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N° 78, 2017

pp. 115-128
https://doi.org/10.18800/derechopucp.201701.005

El problema del abandono de las pretensiones


imprescriptibles
The abandonment issue of the imprescriptible pretensions
L U I S A L FA R O VA LV E R D E *
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Resumen: En el presente artículo se analiza el problema del abandono en


los procesos judiciales relacionados con las pretensiones imprescriptibles, con
una especial mención de aquellas relativas al derecho de propiedad. Se critica
la cuestión analizada en el Pleno Jurisdiccional Nacional Civil y Procesal Civil
de 2016 sobre el particular. Se pone de manifiesto que la verdadera cuestión
a resolverse es la referida a las pretensiones imprescriptibles como supuestos
de improcedencia de abandono. Se expone razones que ponen en entredicho
la disposición normativa que vincula el abandono procesal con dichas
pretensiones. Justamente por la falta de argumentos fuertes que justifiquen
tal relación, se propone (de lege ferenda) su necesaria enmienda legislativa.

Palabras clave: abandono procesal, prescripción, derecho de propiedad,


pleno jurisdiccional nacional

Abstract: In this article, the issue around abandonment in judicial proceedings


(Procedural abandonment) related with the imprescriptible pretensions will
be analyzed, with a special mention to those relative to the right to property.
The issue discussed in the National Jurisdictional Plenary of Civil Law
and Civil Procedure of 2016 will be criticized. The true issue to be solved
is revealed, it’s the one related to the imprescriptible pretensions as case of
inappropriateness of abandonment. It raises reasons that put in question
the normative provision that links the procedural abandonment with those
pretensions. Precisely because of the lack of strong arguments to justify the
relation, a necessary legislative amendment is proposed.

Keywords: procedural abandonment, prescription, right of property, National


Jurisdictional Plenary

CONTENIDO: I. INTRODUCCIÓN.– II. SENTIDO Y JUSTIFICACIÓN DEL


ABANDONO.– III. EL ABANDONO EN UN MUNDO «DE OFICIO».– IV. EL
ABANDONO ANALIZADO EN EL PLENO JURISDICCIONAL NACIONAL
CIVIL.– V. EL PROBLEMA DE LAS PRETENSIONES IMPRESCRIPTIBLES.–
VII. REFLEXIONES FINALES.

* Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Maestría con mención en Derecho Procesal; Universidad
Nacional Mayor de San Marcos y Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Doctorando en el Programa
de Doctorat en Dret, Economia i Empresa de la Universidad de Girona. Máster en Derecho Público,
especialidad Derecho Procesal por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro e Investigador
externo del Instituto Vasco de Derecho Procesal.
Código ORCID: 0000-0001-8433-4099. Correo electrónico: alfavalu@hotmail.com
116 I. INTRODUCCIÓN
Desde hace un tiempo —aunque no mucho— estamos siendo testigos
del establecimiento y desarrollo de una institución de Common Law
en nuestro sistema jurídico, nos referimos a la recepción jurídica del
precedente (sobre la recepción del precedente en los sistemas de Civil
Law, véase Taruffo, 2012). Este hecho viene generando múltiples secuelas
en los «formantes» jurídicos1, al menos en la producción legislativa, en
las diversas posturas teóricas y, sobre todo, en los pronunciamientos
jurisdiccionales. Como consecuencia de ello, se puede observar algunas
peculiares posiciones que van desde una aceptación irreflexiva, pasando
por una posición escéptica, hasta propuestas moderadas que admiten su
recepción, pero que abogan por su adaptación. Sin embargo, debemos
reconocer que —a diferencia de sistemas de Civil Law de Europa
continental2— hemos sido extremadamente solícitos y acríticos en
su asentimiento, especialmente normativo. Esto sucede también en
algunos otros países de la región.
A la par de esta situación —quizá como una forma de resistencia
encubierta de los jueces frente a dicha figura—, al interior del Poder
Judicial se viene presentando otro fenómeno muy particular que, aunque
se parece, no podría catalogarse propiamente como precedente ni menos
como jurisprudencia (para una clara explicación sobre las diferencias
entre precedente y jurisprudencia, véase Taruffo, 2007). Nos referimos
a aquello que se ha convenido en llamar plenos jurisdiccionales3, los
cuales son definidos como las «reuniones de Magistrados de la misma
especialidad, de una, algunas o todas las Cortes Superiores de Justicia
del país, orientadas a analizar situaciones problemáticas relacionadas al
ejercicio de la función jurisdiccional; con la finalidad que mediante su
debate y posteriores conclusiones se determine el criterio más apropiado

