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Profesor Autor:
Titulaciones Semestre
Tercero
• PSICOLOGÍA
Contenido
Índice .........................................................................................................................1
Unidad 3 – Preescolar o Primera Infancia ..................................................................2
Tema 1: Desarrollo Cognitivo desde los dos a seis años ................................................................. 3
Tema 2: La Socialización en la familia, escuela y amistades ................................... 7
Tema 3: Desarrollo Emocional y psicosexual ...........................................................12
Tema 4: Desarrollo Físico ........................................................................................18
Bibliografía ............................................................................................................... 19
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Unidad 3: Preescolar o Primera Infancia
Objetivo
Identificar los diferentes enfoques teóricos sobre las etapas del desarrollo del niño y
los adolescentes, para comprender su evolución, necesidades y dificultades
presentadas a nivel biopsicosocial.
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Tema 1: Desarrollo Cognitivo desde los dos a los seis años.
Pensamiento representacional
Durante la etapa preoperacional, el niño puede emplear símbolos como medio para
reflexionar sobre el ambiente. La capacidad de usar una palabra (galletas, leche, por
ejemplo) para referirse a un objeto real que no está presente se denomina
funcionamiento semiótico o pensamiento representacional. Piaget propuso que una
de las primeras formas de él era la imitación diferida, la cual aparece por primera vez
hacia el final del periodo sensoriomotor (la capacidad de repetir una secuencia simple
de acciones o de sonidos, horas o días después que se produjeron inicialmente).
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las habilidades cognoscitivas y sociales. Favorece además la creatividad y la
imaginación.
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Conceptos numéricos
Junto con la mayor habilidad de usar como símbolos las palabras e imágenes, los
niños empiezan a utilizar los números como herramienta del pensamiento durante los
años preescolares. Piaget sostuvo que los niños no adquieren un concepto verdadero
del número antes de la etapa de las operaciones concretas, cuando comienzan a
entender las relaciones seriales y jerárquicas. Sin embargo, la investigación reciente
ha demostrado que algunos principios numéricos básicos aparecen durante la etapa
preoperacional.
Los trabajos de Rochel Gelman y sus colegas (Gelman y Gallistel, 1978; Gelman y
Merck, 1983) señalan que algunos niños de 4 años logran entender los siguientes
principios básicos del conteo: a) puede contarse cualquier arreglo de elementos: b)
cada elemento deberá contarse una sola vez; c) los números se asignan en el mismo
orden; d) es irrelevante el orden en que se cuenten los objetos; e) el último número
pronunciado es el de los elementos que contiene el conjunto. Los niños de edad
preescolar comprenden un poco las relaciones numéricas. Así, la mayoría de los
niños de 3 a 4 años de edad, saben que 3 es más que 2.
Los preescolares comienzan a comprender algunos conceptos básicos de los
números, pero conviene recordar que cometerán muchísimos errores de conteo.
Omiten algunos números (por ejemplo, 1, 2, 3, 5), no incluyen elementos mientras
cuentan, etc. Además, a la mayoría de ellos y a los niños de primaria le es difícil contar
grandes grupos de objetos desorganizados (Baroody, 1987).
Teorías intuitivas
Los niños de corta edad se caracterizan por su curiosidad y espíritu inquisitivo. En los
años preescolares comienzan a hacerse teorías intuitivas sobre los fenómenos
naturales. Piaget (1951) entrevistó a niños pequeños para averiguar de qué manera
explicaban algunos hechos como el origen de los árboles, el movimiento de las nubes,
la aparición del Sol y de la Luna, el concepto de la vida. Descubrió que sus conceptos
del mundo se caracterizan por el animismo. Es decir, no distinguen entre seres
animados (vivos) y objetos inanimados (mecánicos); atribuyen estados intencionales
y rasgos humanos a los objetos inanimados. Por ejemplo, un niño de 3 años puede
decir que el sol está caliente, porque quiere que la gente no tenga frío o que los
árboles pierden las hojas porque quieren cambiar su aspecto exterior. Creen que las
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rocas, los árboles, el fuego, los ríos, los automóviles y bicicletas poseen
características vivas porque se mueven.
Las tres más importantes son egocentrismo, centralización y rigidez del pensamiento.
El pensamiento de los niños pequeños tiende a ser muy rígido (Millar, 1993). Con el
tiempo, el pensamiento de los niños se torna menos rígido y comienza a considerar
cómo pueden invertir las transformaciones (vaciar el contenido de un vaso en otro).
La habilidad de invertir mentalmente las operaciones es una de las características de
la siguiente etapa del desarrollo cognoscitivo, la de las operaciones concretas.
