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GRUPO 3

LEY Y JUSTICIA
Quienes defienden acrítica e irreductiblemente la Constitución están, sin duda, defendiendo la ley, pero
no por ello es seguro que estén defendiendo también la justicia.
Hace ahora casi dos mil quinientos años, cuando la democracia daba sus primeros pasos firmes en
Atenas, Sófocles expuso ante sus conciudadanos, desde el espacio público del teatro, el conflicto de una
princesa que se opone a la ley y al poder para dar sepultura a su hermano muerto. Con ello, al tiempo que
nacía la Democracia, nacía también una pregunta llamada a convertirse en un interrogante eterno: ¿Es la
ley la justicia?
En el fondo, toda la polémica sustentada en torno a la cuestión de Cataluña refleja, una vez más, ese
eterno conflicto existente entre la ley y la justicia. La ley es un precepto de obligado cumplimiento que una
autoridad establece para regular, imponer o prohibir una cosa; y –en el mejor de los casos– puede
coincidir con la justicia; pero no es la justicia: es tan sólo un intento de hacerla definida, que se
perfecciona, precisamente, en su afán de aproximarse a ella. Ésa es la razón por la que el estado de
derecho que la democracia genera no se agota en la formulación y la obediencia de las leyes, sino que
reconoce también la posibilidad de cuestionarlas para tratar de hacerlas más acordes al interés común y a
los valores éticos que fundamentan la propia democracia. O dicho de otro modo: ésa es la razón por la
que las leyes mejoran gracias a que existen entre los ciudadanos personas valientes con
cualidades éticas y sentido de la justicia superiores a los de las leyes en vigor. 

LA LEY
Es el conjunto de reglas a las que se deben someter todos los habitantes de un país para evitar conflictos
y vivir en armonía.
La ley (en latín, lex, legis) es una norma jurídica dictada por el legislador, es decir: un precepto establecido
por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia cuyo
incumplimiento conlleva a una sanción. Según el jurista panameño, César Quintero, la ley es una «norma
dictada por una autoridad pública que a todos ordena, prohíbe o permite, y a la cual todos deben
obediencia».
Consideraciones
Las leyes son delimitadoras del libre albedrío de las personas dentro de la sociedad. Se puede decir que la
ley es el control externo que existe para la conducta humana, las normas que rigen nuestra conducta
social. Constituye una de las principales fuentes del derecho.
Definiciones históricas
Aristóteles: El común consentimiento de la ciudad
Gayo: Es lo que el pueblo manda y establece.
Santo Tomás de Aquino: Ordenación de la razón dirigida al bien común y promulgada solemnemente por
quien cuida a la comunidad.
JUSTICIA
Justicia.- Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le
corresponde.
La justicia es un valor que inclina a obrar y juzgar, teniendo por guía la verdad y dando a cada uno lo que
le pertenece, y lo que le pertenece a cada uno es su realización y su dignidad.
La justicia como valor democrático es un nivel que se desea alcanzar y está vinculado estrictamente
al valor del bien general.
La justicia (del latín iustitĭa, que, a su vez, viene de ius —derecho— y significa en su acepción propia «lo
justo») tiene varias acepciones en el Diccionario de la lengua española. Es un valor determinado como
bien común por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. Es el
conjunto de pautas y criterios que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e
instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de estos.

Corresponde a la Filosofía moral y a la Ética el estudio de la justicia desde el punto de vista filosófico.
En ellas se define como justicia la virtud cardinal que reside en la voluntad mediante la cual, la persona
está inclinada a dar a cada uno lo suyo, ya sea de manera individual, como sociedad o como grupos de
personas, miembros de la sociedad. Para comprender mejor esta definición es necesario hacer algunas
aclaraciones:
La justicia es una virtud y «lo propio de toda virtud y hábito es ser una disposición que inclina de un modo
firme y permanente a sus actos».
La justicia, como se indicó, es una virtud cardinal, una virtud principal, ya que sobre ella gira la vida moral
de la persona.
Es una virtud que reside en la voluntad, es decir, en el «apetito racional» como indica Santo Tomás de
Aquino; no es justo quien «conoce» lo que es recto sino quien obrarectamente.6 Por tal razón, la justicia
está en una facultad apetitiva y al no poder radicar en el apetito sensible, reside en el apetito racional, es
decir, en la voluntad.
Es una virtud en la que, al inclinar a dar a cada uno lo suyo, predomina la objetividad.
Sentido propio y metafórico de la justicia
El sentido propio de la justicia exige que haya un débito exigible, que existan personas distintas ya que
se puede ser justo o injusto respecto a otro, que debe ser una persona distinta e independiente al que
practica la justicia, o la injusticia y, finalmente, que haya igualdad entre ambas personas. Por lo tanto, las
relaciones de justicia entre unos y otros son siempre bilaterales.
Concepto de justicia en el derecho romano
El término justicia viene de iustitia. El jurista Ulpiano la definió así:
«La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho». Los preceptos
o mandatos del derecho son: («Vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo que le
corresponde»).
Concepto desde el punto de vista cristiano
La palabra «justicia» aparece más de doscientas veces en cualquier traducción de la Biblia. Sin embargo,
la palabra justicia tiene unos significados y una gama de matices de lo que pueda tener en español u otras
lenguas modernas. En ella supera el ámbito moral o del derecho ya que profundiza el ámbito más
profundo de lo religioso: la relación entre Dios y el hombre y entre los hombres entre sí precisamente por
su dimensión religiosa. El concepto de justicia tiene cada vez mayor amplitud y trascendencia. Este es el
valor profundo de la justicia en el momento de la Alianza de Dios con los hombres. Este primer significado
de «la justicia» está en el entorno de la fidelidad, de la sinceridad, de la conformidad del cumplimiento de
la Alianza de Dios con los hombres.
Etimología bíblica
Si bien los estudiosos tienen diversas opiniones del significado de esta raíz. El primero es «fiel, justo»;
según la segunda opinión puede significar «dureza, solidez, conformidad con la norma»; según la tercera
es «vencer». En lo que sí están de acuerdo los etimologistas es que ninguna de ellas puede considerarse
más o menos válida que las otras dos.

