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INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR EN CIENCIAS JURÍDICAS

“ESCUELA DE DERECHO Y OTRAS UNIDADES PEDAGOGICAS”


E.D.U.P.C.A
CREADA POR LEY DE LA NACIÓN Nº 3693

Maestría EDUPCA

Módulo: Derecho Procesal Civil I


Tema: Principios Procesales

Responsable: Raúl Miguel Frutos Giménez


Profesor: Abg. Luis Pereira
Año: 2022
INTRODUCCIÓN

Los principios procesales son aquellas premisas máximas o ideas fundamentales que
sirven como columnas vertebrales de todas las instituciones del derecho procesal.
Constituyen el origen y la naturaleza jurídica de todo sistema procesal, a la vez que actúan
como directrices que orientan a las normas jurídicas para que logren la finalidad que medió
su creación.

Estos principios podemos encontrarlos en la Constitución, en la legislación ordinaria y


en la jurisprudencia. Su valor como fuente del Derecho es vital a la hora de interpretar las
normas escritas pues incluso el artículo quinto de la Ley Orgánica del Poder Judicial les da
carácter de ley en ausencia de norma y establece la obligatoriedad de los jueces de
aplicarlas e integrarlas al ordenamiento escrito. Es por esto que los principios procesales,
tienen la función de suplir algunas lagunas o ambigüedades que pueden darse en el
Derecho Procesal, y se consideran norma jurídicas semejantes a las normas que integran el
ordenamiento, llegando a constituir el vértice o columna vertebral de una estructura
procesal.
PRINCIPIOS PROCESALES
“La doctrina generalizada acepta que se entiende por principios procesales las
grandes directrices que expresa o implícitamente brinda el legislador para que el método de
enjuiciamiento pueda operar eficazmente de acuerdo con la orientación filosófico-política de
quien ejerce el poder en un tiempo y lugar determinado”.
“El principio: se trata de un punto de partida. Pero así como nadie puede caminar
hacia ninguna parte (siempre que lo haga tomará una dirección: hacia adelante, hacia atrás,
etc.), ese punto de partida debe ser visto en función de lo que se pretende hallar o lograr al
llegar (en el derecho privado esto se llama causa eficiente y causa fin). Si lo que se desea
es regular un medio pacífico de debate dialéctico entre dos antagonistas en pie de igualdad
ante un tercero que heterocompondrá el litigio, formular los principios necesarios para
lograrlo implica tanto como trazar las líneas directivas fundamentales que deben ser
imprescindiblemente respetadas para lograr el mínimo de coherencia que supone todo
sistema”.
a) Imparcialidad
La independencia del Magistrado es una necesidad para los ciudadanos que acuden
a la justicia para sustanciar sus diferencias, por lo que la decisión que tome no debe estar
bajo ningún aspecto influenciada por circunstancias ajenas a su voluntad. Es palabras
sencillas, debe hacer oídos sordos ante cualquier sugerencia o influencia de una de las
partes que se presente.
“Principio de imparcialidad del juzgador: De la mayor importancia es éste, que indica
que el tercero actúa en calidad de autoridad para procesar y sentencia el litigio debe
ostentar claramente ese carácter: para ello, no ha de estar colocado en la posición de parte
(impartialidad) ya que nadie puede ser actor o acusador y juez al mismo tiempo; debe
carecer de todo interés subjetivo en la solución del litigio (imparcialidad) y debe poder actuar
sin subordinación jerárquica respecto de las dos partes (independencia)”.
“Principio de igualdad de las partes: Si la razón de ser del proceso es erradicar la
fuerza ilegítima de una sociedad dada y, con ello, igualar jurídicamente las diferencias
naturales que irremediablemente separan a los hombres, es consustancial de la idea lógica
de proceso el que el debate se efectúe en pie de perfecta igualdad. Tan importante es esto
que todas las constituciones del mundo consagran de modo expreso el derecho a la
igualdad ante la ley (CN, 46 y 47), prohibiendo contemporáneamente algunas situaciones
que implican clara desigualdad: prerrogativas de sangre y de nacimiento, títulos de nobleza,
fueros personales, etc., y admitiendo otras que permiten paliar la desigualdad; el libre
acceso a los tribunales de quienes carecen de los medios económicos suficientes para ello,
etc.”.
“La exigencia de igualdad, desde luego, no puede ser tomada en términos absolutos,
en el sentido de imponer exactamente el mismo trato a todos, cualesquiera sean las
circunstancias. Tal uniformidad absoluta no es lo que exige esta idea de justicia, pues la
falta de reconocimiento de las diferencias relevantes significaría ubicar a todos en idéntica
