento eran más
funcionales que las de aquellos que no compartían esta representación.
Este modelo se ha aplicado también a otros trastornos, como el VIH y enfermedades coronarias: en el VIH se ha
encontrado que es más fácil implicar a las personas afectadas en conductas de salud y evitación del riesgo cuando se
tiene en cuenta su representación de la enfermedad.
La representación de la enfermedad se ha asociado también con el género: en los trastornos coronarios se ha
encontrado que cuando se trata de un hombre (representación coherente), produce conducta de petición de ayuda
mientras que, cuando se trata de una mujer (representación incoherente), se realizan atribuciones erróneas, se produce
incertidumbre e, incluso, se retrasa la petición de ayuda Esta asociación ocurre hasta el punto de que la gente
recuerde mejor un accidente de estas características cuando el afectado es un hombre que cuando es una mujer.
En relación a la representación del riesgo en las situaciones intermedias (pej. cuando una persona sabe que está en riesgo o se
está recuperando) se ha encontrado que las personas en riesgo de padecer cáncer por distintas razones (herencia, tabaco y rayos
X) encuentran que la percepción del riesgo es mayor en los que tienen causas genéticas, seguidos de los fumadores, los técnicos
y el grupo control, aunque no encuentran diferencias en la atribución de las causas ni en la respuesta emocional.
De acuerdo con los autores, estos datos apoyan la idea de que las personas aplican procesos cognitivos adaptativos para
intentar evitar estrés y que éste afecte a su calidad de vida preocupándose por los riesgos para su salud.
Consideran que los fumadores y los técnicos de rayos X utilizan el optimismo irrealista cuando comparan su riesgo
con el de los otros grupos.
En cuanto a las personas de propensión genética, si bien reconocen que su situación de riesgo es mayor que la de los
otros grupos, utilizan dos formas de sesgo al valorar de forma más positiva que los otros su estado de salud general y
desestimar el riesgo, en sus casos, de las otras causas del cáncer De esta manera, su riesgo total, en comparación
con el de los otros grupos, queda igualado.
De acuerdo con la teoría de la adaptación cognitiva planteada por Taylor, determinados procesos cognitivos se producen como
una respuesta de ajuste ante las amenazas (como los trastornos de salud o sus demandas) que se centra en la búsqueda del
significado de la experiencia, un intento de controlar la situación y de proteger y ensalzar la autoestima De acuerdo con la
autora, los procesos de atribución, las creencias de control y la comparación social responden a los 3 objetivos de esta teoría.
Esta interpretación de los procesos cognitivos ha tenido una importante repercusión en los trabajos de investigación
que asocian la salud con las variables sociocognitivas y ha aportado evidencia del carácter adaptativo de los procesos
cognitivos o las ilusiones positivas (como los denominan Taylor y Brown).
Taylor y Brown hicieron una afirmación que, de alguna manera, resultó revolucionaria en el entorno de la salud mental: “muchas
teorías prominentes han argumentado que tener una percepción exacta de sí mismo, del mundo y del futuro es esencial para la
salud mental. Sin embargo, una cantidad considerable de evidencia de investigación sugiere que una evaluación demasiado
positiva de sí mismo, una percepción exagerada de control o dominio y un optimismo irreal son características del pensamiento
humano normal”.
Taylor y Brown acumulan evidencia empírica que relaciona las ilusiones positivas con el ajuste psicológico en el proceso de salud
y enfermedad, el bienestar y medidas fisiológicas de salud. En los primeros estudios, con enfermos de cáncer, encuentran tres
resultados fundamentales:
1. La mayoría de personas buscan el significado de su experiencia en la enfermedad a través de los procesos de atribución.
2. Los que se creían capaces de controlar el cáncer ellos mismos o sus médicos tenían un ajuste más positivo al proceso
general.
3. Mantenían su autoestima por procesos de autoensalzamiento, llevando a cabo atribuciones defensivas al asociar el
acontecimiento negativo a fuerzas externas y por comparación social, tomando como criterio personas en peores
circunstancias que las suyas.
En cambio, encontraron trabajos en los que la percepción real de uno mismo se relacionaba con estados de depresión, baja
autoestima y estados emocionales negativos.
Como conclusión, los autores asocian las ilusiones positivas con los criterios que tradicionalmente han descrito la
salud mental: capacidad para ser feliz, de formar vínculos sociales, para crear y producir en el trabajo, de demostrar un
nivel alto de motivación y persistencia para perseguir sus objetivos, y la habilidad para adaptarse con éxito a los
acontecimientos estresantes.
La teoría de la adaptación cognitiva fue criticada por diversos autores aludiendo a la falta de estudios sólidos, a limitaciones
metodológicas, vaguedades conceptuales y anomalías empíricas, aunque reconocieron que las ilusiones positivas pueden ayudar
en la regulación de las emociones. Concretamente se criticaron tres de las propuestas de Taylor:
1. La interpretación que hacen de ciertas conductas, como ilusiones.
2. Que afirmaran que los sesgos e ilusiones caracterizan el comportamiento de las personas normales.
3. Su concepción de la salud mental.
Más allá de la polémica que abrieron ambas perspectivas, parece que los estudios apoyan mayoritariamente la teoría de la
adaptación cognitiva, aunque quedan aspectos sin resolver.
A esto se referian Taylor y Armor cuando mencionaban la retroalimentación negativa a la cual siempre están expuestas,
es decir, que la realidad desconfirme las ilusiones (pej. la comunicación de la causa exacta de la enfermedad cuando se
estan haciendo atribuciones externas para huir de la responsabilidad), de esta manera, según aumentan las ilusiones
positivas, también lo hace la retroalimentación negativa, por lo que abren la posibilidad de que otros procesos puedan
desempeñar esta función adaptativa.
Además de la retroalimentación negativa, quedaba pendiente conocer el proceso psicológico que subyace al efecto en
la salud de las ilusiones positivas y de sus mediadores.
Finalmente, se considera el nexo entre esta perspectiva y la psicología positiva ya que se orientan hacia los aspectos positivos de
la experiencia y de los recursos para mejorar el bienestar El optimismo, adquirir poder sobre uno mismo, dar a la experiencia
un significado positivo, entre otros, son aspectos fundamentales para intervenir en la salud.
ADHESIÓN TERAPEUTICA
Concepto, extensión y medida
La adhesión terapéutica puede entenderse no solo como la medida en que la conducta de una persona coincide con las
prescripciones terapéuticas (definición clásica de Haynes), sino también como el establecimiento de un vínculo de confianza,
compromiso y satisfacción con los profesionales sanitarios y de un comportamiento de salud adaptativo relacionado con la
calidad de vida de la persona.
Aunque la última medida de la adhesión continua siendo el cumplimiento de las indicaciones terapéuticas, la medida en
que se establece una buena relación con los profesionales sanitarios y la forma en que el comportamiento terapéutico
se adapta al estilo de vida son elementos fundamentales para conseguir la adhesión.
Aunque es difícil aportar cifras generales de este problema, puede afirmarse que la cuarta parte de las personas en tratamiento
no lo siguen:
• En procesos agudos no se adhieren a las recomendaciones del 20 al 40%.
• Del 30 al 60% en enfermedades crónicas (pej. en España la adhesión de las personas diagnosticadas de hipertensión
arterial en tratamiento farmacológico no supera el 50%.