Teorías y definiciones acerca de la justicia


Entre otras muchas teorías sobre la justicia, destacamos la de los filósofos:
Platón: la justicia como armonía social. En su libro República, Platón propone para la organización de su
ciudad ideal, a través del diálogo de Sócrates, que los gobernantes de esta ciudad se transformen en los
individuos más justos y sabios, o sea en filósofos, o bien, que los individuos más justos y sabios de la
comunidad, es decir, los filósofos, se transformen en sus gobernantes.
Aristóteles: la justicia como igualdad proporcional: Dar a cada uno lo que es suyo, o lo que le
corresponde. Dice que lo que le corresponde a cada ciudadano tiene que estar en proporción con su
contribución a la sociedad, sus necesidades y sus méritos personales.
Tomás de Aquino: la ley natural. Dice que los ciudadanos han de tener los derechos naturales, que son
los que Dios les da. Estos derechos fueron llamados posteriormente derechos humanos.
Un aspecto interesante de la organización de las sociedades es cómo se detentan los recursos
disponibles, los bienes producidos y la riqueza disponible. En principio, en la mayoría de sociedades se
han manejado dos conceptos parcialmente incompatibles sobre qué es una distribución justa de los bienes
y la riqueza:
La justicia según la necesidad, sostiene aquellos que tienen mayores necesidades de un bien deben
poseer asignaciones mayores.
La justicia según el mérito, sostiene que aquellos que más contribuyen a la producción de bienes y
riqueza deben tener también una mayor proporción de los mismos.
JUSTICIA Y DERECHO
La justicia es uno de los principios generales del derecho: a ella recurre el legislador cuando quiere
establecer un estatuto jurídico programático y también el juez al tener que dar solución a las controversias
jurídicas que carecen de un estatuto jurídico que les den solución; se dice que dichos actores en su
correspondiente orden jurídico o político actúan con justicia cuando nacen para proteger y satisfacer los
derechos básicos de los individuos, fundamentando su autoridad en el ejercicio de sus obligaciones en los
mismos derechos.
ANÁLISIS Y COMENTARIO DE LA REPÚBLICA DE PLATÓN
Para que conozcas mejor esta obra filosófica, a continuación vamos a ofrecerte un análisis de La
República de Platón analizando las ideas más destacadas de cada uno de los libros. Son las siguientes:
Libro I de La República de Platón
En el libro I, Sócrates va con Polemarco a su casa, y allí también está su padre, Céfalo, el sofista, y los 3
comienzan a dialogar acerca del significado del término justicia. Céfalo afirma que la justicia consiste en
decir la verdad y dar a cada cual aquello que le corresponde. Polermarco, dice que lo justo es hacer bien a
los amigos y mal a los enemigos.
Trasímaco, dice que lo justo es lo que beneficia al más fuerte, afirmando que es más conveniente hacer el
mal que el bien, y que todo el mundo lo vería más ventajoso si no fuera por miedo al castigo. Sócrates
dice que el ser humano justo es aquel que no puede hacer mal a otro e identifica la justicia con la
sabiduría y virtud, y la injusticia con la ignorancia y el vicio.
Libro II, III y IV
En los libros II, III y IV, Platón describe su Ciudad - Estado ideal, así como a sus gobernantes. Así, afirma
que los verdaderos gobernantes han de ser los filósofos, defendiendo la figura del filósofo-rey. Así
mismo, harían de jueces y de educadores. A los guerreros, les corresponde la defensa de la ciudad y
el pueblo, ha de cumplir las leyes y respetar las decisiones de los gobernantes.
Del mismo modo que existen 3 partes del alma: el alma racional, el alma irascible y el alma
concupiscible, existen en el ser humano 3 virtudes, que se corresponden con las partes del alma, a
saber: la prudencia, el valor y la templanza, respectivamente. Aunque se dan las 3 en todos los
seres humanos, siempre domina una sobre la otra. Cuando se da esto en un Estado, entonces se
puede hablar de justicia. El Estado ideal perfecto, reuniría estas 3 virtudes, siendo la justicia la más
grande de todas y que consiste en que cada cual se ocupe de lo que le corresponde:

 Al alma racional, le corresponde la prudencia y su lugar en la polis, el gobierno. Filósofo-rey


 Al alma irascible, le corresponde el valor y su sitio en la polis, el ejército. Guerreros
 Al alma concupiscible, le corresponde la templanza y su posición en la polis, se súbditos
obedientes y respetar las leyes. El pueblo, los artesanos, comerciantes y campesinos.

Si cada uno hace lo que le corresponde dentro de la polis, se está haciendo justicia. Un Estado que es
justo, es reflejo de sus ciudadanos.
En este contexto, la educación va a ser determinante a la hora de definir el lugar de cada individuo, en
función de sus habilidades, conocimientos y aptitudes. Lo que trata de demostrar Platón es que la justicia
individual es un reflejo de la justicia social. Ambas son idénticas.
DEL LIBRO V AL VII
En los libros V a VII Platón trata el tema de la educación, no con fines formativos, sino como medio de
ascender del mundo sensible al mundo inteligible, a través de la dialéctica. Así mismo, define los distintos
modelos de gobierno:

 El mejor modelo de organización política sería la monarquía y/o aristocracia de organización


política. La aristocracia es el gobierno de los mejores, pero han de aliarse con los guerreros si
desean conservar su poder, que acabarán haciéndose con el mismo, convirtiéndose así en
Timocracia.
 La timocracia es el gobierno de los militares, de los valientes, pero puede degenerar en
Oligarquía.
 La oligarquía es la desviación de la Timocracia, y sería el gobierno de los ricos y como la riqueza
se rebelarán y restaurarán la Democracia.
 La democracia, o el gobierno de Todos, y caerá en la anarquía y la demagogia, dando lugar a la
tiranía.
 La tiranía. es el gobierno de uno solo, y es consecuencia de la degeneración de la democracia y es
la forma más injusta de todas.

LIBROS IX Y X
Los libros IX y X, los dedica Platón al análisis de la felicidad y del alma, así como del destino final de la
misma.
Platón ha sido de gran influencia en la historia del pensamiento occidental, si bien es cierto que también ha
recibido grandes críticas de filósofos como Nietzsche, que lo acusa de ser el culpable de la decadencia de
la cultura occidental, construida desde el desprecio a la vida, fundamentado en la duplicación platónica de
la realidad.

EL PARADIGMA DE CIUDAD JUSTA COMO MODELO DEL ESTADO Y DE LAS LEYES


La preocupación por la justicia es una constante en los diálogos de Platón, prácticamente todos ellos la
mencionan y la tienen en consideración. Pero serán fundamentalmente dos de sus obras las que se
consagrarán a la exposición de una teoría comprensiva de la justicia. Una obra de madurez, La República,
en la que se incardinará la idea de justicia dentro de la denominada teoría de las ideas, y una obra de
vejez, Las Leyes, en la que se volverá sobre la temática anterior, esto es, procurando perfilar un modelo
ideal de ciudad justa, pero ahora basada en la consecución de una cierta armonía a todos los niveles de
emergencia de lo real.
El título de La República con el que se conoce la obra de Platón dedicada a la justicia, no
corresponde al original griego de Politeia, la traducción más adecuada sería «Del régimen de gobierno de
la ciudad-estado (polis)». Pero a partir de la traducción latina como Res publica, empleada por Cicerón en
su tratado sobre el mismo tema, vino a dar en La República en castellano. Resultó así consagrado tal título
por la tradición y preferible a realizar una perífrasis, que si bien matizaría que el concepto de Estado
moderno no se ajusta con respecto a la polis griega, lo haría innecesariamente largo. La obra platónica
que nos ocupa lleva por subtítulo peri dikaiou, quedando su título completo como sigue: «Del Estado o
sobre la justicia». Lo cual quiere decir que para Platón la cuestión del buen gobierno es inseparable de
la cuestión de la justicia. La república platónica resultará un modelo muy exigente que vinculará la
consecución de la justicia a una determinada educación de la ciudadanía, a cuya cúspide se situará el
sabio, el filósofo, a quien se le exigirá hacerse cargo de las tareas de gobierno.

