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Glosario de términos vinculados con los

juicios por crímenes de lesa humanidad

Poder Judicial: Es el poder del Estado encargado en forma exclusiva de ejercer la


“jurisdicción” entendiendo por tal la capacidad de juzgar los conflictos entre las personas
–individuales o colectivas- con el Derecho u ordenamiento jurídico. Su acción según la
Constitución Nacional se verifica mediante el establecimiento de una Corte Suprema de Justicia
de la Nación, máxima autoridad judicial a nivel nacional y los distintos tribunales inferiores; estas
instituciones son las que aseguran el monopolio estatal de “administración de justicia” entendida
como resolución de los mencionados conflictos. Los jueces, tanto de la Corte como de los
tribunales inferiores son inamovibles en sus cargos mientras dure su buena conducta hasta que
se jubilen o cumplan setenta y cinco años de edad. La propia Constitución y leyes derivadas de
ésta son las que fijan el procedimiento de remoción de los jueces (Arts. 53 y 115 C.N.).

Jurisdicción: Es la función del Estado por la cual se “administra justicia” por medio
de organismos especializados (jueces y tribunales) y un procedimiento especialmente reglado que
se expresa en los distintos Códigos de Procedimiento, sean estos últimos nacionales o
provinciales. Es la función que tiene el Estado y que lleva a cabo a través de cada Poder Judicial,
de dirimir controversias y conflictos jurídicos y reprimir delitos determinados por la ley penal.

Competencia: Es la medida de la jurisdicción. Todos los jueces tienen ciertos límites


o espacios en que ejercer sus funciones como “administradores de justicia”. Hay competencias
territoriales, que tienen que ver con el lugar donde se ha perpetrado el delito o se ha suscitado el
conflicto jurídico; en razón de la materia o sea por el tipo de conflicto o alteración de la ley en
juego sea esta una ley civil, comercial, penal o de la seguridad social por ejemplo; y en razón del
grado, o sea según la Constitución en el punto más alto de la “administración de justicia” está la
Corte Suprema, luego están las cámaras que son los tribunales intermedios o de revisión y por
último, en la base los tribunales inferiores que pueden ser Juzgados de Instrucción o Tribunales
Orales encargados de la etapa de la audiencia de juicio.

Tribunales Federales: En la Argentina se cuenta con dos formas básicas de


administración de justicia o actuación judicial. La “Justicia Federal” creada por la Constitución
Nacional encargada de los asuntos que involucran cuestiones básicamente regladas por la leyes
nacionales o dictadas por el Congreso de la Nación y la “Justicia Ordinaria” o local para resolver
los problemas dentro de cada provincia. La competencia federal está regida en la Argentina por el
artículo 116 C.N. y la Ley 48 que establece cuáles son los asuntos que deben ser tratados por los
tribunales federales.

Cámaras Federales: Las Cámaras Federales son tribunales colegiados


integrados por un número variado de jueces que son los encargados de revisar las causas en las
que ha intervenido en primera instancia un Juez Federal. Actúan en relación a los recursos de
apelación o revisión que se plantean sobre las decisiones de éstos. Suelen dividirse en Salas de
tres miembros. La Cámara Penal Federal de la Ciudad de Buenos Aires en pleno –es decir la
totalidad de sus miembros- fue designada para llevar a cabo la etapa del juicio oral y publico a
los Comandantes de las tres primeras juntas militares de la última dictadura (1976-1983) en el
marco de la denominada Causa Nº 13/84.