posición, cosa que nadie ha pretendido dentro de esta tradición. Por el contrario, no puede
considerarse injusto, desde esta perspectiva, que se hagan distinciones, de manera que los
beneficios y las cargas, los derechos y los deberes, sean distribuidos teniendo en cuenta
circunstancias condicionantes. La exigencia de igualdad encierra únicamente la pretensión
de que nadie, en forma arbitraria, sea sometido a un trato que difiera del que se acuerda a
otros. Esta exigencia debe ser comprendida, por tanto, en un sentido relativo, es decir, como
una exigencia de que los iguales sean tratados de la misma manera. En otras palabras, la
exigencia de igualdad contenida en esta idea de justicia no está dirigida en forma absoluta a
todos y a cada uno, sino a todos los miembros de una clase, determinados por ciertos
criterios de relevancia. La justicia, en este sentido señalado, como pura demanda de
igualdad, recoge una exigencia de racionalidad, en tanto que el trato acordado a una
persona debe ser predeterminable por ciertos criterios establecidos en reglas dadas.
“Referirnos al principio de igualdad es aludir a uno de los principios cardinales del
proceso judicial, no sólo tiene una expresa consagración en el proyecto de reforma, sino es
objeto de tratamiento en el ámbito constitucional, como capítulo diferenciado de los demás,
al establecer la Constitución Nacional la protección genérica de la igualdad desde tres
vertientes, en el Artículo 46 sobre la igualdad de las personas, en el Artículo 47 de las
garantías de la igualdad, y en el Artículo 48 de la igualdad de los derechos del hombre y la
mujer”.
“La igualdad procesal tiene dos connotaciones esenciales: primero, que en la
contienda los partícipes tengan igualdad de oportunidades para su defensa; y segundo, que
no se aceptan los procedimientos privilegiados para ninguno de los ciudadanos, sea por
causa de su religión, raza, sexo, fortuna, entre otros”.
b) Economía Procesal:
Este principio engloba como primer punto la economía de tiempo, como segundo
economía de esfuerzos y por último como tercero, economía de gastos. Hace un buen
tiempo los países intentan disminuir el tiempo de los procesos, dinamizar los trámites y
facilitar el acceso a la justicia a los ciudadanos.
“Doctrinalmente es difícil determinar el ámbito de aplicación de esta regla. Tal
imprecisión viene de la simple circunstancia de que la economía no implica solamente la
reducción del coste del proceso sino también la solución del antiguo problema del
alargamiento del trámite, la suspensión de tareas inútiles y, en definitiva, la reducción de
todo esfuerzo (cualquiera sea su índole) que no guarde adecuada correlación con la
necesidad que pretende satisfacerse”.
“El artículo 47, inciso 1, garantiza la igualdad en el acceso a la justicia. Esta
disposición, en primer lugar, comprende el derecho a no ser discriminado en el momento de
acudir ante la justicia para hacer valer una pretensión jurídica. Para allanar la discriminación
que pudiera surgir ante la justicia por razones económicas, se instituye la defensa pública
para quienes no puedan solventar la defensa privada. Asimismo, las leyes procesales,
establecen la exoneración de tasas judiciales para las personas menos favorecidas con el
usufructo de los bienes materiales, como es el caso de los litigantes con carta de pobreza y
los trabajadores en el fuero laboral”.
c) Celeridad:
Mediante este principio se trata de que los procesos se tramiten en el menor tiempo
que se pueda, para así llegar con la más rapidez al estado de dictar sentencia. Nuestro CPC
prevé remedios para cuando se busca dilatar el proceso, cual sería una el rechazo liminar
contenido en el Artículo 184, para los casos en que se promueva un incidente
manifiestamente improcedente.
“Esta regla indica que el proceso debe tramitar y lograr su objetivo en el menor tiempo
posible, por una simple razón ya apuntada con exactitud por el maestro Couture: “En el
proceso, el tiempo es algo más que oro: es justicia”. Una simple lectura de los
ordenamientos legales vigentes revela que el legislador americano no ha comprendido el
problema recién señalado: en la actualidad se asiste a un fenómeno complejo que se
presenta en todas las latitudes y que se denomina universalmente crisis de la justicia”.
d) Publicidad:
A través de este principio lo que se trata es que los procesos no sean confidenciales
por sobre para las partes inmersas en él. Busca, que el litigio sea público y con ello otorgarle
suficiente transparencia a las contiendas existentes.
“Esta regla, propia del sistema dispositivo o acusatorio, indica que el desarrollo de la
serie procedimental debe hacerse públicamente, en presencia de quien esté interesado en
