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PERSPECTIVAS
Una introducción a la
Antropología Filosófica.
M l
UNU
EDITORA
UNA INTRODUCCION A LA
ANTROPOLOGIA FILOSOFICA
PROCESADO GRAFICO
DIRECCION DE PUBLICACIONES UNR
URQUI2A 2050 - 2000 ROSARIO - ARGENTINA
AGOSTO Í993
TEXTOS TIPEADOS
PROVISTOS POR EL AUTOR
i.S.B.N. 950-673-038-5
INTRODUCCION
Propos. Ifl.
sado a sí mismo puede destacarse, en principio, una dirección clara: el
avance hacia una antropología en primera persona.
El hombre comenzó por verse como "hijo de la Madre Tierra",
constituido de la misma sustancia de que están hechas las cosas y
conviviendo en una fraternal unidad con los demás seres vivientes.
Cuando abandonamos el pensamiento arcaico y, hacia el siglo VII a.C.,
asistimos al nacimiento del pensamiento racional, se reelaborala idea
pero no se la transformaradicalmente. El hombre es pensado a partir del
cosmos, a veces como microcosmos, pero nunca como distinto y
contrapuesto al cosmos. En estas concepciones encontramos una con
sideración objetiva del hombre, como ente del mundo. La pregunta por
su ser se formula: ¿qué es el hombre? Desde la misma perspectiva se
dirigen al hombre las ciencias que lo estudian.
De ningún modo es falso lo que revela esta concepción objetiva, y a
ella debemos innumerables conocimientos referentes a la posición del
hombre -como objeto- en la naturaleza, su relación con los otros entes
vivientes y no vivientes y el conocimiento de su organización corpórea
y psicológica. Todos estos constituyen los conocimientos que pueden
lograrse sobre el hombre desde el supuesto de que el cognoscente no es
un hombre, o sea fundados en el olvido del observador
En la marcha de la filosofía occidental asistimos a un progresivo
distanciamiento del hombre respecto de la naturaleza. Esto ya lo
podemos observar en el concepto de persona, tal como se va elaborando
en la filosofía cristiana, pero se revela con toda nitidez en el pensam ien
to que inicia Descartes. Aquí nace una filosofía en primera persona y
el ego cogito se autoafirma, seguro de sí, frente a un mundo que podría
ser nada más que un sueño.
Así se inicia el corte yo-mundo y el término subjectum, de significar
todo lo real (cualquier res en tanto se apoya en sí misma) reduce su
extensión semántica para denotar sólo al hombre frente al cual todo lo
demás es mero objectum. Pasando por la apercepción trascendental de
Kant esta línea culmina en el ego. trascendental de Husserl, absoluta
mente "no mundano" y que se autoconstituye como "yo hom bre'4, al
mismo tiempo que constituye el "alter ego" y el "mundo objetivo" o)
( 1 ) P o r e j e m p l o , M E R L E A U P O N T Y , o p .c it.. A v n n t T ro po s, V I I
(2) H E I D E G G E R , M. E l s e r y el tiem p o , trad , J . f i a o s , F C E , M é x i c o 1 9 5 1 , par. 4 4 c
(3) D e A n . . MI, 8,431 b2 1
intramundano, un organismo vinculado por relaciones de causalidad a
los demás entes Ultramundanos. Pero, evidentemente, es en algún
misterioso sentido el mismo cuerpo que es cosa y punto de vista sobre
las cosas. ¿Cómo se articulan ambas perspectivas? O, en el lenguaje de
Gabriel Marcel: ¿qué relación existe entre mi cuerpo, objeto que suscita
problemas y el cuerpo que yo soy, encarnación y "repérede lamétaphysique"
respecto del cual no puedo tomar distancia y que constituye no un
problema sino un misterio? (1).
La misma dualidad de perspectivas puede trasladarse a todos los
temas humanos, Podemos pensar la historia como un objeto a contem
plar y juzgar, y la historia como dimensión de nuestro propio ser en tanto
homo historicus. O la sociedad, como objeto de estudio y como
constituyendo nuestro "ser uno de tantos" conviviendo en un mundo
compartido.
En esta radical ambigüedad en que no podemos dejar de ser "alguien"
ni de aparecer como un "objeto" más de la naturaleza o la historia, se
asientan los problemas más finos y ^atractivos de la Antropología
Filosófica.
1. LA ID E N T IF IC A C IO N CON E L M UNDO
1) ELIADE, M.: Manual de Historia de las Religiones. Trad. A. Medina Vei lía. Cristiandad, Madrid.
1974, MI, cap. VII.
(2) Recordemos el terrible castigo que los griegos reservaban para los traidores a la polis. (Vid.
Antigona): dejar el cadáver insepulto, privada de toda posibilidad de renacer.
(3) O tado en ELIADE, M.. ibid.
"Yo recorro las etapas fijadns por la naturaleza (Physis), hasta que caiga y repose,
cuando devuelva mi soplo a este aíre que respiro todos los días, cuando caiga
sobre la tierra de donde mi padre ha lomado mi germen, mi madre mi sangre,
mi nodriza su leche, que me da diariamente, después detantos años, mi alimento
y mi bebida, que me soporta cuando camino y de la cual recibo tantos beneficios;".
(I)
Si de la tierra mi padre tomó mi germen, mi madre mi sangre, mi
nodriza su leche, ¿qué soy yo, en última instancia, sino tierra que se
levanta? Marco Aurelio tiene de sf mismo una imagen casi vegetal:
como un árbol que, habiendo brotado de la tierra, cae, se disuelve, se
hace tierra y de su disolución brota un nuevo árbol. "Tú has sido
formado como una parte -se dice a sf mismo-. Te desvanecerás en lo que
te ha dado nacimiento o más bien serás retomado en su razón generadora
(logos spermatikós) por transformación". (2)
La fecunda Madre Tierra, fuente universal de la que brota toda vida,
ha sido reelaborada intelectualmente, se ha convertido en Physis, logos
spermatikós, pero su sentido profundo sigue siendo el mismo.
La idea según la cual el hombrfe, formado de la misma sustancia que
el cosmos, goza de una connaturalidad que le da acceso a todo lo real,
encuentra la formulación que ha devenido tradicional en los dos grandes
pensadores clásicos: Platón y Aristóteles. Para ambos el hombre es un
microcosmos, pequeño universo que contiene en sf todos los modos de
la realidad, al mismo tiempo que ocupa un punto fijo y definido en el
cosmos.
Para Platón lo real está constituido por dos instancias contrapuestas,
dos mundos que se superponen: el mundo material accesible a nuestros
sentidos y un mundo de naturaleza inmaterial que sólo nuestra inteli
gencia nos permite alcanzar. El hombre se encuentra a mitad de camino
entre los dos mundos. Por el alma se vincula al mundo espiritual, divino
y eterno. Por el cuerpo se inserta en el mundo material, imperfecto y
caduco. De allí una tensión constitutiva, porque cada dimensión de su
ser -cuerpo y alma- busca aquello que le es afín. Toda la psicología y
ética platónica se sustentan en esta antropología dualista. (3)
Aristóteles sustituye este rígido dualismo por la idea de jerarquía.
Encontramos en el mundo diferentes niveles de realidad: minerales,
vegetales, animales y, ascendiendo hasta la cúspide, lo divino inmóvil
y perfecto, que está más allá de este mundo visible. Estos mismos
niveles se dan en el hombre que tiene los elementos minerales y la vida
La tierra no pertenece a los hombres, sino los hombres ala tierra, para
cuidarla, labrarla, y ayudarla a dar sus frutos, cultivarla, no explotarla.
La íntima unión del hombre con el mundo al que pertenece engendra
la convicción de que los actos humanos repercuten en la totalidad del
cosmos. En el Prólogo de Edipo Rey se lamenta el sacerdote:
MLa polis va muriendo en los gérmenes fructíferos de la tierra, en los rebaños
bovinos que pastan, en los partos de las mujeres: todos terminan sin nacimien-
lo". (3)
(1) ARISTÓTELES. De Anima, III. 5, 430a. 15. '...y este intelecto es separado, im pasible y sin
mezcla, siendo por esencia un acto..." "... y esto sólo es inmortal y divino*.
(2). MEAD, M.: Sexo y temperamento. Trad. de I. Malinov. Paidos. Ba. As., 1972, p. 118
(3) Citado en ELIADE. Ibid.
En nuestra época de despiadada destrucción de ta naturaleza, recor
dar esta actitud tiene el carácter de una sana advertencia. Pero insertan
do al hombre en la tierra, sumergiéndolo en ella, se perdió de vista su
poder creador y transformador del mundo, dimensión esencial de la
realidad humana. Acentuó más bien la pasividad. El lema fue, según la
fórmula estoica, "vivir conforme a la naturaleza" y la actitud en que esta
conformidad alcanza su más alto nivel es la quietud de la vida contemplativa.
Veremos cómo, en la historia del pensamiento occidental, se va
operando un progresivo alejamiento del hombre respecto del mundo, al
que acompañará después una actitud de dominio sobre la naturaleza.
Este distanciamiento se insinúa ya en la idea siguiente.
2. EL CO NCEPTO DE PERSONA
(1) Aclaremos, sin embargo, que este personalismo cristiano, sobre iodo en tu i consecuencias
¿ticas, recién encuentra un desarrollo pleno en el pensamiento contemporáneo d eipuéi de que la
filosofía cristiana hubo asumido los logros del pensamiento moderno. Ver al respecto QELSON, E,:
El tomismo, p. 42)-424 y El espíritu de la filosofía medieval, cap. 10, y la réplica de LECLERCQ,
J.: Laphilosophiemorale d*Saint Thomas devantlapenséecontemporaine. Lovaina, 1955, pp. 200-
205.
"Loado seas, Señor mío, con todas tus creaturas, especialmente mi hermano Sol,
que nos da la lt>2 y el dfa. Bello, esplendoroso y radiante da testimonio deTf.
Loado seas. Señor mío, por la hermana Luna y las estrellas. Claras, bellas,preciosas
las formaste en los cielos.