Tribunales Orales Federales en lo Criminal: Los


Tribunales Orales Federales creados a nivel nacional por la reforma del Código Procesal Penal de
los años 90, son los encargados de llevar adelante el juicio oral y público a las personas acusadas
por crímenes de lesa humanidad entre otros delitos de índole federal. Se trata de tribunales
integrados por tres (3) jueces que son conducidos por unx de ellxs que ocupará la presidencia del
Tribunal correspondiendo a éstx, conducir la audiencia. En los juicios se pueden producir distintos
incidentes procesales correspondiendo en una primera instancia –y según la importancia o
gravedad de los incidentes- al presidentx la resolución de los mismos. En ocasiones, bastará con
la resolución personal de la presidencia del Tribunal, así como en otras le corresponderá al
tribunal en pleno resolver, por lo que operará el sistema de unanimidad o mayoría y minoría. En
los casos de juicios por crímenes de Lesa Humanidad, en atención a la extensa duración de los
mismos, el Código de Procedimientos dispone la necesidad de que intervenga un cuarto juez o
“juez suplente” encargado de reemplazar a cualquiera de los demás integrantes del tribunal en
cualquier etapa de la audiencia. Este o esta juez suplente tendrá los mismos atributos que los
demás integrantes del Tribunal en el proceso, podrá hacer preguntas, exigir que se exhiban
documentos, etc.; pero no podrá votar en los incidentes que se presenten o en la decisión final,
salvo que por algún motivo u otro, quede definitivamente integrado al Tribunal.

Ministerio Público: Es el órgano estatal que tiene por función promover la


actuación de la justicia en defensa de la legalidad y los intereses generales de la sociedad. En el
marco del proceso penal, funciona como acusador público y cumple un rol “inquisidor”, es decir
de promover la investigación del proceso. Su representante en el proceso penal es el Agente
Fiscal o Fiscal. Intervienen agentes fiscales tanto en la etapa de instrucción del proceso, como en
la etapa del juicio.
Etapa de Instrucción: Es la etapa que nace con la denuncia del hecho
delictivo en sede judicial y su posterior investigación a cargo de un juez unipersonal. La
instrucción tiene por objeto básico comprobar si ha existido un hecho delictuoso establecido en el
Código Penal; estableciendo a esos fines la veracidad de las circunstancias que califiquen el
hecho, lo agraven, atenúen o justifiquen y buscando individualizar a los participantes del mismo
(Art. 193 Código Procesal Penal de la Nación). En esta etapa intervienen además del juez de
instrucción, el Agente Fiscal, la o las defensas del o los imputados de la comisión de los delitos y
las querellas particulares si las hubiera. Para ello, el juez de instrucción podrá ordenar la
producción de distintas medidas de prueba tales como las declaraciones testimoniales, los
pedidos de informes e inspecciones sobre lugares y cosas (Art. 212 CPPN), La instrucción deberá
practicarse en el término de cuatro (4) meses. Si ese término resultare insuficiente, el juez
solicitará prórroga a la cámara de apelaciones, la que podrá acordarla hasta por dos (2) meses
más, según las causas de la demora y la naturaleza de la investigación. Sin embargo, en los casos
de suma gravedad y de muy difícil investigación, la prórroga otorgada podrá exceder
excepcionalmente de dicho plazo, es lo que ha sucedido con todos los casos de investigación e
instrucción de los procesos por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última
dictadura militar. Finalizado este plazo y esta etapa, corresponde al Juez de Instrucción, elevar el
caso a juicio o decretar la clausura del caso y el sobreseimiento de los imputados según lo pedido
por las partes y la prueba colectada.

Etapa de Juicio Oral y Público: Una vez elevada la causa a Juicio, es


recibida por un Tribunal Oral (integrado por tres jueces) –en los casos de juicios por crímenes de
lesa humanidad, que tienen una complejidad y extensión mayor a la de los juicios habituales, se
suma un cuarto juez o suplente que es el encargado de reemplazar a cualquiera de los vocales
titulares en cualquier etapa del debate que lo requiriera- quien es el encargado de dirigir la etapa
de juicio oral o debate público. Una vez recibido el expediente, el presidente del tribunal citará a
las partes para que en el plazo de diez (10) días comparezcan –se hagan presentes en el
expediente-, examinen las actuaciones, los documentos incorporados y las cosas secuestradas. En
el marco del debate oral y público se da lectura en primer lugar al requerimiento de elevación a
juicio –pedido del fiscal para que el o los imputados sean llevados a juicio- y el auto –resolución-
del Juez de Instrucción que así lo dispone. Luego se toma la declaración correspondiente a los
testigos ofrecidos por las partes y que han sido aceptados como tales por el Tribunal y a los
peritos –especialistas o personas idóneas en ciertos saberes específicos reconocidos por el
Tribunal-; para pasarse luego a los alegatos de la parte acusadora (Fiscal y querellas particulares
si las hubiese) para finalmente dictarse la sentencia que puede ser condenatoria o absolutoria.

