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Autoridad Funcional
La autoridad funcional quizás pueda entenderse si se la mira como una pequeña parte de la
autoridad del superior de línea.
La autoridad funcional debe ser restringida cuidadosamente. Una autoridad como la del
gerente de compras, por ejemplo, está limitada por lo general a los procedimientos que
emplean en compras las divisiones o departamentos.
La autoridad funcional, de ordinario, está limitada al sector “como” y algunas veces “cuando”;
muy rara vez se aplica a “donde”, “que” o “quien”. La razón de esta limitación no se encuentra
en ninguna demarcación lógica entre autoridad normal de línea y autoridad funcional, puesto
que la última se puede aplicar a cualquier aspecto de operaciones, tanto más cuanto que la
funcionalización de la administración, si se lleva a extremos, puede destruir el oficio del
administrador. Toda vez que un administrador pierde su autoridad para planear, organizar,
dotar de personal, dirigir y controlar las actividades dentro de su departamento, no puede ya
seguir administrando.
Hasta cierto punto, esto ocurre cuando un ejecutivo de línea tiene autoridad funcional sobre
una parte del trabajo de otro administrador. Cuando el departamento de contabilidad exige a
los gerentes de ventas de distrito que archiven sus cuentas de gastos en determinada forma,
hasta cierto punto está interfiriendo con la autoridad del gerente general de ventas sobre sus
subordinados.
Por consiguiente, las empresas bien administradas aceptan que la autoridad funcional debe
emplearse selectivamente y solo cuando exista verdadera necesidad. Esta necesidad proviene
de influencias tanto externas como internas. En lo externo hay requisitos como los organismos
gubernamentales que deben ser interpretados y administrados por especialistas. En lo interno,
algunos asuntos son de tal importancia o complejidad que se requiere la mejor clase posible de
acción uniforme, necesitando a su vez que conceda al experto autoridad suficiente para llevar
a cabo los procedimientos deseados. Una línea bastante tenue divide algunas veces lo que
debe ser controlado por el experto de lo que debe estar bajo jurisdicción del administrador de
operaciones. En caso de duda parece que una buena práctica es la de inclinarse a limitar el
sector de autoridad funcional de tal modo que la posición del administrador de operaciones no
se debilite.
Limitar el sector de la autoridad funcional es, pues, importante para preservar la integridad de
la posición administrativa.
Es posible mantener cierto grado de unidad de mando exigiendo que la línea de autoridad
funcional no se extienda más allá del primer nivel de organización, por debajo del propio
superior del administrador. En otras palabras, la autoridad funcional debe concentrarse en el
punto más cercano posible de la estructura de la organización para preservar la unidad de
mando de los ejecutivos de línea.
Falta de claridad:
La mayoría de las compañías se muestran satisfechas con decir, por ejemplo, que los gerentes
de división son responsables “administrativamente” ante el presidente, pero responsables
“funcionalmente en contabilidad” ante el contralor. Ésta es una invitación abierta a la
confusión, a la ambigüedad y a la tendencia de los especialistas para verlo todo en la compañía
a través de sus propios ojos.
Se puede decir, casi con certeza, que el mejor medio de evitar algunos de los problemas,
confusiones y fricciones de la autoridad funcional consiste en hacer que ésta sea especificada
con claridad. Si un gerente de personal interpreta que su delegación ha de cubrir todo lo
referente a personal, el potencial de conflicto es obvio. Del mismo modo, si un administrador
de operación considera que el contralor es “staff” sin autoridad para prescribir la forma y
naturaleza del sistema de contabilidad de la compañía, el contralor no puede abandonar su
responsabilidad.
Con el fin de lograr la claridad es imperativo que la autoridad funcional exacta delegada a un
administrador o a un departamento sea estudiada con todo detenimiento.
Delegación de autoridad
El arte de delegar