"Loado seas. Señor mío, por nuestra hermana, la m adre tierra, que nos nu
tre y sostiene y produce frutos diversos, hierbas y pintadas flores”.
3. LA EXALTACION DE LA SUBJETIVIDAD
(1) Seguimos en esta exposición a CRUZ VELEZ, D.: Füotofla sin supuestos. Sudamericana
A*., 1970. c a p V i l .
A este modo de ser llama Aristóteles ousia y su carácter fundamental
consiste en ser hypokéimenon (soporte) de lo que es en otro.
La traducción literal de hipokéimenon decíamos es subiectum y para
todo el pensamiento aristotélico-escolástico son subiecta los árboles,
hombres, animales o piedras, es decir, todo lo que reposa en sí mismo.
O también: es subiectum para este pensamiento cualquier cosa ( res) en
tanto puede tener propiedades, relacionarse con otras cosas o realizar
acciones, todo lo que reposando en sí mismo es relativamente indepen
diente y permanece presente cuando cambian los accidentes.
En síntesis, subiecta son las cosas del mundo, incluido el hombre
como parte de este mundo. Subiectum será sinónimo de substantia,
sentido que se ha conservado en la gramática y por eso el sujeto se
expresa regularmente con un sustantivo.
Obiectum -puesto delante, opuesto, ofrecido- es cualquier ente, pero
en cuanto se lo piensa en relación con una potencia del alma: "objeto de
mi conocimiento, de mi imaginación o mi deseo. El objeto no reposa en
sí mismo sino que es en su relación con el hombre, producto de la
actividad representativa o apetitiva; no es, según el lenguaje escolásti
co, en sí mismo algo real {res).
A la idea de ser como ousía -presencia- corresponde en el ámbito del
pensar clásico la concepción de la verdad como alétheia -lo no oculto,
lo descubierto. Lo primariamente verdadero es aquello que se muestra,
el mundo. Todo el pensamiento clásico, en sus conceptos fundamenta
les -ser, verdad, bien- se sostiene sobre esta confianza sencilla e
incuestionada en lo dado, el munido.
Descartes, en cambio, no se pregunta ya "¿qué encuentro en el
mundo?”, sino "¿de qué puedo estar seguro?". Lo verdadero ya no es
más lo que se me da en la experiencia ingenua sino aquello de lo que
estoy absolutamente seguro porque ha superado la prueba de la crítica.
La verdad toma ahora del carácter de certitudo (certeza) acompañada
de la desconfianza ante lo dado.
En su marcha crítica, el pensamiento cartesiano distinguirá entre
aquellos subiecta actfyo conjunto llamamos "mundo" y aquel subiectum
llamado anima (alma), spiritus (espíritu) cogitatio (pensamiento).
Sólo este último me es dado con absoluta evidencia, sólo de él puedo,
en principio, afirmar con certeza que sea real. Por lo tanto, el subiectum
anima es el único que reposa en sí mismo, los demás dependen de él,
dejan de ser subiecta para convertirse, en principio, en meros obje-
tos.(i)
1) Este lenguaje, que expresa ]a polaridad hombre-mundo en térm inos de sujeto-objeto, recién se
establece sólidam ente a partir de Kant. A pesar de eso referim os la problem ática a D escartes porque
en ¿1 se inicia la comprensión de la relación bom bte-m undo a partir de1 cogito.
b) Im plicaciones prácticas de la concepción cartesian a
"Es posible encontrar una (Filosofía) práctica, por m edio de la cual, con ocien
do la fuerza y las a cciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos
y de todos los demás cuerpos que nos rodean... podríamos aprovecharlos en todus
los usos a que sean propios y de esa suerte hacem os com o dueños y poseedores
de la naturaleza... (Esto nos permitiría) gozar sin ningún trabajode los frutos de
la tierra". (1)
(1) PICO DELLA MIRANDOLA, Discurso sobre la dignidad del hombre, trad. de R. Ruiz Díaz.
Ooncourt. Bs.As., 1978. pp. 48-50.
(2) Reparemos en esta idea, sobre la que volveremos en el tema de lft libertad: el universo ya está
completo sin el hombre. "Todo estaba distribuido y lleno en los sumos, en los medios, y en los
ínfimos grados”, p. 48. El hombre no forma parte del mundo. Por eso es libre. Pero también por eso
"está de más" en la plenitud del ser.
que ha establecido con el mundo la traslada a su relación con los otros
seres humanos. Hace así la experiencia de la soledad radical.
El hombre moderno surge como un sujeto libre, poderoso, distante,
solitario.
a2 + ab - b2
a + b
b2
a+b
(1) W INDELBAND, W.: H istoria de la Filosofía Moderna, trad. E. T abernig.N ova, Buenos A ires,
1951.T .-II,p.313.
(2) Nos referim os a Freud tal como ha sido leído en el contexto de tas ciencias de ta segunda m itad
del siglo pasado. H oy asistíalos a reinierpretacione* de Freud en un sentido m uydi/crenle.
(2) RICOEUR, P. Freud, una interpretación de la Cultura. Trad. A .Suarez, Siglo XXI M éxico,
1970. p.69
Pero a parlir de Descartes se abre otra línea que a través de Kant
conduce a Husserl y a la fenomenología en general. El ego, fundamento
del mundo, no puede ser uno de los entes (objetos) del mundo. Este es
el camino hacia ei yo trascendental condición de toda trascendencia
que, en cuanto absolutamente no mundano no puede ser pensado con las
categorías (conceptos) con que pensamos las cosas.
Sea en la forma husserliana de un yo puro, o en la forma más
moderada de un existente situado, quedará siempre en pie que ei hombre
no es un ente de la naturaleza. "El hombre no es su cuerpo, que es una
cosa -dirá Ortega y Gasset- ni es su alma, psique, conciencia o espíritu,
que es también una cosa".(i)Y Heidegger dedicará el parágrafo 43 de El
Ser y el Tiempo a dem ostrar "la imposibilidad de concebir al ente de la
forma de ser del ser-ah( por la realidad ni por la sustancialidad
(Realitüt und Substantialitdt). (2)
Ahora bien: si no es nada real {res), ninguno de los conceptos que
sirven para pensar las cosas {realidad), a los que Heidegger llama
categorías, son adecuados para el ser del hombre. Habrá que hallar
nuevos conceptos {existenciarios) que permitan com prender ai hombre.
El descubrimiento de un a nueva región del ser exigirá a la fenomenología
la creación de nuevos conceptos y de un nuevo lenguaje para describirlo.
Veamos con cierto detalle algunos ejemplos de estas dos líneas de
pensamiento.
5. LA C O R R IE N T E O B JE T IV IS T A
(1) ORTEGA Y GASSET. J.: I tis to r ia c o m o s is te m a . Revista Je O ccidenie, M adrid 1968, p.36
Í2) HEIDEGGER, M. E l S e r y e l T iem po, ir-ad. J.G uns, FCE, M éjico, 1951. p .2 4 4 ,
(3) COM TE. A.. D is c u r s o s o b r e e l e s p ír itu p o s itiv a . Trad. A. ücrges, A cuitar. ps.A ires, 1971.
en la objetividad de la vida o de la sociedad; De otro modo, el hombre
aparece:
a) como algo que formando parte del mundo animal es moldeado y
orientado en su vida por su realidad biológica, o
b) como algo que formando parte del mundo social, es configurado
por la sociedad a que pertenece.
Tendríamos, entonces, como herencia de Comte, una concepción
biologista o sociológica del hombre. En ambas, el sujeto carece de
autonomía, es meramente un resultado.
(1) EIBL-EIBENSFHLD, I. E l hombre preprogramado. Alianza, M adrid. 1980, p.187. Del mismo
autor: Etología. Trad. M . Costa. Omega, Barcelona, 1977.
todas las culturas, sino también emre los chimpancés) (1)
(1) MORRIS. D., El mono desnudo. Tr»d. de J.Ferrer Aleu. Plaza & Janés. Barcelona, 1975,
(2) tbid, p. 9
Al principio sólo se estudian aquellas actividades que más claramen
te aproximan el hombre al animal -alimentación, apareamiento, cuidado
de los pequeños- y se dejan de lado "las detalladas ramificaciones de la
tecnología y de la palabra". (1) (Suponemos que entiende por palabra la
totalidad de la cultura estética y teórica).
Más adelante aparecen la ciencia y la tecnología como un conjunto
de medios para el logro de fines exclusivamente biológicos: la agricul
tura al servicio de la alimentación, la arquitectura al de la necesidad de
refugio. (2) Pero la simple necesidad biológica no bastaría para explicar
satisfactoriamente el formidable desarrollo de la ciencia y de la tecno
logía. Aquí, según Morris, ha operado en forma concomitante otro
factor: es un hecho observable la presencia de un impulso (instinto) de
exploración independiente de toda necesidad corporal urgente muy
fuerte en los cachorros de los mamíferos y sobre todo de los simios.
Ahora bien, el hombre, por ese mecanismo biológico llamado neotenia
(3) -observable también en los oxolotes- conserva hasta su vida adulta
muchos rasgos infantiles. De allí que, como resultado de este hecho
biológico, mantiene despierta durante toda su vida la inquietud exploratoria
infantil y su resultado es el desarrollo, más allá de las necesidades
vitales primarias, de la investigación científica y tecnológica.
La base biológica se ha constituido ahora en la fuente de todas las
actividades humanas (sociedad, arte, ciencia) pero es, además, un
patrón de medida para valorarlas.
(1) Ibid, p. 12
(2) Ibid. p. 117
(3) Ibid, p. 30. Neotenia o fetalización: característica de ciertas especio* anim ales que consiste
en alcanzar la madurez icxual en un estado larvario anterior a la plena m adurez orgánica, como se
observa en los oxolotes. Desde esta perspectiva el hombre podría ser pensado como un feto de gorila
que ha alcanzado la capacidad de reproducirse. Conserva en su vida adulta un conjunto de rasgos
infantiles: gran t a m a ñ o de la cabeza en relación con el resto del cuerpo, frente abombada, etc. Lo
m ism o ocurriría con su psiquismo: conserva la curiosidad infantil aunque haya ingresada en la
vida adulta.
