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Georg Wilhelm Friedrich Hegel

Georg Wilhelm Friedrich Hegel (castellanización


de su nombre Jorge Guillermo Federico Hegel)
(Stuttgart, 27 de agosto de 1770-Berlín, 14 de
Georg Hegel
noviembre de 1831) fue un filósofo del Idealismo
alemán, el último de la Modernidad, llamado
inclusive como la "conciencia de la modernidad",1 ​
el tercero de entre quienes podríamos denominar
como los "tres grandes cartesianos" —siendo los
otros dos Immanuel Kant y Edmund Husserl— y,
ciertamente, el más sistemático de los filósofos
poskantianos.

La pretensión más general de su filosofía podría


decirse que es la de explicar lógicamente el proceso
a través del cual lo real y la verdad llegan a
constituirse como tales, ello mediante la exposición
sistemática de la racionalidad intrínseca de todo lo
efectivamente dado en el mundo. En el célebre
Prefacio a los Principios de la Filosofía del Derecho Hegel según Jakob Schlesinger, 1831.
(1817) afirma que la tarea de la filosofía es "concebir Información personal
lo que es, pues lo que es es la razón"2 ​ y que tal Nombre de
como el individuo "es hijo de su tiempo; de la misma Georg Wilhelm Friedrich Hegel
nacimiento
manera, la filosofía es su tiempo aprehendido en
Nacimiento 27 de agosto de 1770
pensamientos".3 ​ Stuttgart, Ducado de
Wurtemberg
Una de sus contribuciones más controvertidas para
algunos, brillante para otros, es el rol que la Fallecimiento 14 de noviembre de 1831 (61
dialéctica juega en todo lo dado. Esta, en su gran años)
obra de juventud durante su periodo jeniense, Berlín, Reino de Prusia
Fenomenología del Espíritu, está ligada a la Causa de
Cólera
experiencia que la conciencia natural sufre al perder muerte
la concepción previa que tenía de su objeto -sea ella Sepultura Cementerio Dorotheenstadt
misma como en esta obra o un objeto cualesquiera-
Nacionalidad Alemana
al ser reemplazada por una nueva. Es una violencia
que ella se hace a sí misma donde la relación entre Lengua
Alemán
objeto y concepto previa es superada por una nueva materna
sin dejar, sin embargo, completamente negada la Familia
concepción anterior, sino que la supera conservando Padres Georg Ludwig Hegel
el contenido de verdad que pudiese anidarse en Maria Magdalena Louisa Fromm
ella.4 ​ Es por este motivo que la dialéctica hegeliana Cónyuge Marie von Tucher (desde 1811)
es asociada con una negación determinada, distinta a
Hijos Karl Von Hegel
la del escepticismo, puesto que esta termina
consumándose en un largo camino de depuración, Educación
desde su versión más ingenua, hasta el conocimiento Educación doctorado
absoluto. Pero a diferencia de Kant su predecesor, Educado en Tübinger Stift
Hegel defendía un tipo de Razón que resultaba de la
Friedrich Schelling
relación dialéctica entre los raciocinios individuales Supervisor
y los hechos impredecibles de la realidad, y cuya doctoral
sustancia solo podía comprenderse a posteriori, Información profesional
siendo de esta forma una razón histórica, colectiva y
Ocupación Filósofo
providencialista. De ahí su expresión "astucia de la
Razón", por cuanto difícilmente alguien podría por Conocido por La teoría del idealismo absoluto,
sí solo considerar todas las variables relevantes para la dialéctica y la dialéctica del
realizar en el mundo, de manera previsible, un amo y el esclavo
ideario de la conciencia: la razón produce resultados Empleador Universidad de Jena
que "escapan" a las previsiones que uno pudiera Universidad Federico Guillermo
hacer en relación a su funcionalidad presente,
desplegándose según una predestinación que a priori Universidad de Heidelberg
le es inaccesible. Universidad Humboldt de Berlín

Su teoría fue reinterpretada por Karl Marx desde una Estudiantes


Johann Eduard Erdmann
óptica materialista, subordinando de esta manera al doctorales
género humano y su razón (fenómeno secundario en Alumnos Max Stirner
Marx) a los vaivenes de las grandes conformaciones Movimiento Idealismo alemán
de la materia (la Iglesia, el Estado y el Mercado, por
Obras Fenomenología del espíritu,
ejemplo): el ser humano depende inevitablemente de Ciencia de la lógica,
notables
sus condiciones ideales y materiales, enfrentándose a Enciclopedia de las ciencias
ellas en una dialéctica imperecedera, la cual no le filosóficas, Elementos de la
hace libre en modo alguno, sino más bien le otorga filosofía del derecho
una nueva forma material en cada ciclo dialéctico.
Predecesor Aristóteles, Platón, Descartes,
Recibió su formación en el Tübinger Stift (seminario Goethe, Spinoza, Leibniz,
de la Iglesia Protestante en Wurtemberg), donde Rousseau, Kant, Fichte,
trabó amistad con el futuro filósofo Friedrich Hölderlin, Schelling, Adam
Smith.
Schelling y el poeta Friedrich Hölderlin. Admiraba
las obras de Platón, Aristóteles, Descartes, Spinoza, Sucesor Bauer, Marx, Bradley, Gentile,
Kant, Rousseau, así como la Revolución Francesa, Barth, Adorno, Brandom, Butler
la cual acabó rechazando cuando esta cayó en Distinciones Orden del Águila Roja de 3°
manos del terror jacobino. Aunque se sospechó que Clase (1831)
fue víctima de una epidemia de cólera que hizo
Firma
estragos durante el verano y el otoño de 1831,
recientes investigaciones apuntan a causas
desconocidas y no al cólera como causa de muerte,
descartando esta última.5 ​ Fue el padre del
historiador Karl von Hegel (1813-1901).

