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Contenido

• ¿Qué es la disciplina positiva?


• Rutinas
• ¿Qué beneficios aportan las rutinas a nuestros hijos de alta demanda?
• ¿Cómo crear una tabla de rutinas?
• Límites y normas
• ¿Por qué los niños desobedecen ciertos límites y normas?
• ¿Cómo facilitar el cumplimiento de los límites y normas?
• Clasificación de las normas
• Pautas para establecer normas en la familia
• Pasos para establecer normas y límites a tu hijo de alta demanda
• Consecuencias naturales
• Consecuencias lógicas
• Castigo
• Enfoque en soluciones
• Preguntas de curiosidad
¿Qué es la disciplina positiva?
La disciplina positiva es un modelo educativo que sirve para comprender el comportamiento de los
niños y adolescentes y la forma de afrontar su forma de ser para acompañarlos durante su desarrollo
evolutivo de forma positiva, afectiva, firme y respetuosa tanto para los padres como para los hijos.
Para conseguir este objetivo se basa en la comunicación activa, el amor, la comprensión y la empatía,
elementos que son utilizados incluso cuando el comportamiento del niños o adolescente no es el
adecuado, para conducirlo con respeto y sin luchas de poder de un modo que siempre sea positivo
y que no dañe su autoestima.

Este enfoque se basa en el respeto mutuo y la colaboración, para enseñar al niño y adolescente
competencias y habilidades para la vida, y no incluye ni el control autoritario excesivo ni tampoco la
permisividad.

Hay 5 criterios para tener en cuenta al aplicar la Disciplina Positiva, que son los siguientes:

1. Ayuda al niño a sentirse CONECTADO


2. Es AMABLE y FIRME al mismo tiempo
3. Es efectiva a LARGO PLAZO
4. Enseña HABILIDADES para la vida: sociales, emocionales y cognitivas
5. Invita al niño a descubrir sus CAPACIDADES.

Es muy importante la actitud de los padres que utilizan disciplina positiva como modelo educativo
ya que esta es favorable para el desarrollo del niño porque enseña autodisciplina, responsabilidad,
cooperación y solución de problemas.

Las rutinas, límites y normas son los hábitos y valores que se aprenden a lo largo de la vida que
rigen el comportamiento del ser humano e indican si este es adecuado o no.

Durante el desarrollo de cada persona, sobre todo en la infancia, son los padres quienes se ocupan
de implantar en sus hijos ciertos hábitos, límites y normas para mantener el equilibrio y fomentar la
confianza y la autonomía de sus hijos siguiendo un modelo de crianza adecuado.

Las normas y los límites son importantes para desarrollar hábitos y conductas adecuadas a su edad,
igual como para sentirse guiados en su crecimiento personal, también sirven para desarrollar
sentimientos de pertenencia a la unión familiar y social y para desarrollar sentimientos de autoestima
cuando logran conseguir las metas que las normas o límites les presentan. También para desarrollar
el autocontrol y la autorregulación de las emociones.

Algunas veces, a los padres les cuesta poner normas y límites a sus hijos de alta demanda por
varias razones; primeramente porque no desean que se decepcionen o se frustren ante ciertas
situaciones, piensan que ya tendrán suficientes situaciones decepcionantes y frustrantes en la vida
de adultos que les llegarán por sí solas, por otro lado no quieren mostrarse demasiado autoritarios
y educarlos con los modelos de crianza con los que antiguamente se educaba a los niños imponiendo
la autoridad a la fuerza, sin razonamientos y sin querer, pasan de un extremo al otro y se convierten
en padres demasiado permisivos, además tienen cierto miedo de entrar en conflicto con su hijo, la
tensión psicológica que provocan las luchas de poder y las disputas dificultan a veces la imposición
de los límites y las normas y se sienten agotados y estresados y hasta culpables para interponer
ciertos límites y simplemente prefieren ceder ante un berrinche para no tener que afrontar la situación
y esquivar el conflicto de forma rápida.

Pero para educar correctamente a nuestros hijos AD necesitamos pasar por un proceso que requiere
tiempo, esfuerzo, afecto, firmeza, rutinas, normas y límites. Nuestros hijos deben saber que hay
conductas que están permitidas y otras que no lo están y hay que enseñarles también que ciertas
actitudes tienen consecuencias y que se debe de asumir la responsabilidad por cada una de nuestras
acciones, es decir es imprescindible que como padres les enseñemos que hay ciertos límites y
normas que se han de cumplir, lo importante es que la forma de hacerlo ha de ser respetuosa, con
cariño y firmeza al mismo tiempo.
Apartado 1 Las rutinas.
La tabla de rutinas es una herramienta muy eficaz que facilita la convivencia familiar e inculca hábitos
saludables en los niños. Se trata de hacer una secuencia de imágenes (o dibujos) ordenadas por
horarios de forma que se pueda ver todo lo que se va a realizar durante el día; lavarse los dientes,
ponerse el pijama, cenar, etc.

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¿Qué beneficios aportan las rutinas a los niños de alta demanda?
• Los niños de alta demanda necesitan orden mental, estructura externa y seguridad, son
niños que ante un cambio de planes o un ambiente desestructurado tienen un
comportamiento más intensificado ya que son niños altamente emotivos.
• Los hábitos del sueño nocturno son imprescindibles para el niño de alta demanda, crear
una rutina nocturna sana para que el niño pueda regular su reloj biológico al someterlo a
situaciones repetidas lo que ayuda al niño a conciliar mejor el sueño y a no tener tantos
despertares nocturnos.
• Ayudan a la comunicación y al desarrollo emocional, ya que el niño puede prevenir las
acciones y desenvolverse con regularidad sin sorpresas ni situaciones inesperadas que le
exalten.
• Contribuyen a que comprendan los ritmos vitales.
• Fomentan su autonomía, su autoestima y seguridad ya que el niño no depende de los
padres si no de sí mismos ya que solamente tiene que mirar la tabla para realizar las cosas
que tocan.
• Evitan y previenen conflictos en casa eliminando las luchas de poder entre padres e hijo
¿Cómo crear una tabla de rutinas?
La creación de la tabla de rutinas se debe hacer CON tu hijo, es una actividad manual para hacer en
familia, con materiales varios como cartulinas, dibujos, fotografías, a los niños les gusta mucho poner
sus propias fotografías de las acciones que se realizan, por ejemplo, si con anterioridad habéis hecho
las fotografías podéis crear la tabla de rutinas según el horario establecido pegando en una cartulina
las fotografías de tu hijo. A la hora del desayuno una fotografía desayunando, cuando se lava los
dientes una fotografía lavándose los dientes, cuando recoge los juguetes, una recogiendo los
juguetes, y así sucesivamente.