Imputados: Son las personas a las que se les endilga la participación penal en un hecho
delictuoso que se investiga en un proceso determinado. De ninguna debe interpretarse que el
"imputado" es definitivamente el culpable o responsable del hecho que se le atribuye, ya que esa
calidad puede desafectarse o agravarse a lo largo del proceso. De dictarse un procesamiento en
su contra, los “imputados” son considerados también “procesados”.

Prisión Preventiva: La prisión preventiva o provisional es una medida de


carácter cautelar que el Juez de Instrucción puede disponer para con el o los acusados o
imputados de determinado delito. Para que opere una disposición de “prisión preventiva” se
requiere que haya graves indicios de culpabilidad del o los acusados (se utiliza habitualmente el
término “semi plena prueba” del delito; que exista peligro de fuga o imposibilidad de continuar
con el procedimiento judicial por ausencia del o los acusados y la sospecha de que estando libre
el o los acusados pudieran afectar los elementos de prueba que hacen a los hechos que se
investigan. Mediante la aplicación de esta medida, adquieren los procesados la situación o el
“status” de presos con todas las limitaciones de derechos previstas por la ley para tales casos,
aunque el o los imputados aún no hayan sido condenados. La prisión preventiva establece el
status de preso, pero puede ser cumplida en un ámbito dependiente del Servicio Penitenciario
(Prisión efectiva) o de carácter de “prisión domiciliaria”. La duración de la prisión provisional no
podrá exceder de un año si el delito tuviere señalada pena privativa de libertad igual o inferior
a tres años. Será de dos años si la pena privativa de libertad señalada fuere superior a tres años.

Excarcelación: La excarcelación es un beneficio que se concede al procesado,


cuando no existen riesgos para la sociedad a causa de la peligrosidad del imputado, de
permanecer en libertad mientras dura el proceso judicial en su contra. Surge del principio
constitucional de presunción de inocencia y la regla que establece que nadie puede ser arrestado,
en principio, sino en virtud de sentencia dispuesta por juez competente. Se concede bajo caución
juratoria, ya sea personal o real.

Eximición de Prisión: Rige a esta institución el mismo principio que la


excarcelación, en tanto y en cuanto la base de la misma tiene que ver con el denominado
principio de inocencia. Se utiliza para evitar que opere la prisión preventiva en caso de ser
dictada. La eximición de prisión la pide la persona acusada de un delito a través de su defensa
profesional, correspondiendo al juez de instrucción o al Tribunal Oral la decisión final de otorgar o
no el beneficio.

Querella Particular: El rol de querellante en el proceso penal da el lugar de


otro acusador –a la par del Fiscal que representa al Estado o al “orden público”- que tiene todas
las funciones inquisitivas e investigativas que corresponden al fiscal (puede ofrecer prueba,
acusar, pedir declaración indagatoria, incorporar elementos, etc.). El instituto fue desarrollado
para incorporar a víctimas directas o familiares de éstas al proceso como sujetos. En los casos de
crímenes de lesa humanidad, este carácter se ha extendido a organizaciones en cuyos fines y
objetos estatutarios esté la promoción y protección de los Derechos Humanos (Organismos de
DDHH) (Ley 26.550).