1 La teoría de los formantes y su producto, los formantes jurídicos (legal formants), fue elaborada en
Italia por Rodolfo Sacco a partir de la lingüística estructuralista. La expresión «formante» procede
de la fonética acústica, el estudio de la consistencia física de los sonidos vocales y de su difusión a
través de un medio como, por ejemplo, el aire. En este ámbito, el formante indica la frecuencia de
resonancia de los sonidos que tienen lugar en la cavidad oral y que caracterizan su timbre: permite
descomponer esos sonidos y, sobre todo, poner de manifiesto e identificar sus distintos componentes
(Somma, 2015, p. 154). En la comparación jurídica, el formante representa los componentes del
derecho, entre los que se identifican, el formante legal —para dar cuenta de las reglas elaboradas
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por el legislador—, el formante doctrinal — contenido por preceptos elaborados por los teóricos— y el
formante jurisprudencial —el cual coincide con las indicaciones emitidas por los tribunales— (Sacco,
1992, pp. 44ss).
2 Por las repercusiones que viene generando en nuestro país, la posición abierta y permisiva frente al
precedente (el cual se origina—conviene recordar— en países del Common Law) no parece haber
sido la actitud ideal ni la más apropiada. Tal vez, para hacer frente a los problemas de la falta de
predictibilidad y uniformidad del derecho —entre otras «razones»—, deberíamos haber optado por
trabajar y mejorar la institución de la jurisprudencia (propia de Civil Law), la cual, por su falta de
comprensión y su casi nulo desarrollo normativo (dado que no tenemos reglas sobre su formación,
requisitos, grado de su fuerza normativa, etcétera) ciertamente no cumplió a cabalidad su propósito.
Empero, puesto que este no es el lugar para seguir con tal cuestión, dejo abierto el debate y el
compromiso de analizarse en otro trabajo.
3 También en otros sistemas jurídicos, desde hace un tiempo, podemos encontrar figuras semejantes a
la mencionada, así, en España existen los llamados acuerdos de pleno jurisdiccional. En este caso,
se viene discutiendo el grado de vinculación que tendrían (Manjón-Cabeza, 2008, pp. 1-25).

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para cada caso concreto» (Centro de Investigaciones Judiciales, 2008).


En otras palabras es la congregación de jueces, de diferentes grados y
especialidades, para debatir algunas cuestiones problemáticas de la
práctica jurisdiccional y asumir una posición por mayoría. La práctica
117
estaría justificada normativamente en el artículo 116 de la Ley Orgánica EL PROBLEMA DEL
ABANDONO DE
del Poder Judicial:
LAS PRETENSIONES
Plenos jurisdiccionales IMPRESCRIPTIBLES
Artículo 116.o.- Los integrantes de las Salas Especializadas, pueden THE
reunirse en plenos jurisdiccionales nacionales, regionales o distritales ABANDONMENT
a fin de concordar jurisprudencia de su especialidad, a instancia de los ISSUE OF THE
órganos de apoyo del Poder Judicial. IMPRESCRIPTIBLE
PRETENSIONS
En efecto, casi sin darnos cuenta, la constante realización de estos plenos
jurisdiccionales en diversos distritos judiciales viene convirtiéndose en
una especie de «tradición jurídica». Aunque los plenos jurisdiccionales
no son vinculantes, las conclusiones de los mismos son muchas veces
aplicadas por los jueces en los casos concretos4 por la fuerza de las
razones y los argumentos que en ellos se ofrecen (fuerza persuasiva).
Precisamente, el tema abordado en este ensayo está referido a la figura del
abandono procesal en el contexto del proceso civil. Muy especialmente,
se analiza el problema del abandono de aquellos procesos que contienen
pretensiones relacionadas con el derecho de propiedad. El cual ha sido,
también, materia de análisis del Pleno Jurisdiccional Nacional Civil y
Procesal Civil 2016, realizado en la ciudad de Lima, los días ocho y nueve
de julio. En dicho pleno se sostuvo con respecto a estas pretensiones
que, al ser consideradas imprescriptibles, no procedería el abandono.
Literalmente, se acordó por mayoría lo siguiente: «No se produce el
abandono, ya que se trata de pretensiones imprescriptibles vinculadas
al derecho de propiedad o a los derechos que se derivan de la misma»
(Conclusiones plenarias, 2016).
Por estas razones, el propósito de este breve estudio será, en primer lugar,
describir y analizar de modo crítico las dos ponencias expuestas en el
referido Pleno Jurisdiccional, así como sus respectivas justificaciones,
centrándonos en aquella que finalmente fue asumida en mayoría por
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4 En el Perú, los plenos jurisdiccionales son de diversos tipos. Por ejemplo, en relación con la
proyección geográfica, pueden ser distritales, regionales y nacionales; atendiendo a los grados de
la organización judicial: plenos de jueces de paz letrados, especializados, superiores y supremos;
y, finalmente, considerando la materia o especialidad, pueden ser plenos de familia, laborales,
penales, contencioso-administrativos, constitucionales, civiles y procesal-civiles. Además, se admite
combinaciones y variantes de estos criterios, por ejemplo, puede darse el caso que existan plenos
jurisdiccional nacional civil y procesal civil. Empero, conviene plantearse la siguiente problemática:
si su propósito es propiciar los valores de seguridad y predictibilidad, esta multiplicidad y diversidad
no parece ser ideal, más aun si desde 1997 se vienen realizando de manera ininterrumpida todos
los años (según información proporcionada por el Poder Judicial del Perú en la página «Plenos
Jurisdiccionales» al interior de su sitio web). Esta frecuencia puede implicar que para los jueces (pero
también para los abogados) sea una tarea realmente titánica y complicada encontrar un criterio entre
tantos plenos.

