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Índice

Introducción.......................................................................................................................................1
Antisemitismo durante el Proceso de Reorganización Nacional........................................................2
La postura de la DAIA.....................................................................................................................5
La postura del Dr. Daniel Rafecaz...................................................................................................6
Conclusión..........................................................................................................................................8
Bibliografía.........................................................................................................................................9
“Si el mundo llegara a convencerse de que
Auschwitz nunca ha existido, sería mucho más
fácil edificar un segundo Auschwitz. Y no hay
garantías de que esta vez sólo devorase judíos”

Primo Levi

El 24 de Marzo de 1976 se comenzaba a escribir para nuestro país uno de


sus capítulos más trágicos, el Proceso de Reorganización nacional. Pero también
en ese contexto se escribía a la par otro triste capitulo en la historia del
antisemitismo de nuestra Nación. A tono con la tendencia actual de convertir el 24
de Marzo en una efeméride más y a 76 años de la masacre y la resistencia del
Gueto de Varsovia. Proponemos realizar una mirada sobre uno de los aspectos de
la última dictadura. ¿Pueden encontrarse algún paralelismo entro lo sucedido en la
Alemania Nazi y el terrorismo de Estado del último gobierno militar? más
concretamente; ¿Existieron actos antisemitas durante la dictadura? Y en caso de
haber sucedido ¿Fueron estos parte de un plan específico de exterminio?
Para la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (desde ahora
DAIA) junto a especialistas tales como Daniel Feierstein, Marcelo Raffín o Patricio
Brodsky, lo que sucedió en la Argentina fue un genocidio. Que copio e implemento
métodos utilizados por el régimen Nazi haciendo a los judíos merecedores de un
“trato especial” y considerándolos, “el problema judío”. Así lo expresa en su obra,
“Informe sobre la situación de los detenidos-desaparecidos judíos durante el
genocidio perpetrado en Argentina 1976-1983”.
La otra postura es la que sostiene que el terrorismo de estado fue un
politicidio. Entre los defensores de esta postura se encuentran el Doctor en
Ciencias Penales Daniel Rafecaz, Profesor de Derecho Penal Grado y Postgrado
de la Universidad de Buenos Aires y otros especialistas de la talla de Daniel
Lvovich Doctor en Historia, autor de libros como “Nacionalismo y Antisemitismo en
la Argentina”, entre otras obras.
Nuestro objetivo no es zanjar esta diferencia que obviamente excede
nuestras capacidades. Lo que nos proponemos es ver qué aspectos tienen en
común estas dos posturas, y observar las fuentes documentales que utilizan. Vale
aclarar que tanto la DAIA como el Dr. Rafecaz no son dos posiciones enfrentadas,
mas a un, trabajan en mutua colaboración. La diferencias al parecer son solo
tecnicismo del derecho legal internacional.
Como fuente documental utilizaremos el “Nunca Más”, el informe realizado
por la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) fundada
en 1983 cuya obra se publicó en 1984. Siendo un exhaustivo documento de
testimonios de victimas sobrevivientes del terrorismo de estado. Utilizamos el
mismo por ser una base documental muy conocida y por ser además el usado
tanto por la DAIA como por el Dr. Rafecas.