Considerado por la historia clásica de la filosofía como el representante de «la cumbre del movimiento
decimonónico alemán del idealismo filosófico» y como un revolucionario de la dialéctica, habría de tener
un impacto profundo en el materialismo histórico de Karl Marx. La relación intelectual entre Marx y Hegel
ha sido una gran fuente de interés por la obra de Hegel. Su pensamiento generó una serie de reacciones y
revoluciones que van desde la explicación del materialismo marxista, el preexistencialismo de Søren
Kierkegaard, el escape de la metafísica de Friedrich Nietzsche, el existencialismo de Gabriel Marcel, la
crítica a la ontología de Martin Heidegger, el pensamiento de Jean-Paul Sartre, la filosofía nietzscheana de
Georges Bataille, la dialéctica negativa de Theodor W. Adorno, la teoría de la deconstrucción de Jacques
Derrida y la teoría psicoanalítica de Jacques Lacan, entre otros. Resulta patente, en este sentido, el impacto
que el sistema hegeliano ha tenido en la filosofía continental y, en especial, en la filosofía francesa del
último siglo, donde la recepción de Hegel estuvo mediada, principalmente, por Jean Hyppolite, Alexandre
Koyré y Alexandre Kojève.
Índice
Formación
Obra
Pensamiento
Lógica
Estética
Dialéctica histórica
Acusaciones de eurocentrismo
Seguidores
Obras principales
Véase también
Referencias
Bibliografía
Sobre Hegel y su obra
Enlaces externos

Formación
Hegel asistió al seminario protestante de Tubinga con el poeta Friedrich Hölderlin y el idealista objetivo
Schelling. Los tres siguieron con atención el desarrollo de la Revolución francesa y recibieron la influencia
de Kant, el mayor filósofo de Alemania, así como de Fichte. Pero sobre todo debe entenderse a Hegel y al
hegelianismo como una reacción contra el kantismo que entonces imperaba en la mayor parte de las
facultades alemanas. Para Hegel no va a haber «cosa en sí» (Ding an sich) al modo kantiano, la razón se va
a apropiar de toda la realidad, la autoconciencia que ya Kant había llamado «unidad sintética de la
apercepción» va a ir barriendo con todo lo incognoscible, para dar lugar a categorías racionales con las
cuales poder conocer el contradominio.

Obra
Se suele considerar la primera obra realmente importante de Hegel su Fenomenología del espíritu (1807), si
bien sus Escritos de Juventud —nunca publicados en vida—, entre los que sobresale El Espíritu del
Cristianismo y su destino, han sido objeto de estudio e interpretación desde que salieron a luz a principios
del siglo XX. Otras obras prefenomenológicas, como La Constitución de Alemania (1802), dan cuenta del
triste estado del Sacro Imperio Romano Germánico a comienzos del s. XIX. El sistema que propone para
Alemania y el resentimiento que ahí expresa por los demás países de Europa, con excepción de Italia que,
según Hegel, comparte el destino de Alemania, hace de esta obra un extraño presagio de la Segunda
Guerra Mundial.[cita  requerida] En 1802 aparecen sus primeras publicaciones en la Revista Crítica de
Filosofía, en la que trabaja junto con Schelling, su viejo compañero del Seminario de Tubinga.

Junto a la Fenomenología del espíritu se consideran las obras más importantes de Hegel la Ciencia de la
lógica (Wissenschaft der Logik, 1812-1816), la Enciclopedia de las ciencias filosóficas (Enzyklopädie der
philosophischen Wissenschaften, 1817, con varias reediciones posteriores) y la Filosofía del derecho
(Grundlinien der Philosophie des Rechts, 1821). Además existen otras obras que constituyen
recopilaciones de sus clases sobre distintos temas y que se publicaron de manera póstuma como volúmenes
temáticos y pueden ser también muy relevantes para estudios más específicos.

Pensamiento
Las obras de Hegel tienen fama de difíciles por la amplitud de los temas que pretenden abarcar. Hegel
introdujo un sistema para entender la historia de la filosofía y el mundo mismo, llamado a menudo
«dialéctica»: una progresión en la que cada movimiento sucesivo surge como solución de las
contradicciones inherentes al movimiento anterior. Por ejemplo, la Revolución francesa constituye para
Hegel la introducción de la verdadera libertad a las sociedades occidentales por primera vez en la historia.

Sin embargo, precisamente por su novedad absoluta, es también absolutamente radical: por una parte, el
aumento abrupto de violencia que hizo falta para realizar la revolución no puede dejar de ser lo que es, y
por otra parte, ya ha consumido a su oponente. La revolución, por consiguiente, ya no tiene hacia dónde
volverse más que a su propio resultado: la libertad conquistada con tantas penurias es consumida por un
brutal Reinado del Terror. La historia, no obstante, progresa aprendiendo de sus propios errores: solo
después de esta experiencia, y precisamente por ella, puede postularse la existencia de un Estado
constitucional de ciudadanos libres, que consagra tanto el poder organizador (supuestamente) benévolo del
gobierno racional y los ideales revolucionarios de la libertad y la igualdad. "En el pensamiento es donde
reside la libertad".

En las explicaciones contemporáneas del hegelianismo —para las clases preuniversitarias, por ejemplo— la
dialéctica de Hegel a menudo aparece fragmentada, por comodidad, en tres momentos llamados “tesis” (en
nuestro ejemplo, la revolución), “antítesis” (el terror subsiguiente) y “síntesis” (el Estado constitucional de
ciudadanos libres). Sin embargo, Hegel no empleó personalmente esta clasificación en absoluto; había sido
creada anteriormente por Fichte en su explicación más o menos análoga de la relación entre el individuo y
el mundo. Los estudiosos serios de Hegel no reconocen, en general, la validez de esta clasificación,6 ​
aunque probablemente tenga algún valor pedagógico (véase Tríada dialéctica).

