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Causas
Causas internas:
1. La ley del menor esfuerzo o ley de la economía fisiológica que relaja y desgasta el
sistema. Por ejemplo: la m final latina se perdía en la pronunciación de Plauto, y no se
escribe en el sepulcro de los Escipiones. En el habla vulgar, la pérdida se hizo general; así,
caballum dio en romance caballo y novem dio nuevo.
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2. La necesidad de ser comprendido que crea diferenciaciones para mantener o
reforzar la claridad del signo. Esta tendencia, en oposición a la ley del menor esfuerzo,
permite que se mantenga el sistema como medio de comunicación, impidiendo así su
destrucción. Por ejemplo: la m final latina que se perdió en la lengua romance, solo se
mantiene en los monosílabos para reforzar su debilidad fonética, y aún se sigue
pronunciando en español convertida en n: quem/quien; cum/con, tam/tan, entre otros
1. La imitación del individuo y de grupos humanos que son vistos como modelos en
cada momento. Ejemplo: durante la Ëpoca de Oro, Góngora, que había sido educado en
un ambiente de humanistas y eruditos, introduce en su obra palabras del latín y del griego
ajustándola a la naturaleza del castellano, y así influyó poderosamente en toda la poesía
del siglo XVII.
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Causas externas
Por ser la lengua una institución social, o sea, usada por la sociedad, se ve sometida a
influencias que la propia sociedad le trasmite. De ahí que los cambios lingüísticos también
sean motivados por causas externas, ya sean por cambios políticos, sociales o económicos
que se hayan producido o por la mutua influencia de las lenguas. Entre las causas externas
de los cambios lingüísticos, un factor importante lo constituye la interferencia entre
sistemas lingüísticos, que se produce tanto en el plano de la expresión como en el
contenido.
CONCLUSIÓN:
Es necesario que la lengua cambie para que pueda seguir funcionando como tal, para
que pueda satisfacer las nuevas necesidades que la sociedad plantea, pues de no ser así,
se produciría un rompimiento en las relaciones sociolingüísticas y los hombres no podrían
comunicarse entre sí. La lengua tiene carácter social, por lo que no pueden concebirse
unas condiciones sociales cambiantes y una lengua inmóvil, porque esto provocaría un
rompimiento de las relaciones entre ambas, con la consiguiente pérdida de la función
comunicativa de la lengua.
La lengua no debe ser entendida como algo hecho, terminado, sino como un continuo
“hacer”, como algo cambiante. Se manifiesta principalmente esto, a través de las nuevas
creaciones: formación de vocablos o sintagmas para designar nuevos conceptos o nuevos
objetos, creaciones del lenguaje administrativo, cultismos nuevos de los lenguajes
técnicos. También deben incluirse aquí la aparición de palabras o sintagmas por razones
emocionales o expresivas. El lenguaje se usa, y cambia, ya sea en el aspecto fonético, en
las categorías gramaticales o en la significación de las palabras.