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-Patty

TRADUCTORAS

Beth Stephanie Flores Lucia BJ


Vania Briszeyda Arteaga -Patty

-Patty & Beth

EN LA REEDICIÒN DE ANIVERSARIO

Fable -Patty Yuli

Beth

FORMATO
-Patty Jani LD
CONTENIDO
SINOPSIS DEDICATORIA

Capítulo 1 Capítulo 16 Capítulo 31


Capítulo 2 Capítulo 17 Capítulo 32
Capítulo 3 Capítulo 18 Capítulo 33
Capítulo 4 Capítulo 19 Capítulo 34
Capítulo 5 Capítulo 20 Capítulo 35
Capítulo 6 Capítulo 21 Capítulo 36
Capítulo 7 Capítulo 22 Sobre la Autora
Capítulo 8 Capítulo 23 Siguiente Libro
Capítulo 9 Capítulo 24 Sombra Literaria
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Capítulo 26
Capítulo 12 Capítulo 27
Capítulo 13 Capítulo 28
Capítulo 14 Capítulo 29
Capítulo 15 Capítulo 30
SINOPSIS

Trinity Marrow de dieciocho años puede estar quedándose ciega,


pero ella puede ver y comunicarse con fantasmas y espíritus. Su único
regalo parte de un secreto tan peligroso que ha estado escondida durante
años en un recinto aislado, ferozmente custodiado por los Guardianes:
cambia formas de gárgolas que protegen a la humanidad de los demonios.
Si los demonios descubren la verdad acerca de Trinity la devorarán, carne
y huesos, para realzar sus propios poderes. Cuando los Guardianes de
otro clan llegan con informes inquietantes de que algo está matando tanto
a los demonios como a los Guardianes, el mundo seguro de Trinity
implosiona. No menos importante es que uno de los forasteros es la
persona más molesta y fascinante que jamás haya conocido.

Zayne tiene sus propios secretos que cambiarán su mundo una


vez más, pero trabajar juntos se vuelve imprescindible una vez que los
demonios rompen en el complejo y el secreto de Trinity sale a la luz. Para
salvar a su familia y tal vez al mundo, tendrá que confiar en Zayne. Pero
todas las apuestas se apagan cuando se desata una guerra
sobrenatural...

HARBINGER#1,
Para ti, lector, y a las estrellas que todavía puedo ver…
Capítulo 1
—¿Sólo un beso?
La emoción corrió por mis venas mientras apartaba la vista de la pantalla de
la televisión para ver a Clay Armstrong. Le tomó un momento a mi estropeada visión
enfocarse y juntar las partes del rostro de Clay.
Tan sólo unos meses mayor que yo, él era más que guapo, con cabello
castaño claro que siempre estaba cayendo sobre su frente y rogando que mis dedos
pasaran a través de él.
Pero de nuevo, nunca había visto a un Guardián que no fuera atractivo,
incluso cuando no tenía en mí el hacer el trabajo mental para averiguar cómo podían
lucir como humanos y después como Guardianes.
Clay estaba sentado junto a mí en el sofá de la sala de estar de sus padres.
Estábamos solos, y no estaba muy segura de qué decisiones había tomado en mi vida
para terminar sentada junto a él, con nuestros muslos tocándose. Como todos los
Guardianes, él era increíblemente más grande que yo, incluso aunque yo medía 1,72
y no era lo que uno normalmente consideraría como una chica pequeña.
Clay siempre había sido más amigable conmigo que la mayoría de los
Guardianes, coqueto incluso, y me gustaba. Él me daba la clase de atención que
había visto entre otros, pero que nunca había recibido hasta ahora. Nadie en la
comunidad de Guardianes además de mi amiga Jada, y por supuesto Misha, me
ponía tanta atención, y ninguno de ellos quería besarme.
Pero Clay siempre era amable, me hacía cumplidos incluso cuando sabía
que parecía un desastre, y desde hacía un par de semanas me buscaba mucho.
Me gustaba.
Y no había ni una maldita cosa mal con eso.
Así que, cuando él se acercó a mí en la Fosa, que era en realidad una hoguera
enorme donde los Guardianes jóvenes se reunían en la noche a pasar el rato, y me
preguntó si quería volver a su casa para ver una película, no hizo falta que me lo
pidiera dos veces.
Ahora Clay quería besarme.
Y yo quería ser besada.
—¿Trinity? —dijo, y me estremecí al ver que sus dedos se acercaban
repentinamente a mi cara. Atrapó un trozo de cabello que había caído sobre mi
mejilla y lo colocó detrás de mi oreja. Su mano permaneció ahí—. Lo estás haciendo
de nuevo.
—¿Haciendo qué?
—Desaparecer de aquí —dijo. Lo había hecho, y lo hacía con frecuencia—.
¿A dónde fuiste?
Sonreí.
—A ninguna parte. Estoy aquí.
Esos ojos de Guardián, de un brillante azul cielo, miraron fijamente los
míos.
—Bien.
Mi sonrisa creció.
—¿Solo un beso? —repitió.
La emoción fue a otro nivel, y exhalé lentamente.
—Solo un beso.
Sonrió mientras se acercaba, inclinando su cabeza para que nuestras bocas
quedaran alineadas. La mía se abrió con anticipación.
Ya había sido besada antes.
Una vez.
Bueno, yo había besado a alguien antes.
Había besado a Misha cuando tenía 16 años, y él me había besado de
regreso, pero luego se volvió muy raro porque él era como un hermano para mí, y
ninguno de los dos quería llevar ese estilo de vida.
Además, no se suponía que las cosas fueran así entre Misha y yo, por lo que
él era.
Por lo que yo era.
Los labios de Clay tocaron los míos, y eran cálidos y… secos. La sorpresa
me recorrió. Pensé que serían, no lo sé, más húmedos. Pero era… agradable, sobre
todo cuando la presión del beso aumentó y sus labios separaron los míos, y entonces
fue más. Su boca se movió contra la mía, y yo le devolví el beso.
No quería detenerlo mientras la mano que tenía alrededor de la base de mi
cuello se deslizaba hacia la parte baja de mi espalda, a mi cadera. Eso se sentía
agradable también, y cuando me empujó hacia abajo, lo dejé, poniendo mis manos
en sus hombros mientras se cernía sobre mí, utilizando su brazo para soportar su peso
y así no aplastarme.
La temperatura corporal de los Guardianes era alta, más alta que la de los
humanos, más alta que la mía, pero él parecía estar más caliente, como si estuviera
a punto de arder.
Y yo... me sentía algo... tibia.
Nos besamos y besamos, y esos besos ya no eran secos. Me gustaba el modo
en que la parte inferior de su cuerpo se ajustaba sobre la mía, cómo se movía contra
mí, un ritmo misterioso que se sentía como si tuviera que ser, como si pudiera ser,
más… si eso era lo que quería.
Y eso era… agradable.
Agradable como cuando había sujetado mi mano de camino a su casa. Así
como la vela que había encendido que olía a sandía y limonada. Había algo
romántico acerca de eso, y acerca del modo en que su mano se abría y cerraba en mi
cadera. Me sentía cálida y cómoda, no emocionada del tipo rasga-mi-ropa-y-
hagámoslo, pero sí era… era realmente agradable.
Entonces su mano estaba bajo mi blusa y arriba, sobre mi pecho.
Espera.
Busqué su mano y la agarré, separando su boca de la mía.
—Whoa.
—¿Qué?
Sus ojos aún estaban cerrados, su mano aún sobre mi pecho y sus caderas
aún se movían.
—Dije que sólo un beso —le recordé, tirando de su mano—. Eso es más que
un beso.
—¿No estás pasando un buen rato?
¿Lo estaba?
Lo había estado, y la palabra clave era había.
—Ya no más.
No tenía idea de que parte de ‘ya no más’ se había traducido de algún modo
en ‘bésame de nuevo’, pero eso es lo que Clay hizo. Presionó su boca contra la mía, y
esa presión ya no era agradable. Era casi hiriente.
La irritación se encendió en mí como un cerillo. Cerrando mi mano sobre su
brazo, la saqué de debajo de mi blusa.
Empujé su pecho, rompiendo el beso.
Lo fulminé con la mirada.
—Quítate.1
—Lo estaba intentando —refunfuñó, levantándose, pero eso no fue ni
remotamente suficiente para mí después de ese asqueroso comentario.
Empujé, empujé con fuerza. Clay se apartó de mí y cayó hacia un lado, a nada
más que el espacio abierto. Aterrizó en el suelo, su peso provocando que la TV se
tambaleara y que las llamas de la vela titilaran.

1
Juego de palabras, en el inglés original Get off es un término de la jerga que probablemente se originó
en Gran Bretaña y que significa besarse, jalarse o tener sexo casual.
—¿Qué demonios? —demandó Clay, sentándose. Lucía atónito ante mi
capacidad de hacer lo que acababa de hacer.
—Te dije que no estaba disfrutando esto —Balanceé mis piernas fuera del
sofá y me puse de pie—. Y no te detuviste.
Clay miró hacia mí, parpadeando lentamente en shock. Era como si ni
siquiera me hubiera escuchado.
—Me empujaste.
—Sí, lo hice, porque eres asqueroso.
Pasé sobre sus piernas y más allá de la ventana, encaminándome hacia la
puerta. Se apresuró a ponerse de pie.
—No parecías pensar que era asqueroso cuando estabas rogándome que te
besara.
—¿Qué? De acuerdo. Noticias falsas justo ahí —estallé—. No te rogué. Tú
preguntaste si podías besarme y te dije que sólo un beso. No reescribas lo que acaba
de pasar.
—Lo que sea. Sabes qué, ni siquiera me gustó.
Rodando mis ojos, me volteé hacia la puerta.
—Seguro que se sintió así.
—Sólo porque eres la única chica aquí que no espera que me empareje con
ella.
Emparejarse en términos de Guardián no significaba acostarse. Significaba
casarse y tener una tonelada métrica de bebés Guardianes, y en ese momento me
sentí más que insultada. No sólo porque lo que dijo fue muy inapropiado, sino
también porque me afectó mucho.
No había nadie aquí para mí, ninguna relación que pudiera considerarse
seria. Los Guardianes no se mezclaban con los humanos.
Ni siquiera se mezclaban con los de mi clase.
—Estoy segura de que no soy la única chica aquí que no quiere emparejarse
contigo, imbécil.
Clay se movió a la velocidad de un Guardián. Un momento estaba junto al
sofá y al siguiente estaba frente a mí.
—No tienes que ser una…
—Elige tus palabras sabiamente, amigo.
La irritación se estaba convirtiendo rápidamente en ira, y traté de calmarme,
porque... pasaban cosas malas cuando me enfadaba.
Y esas cosas malas normalmente implicaban sangre.
Un músculo tembló en su mandíbula y su pecho se alzó con una profunda
respiración antes de que su atractivo rostro se suavizara.
—Sabes qué, empecemos de nuevo.
Su mano se movió fuera de mi visión central y aterrizó en mi hombro. Salté,
sobresaltada por el repentino contacto. Mal movimiento de su parte, porque no me
gustaba ser sobresaltada.
Atrapé su brazo.
—¿Podrías hacerme saber cuánto te duele cuando golpees el piso?
—¿Qué? —la boca de Clay se abrió ligeramente.
—Porque estás a punto de golpearlo muy fuerte.
Retorcí su brazo, y hubo un breve segundo en que vi el shock atravesar su
rostro. Él era un Guardián en entrenamiento, preparándose para ser el guerrero que
el mundo conocía como Guardián, y no entendía cómo yo había ganado el control
tan rápido.
Y después ya no estaba pensando en nada.
Lo hice girar y me apoyé en mi pierna derecha. Le di una patada con la
izquierda, sin contenerme mientras mi pie conectaba perfectamente con el centro de
su espalda. Increíblemente orgullosa de mí misma, esperé a que terminara en el suelo.
Excepto que eso no fue lo que pasó.
Clay voló a través de la habitación y golpeó la ventana. El vidrio se quebró
y cedió, y después estaba del otro lado de la ventana, en el patio. Lo escuché golpear
el suelo. Sonó como un pequeño terremoto.
—Ups —susurré, presionando mis manos en mis mejillas. Me quedé parada
ahí por, como, medio minuto y luego salté hacia adelante, corriendo hacia la puerta
principal—. Oh, no, no, no.
Afortunadamente, la luz del porche estaba encendida y era lo
suficientemente brillante para ver dónde estaba Clay.
Había aterrizado sobre un rosal.
—Oh, cielos.
Bajé las escaleras mientras Clay rodaba fuera del rosal, sobre su costado,
gimiendo. Se veía vivo. Era una buena señal.
—¿Qué en el Santo Infierno?
Salté ante el sonido y miré hacia arriba, reconociendo la voz primero.
Misha.
Salió de entre las sombras, deteniéndose bajo el brillo de la luz del porche.
Demasiado lejos para que pudiera verlo claramente, pero no necesitaba ver su
expresión para saber que tenía esa mirada, una mezcla entre decepción e
incredulidad.
Misha volteó desde donde Clay estaba tirado en el suelo, hacia mí, hacia la
ventana y de nuevo hacia mí.
—¿Siquiera quiero saber?
No había una sola parte de mí que se sorprendiera al ver a Misha. Yo sabía...
sabía que era sólo cuestión de tiempo antes de que se diera cuenta de que me había
escabullido de la Fosa y terminara aquí.
Nos criaron juntos, habíamos recibido el mismo entrenamiento tan pronto
pudimos caminar erguidos, y él estuvo ahí para mí con mi primera rodilla raspada
cuando intenté y fallé en seguir su ritmo, por lo que se había reído de mí, y estuvo
ahí la primera vez que mi vida se derrumbó a mi alrededor.
Misha había crecido de un adorable, pecoso, pelirrojo idiota para ser
bastante lindo. Tuve un crush con él alrededor de dos horas cuando tenía dieciséis,
que fue cuando lo besé.
Había tenido bastantes crushes efímeros.
Pero Misha era más que mi compañero o mi mejor amigo en todo el mundo.
Él era mi Protector, unido a mí desde que era una niña pequeña, y ese vínculo era
intenso.
Si yo moría, él moría, así de intenso, pero si él moría primero, el vínculo se
rompía y entonces otro Guardián ocuparía su lugar. Siempre pensé que eso era
injusto, pero el vínculo no era completamente unilateral. Lo que había en mí, lo que
yo era, lo alimentaba a él, y sus poderes de Guardián a menudo compensaban la
parte humana de mí.
De algún modo, éramos dos caras de la misma moneda, y yo había violado
alguna clase de regla celestial cuando lo besé. Según mi padre, se suponía que los
Protectores y sus protegidos nunca debían hacer travesuras ni divertirse.
Supuestamente esto tenía que ver con el vínculo, pero yo no tenía ni idea de lo que
significaba realmente.
¿Qué podía hacer eso al vínculo?
Le había preguntado a mi padre, pero me había mirado por encima del
hombro como si le hubiera pedido que me explicara cómo se hacen los bebés.
Nada de eso significaba que yo estuviera menos molesta en ese momento.
—Lo tengo bajo control —señalé a Clay, gimiendo en el suelo. Podía ver
pequeños puntos oscuros en su rostro ¿Espinas? Dios, eso esperaba—. Obviamente.
—¿Tú hiciste eso? —Misha me miró.
—¿Sí? —Crucé mis brazos mientras Clay comenzaba a levantarse—. Y no
me siento ni remotamente mal al respecto. Él no entendió lo que significa: sólo un
beso.
Misha giró de nuevo hacia Clay.
—¿Es así?
—Totalmente —dije.
Gruñendo en voz baja, Misha se acercó a Clay, que por fin se había puesto
de rodillas. Estaba a punto de recibir ayuda para ponerse en pie. Agarrándolo por la
parte trasera de la camisa, Misha levantó a Clay del suelo y lo hizo girar para que
quedara frente a él. Cuando lo soltó, el Guardián que era más bajo retrocedió un paso
a trompicones.
—¿Ella te dijo no y tú no escuchaste? —demandó Misha. Clay levantó la
cabeza.
—Ella no quería decir…
Moviéndose tan rápido como un rayo, Misha echó el brazo hacia atrás y
plantó su puño justo en el centro de la cara estúpida de Clay. El chico cayó por
segunda vez esta noche.
Sonreí.
—¿Justo como yo no quise hacer eso? —dijo Misha, agachándose—.
Cuando alguien dice no, lo dice en serio.
—Santa mierda —lloriqueó Clay, cubriendo la mitad de su rostro con su
mano—. Creo que rompiste mi nariz.
—No me importa.
—Jesús —Clay comenzó a ponerse de pie, pero cayó de nuevo sobre su
trasero.
—Necesitas disculparte con Trinity —ordenó Misha.
—Como sea, hombre. —Clay se puso de pie con dificultad, su voz
amortiguada dirigiéndose hacia mí—. Lo siento, Trinity.
Levanté mi mano y le enseñé el dedo medio.
Misha no había terminado con él.
—No le hables de nuevo. Ni siquiera la mires o respires en su dirección. Si
lo haces, te haré atravesar la ventana de nuevo y haré algo mucho peor.
Clay bajó su mano, y pude ver la sangre oscura corriendo por su rostro.
—Tú no me hiciste atravesar…
—Obviamente no lo entiendes —gruñó Misha—. Yo te hice atravesar la
ventana, y haré algo peor la próxima vez, ¿me entiendes?
—Sí —Clay limpió su boca con la mano—. Lo entiendo.
—Entonces, demonios, desaparece de mi vista.
Clay se apresuró adentro y azotó la puerta tras él.
—Necesitas volver a la casa —La voz de Misha era brusca mientras tomaba
mi mano y me dirigía a través del patio, entre las sombras.
Le dejé liderar el camino. Una vez lejos de las luces, no podía ver ni una
mierda.
—Thierry necesita saber acerca de esto —dije una vez que llegamos al
sendero que conducía directo a la casa principal.
—Oh, diablos, sí, le diré a Thierry. Tiene que saber sobre eso y tienen que
darle algo más que una golpiza épica a Clay.
—Estoy de acuerdo.
Una gran parte de mí quería regresar y patear a Clay a través de otra ventana,
pero dejaría que Thierry se encargara desde aquí, incluso cuando eso iba a llevar a
una conversación muy embarazosa con el hombre que era como un segundo padre
para mí.
Pero Thierry era quien estaba en posición para hacer más. Él era el jefe aquí,
y no sólo era el líder del clan, sino un Duque, que supervisaba a todos los demás
clanes y los numerosos puestos de vigilancia en el Atlántico Medio y el Valle de Ohio.
En última instancia, era el responsable de entrenar a todos los nuevos guerreros y de
garantizar que la comunidad permaneciera segura y relativamente oculta.
Podía asegurarse de que Clay aprendiera a no volver a hacer eso nunca más.
Misha se detuvo una vez estuvimos lo suficientemente lejos de la casa de
Clay.
—Tenemos que hablar.
Suspiré.
—Realmente no quiero ser sermoneada justo ahora. Sé que lo haces con
buena intención, pero….
—¿Cómo lo pateaste a través de una ventana? —preguntó,
interrumpiéndome.
Mis labios se fruncieron mientras dirigía mi mirada al rostro ensombrecido
de Misha.
—Lo empujé y después… bueno, lo pateé.
Dejando ir mi mano, colocó las suyas sobre mis hombros.
—¿Cómo te las arreglaste para patearlo a través de una ventana, Trin?
—Bien, verás, levanté mi pierna, como me han entrenado…
—No me refiero a eso, pequeña sabelotodo —me interrumpió Misha—. Te
estás volviendo más fuerte. Mucho más fuerte.
Un escalofrío recorrió mi columna y danzó sobre mi piel. Yo estaba
volviéndome más fuerte, pero imaginaba que con cada año que pasara, continuaría
haciéndolo hasta…
¿Hasta qué?
Por alguna razón, siempre había pensado que cuando cumpliera los
dieciocho años, algo cambiaría, pero mi cumpleaños pasó hace más de un mes, y
todavía estábamos aquí, apartados y bien escondidos, esperando el momento en que
fuera convocada por mi padre para luchar.
No vivía.
Tampoco Misha.
La sensación de descontento, demasiado familiar, empezó a asentarse sobre
mí como una manta demasiado pesada, pero la aparté.
Ahora no era el momento de pensar en nada de eso, porque la verdad era
que hacía tiempo que me estaba haciendo más fuerte. Más rápida, también, pero
había sido capaz de contenerme cuando entrenaba con Misha.
Sólo había perdido la calma esta noche. Sin embargo, podría haber sido
peor.
—No era mi intención patearlo a través de la ventana exactamente, pero
estoy contenta de haberlo hecho —dije, bajando la mirada al suéter oscuro que estaba
usando—. Él se veía… asustado por lo fuerte que soy.
—Por supuesto que lo estaba, Trin, porque casi todos aquí piensan que eres
humana.
Pero no lo era.
No era parte Guardián, tampoco, y ellos eran los superhéroes de la vida real,
persiguiendo a los chicos malos. Si los superhéroes fueran, bueno, gárgolas.
Hasta hace un poco más de diez años, las estatuas de aspecto bestial
encaramadas en iglesias y edificios alrededor del mundo sólo eran vistas como
maravillas arquitectónicas, pero luego se hicieron públicas, exponiendo ante el
mundo que muchas de esas estatuas eran en realidad criaturas vivas.
Después del periodo inicial de shock, la gente se dio cuenta de que solo eran
otra especie, y los aceptaron. O al menos la mayoría de los humanos. Existían estos
fanáticos de la Iglesia de los Hijos de Dios que creían que los Guardianes eran una
señal del fin de los tiempos o algo absurdo, pero la mayoría de la gente estaba bien
con ellos, y mientras que los Guardianes a veces ayudaban a las fuerzas del orden si
se encontraban a un humano cometiendo crímenes, se dedicaban principalmente a
enemigos más grandes.
Demonios.
El público en general no tenía ni idea de que los demonios eran reales, ni de
su aspecto, ni de cuántas especies diferentes había en realidad. No tenían ni idea de
que muchos demonios se mezclaban entre ellos tan bien que algunos de ellos incluso
habían sido votados para ocupar puestos de gobierno con gran poder e influencia.
La mayoría de las personas creía que los demonios eran criaturas de mitos
bíblicos, porque algún tipo de regla celestial exigía que la humanidad se mantuviera
en la oscuridad en lo que a demonios respecta, centrándose en la incontrovertible
idea de la fe ciega.
La creencia del hombre en Dios y el Cielo debía venir de un lugar puro y no
del miedo a las consecuencias celestiales. Si el hombre alguna vez averiguaba que el
Infierno de verdad existía, las cosas irían cuesta abajo para todos, incluyendo a los
Guardianes.
Era deber de los Guardianes eliminar a los demonios y mantener a la
humanidad en la oscuridad, así la gente podía vivir y prosperar con su libre albedrio
y todas esas cosas.
Al menos, eso era lo que nos habían dicho, era en lo que creíamos.
Cuando era más joven, no lo entendía. Si la humanidad supiera que los
demonios eran reales, podrían protegerse ellos mismos. Si supieran que, por ejemplo,
matarse unos a otros realmente significaba obtener un billete de ida al Infierno,
podrían actuar bien, pero esas acciones probablemente no fueran por sus propias
decisiones.
Thierry me lo explicó una vez.
La humanidad siempre debía estar en posición de ejercer su libre albedrio
sin miedo a las consecuencias.
Pero los Guardianes de las Tierras Altas del Potomac, el sitio ancestral de
poder para los clanes del Atlántico medio y el Valle de Ohio, donde los guerreros
eran entrenados para proteger las ciudades humanas y pelear contra la siempre
creciente población de demonios, tenían un propósito que se extendía más allá de
entrenar guerreros.
Me ocultaban a mí.
La mayoría de los que vivían en la comunidad no lo sabían, incluyendo a
Clay y su estúpido cabello. Él ni siquiera sabía que yo podía ver fantasmas y espíritus,
y sí, había un mundo de diferencia entre ambos. Podía contar con una mano cuántos
sabían la verdad. Misha. Thierry y su esposo, Matthew. Jada. Eso era todo.
Y eso nunca debía cambiar.
La mayoría de los Guardianes creían que yo era sólo una humana huérfana
por la que Thierry y Matthew habían sentido pena, pero estaba lejos de ser sólo una
humana.
La parte de mí que era humana provenía de mi madre. Cada vez que me
miraba en el espejo, la veía mirándome fijamente. El cabello oscuro y los ojos
marrones los obtuve de ella, así como el tono de piel oliváceo propio de sus raíces
sicilianas. También tenía su cara. Ojos grandes. Tal vez demasiado grandes, porque
podía hacer que parecieran desorbitados sin mucho esfuerzo. Tenía sus pómulos
altos y su nariz pequeña que se curvaba ligeramente hacia un lado en el extremo.
También tenía su boca ancha y a menudo expresiva.
Eso no era lo único que tenía del lado de mi madre. También tenía su
genética familiar de mierda.
Mi lado no humano... Bueno, no me parecía a mi padre.
En absoluto.
—Un humano no puede mover con un golpe o patada a un Guardián, ni
siquiera una pulgada —dijo Misha, señalando lo evidente—. No te estoy diciendo
que no te defiendas como lo hiciste, pero debes ser cuidadosa, Trin.
—Lo sé.
—¿Lo sabes? —preguntó calmadamente.
Me quedé sin aliento mientras cerraba mis ojos. Lo sabía. Dios, realmente
lo sabía. Clay merecía lo que hice y más, pero necesitaba ser cuidadosa.
Y aunque Thierry necesitaba saber lo que había pasado con Clay, porque si
se comportó así conmigo, era poco probable que fuese la única, Thierry ya tenía
mucho en su plato.
Desde que el líder del clan de Guardianes de DC murió el pasado enero, las
cosas se habían puesto tensas aquí. Había habido muchas reuniones a puertas
cerradas, más de lo usual, y había escuchado, bueno, a escondidas, a Thierry hablando
acerca del aumento de ataques, y no solo en los puestos de vigilancia, sino también
en comunidades casi tan grandes como la nuestra, lo cual era raro.
Tan sólo un par de noches atrás, los demonios se habían acercado a nuestros
muros. Aquella noche… aquella noche fue mala.
—¿Crees que Clay diga algo? —pregunté.
—Si tiene dos neuronas funcionales, no lo hará —Misha colocó su brazo
sobre mis hombros y tiró de mí hacia adelante. Apoyé mi rostro contra su pecho—.
Probablemente está demasiado asustado para decir algo.
—De mí —dije, y sonreí.
Misha no se rio como pensé que haría, sentí su barbilla descansar sobre mi
cabeza. Un largo momento pasó.
—Muchos de los Guardianes aquí no tienen idea de lo que están ocultando.
No pueden saber lo que eres —dijo lo que ya sabía, lo que siempre había sabido—.
No pueden saberlo nunca.