1
Antisemitismo durante el Proceso de Reorganización Nacional
El 24 de marzo de 1976 la Fuerzas Armadas argentinas, junto a sectores
civiles afines, derrocaban al gobierno constitucional de la entonces Presidente de
la Nación, María Estela Martínez de Perón. Dando comienzo así al llamado
“Proceso de Reorganización Nacional” que bajo pretexto de poner fin a la violencia
política que se vivía por aquel entonces, encubría en el fondo la implantación de
un régimen económico neoliberal, a tono con las exigencias impuestas por el FMI
y los Estado Unidos a los países latinoamericanos. En el marco de este proceso la
Junta Militar llevo a cabo una acción represiva de terrorismo de Estado,
encuadrada dentro del llamado Plan Cóndor. Nombre con que se conoce al plan
de acciones conjuntas llevado a cabo entre los regímenes dictatoriales de América
del Sur y los Estados Unidos.
Se aplicó entonces así la llamada “Doctrina de Seguridad Nacional” que
garantizaría el orden interno, combatiendo a cualquier movimiento u organización,
que pudiera ser tildada de subversiva, y legitimando de este modo la violación
sistemática de los derechos humanos. Como ha quedado asentado en el “Nunca
Más, Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas”. Se
demuestra que bajo esta doctrina se persiguió, secuestro, recluyo y torturo a miles
de hombres y mujeres, apropiándose en muchos casos de los hijos e hijas recién
nacidos de las víctimas mantenidas en cautiverio.
La colectividad judía argentina no se libró de esta persecución, por el
contrario, fue víctima de un llamado “trato preferencial”. A tal punto que la DAIA,
considera que lo que se llevó adelante durante la dictadura militar de 1976-1983
es simple y llanamente un acto genocida. Los que no son parte de esta idea,
sostienen que el antisemitismo presente en la sociedad y sobretodo en muchos
sectores de las fuerzas de represión, permitió que se diera rienda libre a un sin
número de actos de claro odio racial. Más aun, en 1981, el Ministro del Interior
Albano Jorge Harguindeguy, aunque manifestaba que la Junta Militar no
practicaba el antisemitismo, tuvo que admitir que: “Imposible controlar a todo el
personal (refiriéndose a las fuerzas represivas) entre el cual puede haber – como
en cualquier lugar del mundo- algún sádico o enfermo mental” (Crónica 10-1-
1981).1 Dejando en claro que las máximas autoridades estaban al tanto de todo lo
ocurrido.
En los testimonios de las victimas destacan cuatro aspectos fundamentales:

 Un “trato preferencial” hacia los detenidos judíos.


 La presencia de simbología nazi.
 Defensa de lo “Cristiano” y “La Patria”.
 El llamado “Problema judío”.

1
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos
Aires. EUDEBA. 1984. Pág. 69

2
El simple hecho de pertenecer a la colectividad judía era motivo para
castigos físicos en forma de golpes e insultos “Liliana Callizo (Legajo N° 4413)
escuchaba los gritos de Levin cuando lo golpeaban e insultaban por ser judío…”. 2
También en algunos casos se agregaba al castigo físico; el temor psicológico en
ese contexto de privación ilegítima y tortura, mediante el uso de simbología Nazi.
“Alejandra Ungaro (Legajo N° 2213) me pintaron el cuerpo con svásticas en
marcador muy fuerte”.3 En el C.C.D. El Atlético, era común la reproducción de
discursos de Adolf Hitler, y por lo menos uno de los represores se hacía llamar “el
fhúrer”: “un represor que se hacía llamar el “gran führer” hacia gritar a los
prisioneros: “¡Heil Hitler!” y durante la noche era normal escuchar grabaciones de
sus discursos (D. Barreda y Ferrando – Legajo N° 6904)” 4. Siguiendo con esta
línea, se observa una identificación por parte de los represores con el mismo
aparato represor Nazi, ya sea por identificación con el mismo o como modo de
infligir aún más terror: “Cuando nos golpeaban nos decían: “¡somos la Gestapo!”
(Reyes, Jorge – Legajo N° 2563, C.C.D. Regimiento 1° de Patricios)” 5.
La supremacía racial estaba tan impresa en la mentalidad de los
encargados de llevar adelante todo el aparato represor, que se puede constatar
que así como el pertenecer a una cierta “raza” o etnia podía significar ser
merecedor de todos los maltratos que hasta el momento hemos expuesto. En
contrapartida, la pertenecía o posesión de características físicas, que podrían
considerar de “arias”, podían servir de elemento para escapar de estos tormentos
o al menos ser una forma de paliarlos. Tal como se puede comprobar con el
testimonio aportado por Ruben Schell, que luego de ser torturado y en relación a
su descendencia alemana corroborada por su apariencia física, se le manifestaría
lo siguiente: “Escúchame flaco, ¿qué haces vos entre esta manga de negros?, si
con esa pinta tendrías que ser un S.S. (haciendo referencia a los servicios de
inteligencia del nazismo) y me muestra una cruz esvástica que tenía tatuada en el
brazo. A partir de ahí no soy más torturado”. 6
La defensa de “lo cristiano” y “La Patria” se presenta como una forma de
encubrir la persecución política. La misma aparece como una motivación
ideológica simple, que podía ser entendida fácilmente hasta los niveles culturales
más bajos del aparato represivo. Siendo además un motivo de persecución que no
necesitaba de muchas explicaciones y servía para ocultar los verdaderos objetivos
ideológicos de tal metodología. Eduardo Alberto Cora, relataba que: “después de
destruir todo lo que encontraron, los represores escribieron en la pared la leyenda