• Del 50 al 80% cuando se trata de un régimen preventivo.
Las estimaciones varían también según el tipo de tratamiento, especialmente cuando conllevan un cambio en el estilo de vida
como ocurre en las enfermedades crónicas clásicas (diabetes, hipertensión…, así como en las nuevas (cáncer, VIH…).
En cualquier caso, las consecuencias de la falta de adherencia siempre son negativas: desde el aumento de los síntomas y la
recurrencia de la enfermedad hasta la muerte, a su repercusión en la población general, como el descenso de la salud de la
población y el aumento del coste sanitario.
Uno de los problemas fundamentales de los estudios sobre la adherencia terapéutica es la dificultad que comporta su medida.
Pueden emplearse formas directas (niveles en sangre y excreción urinaria) o indirectas (pej. objetivos terapéuticos) según se
empleen métodos más directos, las cifras de adherencia disminuyen Como todos estos métodos presentan problemas, la
mejor opción es emplear distintas medidas combinadas, siendo lo más frecuente el autoinforme.
Un cuestionario clásico muy utilizado y con buenos resultados es el de Morinsky, traducido al español y validado en
nuestro país. Consta de cuatro preguntas sobre si el paciente se olvida de tomar alguna medicación, si las toma a la hora
adecuada y si se deja de tomarlas si se encuentra bien o, por el contrario, se encuentra mal. Puede añadirse alguna
pregunta sobre la medicación, próximas citas, etc.
Formación general
Nivel socioeconómico Cultura
sanitaria
Características de la
Adhesión terapéutica Apoyo social
enfermedad,tratamiento
En cuanto a los aspectos más relacionados con el marco social (nivel socioeconómico, educación o formación y cultura) influyen
en la expresión de los síntomas, la concepción de la enfermedad, la vivencia de la enfermedad, el acceso a los recursos sanitarios
e, incluso, en el hecho de que se enfermen más o menos personas.
Por ejemplo, los niños se dan cuenta de la medida en que están enfermos por su participación o no en las tareas
escolares y los juegos con sus amigos.
También la salud y los comportamientos de salud se ven de distinta forma para una persona apreciablemente sana o
enferma, para un trabajador que tiene vivienda, formación y que está arraigado en su país, que para una persona
inmigrante, sin trabajo seguro, que comparte una vivienda y que tiene dificultades de acceso a los recursos sanitarios:
en España las personas de menor posición soecioeconómica enferman más que los de posición más alta.
Así mismo los procesos de exclusión social son causa de estrés, activación fisiológica, ansiedad…, y en general, de una
salud pobre tanto física como psíquica.
Dentro de la comunicación destacan los clásicos estilos de los médicos en la interacción verbal:
Interacción centrada en el médico frente a interacción centrada en el paciente: la primera describe el comportamiento
de un profesional que centra la atención en los procesos orgánicos exclusivamente, hace preguntas directas y no
estimula ni responde a los intentos de participación del enfermo, mientras que en la segunda el médico tiene en cuenta
los aspectos psicosociales de todo el proceso del problema de salud, hace preguntas abiertas, favorece la
autorrevelación e intenta evitar la jerga médica.
Estilo afectivo frente a estilo activo-dominante: en el afectivo el médico intenta establecer una relación positiva con el
enfermo, al escucharlo, dedicarle tiempo y demostrar interés y simpatía, mientras que en el segundo el médico remarca
su condición de experto, no tiene en cuenta las opiniones del enfermo y se otorga la máxima autoridad en la toma de
decisiones.
La asistencia centrada en el usuario/enfermo se ha relacionado con la satisfacción de los enfermos y con la adhesión terapéutica,
si bien se tiende hacia estilos generales que combinen la participación del profesional como experto con la participación activa
del usuario y la adecuación de ambas dimensiones a cada situación.
La atención centrada en el enfermo facilita que el usuario/cliente exprese su perspectiva de la situación y que participe
en el proceso, aportando datos y cumpliendo el tratamiento, lo que tiene mucho que ver con el componente
socioemocional de la comunicación En muchos casos atender a los aspectos psicosociales de la consulta mostrando
comprensión o interés, se ha considerado más eficaz que el intercambio de información, por lo que se destaca la
necesidad de su presencia en la formación de los estudiantes y profesionales sanitarios.
En general, se identifica como comunicación afectiva o socioemocional a la expresión de la atención, el cuidado, la
preocupación, el interés, la implicación, la empatía, la comprensión, la escucha y el aliento al enfermo.
La comunicación de información es otro de los objetivos fundamentales de la asistencia sanitaria. Los trabajos sobre este
aspecto ponen de manifiesto los obstáculos que encuentra este intercambio de información:
Se trata de información cargada de emoción al tener que ver con malas noticias: después de un diagnóstico que genera
estrés, es fácil no recordar las recomendaciones posteriores, por lo que se recomienda asociar el diagnóstico con las
recomendaciones.
La información suele ser compleja y se expresa en términos de jerga médica.
Las malas noticias pueden producir respuestas sesgadas por autoensalzamiento que hagan recordar los aspectos
positivos.
La memorización de la comunicación puede complicarse.
Los conocimientos de los usuarios sobre los aspectos sanitarios pueden ser mayores o menores y los profesionales
sanitarios tienden a infravalorarlos.
Otros aspectos son la edad del enfermo, el consumo de sustancias, el uso de ordenadores en la consulta, y hasta el
género del profesional.
En la actualidad se considera positivo un modelo de comunicación similar a las relaciones entre compañeros, basado en la
negociación y toma de decisiones mutua de manera que el enfermo cada vez se implique más y consiga más autonomía bajo la
guía del profesional sanitario.
Apoyo social
El apoyo social se refiere a la provisión de elementos instrumentales (dinero, traslado, trabajo doméstico, etc.) y expresivos
(aceptación, escucha, etc.) reales o percibidos en momentos de estrés o normalidad.
En general, la falta de apoyo se ha relacionado con un deterioro de la salud y diferentes enfermedades, sin embargo, también
hay factores, como las características de la enfermedad, la fase del proceso o la fuente de origen que puede provocar un efecto
negativo o disfuncional.
Un ejemplo clásico es la victimización que hacen los familiares y amigos de las personas con cáncer.
En el caso del VIH por ejemplo, una persona comentaba que tenía mucho apoyo de su familia, pero que no le dejaban
dar un beso a sus sobrinos.
El mismo tipo de apoyo puede tener efectos positivos o negativos, según el caso se ha distinguido entre:
• Apoyo social positivo: cuando se trata de expresiones de afecto y comprensión.
• Apoyo social conflictivo: si su efecto no se percibe por el receptor como una ayuda En este sentido se recuerda la
hipótesis de la especificidad del apoyo, según la cual el apoyo será efectivo si se ajusta a la tarea que hay que
solucionar.
En cuanto a la relación del apoyo social con la adhesión terapéutica, en general mantienen una relación positiva y es
especialmente importante para los enfermos crónicos.