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118 los jueces superiores con relación al tema en discusión. En segundo
lugar, situar el debate en un punto elemental que lamentablemente
no fue considerado, pero que, desde nuestra modesta consideración,
subyace a lo discutido en el pleno. Dicho punto elemental es la cuestión
de si las pretensiones imprescriptibles (como el caso del derecho de la
propiedad) realmente merecen tal inmunidad frente al abandono; es
decir, cuestionar, desde sus bases, la «necesaria» relación: abandono del
proceso-pretensiones imprescriptibles.

II. SENTIDO Y JUSTIFICACIÓN DEL ABANDONO


Detengámonos un momento para esclarecer en qué consiste el abandono
procesal —también denominado perención o caducidad de instancia
(caducidad de instancia es término empleado en el proceso civil
español, Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000, libro I, título VI, artículos
236-240)—. Se trata de una institución procesal que se presenta cuando
existe una detención o inercia del proceso por un tiempo fijado por ley
y que genera inevitablemente la conclusión del proceso, obviamente
sin pronunciamiento sobre el fondo (rectius: mérito); razón por la cual
algunos la consideran una forma anormal de conclusión del proceso5.
Bien entendido, el abandono no puede ser visto como una sanción
jurídica, sino, propiamente, como una consecuencia jurídica por la que
se concluye el proceso de modo anormal6, por encontrarse detenido por
un tiempo fijado por ley, con la particularidad de que esta situación no
sea causada o provocada por la inacción del juez7. En efecto, se sostiene
que existen al menos dos motivos en que se fundamenta. El primero
es de carácter subjetivo y ve en la presunta intención de las partes de
abandonar el proceso la íntima de la extinción, es decir, se determina
por la voluntad de los litigantes. El segundo es de tipo objetivo y se fija
en la necesidad de evitar la pendencia indefinida de los procesos, por
las consecuencias que esto implica para la seguridad jurídica, en otras

5 Para justificar esta expresión, se ha dicho que la anormalidad de estos especiales fenómenos y de
sus consecuentes desenlaces especiales del proceso no significa necesariamente su disconformidad
con las normas jurídicas relativas a la terminación del proceso, sino que debe entenderse en el
sentido de que la sentencia de fondo dictada a consecuencia de una contradicción, mayor o menor,
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entre las partes es, de hecho, lo más frecuente y habitual y, de derecho, lo que la ley procesal
considera ordinario y común (De la Oliva & Diez-Picazo, 2000, p. 422).
6 En la comparación jurídica, considerada como una forma de conclusión anormal del proceso, por
ejemplo, el Tribunal Supremo español ha establecido que la «caducidad de la instancia es una de
las especies del concepto más general de extinción del proceso, entendiendo por extinción toda
conclusión anormal producida sin que el proceso haya cumplido su fin, esto es sin que se haya
decidido sobre la pretensión en el mismo planteada. Cuando la extinción se causa por inactividad de
los sujetos se está ante la caducidad, que se produce, pues, sin acto de clase alguna, por el simple
hecho del transcurso del tiempo sin realizar actividad procesal» (STS 17784/1993).
7 En la doctrina italiana, Chiovenda, quien identifica el fenómeno como caducidad, lo concibe de la
siguiente manera: «es un modo de extinción de la relación procesal, y que se produce después
de cierto período de tiempo, en virtud de la inactividad de los sujetos procesales» (1940, p. 310).
También, Carnelutti, explicaba que «El procedimiento se extingue por perención, cuando habiendo
asignado un plazo perentorio, por la Ley o por el Juez, para el cumplimiento de un acto necesario a
la prosecución, dicho acto no es realizado dentro del plazo» (1959, p. 174).