Despertándome con un jadeo, me senté en la cama. Había demonios fuera


de los muros del recinto.
No había sirenas alertando a los residentes de buscar refugio, que era lo que
pasaba cuando había demonios cerca del muro. El recinto estaba tan silencioso como
un cementerio, pero sabía que había demonios en las cercanías. Algún tipo de sistema
de radar de demonios interno me lo decía.
El suave, luminoso brillo de las estrellas pegadas en mi techo se desvaneció
cuando encendí la lámpara junto a mí y me levanté de la cama.
Rápidamente, me puse un par de pantalones deportivos negros y una blusa
sin mangas, porque salir e investigar en ropa interior con las palabras ‘Joroba de
semana’ estampadas a lo largo de mi trasero no era exactamente la mejor de las ideas.
Salir allí probablemente se consideraría una mala idea, pero no me estaba
dando tiempo para pensar en ello.
Até mis zapatos deportivos y retiré las dagas de hierro de mi armario, un
regalo de mi cumpleaños dieciocho de parte de Jada, y salí silenciosamente al
brillante pasillo. Todas las luces de la casa eran dejadas encendidas para mí, en caso
de que tuviera antojo de bocadillos a mitad de la noche. Nadie quería que me
tropezara por mi falta de percepción de la profundidad, rompiéndome el cuello al
caer por los escalones, así que la mansión era como un maldito faro.
Ni siquiera podía comenzar a imaginar cuánto venía en la factura de la luz.
El frío metal de las dagas se calentó contra la palma de mi mano mientras
me dirigía con destreza desde el tercer piso hasta el principal, apresurándome antes
de que alguien, concretamente, mi siempre presente sombra, descubriera que me
había levantado.
Misha enloquecería si me pillara, sobre todo después de lo que había pasado
con Clay la noche anterior.
También lo haría Thierry.
Pero esta era la segunda vez en un mes que los demonios se habían acercado
a los muros, y la última vez había hecho lo que se esperaba de mí. Me había quedado
a salvo resguardada por los muros de fortaleza de la casa de Thierry, cuidada no sólo
por Misha, sino por un clan entero de Guardianes que estaban dispuestos a dar sus
vidas por mí incluso si no sabían que eso era lo que estaban haciendo.
Dos murieron esa noche, destripados por las garras afiladas de un demonio
de Nivel Superior. Desmembrados en un modo tan terrible que apenas quedó algo
de ellos para sepultar, menos aún para mostrar a sus seres queridos.
Eso no iba a pasar otra vez.
Hacer lo que me decían, hacer lo que se esperaba de mí, casi siempre
terminaba en que otra persona pagara el precio por mi inacción.
Por mi seguridad.
Incluso mi madre.
Salí por la puerta trasera y me adentré en la montaña y su aire fresco de
principios de junio, y luego salí corriendo hacia la parte izquierda del muro, la
sección que sabía que no estaría tan vigilada como la delantera. El débil resplandor
de las lámparas de la ciudad y de las luces solares se desvaneció, dejando el terreno
despejado en la más absoluta oscuridad.
Mis ojos no se ajustaron.
Nunca lo harían de noche, pero conocía este camino como la palma de mi
mano, ya que había explorado casi cada centímetro de los varios kilómetros de largo
y ancho de la comunidad a lo largo de los años. No necesitaba que mis ojos de mierda
me guiaran a través de la espesa arboleda mientras aceleraba el paso. El viento
levantaba los largos mechones de cabello oscuro de mi rostro. Cuando pasé por
encima de los últimos olmos antiguos, supe exactamente cuántos metros había entre
la pared y yo, aunque no pudiera verlos en la oscuridad.
Cincuenta.
El muro en sí era de un tamaño tremendo, la altura equivalente a un edificio
de seis pisos. La primera vez que intenté saltarlo, terminé estampándome contra un
lado como un insecto en un parabrisas.
Eso había dolido.
De hecho, me tomó un par de docenas de intentos antes de que pudiera saltar
por encima del muro, y al menos el doble de eso antes de poder hacerlo múltiples
veces con éxito.
Comencé a correr mientras una explosión de poder y fuerza me recorría.
Con los brazos en alto, cambié las dagas a una mano mientras me alejaba seis metros
de la pared, y luego salté.
Era como volar.
La corriente del viento, la ingravidez, nada más que oscuridad y el suave
tintineo de las luces en el cielo.
Por unos preciosos segundos, era libre.
Y entonces me di contra el muro, cerca de la cima. Golpeando mi mano en
el borde de cemento liso, me agarré con la mano libre antes de caer. Los músculos
de mi brazo gruñeron mientras me quedaba colgada durante unos precarios segundos
y luego me enrosqué, balanceándome hacia la cima.
Respirando pesadamente, sacudí el ardor de mi brazo izquierdo y puse mis
dagas en ambas manos mientras intentaba escuchar algo en la oscuridad, una señal
de dónde estaba la acción.
Ahí.
Mi cabeza giró a la derecha. Escuché el sonido de voces masculinas bajas
cerca de la entrada.
Guardianes.
Aunque sus sentidos agudizados les alertaran de la presencia de los
demonios, no eran conscientes de ello. Mis sentidos eran más agudos, y sabía que
sería cuestión de minutos antes de que los Guardianes se dieran cuenta de los
demonios.
Tenía que tomar una decisión.
Hacer sonar la alarma y enviar a los Guardianes dentro del bosque
montañoso rodeando la comunidad. Había una buena probabilidad de que algunos
salieran lastimados e incluso muertos, pero eso era lo que Thierry exigiría de mí, lo
que Misha estaba destinado a afrontar.
Eso era lo que había hecho antes, una y otra vez, en diferentes situaciones,
y todas habían terminado de la misma manera.
Yo sin un rasguño y alguien más muerto.
O podía cambiar ese desenlace, encargarme de los demonios antes de que
ellos supieran con qué estaban lidiando.
Mi mente ya había elegido cuando dejé la casa.
Saltar del muro al suelo resultaría en uno o dos huesos rotos para mí, y dado
que mis experiencias previas lo habían probado, caminé cuidadosamente a lo largo
del borde al lugar que sabía que estaba cerca de un árbol inclinado hacia el muro,
incluso cuando no podía verlo. Me detuve a seis metros a mi izquierda, respiré
profundamente, recé una pequeña oración y me agaché. Los músculos de mis piernas
se tensaron. Mis manos agarraron las dagas.
Uno.
Dos.
Tres.
Salté al vacío, levantando las dagas mientras llevaba mis rodillas hacia mi
estómago. Sentí el primer roce de las hojas, suave como un susurro, así que pateé
hacia afuera y balanceé las dagas hacia abajo. Los extremos perversamente afilados
se clavaron en la corteza, enterrándose profundamente mientras me deslizaba por el
árbol, deteniéndome cuando mis pies tocaron una rama gruesa.
Exhalando pesadamente, liberé las dagas y me arrodillé, usando mis manos
para guiar el camino. Cerré mis ojos y dejé que el instinto se apoderara de mí.
Deslizándome desde la rama, aterricé en cuclillas silenciosamente y permanecí allí
durante un latido antes de levantarme. Me dirigí hacia mi izquierda, adentrándome
en el bosque, dejando que la creciente presión a lo largo de mi nuca guiara mi camino.
Unos 30 metros más tarde, me detuve en un claro cortado por un estrecho arroyo e
iluminado tenuemente por la plateada luz de la luna. El aroma a tierra rica me
invadió mientras miraba a mi alrededor. Mi ritmo cardíaco se aceleró cuando una
sensación de pesadez se instaló en mis hombros.
Relajando los dedos y apretando el mango de las dagas, escudriñé las
sombras que se agolpaban entre los árboles. Parecían vibrar cuando entornaba los
ojos, y el impulso me exigía avanzar, pero sabía que no debía confiar en lo que me
decían mis ojos. Me quedé perfectamente quieta, esperando...
Crack.
Una ramita se rompió detrás de mí. Girando, balanceé la daga en un alto y
suave arco.
—Jesús —gruñó una voz, después una mano fuerte y cálida rodeó mi
muñeca—. Casi me cortas la cabeza, Trin.
Misha.
Entrecerré los ojos, incapaz de distinguir su rostro en la oscuridad.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—¿En serio acabas de preguntar eso? —Mantuvo su agarre en mi brazo
mientras el aire se movía a nuestro alrededor. Misha se inclinó, y todo lo que pude
distinguir fueron esos vibrantes y brillantes ojos azules de Guardián—. ¿Qué estás
haciendo fuera de los muros, en medio de la noche, con tus dagas?
No tenía sentido mentir ahora
—Hay demonios aquí.
—¿Qué? No siento ningún demonio.
—Eso no significa que no estén aquí. Puedo sentirlos —le dije, tirando de
mi brazo. Él me dejó ir—. Están cerca, incluso si no puedes sentirlos aún.
Misha estuvo callado por un momento.
—Eso es todavía una mayor razón para que estés en cualquier lado excepto
aquí —La ira invadió su voz—. Lo sabes mejor que nadie, Trinity.
La irritación picó sobre mi piel y le di la espalda a Misha para mirar
inútilmente las sombras, como si mágicamente pudiera hacer que mis ojos
funcionaran mejor.
—Estoy cansada de saberlo mejor que nadie, Misha. Saberlo mejor hace que
la gente sea asesinada.
—Saberlo mejor te mantiene a ti viva, y eso es todo lo que importa.
—Eso está tan mal. Eso no puede ser lo único que importa —Casi doy una
patada al suelo, pero de algún modo me las arreglé para permanecer quieta—. Y
sabes que puedo pelear. Puedo pelear mejor que cualquiera de ustedes.
—Trata de no ser demasiado confiada, Trin —respondió, su tono tan seco
como el desierto.
Ignoré eso.
—Algo está pasando, Misha. Esta es la segunda vez en un mes que los
demonios se han acercado al muro. En los últimos seis meses, ¿cuántas comunidades
han sido atacadas? Dejé de contar cuando llegó a dos dígitos, pero no es necesario
ser un genio para suponer que cada comunidad que ha sido atacada ha estado más y
más cerca de esta, y cada vez que se las han arreglado para traspasar los muros en
otras comunidades, queda claro que están buscando algo. Están haciendo redadas.
—¿Cómo sabes eso? ¿Has estado escuchando a escondidas a Thierry otra
vez?
Le dirigí una sonrisa rápida.
—No importa cómo lo sé. Algo está mal, Misha. Lo sabes. Los demonios
tal vez vayan por los recintos pequeños en las ciudades, pero no son lo
suficientemente estúpidos para tratar de atacar un lugar como este, como lo hicieron
con algunas de las otras comunidades.
Se quedó callado un momento.
—¿Crees… que saben sobre ti? ¿Que te están buscando? —preguntó, y un
fino escalofrío recorrió mi columna—. Eso es imposible. No hay forma de que sepan
que existes.
La inquietud inundó la boca de mi estómago.
—Nada es imposible —le recordé—. Soy la prueba viviente de ello.
—Y de nuevo, si lo que sospechas es cierto, el último lugar donde deberías
estar es aquí afuera.
Rodé mis ojos.
—Vi eso —chasqueó.
—Eso es imposible —miré por encima de mi hombro, cerca de donde él
estaba parado—. Estás parado detrás de mí.
—¿Creí que dijiste que nada es imposible?
—Lo que sea —murmuré.
El suspiro de Misha podría haber sacudido los árboles a nuestro alrededor.
—Si tu padre supiera que estás aquí fuera...
Resoplé, como un cerdito.
—Como si él estuviera poniéndome atención.
—No sabes si no lo está —respondió Misha—. Podría estar viéndonos
justo ahora. Diablos, podría haber estado viéndote con Clay la noche anterior…
—Ew, vamos. No digas eso.
—Yo solo… —Su voz se apagó.
Misha lo sintió entonces.
Lo supe porque maldijo por lo bajo y la presión en la base de mi cuello dio
lugar a una serie de hormigueos afilados que se expandieron al espacio entre mis
omóplatos.
Los demonios estaban aquí.
—Si te digo que regreses al muro, ¿escucharás? —preguntó Misha mientras
daba un paso hacia la luz.
La luz plateada dejó ver piel gris y alas grandes. Dos cuernos se curvaban
hacia atrás desde su cráneo, separando sus rizos rojizos.
Reí disimuladamente.
—¿Tú qué crees?
Misha suspiró.
—No hagas que te maten, porque me gustaría seguir viviendo.
—Más como que tú no hagas que te maten —espeté de regreso, escaneando
el creciente número se sombras—. Porque realmente no quiero terminar unida a un
extraño.
—Sí, eso totalmente apestaría para ti —farfulló, sus hombros enderezándose
mientras su postura se ensanchaba—. Mientras tanto, yo sólo estaría muerto.
—Bueno, si estás muerto, no es como si tuviera que importarte algo más —
razoné—. Porque, ya sabes, estarías muerto…
Misha extendió una larga mano con garras, silenciándome.
—¿Escuchas eso?
Al principio, no escuché otra cosa además del distante llamado de un ave, o
probablemente un chupacabras.
Estábamos en las montañas de Virginia del Oeste; cualquier cosa era posible.
Pero entonces lo escuché, el susurro de arbustos y ramas rotas, una serie de clics y
parloteos. Se me puso la piel de gallina en los brazos.
No creía que un chupacabras hiciera ese sonido.
Los reflectores en lo alto del muro se encendieron, llenando el bosque con
una intensa luz blanco-azulada, señalando que los Guardianes en los muros ahora
sentían a los demonios.
Y yo estaba a punto de ser encontrada aquí afuera y estar en grandes, grandes
problemas.
Demasiado tarde ahora.
El susurro aumentó de volumen y las sombras entre los árboles parecieron
deformarse y extenderse. Cada músculo de mi cuerpo se tensó, y entonces vinieron,
estallando de entre los arbustos y escurriéndose a lo largo del claro.
Docenas de ellos.
Demonios Raver.
Capítulo 2
Nunca había visto a un demonio Raver antes; solo había leído sobre ellos en
clase y escuchado a algunos de los otros Guardianes hablar sobre ellos. Nada que
hubieran descrito les hacía justicia a estas criaturas.
Eran como ratas, ratas gigantes sin pelo que corrían sobre dos patas, tenían
dientes que un gran tiburón blanco envidiaría y garras que podrían cortar incluso la
piel de piedra de los Guardianes.
—Bueno, eso es un balde lleno de pesadillas —murmuré.
Misha soltó una carcajada.
Los Raver eran demonios inferiores, carroñeros que se alimentaban de
humanos débiles, cadáveres de animales y, bueno, cualquier cosa muerta.
No atacaban los complejos de los Guardianes.
—Algo no está bien aquí —susurró Misha, obviamente siguiendo el mismo
tren de pensamientos que yo—. Pero eso no importa en este momento.
No.
No importaba ahora.
Al menos seis de ellos fueron directamente por Misha, porque vieron y
sintieron que era un Guardián.
¿Y a mí?
Me ignoraron, probablemente porque olía como una buena humana.
Ese fue su primer y último error.
El combate cuerpo a cuerpo no era exactamente fácil para mí, no cuando mi
visión estaba restringida a un túnel estrecho, así que debía tener cuidado. Tenía que
ser inteligente y mantener mi distancia.
Misha salió disparado hacia delante, girando en un amplio círculo. Una de
sus alas alcanzó al más cercano, haciendo retroceder a la criatura varios metros
mientras clavaba las garras de su mano en el centro del pecho de otro Raver.
El crujiente sonido húmedo me revolvió el estómago.
Otro Raver se lanzó al aire, usando sus poderosas piernas. Se dirigía directo
a la espalda de Misha.
Dejé que el instinto se hiciera cargo. Eché el brazo hacia atrás y dejé volar la
daga.
Golpeó de lleno y se clavó en el pecho del Raver. La cosa chilló mientras
caía en picado y aterrizaba de lado, ya muerta.
Misha giró hacia mí, con la boca ligeramente abierta.
—¿Cómo hiciste eso?
—Soy especial —Cambié la otra daga a mi mano derecha—. Y tú tienes a
otro justo detrás de ti.
Se giró, agarró a ese y lo clavó en el duro suelo. Mi lanzamiento de cuchillos
había captado la atención de bastantes Raver.
Uno se separó del grupo, cargando contra mí mientras su chirriante sonido
se hacía más fuerte. Me golpeó y me incliné, sintiendo que el viento que provoco su
movimiento me agitaba el pelo. Aparecí detrás de la criatura y lo tiré a patadas,
agarrándolo por la espalda. El Raver cayó al suelo y rodó, pero no le di tiempo para
recuperarse. Bajé la daga de hierro, interrumpiendo su grito de furia.
Me di la vuelta, pero no vi la cola del otro Raver hasta que me golpeó en la
pierna. Chillé y salté hacia atrás, sintiendo su textura gruesa y gomosa a través de
mis pantalones.
—Oh, Dios, tienes una cola —gemí, estremeciéndome—. Todos ustedes
tienen cola. Voy a vomitar.
—¿Puedes contener el vómito? —preguntó Misha desde algún lugar detrás
de mí.
—No prometo nada —Volviendo a estremecerme, salté a un lado y giré para
empujar la daga en el pecho del otro Raver. Un chorro de sangre caliente de demonio
me salpicó en el pecho—. Oh, amigo, ahora voy a tener que ducharme.
—Dios, eres una llorona.
Con una sonrisa, me dirigí hacia la derecha y encontré el cuerpo en rápida
descomposición del Raver que había eliminado en la primera ocasión. Con el
corazón en vilo, le saqué la espada del pecho y luego examiné el claro. Quedaban
seis. Di un paso adelante.
—¡Junto a ti! —gritó Misha.
Un rayo de pánico iluminó mi pecho mientras retorcía la cintura. Saltando
hacia atrás, evité por poco ser golpeada por esas garras. Eso habría sido malo, muy
malo.
Si mi sangre se derramara, en el momento en que llegara al aire, sentirían lo
que era. Entrarían en un frenesí, en un frenesí por alimentarse.
La cosa me atacó, con la boca abierta. Una ráfaga de aliento rancio se
estrelló contra mí mientras le clavaba la daga en el pecho.
—¿Qué demonios has estado comiendo?
—Probablemente no quieras la respuesta a eso —gruñó Misha.
Eso era cierto.
Me di la vuelta, buscando al otro Raver que venía por mí. Un lado de mis
labios se curvó cuando una oleada de adrenalina inundo mis venas. Esa sensación
era mucho mejor que besar. Giré las dagas en mis manos, presumiendo
completamente mientras daba un paso adelante.
Una enorme masa aterrizó frente a mí, sacudiendo el suelo y los árboles. Eso
es lo que me pareció al principio, sólo una sólida masa de furia tan poderosa que era
una entidad tangible en el bosque. Alas de 1,80 metros de altura se extendieron,
bloqueando mi visión de casi todo.
Y entonces mis ojos se enfocaron. Vi el pelo rojo hasta los hombros, y mi
corazón se hundió.
Matthew.
No solo era el esposo de Thierry, sino que era el segundo al mando aquí en
el recinto ancestral, respondiendo solo a Thierry.
Me miró por encima de su hombro. Sus rasgos eran borrosos, pero no había
confusión sobre la ira en su tono.
—Por favor, dime que estoy alucinando y que en realidad no estás aquí
afuera.
Miré a mí alrededor.
—Bueno....
—Llévala de vuelta a la casa —dijo Matthew mientras varios Guardianes
más aterrizaban, causando lo que se sintió como un mini terremoto—. Si crees que
realmente puedes hacer eso, Misha.
Oh, cielos.
Misha dejó caer un Raver, y luego pareció desaparecer del lugar donde
estaba.
Abrí la boca para defender a Misha, y también para señalar que no
necesitaba que me llevaran, pero, por una vez en mi vida, cerré sabiamente la boca.
Pero entonces Matthew, que era como un tercer padre para mí, habló una vez más.
—Lo sabes mejor que esto, Trinity.
Y luego, imprudentemente, abrí la boca.
—Lo tenía bajo control. Obviamente.
Matthew se giró hacia mí, y entonces vi esos ojos azules, ardiendo con una
furia apenas contenida.
—Tienes tanta suerte de que sea yo el que esté aquí y no Thierry.
Eso probablemente era verdad.
Misha estaba de repente a mi lado, y no se me dieron muchas opciones. Puso
un brazo alrededor de mi cintura y luego se agachó. Todo lo que estaba a punto de
decir se perdió en un torrente de aire fresco y el cielo nocturno.
Estaba en muchos, muchos problemas.
Misha no me hablaba.
Estaba sentado en la sala de estar, con sus largas piernas levantadas en el
sofá y los brazos cruzados sobre su pecho. Su cuerpo entero ocupaba los tres cojines.
Estaba viendo un comercial sobre una especie de sartén mágica como si fuera lo más
interesante que jamás hubiera visto en una pantalla.
Yo estaba caminado detrás del sofá, con los nervios de punta.
Podría haberme escondido en mi habitación, fingir que estaba dormida, pero
eso me habría convertido en una cobarde. Y no tenía sentido retrasar el sermón que
se avecinaba.
Un movimiento borroso se disparó frente al televisor. Misha no reaccionó,
así que mis ojos se entrecerraron.
¿Era Peanut, mi más o menos, no exactamente vivo, amigo?
No había visto a ese punk en todo el día y en toda la noche. Sólo Dios sabía
lo que había estado haciendo.
Una puerta se abrió en algún lugar de la inmensa casa, cerrándose de un
portazo unos segundos después. Dejé de caminar. Sólo entonces Misha me miró,
levantando las cejas.
Unas fuertes pisadas resonaron por el pasillo fuera de la sala de estar, y me
volví hacia la abertura arqueada de la puerta. Thierry entró, tirando de una camisa
nueva sobre su cabeza calva.
Todavía estaba demasiado lejos para que pudiera ver algo de la expresión de
su cara. Matthew estaba justo detrás de él, sólo un poco más pequeño y menos ancho.
Junté mis manos.
—Tengo varias cosas que decir, pero antes quiero saber algo —resonó la
profunda voz de Thierry—. ¿Qué demonios estaba haciendo fuera de esos muros?
Mi boca se abrió
—No tengo ni idea —Misha sacó las piernas del sofá y se sentó, girando la
cintura para poder ver a Thierry—. Estaba felizmente dormido cuando se escapó.
Cerré la mandíbula, preguntándome exactamente cómo demonios Misha
había sabido que yo estaba fuera de los muros si estaba dormido. El vínculo no lo
habría alertado de eso. No funcionaba de esa manera.
—Es tu responsabilidad saber dónde está en todo momento —respondió
Thierry—. Incluso si estás dormido.
—Vale, eso parece un poco inverosímil —dije, entrando en la
conversación—. Yo soy la que cruzó el muro, así que no sé por qué le preguntas por
qué lo hice.
Thierry se volvió lentamente hacia mí, y ahora que estaba más cerca, pude
ver las duras líneas de su mandíbula y sus ojos entrecerrados.
¡Ay!
Probablemente debería haber mantenido la boca cerrada.
—Él es tu Protector. Debería saber dónde estás.
Sin siquiera mirar a Misha, pude sentir que me lanzaba dagas.
—Él no puede ser responsable de mí mientras...
—No estoy seguro de que entiendas cuál es su papel, pero sí, siempre es
responsable de ti. Dormido o despierto, no importa — interrumpió Thierry mientras
Matthew se apoyaba en el respaldo del sofá—. ¿Por qué estabas fuera de esos muros,
Trinity?
Por lo que me pareció la milésima vez esta noche, me expliqué.
—Me desperté y supe que había demonios cerca. Los sentí...
—¿Mientras dormías? —preguntó Matthew, sus cejas rojizas alzándose.
Asentí con la cabeza y miró a Thierry—. Eso es nuevo.
—No exactamente —dije—. La última vez que vinieron, los sentí en medio
de la noche. Me despertaron.
—Y esa noche hiciste lo que sabías que debías hacer —respondió Thierry—
. Te quedaste adentro, donde...
—Donde es seguro. Ya lo sé —dije, llena de frustración—. Y esa noche
murieron dos Guardianes.
—No importa cuántos mueran —Thierry dio un paso hacia mí—. Tu
seguridad es la prioridad número uno.
Inhalé bruscamente.
—Puedo luchar. ¡Puedo luchar mejor que la mayoría de los Guardianes! Es
para lo que he sido entrenada desde que aprendí a caminar, ¿pero se espera que me
quede sentada sin hacer nada mientras la gente muere? Y no digas que sus vidas no
importan. Estoy cansada de oír eso —Mis manos se cerraron en puños—. La vida de
Misha importa. La vida de Matthew importa. Tu vida importa. Todo el mundo aquí
importa —Excepto Clay, pero eso era complicado—. Estoy cansada de sentarme y
no hacer nada cuando la gente está muriendo. Saberlo mejor hace que la gente
muera. Mató a mi madre... —Me callé con una fuerte inhalación.
Estaba tan silencioso que se podía oír el estornudo de un grillo.
El ambiente de toda la habitación cambió. Misha se levantó como si fuera a
venir a donde yo estaba, pero di un paso atrás. No quería que me tocara. No quería
su simpatía o empatía.
No quería otra cosa más que hacer aquello para lo que vine a esta Tierra.
Pelear.
Todo en Thierry se suavizó, incluso su voz.
—No hiciste que mataran a tu madre.
Sí, esa era su opinión y no era un hecho.
—Sé que quieres salir y ayudar —continuó—, y sé que estás entrenada y que
eres muy buena, pero, Trinity... necesitas tener cuidado con tu visión, especialmente
por la noche.
El fuego se disparó por mi columna vertebral.
—Sé cómo es mi visión de noche, pero eso no me impidió patear el trasero
de un demonio. Nunca lo hará.
Todos los que estábamos en la sala sabíamos que eso era mentira, porque al
final mi visión me detendría. Me impediría hacer las muchas cosas súper especiales
que tenía en mente. Pero eso no iba a ser hoy o incluso mañana.
Levanté la barbilla mientras Matthew y Thierry intercambiaban miradas de
impotencia.
—En algún momento, mi padre me va a convocar, y dudo que cualquier
pelea en la que me deba involucrar ocurra sólo durante el día, e incluso entonces, mi
visión sigue siendo un asco. Eso no va a cambiar. Por eso entreno ocho horas al día
y practico todo el tiempo. Debería estar ahí afuera, adquiriendo experiencia real,
antes de que me llamen.
Thierry se dio la vuelta, pasando su mano por su cabeza.
Misha finalmente decidió hablar.
—Ella no tuvo ningún problema —dijo, y eso fue 99% cierto. No había visto
a ese Raver hasta que fue demasiado tarde—. Lo hizo muy bien.
Le sonreí, una sonrisa grande y brillante.
Me lanzó una mirada.
—Y probablemente deberíamos estar obteniendo experiencia en la vida real.
Matthew observaba de cerca a su esposo. Suspiró mientras cruzaba los
brazos.
—Es demasiado tarde y de noche para tener esta discusión.
Si bien quería tener esa conversación, también quería preguntar lo que
parecía ser mucho más importante.
—¿No es muy raro que los Raver estuvieran aquí? Esta fue la primera vez
que vi uno, y wow, son realmente espeluznantes, pero pensé que eran demonios
carroñeros. Un nivel mucho más bajo.
—Lo son —respondió Thierry mientras miraba a Matthew—. Se supone que
no deben estar arriba. No se mezclan ni remotamente.
Debido a la misma regla cósmica que hacía imposible decir a los humanos
que los demonios eran reales, sólo los demonios que podían mezclarse con los
humanos podían subir a la superficie.
Había bastantes que, a primera vista, parecían perfectamente humanos. Las
ratas gigantes no eran uno de ellos.
—Y no sólo eso, los Raver suelen ser una señal de un problema mucho
mayor —añadió Matthew—. Donde ves a los Raver, casi siempre encuentras
demonios de Nivel Superior.
Mi corazón casi se detuvo en mi pecho. Esa cosita probablemente se nos
había enseñado en clase, pero lo había olvidado. Miré a Misha, y parecía tan inquieto
como yo me sentía.
Los demonios de Nivel Superior eran los grandes males. Sus habilidades
cubrían toda la gama.
Algunos podrían influir a las mentes humanas de hacer cosas malas. Otros
podían invocar el fuego y la lluvia, cambiar su apariencia en un abrir y cerrar de ojos,
convirtiéndose en humanos en un momento y en animales al siguiente. Muchos de
ellos eran bíblicamente antiguos. Todos ellos podían matar a un Guardián.
Y si el hecho de que los Raver estuvieran aquí significaba que había un
demonio de Nivel Superior cerca, era un gran problema.
Me crucé de brazos, casi sin querer preguntar lo que ya sospechaba.
—¿Creen que es posible que un demonio de Nivel Superior sepa de mí?
Thierry dudó.
—Todos los de tu especie han sido masacrados, Trinity. Si un demonio de
Nivel Superior supiera que estás aquí, esos muros ya estarían rotos. Nada le
impediría llegar a ti.

Había un fantasma en la entrada.


Otra vez.
Podría ser peor, supongo. Pero el ataque de los Raver fue hace dos días, y
nuestros muros no habían sido violados por un demonio de Nivel Superior empeñado
en devorarme.
Literalmente.
Incluso con mis ojos de mierda, sabía que la figura que caminaba frente a los
arbustos que bordeaban el amplio camino de entrada estaba súper muerta. Sabía esto
principalmente porque su cuerpo se mantenía apareciendo y desapareciendo, como
la pobre recepción de un televisor viejo.
Definitivamente no era un espíritu, y había visto suficiente de ambos en mis
dieciocho años para saber la diferencia. El hombre ahí abajo en su camisa dorada no
había cruzado al otro lado aún.
Los espíritus eran los muertos que habían visto la luz, y casi siempre había
una luz. Ya habían ido hacia ella, y después habían regresado por una u otra razón.
Usualmente tenían un mensaje o solo querían ver a sus seres queridos.
Arrodillándome en el borde del Gran Salón, tomé el áspero borde del techo
con una mano y coloqué la otra en el hombro curvado de la gárgola de piedra junto
a mí. El calor emanaba del caparazón, calentando mi palma. Entrecerré los ojos
detrás de mis lentes de sol y me incliné tan lejos como pude sin caer de cara del techo.
El Gran Salón era casi tan alto como el muro, y al menos dos pisos más alto que la
casa de Thierry.
Observando al fantasma ir de un lado a otro, obviamente confundido, me
pregunté de que parte del mundo había venido. La comunidad no estaba exactamente
al alcance, situada en las colinas de la montaña y sólo accesible por las carreteras
traseras, caminos sinuosos y llenos de curvas.
Probablemente un accidente automovilístico.
Muchos viajeros, cansados y desprevenidos, habían sido víctimas de esos
caminos traicioneros, con sus curvas cerradas y sus empinados y repentinos
terraplenes.
El pobre tipo probablemente había perdido el control y se había despertado
muerto antes de vagar por aquí, como lo hacían muchos fantasmas. La semana
pasada había sido una excursionista que se había perdido en la montaña y había
caído hasta la muerte. Dos semanas atrás fue una sobredosis, un hombre viejo que
murió en una de esas carreteras traseras, muy fuera de sí para darse cuenta de que
estaba muriendo y muy lejos de la ayuda incluso si pudiera haberla tenido. El mes
pasado hubo una niña, y la suya había sido la peor muerte que había visto en un largo
tiempo. Se había alejado de su familia durante un viaje de campamento y se cruzó
con una especie de maldad demasiado humana.
El peso de aquel recuerdo, de los gritos de la niña por su madre, se había
asentado pesadamente en mi pecho. Hacerla seguir adelante no había sido fácil, y no
pasaba ni un día en que no recordara su llanto.
Sacudiendo esos recuerdos, me concentré en el nuevo fantasma de abajo.
Los accidentes automovilísticos eran inesperados y a menudo traumantes, pero nada
como las víctimas de asesinato o aquellos que sufrieron de muertes violentas. No
debería ser difícil hacer que siga adelante.
No había visto espíritus recientemente, porque no había estado fuera de la
comunidad en más de un año. Las pocas veces que me las había arreglado para
escapar, no había llegado tan lejos como para cruzarme con uno.
La inquietud se arrastró sobre mi piel y se enterró profundamente. El
sentimiento de estar atrapada hizo su camino hacia la superficie.
¿Cuánto tiempo planeaban mantenerme aquí?
¿Para siempre?
La desesperación saltó a la vida, y la culpa le siguió rápidamente.
Thierry y Matthew aún estaban molestos conmigo, y yo odiaba que
estuvieran enojados. Que no entendieran por qué no podía quedarme sentada por
más tiempo.
Mi estómago se revolvió cuando volví mi mirada a la estatua junto a mí.
Estaba lo suficientemente cerca para descifrar los detalles. La suave capa de piedra y
los dos fieros y gruesos cuernos que podían perforar el metal más duro. Las garras
mortales que podían romper cemento estaban por ahora relajadas. El rostro, incluso
tan aterrador como podía ser con su nariz plana y su amplia boca separada por
colmillos viciosos, estaba en paz.
Descansando.
Durmiendo.
Misha no me había dejado fuera de su vista desde la noche de los Raver.
Estaba sorprendida de que no hubiera tratado acampar en el suelo fuera de mi
habitación las últimas dos noches.
No estoy atrapada.
Este era mi hogar, y no mi prisión. Todo lo que necesitaba podía ser
encontrado aquí. Sabía exactamente cuántas casas bordeaban las idílicas calles y
parques. Además de la casa de Thierry, había ciento treinta y seis casas unifamiliares
y varias docenas de casas dúplex y casas adosadas para aquellos que no estaban
emparejados.
La comunidad amurallada era una pequeña ciudad, completa con su propio
hospital, centro comercial, teatro, gimnasio, y varios restaurantes y clubs designados
a satisfacer cualquier capricho o necesidad. Aquellos que no eran entrenados como
guerreros trabajaban en la comunidad.
Todos tenían un propósito aquí.
Todos excepto yo.
Casi todos aquí nos aceptaron a mi madre y a mí en su clan cuando llegamos.
Thierry nos protegió, bueno, me protegió. No a mi madre. Él se preocupaba por ella.
Le dio la bienvenida y la trató como a una reina y a mí como su princesa, pero no
había sido capaz de protegerla.
Protegerla nunca fue parte de la ecuación.
Como sea, al final del día, yo no era una Guardiana, y yo… estaba
quedándome sin tiempo para salir, para ver realmente el mundo más allá de las
montañas de Virginia Occidental y Maryland.
Tenía dieciocho, y ninguna ley de Guardián superaba la legalidad de que yo
era, de hecho, una adulta y podría hacer lo que quisiera, pero irme no era simple.
Suspirando, alejé mi mirada de la gárgola descansando y concentré mi
atención en la carretera mientras el frío aire de junio levantaba las pocas hebras
sueltas de mi cabello oscuro, lanzándolas alrededor de mi cabeza.
Debo de lucir como Medusa.
Entrecerrar los ojos no me ayudaba a ver mejor, incluso con la luz del sol
desvaneciéndose detrás de Green Mountain, pero vi al fantasma detenerse y dar la
vuelta hacia la carretera. Un segundo después, se fragmentó como humo en el viento,
y no se volvió a unir.
Estaría de vuelta, sin embargo. Eso lo sabía dentro de mí.
Siempre volvían.
Mi mirada se alzó hacia el camino más allá y al espeso bosque de altos olmos
antiguos que abarrotaban la carretera pavimentada. Todo era un borrón de colores,
verdes, blancos y azules.
Más abajo, escuché las puertas abrirse, y un latido después vi la cima de la
oscura cabeza de Thierry mientras él salía a la entrada del camino.
Realmente esperaba que Thierry no mirara hacia arriba.
De acuerdo, no estaba castigada ni nada. Demonios, Thierry nunca me
había castigado. Mi mamá, por otro lado, había sido una historia diferente. Ella me
castigaba cada cinco segundos.
Mordisqueando mi pulgar, observé a Thierry mirar fijamente a la vacía
carretera bordeada de setos. Incluso desde donde estaba encaramada, podía sentir la
tensión saliendo de él, llenando el aire frío de la montaña, corriendo con el viento.
Un momento después, Matthew se unió a él. Fue a pararse a lado de Thierry,
colocando su mano en la espalda baja del hombre.
—Va a salir bien —dijo Matthew, y yo me tensé.
Thierry sacudió la cabeza.
—No me gusta.
—No tiene que gustarnos, pero… ellos solicitaron nuestra ayuda —Matthew
presionó sus labios en la sien de Thierry—. Estará bien.
Thierry no respondió. Se pararon en silencio entonces, como si estuvieran
esperando por algo o alguien.
Los minutos pasaron, y lo escuché antes de verlo. El crujido de las llantas
sobre la grava mezclado con el distante llamado de las aves. Me arrodillé y espié
alrededor de Misha mientras una larga SUV negra descendía por la carretera y se
detenía justo abajo.
La curiosidad burbujeó a la vida mientras mis ojos se ensanchaban. El
sonido de las puertas del carro cerrándose era demasiado fuerte para ignorarlo.
Levantándome un poco, miré por encima del borde y vi a Matthew y Thierry
caminando hacia adelante para saludar...
Santa mierda en una galleta del tamaño de Texas, teníamos visitas, y yo era
completamente inconsciente de que íbamos a tener visitas. Si nuestro clan decidía
encontrarse con otro, uno de los Guardianes se iba para realizar el encuentro en
cualquier otra parte. Rara vez, si es que hubo alguna, la reunión se realizaba en el
sitio.
Los Guardianes jóvenes de la región del Atlántico Medio eran traídos aquí
solo una vez al año, en septiembre, para ser entrenados por los Guardianes mayores
hasta que alcanzaran la madurez, y como apenas era junio, nuestros visitantes no
podían estar aquí con un Guardián joven.
Entrecerré los ojos, pero todo lo que podía ver era que había tres Guardianes
masculinos además de Matthew y Thierry. Uno tenía largo cabello castaño, otro
tenía cabello corto castaño cortado cerca del cráneo y el otro era rubio. No había
mujeres con ellos. No era sorprendente en lo absoluto. Las Guardianas rara vez
viajaban fuera de sus comunidades o los puestos de vigilancia, porque eran
usualmente el blanco de demonios, justo como los niños.
Los demonios eran sorprendentemente inteligentes y lógicos.
Sabían que, si derribaban a aquellos que podrían producir a la siguiente
generación de Guardianes, podrían dar un golpe del que sería casi imposible
recuperarse.
Y era una de las razones por las que, colectivamente, todas las clases de
demonios superaban a los Guardianes por millones.
Yo era algo así como una Guardiana mujer, enjaulada aquí por mi
seguridad, pero por razones muy, muy diferentes.
Thierry saludó a cada uno de los visitantes, sacudiendo sus manos, y deseé
poder ver sus rostros. El grupo se giró para entrar al Gran Salón.
¿Qué demonios estaba pasando?
Acercándome, golpeé mis nudillos contra la cáscara de piedra e
inmediatamente fui recompensada con un gruñido bajo y retumbante de molestia.
Me reí. Misha amaba sus siestas al final de la tarde bajo la puesta de sol. Era donde
siempre iba después del entrenamiento y las clases.
—Ve a tu habitación —fue la brusca respuesta de Misha—. Lee un libro. Ve
una película. Encuentra un pasatiempo.
Ignoré lo que dijo Misha, ya que disfrutaba perversamente de molestarle
siempre que podía.
—Hay Guardianes aquí —dije, las palabras saliendo en un apuro
emocionado.
—Siempre hay Guardianes aquí, Trinity.
Lo miré con una ceja levantada.
—Estos Guardianes no viven aquí.
La estatua se movió, la piedra se volvió ligeramente menos dura y pasó del
gris oscuro a quicksilver2 mientras sus alas se desplegaban detrás de mí. Alrededor de
los cuernos aparecieron cabellos castaños rojizos, cuyos rizos se agitaban con el
viento.