el seguimiento de su curso. Salvo en casos excepcionales que, por motivos superiores,
aconsejan lo contrario (por ejemplo, litigios en los que se ventilan problemas íntimos
familiares), la publicidad es un ideal propio de todo régimen republicano de gobierno”.
e) Preclusión:
Los procesos se van dividiendo en fases que una vez cumplidas se cierran, sin
posibilidad de reiniciarse, lo que se traduce en que los actos que se tuvieron que haber
realizado en la etapa correspondiente, ya no podrán realizarse tras su cierre. Toda regla
presenta excepción, que son los de hechos nuevos o agregación de documentos recién
conocidos o posteriores, según el Artículo 103 del CPC.
“La idea lógica del proceso implica el necesario desarrollo de una serie cuyos
componentes deben ser cumplidos en un cierto orden establecido por la ley o por la
convención. La regla procesal que se adecua a esta idea se conoce en doctrina con la
denominación de orden consecutivo y de ella deriva que cada elemento de la serie debe
preceder imprescindiblemente al que le sigue. Como todo el desarrollo de la serie
procedimental tiene una duración temporal -no importa al efecto cuán dilatada sea- debe
establecerse en la normativa que la rige un cierto plazo para efectuar cada uno de los pasos
necesarios para llegar a su objeto. En la alternativa de las respuestas jurídicas, el legislador
puede optar por dos soluciones diferentes: permitir o no el retroceso de los pasos que exige
el desarrollo de la serie. En otras palabras: posibilitar que las partes insten cuando lo deseen
(regla del libre desenvolvimiento o de la unidad de vista) o que lo hagan sólo y
exclusivamente dentro del plazo prefijado al efecto (regla de preclusión)”.
f) Concentración:
Existe un dispendio innecesario de la actividad del Juzgado y de las partes, porque
las etapas se fragmentan en una serie interminable de diligencias, que por sobre todo, no se
llevan a cabo con la presencia del Magistrado. Con este principio a las partes deben ofrecer
toda la prueba en los escritos de constitución del proceso principal o incidental. Ver Artículos
183, 252, 319, 460 y 624 del CPC.
“Tiende el principio de concentración a acelerar el proceso eliminando trámites que no
sean indispensables, con lo cual se obtiene al mismo tiempo una visión más concreta de la
litis. Ello supone la concesión al juez de facultades amplias en la dirección del
procedimiento, que le permita negar aquellas diligencias que considere innecesarias y
disponer en cambio ciertas medidas destinadas a suplir omisiones de las partes o que
estime convenientes para regularizar el procedimiento. b) Pero la concentración es también
una característica del proceso oral. Nuestro procedimiento escrito es en cambio una
negación del principio, porque se diluye en traslados e incidentes que complican y prolongan
el proceso. Sólo encontramos una aplicación, por cierto bien reducida, en los juicios
especiales, y, sobre todo, en los juicios de menor cuantía ante la justicia de paz donde,
según la intención del legislador, todo el proceso debiera concentrarse en una sola
audiencia”.
g) Eventualidad:
Su objetivo es agrupar todas las defensas o ataques que posean las partes para con
ello darle ese dinamismo necesario al proceso. También, trata de resguardar a los litigantes
ante chicanas procesales que se pudieren presentar y evita nulidades insalvables.
“Principio de eventualidad. a) El principio de eventualidad consiste en aportar de una
sola vez todos los medios de ataque y defensa como medida de previsión -ad eventum- para
el caso de que el primeramente interpuesto sea desestimado. Tiene por objeto favorecer la
celeridad de los trámites, impidiendo regresiones en el procedimiento y evitando la
multiplicidad en juicios”.
h) Saneamiento:
Nuestro código de procedimientos civil con el Artículo 113 permite al Magistrado
anular las actuaciones que se dieron en el proceso que estuviesen viciados de oficio. Por
otra parte, también según el 184, puede rechazar liminarmente los incidentes que sean
manifiestamente improcedentes.
En el proceso penal en la llamada audiencia preliminar o inicial o saneadora,
asimismo el Juzgado cuenta con la posibilidad de anular aquellas actuaciones que sean
irregulares antes de partir a la siguiente etapa procesal.
“Esta regla es compatible con la que indica que la dirección del proceso es ejercida
por el juzgador (y no por las partes) (Artículo 15, in. f). Cuando se la adopta en una
legislación dada cabe otorgar al juez facultades suficientes para decidir liminarmente acerca
de cuestiones objetivamente improponibles (las que carecen de todo respaldo legal)”.
CONCLUSIÓN

