Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I Estrategias de resolución
A) Introducción a las estrategias de resolución
B) Perder-perder
C) Ganar-perder
D) Ganar-ganar
B) Acomodación
C) Competición
D) Colaboración
E) Compromiso
B) Habilidades y herramientas
C) Métodos prácticos
I. Estrategias de resolución
Como en el caso de las naranjas, una de las hermanas decía: “Si tú te llevas las
naranjas, yo me quedo sin ellas, por tanto, tú sales ganando y yo pierdo todo. Entonces, me las
llevo yo”. La otra hermana decía exactamente lo mismo, por eso se peleaban”.
B) Perder-perder
En la estrategia de perder-perder, ninguna de las partes consigue sus objetivos o logra
la satisfacción de sus necesidades. Aun sin obtener lo que realmente quieren y, por absurdo
que parezca, se empeñan en su planteamiento y lo mantienen a pesar de todas las
consecuencias que se estén derivando de este.
Es la máxima moral de “ojo por ojo y diente por diente”. Un rápido repaso a nuestra
situación personal y relaciones con el entorno nos lleva a encontrar numerosos ejemplos de
nuestra vida basados en esta estrategia. Pueden destacarse, entre otros:
Situaciones en las que, por no ceder ante la otra parte, se mantienen posiciones
claramente desventajosas para uno mismo, llevándonos a perder dinero,
oportunidades, ventajas, etc.
El ejemplo de las naranjas pretendidas por las dos hermanas puede ser ejemplo
de cómo se deja perder, cuando se considera el conjunto, tanto o más que lo que
se gana.
Las típicas discusiones entre hermanos pequeños que tienden a ser solventadas
por la madre o el padre; por ejemplo, si discutieran por un juguete y no se pusieran
de acuerdo, terminan quitándoles el juguete.
C) Ganar-perder
En la estrategia de ganar-perder se espera que una de las partes salga como
ganadora, mientras que la otra queda como perdedora. Ambas consideran que los objetivos,
intereses o necesidades de la otra parte son contrarios a los propios y que es imposible lograr
ambos a la vez. Por ello, se asume que alguien tendrá que ganar y alguien tendrá que perder.
Una parte conseguirá cubrir sus necesidades mientras que la otra no lo logrará.
Esta estrategia también recibe el nombre de “suma cero”, al buscar por todos los
medios ganar y quedar por encima, despreocupándose de la situación en que quede la otra
parte. Lo que gana una de las partes es a costa y se le resta a la otra, de manera que el
resultado final es el mismo que había al principio, sin que hayamos obtenido ningún valor
añadido.
Por ejemplo, en una situación en la que un jefe de equipo impone sus decisiones
basándose en su superioridad más que en su experiencia técnica y liderazgo.
Por ejemplo, cuando en una comunidad de vecinos se toma una decisión por
mayoría, sabiendo que a una pequeña parte de los propietarios les va a perjudicar.
Esto puede hacer que igualmente estos busquen revancha en futuras tomas de
decisiones, y que deberán ser tomadas por unanimidad.
Por ejemplo, en un centro educativo, se da por hecho que se está conforme con el
planteamiento de la enseñanza, pero si se preguntara abiertamente,
probablemente se encontrarían necesidades insatisfechas y problemas que habría
que resolver.
D) Ganar-ganar
Ambas partes expresan cuáles son sus necesidades y buscan satisfacerlas de la
manera más conveniente; además, tratan de lograr las metas que son importantes para las dos
partes. Supone poner en marcha un proceso abierto y continuo hacia los objetivos, sin que
exista un único camino o planteamiento predeterminado hacia ellos.
Se busca derrotar el problema y no a las personas, a las que se respeta. Para ello, se
desarrolla una actitud de apertura hacia los hechos y las distintas alternativas posibles para
solucionar el conflicto.
En el siguiente gráfico podemos ver cómo se representa en las líneas (ejes), cada uno
de los elementos en grados de menor a mayor importancia. De esta manera, podremos
encontrar y comprender mejor el surgimiento de las conductas mencionadas:
A) Evitación
En esta conducta ningún aspecto en conflicto es suficientemente importante como para
implicarnos activamente en su resolución. Ni los objetivos son importantes para nosotros ni
tampoco lo es la relación con la otra parte. La conducta más adecuada en estas condiciones es
la de evitación. No importan las metas ni las relaciones, tampoco se quiere el enfrentamiento.