Defensor Oficial: Le corresponde velar por la garantía de la debida defensa en


juicio de aquellas personas que acceden al servicio de la defensa pública. En tanto y en cuanto las
garantías judiciales exigen la representación jurídica legal en el proceso; cuando uno o más
individuos no pudieren o no quisiesen pagar los servicios de un profesional de la matrícula,
corresponde al Ministerio Público de la Defensa en nombre del Estado prestar los mismos. En los
casos de juicios por crímenes de lesa humanidad gran cantidad de imputados han recurrido a los
servicios de los Defensores Oficiales (Art. 60 inc. b) Ley 24.946).

Testigos: Son las persona encargadas de declarar ante un Juez de Instrucción o un


Tribunal Oral respecto de hechos que conoce y que son considerados relevantes por alguno de
para la resolución de la causa. Su declaración recibe el nombre de testimonio. El testigo siempre
es sometido a juramento o promesa de decir verdad y el falso testimonio –es decir, no cumplir
con dicho juramento o promesa- está penado por la ley criminal argentina como delitos contra la
administración pública (administración de justicia) (arts. 275 y 276 C.P).

Peritos: Son personas con un conocimiento o saber técnico o especial que sirve de
conocimiento auxiliar al Tribunal o Juez en cuestiones específicas que exceden el conocimiento
“del derecho” que se presume o reputa conocido por los jueces. Presentan informes a pedido de
las partes o del Tribunal, que luego serán merituados al tiempo de dictarse la sentencia.

Alegatos: Presentación de las partes (Fiscal, querellas, defensas) final en que se hace
valer lo “probado” en el expediente y sirve para pedir al Tribunal la condena o absolución penal.
Si bien en principio su naturaleza procesal está establecida como relativa a los hechos probados
en el Juicio, la situación especial de los juicios por crímenes de Lesa Humanidad hace que en ellos
se expongan probanzas que tienen que ver con la historia o circunstancias sociales que hacen al
contexto del delito específico (Éj.: situación económico-político-social de la época, etc.).

Sentencia: Es la decisión final de un Tribunal respecto de un caso determinado. Puede


ser condenatoria o absolutoria. El carácter condenatorio o absolutorio es o puede ser particular
para cada uno de los casos que se juzgan, lo que quiere decir que en los juicios por crímenes del
Lesa Humanidad donde lxs acusadxs lo son por varios hechos, pueden resultar condenados en
relación a algunos de ellos y absueltxs en relación a otros. En el caso de la sentencia dictada por
el Tribunal Oral en materia penal, al tratarse de tres jueces, los mismos pueden no ser
coincidentes en los fundamentos pero si debe imponerse una unanimidad o mayoría en la decisión
de absolver o condenar.

Condena: Se da cuando se ha hallado culpable al o a lxs acusadxs de un determinado


delito haciendo lugar a la acusación impulsada por el Agente Fiscal y las querellas particulares si
las hubiera habido. El monto de la condena (o sea, el tiempo o condición que debe cumplir el o la
acusada halladx culpable) depende pura y exclusivamente de la decisión de lxs jueces
intervinientes. La condena puede ser igual, mayor o menor a la pedida por las partes acusatorias
en su requerimiento contenido en el alegato. La condena dispuesta en la sentencia del Tribunal
Oral, está sometida a la revisión por vía de recurso de los tribunales superiores. Una vez que no
existe la posibilidad de revisión, se convierte en sentencia firme.

Absolución: La sentencia absolutoria es la que establece la no culpabilidad del o lxs


acusadxs. La absolución implica el sobreseimiento de lxs acusadxs, o sea, el fin de la persecución
penal de lxs acusadxs. El sobreseimiento por absolución dispuesto en la sentencia del Tribunal
Oral, está sometido a la revisión por vía de recurso de los tribunales superiores. Una vez que no
existe la posibilidad de revisión, se convierte en sentencia firme.

