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Cómplice, en Derecho penal, es una persona que es responsable penal de un delito o falta pero
no por haber sido el autor directo del mismo, sino por haber cooperado a la ejecución del hecho
con actos anteriores o simultáneos.
La figura del cómplice aparece en todos los ordenamientos jurídicos, si bien puede tener un
tratamiento diferente y pueden existir matices con respecto a distintas formas de complicidad.
En este sentido, en ocasiones se distingue entre:
Cooperador necesario: El que cooperan a la ejecución del delito con un acto sin el cual
no se habría efectuado.
Cómplice propiamente dicho: Aquel que coopera en la ejecución del delito, aunque sin
su cooperación el delito podría haberse llevado a cabo en cualquier caso (el complice no
domina el hecho).
En ocasiones las penas para cada uno de estos tipos de cómplice son distintas, asimilándose el
cooperador necesario a la figura del autor. El cómplice, por su parte, suele tener una pena
atenuada.
Cómplice es quien presta ayuda al autor u autores de un hecho punible, con conciencia de que
actúa para otro, de que colabora para un delito ajeno. El cómplice no realiza la conducta típica
como autor o coautor, sino que coadyuva a ella colaborando en forma más o menos eficaz. El
verbo que encabeza el predicado es “contribuya” que sólo se complementa con la advertencia
de que tal contribución se verifica ayudando a realizar el hecho del autor en el momento en que
se ejecute, o aún después de su ejecución y hasta la consumación, siempre y cuando que haya
existido una promesa de tal ayuda, con anterioridad a ser realizado.
Contribuir es, por lo tanto, el verbo rector del tipo amplificador de la participación o complicidad.
Y debe conectarse, lógicamente, con el verbo rector de la figura típica correspondiente, toda vez
que la conjunción de ambas oraciones da a la complicidad su verdadera órbita jurídica. Será
cómplice de homicidio “el que contribuya a la realización de la muerte de otro” o mejor, “el que
contribuya, con el autor, a matar a otro”, siempre que exista un concierto previo o concomitante
ala acción de matar.
Así las cosas, no es lo mismo si A y B matan a C propinándole sendas puñaladas, que si A presta
el cuchillo para que B mate a C, porque en el primer caso nos encontraríamos en presencia de
una coautoría, mientras que en el segundo, de una complicidad.
Se trata de una figura accesoria a la autoría, pues a diferencia de ésta el cómplice carece del
dominio funcional de los hechos, limitando su intervención a facilitar la conducta del autor en la
realización del hecho antijurídico. Su actuación, en consecuencia, se limita a favorecer un hecho
ajeno.
De allí que debe ser objeto de demostración la clase de contribución prestada por el cómplice,
la que puede ser de índole intelectual o psíquica o de orden físico o técnico, o de tipo material.
Esta última podría darse en un ejemplo cuando, como ayuda previa, proporciona el arma de
fuego empleada por el realizador de la conducta y, de otra parte, como auxilio posterior, en la
facilitación del medio de transporte con el que el homicida aseguraron su retirada del lugar de
los hechos.
1. Que haya concurso previo de voluntades. Es decir que el autor principal del delito y el cómplice
se hayan puesto previamente de acuerdo acerca del hecho criminoso que van a cometer. Es esto
lo que constituye el elemento subjetivo de la complicidad. De manera, que no es posible
jurídicamente hablar de complicidad si quien contribuye a la realización del delito que otro
ejecuta, no sabe que está colaborando intencionalmente en el hecho delictuoso. El cómplice
debe saber y debe tener conciencia clara de que su acción u omisión es un aporte o ayuda para
que el resultado delictuoso se produzca.
3. Que haya una actividad eficaz material o intelectual, principal o accesoria por parte del
cómplice. Con este elemento se significa que la contribución o ayuda prestada por el cómplice
debe tener eficacia causal en la realización del delito.
El cómplice entonces, solo ejecuta una labor de ayuda secundaria de colaboración a la acción
del autor del delito.
Es necesario diferenciar entre los cómplices y los encubridores, estos últimos son las personas
que sin acuerdo previo, ayudan al delincuente a eludir la acción de la justicia o a desviar la
investigación correspondiente. El encubrimiento como figura autónoma aparece
exclusivamente en la etapa subsiguiente a la realización del delito y por lo tanto constituye un
hecho punible autónomo tipificado en el Art. 446 del Código Penal, bajo la denominación de
favorecimiento, relacionado con la persona que tenga conocimiento de la comisión de un delito
y sin concierto previo la ayuda a eludir la acción de la justicia o a entorpecer la investigación que
se adelante, delito que está sancionado con una pena de prisión de 1 a 4 años.
Por último, consideramos que no es posible la figura de la complicidad en los delitos culposos,
por cuanto la complicidad requiere como elemento fundamental para su estructuración de la
intención criminosa del agente y de la conciencia de la ilicitud del acto que ejecuta, sabiendo
que por el contrario, la intención está ausente en los delitos culposos.
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