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Anécdota de un viaje

Cuando viajaba a la Capital, a mi prima le dio una crisis


nerviosa y fue súper complicado hacer que se montara en el
bus.
Estaba temblando, decía que no quería subir al bus y lloraba,
se sentía muy mal.
Por ese retraso, perdimos el bus, así que tomamos un carro
particular, y tuve que viajar con un señor totalmente
desconocido.
Afortunadamente, mi prima se calmó luego de un rato, y el
señor resultó ser agradable, así que fue un viaje tranquilo
después de todo.

Anécdota sobre mi primer recital de poesía


La primera vez que participé en un recital de poesía, estaba muy
nerviosa, pero mi amigo se dio cuenta y me contó una anécdota sobre
los ensayos para el recital.
Luego de eso, platicamos un poco y me regaló un batido, eso me
subió el ánimo y me ayudó a calmar los nervios.
El recital fue sobre poemas de Neruda, resultó un éxito, al público le
encantó nuestra presentación y nos aplaudieron.
Al final, debo agradecerle a mi amigo por ayudarme a recobrar la
confianza, valió la pena, fue un hermoso recital.
La ratita blanca
El hada soberana de las cumbres invitó un día a todas las hadas de
las nieves a una fiesta en su palacio. Todas acudieron envueltas en
sus capas de armiño y guiando sus carrozas de escarcha. Sin
embargo, una de ellas, Alba, al oír llorar a unos niños que vivían
en una solitaria cabaña, se detuvo en el camino. El hada entró en
la pobre casa y encendió la chimenea. Los niños, calentándose
junto a las llamas, le contaron que sus padres hablan ido a trabajar
a la ciudad y mientras tanto, se morían de frío y miedo.
– “Me quedaré con vosotros hasta que vuestros padres regresen”,
prometió.
Y así lo hizo, pero a la hora de marcharse, nerviosa por el castigo que podía imponerle su
soberana por la tardanza, olvidó la varita mágica en el interior de la cabaña.
El hada de las cumbres miró con enojo a Alba.
– “¿No solo te presentas tarde, sino que además lo haces sin tu varita? ¡Mereces un buen
castigo!”.
Las demás hadas defendieron a su compañera en desgracia.
– “Sabemos que Alba no ha llegado temprano y ha olvidado su varita. Ha faltado, sí, pero por su
buen corazón, el castigo no puede ser eterno. Te pedimos que el castigo solo dure cien años,
durante los cuales vagara por el mundo convertida en una ratita blanca”.
Así que si veis por casualidad a una ratita muy linda y de blancura deslumbrante, sabed que es
Alba, nuestra hadita, que todavía no ha cumplido su castigo.
La cigüeña María
Érase una vez una joven pero valiente cigüeña que, pese a su
juventud, se aventuró a emprender un largo viaje y cumplir
con su primera tarea, llevar a una preciosa niña a los brazos
de su mamá.
Preparó todo para tan atrevida aventura, y una mañana
empezó un largo camino desde los cálidos vientos del sur
hacia los fríos de las estepas rusas. Vivió toda clase de
aventuras, le sorprendieron tormentas, nieves e incluso un
feroz ataque de una águila que, confundida, no llegó a
comprender la hermosa labor que había comenzado la joven
cigüeña.
Pese a todo, y ya malherida y tiritando de frío, vio las heladas aguas del río Volga, y en
vertiginoso descenso, puso a la niña en el dulce regazo de un moisés que pese a su humildad,
sería un cálido lugar donde mecerla y dejarla a los cuidados de su mamá.
Tras un breve descanso, y sintiéndose en una tierra extraña, emprendió el largo viaje de vuelta
hacia su hogar, una antigua torre donde en un hermoso nido le esperaba su familia, la que se
sentiría orgullosa de a pesas de su tierna juventud, haber terminado con éxito la bella labor para
que las cigüeñas habían sido creadas.
Así, repetidamente, cumpliría con otros viajes a alejadas partes del mundo donde madres y
padres esperaban la deseada llegada de sus bebés. Se sentía orgullosa con la tarea que la
naturaleza le había concedido, aunque con tristeza escuchaba a veces las viejas historias que
cigüeñas más experimentadas contaban de bebés que no siempre eran felices en los lugares
donde con tanta ilusión los habían dejado.
Uga la tortuga
- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta
constantemente Uga, la tortuga.
Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la
última en acabar sus tareas, casi nunca consigue
premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
- ¡Esto tiene que cambiar!,- se propuso un buen día,
harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran
por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar
actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas
caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban
los calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor
es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea - dijo una hormiguita - Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el
trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues
siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo.
Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si
lo hubieras logrado alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y
la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te
aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me
ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga la tortuga se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era
consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino
acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN
Adivinanzas
El roer es mi trabajo, el queso mi aperitivo y el gato siempre será mi más temido
enemigo. ¿Quién soy?
R// Ratón

