MATADERO

EL
POR ANDRÉS RAMOS
El matadero
 El matadero
Autor: Andrés Ramos
Edición: Francisco Javier Valverde García y Marta de la Serna
Ilustración: Pablo «Muzhur» y Andrés Sáez «Marlock»
Diseño: Andrés Sáez «Marlock»
Plano del matadero: José Clavo Muñoz «Calmujo»
Mapa de Chicago: The Greatest Inland City in the Wordl, 1938.
David Rumsey Map Collection. Dominio público.
Maquetación: Àngels Soler
Corrección: Marta de la Serna
Chaosium Call of Cthulhu Line Editor: Mike Mason
Chaosium Licensing Manager: Daria Pilarczyk
Call of Cthulhu © 1981-2022 Chaosium Inc. All rights reserved.
La llamada de Cthulhu © 2022 Edge Studio (UBIK). All rights reserved.

El matadero © Shadowlands Ediciones. Juegos de mesa y rol, S.L.

Publicado bajo licencia de Edge Studio (UBIK).
Calle Pere IV, 51, 4º 4º 08018 Barcelona
Telf./Whatsapp: 648.527.425
https://shadowlands.es/ info@shadowlands.es
ISBN: 978-84-125881-0-1
Depósito legal: B 19049-2022

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Primera edición, diciembre de 2022

 ÍNDICE
INTRODUCCIÓN............................................. 5
EL MATADERO ...............................................7
Información para el Guardián..................... 7
Información para los personajes................ 9
Entrevista con Nitti...................................... 15
En la comisaría............................................. 17
El atentado.................................................... 17
De nuevo con Nitti y con… Capone........... 19
Vendetta........................................................ 20
Dearborn....................................................... 21
El matadero.................................................. 23
Oficinas centrales
de la Ford Motor Company................... 28
Atentado en el hotel..................................... 31
Una nota, un encuentro
y algunas respuestas................................ 32
El «aviso»...................................................... 35
Residencia Fair Lane.................................. 38
Northview Cemetery.................................. 43
Día de la invocación................................... 43
Últimos trabajos y decisiones, tanto
en Dearborn como en Chicago............. 46
Epílogo.......................................................... 48
Personajes no jugadores
y criaturas................................................. 49
Investigadores..........................................61
 INTRODUCCIÓN
C
uando Fran Valverde me propuso
crear una aventura en la que se
mezclaran dos de mis juegos de rol
preferidos, no pude decir que no: más que
un reto, era casi un regalo.
Uno de ellos es, nada más y nada menos,
La llamada de Cthulhu, uno de los mejores
juegos de terror jamás creados basado en los
libros de H. P. Lovecraft, su círculo de amigos
y escritores, y sus Mitos de Cthulhu. El otro,
mucho menos conocido, pero muy querido
por mí es Omertà, el poder de la mafia, inspira-
do en la historia de la mafia italoamericana
en sus años de esplendor. Y digo «muy queri-
do por mí», porque soy su autor en un 50 por
ciento; el 50 por ciento restante corresponde
a mi gran amigo y socio, Pedro Nieto.
Realmente, Omertà, el poder de la mafia
nació un poco de las entrañas del juego
creado por Sandy Petersen, La llamada de
Cthulhu, puesto que la época original en que
se desarrollaban las partidas de este último
coincidía con el crecimiento y evolución de
los gánsteres y la mafia en Estados Unidos.
Como es sabido, en este juego existe la po-
sibilidad de crear el personaje del gánster y
utilizarlo en una aventura, pero de forma
esporádica y sin mucha relación con lo que
significa la partida en sí. No obstante, a mí
y a mi socio Pedro siempre nos encantó
este tipo de personajes y decidimos crear,
basándonos en las reglas (algo modificadas)
de este mismo juego, otro diferente en el
que tan solo se tratara el crimen organizado,
las guerras entre bandas, sus familias, sus
vendettas o sus trabajitos. No fue tarea fácil,
pero lo conseguimos y estamos muy orgu-
llosos de nuestro «hijo».
Así pues, me apeteció muchísimo la idea
de juntar en una misma aventura los mundos
de los dos juegos, pero por motivos legales la
partida está regida por las reglas de la séptima
edición de La llamada de Cthulhu. Y partiendo
de la semilla creada por José Calvo Muñoz
«Calmujo» y Ana Belén Herrera de la Cruz,
he hecho mi propia aventura, cambiando,
eso sí, el año 1933 por 1926 y poco más.
Espero que haya salido algo digno, gans-
teril, divertido y aterrador a la vez. Pero, so-
bre todo, espero haber creado una aventura
en la que disfrutéis a partes iguales estos dos
mundos. Y ahora ¡a jugar!, que la vida son
tres días y dos los pasamos leyendo e inten-
tando entender sus reglas…
Para finalizar, me gustaría dar las gracias
de nuevo a Shadowlands, por su confianza
en mí, así como dedicar este módulo a tres
de mis mejores «compis»: a mi socio y amigo
Pedro Nieto, a mi compañero de fatigas ro-
leras y peliculeras, Maurici Valero (Stanislav
Arkamov) y, cómo no, a mi gran gran amigo,
Joan Torramilans (Vincent Calabrese).
Y, claro está, GRACIAS A TODOS Y POR
TODO.
5
 EL MATADERO
Información para el Guardián
E
sta partida está pensada para 2-3
jugadores, 4 a lo sumo. Los perso-
najes deberían ser italoamericanos,
soldados de la mafia o «torpedos» —asesinos
a sueldo— con experiencia en su trabajo y
fieles a la familia, en este caso al Outfit de
Chicago. Y, desde luego, insobornables.
Toda la trama ocurre entre los años 1924
y 1926, en las ciudades de Chicago y Dear-
born, y gira en torno a la figura de Henry
Ford (aunque en esta aventura su imagen
está algo trastocada para dar coherencia a la
aventura), en la época en que su hijo Edsel se
puso al frente de la empresa (en esta aven-
tura se afirma que es por motivos de salud).
Con la mente ya algo perturbada y en
su afán por tener más poder adquisitivo e
industrial, Henry Ford decidió emplear a
mucha más mano de obra, pero con la con-
dición de que le resultara realmente barata,
y ¿quién puede ser más barato que aquel que
no deja de trabajar, sin cobrar y encima ni
se queja?
Aficionado a las ciencias ocultas y a todo
lo relacionado con lo paranormal, esotérico
o ufológico, Ford pensó que podría obtener
esa mano de obra «gratis» de seres domina-
dos a voluntad. El problema radicaba en que
no sabía bien cómo obtenerlos. Entonces
recordó el caso de un estudiante de la Uni-
versidad de Miskatonic, quien, según sus
fuentes, había tenido problemas por haber
resucitado o revivido muertos. El nombre
de este estudiante era Herbert West.
Ford pensó que podría ser una buena
opción y contrató a un detective para que
lo buscara. Cuando este lo encontró, West le
dijo al empresario que estaba de acuerdo en
colaborar con él, pero a condición de que le
dejara montar un laboratorio en sus domi-
nios, a su medida, cuyos gastos correrían a
cargo del propio Ford. Además añadió que
necesitaría un libro con el que poder traba-
jar mejor, porque no quería volver a tener
los fallos y problemas anteriores.
Ford accedió y mandó a ese mismo de-
tective a que diera con el libro que pedía
West: El libro negro de Alsophocus.
Cuando West lo tuvo en su poder come-
tió el error de invocar a su creador, el gran
mago y hechicero Alsophocus. Este apareció
y fijó un acuerdo con Ford y el propio West,
ofreciendo su ayuda, pero después no po-
drían negarse a lo que él pidiera a cambio.
7
 - EL MATADERO -
Alsophocus colocó enseguida a algunos
de sus adeptos en diversos puntos de las
empresas de Henry Ford para tenerlo todo
controlado. Entre ellos se encontraba, James
Mallory, persona arisca y maltratadora, que
tomó el control de prácticamente todo y se
convirtió en la mano derecha del hijo del
magnate, Edsel, que por entonces ya era el
presidente de la empresa. Desde luego, Ma-
llory no era de este mundo, ya que tenía el
poder de traspasar paredes, como si de un
fantasma se tratara. Otro de los hombres de
Alsophocus era John Dark, un gran «solu-
cionador de problemas» a quien puso como
chófer y guardaespaldas de Henry Ford.
Su apellido y sus formas ya lo decían todo:
vestido siempre con ropas de color negro,
de aspecto y carácter más bien «oscuro» y
peligroso, jamás sonreía ni soltaba palabra
alguna (en realidad es porque «nació» sin
lengua y con las cuerdas vocales deteriora-
das) y tenía, además, la habilidad de ocultar-
se en las sombras y desaparecer entre ellas,
sin ser visto.
Alsophocus lo tenía todo controlado, in-
cluso él mismo se encargaba de supervisar al-
gunas cosas bajo el nombre de Alfred Phocs.
8
También creaba hechizos de los
que surgían verdaderas atrocidades,
como monstruos a los que transpor-
taba a través de puertas dimensionales
formadas en simples paredes.
Bajo el influjo de Alsophocus,
Ford mandó construir diversos tú-
neles que se comunicaran entre sí,
y que conectaran su casa con las ofi-
cinas, un matadero propiedad tam-
bién de Ford y el laboratorio de West,
además de con el mausoleo de la familia
Ford. Este estaba en el Northview Cemetery,
y en él, en una sala oculta, se encontraba el
círculo goético de Alsophocus, lugar en el
que hacía sus invocaciones. En esa misma
sala se hallaba también el libro maldito, es-
condido en una oportuna grieta en la pared.
Asimismo, cuando West empezó a hacer
sus experimentos, Ford comenzó a despedir
a trabajadores de sus empresas. Poco des-
pués, llegó a acuerdos con la mafia irlande-
sa, más concretamente con la de Brendan
O’Sullivan, para realizar contrabando de
alcohol utilizando como transporte los
vehículos de marca Ford. Los irlandeses se
los compraban a bajo precio y, a cambio, el
empresario les ofrecía una buena tapadera,
transportando el material mezclado con la
carne del matadero de Dearborn.
Ford pensó en extender su marca y
chanchullos por todo Chicago e Illinois —el
estado al que pertenece la ciudad—, y por
Canadá. Aspiraba también a poder llegar a
Nueva York, Washington y otras ciudades
de Estados Unidos, pasando por encima de
la mafia italoamericana y dejándola a un
lado. Si todo eso surtía efecto, pretendía
cruzar el charco y seguir por toda Europa,
donde su industria automovilística ya tenía
bastante éxito.
Naturalmente, todo eso era alentado por
Alsophocus, quien, en su ferviente maldad,
 - EL MATADERO -

guiaba los acontecimientos para poder tener bandas rivales, se convertirá en una auténti-
a la mayor parte de la humanidad preparada ca historia de terror lovecraftiano.
para la llegada de su dios, aquel que ya había
reinado en la Tierra en tiempos pasados,
cuando también lo hicieron otros como Información para los personajes
Azathoth, Nyarlathotep o el Gran Cthulhu.
Este dios era el llamado Cthuangha, dios Chicago, abril de 1926.
de la destrucción y maldad absoluta, quien Cuatro simples obreros que habían trabaja-
maldecía a todo aquel que no lo aceptaba o do para la casa Ford en Dearborn (Michigan)
no lo adoraba por encima del resto de los deciden ir a Chicago, sabiendo que ahí pue-
dioses. Con un poder difícil de combatir o den encontrar quien los ayude. Uno de ellos,
dominar, odiaba y destruía a los humanos Roberto Greco, tiene un primo en la mafia
que no se sometían, pero también disfruta- italiana con quien ha hablado del tema, y
ba torturando y manipulando a voluntad a este le ha dicho que no tiene por qué preo-
aquellos que sí lo hacían. cuparse y que puede ir con sus amigos; así,
Aun así, algunas veces proporcionaba podrán hablar largo y tendido para llegar a
bienestar, poder y ganancias a todo aquel una solución posible.
que lo veneraba. Los cuatro hombres llegan a «la ciudad del
No obstante, Cthuangha también tiene viento» y se dirigen a la dirección que les ha
su «talón de Aquiles»: la misma letanía que dado Giuseppe
lo invoca puede devolverlo a su plano o di- Romano, primo
mensión, donde permanece «preso».
Esta dice así:
Mwlfab pywfgbtagn Gh ‘tyaflgbya Cthuangha.
(Habrás comprobado, avispado Guar-
dián, que me he inventado el tipo de
dios, dado que así podía jugar más con
su manera de actuar y con su aspecto
—también con los de sus fieles adep-
tos— sin limitarme a otro ya exis-
tente. Espero no decepcionar ni
molestar a seguidores de los
Mitos de Cthulhu clásicos y,
si fuera así, pido disculpas
de antemano. Aún, des-
pués de todo, el espíritu
lovecraftiano no se ha
perdido).
Y, por supuesto, lo
que en esta aventura
empieza como una
vendetta e incluso una
pequeña guerra entre