Martos y Pozo introducen en su estudio los apoyos, tanto positivo como conflictivo, por cuatro fuentes (pareja,
familiares, amigos y profesionales sanitarios) que miden a través de la Escala de Apoyo social percibido específico para la
enfermedad los autores encuentran que las mismas fuentes proporcionan tanto el apoyo funcional como el
disfuncional: En concreto, la pareja y la familia proporcionaron el mayor apoyo de los dos signos y se relacionó
positivamente con la salud (subjetiva y objetiva) y la calidad de vida (se obtiene una relación positiva entre el apoyo
funcional y la adhesión, y entre el apoyo disfuncional y la falta de adhesión). Por otra parte, el apoyo disfuncional de los
amigos es el más influyente en cuanto a la dieta y el ejercicio.
INTRODUCCIÓN
A mediados del siglo pasado, esta situación comenzó a cambiar y se iniciaron líneas de trabajo cuyo objetivo prioritario, ahora sí,
era el estudio de la experiencia de envejecimiento, identificar las características de este periodo y responder a la necesidad de
llevar a cabo aplicaciones psicosociales que fueran relevantes socialmente.
Los manuales de referencia de la psicología social comenzaron a incluir capítulos sobre la vejez y el envejecimiento, se
multiplicaron las comunicaciones en los congresos y reuniones científicas especializadas y su aparición en las revistas de
referencia, se multiplicaron las líneas que se desarrollaron desde esta perspectiva, y se constató la gran variedad de
fenómenos que debían ser estudiados, entre ellos, diferenciar el envejecimiento “normal” del envejecimiento en
condiciones de discapacidad.
El origen de este cambio se encuentra en el profundo impacto social que produce el hecho de que las sociedades actuales estén
“envejeciendo”. De este modo nos encontramos con una situación que afecta de manera crucial a las sociedades y al ciclo vital
de las personas.
1. En ningún período de la historia las sociedades habían tenido tantas personas de mayor edad (mayores de 60 y mucho
menos, mayores de 80, que, según Naciones Unidas, pasara de 350 millones en 1975 a 1.100 millones en 2025).
2. Nunca antes este sector había constituido un porcentaje tan elevado de la población total (en 2025 el 13.7% de la
población de los países de Naciones Unidas estará en este intervalo de edad).
3. Nunca antes el periodo de la vejez había sido tan prolongado en el conjunto del ciclo vital de las personas (ha pasado de
ser un periodo muy próximo a la muerte a un periodo que puede prolongarse 25 años o más).
Una característica fundamental de esta situación es la aparición de nuevas necesidades sociales. El vertiginoso ritmo de
desarrollos y logros (sociológicos, tecnológicos, económicos, etc.) están transformando la vida social y las propias sociedades,
pero las sociedades aun no se han adaptado para ofrecer una respuesta a las demandas que ocasionan (en los años 80 Naciones
Unidas ya anticipó que la distribución poblacional mundial estaba cambiando y que el envejecimiento poblacional sería una
tendencia generalizada para la cual no estaban preparadas).
La dificultad de las sociedades para “anticiparse a la sociedad” ha provocado la aparición de problemas sociales, entre
ellos, poner en peligro el desarrollo socioeconómico y, simultáneamente, problemas que afectan el funcionamiento
cotidiano de las personas y su bienestar.
En definitiva, la cuestión del envejecimiento poblacional lleva a plantearse cómo responder a los problemas sociales que está
ocasionando En este contexto, Naciones Unidas acuña la expresión sociedades para todas las edades y con ella define así el
deseo de conjugar de la mejor manera posible el desarrollo socioeconómico y el envejecimiento demográfico.
En este modelo de sociedad, el desarrollo de las personas mayores y el que con su participación logra la sociedad en su
conjunto marcan el horizonte hacia el cual hay que dirigir las sociedades del futuro, es decir, este modelo de sociedad
sitúa a las personas de edad avanzada en el centro de las nuevas sociedades.
El estudio de la vejez y del envejecimiento se encuadra en un modelo continuo de desarrollo psicosocial de las personas, es
decir, considera el envejecimiento como un periodo en que las personas alcanzan logros y crecimiento psicosocial en términos
generales, ningún periodo de la vida se define exclusivamente por ser un periodo de perdida aunque, de hecho, se producen en
todos ellos y más visiblemente en la edad avanzada, pero esto no significa que el “objetivo” de ese periodo sea el deterioro, sino
que el desarrollo psicosocial de las personas ocurre, incluso, en esas condiciones y que los logros psicosociales que desarrolla
forman parte del ciclo vital de las personas.
La perspectiva psicosocial del envejecimiento analiza las relaciones sociales, las formas que adopta la participación social y, en
general, como las personas piensan y sienten acerca de sus propias vidas y de la sociedad en que viven, las cuales describen, en
definitiva, en qué consiste el envejecimiento normal.
El modelo describe el ciclo vital de las personas e identifica diferentes etapas vitales que se caracterizan por cierta madurez física
y social (desde la primera infancia hasta la edad adulta más avanzada) y por ciertos logros u objetivos psicosociales.
El avance normal de un momento evolutivo al siguiente requiere que las personas resuelvan exitosamente las crisis o
encrucijadas (8 en total) a las cuales los expone cada momento evolutivo Erikson concreta esta resolución exitosa en
que las personas adquieren ciertos desarrollos psicosociales que deben alcanzarse en cada etapa.
Cada una de estas crisis está provocada por un conflicto psicosocial determinado que se genera en las relaciones con
otras personas significativas La resolución exitosa de estos conflictos se concreta en desarrollar diferentes logros
psicosociales, pej. confianza básica frente a desconfianza en la primera etapa (ver tabla).
Las crisis del niño se articulan en el progresivo desarrollo de un sentido del yo seguro y sano.
El desarrollo de la identidad, que se inicia en la adolescencia, permitirá establecer relaciones íntimas y significativas con
otros. Finalizado este periodo, las personas son capaces de trascender y dar un sentido más amplio al yo, a la propia
productividad y al propio lugar en la sociedad.
Finalmente, el buen desarrollo psicosocial permitirá un nuevo análisis de uno mismo en la sociedad que lleve a la
aceptación de la propia vida pasada y presente, y que posibilite la aceptación de la propia muerte.
Promiscuidad Presunción
Distorsión Virtuosidad Fanatismo
Manifestaciones Impulsividad Crueldad (falta de Sobreeextensión integridad de
sensorial dirigida Rechazo a
desadaptativas Compulsión Inhibición intimidad) Rechazo identidad
Desvanecimiento Inercia pertenencia
Autoexclusión Desesperanza
Aunque Erikson no desarrolla su modelo en el marco de las sociedades del bienestar, queda perfectamente integrado en este
enfoque, ya que en su modelo se identifican las motivaciones sociales básicas sobre las que se construye el bienestar.
Este modelo, por tanto, puede entenderse como un proceso de cambios adaptativos construidos socialmente
mediante las relaciones sociales, que llevan a la persona a satisfacer diversas necesidades (vinculación, autoestima, etc)
y la necesidad de tener una existencia significativa.
El patrón de relaciones personales durante la vejez está determinado por el estilo de vida que se ha mantenido durante la
juventud y la edad adulta decisiones como casarse, tener hijos, etc. configuran un escenario de relaciones y de ausencia de
relaciones sobre el cual se construirá la vida social en edades más avanzadas.
Además hay otras variables que influyen en los patrones de relaciones de los mayores tales como el estado de salud y
las condiciones sociales, estructurales y culturales.
Paralelamente, se han identificado dos tipos de cambios, aparentemente contradictorios, que caracterizan el patrón de
relaciones en la vejez, aunque esta tendencia está condicionada por el grado y tipo de actividades que se mantuvieron en
periodos precedentes.