2
Hace referencia al color plateado de este personaje de Marvel.
Vibrantes ojos azules con delgadas pupilas verticales se encontraron con los
míos. La irritación brillaba en esos ojos. Los Guardianes tenían patrones de sueño
extraños. Algunos se mantenían despiertos toda la noche y dormían en las mañanas.
El horario de Misha se basaba en lo que sea que yo estuviera haciendo.
—Trinity…
Me sumergí debajo de un ala y salí del otro lado mientras Misha se levantaba
de su percha, dándose la vuelta.
—¡Maldita sea! —gritó.
Conocía el techo como la palma de mi mano, ni siquiera necesitaba ver
realmente a dónde iba. Ya estaba en el otro lado, inclinándome sobre el borde,
cuando Misha levantó el vuelo detrás de mí.
—¡No dejes que te vean! —gritó mientras yo saltaba—. Lo juro por Dios,
Trinity, voy a encerrarte en tu habitación.
No, no lo haría.
Golpeando la pequeña alcoba debajo, me deslicé por el borde redondeado.
En el momento en que mis pies no tocaron nada más que el aire, giré sobre mi
estómago. Sujetando la esquina del techo, balanceé mi cuerpo hacia dentro, a través
de la ventana que dejé abierta cuando me uní a Misha.
Aterricé en el pasillo vacío y tenuemente iluminado, giré para cerrar la
ventana detrás de mí y entonces le coloqué el seguro por si acaso Misha trataba de
seguirme.
Después de meter mis lentes de sol en el bolsillo trasero de mis pantalones,
caminé hacia el salón, pasando varias puertas cerradas de las habitaciones para
invitados y apartamentos que casi nunca eran usados antes de abrir la puerta hacia
la escalera con olor mohoso. Bajé cada tres y cuatro escalones a la vez y llegué al
primer nivel en diez segundos.
Desde ahí, anduve más lento y me mantuve cerca de la pared, pasando por
una cocina que sólo era usada cuando había banquetes y ceremonias. El lugar estaba
rebosante de actividad por la próxima reunión, una ceremonia masiva para celebrar
a los Guardianes convirtiéndose en guerreros completos. Incluía comer mucho, beber
mucho y otro montón de cosas que ocurrían con los recién ordenados Guardianes.
Más allá de la cocina encontré la habitación que estaba buscando, que era
un área de preparación y llena hasta el tope de mesas plegables y sillas apiladas. Tuve
cuidado de no chocar con ninguna de ellas, lo que me obligó a caminar con
extraordinaria lentitud.
Y eso me supuso un gran esfuerzo.
Yo no solía ir despacio.
Las voces se volvieron más altas mientras me acercaba a las gruesas cortinas
marrones que separaban el área de preparación del Gran Salón.
Deteniéndome frente a las cortinas, curve cuidadosamente mis dedos
alrededor del borde de una y la aparté unas pulgadas, revelando el amplio salón de
forma ovalada en toda su gloria mientras polvo volaba por el aire.
Buen Dios, ¿cuándo fue la última vez que alguien tocó estas cortinas?
Mi mirada inmediatamente se elevó al techo, incluso si ya no podía ver más
las pinturas, sin importar qué tan iluminado estuviera el salón. Ángeles adornaban el
techo, muchos de los cuales eran ángeles de batalla, los Alfas.
Esos eran los ángeles que supervisaban a los Guardianes y a menudo se
comunicaban con ellos, aunque no había visto a uno en la vida real. Pintados con sus
armaduras y blandiendo espadas de justicia, eran un espectáculo terrible que mirar.
—¿Cómo estuvo el viaje hasta aquí? —estaba preguntando Thierry mientras
caminaba dentro de mi línea de visión, y me concentré de nuevo. Los visitantes
estaban de pie en las tarimas elevadas, esperando—. Espero que sin contratiempos.
Matthew siguió a Thierry al centro, hacia el asiento que no se suponía que
se llamara trono, según Thierry, pero era eso. Con su asiento de gran tamaño y un
respaldo hecho de granito y esculpido en un escudo, lucía como un trono para mí.
¿Pero qué sabía yo?
—Sí —respondió el que estaba parado más cerca de la tarima. No podía
verlo claramente, pero era el que tenía cabello castaño largo—. El viaje fue largo,
pero hermoso.
—Han sido muchos años desde que estuve en la capital de la nación —dijo
Matthew, con las manos sujetas detrás de su espalda—. Imagino que nuestra
comunidad es bastante diferente de lo que están acostumbrados.
Wow.
¿Ellos eran de Washington, DC?
El clan de DC era un puesto de vigilancia grande y el líder de su clan había
muerto recientemente, alrededor del tiempo en que Thierry empezó a actuar más
estresado de lo normal.
Mi mirada cambió hacia el que había estado hablando. Pareciera que
estuviera a mediados de sus veinte, y se veía demasiado joven para ser el líder del
clan, pero era el que había estado haciendo toda la conversación.
—Es muy diferente —respondió el Guardián con una risa—. No creo haber
visto tanto espacio abierto en años.
Thierry se sentó.
—Bien, nos alegra que fueran capaces de llegar hasta aquí, Nicolai.
Articulé su nombre, gustándome un poco.
—Gracias por recibirnos —respondió Nicolai—. Estábamos sorprendidos de
que nuestra petición fuese aceptada.
Igual lo estaba yo.
—No aprobamos muchas peticiones —respondió Thierry—. Pero pensamos
que sería mejor encontrarnos en persona contigo y tu clan.
Así que él era el nuevo líder del clan. Mi mirada se desvió a los otros
Guardianes. El que tenía el cabello oscuro y corto estaba de pie junto al rubio, que
era el más cercano a mí, parado tal vez a un pie o dos de distancia desde donde yo
me escondía detrás de las cortinas.
No podía ver la cara del rubio aún, pero por Dios, era alto, de unos dos
metros, y la térmica negra que usaba se extendía sobre sus anchos hombros. Su
cabello largo hasta los hombros estaba recogido y asegurado en su nuca.
—Como estoy seguro de que ya saben, la actividad demoniaca alrededor de
varias ciudades ha estado disminuyendo continuamente en el transcurso de los
últimos tres meses —dijo Nicolai, atrayendo mi atención de nuevo al líder del clan—
. Antes, veíamos tal vez dos o tres demonios de Nivel Superior en una semana. No
hemos visto ni uno en meses.
Eso sonaba como buenas noticias para mí, especialmente desde que uno
podría estar husmeando por aquí.
—Bien, eso no suena como un problema —comentó Thierry.
—No lo es en la superficie, pero también ha habido un aumento de Fiends
y, más perturbador aún, demonios de Nivel Inferior que no podrían mezclarse con la
población aunque lo intentasen —continuó Nicolai—. Zayne se ha encontrado con
cuatro hordas de demonios Raver sólo este mes. Es extraño ver tanta actividad de
demonios de niveles inferiores sin un demonio de Nivel Superior estando detrás de
ello.
Mi mirada se dirigió al rubio.
Zayne.
Ese debía ser su nombre. Se volteó ligeramente, y cada pensamiento que
tenía se dispersó como cenizas en el viento mientras obtenía mi primer vistazo de él.
Una pequeña parte de mi cerebro, que aún funcionaba, sabía lo malo que era estar
tan distraída por su apariencia, pero estaba... estaba aturdida.
Aturdida hasta la estupidez.
Me gustaba pensar que no era alguien que pudiera ser fácilmente distraída
por una cara bonita, pero él era… él era guapo. Y eso era decir algo, porque estaba
constantemente rodeada de apuestos Guardianes que cargaban un buen ADN
cuando parecían humanos.
Su piel era dorada, como si pasara una decente cantidad de tiempo en el sol.
Tenía una mandíbula fuerte que parecía esculpida en piedra, y esos labios…
¿Cómo podían lucir tan suaves y tan duros al mismo tiempo?
Y era una cosa extraña de notar, pero lo noté, lo que probablemente
significaba que estaba deslizándome a territorio acosador. Altos y angulares pómulos
combinaban con una nariz recta y orgullosa. Estaba muy lejos para ver sus ojos, pero
asumí que eran como los de todos los otros Guardianes. Del más profundo y brillante
azul posible.
Desde donde estaba parada, este Guardián lucía como si fuera unos pocos
años mayor que yo, y me recordaba a los muchos ángeles pintados que cubrían el
techo del Gran Salón, pinturas que ya no podía ver a detalle.
—Whoa —susurré, mis ojos ensanchándose tanto que probablemente lucía
como un bicho exprimido.
Se puso rígido, y yo contuve el aliento, temiendo que me hubiera escuchado.
Cuando no volteó hacia su izquierda, donde yo estaba parada, relajé mis hombros
un poco.
—Algo tiene a los demonios de Nivel Superior lo suficientemente asustados
como para esconderse —estaba diciendo Nicolai de nuevo—. Y ese algo está
matándonos… matando Guardianes.
Capítulo 3
Inhalé bruscamente.
¿Algo estaba matando Guardianes?
Con la excepción de los demonios de Nivel Superior y, bueno, yo, los
Guardianes eran prácticamente indestructibles, nacidos para soportar las batallas
más fieras.
No eran fáciles de matar.
—Al principio, pensamos que era un demonio, uno de Nivel Superior,
matando a algunos de los suyos —habló Zayne—. Pero, aunque ellos pelean entre
sí, no matan así, como si no temieran la exposición. Entonces los Guardianes
comenzaron a aparecer muertos del mismo modo. Lo que está pasando le está
pasando a demonios y Guardianes.
El Guardián de cabello corto se adelantó.
—¿Puedo decir algo?
—Dez, sabes que conmigo no es necesaria la formalidad —respondió
Thierry.
Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Dez.
—Sé que Zayne y yo no tenemos las décadas de experiencia que tú y
Matthew tienen, pero lo que estamos viendo es algo totalmente nuevo. Algunos de
nuestros mejores guerreros han muerto. Guardianes a los que no debería haber sido
sencillo derrotar.
—¿Por qué es imposible que este sea el trabajo de un demonio de Nivel
Superior muy astuto? —preguntó Matthew—. ¿Por qué piensan que es algo más?
—Tal vez estemos equivocados. Tal vez un demonio ha orquestado todo
esto —añadió Nicolai, y noté que la mandíbula de Zayne se apretaba, como si se
estuviera forzando a no hablar—. No lo sabemos aún, pero esta semana perdimos a
otro Guardián. Necesitamos refuerzos. Es por eso que estamos aquí.
Thierry se reclinó, sus hombros tensos.
—Bueno, han venido en el momento perfecto. El Galardón3 está a punto de
empezar. Tendremos nuevos reclutas.
Nicolai intercambió miradas con Zayne y Dez, pero no dijo nada.

3
En inglés, accolade, es el acto por el cual llegan nuevos reclutas para ser entrenados como
Guardianes, y los antiguos reclutas se gradúan y son designados.
—Tenemos sus habitaciones listas, y la comida está siendo preparada. Estoy
seguro de que les gustaría descansar —decía Thierry—. Se quedarán para el
Galardón.
Nicolai pareció tomarse un momento antes de responder.
—Sería un honor quedarnos, pero es imperativo que volvamos a la ciudad…
—¿Crees que pasar una semana aquí inclinará de algún modo la balanza?
No lo creo —dijo Thierry, y reconocí el tono que no dejaba lugar a discusiones. Ya
lo había oído bastante, pero si los Guardianes se estaban muriendo, tenían que volver
con ayuda—. Tenemos suficiente tiempo para discutir sus necesidades —Hubo una
pausa—. Y las nuestras.
Las comisuras de mis labios se curvaron hacia abajo. Mis dedos se apretaron
en la cortina mientras Zayne inexplicablemente daba un paso atrás, giraba la cabeza
y...
Y miraba directamente hacia donde yo estaba.
Algo... algo sucedió.
Un choque de conciencia me atravesó, seguido de una sensación de déjà vu,
como si hubiera estado aquí antes, pero eso no tenía sentido. Era la primera vez que
veía a Zayne. Recordaría haberlo visto antes.
No me moví mientras me miraba fijamente. No podía. Estaba clavada en el
sitio, y estaba lo suficientemente cerca como para ver su boca, para leer sus labios
cuando empezaron a moverse.
Te veo.
Oh, por Dios.
Me eché hacia atrás y solté la cortina, dejando que se deslizara en su sitio.
Retrocedí lentamente.
Santa mierda, él me había visto. Bueno, había visto parte de mí al menos,
pero probablemente lo suficiente para reconocerme más tarde. Además del hecho de
que no estábamos tan lejos, los Guardianes tenían una vista increíble, especialmente
de noche…
Mi cadera golpeó el borde de una mesa plegada, enviando una punzada de
dolor hacia abajo. Maldiciendo en voz baja, me di la vuelta y estabilicé la mesa antes
de que todo se viniera abajo. Una vez me aseguré de que eso no ocurriría, salí del
Gran Comedor y me adentré en el aire fresco de la montaña.
El sol se había puesto, pero el camino estaba bien iluminado mientras
caminaba alrededor de los vastos jardines detrás del salón. Mis pensamientos
regresaron a lo que había escuchado.
¿Algo que podría no ser un demonio estaba matando a Guardianes y
demonios?
¿Qué podría ser?
Cruzando el patio hacia la casa principal, reduje el ritmo mientras me
acercaba a los gruesos árboles. A partir de ese momento, sólo el resplandor plateado
de la luz de la luna me guiaba, lo que significaba que apenas podía ver una mierda,
pero había recorrido este camino tantas veces que mis pasos eran seguros, aunque
todavía un poco cautelosos, a diferencia de la noche con los Raver. Entonces había
estado tan llena de adrenalina que todos mis pasos habían sido confiados. No siempre
era así.
Mis pensamientos cambiaron de lo que había escuchado a mi reacción a
Zayne, ese extraño sentimiento. Fue tan bizarro, pero probablemente tuvo que ver
con mi imaginación hiperactiva…
Una ramita se rompió justo detrás de mí.
Demasiado cerca.
Reaccioné primero, como me habían enseñado, para evitar el inesperado
efecto de la sorpresa.
Levanté la mano y me agarré a un brazo. Hubo una sacudida. Una descarga
de carga estática que se registró cuando me giré, retorciendo el brazo mientras
anclaba mi peso en la pierna derecha. Capté la vaga forma de alguien mucho más
grande mientras balanceaba mi puño.
Con una rapidez asombrosa, me atrapó la mano y me hizo girar para mirar
en la otra dirección, arrastrada hacia atrás contra un pecho y un estómago duros que
eran definitivamente masculinos. En cuestión de segundos, me inmovilizó los brazos
y el olor a... menta invernal me rodeó.
—¿Es así como normalmente saludas a la gente? —susurró en mi oreja una
voz vagamente familiar, engañosamente suave.
Me incliné hacia adelante, con la intención de poner suficiente espacio entre
nosotros para responder con una cruel patada en reversa.
—Eso sería muy imprudente.
Mi aliento salió áspero y desigual cuando me enderecé, luchando contra su
agarre.
—Agarrar a la gente desde atrás en la oscuridad no es prudente.
—No te agarré —respondió él, apretando su agarre en mí una vez que me
las arreglé para poner unas pulgadas entre nosotros de nuevo—. Te hablé y tú no
respondiste.
—No te escuché —Giré mi cabeza a un lado—. ¿Pero eso es lo que
normalmente haces cuando alguien no te responde? Agarrarlos desde…
—No te agarré.
—Estabas justo detrás de mí —dije, más que irritada por que me hubiera
incapacitado tan rápido—. ¿Puedes dejarme ir?
—No lo sé —Hubo una pausa—. ¿Vas a tratar de golpearme otra vez?
¿Patearme?
—No si no intentas agarrarme de nuevo —disparé de regreso.
Un latido irregular pasó, y entonces los brazos a mi alrededor cayeron. Me
lancé hacia adelante como si tuviera resortes en los pies, poniendo varios pies entre
nosotros antes de voltearme.
Había apenas suficiente luz de luna para verlo.
—Santa mierda —susurré, dando otro paso hacia atrás.
Era él.
El absolutamente guapo Guardián rubio.
Zayne.
Él inclinó la cabeza.
—Eres… humana.
Sí.
Algo así.
—¿Esperabas algo más?
—Síiiiii —arrastró la palabra, y se tomó un momento antes de continuar,
como si estuviera escogiendo sabiamente sus palabras—. Especialmente
considerando dónde estamos.
Era poco común que los humanos vivieran en las comunidades de
Guardianes, así que no me sorprendía que estuviera sorprendido.
—Excepto —dijo, dando un paso medido hacia mí—, que no se suponga
que estés aquí.
Me tensé.
—Se supone que debo estar aquí.
—¿Justo como se supone que debías de estar detrás de la cortina del Gran
Salón, espiando?
Bien, demonios.
—Vivo aquí —dije en lugar de responder su pregunta. Gracias a Dios que la
mayoría de sus facciones estaban ensombrecidas y podía hablar con él y no pararme
ahí, babeando como si no hubiera visto a un chico atractivo antes—. ¿Y por qué
estás tú aquí afuera? ¿No se supone que vayas a tu habitación, y que después te den
de cenar?
—Me dio curiosidad cuando te vi detrás de la cortina. Pensé que debía
investigar.
—No creo que se suponga que estés aquí fuera, siguiéndome.
—No me di cuenta de que, como Guardián, no podía ir y venir a mi antojo.
Mantuve los brazos flojos a los lados.
—¿Has visitado este lugar antes? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.
—No.
—Entonces tal vez no deberías asumir lo que puedes y no puedes hacer.
Zayne se quedó callado, y luego dejó escapar una risa profunda y áspera.
Fruncí el ceño.
—Tienes un punto —admitió, y hubo otro latido de silencio—. Tengo tantas
preguntas.
Insegura de si eso era una cosa buena o mala, miré alrededor, pero fui
incapaz de ver algo más allá de los oscuros árboles y el suave brillo de las luces de las
estrellas.
—¿Las tienes?
—Sí. ¿Cómo diablos has acabado aquí? Una humana que vive en esta
comunidad regional, una humana que parece saber que los demonios son reales. Y
obviamente lo sabes, porque no te echaste a correr gritando o riendo de la sala cuando
hablamos de la actividad demoniaca.
Ahora deseaba poder ver su expresión mientras frotaba mis manos a lo largo
de mis caderas.
—No soy la primera o última persona ordinaria que sabe sobre los demonios.
Eso era cierto. Había humanos que sí lo sabían; la mayoría de ellos
trabajaban en departamentos de policía o tenían cargos en el gobierno y colaboraban
estrechamente con los Guardianes. Pero eran pocos y escasos.
Se acercó y apareció más de su rostro, pero seguía siendo casi un borrón.
—Estoy dispuesto a apostar a que no hay nada ordinario sobre ti.
No estaba segura de si él decía eso como un cumplido o no.
—¿Por qué pensarías eso?
—Vives aquí, en la sede del poder de decenas de clanes, y casi me das un
puñetazo en la cara en menos de cinco segundos —explicó—. Y además estabas
escondida detrás de una cortina, siendo una pequeña fisgona.
Crucé los brazos.
—No soy una fisgona.
—¿No lo eres?
—Sólo porque sucedió que estaba ahí…
—Detrás de una cortina.
Ignoré eso.
—Sólo porque pasó que estaba detrás de una cortina…
—Escondiéndote detrás de una cortina —corrigió él.
—Sólo porque estaba parcialmente oculta por una cortina, no significa que
estuviera fisgoneando.
Zayne estaba solo a un pie de distancia ahora, y capté la esencia a menta
invernal de nuevo.
—¿Sueles encontrarte parcialmente oculta por cortinas?
Cerré la boca y tomé una respiración profunda.
—¿Por qué estamos hablando de esto?
Alzó un hombro y lo dejó caer.
—Porque estás discutiendo que no eres una fisgona. Quiero decir, tal vez
pasas tu tiempo libre parándote detrás de cortinas todo el tiempo. ¿Qué sé yo?
Mis ojos se estrecharon.
—Oh, sí, de hecho, me gusta pasar tiempo tras las cortinas. Me gusta lo
polvosas que son.
—Como detecto sarcasmo, básicamente estás admitiendo que estabas
fisgoneando.
—No admití tal cosa.
Él bajó la barbilla.
—¿Por qué no solo admitirlo?
Empecé a decirle que no había nada que admitir, pero había estado
fisgoneando.
Obviamente.
Suspiré.
—No tenemos tantos… visitantes, así que cuando los vi llegar me dio
curiosidad. No tenía idea de que estarían hablando sobre algo importante.
—Ahora, ¿fue tan difícil admitirlo?
—Sí —respondí secamente—. Me lastimó. Profundamente. Podría no
recuperarme nunca.
—¿Cómo terminaste viviendo aquí? —preguntó, dirigiendo el tema a su
pregunta original.
—Es una larga historia que no tengo intención de contarte.
Pasó un momento, e incluso sin ver sus ojos, pude sentir su pesada mirada
sobre mí.
—Eres… frustrante.
Mis cejas se alzaron. Vaya.
—Bueno, tú eres crítico. Adivina qué es peor.
Zayne rio, y no era como esa profunda risa de antes. Era seca como la arena.
—Probablemente soy la persona menos crítica que jamás conocerás.
—Sabes, voy a tener que decir que probablemente ese no sea el caso.
—No me conoces.
—No me conoces, y acabas de decir que soy frustrante —apunté.
—Estoy haciendo esa educada observación después de hablar contigo
durante unos minutos.
Mis manos se curvaron en puños mientras la urgencia de golpearlo me
llenaba. Podría estar mal, sería satisfactorio, pero aún así estaría mal. Necesitaba salir
de aquí.
—Sabes, ni siquiera voy a mentir y decir que fue agradable hablar contigo.
Solo voy a irme ahora —Comencé a voltearme.
—¿Cuál es tu nombre?
Me detuve y volteé a verlo de nuevo.
—¿Es en serio?
—¿Cuál es tu nombre? —repitió, no, exigió.
Mi vello se erizo.
—Mi nombre es Quéte Importa4.
—Eso es excesivamente... patético —replicó.
Resoplé. Como un pequeño cerdito.
—A mí me pareció bastante ingenioso.
—Obviamente tenemos dos ideas muy diferentes de lo que es algo ingenioso
—dijo, y mis ojos se estrecharon—. ¿Te das cuenta de que voy a averiguarlo tarde o
temprano?
Podría, pero que me condenaran si le decía cuál es.
—Bueno, supongo que tendrás que esperar a más tarde. Me voy.
Le mostré el dedo medio, segura de que podría verlo con sus ojos de
Guardián, y después me volteé, preparada para salir de su vista…
—¡Trinity Lynn Marrow! —gritó Misha—. Lo juro por Dios, chica, que
cuando te ponga las manos encima...
Deteniéndome, cerré los ojos.
—Debo admitir que no esperaba averiguarlo tan pronto —La ironía goteaba
del tono de Zayne.
—No te conozco —dije, girando de nuevo—. Pero no me gustas.
—Eso no es muy agradable —objetó Zayne.

4
En original, Mindya Business (abreviación de Mind your business). Su traducción es ‘Qué te importa’.
Antes de que pudiera informarle que no me importaba ni un poco, Misha
apareció en el pequeño claro. En un latido estaba frente a mí, parado entre Zayne y
yo, como si pensara que Zayne era algún animal salvaje apunto de atacar.
—Retrocede —gruñó Misha, levantando una mano en advertencia en
dirección a Zayne mientras miraba a su alrededor.
Zayne no retrocedió.
Se acercó y se detuvo a escasos centímetros de la mano de Misha mientras
se inclinaba hacia un lado, mirando hacia donde yo estaba.
—Ustedes no son realmente amigables aquí, ¿verdad?
Mis labios se torcieron en una renuente sonrisa.
—Como dije, no tenemos muchos visitantes.
—Se nota —respondió Zayne secamente.
Misha se movió para que Zayne quedara de nuevo bloqueado, lo que me
hizo poner los ojos en blanco.
—¿Quién demonios eres tú y qué estás haciendo aquí?
—Su nombre es Zayne —respondí por él—. Y es del clan de DC. Fueron
invitados aquí.
—Nadie es invitado aquí al azar —dijo Misha cortante.
—Bueno, supongo que hay una primera vez para todo —La frialdad en el
tono de Zayne podría haber congelado las hojas de los árboles a nuestro alrededor.
Solía pensar que Misha era uno de los más altos y aterradores Guardianes
que había visto alguna vez en forma humana, pero justo ahora, estaba pensando que
Zayne era el que iba a ocupar ese primer lugar.
—No me importa si eres un invitado o no —respondió Misha mientras el
calor se desprendía de él, y con eso, adelantó a Zayne en el concurso extraoficial de
Guardianes aterradores—. No deberías estar aquí fuera acechando los alrededores y
hablando con ella.
—Primero que nada, no estaba acechando los alrededores — dijo Zayne—.
Y segundo, ¿por qué no puedo hablar con ella? ¿Es porque es humana, o porque
golpea primero y habla después?
¡Oh, por Dios!
Esquivé a Misha y miré al Guardián rubio.
—Te iba a golpear porque…
—¿Caminé detrás de ti? Lo siento. Intentaré no hacerlo de nuevo —
respondió, e incluso aunque no podía ver su rostro, escuché la sonrisa en su voz.
—¿Qué estás haciendo aquí afuera? —demandó Misha, y por una vez, no
iba dirigido a mí.
Zayne hizo una pausa antes de responder.
—Sólo necesitaba aire fresco. Fue un viaje largo.
Alcé una ceja, sorprendida de que no me hubiera arrojado debajo del
autobús y me estuviera respaldando.
—Bueno, ahora que ya tuviste tu aire fresco, sugiero que vuelvas al Gran
Salón.
Una parte de mí esperaba que Zayne se negara. Parecía del tipo combativo.
Pero me sorprendió dando un paso atrás.
—Sí, creo que es hora de volver.
—Perfecto —gruñó Misha.
Zayne inclinó su cabeza en mi dirección.
—Un placer conocerte… Trinity Lynn Marrow.
Empecé a estallar como un fuego artificial, de esos que chillan, pero Misha
me agarró del brazo y acabé tragando una boca llena de maldiciones mientras gritaba:
—Voy a seguir la vía rápida e ignorar eso.
—Pero ir por la vía difícil suena mucho más divertido —contestó Zayne.
Giré hacia el lugar donde estaba Zayne, pero Misha no me soltó y me
arrastró antes de que pudiera hacer una réplica digna.
—Demonios, Trin.
—¿Qué? —Tuve que dar pasos extra largos para mantener el ritmo de sus
malditas piernas largas—. No hice nada.
—Tú nunca haces nada.
Fruncí el ceño.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Oh, no lo sé. ¿Qué hay acerca de cuando te volviste loca y te escondiste
en el Gran Salón por un día entero, provocando que todos creyeran que estabas
perdida? Y entonces, cuando te encontraron, tú estabas como ‘no hice nada malo’.
—¿Qué? —Alcé un brazo desdeñosamente—. Tenía, como, ocho años
entonces, y tú estabas siendo realmente muy cruel conmigo.
—¿Qué hay acerca de la vez que te quejaste hasta que te saqué para ir al cine
fuera de la comunidad y después me abandonaste para encontrarte con unos chicos
que conociste en línea?
—Estaba trabajando.
—No, estabas jugando a ser Ghost Whisperer5 —corrigió él.