9
 - EL MATADERO -
de Roberto, y que no es otra que la de una sala
de juegos, unos billares con reservados para
timbas de póquer y un pequeño despacho en
su planta superior donde Big Joe Romano
(que es como se hace llamar) lo dirige todo.
Nada más llegar preguntan a un tipo por
Romano y este les dice que le sigan. Suben
unas escaleras y entran en un despacho. Joe
(Giuseppe) se levanta de la silla donde estaba
sentado y abraza efusivamente a Roberto.
Seguidamente, este presenta a sus compa-
ñeros: George Hoffman, Harry Goldman,
los dos de ascendencia judía, y Peter (Pietro,
en realidad) Amato, también de familia ita-
liana, como Roberto y Joe. Desde luego que
el aspecto de los cuatro refleja realmente
lo que son: gente sencilla, obrera, de unos
veinte-veintidós años.
Romano le pide a Roberto que se ex-
plique bien y que le cuente absolutamente
todo lo que les ocurre, qué les ha hecho acu-
dir a él y pedirle ayuda. Después, buscarán
una solución.
Esto es lo que cuentan: ya ha pasado
poco más de un año desde la masacre, desde
aquella huelga, en diciembre de 1924, que
acabó con una matanza de lo más sangrien-
ta. La mayoría de los compañeros de la fá-
brica de automóviles resultaron heridos de
bala o fueron apaleados. Murieron diversos
huelguistas, el más joven de los cuales tan
solo tenía dieciséis años. En principio, la
prensa echó la culpa de todas las agresiones
y muertos a los pobres huelguistas, a los que
con desprecio llamaba «comunistas», aun
sin serlo. Tuvo que pasar un tiempo para
que los periódicos (y no sin recibir bastantes
amenazas a quienes escribían estos artícu-
los) dieran la razón a los obreros y dijeran
quiénes habían sido los auténticos culpables:
la policía, con sus porras y armas de fuego,
y los esbirros de seguridad de Henry Ford,
esos sicarios que tenía en plantilla. Todo
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había sido una protesta pacífica para pedir
simplemente un trabajo digno y protestar
en contra de lo que estaba haciendo Ford
en sus empresas, donde explotaba a la gente
con sueldos indignos y horarios desfasados
e imposibles, sin posibilidad de disfrutar
de descansos laborables normales, como
estipulaba la ley. Decía mejorar el nivel de
vida de los trabajadores, pero todo fue bajo
engaños. Así pues, los obreros se cansaron y
se enfrentaron al empresario. La respuesta
de este fue desprecio, plomo y sangre. Y, aun
así, todo quedó en nada, nadie fue declarado
culpable.
Nota para el Guardián
Aunque la auténtica huelga de la fá-
brica Ford, que fue duramente repri-
mida con resultado de cinco muertos
y decenas de heridos, tuvo lugar en
1932, aquí se ha trasladado a 1924,
para que la aventura tenga más co-
herencia con otros hechos históricos.
Pese a todo, no hubiera sido extraño
que hubiera habido una huelga como
esta ya en 1924 y que la prensa no se
hubiera hecho eco de ella.
Por eso, estos cuatro amigos, que se co-
nocen desde críos y que trabajaban juntos
en la fábrica Ford, quieren hacer justicia,
dado que ellos mismos fueron despedidos
después de haber participado en la huelga.
Dos de ellos, George y Harry, tuvieron
algo de suerte y encontraron trabajo en el
matadero de la ciudad, aunque saben que,
aparte de por la manifestación, los habían
 - EL MATADERO -
echado por ser judíos, ya que Ford es un au-
téntico y reconocido antisemita. La prueba
es que Ford compró el matadero (según co-
mentaron los dos hombres, para sus chan-
chullos con la mafia irlandesa) y los volvió a
echar a la calle, al igual que a muchos otros
que no le interesaban. Sin contemplaciones.
Roberto y Peter malviven haciendo
trabajos esporádicos, así como timando o
perpetrando algún que otro robo a pobres
ingenuos. Ahora que ya ha pasado más de
un año y que han pensado bien qué quieren
hacer, han decidido preparar un plan para
el que necesitarán cierta ayuda. Este plan
consiste en secuestrar a Henry Ford, cobrar
un suculento rescate y, una vez repartido el
botín con la gente afectada por la sangrienta
huelga, desaparecer con el resto del dinero
para siempre, aunque tengan que abando-
nar el país.
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 - EL MATADERO -
Cuando Roberto finaliza su historia, su
primo Joe está anonadado. Finalmente, les
pregunta a sus cuatro invitados:
—Y ¿qué queréis de mí? Si ya lo tenéis
todo más que planeado...
A lo que su primo contesta:
—Ya, pero es que hemos pensado que al-
guien como vosotros, con vuestra reputación
y forma de trabajar, sabríais mejor cómo
manejar Ford y conseguir un buen trato.
Joe sonríe y dice:
—Entiendo… Déjame unos días. Haré un
par de llamadas y ya os digo algo. ¿Dónde os
hospedáis?
Le responden que están en el Hotel
O’Reilly, un hotelucho barato del barrio
irlandés. Eso no le hace mucha gracia a Ro-
mano, pero lo acepta, ya que tan solo esta-
rán unos días. Luego, los cuatro hombres se
marchan contentos y satisfechos.
Al cabo de un par de días, Big Joe intenta
contactar con su primo y sus amigos, pero
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sin éxito. Manda a dos de sus hombres al
hotel donde se hospedan y allí el dueño les
informa de que, al día siguiente de llegar,
se marcharon sin decir nada y sin pagar la
cuenta, añadiendo, con menosprecio, que
ya se podía esperar algo así de unos vulgares
«espaguetis».
Los hombres de Romano se muerden
la lengua y no dicen nada, para no crear
conflictos en esos momentos de tensión;
tan solo le piden que les deje mirar sus
habitaciones. El dueño se lo permite y les
comenta que si quieren llevarse sus cosas
que lo hagan, puesto que no sabe por qué
demonios se dejaron todo ahí y se largaron
tan rápidamente.
Desde luego que es una verdadera incóg-
nita que se marcharan sin sus pertenencias.
Lo registran todo y no encuentran nada
importante, salvo una nota con la dirección
del matadero donde trabajaban George
Hoffman y su amigo Harry Goldman, y el
 - EL MATADERO -
nombre de un tal Paul Brown, que es quien
lo dirige.
Al darle las malas noticias a Romano, este
decide intentar averiguar qué demonios ha
pasado con su primo y sus amigos, y si tienen
que ver algo esos sucios irlandeses. Acude al
Hotel Lexington, donde el administrador de
sus negocios y dueño de casi todo Chicago,
Al Capone, tiene sus «oficinas».
Después de escuchar el relato de lo suce-
dido, Capone le aconseja a Romano que ha-
ble con su mano derecha, Frank Nitti, para
que se ocupe del caso. Eso sí, le comenta a
Big Joe que le deberá una, que lo recuerde.
Entrevista con Nitti
Aquí es donde realmente empieza la parti-
da, donde los jugadores (que como he dicho
anteriormente, será preferible que sean sol-
dados del Outfit de Chicago, pertenecientes
al sindicato del crimen de esta ciudad) de-
berán acudir al Lamberto’s, una cafetería del
centro de la ciudad.
Su entrada es como la de cualquier ca-
fetería, pero esconde un pequeño garito en
su interior, que se halla tras una puerta falsa
situada en una de sus paredes y que se abre
cuando le das la contraseña al tipo que está
detrás de ella. Obviamente la puerta no se
aprecia a simple vista, pero cuando se co-
noce, uno se acerca, da un par de golpeci-
tos con los nudillos y se abre una pequeña
ventanilla. De inmediato una voz pide la
contraseña, que se cambia cada semana, por
seguridad.
Los investigadores entran en el local y
se acercan a la «puerta», que esta semana se
abre con la contraseña «Alcohol y bofia, mala
combinación». Les permiten la entrada y
pasan al auténtico Lamberto’s: un lugar que
es en realidad un pequeño casino, con una
mesa de ru-
leta, un par de
mesas donde se
juega blackjack y
otras tantas para
póquer, máquinas
tragaperras en todo su perímetro y, al fon-
do, una larga barra donde sirven toda clase
de bebidas alcohólicas, alcohol clandestino,
claro está. Esta barra acaba en un sencillo
escenario, donde una orquesta ameniza
la estancia de las personas que allí se en-
cuentran, tocando y cantando temas mo-
dernos de la época. Detrás de ella hay dos
puertas: la de la derecha da a un almacén
que, a su vez, tiene otra puerta que da a un
callejón, a la parte trasera de Lamberto’s:
la de la izquierda da a un piso superior al
que se accede por unas escaleras que con-
ducen al despacho de Nitti, donde este se
encuentra, esperando a los investigadores.
En dicho despacho, aparte de Nitti, hay
dos de sus hombres y Joe Romano (una tira-
da de INT hará que los investigadores pue-
dan conocer a Romano, bien de oídas, bien
personalmente).
Nitti los trata con toda amabilidad, les
invita a sentarse y les ofrece algo de beber.
Hace un gesto con la mano y sus dos hom-
bres salen del despacho. Luego, les presen-
ta a Joe, a no ser que ya le conozcan, y les
comenta el motivo por el cual les ha hecho
llamar: la desaparición del primo de Roma-
no y sus amigos.
Después de explicarlo todo, Nitti les dice
que tanto él como Romano piensan que los
irlandeses deben de tener algo que ver en el
15
 - EL MATADERO -
asunto. Y sobre todo Brendan O’Sullivan,
quien, instalado con su banda en el lado su-
roeste de la ciudad, ha contado en diversas
ocasiones con la ayuda de gente que le pro-
porcionaba el gran empresario Henry Ford a
cambio de que le comprara (a un precio ver-
daderamente razonable) los vehículos que
necesita para el transporte y contrabando de
lo que produce en sus destilerías de alcohol.
Esta información casa perfectamente con la
desaparición de los cuatro desgraciados.
Nitti les pide a los investigadores que
averigüen qué ha ocurrido, además de apro-
vechar para matar dos pájaros de un tiro:
los hombres de O’Sullivan condujeron dos
camiones del señor Ford cargados con un
16
cargamento desde Canadá hasta Dearborn,
por lo que ahí debe estar la mercancía es-
condida. A Nitti no le importa cómo lo ha-
gan, ni siquiera le importa qué le ocurra a
la mercancía (si puede quedársela Capone,
mejor, pero, si no, da igual). Lo único que
desea es desbaratar los planes del irlandés y,
a la vez, intentar averiguar algo de los pobres
desaparecidos.
Por cierto, Romano les entrega la nota
encontrada en el hotel con la dirección de
un tal Paul Brown, el dueño del matadero.
Añade que si descubren que su primo ha
sido asesinado, no duden en hacer lo mis-
mo con sus verdugos (tras estas palabras,
si miran a Nitti, este asiente con la cabeza,
queriendo decir que pueden hacer lo que
Romano les ha dicho).
 - EL MATADERO -
En la comisaría
Nada más salir del Lamberto’s y tras recorrer
un par de manzanas, dos coches de policía se
cruzan en el camino de los investigadores y
les impiden el paso. De cada uno de ellos sale
un agente, porra en mano, quienes les dicen
que los acompañen a comisaría porque el
comisario Douglas quiere hablar con ellos.
Cuando llegan allí, los llevan a un som-
brío despacho, tan solo iluminado por una
triste lamparilla situada en la esquina de una
mesa. Ni siquiera hay ventanas, solo unas
cuantas sillas donde les obligan a sentarse.
También se halla en el despacho el sargento
Walsh, vestido de uniforme, de uno ochenta
de altura, complexión fuerte y con cara de
pocos amigos, y al que los personajes cono-
cen bien y no precisamente por ser amable
ni ofrecer buenos tratos. Antes de salir de la
estancia les indica:
—Acomodaos bien, porque puede que os
paséis un buen rato aquí…
Al cabo de una (eterna) hora, aparece el
comisario Douglas, un hombre alto, vestido
de calle, elegante y educado, pero rudo en
su trabajo. Le acompaña el sargento Walsh,
que lleva la porra en la mano y se da ligeros
golpecitos con ella en su otra mano abierta.
Douglas les pide que le expliquen qué se
está cociendo en su ciudad, ya que no quiere
más problemas entre los italianos y los ir-
landeses. Sabe que algo ha pasado porque
hace unos días el dueño del Hotel O’Reilly
denunció la extraña desaparición de algunos
clientes y exigía que se le pagara la estancia
de estos. Es más, continúa explicando que
este dijo que dos hombres, que por su des-
cripción eran de la banda de Romano, ha-
bían estado husmeando y preguntando por
allí. A raíz de ello ordenó seguir a Romano
y (como dice Douglas) se le vio ir a «casita»
de su amo, Capone, para más tarde entrevis-
tarse con Nitti. Y como colofón les comenta
que ese mismo día han visto a Romano en-
trar también en el local privado de Nitti y a
ellos un poco más tarde, y acaba confesando:
—No sé… mi instinto me dice que aquí
hay gato encerrado… y en veinte años de
profesión, mi instinto jamás me ha fallado…
Los investigadores pueden contestarle
lo que quieran, pero si alguno se hace el
gracioso o responde algo irreverente, reci-
birá un porrazo de Walsh en sus costillas o
piernas.
El interrogatorio dura un buen rato y
cuando se cansan los dejan marchar.
Cuando pasan ante Walsh, este está ha-
blando seriamente por teléfono (una tirada
Difícil de Escuchar):
—No se preocupe, señor Mallory, no sa-
ben nada…
Tras estas palabras, cuelga el teléfo-
no y «agradablemente» les advierte a los
investigadores:
—Ya sabéis, «nenas», no salgáis de esas
pocilgas que tenéis como casitas, si no os
queréis romper una uñita. ¡Je, je, je!
El atentado
Cuando salen de la comisaria ya está ano-
checiendo y tanto si se van a sus propias
casas como si deciden cenar juntos, ocurrirá
lo mismo, ya que se enterarán de las mismas
noticias: alguien ha entrado en la sala de jue-
gos de Romano y le ha dejado una sorpre-
sita, una bomba que ha destrozado el local.
Alguno de los investigadores incluso ha po-
dido escuchar la explosión, si vive cerca. De
una forma u otra, pueden acudir al lugar e
informarse de lo ocurrido. Así, se enteran de
que, aunque a esas horas no había muchos
clientes, han muerto diez personas y hay
tres heridos, entre los que se encuentra el
17
propio Romano, a quien una ambulancia se
lo ha llevado al Hospital Central de Chicago.
Si acuden al hospital y se dirigen direc-
tamente a urgencias, alguna enfermera les
puede dar información de dónde está en es-
tos momentos Big Joe, ya sea haciendo una
tirada de Encanto o de Persuadir. La en-
fermera les dice que el paciente parece que
ha llegado bastante bien y que le han hecho
unas pequeñas curas, pero que el médico ha
preferido que se quedara en observación esa
noche; está en la habitación 326, en el tercer
piso. Acerca de los otros dos heridos por la
explosión les comenta que uno de ellos ha
muerto nada más llegar y al otro han tenido
que sedarlo porque estaba muy nervioso y
no paraba de decir incongruencias, como
que había visto unos ojos en blanco y unas
manos de las que salía fuego, o algo pareci-
do. Vamos, toda una locura.
18
Al entrar en la habitación 326, se en-
cuentran con Romano estirado en la cama.
A su lado se halla el otro superviviente del
atentado, también acostado, pero como ha
dicho la enfermera, completamente seda-
do. Ambos tienen partes del cuerpo ven-
dadas. Big Joe, en concreto, tiene vendada
la cabeza y las manos. Se alegra de verlos y,
algo cansado y aturdido, les comenta que
ha ocurrido todo muy rápido y que ha sido
horrible; también que él desde su despacho
tan solo ha oído la explosión y los gritos de
la gente. Eso sí, mientras bajaba las escaleras
ha podido ver (y esto lo dice titubeando y
con temor) a qué ha sido debido todo. El
ruido se asemejaba a una explosión, pero
en realidad eran las paredes abriéndose y
dejando a la vista un enorme agujero del
que surgían varios hombres, con ropas
andrajosas y que se movían extrañamente.
 - EL MATADERO -
Tenían los ojos en blanco y la palma de sus
manos escupía bolas de fuego. Pero eso no
es lo más terrible, sino que juraría que uno
de esos hombres era su primo Roberto Gre-
co, uno de los cuatro desaparecidos. Tras
acabar con todas sus víctimas, quemándolas
o devorándolas con sus enormes colmillos,
han vuelto a desaparecer por el mismo
agujero en la pared, quedando esta como al
principio, completamente lisa. Explica tam-
bién que después se desmayó y no recuerda
nada más.
Puede que, en un principio, los inves-
tigadores piensen que lo que ha pasado es
que los irlandeses se han enterado de todo
y han enviado un mensajito a Big Joe para
que se olvide y que, tras todo lo ocurrido,
el pobre Romano está trastornado. Sin em-
bargo, recordando lo que les ha comentado
la enfermera sobre las palabras incongruen-
tes del otro paciente, pueden llegar a pensar
que aquí está pasando algo muy extraño.
De nuevo con Nitti y con… Capone
Por supuesto, no tarda en llegar a oídos de
Frank Nitti la noticia del destrozo del local
de Big Joe Romano. Por ello, los investi-
gadores son convocados a otra reunión en
Lamberto’s, donde se encuentran de nuevo
en el despacho de Nitti, pero esta vez con
una visita inesperada. Se trata, ni más ni
menos, que de Al Capone en persona, quien
está furioso por lo ocurrido. Golpea con
fuerza la mesa del despacho con la palma de
su mano y se pregunta:
—¿Qué demonios ha ocurrido? ¿Cómo
ha podido pasar?
Seguidamente e interrumpiendo a aquel
que quisiera contestar, continúa:
—¡Cierra la boca, ahora estoy hablando
yo! Mi sobrino, el hijo de mi propio herma-
no… un pobre muchacho de quince años, un
pobre muchacho, junto a sus dos amigos de
la misma edad. Los han matado… han muer-
to mientras estaban jugando una simple
partida de billar. ¡Quiero saber quién lo hizo
y lo quiero saber YA!
Nitti responde a Capone:
—Al, ya sabes que no es un buen mo-
mento para empezar una guerra, deja que
me encargue yo…
Capone corta la frase de Nitti y exclama:
—¡BASTA! —Golpea ahora la mesa con
el puño cerrado—. ¿Tú me vas a dar clases
de cómo debo comportarme y lo que debo
hacer? Es mejor que te calles y tengamos
la fiesta en paz. Las cosas se harán de la
mejor y única forma que se pueden hacer:
a mi manera… ¡¿Entendido?! Y esto va para
todos…
Y dirigiéndose a los investigadores, dice:
—Quiero que le deis un mensaje de res-
puesta a ese bastardo irlandés de O’Sullivan.
Y ya sabéis a qué me refiero cuando digo
«mensaje». A él no lo toquéis, pero sí a algún
allegado, y que parezca un accidente; eso
aparte de hacer desaparecer absolutamente
su destilería más pequeña. Para que no sos-
peche tanto.
Una tirada de INT Difícil puede hacer
que alguno de los investigadores sepa que
esta destilería es la situada en S Lawler Ave,
al sur de la ciudad de Chicago, y que preci-
samente la dirige Liam O’Sullivan, hermano
pequeño de Brendan, de veinticinco años de
edad.
Capone no lo piensa y asiente con su ca-
beza, para añadir:
—Muy bien, ya estáis tardando… Des-
pués, desapareced. No sé, podéis ir a hacer
«turismo», por ejemplo, a Dearborn…
Esto último lo dice con sarcasmo, puesto
que los investigadores ya saben a qué deben
ir allí.
19
 - EL MATADERO -