Por un lado, las personas reducen el número y tipo de relaciones que mantienen respecto a periodos anteriores.
Por el otro, se ha encontrado que con frecuencia las personas aumentan el tipo de actividades y roles que desempeñan
a partir de la jubilación
Teorías explicativas sobre las formas que adoptan las relaciones sociales en las últimas décadas de la vida
Teoría de la desvinculación social (Cumming, Henry y Diamanopoulos)
Esta teoría pretende explicar la reducción de relaciones durante la vejez los autores consideran que las personas reducen
voluntariamente sus contactos con la sociedad como una forma de adaptarse a la nueva situación, en concreto a la pérdida de
energía vital y a la conciencia de estar al final de sus vidas.
Teoría de la actividad (Atchley y Rosow)
Los autores desarrollaron esta teoría para explicar el patrón opuesto durante la vejez las persona desarrollan nuevos roles y
por este motivo aumenta la frecuencia de relaciones con personas de su misma edad.
Teoría de la selectividad emocional (Carstensen)
Esta teoría explica las dos tendencias anteriores de forma integrada y se enmarca en el contexto del envejecimiento exitoso.
La autora plantea que en la vejez las personas seleccionan activamente sus amistades Debido a la certeza de estar en la
etapa final de la vida, la función emocional de las relaciones es la más importante y motiva a las personas a buscar relaciones
afectivas positivas y que promuevan la mejor adaptación a esta etapa, de forma que las personas prefieren pasar el tiempo que
les queda con la familia y amigos próximos, optimizando las ocasiones de experimentar emociones positivas y minimizando el
riesgo de las negativas.
Del análisis de los cambios que se producen en las relaciones sociales durante la edad avanzada se extraen las siguientes
conclusiones:
Las personas durante este periodo cumplen funciones adaptativas fundamentales.
Las personas de mayor edad seleccionan aquellas relaciones que les pueden proporcionar experiencias gratificantes,
relaciones significativas que constituyan un apoyo social en situaciones adversas y reducen los intentos de establecer
relaciones que implican mayor incertidumbre o riesgo emocional.
Las frecuentes relaciones con miembros de la familia se caracterizan por la solidaridad intergeneracional.
Las relaciones con los amigos tienen que ver con el aumento de actividades y roles.
Con frecuencia, las personas de mediana edad y ya claramente cuando se aproximan a la edad avanzada observan que la imagen
social no coincide con la edad que sienten interiormente Esta distancia se denomina “la máscara del envejecimiento”. Tomar
conciencia de esta diferencia actúa como un recordatorio de la edad y lleva a las personas a reconsiderarse a sí mismas en
función de su edad.
La jubilación
Formalmente, se refiere al retiro del mundo laboral por haber cumplido la edad exigida por la ley (o por otros factores, como
estar incapacitado para trabajar). La jubilación produce sentimientos ambivalentes y además a porta a las personas dos aspectos
que contribuyen a su bienestar:
Ofrece legitimidad para el cese de las actividades laborales y para recibir una retribución económica que mantenga su
independencia.
Aporta un rol social a la persona y una identidad de adulto plena, ya que le da la oportunidad de ejercer
simultáneamente la autonomía personal, la libertad y la independencia.
Objetivamente, tiene importantes consecuencias ya que impone una ruptura con los roles y funciones sociales, los hábitos, la
organización de la vida diaria y repercute intensamente sobre el sentido de eficacia y competencia personal, por lo que no es de
extrañar que pueda producir experiencias de ruptura.
Existen diversos factores que determinan la forma en que las personas se adaptan a esta nueva situación, tipo de trabajo que se
h a relizado, nivel de ingresos, nivel educativo, etc.
En términos generales, se ha encontrado que disponer de recursos económicos adecuados, junto con un apoyo social
importante y un buen estado de salud, pronostican un afrontamiento más satisfactorio a la jubilación las relaciones
sociales son uno de los mejores predictores de un afrontamiento adaptativo.
En cambio, otros factores como mantener actitudes negativas hacia la jubilación o la incertidumbre acerca del nivel
económico tienen un efecto directo muy negativo sobre el ajuste.
En cuanto a los desajustes que puede producir la transición a la jubilación, se ha sugerido la importancia de su planificación.
Se ha encontrado que algunos de los factores que se asocian con un buen ajuste pueden deberse no a su efecto directo,
sino a que las personas que habían planificado su jubilación, ya sea de forma espontánea o programada, son los que
también disfrutan del resto de los factores facilitadores pej. las personas con mayores niveles de educación, más
ingresos y mayor posición profesional planifican mejor su retiro.
La preparación para la jubilación consiste en un proceso a través del cual se identifican las necesidades y propósitos, las
tareas y acciones concretas que se llevaran a cabo.
Este proceso debe iniciarse a lo largo de los 4 ó 5 últimos años de la vida laboral y continuar en la fase de transición
durante unas semanas o meses.
SIGNIFICADOS DE LA EDAD
La edad es un dato de la persona que proporciona mucha información, dado que en nuestras sociedades está asociada
diferencialmente con ciertos roles, actividades y, con frecuencia, diferentes espacios u horarios de uso (pej. cuando se fija un día
de la semana en cines o teatros en que los mayores de 65 disfrutan una tarifa más barata).
Asimismo, las personas tienden a desarrollar creencias estereotípicas acerca de los diferentes grupos sociales.
En un estudio de Smith y Boland se pidió a los participantes (estudiantes entre 18 y 33 años) que describieran a la
persona típica de edad avanzada: los participantes utilizaron características de personalidad, sociales, emocionales,
físicas y de salud.
Los estereotipos se adquieren desde edades muy tempranas, y se transmiten tanto pasiva como activamente:
Pasiva: situaciones en que se observan aspectos asociados con la edad, como la forma de caminar o la asociación entre
la edad y la jubilación.
Activa: pej. cuando se hace notar a una persona que se está comportando de forma inapropiada para su edad.
Todos estos factores contribuyen a que se desarrolle una visión más homogénea y simplificada de las personas de mayor edad,
que se generen expectativas de conducta diferenciales que se consideran normativas, y que se reduzcan las oportunidades de
intercambios y relaciones interpersonales multigeneracionales.
El estudio de Cuddy, Norton y Fiske mostró que la población general considera que los mayores de 70 años son menos
competentes e independientes que los adultos de mediana edad y que los jóvenes, y que presentan menor bienestar
físico y mental.
A pesar de la imagen negativa que se desprende de estas investigaciones, la característica que mejor los define es su
ambivalencia:
En el estudio de Chasteen, Schwarz y Park reaparecen las dimensiones negativas del estereotipo, pero también un gran
número de aspectos positivos, como calidez, amabilidad, sabiduría, etc. Las respuestas de compasión y simpatía que
produce esta ambivalencia de los estereotipos pueden comprenderse desde el modelo de contenido de los
estereotipos, de Fiske et al.
También existe evidencia del efecto que los estereotipos de los mayores tienen en la conducta Bargh, Chen y Burrows
realizaron dos experimentos en los cuales los participantes debían formar frases a partir de una serie de palabras.
El primer grupo debía construir las frases a partir de palabras relacionadas con el estereotipo de los mayores, entre
ellas, retirado, sabio, olvidadizo, rígido, tradicional, dependiente y aislado.