5
Ghost Whisperer: Es una serie de televisión estadounidense sobre una mujer que puede
comunicarse con los espíritus.
—¡Eso no es jugar! Había un espíritu que necesitaba que transmitiera un
mensaje extremadamente importante.
—¿Y qué hay acerca de la vez que te caíste del techo y fui culpado por eso?
Eso fue hace como un mes.
Apreté mis labios.
—¿Y qué hay acerca de la noche que fuiste más allá de los muros y
empezaste a pelear con los Raver, Trin?
El calor subió a mis mejillas mientras pasábamos la arboleda y la casa de
Thierry salía a la vista.
—Sabes por qué necesitaba hacer eso, y tú también fuiste más allá de los
muros.
—No estamos hablando acerca de mí.
—Oh, por supuesto que no.
Misha ignoró eso.
—Vas a provocar mi muerte.
—Creo que eso es un poco dramático —dije, aunque yo podía causar su
muerte.
—¿Lo crees?
—Sí.
Maldijo en voz baja.
—Así que, ¿estabas espiando a Thierry mientras estaba hablando con ellos?
—¿Te enojarás si digo que sí?
—Trinity.
Suspiré.
—Sí, estaba espiando, Zayne me vio y me siguió afuera. Por eso estábamos
hablando.
—¿Qué escuchaste?
—Están aquí por refuerzos. Algo está pasando en DC.
—¿Qué?
—Dijeron que algo estaba matando demonios y Guardianes, y no piensan
que sea otro demonio —expliqué—. Quieren irse inmediatamente con refuerzos,
supongo, pero Thierry los está haciendo quedarse para el Galardón.
—¿Algo que podría no ser un demonio está matando Guardianes?
—Sip.
—Eso no tiene sentido.
—Sip —repetí—. Pero tal vez sea el momento, ¿sabes? Hay un gran mal por
ahí matando Guardianes. Tal vez nos llamen.
Frunció el ceño al verme.
— No sé nada de todo eso.
Sí, yo también dudaba que fuera así, pero en algún momento nos iban a
llamar. Nos iríamos de aquí. Juntos. Y nos iríamos de aquí para pelear.
Me encogí de hombros.
—De cualquier manera, parece que estarán aquí por una semana.
Misha estuvo callado por un momento.
—Quiero que te quedes dentro de la casa hasta que se vayan.
—¿Estás bromeando? —pregunté mientras cruzábamos el camino de
entrada. Los focos se encendieron, alertando de nuestra presencia; su brillo me hizo
estremecer—. No puedo quedarme en la casa mientras estén aquí.
—¿Has olvidado por qué no tenemos visitantes aquí? ¿O sólo estás siendo
increíblemente egoísta?
—¿Hay una tercera opción?
Misha se detuvo frente a las amplias escaleras y el porche iluminado. Bajó
la mirada hacia mí mientras las puntas de sus dedos tocaban mis mejillas,
manteniendo mi vista fija en él.
—¿Podrías sólo hacerlo? ¿Mantenerte escondida?
La frustración me golpeó como una tormenta de verano.
—No puedo sólo quedarme en la casa, Misha. Eso es ridículo. No soy una
prisionera.
Una mirada de exasperación se asentó en su rostro.
—Es sólo por una semana, y eso si realmente están aquí por tanto tiempo.
—Una semana es una eternidad.
—Un par de días en una casa que tiene prácticamente todo para mantenerte
ocupada no es una eternidad, pequeña mocosa —continuó, dejando caer sus
manos—. Puedes sentarte a comer y hacer maratones de programas de televisión en
lugar de entrenar.
—No quiero sentarme por ahí y hacer nada. Eso me conducirá a hacer algo
totalmente irresponsable y peligroso.
—¿En serio?
—¡Hey! Conozco mis límites.
—Sabes que la mayoría de las personas estarían felices de estar libre de sus
responsabilidades y poder sólo pasar el rato.
—No soy la mayoría de las personas.
Nuestras clases terminaron a mediados de mayo, así que Misha y yo
habíamos pasado de entrenar cuatro horas al día a unas ocho, lo que significaba que
yo seguía increíblemente aburrida unas diez horas más.
Ignoró mi muy válido punto.
—Podrías tomarlo como unas vacaciones.
—¿Vacaciones de qué, exactamente? —chasqueé, más que irritada ahora—.
¿Qué hago para necesitar vacaciones de eso?
—Trin —suspiró Misha.
—No me hables así, Misha. Tú puedes irte de esta comunidad cuando te
plazca…
—Eso no es exactamente cierto y lo sabes —La ira tensó la mandíbula de
Misha—. Si estás sugiriendo que tengo libertad donde tú no la tienes, no estás siendo
justa.
La culpa retorció el fondo de mi estómago, seguida inmediatamente del muy
amargo sabor de la angustia.
Él estaba en lo correcto, y yo estaba siendo una mocosa. No era como si
Thierry le hubiera dado una opción, vinculándolo conmigo antes de que cualquiera
de nosotros supiera lo que realmente significaba, preparándonos a ambos para…
Contuve el aliento mientras miraba al chico con el que había crecido. El
chico que había visto convertirse en un joven, y por primera vez, algo me golpeó con
la fuerza de ser atropellada por un camión.
—¿Tú quieres esto? —susurré.
Sus cejas se juntaron.
—¿Querer qué?
—Nosotros —dije—. Estar unido a mí. Esta vida.
Entendimiento cruzó su rostro.
—Trin…
Tomé sus manos entre las mías.
—Sé honesto conmigo, Misha. Sé que no es como si pudiéramos cambiar
algo. Ya está hecho, pero yo… sólo necesito saber.
Se quedó en silencio, y cuanto más tiempo estuvo en silencio, más comenzó
a latir mi corazón.
— Es lo que me han enseñado a hacer, Trin. Es todo lo que sé, y como dijiste,
no es que podamos cambiar nada.
Sintiéndome un poco enferma, alejé la mirada mientras soltaba sus manos.
—Eso no es lo mismo que querer hacer esto.
Misha se giró, y yo lo miré, lo vi pasar su mano por sus rizos rebeldes. Él los
odiaba, pero yo siempre había pensado que eran adorables, y mientras miraba la casa
en la que ambos vivíamos, la casa en la que nuestros dormitorios estaban separados
sólo por un par de paredes, de repente me dieron ganas de... llorar.
Tal vez era mi época del mes, porque yo nunca lloraba.
Pero no lo era.
El ardor en el fondo de mi garganta estaba ahí porque había pasado casi toda
mi vida al lado de Misha y nuestras vidas estaban irremediablemente unidas. No
había pensado en cómo se sentiría él con todo esto, ¿verdad?
Lo había hecho, pero superficialmente, y sobre todo en cómo me afectaba a
mí.
—Soy egoísta —susurré.
La cabeza de Misha volteó hacia mí.
—Normalmente apreciaría este raro sentido de auto consciencia y no lo
cuestionaría, ¿pero por qué piensas eso?
Mi labio inferior tembló.
—Porque nunca me di cuenta de que tú podrías no querer esto.
—Trin, detente —Estaba de nuevo frente a mí, con sus manos sobre mis
hombros—. Quiero esto. Es un honor para mí estar unido a ti como tu Protector.
—¿En serio? —Reí roncamente—. Porque yo no…
—Es un honor —repitió, apretando mis hombros, y el peso de sus manos era
tan reconfortante como sofocante al mismo tiempo—. Y lo digo en serio. ¿Lo que tú
eres? ¿Lo que significa para mí ser el elegido para estar ahí junto a ti? Es el más grande
honor.
Parecía que lo decía en serio, de verdad, pero yo sonaba como si quisiera
decir cosas todo el tiempo y en realidad no era así, especialmente cuando no deseaba
nada más que ser lo que ya estaba fingiendo que era.
Misha me acercó a su pecho y yo fui, envolviendo libremente mis brazos
alrededor de su cintura mientras él doblaba los suyos alrededor de mis hombros.
Cuando era más joven, esos abrazos me gustaban más de lo que podía entender, e
incluso a medida que crecía, siempre podía encontrar consuelo en su abrazo.
¿Pero ahora?
Ahora me sentía inquieta.
Misha estuvo callado por un largo momento.
—Estaba siendo ridículo sugiriendo que te quedaras en la casa. Vas a
terminar quemando algo o qué se yo.
Esbocé una sonrisa.
—¿Pero puedes hacerme un favor? —preguntó, y yo asentí contra su
pecho—. ¿Puedes mantenerte alejada de Zayne?
No era lo que estaba esperando.
Me alejé y levanté la mirada hacia él.
—No es como que estuviera esperando volverme su mejor amiga por
siempre o algo, pero ¿cuál es el problema?
—He… he escuchado de él —dijo, dejando caer sus brazos—. Es malas
noticias, Trin. Zayne no es alguien con quien quieras estar
Capítulo 4
Me comporté y me quedé en mi habitación como una buena Trinity a pesar
de que Misha había salido después de acompañarme a mi dormitorio, porque me
sentía mal después de la noche anterior. Me había quedado despierta hasta muy tarde
esperando que volviera, pero no lo había hecho, y supuse que se encontraría con Jada
o con su novio, Ty.
Así que me quedé sola, lo que significó que pasé mucho tiempo pensando, y
pensé, bueno... que tal vez le debía una disculpa a Zayne.
No me había agarrado anoche, y tal vez me había llamado y yo no lo había
oído, yyyyy era muy posible que mi reacción hubiera sido un poco excesiva e
impulsiva.
Probablemente debería disculparme cuando, o si, lo volvía a ver. No iba
buscarlo. Si Misha dijo que era malas noticias, es que era malas noticias.
Por otra parte, me moría de curiosidad por saber exactamente por qué Zayne
era un gran no-no.
Porque estaba así de aburrida.
Poniendo los ojos en blanco, dejé caer el cepillo de dientes en el soporte y
miré mi reflejo. Unos finos mechones de pelo húmedo se pegaban a mis mejillas
mientras recogía las gafas del lavabo y me las ponía.
Me arrastré a mi cama y caí de espaldas. Mis anteojos resbalaron por el
puente de mi nariz mientras miraba el brillo de las oscuras estrellas que salpicaban
mi techo. Apenas eran visibles ahora, ya que era de día.
Al menos Netflix acababa de agregar El Príncipe del Rap en Bel Air, y había
como seis temporadas de Will Smith para disfrutar.
Mientras rodaba de lado, mi mirada se dirigió hacia la foto enmarcada sobre
mi mesita de noche y hacia el viejo y andrajoso libro que yacía a su lado. La foto era
de mi madre y yo, tomada hace dos años. Un 20 de mayo. Mi decimosexto
cumpleaños. La foto era sólo una mancha, pero sabía cómo se veía en mi corazón y
en mi mente.
La foto había sido tomada por Thierry en la Fosa, durante el día. Mamá y
yo estábamos sentadas en el banco de piedra, con mi mejilla apoyada en su hombro,
y sostenía un coche rosa de Barbie.
Le había pedido en broma un coche para mi cumpleaños.
En broma por dos razones: nadie tenía coches en la comunidad. Todos
caminaban... o volaban. Y yo nunca conduciría. No tenía los ojos para eso. Así que,
mamá siendo mamá, me había dado el coche como uno de mis regalos.
Eso era... muy ella.
El libro también era de mamá. Su favorito. Un viejo libro de bolsillo de
finales de los 80, con una pareja en la portada que se abrazaba mientras la mujer
miraba al hombre con nostalgia.
Corazones en llamas de Johanna Lindsay.
Había sido una gran fanática del romance histórico, y había leído ese libro
cientos de veces.
Yo lo había leído por lo menos una docena de veces antes de que la letra se
volviera demasiado pequeña para que pudiera leerla, incluso con mis gafas puestas.
Dios, echaba de menos leerlo, porque me hacía sentir cerca de mamá de
alguna manera.
Había descargado el ebook en mi iPad, pero no era lo mismo que tener la
copia en papel.
Nunca era lo mismo.
Sentada, me enderecé las gafas. Las imágenes del televisor eran en su
mayoría borrosas, incluso después de que Thierry hubiera actualizado mi televisor
de treinta a cincuenta pulgadas. Levanté el control remoto.
—¿Quiénes son los extraños peligrosos en el Gran Salón? Uno de ellos acaba
de mudarse a mi dormitorio, Trinity. A mi dormitorio.
Salté ante la pregunta y dejé caer el control remoto sobre la cama cuando
Peanut atravesó la puerta de mi habitación... la puerta cerrada de mi habitación.
Peanut era un apodo raro, pero me dijo que así lo llamaban sus amigos,
porque apenas medía 1,50. Era el nombre que él prefería, y no tenía ni idea de cuál
era su verdadero nombre.
Peanut era... bueno, había fallecido en circunstancias extrañas, en un
concierto de Whitesnake6 en algún momento de la década de 1980. Había muerto
después de subir estúpidamente a una de las torres de los altavoces del concierto
durante una tormenta, demostrando que no era la persona más brillante del grupo.
Según la historia, un rayo cayó cerca de la torre, sobresaltándolo, y posteriormente
cayó al vacío.
Era su decimoséptimo cumpleaños.
Trágico.
Lo había visto por primera vez hace unos ocho años, cuando mi madre y
Thierry me habían llevado a un oftalmólogo en Morgantown, que estaba a sólo dos
horas de aquí. Para cuando tenía diez años, ya había visto suficientes fantasmas y
espíritus para saber lo que era cuando lo vi parado en la acera, aburrido y un poco
perdido.
El lugar del concierto en el que había muerto estaba cerca, y había pasado
Dios sabe cuánto tiempo vagando por las calles de Morgantown. Se había pegado a

6
Whitesnake: Es una banda británica de hard rock fundada en el año 1978.
mí en el momento en que se dio cuenta de que podía verle y hablar con él, y había
hecho lo que algunos fantasmas harían.
Peanut me había seguido a casa
Intenté que cruzara la luz, pero se negó a seguir adelante. Eso significaba
que estaba atascado en su estado de muerte y que tenía el mismo aspecto que cuando
murió, en lugar de estar sano y completo como los espíritus. Llevaba una camiseta
que era obviamente vintage: el nombre de la banda escrito en blanco y el cantante
principal proyectado en la camisa. Sus vaqueros eran negros y ajustados, y llevaba
un par de Chuck Taylors rojos.
Irónicamente, lo que llevaba ahora estaba de moda.
Tenía el cabello desaliñado y negro, lo cual era bueno, porque ocultaba la
ligera hendidura en la parte posterior de su cabeza que había tenido la desgracia de
ver una vez. Había sufrido un gran traumatismo craneal.
Así que, sí, Peanut era un fantasma, un fantasma que estaba tan atascado en
los años 80 que la mitad de las veces ni siquiera sabía lo que intentaba decirme.
Era una rareza: alguien que sabía que estaba muerto y podía interactuar con
su entorno, había muerto hacía décadas y no había cruzado al más allá, y aún así se
las arreglaba para ser decente y amable.
Peanut era ahora una especie de compañero de piso, uno que sólo yo podía
ver, que debía llamar a la puerta antes de atravesar las paredes y las puertas.
Literalmente, ésa era la única regla.
Bueno, eso y que no se metiera con mis cosas, sobre todo porque había
aprendido a acceder a mi iPad y a mi portátil, y además tenía la horrible costumbre
de poner toda mi ropa del revés.
Lo cual era notablemente extraño.
—Se supone que tienes que llamar —le recordé mientras mi corazón se
calmaba—. Esas son las reglas.
—Lo siento, mi pequeña Dudette7 —Peanut levantó sus brazos
transparentes, haciendo los signos de paz por alguna razón—. ¿Quieres que vuelva a
salir al pasillo y llame a la puerta? Lo haré, y lo haré perfectamente. Tocaré hasta que
toda la casa...
—No. No necesito que hagas eso ahora —Puse los ojos en blanco—. ¿Dónde
has estado?
—Relajándome… como un villano8 —Se deslizó hasta la ventana, porque
sus pies no tocaban el suelo. La mitad superior de su cuerpo desapareció a través de
la cortina mientras miraba hacia afuera—. ¿Quién es el tipo en mi dormitorio?
Le fruncí el ceño.

7
Dudette: La versión femenina de ‘dude’, que es amigo en español.
8
En el inglés original “Chillin’... like a villain” hace referencia a la canción de la película de Disney
‘Descendientes 2’, que tiene por título el mismo nombre.
—¿Qué habitación crees que es tu dormitorio?
—Todas las habitaciones del Gran Salón son mías.
—Esas habitaciones no son tuyas.
Se alejó de la ventana, con las manos en las caderas.
—¿Y por qué no?
—Eres un fantasma, Peanut. No necesitas un dormitorio.
—Necesito espacio para vagar, vivir, respirar y ser creativo...
—No estás viviendo ni respirando, y hay habitaciones de huéspedes vacías
aquí —señalé—. Así que, puedes ser creativo en ellas.
—Pero me gusta esa habitación en el Gran Salón —se quejó Peanut—. La
que da al jardín. Y tiene su propio baño.
Lo miré fijamente.
—Estás muerto. No necesitas un baño.
Peanut se encontró con mi mirada.
—No me conoces. No conoces mi vida, mis deseos o necesidades.
—Dios mío, Peanut. En serio —Me arrastré hasta el borde de la cama,
dejando caer los pies al suelo—. Los otros dormitorios están bien.
—No acepto esto.
Moví la cabeza.
—¿Quién está en tu habitación que no es realmente tu habitación?
—Un tipo rubio muy grande.
El corazón me dio un vuelco. Tenía que ser una indigestión... aunque antes
no tenía indigestión.
—¿Zayne?
—¿Es ese su nombre? —Peanut flotó hacia mí, sus pies a unos 15 centímetros
del suelo—. ¿Thierry está haciendo una especie de intercambio universitario de
Guardianes?
Resoplé.
—Um, no. Esos son los Guardianes que vienen de visita desde la capital.
—Oh, sí. Eso es algo diferente, ¿no? No está aceptando a pequeñines en
entrenamiento ahora mismo.
—No, no es tiempo de nuevas clases, y es diferente que estén aquí —Me
detuve—. Anoche conocí a uno de ellos. El rubio. Zayne.
—¿Lo hiciste? —Se golpeó la barbilla con el puño—. Tengo todo el tiempo
del mundo, pero será mejor que averigüe qué clase de ejercicio hace ese tipo para
conseguir esos abdominales, porque acabo de verlo en toda su gloria...
—Espera. ¿Cómo lo viste en toda su gloria? —Mi cara enrojeció al pensar
en toda la gloria de Zayne. Puede que lo encontrara excesivamente molesto y crítico,
pero eso no cambiaba el hecho de que el tipo inducia al sonrojo—. Por favor, dime
que no lo estabas espiando.
—¡Fue un accidente! —Levantó las manos—. Iba de camino a mi
habitación...
—No es tu habitación.
—Y él salió de la ducha, sólo con una toalla, y yo estaba sorprendido.
Sorprendido, te digo.
Peanut se sentó en mi cama y se hundió varios centímetros, haciendo
desaparecer la mitad de su torso y sus piernas. Parecía que mi cama se hubiera
comido la mitad de él.
—Así que empezó a vestirse, y yo estaba como hold me closer, tiny dancer9,
esta no es la América que me prometieron, pero es el más allá por el que estoy aquí.
—Ni siquiera sé por dónde empezar con eso.
—Empieza por darme la 41110 de este clan de DC.
¿La 411?
Agité la cabeza.
—No sé mucho sobre ellos. Han venido por refuerzos.
—Eso es aburrido. ¿Por qué han venido desde DC para pedirlo? —Peanut se
levantó para que pareciera que estaba sentado en mi cama—. Quiero decir, hola,
McFly, tienes FaceTime y Skype.
Lo miré fijamente, y me llevó un momento volver a concentrarme.
—Sí, es raro que vinieran aquí, y que les dieran permiso.
—Huh —Peanut flotó de la cama—. Tal vez...
Un golpe en la puerta nos interrumpió, y entonces oí a Misha gritar:
—Trin, ¿estás despierta?
—Llamó a la puerta —señaló Peanut.
—Lo hizo —Salté de la cama—. ¡Entra!
La puerta se abrió y Misha entró en mi habitación, vestido con pantalones
de nylon negro, camiseta sin mangas y zapatillas de deporte. Parecía que acababa de
volver de una carrera.
Sonrió mientras cerraba la puerta.
—Pareces muy alegre esta mañana.

9
Canción de Elton John, su traducción seria: abrázame fuerte, pequeña bailarina.
10
411: Termino utilizado para ‘información’.
—Sólo estoy emocionada de verte —dije, y luego me estremecí mientras
Misha caminaba a través de Peanut—. Uh…
Peanut se dispersó como el humo en una fuerte brisa y Misha se detuvo, sus
brillantes ojos azules abriéndose de par en par.
—¿Acabo de atravesar a ese fantasma?
—Sii... —dije
Volviendo a juntar sus partes detrás de Misha, Peanut se cruzó de brazos.
—¡Qué grosero!
Misha se estremeció.
—Eso es tan raro y me hace sentir incómodo.
—¿Cómo crees que me siento yo? —respondió Peanut con un chasquido, a
pesar de que Misha no podía oírlo—. Estuviste literalmente dentro de mi cuerpo.
Dentro de cada parte de mí. Cada. Parte.
Arrugué la nariz.
—¿Qué está diciendo? —preguntó Misha.
—No quieres saberlo —le advertí—. Está aquí porque está enfadado por que
nuestros visitantes se están apoderando de sus habitaciones, y he intentado explicarle
que desde que murió no necesita un dormitorio, pero no lo está entendiendo.
—Ignoras mis sentimientos —Sacudiendo los brazos, Peanut voló hacia la
puerta—. Voy a ver si Zayne se está desnudando de nuevo.
Me quedé boquiabierta.
—¿Todavía está aquí? —preguntó Misha, mirando por la habitación.
—No. Está siendo un pervertido.
Su nariz se arrugó.
—Tienes razón, realmente no quiero saberlo. Estoy realmente sorprendido.
—¿Por qué?
—No esperaba que estuvieras aquí —Sonrió cuando puse los ojos en
blanco—. ¿De verdad te estás escondiendo?
—Por ahora —murmuré—. ¿Te divertiste anoche, pasando el rato con todos
en el Gran Salón?
Sonrió mientras se daba la vuelta.
—Suena como si estuvieras celosa.
—No estoy celosa.
—¿De verdad? —Se acercó a la silla de mi escritorio y se sentó. Cuando
volteó hacia mí, me dirigió una mirada que decía que lo sabía mejor.
—Lo que sea —Me crucé de brazos.
—En realidad, estoy aquí para decirte que finalmente tuve la oportunidad de
hablar con Thierry sobre Clay anoche.
—¿Qué dijo?
—Va a hablar con él y sus instructores —Misha se movió en un lento
círculo—. Y creo que su Galardón se retrasará un año para asegurar que sea
"maduro" y "respetuoso" y se le pueda confiar una asignación a uno de los puestos
de vigilancia.
—Wow.
Sabía que Thierry haría algo, pero me sorprendió lo lejos que estaba
llegando. Había una pequeña parte de mí que se preocupaba de haberme metido en
problemas de alguna manera. Era una tontería, pero no podía evitarlo, aunque sabía
que no había hecho nada malo. El problema era que, al nacer, los Guardianes
varones eran puestos en un pedestal, y toda la estructura social era un caldo de cultivo
para la misoginia.
Lo mismo ocurría en el mundo humano
—Bien hecho, Thierry.
—¿Estás sorprendida? —Las esquinas de sus labios se curvaron hacia abajo.
—Un poco. Quiero decir, ya sabes cómo es todo —Me senté en el borde de
la cama—. Sabía que haría algo, y me alegro de que se asegure de que Clay no se
comporte como un...
—¿Un cretino que se pasó de la raya? —ofreció él.
Asentí con la cabeza.
Misha hizo otro círculo lento en la silla.
—Sólo mantente alerta. Clay probablemente se va a enojar.
—Probablemente —murmuré.
—No es que no puedas defenderte, pero...
—Lo sé —Suspiré, quitándome un mechón de pelo de la cara—. ¿Has visto
a nuestros visitantes?
—Sí, estaban allí, y no parecían felices por ello —Misha sonrió, y yo fruncí
el ceño—. De todos modos, ponte tu ropa de entrenamiento para que podamos hacer
nuestro entrenamiento de hoy.
Misha se levantó de la silla.
—Estaré allí en diez minutos —dije.
Se detuvo en la puerta.
—Oh, no estarás lista en diez minutos, pero te esperaré afuera.
—¿Por qué? —parpadeé.
—Le dije a Thierry que estabas escuchando a escondidas en su reunión de
anoche —explicó, y mi boca cayó abierta. Misha sonrió—. Estoy seguro de que
querrá hablar contigo primero.
—¡Idiota! —grité mientras Misha cerraba la puerta tras él.
Cayendo en la cama, gemí. Me iba a meter en muchos problemas.
Muchísimos.

Fue Jada quien llamó a mi puerta después de que me hubiera puesto un par
de leggins negros y una blusa blanca suelta que se deslizaba de un hombro y que
seguramente me iba a molestar mucho a lo largo del día.
Me amarre el pelo en una cola de caballo mientras Jada me esperaba en la
esquina de mi cama. Llevaba un bonito vestido azul cielo con una falda larga y
ondulada que se veía increíble contra su piel oscura. Su pelo negro estaba recogido
cerca del cráneo.
A veces odiaba lo fabulosa que era Jada sin esfuerzo.
—No puedo creer que Misha le dijera que estaba espiando en el pasillo —
murmuré, apretando mi cola de caballo.
—Supongo que sintió que necesitaba hacerlo por si acaso alguien más le
decía algo a Thierry —razonó Jada.
A veces también odiaba lo razonable que era.
Salí del baño arrastrando los pies, tirando de mi blusa para que quedara sobre
mis hombros.
—Acabemos con esto de una vez.
Jada se rio mientras se ponía en pie.
—Lo siento. Parece que estás a punto de caminar por la tabla.
—Tu tío da miedo cuando se enfada.
La seguí desde la habitación y cerré la puerta detrás de mí. Miré a mí
alrededor mientras íbamos por el pasillo, sin ver a Peanut.
—Sí, puede hacerlo —Llegó a la cima de las escaleras—. Sabes, esperaba
que pasara al menos un día antes de que te viera uno de ellos.
—Bueno, ya me conoces —Bajamos por las escaleras—. Me gusta superar
las expectativas.
Ella resopló mientras rodeábamos el recibidor del segundo piso.
—¿Realmente le pegaste a Zayne?
—¿Cómo supiste eso? ¿Misha te lo dijo?
—Sí —Se rio mientras yo gemía—. Así que, lo hiciste. ¿Por qué?
—¿Lo has conocido?
—Anoche —Me miró por encima del hombro, sonriendo—. Es... lindo.
—No estoy seguro de que lindo sea un adjetivo eficaz, y me pregunto qué
pensaría Ty de que lo encuentres lindo.
Jada se rio.
—Puede que me vayan a emparejar con Ty eventualmente, pero eso no
significa que mis ojos ya no funcionen.
Emparejarse era la forma arcaica y súper bruta en que los Guardianes se
referían a lo que la gente normal llamaba matrimonio. Tenían una ceremonia muy
similar, excepto que el ritual de apareamiento duraba tres días, y el apareamiento
era.... Bueno, era para siempre con los Guardianes. No reconocían cosas como el
divorcio o la separación, y también encontraba eso arcaico.
Pero Ty y Jada tuvieron suerte. Honestamente, estaban realmente
enamorados. No sabía lo que se sentía. Ser amado así o amar así, de una manera
apasionada que te hacía querer hacer cosas ridículas como prometer tu vida a otra
persona.
Tampoco sabría lo que se sentía si me quedaba aquí.
—Deberías escribir un libro sobre cómo impresionar y hacerse querer por las
nuevas personas que conoces —dijo.
—Cállate.
Me reí, empujándola por la espalda.
Ella tropezó un paso.
—¿Por qué le diste un puñetazo? —preguntó mientras me guiaba a través de
un laberinto de pasillos totalmente iluminados. Thierry dejaba las luces encendidas,
no importaba si era de día o de noche—. Parece un tipo realmente genial.
—¿Qué? —Alcé las cejas—. Fue una especie de idiota conmigo.
—¿Fue después de que lo golpearas?
—Bueno, sí, pero... —Cerré la boca, sin querer pensar o hablar de Zayne—.
Sabes qué, lo que sea. ¿Has oído lo que piensa el líder de su clan sobre lo que está
pasando en la ciudad?
—Lo único de lo que hablaron mientras cenaban era de cosas aburridas,
como el clima y qué congresistas creían que estaban siendo manipulados por
demonios —dijo, y no me pareció que esto último sonara aburrido en absoluto—.
Pero Misha mencionó algo al respecto después, que piensan que algo está matando
a Guardianes y demonios
—¿Qué piensas de eso?
La sorpresa pasó a través de mí cuando pasamos por la oficina de Thierry.
No debía estar en demasiados problemas, porque si estuviera realmente enfadado, le
gustaría sentarse detrás de su gran escritorio y sermonearme.
—No sé si realmente hay algo más ahí, Trin. Parece una locura. Cuidado.
Puerta —Me agarro del brazo y me tiró a su lado. Había estado tan concentrada en
ella que no había visto que estaba abierta—. Tiene que ser un demonio, pero ¿exhibir
los cuerpos de los Guardianes y los demonios de forma tan pública? Eso parece
arriesgado. Si la población en general se entera de los demonios, todos ellos estarán
muertos. Los Alfas acabarán con los demonios.
También acabarían con todos los Guardianes, y un montón de humanos
inocentes acabarían siendo eliminados junto con ellos.
Al menos, eso es lo que nos habían dicho.
—¿Realmente crees que eso pasaría? Es decir, entiendo que los demonios
existen por la necesidad de equilibrio entre el bien y el mal, pero si los demonios
supieran que los Alfas podrían acabar con ellos, ¿por qué habrían tenido el
levantamiento hace diez años?
La mirada de Jada era aguda, como si no pudiera creer que yo estuviera
cuestionando la falacia de esta creencia tan arraigada.
—Muchos de los demonios que participaron en el levantamiento eran
demonios de Nivel Inferior, demasiado estúpidos para darse cuenta de que estaban
firmando su propia sentencia de muerte. Pensaron que de alguna manera podrían
apoderarse del mundo y convertirlo en su propio paisaje del infierno perfecto. Tú lo
sabes. Nos lo enseñaron.
—También nos enseñaron que siempre hay un demonio de Nivel Superior
tirando de los hilos de otro de Nivel Inferior —le recordé.
Me miró mientras abría la puerta de la cocina. Sabía que lo que estaba
diciendo era raro, pero tenía pensamientos raros cuando estaba confinada en casa.
Incluso si habían sido sólo doce horas
—Hola, Thierry —llamó Jada, y mi mirada giró alrededor de la luminosa y
aireada cocina hasta que lo vi sentado en la isla, con una taza de café frente a él y sus
oscuras manos sobre la encimera de mármol blanco.
—Hola, niña —Le sonrió a su sobrina mientras ella se inclinaba y besaba su
mejilla, y luego fue a la nevera—. No sabía que estabas por aquí.
—Solo vengo de paso. Mamá quería que viniera por la receta de carne asada
de Mississippi de Matthew —dijo ella—. Mira a quién encontré.
Saludé torpemente desde la puerta.
La expresión de Thierry se volvió suave mientras se estiraba y daba una
palmadita en el taburete del bar.
—Ven a sentarte conmigo.
Sintiéndome como si tuviera seis años y me hubieran pillado comiendo los
malvaviscos de la caja de Lucky Charms11, arrastré mis pies hacia él y me senté.
—Hola —dije lentamente, mirándolo fijamente.
La piel alrededor de sus ojos se arrugó.
—Hola.
—¿Quieres algo de beber? —preguntó Jada mientras se servía un vaso de
jugo de manzana.
Agité la cabeza y decidí terminar con esto.
—¿En cuántos problemas estoy metida?
Thierry ladeó la cabeza.
—¿En cuántos crees que estás metida?
Levantando las manos, las separé unos treinta centímetros.
—¿Así?
—No estoy seguro de lo que eso representa, pero anoche consideré cerrar tus
puertas y ventanas —Thierry tomó su taza—. Estabas en el Gran Salón cuando sabías
que no debías haber estado allí. Si el resto del clan te hubiera visto, ¿qué crees que
habrían pensado?
Junté mis manos en mi regazo.
—¿Que soy una... entrometida?
—Sí, pero lo que es más importante, me preguntarían por qué no sabía que
una chica estaba escuchando a escondidas una conversación muy importante.
¿Entiendes lo que eso dice sobre mi control aquí, mi autoridad? Nuestros visitantes
podrían haberse ofendido pensando que no tenía la reunión asegurada.
Mirando a Jada, vi que ella estaba observando atentamente sus uñas rosadas
y vibrantes.
—Yo soy el Duque, y nunca debería haber una situación en la que tenga a
alguien escuchando mis reuniones a escondidas —continuó, y me sentí tan pequeña
como un plátano, y odiaba los plátanos—. Tienes suerte de que Zayne te haya visto
y que parezca más divertido que cualquier otra cosa.
¿Divertido? ¿Estaba divertido por mí? Ese...
—Sabes que mi autoridad puede ser retada en cualquier momento.
Jadeé, mirándole fijamente. Lo sabía, pero ¿algún Guardián consideraría
realmente que el hecho de que yo escuchara a escondidas era un gran fracaso por
parte de Thierry? ¿Uno tan grave que debería ser destituido como Duque?
Parecía una respuesta excesiva.

