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Fabulas

El deseo del pastor


Érase una vez un pastor que se encargaba de cuidar
una manada de bueyes. Un día se extravió un ternero
y él desesperado salió en su búsqueda recorriendo los
alrededores, pero nada, no pudo hallarlo. Tanta era la
angustia por la pérdida de este ternerito que le
prometió a Zeus que si le decía quién era el
responsable sacrificaría un cabrito en su nombre.
El pastor continuó buscando y encontró a un león
comiéndose a su ternerito. Cuando vio quien era el responsable de esto se asustó
muchísimo y levantó las manos exclamando:
– ¡Gran Zeus, sé que antes te he pedido que me muestres al ladrón a cambio de
un ternerito; pero ahora te pido que me ayudes a escapar de este león y te
prometo sacrificar un toro!
Moraleja: Los problemas tienen soluciones pero siempre ten presente que al
encontrarle, puedes estar encontrando el siguiente problema.

Los sueños de una lechera


Había una vez una joven, hija de un granjero que iba al
pueblo a vender leche, y mientras trasladaba la vasija llena
de leche, planificaba su futuro.
– Cuando termine de vender toda la leche, invertiré el
dinero en trescientos huevos. De estos una parte no va a
nacer, pero de seguro que al menos 200 pollo tendré.
Cada pollo podrá ser vendido a precios altos ya que para
la época para la que estén listos los precios en el mercado habrán subido. Si logro
esto tendré el dinero necesario para comprarme un vestido de fiesta muy bello con
el que podré asistir causando sensación. Al asistir a los bailes tan hermosa lograré
que todos los jóvenes me pretendan, pudiendo yo valorar a cada uno de los
presentes.
De repente tropezó con una piedra y cayó al suelo junto con el recipiente de leche
el cual se derramó completamente, destruyéndose también cada uno de los
planes que había hecho.
Moraleja: No debes desear tener una fortuna mayor pues nada de lo que tengas
te parecerá suficiente. No pienses en el futuro sin antes
haber asegurado tu presente pues solo así tu futuro
tendrá resultados.
La gran idea del pescador egoísta
Este era un hombre que ya estaba harto de no poder conseguir pescado para
poder vivir un poco más cómodo que antes, y es por esto que decidió poner en
práctica un nuevo sistema que hace solo algunos días había inventado.
Lo que pretendía era emplear redes que al ubicarlas en el rio se impidiera que el
agua las atravesara y de este modo el rio se quedaría sin corriente que les
facilitaba el escape a los peces. Además el toque final del invento consistía en una
cuerda de cáñamo que estaba sujeta a uno de los extremos y de la que colgaba
una piedra con la que se iba golpeando el agua. Mientras esto sucedía aquel
hombre pensaba:
– Con esta idea lograré que los peces tengan tantas ganas de escapar que
acudan directamente a mi trampa.
Un pescador que pasaba por el lugar, al ver lo que estaba haciendo, muy molesto
le dijo:
– ¿No te das cuenta que con esto el agua que recibimos en el pueblo está llena de
fango porque no dejas de ensuciar el agua del río?
– Mil disculpas, me apena mucho saber que esto los molestara, pero es que esta
es la única forma que tengo de alimentarme y salir de una vez de esta pobreza –
dijo el pescador desesperado.
Moraleja: Tus objetivos en la vida son importantes pero nunca lo hagas
perjudicando a los demás.

El fracaso de los tres bueyes


Érase una vez tres bueyes que pastaban juntos y que
siempre permanecían muy juntos. Durante varios días
un león se mantuvo observándolos con el propósito de
devorarlo pero siempre sentía un poco de miedo porque
al nunca separarse los tres bueyes, lo ponía en
desventaja si llegaba a luchar en contra de los tres.
Muy inteligente el león creo una estrategia basada en
mentiras y patrañas con el objetivo de lograr destruir esa
unión entre los tres bueyes. Una vez que logró su objetivo pudo separarlos y así
comerse a cada uno de forma independiente.
Moraleja: Nunca permitas que nadie destruya la unidad que tengas con tus
amigos y familia porque solo de ese modo serás más fácil de hacer daño.

El cuervo y el zorro
Había una vez un cuervo que descansaba en un árbol, tras haber
logrado robar un queso de la ventana de una casa.
Cerca caminaba un zorro que olió el fuerte aroma, vio al cuervo y le dijo:
-¡Hola! Qué buen día hace, además tu plumaje es muy bonito. Le queda muy bien.
El cuervo se sintió muy bien con lo que le dijo el zorro. Le entraron ganas de
cantar para celebrarlo, abrió el pico, pero entonces dejó caer el queso.
El zorro, sonriendo, corrió hacia el queso y lo atrapó con la boca antes de caer al
suelo.
Moraleja: presta atención cuando alguien te dice cosas bonitas. Puede que sea
por interés.

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