El historicismo creció significativamente durante la filosofía de Hegel. De la misma manera que otros
exponentes del historicismo, Hegel consideraba que el estudio de la historia era el método adecuado para
abordar el estudio de la ciencia de la sociedad, ya que revelaría algunas tendencias del desarrollo histórico.
En su filosofía, la historia no solo ofrece la clave para la comprensión de la sociedad y de los cambios
sociales, sino que es tomada en cuenta como tribunal de justicia del mundo.

La filosofía de Hegel afirmaba que todo lo que es real es también racional y que todo lo que es racional es
real. El fin de la historia era, para Hegel, la parusía del espíritu, y el desarrollo histórico podía equipararse al
desarrollo de un organismo, los componentes trabajan afectando al resto y tienen funciones definidas.

Hegel dice que es una norma divina, que en todo se halla la voluntad de Dios, que es conducir al hombre a
la libertad; por ello es considerado panteísta. Justifica así la desgracia histórica: toda la sangre y el dolor, la
pobreza y las guerras son "el precio" necesario a pagar para lograr la libertad de la humanidad.

Hegel se valió de este sistema para explicar toda la historia de la filosofía, de la ciencia, del arte, de la
política y de la religión, pero muchos críticos modernos señalan que Hegel a menudo parece pasar por alto
las realidades de la historia a fin de hacerlas encajar en su molde dialéctico. Karl Popper, crítico de Hegel
en La sociedad abierta y sus enemigos, opina que el sistema de Hegel constituye una justificación
tenuemente disfrazada del gobierno de Federico Guillermo III y de la idea hegeliana de que el objetivo
ulterior de la historia es llegar a un Estado que se aproxima al de la Prusia del decenio de 1831. Esta visión
de Hegel como apólogo del poder estatal y precursor del totalitarismo del siglo XX fue criticada
minuciosamente por Herbert Marcuse en Razón y revolución: Hegel y el surgimiento de la teoría social,
arguyendo que Hegel no fue apólogo de ningún Estado ni forma de autoridad sencillamente porque estos
existieran; para Hegel, el Estado debe ser siempre racional. Arthur Schopenhauer despreció a Hegel por su
historicismo y tachó su obra de pseudofilosofía.

La filosofía de la historia de Hegel está también marcada por los conceptos de las "astucias de la razón" y la
"burla de la historia"; la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos
y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo
resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la
historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica,
convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al
mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.

Lógica

El acto de conocimiento es la introducción de la contradicción. El principio del tercero excluido, algo o es


A o no es A, es la proposición que quiere rechazar la contradicción y al hacerlo incurre precisamente en
contradicción: A debe ser +A o -A, con lo cual ya queda introducido el tercer término, A, que no es ni + ni
- y por lo mismo es +A y -A. Una cosa es ella misma y no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se
transforma ella misma en otra cosa. Esto significa la superación de la lógica formal y el establecimiento de
la lógica dialéctica.

Todas las cosas son contradictorias en sí mismas y ello es profunda y plenamente esencial. La identidad es
la determinación de lo simple inmediato y estático, mientras que la contradicción es la raíz de todo
movimiento y vitalidad, el principio de todo automovimiento y, solamente aquello que encierra una
contradicción se mueve.

La imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno


a lo otro, que es lo más importante, cómo lo uno se convierte en lo otro.

Causa y efecto son momentos de la dependencia recíproca universal, de la conexión y concatenación


recíproca de los acontecimientos, eslabones en la cadena del desarrollo de la materia y la sociedad: la
misma cosa se presenta primero como causa y luego como efecto.

Es necesario hacer conciencia de la intercausalidad, de las leyes de conexión universal objetiva, de la


lucha y la unidad de los contrarios y de las transiciones y las transformaciones de la naturaleza y la
sociedad. La totalidad de todos los aspectos del fenómeno, de la realidad y de sus relaciones recíprocas, de
eso está compuesta la verdad.

La realidad es la unidad de la esencia y la existencia. La esencia no está detrás o más allá del fenómeno,
sino que por lo mismo que la esencia existe, la esencia se concreta en el fenómeno. La existencia es la
unidad inmediata del ser y la reflexión: posibilidad y accidentalidad son momentos de la realidad puestos
como formas que constituyen la exterioridad de lo real y por tanto son cuestión que afecta el contenido,
porque en la realidad se reúne esta exterioridad, con la interioridad, en un movimiento único y se convierte
en necesidad, de manera que lo necesario es mediado por un cúmulo de circunstancias o condiciones.

La cantidad se transforma en calidad y los cambios se interconectan y provocan los unos con los otros. Las
matemáticas no han logrado justificar estas operaciones que se basan en la transición, porque la transición
no es de naturaleza matemática o formal, sino dialéctica.

Las determinaciones lógicas anteriormente expuestas, las determinaciones del ser y la esencia, no son meras
determinaciones del pensamiento. La lógica del concepto se entiende ordinariamente como ciencia
solamente formal, pero si las formas lógicas del concepto fueran recipientes muertos, pasivos, de meras
representaciones y pensamientos, su conocimiento sería superfluo; pero en realidad son como formas del
concepto, el espíritu vivo de lo real y por tanto se requiere indagar la verdad de estas formas y su conexión
necesaria.

El método del conocimiento no es una forma meramente exterior, sino que es alma y concepto del
contenido. Por lo que se refiere a la naturaleza del concepto el análisis es lo primero, porque debe elevar la
materia dada a la forma de abstracciones universales, las cuales, luego, mediante el método sintético son
puestas como definiciones. El análisis resuelve el dato concreto, aísla sus diferencias y les da forma de
universalidad o deja lo concreto como fundamento y, por medio de la abstracción de las particularidades
que aparentan ser inesenciales, pone de relieve un universal concreto o sea la fuerza de ley general. Esta
universalidad es luego también determinada mediante la síntesis del concepto en sus formas, en
definiciones.