El segundo grupo realizó la misma tarea pero las palabras eran neutras en relación con la edad.
Cuando los participantes se dirigieron a la salida, los del primer grupo tardaron más tiempo en recorrer el pasillo que los
del segundo grupo.
Existen ciertas condiciones que actúan como moduladores, de forma que en ciertas condiciones se puede prevenir el uso de los
estereotipos.
1) Los estereotipos actúan en mayor medida cuando se carece de información personalizada o cuando la situación es
ambigua (pej. cuando uno se cruza con desconocidos), en cambio, a medida que aporta información personal es menos
probable que los estereotipos afecten las relaciones.
2) La simple activación del estereotipo no es una condición suficiente para que se aplique. Devine propone un modelo
secuencial de estereotipia que señala esta distinción.
• En una primera fase se activa el estereotipo, activación que es incontrolable y, con frecuencia, ni siquiera es
detectada por la persona.
• En la segunda fase se forma la impresión de la persona (estereotípica o no).
Al entender la estereotipia como un proceso en fases, puede indagarse sobre los factores que pueden interrumpir esta
secuencia, pej. estar motivado para no ser prejuicioso hace menos probable el uso de los estereotipos aunque se hayan
activado.
Otra cuestión importante que surge al observar la naturaleza evaluativa de los estereotipos es preguntarse si las personas
mayores son víctimas de prejuicio: La respuesta que se extrae de los estudios realizados es afirmativa.
A pesar de que el prejuicio hacia los mayores (edadeismo) es algo que ocurre con mucha frecuencia, las denuncias por
este tipo de trato son muy recientes, de hecho aún es infrecuente poner sanciones sociales contra expresiones de
actitudes negativas.
Estos estudios apoyan la idea de que el perjuicio perjudica el funcionamiento y el desarrollo normal de las personas de edad
avanzada al margen de los cambios físicos y sensoriales que se producen a lo largo de la vida, los estereotipos negativos
potencian de forma significativa estas pérdidas.
La necesidad de desarrollar una identidad social positiva, en el caso de las personas de mayor edad, está seriamente
comprometida Ante esta situación las personas deben ser capaces de desarrollar algún tipo de estrategia que les permita
mantener una imagen positiva de sí mismos a pesar de ser conocedores de los estereotipos y de las actitudes negativas que
despierta el envejecimiento, estas estrategias no son exclusivas de este período ni de este grupo de personas, sino que algunas
se utilizan cuando la autoestima social está amenazada.
Diversas teorías que analizan las relaciones intergrupales han sugerido que las personas de cualquier edad tienden a
mantener una identidad positiva. No obstante, los recordatorios de la edad les anticipan o confirman su pertenencia a
un grupo de edad devaluado.
Williams y Garrett realizaron un estudio con participantes de edades entre 20 y 59 años en el estudio se confirma que existe
un elevado acuerdo entre los participantes respecto a los intervalos de edad que abarcan la adolescencia y la edad de adulto
joven (desde los 12 hasta los 17 y desde los 18 hasta los 26, respectivamente); en cambio, cuando se planteaban el inicio de la
mediana edad y de la edad avanzada, los resultados variaban en función de la edad de los participantes.
Los más jóvenes (entre 20 y 29) consideraban que la mediana edad abarcaba desde los 37 hasta los 54 y que el período
de mayor edad empezaba a los 62.
Los de más edad (entre 40 y 54) marcaron el intervalo comprendido entre los 41 y los 57 y el de mayor edad a los 66.
Respecto a la edad autopercibida, hay estudios que constatan que a medida que las personas van cumpliendo años, tienden a
percibir mayores diferencias entre la edad que dicen sentir en su interior y la edad cronológica evitan la identificación con el
grupo de los mayores.
Desarrollo de visiones optimistas absolutas del propio proceso de envejecimiento (optimismo ilusorio absoluto)
Taylor y Brown argumentaron que las personas desarrollan visiones optimistas acerca de su futuro que les llevan a exagerar las
expectativas de control respecto a sí mismo y a su futuro (este mecanismo es muy importante para enfrentarse a las
incertidumbres de la vida, especialmente cuando hay mayor vulnerabilidad).
La diferencia entre estas reacciones y las anteriores es que en este caso la imagen positiva de sí mismo se construye sin
recurrir a la comparación con otros, es decir, se trata de un optimismo absoluto.
El optimismo permite adaptarse a la vida cotidiana con menos estrés y angustia, y su ausencia se relaciona con síntomas
de depresión y ansiedad.
Cuando las personas de edad avanzada se enfrentan a dificultades o pérdidas irreversibles relacionadas directamente con el
envejecimiento físico, las comparaciones hacia arriba producirán malestar dado que no pueden hacer nada por cambiar su
situación, mientras que las comparaciones hacia abajo les permitirán lograr una reubicación simbólica más satisfactoria de su
situación.
En cambio, cuando las dificultades no se pueden atribuir a la edad, cabe la posibilidad de que sean pérdidas o amenazas
reversibles y, por tanto, preferirán las comparaciones hacia arriba para mejorar sus expectativas y esperanza de recuperación.
Mecanismos psicosociales que llevan a las personas de edad muy avanzada a conservar un elevado bienestar subjetivo
cuando el nivel de salud es de fragilidad.
Mecanismos de selección socioemocional Consisten en seleccionar experiencias de vida emocionalmente ricas: Se buscan
experiencias que garantizan emociones positivas y se evitan las que implican mayor riesgo emocional, garantizando que el
equilibrio de pérdidas y ganancias se mantenga en niveles satisfactorios.
Mecanismos de compensación Se utilizan recursos alternativos para compensar las pérdidas en el dominio de la salud,
apoyos instrumentales (pej. gafas), médicos y humanos (pej. acompañantes) que reducen los efectos de las pérdidas.
Infraestimación de la salud Las personas afectadas por un declive de la salud tienden a minimizar la importancia de los
síntomas y los clasifican como normales para la edad que tienen. De esta forma les prestan menos atención y, en consecuencia,
menos malestar y frustración.
INTRODUCCIÓN
Dentro de la psicología social, la teoría y la práctica han sido siempre dos polos entre los cuales ha habido tensión y que han
tenido dificultades de convivencia, por lo que desde hace muchos años se ha reflexionado acerca de la necesidad de conectar
teoría y práctica, investigación e intervención Entre estas reflexiones se pueden mencionar diversos modelos:
Modelo de investigación-acción de Kurt Lewin, que señala la importancia del ciclo de planificación, actuación y
evaluación a la hora de abordar problemas sociales relevantes.
Modelo de ciclo completo de Cialdini, que propone poner a prueba el conocimiento psicosocial en contextos reales
para generar nuevo conocimiento psicosocial y comenzar de nuevo el ciclo.
Del mismo modo, la propuesta de una psicología social aplicable de Mayo y La France considera un modelo cíclico que,
partiendo de la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas conduce a un desarrollo del conocimiento que
debe desembocar en el uso de dicho conocimiento o intervención psicosocial para comenzar el ciclo de nuevo.