Recursos: Es la posibilidad que tienen las partes de pedir la revisión de una decisión de
un Tribunal. El recurso de Apelación es el pedido para que se revea por un tribunal de instancia
Superior, en el caso de los juicios penales, ocupa ese lugar respecto del TOF, la Cámara Nacional
de Casación Penal. Tratándose de casos en que está en juego un derecho constitucional, la última
instancia a la que se puede recurrir en el orden interno es la Corte Suprema de Justicia de la
Nación.

Condena a Prisión: La condena a prisión o “pena privativa de la libertad” opera


cuando la persona encontrada culpable de un determinado delito, es sentenciada a ver afectada
su libertad ambulatoria o de tránsito, debiendo cumplir la pena en condiciones de encierro. Es la
pena más grave, pero también es la pena por excelencia del derecho penal. Su cumplimiento, y las
condiciones de desarrollo de la misma están regladas por la Constitución Nacional que dice en su
Art. 18:  “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los
reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más
allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice”; también en diversos
Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos tales como la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre (Art. XXVI), la Convención Americana sobre Derechos Humanos o
Pacto de San José de Costa Rica (Art. 5 incs. 1), 2) y 6) y la Convención contra la Tortura y otros
Tratos Inhumanos o Degradantes, todos incluidos en el articulado de la Constitución Nacional por
medio de la reforma de 1994.
Condena a Prisión Perpetua: La condena a prisión perpetua es una
pena privativa de la libertad que el Código Penal fija para los delitos considerados “graves” o
“aberrantes”. Si bien se la suele denominar coloquialmente como “prisión de por vida”, esto no es
así, ya que el propio ordenamiento legal establece (conforme lo normado por distintos Tratados
Internacionales que rigen en materia de DDHH) una morigeración de la duración del cumplimiento
de la pena. En la Argentina, la persona condenada a reclusión o prisión perpetua que hubiere
cumplido treinta y cinco (35) años de condena, observando con regularidad los reglamentos
carcelarios, podrá obtener la libertad por resolución judicial bajo ciertas condiciones que
establece la ley. Sin embargo, existe en el Código Penal argentino la figura de "reclusión por
tiempo indeterminado" en casos de reincidencia múltiple que deja al arbitrio de los jueces,
conforme a los informes de prisión y evaluaciones periciales si el recluso está o no en condiciones
de ser liberado.

Prisión domiciliaria: La detención o prisión domiciliaria es una modalidad


atenuada de ejecución de las penas privativas de libertad. Habilita a los jueces a disponer el
cumplimiento de la pena impuesta en un domicilio determinado, bajo el cuidado de otra persona o
institución. La norma establece la facultad –o sea, no la obligación-, tanto para el defensor de
pedir, como a los jueces de conceder ese beneficio. Se suele otorgar para personas procesadas o
condenadas que a) estén enfermas y la privación de la libertad en el establecimiento carcelario le
impida recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no correspondiere su alojamiento en un
establecimiento hospitalario; b) padezcan una enfermedad terminal y/o incurable; c) se trate de
discapacitadas/os a los que el cumplimiento convencional de la pena les represente un trato
ilegal, inhumano, indigno o cruel; d) tenga más de setenta (70) años de edad; e) se trate de
mujeres embarazadas, madres de niñxs menores de cinco (5) años de edad, o madres de personas
discapacitadas que estén a su cargo. Corresponde a la Fiscalía y a las querellas, opinar sobre los
pedidos de prisión domiciliaria que se hagan en el marco de los juicios en que son parte, pudiendo
negarse o aceptar la medida.

Condena a Inhabilitación: La inhabilitación consiste en la privación de


derecho o en la suspensión de su ejercicio regular. Si bien por las modificaciones de los Códigos,
está condena resulta menor, afecta la posibilidad de las personas condenadas a ocupar cargos
públicos sean éstos electivos o por designación. La sanción implica también la privación del
derecho electoral y la suspensión del goce de toda jubilación, pensión o retiro, civil o militar,
cuyo importe será percibido por los parientes que tengan derecho a pensión. La inhabilitación
especial producirá la privación del empleo, cargo, profesión o derecho sobre que recayere y la
incapacidad para obtener otro del mismo género durante la condena, o sea que en los casos de
juicios contra militares y/o policías por crímenes de Lesa Humanidad implicará la destitución del
carácter de efectivo en la fuerza.