Lo mejor entonces es evitar el conflicto; aunque haya provocaciones, hay que eludir el
enfrentamiento. El asunto es trivial, hay otras preocupaciones más importantes y no merece la
pena dedicar ni la más mínima energía a este tema.
Una discusión de tráfico puede ser un buen ejemplo de este tipo de situaciones . ¿Para
qué se quiere demostrar que se tiene o se deja de tener la razón o qué futura relación se va a
tener con el otro conductor, si probablemente nunca van a volver a coincidir? Ni los objetivos ni
la relación justifican la violenta discusión, los insultos e incluso agresiones físicas que a veces
tienen lugar como consecuencia de pequeños incidentes de tráfico. Pero, lamentablemente, en
demasiadas ocasiones se olvida este enfoque, dando origen a procesos muy costosos desde el
punto de vista personal, pero que no llevan a nada.
Hay ocasiones en las que eludir o evitar el conflicto puede tener consecuencias
negativas. Se puede interpretar por la otra parte como una actitud de prepotencia y
desconsideración hacia ella, al negarse siquiera a entrar en el diálogo sobre lo sucedido, lo que
puede transmitir la sensación de que no importan las necesidades y peticiones de la otra parte.
También, si se mantiene durante mucho tiempo la situación, puede llegarse a un punto en el
que, hartos de evitar y de no responder a las provocaciones , se dé una respuesta incontrolada
y violenta.
Sin embargo, resultan evidentes las ventajas de esta conducta ante determinadas
situaciones, especialmente cuando se necesite tiempo para estar más calmados, sea necesaria
una mayor información o muy difícil poder satisfacer los intereses propios. Es mejor, entonces,
evitar la situación, posponerla o no entrar en ella.
B) Acomodación
En esta estrategia la importancia de la relación es alta, mientras que la del resultado u
objetivo, baja. Queremos que el otro gane y mantenerlo feliz, o bien, no deseamos hacer
peligrar nuestra relación por el hecho de intentar alcanzar algún beneficio. Esta conducta se da
cuando el objetivo más importante es construir o fortalecer una relación, y estamos dispuestos
a sacrificar el resultado. También utilizamos la estrategia de acomodación cuando entendemos
que la relación se prolonga en el tiempo más allá de un único episodio de posible conflicto. Es
decir, si en esta ocasión yo pierdo y tú ganas, espero que en próximas ocasiones el resultado
ganar-perder se equilibre. En las relaciones a largo plazo, en ocasiones, es conveniente
aceptar una rebaja de nuestros objetivos, esperando una futura acomodación recíproca.
No importan las metas, sino las relaciones y, por ello, se intentan satisfacer los
intereses de la otra parte, aun teniendo que renunciar a los propios. Se trata de una conducta
que mantiene la armonía y el buen clima de relación. Pero, a medio plazo, la conducta repetida
de acomodarse y ceder ante la otra parte puede tener efectos muy negativos, ya que la parte
puede llegar a hartarse de renunciar permanentemente a sus pretensiones. Tampoco se
favorece la creatividad o la búsqueda de alternativas, por lo que se plantea un comportamiento
muy próximo al denominado “perder-ganar”.
Sin embargo, hay situaciones en las que este tipo de respuesta puede ser necesaria. Si
lo que se busca es mantener y reforzar la armonía dentro del grupo, si el tema no es
demasiado importante para una de las partes y sí lo es para la otra ; o si la otra parte es más
poderosa y no tenemos recursos para poder responder adecuadamente, o si caemos en la
cuenta de que estábamos equivocados, etc., son situaciones que justifican esta conducta de
acomodación. También puede ser útil como paso previo si queremos que la otra parte nos
escuche; ya que la respuesta que obtenemos suele ser coherente con nuestra actitud previa y,
desde una actitud de competición e imposición, difícilmente encontraremos una actitud de
colaboración y cooperación.