Luego, en su obra más extensa y última, en Las Leyes, moderará Platón sus exigencias en torno a la
educación y la justicia, probablemente debido a sus entre tanto fallidas incursiones en la política realmente
existente de Siracusa, donde intentaría llevar a la práctica sin éxito el modelo expuesto en la teoría. La
justicia sigue quedando definida como la consecución de una suerte de armonía y equilibrio
colectivo, pero el gobierno ya no lo detentarán los hombres sabios sino la razón por medio de las
leyes. En la búsqueda de la justicia como equilibrio y armonía en las ciudades y los individuos tomará
protagonismo la prudencia o razón práctica (phrónesis) y la virtud de la moderación o templanza
(sophrosyne), preludiándose con ello la doctrina del justo medio entre los excesos que expondrá
posteriormente Aristóteles.

Puesto que su maestro Sócrates identificaba virtud y conocimiento, Platón, abundando en dicha tesis,
sostendrá siempre que la única manera de implantar la justicia en las almas y los Estados sería
logrando que gobierne predominantemente lo racional sobre lo irracional. Por eso nos dice Platón al
final de su vida que debemos "gobernar nuestras moradas y ciudades obedeciendo privada y públicamente
a cuánto hay de nosotros de inmortal, dando nombre de ley a lo dispuesto por la razón". Pero entonces no
han de gobernar ya, como en República, esos filósofos-reyes excluidos de la propiedad privada que
mirarían solamente por el bien del Estado y no por el propio; sino que para el último Platón los
gobernantes quedan en segundo plano, al ser concebidos como "servidores de las leyes". Además, en su
último documento se afirma que los ciudadanos habrán de ser persuadidos y convencidos de la justeza de
la legislación y del ordenamiento de la vida política, pues ya se determina como sumamente importante y
necesario que se obtenga su aprobación.

LA EDUCACIÓN DE LA CIUDADANÍA COMO REQUERIMIENTO DE LA JUSTICIA


Platón encuentra indisoluble que se discierna cual debe ser la educación de la ciudadanía si se quiere
alcanzar una ciudad justa. En este punto se ve también compelido a situarse en un lugar intermedio entre
lo prescrito por la tradición poético-religiosa y lo aventurado por la filosofía y la sofística.
La educación del niño ateniense (varón y ciudadano libre) comienza en casa. La nodriza, el ayo, la madre
y el padre le enseñan a comportarse y le narran los cuentos tradicionales, para después enviarlo al
maestro de lectura y al de cítara para que aprenda las letras y la música. Los maestros le enseñan los
textos de los buenos poetas y la música de cítara que le sirve de acompañamiento, cosas que habrá de
aprenderse de memoria. En los versos se encuentra la moral tradicional y las acciones ejemplares que
mueven a imitación a los infantes.
Terminada la educación infantil, la ciudad obliga a los jóvenes a aprender las leyes para que puedan llegar
a ejercer como ciudadanos. Por eso a los ya muchachos, hacia los diez o doce años, se les envía también
al maestro de gimnasia. En la palestra podrán relacionarse con los adultos y escucharles dialogar,
aprendiendo de los hombres más experimentados todo lo que puede conocerse sobre todos los temas de
interés de la ciudad, incluyéndose la lucha con armas y sin ellas. Hay allí un contacto intergeneracional
que llega incluso a establecer esa relación de homosexualidad entre el bello joven efebo y el adulto
destacado, tan frecuente en Grecia y tan extraña a la sensibilidad de nuestros días. Así, Platón dirá de
Glaucón que es amante de los jóvenes y explicará el hábito de ejercitarse sin ropa diciendo que cuando
cretenses y lacedemonios comenzaron a practicar la gimnasia se dieron cuenta de que la práctica atlética
se facilitaba al realizarse desnudos (gymnós). Entonces, lo que antes a los griegos y en su tiempo a los
bárbaros parecía vergonzoso, se mostró como una medida racional tomada de la experiencia.
En la Grecia clásica, donde los jóvenes selectos filosofaban en la juventud, también estuvo mal visto el
continuar con la reflexión posteriormente a la adolescencia, como le indica Calicles a Sócrates:
"Ciertamente, Sócrates, la filosofía tiene su encanto si se toma moderadamente en la juventud; pero si se
insiste en ella más de lo conveniente es la perdición de los hombres. Por bien dotada que esté una
persona, si sigue filosofando después de la juventud, necesariamente se hace inexperta en todo lo que es
preciso que conozca el que tiene el propósito de ser un hombre esclarecido y bien considerado.
El joven griego cultivaba la filosofía para luego pasar a la política y valerse como gestor de la ciudad, el
milagro griego está constituido de un amor al saber y al desarrollo de todas las capacidades humanas para
lograr ser mejor. Algo que se confunde a menudo con un medio de medrar en la sociedad y especializarse
en la división del trabajo. El sofista que piensa que el mejor es el que consigue el éxito social no entiende a
los personajes como Sócrates, estudiantes eternos de filosofía, que le resultan ridículos al no emplear el
aprendizaje en la adquisición de riquezas, gloria y poder. Pero lo que resulta el filósofo es una amenaza
para el demagogo y una denuncia constante de las hipocresías y corrupciones de las que se alimenta lo
más ruin y mezquino de la ciudad. Por eso se le acaba matando.
Sócrates insistía en que al sabio y verdadero educador se le considerara "médico del alma", y se disputaba
con los sofistas y los poetas el papel de mejorar a los ciudadanos de Atenas.

EL ALMA COLECTIVA QUE INSPIRA LAS LEYES: LA JUSTICIA COMO RITMO Y ARMONÍA
Como acabamos de decir, el origen convencional de las leyes de la ciudad fue defendido mayoritariamente
por los sofistas a los que se opuso Sócrates al declarar en el Critón la divinidad de las Leyes de la ciudad.
Lo demostró renunciando a la evasión a la que tuvo acceso tras su condena a muerte y prefiriendo la
injusticia cometida contra él al desorden que reportaría su no acatamiento de las leyes. Platón entenderá
en La República y Las Leyes esa divinidad del imperio de la Ley como divinidad del imperio de la Razón,
reivindicando un espacio distinto del de la naturaleza biológica o el de la cultura social, el espacio de la
physis concebida como lo necesario, como espacio de la filosofía, de la ciencia teorética, del logos que
habla more geométrico, de la verdad y, finalmente, de la justicia.
Ya en República había Platón sugerido, como hemos visto en lo precedente, que la justicia habría de ser
una suerte de equilibrio organicista tanto en lo individual (el alma) como en lo colectivo (el Estado),
simultáneo y simétrico en ambos niveles. Para ello introdujo como uno de los principios de la educación el
de la música, debido a que "el ritmo y la armonía son lo que más penetra en el interior del alma y la afecta
más vigorosamente. Para el final de su vida, el principio educativo musical que concibe pitagóricamente
unido al de las matemáticas, la necesidad de sintonizar el alma del individuo con el ritmo y la armonía del
cosmos, habrá alcanzado el rango de considerar su consecución como sinónimo del logro de la justicia.
En Leyes Platón emplea la palabra phronesis para aludir a la razón que debe guiarnos hacia la justicia. No
se trata ya entonces de la razón teórica (lógos) sino de la razón práctica, de la prudencia. Tampoco se
trata solo del equilibrio y la unidad, sino también de lo que llama tanto symphonía como harmonía palabras
griegas que a menudo se traducen ambas por castellana armonía. Hay desde luego una cierta sinonimia
entre ambas voces griegas, pues la primera significa, literalmente, lo que suena junto, esto es, un vibrar al
mismo tiempo, mientras que la segunda, pudiera decirse, que remite más al espacio que al tiempo, esto
es, que sería un vibrar en el mismo lugar, estando ambas relacionadas, como bien sabemos, con el
movimiento.
El alma (psyché), tal y como la concibe Platón, es el único principio de animación, lo único que es capaz
tanto de mover cosas como de moverse a sí mismo (Leyes 893 y ss.), pero también es movida por influjos
externos, como esa educación básica que, mediante la música y la gimnasia, la lleva a adquirir ritmo y
armonía, encaminándola a la virtud y la justicia.

