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Principios y presupuestos del proceso constitucional

1.- Principios procesales en los procesos constitucionales:


Los principios procesales constituyen una suerte de máximas inalienables que se dan para ordenar el
desarrollo de un litigio, por eso, la variedad de procedimientos permite formular reglas particulares. En
definitiva, al hablar de principios procesales para los procesos constitucionales, tenemos que mostrar
aquellos que informan todas las instancias, hasta alcanzar la sentencia definitiva.
1.1.-Principios del proceso:
Hay principios establecidos para todo tipo de procesos. Se instalan como presupuestos del debido
proceso y desde allí controlan la eficacia de la gestión que se cumple. En este aspecto se encuentran:
el principio de igualdad entre las partes; el principio de autoridad en el proceso; y las reglas del Juez
natural.
En síntesis, los principios en el proceso constitucional difieren sensiblemente de los principios del
proceso civil y, por eso, deben explicarse por separado.

a) La autoridad del Juez constitucional: La teoría tradicional sostiene que el Juez debe resolver
controversias entre partes aplicando el derecho objetivo. Luego, si este derecho tiene
resistencias constitucionales, podrá declarar su inaplicabilidad en el caso concreto (sistema
difuso) o remitirlo a consideración del tribunal constitucional (sistema concentrado).

b) El principio de igualdad: Hay dos miradas para este principio. Una formal y despojada de un
análisis severo: la igualdad ante la ley, es decir, la norma que el Juez aplica no debe establecer
diferencias. Es una igualación lógica, y genera también un derecho a que, en paridad de
circunstancias, se apliquen las mismas soluciones. La segunda es una visión subjetiva: la igualdad
real, esto es, que todos tengan idénticas posibilidades de acceder a la justicia.

c) El Juez Natural: Juez natural resulta aquél que tiene competencia asignada por vía legal o
reglamentaria para entender en cada supuesto litigioso. En las causas penales la
predeterminación es un presupuesto obligado, pues tiende a evitar la manipulación sobre el
órgano jurisdiccional evitando cualquier sospecha sobre la imparcialidad del procedimiento a
encausar.

d) La bilateralidad y contradicción del proceso constitucional: El clásico precepto “audiatur et


altera pars” consagra el derecho a la contradicción. Significa impedir la decisión del Juez si la
persona contra quien se peticiona una actuación no ha tenido oportunidad de ser oída. La
contundencia del axioma no es tan estricta en materia procesal constitucional, debido a que la
misión principal de los procesos de esta naturaleza es fiscalizar la supremacía y la aplicación
efectiva de los derechos fundamentales.
1.1.- Los principios del procedimiento
Los procedimientos constitucionales que es la regla del debido proceso, desde el cual los tratados y
convenciones internacionales señalan la importancia de consagrar al proceso como garantía
inclaudicable para sostener y argumentar los derechos. Para alcanzar este objetivo, el primer paso es
despojar al proceso constitucional de servilismos formales y ritualismos estériles. Si es una garantía,
será deber de la jurisdicción que se logre la seguridad deseada.
a) El impulso procesal y la inmediación: Se afirma que, “una vez que la intervención de los
tribunales constitucionales ha sido legalmente requerida, éstos deben actuar de oficio y con la
mayor celeridad posible, sin que pueda invocarse la inercia de las partes para retardar el
proceso. El impulso del proceso a cargo del tribunal no puede interpretarse como una
apropiación indebida del principio dispositivo, según el cual el proceso se inicia y desenvuelve
a pedido de parte.
b) Carga y valoración de la prueba: Es verdad que las alegaciones de partes se verifican y
confirman con la actividad probatoria de quienes las manifiestan. Es una lógica de los hechos
que trabaja sobre el carácter bilateral del litigio, donde al Juez se lo convence probando. Al
Estado le importa identificar si existe o no una cuestión constitucional, por eso, suele hablarse
de un derecho constitucional a la prueba. El derecho a probar es una parte del debido proceso,
tal como lo ha subrayado la jurisprudencia de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación.

c) El principio de saneamiento procesal: Este principio, también llamado de “depuración”,


consiste en evitar que el proceso continúe sin advertir, oportunamente, la existencia de vicios
que podrían producir nulidades. Es una facultad del Juez implícita entre los poderes habituales,
que se convierten en un deber del oficio cuando se sustancian conflictos constitucionales.
2.- Presupuestos del derecho procesal constitucional
En cualquier proceso constitucional debe imperar un mínimo indiscutible de presupuestos que
implementen no sólo un derecho a la legalidad constitucional, sino mejor, la posibilidad de sustanciar
un pleito donde las premisas de conducción afiancen las garantías del hombre, sin que ello signifique
darle un tratamiento preferente y parcial.

2.1. Gratuidad de las actuaciones: El principio de onerosidad de las actuaciones judiciales ha


implantado en numerosos sistemas la obligación de tributar una tasa (o tributo) por la
actividad que se impone a la justicia cuando se promueve un proceso. En sus orígenes, si
alguna de las partes no podía soportar el peso económico de esa necesidad, la otra debía
asistirlo. Pero como la imposición resultó casi absurda y excesiva por la crueldad consistente
en obligar a alguien a suministrar a otras armas que serían utilizadas contra sus propios
intereses, el sistema mudó hacia el beneficio de litigar amparado por la condición de pobre y
bajo la tutela asistencial del Estado.

2.2. Proceso sencillo y breve: Los procesos constitucionales difieren en sus modalidades y
procederes, sin que ninguno vaya contra el principio de rapidez y efectividad. Es obvio, una
crisis constitucional debe ser satisfecha de inmediato, o al menos, en el menor intervalo de
tiempo posible. Vale decir, la sencillez se difumina y la brevedad se torna ilusión. Para resolver
esta cuestión se aplica la idea (estándar o principio) del recurso sencillo y eficaz que predican
los tratados y convenciones internacionales.

2.3. El principio “iura novit curia”: El juez conoce el Derecho" manifiesta la expresión; sin
embargo, la traducción no sería apropiada para el aforismo iura novit curia, pues
correspondería decir ius novit curia. Después de algunas desinteligencias en orden a la
lectura que debía darse, la noción exacta quedó enmarcada en el deber que tienen los jueces
de aplicar el derecho positivo que han de conocer; aunque tiempo después se aligeró la
obligación comprendiendo que el derecho debía creerse justo, permitiendo entonces, que la
función judicial interpretara el caso y subsumiera en él la norma precisa que lograra
satisfacer los principios de justicia y equidad.

2.4. El principio “pro homine”: El principio pro homine explica Mónica Pinto- “es un criterio
hermenéutico que informa todo el derecho de los derechos humanos, en virtud del cual se
debe acudir a la norma más amplia, o a la interpretación más extensiva, cuando se trata de
reconocer derechos protegidos e, inversamente, a la norma o a la interpretación más
restringida cuando se trata de establecer restricciones permanentes al ejercicio de los
derechos o su suspensión extraordinaria. Este principio coincide con el rasgo fundamental del
derecho de los derechos humanos, esto es, estar siempre a favor del hombre.

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