Es decir, para crear la tabla de rutinas debemos sentarnos con nuestro hijo coger el material que
vayamos a utilizar y explicarle que vamos a crear juntos una tabla de rutinas que nos va a ayudar a
recordar qué cosas tenemos que hacer diariamente para que no las tengamos que estar repitiendo
cada día.

Para crear esta tabla, debemos involucrar al niño, hacerle partícipe y protagonista, primeramente,
para saber las tareas que debemos apuntar en la tabla de rutinas diremos a nuestro hijo que nos
diga todas las cosas que se hacen durante el día, para hacer una lista desordenada de cosas, una
lluvia de ideas que apuntaremos en un papel para luego ordenarlo en la tabla de rutinas por horas.

Luego juntamente con nuestro hijo ordenaremos la lista según el horario, es decir, pactaremos con
nuestro hijo cuando se va haciendo cada cosa, por ejemplo: ¿Hijo que prefieres hacer primero lavarte
los dientes o ponerte el pijama? de este modo se le ofrece poder de decisión y se validan sus
emociones, al mismo tiempo se le responsabiliza de las tareas, se le otorga autonomía,
autoconfianza y le aumenta la seguridad y autoestima. A parte de ello cuando se involucra al niño
en la toma de decisiones y en el pacto de las rutinas es más fácil que luego deseen cumplirlas ya
que son rutinas que han propuesto por sí mismos.

Una vez esté construida la tabla de rutinas se debe colgar en algún lugar visible para poder seguir
la secuencia cada día, debemos tener en cuenta que las cosas necesitan de un proceso de
adaptación y que es posible que el cumplimiento de la rutina no sea al 100% efectivo desde el
primer día deberemos de acompañar a nuestro hijo para que lentamente vaya adoptando el hábito
de mirar la tabla de rutina para establecer los ritmos pactados en ella.

Es muy positivo reforzar el comportamiento de nuestro hijo con el cumplimiento de la rutina y validar
sus emociones. Es decir, alabar y tener en cuenta todos aquellos comportamientos que va
adquiriendo según la rutina, para fomentar su motivación a la realización de las rutinas y aumentar
su autoestima y compromiso.
Apartado 2 Límites y normas

Los niños de alta demanda suelen ser niños muy testarudos y a veces bastante desafiantes, nos
encontramos muchas veces con niños que tienen una mentalidad muy inflexible y que se rebelan en
algunos casos ante los padres, es importante insistir en la firmeza al aplicar las normas y los límites
siempre con afecto y respeto. A medio plazo el niño AD se adaptará y comprenderá que sus
comportamientos conflictivos no dan los resultados que él espera y se sentirá motivado a cambiarlos
por comprender que no son la solución para conseguir sus objetivos.

A medida que van evolucionando y desarrollándose van adquiriendo habilidades y capacidades


emocionales y gestionando mejor sus impulsos por lo que los niños de alta demanda cuando llegan
a la edad de los 4 años y medio suelen tener emocionalmente más control de sus rabietas y tienen
un razonamiento más lógico que les capacita para poder conversar y comunicarse de forma más
efectiva y aunque siguen teniendo una mente muy testaruda con unos ideales muy fijados y
cabezotas los padres pueden llegar a realizar negociaciones con sus hijos AD a estas edades y
cumplir con ciertos pactos, estableciendo así normas y límites. Hasta esta edad es cierto que muchos
niños de alta demanda suelen tener un comportamiento bastante emocional y muchas veces su
temperamento característico con su alta intensidad conlleva que su crianza se dificulte ya que puede
ser que reaccionen oponiéndose a cumplir las normas y los límites del hogar y desafiando
continuamente a los padres.

Por todo esto debemos destacar que los niños están más implicados en cumplir las normas cuando
ellos han ayudado a establecerlas, por este motivo es positivo pactar conjuntamente las normas y
los límites con ellos, es decir, hacer una reunión familiar y empezar a pactar y consensuar las normas
dando opción a nuestros hijos de que ellos tengan derecho a opinar y decidir. Además, realizar esto
conlleva que aprendan a tomar decisiones y que se hagan cargo de sus propias consecuencias,
haciéndose responsables y regulando sus emociones.

Como padres debemos recordar no humillar ni criticar al niño y cuidar nuestro lenguaje ya que esto
podría ofender a nuestro hijo por su alta sensibilidad. También es importante motivar y empatizar
con él asegurándonos que los mensajes y la comunicación que efectuamos con nuestro hijo es la
correcta, clara, concisa, con afecto y respeto. Otro punto importante es siempre potenciar su
autonomía e independencia, es decir, no hacer nada por él que pueda hacer por sí mismo, esto
aumenta su autoestima y le ayuda a validarse y capacitarse para la vida.

Los límites si bien oprimen también proporcionan autocontrol, protección, seguridad y son una
demostración de amor de los padres hacia los hijos.
¿Por qué, los niños a veces desobedecen ciertas normas o límites?
Hay cuatro tipos de causas por las que un niño puede desobedecer los límites que se han pactado
en el hogar.

Por llamar la atención

Muchos niños necesitan la atención de sus padres, pero no la reciben porque están realizando
infinidad de tareas en su vida diaria y restan importancia a las demandas de su hijo. A consecuencia
de esto el niño reacciona con comportamientos de rebeldía o confrontación hacia los padres o
desobedeciendo los límites y normas pactados para llamar la atención y ser escuchado.

Por no pactar límites claros y concisos

Aunque los límites o normas estén pactados, si éstos no tienen fundamento, son confusos o
dudosos, o bien son límites variables, es decir, que un día hemos accedido a realizar y otro día no,
los niños se desorientan y saben que con una discusión o un enfado es posible que los padres
accedan a su pedido ya que ese límite no es justificable ni razonable.

Cuando no existen los límites claros

Cuando los límites no están establecidos casi todo está permitido por lo que el niño está
desprotegido y tiene la responsabilidad de tomar todas las decisiones por sí mismo y acogerse a
sus propias consecuencias, los padres no hacen de guía ni acompañan a su hijo porque algunas
veces se quiere dar la libertad al niño para que tome las decisiones por sí mismo, pero se debe de
tener en cuenta que hay ciertas decisiones que solo se pueden tomar en determinadas edades, por
lo que es positivo guiar a nuestros hijos para que ellos no se sientan perdidos.