11
Lucky Charms: Es una marca de cereal producida por la compañía de alimentos General Mills
desde 1964.
Sus brillantes ojos azules se encontraron con los míos y los sostuvieron.
—Ahora mismo, hay demasiadas cosas en marcha como para cometer
errores o contratiempos.
Mordisqueando la uña de mi pulgar, algo que hacía cuando estaba nerviosa,
dirigí mi mirada hacia la isla.
—Sabes lo importante que es, por tu propia seguridad, ser más lista que
anoche —Me tocó el brazo ligeramente, llamando mi atención—. A tu padre no le
encantaría saber de esto. Puedes contar con eso.
Normalmente me habría reído del comentario sobre mi seguridad, pero
cuando Thierry se refería a mi padre... Era una historia totalmente diferente. El hielo
empapó mi piel. No necesité mirar a Jada para saber que sintió el mismo escalofrío.
No pude evitar preguntar.
—Tú... ¿Vas a decírselo?
Thierry me miró por encima del borde de su taza. Fue entonces cuando vi
que decía: No puedo ser adulto hoy. Matthew. Ese era un dicho tan Matthew.
Thierry bajó la taza.
—No.
El alivio invadió la habitación como una brisa de verano.
—Solo porque realmente no quiero hablar con ese santurrón hijo de perra
hoy.
Parpadeé.
Los labios de Thierry se torcieron.
—Hubiera preferido que nuestros visitantes vinieran y se fueran sin haberte
visto, pero eso ya no es posible. Saben que vives aquí, o al menos Zayne lo sabe, y si
de repente no te volvieran a ver, podrían pensar que estamos ocultando algo. Eso no
significa que quiera que los busques. Sé lo curiosa que eres, a menudo demasiado
curiosa para tu propio bien. Corta eso de raíz.
Pensé que no era un buen momento para señalar que estábamos ocultando
algo. A mí. Pero este era uno de esos raros momentos en los que sabía que no debía
decir lo primero que se me ocurría.
Dije lo segundo.
—¿No debería de buscarlos porque Zayne es un tipo malo?
Las oscuras cejas de Thierry se alzaron.
—¿Qué? ¿Por qué pensarías eso?
Miré a Jada.
—Yo… ¿no lo sé?
Las esquinas de sus labios descendieron.
—Zayne es... muy honorable para ser un hombre tan joven. Es todo lo
contrario a un... tipo malo.
De acuerdo. Bueno, eso era totalmente lo contrario de lo que había dicho
Misha, lo cual era extraño.
¿Cómo podría Misha saber algo sobre Zayne que Thierry no sabía?
Alejé la anormalidad por el momento.
—No voy a buscarlos o algo como eso, pero… —Inhalé profundamente—.
Si alguno de ellos hace preguntas sobre mí y qué hago aquí, ¿qué les digo?
—Diles la verdad.
Jada se ahogó con su jugo.
—¿Perdón? —chillé.
—Ellos sentirán la parte humana de ti y nada más.
—¿Y si preguntan cómo terminó aquí? —preguntó Jada—. ¿Les decimos que
una manada de lobos la arrojó aquí?
La miré suavemente.
—Si te preguntan cómo has acabado aquí, les dices la verdad que el resto de
los que viven aquí saben —explicó, colocando sus brazos en la isla—. Tu madre y yo
nos conocimos mientras estaba en Nueva York, cuando eras una niña pequeña. Ella
estuvo expuesta a los demonios, herida de una forma que habría despertado las
sospechas de los humanos, así que la trajimos aquí. Se quedó con nosotros.
¿Entiendes?
Eso era… más o menos la verdad, pero no realmente. Asentí de todas
formas.
La mirada de Thierry encontró la mía una vez más.
—No sabemos de lo que son capaces, Trinity. Ya lo aprendimos de la
manera difícil con gente que pensamos que conocíamos. La codicia por el poder no
conoce discriminación, ni límites.
El hielo volvió, filtrándose a través de mi piel hasta la misma médula, y de
repente me sentí mal del estómago.
Lo sabía. Dios, realmente lo sabía.
Uno de los precios que pagamos para aprender eso… fue mi mamá.
—Lo sé —susurré.
—Bien —respondió Thierry—. Porque ellos nunca deben saber lo que eres.
Capítulo 5
—No puedo creer que no estés en problemas.
Misha me entrego la daga de hierro. La tomé, envolviendo mis dedos
alrededor del mango forrado en cuero.
—Lo siento por decepcionarte.
Sus cejas, más cafés que rojas, bajaron.
—Espero que al menos te haya gritado.
—Nadie pidió saber qué esperabas, pero sí, me dio un sermón, gracias a ti.
Resopló.
—Apesta para ti.
—Es tu culpa.
—¿Qué tal si te traigo papas fritas con extra de queso y tocino para tu cena
y así compensarlo? ¿Del tipo que te gusta de ese restaurante fuera de los muros?
—Outback —susurré. Mis ojos se abrieron de par en par como si un coro
entero de ángeles hubiera empezado a cantar delante de mí—. ¿Papas fritas con queso
de Outback?
—Oh, espera. Tengo planes más tarde. No puedo hacer eso por ti
Estreché mis ojos.
—Eres un idiota.
Se rio, pero probablemente era algo bueno que no fuera a traerme patatas
fritas con queso. Los Guardianes tenían un metabolismo muy rápido, y el ADN
humano que había en mí tenía el tipo de metabolismo que constantemente pensaba
que necesitaba almacenar grasa como si fuera un oso a punto de entrar en
hibernación.
Afortunadamente, o desafortunadamente, almacenaba mucho en la zona del
pecho. Y en las caderas.
Y en los muslos.
Lo que sea.
Seguiría arrasando felizmente con ese plato de patatas fritas con queso yo
sola si me dieran la oportunidad. Mi estómago refunfuñó. Haría algunas cosas
realmente malas por esas patatas fritas, en realidad.
Suspirando, miré alrededor del enorme cuarto. No era como si las papas
fritas fueran a aparecer mágicamente en la extensa instalación de entrenamiento
donde los Guardianes eran educados en todas las maneras de combate. Mano a
mano. Lucha. Derribos defensivos y ofensivos. Artes marciales mixtas. Incluso había
salas para practicar tiro al blanco con armas de fuego. No es que las pistolas fueran
especialmente útiles a la hora de eliminar demonios, pero un disparo en la cabeza
podía ralentizarlos e incluso dejarlos fuera de combate durante un tiempo.
Sin embargo, algunas de las salas tenían una doble función. La sala en la que
estábamos Misha y yo estaba llena de gruesas colchonetas azules para amortiguar el
golpe de la caída al suelo cuando se aprendía a hacer un derribo o a recuperarse de
uno. También se utilizaba para jugar con cuchillos, lo que significaba lanzar dagas
muy afiladas a maniquíes muy reales.
Al sentir el peso de la hoja en mi mano, abrí los dedos y luego los cerré. El
hierro era mortal para los demonios. También lo eran las garras y los dientes de los
Guardianes, pero si querías acabar con un demonio sin acercarte demasiado, una
hoja de hierro que estuviera bañada en agua bendita era el camino a seguir.
Observé la creación sin pelo y sin expresión al otro lado de la habitación.
Estaba demasiado lejos para ver las numerosas muescas que cubrían casi cada
centímetro cuadrado de su carne, que parecía muy real. Desde mi posición, no era
más que una mancha.
—Estaba pensando, ya sabes, en que pases desapercibida mientras ellos
están aquí —Misha se movió conmigo, para no estar demasiado lejos en mi
periferia—. No es que pretenda darle vueltas al asunto, pero tal vez deberías alejarte
del Gran Salón.
—Dudo que los vuelva a ver —dije, levantando la empuñadura mientras
pensaba en lo que Thierry había dicho sobre Zayne, que era muy diferente a la
advertencia de Misha.
—¿No vas a ir al Galardón esta noche? Estarán allí.
—Eso no significa que los veré. Dudo que se fijen en mí.
—Creo que subestimas lo mucho que destacas.
Lo observé, frunciendo el ceño.
Levantó una ceja.
—Es la cosa humana. Lo percibimos fácilmente.
—Y honestamente no es la gran cosa, ¿verdad? No soy estúpida. No es que
vaya a acercarme a uno de ellos y decirle: Hola, encantada de conocerte, soy un mito
andante. ¿Quieres la 411?
—¿La 411?
Suspiré.
Peanut estaría muy decepcionado.
—No importa.
Cruzando sus brazos, inclinó la cabeza hacia un lado.
—De hecho, eso no me sorprendería.
—Cállate.
Sonrió.
Rodé los ojos.
—¿Vas a seguir con eso?
Volví a centrarme en el maniquí. Dando un paso adelante, incliné
ligeramente mi cuerpo y dejé volar la daga.
Impactó de lleno, golpeando al maniquí en el centro del pecho, hundiéndose
hasta el mango. Bajé la mano, exhalé y miré a Misha.
Tenía la mirada fija en el maniquí.
—Todavía no entiendo cómo haces eso.
Le di mi mejor sonrisa descarada.
—Soy un copo de nieve especial, único y hermoso.
Resopló.
—Eres algo.
La verdad es que era así de buena sólo porque tenía que practicar y entrenar
más que nadie. Tenía que concentrarme más para compensar. Era así de buena
porque no podía dejar que mis ojos defectuosos fueran un obstáculo. Al menos no
todavía, no hasta que se convirtieran en algo demasiado difícil de superar, e incluso
entonces, tendría que adaptarme.
Y eso significaba entrenar aún más.
Ser capaz de usar las dagas era importante, al igual que saber pelear, y no
era sólo para saber cómo defenderme.
Era para poder frenarme a mí misma.
Lo que le había hecho a los Raver no era ni siquiera un atisbo de lo que era
capaz de hacer si no me controlaba.
—¿No te parece raro que Thierry haya ordenado al clan DC que se quede
para el Galardón? —pregunté con la mayor despreocupación posible.
Misha no respondió, pero frunció el ceño.
—Quiero decir, ¿desde cuándo alguno de los clanes ha venido por eso,
incluso cuando sabían que iban a recibir a algunos de los nuevos guerreros? —
señalé—. Nunca había sucedido antes.
—¿A qué te refieres? —preguntó.
—No lo sé, la verdad. Es simplemente raro. Ellos no quieren quedarse —Me
encogí de hombros—. Y realmente no hay ninguna razón para que ellos estén aquí.
Me miró por un largo momento.
—Creo que, si pasas más de una hora al día en tu habitación, tu cerebro
empieza a ir a sitios muy raros. ¿Estabas viendo el canal ID12 otra vez?
—Como sea —sonreí—. Estaba viendo El príncipe de Bel-Air.
Misha cruzó la habitación y agarró el mango de la daga. Hizo este ruido de
succión mientras lo sacaba.
—¿Otra vez?
Asentí, y él me la devolvió. Tomando la daga, miré hacia donde estaba
parado.
—Dijiste que conocías a Zayne y que es un tipo malo. ¿Qué has oído sobre
él?
Ladeó la cabeza.
—¿Por qué preguntas?
—Porque soy curiosa —respondí, lo cual era cien por ciento cierto.
Misha cruzó los brazos sobre el pecho.
—Su clan no es exactamente un admirador suyo. No confían en él.
Eso era raro, considerando el hecho de que el líder de su clan lo había traído
aquí con ellos.
—¿Dónde estás escuchando estas cosas? ¿Algún tipo de foro de mensajes de
los Guardianes?
Se rio por lo bajo.
—Sí, exactamente eso. Conocí a uno de los Guardianes que fue enviado a
su clan para ayudar el año pasado. Me contó algunas cosas sobre él.
Me quedé mirando la daga, sabiendo que, si seguía molestándolo sobre
Zayne, sospecharía. Misha me conocía demasiado bien.
Confiaba en él con mi vida, pero tenía que preguntarme si su advertencia no
se basaba en hechos, sino que se debía a una especie de amor fraternal. Como si
ningún chico fuera lo suficientemente bueno. Pero sólo había hablado con Zayne una
vez, y no había sido exactamente un encuentro de amor. Más bien un encuentro de
odio. Volví a mirar a Misha.
Su mirada estaba moviéndose a la puerta y de regreso. No tuve que voltear
a ver para saber quién nos estaba observando. Mientras se acercaba, el centro de sus
mejillas comenzó a volverse de un suave color rosa.
—Te estás sonrojando —sonreí.
—Cállate —se quejó, de espaldas a la puerta. Solo pasó un momento antes
de que viera por encima de su hombro.