La actividad humana une lo subjetivo con lo objetivo. El fin subjetivo se vincula con la objetividad exterior
a él, a través de un medio que es la unidad de ambos, esto es la actividad conforme al fin. Así, con sus
herramientas, el hombre posee poder sobre la naturaleza exterior, aunque en lo que respecta a sus fines se
encuentra con frecuencia sometido a ella.

Estética

Hegel estudió el arte como modo de aparecer de la idea en lo bello. En sus lecciones sobre estética define
primero el campo en el que esta ciencia debe trabajar. Realiza para ello una distinción entre lo bello natural
y lo bello artístico. Lo bello artístico es superior a lo bello natural porque en el primero está presente el
espíritu, la libertad, que es lo único verdadero. Lo bello en el arte es belleza generada por el espíritu, por
tanto partícipe de este, a diferencia de lo bello natural que no será digno de una investigación estética,
precisamente por no ser partícipe de ese espíritu que es el fin último de conocimiento.

Antes de analizar lo bello artístico, Hegel refuta algunas objeciones que catalogan al arte como indigno de
tratamiento científico (con tratamiento científico Hegel se refiere a tratamiento filosófico y no a la ciencia
como se entiende hoy).

Como primer punto que discutir, habla de la afirmación que vuelve al arte indigno de investigación
científica por contribuir a la relajación del espíritu, careciendo así de naturaleza seria. Según esto, el arte,
tomado como un juego, emplea la ilusión como medio para su fin y, dado que el medio debe siempre
corresponder a la dignidad del fin, lo verdadero nunca puede surgir de la apariencia.

También Hegel en este punto se refiere a Kant para criticarlo. Kant viene a decir que el arte sí es digno de
una investigación científica, al asignarle el papel de mediador entre razón y sensibilidad. Pero Hegel no
solo no cree esto posible, ya que tanto la razón como la sensibilidad no se prestarían a tal mediación y
reclamarían su pureza, sino que además aclara que, siendo mediador, el arte no ganaría más seriedad, ya
que este no sería un fin en sí mismo y el arte seguiría estando subordinado a fines más serios, superiores.

Dentro del campo de la estética o filosofía del arte, Hegel distingue entre arte libre y arte servil, teniendo
este último fines ajenos a él, como por ejemplo el decorar. Es el arte libre el que será objeto de estudio, ya
que tiene fines propios, es libre y verdadero, porque es un modo de expresar lo divino de manera sensible.
De esta manera el arte se aproxima al modo de manifestación de la naturaleza, que es necesaria, seria y
sigue leyes.

En su calidad de ilusión, el arte no puede separarse de toda la realidad. La apariencia le es esencial al


espíritu, de manera que todo lo real será apariencia de este. Existe una diferencia entre la apariencia en lo
real y la apariencia en el arte. La primera, gracias a la inmediatez de lo sensible, se presenta como
verdadera, se nos aparece como lo real. En cambio la apariencia en lo artístico se presenta como ilusión, le
quita al objeto la pretensión de verdad que tiene en la realidad y le otorga una realidad superior, hija del
espíritu. De manera que aunque la idea se encuentre tanto en lo real como en el arte, es en este último en
donde resulta más fácil penetrar en ella.

Al tener el arte como esencia el espíritu, se deduce que su naturaleza es el pensar, de manera que los
productos del arte bello, más allá de la libertad y arbitrio que puedan tener, en cuanto partícipes del espíritu,
este les fija límites, puntos de apoyo. Tienen conciencia, se piensan sobre sí mismos. El contenido
determina una forma.

Al serle al arte esencial la forma, el mismo es limitado. Hay un momento en el que el arte satisface las
necesidades del espíritu, pero por su carácter limitado esto dejará de ser así. Una vez que deja de satisfacer
dichas necesidades, la obra de arte genera en nosotros, además del goce inmediato, el pensamiento y la
reflexión; genera en nosotros juicio, y este va a tener como objetivo el conocer el arte, el espíritu que en él
se aparece, su ser ahí. Es por esto que la filosofía del arte es aún más necesaria hoy que en el pasado.

Entonces, los productos del arte bello son una alienación del espíritu en lo sensible. La verdadera tarea del
arte es llevar a la conciencia los verdaderos intereses del espíritu y es por esto que, al ser pensado por la
ciencia, el arte cumple su finalidad.

Hegel distingue tres formas artísticas: la forma artística Simbólica, la forma artística Clásica y la forma
artística Romántica. Estas marcan el camino de la idea en el arte, son diferentes relaciones entre el
contenido y la forma.

La forma artística Simbólica es un mero buscar la forma para un contenido que aún es indeterminado. La
figura es deficiente, no expresa la idea. El hombre parte del material sensible de la naturaleza y construye
una forma a la cual le adjudica un significado. Se da la utilización del símbolo y este, en su carácter de
ambiguo, llenará de misterio todo el arte simbólico. La forma es mayor que el contenido. Hegel relaciona
esta forma artística con el arte de la arquitectura, esta no muestra lo divino sino su exterior, su lugar de
residencia. Se refiere a la arquitectura de culto, más específicamente a la egipcia, la india y la hebrea.

La forma artística Clásica logra el equilibrio entre forma y contenido. La idea no solo es determinada sino
que se agota en su manifestación. El arte griego, la escultura, es el arte de la forma artística clásica. Las
esculturas griegas no eran, para los griegos, representaciones del dios sino que eran el dios mismo. El
hombre griego fue capaz de expresar su espíritu absoluto, su religión, en el arte. A esto se refiere Hegel
cuando habla del carácter pasado del arte. El arte, en su esencia, pertenece al pasado siempre, porque es en
él en donde la cumple, es en el arte griego en donde el Arte logra su fin último, la representación total de la
idea.