Cuando hay un exceso de límites

El niño se rebela como producto de un exceso de límites. Cuando los límites son muy rígidos, en
donde "casi todo" está prohibido, la desobediencia lleva una marca de rebeldía. Ante estos límites
rígidos los niños pueden responder con la desobediencia constante. En esta etapa, el hijo percibe
cualquier norma como represiva de su libertad, cualquier límite como un muro a atravesar, como un
reto. Es importante negociar los límites y las normas, y comunicarnos con nuestros hijos y no
imponer de forma autoritaria nuestras decisiones a la fuerza.

Con la disciplina positiva la convivencia es más fácil y el niño se desarrolla con la autoestima más
alta, con mayor autonomía y en general el ambiente familiar mejora.
¿Cómo facilitar el cumplimiento de las normas y límites?
Para facilitar el cumplimiento de las normas que pactamos en la familia debemos tener en cuenta
que las normas deben ser:

Realistas: las normas han de ser realizables y estar adecuadas a la edad, habilidades y grado de
maduración de los hijos.

Claras: las normas han de ser comprendidas por los hijos para poder ser cumplidas.
Los hijos deben conocer tanto las consecuencias como las normas a realizar, o sea lo que se espera
de ellos para poder cumplir el límite o la norma.

Consistentes: las normas no deben variar tanto si cambia el estado de ánimo como si se está en
presencia de otras personas o se cambia el ambiente exterior o las ocupaciones del momento.

Coherentes: las normas han de ser coherentes entre sí.

Las normas se clasifican de la siguiente manera:


Fundamentales: Son normas muy claras y concisas y suelen ser pocas, muy poco variables y de
cumplimiento obligado e innegociable ya que son básicas.
Ejemplo: Agresiones entre hermanos, respeto, no insultar, no pegar, no robar, no morder, cosas etc.

Importantes: Deben ser poco numerosas y muy claras, pero son más variables en función de las
circunstancias. Su cumplimiento debería ser inevitable, pero algunos aspectos pueden negociarse.

Ejemplo: Hora de llegada a casa, en días de clase o las vísperas de fiesta, hora de comer, tareas
domésticas, etc.

Secundarias: Son las que regulan los aspectos más eventuales de la vida diaria. En muchas ocasiones
pueden negociarse sin afectar el funcionamiento familiar.

Ejemplo: Hacer la cama todos los días, usar la televisión, no dejar ropa en el suelo, recoger la mesa,
la forma de vestir, decoración de la habitación, etc.

Pautas para establecer las normas en familia


• ¿Cuál es la actitud que queremos trabajar con nuestro hijo de alta demanda?
• ¿Cuál es el comportamiento correcto que debe tener nuestro hijo para cumplir la norma o límite?
¿Cuál es el comportamiento incorrecto que debe tener nuestro hijo para incumplir la norma o límite?
• ¿A partir de qué momento empieza a tener efecto la norma, es decir desde qué momento se
aplicarán las consecuencias lógicas? (En el apartado 4 de este documento se explicarán las
consecuencias lógicas)
• ¿Si se incumple la norma o límite cuándo se aplicarán las consecuencias?
• ¿Cuáles son las consecuencias del incumplimiento?

Es muy importante encontrar un momento de calma para poder conversar con nuestro hijo y pactar
las normas y límites y que todo quede bien establecido, si es preciso se puede redactar por escrito
o en una pizarra, se puede hacer parecido al modo que hemos realizado la tabla de rutinas.

Para que nuestros hijos de alta demanda acepten correctamente las normas y límites establecidos y
pactados debemos fomentar su responsabilidad, su conciencia e interiorización en cuanto a las
obligaciones y compromisos a los que se involucran, así como a la capacidad para responder a las
consecuencias de las acciones de los actos que realizan. Las normas son para toda la familia, no
solamente para nuestro hijo, todos los miembros deben cumplirlas.

Pasos para pautar normas y límites a tu hijo de alta demanda:


Primer paso:

Observación
Como padres debemos observar el comportamiento de nuestro hijo y ver qué es lo que más nos
preocupa, por ejemplo, el hecho de que siempre se muestra desafiante y rebelde hacia nosotros y
nos haya perdido el respeto y su testarudez implique que confronte continuamente todo lo que le
decimos. Entonces es cuando como padres debemos pactar una norma con nuestro hijo sobre este
tema, priorizando las normas que sean más importantes de realizar para que tampoco haya muchas
normas en el hogar y no se convierta en un modelo demasiado rígido, debe ser algo que sea realista
y cumplible y esté acorde con su edad y sus capacidades.

Segundo paso:

Planificación
Se trata de saber cómo vamos a pactar la norma con nuestro hijo, de buscar un momento idóneo
en que estemos en calma y podamos conversar con él y negociar la norma y la consecuencia de la
norma, explicándole, como ya hemos comentado en los puntos anteriores, las razones de la
aplicación de la norma. Las normas se pueden negociar y pactar de forma verbal o bien por escrito
y colgarlo en algún sitio visible.

Tercer paso:

Pactar e iniciar
Es importante que escuchemos a nuestro hijo en el momento de negociar la norma y las
consecuencias de la norma, para que él se sienta partícipe de la implantación de dicha norma y
facilitemos el cumplimiento de la misma, es posible que nos solicite una consecuencia positiva en
caso de cumplir la norma de forma correcta, no es incorrecto poder conceder esta petición, siempre
y cuando no sean cosas materiales y nos parezcan refuerzos positivos razonables. Es importante
que las consecuencias se cumplan de forma rápida después del cumplimiento o incumplimiento de
la norma, es decir que no pase mucho tiempo, porque si no pierde el sentido de ser una relación
con la norma.

Es positivo cuadrar cuando se va a revisar el acuerdo con antelación y se debe tener en cuenta que
si la norma es del tipo “fundamental” debe ser cumplida por todos los miembros de la familia por lo
que como padres debemos dar ejemplo a nuestros hijos.

Una vez hemos pactado con nuestro hijo AD las rutinas, normas y límites es hora de llevarlo a cabo.

Cambiar el comportamiento de los niños y hacer que se habitúen a una rutina es un proceso lento
que no se hace de un dio para otro, no es de sentido común esperar que desde el primer día
cumplan a raja tabla todos los procedimientos que se han pactado, todo aprendizaje conlleva de un
entrenamiento y se debe practicar y dar tiempo y paciencia para que el niño se adapte a las nuevas
rutinas y normas establecidas.