12
Investigation Discovery: Canal de televisión enfocado en investigaciones criminales hasta series
de crímenes por dinero, venganza y mentes asesinas.
Cambié mi peso de un pie al siguiente.
—Creo que le gustas a Alina —dije, haciendo referencia a la hermosa mujer
Guardiana de piel oscura que estaba viéndonos fijamente desde la puerta. Misha me
miró bruscamente—. Y creo que ella te gusta.
—Trin… —comenzó.
Pensé en lo que me había dicho la noche pasada. Su vida estaba
irrevocablemente ligada a la mía. No dijo esas palabras, pero era lo que significaba,
y eso no era justo. Era solo unos meses mayor, y como yo, había llevado una
responsabilidad que pocos adultos tenían.
—Deberías ir a hablar con ella.
Sus ojos se abrieron ligeramente ante la perspectiva, como si nunca se le
hubiera ocurrido que debería hablar con ella. Luego su expresión se bloqueó, sin
ninguna emoción.
—Estoy trabajando.
—No, no lo estás —me reí—. Hemos terminado con el entrenamiento, en
su mayor parte, y no te necesito aquí para trabajar con las dagas. No es que me
puedas enseñar algo cuando se trata de ellas. Soy como un millón de veces mejor que
tú.
—Eso no es lo que quiero decir. No deberías estar…
—Puedo estar sola. No estoy en peligro aquí
—La seguridad en cualquier lugar no es algo de lo que podamos estar muy
seguros.
Ignoré la forma en que se me helaba la piel.
—Estoy bien. Sólo voy a trabajar con las cuchillas un poco más y luego voy
a volver a la casa, a ver qué hace Jada. No necesito que actúes como mi Protector
cada segundo del día…
—Eso no es lo único que hago.
Mi mirada voló hacia la suya, y las comisuras de mis labios se volvieron
hacia abajo mientras bajaba la hoja.
—En realidad, ¿no es exactamente eso lo que haces?
Un momento pasó mientras sostenía mi mirada.
—Me refería a que también soy tu amigo y no sólo tu Protector.
—Muy bien —lo miré fijamente, pensando que estaba actuando raro—. Tú
también eres mi amigo, y te digo, como tu amiga, que deberías ir a hablar con Alina.
Volvió a mirar por encima de su hombro, y vi un destello en su rostro.
Anhelo. Fue breve, pero no había duda. Sabía cómo era.
Sabía cómo se sentía.
Eso era lo que me había llevado a casa de Clay. Lástima que eso hubiera
terminado con él aterrizando en un rosal, pero a veces estaba tan llena de anhelo que
no podía soportarlo.
—Mira, me sigues como una sombra, y con nuestros visitantes aquí, pareces
mucho más sospechoso de lo que creo que tú o Thierry se dan cuenta —Me encogí
de hombros—. Ve a hablar con ella. Llévala a tomar un café, un batido o algo. Te
enviaré un mensaje de texto más tarde.
Durante un largo momento no pensé que Misha fuera a hacerlo, pero luego
su pecho se levantó con una respiración profunda y se enfrentó a mí.
—¿Cuánto tiempo vas a estar aquí?
—No más de media hora. Entonces voy a volver a la casa.
—¿Realmente vas a volver a la casa?
Suspiré.
—Sí.
Misha parecía haber tomado una decisión. Asintió.
—Bien. Envíame un mensaje de texto más tarde.
—Lo haré —Me mordí el labio, y sonrió—. Dile que se ve bonita hoy y
realmente tienes que escuchar cuando ella hable.
—Cállate —Empezó a girar.
—Y no la mires fijamente…
—Sé cómo actuar alrededor de una chica.
—¿Lo sabes?
Parecía que estaba a un segundo de estrangularme, así que me reí. Sacudió
la cabeza mientras se daba la vuelta, y lo vi caminar hacia las puertas, donde Alina
estaba de pie.
Esperé hasta que sus formas desaparecieron en el pasillo, luego caminé a la
pequeña mesa contra la pared. Sobre una cartera de cuero estaba la segunda daga de
hierro.
La tomé, preguntándome cuánto tiempo Misha se quedaría con Alina antes
de volver corriendo a su deber.
También soy tu amigo.
No creía que estuviera mintiendo, y tampoco lo había hecho yo cuando le
dije que era mi amigo. Era uno de mis mejores amigos, al igual que Jada e incluso
Ty. También lo era Peanut. Era un fantasma, pero seguía contando.
¿Además de ellos?
No era cercana a nadie en la comunidad.
Pensé que Clay sería diferente. No es que estuviese locamente enamorado o
incluso deseoso de mí, pero pensé que él... él podría haber sido algo.
Y eso sería mejor que nada.
Aparté ese pensamiento, como hacía siempre que pensaba demasiado en mi
futuro.
Aunque los demás me aceptaron, algunos se cansaron de que hubiera una
humana entre ellos. Algunos me ignoraban de plano. Era difícil acercarse a alguien
cuando no sabían la verdad sobre mí.
Y había otros que me miraban como si no mereciera estar entre ellos, recoger
el fruto de sus sacrificios. Sabía lo suficiente sobre el mundo fuera de estos muros
como para saber que nuestras comunidades eran prácticamente utopías en
comparación, completamente autosuficientes y con pocos problemas del mundo
exterior.
También era difícil preguntarme si Misha hubiera sido mi amigo si no
estuviese unido a mí. Y aún más difícil era preguntarme si Jada lo sería si no fuera
porque su tío nos acogió a mi madre y a mí.
Había días y momentos, como ahora, en los que me sentía completamente
sola. Pero también me sentía tonta sintiéndome así, porque tenía amigos, amigos que
eran como una familia, mejor que la mayoría de las familias. Quería a Misha y a
Jada, pero echaba de menos a mi madre, y...
Quería más.
Quería el anhelo que había cruzado la cara de Misha cuando vio a Alina
esperándolo en la puerta. Quería la pasión que Jada y Ty compartían. Quería el amor
que veía en las miradas de Thierry y Matthew, en las palabras que a menudo se
susurraban en voz baja.
Lo quería todo.
Y aquí no tendría nada de eso.
Sintiéndome agobiada, volví al lugar donde había estado antes y me enfrenté
al maniquí. Me quedé mirando las dagas durante lo que me pareció una corta
eternidad, diciéndome a mí misma que no tenía sentido darle vueltas a lo hipotético
ni cavilar sobre lo que no podía cambiarse.
Tenía opciones.
Podía quedarme aquí. Esa sería la opción más inteligente. Estaría a salvo, y
Thierry y mis amigos no tendrían que preocuparse por mí. O podría irme, y podría...
podría vivir la vida, aunque vivir significara mirar por encima del hombro cada hora.
Pero Misha y yo seguiríamos unidos. Él sería capaz de encontrarme dondequiera que
fuera, sintiéndome si se acercaba a un puñado de millas. Y si algo me pasaba, le
pasaría a él. No era justo ponerlo en peligro huyendo.
Un temblor recorrió mi brazo. Sabía lo que tenía que hacer. Sabía lo que
quería hacer. Y en esta vida había poco espacio para las cosas que quería.
Tomé aire, lo contuve y dejé volar la daga. El satisfactorio golpe se produjo
no más de un segundo después y me arrancó una leve sonrisa. Cambiando la segunda
hoja a mi mano derecha, la lancé y se hundió profundamente, justo debajo de la otra.
Exhalando con fuerza, dejé caer la mano...
Unos aplausos me sobresaltaron, atrayendo mi mirada hacia la puerta.
Estaba vacía. Mi mirada se desplazó hacia la derecha.
Oh, mierda.
Era él.
Zayne.
Capítulo 6
Apoyado en la pared junto a la puerta, con los tobillos cruzados, Zayne
estaba demasiado lejos para que pudiera distinguir su expresión. Iba vestido como la
noche anterior. Un jersey negro combinado con unos vaqueros oscuros, que
contrastaban con su piel y su pelo dorados.
—Eres muy buena en eso —dijo, cruzando los brazos—. Y me siento muy
agradecido de que no tuvieras esas dagas contigo anoche.
—Gracias —dije, con el corazón latiéndome fuertemente mientras miraba
alrededor de la habitación vacía y luego volvía a él—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí
parado?
—Lo suficiente como para preguntarme si estabas tratando de memorizar
cada centímetro de la daga antes de lanzarla.
Mis mejillas se calentaron.
Genial.
—¿Normalmente miras a la gente sin alertarla de tu presencia?
—Pensé que me habías visto —dijo, y supuse que era verdad. Él pensaría
eso—. No estaba exactamente escondido detrás de una cortina o algo así.
Entrecerré los ojos.
—Podrías haber saludado en lugar de observarme en silencio.
—Bueno, la última vez que traté de alertarte de mi presencia, trataste de
matarme.
Mis cejas se alzaron.
—No traté de matarte.
—No es lo que parecía desde mi punto de vista.
—Entonces tu punto de vista se inclina hacia lo dramático.
—Es difícil hablar contigo —dijo Zayne después de un momento.
Ofendida, lo miré fijamente.
—No, no es así.
—Está bien, déjame decirlo de otra manera. Eres muy agresiva.
—No, no lo soy.
Zayne me miró fijamente, como si el hecho de que yo discutiera con él en
ese momento fuera prueba suficiente de lo que afirmaba.
Era una especie de prueba de lo que afirmaba, y eso me irritaba.
—¿Por qué estás aquí?
—¿Aquí como en la Tierra, en este lugar, en este momento y hora exacta…?
—Eso no es lo que quise decir —Le corté, y juro que oí una sonrisa en su
voz. ¿Estaba burlándose de mi?—. ¿Por qué estás en esta habitación, mirándome?
—Haces que suene como si te estuviera acechando.
—Tú lo dijiste, no yo.
Se separó de la pared, pero no se acercó.
—Me sorprende encontrarte aquí —dijo, en lugar de responder al por qué
estaba aquí.
—¿Por qué lo dices? —Empecé a acercarme al maniquí para recuperar las
dagas—. ¿Porque soy humana?
—Bueno, sí —Hubo una pausa—. Hay muchos Guardianes que no pueden
dar en el blanco tan bien como tú lo hiciste.
No pude evitarlo. Ese pequeño cumplido, intencionado o no, me trajo una
sonrisa a la cara y una oleada de orgullo.
—Realmente estás entrenada, ¿no? Por eso reaccionaste como lo hiciste
anoche.
Deteniéndome delante del maniquí, saqué la primera daga
—Tengo algo de entrenamiento —Salió la siguiente hoja y me di la vuelta.
Ya no estaba junto a la pared. Estaba en el centro de la habitación. Respiré
superficialmente. Antes me había dicho que tenía que disculparme con él, y ahora
era mejor momento que nunca, supuse—. ¿Sobre anoche? Creo que te debo una
disculpa.
—¿Tú crees?
—Bueno, lo sé.
Se acercó, y vi que tenía el pelo suelto, rozando la fuerte línea de su
mandíbula.
—¿De verdad? —Parecía sorprendido, lo que era algo jodido ya que él no
me conocía—. ¿Vas a disculparte?
Caminé hacia él, moviendo las dagas hacia una mano, y al acercarme, los
llamativos detalles de su cara se hicieron más claros.
Ojalá se hubieran quedado borrosos.
Bajé mi mirada a su garganta.
Era una linda garganta.
Pensar que su garganta era bonita era muy raro.
—Ahora siento que no debería, porque me estás irritando de nuevo.
—No dejes que eso se interponga en el camino.
—Ya está en el camino —le contesté secamente—. Pero yo... exageré.
No me agarraste
Cuando levanté mi vista hacia la suya, me estaba devolviendo la mirada, y
por fin estaba lo suficientemente cerca como para ver sus ojos. Eran... Eran del tono
más pálido de azul enmarcados por las pestañas más gruesas que jamás había visto
en un hombre. El color era extraño, porque todos los Guardianes tenían ojos azules
brillantes, pero los suyos eran ojos de lobo, fríos como la escarcha invernal.
Despertó mi curiosidad.
Me aclaré la garganta.
—Así que, eso estuvo... mal de mi parte y esas cosas.
—¿Y esas cosas? —Una sonrisa se dibujó en sus labios—. Acepto tus
disculpas.
—Bien.
Desplacé mi mirada por encima de su hombro. Si Misha volvía y encontraba
a Zayne aquí, le daría un pequeño ataque y no volvería a separarse de mí.
—En realidad, te estaba buscando.
La sorpresa pasó a través de mí y di un pequeño paso atrás. La sonrisa se
desvaneció de sus labios.
—¿Por qué?
—Porque empezamos con el pie izquierdo —explicó—. Soy un invitado
aquí, y normalmente soy más... amistoso de lo que fui anoche.
Algo de la tensión se me escapó de los hombros.
—Bueno, te golpeé, y eso estableció el ambiente.
—Sí, pero fue sobre todo por mí. Me sorprendió mucho ver a una humana
en la sede regional —sus gruesas pestañas bajaron, protegiendo esos extraños ojos—
. ¿Puedo?
Me llevó un momento darme cuenta de que estaba hablando de las dagas.
—Claro.
Sus dedos rozaron los míos cuando tomó una, provocando aquella extraña
sacudida que recorrió mi brazo. Una sensación de... familiaridad me invadió, una
sensación de bienestar, de muchas piezas en movimiento que por fin encajaban.
Retiré la mano de un tirón.
Levanté mi mirada hacia la suya e inhalé con fuerza.
Tenía los ojos muy abiertos y la cabeza ligeramente ladeada, como... como
si sintiera algo que no entendía.
O podría estar mirándome simplemente porque estaba actuando de forma
extraña.
Probablemente eso.
Zayne aclaró su garganta. La daga se veía mucho más pequeña en su mano.
—No le dije nada al Duque de que estuviste en el Gran Salón anoche.
—Gracias —Lo vi girar y caminar hacia donde yo había estado cuando lancé
las dagas—. Misha lo hizo, de todos modos, así que...
—¿El tipo que estaba contigo anoche? —Zayne miró por encima de su
hombro—. Parece… tenso.
Me reí de eso mientras me apartaba del camino del maniquí.
—Es su trabajo.
Frente al maniquí, Zayne me miró.
—¿Su trabajo es estar tenso?
Demonios.
¿Por qué dije eso?
Quería golpearme a mí misma.
—Quise decir que es más bien su personalidad. No pretendía hacer daño con
ello.
Excepto que Misha sí quiso hacer daño con eso. Había dicho que Zayne era
un mal tipo, pero Zayne no necesitaba saber eso.
Zayne se quedó mirando la daga, como si quisiera decir algo pero se
abstuviera.
—¿Vas a lanzarla? —le pregunté.
Me lanzó una sonrisa y levantó un hombro.
—¿Quizás sólo me gusta sostenerla?
Mis labios se movieron.
—Quizás —Pensé en lo que había oído anoche. Esta era mi oportunidad de
averiguar qué diablos estaba pasando—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro.
—¿De verdad crees que no es un demonio lo que está matando a los
Guardianes y a otros demonios?
—Tú estabas allí —Se detuvo—. Escondida detrás de una cortina, así que
oíste lo que pienso.
Ignoré la declaración de la cortina.
—¿Pero qué más podría ser?
Zayne se quedó en silencio durante un largo momento.
—No lo sé. Ninguno de nosotros lo sabe, y todos hemos visto cosas extrañas,
no tan extrañas como una humana completamente entrenada que vive en la sede
regional, pero sí cosas muy extrañas. Eso es lo que nos preocupa.
Que yo viviera aquí era extraño, pero no tan extraño.
—Yo... creo que también estaría preocupada.
—Uno pensaría que el Duque también lo estaría.
—Estoy segura de que sí. Thierry esconde muy bien lo que piensa —Cambié
mi peso de un pie al otro—. ¿Sabías que dos días antes de que aparecieran todos
ustedes, había Ravers en el bosque fuera de nuestros muros?
Sus facciones se agudizaron.
—No, no lo sabía. Nadie nos lo mencionó.
Abrí la boca para responder, y luego me di cuenta de que, si aún no les
habían dicho, probablemente debería haber mantenido la boca cerrada.
—Oh. Bueno, estoy segura de que el tema surgirá.
—¿Por qué demonios los Raver vendrían hasta aquí?
—Buena pregunta —murmuré—. No había un demonio de Nivel Superior
con ellos. Sólo una horda de Ravers, algo así como lo que dijiste de Washington.
Se quedó callado por un momento.
—Sabes mucho sobre demonios.
No era una pregunta formulada, así que me encogí de hombros.
—He aprendido mucho al vivir aquí.
—¿Has oído hablar de las redadas en otras comunidades?
—Sí, pero Thierry no sabe que he oído eso.
—¿Espiando detrás de las cortinas otra vez?
Luché contra una sonrisa.
—Más bien de pie afuera de las puertas cerradas.
—¿Haces eso a menudo?
—Lo suficiente como para reconocerlo.
Inclinó la cabeza.
—No tiene sentido que ningún demonio intente invadir este lugar, con la
cantidad de Guardianes en diversas etapas de entrenamiento.
Estaba de acuerdo. La única manera de que tuviera sentido era que los
demonios supieran qué más había dentro de estos muros.
—Tal vez estaban perdidos. O aburridos.
—Sí —No parecía estar ni remotamente de acuerdo con eso, y realmente
esperaba que no le mencionara a nadie más lo que yo le había dicho—. Además del
lanzamiento de dagas y lo que vi anoche, ¿en qué más estás entrenada?
Me crucé de brazos y dije una mentira.
—No mucho. Sólo pequeñas cosas que Misha me ha enseñado.
—¿Te enseñó a lanzar?
Misha no había sido el único en entrenarme. Thierry y Matthew tomaron
una enorme parte en ello.
—Sí, pero soy mejor que él en eso.
Zayne se echó a reír, y el sonido seguía siendo tan agradable como lo había
sido la noche anterior. Ladeó el brazo. Sus movimientos fueron rápidos, y soltó la
daga antes de que me diera cuenta. Golpeó al muñeco, y me apresuré a ver que había
golpeado el estómago.
—¿Fue allí a dónde apuntaste? —pregunté, envolviendo mis dedos alrededor
del mango que todavía vibraba.
—Si dijera que sí, ¿me creerías?
—No —me reí, sacando la cuchilla.
—Estaba apuntando al pecho.
—Entonces también soy mejor que tú —Me di la vuelta.
—Eso parece —Se pasó una mano por el cabello—. No he usado dagas en
años.
—Realmente no las necesitas.
—¿Tú sí?
La pregunta me agarró desprevenida, y mi mente corrió a buscar una posible
respuesta que no fuera sospechosa.
—Um, nunca se sabe. Quiero decir, vivo con una raza que los demonios
prefieren como objetivo, y encontramos Raver fuera de los muros —dije. Bien. Esa
fue una respuesta inteligente, y me sentí bastante orgullosa de mí misma—. Por eso
sé el entrenamiento básico y cómo lanzar una daga.
—Inteligente. Si alguna vez te encuentras con uno de ellos, podrás
defenderte si llevas las dagas contigo.
Lo que él no sabía es que yo no necesitaba las dagas. Si las cosas se pusieran
feas, podría derribar a Zayne. Podría derribar a todos los Guardianes y apenas sudar.
Caminó hacia mí, y cuando me dio la daga, me aseguré de que nuestros
dedos no se tocaran.
—¿Has visto a un demonio? —preguntó.
—Sí. ¿Tú has visto alguno?
Zayne se rio entonces, y fue de verdad. Profunda. Estridente. Sexy como el
santo infierno.
—Eres una especie de sabelotodo.
—Culpable de los cargos.
—¿Qué clase de demonios has visto? ¿Sólo los Raver?
—¿Por qué haces tantas preguntas? —Me acerqué a la mesa.
—Tengo una gran curiosidad por ti.
—¿Porque vivo aquí? —Coloqué las dagas en sus pequeñas ranuras—. Si me
vieras por la calle, no mirarías dos veces en mi dirección.
—Eso no es verdad.
Mis dedos se levantaron de las dagas mientras mi mirada se dirigía hacia
donde estaba él ahora, a mi lado.
—Siempre miro dos o tal vez hasta tres veces a una chica bonita —dijo,
y volvió esa sonrisa fácil, curvando un lado de sus labios—. Creo que no debí
mencionarlo ahora, o decirlo así, pero es la verdad.
Seguía mirándolo fijamente.
La mueca se convirtió en una amplia sonrisa, calentando esos fríos ojos
azules.
—¿Me he pasado de la raya?
—No —parpadeé, volviendo a concentrarme en la cartera. Cerré los lados y
los até—. Tu curiosidad te llevará a una decepción épica.
—¿Por qué piensas eso?
—Porque no soy muy interesante.
—Eso es probablemente lo menos correcto que he oído en todo el día.
Luché contra una sonrisa, pensando en si tan solo supiera la verdad.
—Mi madre conoció a Thierry antes de que se convirtiera en Duque,
mientras vivía en Nueva York. Fue atacada por un demonio, expuesta a ellos cuando
yo era una niña, y el resto es historia —dije, repitiendo lo que Thierry me había dicho
que dijera—. Cuando se convirtió en Duque, nos mudamos aquí con él.
—¿Tu padre no vino?
Una risa casi histérica me subió por la garganta.
—No. Él está alrededor, pero no está aquí.
Sus cejas se fruncieron como si estuviera tratando de juntar todo. Nunca lo
haría. Ni con su imaginación más salvaje.
—¿Y tu madre?
Aparte la vista mientras una punzada de dolor intenso iluminaba el centro
de mi pecho.
—Se ha ido.
Zayne no respondió por un largo momento.
—¿Se ha ido como... ya no está con nosotros?
Asintiendo, me tragué el nudo repentino que siempre aparecía cuando
pensaba en mi mamá.
—Sí.
—Siento mucho oír eso —dijo, y cuando lo miré, su mirada recorrió mi
rostro—. Perder a un padre es... Nunca es fácil.
Su mirada atrapó la mía y la sostuvo, así que le pregunté:
—¿Tú... sabes cómo se siente?
—Mi madre murió dándome a luz, como muchas de nuestras mujeres —
movió un mechón de su cabello detrás de su oreja—. Mi padre murió hace unos
meses.
Mi corazón se apretó ante la inesperada pieza de información
—Siento mucho escuchar eso. Dios, eso es... fuerte. Lo siento mucho. Mi
madre murió hace un año, así que todavía está muy fresco, pero no... no así.
—Gracias —Miró hacia otro lado.
Algo encajó en su lugar mientras estudiaba su perfil. Se me encogió el
estómago.
—¿Tu padre era Abbot? ¿El líder del Clan de DC?
Su cabeza se volvió hacia mí.
—Sí.
—Lo siento mucho —Me incliné hacia un lado, captando sus ojos—. Murió
como un guerrero.
—Lo hizo.
—Sé que eso no lo hace más fácil…
—No lo hace.
Los Guardianes no eran fáciles de matar, pero la muerte era una sombra que
siempre permanecía a unos pasos detrás de ellos, ya que era una parte horrible de su
vida cotidiana. Eso no hacía que la muerte fuera más fácil de procesar.
—Realmente lo siento —repetí, sintiendo como si necesitara decirlo de
nuevo.
Acuné el bolso de cuero contra mi pecho cuando algo más comenzó a
encajar en su lugar. Abbot, su padre, había sido el líder del clan en DC, lo que
significaba que, a su muerte, Zayne debería haber ascendido al cargo.
¿Había sido desafiado por Nicolai y perdido?
¿O se había negado a asumir el papel?
Esto último parecía imposible de creer.
Pensé en la advertencia de Misha. ¿El clan no había aceptado a Zayne como
líder? Era joven, no podía ser más que unos años mayor que yo, pero ¿había algo más
que eso? Lo cual no tenía sentido, porque si ese fuera el caso, Thierry lo sabría y no
diría que Zayne era honorable.
—Entonces —dije, pasando los dedos por el suave cuero. Sabía que lo que
iba a preguntar era sumamente personal, pero como Thierry había dicho antes, a
menudo era demasiado curiosa para mi propio bien—. ¿Por qué no eres el líder del
clan?
Zayne me miró.
—Eso no es algo de lo que pueda hablar contigo.
La decepción aumentó, aunque no era una respuesta inesperada.
—¿Porque no soy una Guardiana?
Sonrió tensamente en respuesta.
—Y porque no te conozco.
La vergüenza ondeó en mi estómago.
—Lo siento. No debería haber preguntado. A menudo soy... impulsiva y
entrometida.
—¿Entrometida? Nunca lo habría adivinado —Su tono era ligero, incluso
burlón, pero todavía sentí el centro de mis mejillas sonrojarse.
Mirando hacia la puerta, decidí que era hora de hacer una cosa inteligente y
llevar mi trasero a la casa antes de terminar diciendo algo más que no debería.
—Tengo que irme —Di un paso atrás, sintiendo cerca de diez tipos
diferentes de incomodidad—. Fue agradable, um, aclarar las cosas, y de nuevo,
siento lo de anoche.
Su sonrisa se relajó.
—¿Significa esto que ya no me odias?
Hice una mueca.
—Dije eso anoche, ¿no?
—Lo hiciste.
—A menudo digo cosas que no debería. Puedes añadir eso a impulsiva y
entrometida.
Se rio entre dientes mientras deslizaba sus manos en los bolsillos de sus
jeans.
—Me aseguraré de agregar eso a la brillante lista de atributos.
—Hazlo —Dando un par de paso atrás, dije—: Te veo luego, Zayne.
Me di la vuelta y di varios pasos más.
—Trinity.
Me detuve y cerré los ojos. No tenía ni idea de qué hacer con el pequeño
escalofrío que se abrió paso en mi interior en respuesta a la forma en que dijo mi
nombre. Era una reacción intensa, pero pronunció mi nombre como si... como si lo
estuviera saboreando.
—¿Sí? —Como si no tuviera control, me volví hacia él.
No se había movido, y yo estaba de nuevo demasiado lejos para ver sus ojos
con claridad, pero sentí su mirada, intensa y pesada. Mi ritmo cardíaco se aceleró.
—¿Cómo murió tu madre? ¿Fue un demonio? ¿O algo natural?
Cada músculo de mi cuerpo se tensó, y una parte de mí sabía que no debía
responder con la verdad, pero las palabras subieron a la punta de mi lengua. Una
verdad a la que rara vez se le concedía salida.
—No —dije—. Fue un Guardián.
Capítulo 7
Jada dejó escapar un fuerte y cansado suspiro mientras se apoyaba en el sofá
junto a mi silla.
—Es muy molesto.
—Sí.
Tomé un sorbo de mi batido de fresa mientras veía cómo Clay empujaba a
uno de los chicos más jóvenes en el pecho y se reía mientras el chico retrocedía
tambaleándose contra la piedra de la fogata del tamaño de una Hummer.
¿Por qué no me había dado cuenta de este comportamiento antes?
¿Me había cegado el hecho de que me había prestado atención?
Suspiré. La respuesta era que probablemente, lo que significaba que tenía
que tomar mejores decisiones en la vida.
—Realmente espero que sea asignado a algún lugar muy lejos de aquí —
Jada movió los dedos y le entregué el batido—. Como a la Antártida.
—Eso todavía está demasiado cerca —Ty estaba sentado al otro lado de
Jada, estirando sus largas piernas. Recientemente le habían cortado su cabello
oscuro, y todavía me estaba acostumbrando—. Conociendo mi suerte, terminará
asignado en la misma ciudad que yo.
A estas alturas del año siguiente, él mismo estaría pasando por el Galardón,
y luego, así como Clay y los demás, sería reubicado en una ciudad. Jada se iría
definitivamente con él, y yo... probablemente seguiría aquí. La pesadez se me metió
en el pecho y traté de encogerme de hombros.
Jada tomó un trago de mi batido.
—Y sí, ahí va su camisa.
Frunciendo el ceño, me volví hacia la fogata. Las llamas rugieron detrás de
Clay mientras tiraba de su camisa sobre su cabeza y se la arrojaba al chico que
acababa de empujar mientras gritaba alguna cosa.
—¿Por qué hace eso? —pregunté.
—No lo sé —susurró Jada, sacudiendo la cabeza—. Es como su propia
llamada de apareamiento o alguna cosa.
—Ew —Me estremecí.
—Deberías ir a hablar con él, Trin —Ty levantó las cejas cuando le envié
una mirada aguda—. Le gustas.
Sí, ya había ido por ese camino.
—Entonces… —dijo Ty, inclinándose hacia Jada—. ¿Qué está pasando con
tu chico allí?
Mi mirada se movió hacia donde Misha estaba sentado junto a Alina, y junté
mis manos por completo.
—Mi pequeño niño está creciendo.
Jada se rio.
—Míralo —susurré mientras tomaba el batido de regreso. Misha estaba
mostrándole a Alina algo en su teléfono—. Está compartiendo. Vinculándose con
ella. Lo siguiente que sabré, es que se va a emparejar y…
La cabeza de Misha giró en mi dirección. Era como si tuviera algún tipo de
sexto sentido o algo así, porque sabía muy bien que no podía escucharnos.
Los tres lo saludamos.
Misha sacudió la cabeza antes de volverse hacia Alina.
—¿Conocen a Alina? —les pregunté mientras sofocaba un bostezo.
—No muy bien, pero parece genial —Jada apoyó su mejilla en el hombro de
Ty—. Solo un poco tímida. Tranquila. Está entrenando para ser una enfermera en la
clínica.
Tomé otro sorbo de mi batido mientras veía a Misha y Alina, dividida entre
querer romper su conversación y ser desagradable como solía ser, y hacer lo que
normalmente no hacía, que era darles el espacio que Misha merecía.
—¿Son esos los chicos del clan de DC? —preguntó Ty, y seguí su mirada.
Mi estúpido estómago se revolvió mientras buscaba las caras borrosas de dos
figuras sentadas no muy lejos de nosotros, bajo varios hilos de luces de colores.
—Sí —dije—. Esos son Dez y Zayne.
Hubo un silencio mientras Jada y Ty me miraban.
—¿Qué? —pregunté.
Ty levantó las cejas.
—¿Cómo sabes sus nombres?
—No le dije que te colaste en el Gran Salón cuando llegaron —Jada levantó
su cabeza del hombro de Ty, sonriendo.
Fijé una mirada inexpresiva en mi rostro.
—Sí, escuché sus nombres cuando estaba escuchando a escondidas.
Jada me miró desconcertada, y como si no tuviera control, mi mirada
encontró el camino de vuelta a Zayne y Dez. Este último parecía reírse de algo que
había dicho Zayne, y me pregunté de qué estarían hablando y si Zayne estaría
sonriendo.
¿Zayne sabía que estaba aquí?
En el momento en que esa pregunta se formó en mis pensamientos, quise
abofetearme. Qué estupidez preguntarme. No era que Zayne estuviera aquí
buscándome o pensando en mí. Claro que me había buscado ayer en las instalaciones
de entrenamiento, pero sólo tenía curiosidad por saber por qué vivía aquí. No podía
culparlo por eso.
¿Y por qué estaba pensando en Zayne?
No había ninguna razón, y no estaba pensando en él. No est...
—Los estás mirando —Jada se inclinó hacia mí.
Parpadeé. Estaba, de hecho, mirándolos. Ninguno de los dos había mirado
hacia aquí, gracias a Dios.
—Me distraje —dije, sintiendo el calor de mis mejillas—. Wow.
Jada volvía a mirarme con desconcierto.
—¿Qué?
Volvió a mirar hacia donde estaban sentados.
—Nada.
—¡Hey! —gritó Clay, y levanté la vista para verlo dirigirse en nuestra
dirección, todavía sin camiseta.
—Diablos —gruñó Ty en voz baja.
Bajé mi batido mientras él se pavoneaba hacia donde estábamos sentados.
De ninguna manera iba a hablar conmigo, no después de lo que había pasado entre
nosotros.
Ninguno de nosotros lo reconoció mientras estaba allí. Me limité a mirarlo
fijamente.
Sin inmutarse, Clay miró a Jada y a Ty, y luego volvió a centrarse en mí.
—¿Sabes lo que deberías estar haciendo ahora mismo?
Me tensé.
—Deberías traerme una bebida —dijo, lo suficientemente alto como para
que la mitad de las personas que estaban alrededor de la Fosa lo escucharan—. Tengo
las manos vacías.
Me quedé boquiabierta.
—¿Perdón?
—Una bebida —La sonrisa de Clay era lenta, practicada de una manera que
mostraba que le parecía sexy y encantadora, una manera con la que yo solía estar de
acuerdo—. Deberías conseguir una para mí.
Me incliné hacia delante.
—¿Hablas en serio?
Su sonrisa solo se hizo más grande.
—Sí, lo digo en serio. Porque, ¿qué otra cosa podrías hacer?
—¿Estás drogado? —preguntó Jada.
Él la miró mientras pasaba una mano sobre su pecho.
—No se consigue un cuerpo así estando drogado.
Una risa salió de mí.
—No puedo creer que hayas dicho eso. En voz alta. Y delante de la gente.
—¿Qué? —Clay bajó la mano—. Es la verdad.
Ty resopló mientras sacudía la cabeza.
—Vamos, Trin. Tráeme una bebida y podremos hablar —Clay ignoró a Ty,
y no se atrevió a acercarse a Jada. Era un imbécil, pero no era tan estúpido como
para burlarse de la sobrina del Duque—. Porque creo que realmente necesitamos
hablar.
—Prefiero saltar a esa fogata con un traje de poliéster puesto.
Ty se echó a reír.
—Creo que ahí tienes tu respuesta.
—¿Por qué tienes que ser así? —preguntó Clay, ignorando a Ty—. Mira,
solo estoy intentando suavizar la situación. Especialmente porque arruinaste las
cosas para mí.
Me puse rígida.
—¿Yo arruiné las cosas para ti? ¿Estás seguro de que no estás drogado?
—¿De qué está hablando? —preguntó Jada.
—Sí, se diría que no has hecho nada —Clay levantó los brazos, arqueando
la espalda y haciendo crujir su columna vertebral. Cuando terminó de ser su propio
quiropráctico, se agachó y colocó una mano en el brazo de mi silla y la otra detrás de
mí, en el cojín del respaldo. Alineó su cara con la mía—. ¿Vas a volver a arrojarme
por la ventana?
—¿Qué? —preguntó Jada.
—No —Los finos pelos de mi nuca se erizaron mientras me inclinaba hacia
delante, haciéndonos estar casi tan cerca como cuando nos besamos—. Voy a
patearte dentro de la fogata si no retrocedes.
—Sí —Me habló directamente al oído, para que sólo yo lo oyera—. Me
gustaría verte intentarlo.
Cada célula de mi cuerpo me exigía que pusiera todo el espacio
humanamente posible entre nosotros, porque estaba a un segundo de convertirlo en
una antorcha tiki Guardián.
—¿En serio? Porque estaré encantada de complacerte.
Clay sonrió de lado.
—Tengo una pregunta para ti —le dije—. Has visto Juego de Tronos, ¿verdad?
Un destello de confusión apareció en su rostro.
—¿Sí?
—¿Recuerdas al Rey Joffrey13? —Sonreí dulcemente—. Me recuerdas a él.
Jada sonaba como si se estuviera muriendo a mi lado.
La sonrisa demasiado encantadora vaciló. Pasó un largo momento mientras
Clay me miraba fijamente.
—Lo entiendo.
—¿Entiendes qué?
—A ti.
Alcé las cejas.
—¿Hay algún problema? —Misha estaba de repente allí, detrás de Clay—.
Porque recuerdo claramente la conversación que tuvimos tú y yo.
—Sí, la recuerdo —Clay volvió a sonreír mientras giraba. Miró a Misha y
luego le dio una palmadita en el hombro—. Uno de estos días.
Con eso, Clay se marchó, levantando los brazos y extendiéndolos mientras
echaba la cabeza hacia atrás y soltaba un rugido que definitivamente no era humano.
Mi mirada se desvió hacia donde estaban sentados Zayne y Dez. Ambos
parecían estar mirando hacia aquí, y mis hombros se hundieron. Por supuesto que
habían presenciado aquello.
—Es un imbécil —se quejó Misha, mirando a Clay por encima de su
hombro—. No puedo creer que tuvo el descaro de hablar contigo.
—Está bien, ¿qué en el mundo acaba de suceder? —preguntó Jada.
Respondí antes de que Misha pudiera hacerlo, dándoles un rápido resumen
sin el asunto de haberlo pateado a través de la ventana.
—Entonces, sí, estoy un poco sorprendida de que él siquiera me hablara.
Jada miraba en dirección a Clay.
—¿Y Thierry retrasó su Galardón?
Asentí.
—Bien.
—Eso es enorme —Ty se inclinó hacia delante—. No me malinterpreten.
Clay se lo merecía y más. Pero por mucho que me duela admitirlo, en realidad es un

13
Joffrey es descrito como un muchacho testarudo, con un temperamento incontrolable y una
marcada veta sádica. Parece tener poco sentido de lo que es correcto o incorrecto, culpando a otros
de sus errores. Es considerado un niño desobediente, imprudente, cruel y bastante infantil.
muy buen Guardián, en cuanto a habilidades. Es casi imposible derribarlo en clase.
Es rápido, y no sólo en su forma de Guardián.
—Bueno, él se lo buscó —Sofocando otro bostezo, le di mi batido a Jada
para que lo terminara—. Voy a regresar.
—¿Por qué? —La preocupación pellizcó sus rasgos—. ¿Es por Clay? Porque,
en serio, no dejes que te arruine la noche.
—No es por él. En realidad, estoy bastante cansada —dije, con la verdad.
Jada me miró como si no estuviera segura de si estaba diciendo la verdad,
pero lo dejó pasar.
—Está bien —dijo Misha—. Solo déjame decirle adiós a Alina…
—No. Quédate —Me estiré y le di una palmadita en la cabeza, bailando
ágilmente fuera del camino de su mano cuando se abalanzó sobre mí—. Solo voy a
volver a la casa. No necesito que me acompañes.
Misha vaciló.
—Te enviaré un mensaje de texto cuando llegué, ¿de acuerdo?
—Está bien —dijo después de un momento.
No perdí tiempo, porque si lo hacía, Misha cambiaría de opinión y dejaría a
Alina sentada junto al fuego. Al despedirme, rodeé el sofá y luego miré por encima
del hombro hacia las luces del jardín.
Dez y Zayne seguían allí, y rápidamente aparté la mirada.
Me dirigí hacia la casa. Menos mal que Misha no sabía de mi encuentro con
Zayne el día de ayer.
O lo que le había dicho a Zayne.
Todavía me estaba abofeteando por eso, pero si Misha lo supiera, estaría
aquí conmigo en lugar de pasar el rato con Alina y divertirse.
Pensé en lo que Clay me había dicho mientras seguía la acera de vuelta a la
casa. Había sido... raro.
Lo entiendo.
¿Qué demonios había querido decir?
La cosa era que no lo entendía.
¿Zayne había oído a Clay?
Suspiré. Probablemente. No es que eso fuera vergonzoso o...
—Hey.
El corazón me dio un vuelco al oír la voz de Zayne. Fue como si lo hubiera
conjurado desde las sombras. Me detuve y me di la vuelta, ignorando el modo en que
mi pulso empezó a latir con fuerza.
—No trataste de pegarme —Zayne se detuvo a unos metros de mí, bajo el
suave resplandor de una farola, con las manos en los bolsillos—. ¿Pasando página?
—Ja. Ja —refunfuñé—. Quizá esta vez me has llamado lo suficientemente
alto como para que te oiga.
—Quizás —Una pequeña sonrisa apareció—. Entonces, ¿qué estaba
pasando ahí atrás?
Sabía exactamente de qué estaba hablando, pero me hice la tonta.
—¿Qué quieres decir?
—Ese tipo —respondió—. Gritando para que le consiguieras una bebida o
algo así.
—Lo escuchaste —Suspiré.
—Creo que todo el estado de Virginia Occidental lo escuchó.
Negando con mi cabeza, levanté mis manos.
—No fue nada.
—No parece nada si te vas inmediatamente después de eso.
Bajé mis manos.
—Wow. Realmente estabas prestando atención.
—Si, lo hacía.
La sorpresa me robó la voz por un momento.
—¿Por qué?
—Porque te vi allí, así que estaba prestando atención.
—Ni siquiera me miraste hasta después de que Clay hiciera el ridículo.
Esa sonrisa fácil y burlona volvió mientras se mordía el labio inferior.
—Entonces, me estabas prestando atención también.
El calor salpicó mis mejillas.
—No, no lo estaba.
Se rio entre dientes mientras se ponía un mechón de cabello rubio detrás de
la oreja.
—Eres ridícula.
—¿Y molesta?
—Eso también —Miró a su izquierda y luego de nuevo a mí—. ¿Cuál es la
historia con este tipo Clay?
—Es solo... es solo un imbécil —Una brisa levantó las puntas de mi cabello.
Un extraño escalofrío recorrió mi columna vertebral. El viento se levantó y me tiró
el cabello sobre la cara. Di un paso atrás—. Necesito llegar a casa.
—Puedo acompañarte.
Había una voz que susurraba sí, una voz impulsada por una necesidad casi
desesperada de algo más que una atención pasajera, pero esa necesidad era
irresponsable y temeraria e interesante.
—Me dirijo en esa dirección, de todos modos —dijo, señalando hacia la casa
y al Gran Salón más allá—. No es gran cosa.
Exhalando suavemente, asentí.
—Bueno. Seguro. Lo que te venga bien —Zayne se rio entre dientes—. ¿Te
estás riendo de mí?
—Más o menos.
—Entonces revoco mi aceptación a tu oferta.
Me di la vuelta y comencé a caminar.
Zayne me alcanzó fácilmente.
—No. Sin devoluciones.
Luché contra mi sonrisa y gané.
Caminamos en silencio por un rato y luego Zayne preguntó:
—¿Cómo ha sido vivir aquí?
—¿Qué quieres decir?
—¿Han actuado otros Guardianes como Clay, o son amables contigo?
Lo miré.
—Casi todos ellos han aceptado que yo esté aquí, si eso es lo que quieres
decir. Clay es solo... Bueno, es un imbécil, pero crecí con muchos de los más jóvenes.
Incluso con Clay.
—¿Y fuiste educada junto a ellos? ¿Cómo fue eso?
—Estuvo bien, supongo. Aprendí sobre la Guerra Civil en una clase y sobre
las diferentes especies de demonios en la siguiente. Lo que significa que
probablemente tuve una experiencia educativa más interesante que la mayoría de los
humanos —dije.
Todas las comunidades contaban con sus propios colegios. Por supuesto,
eran mucho más pequeños que los colegios del mundo humano. Un edificio
albergaba a los alumnos de primaria a secundaria, y cada clase no solía tener más de
diez o quince estudiantes.
—¿Y tú? ¿Creciste en una de las comunidades?
—Nací en una en Virginia, a las afueras de Richmond, pero no recuerdo
nada de eso.
—¿Siempre has vivido en uno de los puestos de vigilancia, entonces? —
pregunté, refiriéndome a los lugares donde vivían los Guardianes entrenados que
patrullaban y cazaban demonios.
—Sí —respondió—. ¿Y nunca has vivido en otro lugar que no sea aquí y...
Nueva York?
Me sorprendió que lo recordara.
—Vine aquí cuando tenía ocho años, con mi mamá —Cruzamos la calle, en
dirección al muro de piedra más pequeño que separaba la casa principal de la
comunidad—. Es todo lo que he conocido.
Zayne estaba callado, y le eché una rápida mirada. Se concentró en el
camino poco iluminado, y luego su barbilla se inclinó en mi dirección.
Aparté la mirada y aspiré una bocanada de aire fresco nocturno con aroma
a pino.
—¿Cómo fue en el puesto de vigilancia?
—Nada como esto —respondió—. Crecí rodeado de Guardianes entrenados
y no alejado de... bueno, de todo. Pasé tanto tiempo en la ciudad como en el recinto.
Nunca hay tanta tranquilidad allí.
—Me lo puedo imaginar —murmuré, pero realmente no podía. No
recordaba mucho de la vida en el estado de Nueva York. Habíamos estado en un
suburbio a las afueras de Albany, nunca en un lugar como Washington, DC, o la
ciudad de Nueva York—. ¿Fuiste educado en casa?
—Sí. Mi padre trajo a alguien para que se encargara de mi educación, un
humano que no se asustara demasiado al estar rodeado de Guardianes.
—Eso tuvo que ser difícil, ser el único niño.
—No era el único niño —dijo, y mi curiosidad se despertó. Antes de que
pudiera cuestionar eso, agregó—: ¿Puedo preguntarte algo?
—Si dijera que no, probablemente me lo preguntarías de todos modos.
—No lo haría. No si lo dices en serio.
La autenticidad en su voz atrajo mi mirada hacia él. Realmente... le creía.
—¿Qué quieres saber?
—¿Cuántos años tienes?
Alcé una ceja.
—Tengo dieciocho años. ¿Cuántos años tienes tú?
—Veintiuno —respondió—. Cumpliré veintidós en unos meses. En
septiembre.
Crucé mis brazos sobre mi estómago mientras rodeábamos el muro de piedra
y nos acercábamos a la casa.
—Tienes dieciocho años y tu madre se ha ido, y siento mucho eso —agregó
esa última parte rápidamente—. Pero, ¿por qué sigues aquí?
Capítulo 8
Maldita sea, esa era una pregunta difícil de responder, porque no podía ser
honesta. Cuando llegamos a la casa, aún no tenía respuesta. Nos detuvimos al borde
de la luz del faro que iluminaba el porche delantero.
—¿Es porque no tienes adónde ir? —preguntó—. No quiero decir nada
grosero con eso. Me imagino que es difícil crecer aquí y luego salir a la calle, al
mundo.
—Pero quiero salir —En el momento en que lo dije, me maldije
mentalmente una y otra vez. Realmente necesitaba controlar mi boca.
Zayne inclinó su cuerpo hacia mí.
—Entonces, ¿por qué no lo haces?
—No es... No es tan simple —admití—. Quiero decir, no tengo ningún lugar
al cual ir. Como tú dijiste. Es difícil ser de aquí y salir. El Consejo de Educación
reconoce ahora nuestros diplomas, al igual que la mayoría de las universidades, pero
¿de dónde sacaría el dinero? La ayuda financiera sería complicada, porque los
Guardianes no tienen derecho a ella, y aunque no soy un Guardián, mi educación
sugiere que lo soy. Sería un lío, y todos aquí tienen mejores cosas que hacer que
ayudarme a resolverlo.
—Suena como si lo hubieras investigado.
Lo había hecho.
Mucho.
Y toda la búsqueda que había hecho era inútil, porque la universidad no
estaba prevista para mí. No había nacido para eso. Después de que mataran a mamá,
había investigado sobre las universidades, pensando que no había razón para no
poder ir al colegio y estar preparada para cuando me llamaran.
¿Pero cómo lo pagaría?
¿Pidiéndoles los fondos a Thierry y Matthew?
Ellos ya me lo habían proporcionado todo. No podía pedir eso también.
—Tengo otra pregunta —dijo.
—De acuerdo —suspiré, medio asustada de a dónde llevaría esto.
—¿Qué pasó con el Guardián que mató a tu madre?
La pregunta fue una sacudida para mi sistema, y me alejé de Zayne.
—No debería haberte contado sobre eso.
—¿Por qué?
—Porque no me gusta hablar o pensar en ello.
—Lo siento —dijo de inmediato—. No debería haberlo mencionado.
Respirando temblorosamente, me volví para subir los escalones y luego me
detuve, mirando a Zayne.
—El Guardián está muerto. No me habría quedado aquí si no lo estuviera.
—No me imagino que lo hubieras hecho —dijo en voz baja—. Lo siento,
Trinity.
El aire quedó atrapado en mi garganta. Ahí estaba de nuevo. La forma en
que dijo mi nombre. Un cálido escalofrío bailó sobre mi piel, y me hizo pensar en el
anhelo que había visto en la cara de Misha cuando vio a Alina. Ese escalofrío me
hizo pensar en las cálidas noches de verano, en piel contra piel.
El calor dentro de mí subió, rodando por mi garganta y sobre mi pecho,
empujando la amarga pena que siempre rodeaba los pensamientos de mi madre, y
supe que era el momento de irme.
Y eso fue lo que hice, sin decir una palabra, y sin mirar atrás.

