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Comisión de Salud
Para contextualizar, esta patología señalada esta descrita como una enfermedad
crónica que impacta de manera notable en la calidad de vida del paciente puesto que
confluyen tres síntomas muy invalidantes, como son el vértigo, la hipoacusia o sordera
y los acufenos. En sus síntomas se caracteriza por aumento de presión en uno u ambos
oídos, esto por un incremento de volumen de la endolinfa, con distensión en todo el
sistema endolinfático. El vértigo en sí, afecta principalmente a personas de entre 40 y
60 años aproximadamente y, más también.
Al momento de la crisis el paciente suele estar erguido (de pie o sentado), aprecia una
sensación de malestar, inestabilidad, confusión, bostezo o ganas de bostezar,
disminución de visión o escotomas, acufenos, náuseas, vómitos, palidez, sudoración.
Estos síntomas, en ocasiones pueden dar tiempo, para que el paciente se siente o
acueste, evitando así caídas bruscas que suelen originar lesiones graves, en general.
Por otro lado, también existen periodos intercrisis, de tiempo variable, en los que se
recomienda al paciente seguir un tratamiento de mantenimiento, tal como la
restricción de la sal, para controlar la presión del oído interno, y/o la toma de
diuréticos, además de reducir el estrés y la cafeína, así como evitar el consumo de
alcohol o el tabaco.
La persona presenta sintomatología descrita como campanilleo en los oídos
(acufenos). Los acufenos son la percepción de un campanilleo, un zumbido, un rugido
o un silbido en el oído. En sí, estas son alucinaciones acústicas.
Además, se presenta sensación de que el oído está tapado (pleno). Las personas con la
enfermedad de Ménière a menudo sienten presión en el oído afectado (congestión
auditiva).
Se describe que los factores que afectan el líquido, que contribuyen la enfermedad de
Ménière, incluyen:
Drenaje inadecuado del líquido, tal vez debido a una obstrucción o anormalidad
anatómica.
Infección viral
Predisposición genética
Es necesario destacar que esta enfermedad tiene otras formas de presentación como
parte de ella que son: la Crisis otolíca de Tumarkin y Crisis de Lermoyez, ambas son
parte de esta enfermedad.
En su diagnóstico se debe considerar también una serie de factores, tales como los
genéticos. “Se sabe que el síndrome de Menière tiene una agregación familiar del 10%.
Por otro lado, se ha observado una vinculación con enfermedades como la artritis, la
psoriasis o la migraña”.
Por otra parte, la medicación es de alto costo y por tiempos prolongados, lo que hace
imposible a veces costear esto, los exámenes que piden para el diagnóstico también
son todos de alto costo, además como las crisis son repentinas y bruscas son de alto
riesgo y a veces fatales, lo primero que se pide es una Resonancia Nuclear, pruebas
auditivas y vestibulares, VHIT, prueba movimiento ocular exámenes de sangre, etc.
Con esta presentación necesitamos y deseamos exponer que si bien hay numerosos
publicaciones y reportes nacionales y extranjeros sobre la enfermedad de Meniére, sus
variantes y consecuencias, no existe registros estadísticos específicos de esta patología
en DEIS del Minsal, que puedan aportar los datos de su prevalencia e incidencia.
Sin otro particular y esperando la mejor acogida de esta comisión, les envió el nombre
de la presidenta de esta Asociación.
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