¿Qué sucede cuando el niño incumple una norma o rutina de las que hemos pactado
conjuntamente?
La mejor opción, siempre que podamos, es respetar que las consecuencias naturales de las acciones
que se van dando les enseñan por sí solas las consecuencias, es decir que ellos mismos tengan el
poder para decidir sus propios actos y que de esos actos observen sus consecuencias y aprendan
de ellas sin que los adultos intervengan. Esta es la mejor forma para fomentar la autonomía en el
niño, la autoestima y el aprendizaje basado en valores propios y en conocimiento de sí mismo.
Apartado 3 Consecuencias naturales:
Una consecuencia natural es cuando un niño hace una acción y de ello repercute otra acción que
enseña al niño algo sobre la primera acción. Es decir, si nos basamos en la causa-efecto de las
cosas es como, por ejemplo, saber que si sales a la calle cuando llueve te vas a mojar. Si no comes
durante todo el día tendrás hambre. Sobre una acción se efectúa otra de forma natural, sin que el
adulto intervenga.

Esto significa que cuando tu hijo tome una decisión por sí mismo y tu decidas dejar que una
consecuencia natural le enseñe por sí sola el resultado o acontecimiento de esa acción, no debes
actuar ni decir nada, no puedes intervenir, porque si lo hicieras ya no sería una consecuencia natural,
entonces sería una consecuencia lógica. (En el siguiente apartado te explico lo que son las
consecuencias lógicas).

Por lo tanto, si un día que está lloviendo tu hijo te dice que quiere salir en chanclas a la calle y tú
decides que vas a dejar que aprenda a través de una consecuencia natural que no es buena idea
que salga a la calle en chanclas, puedes decir “Mira hijo está lloviendo!” y luego dejar que salga a la
calle en chanclas y por sí solo se dé cuenta de que no es una buena idea, pero no puedes intervenir
en la acción, debes dejar que tu hijo aprenda por sí solo y tome su decisión y la lleve a cabo, la
consecuencia natural ya le enseñará lo que sucede si sale a la calle en chanclas cuando llueve no
hace falta que tú como padre le des explicaciones, si lo hicieras, si tú intervinieran en el asunto
entonces ya no se trataría de una consecuencia natural sería una consecuencia lógica.

Como padres, podemos decidir, a qué consecuencias naturales estamos dispuestos dejar que
nuestros hijos aprendan por sí mismos. Pero cabe tener en cuenta que siempre que podamos, es
buena idea respetar estas consecuencias, que ellos mismos tengan el poder para decidir sus propios
actos ya que fomentamos su autonomía y le ayudamos a desarrollarse de forma segura siempre que
por la edad y sus capacidades sea posible hacerlo, aunque se debe tener en cuenta que hay muchas
veces que no podemos permitir que las consecuencias naturales actúen por sí mismas y debemos
proteger a nuestros hijos ya que algunas consecuencias pueden ser peligrosas para ellos, como por
ejemplo, el hecho de que se tire a una piscina si no sabe nadar, o que cruce una carretera sin mirar,
como madres o padres no podemos permitir que las consecuencias de estos actos les enseñen y
debemos imponer nuestros límites antes de forma firme por su seguridad e integridad.

Por otra parte, muchas veces, por no dejar que nuestros hijos sufran, les sobreprotegemos y los
rescatamos de sus consecuencias naturales, pero a cambio nos inventamos una serie de
consecuencias sancionadoras e irrespetuosas pensando que con ello les enseñamos la lección y
creyendo que ellos aprenden y comprenden que la acción no se debe repetir, nada más lejos de la
realidad porque los niños con este tipo de consecuencias irrespetuosas y punitivas, o sea, con
amenazas o castigos no aprenden ni razonan absolutamente nada simplemente entran en un estado
emocional de culpabilidad, vergüenza y temor.

Para comprender mejor este tema (el del castigo) en el punto 5 de este documento se trata con
más detalle y se valora sus implicaciones cuando se usa para educar a los niños.

Continuando con el tema de las consecuencias es fundamental que como padres analicemos primero
ante qué situaciones estamos dispuestos a dejar que nuestros hijos aprendan por sí solos mediante
las consecuencias naturales, es decir a no intervenir según las capacidades de nuestros hijos, dejar
que se habiliten y se espabilen y fortalezcan su autonomía responsabilizándose de las consecuencias
de sus propios actos siempre teniendo en cuenta la edad que tienen y siendo realistas con los
objetivos que pueden cumplir.

Tampoco es cuestión de que nuestros hijos entren continuamente en estados de frustración, pero
sí que, por sí mismo aprendan a relacionarse con el mundo de forma autónoma y a tomar sus propias
decisiones, a equivocarse y reconducir sus errores, solucionando sus problemas y también
responsabilizarse de sus fracasos.

Por otro lado, también es importante que aprendan a pedir ayuda cuando la necesitan, cuando no
saben cómo continuar o cuando no pueden resolver un conflicto, es importante que exista una gran
comunicación y acompañamiento entre padres e hijos y que los padres sirvan de apoyo para motivar
al hijo a que éste continúe su camino por sí mismo. Que los padres sirvan de empuje cuando el hijo
se atasque y los niños sepan que siempre pueden contar con su apoyo incondicional, para ello es
imprescindible mantener el vínculo afectivo a través de la apertura de la comunicación y la escucha
empática.

Es positivo que los padres informen a sus hijos sobre qué acciones deberán valerse por sí mismos,
por ejemplo: hacerles responsable de un modo firme y amable al mismo tiempo de que a partir de
cierto momento será el niño quien deberá preparar la ropa para vestirse al día siguiente, o quien
deberá guardar sus juguetes en el sitio que toca, se trata de responsabilizar a nuestros hijos de
ciertas acciones que por su edad sean capaces de hacer y dejar que las consecuencias naturales
actúen en caso de que no las hagan, si no guarda sus juguetes en su sitio, cuando quiera jugar la
próxima vez, puede ser que no los encuentre.

Es muy importante también, que como padres no recriminemos a los niños cuando las
consecuencias naturales actúen, es decir, que nos ahorremos las frases hacia nuestro hijo del tipo:
“te lo dije” “te avisé” “ya sabía yo que ibas a hacerlo de ese modo”. Por ejemplo: “ves te dije que si
no ordenabas tus juguetes después no los encontrarías”. Si hacemos esto, el niño deja de aprender
la consecuencia natural, se pierde la enseñanza de la acción, el hecho pierde sentido ya que el
cerebro emocional se activa y aparece el sentimiento de culpabilidad y defensa y el niño deja de
razonar y comprender el objetivo de la consecuencia.