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palabras, se trata de una cuestión que escapa a la voluntad de las partes


de que no se prolongue la duración de los pleitos paralizados (Guasp,
1973, pp. 539-540).
119
El legislador nacional parece haber entendido bien esta referencia, EL PROBLEMA DEL
pues ha regulado el abandono —en el capítulo de las formas especiales ABANDONO DE
de conclusión del proceso del Código Procesal Civil—de la siguiente LAS PRETENSIONES
manera: «Cuando el proceso permanezca en primera instancia durante IMPRESCRIPTIBLES
cuatro meses sin que se realice acto que lo impulse, el juez declarará su THE
abandono de oficio o a solicitud de parte o de tercero legitimado» (CPC, ABANDONMENT
artículo 346). La idea que subyace a esta institución procesal sería que los ISSUE OF THE
procesos no pueden durar eternamente sin lograr su propósito natural. IMPRESCRIPTIBLE
De este modo, el abandono se justifica en la medida en que la misma PRETENSIONS
expresión «proceso» representa per se y en todos los casos un necesario
devenir diacrónico de actos dirigidos hacia la consecución de un fin, es
decir, una proyección temporal hacia el futuro. Así, toda falta de avance
injustificada sería contraria al sentido mismo del proceso8. Este sencillo
razonamiento calza, precisamente, de modo ideal cuando se habla de
proceso (jurisdiccional), pues, desde una perspectiva formal-estructural,
implica un conjunto de actos jurídicos (procesales) concatenados
armónicamente hacia un propósito: la búsqueda de la verdad, mediante
decisiones justas, al menos si nos adherimos a una de las opciones
ideológicas típica de los sistemas de Civil Law9. Si esto es así, entonces,
es evidente que el hecho de presentarse una detención o inercia que
dificulte el avance y desarrollo natural del proceso puede generar un
problema en relación con el cumplimiento de su finalidad.
De suceder esto, ciertamente el Estado/juez perdería su legitimidad para
continuar su prosecución del proceso, en otras palabras, no existiría
justificación de que continúe con el procesamiento de una persona. La
pérdida de legitimidad ocurre porque —precisamente—el método que
el Estado utiliza para la tutela de las situaciones jurídicas sustantivas, el
proceso, ha perdido su propósito por haberse detenido injustificadamente
durante un tiempo determinado por la ley.
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8 Este sentido es acorde con la propuesta de Guasp, quien afirma que la caducidad de la instancia
(para nosotros abandono procesal) «es la extinción del proceso que se produce por su paralización
durante cierto tiempo en que no realizan actos procesales las partes» (1973, p. 539).
9 En efecto, por ejemplo, para Taruffo, «La justicia de la decisión no presupone solamente su legalidad,
es decir, que se derive de una correcta interpretación y aplicación de las normas, sino también su
veracidad, es decir, la determinación de la verdad de los hechos relevantes: la razón fundamental
de esto es que ninguna decisión puede considerarse justa si se basa en una determinación falsa o
errada de los hechos de la causa» (2010, p. 413). Sobre la relación teleológica entre prueba y verdad,
véase Ferrer (2007, pp. 29-30).

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120 III. EL ABANDONO EN UN MUNDO «DE OFICIO»
Además, otro punto importante que se debe considerar es la relación
del abandono con el «principio»10 (rectius: regla) de impulso procesal.
Antes, sin embargo, conviene recordar que el proceso civil peruano
ha sido diseñado y estructurado —en gran parte—bajo la incidencia
del principio de oficialidad11 (impropiamente denominado «principio»
publicístico o inquisitivo), en virtud del cual se le atribuye al juez ciertas
potestades, técnicas e iniciativas para el desarrollo y conducción del
proceso hacia el cumplimiento de su propósito. Precisamente, una de
las manifestaciones de tal principio es el llamado «principio» (rectius:
regla) de impulso de oficio, en virtud del cual la continuación o
avance del proceso se encuentra bajo responsabilidad del juez12. El cual
normativamente es descrito en estos términos: «El juez debe impulsar
el proceso por sí mismo, siendo responsable de cualquier demora
ocasionada por su negligencia. Están exceptuados de este impulso los
casos expresamente señalados en este Código», (CPC, título preliminar,
art. 2, § 2). En otras palabras, en el proceso civil peruano —y en los
procesos no penales en general— la regla es que el proceso se impulsa
no a pedido de parte, sino propiamente de oficio, esto es, por el órgano
jurisdiccional. Por tanto, las partes en el proceso, prima facie, no tendrían
el deber —al menos no formalmente— de estar presentando escritos
para propiciar su continuación al estado correspondiente, sino que esta
tarea corresponde al mismo juez13.
Por tanto, la pregunta sería cómo se justifica la figura del abandono en
un proceso impulsado por el juez, dicho en términos alegóricos, «en
un mundo de oficio»; pues se supone que el juez es el llamado a velar
por la continuación y el impulso del proceso. Si el impulso del proceso
se le hubiese encargado a las partes (impulso de parte), la razón sería
más que evidente: la falta de interés procesal (estado de necesidad de