2X1: La regla del “2x1” es un principio estructurado a través de la sanción de la ley Nº


24.390 de 1994 y dictado en virtud de instrucciones dictadas por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos tendiente a establecer una aceleración de los procesos penales en curso que
impida la extensión injusta e innecesaria de las prisiones domiciliarias de lxs acusadxs de delitos
penales, promoviendo el derecho a la rápida y efectiva actuación del Poder Judicial.
Según el art. 7 de la ley 24.390 aquellas personas que hubieran estado detenidas
preventivamente durante más de dos años sin ser juzgadas —plazo máximo establecido en
Argentina para que el Estado pueda detener a una persona sin juicio— tenían derecho a una
compensación, que consistía en computar cada año de prisión preventiva en exceso como dos
años de condena.
La norma, fue definitivamente derogada en el año 2001. Sin embargo en el año 2017, ante un
planteo del represor Luis Muiña, civil que participó del grupo de tareas que funcionó en el
denominado “Grupo Swat” que formó parte del sistema del Terrorismo de Estado en el Hospital
Posadas se llevó a los máximos tribunales y en el marco de la causa “Bignone y otros” la cuestión
de la posible aplicación de la regla del 2x1 a condenados por crímenes de lesa humanidad. Muiña
había sido arrestado con prisión preventiva acusado de participar de los crímenes de lesa
humanidad que se cometieron durante la dictadura en el Hospital, su detención se produjo
después de la derogación de la ley y fue condenado a trece años de prisión en el año 2011 en el
primer juicio por el Posadas.
En su pedido, el condenado pidió se le aplique el beneficio por los años de prisión preventiva
cumplida, aduciendo que le correspondía con ese cómputo de la pena, la libertad. La Corte
Suprema de Justicia de la Nación con el voto de los Drxs. Elena Highton de Nolasco, Horacio
Rosatti y Carlos Rosenkratz hizo lugar al pedido.
La medida fue denunciada de inmediato por todo el arco de defensores de DDHH, víctimas
sobrevivientes del Terrorismo de Estado, sus familiares, organismos de Derechos Humanos e
innumerables espacios del campo político, social y cultural.
El rechazo fue además acompañado de multitudinarias manifestaciones públicas que congregaron
a cientos de miles de personas principalmente en la Plaza de Mayo y otras plazas del país,
generando un repudio amplísimo en importantísimas capas de la sociedad al fallo de la Corte.
El resultado fue que el repudio se manifestó de diversas maneras en distintos ámbitos: en el
judicial, con los tribunales inferiores no aplicando el precedente “Muiña” ante pedidos similares,
lo que implicó que la medida no se propagó a otros casos de represores; en el político, con la
sanción de la ley Nº 27.362 que establece la imposibilidad de otorgar ese beneficio en casos de
personas acusadas de crímenes contra la humanidad y por último, en el marco de la doctrina y
jurisprudencia de la Corte Suprema a través de la reversión del contenido del fallo en el
precedente “Muiña”, estableciéndose por una nueva sentencia de la Corte, dictada a partir del
reclamo del ex agente de inteligencia de la dictadura Batalla, la no procedencia de la regla del
2x1.
El represor Muiña, acusado de crímenes de lesa Humanidad cometidos en el Centro Clandestino
de Detención “El Chalet” que funcionara en el Hospital Posadas durante la última dictadura, poco
tiempo pudo gozar de la libertad obtenida por el fallo de la Corte, por cuanto el Tribunal Oral
Federal en lo Criminal Nº 2 le dictó en 2017 la prisión preventiva y finalmente fue condenado a
prisión perpetua por los homicidios de Jacobo Chester y Jorge Roitman en septiembre de 2018.

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