(4) Ibid. p. 35
muy grandiosas que sean nuestras ideas y por muy orgullosos que nos sintamos
de ellas, seguim os siendo humildes animales som etidos a todas las leyes básicas
del comportamiento animal."
Si olvidam os esto, en algún momento "habremos quebrantado un número
tan grande de las leyes que rigen nuestra naturaleza biológica que nos habremos
derrumbado com o especie dominante". (1)
"Para que la sociedad pueda ser considerada como el fin normal de la conducta
moral es necesario que sea posible ver en ella algo más que una suma de
individuos; es necesario que constituya un ser sui generís, que tenga su propia
naturaleza especial distinta de la de sus miembros y una personalidad propia
diferente de las personalidades individuales. En una palabra, es necesario que
exista, en toda la fuerza de la palabra.un ser social (3)
I) Ibid. p. 200
0 Heznos elegido un sociólogo particularmente “d u ro ' en sus tesis porque nos interesa
uioitraf, no tanto lo que la sociología puede aportar a nuestro tema, cuanto lo particular de su
enfoque. En este sentido, loa autores extremos resultan m is claros.
(3) DURKHEIM, E. La Educación moral. Trad. de M.Navarro, Losada. Buenos Aires, 1947, p. 64.
(4) Ibid. p. 75
también está en nosotros y en una gran parte de nuestra naturaleza nos confun-
fundimos con clin... forma parte de nuestra propia sustancia puesto que, en un
sentido, es lo mejor de nosotros m i s m o s (1)
(1) //>»</. p. 72
(2) PlJRK f ITlM. F... to s forma* rlemrntitlex de ¡n vida rrlÍRÍOta. Sha pire, Us.As.,, 19fi3p. 19
Í3) !bid. p. 449
Por lo tanto, el hombre se convierte en un ser moral y pensante (es
decir, deja de ser un simple animal y se humaniza) en la medida en que
se incorpora al mundo social.
Esta tesis que sostienela identificación entre socialización y humanización,
podemos seguirla en otros autores y según otras dimensiones de la
subjetividad, ya no la pensante y volitiva, sino afectiva, temperamental.
Se trata de ese nivel primario de la subjetividad donde se decide nuestra
actitud fundamental, el modo de sentir la vida. (1)
Ruth Benedict (2) se concentra en la orientación emocional básica de
la cultura. Estudia en particular a los zuñi y a los kwakiult, a los que
caracteriza respectivamente como apolíneos y dionisíacos, en el sentido
nietzscheano de estos términos. Este temperamento cultural, que otorga
primacía a la moderación o el desenfreno, se manifiesta en todos los
actos y ceremonias del grupo.
Margaret Mead, en lugar de estudiar la cultura como un todo, se
detiene en la consideración de los temperamentos masculino y femeni
no, a los que encuentra dependientes, no de la sexualidad orgánica, sino
de la plasmación cultural, Pueden, por tanto, diferir en forma muy
marcada de lo que se tiene por "natural" entre nosotros.
6. LA CORRIENTE SUBJETIVISTA
(1) La física encuentra el seguro camino de la ciencia cuandoG alílco.Torricelli o Stahl descubrieron
que “la razón no ve más que lo que ella produce" que debe obligar a U naturaleza a responder
a sus pregunta*". Por este medio, el Tífico se dirige a la naturaleza con sus propios principio* "para
ser instruido por ella, pero no como un escolar que se deja decir lo que 1c place a su maestro, sino
como juez en funciones que obliga a los testigos a responder las preguntas que ¿I mismo les plantea".
KANT, M.: Critique de la Roitan Purt, trad. Trcmeysages et Pacaud, P.U.F., París, 1950, p.17.
Los subrayados son nuestros, con vistas a destacar que la concepción Kantiana del conocimiento
incluye U misma actitud hostil y dominadora respecto del mundo, que consideramos distintiva
del hombre moderno.
(y no una mera multiplicidad dispersa) porque hay un yo que lo
piensa.(i)
Ahora bien, este yo, fundamento del mundo, no puede ser un ente
más del mundo. Si al mundo lo constituyen los fenómenos que necesa
riamente poseen determinaciones empíricas, el yo que funda el m unda
no será empírico, sino puro, trascendental.
Se opera entonces un desdoblamiento de la subjetividad:
a) Por un lado encontramos la subjetividad como "conciencia de sí
en el sentido interno". Esta subjetividad empírica y psicológica, este río
de vivencias que se muestran en la forma de la temporalidad y que
podemos pensar ligadas por relaciones de causalidad, es un ente más del
mundo.
b) Por otro lado la subjetividad que, como fundamento de la unidad
del mundo, ya no es más un ente del mundo (2) y cuyo status ontológico
queda para Kant indeterminado. (3)
El yo a que ahora hemos llegado no es entonces un yo psicológico.
Por tanto, el subjetivismo de Kant no es un psicologismo, pero sí un
antropologismo, Las formas mediante las cuales reciben su organiza
ción la multiplicidad de sensaciones y (Jan nacimiento al mundo, aunque
puras, son humanas. Por tanto, para Kant, hay un mundo porque hay un
yo que lo piensa, pero este mundo es humano porque el yo, aunque
trascendental, sigue siendo humano. (4)
Indiquemos, por último, que este yo trascendental, no siendo más un
ente del mundo podría ser libre de la legalidad que conecta necesaria
mente los sucesos mundanos, posibilidad considerada en la tesis de la
(1)'T odas las representaciones diversas de la intuición... deben poder estar ligadas en una concien
cia, pues sin esto nada puede ser pensado o conocido por el hecho mismo de que las representaciones
dadas, no poseyendo en común el acto de apercepción, el yo planto, no «¡rían captadas juntas en una
conciencia'. KANT, op.cit., p.114.
(2) "Lo que debe ser representado como numéricamente idéntico no puede ser concebido como tal
por medio de datos empíricos. Debe haber una condición que preceda toda la experiencia y que ha£a
posible la experiencia misma.. .A esta conciencia pura, originaria e inmutable la llamaré apercepción
trascendental.’' KANT: op. cit, pp. 120-121.
(3) 'P o r ese yo, por este ¿1 o por esta cosa (Ding) que piensa, uno no se representa más que un sujeto
trascendental de los pensamientos = X y no es más que por los pensamientos que son sus predicados
que conocemos este sqjeto del cual no poseemos, separadamente, el menor concepto..." (Porque
no es ningún objeto sino la condición de todos ellos). KANT, op.cit., p.281. Podríamos afirmar que
sé que soy, pero no qué soy.
(4) Esta humanización e historializadón del yo se acentúa en un neokantiano como CASSIRER, E.:
Antropología Filosófica, trad. E.lm az, FCE, México, 1944.
tercera antinomia y que encontrará en la filosofía práctica su fundamen
to.
(1) Para Husserl son equivalentes los términos puro, trascendental, no-m undano.
(2) HUSSERL, M idít., par. 41.
(3) MERLEAU PONTY, M. Phénoménologie de la perceptiort. G allim ard, París, 1945. Avant
Propos, VIH: -"Le plus grand enscignem cnt de la reduction est Tim possibilité d 'u neréduction
com pléle”.
Hacia la época en que Heidegger, con su Analítica Existenciaria
(1927) iniciaba un nuevo camino fenomenológico, Max Scheler, con El
puesto del hombre en el cosmos (1928) (l) cerraba la Antropología
Trascendental inspirada en Kant y Husserl.
Allí se pregunta si un concepto "esencial" del hombre que permita
una distinción radical y no meramente de grado y que oponga el hombre
al animal en general, tiene una base legítima.
Comienza recorriendo los grados del ser psicofísico-impulso afectivo,
instinto, memoria asociativa e inteligencia práctica ya atribuible a los
animales superiores-. Ahora bien, si otorgamos inteligencia práctica a
los animales, ¿no sería la diferencia entre el hombre y el chimpancé sólo
una diferencia de grado? En efecto, "entre un chimpancé listo y Edison
(tomado éste sólo como técnico) no existe más que una diferencia de
grado, aunque ésta sea muy grande.'* (2)
Todas las capacidades psicofísicas están al servicio de la vida, pero
"lo que hace del hombre un hombre es ajeno a todo lo que podemos
llamar vida, en el más amplio sentido, ya en el psíquico interno o en el
vital externo." (3).
Lo que distingue al hombre es el espíritu, un principio que se opone
a la vida en general y que se caracteriza por tres propiedades:
a) Objetividad: capacidad de distanciarse del medio y convertirlo en
un mundo de objetos.
b) Conciencia de sí: consiste en el poder de objetivar la propia
constitución fisiológica y psíquica.
c ) Libertad: c o m o c o n s e c u e n c i a d e l d i s t a n c i a m i e n t o o p e r a d o p o r la
o b j e t i v a c i ó n d e l m u n d o y d e s u p r o p io s e r p s i c o f í s i c o . (4 )
(1) ib id , p.76
(2),H EID EG G ER, M. E¡ Ser y W Tiempo, trad . d e J.G aus, FCE, M éxico, 1951.
(3) H e id e g g e r acla ra d e l sig u ie n te m o d o ta in tro d u c c ió n d e e ste térm in o : “...el té rm in
ahí» con q u e d e sig n a m o s a e ste en te (n o so tro s m ism o s) no e x p resa su **quees*> c o m o m esa,
casa o árbo], sin o e! ser" (op. cH. p.50). En alem án c o rrie n te el té rm in o D asein sig n ifica
"existencia", "v id a”, "ser". E sisifttze s un sin ó n im o d e Dasein, d e raíz latina. Vcrb«»: existieren
p o r la tr a m a d e p r e s e n c i a s ( f e n ó m e n o s ) , h o r iz o n t e s y r e l a c i o n e s .
Los análisis fenomenológicos que siguen nos irán familiarizan ti o
con este modo de pensar. Comenzaremos, siguiendo a Heidegger, por
Ja explicitación del "ser en el mundo".
Que el "ser-ahí" es un ser en el mundo, no indica que se encuentre
allí como contenido en un continente al modo como el agua está en el
vaso y el vaso en la alacena. La preposición "en" designa en este caso
una relación de familiaridad, como el habitar en un lugar nos sugiere
estar interesados, familiarizados, preocupados por lo que allf ocurre.