Vendetta
Los preparativos para la misión se pueden
dejar a disposición de los jugadores, dado
que son ellos los que deberán efectuarla.
El Guardián tan solo les pondrá las trabas
justas y necesarias, dando la suficiente infor-
mación, como que el local está vigilado por
un par de «gorilas» apostados en la puerta de
entrada y que dentro hay seis matones más
vigilándolo todo. En la destilería trabajan
diez personas. En ella hay un despacho para
Liam O’Sullivan y su contable, y una puerta
trasera que da a un pequeño muelle donde
los camiones cargan la mercancía.
Si vigilan el local durante unos pocos
días (cosa lógica, para ver su funcionamien-
to), en uno de ellos (se supone que los per-
sonajes estarán alejados y con prismáticos)
verán acercarse un coche muy nuevo (de
marca Ford Lincoln, obviamente). Cuando
se detiene, el conductor baja y abre la puerta
trasera para que se apee otra persona que va
en él. Ven a un hombre alto, delgado, bien
vestido, que lleva un bastón en la mano y
no precisamente porque cojee, sino como
símbolo de elegancia (una tirada Difícil o
Extrema de Descubrir hace que se pueda
ver que la cabeza del bastón es una figura
extraña que parece como un ser agazapado,
amorfo y tentacular). Este hombre se pone
a hablar con O’Sullivan y, en un momento
dado, ocurre algo sorprendente: el hombre
gira su cabeza hacia donde se encuentran
los investigadores y se queda mirando fija-
mente a quien está observando con los pris-
máticos (este investigador debe hacer una
tirada de COR con una pérdida de 1/1D6) y
le hace ver una serie de imágenes, con seres
deformes sin ojos que se le acercan, mons-
truos con enormes tentáculos y dentro de
la boca de uno de ellos, aparece ese mismo
hombre sonriendo y haciendo aspavientos

20
 - EL MATADERO -
con las manos, como queriendo atrapar al
investigador.
Al cabo de un rato, este extraño persona-
je se vuelve a meter en el coche y se va. Los
investigadores lo persiguen, pero el coche
empieza a coger velocidad, hasta que de
pronto, al salir de Chicago, en las afueras, se
crea una espesa niebla, y lo pierden de vista,
viéndose obligados a detenerse si no quie-
ren tener un accidente. Justo en el momento
en que paran el motor y salen del coche, la
niebla desaparece, al igual que el vehículo
perseguido.
Sí, amigos, esto empieza a ser toda una
verdadera locura y más si el investigador
que portaba los prismáticos cuenta lo que le
ha pasado y ha visto.
No obstante, si continúan la misión de la
venganza de Capone, las cosas saldrán como
lo habían previsto y no les costará mucho el
que la pequeña destilería acabe destruida y
el hermano de O’Sullivan muerto.
Dearborn
Los investigadores se dirigen ahora a Dear-
born. Se supone que querrán investigar el
matadero cuya dirección tienen y que saben
que dirige un tal Paul Brown, pero poco más.
Dearborn está situada en el condado de
Wayne, en Michigan. Está rodeada de lagos y
ríos y no tiene muchos habitantes. En ella y
desde 1903, están las oficinas centrales de la
Ford Motor Company y justo detrás de estas,
el matadero.
También en la ciudad y a pocas manzanas
de las oficinas se encuentra la finca Fair Lane,
residencia de Henry Ford y su mujer, Clara,
desde 1915.
Lo primero que pueden hacer al llegar
a la ciudad de Dearborn es buscar un hotel
donde hospedarse. Hay uno en la Avenida
Michigan, el Hotel Warden, regentado por
un tal Donald Warden, de unos sesenta años,
arisco, gordinflón y con no muy buenos
modales. Tiene una esposa, Hilary, mucho
más joven que él, de unos treinta años, atrac-
tiva e insinuante con algunos clientes, cosa
que suele enfurecer a su marido. El hotel es
sencillo, con tan solo dos pisos y diez habita-
ciones que jamás llegan a llenarse. Por eso el
matrimonio lleva el negocio personalmente,
sin ayuda de empleados. Cuesta 10 dólares
semanales, lo que incluye habitación y servi-
cio completo, desayuno, comida y cena.
Tan solo un pequeño bosque y el río Rou-
ge separan el hotel de la mansión de Ford.
También cerca del hotel, pero en dirección
contraria, se encuentra el matadero donde
habían trabajado dos de los desaparecidos.
Si preguntan por él, les dirán que es un lugar
«especial» y del que a poca gente le gusta ha-
blar, dado que se cuentan historias extrañas
sobre él, bien de personas desaparecidas,
bien de actividades nocturnas. También ex-
plican que se ven luces y sombras extrañas,
así como figuras de seres raros moviéndose
por los alrededores.
Por lo que se refiere a los cuatro mu-
chachos desaparecidos, vivían en el barrio
más humilde de la ciudad. Si visitan a sus
familias, no sacarán nada en claro, porque lo
único que repiten sin cesar es que jamás ten-
drían que haberse puesto en contra de Ford
porque sabían que podían acabar mal. Los
familiares agregan que Ford y sus esbirros
no tienen compasión por nada ni por nadie.
Como los investigadores llegan en la tar-
de noche, se hospedan y después bajan de sus
habitaciones para cenar algo. Son los únicos
huéspedes en el comedor, ya que en estos
momentos no hay más clientes en el hotel.
Sentados alrededor de una mesa (tirada de
Descubrir) se dan cuenta de que alguien los
está observando desde fuera a través de unos
21
 - EL MATADERO -

ventanales. Es un hombre que lleva una ga-

bardina ceñida al cuerpo y sombrero calado,
tiene las manos en los bolsillos y los mira
fija y constantemente. Si preguntan por él a
Warden o su mujer, les dirán que no hagan
caso, que se trata de Jones, un pobre hombre,
un pobre loco que había sido detective o in-
vestigador privado, que enloqueció y quiso
cargarse a Henry Ford entrando en su casa y
disparando a diestro y siniestro. Ford no qui-
so poner ninguna denuncia contra él, pero
Jones perdió su licencia, prestigio y trabajo, y
desde entonces se pasa todo el día cabizbajo,
dando tumbos y hablando solo.
No obstante, Jones sigue mirándolos y
con sus temblorosos nudillos pica en el ven-
tanal. Cuando se percatan y miran, el hom-
bre les hace una seña para que salgan afuera,
donde espera mirando a un lado y a otro,
como asustado. Si los investigadores deciden
salir y acercarse a él, este les dice:
—Váyanse…váyanse ahora que aún están
a tiempo. Sé a qué han venido y no vale la
pena. Yo lo vi, es cierto, todo es cierto… Ni De
Vermis Mysteriis, ni Cultes des Goules. Ni tan
siquiera el propio Necronomicón se le pue-
de comparar. No estoy loco. Siguen ahí…
están ahí. Los muertos viven y otros
como fantasmas atraviesan paredes
y crean fuego. Pero lo peor está por
llegar… llegará pronto… llegará algo
peor… ¡Lo sé!
Tras estas palabras, suena un
disparo que le acierta mortalmen-
te a Jones en el pecho. Este, aun así,
puede decir unas últimas palabras:
—Alsophocus… Ford…
Alguno de los investigadores
puede ver (con una tirada Difícil o
Extrema de Descubrir) a alguien
apostado en el tejado, al que
puede resultar fácil perseguir.
Si lo siguen por los teja-

22
dos, que es por donde va saltando, observan
que va todo vestido de negro, con chaque-
tón o gabardina, sombrero y un pañuelo o
pasamontañas que le tapa parte de la cara,
dejando tan solo a la vista sus profundos
y negros ojos. Llegará un momento que
tendrá que bajar, ya que después de cruzar
cuatro tejados, se encontrará con que no hay
más edificios, por lo que sin pensarlo pega
un salto hasta el suelo. Una vez en la calle
sale corriendo, todo ello con una agilidad
increíble (si quieren, los investigadores pue-
den pararse y dispararle, pero con dado de
penalización, ya que es de noche y se está
moviendo).
Sea como sea, aunque se le acierte con
un disparo, el francotirador se volverá a
poner en pie y desaparecerá corriendo y es-
condiéndose entre las sombras de la noche.
La policía no tardará en llegar y de los
investigadores depende que les encuentren
ahí, dado que nadie los ha visto hablando
con Jones, a excepción de su asesino.
El matadero
Al día siguiente, si se quiere, se puede ir a
investigar el matadero. No les cuesta encon-
trarlo y desde luego allí podrán descubrir
23
 - EL MATADERO -