10 Sobre el particular, el profesor De la Oliva es enfático en sostener que «desde varios puntos de
vista, es erróneo y perturbador denominar “principios” a todos los criterios generales en virtud de
los cuales se opta por regular de un modo o de otro el proceso o ciertos aspectos o actuaciones
de este. Para la mayoría de esos criterios resulta preferible utilizar los conceptos y términos de
“reglas” o “máximas”. Como he repetido en muchas ocasiones, cuando todo son principios, nada
es principio. Y lo mismo sucede —y con impaciencia lo repito también una y otra vez— cuando a
cualquier posibilidad de actuación humana se le denomina “derecho”: cuando todos son “derechos”,
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nada es derecho. Semejante amplitud conceptual no conduce a nada positivo» (2012, p. 245).
11 El profesor De la Oliva explica que el principio de oficialidad es aquel «derivado del intenso interés
público predominante en ciertas materias, por el cual el proceso, su objeto, los actos procesales y
la sentencia no están subordinados a la disposición de los sujetos jurídicos particulares en relación
con la tutela de los derechos e intereses legítimos, sino que dependen de que aquel interés se ponga
de manifiesto al tribunal y se haga valer por otros órganos públicos ante situaciones subsumibles
en supuestos taxativamente determinados por la ley» (de la Oliva, Diez-Picazo, Giménez & Vegas,
2012, p. 208).
12 Con relación al impulso procesal, en general, Eduardo Couture explica que «Se denomina impulso
procesal al fenómeno cuya virtud asegura la continuidad de los actos procesales y su dirección hacia
el fallo definitivo» (2002, p. 142).
13 Este razonamiento se ve plasmado en la siguiente posición de la Corte Suprema: «si bien la figura del
abandono importa la inactividad procesal, su declaración no puede obviar la obligación del juzgador
en su condición de director del proceso, de impulsarlo aún sin necesidad de que la otra parte lo
solicite y cuando el estado mismo corresponda» (Casación 2422-2013 JUNÍN, fundamento 8).

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tutela jurisdiccional); pero ¿cómo se puede concebir que un proceso se


detenga, cuando su continuación es labor del juez?
La razón es que pueden existir algunos casos en que la inercia del
121
proceso, pese al impulso de oficio, no se deba a la desidia o negligencia EL PROBLEMA DEL
del juez por continuar el trámite o al estar pendiente la emisión de una ABANDONO DE
resolución (CPC, artículo 350, 5), sino propiamente a la responsabilidad LAS PRETENSIONES
de las partes. Esto sucede, por ejemplo, cuando se requiere el IMPRESCRIPTIBLES
cumplimiento —a cargo de las partes— del pago de arancel para una THE
determinada actuación judicial, sin el cual no podría realizarse o, en ABANDONMENT
general, en cualquier caso en que se exija del demandante o demandado ISSUE OF THE
determinada prestación, pero estos simplemente dejan pasar el tiempo IMPRESCRIPTIBLE
sin realizarla14. Al menos eso se desprende del artículo 350, 4 del CPC: PRETENSIONS
«salvo que estuviera pendiente actuación cuya realización dependiera
de una de las partes».
Es en estas circunstancias donde se produciría el abandono, como
una consecuencia jurídica por la falta manifiesta de interés de la parte
(demandante) ante el incumplimiento de lo requerido, dentro de un
plazo previsto en la ley15. Situación que, a la verdad, se debe presentar de
manera excepcional, pues siempre el juez, conforme al impulso de oficio,
debe ser el primer comprometido en tomar todas las medidas y emitir
todas las resoluciones para el necesario avance del proceso16.

I V. E L A B A N D O N O A N A L I Z A D O E N E L P L E N O
JURISDICCIONAL NACIONAL CIVIL
Precisamente, en el último Pleno Jurisdiccional Nacional Civil y Procesal
Civil, realizado en la ciudad de Lima (para una revisión de todos los
temas de debate, ponencias, justificaciones, materiales bibliográficos
y jurisprudenciales utilizados en el citado pleno jurisdiccional, véase

14 Esta idea parece ser acorde al sentido expresado por la Corte Suprema, para quien el abandono
procesal es «un medio procesal a través del cual se extingue un proceso por falta de actividad
idónea de los sujetos procesales» (Casación 884-2003 LAMBAYEQUE, citada en Casación 4805-
2010 LIMA).
15 Sobre el particular, la Corte Suprema ha expresado que «el abandono implica dos factores
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combinados: el tiempo y la inactividad procesal; que provoca la culminación de la instancia y, por