Como padres debemos evitar ese tipo de frases ya que las consecuencias naturales por sí solas ya
están enseñando al niño, no hace falta que puntualicemos absolutamente nada, el aprendizaje está
hecho, nosotros debemos empatizar, compartir el aprendizaje, ponernos al lado de nuestro hijo y
acompañarle a mejorar y guiarle para que en próximas ocasiones las acción sea positiva validando
sus emociones, por ejemplo: “Hijo estás enfadado porque no encuentras tu juguete vamos a buscarlo
juntos y la próxima vez lo guardaremos en su sitio y así siempre podremos saber dónde encontrarlo”
Apartado 4 Consecuencias lógicas:
Las consecuencias lógicas son aquellas en las que el adulto interviene según la situación buscando
que el niño viva la consecuencia de sus actos.

Los padres buscan un tipo de consecuencia que sea de provecho para motivar a su hijo para que
coopere de forma responsable. Es decir, cuando sucede una acción o un comportamiento el padre
o la madre interviene para corregir dicho comportamiento, en el ejemplo anterior de guardar los
juguetes podría ser algo así: la mamá le dice a su hijo que si no guarda los juguetes es muy posible
que como consecuencia mañana no los encuentre o los pierda, la mamá está interviniendo en la
acción y avisando al niño de que mañana no encontrará sus juguetes en sus sitio e intenta convencer
al niño para que razone y recoja los juguetes.

Para que una consecuencia sea lógica y respetuosa y se diferencie del castigo es imprescindible que
cumpla las 4 R’s

1. Relacionadas con la acción


2. Respetuosas con el niño
3. Racionales
4. Reveladas con anterioridad

Por lo tanto, si alguna de estas 4 Rs no está presente en la solución, entonces ya no es


una consecuencia lógica, debemos tener en cuenta que muchas veces las consecuencias lógicas
pueden convertirse en castigos muy fácilmente, ya que la línea que los separa es muy frágil, por ello
en disciplina positiva la mejor opción en estos casos es usar la alternativa de la herramienta de
“enfoque en soluciones” que explicaremos en el apartado 6 de este documento.

Como padres debemos tener en cuenta que aplicamos consecuencias lógicas con el objetivo de
detener la mala conducta y encontrar una solución, no para vengarse o hacer sufrir al niño por lo
que ha hecho, es decir, no se trata de castigarlo ni de que cumpla una penitencia de compensación
por haberse comportado mal, sino que se trata de que aprenda a cambiar su comportamiento y a
evitar que se repita en próximas ocasiones.

Las consecuencias lógicas únicamente deben utilizarse cuando son más efectivas que emplear otro
método, es decir, si la solución a un conflicto le enseña más a tu hijo que la consecuencia lógica,
entonces es mejor utilizar la solución, ya que de ese modo le estarás enseñando habilidades que le
servirán para su futuro y ese es el objetivo que buscamos cuando educamos a nuestros hijos no
hace falta imponer una consecuencia lógica.

Principios para tener en cuenta si aplicamos consecuencias lógicas:


• Para que las consecuencias lógicas se diferencien de los castigos debe existir un vínculo
afectivo entre padres e hijos, de respeto y motivación.
• Ser firme y afectuoso al mismo tiempo, el tono de voz debe ser cariñoso, pero con firmeza
para manifestar el objetivo y resolución de cumplimiento de acción.
• Evitar la sobreprotección y permitir que nuestro hijo experimente las consecuencias de sus
actos y tome sus propias decisiones sin asumir nosotros sus responsabilidades.
• No emitir juicios de valor ni humillar, es importante que no juzguemos, que dejemos que las
consecuencias enseñen por sí solas, sin intervenir.
• Estimular y potenciar la autonomía e independencia de nuestro hijo, no hacer nada por él
que pueda hacer por sí mismo ya que esto le ayuda a superarse a sí mismo y potencia su
autoestima cuando consigue sus objetivos.
• Presentar alternativas y opciones a nuestros hijos para que ellos tomen sus propias
decisiones dentro de unos límites.
• Asegurarnos de que la consecuencia está lógicamente relacionada con el comportamiento
inadecuado y es respetuosa con el niño

Como estamos comentando en disciplina positiva muchas veces se considera que las consecuencias
lógicas pueden ser castigos camuflados y aunque algunas pueden ser respetuosas y acordes, en
muchos casos es más fácil aplicar una herramienta llamada “enfoque en soluciones” que
explicaremos en el apartado 6 ya que como hemos comentado las consecuencias lógicas deben
cumplir con los parámetros que estamos comentando para diferenciarse de los castigos y no siempre
se cumplen y el límite entre castigo y consecuencia lógica es muy frágil, es importante remarcar los
efectos que tiene el castigo en el desarrollo de nuestros hijos y ser conscientes de las consecuencias
que comporta educar a un niño a base de castigos.

Por todo esto es importante que antes de utilizar una consecuencia lógica, si como padre o madre
tienes dudas de si la estás usando correctamente y te da la sensación de que lo que estás haciendo
se parece más a un castigo que a una consecuencia, no la uses, enfócate mejor en los resultados,
en las preguntas de curiosidad, en otras herramientas de disciplina positiva para resolver los
conflictos conjuntamente con tu hijo, ya que el castigo conlleva efectos contradictorios para el
desarrollo de tu hijo.
Apartado 5 Castigo
¿Por qué es importante evitar el castigo en la educación de nuestros hijos de alta demanda?

En disciplina positiva se ha estudiado y analizado como el castigo puede repercutir negativamente


en los niños a corto, medio y largo plazo, Se habla de las 4 R’s del castigo que son las siguientes:

Resentimiento: el resentimiento o “rencor” es una emoción que siente el niño que perdura en el
tiempo y que queda marcada porque le ha resultado ofensiva y que puede reaparecer a lo largo de
su vida, los niños lo sienten como si fuera una injusticia, como si no fuesen merecedores de dicha
acción.

Revancha: El niño que se siente ofendido tiene una sensación de venganza por el daño que está
recibiendo, de alguna forma se siente controlado por sus emociones negativas de rencor y deseos
de compensación por el dolor causado.

Rebeldía: Es un comportamiento que se caracteriza cuando el niño se siente impuesto a mucha


autoridad de forma que considera injusta y se enfrenta a ella, tiene una actitud desafiante y de
desobediencia incumpliendo las órdenes u obligaciones haciendo justo lo contrario a lo que se le
impone por el simple hecho de demostrar que no tiene que hacer lo que le dicen sus padres. Esta
rebeldía se muestra en muchos casos cuando el modelo educativo es muy autoritario.

Retraimiento: Se trata de una condición del carácter cuando los niños son tímidos o poco
comunicativos que los lleva a mentir o bien a crearse una autoimagen de sí mismo inferior de lo que
es lo que conlleva que le disminuya la autoestima.