muelles

muelles

24
 - EL MATADERO -

oficinas

cámara
frigorífica

trampilla

25
 - EL MATADERO -
varias cosas. Si quieren observarlo primero
desde lejos, lo que ven es una enorme nave
con dos entradas: una principal, con muelle
para cargar un camión, y otra en el lateral,
mucho más grande y donde también hay
un muelle, pero que, a diferencia del otro,
permite cargar dos camiones. Se aprecia
bastante movimiento.
Si quieren verlo de cerca, con la excusa,
por ejemplo, de que están buscando trabajo,
ven que es un típico matadero con sus pie-
zas de carne colgadas con ganchos, sangre
por todas partes, palanganas, cuchillos, ca-
jas, barriles, etc. Unas veinte personas están
trabajando, también hay un par de encarga-
dos y seis chóferes.
Sin embargo, con buenas tiradas de
Charlatanería, Persuasión o Encanto pue-
26
den incluso convencer a alguien para que les
presente al propio Paul Brown o curiosear
un poco en la última sala del matadero,
donde (con una tirada Extrema de Descu-
brir) pueden encontrar una puerta falsa. Al
cruzarla les lleva a otra puerta y, al abrirla,
hay unas escaleras que bajan hasta donde
se aprecia otra puerta más (por cierto, todo
esto hay que hacerlo con tiradas de Sigilo,
porque, si no, pueden ser descubiertos). No
obstante, no se podrá llegar más lejos.
Si se llega a conocer al tal Paul Brown se
podrá apreciar que es un tipo mal afeitado,
mal vestido y mal hablado, que de cada cua-
tro palabras que dice, tres son malsonantes.
Trata a los empleados como a perros y más
si son negros o judíos. Maleducado y grose-
ro, a la vez.
 - EL MATADERO -
Nada más se podrá saber o averiguar a
través de él.
Ahora bien, si, por el contrario, se desea
registrar el matadero sin ser visto, se tendrá
que ir por la noche, cuando este permanece
cerrado y sin actividad ninguna, lo que hace
que sea un buen momento para investigarlo.
Como se ha dicho, siendo de noche,
desde fuera y un poco apartados del lugar,
observan que tan solo un par de hombres
lo vigilan en el exterior y cuatro más están
rondando por dentro. De las habilidades de
los investigadores depende cómo burlar o
acabar con esta vigilancia y, una vez dentro,
burlar también a los que están en el interior.
Aunque deben pensar que al día siguiente
(si es que han dejado víctimas) se sabrá que
alguien ha estado allí y, siendo ellos los úl-
timos en haber llegado a la ciudad, tan solo
habrá que sumar dos y dos…
En todo caso, existen formas de hacerlo y
seguro que la que utilicen será igual de bue-
na que cualquier otra.
De todos modos, si se consigue registrar
el matadero (y después de unas tiradas de
Descubrir) descubrirán que varios de los
barriles contienen alcohol destilado, unos
con cerveza y otros con whisky. Además hay
cajas con piezas de carne que tienen doble
fondo donde están escondidas varias bote-
llas, también de whisky y cerveza, que no
se ven a primera vista. Estas cajas llevan la
dirección impresa de unos almacenes perte-
necientes a Brendan O’Sullivan, en Chicago.
En el despacho de Paul Brown ven que
está todo bastante revuelto. No es una per-
sona muy ordenada. Aunque buscando un
poco dan con facturas firmadas por O’Sulli-
van y Henry Ford y una extraña llave, como
para abrir un candado grande. También
hay un «precioso» cuadro con motivos muy
«elegantes»: unos perros jugando a póquer.
Detrás de este, hay una pequeña caja fuerte
con combinación, cuyos seis números se
podrán encontrar fácilmente, ya que están
apuntados en una esquina de detrás del
cuadro, aunque tampoco es que fuera muy
difícil de adivinar: 6-5-4-3-2-1.
Dentro de la caja fuerte tan solo hay una
pequeña cajita de madera con cierre, pero
sin necesidad de llave. Si se abre se encuen-
tra dentro de ella una botellita de cristal con
un líquido verdoso y una jeringuilla. Nada
más.
Si se va al final del recinto, donde antes
ya se ha dicho que había una puerta falsa
que daba a otra que, a su vez, comunica con
unas escaleras que conducen a una puerta
más, se podrá descubrir que esta tiene una
extraña cerradura con un gran candado,
donde encaja a la perfección la llave encon-
trada anteriormente. Además, curiosamente
esta puerta parece de metal, al igual que
toda la pared a su alrededor. Al abrirla, un
helor sale de la habitación y los investigado-
res sienten un frío intenso que se cala en sus
huesos. Entre la nieblilla helada se pueden
apreciar piezas de carne metidas en bolsas
de plástico y colgadas con ganchos. Desde
luego que no les cuesta deducir que se en-
cuentran en una cámara frigorífica de unos
50 metros cuadrados.
Al momento se dan cuenta de que es-
tas bolsas se mueven (tirada de COR con
una pérdida de 1/1D4+1) además de descu-
brir que la carne metida en su interior es…
¡humana!
Habrá unas veinte bolsas grandes. Al-
gunas contienen torsos solos o con brazos;
otras, brazos y piernas, y otras, miembros
solos. Hay también unas diez bolsas de me-
nor tamaño en las que, si se escucha bien,
se oirá una especie de quejidos salen de su
interior. Si se abre una de estas bolsas, se
ve que contienen cabezas humanas que se
mueven creando horrendas muecas, abrien-
27
 - EL MATADERO -
do y cerrando los ojos y la boca de la que
salen tan solo quejidos, nada inteligible. Por
cierto, cuando abren los ojos estos están sin
vida, completamente blancos.
Algunas piezas pueden desengancharse,
salir de sus bolsas y atacar a los investiga-
dores, arrastrándose o cayendo encima de
ellos. Peleando con ellos, los investigadores
averiguarán que únicamente se puede aca-
bar con esos miembros animados destro-
zándolos por completo, machacándolos o
quemándolos. Pero no deben preocuparse
porque aunque les muerdan o los arañen no
se infectarán.
Nota para el Guardián
De momento no encuentran nada
más, pero el fondo de la cámara hay
una trampilla en el suelo, casi inapre-
ciable, que lleva a tres caminos dife-
rentes: uno conduce a la Ford Motor
Company; otro, a los sótanos de la
mansión Fair Lane (donde se encuen-
tra el laboratorio de West) y el otro,
mucho más escondido al cementerio
de la ciudad, más concretamente al
mausoleo Ford. Depende del Guar-
dián y de cómo vaya transcurriendo
la partida que quiera que se descubra
esta trampilla ahora o más adelante.
Oficinas centrales
de la Ford Motor Company
Si se quieren visitar las oficinas centrales de
la Ford Motor Company, los investigadores
las encontrarán justo en la parte delantera
28
del polígono, donde se halla también el ma-
tadero. Tan solo un enorme muro separa las
dos naves.
Lo que se encuentran es una inmensa
nave donde se está trabajando en cadena y
produciendo coches de la época, montándo-
los, pintándolos o incluso arreglándolos. Hay
docenas de personas trabajando en ello, con
un encargado vigilante en cada una de las
secciones durante las veinticuatro horas del
día, sin que se paren las máquinas. En esta
época la compañía Ford ya hacía cuatro años
que había adquirido los derechos de la Lin-
coln Motor Company, con lo que fabricaba
también coches de lujo con esta marca y se
había expandido a más estados y países para
seguir produciendo.
Al fondo de esta gran nave, unos grandes
ventanales hacen las veces de separador.
A través de ellos se aprecian lo que son las
oficinas, en cuyo piso superior se encuentra
el despacho del señor Ford, Edsel Ford, hijo
único de Henry y quien dirige este lugar, y el
de su secretario, James Mallory.
Una entrevista con Edsel (de la forma
que quieran, por ejemplo, haciéndose pasar
por periodistas y con unas buenas tiradas de
Persuasión o Encanto) les hará ver que es
un hombre dedicado a sus negocios, que ha
apartado un poco a su padre de ellos, alegan-
do que ya está algo mayor y que debe reti-
rarse. Sin trasmitir maldad, pero sí algo de
preocupación, les comenta que de un tiempo
a esta parte, su padre se ha rodeado de malas
compañías e influencias, lo que ha hecho que
su carácter cambiara hasta el punto de llegar
a maltratar a sus hombres, lo cual ocasionó
la sangrienta huelga. Por todo ello, comenta
Edsel, de todo lo que tenga que ver con el ne-
gocio familiar se encargará él mismo.
Por su parte, James Mallory se ve que es
un típico hombre de negocios, que sabe ha-
cer dinero y hacerse respetar, siendo cruel
- EL MATADERO -

29
 - EL MATADERO -
y poco empático con sus semejantes, sobre
todo con sus subordinados o trabajadores.
Tiene dominado a Edsel, haciéndole creer
que lleva muy bien el negocio, pero en rea-
lidad no se entera de la misa la mitad, y es
Mallory quien lo dirige realmente todo. Ni
que decir tiene que no se fía de los inves-
tigadores y les va echando miraditas de vez
en cuando.
30
Si los investigadores llegan a sospechar
que Mallory esconde algo y quieren inves-
tigar más sobre él, pueden averiguar que es
soltero y que vive en un sencillo piso de la
ciudad. Si deciden seguirlo alguna noche ven
que, normalmente, aparte de frecuentar al-
gún local de lujo, acostumbra a ir de noche a
la Ford Motor Company, entra y no sale has-
ta el día siguiente o, incluso, ni llega a salir.
Tanto si deciden seguirlo alguna noche
de las que entra en la empresa, como si en-
tran de noche por su propia cuenta (mejor
si lo siguen, con buen uso de Sigilo) descu-
bren que Mallory atraviesa tranquilamente
toda la nave, entra en la parte baja de los
despachos y, tras accionar una pequeña
palanca escondida en una de las estante-
rías, una puerta falsa se abre y la traspasa.
Si los investigadores hacen lo mismo, ven
unas escaleras de madera que bajan a lo que
parece un sótano. Cuando bajan se encuen-
tran que Mallory ha desaparecido, sin más.
Como si se lo hubiera tragado la tierra.
Los investigadores están ahora en un re-
cinto, no muy grande, con el suelo de tierra
y las paredes desnudas. Hay una pequeña
bombilla colgando de un deteriorado apli-
que y al encenderla pueden apreciar mejor
toda la habitación, que presenta paquetes y
recambios de automóvil por todos lados. Si
se fijan bien (con una buena tirada de Des-
cubrir o Seguir rastros) pueden encontrar
en el suelo pisadas que conducen hasta un
punto concreto del recinto, donde desapa-
recen. Con poco que limpien el suelo se dan
cuenta de que, en ese lugar, hay una tram-
pilla con una pequeña argolla. Si la abren, se
pueden apreciar otras escaleras esculpidas
en la propia roca que bajan a lo que puede
ser un subsótano.
Al bajar estas escaleras ven un pequeño
interruptor (tirada de Descubrir). Al ac-
tivarlo, se ilumina todo con una luz tenue
 - EL MATADERO -
que surge de pequeñas bombillas situadas
a lo largo del pasadizo que descubren a su
izquierda, ya que a su derecha no hay nada,
tan solo pared. Este pasadizo (donde, por
cierto, empiezan a tener bastante frío) los
lleva hasta otra pequeña habitación, como
la anterior, la del subsótano, exactamente
igual, idéntica. Vamos, que les hace pensar
que de alguna manera han dado toda una
vuelta, volviendo al punto de partida. Pero
no es así, ya que si alguno de los investiga-
dores ha seguido los rastros de pisadas de
antes (aunque fueran difíciles de seguir, por
no ser las únicas aquí dentro) comprobará
que las suyas propias no están, por lo que
pueden deducir que las escaleras que tienen
delante deben subir a un sitio diferente del
anterior.
Una vez asciendan por ellas, no les cues-
ta abrir la trampilla y, tras subir, ven que se
encuentran en lo que parece una cámara
frigorífica, con piezas de carne colgando de
ganchos y una sensación de frío que cala los
huesos.
Nota para el Guardián
Si se ha ido antes a investigar al mata-
dero, ya sabrán dónde se encuentran;
de lo contrario, si aún no se había
ido, ahora puede hacerse el ataque
de los seres desmembrados, aunque
la salida deberá ser por el mismo lu-
gar por donde han venido.
Si escapan de nuevo por la trampilla irán
a parar al mismo sitio, saliendo por la Ford
Motor Company.
El laboratorio
Justo en frente de la trampilla que
da a la oficinas hay una puerta ocul-
ta delante de ellos, casi impercepti-
ble para el ojo humano, y que ahora
los investigadores no han visto. Si la
cruzan los lleva a través de un largo
pasadizo, también iluminado como
el anterior, hasta lo que parece una
gran sala mucho más arreglada, con
diferentes estanterías con libros, me-
sas y alguna que otra silla. En un rin-
cón hay una gran mesa con toda clase
de utensilios de laboratorio. Desvelar
todo esto ahora o más tarde queda a
discreción del Guardián.
Atentado en el hotel
Han sido demasiadas emociones juntas y
los investigadores deben de estar bastante
cansados, además de que alguno incluso
puede haber resultado herido y necesitará
descanso, así que cuando lleguen al hotel
pueden cenar algo mientras comentan todo
lo descubierto, y luego irse a sus respectivas
habitaciones a acostarse tranquilamente.
Siendo ya de noche, y con indepen-
dencia de cómo estén los investigadores
distribuidos en sus habitaciones, en una de
las paredes se abrirá un agujero que surgi-
rá de la nada y del que saldrán cuatro seres
extraños, con harapos por vestidos, los ojos
en blanco, abriendo la boca y enseñando dos
filas de afilados dientes y manos con dedos y
uñas muy largas. El ruido al abrirse la pared
hace que el investigador que se encuentre en
esa habitación despierte y pueda llamar a su
compañero (o compañeros), que acudirán a
31
 - EL MATADERO -
tiempo, dado que los seres son bastante len-
tos, y podrán combatirlos juntos (tirada de
COR con una pérdida de 0/1D8).
Después de la pelea, el agujero en la pa-
red desaparecerá, y esta quedará completa-
mente lisa y como estaba en un principio.
Los jugadores están llegando a un punto
en el que sus propias vidas corren peligro,
por lo que tendrán que elegir qué hacer: si
sabiendo ya lo que hay en el matadero lo
destruyen y se marchan, habrán conseguido
hacer aquello para lo que principalmente
habían ido; no obstante, no habrán descu-
bierto qué ocurrió con los cuatro obreros ni
con el pobre Jones.
De todas maneras (y esto va dirigido a
ti, Guardián) si deciden volver a Chicago,
cuando estén allí notarán continuamente
que los siguen, además de tener recurrentes
pesadillas con seres horribles que los per-
siguen y con el fantasma de Jones, que les
pedirá que lo venguen.
De una forma u otra tendrán que volver y
resolver lo que está ocurriendo en Dearborn.
Así pues, llegados a este punto, los in-
vestigadores tienen varias preguntas sin
respuesta:
i ¿Qué les paso realmente a los cuatro
obreros que desaparecieron en el
hotel?
i ¿Qué quiso decir Jones con sus últi-
mas palabras y, sobre todo, relacio-
nando a Ford?
i ¿Quién y por qué lo ha asesinado?
i ¿Por qué están ocurriendo cosas in-
concebibles y extrañas?
i ¿Qué más debe de haber, aparte de
lo encontrado en el matadero?
De un modo u otro, los investigadores
saben que esto se ha convertido en algo más
que un simple «trabajito». Y algunas de estas
preguntas quizá puedan tener respuesta al
día siguiente del atentado en el hotel.
32
Una nota, un encuentro
y algunas respuestas
Después de haber pasado una noche mo-
vidita e inexplicable, los investigadores se
despiertan relativamente tarde: se levantan
sobre las diez y media de la mañana. Deci-
den bajar a desayunar y mientras están tran-
quilamente haciéndolo, la señora Warden
les entrega un sobre que, según cuenta, se lo
ha dejado un chaval, de parte de una seño-
rita, para ellos.
Al abrirlo ven que se trata de una nota en
la que dice:
Tengo información que les puede interesar.
Hoy a las 12.00 horas, en mi casa.
Avenida Rouge, n.º 6, segunda planta.
Emily Monroe
No tienen ni idea de lo que se trata, pero
después de lo ocurrido irán con pies de plo-
mo y sin fiarse de nadie, aunque algo les dice
en su interior que deben acudir a la cita y a la
hora convenida.
Cuando se dirigen a la dirección indica-
da se encuentran con un edificio de cuatro
plantas. Tras entrar, unas escaleras les llevan
hasta la segunda planta, donde se encuen-
tran con una puerta con un pequeño cartel
que reza: «E. Monroe».
Debajo del nombre hay un timbre que
pueden pulsar. Al momento, una voz de
mujer susurra:
—¿Sí? ¿Son los señores forasteros que se
hospedan en el Hotel Warden?
A lo que ellos, claramente, contestan
afirmativamente. La mujer abre entonces la
puerta, les pide que entren rápido y comen-
ta que espera que no les haya seguido nadie.
Se presenta como Emily Monroe, una
muchacha de unos veinticinco años, rubia,
atractiva, con ropas más bien modernas
para la época, que habla mucho y muy rá-
 - EL MATADERO -

pido. Entre las muchas y variadas cosas que jefe y me pidió que le ayudara en algunas
dice los investigadores pueden deducir que cosas, como dar con la última dirección del
había sido la secretaria del detective privado tipo al que buscaba, cosa que averigüé en
Derek Jones, quien vino desde Chicago a la poco tiempo. Descubrí que este vivía en una
ciudad de Dearborn contratado por Henry casa a las afueras de Boston desde hacía dos
Ford. años. A Derek no le costó encontrarlo allí
Jones necesitaba a alguien en la ciudad, y lo convenció para ir a ver a Ford. Yo tan
que le ayudara con el papeleo, citas y demás, solo vi a este hombre una vez, cuando vino
y ahí es donde la señorita Monroe entró de Boston con
en el juego. El caso que les encargaron no Derek. Era
era muy dificultoso, ya que se trataba de un tipo
encontrar a una persona y un libro. Ford le
dio carta blanca a Jones para que, costara lo
que costase, no reparara en gastos y pudiera
encontrar lo que le pedía.
Emily explica todo lo que sabe:
—Recuerdo muy bien el día que conocí
a Derek, un hombre al que le encantaban
los casos extraños o paranormales. Siempre
andaba leyendo noveluchas sobre seres de
otros planetas o fantasmas y personas que
volvían del más allá… ¡ufff! Qué escalo-
fríos, tan solo pensar… Bien, desde un
principio me pidió que lo llamara
por su nombre de pila, cosa que
inicialmente me costó, porque yo
soy una persona educada y me
han enseñado a hablar siempre
de usted, pero en este caso el se-
ñor Jones acabó siendo Derek…
»Bueno, como decía, me
acuerdo del día que me
contrató porque era 14 de
febrero de 1924, día de los
Enamorados y ¿quién no
conoce esa fecha?, her-
mosa más que ningu-
na y más si tienes a tu
amor al lado. Aunque
yo en esa fecha no lo
tuviera. El caso es que
desde ese momento
Derek paso a ser mi