C) Competición
En esta conducta las metas son más importantes que la relación. Si para una de las
partes los objetivos son fundamentales y la relación apenas lo es, su respuesta ante el conflicto
será de competición. Importan las metas, no las relaciones, y no preocupa la situación en la
que puede quedar la otra parte. Se trata de conseguir los objetivos como sea y, para ello, se
recurrirá al empleo de la fuerza, al uso de la autoridad, a la aplicación literal de las normas y
leyes, al uso de los recursos disponibles, a lo que sea con tal de conseguir la meta. La
competición es la forma en que se concreta la mayoría de las veces la estrategia de ganar-
perder, y tiene todos sus inconvenientes y posibles virtudes.
¿Puede ser útil este tipo de respuesta ante determinados conflictos ? Evidentemente, sí.
Cuando, por ejemplo, se está presenciando una situación de violencia física o abuso de poder
sobre alguien que no tiene recursos para defenderse (por ejemplo, en un caso de violencia de
género), la respuesta deberá ser contundente e inmediata, sin que haya lugar para otras
consideraciones. Lo mismo puede decirse cuando hay una situación de peligro (un niño que
mete los dedos en el enchufe) o de emergencia (si hay que desalojar el colegio por un
incendio). También si estamos ante un tema importante, pero muy impopular (una subida de
impuestos), ante personas muy competitivas que abusan de su poder (respondiendo con un
boicot o una huelga) o cuando el objetivo es ganar a toda costa (una final en un deporte
concreto). Con todo, es necesario ser muy consciente de las consecuencias negativas de esta
conducta y practicarla solo en contadas ocasiones o cuando el contexto de la situación lo
justifique.
D) Colaboración
En esta conducta son importantes tanto la relación como los objetivos; las partes
intentan conseguir el mejor resultado posible, manteniendo o fortaleciendo, simultáneamente,
su relación.
En ella las metas y las relaciones se consideran muy importantes y se busca una
solución creativa en la que todos ganen, elaborada desde la participación de las dos partes. Se
parte de una idea nueva, la compatibilidad entre la consecución de las metas y el reforzamiento
de la relación, y se superan planteamientos limitados que consideran que todos deben
renunciar a algo porque los recursos existentes no dan para más. Por el contrario, es posible
encontrar una solución satisfactoria para todos, y a eso se dedican los principales esfuerzos.
Hay situaciones en las que es necesaria una solución integradora en la que ambas
partes ganen, en las que haya que intentar incorporar al consenso los intereses de todos y
aunar distintas perspectivas y tener en cuenta dimensiones emocionales presentes en el
conflicto. Esto solo puede hacerse desde esta actitud de colaboración y cooperación. Es cierto
que esta alternativa suele consumir mucho más tiempo que las otras, pero los resultados a los
que llega merecen la pena y justifican sobradamente el esfuerzo realizado.
¿Y si no fuera posible conseguir este resultado satisfactorio para todos porque no hay
tiempo para ello, la negociación es difícil y se alarga o es necesario aportar una solución
inmediata? Lo veremos a continuación.
E) Compromiso
En el compromiso todos ceden algo para ganar alguna cosa, y nadie queda como
ganador por encima de la otra parte. No es la mejor alternativa, lo que es la colaboración, pero,
como suele decirse, “a veces lo mejor es enemigo de lo bueno” y, en este caso, puede ser un
buen arreglo para temas complejos, que exigen respuestas inmediatas y para los que la
búsqueda de una solución basada en la colaboración podría suponer un tiempo excesivo.
Estas son las cinco conductas posibles para la solución de conflictos, conductas que
pueden y deben relacionarse con las tres estrategias vistas anteriormente. El resultado sería el
siguiente:
En demasiadas ocasiones, tal vez llevados por algunas emociones o por la intensidad
del conflicto, es fácil olvidar el planteamiento básico de “ganar-ganar” y el desarrollo de
conductas basadas en la colaboración y cooperación. Además, a lo largo de su vida todas las
personas han ido conformando un determinado patrón de conducta, de respuesta ante los
conflictos, repitiendo una y otra vez determinadas respuestas. Los ejemplos recibidos de
nuestros familiares más directos, las valoraciones acerca de lo que es el conflicto escuchadas
desde la niñez, la propia experiencia de gestionar el conflicto, etc., son factores que han ido
conformando nuestra forma de responder a estas situaciones.