A parte de estas 4 R’s, también hay más consecuencias negativas asociadas al uso del castigo en
la crianza de los niños y niñas, como son las siguientes:

El niño castigado emocionalmente genera respuestas negativas hacia el adulto que lo castiga, como,
por ejemplo, rabia miedo, ira, etc.

Dificulta la comunicación. El vínculo comunicativo con nuestro hijo se rompe ya que con gritos,
amenazas o castigos el niño tiende a evitar la relación con el adulto por miedo a equivocarse o a
ser castigado, tiende a esconderse y a ocultarle cosas.

Deteriora la autoestima. Un niño que se le castiga constantemente por como es, por cómo siente,
por cómo piensa, por si se equivoca o por su comportamiento, tiende a tener un bajo autoconcepto
de sí mismo por lo que su autoestima baja, a nivel emocional se siente inseguro y con poca confianza
en sí mismo.

El castigo hace que la capacidad de razonamiento y aprendizaje de los niños disminuya porque no
utilizan la comunicación como una opción para resolver sus conflictos, ya que no se le da opción a
ello.

Los niños que son castigados sienten soledad y abandono que conlleva un estado de indefensión
ante la vida.

Fomenta el conformismo y la agresividad. los niños que suelen ser castigados pueden coger dos
tipos de actitudes, o bien de conformismo ya que consideran que no tienen opción de cambiar nada
y por lo tanto ya no se esfuerzan en hacer nada porque no consideran que tengan opciones de
luchar por sus valores ya que todo es impuesto por sus padres, o bien con agresividad ya que
consideran que la única forma de ser escuchados es imponiéndose por encima del otro, es decir,
pisando más fuerte.

Inseguridad. El castigo genera miedo a la autonomía, hace que los niños tengan miedo de tomar
decisiones por sí mismos, ya que temen equivocarse, cometer errores y ser castigados, por lo tanto,
prefieren no asumir riesgos y dejarse llevar por los demás. Niños inseguros que necesitan de la
aprobación de sus padres para que les digan siempre lo que deben hacer.

Niños miedosos. Los niños tienen miedo a las represalias y por eso no actúan ni confrontan, no
comunican sus emociones ni sus valores por miedo a ser castigados, generando sentimientos de
rabia, impotencia y soledad, y provocando estilos de resolución de conflictos evitativos, conformistas
o violentos.

En conclusión el castigo no sirve como aprendizaje para el niño, es decir, no enseña al niño ningún
tipo de valor positivo, ni inculca buenas creencias ni hábitos, tampoco genera ninguna comprensión
sobre las consecuencias reales de los actos realizaos ni cambia comportamientos tampoco corrige
los motivos reales que se deben tener en cuenta para no realizar dichos actos, ya que no son
consecuencias naturales sino imposiciones creadas por el adulto, es decir, los niños que son
castigados y a prenden a base del castigo, en ausencia del adulto que los castigue no actuarán con
los mismos límites ya que no habrán comprendido las razones por las cuales es necesario actuar de
ese modo, cuando no tengan que asumir la consecuencia del castigo no tendrán motivo alguno para
cumplir la norma o límite, y por lo tanto como tampoco la habrá comprendido ya que nadie se la
habrá explicado actuarán sin motivación en cumplirla y se decantaron por la solución más fácil e
impulsiva según el momento de cada acción.

Es importante recalcar que cuando hablamos de castigo no nos referimos simplemente al castigo
físico, ni a la típica “silla de pensar”, en la cual le dices al niño “vete al rincón y siéntate en la silla un
rato hasta que hayas meditado tu comportamiento y luego vuelve”. No es tan simple. Cuando
hablamos de castigo, nos referimos a todo tipo de castigo, también a la retirada de privilegios como
por ejemplo cuando le dices a tu hijo “si no te acabas el segundo plato no bajas al parque”.

Este tipo de castigos que se camuflan como consecuencias a un acto y que el padre o madre dice:
“No es un castigo porque yo le doy la opción al niño de que lo haga correctamente y entonces podrá
bajar al parque es su decisión hacerlo o no”, en realidad esto no son consecuencias, son castigos,
es precisamente lo que comentábamos en el apartado anterior cuando describíamos las
consecuencias lógicas y explicábamos que la línea que separa el límite entre consecuencia y castigo
es muy frágil y muchas veces los padres pueden confundirse.

No nos equivoquemos, para que sea una consecuencia lógica debe cumplir los requisitos que hemos
explicado en el punto 4 de este documento. Si no cumple estos requisitos, ya no es una
consecuencia, entonces es un castigo. Por lo tanto, debemos ser conscientes y observar muy bien
cómo utilizamos las consecuencias ya que si no lo hacemos de forma correcta puede dañar e
desarrollo de nuestro hijo, su seguridad, su autoestima, su autonomía y el vínculo afectivo que tiene
con nosotros.

¿Qué tiene que ver que tu hijo se coma el segundo plato con que baje a jugar al parque? No hay
relación alguna entre esos dos hechos, tu hijo no aprende nada de ello. No es una consecuencia
lógica. Es un castigo.

A parte de todo esto, también hay que tener en cuenta que los padres que suelen aplicar este tipo
de castigos, quitando privilegios a sus hijos, cuando se aplican en exceso pierden efecto, ya que el
niño se adapta y se acostumbra y se convierte en un hábito por lo que el niño deja de sentirse
afectado por ello, al final se convierten en rutinas que el niño acepta con normalidad como si
formaran parte de su día a día y aprende a reaccionar a ellas con comportamientos evitativos o
evasivos.
El castigo únicamente sirve para conseguir que los niños se escondan y se conviertan en personas
que hacen las cosas desvinculadas de sus padres y llevando a cabo conductas sin que sus padres
se den cuenta, sin ser descubiertos, fingiendo actitudes y falseando comportamientos, es por ello
que los padres deben buscar otras alternativas al castigo como las consecuencias naturales pero si
éstas no se pueden establecer podemos ir más allá de las “consecuencias lógicas” y enfocarnos en
la soluciones involucrando a los niños en su búsqueda.

La herramienta de consecuencia lógica debería usarse simplemente cuando no hay otra alternativa
y siempre que cumpla con los requisitos establecidos ya que como comentamos muchas veces
llamamos consecuencias lógicas a lo que en realidad es castigo camuflado ya que no cumple con
los requisitos que hemos comentado, por ello, cuando tengamos dudas, antes de aplicar una
consecuencia errónea es mejor enfocarnos en la solución involucrando a nuestro hijo en ella.
Apartado 6 Enfoque en soluciones
¿Que nos permite la herramienta “enfoque en soluciones”?