Mientras el niño no aprenda algunas operaciones mentales, como la reversibilidad,
tenderá a basar sus juicios en el aspecto perceptual y no en la realidad. Si un vaso
da la impresión de contener más agua, supondrá que la tiene. Flavel y sus colegas
(Flavell, Green y Flavell, 1986) estudiaron la comprensión de las apariencias y de la
realidad en el niño. Descubrieron que la capacidad de distinguir entre la apariencia y
la realidad se adquiere de los 3 a los 5 años.
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Tema 2: La socialización en la familia, escuela, las amistades y los
medios de comunicación”.
A medida que los niños logran mayor independencia, su crianza puede convertirse en
un desafío. Los padres deben lidiar con personitas que poseen mentes y voluntades
independientes, pero que todavía tienen mucho que aprender acerca de las
conductas que la sociedad considera deseables.
En el campo del desarrollo humano, la disciplina se refiere a los métodos para moldear
el carácter y para la enseñanza de autocontrol y de la conducta aceptable. Puede ser
una herramienta poderosa para lograr la socialización con la meta de desarrollar la
autodisciplina.
A veces los padres castigan a sus hijos para erradicar la conducta indeseable, pero
los niños por lo general aprenden más cuando su buena conducta es reforzada. Los
refuerzos externos pueden ser tangibles (dulces, más tiempo de juego) o intangibles
(una sonrisa, una palabra de elogio, un abrazo, mayor atención o un privilegio
especial). Cualquier cosa que sea el reforzador, el niño debe verlo como una
recompensa y recibirlo de manera sistemática después de mostrar la conducta
deseada. Con el tiempo, la conducta debe proporcionar un reforzador interno: la
sensación de placer o de logro.
El castigo demasiado severo puede ser dañino. A los niños que son castigados con
severidad y frecuencia puede resultarles difícil interpretar las acciones y las palabras
de otras personas, y atribuir intenciones hostiles donde no las hay (B. Weiss, Dodge,
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Bates y Pettit, 1992). Los niños pequeños que han sido castigados con severidad
pueden actuar de manera agresiva (Nix et al.,1999) o incrementar su pasividad
porque se sienten indefensos. Pueden atemorizarse si los padres pierden el control y
a la larga tratarán de evitar al progenitor punitivo, lo cual debilitará la capacidad de
éste para influir en su conducta (Grusec y Goodnow, 1994).
El castigo corporal ha sido definido como “el uso de la fuerza física con la intención
de ocasionar que el niño experimente dolor, pero no lastimarlo, para corregir o
controlar su conducta” (Strauss, 1994a, p. 4). Puede incluir nalgadas, golpes,
pellizcos, sacudidas (que pueden ser fatales para los bebés) y otras acciones físicas.
Existe la creencia popular de que el castigo corporal es más eficaz que otros métodos
para inculcar respeto a la autoridad paterna y que es inofensivo si se usa con
moderación por padres cariñosos (Kazdin y Benjet,2003; Mc Cloyd y Smith, 2002).
Cuando Sara robó un dulce de una tienda, su padre no le dio un sermón sobre la
honestidad, no le pegó ni le dijo que había sido una mala niña. En lugar de eso le
explicó cómo se vería afectado el dueño de la tienda por el hecho de que no había
pagado por el dulce, le preguntó cómo creía que podría sentirse el propietario y luego
la llevó a la tienda a que regresara la golosina.
Las técnicas inductivas, como las que utilizó el padre de Sara, son diseñadas para
alentar la conducta deseable o desalentar la que no lo son por medio del
razonamiento con el niño.
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Otras dos categorías de disciplina son la afirmación del poder y el retiro temporal del
amor.
La eficacia de la disciplina de los padres puede depender de qué tan bien entiende y
acepta el niño, a nivel cognoscitivo y emocional, su mensaje. Para que el niño acepte
el mensaje, tiene que reconocerlo como apropiado, por lo que es necesario que los
padres sean justos y precisos, y con expectativas claras y congruentes. Es preciso
que la disciplina sea proporcional a la falta y congruente con el temperamento y el
nivel cognoscitivo y emocional del niño. Un niño puede sentirse más motivado a
aceptar el mensaje si los padres son cálidos y sensibles y lo hacen sentir empatía por
alguien a quien haya causado algún daño (Grusec y Goodnow, 1994). El mayor o
menor grado en que los niños acepten un método disciplinario también depende de
que el tipo de disciplina usado sea aceptado en la cultura de la familia (Lansford et
al., 2005).