Estos estereotipos tienen sus orígenes en la forma en que se dieron a conocer los primeros casos de VIH, los cuales compartían
algo en común: todos eran hombres homosexuales y se bautizó a la enfermedad como el cáncer gay. A continuación se
detectaron casos en heterosexuales y todos tenían en común la adicción a la heroína. De este modo, la sociedad elaboró la
creencia de que era una enfermedad de gente marginal o desviada. Pronto se dieron cuenta de que la transmisión se producía
también entre hombres y mujeres por relaciones sexuales heterosexuales, pero puesto que las creencias ya estaban fuertemente
asentadas, se identifico VIH como signo de promiscuidad.
De acuerdo con los datos de la Sociedad Española Interdisciplinaria del SIDA (SEISIDA) en la actualidad la población
continua asociando el VIH con personas que ejercen la prostitución, homosexuales y personas que usan drogas.
El estigma también tiene su impacto en el plano grupal ya que afecta a la identidad social del colectivo y le confiere un carácter
especialmente devaluado.
Aunque la investigación es escasa, esta muestra que, al contrario de lo que ocurre con otros grupos estigmatizados, los
beneficios de pertenecer o sentirse identificado con el grupo de personas con VIH son menores que los inconvenientes
(ser objeto de rechazo y discriminación) que conlleva la pertenencia a dicho grupo Por ejemplo en los grupos étnicos
se ha hallado que la identificación con el grupo protege de los efectos negativos del prejuicio y de la discriminación.
Asimismo, la investigación demuestra que la población perteneciente a grupos estigmatizados (pej. población latina en Estados
Unidos) se enrola menos en las intervenciones destinadas a prevenir el VIH y que los programas de prevención inciden de
manera distinta en los diferentes grupos sociales previamente estigmatizados, debido tanto a cuestiones culturales (pej.
machismo) que entroncan con los estereotipos asociados con el VIH, como por el miedo al estigma asociado al VIH.
Algunos autores han utilizado el marco teórico del afrontamiento del estrés para clasificar las estrategias de afrontamiento de
los efectos del estigma Miller clasifica estas estrategias según el modelo de afrontamiento de Compas et. al; estos autores
consideran que diferentes tipos de prejuicios pueden crear diferentes estresores para las personas estigmatizadas y pueden
requerir tipos diferentes de afrontamiento, y divide las estrategias dos grandes grupos:
Estrategias de aproximación o implicación: que a su vez incluye dos tipos de estrategias:
o Afrontamiento de control primario: dirigido a influir en sucesos o condiciones objetivas que aumentan la sensación
de control. Incluye tanto estrategias dirigidas a resolver el problema como a regular las emociones o su expresión.
o Afrontamiento de control secundario: esfuerzos realizados para adaptarse a la situación.
Estrategias de evitación o desimplicación: conlleva esfuerzos que se desimplican del estresor o lo evitan.
Miller y Major señalan que las estrategias de afrontamiento están moderadas por varios factores:
Grado en que el estigma está asociado con una identidad grupal: es más probable que las personas que poseen un
estigma de naturaleza más colectiva se identifiquen con su grupo que aquellos cuyos estigmas son mas individuales
las personas más identificadas con su grupo mostraran mayor tendencia a recurrir a estrategias, como afiliarse
selectivamente con miembros de su grupo, buscar apoyo social de otros miembros del grupo o implicarse en esfuerzos
colectivos en beneficio del grupo.
Grado en que el estigma se puede ocultar: las personas con estigmas no visibles mostrarán mayor tendencia a ocultarlo
y es menos probable que busquen apoyo social o que se impliquen en acciones colectivas.
Grado en que la persona estigmatizada percibe control sobre el estigma o sobre las respuestas a él: el control
percibido sobre el problema es el mayor determinante del uso de estrategias de afrontamiento centradas en resolver el
problema.
Descripción de la investigación dirigida a profundizar en el problema social del estigma que sufren las personas
con VIH
El objetivo principal de esta investigación era analizar los efectos del estigma, tanto declarado como interiorizado, en la calidad
de vida de las personas con VIH, sin embargo, como hemos visto existen ciertas variables que podrían estar incrementando o
atenuando su impacto, por lo que esta investigación también profundizó en estas variables aunque estas variables se habían
estudiado desde diferentes aproximaciones teóricas y con diferente tipo de poblaciones, hasta el momento no se había
estudiado su efecto conjunto en la calidad de vida de las personas con VIH.
Se realizaron de forma sucesiva dos investigaciones en las que participaron 597 personas con VIH:
En primer lugar se realizo una investigación cualitativa para conocer cómo viven el estigma las personas con VIH: se
realizaron entrevistas en profundidad a 40 personas con VIH.
Con base en los resultados anteriores se realizó una segunda investigación de carácter correlacional con una muestra
numerosa para analizar qué variables influyen en la calidad de vida de las personas con VIH Las hipótesis de este
estudio se contrastaron mediante modelos de ecuaciones estructurales.
2. Las personas con VIH usan tanto estrategias de aproximación como de evitación para afrontar el estigma. Este estudio
halló formas de afrontamiento concretas para el estigma asociado con el VIH que no se habían puesto de manifiesto en otros
estudios y que sirvieron para diseñar la intervención.
3. El estigma declarado o prejuicio expresado por la sociedad tiene un impacto negativo directo en la calidad de vida.
Según manifestaban los participantes este tipo de estigma es una importante limitación para el desarrollo de una vida plena y de
un proyecto de futuro.
4. El estigma interiorizado tiene efectos negativos en la calidad de vida con la mediación de importantes variables. Dicho
efecto se producía en ocasiones de forma directa y en otras, de forma indirecta.
Disminuía la autoeficacia percibida para afrontar el estigma.
Aumentaba el grado de ocultación de la serología positiva a terceras personas.
Influía de forma indirecta en la disminución del uso de estrategias de aproximación para afrontar el estigma.
Influía positivamente en el uso de estrategias de evitación para afrontar el estigma.
Incrementaba el afecto negativo por la pertenencia al grupo.
Influía negativamente, de forma indirecta, en la cantidad de vínculos que los participantes establecían con otras
personas con VIH.
a) Presentación de la terapeuta.
b) Presentación de los participantes y explicación de sus expectativas con el programa de intervención.
c) Explicación de los objetivos y los contenidos del programa de intervención.
d) Rueda grupal de identificación de las dificultades de las personas participantes.
Sección 2. Estigma y discriminación. Características y consecuencias
a) Rueda grupal sobre la percepción de estigma declarado de las y los participantes.
Sección 2
b) Explicación teórica sobre la situación actual del estigma en España, sus orígenes y consecuencias en personas con VIH.
c) Rueda de identificación de síntomas de estigma interiorizado: Análisis grupal de sus orígenes e implicaciones.
d) Breve exposición teórica de las implicaciones de la ocultación del estigma.
e) Ejercicio grupal dirigido a analizar cuando y a quien se desea revelar la condición y entrenamiento en estrategias de
cómo hacerlo.
Sesión 2
Sección 1. Entrenamiento en autoestima
a) Ejercicio grupal dirigido a identificar y valorar la autoestima por cada participante.
Sección 1
Sesión 3
Habilidades para afrontar el estigma: habilidades de comunicación
a) Ejercicio grupal sobre situaciones de discriminación vividas.
Sección 1
a) Breve exposición teórica sobre los pasos para planificar objetivos y metas personales.
b) Rueda grupal de identificación de objetivos concretos por los participantes para después del taller.
c) Tareas: ejercicio escrito de autoestima y puesta en marcha de los objetivos de superación personal.
d) Rueda grupal final de evaluación del taller.
