Homilía 13/8/22 Sem XIX TO Sal III Ciclo c Memoria Facultativa Mártires Papa San Ponciano y San Hipólito de Roma.
Un Papa y un antipapa. Este
fenómeno social, político y eclesial que data desde los primeros siglos de la Iglesia, desde la edad moderna hasta nuestros días se ha extinguido. Ya no pueden surgir nuevos antipapas. El rigorismo no es otra cosa que el aferrarse a las propias ideas, gustos y personas de cierta afinidad o conveniencia en materia religiosa, postura que desencadena grandes males. Hacerse como niños implica no solo ser sencillos indica el Evangelio, también lo niños han de aprender las normas de la socialización con los demás. Esto es fundamental para la vida de la Iglesia de todos los tiempos. Hipólito de Roma no acepó la elección del Papa y su misericordia con los caídos durante las persecuciones. Aquel Presbítero estaba encerrado en sus aprisionado por sus valiosas capacidades. Tan empecinado y obcecado estaba con su intención de ser Obispo de Roma que se rodea de personas de igual calaña en artificios y menor capacidad que él en lo dogmático, lo litúrgico y pastoral, así mantener una hegemonía sobre ellos. Pero la vida es más grande que todos nuestros laberintos mentales, afectivos y condicionados. La persecución se desata nueva vez y esta vez contra los Jerarcas de la Iglesia. Tanto el Papa Ponciano como Hipólito son desterrados, sometidos a grandes vejamenes hasta ser martirizados. Pero antes del final, ambos hombres de Iglesia se reconciliacian. ¡No les queda otra alternativa!. El final es ya inminente. ¡Hay que arreglar diferencias y dejar las cuentas pendientes claras y canceladas! De lo contrario, con enemistades y rencillas no se alcanza la vida eterna. Todo se hizo en la hora del suplicio por el bien de la Iglesia Romana. El cisma se solucionó con el derramamiento de la sangre de estos dos testigos. San Hipólito nos legó las grandes enseñanzas y ritos litúrgicos como la Plegaria Eucarística II con la que rezaremos ahora en esta Santa Misa, y el Papa Ponciano fue el modelo del Pastor legítimo, mesurado en los conflictos, firme en sus decisiones, misericordioso con los débiles en la fe y sólido en la Doctrina y Disciplina Católica. Gracias a la postura del Papa se fue desarrollando la práctica del Sacramento de la Penitencia frecuente, y no una sola vez conferido después del bautismo. Hipólito no era una mala persona. Si un terco y obtuso. Pero supo terminar sus días conforme a la grandeza de su Doctrina y su solemne Celebración de los Misterios de la Iglesia. ¡María, Madre de los Pastores y Reina de los Mártires, reunenos en torno a la Mesa de la caridad y la condordia del Espíritu!