Hay una permanente referencia del ser-ahí (recordar la intencionalidad
husserliana) a lo distinto de sf, una dispersión de la existencia que se
sostiene, se apoya, se deja llevar, se particulariza en los asuntos de cada
día, los objetos que conoce y los útiles que emplea.
Que es un ser en el mundo significa entonces que el ser-ahí no es un
subiectum autosuficiente.sino que sólo es por esta dependencia referencial
respecto de aquello por lo que se preocupa. Mi mundo, como dimensión
de mi ser, me constituye en lo que yo soy. En síntesis: no hay una ser-
ahí acósmico, sino sólo en tanto*"preocupado" por el mundo.
Ahora bien: ¿qué es el mundo? Heidegger comienza por una carac
terización ónticadel mundo; "aquello «en qué» un «ser-ahí» fáctico, en
cuanto es este «ser-ahí», «vive»." (i) Pero, entonces, así como se
caracterizó al ser-ahí por su referencia al mundo, igualmente es el
mundo en su referencia al ser-ahí que en él habita. No son dos entidades
autónomas que precedieran a su encuentro, sino que precisamente es a
partir de este encuentro que ambos se configuran.
La relatividad del mundo se hace clara si pensamos en los entes
intramundanos. Estos no son cosas (res) que tuviesen su ser en sí
mismas, sino útiles que se constituyen como tales en tanto el ser-ahí los
emplea para... Es en este emplear que el útil se manifiesta como tal,
revela su ser y es descubierto: el martillo revela su manejabilidad y su
referencia a los clavos y la madera en el martillar.
El útil, decíamos, no tiene su ser en sí. Por un lado remite al ser-ahí
que lo emplea, por otro a los demás útiles con los cuales forma un
sistema y a la obra a realizar. Es sobre el fondo de este sistema de
referencias que un útil particular manifiesta lo que él es y en qué puede
ser empleado: el martillo en el mundo del carpintero y la tiza en el
mundo escolar.
Pero ahora estamos empleando el término mundo en un nuevo
sentido, como el sistema, el todo de referencias, el horizonte supuesto
(1) H E I D E C C E R , op.cil., p .6 7
a partir del cual un particular útil es comprendido. Hemos entrado a*í
en el concepto ontológico exisienciario de mundanidad. (l) Este mundo
ya no es más la suma de entes de que dispongo en mi obrar, sino la
condición de todos ellos, aquello sobre la base de lo cual son lo que son
y son comprendidos. Pero tampoco este mundo es una realidad en sí
ajena al ser-ahf. El ser-ahí es proyección de un mundo, y en tanto
proyecta un mundo deja surgir los entes intramundanos y tiene trato con
ellos.
Así, el ser-ahf y el mundo son inseparables y mutuamente referidos.
El ser-ahf, como preocupado y disperso es un ser "mundano”, pero el
mundo, nacido del encuentro con el ser-ahf, es un mundo "humano”
(1) MERLEAU PONTY, op. cit., : “El cuerpo propio está en el mundo como el corazón en el
organismo: mantiene continuamente en vida el espectáculo visible, lo anima y lo nutre interiormente,
forma con él un sistem a." p.235.
(2) SARTRE, op. cit. pp.372-383,
(3) Podemos encontrar gran cantidad de observaciones y finos análisis de la cuestión en M ERLEAlI
PONTY, op.ciL
(4) Seguimos ahora a MERLEAU PONTY, op. cit., Premiare partie, chap. VI
Pero el lenguaje es algo del cuerpo y también parle de la historia y
la cultura. En consecuencia, la subjetividad deviene real, no distancián
dose del mundo (corpóreo e histórico-cultural) sino por su inserción en
él. En tanto el hombre es un ser en el mundo, la interioridad es
inseparable de la exterioridad; el pensamiento dei lenguaje, el alma del
cuerpo, la emoción del gesto, la subjetividad de la historia. Pero,
igualmente, este lenguaje, este cuerpo, este gesto y esta historia, son
humanos.
En síntesis: el hombre es siempre tal hombre, su ser tal se funda en
su ser en tal mundo, pero este mundo es siempre un inundo humano.
8- RESUMEN
El hombre comienza por afirmar su pertenencia, pensándose como
parte del mundo. Pero luego se inicia un proceso de distanciamiento
que, pasando por el concepto de persona, encuentra su punto más alto
cuando se concibe a sí mismo como un yo, un sujeto frente al mundo de
los objetos. Paralelamente cambia su actitud ante el mundo que, de
solidaridad fundada en la pertenencia, pasa a ser hostilidad y explota
ción.
Pero la ambigüedad subyacente en el ego cartesiano permite el
resurgimiento, como paralelas y enfrentadas, de las dos posiciones. Por
un lado es pensado el hombre, como algo más dentro del mundo
biológico o social. Por otro, en la línea de la Antropología Trascenden
tal, se destaca como lo más propio del hombre el ser un yo puro,
absolutamente no mundano, espectador imparcial que desde fuera
contempla el mundo. Nos encontramos con esta alternativa: o una cosa
más dentro del mundo o aquel para quien existen las cosas del mundo.
En el concepto de existencia, entendida ante todo como "ser en el
mundo", al que acompañarán los conceptos de situación, conciencia
encarnada o facticidad, se puede ver el esfuerzo por trascender la
alternativa entre el puro sujeto acósmico y la cosidad mundana.
El hombre, como ser en el mundo, no es ninguna cosa del mundo,
pero es inseparable del mundo. A su vez, este mundo es inseparable de
la subjetividad. Por tanto, si por un lado es el hombre un ser "mundano"
este mundo al que pertenece es un "mundo humano". Ninguno de los dos
términos -hombre y mundo- tiene una realidad en sf, sino que cada uno
de ellos es tan sólo por su relación con el otro. El fundamento del ser del
hombre y del mundo se encuentra en la relación.
EL HOMBRE Y LA SOCIEDAD
El hombre no sólo vive en un mundo -entendido como naturaleza,
conjunto de útiles, objetos y producciones humanas- sino también entre
otros hombres, en el seno de una sociedad. Y así como se ha pensado de
distintos modos a partir de la forma en que ha concebido su relación con el
mundo, igualmente se ha pensado y llegado a ser de distintos modos a partir
de la forma en que ha concebido su relación con los otros hombres. Las
relaciones interhumanas aparecen entonces, al igual que la relación con el
mundo, como constituyentes del ser del hombre.
Aquí, en la consi deración délas relaciones interhumanas, es fundamental
reparar en los pronombres de que hace uso un pensador. Podrá asf hablar de
la relación entre "ellos", o entre "yo y ellos'', entre "tú y yo" o entre
"nosotros". En estos pronombres se evidencia cómo se sitúa el pensador
respecto de la relación que analiza, si se ve comprometido en ella y de qué
modo, o la contempla distante desde fuera
Como en el capítulo anterior, haremos un sintético recorrido histórico
para mostrar los diversos modos en que ha sido pensada la cuestión.
"Recuerda que eres actor en una obra, el carácter del cual está determinado por el
escritor de la obra. Si desea que tu papel sea corto, será corto; si largo, largo. Si desea
que representes el papel de un mendigo, recuerda representar tu papel con habilidad,
y así también si tu papel es e] de un inválido, un oficial o un legislador.
Porque éste es tu trabajo: representar admirablemente el papel que te ha sido asignado.
Pero la selección del papel pertenece a otro" (1)
( ! ) Seguirnos « írcch ;w v ttn te en esta presentación d e r^ escaru rsaL A tN IlN T U A l. fiO , l1. T eoría y rrtiliihul
d e l otro. R e sista de O ccid en te, M adrid. 1961. T .t, cap. I
(2) DESCA RTES, R . D iscurso d el M ¿iodo y KlediUK iones M etafísicas, t rad- M . García M íren te. Ilspasii
Cal pe. Bsí.As., 19S0, MeOit. lí. p.lO l.
pensamiento por medio de gestos y palabras. Los gestos que veo y las
palabras que escucho deben ser, igualmente, la manifestación de un espíritu
pensante;
b) de la observación de la conducta. La posibilidad de responder con
sentido a las más variadas situaciones me induce a pensar que lo que tengo
ante mí es un espíritu pensante y no una máquina
Ahora que sé que los otros existen» mediante nuevos razonamientos por
analogía y atenta observación de sus conductas, puedo llegar a conocerlos,
es decir, penetrar en la subjetividad* interioridad de los otros, y llegar así a
saber qué sienten, qué quieren, qué piensan. En tanto el otro es una
interioridad oculta dentro de la exterioridad de su cuerpo, el razonamiento
por analogía y la observación de la conducta se constituirán en los únicos
caminos de acceso a la subjetividad ajena. Pero sólo pueden fundar una
probabilidad, jamás una certeza.
Destaquemos algunas consecuencias del planteo cartesiano.
a) Mi existencia es segura, la del otro presuntiva, ya que la afirmo sobre
la base de un razonamiento por analogía y cierta observación de la conducta
que sólo pueden fundar una probabilidad.
b) Mi propia subjetividad se me da en forma directa e inmediata, la del
otro mediatizada por su cuerpo e inferida a partir dé su conducta, gestos y
palabras.
c) Por tanto, tengo una certidumbre total sobre mis vivencias, no puedo
equivocarme respecto de mí mismo, pero jamás tendré certeza acerca délas
vivencias del otro. Ahora bien; si jamás podré saber con certeza qué es lo
que el otro piensa, siente o quiere, ¿puedo confiar en él? El hombre sensato
sólo confía en aquel a quien conoce y éste es sólo él mismo. Por tanto,
mantiene a los otros a prudente distancia ya que, en tanto desconocidos y
potencial mente peligrosos, no puede en ellos confiar.
d) La primaria relación con el otro es una relación de conocimiento: el
otro es, ante todo, un objeto conocido por mí. Los pronombres son aquí
reveladores: la relación se establece entre "yo" y "ellos", esos objetos que
pasan, distantes, del otro lado de mi ventana.