LA JUSTICA PARA PLATÓN

Para platón todas las virtudes se basan en justicia y la justicia se basa en la idea del bien, el cual es la
armonía del mundo.
Platón anuncia Únicamente 3 virtudes:
La prudencia.- es el ser acertado en las deliberaciones. Esta virtud reside en el estado.
La templanza.- es ser dueño de uno mismo, la cual concierne a la polis.
La valentía: es defender a la ciudad, la cual recae sobre los guardianes de la polis.

La justicia es que cada uno haga realmente lo que tiene que hacer y atañe a la polis.
La justicia es el principio mismo, virtud única de donde brotan los 3 anteriores. Entonces la justicia
consiste en el perfecto ordenamiento de las tres almas, es decir cuando cada una desarrolla las virtudes
que le son propias: el alma racional, el alma concupiscible, el alma irascible.

Platón mantuvo siempre la afirmación de que debe ser la razón la que gobierne y el único medio que
nos puede llevar a la justicia y por lo tanto a la felicidad, es la educación.

Sus frases de platón respecto a la justicia:


La peor forma de injusticia es la justicia simulada.
El conocimiento sin La justicia debería llamarse astucia en lugar de sabiduría
El más importante y principal negocio público es la buena educación de la juventud.

¿Qué es la justicia? Con este cuestionamiento se da inicio al dialogo más icónico de platón.
Su doctrina filosófica estaba caracterizada por la concepción de un mundo ideal, es decir lo real se
encuentra en este mundo de las ideas y no en las cosas sensibles.

LA ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA: EL TEMA DEL ALMA.


Platón, influido por el orfismo de los Pitagóricos, pensaba que sólo el alma constituye nuestra verdadera
identidad, nuestro ser verdadero, mientras que el cuerpo sería un obstáculo, un impedimento, una cárcel
en suma para el alma (soma sema, el cuerpo es un sepulcro, decían los órficos) que tiene que intentar
separarse del cuerpo y purificarse para volver a la vida feliz de la que disfrutara antes de su caída y unión
con la materia. En efecto, el alma sería de origen divino y habría vivido en un mundo superior, conociendo
la verdad, antes de precipitarse a este mundo inferior por una caída fruto del deseo y de las pasiones
desenfrenadas.
El alma es, pues, inmortal y ha preexistido a su unión con el cuerpo. Esta unión es algo accidental y
transitorio, por lo que el alma sobrevivirá tras la muerte, si bien puede sufrir nuevas transmigraciones o
nuevas uniones con otros cuerpos. Todo depende de la vida que se haya vivido. Así se comprende que
Platón diga que “el verdadero filósofo se prepara para morir”.
Para concluir este apartado mencionaremos algo importante para la ética y la política de Platón: la teoría
de las tres almas, o mejor, de las tres “partes” (el alma es inmaterial y simple, no tiene partes) o
facultades del alma: racional, impulsiva y pasional.
El alma o la facultad racional (tò logisticón) es la superior, la más valiosa y la única propiamente inmortal.
Se trata de la inteligencia, de la capacidad de percibir la luz de la verdad y elevarse al conocimiento de las
realidades superiores. Se suele situar en la cabeza y se corresponde con la virtud de la prudencia o
sabiduría. Es propia de los filósofos o personas en las que predomina esta facultad.
El alma o la capacidad impulsiva (tò zimoeidés) designa la facultad del ímpetu, del coraje, el valor y la
audacia, pero también de la cólera, la ira y la ambición. Podemos relacionarla con la fuerza de la voluntad
y con la voluntad de mandar sobre otros y dominarlos. Situada en el pecho, es propia de los guerreros y su
virtud correspondiente es la fortaleza o el valor de enfrentarse a peligros o dificultades en pos de un bien
más alto o cuando así lo requiere la virtud. El alma o la facultad pasional (tò epizymeticón) sería la inferior,
la que tiene que ver con la búsqueda del placer y el rechazo instintivo al dolor. En ella predomina el deseo
de los bienes materiales y de todo tipo de placeres, impidiendo la búsqueda de la verdad y la virtud.
Situada en el vientre, Platón la hace corresponder con la gente corriente (artesanos y comerciantes en su
ciudad ideal) y sencilla, para quienes la virtud más necesaria sería la templanza: el dominio de las
pasiones y el sometimiento de lo inferior a lo superior.

LA ÉTICA PLATÓNICA. LAS VIRTUDES FUNDAMENTALES.


La ética platónica es fácilmente deducible de lo que ya se ha dicho. A las tres facultades del alma
corresponden tres virtudes fundamentales (prudencia, fortaleza y templanza), siendo la justicia la síntesis
y el resultado de las tres anteriores. Así como una ciudad es justa y está bien gobernada y estructurada
cuando cada clase de ciudadanos vive de acuerdo con la virtud que le es propia (ver el epígrafe siguiente)
y, de este modo, hace lo que debe y cumple con su función sin interferir en la de los demás, igualmente,
una persona es justa y buena cuando posee las tres virtudes que regulan las tres facultades del alma y,
por ello, podemos decir que está en armonía consigo misma.
La armonía, el equilibrio entre las dimensiones del alma es esencial para la virtud. Y no olvidemos
tampoco que, para Platón, el alma debe estar por encima del cuerpo y no dejarse esclavizar por las
pasiones de éste. En esto consiste precisamente la virtud de la templanza, que nos recuerda el
autodominio del que hablaba Sócrates. La razón debe regir los impulsos de la voluntad y ambas, razón y
voluntad, deben mandar sobre las pasiones inferiores. De todos modos, Platón no rechaza el placer ni lo
considera siempre un mal; al contrario, en su diálogo el Filebo afirma que una vida virtuosa tiene que saber
aceptar también el placer con moderación.
En cuanto a la fortaleza, es la virtud que nos ayuda a mantener un equilibrio entre nuestras aspiraciones y
a saber moderar nuestras ambiciones más o menos legítimas (fama, orgullo, poder, etc.); también nos
hace soportar adecuadamente las dificultades y los ataques u ofensas de los demás, respondiendo a ellas
con mesura. Es la virtud que se precisa para saber estar en el sitio que debemos y cumplir con nuestras
obligaciones morales, sea fácil o difícil, buscando lo que es justo y honesto en lugar de lo que más interese
a nuestro egoísmo.
En fin, la prudencia, como virtud de la inteligencia, nos ayuda a encontrar lo verdadero y lo bueno, como
fines esenciales de nuestra vida, ordenando a ellos nuestras acciones y sabiendo elegir los medios
adecuados para ello. Es la virtud propia de los gobernantes, que, como sabemos, debían ser para Platón
auténticos filósofos, ya que los filósofos son los que mejor conocen lo que es el bien.