Pero estos patrones de respuesta se pueden cambiar, no son algo ya fijo en el sistema
nervioso imposible de ser transformado. Para ello, es necesario ser conscientes, en primer
lugar, de cuáles son las actitudes y creencias que tenemos ante los conflictos, actitudes que,
como se analizaba en el módulo anterior, desempeñan un papel clave para el
desencadenamiento e intensificación del conflicto. No hay que olvidar que el resultado de un
conflicto va a depender de la respuesta que se dé a dicho conflicto y , como se ha visto, hay
respuestas que son eficaces y llevan a su transformación, mientras que otras solo sirven para
reforzarlo y mantenerlo oculto o para intensificarlo aún más.
Diálogo
Desde el punto de vista de la resolución de conflictos, un diálogo es una
conversación motivada por una búsqueda de entendimiento. Tiene como objetivo prioritario
informar y aprender, más que buscar acuerdos concretos o soluciones. Tal como lo
consideramos y lo practicamos, el diálogo es un elemento distinto del debate.
Escuchar y ser escuchadas, de modo que las personas que hablan puedan ser
oídas.
Bohm define diálogo como: “Una corriente de significado que fluye dentro y a través de
los implicados… y este significado compartido es el aglutinante, el cemento que sostienen los
vínculos entre personas y sociedades. El diálogo, cuyo prefijo día significa „a través de‟, es el
Comunicación
La comunicación es un ingrediente esencial para el manejo de conflictos. No se puede
resolver un conflicto que no se entiende y no se puede entender el conflicto hasta que no se
tiene la información completa y exacta. También es necesaria la comunicación para averiguar
exactamente qué es lo que la otra persona quiere cambiar y qué necesita para resolver el
conflicto.
Una pobre comunicación suele estar presente en la raíz del conflicto. Si una persona
malinterpreta lo que otra ha dicho y reacciona según esto de manera ofensiva, la interacción
puede, poco a poco, avanzar hacia el conflicto. Por lo tanto, este es un elemento fundamental
en la resolución de conflictos debido a tres razones:
Una vez que las dos personas son capaces de entenderse entre sí y a sí mismos,
es cuando pueden empezar a trabajar juntas para encontrar soluciones que les
beneficien a ambas.
Proceso de comunicación
Barreras en la comunicación
Administrador: Hay muchas quejas por los ruidos, parece ser que la música se
escucha muy alta, hay fiestas los fines de semana hasta altas horas de la
madrugada y a algunos vecinos esto les causa mucho malestar.
Paco: ¡¡Ya sé quién se queja de todo y no deja que los demás se diviertan!! ¡¡Yo en
mi casa puedo hacer lo que quiero!! ¡¡Nadie puede decir a nadie cómo tiene que
vivir!! ¡¡Así no se hacen las cosas!!
Barreras personales
Paco: Estos viejos están amargados, solo están a la que salta, deseando meter
las narices en la vida de los demás; pero claro, ¡no tienen vida propia!
Andrés: Era evidente que cuando vino esta gente iba a pasar esto, no hay más
que verles la pinta que traen, y más los amigos con los que se juntan. No tienen
educación. En mis tiempos se respetaba a los mayores y no había tanto descaro.
Barreras ambientales
En el ejemplo anterior, puede pasar que todos los vecinos comenzasen a dar sus
propias opiniones, aun a sabiendas de que no son escuchadas activamente por
nadie.
Momento elegido: hay que saber encontrar el momento apropiado para resolver el
conflicto, cuando la otra parte esté tranquila, cuando podamos hablar a solas,
cuando esté más receptiva, etc.
Paco: Además, nos cruzamos todos los días y no me dices nada; tienes que
hacerlo aquí, delante de todos los vecinos.
Barreras sociales
Estatus: del mismo modo, nuestro estatus social y económico puede ser barrera,
al utilizarlo para marcar diferencias.
Paco: Yo soy profesor y desde luego que entiendo de educación y respeto más
que tú.