El fantasma confundido había regresado de nuevo, estaba caminando por el


camino de entrada frente al Gran Salón, y ya era hora de hablar con el pobre hombre
y ayudarlo a seguir adelante.
—Esto me hace sentir incómodo —murmuró Misha, siguiéndome mientras
caminábamos por el camino pavimentado alrededor del Gran Salón.
Sonreí.
Jada también odiaba que la arrastrara a estas cosas. Sinceramente, Misha
debería haber estado en el Gran Salón para el Galardón junto con todos los demás,
pero, como de costumbre, estaba al servicio de la Trinidad14.
—Ni siquiera puedes verlos, así que no entiendo por qué te hace sentir tan
incómodo.
—Quizá no pueda verlos, pero sé que están ahí.
Misha agarró el borde de mi remera, tirando de mí hacia un costado antes
de que chocara con un pequeño abeto que no había visto.
—Gracias —murmuré, deteniéndome en la esquina del edificio. Había caído
la noche, y luces suaves brillaban desde la entrada del Gran Salón.

14
Juego de palabras con su nombre ¨Trinity¨, que significa: Trinidad.
El Fantasma se había detenido en los arbustos, con los brazos en alto y las
manos tirando de su cabello. Mi corazón se apretó con simpatía.
—¿Qué está haciendo? —susurró Misha.
—Enloqueciendo —dije.
Había suficiente luz en el edificio para ver hacia dónde iba. Empecé a salir,
pero me detuve y levanté la mirada hacia los amplios escalones.
Risas apagadas y vítores flotaron desde el vestíbulo, captando mi atención.
En los Galardones se pasaban buenos momentos. Bailando. Celebrando. En familia.
Eso era lo que se sentía. Una familia.
Miré a Misha. Él también estaba mirando el pasillo, y me pregunté si estaría
pensando en Alina.
—¿Alina está en el Galardón?
—Sí —respondió, y me di cuenta de que había sido una pregunta tonta.
Cualquier Guardián mayor de edad que no tuviera un joven al que vigilar estaba en
el Galardón.
Él también debería estar allí. No aquí afuera conmigo, arrastrándose en la
oscuridad mientras yo hablaba con fantasmas.
Mordisqueando la uña de mi pulgar, me enfrenté a él.
—¿Por qué no entras a ver qué pasa? Después de que haga avanzar al Amigo
Fantasma15, me uniré a ti.
La cara de Misha se ensombreció.
—¿Por qué querría entrar ahí sin ti?
—Porque es mejor que estar aquí conmigo mientras hablo con fantasmas.
—Prefiero estar aquí contigo, incluso con todo eso de los fantasmas.
Mis labios se curvaron.
—Eso es mentira.
—No lo es —contestó—. Además, no puedo dejarte sola cuando hablas con
un fantasma. Si alguien saliera y te viera, pensarían…
—¿Que hay algo mal conmigo? —dije.
—No iba a sugerir eso. Iba a decir que les parecería extraño y que
empezarían a hacer preguntas.
Volviendo al amigo fantasma, vi que aún estaba junto a los arbustos. Caminé
hacia él, con cuidado de mantenerme cerca de los setos. El fantasma no pareció oírme
aproximándome y, ahora que estaba más cerca, pude ver que su camiseta era del

Juego de palabras. En el inglés original hace referencia al programa de televisión: Dude, That's My
15

Ghost! que habla sobre un chico de 14 años y su mejor amigo.


color dorado y azul de los Mountaineers de la WVU16. También pude ver que algo
estaba mal en la camiseta.
La parte trasera de ésta estaba rota y manchada de un color más oscuro. Mi
corazón dio un pequeño salto, como siempre lo hacía cuando estaba tan cerca de un
fantasma o espíritu, sin importar cuántas veces hubiera visto uno.
Me aclaré la garganta.
—Hola.
El fantasma se disipó como el humo en el viento. Me quedé con la boca
abierta.
—Qué grosero.
Un momento después, empezó a tomar forma de nuevo, esta vez frente a
mí. Su cabeza y hombros se formaron primero, y luego el resto de su cuerpo apareció,
pero su cuerpo de la cintura para abajo era transparente.
—Mierda —jadeé, mis ojos abriéndose de par en par al ver al hombre
mientras escuchaba a Misha detenerse a unos metros detrás de mí.
El fantasma era joven, tal vez de unos veinte años, y su cara estaba desteñida
de todo color. Pero eso no fue lo que me revolvió el estómago con una punzada de
náuseas. La parte delantera de su camiseta estaba abierta, al igual que la carne más
allá, su estómago desgarrado en tiras irregulares.
Di un paso atrás.
No había podido ver todo eso cuando estaba en el techo. Tal vez me había
equivocado sobre el accidente de coche.
—¿Puedes verme? —preguntó el fantasma, precipitándose hacia mí... y
luego a través de mí.
Los mechones de cabello se apartaron de mi cara mientras un viento helado
me azotaba. Me estremecí y tragué con fuerza, odiando esa sensación.
— ¿Él... él acaba de atravesarte? —Misha parecía enfermo.
—Desafortunadamente —Me di la vuelta y encontré al fantasma mirándose
a sí mismo—. Oye, no vuelvas a hacer eso.
—Lo siento. No fue mi intención. No entiendo cómo sucedió eso —El
pánico se metió en la voz del hombre mientras volvía a acercarse a mí, pero se
detuvo—. ¿Puedes verme y hablar conmigo?
—Puedo —Miré hacia abajo, y vi que sus piernas se habían solidificado—.
¿Cuál es tu nombre?
—Wayne… Wayne Cohen. ¿Puedes ayudarme? Parece que no puedo
encontrar el camino a casa.

16
West Virginia University Mountaineers, es el nombre de los equipos deportivos de la Universidad de
Virginia Occidental.
Oh, Dios.
Comencé a mordisquearme la uña de nuevo mientras mi mirada se deslizaba
hacia abajo. Tenía que saber que estaba muerto.
—Puedo ayudarte, Wayne, y puedo ayudarte a llegar a casa, pero no al
hogar en el que estás pensando.
Las cejas oscuras de Wayne se arrugaron.
—No lo entiendo. Necesito llegar a casa...
—¿Sabes que estás muerto? —pregunté. Era mejor no alargarlo.
Misha hizo un ruido de asfixia detrás de mí.
—Vaya. Qué manera de ser gentil.
Lo ignoré.
—¿Te has... te has mirado?
—Lo he hecho, pero… —Colocó dos dedos contra el costado de su cuello
mientras miraba su cuerpo—. Estoy... No puedo estar muerto. Iba de regreso a mi
casa y entonces... —Dejó caer la mano, todavía mirando su pecho arruinado—. Iba
a pedir pizza. De Meat lovers and stuffed crust17.
Cuando la gente moría, solía preocuparse por las cosas más insulsas junto a
las más poderosas.
—¿Estoy... estoy realmente muerto?
—Definitivamente estás muerto —confirmé.
—No puedo creer que esté muerto —susurró.
—Lo siento —Y de verdad lo sentía, aunque nunca lo había visto antes. La
muerte rara vez era fácil de aceptar—. ¿Qué te pasó, Wayne?
—Yo no... Mi auto se descompuso. Una rueda pinchada —Se giró hacia
Misha—. ¿Puede verme también?
—No, no puede verte.
—¿Me está mirando? —murmuró Misha—. Por favor, dime que no me está
mirando.
Wayne ladeó la cabeza.
—Lo está, y puede oírte —le dije, disparando a Misha una mirada oscura
que gritaba cállate—. Wayne, ¿qué pasó con tu neumático pinchado? Aquello no le
hizo eso a tu... pecho.
—Oh, Dios —murmuró Misha—. ¿Qué aspecto tiene su pecho?
Wayne miró fijamente a Misha, sacudiendo lentamente la cabeza en señal
de confusión.

17
Es un tipo de pizza para amantes de la carne, con orilla rellena, de la cadena Pizza Hut.
—Estaba cambiando mi neumático y vino... Salió de la nada.
—¿Qué salió? —pregunté—. ¿Un puma?
—¿Hablas en serio? —exclamó Misha.
—Hay pumas por aquí —Me concentré en Wayne—. ¿Es eso lo que te
atrapó? ¿O tal vez un oso?
—¿Qué tan mal se ve? —preguntó Misha, curvando los labios.
No iba a responder a esa pregunta delante del pobre Wayne, pero era malo,
muy malo, y aunque Wayne ya debía saberlo, no quería confirmárselo. Era el tipo
de malo que seguro me daría pesadillas.
Había veces, sobre todo después de ver algo así, que sabía que Misha o Jada
me preguntarían por qué no me limitaba a ignorar a los muertos. Parecía que sería
más fácil hacerlo, pero eso no me salvaría de contemplar muertes tan atroces y
espantosas. Incluso hubo momentos en los que me hice esa pregunta, especialmente
después de ver a esa niña.
Pero no podía ignorar a estas personas.
Siempre, siempre estaba dispuesta a ayudar a los fantasmas y espíritus. Con
los años, me había vuelto muy inteligente sobre cómo tratar con ellos. Aunque sonara
a cliché, ser capaz de ayudarlos era... era algo especial. Y no era como si fuera a
poder verlos siempre. El tiempo no estaba de mi lado.
Así que no huía de lo que podía hacer.
No me escondía de ello.
—Era grande, pero no un gato grande. Estaba en dos pies —La mirada de
Wayne se desvió hacia mí—. Pero no era un oso.
Una oleada de piel de gallina me recorrió los brazos al comprobar de nuevo
su pecho.
—¿No era un animal?
—Estaba oscuro y pasó muy rápido, pero... Oh, Dios, ya sabes. Una vez vi
un programa sobre monstruos. Parecía un monstruo, como algo no real, y... tenía
alas. Alas enormes. Las oí. Las vi, aunque no pude ver nada más.
Se me erizó el vello por todo el cuerpo. Los monstruos no eran reales, no del
tipo en el que él pensaba, pero si no fue un oso o un león de montaña hambriento el
que le hizo esto, sólo había otra cosa.
Y no era un chupacabras.
O Pie Grande.
—Pensé que me había escapado. Es decir, por eso estoy aquí. Me escapé —
decía Wayne—. ¿Verdad?
Agité la cabeza.
—¿Dónde estabas cuando se te pinchó el neumático?
—Cerca de la vieja torre de bomberos. Tal vez a una milla de distancia.
Un escalofrío me recorrió. La torre de bomberos abandonada no estaba lejos
de aquí. Sólo a unos pocos kilómetros.
—¿Tienes familia?
—Yo... uh, sólo mi madre y un hermano —Su voz era ronca—. ¿Cómo
puedes verme si estoy muerto?
—Sólo puedo hacerlo.
Miró hacia el camino de entrada. Estaba demasiado oscuro para distinguir
su expresión. Creía saber lo que podía estar viendo.
—¿Hay una luz allí? —pregunté, esperanzada—. ¿Una luz blanca realmente
brillante que podría haberte seguido hasta aquí?
—Sí —Su risa se convirtió en un sollozo, y mi corazón se apretó una vez
más—. Hay una... hay una maldita luz ahí. Ha estado ahí desde que... desde que me
alejé de esa cosa.
—Eso es bueno. Sé que esto suena a cliché, pero tienes que ir hacia la luz —
dije, y por suerte Misha sabía que esta era la parte en la que realmente necesitaba
estar callado.
—¿En serio?
—Sí.
—No lo entiendo —Sus palabras se quebraron y me hicieron estremecer.
—Todo tendrá sentido para ti una vez que vayas a la luz. Y tienes que irte
—le dije—. No puedes quedarte aquí.
—¿Por qué no? —Su voz era un suave gemido.
Esa era una pregunta común.
—Porque tienes que seguir adelante ahora, hacia lo que te espera.
—¿Cómo sabes lo que me espera?
Otra pregunta común.
—No lo sé exactamente, pero sé que, si ves una luz, es algo bueno.
Ni una sola vez me había encontrado con un fantasma que no viera una luz,
aunque hubieran muerto mucho antes de que yo los viera. Esa luz los seguía como
un cachorro feliz.
Algunas personas estaban demasiado asustadas o confundidas para entrar
en ella. No podía culparlos por eso. Yo también estaría asustada.
¿Quién no lo estaría?
La muerte era la gran incógnita.
—¿Veré a mi padre? —Todavía estaba mirando hacia abajo por el oscuro
camino de entrada, hacia donde yo sabía que la luz le estaba esperando—. Murió
hace un año. Accidente de coche en la US5018.
Intentaba no mentir a los que pasaban, porque me parecía mal hacerlo.
—Ojalá pudiera decir que sí, pero honestamente no lo sé. Sólo sé que tu
lugar está en esa luz. No te va a hacer daño.
Wayne volvió a guardar silencio y luego dio un paso adelante, fue entonces
cuando me acerqué a él.
—De acuerdo —dijo—. Muy bien. Puedo hacer esto.
Llevando mi uña del pulgar a mi boca una vez más, entrecerré los ojos hasta
que su rostro se hizo más claro. Su imagen era ahora más fantasmal que otra cosa,
pero seguía viendo su expresión en el momento en que decidió ir hacia la luz.
Mis labios se separaron en una suave inhalación.
Sus ojos se abrieron de par en par, y luego la calidez se apoderó de sus rasgos
cuando la mirada de mil mañanas de Navidad acumuladas en una sola se instaló en
su expresión. Comenzó a caminar hacia adelante.
Le pregunté entonces lo que siempre preguntaba cuando veía que esa mirada
se instalaba en sus rostros.
—¿Qué ves?
Wayne no contestó.
Nunca lo hacían.
Incluso los espíritus que habían muerto y regresado no hablaban de lo que
habían visto. Supuse que había algún tipo de regla cósmica al respecto, como todas
las demás reglas estúpidas.
Sabía que la luz en la que Wayne estaba a punto de entrar lo enviaría arriba...
o abajo. El cielo o el infierno. Ambos eran reales, y por la expresión de su cara, tenía
la sensación de que estaba a punto de experimentar algo mágico y puro. Nunca había
visto a nadie asustado una vez que se decidía a entrar en la luz, y suponía que eso
significaba que todos los fantasmas a los que había ayudado estaban destinados al
Cielo.
Wayne dio un paso más y luego desapareció.
Solté un suspiro entrecortado, de repente con los ojos nublados. Siempre me
sentía así después de que alguien cruzara. Ni siquiera sabía por qué. Levantando una
mano, me metí un mechón de cabello detrás de las orejas.
—¿Se ha ido? —La voz de Misha era tranquila.
—Sí —Me aclaré la garganta y me volví lentamente hacia Misha, apartando
la tristeza persistente—. Necesitamos ver a Thierry de inmediato.

18
La ruta 50 – Carretera en EEUU.
—¿Qué? —La confusión llenó su tono—. ¿Por qué?
Di un paso hacia él.
—Porque ese hombre fue asesinado cerca de aquí... por un demonio de Nivel
Superior.
Capítulo 9
Los demonios de Nivel Superior podrían parecer humanos, justo como un
Guardián, y por extraño que pareciera, cuando ellos estaban en su forma natural,
lucían como uno, a excepción del tono grisáceo de la piel y los cuernos.
Eso era algo en lo que las representaciones acerca de los demonios estaban
mal.
Ellos no tenían cuernos.
Los Guardianes los tenían.
—Quédate aquí —ordenó Misha cuando nos detuvimos a las afueras de la
sala principal de banquetes, su atrio adornado con estatuas de gárgolas que no se
convertían en criaturas vivas de verdad. Estaban separadas por varios metros,
encaramadas a los lados de las paredes, con las alas desplegadas.
Misha se fue antes de que pudiera decir una palabra, deslizándose por las
puertas abiertas, y yo me quedé sola con las estatuas.
Miré a mi izquierda. La boca abierta de una de ellas mostraba sus colmillos,
que se encontraban a centímetros de mi cara.
Me asustaban.
Coloqué mi cabello sobre el hombro, me apresuré hacia las puertas abiertas
y eché un vistazo al pasillo iluminado.
Mis sentidos se alertaron en ese momento. Había mucha gente vestida con
los brillantes colores ceremoniales, amarillos impresionantes y azules brillantes. El
olor a carne asada me habría tentado a apresurarme, tomar un plato y ocultarme en
un rincón si no hubiera visto el pecho y el estómago de Wayne.
Al escudriñar la sala, no pude ver a Misha, pero supe que lo más probable
era que se dirigiera al estrado elevado, donde Thierry estaría sentado junto con Jada
y su madre, Aimee. Nuestros invitados se sentarían con ellos en una posición de
honor, y si yo hubiera decidido asistir esta noche, allí estaría también.
Ni siquiera sabía por qué no había ido. Me había sentido rara todo el día,
apenas había pasado por el entrenamiento con Misha, y había rechazado la oferta de
ir a comer con Jada y Ty después.
Pasé gran parte del día escondida en mi habitación con Peanut viendo al
Príncipe de Bel-Air.
Me agarré a los bordes de la puerta mientras mi mirada se arrastraba por las
docenas de mesas rectangulares, hacia el sonido de las estridentes risas masculinas.
Un director se encontraba en el centro de la sala, vestido con el traje
ceremonial de quien está a punto de aceptar el Galardón: pantalones blancos de lino
y una camisa sin mangas. Estaba demasiado lejos para ver quién era, y había al
menos veinte graduados en esta ronda.
Inquieta, cambié mi peso de un pie a otro. Lo que Wayne me había dicho
no podía esperar. Todos sabíamos que los Raver solían estar controlados por
demonios de Nivel Superior, y lo que Wayne había descrito...
—Estás ocultándote otra vez.
Salté al oír la voz de Zayne, y me di la vuelta. Dios mío, el tipo era más
silencioso que un fantasma cuando se movía. Estaba de pie a pocos metros de mí.
Lo primero en lo que me fijé fue en que llevaba el pelo recogido hacia atrás,
mostrando esos pómulos altos y anchos y la dura línea de su mandíbula. No estaba
segura de cómo me gustaba más. No es que debiera opinar, pero estaba pensando
que me gustaba más suelto.
Y estaba pensando que necesitaba controlarme.
La segunda cosa que noté fue que no estaba vestido como los otros
Guardianes que asistían al banquete. Iba vestido como de costumbre, con su jersey
negro y sus vaqueros.
¿No iba a asistir al banquete?
Levantó las cejas y me di cuenta de que lo había estado mirando como una
tonta.
Salí de mi estupor con una sacudida. Un mechón de cabello cayó sobre mi
mejilla.
—¿Me estás acosando? Por que empiezo a preguntármelo.
Sonrió.
—Sí. Cuando acoso a alguien, siempre le aviso de mi presencia.
—Podrías ser un acosador horrible.
—Podría serlo —Hizo una pausa mientras su pálida mirada me recorría. Mi
cabello estaba suelto y, sin siquiera tocarlo, sabía que podría haber sido la doble de
alguna chica en un vídeo musical de los 80. Según Peanut, al menos. Mi cabello se
anudaba con patética facilidad—. Podría ser tan malo acosando como tú lo eres
escondiéndote.
Crucé mis brazos.
—No me estoy escondiendo.
—¿Realmente vamos a tener esta discusión de nuevo? —Zayne se acercó,
bajando la barbilla mientras hablaba en voz baja—. Porque se ve exactamente como
si te estuvieras escondiendo de nuevo.
Estirando las puntas de mis pies, me encontré con su mirada.
—Si eso es lo que te parece que estoy haciendo, realmente no tienes grandes
habilidades de observación
—No sé sobre eso —Se enderezó. Su mirada se desvió sobre mi cabeza,
hacia la puerta abierta—. ¿No tienes permitido entrar allí? ¿Es por eso que te estás
escondiendo?
La pregunta me confundió, y eché un vistazo detrás de mí.
—No me estoy escondiendo, y sí, soy bienvenida a asistir a la ceremonia si
quiero —Me volví hacia él—. ¿Por qué no estás ahí? Eres un invitado del clan.
—No me gustan estas cosas —Sus dedos acariciaron mi mejilla, atrapando
el mechón de cabello y colocándolo detrás de mí oreja. Me sacudí sorprendida, no
había visto que moviera su mano. La retiró su mano, frunciendo el ceño—. No te
haré daño.
El calor se deslizó por mis mejillas.
—No, no lo harías, porque no te dejaría.
Una media sonrisa apareció, pero no alcanzó sus ojos.
—No creo que lo hicieras.
Sintiéndome extrañamente consciente de mí misma, desplegué mis brazos y
toqué los extremos enredados de mi cabello.
—¿Por qué el banquete no es tu tipo de cosa?
Levantó un hombro y lo dejó caer.
—Es aburrido.
—¿Y merodear por aquí no lo es?
Sus pálidos ojos se calentaron cuando se encontraron con los míos.
—No hay absolutamente nada aburrido aquí fuera.
Me sobresalté, sorprendida.
—¿Estás… coqueteando conmigo?
Se mordió el labio inferior, arrastrando los dientes sobre la carnosa piel
rosada mientras me miraba a través de unas gruesas pestañas.
—Nunca pensaría hacer tal cosa.
No tenía idea de si estaba siendo honesto o no. Los Guardianes no
coqueteaban con nadie más que con otros Guardianes. Bueno, con la excepción de
Clay, pero mira cómo había resultado eso.
Pero, ¿y si estaba coqueteando conmigo? ¿Y si me encontraba... atractiva? El
anhelo floreció dentro de mí. Como una flor que busca el sol y el agua, extendió sus
raíces profundamente. ¿Y si quería besarme?
Whoa.
Necesitaba frenar el ritmo. Me estaba dejando llevar en serio. Mis mejillas
se calentaron mientras me concentraba en una de las estatuas.
—¿En qué estás pensando? —preguntó Zayne.
Mis ojos se abrieron mientras mi mirada volvía a los suya. No había forma
de que él supiera cuáles eran mis pensamientos. Si lo hiciera, me desharía y moriría
aquí mismo.
Esa sonrisa suya creció.
—Tu cara está tan roja como un tomate en este momento —Y podía sentir
que se volvía más roja cada segundo—. Imagino que lo que sea que esté pasando por
tu cabeza es algo que me gustaría escuchar.
El aleteo en mi pecho tomó vuelo.
—No estoy pensando en nada.
—Uh-huh.
No parecía que me creyera para nada.
Necesitaba desesperadamente un cambio de tema.
—De todos modos, no me estoy escondiendo. Estoy esperando a Thierry.
—¿Para qué?
—Eso no es algo que pueda decirte —dije, repitiendo lo que me había dicho
aquel día en el centro de entrenamiento.
—Touché —murmuró—. Apuesto a que lo descubriré tarde o temprano.
—Apuesto a que no lo harás.
—Ya veremos —dijo. Su mirada pasó por encima de mí. Zayne inclinó la
cabeza.
Me giré por la cintura, encontrando a Misha.
—Zayne —El tono de Misha era plano.
Él sonrió levemente.
—Misha.
Fruncí el ceño.
Misha se volvió hacia mí.
—Thierry quiere que nos reunamos con él en la casa. Estará allí en unos
minutos.
—Está bien —Miré a Zayne, que nos observaba con curiosidad. Ese
estúpido, estúpido revoloteo se había trasladado a mi estómago.
—Te veo luego —dijo, y tuve la sensación de que lo haría.
Misha y yo llegamos a la casa antes que Thierry, y lo esperamos en su
oficina.
—Tenemos que hablar antes de que Thierry llegue aquí —anunció.
Me dejé caer en la silla acolchada, directamente frente al gran escritorio que
Thierry solía ocupar.
—¿Acerca de qué?
—Debes tener cuidado con él.
—¿Quién? —pregunté, a pesar de que tenía una muy buena idea de quién
estaba hablando.
—Zayne —ladró el nombre.
Cruzando mis brazos, levanté una ceja.
—Dos cosas.
Los ojos de Misha se entrecerraron mientras se apoyaba contra el escritorio
de Thierry.
—Primero, ya tuvimos esta conversación. No necesitas advertirme que tenga
cuidado con él. No es que seamos los mejores amigos o algo así. Se irá en un par de
día —Una extraña punzada de decepción iluminó mi pecho, y ni siquiera la entendí
remotamente, porque solo habíamos hablado un par de veces, y habíamos pasado la
mayor parte del tiempo insultándonos.
—Un par de días es demasiado.
—Bien, y esa afirmación me lleva a mi pregunta más importante de la noche.
¿Cuál es tu problema con él? Y no puede ser porque haya hablado con él —Hice una
pausa—. A menos que estés secretamente enamorado de mí y estés celoso.
La expresión de Misha se volvió suave.
—No lo conoces.
—Tú tampoco. Todo lo que has dicho es que es un mal tipo y que su clan no
confía en él, pero eso no tiene sentido. Si su clan no confiara en él, ¿por qué lo traerían
aquí?
Mirando hacia la puerta, Misha arrastró su mano por su cabello rojizo.
—¿No has notado algo extraño en él?
Había notado muchas cosas sobre él, pero me lo guardaría para mí.
—¿Quieres ser un poco más específico?
—Sus ojos —Misha dejó caer su mano—. Puede que no hayas estado lo
suficientemente cerca como para ver sus ojos.
—He visto sus ojos —Lo interrumpí y su mirada se agudizó—. Son un poco
diferentes.
—¿Un poco diferentes?
Fruncí el ceño.
—Son de un azul más claro.
—¿Y alguna vez has visto los ojos de un Guardián de ese color antes? —
preguntó—. Todos tenemos el mismo color de ojos, Trin. Así estamos hechos.
—Bueno. El hecho de que los ojos de Zayne sean diferentes es extraño, pero
¿cuál es el problema? ¿Ahora discriminamos a los Guardianes de ojos claros?
—No seas tonta —espetó—. No hay otro Guardián como él.
—No hay otro ser como yo —señalé.
—No es lo mismo. Ni de cerca —argumentó Misha—. Mira, sus ojos son
así porque él... Ha perdido una parte de su alma.
De todo lo que podría haber esperado que dijera Misha, eso no era parte de
la lista. Me incliné hacia delante, casi cayendo de la silla.
—¿Qué?
Misha miró hacia la puerta antes de continuar.
—No conozco los detalles, pero su clan crio a una niña que era mitad
Guardiana, mitad demonio.
—¿Qué? —grité en voz baja—. ¿Cómo no había escuchado sobre esto hasta
ahora?
Parpadeó.
—¿Por qué alguien te lo diría?
—Porque yo... está bien, no tengo una buena razón —cedí, e
inmediatamente recordé a Zayne diciendo que no era el único niño criado en su
recinto. ¿Había estado hablando de esta chica?—. Por favor, continúa.
—La niña era la hija de Lilith.
Contuve el aliento.
—¿Como la Lilith?
Misha asintió y yo parpadeé lentamente. Lilith era la madre de un montón
de demonios muy peligrosos, criaturas que podían tomar un alma con un toque. Se
llamaban los Lilin, y algo me resultaba vagamente familiar. Hacía varios meses,
había escuchado a Matthew y a Thierry hablar de esas criaturas. Había sido justo
cuando el padre de Zayne había muerto.
—No sé las circunstancias de cómo, pero perdió una parte de su alma —
continuó Misha.
Me dejé caer en la silla, sin tener idea de qué pensar.
—¿Estás diciendo que no tiene alma?
Sacudió la cabeza.
—No estoy diciendo eso, porque si así fuera, dudo que siguiera vivo. Su clan
lo habría eliminado.
Lo habrían matado.
Como a un animal rabioso.
Me estremecí mientras me agarraba a los brazos de la silla.
—Entonces, ¿qué estás diciendo, Misha?
—¿Por qué crees que no es el líder del clan? Era el hijo del último líder, estaba
preparado para tomar el mando, y no lo hizo.
Le había hecho esa pregunta y todavía me sentía como una mocosa
entrometida por hacerlo.
—Tal vez simplemente eligió no hacerlo.
Misha me miró como si fuera medio estúpida.
—Lo dudo. Es obvio que el clan no confía en él para ese tipo de funciones,
sobre todo porque sigue siendo amigo de esa chica demonio.
—¿La mitad demonio, mitad Guardián?
No podía entenderlo. Ni siquiera sabía que la inserción de la pestaña A en
la ranura B entre un Guardián y un demonio podía producir un hijo.
—La hija de Lilith —me corrigió—. Y se sabe que trabaja con demonios.
—¿En serio? —Me reí de lo absurdo de esa afirmación. No sólo porque era
una locura pensar que un Guardián hiciera eso, sino también porque un demonio no
se acercaría a un Guardián si pudiera elegir. Esta chica medio demonio, la hija de
Lilith, era obviamente la excepción, y eso era porque ella también era medio
Guardián—. ¿De dónde has escuchado estas tonterías?
—No soy el único que escucha cosas. Oí a Matthew y a Thierry hablar de
ello hace meses, al parecer cuando todo esto ocurrió. Y no son tonterías, Trin.
Empecé a mordisquearme la uña del pulgar.
—No parece que le falte una parte de su alma.
—¿Y cómo se ve uno cuando le falta una parte de su alma?
—¿Malvado? —sugerí—. Y Zayne no parece malvado.
Misha se encontró con mi mirada.
—¿No es ese el mayor logro del mal? A menudo se esconde en la inocencia.
Bueno, en cierto modo tenía razón.
No tenía ni idea de qué pensar sobre la advertencia de Misha. Tal vez le
faltaba una parte de su alma a Zayne. Tal vez no se podía confiar en él para ser el
líder del clan, y tal vez, lo más loco, había trabajado con demonios.
Misha tenía razón. El mal a menudo se camuflaba en la inocencia.
Debería tener cuidado con Zayne, sobre todo teniendo en cuenta los riesgos,
pero la verdad era que lo que Misha había compartido sólo me hacía sentir más
curiosidad por él.

Thierry apareció poco después, y no estaba solo.