ESTILOS DE CRIANZA
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habilidad para orientar a los niños, pero también respetan sus decisiones
independientes, sus intereses, opiniones y personalidades. Son cariñosos y muestran
aceptación, pero también exigen buena conducta y son firmes en mantener las
normas. Imponen castigos sensatos y limitados cuando es necesario, en el contexto
de una relación cálida y de apoyo. Favorecen la disciplina inductiva, explican el
razonamiento detrás de sus posturas y alientan el intercambio verbal. Al parecer sus
hijos se sienten seguros por saber que son queridos y lo que se espera de ellos. Los
niños en edad preescolar con padres autoritativos suelen tener más confianza en sí
mismos y más autocontrol, son más asertivos, curiosos y felices.
Debido a que plantean reglas claras y consistentes permiten que los niños sepan lo
que se espera de ellos. En los hogares autoritarios los niños son controlados de una
manera tan estricta que muchas veces no pueden tomar decisiones independientes
acerca de su propia conducta. En los hogares permisivos los niños reciben tan poca
orientación que pueden sentirse inseguros y ansiosos, pues no saben si están
haciendo lo correcto.
En los hogares autoritativos los niños saben si están cumpliendo las expectativas y
pueden decidir si vale la pena arriesgarse al disgusto de los padres por perseguir una
meta. Se espera que estos niños tengan un buen desempeño, cumplan los
compromisos y participen activamente en las tareas familiares, pero también en la
diversión. Conocen la satisfacción de aceptar las responsabilidades y de lograr el
éxito.
Las primeras, las más frecuentes y las más intensas disputas entre hermanos se
relacionan con los derechos de propiedad: quién es el dueño de un juguete o quién
tiene derecho a jugar con él.
Aunque los adultos exasperados no siempre lo ven de esa manera, las disputas entre
hermanos y su solución pueden ser oportunidades de socialización para que los niños
aprendan a defender los principios y a negociar los desacuerdos (Ross, 1996). Otro
ámbito para la socialización es el juego dramático conjunto. Los hermanos que con
frecuencia juegan a “vamos a simular” desarrollan una historia de comprensiones
compartidas que les permite resolver con más facilidad los problemas y edificar a
partir de las ideas del otro (Howe et al., 2005).
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A pesar de la frecuencia del conflicto, la rivalidad entre hermanos no es el patrón
principal entre ellos al inicio de la vida. El afecto, el interés, la compañía y la influencia
también son comunes en esas relaciones.
De igual manera, las amistades pueden influir en las relaciones con los hermanos.
Los niños que antes del nacimiento de un hermano experimentaron una buena
relación con un amigo son más propensos a tratar mejor a sus hermanos menores y
menos proclives a desarrollar conducta antisocial en la adolescencia (Kramer y Kowal,
2005). En el caso de un pequeño en riesgo de desarrollar problemas de conducta,
establecer una relación positiva con un hermano o un amigo puede amortiguar los
efectos de una relación negativa con el otro (McElwain y Volling, 2005).
Las amistades se forman a medida que la gente se desarrolla. Los niños pequeños
juegan al lado o cerca uno del otro, pero sólo empiezan a tener amigos a los tres
años. Los niños pequeños aprenden a llevarse bien con otros por medio de las
amistades e interacciones con compañeros casuales de juego. Entienden que para
tener amigos hay que ser un amigo. Aprenden a resolver problemas en las relaciones
y a ponerse en el lugar de otra persona, y ven modelos de varios tipos de conducta.
Aprenden valores morales y normas de los roles de género y, además, practican roles
adultos.
A los niños en edad preescolar por lo regular les gusta jugar con niños del mismo
sexo y edad. Los que tienen experiencias positivas frecuentes entre sí tienen más
probabilidad de hacerse amigos (Rubin et al., 1998; Snyder et al., 1996). Cerca de
tres de cada cuatro preescolares tienen esas amistades mutuas (Hartup y Stevens,
1999).
Los alumnos de preescolar y jardín de niños que son queridos y calificados por los
padres y maestros como socialmente competentes por lo general manejan bien la
irritación. Evitan los insultos y amenazas. En lugar de ello, responden de manera
directa, de formas que minimizan un conflicto mayor y permiten conservar las
relaciones. Los niños menos queridos tienden a devolver el golpe o a acusar (Fabes
y Eisenberg, 1992).
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Tema 3: Desarrollo Emocional y Psicosexual.
En el mundo se han dado cambios sociales y económicos, entre ellos el crecimiento
y la distribución de la población, la extensión de la pobreza y la creciente desigualdad
social. Todos estos factores influyen en el modo de vida de adultos y niños y las
relaciones sociales que se establecen entre ellos como familia.