LA POLÍTICA. LA CIUDAD IDEAL.


Las obras fundamentales de Platón para este tema son sobre todo La República y Las Leyes, pero se
encuentran observaciones de interés en el diálogo El Político.
A modo de introducción, diremos que la política está en Platón esencialmente vinculada con la ética: es su
consecuencia y culminación lógica. Así, el hombre que mejor conoce lo que es el bien -el filósofo
verdadero- es el único capacitado para regir la polis de una manera armónica y justa, lo que permitirá a
todos sus habitantes vivir de modo virtuoso y feliz. El ser humano es político por naturaleza, necesita de la
polis o ciudad-estado para vivir. Platón piensa en cómo deben vivir los ciudadanos y como debe estar
organizada la vida social.
Platón no tuvo buena opinión de los regímenes políticos de su tiempo y, en especial, fue muy crítico con la
democracia ateniense. En lugar de ésta propone un modelo aristocrático o monárquico (el filósofo-rey),
que podría resumirse así: sólo los sabios (y virtuosos) están legitimados para ejercer el poder.

LA REPÚBLICA.
En este diálogo, una de las obras más importantes de Platón, si no la que más, el tema inicial gira en torno
a establecer lo que es la justicia. Más adelante se describe cómo ha de ser, en todos sus detalles, la
ciudad ideal y qué hay que hacer para que tal ciudad pueda llegar a constituirse, con especial referencia a
la educación de los futuros guardianes y gobernantes. El modelo de ciudad justa le sirve a Platón para
definir lo que es una persona justa y lo que es la justicia en sí, pues hay una importante correspondencia
entre los tres tipos de ciudadanos (magistrados, guerreros y artesanos) y las tres partes del alma
(racional, impulsiva y pasional). La psicología platónica sirve de fundamento a la teoría política y a la
estructuración de la polis.
Resumimos y exponemos a continuación algunas de las ideas más significativas de esta obra.
El estado existe para servir a las necesidades de los individuos. El fin originario de la ciudad aparece como
un fin económico y de él se sigue el principio de la división y especialización del trabajo. También se hace
referencia al origen económico de las guerras, al crecer las ciudades y pueblos. Después aborda Platón
temas tan significativos como la formación o educación de los guardianes (gimnástica y música,
abarcando ésta tanto las matemáticas (aritmética y geometría) y la astronomía, como la música
propiamente dicha y la gramática, para culminar en la dialéctica o culminación de la filosofía. Aquí
encontramos el antecedente preciso del trivium y el cuadrivium de las universidades medievales); la
condenación y prohibición de la lectura de los poetas Homero y Hesíodo, al no presentar una imagen
correcta de la divinidad en sus escritos mitológicos; la comunidad de bienes materiales y la supresión de
propiedad privada y riqueza, en las dos clases superiores: sólo los artesanos conservan la propiedad y la
familia y manejan algo de dinero; o el tema tan controvertido de la comunidad de hijos y mujeres (de la
que se habla en el libro V), así como la regulación de “matrimonios” y nacimientos, con una finalidad
claramente eugenésica, o de mejora de la salud y cualidades naturales, pero que nos parece tan lógica
como inaceptable: se llega a sugerir, sin decirlo claramente, que sería conveniente dejar morir a los niños
nacidos con deficiencias o de salud endeble.
No habrá derechos de nacimiento y las mujeres se educarán igual que los hombres y podrán ocupar los
mismos cargos. Se sienta el principio de que la educación manifestará las cualidades de cada uno así
como sus preferencias y aptitudes naturales. Cada persona desempeñará las funciones y oficios para los
que esté capacitado.
Con relación al proceso educativo, Platón lo alarga hasta los 30 años para los futuros guardianes de la
polis. A esa edad, los que dieran resultados satisfactorios son destinados al estudio de la dialéctica
durante cinco años más. Después, durante quince años, se prueba a estos candidatos con cargos militares
o públicos, para comprobar que no ceden ante ciertas tentaciones (por ejemplo, servirse del poder del
cargo en beneficio propio). Llegan así a los 50 años, edad “en la que deben levantar los ojos del alma
hacia la luz universal, que ilumina todas las cosas, y contemplar el Bien absoluto, porque éste es el
modelo al que han de atenerse en la ordenación del Estado y de las vidas de los individuos, así como en la
ordenación del resto de sus propias vidas, haciendo de la filosofía su ocupación principal; pero cuando les
llega su turno manejan también la política y gobiernan para el bien público, no como si hiciesen una gran
cosa, sino por necesidad.

LAS LEYES.
En esta importante y extensa obra, probablemente la última que escribió, Platón concreta muchos detalles
de interés y hace algunas concesiones a lo realizable, pero sin abandonar las principales ideas de su
filosofía política.
Nos hubiera gustado otra cosa, pero Platón acepta la esclavitud. La acepta como un hecho (Aristóteles la
considerará algo natural) y en esto fue especialmente hijo de su tiempo. A veces se muestra incluso más
severo, no permitiendo cosas que se permitían entonces en Grecia en favor de los esclavos, pero también
los protege en lo tocante a su capacidad pública y pretende que no se les maltrate y se tenga con ellos
mayor justicia debido a su condición. A Platón no le agradaba ni la laxitud ateniense ni la brutalidad
espartana.
Haremos, para terminar, una breve reflexión. Hegel, en su Filosofía del Derecho, escribe que en Platón “no
se atiende como se debe al principio de la libertad subjetiva” (secciones 185 y 299). En efecto, nos
parecen graves o peligrosas algunas de sus decisiones políticas ya que hacen desaparecer al individuo en
favor del estado o atentan incluso contra la dignidad de la persona. Pero también me gustaría decir que
hoy es fácil criticar a Platón y no ser muchas veces justo con él (o no entender su punto de vista). A veces
lee uno críticas que están del todo desenfocadas. El problema fundamental es si se puede conocer lo que
es el bien y decidir cómo alcanzarlo o promoverlo mediante un gobierno justo. En el caso de que esto
fuera posible realizarlo ¿se lesionarían de verdad los derechos y libertades de los ciudadanos? Platón vio
la importancia de la educación y consideró que verdad y democracia eran términos incompatibles. Por
otra parte, si consideramos que existen los mejores (esto es, personas buenas y sabias) ¿cómo negar que
son estos quienes deberían gobernarnos? Mucho ha llovido desde Platón y los derechos humanos siguen
sin respetarse. La libertad no puede estar por encima del bien común (y del bien de todos los pueblos; algo
que suelen olvidar los defensores del liberalismo económico), no debe ir en contra de la justicia social.
Pero esta última no puede pretender establecerse de modo totalitario, aniquilando la libertad (como han
hecho los comunismos históricos).