Todas estas consecuencias serán objeto de una profunda crítica en ciertas
líneas del pensamiento contemporáneo. Pero antes de avanzar, detengámo
nos a analizar, en otros ejemplos, la visión de la sociedad y las relaciones
interhumanas que se desprenden del planteo cartesiano.
Descartes nos ha conducido a una visión de la vida social como
interacción entre subjetividades aisladas y autosuficientes que sólo mantie
nen entre sí relaciones de exterioridad. De aquí surgen importantes conse
cuencias prácticas.
Según vimos cuando consideramos los ejemplos de Platón y el estoicismo,
así como hay una pertenencia al cosmos también hay una pertenencia a la
comunidad: insertándose en ella, el individuo llega a .ser lo que debe ser. I ,a
polis es anterior al individuo, y por eso el hombre es ciudadano, miembro
de la polis, no libre subjetividad. Su vida está signada por el servicio a la
comunidad a la que, como parte, pertenece.
Pero ahora los individuos, átomos sociales o subjetividades autosuficientes,
no pertenecen más a la sociedad sino que. más bien, es la sociedad que les
pertenece a cada uno de ellos. Nacida de un contrato entre individualidades
autónomas, no puede ser más que un instrumento al servicio de los fines de
estas individualidades. Y un contrato no precede a los contractuantes sino
que los tiene por supuesto. En síntesis: los hombres no pertenecen a la
sociedad, sino la sociedad a los individuos, como instrumento de sus fines.
Veamos cómo están presentes estas ideas en algunos pensadores.
(1) LOCKE. /. Ensayo sobre el gobierno civil. Trad. A [.izaro Ros. Aguí lar. Madrid. 1WJ
(2) LOCKE. t b id .p .5
no hace más que obedecerse a sí mismo.
Caracterizados de este modo por su libertad y autonomía es evidente que
los hombres no pertenecen a la sociedad. Se pregunta entonces Locke:
“Si el hombre es tan libre... en ej estado de naturaleza, si es señor absoluto de su
persona y de sus bienes... ¿por qué razón va a renunciar a esa libertad, a ese poder
su p re m o para so m e te rse ai gobierno y a la autoridad de otro poder. Larespucsta
evidente es que. a pesar de disponer de tales derechos en el estado de naturaleza, es
muy inseguro en ese estado e f disfrute de los mismos..." (1)
El hombre natural es aquél que vive solo, sin ataduras, sujeto tan sólo a
aquella ley que encuentra en su corazón y cuya obediencia no implica
ninguna servidumbre respecto de los demás. Precisamente en la pérdida de
esta libertad radica la decadencia que significa para el hombre el ingreso en
ía vid a social y civilizada. "...El hombre salvaje vive en él mismo, el hombre
sociable, siempre fuera de sí, no sabe vivir más que en la opinión de los
demás.” (2).
Pero esta corrupción trae aparejada la renuncia a la dignidad humana.
"Renunciar a la libertad es renunciar a la condición de hombre, a las derechos de
la humanidad y a sus deberes... Semejante renuncia es incompatible con la naturaleza
del hombre: despojarse de la libertad es despojarse de la moralidad '. (3)
Un hombre que vea con sus ojos, sienta con su corazón y tenga la guía
de su conducta en su propia razón, no necesita de nadie más para ser. Seguro
de sí, autosuficiente, es un sujeto plenamente humano que, celoso de su
autonomía, vivirá siempre a distancia de los demás.
(1) KANT, I-, Idea de una historia universal desde ei punto de vista cosmopolita, en Filosofía de ¡a
Historia, trad. E. Esúú, Nova, Bs.As., 1964, pp.39-57.
(2) KANT, I-, Fundamenlación de la metafísica de tos costumbres. Trad. M.García Morcntc, Espasa
Calpe, Madrid,, 1973. p. 84.
(3) KANT, I. Respuesta a la pregunta ¿ Qu¿ es la ilustración ?. en Filosofía de la Historia, p. 58-67.
dirección de otro.
En síntesis: siguiendo la tradición cartesiana encontramos, en los tres
autores, idéntica concepción: la sociedad humana debe ser pensada como la
interacción distante de subjetividades libres y autosuficientes que, celosas
de su autonomía, sólo mantienen entre sí relaciones de exterioridad.
Volvamos a las consecuencias del planteo cartesiano (p. 46). Desde Hegel
a la Fenomenología Existencial se van rechazando todas estas conclusiones.
Y a Hegel había mostrado (l) que 1a auloconciencia no puede ser en y para
sí sin ser reconocida. Pero, entonces, la relación con el otro no es una mera
coexistencia espacial o una simple relación de conocimiento -mirando por
la ventana veo que hay otros-. Es una relación de ser, constitutiva del ser de
lo relacionado, relación interna, no externa, relación que expresa Heidegger
afirmando como determinación necesaria del ser-ahí el ser-con-o tros.
Veamos, como en el caso anterior, los ejemplos de algunos autores que
comparten este principio, aunque enfoquen las relaciones interhumanas con
matices diferentes.
Heidegger analiza la estructura fundamental {ontológica) que hace
posible todas las relaciones concretas (ónticas) con el otro. Esta estructura
es el "Mitsein” (ser-con).
Sartre, en cambio, busca una comprensión de las relaciones concretas
(ónticas) con el otro, intenta descubrir "la presencia de tal o cual otro
concreto". (2) "La relación del Mitsein no podría servirnos de ningún modo
para resolver el problema psicológico y concreto del reconocimiento de
otro”. (3)
Marcel y Levinas acentúan el aspecto ético de esta relación, su valor en
función de la plena realización humana.
Tenemos así tres perspectivas sobre las relaciones interhumanas que, si
bien no se excluyen en todos sus aspectos, no se pueden superponer.
(1) H E G E L . G .W .K : Fenomenología del espíritu. Trad. W.Roces, F-Clí. México, 1966. p. 113.
<2) S A R T R E . J.P.: L 'Elre el (e Néani. p. 308.
(3) S A R T R E . J.P..7 bid. p. 305.
(4) H E r D E G G É R . M.: El Ser y el Ttempo. parágr. 26
A la cuestión respondemos espontáneamente ”yo", entendiendo por tal un
subiectum "ante los ojos", (i) La exégesis fenomenológica nos mostrará -
como ya ocurrió con el mundo- los auténticos fenómenos que encubren estas
pseudoevidencias de la vida cotidiana.
Lo primero que esta exégesis nos hace presente es que así como no hay
un ser-ahí sin mundo, tampoco lo hay sin otros ser-ahí.
Partimos de la descripción del mundo que ya nos es familiar. En el mundo
del sastre, por ejemplo, aguja, teta e hilo se disponen como útiles en función
del proyecto de confeccionar un traje, pero como finalidad última está
supuesto el cliente como posible portador de la prenda. Igualmente se
organizan los útiles con que el escritor cuenta para realizar su libro, libro
naturalmente destinado a los lectores.
Los útiles del mundo circundante remiten constantemente, no sólo a
otros útiles y a una obra a realizar, sino también a otros ser-ahí entre los
cuales está también "uno". El yo no tiene, por lo tanto, ninguna primacía.
En consecuencia encuentro, en mi trato con el mundo:
a) Los útiles que rae sirven, tema de mi preocupación (Besorge)
b) Los otros ser-ahí que me acompañan {son también ah( conmigo),
motivo de mi solicitud o inquietud (Fürsorge). Este ser-con es un
existenciario, es decir, una estructura ontológica necesaria del ser-ahf,
condición de posibilidad de .todas las relaciones concretas con el prójimo.
No puedo ser sastre sin contar con los clientes ni escritor en un mundo en
que no hubiese lectores.
Aclaremos más: encontrar el otro no requiere su presencia física ante mf.
Los lectores están con el escritorsolitario en cuanto indicados por el sentido
de su proyecto, como está el cliente presente en tanto a él remite la tela que
corta el sastre en su taller.
En síntesis: en lo que el ser-ahí hace y usa (su relación con el mundo)
encuentra a los otros al mismo tiempo que a sí mismo. Por lo tanto, el ser-
ahí es un "ser-en-común" y el "ser solo" no es más que un modo del "ser-
con”. El anacoreta, el misántropo, sólo pueden serlo que son manteniéndose
a distancia de los otros. Pero este "ser a distancia de..." es también un modo
posible de "ser con1’ ellos.
(]) R ecordar el sentido de mbicctum - res. El 'ser ante los ojos" es la determinación fenomenológica de
1» res en tinto objeto.
(2) SARTRE. Ibid. pp.310-368
sujeto, no es demostrable -toda demostración se refiere a los objetos- nadie
es sinceramente solipsista. Debemos entonces mostrar la fuente de esta
certeza y describir la experiencia en la cual el otro se me hace presente en
persona. Es esta la experiencia de la mirada.
Cuando otro me mira siento en la vergüenza que soy objeto para él. Pero
sólo puedo ser un objeto si él, como mirante, es un sujeto.
Mientras estoy solo, el mundo se organiza en tomo a mi punto de vista
y como instrumento de mis fines. El otro que me mira me roba el mundo
-lo organiza en tomo a su punto de vista y como instrumento de sus fines-
y yo paso de libertad y centro del mundo a no ser más que un ente
intramundano -objeto-útil- para los fines del otro.
El otro y yo somos así dos subjetividades que tratan de paralizarse con
la mirada. Oscilamos de "yo-sujeto” (libertad y centro del mundo) "él-
objeto" a "él-sujeto", "yo cosa y útil en medio del mundo”. Por este lado el
otro es mi permanente enemigo, el que cosifica mi ser y me roba la libertad
y el mundo.
Pero, por otro lado, el otro me otorga un ser que es mi ser pero que no
puedo lograr sino por la mediación de su mirada: mi ser objeto, mi ser algo
en medio del mundo, mi ser para otro.
La conciencia no tiene ante sí más que el mundo. Elegante o desgarbado,
simpático o antipático, tranquilo o nervioso, no lo puedo ser para mí porque
no puedo tomar sobre mí la distancia necesaria para constituirme en un
objeto más del mundo.