Pero precisamente por el carácter limitado del arte, este equilibrio tiene que romperse y aquí se da el paso a
la forma artística Romántica. Una vez más hay una desigualdad entre forma y contenido, dejan de
encastrar de manera perfecta, pero ahora es la forma la que no es capaz de representar el espíritu. El
contenido rebasa la forma.

Las artes de esta forma artística son la pintura, la música y la poesía. La idea va de lo más material, la
pintura, a lo menos material, pasando por la música, que tiene como materia el sonido, y llega a la poesía,
que es el arte universal del espíritu ya que tiene como material la bella fantasía. La poesía atravesará todas
las demás artes.

Muchos filósofos van a retomar el tema del arte en Hegel, Hans-Georg Gadamer, por ejemplo, hablará de
«La muerte del Arte» refiriéndose a la estética hegeliana. Hegel nunca habló de una muerte del arte sino
que le otorgó a este el carácter de pasado, pasado no entendido como algo que ya no existe; el «carácter
pasado del arte» esta íntimamente vinculado con el fin de la filosofía hegeliana, conocer al espíritu, que este
sea libre. Dentro de este fin, el arte cumplió su tarea en el pasado, en la época clásica, para luego ser
superado por la religión y en última instancia, esta por la filosofía.

Dialéctica histórica

Hegel expuso extensamente su filosofía de la historia en sus Lecciones sobre la Filosofía de la Historia
Universal. Sin embargo, la exposición más notable de su visión dialéctica de la historia es aquella contenida
en la obra que, como ninguna otra, encarna y simboliza su filosofía: la Fenomenología del Espíritu. Se trata
del análisis presentado en la sección central de la Fenomenología, que lleva por rúbrica El Espíritu (Der
Geist) y que trata de la historia europea desde la Grecia clásica hasta la Alemania del tiempo de Hegel.7 ​

En concordancia con su esquema dialéctico, Hegel divide el período a analizar en tres grandes fases: la de
la unidad originaria (la polis de la Grecia clásica), la de la división conflictiva pero desarrolladora (Roma, el
feudalismo y la edad moderna hasta la Revolución Francesa) y, finalmente, la vuelta a la unidad, pero ahora
enriquecida por el desarrollo anterior (el presente de Hegel). El punto de arranque es el momento de lo que
Hegel llama el Espíritu verdadero (Der wahre Geist). Este momento, representado por las ciudades estado
griegas, nos muestra el Espíritu en su unidad primigenia, aún indiferenciado y no desarrollado. Es un
momento de felicidad dada por la armonía entre el todo (la ciudad) y las partes (los ciudadanos), donde los
individuos entienden su destino como una expresión directa del destino colectivo y donde, como lo dice
Hegel de una manera inspirada por la Antígona de Sófocles, la ley humana y la ley divina coinciden. Los
hombres viven aquí de acuerdo a las costumbres heredadas que forman la base de una ética espontánea y
evidente, aún muy distante de la moral reflexiva. Este estado o momento representa una especie de infancia
de la humanidad: feliz en la inmediatez natural de sus vínculos y en sus certidumbres aún no cuestionadas.
Pero esta felicidad de la armonía primigenia no puede durar, ya que su precio es la falta de desarrollo. Por
su naturaleza, el Espíritu busca profundizar en su propio contenido y tal como Adán, y con las mismas
consecuencias, no puede dejar de comer del fruto del árbol de la sabiduría. De esta manera se rompe el
encanto del Jardín del Edén y un abismo se abre entre la ley divina y la ley humana. Los hombres se
individualizan y entran en conflicto unos con otros: la comunidad original se quiebra. Así se enfrentan las
familias y luego las ciudades entre sí, cada una de las cuales quiere afirmar su ley y sus peculiaridades
como universales y busca por ello someter a las demás. La guerra se hace inevitable, pero el Espíritu no
retrocede ni ante la guerra ni los sufrimientos. Tanto por las divisiones y desgarramientos internos como por
los conflictos externos pierden las viejas costumbres su legitimidad natural y espontánea, su validez
evidente e incuestionada. La infancia queda así atrás y se entra en la fase de la juventud, activa, desafiante y
conflictiva. De esta manera se adentran los hombres en una larga peregrinación, en un estado social
caracterizado por la división y el extrañamiento. El Espíritu entra en el reino de la alienación.

El segundo momento del desarrollo del Espíritu es aquel del Espíritu extrañado de sí mismo (Der sich
entfremdete Geist). El Espíritu se ha hecho extraño a sí mismo, la unidad y la totalidad han cedido lugar a la
lucha de las partes en un mundo cada vez más atomizado, donde lo particular (los individuos o los grupos)
se rebela contra lo general (la sociedad o comunidad). El tejido social se escinde entre una esfera privada y
una pública. La vida individual se privatiza y, al mismo tiempo, lo público pasa a ser el dominio o la
propiedad de unos pocos: el Estado se separa de la sociedad. La marcha del progreso que resulta de esta
división se hace ajena a sus propios creadores. La historia discurre así, como Hegel primero y luego Marx
gustaba de decir, a espaldas de los hombres. La pérdida de la unidad primigenia y la división social crean
un fuerte sentimiento de infelicidad. Es la época de lo que Hegel llama la “conciencia infeliz” (unglücklige
Bewusstsein), la cual encuentra en el cristianismo su expresión religiosa adecuada por medio de la cual
reconoce su propio extrañamiento y su incapacidad de comprender su propia obra en la idea de un Dios
trascendente, inalcanzable e incomprensible. La vida se hace misterio y el misterio pasa a ser la esencia de
Dios. Todo esto es doloroso, pero así es el progreso, la realización de la razón es trágica tal como lo enseña
el sacrificio mismo de Cristo.
El conflicto entre el todo y las partes alcanza su forma más aguda en la lucha que directamente precede la
época de Hegel: la lucha entre la ilustración y la superstición (der kampf der Aufklärung mit dem
Aberglauben). La fe, el sentimiento religioso, representa lo general, la totalidad, la especie, pero de una
manera mística. La Ilustración representa, a su vez, la fuerza analítica del intelecto, la profundización por
medio de las ciencias especializadas en las singularidades de la existencia, el dominio ilimitado de lo
individual y lo particular. En este enfrentamiento triunfa la Ilustración y la fe se desintegra ante el embate
del intelecto. Pero la victoria del intelecto –que es la negación del todo o la unidad– es solo temporal y
prepara la victoria definitiva de la totalidad, bajo la forma del sistema omniabarcante de la razón del mismo
Hegel, que no es sino la negación de la negación y con ello la vuelta a la afirmación original, pero ahora
enriquecida por el desarrollo intermedio.

