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COMPETECIA DE ALEGATOS 2022

-VI Edición-
Casos, pruebas y aspectos teóricos

De conformidad con lo establecido por el art. 9º del reglamento de la competencia, los hechos y
pruebas que a continuación se presentan son vinculantes para los participantes, no pudiendo
inventarse otros nuevos. Este carácter vinculante no alcanza los aspectos teóricos, pudiendo los
equipos realizar -siempre en relación con los hechos y las pruebas presentados- el abordaje técnico-
jurídico que se considere más adecuado.

I. PRIMERA RONDA

I.1. Hechos

Eran las 22 horas del 20 de diciembre de 2021. Tomás y Juan se preparaban para ir al boliche
tras casi dos años de no poder salir a bailar con sus amigos, a causa de la tan quejosa pandemia.
Tomás estaba ansioso por ver a Micaela, ya que sería su última chance de decirle lo mucho que le
gustaba, antes de que ella se mudara a Buenos Aires a estudiar. Por su parte, Juan, quería estar
con los chicos del equipo de fútbol, con quienes hacía tiempo no podía compartir una salida, sin
pensar siquiera en bailar con alguna chica, ya que hacía unos tres meses su ex se había ido a vivir
al extranjero.

Arreglados y perfumados, ambos amigos se subieron al auto y arrancaron su marcha para la


discoteca, ya que era un día de lluvia. Tomás, quien conducía, le dijo a Juan que pusiera la música
desde su celular ya que quería llegar con la “mejor onda” al lugar y “llevarse el mundo por delante”.
Juan -como buen copiloto- le hizo caso a su amigo, y tras decirle “apretá el acelerador que quiero
llegar al cheboli con este tema” se puso a buscar una buena playlist, pero mientras estaba
concentrado mirando que canción de Paulo Londra poner, sintió un duro golpe luego de un frenazo
sumamente brusco de parte de su amigo. En ese instante, Juan levantó su mirada y visibilizó que
una mujer de unos veinte años se hallaba tirada frente al parachoques del auto, giró su cabeza y vio
que su amigo estaba pálido. Luego de unos veinte segundos de shock, Tomás exclamó “¡no la vi!”.

Pasados los días, el fiscal de la causa decide imputar tanto a Tomás como a Juan por el delito de
homicidio simple con dolo eventual, ambos en calidad de coautores, y solicita la prisión preventiva
por el plazo de ley, es decir, por dos años. La defensa de ambos coimputados postula que el hecho
no puede ser entendido como un homicidio doloso, sino más bien como un homicidio culposo en
accidente de tránsito, ya que, a su parecer, habría culpa con representación, y pidió la libertad de

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sus asistidos. Asimismo, expuso en forma subsidiaria que, si se le tuviera que aplicar una medida
a los chicos, la misma tendría que ser mucho más leve.

I.2. Pruebas

• El médico legista determinó que la muerte de la víctima, Sofía Marini, fue producto del
choque del automóvil con su cuerpo. El horario del deceso fue a las 22:45hs., y el lugar Av.
Piombi al 1500, justo en la intersección con calle Fuertes.
• La pericia mecánica determinó que el vehículo circulaba por la avenida a una velocidad de
70 km/h.
• Las cámaras municipales de la calle por donde iban conduciendo los chicos se encontraban
temporalmente fuera de servicio.
• La lluvia era torrencial y dificultaba oír el sonido ambiente.
• No logró darse con testigos presenciales del hecho, pero un mozo del bar “Lanin” -situado
sobre Piombi, cinco cuadras antes de la intersección con Fuertes-, aportó que: “los chicos
no le venían prestando mucha atención al camino porque el auto venía zigzagueando”.
• Tomás, dijo que no vio a la víctima del hecho, sin mayores explicaciones.
• Juan, expresó que tampoco vio a la llamada Sofía.

I.3. Aspectos teóricos del caso

El dolo eventual, consiste en que el/los sujetos se representaron que en el momento del hecho
estaban haciendo algo riesgoso (p. ej. infringir normas de tránsito), pero ello les resultó indiferente,
es decir, no les importó y siguieron adelante con su comportamiento, aun sabiendo que podían
causar un accidente. Básicamente, podríamos decir que el hecho es realizado sabiendo que el
accidente podía pasar, pero sin importar que eso ocurra.