Los instrumentos utilizados para medir estas variables fueron los mismos que los usados en la investigación correlacional.
La autoestima se midió a través de una escala visual analógica de 10 cm. que llevaba dos palabras ancladas a los
extremos: La izquierda contenía la frase “tengo la autoestima muy baja” y la derecha “tengo la autoestima muy alta”.
Se obtuvieron 50 pares de cuestionarios (previos y posteriores al test) válidos para el análisis.
Para analizar las diferencias en las variables dependientes se realizó la prueba t de Student para muestras relacionadas:
dado el reducido tamaño de la muestra se comprobaron los resultados mediante la prueba no paramétrica de
Wilcoxon.
Atendiendo a los resultados de la evaluación, las personas que participaron en el programa redujeron su percepción de estigma
declarado e interiorizado, aumentaron su autoeficacia percibida para afrontar el estigma y su autoestima, e incrementaron el uso
de estrategias de afrontamiento de control primario y secundario de forma estadísticamente significativa.
Estas diferencias presentan un tamaño del efecto medio, excepto en el caso de la reducción del estigma interiorizado y
el incremento de la autoestima, que tienen un tamaño del efecto grande.
Resultados y conclusiones
De los resultados obtenidos se desprende que la intervención ha conseguido una reducción significativa tanto del estigma
declarado como del estigma interiorizado (diversas investigaciones anteriores habían puesto de manifiesto que los niveles de
interiorización del estigma son, incluso, superiores a los del estigma declarado). La reducción de la percepción de estigma en sus
dos dimensiones pone de manifiesto que los niveles de estigma declarado pueden estar distorsionados y ser percibidos en mayor
magnitud de lo que se presenta en la realidad en el caso de personas con VIH con altos niveles de interiorización del estigma la
correlación entre ambas variables nos indica que si intervenimos en una de las dos dimensiones se pueden conseguir
modificaciones en la otra.
La reducción del estigma interiorizado influye en una mayor autoeficacia percibida para afrontar el estigma y en el uso
de estrategias de aproximación para hacerlo.
Los resultados han mostrado un incremento significativo de la disposición al uso de estrategias de aproximación para el
afrontamiento del estigma, así como la percepción de autoeficacia para afrontarlo . Según el modelo de afrontamiento del
estrés de Lazarus y Folkman la respuesta de estrés se produce cuando se valora que no se tienen suficientes recursos para
afrontar el potencial daño o amenaza, por tanto el incremento en la percepción de autoeficacia puede hacer que no se produzca
ni se minimice la respuesta de estrés ante el estigma percibido.
INTRODUCCIÓN
Los estudios de prevalencia de la obesidad han puesto de manifiesto la elevada incidencia de esta enfermedad en los países
occidentales industrializados (está considerada la epidemia del siglo XXI).
Estas tasas tan elevadas han acabado por convertir la obesidad en un problema social. En España, en 2005, comenzó la Estrategia
NAOS las autoridades sanitarias asumieron que las tasas de obesidad tan elevadas que existían en nuestro país no se debían
tan solo a variables puramente individuales, sino que estas estaban muy influidas por variables sociales.
Uno de principales papeles que debe asumir la psicología social es el de convertirse en la abanderada de la lucha contra los
estereotipos hacia las personas obesas una de las consecuencias sociales más graves que han de afrontar las personas obesas
es la exclusión social producida por su peso.
Las prácticas de discriminación son muy comunes en este colectivo y la concepción tan negativa que se tiene de la
persona obesa es representada habitualmente en películas, libros, etc la película “Still Walking” es un ejemplo de la
concepción negativa que se tiene de la persona obesa.
Además de ayudar a cambiar la percepción social de la persona obesa la psicología social desempeña un papel fundamental en la
mejora del trato que se ofrece en la actualidad a las personas con exceso de peso El apoyo social de que dispone el paciente
es un elemento clave para lograr que consiga reducir su peso, como muestran diversas investigaciones.
Será también labor de la psicología social fomentar el apoyo de la familia, amigos y compañeros de trabajo para lograr
mayor éxito terapéutico la película Monster’s Ball refleja cómo el apoyo de la familia no solo no ayuda a la persona
para que pierda peso, sino que incluso entorpece y dificulta este intento.
La obesidad, además, está asociada con diversas enfermedades (comorbilidades), como dislipemias, diabetes de tipo 2,
hipertensión arterial, artropatía degenerativa o síndrome de apnea del sueño.
El parámetro utilizado para medir la obesidad es el índice de Masa Corporal Tipificación IMC (kg/m2)
(IMC), que representa el cociente de dividir el peso en kilogramos por la talla en Normopeso 18,5-24,9
metros cuadrados. Sobrepeso (Grado I) 25-29,9
Habitualmente se considera normal el peso inferior al cociente de 25, y Obesidad de grado II 30-34,9
en caso de valores de IMC iguales o superiores a 40 se trataría de
Obesidad grado III 35-39,9
obesidad mórbida.
Obesidad grado IV >40
Son varios los estudios realizados para medir la prevalencia de la obesidad en España.
Del análisis de estos estudios (siguiente tabla) se deduce un aumento de la tasa de prevalencia en los últimos años y se
pone de manifiesto la magnitud que está adquiriendo este problema.
En estos estudios se observa también la existencia de muchos obesos con un nivel socioeconómico bajo así como con
niveles inferiores de educación.
a) Contexto sanitario
Muchas encuestas han puesto de manifiesto que los profesionales sanitarios comparten una serie de creencias negativas sobre
las personas obesas estos profesionales suelen considerar vagos y poco inteligentes a sus pacientes obesos, en la línea del
estereotipo social predominante. Esta percepción negativa de la persona tiene consecuencias en la práctica clínica (algunas
investigaciones sugieren que determinados médicos, debido a los sesgos que poseen hacia las personas con sobrepeso, pueden
estar atendiéndolas de forma menos adecuada).
El estudio de Young y Powell, en el cual participaron médicos de diversas especializaciones, puso de manifiesto que
aunque eran conscientes de los riesgos de salud de las personas obesas a su cargo, se resistían a iniciar el tratamiento: la
razón fundamental de esta negativa era su creencia de que la escasa disposición a colaborar de la persona obesa hacía
inútil el tratamiento.
b) Contexto laboral
De acuerdo con Roehling, existe un estereotipo tan negativo del trabajador obeso (se cree que son más lentos, estúpidos y
torpes) que es prácticamente imposible que la gente con sobrepeso pueda competir en igualdad de condiciones en el mercado
laboral Se puede afirmar que no hay prácticamente un solo aspecto de este contexto del cual este ausente la discriminación:
Problemas en el proceso de selección de personal: se contrata menos a las personas obesas.
Remuneración económica inferior.
Puestos de inferior categoría.
Mayor tasa de paro.
c) Contexto educativo
El rechazo hacia las personas obesas comienza a la temprana edad de 2 años y se acaba traduciendo en diversas ridiculizaciones
por el peso, insultos y menor preferencia para realizar actividades con ellos.
Se han constatado casos de prejuicio hacia niños obesos en la escuela y casos de discriminación en el ámbito
universitario pej. las personas obesas encontraban mayores dificultades para que un profesor les escribiese una carta
de recomendación.