Estilos de comunicación
¿Cuál es la comunicación más eficaz? ¿Qué estilo de comunicación puede ser una
herramienta adecuada para resolver conflictos? Veamos algunos estilos de comunicación y sus
consecuencias:
Utilizaremos como ejemplo a dos compañeras de trabajo, una de ellas recurre a la otra
para que le acerque a su casa con su vehículo a la salida de trabajo con frecuencia:
Lucía: Oye Paula, ¿hoy me acercarás a casa verdad? Con todo lo que nos queda
por hacer, voy a salir muy justa de tiempo, y he quedado en mi casa para que nos
traigan el colchón nuevo que he comprado…
En muchas ocasiones, la agresividad viene dada por la presión sufrida tras haber
sacrificado por la otra parte nuestras necesidades en otras ocasiones, y la persona ya no
puede contener sus emociones.
Paula: Mira Lucía, ¡ya no aguanto más! Me toca la moral tenerte que estar llevando
todo el rato a tu casa, ni que no tuvieras piernas. Yo también me canso y tengo
cosas que hacer, así que a ver si vamos menos de listilla por la vida y quedas
cuando sepas que podrás. Ah, y te compras un bono transportes, como cada hijo
de vecino.
Paula: Ya, vaya jaleo hoy. Sin embargo, yo no te puedo acercar, ya que tengo mis
propios planes para esta tarde. Tal vez si llamas a los del colchón puedan ir un
poco más tarde de la hora acordada. En todo caso, te podría acercar a la parada
del autobús que está dentro de mi camino…
En esta respuesta comprobamos que Paula ha sido capaz de dar una respuesta
solidaria con la situación de su compañera, pero no por ello ha dejado de lado sus
necesidades.
Conviene recordar que ser asertivo tampoco significa necesariamente defender nuestra
posición a ultranza, como en el ejemplo visto, si verdaderamente deseamos hacer algo por el
otro, podemos ofrecer alguna ayuda para solucionar el problema (en este caso, acercarle a la
parada del autobús).
Por tanto, no cabe duda de que un estilo de comunicación asertivo sea el más
conveniente para resolver cualquier pequeño o gran conflicto que tengamos que afrontar.
B) Habilidades y herramientas
En la comunicación asertiva y en el tipo de métodos prácticos que vamos a ver a
continuación para resolver conflictos, es interesante reflexionar sobre algunas habilidades de
comunicación. Las más importantes en este caso son: escuchar activamente, empatizar, hacer
preguntas, transmitir mensajes “yo”:
Escucha activa
¿Qué es?
¿Cómo se hace?
No interrumpir.
Empatizar
¿Qué es?
Es la habilidad de interpretar cómo se siente una persona a través de lo que nos dice y
de cómo lo dice.
¿Cómo se hace?
‒ Si estamos de acuerdo con sus sentimientos: “me hago cargo”, “entiendo cómo
te sientes”, “no me extraña que te sientas así”, etc.
‒ Si no estamos de acuerdo con sus sentimientos: “veo que te sientes…”, “te
noto…”, etc.
Hacer preguntas
¿Qué es?
¿Cómo se hace?
1. Pienso en la pregunta.
2. Pienso en cómo se va a sentir con la pregunta, en su impacto emocional.
3. Anuncio o expreso el impacto emocional (amortiguador o colchón).
4. Anuncio o expreso la pregunta.
Mensajes “yo”
¿Qué es?
¿Cómo se hace?
Porque has estado haciendo en los últimos dos meses cargos de más de 100
euros a cuenta de la empresa sin consultarme.
C) Métodos prácticos
Con todo lo expuesto hasta ahora podemos afrontar con mejores herramientas los
conflictos, aunque también es interesante manejarlos con una estructura en mente, cuyos
pasos nos guían en el avance. Hablaremos del método RESOLVER y del método DESC.
1. Recapacitar y preparar
Lo primero es asumir que tenemos un conflicto y que este nos afecta. Ser conscientes
de su existencia implica reconocer y aceptar nuestras percepciones y emociones subjetivas y
que no son sino solo una forma de ver la situación. Implica también la acumulación de
sentimientos negativos, viendo a la otra parte desde indicadores negativos y utilizando la
expresión de emociones como un arma contra el otro. Hemos de asumir y reconocer que en la
generación del conflicto nos corresponde una parte, sin que el otro tenga la responsabilidad
exclusiva, y reforzar las ideas básicas de que el conflicto puede ser una oportunidad positiva
que mejorará la convivencia.