2
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos
Aires. EUDEBA. 1984. Pág. 69
3
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos
Aires. EUDEBA 1984. Pág. 69
4
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos
Aires. EUDEBA 1984. Pág. 71
5
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos
Aires. EUDEBA 1984. Pág. 71
6
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos
Aires. EUDEBA 1984. Pág. 71

3
“Viva Cristo Rey” y “Cristo salva”. Algunos allanamientos y operativos se hicieron
al grito de “¡Por Dios y por la Patria!”. 7
Un caso que queremos resaltar, no solo por lo completo que da una imagen
general de como operaban las fuerzas de represión en caso de victimas
pertenecientes a la colectividad judía. Es el de Nora Stejilevitch (Legajo N° 2535),
que describe un nuevo elemento en la metodología operatoria del aparato de
represión, “el problema judío”. Aparece en este documento una clasificación de
“problemas”, siendo el más importante el de la subversión seguida
inmediatamente por el problema judío. En el trascurso del relato se evidencia la
existencia de toda una metodología específica y con especialista abocados a la
solución de dicho problema. Dando indicios de una posible persecución de
personas pertenecientes la colectividad judía más allá de sus posibles contactos
con los grupos subversivos o terroristas, apareciendo como parte de un problema
en si como tal:

“Me amenazaron por haber dicho palabras en judío en la calle (mi


apellido) y por ser una moishe de mierda, con que harían jabón…
[…] “Directamente me llevaron a la sala de torturas donde me
sometieron con la picana eléctrica. […] “Me preguntaron los
nombres de las personas que iban a viajar a Israel conmigo… el
interrogatorio lo centraron en cuestiones judías. Uno de ellos
sabía hebreo, o al menos algunas palabras que ubicaba
adecuadamente en la oración. Procuraba saber si había
entrenamiento militar en los Kibutz (granjas comunitarias), pedían
descripción física de los organizadores de los planes de estudios,
como aquel en el que yo estaba (Sherut Laam), descripción del
edificio de la Agencia Judía (que conocía a la perfección), etc. Me
aseguraron que el “problema de la subversión” era el que más les
preocupaba, pero el “problema judío” le seguía en importancia y
estaba archivando información”. […] Durante los interrogatorios
pude escuchar los gritos de mi hermano y su novia, Graciela
Barroca, cuyas voces pude distinguir perfectamente. Además los
torturadores se refirieron a una cicatriz que ambos –mi hermano y
yo- tenemos en la espalda, lo que ratificó su presencia en ese
lugar. Nunca más tuve noticias de él. […] Días más tarde –
concluye Nora- me hicieron saber que mi detención había sido un
error, pero que recordara que yo había estado allí”8

7
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos
Aires. EUDEBA 1984. Pág. 73
8
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos
Aires. EUDEBA 1984. Pág. 73-74

4
La postura de la DAIA
En su “Informe sobre la situación de los detenidos-desaparecidos
judíos durante el genocidio perpetrado en Argentina 1976-1983” que se
publicó en 1999 y reelaborado en 2007 (con el aporte de nuevos testimonios).
Determina que: aunque no se planifico la persecución de miembros de la
colectividad judía en forma específica en su condición de tales. Queda
completamente demostrado que los judíos secuestrados recibían un
tratamiento más cruel que los demás prisioneros. Encuadrado esto dentro de
lo que denominan el “trato especial”.
Que por los expuesto en la documentaciones aportada por los
testimonios de las víctimas, existía un marcado rasgo antisemita que no
puede ser considerado como el accionar asilado de algunos represores. Sino
que por lo contrario, y tal como se atestiguado en las características
sistemáticas de sus metodología, como la búsqueda de información sobre
entidades y organizaciones judías, nos encontramos ante una acción
institucional programada y coordinada.
También contrasta la metodología del genocidio realizado por el
nazismo con la metodología del genocidio realizado en la argentina: en los
dos, se ocultó los cuerpos, se les negó su identidad a las víctimas, y por
último, durante su tiempo de detención se los deshumanizo, buscando con
ello “quebrar” sus resistencias morales, físicas y psíquicas como un paso
previo a su exterminio. Para la DAIA existió una autoadjudicación de identidad
“nazi” por parte de mucho de los represores, y que la constante referencia a
los campos de exterminio nazis (símbolos, métodos de tortura, reivindicación
del régimen nazi) reafirman que esta apropiación fue absolutamente
intencional y explicita:

“La dictadura militar instaurada en el país entre 1976 y 1983


realizó un genocidio que afectó a diversas fracciones de la
población argentina. Más allá del impacto general de esta práctica,
puede señalarse sin lugar a dudas que la misma tuvo fuertes
connotaciones antisemitas, que no pueden ser adjudicadas a la
acción de algunos represores específicos sino que se trató de
una acción institucional, con presencia en la mayor parte de los
centros de detención y de los operativos de secuestro y con
características peculiares (por ejemplo, la búsqueda de
información sobre el funcionamiento de organizaciones judías)
que devela un nivel de sistematicidad y planificación
inimaginables como producto de la acción individual, y solo
comprensible como parte de una decisión institucional.

Estas connotaciones antisemitas del proceso genocida se


expresaron en las diversas modalidades de “tratamiento especial”
a judíos (durante la detención, en las secciones de tortura, en los
interrogatorios), en el elevado número de víctimas judías y en la

5
apropiación, por parte de los organismos de represión, de las
prácticas, simbologías y emblemas del nacional-socialismo”9

La postura del Dr. Daniel Rafecaz


En su recopilación “La dimensión antijudía de la represión en los
centros clandestinos de detención y tortura durante la última dictadura”
manifiesta que lo ocurrido en la argentina fue un “politicidio”, un plan
sistemático de persecución, por parte del Estado autoritario, hacia sectores
de la población, por motivos eminentemente políticos, que finalizo con el
secuestro y tortura de casi unas treinta mil personas, once mil aun
desaparecidas. Se opone a que lo sucedido en la Argentina haya sido un
genocidio, postura esta defendida por la DAIA. Exponiendo como
argumento a su postura que tanto la Convención contra el Genocidio como
el Estatuto de Roma excluyen los crímenes por razones políticas de la
definición Jurídica de genocidio, que considera como tal los crímenes por
razones de raza, etnia, religión o grupo nacional, no pudiendo ser el caso
argentino comprendido dentro de estos supuestos.
Por otra parte el considera que esta es una discusión terminológica
que no repercute en la situación procesal de los represores investigados,
ya que la imprescriptibilidad de sus crímenes está asegurada por el hecho
indiscutible de tratarse de crímenes contra la humanidad. Siendo el de
genocidio una especie más dentro del género. También manifiesta que con
la denominación de capos de concentración dada a los centros de
detención, estaría pasando algo semejante. Por tratarse de lugares,
muchas veces de solo tres habitaciones, que no permitirían confrontarlos
con la capacidad casi ilimitada de los lager (campos de concentración
nazis) o los gulags (campos de trabajo forzados de la Unión Soviética),
ejemplos estos dados por el Dr.Rafecas.
Habiendo observado estas diferencias que según el mismo Dr.
Rafecas considera una discusión terminológicas, expresa que: la
maquinaria represiva evidenciaba su matriz antisemita cuando descubría
que ese detenido por razones políticas, era además, judío, ya sea por
constatar en su nombre y apellido, o porque en su domicilio se encontraron
objetos o libros relacionados con el judaísmo, o por simplemente saberlo
de antemano.
A partir de ese momento es cuando se ponía en marcha de forma
institucionalizada, un antisemitismo que podía ser de índole racial, político
o religioso. Lo cual podía repercutir de dos maneras:

 Una brutalidad inusitada hacia el cautivo por su condición de


judío, no solo en los actos de tortura, sino también en la
9
DAIA. Informe sobre la situación de los detenidos-desaparecidos judíos durante el genocidio
perpetrado en Argentina 1976-1983. Buenos Aires. Marcelo Kohan. 2007. Pág. 36

6
humillación y mortificación especifica por dicha condición, y a
un empeoramiento aún más de sus condiciones de reclusión.
 Un judío tenía menos probabilidades de supervivencia, sea
esto motivo del ensañamiento al que fue sometido, al odio
racial o que frente al castigo que le fue impuesto, los autores
debían asegurarse la impunidad. Siendo estos más proclives
a sufrir la situación de “traslado”, un eufemismo empleado por
los represores argentino para significar el asesinato,
generalmente fuera de los centros de detención (ej. Vuelos de
la muerte).