La culpa con representación consiste en que el/los sujetos se representaron que en el


momento del hecho estaban haciendo algo riesgoso, pero confiaron en que una circunstancia
personal (p. ej.: destreza en el manejo) o alguna circunstancia azarosa (p. ej.: ausencia de gente
circulando en la calle) podría permitirles sortear o esquivar cualquier obstáculo que se presentara
en el camino sin provocar accidente alguno. Básicamente, podríamos decir que el hecho es
realizado sabiendo que el accidente podía pasar, pero confiando en que ello no iba a ocurrir.

II. SEGUNDA RONDA

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II.1. Hechos

La fiscalía se avoca a conseguir las cámaras de los negocios más cercanos al lugar del accidente, y
la defensa, por su parte, le reclama que actúe con objetividad para no incriminar a unos inocentes
jóvenes que solamente iban a bailar con sus amigos.

Tras varios días de investigación aparecen un testigo, y las imágenes de una cámara de seguridad
que ayudan a esclarecer un poco más el caso.

El testigo, Eduardo Rasclard de 65 años relata: “…Yo estaba caminando por Av. Piombi y justo
antes de llegar a Fuertes, porque estaba cansado de mirar la televisión, hoy en día no pasan nada
bueno en la tele, prefiero mirar YouTube, pero por la lluvia no tenía internet, así que me fui a la
casa de mi hermano que está a unas 4 cuadras porque él vive solo y ese día estaba trabajando en
Buenos Aires. Pero justo antes de cruzar, veo que había una chica caminando por la senda
peatonal, pero era raro, estaba desabrigada y sin ningún tipo de reparo frente a la lluvia. Yo
pensé, debe tener calor o algo así y se quiere refrescar, porque era como que abría los brazos y
miraba al cielo, como bailando. Pero al instante, siento una frenada y un golpe muy fuerte. Al
segundo estaba la misma chica tirada y un auto de color rojo apuntándole con las luces enfrente
…”. Preguntado sobre si el auto intentó esquivar a la chica, el testigo contestó: “Ehh… creo que sí”.

Por otra parte, las cámaras de seguridad de un negocio cercano parecen respaldar los dichos de
Rasclard; la señorita Marini estuvo bailando durante aproximadamente diez minutos en esa
esquina, mientras comenzó a cruzar la calle, también bailando. Sin embargo, en el instante del
accidente, pareciera que la víctima se queda quieta con los ojos fijos en el automóvil.

En este contexto, la defensa solicita una nueva audiencia con el tribunal. Postula que el caso
constituye un supuesto de autopuesta en peligro y, por ende, los chicos no podían ser responsables
de la muerte de alguien que estaba jugando por la calle a esas horas de la noche. Por su parte, la
fiscalía se opone a la visión de la defensa, y esgrime que los chicos deberían haber obrado con el
principio de desconfianza, ya que un día de lluvia torrencial, obligaba a tener muchos más recaudos
para poder evitar cualquier tipo de accidente, y que no tenía sentido que la chica no prestara
atención al tránsito más allá de que estuviera bailando.

Por un lado, es cierto que los chicos en el fondo no quisieron dañar a nadie, pero eso no obstruye
la idea de que la chica murió a causa del choque, la pregunta es: ¿deben hacerse responsables, o
asistirá razón a la defensa?

II.2. Pruebas

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• Testimonio de Eduardo Rasclard, de 65 años con miopía, por lo que su capacidad visual se
encuentra reducida en un 40%. Presenta también una sordera de casi del 90%. En ese
momento, no llevaba lentes puestos, pero sí los audífonos.
• El testimonio de familiares y amigos de Sofía Marini permitieron conocer que ella estaba
atravesando un momento muy feliz, ya que había sido aceptada en Harvard para estudiar
leyes.
• Las imágenes de las cámaras de seguridad obtenidas tienen baja resolución, y por la
distancia de su ubicación, para poder enfocar a Sofía, es preciso hacer “zoom”, lo que
dificulta ver con claridad si seguía o no bailando al momento del impacto.
• Las pruebas realizadas confirmaron que los imputados no tenían alcohol en sangre.