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 - EL MATADERO -
delgado, joven, paliducho, rubio, con gafas y
muy tímido. Portaba consigo un maletín, un
par de carpetas y poca cosa más, aparte de
su equipaje. ¡Ah!, y su nombre era… mmm-
mm… —Hace una pausa para pensar—. ¡Un
momento, que lo debo de tener por aquí
archivado!
Emily abre su bolso y saca una agenda,
donde se pone a buscar.
—Warren…Wesley… ¡Aquí!...West, Her-
bert West, ese era su nombre. Sé que Derek
lo llevó ante Ford y ya no lo vi más. Pasados
unos días, Derek me pidió que lo ayudara a
buscar un libro que también le había pedido
Ford, de parte de West, quien comentó que
se debería encontrar en algún lugar de la
ciudad de Arkham. Oh, Arkham, ¿la cono-
cen?, es una ciudad donde no me gustaría
vivir. Demasiado oscura, demasiado tétrica.
Bueno, a veces, porque en primavera... Eh…
perdonen, pero es que cuando me pongo a
34
hablar, no paro y… ¿Por dónde iba? Ah, sí, Ar-
kham. Si algo tiene esta ciudad son librerías,
buenas librerías y buenos libros. Además de
una biblioteca en la Universidad de Miska-
tonic, extensísima…
»Bien, como decía, me puse a buscar li-
brerías y le di a Derek una relación de todas las
que podían albergar el libro, y él mismo no
tardó en encontrarlo No obstante, cuando
volvió me dijo que el librero no quiso ni tan
siquiera cobrarle por él. Se lo regaló, sin más,
alegando que casi le hacía un favor porque se
deshacía de ese tomo. Vamos, como si fuera
uno de esos libros malditos de novelas bara-
tas como las que acostumbraba a leer mi jefe.
Cuando me lo enseñó, vi que estaba comple-
tamente sucio y lleno de polvo, sin portadas y
que le faltaban las primeras páginas. Hasta su
nombre era peculiar. Era… mmmmm…
—Vuelve a pensar.
Emily ojea de nuevo su agenda y dice:
 - EL MATADERO -
—Eeeh… ¡Ah, sí, aquí! ¡El libro negro de
Alsophocus!... Después, pasaron unos días
y entonces es cuando empezaron a ocurrir
cosas extrañas en Dearborn, como la huelga
que acabó en masacre o los despidos de la
fábrica de Ford, así como los posteriores
despidos del matadero. Todo ello unido a
la desaparición de personas muertas, con
tumbas profanadas e incluso la desaparición
de personas vivas. Yo no me enteré de nada
más a excepción del día en que vino Derek,
muy nervioso diciéndome que me mar-
chara de la ciudad porque correría peligro
después de lo que iba a hacer. Me comentó
que, si no lo paraba él, nadie lo haría y que
debía hacerlo puesto que él tenía parte de
culpa. Que debía acabar con todos. No sé a
qué se refería, pero vi cómo sacó su revól-
ver del bolsillo, lo cargó y se fue. Más tarde
me enteré de que había ido a la mansión de
Ford, pegando tiros por doquier, hiriendo a
un tal Mallory y a un tal Dark, aunque no
gravemente.
»La policía llegó en pocos minutos, dado
que Ford tuvo la suerte de que ese día estaba
reunido con un agente de la policía de Chi-
cago, quien pudo reducir a Derek fácilmen-
te con un par de golpes contundentes en las
manos y costillas.
Si le preguntan por el nombre del agente
de policía, Emily vuelve a buscar su agenda
y les da el nombre de quien tiene apuntado:
sargento Walsh. Emily continúa:
—Ford no quiso poner denuncia, pero
la carrera de Derek cayó por los suelos, así
como su reputación, y jamás pudo volver a
levantar cabeza; se convirtió en el hazme-
rreír de toda la ciudad, cosa que le hizo no
tener ganas de volver a su querida Chicago.
Aunque varias veces intentó demostrar que
lo que decía era cierto, nadie lo creyó. Inclu-
so yo misma tenía mis dudas, hasta que me
llegó la noticia de esos cuatro muchachos
desaparecidos en Chicago y las declaracio-
nes de algunos testigos. Además, también
Derek apareció por mi puerta comentándo-
me que se había enterado por sus difíciles
y ahora pocos contactos de la visita de us-
tedes a Dearborn y sus motivos; asimismo
me dijo que quería hablarles y explicárselo
todo. Mi jefe estaba algo eufórico y conten-
to, pero atemorizado a la vez. ¡Ah!, y además
ya dedujo cuál debía de ser la profesión que
tienen y no le importaba.
»La verdad es que a mí tampoco me
importa y eso que se les nota a la legua por
su forma de moverse, actuar o vestir. Son
de Chicago… ¡Seguro! Bueno, hasta aquí les
he explicado todo lo que sé. El resto, ya lo
saben ustedes…
Pues sí, hasta aquí todo lo que Emily
Monroe sabe de la historia.
Desde luego que a los investigadores su
declaración les hace plantearse la cosa de
manera algo diferente, ya que ahora tienen
más detalles y algunos nombres.
El «aviso»
En el momento en que los investigadores
salen de conversar con Emily, son asaltados
en una callejuela estrecha y poco transitada
por cuatro hombres que llevan sendas po-
rras, con las que los golpean. Puede que en la
pelea lleguen a vencerlos, pero esta debe ser
lo más intensa posible para que acaben can-
sados, de tal modo que no pueden defende-
ros de un segundo ataque de otros cuatro
hombres; estos vienen pistola en mano y los
invitan cordialmente a que los acompañen.
Los meten en un lujoso y moderno Ford
Lincoln y ven que otro más espera a unos
metros de distancia. Nada más entrar en el
coche les cubren la cabeza con un saco, para
que no sepan adónde se dirigen.
35
 - EL MATADERO -

El trayecto no es muy largo, ya que tras

unos pocos minutos se paran los motores de
los automóviles y les hacen salir de aquel en
el que van. Seguidamente, los investigado-
res, maniatados, suben unas cuantas escale-
ras, andan un poco y (tirada de Idea o INT
tras una de Descubrir, para percibir a lo que
huele ahí dentro, que no es otra cosa que a
carne o sangre, y también tirada de Escu-
char) oyen una puerta que se abre; después
bajan otras escaleras y (tirada de Escuchar)
vuelven a oír el abrir de otra puerta (si la
tirada anterior ha sido Difícil o Extrema,
antes de la apertura de la puerta se ha escu-
chado algo así como el abrir de un candado).
Justo en este momento los personajes sien-
ten mucho frío en el cuerpo. Andan unos
pocos metros más y, luego, los sientan en
unas sillas, para justo después depojarles de
los sacos que cubrían sus cabezas.
Ahora pueden apreciar que están en un
gran cuarto frigorífico (por el frío y el aspec-
to de este; además lo reconocen, ya que es el
mismo que vieron en el matadero, pero esta
vez, vacío), con la luz muy tenue y con unos
ganchos colgados de varias barras, que lo re-
corren de punta a punta. Hay tres tipos situa-
dos delante de ellos, además de un hombre
en cada esquina y uno delante de una puerta
que tienen enfrente. Todos bien abrigados.
Los levantan de golpe y, con las mismas
cuerdas con las los habían atado, los cuelgan
de las manos a los ganchos, dejando todo
su cuerpo pendiendo de ellos. También les
atan los pies juntos.
Llaman a la puerta, y el hombre que
está delante de esta la abre y deja entrar a
dos hombres más. Pueden reconocer a uno
de ellos: es Brendan O’Sullivan; el otro es
un guardaespaldas o «gorila», que va con
él, protegiéndolo y presto a responder a un
simple chasquido que haga O’Sullivan con
los dedos de su mano.