En esta etapa, hemos de darnos cuenta de que pueden darse dos formas de acogida
del conflicto. Desde una acogida hostil, se recibe a la otra persona de forma defensiva y
agresiva, se reacciona desde la ira, se presenta el conflicto de forma unilateral y se tiene la
intención de imponerse o vengarse de la otra parte. Es evidente que en este caso, la salida del
conflicto es muy rígida. Por otra parte, desde una acogida ética se recibe a la otra persona de
forma comprensiva y abierta, se reacciona desde la paciencia, se presenta el conflicto desde
una perspectiva compleja y multilateral, se tiene la intención básica de hablar y arreglarlo. Todo
lo anterior nos conduce a una salida flexible que permite el cuerdo.
También son interesantes las aportaciones de Fisher y Ury, que se pueden aplicar en
esta etapa. Se concretan en cuatro pasos clave:
Evitar la entrada en círculos viciosos que llevan hacia atrás, hacia quién hizo qué,
y no se proyectan hacia el futuro buscando una salida adecuada a la situación.
Manejar de forma constructiva la ira, sabiendo que nuestra ira es cosa nuestra y
no de la otra persona. De nosotros depende nuestra reacción pacífica.
Todo ello nos lleva a alcanzar y mantener una actitud positiva ante el conflicto,
concretada en:
2. Expresar
Ahora se intenta llegar a una definición conjunta del conflicto, algo fundamental para
avanzar en su transformación. Se trata de conocer cómo ve la otra parte el conflicto, de manera
que se sienta escuchado y entendido. Y, a la vez, que la otra parte nos escuche e intente
comprender nuestra propia visión del conflicto, de manera que sea posible establecer una
definición común y próxima de este, aceptada por las dos partes. Toca retomar ideas ya
expuestas.
Son las personas implicadas, diferenciando las posiciones que mantienen de las
necesidades e intereses que mantienen, y con especial atención a las emociones que están
presentes y a las percepciones que tienen del conflicto.
Habrá que explorar el problema, el tipo de conflicto de que se trata, los puntos que es
necesario resolver, todo lo que tienen en común las partes y que va a servir para construir una
nueva relación y una solución al conflicto, junto con los recursos existentes o posibles. Por ello,
el proceso que está siguiendo el conflicto, el momento en que se encuentra, el estilo de
comunicación que hay entre las partes y la forma en que se toman las decisiones. Con ello, se
podrá conseguir una definición compartida de la situación de conflicto.
Érase una vez una ostra y un pez. La ostra habitaba las aguas tranquilas de un fondo
marino, y era tal la belleza, colorido y armonía del movimiento de sus valvas que llamaba la
atención de cuantos animales por allí pasaban. Un día acertó a pasar por el lugar un pez que
quedó prendado al instante. Se sintió sumamente atraído por la ostra y deseó conocerla al
instante. Sintió un fuerte impulso de entrar en los más recónditos lugares de aquel animal
misterioso. Y así partió veloz y bruscamente hacia el corazón de la ostra, pero esta cerró,
también bruscamente, sus valvas. El pez, por más y más intentos que hacía para abrirlas con
sus aletas y con su boca, aquellas más y más fuertemente se cerraban.
El pez se quedó pensativo, y estuvo durante mucho rato preguntándose qué podría
hacer. ¡De pronto!, se le ocurrió una gran idea. “Pediré ayuda”, se dijo. Sabía que existían por
aquellas profundidades otros peces muy conocidos por su habilidad para abrir ostras, y hacia
ellos pensó en dirigirse. Pero sabía que eran peces muy ocupados y no deseaba importunarles.
―Hola― dijo el pez. ¡Necesito vuestra ayuda! Siento grandes deseos de conocer una
ostra gigante, pero no puedo hacerlo porque cuando me acerco cierra sus valvas. Sé que
vosotros sois muy hábiles en abrir ostras y por eso vengo a pediros ayuda.
El pez continuó explicándoles las dificultades que tenía y los intentos por resolverlas.
Llegó a decirles la sensación de impotencia que le entraba y los deseos de abandonar tras
tantos intentos fallidos.