II.3. Aspectos teóricos del caso

La autopuesta en peligro consiste en que la propia víctima se coloca en una situación de riesgo
y, por ende, cuando esto sucede, ese hecho no puede ser atribuido a los presuntos culpables.

El principio de desconfianza consiste en que en cuando una persona realiza un


comportamiento riesgoso tiene que “desconfiar” de lo que hagan los demás, porque el contexto así
lo requiere.

III. TERCERA RONDA

III.1. Hechos

Los nervios se acrecientan, la ansiedad se profundiza, cada vez falta menos para que los jueces
tomen su decisión definitiva sobre la culpabilidad o no de los dos amigos.

Con el transcurso de los días nuevos datos relevantes salen a la luz.

Tomás se sinceró con su defensora y le confió: “Dra. Yo no sé qué me pasó, estaba manejando y,
de pronto, se me apagó la luz, no podía ver nada ni decir nada, es como que me perdí en mi
mismo. No dije nada porque me parecía una locura, nunca me pasó”.

Diversos exámenes médicos posteriores verificaron que Tomás padece el “síndrome de Tichen”,
que básicamente implica que, en ciertas oportunidades, la persona sufre “parálisis internas” que
no le permiten modificar sus movimientos corporales por breves instantes. Al mismo tiempo, un
informe médico señala que Tomás “…podría haber sufrido ese síndrome en el momento del hecho,

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ya que sus efectos suelen aparecer con la mayoría de edad y en momentos de éxtasis o de mucha
felicidad…”.

Frente a ello, Juan, recuerda: “mientras Tomás manejaba, yo le pregunté si le pasaba algo, dos
o tres veces, pero no reaccionaba, y al toque ocurrió el accidente. Al principio pensé que no me
escuchaba por la música, pero era raro”.

También se verificó que el volumen de la música -que había sido elevada por Juan en el
automóvil-, estaba al máximo, y las ventanillas estaban cerradas por el temporal.

Asimismo, logró ubicarse un segundo testigo, el señor Villagra de 34 años, quien declaró: “Mire,
yo la verdad es que no vi el accidente, estaba mandando un audio y en el momento oí un grito
muy fuerte y luego de ello, vi que estaba el auto y la chica tendida en el suelo”.

Frente a ello, la fiscalía asevera que el accionar de los imputados se corresponde con su hipótesis
primaria, es decir, la del dolo eventual. Por su parte, la defensa contradice lo afirmado, entendiendo
que Tomás actuó bajo una parálisis interna que le impedía tener control sobre sus propias acciones
y, por su parte, Juan, no tenía el dominio ni el control del vehículo, más allá de que intentó hacer
reaccionar a su amigo, de forma previa al accidente.

Si se hiciere lugar a lo expuesto por la fiscalía, los amigos serían condenados a 8 años de prisión
de cumplimiento efectivo. Si se hiciere lugar a lo manifestado por la defensa, los amigos serían
absueltos.

III.2. Pruebas

• Se comprobó que Tomás sufre el síndrome de Tichen, que en ciertas oportunidades le


produce parálisis histéricas. Sin embargo, no puede precisarse con certeza si en el momento
del hecho esa situación estaba presente.
• Se comprobó que la música del auto estaba al máximo volumen posible, y las ventanillas
cerradas.
• Se comprobó, a partir de un peritaje del celular de Villagra, que la señorita Marini gritó
“¡PARÁ!” antes del impacto.
• Se comprobó, a partir de un peritaje al automóvil, que los frenos y pedales recién se
activaron con el impacto.

III.3. Aspectos teóricos del caso

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El dolo eventual, consiste en que el/los sujetos se representaron que en el momento del hecho
estaban haciendo algo riesgoso (conducir un auto a una velocidad superior a la permitida), pero,
frente a tal situación, prestaron indiferencia, es decir, no les importó y siguieron adelante con su
comportamiento, sabiendo que podían causar un accidente. Básicamente, podríamos decir que el
hecho es realizado sabiendo que el accidente podía pasar, pero sin importar que eso ocurra.

Las parálisis internas, son casos de ausencia de conducta, es decir, en donde el sujeto no puede
controlar sus movimientos y, por ende, no pueden ser entendidos como comportamientos
relevantes para el derecho penal.

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