LOS SENTIDOS DEL MITO DE LA CAVERNA.


El libro o capítulo VII de la República de Platón comienza narrando este célebre mito. Como es muy
significativo y puede presentarse como un resumen o quintaesencia de la filosofía platónica.
Paulatinamente el mito ha ido siendo interpretado como símbolo de la metafísica y la dialéctica, e incluso
de la ética y la mística platónica: es el mito que mejor expresa todo el pensamiento de Platón.
Imaginemos unos hombres que viven en una habitación subterránea, en una caverna cuya entrada está
abierta hacia la luz en toda su anchura y con un largo vestíbulo de acceso. Imaginemos que los habitantes
de esta caverna tienen las piernas y el cuello atados de una forma que les impide darse vuelta y que, por
consiguiente, únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna. Imaginemos, luego, que a
escasa distancia de la entrada de la caverna existe un muro de la altura de una persona; que detrás de
esta pared -lógicamente, del todo ocultos por ella- caminen otros hombres que llevan sobre los hombros
diversas estatuas de piedra y de madera, que representan toda clase de objetos; y que detrás de éstos
arde encendida una hoguera. Imaginemos, además, que en la caverna haya eco y que los hombres que
pasan más allá del muro hablen entre sí, de modo que por efecto del eco retumben sus voces desde el
fondo de la caverna.
Si tales cosas ocurriesen, aquellos prisioneros no podrían ver más que las sombras de las estatuas que
se proyectan sobre el fondo de la caverna y oirían el eco de las voces. Sin embargo, al no haber visto
jamás otras cosas, creerían que aquellas sombras constituían la única y verdadera realidad, y también
creerían que las voces del eco eran las voces producidas por aquellas sombras. Ahora bien, supongamos
que uno de estos prisioneros logre con gran esfuerzo zafarse de sus ligaduras. Le costaría mucho
acostumbrarse a la nueva visión que adquiriría. Una vez acostumbrado, empero, vería las estatuas
moviéndose por encima del muro, y por detrás de ellas el fuego; comprendería que se trata de cosas
mucho más verdaderas que las que antes veía y que ahora le parecen sombras. Supongamos que
alguien saca fuera de la caverna a nuestro prisionero, llevándole más allá del muro. Al principio, quedaría
deslumbrado por la gran luminosidad. Luego, al acostumbrarse, vería las cosas en sí mismas y por último
-primero, reflejada en algo, y luego en sí misma- vería la luz del sol y comprendería que éstas -y sólo
éstas- son las auténticas realidades y que el sol es causa de todas las demás cosas visibles.

¿QUÉ SIMBOLIZA ESTE MITO? LOS CUATRO SIGNIFICADOS DEL MITO DE LA CAVERNA.
1) Antes que nada los distintos grados ontológicos de la realidad, es decir, los géneros del ser
sensible y suprasensible, junto con sus subdivisiones: las sombras de la caverna son las meras
apariencias sensibles de las cosas y las estatuas son las cosas sensibles. El muro es la línea divisoria
entre las cosas sensibles y las realidades suprasensibles. Más allá del muro, las cosas verdaderas
simbolizan el verdadero ser y las Ideas, en tanto que el sol simboliza la perfección del Bien.
2) En segundo lugar el mito simboliza los grados del conocimiento, en sus dos especies y en sus dos
grados. La visión de las sombras simboliza la eikasia o imaginación y la visión de las estatuas es la pistis o
creencia. El paso desde la visión de las estatuas hasta la visión de los objetos verdaderos y la visión del
sol -primero mediata, y luego, inmediata- representa la dialéctica en sus diversos grados y la pura
intelección (o intuición intelectual).
3) En tercer lugar, el mito de la caverna simboliza también el aspecto ascético, místico y teológico
del platonismo. La vida en la dimensión de los sentidos y de lo sensible es la vida en la caverna, mientras
que la vida en la dimensión del espíritu es vida a plena luz. El pasar desde lo sensible hasta lo inteligible
está específicamente representado como una liberación de las ataduras, una especie de conversión. La
visión suprema del sol y de la luz en sí es la visión del Bien y la contemplación de lo divino.

4) No obstante, el mito de la caverna también manifiesta una concepción política refinadamente


platónica. En efecto, el filósofo nos habla de un regreso a la caverna, por parte de aquel que se había
liberado de las cadenas, y tal regreso tiene como objetivo la liberación de las cadenas que sujetan a
quienes habían sido antes sus compañeros de esclavitud. Dicho regreso es sin duda el retorno del
filósofo-político, quien -si se limitase a seguir sus propios deseos- permanecería contemplando lo
verdadero. En cambio, superando su deseo, desciende para tratar de salvar también a los demás. El
verdadero político, según Platón, no ama el mando y el poder, sino que usa el mando y el poder como un
servicio, para llevar a cabo el bien. ¿Qué sucederá, por cierto, con el que vuelve a bajar a la caverna? Al
pasar desde la luz a la sombra, dejará de ver, hasta no haberse acostumbrado otra vez a las tinieblas. Le
costará readaptarse a los viejos hábitos de sus compañeros de prisión, se arriesgará a que éstos no le
entiendan y, considerado como un loco, quizás se arriesgue a ser asesinado. Esto fue lo que le sucedió a
Sócrates y podría acontecerle lo mismo a cualquiera que actúe igual que él. Sin embargo, el hombre que
haya «visto» el verdadero Bien tendrá que correr este riesgo y sabrá hacerlo, ya que es el que otorga
sentido y valor a su existencia.