Diversos trabajos han mostrado que los padres de hijas con sobrepeso les proporcionan mucho menor apoyo financiero
para cursar estudios universitarios que a las hijas con un peso normal.
Consecuencias de la discriminación
De acuerdo con la investigación realizada, las consecuencias para el bienestar de la persona afectada son muy graves y por ello es
importante una intervención por parte de la psicología social. Muchos trabajos establecen una relación entre la discriminación de
personas obesas y el descenso en la calidad de vida de las personas con sobrepeso.
Carr y Friedman encontraron que las personas obesas de tipo II y III presentaban niveles de autoaceptación mucho más
bajos que las personas delgadas, sin embargo estos resultados estaban mediados por el número de discriminaciones
sufridas, es decir, las diferencias en autoaceptación no estaban determinadas por el peso en sí mismo, sino por las
consecuencias sociales del sobrepeso.
En el trabajo de Ashmore et al. se encontró que el bienestar psicológico está determinado, en parte, por las
experiencias sociales de discriminación y exclusión. Los autores aplicaron un cuestionario sobre situaciones
estigmatizantes para la persona con sobrepeso y otro sobre síntomas físicos y psicológicos para comprobar si estas dos
variables estaban relacionadas Los resultados indican que las situaciones de rechazo explicaban en torno al 18% de la
varianza del estrés psicológico.
Se han desarrollado tres estrategias que recurren a enfoques diferentes para lograr este objetivo, sin embargo todas persiguen el
mismo fin: mejorar la imagen negativa de la persona con sobrepeso:
1) Conseguir que las personas no culpabilicen a la persona obesa del peso que tiene centrada en aspectos cognitivos.
2) Reducir el prejuicio hacia las personas obesas a base de fomentar la empatía aspectos emocionales.
3) Basada en las normas sociales, intenta eliminar los estereotipos hacia las personas obesas con la modificación del
consenso social acerca de la expresión del prejuicio centrada en procesos sociales.
Entre los autores que han realizado trabajos desde esta aproximación pueden diferenciarse aquellos que los han llevado a cabo
con personas adultas y los que lo han hecho con población infantil.
No todos los trabajos han llegado a las mismas conclusiones, sin embargo la idea que subyace en todos ellos es que, si
se modifica la percepción de capacidad de control, se puede lograr una mejora de las actitudes hacia las personas
obesas.
Anesbury y Tiggeman utilizaron un diseño previo y posterior de carácter experimental para comprobar si la presentación de
información acerca de la capacidad de controlar el peso tenía alguna incidencia positiva en las actitudes hacia los niños obesos.
Presentaron a la mitad de los participantes (niños en edad escolar) abundante información acerca del papel de la genética
y la biología en la diferente apariencia física de las personas.
Posteriormente, como parte de una lección de clase, se presentó a los participantes fotografías de niños con diferentes
tamaños de cuerpo.
Los niños del grupo experimental (aquellos que habían recibido información que podía reducir la percepción de capacidad
de control) cambiaron de forma significativa las creencias acerca de la capacidad de control que tienen las personas sobre
su peso, pero, a pesar de ello no hubo ninguna reducción significativa de los estereotipos negativos de los niños obesos.
En conclusión: dentro de la población infantil no existen resultados que apoyen al 100% la eficacia de este tipo de estrategia
Empatía
Las estrategias de aumento de empatía y toma de perspectiva han demostrado su utilidad en la reducción de los prejuicios hacia
las personas estigmatizadas, por lo que los investigadores han tratado de aplicarlas al caso de los obesos. Al igual que en el
enfoque basado en las atribuciones de responsabilidad, los resultados son dispares.
Los estudios realizados desde esta aproximación solo han trabajado con población adulta los resultados son tan sólidos que
indican que esta estrategia es la más efectiva para cambiar las actitudes negativas acerca de las personas con sobrepeso.
En la siguiente tabla se presentan estudios que han aplicado, al mismo tiempo, las estrategias anteriores con el objetivo de
incrementar la eficacia de la reducción de los prejuicios hacia las personas obesas.
Respecto al apoyo social, debe tenerse en cuenta la distinción entre apoyo estructural y funcional. Estos dos tipos de apoyo no
tienen por qué estar necesariamente relacionados entre sí.
El apoyo estructural hace referencia a la disponibilidad de personas importantes con que se cuenta.
El apoyo funcional es una medida subjetiva acerca de la ayuda que se puede llegar a recibir, es decir, hace alusión a las
expectativas que tienen las personas acerca de su supuesta red social de apoyo se relaciona de forma mucho más
intensa con el bienestar que el apoyo real recibido (estructural).
La investigación pone de manifiesto que las principales fuentes de apoyo son los miembros de la familia, los amigos y los
compañeros de trabajo, aunque pueden existir otros grupos significativos para la persona en tratamiento.
Se ha demostrado que el apoyo social mejora tanto la salud física como el bienestar psicológico de las personas con sobrepeso.
La participación de miembros de la red social en los programas de intervención se valora de forma muy positiva por los
pacientes y aumenta la eficacia del programa, además, la participación activa e implicación de la red social en el
tratamiento mejoran no solo la salud física del paciente, sino también el estado de ánimo de la persona.
El apoyo social también ha demostrado su importancia para lograr y mantener el cambio de comportamiento en salud:
las personas con bajos niveles de apoyo social presentan tasas de mortalidad hasta 2,5 veces más alta.
Tiene un rol muy importante en la supresión de la producción de las hormonas relacionadas con el estrés (cortisol).
Fomentar el desarrollo de redes sociales puede mejorar no solo la calidad de vida de los pacientes, sino también el
propio tratamiento.
En relación al rol que tienen los familiares en el incremento de la adhesión al tratamiento, se ha encontrado que los maridos
desempeñan un papel muy importante en la reducción de peso de sus mujeres.
Un estudio mostró que las mujeres que recibían el apoyo de sus maridos para perder peso tenían más éxito que
aquellas cuyas parejas se mostraban poco colaboradoras.
Además de la pareja, hay otros miembros significativos (familia y amigos) a la hora de lograr mayor adherencia al tratamiento:
Ureda encontró que los participantes que realizaban un contracto conductual delante de otras personas que actuaban
como testigos (su familia y amigos) perdían más peso que los que hacían el mismo tipo de compromiso, pero solos.
Wing y Jeffery encuentran un resultado similar al hallar que en el éxito de la terapia de los programas de pérdida de
peso influía la forma en que se había reclutado a los pacientes: en presencia de sus amigos y familiares o solos.
En cuanto a la importancia del grupo en el tratamiento del sobrepeso se ha encontrado que los pacientes perdían más peso
cuando les ofrecían recompensas grupales que cuando eran individuales (pej. realizar actividades de refuerzo con amigos).
Finalmente, algunas intervenciones hacen especial hincapié en la importancia del grupo y del colectivo y no solo en las variables
puramente individuales.
Sharma revisó 11 intervenciones realizadas con objeto de prevenir la obesidad infantil llevadas a cabo en centros
escolares que trataban de incrementar la actividad física de los niños o mejorar su nutrición Se trataba de trabajar
con toda la comunidad educativa y no con cada niño de manera aislada. Los resultados mostraron que se lograban
pérdidas ponderales en los niños con riesgo de obesidad más que significativas.