El último acto en el drama del Espíritu alienado de sí mismo es la Revolución Francesa. En torno a la
misma Hegel desarrolla uno de sus análisis más notables. La Revolución Francesa representa para Hegel el
intento de instaurar sobre la tierra el reino de lo que él llama “la libertad absoluta” (die absolute Freiheit).
Se trata de la razón individual ensoberbecida que se decide a actuar con plena libertad, sin límites, como si
el mundo pudiese crearse de nuevo y, además, a su antojo. El cuestionamiento de la fe y la elevación del
intelecto humano al sitial de Dios crean la ilusión de que todo puede ser cambiado de acuerdo al plan de los
reformadores revolucionarios. Se trata de la hibris de la razón que, de esta manera, se vuelve contra todo lo
existente. Pero la revuelta de la razón revolucionaria o de la libertad absoluta no es para Hegel sino un
malentendido trágico, que no podía sino terminar en el terror (der Schrecken). Finalmente, cada líder y cada
fracción revolucionaria trata de imponerle al resto sus utopías y crear un nuevo mundo a su antojo como si
fueran dioses. Y estos nuevos dioses feroces, decididos a hacerle el bien a la humanidad aunque le costase
la vida a incontables seres humanos, terminaron necesariamente combatiéndose unos a otros, con aquella
ceguera y ensañamiento que solo aquellos que se creen los portadores de la bondad extrema pueden
exhibir. La rivalidad y la sospecha mutua se hicieron así la regla y el reino de la llamada “voluntad general”
terminó en el despotismo de Robespierre. Ahora bien, el final trágico de la Revolución Francesa no hace
que su evaluación de conjunto sea negativa para Hegel sino muy por el contrario. Fiel a su lógica
historicista, donde incluso la violencia más repugnante juega su papel, la ve no solo como un momento
necesario de la realización del Espíritu sino como uno de sus grandes momentos. La revolución fue un
intento grandioso de transformar a cada individuo en el dueño del mundo y de su destino, de someter toda
objetividad, todo lo dado, a la voluntad transformadora del ser humano. Se cumplía así, radicalmente, el
programa de la Ilustración, aquel que Kant resumió en su famosa definición de la misma como “la salida
del hombre de su minoría de edad”. Pero al cumplirse de una manera tan radical y absoluta, el programa de
la Ilustración dejó claramente de manifiesto sus falacias y problemas. El tribunal de la razón se transformó
en el tribunal revolucionario, donde no solo se decapitó al pasado sino también a los propios
revolucionarios. En todo caso, el apocalipsis revolucionario fue un hito definitivo para el futuro y posibilitó,
como la tormenta que despeja el cielo nublado, el paso del Espíritu a la fase de su reconciliación final.

Después del fin sangriento del gran sueño de la libertad absoluta, los individuos volvieron a sus modestos
quehaceres cotidianos, pero la Europa posrevolucionaria ya nunca más podría ser la de antes. Un nuevo
principio se había plasmado y se transformaría en el eje de un nuevo Estado, el “Estado racional”, que no
negaba las distinciones anteriores propias de la sociedad civil ni tampoco al individuo sino que los
subordinaba a todos en una nueva unidad orgánica, en una armonía superior que era así la negación de la
negación, el fin de la alienación, la reconciliación de las partes con el todo y de los individuos con la
comunidad. Con ello se pasaba al momento culminante de la realización del Espíritu, la del Espíritu cierto
de sí mismo (Der seiner selbst gewisse Geist) que alcanza su forma más adecuada en la “filosofía absoluta”,
que no es otra que la de Hegel. La lección de la gran revolución fue verdaderamente decisiva. Para Hegel
significó el abandono definitivo de todo sueño utópico –entre ellos aquellos sueños juveniles de un
restablecimiento de aquel supuesto estado de armonía primigenia representado por la polis de la
Antigüedad– para transformarse en el pensador profundamente conservador de su edad madura, aquel
pensador que ya no es el filósofo de la revolución sino de la restauración. Lo que el fracaso del intento de
instaurar el reino de la libertad absoluta mostraba era que los hombres, en realidad, nada tienen que cambiar
en lo esencial, que no pueden construir un mundo como les plazca, que el pasado no es una pura sarta de
estúpidas irracionalidades, que lo que ha existido tiene un sentido y un contenido duraderos, que se trata
nada menos que de las expresiones de la razón en sus distintos momentos, todos ellos necesarios para
alcanzar su forma adecuada. Detrás del telón del fin de la historia no hay nada más que la historia misma.
Es por ello que lo que resta no es destruir la herencia de los siglos sino reconocerla y darle una forma
definitivamente armoniosa o racional, es decir, acorde al conjunto de la Idea ya realizada. Al fin de la
historia no queda sino la reconciliación o la vuelta del espíritu a sí mismo.