Ser nervioso, por ejemplo, es para mí vivir ante un mundo irritante. Es
el otro que me 1,conoceM(es decir: para quien soy un objeto) quien me
advierte que soy nervioso. Ahora bien este ser nervioso es mi ser para otro
pero aceptando la palabra del otro y por su mediación, voy configurando mi
ser como un objeto que posee determinaciones precisas, como los otros
objetos que hay en el mundo. Dado que mi ser algo es mi ser para otro, si
no hubiese otro, yo no sería nada. Sólo que este ser que el otro me otorga
es un ser que él posee y libremente decide, es mi ser pero al mismo tiempo
un ser alienado.
En las relaciones interhumanas, el otro es mi enemigo que aniquila mi
libertad y me roba el mundo, enemigo que odio y deseo suprimir para
afirmarme como subjetividad libre, pero es también aquél que necesito para
llegar a ser lo que soy. No es extraño que las relaciones concretas con el otro
(i) en cuyo corazón se encuentra esta tensión entre la búsqueda y el rechazo
del otro, sean todas relaciones conflictivas, inestables, destinadas aí fraca
(1) El carácter extremadamente asistemáticoy&wrfífiCQdcesie autor hace difícil indicar un texto preciso
donde la cuestión eaié exhaustivamente tratada. Una exposición completa de su pensamiento en
T R O ISF O N T A rN E S ,R .: D ei'existen ceal'itre. Nauwelaerts-Vnn, 1953.lomo II.cap. ly II-U n a stnte5is
de su pensamiento la intentamos en El socratis/na cristiano de G. Marcel, en "Paideia Cristiana” N “ 6.
1987. D el propio Marcel vci El mis ¡crio del Ser. trad. M.E.Valentié, Sudamericana, Buenos Aires. 1953,
parle 1, cap. X: Ltt presencia como misterio.
su valor de la eficacia con que la función es cumplida
Las condiciones de la vida moderna inducen cada vez más aeste coexistir .
vacío en que anónimos funcionarios articulan sus funciones como piezas de
ana gran maquinaria. No puede sorprender que en un mundo así haya
surgido la idea de una "ingeniería social", encargada de que los "recursos
humanos" sean articulados, calculados y aprovechados con la misma
eficacia con que disponemos de ios recursos naturales. Cada hombre cuenta
aquí tan sólo como recurso empleable; si no lo es se convierte en desecho
puro. En un mundo así, piensa Marcel, tiene algo de siniestro la tolerancia
de que goza el jubilado.
Reducido a lo que tiene y lo que hace -propiedades y funciones- ha
perdido este hombre moderno el sentido del ser. Despertar este sentido del
ser -o mejor: de ser, porque se traía para el hombre de ser (d'étre), no del
ser (de l '£tre)~ requiere despertar el sentido de la persona en mí y en el otro.
El amor opera este giro en las relaciones interhumanas que nos lleva del
vacío engranarse de las funciones a la plenitud del encuentro personal.
Detengámonos brevemente en la experiencia del amor y las condiciones
que la hacen posible. Su fundamento se encuentra en la invocación por la
que llamo al otro a ser conmigo. Dejo de estar encerrado en lo mío, en lo
que tengo, no lo trato más como un él, un objeto (i), sino que lo reconozco
como un tú.
La respuesta requerida por la invocación es la disponibilidad del otro. El
ser disponible es capaz de ser enteramente conmigo, no se limita a darme
de lo que tiene. Así se funda el nosotros y en el seno del nosotros somos
mutuamente presentes, no objetos el uno para el otro.
Este amor no se dirige a la imagen (objetividad) ni alas propiedades del
otro, no apunta a lo que éi tiene sino a su ser como persona y libertad.
Amándolo ayudo al otro a ser libre y sólo soy libre en el amor porque este
acto establece una coexistencia en un nivel otológicamente más alto, que
trasciende las propiedades y funciones a que estamos atados en la vida
cotidiana.
Este ser a que accedemos por el amor es la persona. Pero la persona no
es entonces un ser aislado, sólo es en una constelación de personas que se
sostienen mutuamente en el seno, en la intimidad de un nosotros.
En consecuencia, el ser no es una propiedad que cada uno tiene -como
el color del cabello-. El ser, en el sentido fuerte, es el nosotros a partir del
cual tú y yo somos. Sólo la decisión de amar nos da acceso a esta plenitud
de ser.
(1) Notemos de paso que el objeto es eso o aquello de lo cual tú y yo hablamos, o sea, que a parlamos de
este ámbito de intimidad que constituimos nosotros. Por eso, el objeto es lo rechazado.
D) Levinas: la epifanía del rostro
(1) LEVINAS, E.: Totalidad * infinito. Ensayo sobre ¡a exterioridad. Trad. D.Guillo*, Sígueme,
Salamanca, 1977, p,297^8
(2)LHVTNAS. E ibid, p. 9/10
(3) LEVINAS, E. Humanismo del otro hombre, trad. D .Guillo», Siglo XXI. México. 1974, p.6l
primado de la ética sobre la ontología: no es la captación de un objeto que
se nos impone, sino el libre reconocimiento de una persona.
Este reconocimiento cuestiona mi poder de poder. Mi libertad, de
arbitraria espontaneidad se convierte en libertad propiamente humana,
responsabilidad ante quien me juzga y ante quien debo dar cuenta de mis
actos. El otro no suprime mi libertad como una fuerza que me somete o una
resistencia que me limita* sino que la instaura llamándola a la responsabi
lidad. Suplanta de este modo la arbitrariedad irracional y da nacimiento a la
razón» A ésta se unen el lenguaje y el nacimiento de un mundo real.
Ya había mostrado Descartes que en tanto subjetividad solitaria este
mundo podría ser para mí nada más que un sueño o, en el mejor de los casos,
el objeto de mi uso y mi goce que no pone límites a mi arbitrariedad. Pero
la aparición del otro funda un mundo común, cuerdo y real, donde las cosas
tienen una significación, no son solamente objeto de mi goce y uso en tanto
por el lenguaje las designo para otro. "Al hablar no transmito al otro lo que
es objetivo para mí, lo objetivo llega a ser objetivo por la comunicación”.
( 1)
La relación con el otro es asimétrica: el otro funda mi ser. A partir del
reconocimiento del otro que se me hace presente en la "epifanía del rostro"
(2) me constituyo en una libertad responsable (moral, no mera arbitrariedad)
y en un ser racional que vive en un mundo real (no un soñador esclavo del
deseo). Por lo tanto, el yo no tiene ninguna posición de privilegio, sólo se
realiza en el seno de un coexistir múltiple.
Estas reflexiones sobre la relación interhumana nos abren a una nueva
ontologfa. El pensamiento occidental, de Parménides a Hegel, y aún más
allá, ha desarrollado filosofías déla totalidad privilegiando lo Uno sobre lo
Múltiple, el Concepto sobre lo Individual y lo Mismo sobre lo Otro, que era
rechazado o absorbido en la Identidad que negaba la Diferencia, como lo
Universal suprimía la realidad de lo Particular. "Todo es uno" según la
venerable tradición que se inicia entre los griegos y que por diversas líneas
va a parar a la Idea hegeliana o el Ego Mónada de Husserl.
Estas filosofías han afirmado también la superioridad de lo Neutro sobre
lo Personal (el fundamento último es Algo, no Alguien) y en esta ontologfa
han fundado una ética que subordina lo individual a lo universal de la ley
abstracta o el deber.
El pensamiento de Levinas, como hemos visto, antepone la ética a la
ontologfa: el acto primero, que instaurad ser, es el reconocimiento dei o no.
Será necesaria una nueva idea de verdad que acompañe a esta ontología
de la Diferencia permitiéndonos orientamos y coexistir en el nuevo mundo
en que nos toca vivir, mundo des-unificado por la primacía del otro. "La
unidad de esta pluralidad es la paz". (5)
4.- RESUMEN
El pensamiento clásico ha considerado al hombre y a la sociedad como
parte del mundo. Por eso ha pensado las relaciones interhumanas como
relaciones entre "ellos", los hombres, con las mismas categorías con que ha
pensado las relaciones entre "ellas", las cosas. Se pertenece a la polis como
se pertenece al cosmos. Cada nombre, antes que un sujeto, un yo, es un
(I) De loda sustancia cabe preguntar: ¿qué es"3¿de qué es? ¿porqué es? y ¿para qué es? Esta última causa
imprime en el ser la dirección, el 'hacia dónde" de cu movimiento, el teios de U sustancia A*í giran con
regularidad los planetas para imitar la perfección del Motor Inmóvil. Esta nmni presencia de la finalidad
convierte a esle universo en un cosmos pleno de sentido.
fin. Por aquí se introduce la contingencia, la posibilidad de fallar en la
búsqueda del bienrla indeterminación de los actos y, en general, la libertad.
Esta libertad como indeterminación de la elección aparece claramente
deducida en Santo Tomás de Aquino a partir de lo que constituye el objeto
propio de la voluntad humana Esta voluntad, por su naturaleza -por el
principio mismo de su movimiento- tiende al Bien Absoluto. Pero lo que
la inteligencia le muestra en las diferentes circunstancias de la vida, son
bienes parciales y particulares. Por eso, porque ninguno de ellos es el Bien
Absoluto, permanece indeterminada frente a estos bienes y se determina
libremente a sí misma en la elección. En esto consiste la llamada libertad
de especificación.
Esta libertad no es absoluta ya que si el objeto quela üiteligencianos hace
presente fuese absolutamente bueno, la voluntad no podría dejar de
desearlo. Así, los bienaventurados que contemplan a Dios lo aman necesa
riamente, aunque, en otro sentido-libertad de ejercicio- también libremen
te. (l)
En general, el hombre es visto aquí como algo más dentro del cuadro de
la naturaleza -los entes que tienen en sí mismos el principio de su
movimiento. En el seno de esta naturaleza, cada sustancia y entre ellas el
hombre, tiene su fin propio como meta prefijada de su existencia. Logra su
plena realización y felicidad cuando elige los medios adecuados que lo
conducen a este fin. Esta es la elección propia del sabio cuyo juicio
esclarecido lo conduce con certeza hacia el bien, a "vivir conforme a la
naturaleza", según la fórmula acuñada por los estoicos.