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- EL MATADERO -

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 - EL MATADERO -
O’Sullivan se presenta y les dice:
—Sé de dónde venís y para qué, pero es
inútil. Decidle a vuestro jefe que no tiene nada
que hacer, que el futuro es nuestro y que se
retire ahora que aún está a tiempo. Hemos
sido, somos y seremos los reyes de Chicago
y quién sabe si esto se expandirá más allá de
nuestro estado. ¿Cómo? ¿Que no lo entendéis?
¿Que no me creéis? Pues no os preocupéis,
que intentaré que entréis en razón…
O’Sullivan chasca los dedos y su guar-
daespaldas se pone unas nudilleras y golpea
fuertemente a los investigadores en el abdo-
men y en el rostro.
El irlandés continúa diciendo:
—No os ofendáis, muchachos, tan solo
son negocios… y no queremos que nada ni
nadie se interponga. ¿Comprendéis?
Otro chasquido de dedos y el «gorila»
vuelve a golpear a los investigadores, quie-
nes empiezan a estar bastante doloridos.
O’Sullivan concluye:
—No tengo nada en vuestra contra
—Brendan no sabe que los investigadores
fueron los causantes del destrozo de la desti-
lería de Chicago y, probablemente, los auto-
res del asesinato de su hermano Liam—, así
que os dejaré marchar con vida, si me pro-
metéis no volver a meter vuestras narices
donde no debéis. Yo, por mi parte, estoy dis-
puesto a olvidar todo este «malentendido».
Ah, y por último y como advertencia final, o
simplemente por el hecho de no dejar cabos
sueltos, permitidme enseñaros y demostra-
ros hasta dónde puede llegar nuestro poder
o sangre fría.
Debido al cansancio y dolor que los in-
vestigadores sienten en estos momentos,
no sabrían decir a ciencia cierta de dónde
ha salido un hombre, totalmente vestido de
negro, a quien no se le puede ver bien la cara
pues lleva una especie de bufanda que cubre
parte de ella, pero que dirían (aquel que lo
38
vea) que es el mismo que asesinó a Jones y
que huyó por los tejados. Podrían afirmar
que ha salido de entre las sombras y que
lleva otro cuerpo a cuestas. Se trata de Emi-
ly, atada de pies y manos y amordazada, a
quien cuelga de un gancho, como a los pro-
pios investigadores y delante de sus caras,
para que gocen del espectáculo en primera
fila. Mientras, otro de los hombres pone un
cubo debajo de la pobre muchacha.
O’Sullivan se despide de ellos y antes de
cruzar la puerta les suelta:
—Que disfrutéis del espectáculo…¡mirad
y aprended!
El hombre de negro se pone tras Emily
y, mientras ella no deja de moverse, la coge
por el pelo, le levanta la cabeza con una
mano y con la otra saca su navaja automáti-
ca y le raja el cuello, de forma que la sangre
va cayendo al cubo. Los gritos de Emily son
desgarradores y guturales a la vez, hasta que
su cuerpo deja de moverse.
Tras esto, el hombre de negro desapa-
rece de nuevo entre las sombras. Otro de
los que aún permanecen allí coge el cubo
con sangre y, riendo, lo vierte encima de los
investigadores. Luego, les propina un gol-
pe en la cabeza les hace perder el sentido.
Cuando lo recobran, cada uno está en una
habitación diferente, y no en las del Hotel
Warden precisamente. Estas parecen algo
más lujosas.
Residencia Fair Lane
Los investigadores pueden notar que llevan
la cabeza vendada y que los han curado.
En una esquina y sobre un galán de noche
está su ropa, limpia y seca, con lo que pue-
den cambiarse y salir de la habitación. Sus
habitaciones son contiguas y no tardan en
reunirse para averiguar dónde están. No
 - EL MATADERO -
les costará descubrirlo, pues si bajan por las
escaleras llegan a lo que parece un gran reci-
bidor, donde alguien con modales y aspecto
de mayordomo, que se presenta con el
nombre de Roberts, les comenta que están
en Fair Lane, una enorme mansión en la que
vive Henry Ford junto a su esposa Clara y en
la que han permanecido durante todo el día
anterior (ahora es mediodía).
La casa consta de varias habitaciones, en-
tre ellas, unas cuantas para invitados, que es
donde han estado ellos. En una de las habi-
taciones principales de la casa está viviendo
desde hace poco el hijo de
Ford, Edsel. Ha venido
para ocuparse de los
negocios familia-
res (sin tener la
más remota idea
de lo que realmente está haciendo su padre).
El mayordomo Roberts y varios criados
se ocupan de toda esta casa. Este les comen-
ta que los encontró el señor Mallory cerca
del matadero y, viendo su aspecto, le pidió
al señor Ford si podía hospedarlos en la casa
hasta que se recuperaren.
(Aunque hagan una tirada de Psicología,
comprueban que lo que dice el mayordo-
mo es cierto, ya que él no sabe nada de lo
ocurrido, pero lo que es seguro es que no
fue una casualidad que los encontraran y los
llevaran a la mansión).
No obstante, Roberts les dice también
que el señor Ford dejó instrucciones de
que si despertaban ahora se dirigieran
al campo de golf, donde los podría
recibir (sí, detrás de la mansión hay
un gran jardín con un bosquecillo,
donde Ford se ha hecho construir un
pequeño campo de golf).
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 - EL MATADERO -
Nota para el Guardián
A partir de ahora se va a relatar la
historia en forma de guion o como
si fuera novela, con diálogos y con-
versaciones. Los investigadores, por
supuesto, pueden preguntar e inter-
venir a voluntad, pero más o menos
discurrirá como se indica a continua-
ción.
Llegáis hasta el lugar donde está Ford, pre-
parado para lanzar su pelota a un hoyo que tiene
a unos diez metros. Junto a él están tres hombres
más: dos que ejercen de caddies (llevando las bol-
sas de golf) y un tercero que compite contra Ford.
El empresario saluda:
—Buenos días, caballeros. Espero que
hayan descansado y que Roberts los haya
tratado con el debido respeto. Supongo que
ustedes deben de ser los señores que han ve-
nido desde Chicago. Bienvenidos… Yo tam-
bién tengo conocidos en Chicago, incluso
clientes.
Ford se acerca a los investigadores y los
saluda, dándoles efusivamente la mano, y
continúa diciendo:
—Déjenme presentarlos. Este señor es Ja-
mes Mallory —señala a uno de ellos, a quien
si los investigadores ya han visitado las ofi-
cinas centrales de la empresa ya conocen—,
que se encarga de asesorar a mi hijo Edsel en
el negocio. Este otro —señala ahora al otro
hombre, que también lleva una de las bolsas
con los palos—, es John Dark, digamos que
mi chófer o guardaespaldas personal.
Dark no dice nada, tan solo saluda ha-
ciendo un gesto con la cabeza y, desde luego,
por su aspecto y apariencia dirían que se tra-
40
ta de la misma persona que asesinó a Derek
y a Emily.
—Eh, perdónenlo, pero es que es de pocas
palabras…¡Je, je! —Ford sonríe levemente—.
En realidad nació sin lengua y con las cuer-
das vocales deterioradas. Perdóneme, señor
Dark —se pone serio y lo mira cabizbajo—.
Y, para finalizar, mi rival en este juego, el se-
ñor Alfred Phocs, quien además es socio mío
en otros... negocios.
Este no es otro que Alsophocus, pero con
el nombre cambiado para hacerlo más ade-
cuado. Cuando los investigadores lo ven, uno
de ellos lo recuerda como el hombre que vio
a través de los prismáticos en Chicago ha-
blando con el difunto Liam O’Sullivan y que,
de repente, se le quedó mirando, inundando
su mente de imágenes muy extrañas.
—Bueno, —suspira Ford, mientras está a
punto de golpear la pelota con el palo, cal-
culando fuerza, aire y efecto— el golf… Este
deporte me encanta. Se necesita frialdad,
ponerte del lado preferente y golpear con
la fuerza necesaria para que la pelota llegue
a su destino, porque, si no, siempre puedes
tener al rival que te la cuela, aprendiendo
mucho más de tu táctica o teniendo simple-
mente suerte. Por eso prefiero asegurarme y
golpear primero.
En ese momento, golpea la pelota y esta
llega hasta un par de metros del hoyo, rueda
y se introduce en él.
Phocs comenta:
—Ha vuelto a tener suerte, Ford…
A lo que él replica:
—No, mi querido Phocs, al saber jugar lo
llaman suerte…
Uno de los criados de Ford se acerca y
le anuncia que el refrigerio está preparado
en el jardín. Todos se dirigen hacia allí y se
sientan en una elegante mesa con sillas al-
rededor y una gran sombrilla en el centro.
Los investigadores, Ford y Phocs, se sientan
 - EL MATADERO -
mientras que Mallory se queda de pie detrás
de los investigadores, y Dark, detrás de Ford.
Phocs le entrega su palo de golf a Mallory
y este lo guarda en la bolsa para seguidamen-
te sacar un bastón con una empuñadura muy
extraña (el mismo que vieron que llevaba el
tipo que estuvo con Liam O’Sullivan. Ahora
ya no hay duda: es él).
Phocs explica con relación a la empuña-
dura del bastón:
—Es la representación de un ser divino,
de un dios que algún día… muy pronto…
volverá a estar con nosotros. Se trata de
Cthuangha.
Ford lo interrumpe:
—Bueno, ya está bien de historias y leyen-
das, Phocs. Tenemos cosas más importantes
de las que hablar y comentarles a nuestros
invitados.
Les sirven los refrescos y aperitivos y
atendiendo de nuevo a los jugadores, Ford
comenta:
—Bien, caballeros, ya sé a qué han venido
a Dearborn, pero no se molesten en seguir
merodeando porque no van a encontrar
nada que les interese. Es más, los hombres
de negocios sabemos que todo tiene un pre-
cio y más en su negocio. De hecho, como a
estas alturas ya deben de saber, yo también
estoy algo metido, pero, claro está, en el
lado ganador, donde hay más dinero y más
gente para crearlo y mantenerlo. No se dejen
engañar y no se ofendan, pero ustedes, los
i-ta-lo-a-me-ri-ca-nos —dice pronuncián-
dolo por sílabas y con desprecio— no saben
ni tienen derecho a robarnos a nosotros, los
americanos. Por lo menos los irlandeses co-
nocen y saben hablar bien nuestro idioma. Y
me he informado, por lo que sé que muchos
de ellos fueron de los primeros colonos de
esta, nuestra tierra. Supieron acabar con
esos hostiles y pestilentes nativos llamados
indios y también con sus tribus y supieron
levantar esta nación y hacer de ella un lugar
digno donde vivir. ¿Y ahora quieren venir
unos cuantos espaguetis a quitarnos lo que
tanto nos ha costado conseguir?. ¡No! ¡No lo
permitiré! ¡Ni ellos, ni judíos, ni negros, ni
nada parecido! Y creo que tengo derecho a
contratar y negociar mi propia mano de obra
y trabajar con quien me convenga…
Phocs interviene:
—Tranquilícese, señor Ford, estos seño-
res ya saben distinguir la clase de negocios
que les interesa más realizar, así como los
asuntos en los que han o no de inmiscuirse…
Cambiando de tono y poniéndose ama-
ble de nuevo, el empresario replica:
—Bueno, perdonen mi vocabulario, pero
es que enseguida me excito hablando de se-
gún qué temas… Me refería a que podemos
zanjar este asunto con un precio razonable,
¿no les parece? Miren, seamos realistas, Ca-
pone tiene los días contados. No es como
su antecesor, Johnny Torrio, con quien sí se
podían hacer negocios. Capone es tan solo
una apisonadora que arremete contra todo,
aplastándolo a voluntad. No tiene cabeza,
solo músculos. Ustedes piénsenlo con calma
y denme una contestación en breve.
Henry Ford se levanta de la silla y se va
con sus hombres. Pasa por delante de su ma-
yordomo y le dice:
—Los señores ya se marchan. Acompáña-
los a la puerta.
Ford se los queda mirando y añade:
—Buenas tardes, señores. Ha sido un placer.
Por cierto, si le preguntan por el detecti-
ve Derek Jones les comenta que solo era un
pobre loco que no sabía lo que hacía y que
acabó con la mente perturbada. Al principio
parecía una persona inteligente y por eso
quiso contratarlo para un asunto privado.
No sabe por qué, al poco tiempo, dejó la in-
vestigación a medias. Por ello lo despidió y
el detective se lo tomó a mal y se trastornó
41
 - EL MATADERO -
Si también preguntan por el sargento
Walsh, les comenta que los asuntos que él
tenga con la autoridad no les interesa ni les
concierne, pero que conoce al agente desde
hace un tiempo.
Northview Cemetery
El cementerio es otra localización que
pueden visitar los investigadores. Está si-
tuado en el lado sur de Kensington Street,
entre West Outer Drive y Military Avenue,
y abarca aproximadamente 18 acres de tie-
rra (unas 7.300 hectáreas o 7.300 metros
cuadrados).
El primer entierro que se realizó en sus
instalaciones data del año 1883.
El vigilante del cementerio es un tal
Ralph Taylor, de unos cincuenta años. Expli-
ca que está más que harto de todas las pro-
fanaciones que está habiendo últimamente.
A todo aquel que se acerca a su casa garita
lo recibe con su escopeta de dos cañones,
ya que no se fía de nadie. Si los investigado-
res consiguen convencerlo y calmarlo (casi
mejor que con una tirada de Persuasión o
Encanto, a este individuo se le puede sacar
mucha más información tirando de billetes.
Si le ofrecen diez pavos les cantará una can-
ción; si son cien será todo un repertorio e
incluso una ópera enterita), les contará que
desde hace un tiempo las tumbas son profa-
nadas y los muertos desaparecen misterio-
samente, aunque muchos aseguran haber
visto a familiares o amigos suyos cerca del
matadero. Taylor continúa diciendo que a
él siempre le han interesado las historias
de fantasmas o seres de otros planetas y
que tiene toda una colección de libros (se
la enseña, y pueden ver toda clase de libros
escritos por gente desconocida que hablan
sobre estos temas). Les comenta que él vie-
ne de una de las familias pioneras de esta
ciudad y que entre los primeros vecinos ya
tuvieron a un «vidente», Jedebiah Smith,
que predijo lo que está ocurriendo. Y esas
leyendas han ido pasando de padres a hijos.
Unos las creyeron, otros no.
La leyenda o «visión» del tal Jedebiah
Smith era que durante un tiempo los muer-
tos volverían a la vida, saldrían de sus tum-
bas por su propio pie y que todo culminaría
el 30 de abril de este año, 1926, cuando el
Ángel de la Muerte volvería a la Tierra y
aplastaría con sus enormes alas y brazos
a todo ser viviente, generando el caos y la
destrucción absoluta. Este sería invocado
por un adorador suyo, un hechicero.
Lo extraño de la historia que contaba
Taylor es que el «vidente» concluía siempre
su historia diciendo que tan solo otros ánge-
les caídos podrían hacer frente a este hechi-
cero y su ejército con sus propias palabras,
aunque resultaba un poco contradictorio
(realmente no lo es, porque es evidente que
los ángeles caídos a los que se refería son
los investigadores, que no es que sean her-
manitas de la caridad, precisamente).
Taylor termina su relato indicando que
dicha invocación deberá ser efectuada
en algún lugar bajo tierra y lo más cerca-
no a tierra santa o, lo que es lo mismo, al
cementerio.
Después de toda esta conversación, los
investigadores podrán llegar a la conclusión
de que esta invocación se puede hacer en
alguno de los sótanos que han descubierto,
pero ¿en cuál?.
Día de la invocación
Es 30 de abril y es la noche decisiva para
Alsophocus, ya que es la última oportunidad
de invocar a Cthuangha. West le ha conse-
43
 - EL MATADERO -
guido las seis últimas cabezas que ha revivi-
do y se las ha entregado. Quedan pocas ho-
ras para la invocación, que debe tener lugar
a las doce en punto de la noche; durante ella
se colocan las cabezas alrededor del círculo
con el gran hechicero en el centro, donde
recita la letanía escrita en El libro negro.
En el laboratorio
Después de lo pasado en el matadero, los
investigadores pueden suponer que la invo-
cación no tendrá lugar allí, así que pueden
descartarlo. El pasadizo que lleva hasta las
oficinas centrales de la Ford Motor Com-
pany, tampoco parece el lugar idóneo. Sin
embargo, si han descubierto la puerta ocul-
ta en las oficinas antes mencionada (y que
si no se había encontrado, se encontrará
ahora) podrán ir por este pasadizo hasta la
sala donde se encuentra el laboratorio de
West (ver «Oficinas centrales de la Ford Mo-
tor Company»). Esta sala está situada en un
sótano de la mansión Fair Lane. También
pueden acceder a él desde el pasadizo que
sale de la cámara frigorífica del matadero.
En el improvisado laboratorio, además
de librerías y una mesa con material de
experimentación, hay un arcón de metal
de dos metros de largo por uno de ancho,
apoyado en una pared. Si lo abren sale helor,
ya que se trata de un frigorífico, y de él sur-
ge de repente un cuerpo desnudo que ataca
a quien lo ha abierto. Dentro de este arcón
también hay miembros humanos sueltos,
unos se mueven y otros no.
En ese momento, una voz grita a la vez
que los ataca con una pala:
—¡Quietos, insensatos! ¡No toquéis eso!
La pelea está servida, aunque quien se
enfrente a West lo tiene mejor que los que
se enfrenten a los muertos, dado que es real-
mente fácil desarmarlo y vencerlo.
44
De los investigadores depende dejarlo
con vida, puesto que se dan cuenta de que es
un pobre loco que está obsesionado con crear
vida. Si lo interrogan, les explica que la apa-
rición Alsophocus (aquel que se hace llamar
Alfred Phocs) fue culpa suya. Lo invocó por
equivocación y, una vez hecho ,ya fue dema-
siado tarde para devolverlo a su dimensión.
Les comenta que ese sí que está realmente
loco, que es muy peligroso y que no podrán
llegar a tiempo antes de que se cumpla la
profecía y vuelva Cthuangha. Es más, todo
esto lo dice con una estúpida sonrisa en su
cara y carcajeándose de vez en cuando.
En esta sala y detrás de una estantería hay
otra puerta oculta (tirada Difícil de Descu-
brir) que da acceso a otro pasadizo que lleva
directo al mausoleo de la familia Ford, en el
Northview Cemetery.
En el mausoleo
Una vez en el mausoleo, ya sea que hayan
accedido desde el laboratorio o bien a través
del pasadizo que sale de la cámara frigorífi-
ca (ver nota de la pág. 28), los investigadores
ven una sala con nichos en todas sus paredes
y tres ataúdes. Estos ataúdes se empiezan
a abrir (tirada de COR con una pérdida de
1/1D10) y de cada uno de ellos surge un ser
como los que ya habían visto anteriormente,
cuando los atacaron en el hotel.
Al mismo tiempo, una de las paredes del
mausoleo se empieza a abrir, dejando a la
vista un enorme agujero por el que entran
tres seres más, como los que han salido
del ataúd, pero que lanzan bolas de fuego
creadas en sus manos (tirada por COR con
pérdida de 0/1D8).
Si consiguen acabar con todos los seres,
estos y los ataúdes se convierten en cenizas y
el agujero surgido de la nada los absorbe ha-
cia su interior; luego desaparece y la pared
queda nuevamente desnuda y lisa.
 - EL MATADERO -

Nota para el Guardián

Aquí tiene su mausoleo la familia Ford y dentro de él, en el suelo, está dibujado
el círculo goético que Alsophocus necesita para invocar a Cthuangha. También
en una de las paredes, bien escondido y dentro de una grieta, se encuentra El
libro negro.
Entre Alsophocus y Herbert West están haciendo que los muertos vuelvan a la
vida y se les pueda ordenar y mandar que hagan lo que se les pide. West lo hace
desde su laboratorio, científicamente, con un suero de su invención con el que
tan solo ha conseguido hasta ahora revivir cuerpos y miembros, con reacciones
violentas. Alsophocus, por su parte, lo ha hecho a base de hechizos, convirtién-
dolos en seres horripilantes e incluso algunos con poderes, como lanzar fuego
con las manos.
La otra diferencia es que Alsophocus necesita el sacrificio de un número de-
terminado de resucitados para cumplir el objetivo que se ha marcado, que no
es otro que invocar a Cthuangha para que vuelva. El problema es que no puede
resucitar más que a seis diariamente por lo que le está llevando mucho tiempo.
Pensaba que tenía tiempo de sobras, pero se ha dado cuenta de que se le está aca-
bando, ya que si no lo consigue antes del 30 de abril, día que se celebra la llamada
Noche de Walpurgis —cuando, según se dice, se hacían fogatas para ahuyentar
malos espíritus y brujas— se volverá a su estado normal, a su edad auténtica, por
lo que se convertirá en cenizas.