ende, del proceso sin declaración sobre el fondo en razón de la inactividad procesal de las partes. Lo
que realmente sanciona el abandono es la negligencia manifiesta del litigante, que con su inactividad
deja paralizado el proceso. Dicha inactividad tiene que ser medida a través de determinados plazos
que la norma regula en cuatro meses» (Casación 4805-2010 LIMA).
16 Por ello llama la atención el hecho de que el abandono se declare también de oficio (CPC, artículo
346). Se trata de una particular disposición normativa, cuyo cumplimiento ha sido «recordado»
a todos los jueces por el mismo Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, mediante la resolución
administrativa 373-2014-CE-PJ, en la que también se requiere —a la Gerencia General del Poder
Judicial— incorporar en el Sistema Integrado Judicial (SIJ) un medio para que alerte al juez cuando
debe declarar el abandono. Empero, la experiencia y la historia han demostrado que las medidas
«urgentes» para solucionar problemas urgentes no siempre son las más apropiadas o idóneas, más
aun si se llevan a cabo de forma acrítica, sin analizar detenidamente el sentido y fundamento de
cualquier institución. Adicionalmente, habría que llamar la atención sobre lo sorpresiva que resulta la
intervención del Consejo Ejecutivo en aspectos que son estrictamente jurisdiccionales.

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122 Centro de Investigaciones Judiciales, 2016), el primer tema que se
debatió estaba relacionado con lo explicado anteriormente, es decir, con
el abandono y su improcedencia en los procesos en donde se analice
pretensiones imprescriptibles, específicamente, respecto de aquellas
vinculadas con el derecho de propiedad. La cuestión fue la siguiente: ¿se
produce el abandono en los procesos en los que se discuten pretensiones
vinculadas al derecho de propiedad y a los derechos que se derivan
de este? Para dar respuesta a tal problema, la organización del pleno
estableció previamente dos ponencias entre las cuales los participantes,
luego del debate respectivo, debieron elegir y votar para llegar a un
acuerdo.
Analicemos, en primer lugar, cada una de estas posiciones planteadas.
Veamos, la primera de ellas era en favor de la procedencia del abandono
sobre los procesos en donde se tutele el derecho de propiedad, descrita
bajo la siguiente fórmula: «Sí se produce el abandono debido a que
se trata de pretensiones que no tienen establecidas las condiciones
de imprescriptibles por la ley» (Centro de Investigaciones Judiciales,
2016, p. 15). Se trata de una posición que parte de la siguiente premisa:
para que una pretensión tenga la calidad de imprescriptible, debe ser
manifiesta en el ordenamiento legal, es decir, es la ley quien fija dicho
carácter. A contrario sensu, sino hay regla expresa, simplemente sí les
afectaría la prescripción, como pasa en la mayoría de casos, serían
prescriptibles17. Dicho de otra manera, desde esta visión, la regla general
sería la siguiente: se presume que la prescripción es aplicable a todas las
pretensiones y para que esto no suceda, debe darse una regla expresa.
En concreto, respecto de las pretensiones relativas al derecho de
propiedad, no existe disposición normativa expresa en nuestro
ordenamiento que le reconozca tal condición, por lo que —siempre
desde esta postura— resultaría correcto que proceda el abandono, dado
que solo las pretensiones que son imprescriptibles están exentas de tal
consecuencia. Esto es así conforme al artículo 350, 3 del CPC, que
establece que no hay abandono «En los procesos en que se contiendan
pretensiones imprescriptibles». Básicamente, este fue el razonamiento
—palabras más, palabras menos— que se expuso como justificación de
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tal posición en el pleno jurisdiccional.


No obstante, a nuestro modo de ver, se trata de una posición —por decir
lo menos—excesivamente devota de la ley (o disposición normativa) en
la que subyace una preferencia u opción ideológica del derecho desde
una óptica muy particular, diría un enfoque positivista llevado a sus

17 Si revisamos con detenimiento el Código Civil peruano (donde se encuentran las reglas de
prescripción) advertiremos que hay derechos que son calificados de modo expreso y literal con
la calidad de imprescriptibles, como el caso del derecho de la propiedad de las tierras de las
comunidades campesinas y nativas (artículo 136), petición de herencia (artículos 664 y 865),
reivindicación de un bien salvo la prescripción adquisitiva (artículo 927), entre otros.

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últimos términos. Esto, desde mi modesta perspectiva, no hace otra cosa