Acusaciones de eurocentrismo

Hegel suele ser critcado de eurocéntrico8 ​. Es usual que se lo acuse de haber sido uno de los promotores
más notables de la superioridad europea (más exactamente del norte de Europa) sobre las demás culturas
del mundo9 ​. Estos señalamientos suelen vincularse a la representación según la cual Hegel también habría
sido el filósofo oficial de la monarquía absoluta prusiana, un mistificador del Estado, promotor del
nacionalismo expansionista, y defensor de la política reaccionaria en general. Se suele acusar al autor, en
particular, de ser el portavoz del proyecto de la Modernidad, o de ser el portavoz de la respuesta
nacionalista alemana contra las Luces (o, contradictoriamente, ambas a la vez). Se lo señala como un
defensor irrestricto del «Espíritu germánico». La versión más radical y cruda de este relato ha llegado a
acusar a Hegel de pre-configurar el nazismo, a pesar de haber fallecido más de 100 años antes de la llegada
al poder de Adolf Hitler10 ​.

Sin embargo, esta opinión no es compartida por los especialistas11 ​. Por el contrario, los estudiosos de
Hegel y su pensamiento consideran que tales imputaciones son meros "mitos"12 ​, los cuales parten de una
tradición de críticos distorcionadores de la obra hegeliana13 14
​ ​. Los orígenes de esta propaganda anti-
hegeliana pueden trazarse a la primera mitad del siglo XIX. En la actualidad, este tipo de críticas suele ser
puesta en circulación por parte de autores o comentaristas que no han leído la obra original del autor, o que
sólo han leído textos de modo fragmentario

En un sentido opuesto, la recepción del pensamiento de Hegel en América Latina impulsó el desarrollo de
una filosofía de la liberación hegeliana en clave específicamente latinoamericanista. Algunos de los autores
más reconocidos en esta línea han sido Julio de Zan y Rubén Dri.

Seguidores
Tras la muerte de Hegel, sus seguidores se dividieron en dos campos principales y contrarios, que fueron
denominados por David F. Strauss derecha e izquierda hegeliana. Los hegelianos de derecha, también
denominados "viejos hegelianos", discípulos directos de Hegel en la Universidad de Berlín, defendieron
una interpretación espiritualista de su obra y la compatibilidad entre cristianismo e idealismo hegeliano, y el
conservadurismo político que restauró los sistemas monárquicos, en especial el de Prusia bajo Federico
Guillermo III (1770-1840), tras las guerras napoleónicas en el Congreso de Viena (1814-1815), fundándose
en que "todo lo real es racional". Apuntalaron además diversos dogmas cristianos. Los más destacados
fueron Karl Friedrich Göschel (1781-1861), autor de Sobre las pruebas de la inmortalidad del alma a la
luz de la filosofía especulativa (1835); Georg Andreas Gabler (1786-1853), que escribió La Propedéutica
de la Filosofía (1827) entre otras obras; Casimir Corradi (1784-1849), que imprimió Inmortalidad y vida
eterna (1837); Kuno Fischer (1824-1907), a quien se debe una Historia de la filosofía moderna (1854-
1907) de inspiración hegeliana, y Karl Rosenkranz (1805-1879), inicialmente seguidor de Schleiermacher y
después biógrafo de Hegel, aunque para algunos es quien interpretó el «centro hegeliano».15 ​
Frente a los "Viejos hegelianos", los de la izquierda fueron llamados Jóvenes hegelianos e interpretaron a
Hegel en un sentido revolucionario, lo que los llevó a atenerse al ateísmo en la religión y a la democracia
liberal en la política. Rechazaban toda interpretación religiosa de la filosofía de Hegel, e incluso sostenían la
incompatibilidad entre cristianismo y filosofía hegeliana; para ellos la religión era un simple mito. Aplicaron
la dialéctica a la realidad presente, por lo que la entendieron como un momento superable por una
racionalidad mejor.16 ​ Entre los hegelianos de izquierda se cuentan Bruno Bauer (1809-1882), quien
primero contó entre los de la derecha, pero luego se adhirió a las tesis de Strauss; Ludwig Feuerbach (1804-
1872), autor de Pensamientos sobre la muerte y la inmortalidad; David Friedrich Strauss (1808-1874),
cuya biografía de Jesucristo tanto escandalizó a los europeos; Max Stirner (1806-1856), autor de El único y
su propiedad y el más famoso, Karl Marx (1818-1883), autor del incompleto El capital. Los múltiples
cismas en esta facción llevaron finalmente a la variedad anarquista del egoísmo de Stirner y a la versión
marxista del comunismo.16 ​

En toda la Europa decimonónica hubo seguidores de Hegel tan notables como el italiano Benedetto Croce,
el francés Étienne Vacherot y el inglés J. M. E. McTaggart, entre otros.

En el siglo XX, la filosofía de Hegel tuvo un gran renacimiento: Esto se debió en parte a que fue
redescubierto y revaluado como progenitor filosófico del marxismo por marxistas de orientación filosófica,
en parte a un resurgimiento de la perspectiva histórica que Hegel aportó a todo, y en parte al creciente
reconocimiento de la importancia de su método dialéctico. Algunas figuras que se relacionan con este
renacimiento son Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Ernst Bloch, Alexandre Kojève y Gotthard Günther.
El renacimiento de Hegel también puso de relieve la importancia de sus primeras obras, es decir, las
publicadas antes de la Fenomenología del espíritu. Los estudiosos no están de acuerdo si filósofos
contemporáneos como Wilfrid Sellars, John McDowell, Robert Brandom y Slavoj Žižek deberían ser
considerados neo-hegelianos.17 ​