Reforcemos la idea de libertad con ur^a breve referencia a esta corriente.
B - Los estoicos
Habíamos dicho que la reflexión sobre la libertad en el pensamiento
clásico tiene por supuesto la pertenencia del hombre al mundo. Esta
pertenencia se acentúa al extremo en el pensamiento estoico y en él se va
configurando una idea de libertad que la identifica con la asunción reflexiva
del destino.
Expondremos brevemente las ideas que conciernen a nuestro tema
apoyándonos tan sólo en algunos textos de Marcos Aurelio.
El cosmos es un todo viviente, divino, ordenado, no una multiplicidad
caótica de acontecimientos o el resultado del azar. Una Razón Universal
dispone para cada cosa y para cada hombre, su lugar, su tiempo, su tarea.
Así como puede ser pensado el hombre como algo que encuentra los fines
de su acción presupuestos en el plan de la naturaleza, igualmente puede ser
(1) H EGEL, O.W.F. Lecciones sobre la f ilosofla d e l a h istoria un iversaJ, trad .d e J. Gaos, Alianza.
Madrid, 1982. Introducción General, pp. 43-150.
(2) HEGEL. G.W.F.:i bid, p.62
"En última instancia, dccir «soy libre» es decir «soy yo»... hay multitud de circuns
tancia* en que uno de nosotros tiene que decir: no soy yo mismo puesto que me
comporto como un autómata o cedo al mimetismo social...1' (1)
(1) M A R C E L , G.: El m ültriu de! ser, (rad M.K.Valtnué, Sudamericana, Hs.As.. IM5Í,
(2) M A K C L L . thid. p. 298
(3) S A R T R E . J.P-, L'r.treIr n /o n t , p. 516
sobre la obra de Freud.
Recorramos, con algún detalle, estas posiciones.
Este hombre, que no es una cosa del mundo, puede ser seguido hasta el
"para s f' sartreano para mostrar aquí por qué necesariamente permanece
siempre libre ante toda posible determinación.
Conforme a lo dicho, la libertad es pensada en Sartre en oposición al
determinismo. Cuando se la concibe en esta relación, se hacen inmediata
mente presentes tres conceptos fundamentales: motivo, elección y fin.
El determinismo los dispone en este orden: el motivo, como causa,
produce, como efecto, la elección que me dirige hacia un fin. Sartre, en
cambio, invierte el orden: la elección del fin es lo primero y ella engendra
los motivos. El motivo no precede a la elección sino que resulta de ella.
Ahora bien: si no hay motivos previos que puedan ser la causa o razón de
mi elección, ésta es absolutamente libre. ¿Cómo justifica Sartre, frente
determinismo, la inversión que ha realizado?
Observa ante todo Sartre que lo que me mueve a obrar es siempre una
carencia a reparar es porque no tengo dinero que trabajo; es porque no hay
justicia que me rebelo. Si en el mundo no faltase nada no habría ninguna
razón para hacer nada.
Pero la carencia no es un dato ni un constituyente del mundo real.Sólo
la ligereza de un lenguaje que no repara en lo que dice puede afirmar "veo
que en esta mesa no hay un florero". Lo que hay puede ser visto, tocado. Lo
que no hay, es evidente que no puede ser percibido de ningún modo.
(1) Afirmar que el hombree* absolutamente libre no parece desprenderse ni *er enteramente compatible
coa aquella tesis que decía que la Conciencia es necesariamente una conciencia situada. Es que a Sartre
uno lo entiende, cada tema por separado, peco no lo comprende cuando intenta reunir 1o en un sistema
concreto. El Ser y la Nada lleva como título: Ensayo de una antología fenom enológica, peto ambos
aspectos, oncología y fenom enología no parecen integrarse en la obra de Sartre. Los finos
análirisfenomenológicos (referentes al cuerpo propio, por ej.) excluyen la* construcciones oncológicas,
como esta deducción de la libertad total. V er al respecto: DE W A£LHENS, A: Una Philosophie de
l 'ambigUilé, Louvain, 19S1, p.p. 2-8.
(2) MERLEAU PONTY, M. Phénoménologie de la Perception, pp. 496-520.
jamás es una libertad condicionada. Los móviles, obstáculos o instrumentos
no preceden a mi elección sino que son consecuencia de ella.
Merleau Ponty completa esta visión horizontal en que la conciencia,
como yo reflexivo, enfrenta un mundo al que juzga y valora con una
consideración vertical o en profundidad: por debajo de este yo reflexivo hay
un yo encamado que vive entrelazado con su mundo. La elección consiste
en el acto por el cual asumo el sentido originario del mundo vivido, lo integro
en un proyecto personal y en correspondencia con él hago surgir un mundo
que posee un sentido objetivo.
Hay así un primer sentido originario del mundo, constituido en corres
pondencia con lo que soy, sentido que encuentro como facticidad en tanto
soy tal y así y no de otro modo. El existente humano no es un puro
cognoscente, conciencia que sobrevuela el mundo, sino un ser corpóreo e
histórico, que está ahí en un mundo. En correlación con lo que soy -antes de
haber elegido- el mundo tiene un sentido. Esta facticidad permanece como
insuperable y en cuanto tal opera como motivo de mi elección pero carece
de fuerza suficiente para causarla.
En consecuencia, la situación se me brinda como una propuesta ante la
cual mi elección constituye una posible respuesta, motivada pero no causada
por la situación. Por eso, frente a la situación y como respuesta a ella, mis
elecciones pueden ser infinitas pero no cualquiera.
Merleau Ponty retoma, como aplicación de lo dicho, un ejemplo ya
analizado por Sartre. Este nos dice: la montaña no es en sí escarpada sino que
sólo a partir de mi proyecto de ascender a la cumbre se revela inaccesible.
Merleau Ponty concede el punto de partida: la montafla no es en sí escarpada.
Su carácter de difícilmente accesible sólo lo puede adquirir en relación con
el proyecto de ascender. Pero corrige a Sartre: tampoco espera mi expreso
proyecto de ascensión para adquirir este sentido. Antes que conciencia que
enfrenta el mundo soy un cuerpo que vive en el mundo.
Este cuerpo es un conjunto de potencias (de ascender, de levantar, de
golpear) y en correlación con mi cuerpo el mundo adquiere una determinada
fisonomía (más o menos escalable, más o menos levantable), sentido que
puedo interpretar de muchos modos pero Jamás anular. Si mi cuerpo fuese
alado, por ejemplo, el carácter escarpado de la montaña habría desaparecido.
Pero mi cuerpo es como es, no puedo alterarlo y, en consecuencia, el sentido
originario del mundo, constituido en correlación con este cuerpo, será para
mí una facticidad que no puedo alterar. En tanto soy tal y así éste es el mundo
que encuentro como dado.
La libertad, como antes decíamos, consiste en el movimiento por el cual,
asumiendo este sentido originario lo interpreto al integrarlo en un proyecto
personal. Así, el carácter escarpado de la montaña podrá ser interpretado
como desafío por el andinista hábil ocomo obstáculoinsalvahle por el turista
timorato. Pero desafío u obstáculo inaccesible, retienen el ser escarpado de
la montaña como núcleo de su sentido.
Mi elecció n y el sentido expreso del mundo son así el resultado de la
articulación entre lo que me es dado y la libre espontaneidad que al asumir
interpreta.
La misma argumentación traslada Merleau Ponty a los oíros temas cjue
ha considerado Sartre. Por ejemplo, el pasado. Mientras para Sartre el
pasado, como cualquier objeto, se encuentra a distancia de la conciencia que
libremente lo valora y lo dota de un sentido, para Merleau Ponty» en cambio,
hay una sedimentación en mi vida personal, un pasado que a medida que se
va constituyendo adquiere un peso específico que me inclina en una
dirección, configura la atmósfera del presente y hace cada vez más probable
una determinada decisión. Una respuesta a una situación, confirmada
durante años, deviene privilegiada.
Ahora podríamos preguntamos: ¿hasta dónde soy arrastrado por el
mundo, la historia o mi pasado? ¿Hasta dónde lo que soy es el resultado de
mi libre espontaneidad?
“La elección que hacemos de nuestra vida tiene lugar siempre sobre la base de algún
dato. Mi libertad puede desviar mi vida de su sentido espontáneo pero por una serie
de deslizamientos, asumiéndola ante todo y no por alguna creación absoluta. Todnslas
explicaciones de mi conducta por mi pasado, mi temperamento, mi medio, son
entonces verdaderas, a condición de que se las considere, no como aportes separables,
sino como momentos de mi ser total, cuyos sentidos puedo cxplicitar en diferentes
direcciones sin que pueda jamás dccir si soy yo que tes doy su sentido o si yo lo recibo
de ellos". (1)
2. Parte del mundo y enfrentado al mundo, dos figuras del hombre que
se contraponen y juzgan recíprocamente.
Desde el hombre inserto en la tierra, el cartesianismo expresa el orgullo
del solitario y desarraigado.
Es el egoísmo y vacío de una existencia sin sustento, de una libertad que
no se compromete.
El hombre cartesiano está de más en el mundo, porque ésie es una
máquina que no lo necesita. Puede, por eso, destruir la naturaleza porque
piensa que ésta no es su hogar. Pero, al final, la destrucción de la tierra lo
arrastrará consigo.
Pero desde la libertad cartesiana, la inserción es entrega a lo anónimo e
inhumano. El hombre es tierra y la tierra es nadie -¿no es acaso la muerte
volverse tierra?-.
Asumir la inserción es renunciar al trabajo y a la lucha por la cual se
afirma y constituye el hombre.
El hombre inserto permanece en el infantilismo del regazo materno y del
cuidado paterno. Sigue siendo un menor de edad que se deja decir por el
mundo cual habrá de ser su destino.
Como el hombre arcaico, teme la novedad y se refugia en los ciclos.
La inserción en la tierra es cobardía, pereza, sumisión a lo inhumano.
Así, se oponen;
A la tibieza de la pertenencia, el frío de la soledad que se autoafirma.