que alentar ese clásico apego o predilección por «respetar» a toda costa
el «texto expreso de la ley», pese a que pueden existir razones fuertes que
acaben por desvirtuarla o superarla.
123
EL PROBLEMA DEL
La segunda ponencia rechaza la idea de que proceda el abandono en ABANDONO DE
estos casos, ya que las pretensiones relativas al derecho de propiedad LAS PRETENSIONES
sí tienen el carácter de imprescriptibles. Para ser exactos, se dijo lo IMPRESCRIPTIBLES
siguiente: «No se produce el abandono, ya que se trata de pretensiones THE
imprescriptibles vinculadas al derecho de propiedad o a los derechos ABANDONMENT
que se derivan de la misma» (Centro de Investigaciones Judiciales, ISSUE OF THE
2016, p. 15). Para justificar tal posición, se utilizaron expresiones IMPRESCRIPTIBLE
como «esencia» o «naturaleza», dirigidas a justificar que el derecho no PRETENSIONS
solo se limita a meras prescripciones legales, sino que en él confluyen
diversos elementos que, desde luego, determinan que el caso del
derecho de propiedad sea imprescriptible —como se sabe, desde mucho
hace tiempo existe una clara tendencia (con algunas excepciones) a
considerar que tanto los derechos de propiedad como los catalogados
como personalísimos son imprescriptibles—. Sin embargo, existe una
omisión en exponer puntualmente las razones y argumentos por las
que el derecho de propiedad, desde su posición, tendría el carácter de
imprescriptible y no darlo por sentado (indistintamente de que haya o
no previsión legal).
Luego de la respectiva ponencia del teórico —magistrado invitado—
y del sucesivo debate de los jueces superiores civiles (Poder Judicial
del Perú, 2016a, 2016b), finalmente, en el segundo día del pleno
jurisdiccional, los jueces superiores asistentes votaron en mayoría por
la primera postura. Es decir, se decidió que no procede el abandono
procesal, dado que el derecho de propiedad (y los derechos derivados de
él) tiene la calidad de imprescriptible, el cual es un supuesto excepcional
en el que no procede el abandono.

V . EL PROBLEMA DE LAS PRETENSIONES IMPRESCRIPTIBLES


Como hemos podido apreciar, en el tema analizado, el punto de debate
L U I S A L FA R O VA LV E R D E

se centró únicamente en esclarecer si el derecho de propiedad tendría


la calidad de imprescriptible, para establecer si procede —o no— el
abandono. Si bien este tema ciertamente necesitaba ser esclarecido,
consideramos que debió plantearse anteriormente la necesidad de
determinar si realmente las pretensiones imprescriptibles no deben
estar expuestas al abandono. Dicho de otra manera, ¿por qué las
pretensiones imprescriptibles —como el derecho de propiedad—gozan
de tal protección? (para un breve comentario sobre este problema, véase
Alfaro, 2015; ensayo que fue considerado en el material de trabajo del
referido pleno jurisdiccional. Sin embargo, el problema ya había sido
Derecho PUCP, N° 78, 2017 / ISSN 0251-3420
124 advertido algunos años antes, Alfaro, 2010, p. 189). ¿Cuáles son las
razones que justifican tal inmunidad? ¿Qué tan fuertes o sólidas son esas
razones como para seguir considerándolas?
Analicemos con detenimiento las razones en que se sustenta tal
protección. Recordemos que la característica de que una pretensión sea
imprescriptible significa que no se extiende sobre ella la prescripción.
Dicho en otros términos, bajo tal cualidad, el demandante tendría la
posibilidad de iniciar un proceso de manera sempiterna sin que el tiempo
extinga tal posibilidad, por tanto, pueden interponerse simplemente
cuando las personas lo consideren conveniente. En este escenario, las
preguntas que se imponen serían las siguientes: ¿Qué relación existe
entre una pretensión imprescriptible y el hecho de que no pueda caer
en abandono? ¿Qué virtud tienen esas pretensiones que las hacen
inmunes al abandono? Francamente, no se encuentra vinculación
alguna, ya que se trata de situaciones jurídicas distintas. La primera es
una cualidad de algunas situaciones jurídicas sustantivas y la segunda es
una situación puramente procesal por la inercia del proceso18. El hecho
de que pueda iniciarse un proceso con tales pretensiones en cualquier
momento, sin miedo a que ya no puedan ejercerse por vencimiento de
un plazo fijado por ley, no se relaciona de modo alguno con el abandono.
Fácilmente puede darse el caso de que la inercia de estos procesos pueda
ser —naturalmente— imputable también a las partes. ¿Acaso no sería
suficiente privilegio el hecho de que el demandante pueda demandar en
cualquier momento, sin riesgo de que prescriba su derecho (antes del
proceso), como para que además ahora se lo blinde con la inmunidad
procesal (durante el proceso) de no incurrir en abandono?
En caso de que estas razones no fuesen suficientes, veamos si nuestra
disposición normativa, la cual prohíbe la declaración de abandono
procesal frente a pretensiones imprescriptibles (CPC, artículo 350, 3),
tiene algún parangón o punto de referencia contemporánea en algunos
sistemas procesales del Civil Law. Es decir, examinemos si existen
ordenamientos jurídicos en donde se establece tal proscripción legal.
Así, por ejemplo, en el sistema procesal civil español, en concreto, en la
Ley de Enjuiciamiento Civil, se puede observar que en toda la dispersión
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normativa (artículos 236-240) relativa a la llamada caducidad de


instancia (para nosotros abandono), los únicos supuestos de exclusión
—esto es, sobre los que no podría aplicarse la caducidad— serían
cuando el procedimiento hubiere quedado paralizado por fuerza mayor
o por cualquier otra causa contraria o no imputable a la voluntad de las

18 En esta misma línea de reflexión, Ariano, respecto de las pretensiones vinculadas con el derecho de
propiedad, se hace las siguientes preguntas: «¿Por qué un proceso de partición no puede morir por
abandono y sí, en cambio, uno cuyo objeto sea una simple condena al pago de una suma de dinero?
Si de lo que se trata es que los procesos no sean eternos, molestando más de lo tolerable al órgano
judicial, ¿por qué uno, frente a la inercia de las parte, podría eternizarse y el otro no? Misterio» (2004,
p. 50).