Por un camino de hierro voy corriendo muy veloz, doy un fuerte


silbido cuando llego a la estación. ¿Quién soy?
R// El tren

Caminar es su destino y, yendo de casa en casa, de su valija de cuero saca


paquetes y cartas.
R// El cartero

Preparo ricos manjares, mi lugar es la cocina de restaurantes y hoteles. ¿Veamos


quién lo adivina?
R// El cocinero

Tiene ojos y no ve, tiene agua y no la bebe, tiene carne y no la come, tiene barba
y no es hombre. ¿Qué es?
R// El Coco
Trabalenguas
Cosas de querer
Cómo quieres que te quiera,
si el que quiero no me quiere,
no me quiere como quiero que me quiera.

El perro de San Roque


El perro de San Roque no tiene rabo
porque Ramón Ramírez se lo ha cortado.
Y al perro de Ramón Ramírez, ¿quién el rabo le ha cortado?

El rey de Constantinopla
El rey de Constantinopla esta constantinoplizado.
Consta que Constanza, no lo pudo desconstantinoplizar.
El desconstantinoplizador que desconstantinoplizare al rey de Constantinopla,
buen desconstantinoplizador será.

Capas
El que compra pocas capas,
pocas capas paga,
como yo compré pocas capas,
pocas capas pago.
 
María Chuzena
María Chuzena su choza techaba,
y un techador que por ahí pasaba le dijo:
-María Chuzena, ¿tú techas tu choza o techas la ajena?
-No techo mi choza ni techo la ajena.
Cantos de cuna
Estrellita dónde estás
Estrellita dónde estás
Me pregunto quién serás,
En el cielo o en el mar
Un diamante de verdad.

Estrellita dónde estás


Me pregunto quién serás.

Cuando el sol se ha ido ya


Cuando nada brilla más
Tu nos muestras tu brillar
Brillas, brillas sin parar.

Estrellita dónde estás


Me pregunto quién serás.

Estrellita dónde estás


Me pregunto quién serás,
En el cielo o en el mar
Un diamante de verdad.

Estrellita dónde estás


Me pregunto quién serás.

A la nanita, nana
A la nanita nana, nanita ella, nanita ella
Mi niño tiene sueño, bendito sea, bendito sea
A la nanita nana, nanita ella, nanita ella
Mi niño tiene sueño, bendito sea, bendito sea.

Fuentecita que corre clara y sonora


Ruiseñor que en la selva cantando llora
Calla mientras la cuna se balancea

A la nanita nana, nanita ella.


A la nanita nana, nanita ella, nanita ella
Mi niño tiene sueño, bendito sea, bendito sea

A la nanita nana, nanita ella, nanita ella


Mi niño tiene sueño, bendito sea, bendito sea.

Fuentecita que corre clara y sonora


Ruiseñor que en la selva cantando llora
Calla mientras la cuna se balancea
A la nanita nana, nanita ella.
Calla pequeño

Duerme pequeño, no tengas temor


Mamá te va a buscar un ruiseñor
Si su canto no te suena placentero
Mamá te comprará un sonajero.

Y si el sonajero no suena bien


Mamá te mecerá en un vaivén
Y si te cansas del achuchón
Mamá te va a buscar un acordeón.

Cuando el acordeón ya no se escuche


Papá te traerá un perrito de peluche
Y si el perrito no sabe ladrar
Un carro y chupete, papá te va a comprar.

Y si no quieres el carro ni el chupete


Papá te va a traer un lindo juguete.

Duerme pequeño, no tengas temor


Que mamá te canta una nana con amor.

Trabalenguas

Tengo una gallina pinta, pipiripinta, pipirialegre y gorda, que tiene tres pollitos
pintos, pipiripintos, pipirialegres y gordos. Si la gallina no hubiera sido pinta
pipiripinta, pipirialegre y gorda; los pollitos no hubieran sido pintos,
pipiripintos, pipirialegres y gordos.

Pablito clavó un clavito en la calva de un calvito. Un clavito clavó Pablito en


la calva de un calvito. ¿Qué clavito clavó Pablito?

Me han dicho un dicho, que dicen que he dicho yo. Ese dicho está mal
dicho, pues si yo lo hubiera dicho, estaría mejor dicho, que ese dicho
que dicen que algún día dije yo.
Pepe pide pipas y Pepe pide papas. Pudo Pepe pelar pipas, pero no pudo
Pepe pelar papas. Porque las papas de Pepe no eran papas, eran pepinos.
¡Pepe metió la pata!

Hugo tuvo un tubo, pero el tubo que tuvo se le rompió. Para recuperar el tubo
que tuvo, tuvo que comprar un tubo igual al tubo que tuvo.

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