Liberman menciona que “el desarrollo emocional durante los primeros años de edad
nos ofrece una ventana al crecimiento psicológico del niño”, a través de ella podemos
ver el interior emocional de cada uno de ellos. Las vidas emocionales de los recién
nacidos se encuentran relacionadas con el sentir hambre o sueño, mucho calor o frío,
además de otras manifestaciones relacionadas con su edad; su repertorio emocional
transita entre el llorar y mostrar satisfacción.
Los estados físicos rara vez determinan las emociones de los niños, sus sentimientos
dependen de cómo interpretan sus experiencias, de lo que creen, que otros están
haciendo o pensando y de cómo otros les responden. Los niños muy rara vez
manifiestan sus emociones con palabras. Más bien lo hacen a través de otras señales;
el tono de la voz, los gestos, ademanes, la postura, la respiración.
Los niños pequeños sonríen como respuesta a una sonrisa y gritan como respuesta
a un grito. Al término del primer año de vida los niños son altamente sensibles a las
claves emocionales de otras personas, en especial de quien los cuida. Los niños
toman sus claves de la expresión tranquilizadora o de angustia de los adultos, lo que
pueden determinar si continúan jugando cómodamente o suspenden la actividad.
A los dos años de edad los niños comienzan a mostrar empatia genuina hacia los
demás. No sólo interpretan y adaptan sus propias respuestas a las emociones de
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otros, tratan de hacer que los otros, incluso sus muñecos y animales de juguete se
sientan mejor atribuyéndoles características humanas.
En los años que siguen, la vida emocional del niño está determinada por la influencia
de sus interacciones ya sea con adultos o entre compañeros de su misma edad. Las
conversaciones entre padres e hijos acerca de eventos emocionales y las
instrucciones de los padres sobre las expresiones emocionales más apropiadas para
cada situación social, permiten al niño ir identificando algunas características
emocionales de las que se va apropiando.
Los niños de 4-6 años, se vuelven expertos en anticipar o deducir las emociones de
otros, en adaptar su conducta y hasta pueden ocultar sus emociones a los demás;
todas ellas son capacidades sociales importantes que no existían en las etapas
anteriores.
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Los valores culturales afectan el modo en que los niños pequeños aprenden a
interpretar, ya expresan sus experiencias de temor, ira, vergüenza, orgullo,
incomodidad y otras emociones; también guían la formación de nuevas emociones y
sus mezclas (como temor- vergüenza, ira-culpabilidad). Que reflejan estos valores
culturales.
Desarrollo Psicosexual
• Etapa oral
• Etapa anal
• Etapa fálica
• Etapa latente
ETAPA ORAL:
Esta etapa comienza desde el nacimiento hasta el primer año. Durante la misma, poco
a poco se va identificando con su madre; si ella sonríe el también, si ella habla el
balbucea, etc. El foco de la satisfacción está en la boca. El bebé la recibe por medio
de la boca, succionando y poniéndose todo lo que tiene a su alcance en esta zona.
En esta etapa es muy necesario que la madre alimente a su hijo o hija en los tiempos
debidos sin atrasos que permitan que el niño se sienta frustrado, con hambre y
desatendido.
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CONSECUENCIAS:
La experiencia clave en esta fase es el destete, durante el cual el niño pierde mucho
del contacto íntimo con su madre y esto da lugar al primer sentimiento de pérdida. El
destete también le provee al bebé conciencia de sí mismo, desde que aprende que
no todo está bajo su control, y tampoco la satisfacción es siempre inmediata
ETAPA ANAL
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aprender la importancia de la limpieza y el orden gradualmente, los cuales dan lugar
a una persona adulta controlada.
CONSECUENCIAS:
Si los padres ponen demasiado énfasis en la higiene personal mientras el niño decide
acomodarse a ésta, se puede dar lugar al desarrollo de un comportamiento
compulsivo, extendiéndose a lo concerniente con el orden y la pulcritud. Por otra
parte, si el niño decide prestar atención a las demandas de su Ello y los padres
acceden a esto, el niño probablemente desarrolle una personalidad tendiente al
desorden e indulgente para consigo mismo. Si los padres reaccionan, el infante debe
cumplir, pero desarrollará un débil sentimiento de sí, ya que los padres son los que
controlan la situación, no su propio Yo.