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partes o interesados (artículo 238) y en el caso de las actuaciones para


la ejecución forzosa (artículo 239). Sin embargo, no existe ningún caso
que prohíba su aplicación ateniendo a la naturaleza de las pretensiones
(prescriptibles o imprescriptibles), lo que significa que necesariamente
125
procede en todos los procesos, indistintamente del tipo de pretensiones EL PROBLEMA DEL
ABANDONO DE
que se formule.
LAS PRETENSIONES
Situación similar acontece en el proceso civil francés, pues en el código IMPRESCRIPTIBLES
procesal civil francés no se aprecia alguna regla semejante a la analizada THE
en sus disposiciones normativas vinculadas con la péremption d’instance ABANDONMENT
(caducidad de instancia) (Code de procédure civile, artículos 386-393). ISSUE OF THE
Por lo tanto, en el sistema francés, el hecho de que en un proceso se IMPRESCRIPTIBLE
analice pretensiones imprescriptibles y el proceso eventualmente haya PRETENSIONS
superado los dos años19 sin que se realicen actuaciones no sería óbice a
que se declare la caducidad de instancia.
Así, queda completamente demostrado que no existen razones fuertes y
menos de carácter comparativo que justifiquen la exención al abandono
de los procesos en los que se resuelvan pretensiones que tienen la
cualidad de imprescriptibles como, por ejemplo, las relativas al derecho
de propiedad. Por el contrario, existe más de una razón para pensar
que deberían ser, al igual que toda pretensión procesal, expuestas al
abandono. Hubiese sido preferible que el pleno jurisdiccional abordara
este específico problema y viese las ponencias que lo sustenten, pues
—en realidad— de haberse superado dicho problema, el tema elegido
resultaría simplemente superfluo.

VII. REFLEXIONES FINALES


En este breve ensayo hemos intentado, sobre todo, desvirtuar el nexo
entre abandono procesal y pretensiones imprescriptibles (CPC, artículo
350, 3) proporcionando algunos argumentos para postular que no
existen razones jurídicas que justifiquen tal prescripción legal. Así, según
nuestro modesto parecer, se debe considerar (de lege ferenda) de manera
urgente su inmediata modificación legal. Se debe eliminar tal protección
jurídica, máxime —para reforzar esta propuesta— si, revisando el
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derecho comparado, se advierte que esta disposición normativa no tiene


parangón alguno en otros sistemas procesales —al menos entre los más
prestigiosos— como el ordenamiento español o francés.
El Poder Judicial hizo bien en elegir al instituto del abandono procesal
como primer tema analizado en el Pleno Jurisdiccional Nacional Civil y

19 A diferencia del proceso civil peruano, en el modelo francés, el plazo legal de inactividad procesal del
proceso es de dos años, conforme a lo previsto en el artículo 386 del Codede procédure civile, en
donde se establece lo siguiente: «Se producirá la caducidad de la instancia cuando ninguna de las
partes realizara actuaciones en el proceso durante dos años».

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126 Procesal Civil, dado que los juzgados, en general, manejan una elevada
carga procesal y dicho instituto, ciertamente, coadyuva a disminuir tal
situación crítica. Empero, la cuestión específica planteada (procedencia
en las pretensiones imprescriptibles vinculadas al derecho de propiedad)
no fue del todo acertada. Se perdió una gran oportunidad para discutir
el problema medular que es anterior o previo a la cuestión analizada.
A decir verdad, existe casi un consenso generalizado, en la doctrina y
jurisprudencia, en que las pretensiones relativas al derecho de propiedad
tienen el carácter de imprescriptible, pese a que esto no esté expresamente
previsto en el Código Civil, por lo que el «esclarecimiento» de esta
específica cuestión no era del todo necesario. El verdadero problema
relativo al abandono procesal, el que realmente debió ser analizado en
dicho pleno jurisdiccional, es esclarecer cuál es la relación que existe
entre el abandono procesal y las pretensiones imprescriptibles, es decir,
saber si, en efecto, las pretensiones que tienen tal calidad deben o no
ser expuestas al abandono y ofrecer razones que justifiquen una u otra
posición.

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Recibido: 10/03/2017
Aprobado: 18/05/2017
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