Enfocarnos en soluciones nos permitirá educar a nuestros hijos a largo plazo adquiriendo habilidades
como el respeto, la cooperación, la lógica y la solución de problemas.

Se trata de hacer preguntas a tu hijo para que él busque sus razonamientos y soluciones al conflicto,
elaborando sus propias respuestas y tomando sus propias decisiones y siendo responsable de sus
acciones para conseguir encontrar por sí mismo soluciones ante el problema para que no se vuelva
a dar en un futuro.

Es decir, cómo se previene el conflicto. Qué acciones podemos realizar con anterioridad para que el
contratiempo no vuelva a aparecer. No se trata de compensar la acción ya realizada, sino de evitar
que vuelva a realizarse.

La técnica cumple las 3R y una U”, la solución que encontremos en conjunto con nuestro hijo debe
ser:
1. Relacionada con lo sucedido.
2. Respetable: la solución no debe culpar, avergonzar ni causar dolor a nadie.
3. Razonable tanto para el niño como para el adulto
4. Útil. Debe ayudar a resolver el problema y no en tener que pagar por él como si fuera un
castigo

Si observamos esto nos damos cuenta de que las soluciones que encontramos están basadas en el
futuro, en prevenir situaciones futuras, enseñamos a nuestros hijos a que aprendan comportamientos
y habilidades para actuar en ocasiones que todavía tienen que llegar, les habilitamos y les
capacitamos de herramientas necesarias para mejorar su futuro, decidiendo y solucionando por sí
mismos el problema.

Por contra como comentábamos anteriormente las consecuencias a veces pueden parecer castigos
porque se enfocan en el pasado y se hace pagar al hijo por el error que ha cometido, es decir, por
su equivocación, tanto si es intencionado como si no, él debe pagar un precio, que es la consecuencia
pero no soluciona nada, es decir no hay una compensación ni un aprendizaje simplemente paga un
precio, una penitencia, no cambia su comportamiento ni aprende una nueva habilidad para enfocar
la situación en próximas ocasiones.

Como padres lo normal es que no deseemos hacer sentir mal a nuestro hijo y generalmente esto
ocurre cuando utilizamos el castigo o las consecuencias de forma incorrecta. Otras veces cuando
solicitemos a nuestro hijo que aporten soluciones a un problema, estas soluciones nos pueden sonar
a castigos ya que no es fácil cambiar a veces los antiguos esquemas mentales que tenemos
incorporados. Por ello es importante observar si la solución cumple las 3 Rs y una U, para
asegurarnos que utilizamos correctamente la solución que aporte habilidades y capacidades a
nuestro hijo.

Cuando aplicamos el enfoque en soluciones, debemos hacerlo desde la calma y el respeto, desde la
conexión no desde un estado emocionalmente exaltado es por ello por lo que a veces debemos
usar antes otras herramientas como el tiempo fuera positivo para poder serenarnos y conectar
primero con nuestro hijo emocionalmente hasta llegar a un estado de calma y poder conversar desde
la escucha activa y la comunicación efectiva ya que si no toda conversación será inútil.

En la anterior publicación de Herramientas útiles para criar a un niño de alta demanda”. Donde se
hablada de cómo tratar las frustraciones de los niños de alta demanda que puedes leer aquí se
explica sobre la herramienta de cómo llegar a conectar con tu hijo para estar en un estado de calma
e integrar las dos partes del cerebro (el emocional y el lógico) para poder tener una conversación
empática y una comprensión óptima, ya que si no se produce esta “conexión” entre padres e hijo es
imposible poder realizar una comunicación efectiva y tratar de establecer soluciones al conflicto.

Así pues, es imprescindible que primero tengamos conexión y luego corrección.

Las emociones son normales en todos los seres humanos, estas ahí y a veces nos invaden la razón
y nos colapsan el pensamiento bloqueando nuestras ideas y no dejándonos razonar serenamente,
somos humanos y es normal que en ciertas ocasiones nos sintamos desbordados emocionalmente,
pero también es cierto que como humanos que somos tenemos las herramientas para poder
gestionarlo ya que somos conscientes de cómo nos sentimos y sabemos cuándo estamos
emocionalmente exaltados. Por lo tanto, podemos aprender a regular nuestras emociones y a darnos
los tiempos que necesitamos para autocontrolarse.

Cada uno de nosotros somos capaces de encontrar estrategias para gestionar nuestras emociones
y volver a nuestro estado racional antes de actuar y tomar decisiones de forma impulsiva estando
en un estado emocionalmente exaltado, esto sí podemos hacerlo, es nuestra decisión llevarlo a
término o no.

También como padres debemos enseñar estas técnicas a nuestros hijos y servir de modelos para
ellos.

Debemos ayudar a nuestros hijos desde que son pequeños a buscar y encontrar recursos que les
permitan reconocer y expresar sus emociones y que les ayuden a encontrar la calma en los
momentos de exaltación, es decir, si primero no “conectamos” con nosotros mismos, no podremos
encontrar la solución al problema, no podremos razonar ni analizar la causa del problema o el
conflicto, porque estamos invadidos emocionalmente, si no nos centramos, si no paramos, nuestras
reacciones son claramente exaltadas, impulsivas, emocionales, sin razonamiento ni juicio, es por ello
que están apoderadas de un instinto sin meditación ni lógica, no puede haber aprendizaje en ello,
porque no hay razonamiento.

Por este motivo es imprescindible educar desde un nivel de calma no desde un nivel de alteración o
enfado, aunque no sea fácil, sabemos que no es fácil, todos sabemos que es difícil en ese momento
de enfado, y conflicto conectar con uno mismo y con los demás, pero es imprescindible lograrlo, es
fundamental parar, calmarse, respirar, ser paciente y pensar, ya que es la única forma real de poder
comunicar de forma efectiva un mensaje de resolución claro a nuestro hijo, para que nos escuche.

Sin conexión no se puede establecer la comunicación, no podremos captar su atención y enseñarle


valores, habilidades y competencias para la vida.

Todos los niños necesitan sentir que pertenecen, que significan algo para nosotros.

Esta pertenencia no es más que la necesidad de conexión, cuando se da esa especie de


correspondencia entre padres e hijos es cuando se puede influir de forma positiva en la educación
del hijo, en su comportamiento porque existe la confianza, la seguridad, el vínculo
está creado y da como resultado la redirección, la corrección del
comportamiento si es necesario.