Finalmente concluye que la brutalidad demostrada hacia los


perseguidos políticos por su condición de judíos era característica del
comportamiento de los victimarios que integraban el aparato de represión
organizado desde el Estado. Y que las causas deben atribuirse a la
fascinación provocada por el movimiento nazi, en amplios sectores
intelectuales y del poder.

“Los hechos aquí narrados no hacen más que recordar que los
dogmas del régimen totalitario nazi surgido en Alemania no
concluyó con la caída del Tercer Reich, sino que su ideología y
método más repulsivos para la condición humana siguieron
vigentes en el tiempo y, lamentablemente, esta degradación fue
incorporada por amplios sectores de mandos y ejecutores del
terrorismo de Estado en Argentina, conforme se deduce de las
constancias colectadas en esta investigación.

Lamentablemente, ello no pueden sorprendernos en demasía.


Deberíamos terminar de reconocer que, como sociedad, la
Argentina tiene una vasta tradición, durante todo el siglo XX al
menos, de seducción por las doctrinas autoritarias foráneas, y que
sectores intelectuales y del poder sucumbieron también a la
fascinación provocada por el movimiento nazi, incluyendo su
aspecto más repulsivo: su profundo antisemitismo.”10

10
RAFECAS, Daniel. La dimensión antijudía de la represión en los centros clandestinos de
detención y tortura durante la última dictadura. [en línea]. Congresojudio.org.
<https://congresojudio.org/uploads/coloquio/241/coloquio_version_descarga.pdf>

7
Conclusión
Lo evidenciado en los documentos atestigua que efectivamente hubo
ideologías y hechos antisemitas durante la última dictadura militar. Por otras partes
las dos analizadas, la DAIA y el Dr. Rafecas, aunque difieran sobre varios puntos,
coinciden unánimemente en que; en el contexto del Proceso de Reorganización
Nacional, y mediante la aplicación de la doctrina de Seguridad Nacional. Se llevaron
a cabo actos de violencia de una forma específica contra los miembros de la
colectividad judía de la Argentina. Los cuales, debido a su metodología e ideología
de inspiración nazi, se los puede considerar antisemitas, llegando ambas posturas a
la conclusión de que efectivamente existió un “tratamiento especial” para los judíos
detenidos ilegalmente. Y aunque los documentos muestran indicios de la existencia
de una persecución y exterminio de lo que los represores consideraban el “Problema
Judío” y a los cuales la DAIA toma como evidencia, el Dr. Rafecas enmarca lo
sucedido dentro de un politicidio, siendo esto el móvil principal de toda la maquinaria
represora, y propone buscar las causas de tal “trato especial” en la ideología
imperante en parte de las fuerzas represoras. Resumiendo:

 Para la DAIA, existieron actos antisemitas dentro de un contexto de


genocidio, donde los judíos eran sino el blanco principal, el segundo
más importante.
 Para el Dr. Rafecas los actos antisemitas llevados a cabo se dieron
dentro de un marco de politicio, donde la ideología y perversidad de
algunos miembros de las fuerzas, los habían permitido.

Por nuestra parte consideramos que una investigación más profunda, no solo
de lo sucedido en la República Argentina, sino también en los demás países de
Sudamérica, echara luz sobre si el “trato especial” aplicado fue o no la búsqueda a
una posible solución al “problema judío”. Humildemente creemos que la única forma
de lograrlo es con el trabajo en conjunto de diferentes especialistas, ya sean de la
historia, las leyes, la sociología, etc. Hasta aquí nuestras posibilidades y nuestros
deseos de que aquella frase de Primo Levi no vuelva a repetirse NUNCA MAS en
nuestro país.

8
Bibliografía
NUNCA MÁS. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas. Buenos Aires. EUDEBA 1984.

DAIA. Informe sobre la situación de los detenidos-desaparecidos judíos durante el


genocidio perpetrado en Argentina 1976-1983. Buenos Aires. Marcelo Kohan.
2007.

RAFECAS, Daniel. La dimensión antijudía de la represión en los centros clandestinos de


detención y tortura durante la última dictadura. [en línea]. Congresojudio.org.
<https://congresojudio.org/uploads/coloquio/241/coloquio_version_descarga.pdf>

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