Obras principales
Diferencia entre los Sistemas Filosóficos de Fichte y Schelling (Differenz des Fichte´schen
un Schelling´schen Systems der Philosohpie in Bezeihung auf Reinhold´s Beyträge zur
leichtern Übersicht des Zustand der Philosophie zu Anfang des neunzehnten jarhunderts,
Istes. Heft,1800)
Fenomenología del espíritu (Phänomenologie des Geistes, Bamberg, 1807)
Ciencia de la lógica (Wissenschaft der Logik, 3 vols., 1812–1816). Trad. esp.: editorial Solar
/ Hachette, Buenos Aires, segunda ed. 1968. Trad. de Augusta y Rodolfo Mondolfo. Prólogo
de R. Mondolfo.
Enciclopedia de las ciencias filosóficas (Enzyklopaedie der philosophischen
Wissenschaften, Heidelberg, 1817; 2ª ed. 1827; 3ª, 1830)
Elementos de la filosofía del derecho (Grundlinien der Philosophie des Rechts, 1821)
Lecciones sobre la estética (Vorlesungen über die Ästhetik (gehalten 1820–1829, aus
Notizen und Mitschriften 1835–1838 postum herausgegeben von Heinrich Gustav Hotho).
Trad. esp.: Ediciones Akal. Trad. de Alfredo Brotons Muñoz

Véase también
Hegelianismo
Jóvenes hegelianos
Marx y Hegel
Panlogismo
Referencias
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Bibliografía
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de Fichte y de Schelling (trad. de Mª del Carmen Paredes) y Fenomenología del espíritu
(trad. de A. Gómez Ramos).
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Sistema de la Eticidad; traducción de Dalmacio Negro Pavón, Editora Nacional, Madrid,
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Esencia de la filosofía y otros escritos; traducción de Dalmacio Negro Pavon, Centro de
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Sobre Hegel y su obra


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Arturo Gaete; La Lógica de Hegel. Iniciación a su lectura, Edicial, Buenos Aires, 1995.
Martin Heidegger: Hegel, Editorial Almagesto, Buenos Aires, 2000. Edición bilingüe —
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1938–1941 / 1942. Vittorio Klostermann, Frankfurt a. M. Edición de Ingrid Schüssler (1993).
Martin Heidegger: La fenomenología del espíritu de Hegel, Editorial Alianza, Madrid, 1992.
Traducción, introducción y notas: Manuel E. Vázquez y Klaus Wrehde. Título original:
Gesamtausgabe (Edición integral), Volumen 32: "Hegels Phänomenologie des Geistes".
Curso de Friburgo; semestre de invierno del curso 1930–1931. Edición de Ingtraud Görland
(1980).
Martin Heidegger: Sendas perdidas o Caminos de bosque (1950), Editorial Losada, Buenos
Aires, 1960 / Editorial Alianza, Madrid, 1995.
Georg Lukács: El joven Hegel, Grijalbo, Barcelona 1978.
Herbert Marcuse: Razón y revolución, Alianza, Madrid 2003.
José María Ripalda: La nación dividida. Raíces de un pensador burgués: G.W.F Hegel,
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Lloyd Spencer / Andrzej Krauze: Hegel para principiantes.
Sciacca, Michele Federico (1975). Reflexiones inactuales sobre el historicismo hegeliano.
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Ernst Bloch:"Sujeto-Objeto. El pensamiento de Hegel", Fondo de Cultura Económica,
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Edgardo Albizu: "Hegel y Heidegger, las fronteras del presente filosófico", Jorge Baudino
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Charles Taylor: Hegel, Anthropos Editorial, Barcelona, 2010. ISBN 978-84-7658-946-5
Eric Voegelin: “On Hegel: A Study in Sorcery“, en: Published Essays 1966-1985. The
Collected Works of Eric Voegelin, vol. 12, Louisiana State University Press, Baton Rouge
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de brujería", por Eric Voegelin: Foro Interno, vol. 10 (diciembre de 2010), pp. 155-197) (htt
p://revistas.ucm.es/index.php/FOIN/article/view/FOIN1010110155A/7691)
Ramón Valls Plana: "Del Yo al Nosotros. Lectura de la Fenomenología del Espíritu de
Hegel", Editorial Estela/Barcelona, Barcelona 1971.

Enlaces externos
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Hegel.
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Contiene varias obras de Hegel en español: Ciencia de la lógica (completo), Escritos
pedagógicos, Fenomenología del espíritu, Historia de Jesús, Introducción a la historia de la
filosofía.
Hegel by hipertext (https://www.marxists.org/reference/archive/hegel/index.htm) —
Colección de textos de Hegel en inglés.
Hegel.net (http://www.hegel.net/es/) — Página web muy completa en español
El Idealismo y el sistema hegeliano (http://www.alcoberro.info/planes/hegel6.html), Jacques
D'Hondt.
Hegel. Enciclopedia Oxford de Filosofía (http://www.alcoberro.info/planes/hegel3.html),
Peter Singer
La filosofía del Estado ético. La concepción hegeliana del Estado por Rubén R. Dri (http://bi
bliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/moderna/cap8.pdf)
Hegel. Vida, obra y pensamiento (https://web.archive.org/web/20091222122607/http://www.
ub.edu/histofilosofia/gmayos/0ELE.htm) - Gonçal Mayos, Universidad de Barcelona.
Congreso Internacional: Hegel. La experiencia de la libertad. 200 años de la
Fenomenología del Espíritu. (http://efimeroescombrera.wordpress.com/2010/11/05/audio-del
-congreso-internacional-hegel-la-experiencia-de-la-libertad-200-anos-de-la-fenomenologia-
del-espiritu-3-a-5-de-diciembre-2007/)Universidad Complutense. AUDIO
 Varios autores (1910-1911). «Hegel, Georg Wilhelm Friedrich». En Chisholm, Hugh, ed.
Encyclopædia Britannica. A Dictionary of Arts, Sciences, Literature, and General information (en inglés)
(11.ª edición). Encyclopædia Britannica, Inc.; actualmente en dominio público.

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