ETAPA FALICA:
Se extiende desde los tres hasta los cinco años y la zona erógena asociada a ella es
el área de los genitales. Es en esta tercera etapa de desarrollo infantil que los niños
se vuelven conscientes de su propio cuerpo, los cuerpos de los otros niños, y los
cuerpos de sus padres, y satisfacen la curiosidad física por desnudarse y explorarse
entre sí y los genitales, y así aprender la física (sexual), las diferencias entre lo
"masculino" y lo "femenino" y las diferencias de género entre el "niño" y la "niña"
CONCECUENCIA:
COMPLEJO DE EDIPO:
Para el varón, la madre deviene la persona deseada, mientras que el padre es el foco
de los celos y rivalidad, desde el primer momento en que es el que duerme con la
madre, pero sigue siendo uno de los principales encargados del cuidado del niño. El
Ello quiere unirse con la madre y matar al padre (como hizo Edipo) pero el Yo, basado
en el principio de realidad sabe que el padre es más fuerte. Sin embargo, el niño
también quiere al padre, por eso sus sentimientos son ambivalentes. El temor de que
el padre sea un obstáculo frente a los sentimientos del niño hacia la madre es
expresado por el ello como temor de que el padre lo castre. El miedo a la castración
no es racional y ocurre de forma irracional e inconsciente.
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COMPLEJO DE ELECTRA:
Las niñas pequeñas siguen más o menos el mismo desarrollo psicosexual que los
niños. La niña desarrollará envidia del pene, envidia sentida por las mujeres frente a
los hombres debido a que los hombres poseen pene. Esta envidia tiene sus raíces en
el hecho de que sin el pene las mujeres no pueden poseer sexualmente a la madre
tal como son conducidas por el Ello. Como resultado de esta comprensión, ella dirige
su deseo sexual hacia el padre. Luego de esta fase la mujer tiene una etapa extra en
su desarrollo cuando debe transferir, todo o en parte, la sensibilidad e importancia del
clítoris a la vagina.
ETAPA LATENTE:
Durante esta etapa los niños no se interesan para nada en el aspecto sexual ni se
sienten atraídos por el sexo opuesto.
Desarrollan amistades en la escuela del mismo sexo y los deportes que los niños
practican a esta edad los alejan completamente de cualquier inquietud que tenga que
ver con deseos sexuales.
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Tema 4: Desarrollo Físico.
Del nacimiento a los 3 o 4 días de vida: el recién nacido presenta una pérdida
fisiológica de peso de hasta un 10 % del que tenía al nacer; esto es lo habitual y no
debe suponer alarma. El peso perdido debe recuperarse, o incluso sobrepasarse, a
los 12-14 días de vida.
El crecimiento en longitud es de 3,5 cm por mes. Al término de los tres meses de vida,
el lactante medirá unos 10,5 cm más que al nacer.
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tercer mes de vida, el ritmo de crecimiento es idéntico al del primer mes: un aumento
de 30 g al día, lo que supone 900 g al mes. La longitud progresa a un ritmo de 3,5 cm
al mes y el perímetro cefálico se incrementa en 2 cm al mes.
Entre el cuarto y el sexto mes varían un poco estos valores: el peso aumenta cada
día 20 g, lo que supone 500 g más al mes; el crecimiento en longitud es de 2 cm al
mes y el perímetro cefálico se incrementa mensualmente en 1 cm.
De 1 a 2 años
– Empieza a perder la redondez de las mejillas, crece su nariz, tiene más dientes.
Fase de transición
• De 2 a 3 años
– El niño sigue creciendo, aunque de forma más lenta y gradual que en los primeros
años. En líneas generales, aumenta unos 3 o 4 kg de peso y crece alrededor de 5 cm.
– Uno de los cambios más evidentes es la pérdida de volumen del cuerpo: las piernas
y los brazos se estilizan y los músculos de las extremidades se desarrollan. Esto es
gracias, en gran medida, a que el niño practica más actividades físicas: andar, correr,
saltar.
– El cuello se alarga (se diferencia mejor la cabeza del cuerpo) y el tronco pierde
corpulencia. En general, el niño adquiere un aspecto más proporcionado.
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– La cara se afina (el niño pierde los mofletes característicos de los bebés) y la
dentadura, por lo general, se completa. Los dientes que le faltan suelen brotar durante
esta etapa.
• De 3 a 6 años
– Desde los 3 años hasta la pubertad (± 12 años) se produce una ganancia media del
peso total de 25 kg y un aumento de la talla de 50 cm.
– En cuanto al crecimiento físico, en general los niños son ligeramente más altos y
pesados que las niñas.
preescolar y del escolar están en función del metabolismo basal, de la edad, del ritmo
de crecimiento individual, de la actividad física, de la termorregulación, etc.
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Bibliografía
Urbano, Yuni, José Alberto, Psicología del Desarrollo, Editorial Brujas, 1 ed, 2014.
Amaya Maidana, María Celeste, Torres Pardo, Beatriz, Tajima Pozo,, Psicología,
Marbán, Te, 2017
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