Los peces le escucharon con suma atención, le hicieron notar que entendían su
desánimo pues ellos se habían encontrado en circunstancias similares. Le felicitaron por el
interés que mostraba en aprender y la inteligencia que demostraba tener al pedir ayuda y
querer aprender de otros.
El pez se sintió mucho más tranquilo y esperanzado, les contó los temores que tenía al
pedirles ayuda y fue “abriéndose” cada vez más a toda la información que aquellos avezados
peces le contaban. Escuchó con atención cómo ellos también habían aprendido de otros peces
y cómo incluso hacían cursos de entrenamiento en abrir ostras. Escuchó cómo, a pesar de sus
habilidades, había algunas ostras que les resultaban difíciles de abrir, pero ello, más que ser un
motivo de desánimo, les estimulaba a seguir investigando y reunirse para intercambiar
conocimiento y mejorar sus prácticas de abrir ostras.
―Mira, algo muy importante que has de lograr es suscitar en la ostra el deseo y las
ganas de comunicarse contigo.
―De la misma manera que tú has logrado comunicarte con nosotros y “abrir nuestras
valvas” de pez.
―¿Cómo?
―Tú deseabas que nosotros te escucháramos y te prestáramos ayuda. Nos has dicho
que dudabas de si podrías lograrlo, ¿no es verdad?
―Podías haberte quedado con la duda, pero en lugar de eso, diseñaste un plan de
acción. Buscaste información acerca de nosotros, te informaste de cuál era el mejor momento
de abordarnos y qué decirnos. Tú sabías que nosotros éramos muy sensibles a la expresión
honesta y sincera de “necesito vuestra ayuda”. También sabías que nos agrada, como a todo
hijo de pez, el reconocimiento de nuestra competencia y veteranía en abrir ostras. Te
confesamos que todo ello nos agradó mucho. También nos gustaron tu mirada franca y serena
y tus firmes y honestas palabras.
―Sí, en efecto eso es lo que hice. Ahora que lo decís, mis “valvas de pez” se sintieron
también abiertas al notar que me escuchabais con atención. Me agradó mucho el que os
hicierais cargo de mi impotencia, ¡y por qué no decirlo!, me agradó también el que me
felicitarais por pediros ayuda…
―Muy bien, pero ¿cómo podré hacerlo con la ostra? No conozco su lenguaje, sus
costumbres, sus miedos, no conozco tampoco qué es lo que le agrada…
―Bien, también has diseñado un plan de acción para “abrir la ostra”. El primer paso ha
sido el de visitarnos para que te informemos de sus costumbres, de sus miedos, de todo
aquello que le agrada…
Te podemos decir todo aquello que suele suscitar temor en las ostras. Les asusta el
movimiento brusco de las aguas, de hecho, habrás observado que cuando hay tempestades y
hay mucho oleaje las ostras están fuertemente cerradas. Es por eso por lo que si te acercas a
ellas cuando hay muchas turbulencias tendrás grandes dificultades para lograr que se abran.
Les asusta el que algún animal se acerque de modo imprevisto. En cambio, les agradan los
movimientos suaves, los besos y las caricias y el que no se entre en sus interioridades sin
antes conocerse durante algún tiempo.
También les gusta mucho el que se les hable en su lenguaje. Habrás observado que
lanzan a través de sus valvas pequeñas pompas de aire. Si las observas con suma atención
podrás aprender los códigos que utilizan.
De este modo, los peces continuaron asesorándole. Le invitaron a pasar largos ratos
observando el comportamiento de la ostra. Le invitaron también a asistir a alguno de los
cursillos que organizaban y le regalaron un manual: El manual del abridor de ostras.
Tras varias semanas de observación, aprendizaje y entrenamiento, el pez pudo por fin
disfrutar con aquella bellísima ostra. Pudo, ¡al fin!, lograr entrar en las interioridades de la ostra
y compartir las sensaciones que le causaba. Pudo también abrir otras ostras, incluso ostras
extremadamente sensibles y que se cerraban con suma facilidad.
Es importante utilizar “mensajes yo”, sin culpar al otro de lo que está pasando.
También, separar a las personas del problema y mirar hacia delante, no hacia atrás,
escarbando inútilmente en el pasado cosas que ya no se pueden cambiar. La comunicación es
la herramienta más poderosa para una gestión pacífica del conflicto.
podremos dialogar sobre nuestra manera de ver las cosas, buscando los puntos de contacto
existentes.