La principal tarea del Juez en su función de implementar, defender y proteger la figura


del Debido Proceso en nuestro país, es estudiar profundamente los principios de la misma,
la manera en que esos principios están consignados en la Constitución y las leyes cubanas,
y la forma en que debe aplicarlos creativamente en la práctica diaria, en todo lo que la Ley
establezca y en todo lo que su arbitrio legítimamente le permita.
De allí la importancia en la producción de las pruebas sirvan como un DERECHO DE
ACCESO A LA JUSTICIA COMO PRESUPUESTO DEL DEBIDO PROCESO. En ese
sentido el acceso a la justicia ha sido una de las asignaturas pendientes con mayor
demanda por parte de la ciudadanía en el Estado paraguayo. Igualmente, en el plano
internacional existe una fuerte exigencia para satisfacer este derecho fundamental, en varias
de sus sentencias especialmente las dictadas contra el Estado Mexicano.
En este contexto, uno de los elementos y requisitos imprescindibles de este derecho
fundamental ES LA ACCESIBILIDAD Y EFECTIVIDAD DEL MISMO, y no de sus pilares lo
constituye la producción de las PRUEBAS, y específicamente en el sistema de valoración de
los medios de prueba por parte de los órganos jurisdiccionales.
El debido proceso marca un hito importante como principio protector y marca su incidencia
en la apreciación judicial de la prueba. Es por ello que el Juez tiene como límite en su labor
interpretativa a la luz del DEBIDO PROCESO, la obligatoriedad de pronunciarse sobre todas
las pruebas existentes, evidentes, etc. dentro del juicio, fundando en el razonamiento lógico
al que ha llegado partiendo de la yuxtaposición de las premisas menor y mayor.
Es además un requisito indispensable de toda sentencia la motivación de la misma,
mediante una exposición en términos claros, precisos y lacónicos, sobre los hechos
controvertidos en el proceso, las PRUEBAS EVACUADAS y un análisis sobre su
VALORACIÓN como sustento del dispositivo dictado al efecto.
En este orden de ideas y como fundamento del DEBIDO PROCESO, surgen las
reglas de la sana crítica como un complemento, que el legislador facultó al juez para que en
caso de dudas sobre la apreciación de las pruebas y de los hechos, recurra a los principios
del debido proceso legal descriptos precedentemente.
Así, el juez cuenta con suficientes medios, bien aportados por las partes, o traídos al
proceso en su facultad oficiosa, además de servicio del auxilio probatorio de los indicios y
presunciones, para extraer conclusiones lógicas y certeras de su razonamiento intelectual,
de modo a evitar excesos y decisiones alejadas de la justicia y en detrimento del derecho a
la defensa y al debido proceso como garantías constitucionales y convencionales.
BIBLIOGRAFIA

 https://www.monografias.com/trabajos93
 DICCIONARIO de CIENCIAS JURÍDICAS, POLÍTICAS y SOCIALES, Manuel Osorio
 https://html.rincondelvago.com/principios-procesales
 Institutas - Revista de Derecho Procesal - Número 9 - Abril 2019

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