En este lugar parece que no haya nada
más, pero si se está en completo silencio (ti-
rada de Escuchar) se oye el sonido como de
una voz a lo lejos, pero que suena ahí dentro.
Si se ponen a buscar (tirada de Descubrir),
ven que dos filas de tres nichos en vertical
parecen falsas, suenan a hueco y que, apo-
yando el oído, se aprecia que la voz sale de su
interior. Efectivamente, se trata de una puer-
ta que, una vez abierta, da a una gran sala,
con un enorme círculo goético en su centro.
Alsophocus, arrodillado y ataviado con
una túnica negra con capucha, está reci-
tando lo que parece un ritual situado en el
centro mismo del círculo, donde hay un
pequeño atril sobre el que descansa un viejo
libro abierto. Alrededor del círculo hay seis
cabezas humanas, colocadas estratégica-
mente y que parecen vivas, ya que abren y
cierran constantemente sus ojos y bocas. La
luz es débil, puesto que la sala está tan solo
iluminada por antorchas en torno a ella y las
paredes son de roca viva.
A los investigadores (si han pasado una
tirada de Sigilo al abrir la puerta) no los han
visto, algo que tienen a su favor.
La situación es la siguiente:
i Mallory está situado a la izquierda
de la sala, con dos seres lanzadores
de bolas de fuego, uno a cada lado.
i Dark está a la derecha y tiene a dos
seres más, uno a cada lado, pero de

45
 - EL MATADERO -
los simples, de los que no producen
fuego.
i Detrás de Alsophocus, pero fuera
del círculo, está Paul Brown, con dos
seres más, aunque estos parecen de
los creados por West, dado que están
desnudos y su aspecto, aun siendo
horrible, es más humano que el de
los otros.
Ford querría haber estado presente,
pero, desgraciadamente o gracias a Dios, un
inesperado infarto hizo que en estos mo-
mentos esté en el hospital recuperándose de
un ataque al corazón.
De nuevo la pelea está servida, pero los
investigadores seguramente cuentan con la
ventaja de que no los han visto y pueden,
entonces, realizar un ataque por sorpresa.
Por mucho que los investigadores consi-
gan vencerlos a todos (ten en cuenta, Guar-
dián, que Mallory y Dark deben ser los más
difíciles), no pueden impedir que Alsopho-
cus llegue a invocar a Cthuangha, quien tras
la letanía del hechicero empieza a formarse
(ver su descripción en el apartado «Persona-
jes no jugadores y criaturas»).
Los investigadores probablemente se
queden estupefactos ante lo que ven (tira-
da de COR con una pérdida de 1D3/1D20),
aunque pueden recordar (tirada por Idea o
INT) lo que les contó Taylor, el enterrador:
que utilizando las mismas palabras que el
hechicero se le podría vencer a él y a su ejér-
cito. Los investigadores deberán recordar lo
que han visto al entrar en la sala, dentro del
círculo: en un atril al lado de Alsophocus hay
un libro abierto (El libro negro, evidentemen-
te), cuyas últimas frases leídas por el hechi-
cero han invocado a esta monstruosidad. Así
pues, se debe entrar en el círculo y leer lo
último que leyó el hechicero:
«Mwlfab pywfgbtagn Gh ‘tyaflgbya Cthuangha»
46
Al acabar de pronunciar estas palabras,
Alsophocus grita:
—¡Noooo! ¿Qué habéis hecho, desgracia-
dos? ¡Os maldigo... yo os maldigo por toda
la eternidad!
Cthuangha abre la boca y, creando un
enorme agujero negro, absorbe a Alsopho-
cus mientras una voz profunda que surge de
este ser dice:
—Esta vez tú vendrás conmigo.
Alsophocus es engullido, así como todo
lo de la sala, excepto los investigadores, que
estaban dentro del círculo goético y con el
libro en sus manos. La sala queda comple-
tamente vacía.
Últimos trabajos y decisiones,
tanto en Dearborn como en Chicago
En los investigadores está la decisión de
quedarse con el libro o bien regalárselo a
Taylor.
También sería una gran idea destruir
todo lo relacionado con Herbert West y
no estaría de más que el matadero sufriera
un incendio fortuito del que no se pudiera
aprovechar nada.
Por descontado, Ford se repondrá de
su infarto, pero también se le podría hacer
una visita para advertirle que se dedique tan
solo a sus negocios. Es más, su hijo (que en
ningún momento se ha enterado de nada de
lo sucedido) les comenta a los investigadores
que a partir de ahora las cosas se harán a su
manera, que ya va siendo hora de poner or-
den en la empresa.
Cuando los investigadores regresen a
Chicago, deben darle una explicación a Big
Joe Romano y a Nitti; lo que les expliquen
sobre la desaparición de los cuatro mucha-
chos será cosa suya. Pero con cuidado, no
sea que les pongan una camisa de fuerza.
- EL MATADERO -

47
 - EL MATADERO -
También podrían hacerle una visita pri-
vada al sargento Walsh, para «agradecerle»
parte de lo que han pasado estos últimos días.
Con respecto a Brendan O’Sullivan,
aparte de haber acabado con sus «trabajitos»
en Dearborn, pueden hacerle una visita a él
o a sus destilerías. Aunque realmente po-
drían ser las dos cosas, ya que si desaparecen
tanto él como sus destilerías, o incluso los
dos, poca gente los echará en falta. Los ne-
gocios son los negocios. Además, esto pro-
porcionará un enorme agradecimiento por
parte de Al Capone, quien les gratificará su-
culentamente y les propondrá (si no es que
ya lo estaban) que se unan a su organización,
alegando que necesitaría a su lado más per-
sonas como ellos.
48
Epílogo
Para terminar y ser realmente justos, debe-
ría añadirse que, aunque los investigadores
pueden haber salido vivos, habrá algo que
atormentará sus mentes durante toda su
vida, ya que después de todo lo que han
visto y vivido, nunca se olvidarán de aquel
dios, de aquel horrible ser y los muertos
revividos, así como de los que surgían de
la pared. Todo ello será una pesadilla con-
tinua que quedará atrapada y colgada en sus
mentes, como aquellos cuerpos humanos
en la cámara frigorífica de aquel pestilente y
horripilante… matadero.
- PERSONAJES NO JUGADORES Y CRIATURAS -

Personajes
no jugadores
y criaturas
 - EL MATADERO -

HENRY FORD
Magnate del motor

FUE 50 CON 40 TAM 70

DES 55 INT 75 APA 45
POD 60 EDU 80 COR 60

Bonificación al daño: -
Movimiento: 7
Puntos de Vida: 11
Puntos de Magia: 13
Suerte: 55
Habilidades: Conducir automóvil 70%
(35/14), Buscar libros 40% (20/8), Mecá-
nica 75% (37/15), Crédito 80% (40/16),
Ciencias ocultas 50% (25/10), Descubrir
35% (17/7), Historia 80% (40/16), Mitos de
Cthulhu 12% (4/2), Psicología 60% (30/12).
JAMES MALLORY
HERBERT WEST
Adepto de Alsophocus

Reanimador de muertos FUE 55 CON 60 TAM 65

DES 45 APA 50 INT 70
FUE 42 CON 30 TAM 44
POD 70 EDU 60 COR 70
DES 50 APA 35 INT 60
POD 30 EDU 65 COR 30 Bonificador al daño: -
Movimiento: 7
Bonificación al daño: - Puntos de Vida: 12
Movimiento: 8 Puntos de Magia: 14
Puntos de Vida: 7 Suerte: 60
Puntos de Magia: 6 Combatir (Pelea) 35 % (17/7)
Suerte: 40 Armas de fuego 40 % (20/8)
Habilidades: Química 60 % (30/12), Diag- Rev. 38 (1D10)
nosticar enfermedades 40 % (20/8), Per- Habilidades: Charlatanería 35 %, (17/7), Ce-
suasión 20 % (10/4), Farmacología 40 % rrajería 45% (22/9), Descubrir 35% (17/7),
(20/8), Reanimación 85 % (43/17), Reír Crédito 50% (25/10), Embaucar 40%
constantemente (como un loco) 90 % (20/8), Escuchar 55% (27/11), Intimidar
(45/18). 25% (12/5), Latín 20% (10/4), Buscar libros
55% (27/11), Ciencias ocultas 35% (17/7),
Derecho 20% (10/4), Persuasión 40%
(20/8), Psicología 30% (15/6), Traspasar
paredes 80% (40/16).

50
 - PERSONAJES NO JUGADORES Y CRIATURAS -

ALSOPHOCUS - Alfred Phocs JOHN DARK

Mago, invocador y hechicero Adepto de Alsophocus
FUE 55 CON 60 TAM 70 FUE 70 CON 80 TAM 75
DES 55 APA 65 INT 65 DES 80 APA 60 INT 65
POD 85 EDU 75 COR 40 POD 60 EDU 55 COR 60

Bonificación al daño: +1D4 Bonificación al daño: +1D4

Movimiento: 7
Puntos de Vida: 13
Puntos de Magia: 17
Suerte: 50
Combatir (Pelea) (con bastón estoque y un
daño de 1D6+1+BD) 35 % (17/7)
Habilidades: Buscar libros 85% (42/17),
Charlatanería 70% (35/14), Ciencias ocul-
tas 85% (43/17), Descubrir 60% (30/12),
Discreción 75% (37/15), Escuchar 50%
(25/10), Historia 25% (12/5), Tratar enfer-
medades 20% (10/4), Otras lenguas: (fran-
cés) 60% (30/12), (alemán) 65% (32/13) y
(latín) 70% (35/14), Mitos de Cthulhu 45%
(22/9), Persuasión 75% (37/15), Primeros
auxilios 40% (20/8), Psicoanálisis 25%
(12/5), Psicología 45% (22/9), Ocultarse
30% (15/6).
Hechizos: 75% (37/15) puede abrir puertas
dimensionales, crear seres con cuer-
pos muertos e invocar a dioses como
Cthuangha.
Movimiento: 8
Puntos de Vida: 15
Puntos de Magia: 12
Suerte: 65
Combatir (Pelea) Nudillera -1D3+Bd y Navaja
automática -1D4+BD) 55 % (27/11)
Armas de fuego (corta): Colt 1911, con silen-
ciador – 1D10+2-, 65 % (32/12)
Arma de fuego (rifle, escopeta) Rifle 30.06
-2D6+4- 75 % (37/15)
Habilidades: Ciencias ocultas 35 % (17/7),
Descubrir 50 % (25/10), Buscar libros 45 %
(22/9), Cerrajería 55 % (27/11), Disfrazar-
se 50 % (25/10), Persuasión 45 % (22/9),
Psicología 60 % (30/12), Escuchar 70 %
(35/14), Intimidar 75 % (37/15), Lanzar
55 % (27/11), Orientarse 50 % (25/10),
Primeros auxilios 55 % (27/11), Saltar
80 % (40/16), Seguir rastros 35 % (17/7),
Trepar 60 % (30/12), Ocultarse (entre las
sombras) 80 % (40/16).

51
 - EL MATADERO -

PAUL BROWN DEREK JONES

Encargado del matadero Detective privado

FUE 65 CON 70 TAM 60 FUE 45 (23/9) CON 40 (20/8) TAM 50 (25/10)

DES 60 APA 30 INT 40 DES 55 (27/11) APA 55 (27/11) INT 75 (37/15)
POD 55 EDU 35 COR 55 POD 45 (23/9) EDU 75 (37/15) COR 45

Bonificación al daño: +1D4 Bonificación al daño: -

Movimiento: 8 Movimiento: 7
Puntos de Vida: 13 Puntos de Vida: 9
Puntos de Magia: 11 Puntos de Magia: 13
Suerte: 30 Suerte: 35
Armas de fuego 35 % (17/7) Armas de fuego 70 % (35/14)
Combatir (Pelea) 60 % (30/12) Combatir (Pelea) 50 % (25/10)
Cuchillo (1D6+Bd) Habilidades: Charlatanería 40 % (20/8), Des-
Habilidades: Conducir maquinaria 45 % cubrir 75 % (37/15), Crédito 60 % (30/12),
(22/9), Mecánica 40 (20/8), Persuasión Buscar libros 35 % (17/7), Ocultarse 50%
55 % (27/11), Psicología 60 % (30/12). (25/10), Conducir automóvil 80 % (40/16),
Derecho 55 % (27/11), Persuasión 55 %
(27/11), Psicología 60 % (30/12), Sigilo
RALPH TAYLOR 65 % (32/13), Seguir rastros 55 (27/11).

Vigilante del cementerio

EMILY MONROE
FUE 70 CON 80 TAM 75
DES 40 APA 45 INT 65 Secretaria de Derek Jones
POD 60 EDU 55 COR 60
FUE 20 CON 60 TAM 35
DES 55 APA 85 INT 70
Bonificación al daño: +1D4
POD 50 EDU 85 COR 50
Movimiento: 8
Puntos de Vida: 15
Puntos de Magia: 12 Bonificación al daño: -
Suerte: 65 Movimiento 8
Combatir (Pelea) 40 % (20/8) Puntos de Vida: 10
Arma de fuego Escopeta 2 cañones, calibre Puntos de Magia: 10
12 4D6-10m-/2D6-20m-/1D6-50m- 65 % Suerte: 65
(32/13) Habilidades: Buscar libros 55 % (27/11),
Habilidades: Ciencias ocultas 45 % (23/9), Charlatanería 75 % (37/15), Descubrir
Descubrir 50 % (25/10), Buscar libros 65 % 50 % (25/10), Embaucar 50 % (25/10),
(32/13), Psicología 60 % (30/12), Escuchar Escuchar 65 % (32/13), Psicología 60 %
70 % (35/14), Intimidar 65 % (32/13). (30/12), Encanto 70 % (35/14), Seducción
60 % (30/12).