A la confianza en la Madre Tierra o en el Padre de los Cielos, la confianza
en la propia fuerza para, mediante el trabajo y la lucha, doblegar la hostil
naturaleza.
A la quietud del arraigo como raíz que sustenta, la movilidad del
desarraigo y la aventura
Al vivir conforme a la naturaleza, el hacer la naturaleza conforme a
nuestros deseos.
I. LA INSERCION
El hombre, antes que sujeto que cnfren ta un mundo -natural o soci oculrural
es un ser-ahf inserto en este mundo.
La corporeidad de la subjetividad, como dimensión insuprimible de
nuestro ser, constituye el arraigo primario de la conciencia en el mundo
natural. Por su inserción cofpórea ésta hunde sus raíces en lo biológico y lo
físico. Ahora bien, el cuerpo que me sitúa como subjetividad encamada, me
abre al mismo tiempo al universo. Mis ojos, mis oídos, me hacen presentes
los colores y sonidos de los entes, la temperatura me inunda a través de mi
sensibilidad térmica, los útiles se revelan como aprehensibles y manejables
para los poderes de mis manos. El mundo adquiere entonces una fisonomía
en relación con mi cuerpo. Si mi cuerpo, mi punto de vista, se volviese
diferente, la fisonomía del mundo se vería arrastrada por esta metamorfosis.
El mundo del cual puedo hablar, aquel que se me hace presente, es mi
mundo circúndame configurado en una estricta correspondencia con lo que
yo soy como cuerpo. Mi cuerpo traza así las condiciones de posibilidad de
la presencia sensoperceptiva del mundo.
Es verdad que, dentro de ciertos límites, este cuerpo puede volverse
objeto: mi mano izquierda es blanda y rosada, pero lo es para mis ojos y para
la fuerza de mi mano derecha. Mi cuerpo, como punto de vista, es condición
de la figura de mi cuerpo como objeto del mundo.
El hombre, como ser encamado, es un momento del mundo natural, pero
este llamado "mundo natural” es un mundo humano. La realidad presente es
inseparable de la subjetividad.
Algo similar ocurre con el mundo social. Los otros no son primariamente
realidades que capto frente a mí y de las cuales me distinguiría yo.
Primariamente no me distingo ni contrapongo a los demás sino que soy, tan
sólo, uno de ellos. Esta inserción en una comunidad humana me abre a
aquellos con quienes convivo, me permite comprender "lo que uno sufre en
estos casos” o "lo que uno espera de la vida”. Comprendo porque soy uno de
ellos y este mundo social -las conductas y gestos del otro- tiene ante todo el
sentido que uno le ha acordado. Mi inserción en un mundo social hace que
yo sea tal y que para mí el mundo social teliga tal sentido.
Lo mismo podría observarse respecto de mi inserción cultural: constituye
una dimensión de mi ser, me sitúa y me configura y al mismo tiempo
configura el mundo. Los cuidados infantiles que he recibido, los juegos en
que he participado, la lengua que hablo, plasman mi sensibilidad (temple de
ánimo) y dotando de una estructura a mi pensamiento constituyen mi punto
de vista sobre un mundo que se revela como tal a los miembros de esta cultura.
Antes dijimos que la realidad era inseparable de la subjetividad, ahora
podemos precisar más: es inseparable de la intersubjetividad ya que el
existente humano no es un yo solitario sino primariamente un ser con otros
conviviendo en un mundo compartido.
Es verdad que como ocurría con mi cuerpo puedo hacer de mi cultura un
objeto de conocimiento o de reflexión crítica. Pero mi crítica de la civiliza
ción occidental moderna, no será la de un bosquimano sino la de un miembro
de esta civili zación: no podemos saltar sobre nuestra sombra, nuestro arraigo
a lo real.
Resumiendo: la realidad natural, social o cultural, antes que objeto que
conozco es aquello en lo cual estoy inserto, aquello que me constituye en lo
que soy como tal hombre particular. Es Ja opacidad primaria, no dada sino
donante, sobre cuya base se revela un mundo.
Esta facticidad de la subjetividad es un hecho irrebasable y su correlato
es la facticidad de mi mundo. Toda nuestra reflexión como nuestra acción se
apoyan en esta facticidad.
Nuestro apartado anterior terminó afirmando la pasividad de la realidad
humana que se encuentra como subjetividad inserta en el mundo.
Pero si el hombre fuese sólo inserción y pasividad, ni su ser ni el mundo
le depararían ningún problema. Como el niño dormido en su cuna sólo
manifestaría el ritmo biológico y cósmico, estaría en la naturaleza y la
historia como el animal en su mundo.
Retomemos una idea anterior: la inserción es donante, me abre a lo otro,
ante todo a un mundo inmediato y vivido que no es todavía objeto de
conocimiento y a cuya solicitación respondo.
Pero el hombre es también trascendencia, movimiento que lo lleva más
allá de lo dado, movimiento hacia el futuro y hacia nuevos mundos, que
convierte lo dado en objeto, útil u obstáculo.
El mundo originario no es un todo pleno y macizo, hay en él fisuras y
lagunas que esbozan posibles reestructuraciones, nuevos modos de articu
lar los entes y dan lugar a la actividad creadora. Este es el campo de la
libertad y de la espontaneidad.
El pensamiento creador -el del científico, el artista, el filósofo- hace
surgir nuevos mundos, nuevos modos de ver y comprender los entes y las
relaciones que los ligan entre sí. Lo mismo ocurre con el trabajo y la acción
política. Tanto el pensamiento como la acción se fundan, ambos, en el
movimiento de trascendencia. Así, por ser trascendencia inserta el hombre
es historia, va haciendo el mundo al mismo tiempo que se hace a sí mismo
a partir del mundo en que ha nacido.
El entrecruzamiento de inserción y trascendencia constituyen el funda
mento a partir del cual es posible tal hombre, constituyen la condición
humana y al mismo tiempo configuran un mundo.
Pero no entendamos estos vectores como fuerzas contrarias que desga
rrarían al hombre llevándolo en direcciones opuestas. Ambas fuerzas se
llaman y sostienen entre sí: la inserción motiva la trascendencia, es decir,
no surge en cualquier momento una idea nueva, toda creación tiene
antecedentes y resulta de "influencias", la libertad no es espontaneidad pura
sino que la elección nace como respuestaalas sugerencias o presiones de
la situación. Pero, por otro lado, la trascendencia revela y articula la
inserción. Esta, decíamos, presenta lagunas y fisuras, pero estas lagunas y
estas fisuras las configuramos desde nuestra libertad. Se podría decir: la
fuerza del pensamiento creador consiste en inventar problemas para des
pués poder resolverlos. Sólo que, inviniendo la perspectiva, es posible
descubrir una vez que el problema ha sido inventado, que ya estaba
esbozado en la situación misma.
La inserción motiva el movimiento de trascendencia y este movimiento
confirma y revela la inserción; la situación fuerza la elección pero es la
libertad quien otorga el sentido definido de presión a la situación apremiante.
Pensamos para resolver problemas pero es nuestro propio pensar que va
creando los problemas a resolver.
Lo propio del hombre es el movimiento por el cual permanentemente
asume y transmuta el sentido originario, ese movimiento de trascendencia
que va creando nuevos modos de ser en el mundo.
3. LA VERDAD
INTRODUCCIÓN
El tema de la AntropologíaFilosófica ............. pág. 5
CAPITULÓ 1
El hombre y el mundo
1. La identificación con el mundo...................... pág. 11
2. El concepto de persona........................... ....... pág. 15
3. La exaltación de la subjetividad..................... pág. 17
4. Subjetivismo y Objetivismo como herencia
cartesiana.................................. ...................... pág. 21
5. La corriente objetivista......................... ......... pág. 23
A - La concepción biologista del hombre..... pág. 24
B - La concepción sociológica del hombre.... pág. 28
6. La corriente subjetivista................................. pág. 31
A - Kant: la inversión copenu'cyna............... pág. 31
B ~ Husserl: reducción trascendental y ego
p u ro ................................................................ pág. 33
C - Sehele r: el espíritu.................................. pág. 35
7. El hombre pensado desde la existencia......... pág. 36
A - Martín Heidegger: el ser en el mundo.... pág. 36
B ~ Desarrollos de ia fenomenología:
corporeidad y encarnación............................ pág. 38
8. Resumen......................................................... pág. 41
CAPITULO II
El hombre y la sociedad
1. La visión clásica del mundo social............... pág. 43
2. El problema del "otro" en la
filosofía moderna............................................. pág. 45
A - Descartes: ¿Hay otros? .......................... pág. 45
B - Locke: La función de la sociedad civil.... pág. 47
C - Rousseau: Estado de naturaleza y
educación....................................................... pág. 48
D - Kant: ser y deber ser en las relaciones
interhumanas............................... ................. pág. 49
3. La relación con el "otro" como relación
interna............................................................. pág. 51
A - Heidegger: el "ser con"........................... pág. 51
B - Sartre: ia mirada..................................... pág. 52
C - Marcel: objetividad e intersubjetividad... pág. 54
D - Levinas: la epifanía del rostro................ pág. 56
4. Resum en......................................................... pág. 58
CAPITULO III
La libertad y el sentido de la existencia
1. La libertad.desde la pertenencia al m undo.... pág. 61
A - Aristóteles y Santo Tomás....................... Pág- 61
B - Los estoicos.............................................. pág. 62
C - Un problema: ¿Culpables o necios? ...... Pág. 63
D - La libertad y el mundo histórico............. Pág. 65
2. La libertad desde la distancia del m undo...... pág. 67
A - Sartre: una ontología de la libertad....... Pág- 68
B - Merlau Ponty: la ambigüedad de la
la elección....................................................... Pág. 71
C - Ricoeur: el movimiento retroprospectivo
de la existencia............................................... Pág. 73
3. Resumen......................................................... Pág- 75
EPILOGO
Las figuras del hombre dialogan entre s í pág. 77
APENDICE
El ser del hombre y la verdad ....... ............... pág. 79
DIRECCION DE PUBLICACIONES
UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO
URQUIZA 2050 - P.B. - 2000 ROSARIO