LA REPUBLICA
La republica es un dialogo que va sobre la justicia.
Se abre con una discusión muy intensa acerca de que es lo justo.
Toda la discusión se centra alrededor del individuo, en que consiste la justicia para el individuo. Como
tiene que ser el hombre particular para ser justo.
El alma del hombre dice platón es una realidad demasiada pequeña y haría falta tener una visión muy
penetrante Para poder descubrir todos sus secretos. La ciudad es como un hombre grande, y por ello no
supone tanto esfuerzo investigarla.
Investigar qué es lo que hace justa a la ciudad no va dar la clave para entender que es lo que hace justo
al hombre En particular. Esto es lo que se conoce la analogía de las letras grandes y pequeñas que es
un texto muy famoso. El caso es el siguiente: un hombre que tiene que leer unas letras muy pequeñas que
están muy lejos. Pero entonces descubre que en otro lugar están escritas las mismas letras en tamaño
mucho más grande y con un fondo mucho mayor. Que ¿haríamos? Leer las letras grandes y luego ir a
comprobar si dicen exactamente lo mismo que dicen las letras pequeñas. El personaje de Sócrates
plantea el mismo recorrido “vamos a descubrir que es la justicia en el hombre a través de investigar que
es la justicia en la ciudad que es un hombre en formato mayor.
La republica se constituye sobre la base de una analogía entre el alma y la polis. El alma y la ciudad
tienen una estructura semejante. El personaje de Sócrates termina concluyendo: para que la ciudad sea
justa tiene que estar dividida en 3 clases diferenciadas. Y cada clase con su función tiene que buscar el
lugar que le corresponde. Estas 3 clases son: gobernantes, guardianes y artesanos. A cada una de estas
partes le corresponde una función propia dentro de la vida de la ciudad y por la tanto una virtud propia.
Los artesanos.- que son el grueso de la ciudad Son los Encargados de proporcionar los elementos
necesarios para la supervivencia de la polis, alimento, ropa, productos, etc. Su virtud propia es la
templanza, es decir el orden y domino de los placeres y en especial de los placeres corporales. Sin una
base temperada, la ciudad será incapaz de ser dueña de sí misma, porque le podían el lujo, la comida y el
sexo y además unos artesanos no templados desestabilizarían la ciudad entera porque serían incapaces
de llevar a la función que les toca.
Platón señala que aunque la templanza sea la virtud propia de los artesanos, las otras dos clases
superiores también necesitan ser templadas. Esto no funciona igual con las otras 2 virtudes.
Los guardianes por su parte que son menores en número que los artesanos, se encargan de la defensa
de la ciudad. Su virtud propia es el de la fortaleza, es decir la capacidad de enfrentarse al mal o aun
temor con tal de conseguir un bien. Si los guardianes no son valientes, no podrán defender bien la ciudad.
En cambio si los guardines son valientes entonces podemos considerar que toda la ciudad es valiente. Vez
la diferencia con la templanza, verdad. Para que la ciudad sea templada, también tienen que serlo los
guardianes, porque si no, NO pudieran hacer su función. Pero para que la ciudad sea valiente, no hace
falta que sean valientes los artesanos, ya lo son los guardianes porque solo son ellos los que se encargan
de la defensa de la ciudad. La clase superior y la más reducida en número es la clase de los
gobernantes que son de lo que se encargan de dirigir la ciudad hacia su plenitud. Su virtud propia es la
prudencia o sabiduría. Esto es la capacidad para reconocer que es la que hay que hacer para reconocer
que es lo bueno y además saber hacerlo y hacerlo bien. De nuevo no hace falta que los guardianes y los
artesanos sean prudentes, porque no son ellos los que tienen que gobernar, basta que los gobernantes
sean prudentes para que toda la ciudad sea prudente. Para platón el único que pueda ocupar la cúspide
de esta pirámide social es el filósofo que ha accedido al mundo de las ideas. Solo el filósofo ha conocido la
idea suprema, la idea de bien y por tanto solo él está capacitado para gobernar para reconocer que es lo
bueno y llevarlo a la práctica. Esta es la famosísima tesis del filósofo rey.
A menos que los filósofos reinen en las ciudades o cuantos ahora se llaman reyes o diferentes dinastías
practiquen noble y adecuadamente la filosofía. Vengan a coincidir una cosa y otra. La filosofía y el poder
político y sean detenidos por la fuerza los muchos caracteres que se encaminan separadamente a una de
las 2, no hay amigo, tregua para los males de las ciudades ni tampoco para los del género humano.
Para platón por tanto la ciudad ideal no tiene posibilidades de existir a no ser que sea el filósofo quien
reine ella y la haga efectiva.
Podemos definir esta ciudad ideal como una aristocracia., es decir como el gobierno de los mejores. Solo
si gobiernan los filósofos que son los mejores, solo entonces la ciudad podrá ser buena.
Solo si se cumple esta jerarquía, solo si cada parte esta donde le toca, hace su función y desarrolla
su virtud propia solo entonces se hace realidad la justicia, entonces recién la ciudad será justa. La
ciudad es como un barco atravesando el océano. En un barco cada uno tiene que hacer su función,
para que no se hunda y tiene que dedicarse a aquello para lo que está más capacitado sin importar
ningún otro criterio, ni la belleza, ni la riqueza, muñeca, pariente, ni el sexo. No existe en el
regimiento de la ciudad ninguna ocupación que sea propia de la mujer, como tal mujer. La mujer tiene
acceso por su naturaleza a todas las labores y el hombre también a todas. Platón define pues a la justicia:
el hacer cada uno lo suyo, o la posición y práctica de lo que a cada uno le es propio. La justicia se cumple
en la ciudad cuando cada uno está donde tiene que estar, cuando cada uno ocupa su lugar y cumple su
función propia cuando los gobernantes gobiernan, los guardianes guardan y los artesanos elaboran cosas.
Qué pasa si esto no se cumple, si esta jerarquía se rompe. Entonces tenemos los regímenes
corruptos. La justicia desaparece y aparece la injusticia por cierto, ESTO ES ALGO QUE
CRITICARA ARISTÓTELES. Para platón solo existe un régimen justo que es la ciudad ideal tal y como él
la describió y todo lo que se aparta de esta norma es un régimen corrupto e injusto. Aristóteles trataría
de abrir un poco esta concepción y aceptara la posibilidad de diversos regímenes buenos, una
diversificación de lo justo.
Cuáles son estos regímenes injustos que se apartan de la aristocracia. Pues en esencia son 4 y se van
sucediendo uno al otro.
Primero la timocracia.- es un soberano militar. Si la ciudad carece de gobernantes sabios, los guardianes
que tienen las armas van a ocupar el poder, pero como carecen del conocimiento necesario para
gobernar, van acabar llevando a la ciudad al caos y la guerra.
De la timocracia luego la oligarquía.- cuando los guardianes se corrompen por el amor al dinero, al que
tienen muy fácil acceso debido al poder. Para platón eso es un desastre porque para una ciudad que ama
el lujo y el dinero, va ser floja, vaga y torpe y va despreciar la excelencia a los hombres buenos que no
tiene por qué ser necesariamente los hombres ricos. Poner el obstáculo de la riqueza para llegar el poder,
cuando tendrían que gobernar los más sabios y los más hábiles y no los más ricos., ES PARA PLATÓN
UNA ESTUPIDEZ REMATADA Y ACABA LLEVANDO EL BARCO A PIQUE.
A la oligarquía le sucede a la democracia, cuando la gran masa de los pobres decidan tener el poder,
sin embargo los más pobres no lo van hacer mejor que los ricos, porque tampoco están capacitados para
gobernar y encima tienen sus mismos vicios.
De la democracia surge al final la tiranía cuando el demagogo manipula a la gente mediante la retórica
para que lo elijan como líder absoluto. Este es el peor régimen posible, porque toda la ciudad va pasar a
estar al servicio del bien particular de un único hombre esclavizada. Como ven, de la extrema libertad de
la democracia de que podemos hacer de lo que me venga en gana a la extrema esclavitud de la tiranía,
que dependemos ahora de un único hombre., solo hay un paso.
Todos estos regímenes son injustos y corruptos porque son incapaces de alcanzar el bien común y se
limitan a buscar el bien particular de la clase gobernante de turno. Solo el filósofo que ha tenido acceso a
las ideas, y a la idea de bien, puede gobernar de tal modo que haga efectivo y real el bien común y la
justicia.
Pero para que esto ocurra es imprescindible que se respete la jerarquía y que haya obediencia, que cada
uno se contente con el lugar que ocupa y que le ha tocado.
COMO LA CIUDAD ES SEMEJANTE AL HOMBRE, AL ALMA, todo lo que hemos dicho de la ciudad la
podemos trasladar al alma.
También en el alma encontramos 3 partes: cada una con su función y virtud propia.
En la cima está La razón.- le corresponde a la prudencia.
En el medio tenemos La parte irascible.- la voluntad a la que le corresponde la fortaleza.
Por ultimo tenemos La parte concupiscible.- nuestros apetitos sensibles a los que corresponde la
templanza es lo mismo.
Igual que con la ciudad, si cada parte ocupa su lugar y hace su función, entonces el alma será justa. Esto
implica que la que tiene que gobernar la vida es la razón, pero si la voluntad, por ejemplo intenta
gobernar sin la razón pues mal vamos, porque la voluntad sin la razón es ciega. Y peor aún si nuestras
pasiones sensibles son las que gobiernan nuestra vida, si eso es así nuestra vida se va por el retrete.