52
- PERSONAJES NO JUGADORES Y CRIATURAS -

SARGENTO WALSH
Agente de policía en Chicago

FUE 60 CON 60 TAM 80

DES 65 APA 30 INT 55
POD 45 EDU 50 COR 45

Bonificación al daño: +1D4

Movimiento: 7
Puntos de Vida: 14
Puntos de Magia: 9
Suerte: 35
Armas de fuego 65 % (32/13)
Pelea (porra) 60 % (30/12) (1D6+BD)
Habilidades: Bajos fondos 75 % (37/15), Cré-
dito 40 % (20/8), Conducir automóvil 50 %
(25/10), Descubrir 35 % (17/7), Intimidar
60 % (30/12), Tortura 45 % (23/9), Derecho
25 % (13/5), Psicología 50 % (27/11).

COMISARIO DOUGLAS
Comisario de policía en Chicago

FUE 50 CON 60 TAM 60

DES 55 APA 35 INT 75
POD 65 EDU 70 COR 65

Bonificación al daño: -
Movimiento: 7
Puntos de Vida: 12
Puntos de Magia: 13
Suerte: 45
Armas de fuego 70 % (35/14)
Combatir (Pelea) 50 % (25/10)
Habilidades: Charlatanería 40 % (20/8), Des-
cubrir 75 % (37/15), Crédito 60 % (30/12),
Buscar libros 35 % (17/7), Conducir auto-
móvil 80 % (40/16), Derecho 55 % (27/11),
Persuasión 55 % (27/11), Psicología 60 %
(30/12).

54
 - EL MATADERO -

DONALD WARDEN BIG JOE ROMANO

Dueño del Hotel Warden Dueño de sala de juegos en Chicago

FUE 60 CON 55 TAM 70 FUE 65 CON 55 TAM 70

DES 45 APA 30 INT 40 DES 50 APA 45 INT 60
POD 45 EDU 30 COR 45 POD 45 EDU 40 COR 45

Bonificación al daño: +1D4 Bonificación al daño: +1D4

Movimiento: 7 Movimiento: 8
Puntos de Vida: 12 Puntos de Vida: 13
Puntos de Magia: 9 Puntos de Magia: 9
Suerte: 30 Suerte: 50
Combatir (Pelea) 60 % (30/12) Combatir (Pelea) 60 % (30/12)
Habilidades: Charlatanería 20 % (10/4), Navaja 55 % (27/11)
Contabilidad 50 (25/10), Electricidad 45 % Arma corta 60 % (30/12)
(22/9), Mecánica 55 % (27/11), Psicología Habilidades: Charlatanería 65 % (32/13), De-
65 % (32/13). recho 20 % (10/4), Descubrir 55 % (27/11),
Esconderse 50 % (25/10), Escuchar 65 %
(32/13), Intimidar 30 % (15/6), Psicología
45 % (22/9), Primeros auxilios 35 % (17/7),
HILARY WARDEN Robar 20 % (10/4), Idiomas: (inglés) 65 %
(32/13) (italiano) 85 % (42/17), Juego/
Esposa de Donald Warden
apuestas 65 % (32/13).

FUE 25 CON 60 TAM 30

DES 65 APA 75 INT 60
POD 50 EDU 55 COR 50

Bonificación al daño: -
Movimiento: 8
Puntos de Vida: 9
Puntos de Magia: 10
Suerte: 50
Habilidades: Embaucar 60 % (30/12), Escu-
char 55 % (27/11), Psicología 60 % (30/12),
Encanto 65 % (32/13), Seducción 70 %
(35/14), Cocinar 75 % (37/15).

54
 - PERSONAJES NO JUGADORES Y CRIATURAS -

FRANK NITTI BRENDAN O’SULLIVAN

Mano derecha de Al Capone Jefe de mafia irlandesa de Chicago

FUE 60 CON 45 TAM 75 FUE 75 CON 55 TAM 70

DES 60 APA 50 INT 60 DES 50 APA 65 INT 70
POD 55 EDU 65 COR 55 POD 65 EDU 60 COR 45

Bonificación al daño: +1D4 Bonificación al daño: +1D4

Movimiento: 8 Movimiento: 8
Puntos de Vida: 12 Puntos de Vida: 13
Puntos de Magia: 11 Puntos de Magia: 9
Suerte: 40 Suerte: 50
Arma corta 60 % (30/12) Combatir (Pelea) 60 % (30/12)
Arma larga 50 % (25/10) Navaja 45 % (22/9)
Combatir (Pelea) 65 % (32/13) Arma corta 65 % (32/13)
Habilidades: Callejeo 70 % (35/14), Derecho Habilidades: Charlatanería 55 % (27/11), De-
65 % (32/13), Intimidar 75 % (37/15), Jue- recho 20 % (10/4), Descubrir 65 % (32/13),
go/apuestas 45 % (22/9), Soborno 40 % Esconderse 50 % (25/10), Escuchar 65 %
(20/8), Tortura 35 % (17/7), Persuasión (32/13), Intimidar 45 % (22/9), Psicología
80 % (40/16). 45 % (22/9), Primeros auxilios 35 % (17/7),
Robar 30 % (15/6), Idioma: inglés 60 %
(30/12), Juego/apuestas 75 % (37/15).
AL CAPONE
Jefe del Outfit de Chicago VIGILANTES
FUE 80 CON 60 TAM 55 Matones-«Gorilas»
DES 55 APA 45 INT 65
POD 45 EDU 50 COR 45 FUE 35 CON 30 TAM 40
DES 25 APA 30 INT 35
POD 55 EDU 40 COR 55
Bonificación al daño: +1D4
Puntos de Vida: 12 Bonificación al daño: -
Puntos de Magia: 9 Movimiento: 7
Suerte: 75 Puntos de Vida: 7
Arma corta 55 % (27/11) Puntos de Magia: 11
Arma larga 30 % (15/6) Suerte: 35
Combatir (Pelea) 70 % (35/14) Armas de fuego (cortas) 35 % (17/7)
Habilidades: Callejeo 75 % (37/15), Charlata- Armas de fuego (rifle, escopeta) 30 % (15/6)
nería 80 % (40/16), Derecho 25 % (12/5), Combatir (Pelea) 40 % (20/8)
Intimidar 75 % (37/15), Juego/apuestas Nudillera 40 % (20/8) con un daño de 1D3+BD
60 % (30/12), Soborno 60 % (30/12), Tor- Habilidades: Conducir automóvil 35 %
tura 70 % (35/14). (17/7), Intimidar 25 % (12/5).

55
 - PERSONAJES NO JUGADORES Y CRIATURAS -

SERES NO MUERTOS Seres no muertos simples

Con manos de fuego Seres exactamente igual a los anteriores, pero
sin el poder de crear bolas de fuego
Seres creados por Alsophocus con cuerpos
de personas muertas. Se mueven torpemen- FUE 75 CON 80 TAM 60
te y pueden trasladarse a través de puertas DES 25 POD 5
dimensionales que su creador y amo abre y
cierra a voluntad. Su aspecto es el de seres
humanoides, casi sin pelo, con ropas des- Bonificación al daño: +1D4
garradas o totalmente desnudos y los ojos Puntos de Magia: 1
blancos pero sin ser ciegos. Sus manos son Movimiento: 5
enormes garras y sus bocas, dos filas de afi- Habilidades: Combatir con mordisco o garra
lados dientes superiores e inferiores, como 40 % (20/8) con un daño de 1D6+Bonifi-
si todos fueran colmillos. cación al daño.
Tienen el poder de hacer que se formen bo- Pérdida de Cordura: Verlo produce una pér-
las de fuego en sus manos y lanzarlas. dida de Cordura de 0/1D8.
Tan solo pueden estar en interiores o duran-
te la noche, ya que la luz del sol los afecta
convirtiéndolos en cenizas, como ocurre
Miembros o cuerpos reanimados
con algunos vampiros.
FUE 24 CON 12 DES 32
FUE 75 CON 80 TAM 60
DES 25 POD 5 Puntos de Vida: 4
Habilidades: Ataque con zarpazo, mordisco,
Bonificación al daño: +1D4 presa o golpe 50 % (daño de 1D3).
Puntos de Magia: 1
Movimiento: 5
Habilidades: Combatir con mordisco o garra
40 % (20/8) con un daño de 1D6+Bonifi-
cación al daño.
Bola de fuego: 35 % (17/7) para crearlo y
un 25 % (12/5) en Lanzar con un daño de
2D6+Bonificación al daño.
Pérdida de Cordura: Verlo produce una pér-
dida de Cordura de 0/1D8.

57
 - EL MATADERO -

CTHUANGHA Y como anteriormente se ha dicho, esta

letanía sirve asimismo para volver a enviarlo
Dios de la destrucción y maldad absoluta a su plano astral, pero siempre que se recite
estando dentro del círculo.
No se conoce ningún culto actual que dedi-
que devoción a este dios, ya que su mayor FUE 500 CON 700 TAM 800 DES 210
adorador fue precisamente Alsophocus, INT 210 POD 420 PV 260
quien no pudo llegar a invocarlo, pero que
ahora está dispuesto a hacerlo, sabiendo que Bonificación al daño: +16D6
si logra traerlo a este plano astral, Cthuan- Puntos de Magia: 84
gha le recompensará por su servidumbre Corpulencia: 17
y devoción. Piensa que junto a él tendrá el Movimiento: 20
poder absoluto. Vamos, otro adorador loco, Habilidades: Ataque de combate: Aplastar,
porque este dios es de todo menos benévo- estrujar con los tentáculos, engullir con la
lo. Es caos y destrucción. Según se dice, uno boca.
de los peores y más peligrosos dioses. Combatir: 100  % (50/20) daño 1D8+ Bonifi-
Cthuangha tiene la apariencia de un cación al daño
ser enorme, más grande que una montaña Pérdida de Cordura: Ver a Cthuangha pro-
en exteriores, pero con el poder de trans- duce una pérdida de 1D3/1D20 Puntos de
formación en recintos cerrados, donde su Cordura.
aspecto mengua a voluntad. Aun así, es un
ser amorfo, con grandes y largos brazos,
dedos en forma de tentáculos, al igual que
sus cabellos, que no son tales, sino también
una especie de tentáculos en continuo mo-
vimiento, y sus ojos, que son como cuencas
vacías, sin vida. Sus piernas son gruesas y
acabadas en pezuñas, mientras que su boca
está siempre cerrada, pero cuando la abre
parece como si se creara un gran agujero ne-
gro que absorbe y engulle todo lo que hay a
su alrededor. Emitiendo además un sonido
ensordecedor.
Se le puede invocar en un simple círculo
goético, pero con la diferencia de que, en vez
de las típicas velas negras, se deben utilizar
seis cabezas vivas (que se les haya devuelto la
vida) puestas estratégicamente alrededor de
este círculo. Después tan solo resta recitar la
letanía: «Mwlfab pywfgbtagn Gh ‘tyaflgbya
Cthuangha».

58
Investigadores
 - EL MATADERO -

CARLO (CHARLIE) MORELLI ALESSANDRA (ALEX) SORRENTINO

Soldado del Outfit de Al Capone. 32 años. Asesina a sueldo del Outfit de Al Capone. 25 años.

FUE 60 CON 45 TAM 75 FUE 70 CON 50 TAM 40

DES 65 APA 50 EDU 60 DES 55 APA 30 EDU 40
POD 55 INT 60 COR 55 POD 55 INT 55 COR 55

Bonificación al daño: +1D4 Bonificación al daño: -

Movimiento: 7 Movimiento: 8
Puntos de Vida: 12 Puntos de Vida: 9
Puntos de Magia: 11 Puntos de Magia: 11
Suerte: 40 Suerte: 35
Arma corta 60% (30/12) Armas de fuego (cortas) 55% (27/11)
Arma larga 55% (27/11) Armas de fuego (rifle, escopeta) 60% (30/12)
Combatir (Pelea) 75% (37/15) Combatir (Pelea) 60% (30/12)
Habilidades: Callejeo 75% (37/15), Derecho Porra 40% (20/8) con un daño de 1D3+BD
45% (22/9), Intimidar 75% (37/15), Jue- Habilidades: Callejeo 60% (30/12), Condu-
go/apuestas 35% (17/7), Soborno 40% cir automóvil 45% (22/9), Intimidar 55%
(20/8), Tortura 45% (22/9), Persuasión 65% (27/11).
(32/13).

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 - INVESTIGADORES -

GIUSEPPE (JOSEPH) BARONE FRANCESCA (FRANCES) MONTI

Soldado del Outfit de Al Capone. 28 años. Soldado del Outfit de Al Capone. 30 años.

FUE 55 CON 60 TAM 50 FUE 65 CON 60 TAM 70

DES 55 APA 25 EDU 45 DES 70 APA 45 EDU 50
POD 30 INT 80 COR 30 POD 35 INT 65

Bonificación al daño: - Bonificación al daño: +1D4

Movimiento: 9 Movimiento: 7
Puntos de Vida: 11 Puntos de Vida: 13
Puntos de Magia: 6 Puntos de Magia: 7
Suerte: 65 Suerte: 75
Armas de fuego (cortas) 45% (22/9) Arma corta 55% (27/11)
Armas de fuego (rifle, escopeta) 50% (25/10) Arma larga 50% (25/10)
Combatir (Pelea) 50% (25/10) Combatir (Pelea) 60% (30/12)
Nudillera 60% (30/12) con un daño de Navaja 70% (35/14) con un daño de 1D3+BD
1D3+BD Habilidades: Callejeo 70% (35/14), Charla-
Habilidades: Callejeo 65% (32/13), Conducir tanería 55% (25/10), Derecho 20% (10/4),
automóvil 65% (32/13), Intimidar 45% Intimidar 65% (32/13), Juego/apuestas
(22/9). 45% (22/9), Tortura 50% (25/10).

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Nos encontramos en Chicago, en plena ley seca. Las mafias campan a sus
anchas y los ajustes de cuentas entre bandas dejan un rastro de cadáveres y
destrucción. Los investigadores, agentes de Al Capone, están acostumbrados
a lidiar con bandas rivales. Sin embargo, cuando el último encargo de su
jefe involucra al magnate de la industria del automóvil Henry Ford, poco
imaginan que deberán enfrentarse a terrores mucho peores que caer en las
manos de un gánster enemigo. Todo conduce a un misterioso matadero y
solo ellos podrán descubrir lo que está ocurriendo.

El matadero es una aventura para La llamada de Cthlhu 7º ed.

ed. que mezcla
el misterio y la conspiración oscura de los Mitos de Cthulhu con la dura y
trepidante vida de los miembros de la mafia. Y lo hace de una forma tan
divertida como terrorífica.

PVP: 22,95€

www.shadowlands.es