Cuando hablo de corrección, me refiero a una corrección respetuosa, en el sentido de hacer una
corrección positiva que implica hacer algo junto con tu hijo o sea involucrándoles siempre que sea
posible y encontrando soluciones conjuntas. No me refiero a correcciones del tipo castigo, o pérdida
de privilegios para corregir su comportamiento.
El mal comportamiento es la punta del iceberg, es la visión observable, palpable, en el fondo es
donde debemos trabajar, es donde está el verdadero conflicto, es ahí donde debemos conectar
emocionalmente para poder redirigir el comportamiento exterior, muchas veces cuando conectamos
emocionalmente y el vínculo entre padres e hijos se refuerza a consecuencia de ello por si solo
cambia el comportamiento.

Conectar significa validar los sentimientos y emociones de tu hijo, amarle por quien es, tenerle en
cuenta, presente, hacerle sentir que te importa, escuchándole de forma activa, sin distracciones,
abrazarle.

Una corrección respetuosa sería como hemos comentado anteriormente utilizar la herramienta del
“enfoque en soluciones” y validar sus respuestas.

Debemos entender cómo funciona el cerebro del niño y explicarle su funcionamiento para que pueda
gestionar mejor sus emociones y comportamientos.

Como describía Dr. Daniel Siegel, en sus libros el cerebro consta de 3 partes: el cerebro primitivo,
el racional y el emocional.

Cuando estamos alterados se produce lo que se llama un “secuestro de la amígdala” que significa
que estamos dominados por el cerebro emocional o primitivo, lo que quiere decir que en ese
momento no podemos razonar, sino simplemente nos prepara para la lucha, la huida o la
evitación. Es como activar un mecanismo de defensa y hasta que no lo calmamos no podemos
volver a nuestra integridad lógica.

Por lo que como hemos comentado antes debemos `primero “calmar” ese estado, debemos
alejarnos emocionalmente de la situación que crea dicho estado, hacer un STOP, hasta poder
integrar nuestro cerebro y recuperar la serenidad.

Hay personas más temperamentales que otras, pero aprender a integrar nuestro cerebro para
regularlo y no actuar de forma impulsiva ni emocionalmente exaltada es una habilidad que se aprende
y con práctica se perfecciona, por lo tanto, nosotros como nuestros hijos tenemos la capacidad de
poderla realizar. Es simplemente cuestión de entrenamiento y paciencia.

Una vez hemos conectado con nuestro hijo y estamos en situación de aplicar la herramienta del
enfoque en soluciones, podemos comenzar a realizar las preguntas de curiosidad para intentar lograr
resolver el conflicto, para buscar posibles soluciones.

Este tipo de preguntas son ideales para descubrir qué es lo que ha sucedido, para intentar indagar
qué ha pasado, cuál ha sido el detonante que ha provocado el conflicto y cómo podemos prevenirlo
en próximas ocasiones. Es positivo dejar que sea el cerebro del niño el que actúe, el que razone,
que piense y analice la situación, la clave está en que como padres preguntemos al niño en vez de
darle respuestas que ya sabemos, simplemente que le hagamos preguntas y le guiaremos para que
por sí mismo resuelva el conflicto.

Ejemplos. Preguntas abiertas típicas:

• ¿Cómo te sientes con lo que ha sucedido?


• ¿Qué crees que lo ha provocado?
• ¿Qué has aprendido de esto?
• ¿Cómo puedes usar en el futuro lo que has aprendido?
• ¿Qué ideas tienes para solucionarlo?
• ¿Qué ha pasado para que te enfades tanto?
• ¿Qué puedes hacer la próxima vez que pase?
• ¿Cómo puedo ayudarte?
• ¿Qué necesitas hacer para sentirte mejor?
• ¿Qué puedes hacer diferente la próxima vez?
• ¿Qué debes hacer ahora?
• ¿Qué quieres decir exactamente?
• ¿Cómo podrías explicarnos esto para que todos lo entendamos?
• ¿Qué piensas que está sucediendo?
• ¿Qué te hace pensar eso?
• ¿Qué crees que pasaría si…?
• ¿Qué hubiera pasado si…?
• ¿Podría haber ocurrido de otra manera?
• ¿Qué sentirías si en lugar de haber ocurrido así hubiera ocurrido lo contrario?
• ¿Cómo imaginas que acabará la historia?
• ¿Nos puedes contar cómo lo resolverías tú?
• ¿Cuál sería la posición contraria a esta situación?
• ¿Crees que tu respuesta está completa?
• ¿Puedes explicarme qué es lo que tienes que hacer?
• ¿Cómo podrías probarlo?
• No lo acabo de entender. ¿Puedes poner un ejemplo?
• ¿Puede existir un punto de vista diferente al tuyo?
• ¿Por qué crees que tu punto de vista es el correcto?
• ¿Pueden ser las dos opiniones correctas?
• ¿Cómo podemos saber cuál de las dos propuestas es la mejor?
• ¿Qué otras ideas tienes para solucionarlo?
• ¿Qué le dirías a un amigo en la misma situación?
• ¿En qué otra ocasión podríamos aplicar la misma solución?
• Si haces lo que dices, ¿qué crees que pasará?
• Si ocurriera lo que dices, ¿realmente se solucionaría el problema?
• ¿De quién serían las consecuencias en ese caso? ¿Tuyas o de alguien más?
• ¿Consideras justo para los demás que se solucione el problema de esta manera?
• Una vez solucionado el problema, ¿crees que lo que ganas compensa tus esfuerzos?

Para ver más claramente esta herramienta vamos a poner un ejemplo.

Si mi hijo está cenando y derrama el cazo de sopa por el suelo, yo puedo actuar de varias formas:
Regañando y diciéndole que es un “descuidado” o bien preguntándole qué cree que debemos hacer
para solucionar el problema, generalmente si el niño tiene suficiente edad para responder, por
sentido común, responderá que debemos buscar una fregona y limpiar el suelo por lo que él mismo
encontrará su solución y podrá solucionar llevarla a cabo y si por la edad hay acciones que no puede
realizar, es positivo que sea capaz de solicitar nuestra ayuda para resolver su conflicto, que aprenda
a hacerlo es necesario. Por este motivo como padres debemos alentarles y reforzarles cuando piden
ayuda para estar ahí y tener presencia para cuando nos necesiten, guiarles y orientarles en las
ocasiones que necesiten acompañamiento.

Se trata de hacer preguntas que guíen al niño a encontrar sus propias soluciones y luego solucionar
el conflicto, aprendiendo y capacitando al niño para prever el conflicto en próximas ocasiones.

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