Glaucon es un interlocutor que se pregunta ¿cuál es la naturaleza de la justicia?


Se ama la justicia no por miedo a cometerla, sino por miedo a que recaiga en nosotros.
La justica es la virtud política por excelencia. El estado es el eco y reflejo del alma.
Platón nos dice que un estado es sano cuando sus ciudadanos cumplen la función que le es propia por
naturaleza.
En el alma del individuo existen las mismas partes según las 3 clases que existen en un pueblo y en igual
número que la virtud para cada tipo de cargo.
Existen 3 tipos de ciudadanos cada uno con sus virtudes

CLASE PARTE ALMA VIRTUD CARGO


oro Racional.- la razón prudente administrador del estado, rey
plata Irascible.- la voluntad coraje guardianes y soldados
Concupiscible.- apetitos
sensibles, pasión hacia templanz
bronce los males a artesanos y comerciantes

ARISTÓTELES Y JUSTICIA
Aristóteles, en su obra “Ética Nico maquea” sostiene que la virtud más necesaria de todas para la
conservación del mundo es la virtud de la justicia, considerada como la suma de todas las virtudes,
afirmando que es la virtud completa, por cuanto refiere a otras personas, pues es más difícil ejercer la
virtud con los demás que solamente consigo mismo.
Para él esta justicia es la justicia general, toda vez que existe también la justicia particular, que se divide
asimismo en distributiva y transaccional: la distributiva, que aplica una proporción geométrica entre varias
cosas o personas; y la transaccional que aplica una proporción aritmética. Trata luego de la relación entre
la justicia y la ley, una relación necesaria para que el bien del otro se consiga, pues el hombre por sí
mismo siempre busca el propio bien. Por ello, se necesita una ley. La justicia legal se debe aplicar una vez
que se han aprobado las leyes.
Aristóteles distingue los vocablos de justicia y sin justicia, y después establece sus definiciones y declara
en qué género de obras se emplean y ejercitan, aduciendo que todos pretenden llamar justicia aquel
hábito y costumbre que hace prontos a los hombres en el hacer las cosas justas y por la cual los hombres
obran justamente y aman las cosas justas; y de la misma manera, pretenden llamar sin justicia aquella
costumbre que induce a los hombres a hacer agravios y a querer lo que no es justo. De esta manera,
pues, la justicia es la virtud perfecta. De manera que justicia no es una sola especie de virtud, sino una
suma de todas las virtudes y su contraria, la sin justicia no es una especie de vicio, sino una suma de todo
género de vicios.
Ya, pues, definimos que es injusto aquello que es contra ley y desigual; y lo justo lo que es legítimo,
conforme a la ley e igual. Aristóteles distingue lo justo civil en dos especies: uno que por naturaleza tiene
fuerza de ser justo, como es la defensión de la propia vida, y otro que obliga, no por naturaleza, sino por
aceptación voluntaria de los hombres.
De este concepto aristotélico ha nacido el proverbio:
“Todas las virtudes se encuentran en el seno de la justicia”.

LA TEORÍA ARISTOTÉLICA DE LA JUSTICIA


En la discusión actual en torno al problema de la justicia se ha marginado la propuesta de Aristóteles. Ello
se explica por diversas razones; quizá, la principal consiste en haber considerado que las diferencias entre
la situación imperante en las sociedades modernas y el contexto social en el que surge dicha propuesta
son tan grandes que impiden utilizarla en nuestros días. Sin duda existen diversos aspectos de la posición
aristotélica que no pueden aplicarse actualmente; sin embargo, en su teoría encontramos un análisis que
puede servir como punto de partida de nuestras reflexiones. El objetivo de este trabajo consiste en
demostrar que tomar en cuenta esta teoría puede servir para superar un gran número de
confusiones y malentendidos que han predominado en la polémica sobre la determinación del
concepto de justicia.
En oposición a Platón, Aristóteles comienza por advertir, al igual que lo había hecho en su análisis del
concepto de Bien, que la noción de justicia se utiliza con diversos significados. Su estrategia para
determinar estos significados consiste en establecer los distintos usos del adjetivo injusto. De esta manera,
advierte que llamamos injusto tanto al transgresor de la ley (paranomos), como al
codicioso (pleonektês), esto es, aquél que atenta contra la igualdad, al exigir más de los bienes y menos
de los males que le corresponden. Esta vía negativa permite definir dos sentidos centrales del término
justicia. En un primer sentido, justicia es, en cierto modo, lo legal y, en un segundo sentido, es el respeto a
la igualdad o, para ser más precisos, aquello que impide la generación de desigualdades no justificadas. Al
primer sentido se lo ha denominado justicia universal o general, al segundo justicia particular.
Ambos tipos de justicia implican dos aspectos estrechamente ligados: Un aspecto objetivo, que remite a
procedimientos e instituciones, y un aspecto subjetivo, el cual se refiere a un modo de ser (hexis),
caracterizado por un comportamiento consciente de respeto a las normas inherentes a los procedimientos
e instituciones. Este segundo aspecto implica que las dos modalidades de justicia son ejemplares del
género de la virtud, que comparten la diferencia específica de tener como objeto la relación con los otros,
esto es, "la justicia es la única de las virtudes que parece referirse al bien ajeno, porque afecta a los otros;
hace lo que conviene a otro sea gobernante o compañero". La justicia es la virtud social por excelencia.
Aquello que distingue a dichos tipos de justicia consiste en que, mientras la justicia universal trata del
conjunto de las relaciones sociales, es decir, del bien común; la justicia particular se enfoca a las
relaciones de intercambio entre individuos dentro de la comunidad. Aristóteles afirma que la justicia
universal representa la suma de las virtudes en las relaciones sociales; en cambio, la justicia particular es
una parte del total de las virtudes, que tiene como objeto la distribución e intercambio de bienes, así como
la violación de las normas que presiden dichas actividades.
De suerte que es evidente que, al lado de la injusticia total, hay una parcial sinónima de ella, pues su
definición está dentro del mismo género; ambas pues tienen la fuerza de ser definitivas con relación al
prójimo, pero una tiene por objeto el honor o el dinero o la seguridad o algo que incluya todo esto (si
tuviéramos un solo nombre para designarlo), y tiene por móvil el placer que procede de la ganancia,
mientras que la otra se refiere a todo cuanto interesa al ser humano virtuoso.

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