Se llega a una definición conjunta del conflicto que sea aceptada por ambas partes.
Una vez hecho esto, se podrá seguir avanzando y centrarse en las posibles vías de solución.
De lo contrario, se corre el riesgo de darle vueltas, sin poder avanzar hacia delante.
3. SOLuciones alternativas
En esta etapa existen dos riesgos frecuentes que pueden impedirnos la consecución de
los objetivos, por tanto, hemos de ser conscientes:
El juicio prematuro: en ocasiones, no nos paramos a evaluar las ideas, sino que
las juzgamos prematuramente a medida que se van proponiendo, desechándolas
de inmediato. Recordemos que el objetivo en esta etapa es obtener el máximo de
alternativas, ya llegará después el momento de valorarlas y enjuiciarlas. Por
experiencia en el trabajo con grupos, aunque se haya avisado de este riesgo, es
muy fácil que, después de la primera idea propuesta, salga alguien criticándola y
rechazándola. Hay que dar tiempo a que surjan muchas ideas sabiendo que en
ocasiones las primeras tienen un efecto multiplicador, lo que da origen a otras que
parten de ellas y las mejoran o amplían.
Pero siempre es importante tener en cuenta lo que ya hemos dicho: hay que evitar el
juicio o evaluación prematura de las alternativas, fomentar que salga el mayor número posible
de alternativas, concentrar el esfuerzo en el problema y no en las personas y, si fuera oportuno,
puede ser conveniente incorporar ayuda del exterior, bien consultando a un experto, bien
“copiando” buenas ideas de otras experiencias. Al igual que en la fase anterior, se solicita a la
otra parte que aporte ideas y nosotros hacemos lo mismo.
5. Experimentar
6. Revisar
Comparte despacho con un colega que recibe visitas y telefonea con frecuencia. Por el
contrario, usted necesita un ambiente de calma para concentrarse en cálculos. En muchas
ocasiones, ya ha sido bastante “asertivo” para pedirle, de forma educada, que haga menos
ruido. Su colega le ha respondido (agresivamente, al principio) que era un quejica y que usted
también le molestaba a él. Le pidió que le explicara por qué decía eso. Su contestación fue que
tenía que telefonear por razones profesionales y que había escogido ese departamento porque
le gustaba trabajar en equipo. No obstante, usted siguió aferrado a sus razones, y llegó a la
conclusión de que cada uno buscaba un ambiente apropiado para su trabajo: usted quería
trabajar en calma, y él con ruido de gente.
Una mampara.
Un biombo.
Una sala de reuniones para su colega.
Unos tapones para sus oídos
Etc.
Entre toda esta mezcla, había una solución que parecía acomodarse a las preferencias
de ambas partes: cuando su colega tuviera conversaciones telefónicas o entrevistas de más de
cinco minutos, debería trasladarse a otro despacho.
Por su parte, debería tratar de hacer los trabajos que exigieran más concentración por
la mañana temprano, o a primera hora de la tarde, que es cuando su colega todavía no habría
llegado.
Método DESC
Los conflictos entre individuos son, con frecuencia, muy sencillos y no exigen que se
pase por todas las etapas de negociación realista que hemos visto anteriormente. Así ocurre de
una manera particular en las pequeñas diferencias que nos enfrentan a quienes están cerca de
nosotros. Podemos seguir cuatro sencillos pasos para llegar a un contrato asertivo de
compromiso abreviado:
Describir el comportamiento
Expresar sentimientos
Soluciones al problema
Consecuencias de las soluciones
Durante esta primera etapa es muy importante lograr la “aquiescencia” del otro, es
decir, el acuerdo sobre los argumentos que estoy presentando. De no lograrla, no
deberíamos pasar a la fase siguiente.
¿Podrías hacer el favor de ir a otro despacho cuando tengas una visita de algún
cliente? y, si es posible, deja las llamadas para cuando yo haya salido (S).
Imagen: Wipley/BrainSins
https://www.flickr.com/photos/wipleybrainsins/5061595691/in/photostream/
(Con licencia Creative Commons “Atribución”).