Había traído a todo un equipo con él que no sólo incluía a Matthew, a quien no me
sorprendió ver. Fue el último que entró por la puerta el que me sorprendió.
Nicolai.
Miré a Misha con los ojos muy abiertos.
¿No le había dejado claro a Thierry lo que iba a suponer esta conversación?
Misha parecía tan confundido como yo.
—¿Puedes cerrar la puerta, Nicolai? —preguntó Thierry mientras cruzaba la
habitación y se sentaba detrás de su escritorio. Matthew se unió a él, de pie a su
derecha—. Misha me dijo que hay algo que necesitas compartir que no puede esperar
hasta después del banquete.
—Sí, pero... —me detuve cuando Nicolai se sentó en la silla a mi lado.
—No creo que Trinity conozca a Nicolai —intervino Matthew suavemente,
con su cabello rojo cayendo hacia adelante y rozando su frente.
—No, no nos conocemos —Nicolai sonrió en mi dirección—. Encantado de
conocerte.
—Lo mismo —Mi confusión se acercaba a niveles épicos mientras mi
mirada volvía a Thierry—. No entiendo...
—Está bien. Puedes hablar abiertamente delante de Nicolai —Thierry sonrió
levemente.
Las cejas de Misha se alzaron.
No tenía idea de lo que estaba pasando.
—Um, no estoy segura…
—Puedes hacerlo. Nicolai entiende que lo que escuche en esta habitación no
puede ir más allá.
Nicolai asintió con la cabeza.
—Por supuesto.
—¿Qué necesitas decirnos? —insistió Mathew.
Eché un vistazo a Misha, quien fruncía el ceño tan severamente que pensé
que su cara podría romperse.
—Vi... —Respiré profundamente cuando mi corazón comenzó a latir con
fuerza—. Vi a un fantasma afuera del Gran Salón esta noche.
La cabeza de Nicolai giró en mi dirección.
—¿Disculpa?
Miré a Thierry, sin saber qué decir.
—Trinity puede ver fantasmas y espíritus —explicó Thierry con bastante
calma, como si le estuviera diciendo a Nicolai que podía caminar hacia atrás
mientras acariciaba mi vientre y me frotaba la parte superior de la cabeza—. Eso es
todo.
Recibí el mensaje implícito ahí.
—¿Puedes?
Nicolai me miraba fijamente, y no necesitaba mirarlo para saberlo.
—Sí —Me hundí en mi silla, sintiéndome como un extraño insecto debajo
de un microscopio.
—Nunca he conocido a alguien que pueda hacer eso.
Sintiendo acerca de siete tipos diferentes de timidez, le di una sonrisa con
los labios cerrados.
—Sí, me imagino que no —murmuró Matthew.
Mis ojos abiertos de par en par se dirigieron hacia él, y me guiñó un ojo. No
tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero supe en un instante que algo pasaba, y
que algo grande había cambiado para que Thierry pasara de nadie debe saber nada a
revelar una de mis habilidades a Nicolai.
Mordisqueando la uña de mi pulgar, miré a Nicolai, y sí, seguía mirándome.
—Por favor, Trinity, continúa —instó Thierry.
Aparté mi mirada de Nicolai.
—El fantasma... ¿el hombre? Lo mató un demonio —dije—. Y no era un
demonio Raver.
La tensión entró en la habitación mientras Thierry decía:
—Cuéntanos todo.
Y lo hice, diciéndoles lo que Wayne había compartido conmigo.
—¿Cómo puedes estar segura de que fue un demonio y no un animal? —
preguntó Matthew—. Hay osos en estas montañas.
—El único animal que me imagino haciéndole eso sería un chupacabras, y
la última vez que lo comprobé, no eran reales.
—Chupacabras —repitió Nicolai, sacudiendo la cabeza.
Matthew se inclinó hacia delante y apoyó las manos sobre el escritorio.
—¿Hace cuánto tiempo pasó?
—No estoy segura. Estaba demasiado confundido para decírmelo, pero lo vi
por primera vez el día que llegaron —miré a Nicolai—. Y desapareció antes de que
pudiera hablar con él, pero no creo que haya pasado tanto tiempo. Quizás unos días.
—El tiempo suficiente para que un demonio haya descubierto la comunidad
—Matthew miró a Thierry.
—Y la torre de bomberos abandonada está a pocos kilómetros de aquí — les
recordó Misha—. Pero esto podría haber sucedido cuando los Raver estuvieron aquí.
Nicolai no parecía sorprendido en absoluto por la mención de los Raver, así
que o bien Thierry le había puesto al corriente o bien Zayne lo había hecho.
—¿Es posible que este hombre haya estado muerto desde hace bastante
tiempo? —preguntó Thierry.
—No soy una patóloga forense ni juego a serlo en televisión, así que no
puedo decirte la hora de la muerte. Pudo ocurrir antes de los Raver o después —les
dije.
—Enviaremos un equipo hoy para explorar el área —Thierry comenzó a
levantarse—. No quiero que ninguno de los dos hable de esto con nadie, ni siquiera
con Jada. ¿Me entienden? No quiero alarmar a nadie.
—Entendido —dijo Misha, y yo asentí.
Nos dejaron ir después de eso, y subí a mi dormitorio. Misha me siguió, y
tan pronto como abrí la puerta, supe que algo estaba mal.
La habitación era una nevera.
Recorrí la habitación y vi las cortinas ondeando sobre el diván de color
crema.
—Peanut —me quejé, corriendo hacia la ventana.
Apartando las cortinas, cerré la ventana y luego me volví hacia Misha.
—Ese fantasma es realmente raro.
—No tan raro como lo que acaba de pasar abajo. No puedo creer que Thierry
me haya hecho hablar delante de Nicolai —Me acerqué a mi cama y me dejé caer—
. Algo está sucediendo, Misha.
—Normalmente te diría que estás siendo paranoica, pero tienes razón —Se
apoyó contra la puerta—. Eso fue muy raro.
—Sí, lo fue —Lo miré mientras frotaba mis palmas sobre mis muslos—.
Saber que puedo ver fantasmas y espíritus no es gran cosa, pero...
—Pero saber eso es un paso más cerca de descubrir lo que eres.

No podía dormir
Probablemente porque eran solo las once de la noche y normalmente ni
siquiera pensaba en meterme en la cama hasta la medianoche, pero me sentía... rara.
De nuevo.
Inquieta. Ansiosa. Irritada.
Ni siquiera sabía por qué estaba irritada, pero lo estaba.
Ni siquiera había aceptado la oferta de Misha de bajar a la Fosa. Me
sorprendió saber que había gente allí, pero ¿quizás el Galardón había terminado antes
de tiempo? ¿Quién lo sabía? Lo único que sabía era que Misha quería ir a la Fosa
porque probablemente Alina también estaría allí, así que aquí estaba, sintiéndome...
Ansiosa.
Inquieta.
Nerviosa.
Irritada.
Expectante.
No entendía esto último, ni nada de eso, pero así era como me sentía, como
si estuviera esperando que algo sucediera. Como si todo estuviera a punto de
cambiar.
O que algo había cambiado.
Tumbada en la cama, miré las estrellas que brillaban suavemente mientras
levantaba una pierna. El corazón me latía demasiado rápido, como si estuviera en
medio de una sesión de entrenamiento con Misha, pero lo único que había hecho
durante la última hora era estar tumbada. Antes de eso había ido a buscar a Peanut,
pero supuse que estaba en el Gran Salón espiando a Zayne.
Zayne.
Ugh.
Me pasé las manos por la cara y arrastré las palmas hacia abajo.
¿Había estado coqueteando conmigo? ¿Realmente?
No es que importara. Cuando se marchara, se habría ido, y se iría pronto.
La ceremonia final era en tres días.
Y había cosas mucho más importantes en las que pensar.
Me puse de lado, con los ojos bien abiertos. Mil cosas diferentes daban
vueltas en mi cabeza. Me preocupaba qué había matado a Wayne y si el grupo que
había salido a explorar encontraría algo. No percibía ningún demonio, pero eso sólo
significaba que no había ninguno cerca de los muros.
No podía dejar de pensar en cómo Thierry y Matthew habían metido a
Nicolai en esa reunión, haciéndole saber lo que yo podía ver, lo que era más que
extraño.
Y sí, también me preguntaba si a Zayne realmente le faltaba una parte de su
alma.
No iba a dormir pronto.
Nop.
Me incorporé, saqué las piernas de la cama y encendí la lámpara de la
mesilla. Parpadeé hasta que mis ojos se ajustaron y me levanté. Tomé un par de
leggings y me los puse, junto con un sujetador deportivo, antes de agarrar una prenda
térmica que le había robado a Misha hacía tiempo. Era holgada, casi como una
túnica, y me encantaba porque era acogedora y olía a clavo de olor sin importar
cuántas veces la lavara.
Salí del dormitorio y me dirigí a la planta baja. Al pasar por delante del
despacho de Thierry, vi una tenue luz que se filtraba por debajo de las puertas dobles
con paneles. Había voces. La de Matthew. La de Thierry. También una tercera voz,
pero no pude distinguir lo que decían.
Más reuniones a puerta cerrada.
Si Peanut estuviera por aquí, lo enviaría dentro para que espiara por mí, algo
que le encantaría hacer. Decía que le hacía sentir como Davey Osborne, y yo no tenía
ni idea de quién era. Suponía que era algo relacionado con los años 80, pero tenía
tanta curiosidad por las visitas que lo único que hacía era pasar el rato en el Gran
Salón.
Agachando la barbilla, salí por la puerta trasera y crucé el patio, siguiendo
el desgastado camino que no necesitaba ver para caminar, ya que había recorrido
esta ruta cientos de veces. Me tapé las manos con las mangas largas y crucé los brazos
contra el todavía frío aire nocturno al llegar al muro de piedra, más pequeño que el
que rodeaba toda la comunidad. Este muro rodeaba uno de los parques más grandes
y arbolados.
Al final del muro de piedra estaba la Fosa.
Me dirigí a la apertura de la Fosa. El aroma de la leña quemada me rodeaba.
Las risas y el murmullo de las conversaciones se mezclaban con el suave silencio de
la música.
Me detuve en la entrada, observando el baile de las llamas contra el cielo
nocturno.
¿Qué estaba haciendo?
¿Estaba a punto de meterme entre Misha y Alina?
Si lo hacía, se centraría en mí en lugar de en Alina. En lugar de disfrutar.
¿Y si Misha no hubiera querido ser vinculado a mí?
En el momento en que ese pensamiento entró en mi cabeza, quise restregarlo
con un cepillo de alambre. Ninguno de los dos tuvo elección, ni yo desde que nací ni
Misha desde que me conoció. Misha había dicho que era un honor, y yo le creía,
pero que algo fuera un honor no significaba que fuera algo que alguien quisiera.
Con el estómago revuelto, giré y volví a la casa. Tal vez Thierry y Matthew
habrían terminado en su oficina y podría molestarlos.
Tal vez me metiera en la cama y me obligara a dormir. Eso sonaba muy
divertido.
A mitad de camino desde la Fosa, me detuve y miré al cielo. Era una noche
bastante clara. Pude ver cuatro tenues centelleos. Estrellas. Cerré mi ojo derecho.
Corrección. Pude ver tres débiles centelleos. Probablemente había más. Todo el cielo
estaba probablemente lleno de estrellas, y tal vez si miraba lo suficiente...
Oí pasos detrás de mí, y en lugar de abalanzarme como había hecho varias
noches antes, empecé a girar.
El dolor estalló a lo largo de la parte posterior de mi cabeza, bajando por mi
columna vertebral, cortocircuitando mis sentidos, aturdiéndome.
Y entonces caí.
Capítulo 10
Mis rodillas crujieron sobre el pavimento mientras mis palmas raspaban la
superficie áspera.
Respira.
Eso es lo que me dije mientras me obligaba a mantener los ojos abiertos, con
el dolor agudo y palpitante y las náuseas casi abrumándome.
Respira a pesar de todo. No te desmayes. Respira.
Mi visión se estrechó más de lo normal, y me esforcé por no ceder ante la
oscuridad que me invadía y el dolor palpitante.
Un brazo me rodeó la cintura, un soplo de aire se agitó a mi alrededor y me
levantó del suelo. En el fondo de mi mente, sabía... sabía qué era lo que me había
agarrado. No percibía a un demonio, y ningún humano podría levantarme así.
Guardián.
Los recuerdos de hace un año afloraron. Los grandes ojos marrones de
mamá, llenos de horror, al darse cuenta de lo que estaba a punto de suceder. Nos
habían pillado con la guardia baja, nos habían traicionado.
No. De ninguna manera.
Esto no iba a suceder de nuevo.
Un rayo de miedo me atravesó como un disparo, poniendo en marcha años
de entrenamiento y haciéndome superar el pánico y el dolor. Dejé caer un pie al suelo
y giré el otro hacia atrás, conectando mi pie con la pantorrilla de mi atacante.
Recibí un gruñido de dolor, y el brazo se aflojó a mi alrededor. Me quedé
inerte en su agarre, y mi repentino peso muerto le hizo tropezar. Me dejó caer y me
golpeé contra el suelo, haciendo sonar mis dientes. Volví a resistir, a pesar del dolor
de cabeza y la confusión. Rodé y me levanté de un salto, dando la vuelta.
Y vi una máscara, una de esas máscaras blancas de muñeca de plástico con
las mejillas pintadas de rojo y una amplia sonrisa rosa.
—Eso es motivo de terapia.
Di un paso atrás, temblando.
El Guardián estaba en su forma humana. Me di cuenta, porque empezó a
cambiar de forma mientras me atacaba. Su camisa oscura se rasgó a lo largo de los
hombros mientras sus alas se desplegaban, revelando una piel gris oscura.
Esto era malo, muy malo. Aunque tuviera mis dagas, que no las tenía, me
esperaba un combate totalmente distinto cuando su piel se endureciera.
Hice una maniobra hacia la izquierda mientras él me agarraba. Girando, me
doblé por la cintura y le di una patada. Mi pie conectó con un lado de su cara,
haciendo retroceder su cabeza y rompiendo la máscara de plástico. Empezó a
resbalar, pero no pude ver nada más que sombras bajo la máscara.
Retrocedió un paso y luego salió disparado. Era muy fuerte y muy rápido,
viniendo de la periferia en mi punto ciego. Salté hacia atrás cuando su mano se
movió, formando unas afiladas garras. El Guardián atrapó la manga de mi camisa.
La ropa se rasgó, y entonces un dolor ardiente me encendió el hombro.
Un calor húmedo me recorrió el brazo mientras salía de su agarre, lo que me
hizo sentir un rayo de terror puro y crudo. El miedo no provenía de la herida ni del
hecho de que un Guardián me persiguiera, sino a causa de la sangre.
Mi sangre.
Su aroma llenó el aire y se elevó con el viento, un aroma metálico y dulce
que no podía ocultarse.
Los atraería, y ese conocimiento desencadenó la cosa que descansaba dentro
de mí, un poder que me habían enseñado a mantener bajo control desde que nací, a
mantenerlo oculto hasta el momento en que mi padre lo desatara... me desatara.
—No —susurré, aunque era inútil. Se había desencadenado, y no había
forma de detenerlo.
El calor se encendió en mi pecho, el poder y el calor de mil soles. Corrió por
mis venas como una tormenta y un rayo caliente.
Mi gracia19 salió a la superficie, haciéndose cargo incluso mientras luchaba
contra ella, incluso mientras intentaba pensar en el invierno, en las mañanas frías y
la lluvia helada. Fue inútil.
Lo sentí.
El calor recorrió mi brazo y la luz blanca llenó las esquinas de mis ojos.
—Deberías correr.
El Guardián no me escuchó.
Un fuego blanco brotó de mi brazo y estalló en mi mano, saliendo disparado
en una llama ardiente mientras mis dedos se enroscaban alrededor de la empuñadura
caliente que ya se estaba formando contra mi palma. El peso de la espada era muy
fuerte, y me resultaba muy familiar, aunque sólo la había utilizado una vez. El fuego
brotó de los afilados bordes mientras el aire crepitaba y silbaba.
La alas de él se desplegaron cuando levanté la espada en alto. Las llamas se
arquearon cuando la hice descender, alcanzando al Guardián en el hombro. La piel
de un Guardián era casi impenetrable.
Casi.
La espada se clavó en él como un cuchillo caliente que se desliza por la
mantequilla, quemando la piel y la sangre antes de que pudiera derramarse en el aire,

19
La gracia es el poder angelical de Trinity.
partiéndolo por la mitad mientras el fuego justiciero lo atravesaba, consumiendo
cada centímetro del Guardián antes de que siquiera pudiera gritar.
En cuestión de segundos, no quedaba nada del Guardián más que un
montón de cenizas, iluminadas por la espada que escupía y ardía. Sólo quedaba la
máscara medio derretida.
La gracia retrocedió y la espada se desplomó sobre sí misma, convirtiéndose
en volutas de humo y una fina polvareda de luz dorada que se evaporó con el viento.
Un fino chorro de sangre brotó de mi nariz.
Lentamente, me agaché y recogí la máscara arruinada. En cuanto mis dedos
la tocaron, el plástico se deshizo, uniéndose al polvo del suelo.
—Ups —susurré, y me enderecé.
Respirando con fuerza, me estremecí y di un paso atrás. La sangre... corría
por mi brazo izquierdo, goteando de las puntas de mis dedos, golpeando la acera.
Esto era malo, muy malo.
Necesitaba llegar a Thierry, inmediatamente. Había que limpiar este
desastre antes de que fuera demasiado tarde. Esa era la prioridad, más importante
que tratar de averiguar por qué un Guardián había intentado matarme de nuevo.
Me di la vuelta y eché a correr, más rápido de lo que había corrido nunca, y
no bajé el ritmo, aunque cada paso hacía que sintiera el martilleo en mi cabeza como
si un tamborilero se hubiera instalado en mi cráneo. No bajé el ritmo ni me rendí
ante la oscuridad que me perseguía. Si me desmayaba y no llegaba hasta Thierry, y
seguía sangrando, ellos vendrían.
Especialmente si lo que había matado a Wayne todavía estaba cerca.
Vendrían en masa.
Llegué al borde del muro que rodeaba mi casa y giré a la derecha.
Me golpeé contra algo cálido y duro, algo que olía a... menta invernal.
Zayne.
Me desplacé hacia atrás, perdiendo el equilibrio.
—¿Qué demonios? —exclamó Zayne, agarrando mi brazo, el brazo herido.
Solté un grito agudo, tragándomelo mientras el dolor se agudizaba—. ¿Trinity?
Tiró de mí hacia delante tan rápido que no hubo forma de detenerme. Reboté
en su pecho y no llegué muy lejos. Me agarró el otro brazo, estabilizándome. El
aroma a la menta invernal se impuso sobre el olor metálico de mi propia sangre. Mi
mirada salvaje se posó en su rostro, pero estaba demasiado oscuro aquí atrás para
verlo.
—Mierda —susurré, sintiendo náuseas—. Eres como una pared, una pared
cálida y dura.
—¿Una pared cálida y dura? Espera —La preocupación llenó su voz
mientras sus manos se movían sobre mí—. Estás sangrando. Diablos. Estás
sangrando mucho.
Fui vagamente consciente de que su tacto se suavizaba mientras los latidos
de mi corazón aumentaban.
—Más o menos.
—¿Mas o menos? ¿Qué te pasó? —Zayne siguió sujetando uno de mis
brazos, y la ira se unió a la preocupación, agudizando su tono al hablar—. ¿Quién te
hizo esto?
Comencé a responder, pero me detuve.
—Yo... no sé.
—¿No lo sabes?
—No —Me tragué la bilis subiendo a mi garganta. Dios, iba a vomitar. O a
desmayarme. Tal vez ambas cosas—. Necesito... Necesito ver a Thierry.
—Creo que necesitas un médico.
Una mano me tocó la mejilla, y volvió a producirse la extraña sacudida, la
sensación de estar alerta. Me sobresalté ante el contacto.
—Lo siento —respondió bruscamente—. No pasa nada. Todo está bien.
No estaba segura de eso.
—Nicolai —gritó, y mi estómago se hundió.
No estaba solo.
Excelente.
¿Cómo les explicaría todo esto?
—Tenemos un problema.
—No hay problema —murmuré, consciente de que el líder del clan de DC
se unía a nosotros.
—¿Qué diablos pasó? —exigió Nicolai.
—Tuve un accidente —dije.
—¿Con una motosierra? —preguntó Zayne—. ¿Estás herida en otro lugar?
—Estoy bien —Me alejé de su toque. Mis piernas... se sentían raras—. Sólo
necesito llegar a la casa. Matthew es... Él puede ayudarme.
—Trinity…
—Necesito ver... —El mundo se tambaleó un poco—. Whoa.
—¿Whoa qué? —La mano estaba de nuevo en mi mejilla, los dedos se
extendían y se deslizaban por el lado de mi cuello, a través de mi cabello. A pesar de
que me sentía como si fuera a vomitar, me estremecí en respuesta al lento
deslizamiento de su piel sobre la mía—. Tu cabeza también está sangrando.
¿Lo estaba?
No debería sorprenderme. El Guardián trató de romperme el cráneo.
—Solo necesito...
—No creo que esté bien —dijo Nicolai, con voz urgente.
Zayne se acercó a mí y el calor de su cuerpo me atrajo. La extraña sensación
en mis piernas aumentó, y la poca luz que podía ver se apagó. Creo que gritó mi
nombre.
Lo siguiente que supe es que ya no estaba de pie. Estaba... Me llevaban en
brazos. Mi mejilla estaba apoyada contra el pecho de Zayne.
Oh, ¿qué demonios?
—Bájame —dije, intentando levantar la cabeza, pero la sentía rara. Como si
pesara una tonelada.
—Oh, no te voy a bajar —Sus pasos eran largos y rápidos—. Te acabas de
desmayar y realmente no quiero volver a atraparte.
La confusión me inundó.
—Yo... no me desmayé.
—¿De verdad vas a discutir conmigo cuando acabas de caer como un saco
de papas?
¿Saco de papas?
Eso era... halagador.
—Nunca me he desmayado en toda mi vida.
—Bueno, hay una primera vez para todo.
Traté de ver dónde estábamos, pero no había suficientes luces.
—¿Dónde estamos? ¿Dónde está Nicolai?
—Se adelantó a buscar a Thierry. No tengo ni idea de dónde hay un hospital
en este lugar. Si lo supiera, ahí es donde estaría tu trasero.
Apretando los ojos, intenté no pensar en el hecho de que me llevaba Zayne,
que no sólo era el tipo más atractivo que había visto nunca, sino también...
—Tú... hueles.
—¿Qué? —Jadeé con los dientes apretados, y abrí los ojos de golpe. Ahora
estábamos bajo las luces, los focos, y Zayne me miraba fijamente mientras
avanzaba—. ¿Me estoy desangrando hasta la muerte y te tomas el tiempo de decirme
que huelo?
—¿Pensé que estabas bien? —dijo.
—No... no huelo.
—Lo haces —Sonaba confundido—. Hueles a... helado.
Parpadeé, pensando que el golpe en la cabeza me había estropeado el oído.
—¿Qué?
—Lo haces —Una risa corta e insegura sacudió a Zayne—. Ni siquiera sabía
que tuvieses un olor, pero lo tienes. Vainilla y azúcar — continuó, y no podía decir
si hablaba en serio o no.
—No huelo a helado —me quejé—. Y ponme…
—¡Trinity! —Thierry rugió mi nombre con tanta fuerza que estaba segura de
que el cielo le había oído, y entonces estaba allí, junto a nosotros. Me tocó la
mejilla—. Santo Dios, tráela adentro ahora.
Zayne no necesitó que se lo dijeran dos veces. Subió los escalones y
atravesamos la puerta abierta, entrando en la casa bien iluminada. Pude ver
brevemente a Matthew. Se apresuraba a avanzar con su bolsa de medicamentos, que
esperaba que fueran muy, muy fuertes.
—¿Fue Clay? —preguntó Thierry.
Zayne se tensó.
—¿Quién demonios es Clay?
Mi corazón dio un salto en el pecho.
¿Habría hecho esto por el hecho de que le pateé a través de una ventana?
Pensé en lo que había dicho en la hoguera.
Uno de estos días.
Eso fue una especie de advertencia.
—Yo... no lo sé —No estaba segura de cuánto podía responder frente a
Zayne, y no tenía idea de dónde estaba Nicolai—. No vi quién era, pero él no... —
me interrumpí, buscando la mirada de Thierry, deseando que entendiera lo que no
podía decir.
Hubo un leve ensanchamiento de sus ojos, y supe que Thierry lo entendía.
—Oh, Trinity —susurró—. ¿Dónde sucedió esto?
Le dije dónde y luego susurré—: Lo siento.
—¿Qué te dije antes? —dijo, tocando mi frente.
—No sé —susurré—. Me has dicho muchas cosas.
La risa de Thierry fue ronca.
—Te lo volveré a preguntar más tarde, la próxima vez que te disculpes por
lo que no puedes evitar.
Entonces Matthew estaba allí, apartando a Thierry. Su mirada me recorrió
y se detuvo en el brazo pegado al pecho de Zayne.
—¿En qué te has metido esta vez, Trin?
—Un pequeño problema.
Las comisuras de los labios de Matthew se curvaron.
—Los pequeños problemas te encuentran, ¿no?
—Siempre —susurré.
—¿Puedes ayudarla? —interrumpió Zayne, y mi mirada se movió hacia él.
Miré hacia arriba y no pude... no pude mirar hacia otro lado. Me estaba mirando
fijamente, la fuerte línea de su mandíbula estaba tensa—. Porque realmente creo que
se está desangrando encima de mí.
Empecé a fruncir el ceño. No era necesario que sonara tan... molesto al
respecto.
—No te pedí que me cargaras.
—¿Debería haberte dejado afuera, tirada en el suelo?
—Sí —dije, desafiante—. Y no estaba tirada en el suelo. Casi me tiras al
suelo.
—Chocaste conmigo.
—¡Porque te estabas escondiendo detrás de una pared!
—Ya sabes que no soy yo quien se esconde detrás de las cosas —El rostro
de Zayne estaba perplejo—. Entonces, ¿preferirías que te hubiera dejado allí?
—Es mejor a que te quejes por que sangré encima de ti.
—Eres tan… molesta.
Le devolví la mirada.
—Espero haber manchado tu ropa.
Sus labios se torcieron mientras sus ojos fríos se calentaban.
—Estoy seguro de que sí.
—Perfecto —murmuré.
—Bueno, puedo ver que no está a las puertas de la muerte si está discutiendo.
Llévala a la cocina —ordenó Matthew—. Es más fácil limpiar allí.
Zayne siguió a Matthew por el pasillo, y yo todavía... Todavía lo miraba
fijamente. Y él... él seguía mirándome fijamente. No tenía idea de cómo no se había
estrellado contra la pared o algo así.
—¿Dónde está Misha? —preguntó Thierry desde algún lugar detrás de
Zayne.
Zayne parpadeó y su mirada se alzó.
—Está... está ocupado —dije.
—Eso es inaceptable —bramó Thierry.
Finalmente aparté mi mirada de Zayne.
—No es su culpa...
—Se supone que debe estar contigo —rugió Thierry, haciendo que me
sacudiera—. Tiene un trabajo —Lanzó su mano al aire —. ¡Uno! Eso es todo.
Los brazos de Zayne se apretaron.
—¿Quizás puedas tranquilizarte un poco?
La cabeza del Duque giró hacia él.
—¿Disculpa?
—No creo que gritar esté ayudando a Trinity en este momento —Zayne
sostuvo la mirada incrédula del Duque, y decidí en ese momento que no era tan
irritante como pensaba anteriormente—. La tienes revolviéndose como un pez
moribundo.
Bueno. Seguía siendo jodidamente irritante.
Matthew estaba de repente en mi línea de visión, empujando dos sillas fuera
del camino.
—Zayne tiene razón, Thierry. Hay tiempo para gritar más tarde. Colócala
aquí.
—¿En el piso? —Zayne vaciló—. Una cama o al menos un sofá sería más
cómodo.
—Lo sería, pero la necesito en el piso —razonó Matthew—. Ahora.
—Está bien. El piso está bien —dije, mis ojos pegados a la bolsa de
medicamentos en la silla.
Por un momento pensé que Zayne no iba a escuchar, pero entonces se
arrodilló. Me colocó cuidadosamente sobre lo que parecía una manta. Esperaba que
se retirara en ese momento, pero no lo hizo. La sorpresa me recorrió mientras
permanecía arrodillado a mi lado.
—Bueno. Voy a tratar de no lastimarte, Trin —dijo Matthew, pero yo volvía
a mirar la cara de Zayne—. Solo necesito revisar tu brazo y luego...
—Su cabeza —respondió Zayne por mí, y entonces caí en esos ojos azul
pálido. Eran insondables, y... de repente me recordaron los ojos de otra persona. No
podía entender de quién, pero me di cuenta de que había visto ojos como los suyos
antes. O era la pérdida de sangre la que me hacía pensar eso—. Su cabeza está
sangrando, y también su nariz.
—Gracias —Los dedos de Matthew fueron suaves y rápidos, despegando la
manga arruinada—. Oh, cariño. Esto va a necesitar puntos de sutura.
La mirada de Zayne se levantó de la mía.
—Dios. Ella ha sido... ha sido arañada —Un músculo se le desencajó a lo
largo de la mandíbula mientras miraba hacia donde Thierry estaba de pie junto a mi
cabeza—. ¿Por qué la habrían arañado aquí?
—Llama a Misha —ordenó Thierry a alguien que no podía ver—. Descubre
qué demonios lo tiene tan ocupado. Necesito que alguien encuentre a Clay y se
asegure de que todavía esté... aquí. Y que un equipo salga, por el parque, para limpiar
la sangre ahora.
—¿Clay? —exigió Zayne nuevamente, estrechando su mirada en la mía—.
¿Era ese Guardián de la Fosa que te hizo pasar un mal rato?
No respondí
—Si fue él, ya no es asunto de nadie —comentó Matthew tranquilamente.
Zayne no respondió a eso, porque creo que sabía lo que significaba. Si había
sido Clay, estaba más que muerto. Matthew deslizó sus dedos bajo mi cabeza y
tanteó. Hice una mueca de dolor y cerré los ojos cuando el dolor se disparó.
—Y tú. Necesito tu ropa, ahora —ordenó Thierry.
—¿Qué? —exclamó Zayne.
—Realmente no quiero repetirlo. Necesito que te quites la ropa ahora. Debe
ser destruida.
Oh, wow.
Abrí los ojos, porque si él iba a desvestirse, yo iba a ser igual que Peanut. Sin
ninguna pena. Si moría por la pérdida de sangre, al menos moriría consiguiendo ver
lo que fuera que hubiera debajo de esa camisa.
Era una persona horrible.
—¿Por qué mi ropa necesita ser destruida? —preguntó Zayne.
—Haz lo que te dijo —interrumpió Nicolai, y wow, había olvidado que
estaba aquí para presenciar todo esto—. Estoy seguro de que te proporcionará algo
para ponerte y algunas respuestas.
Sabía que no iba a obtener las respuestas que buscaba.
—No noto nada demasiado preocupante en tus heridas, pero voy a tener que
coser este brazo —Matthew volvió a bajar mi cabeza y buscó su bolsa—. Voy a darte
algo que te dejará inconsciente, ¿de acuerdo? No necesitas estar despierta para esto.
—Está bien —Miré fijamente a Zayne, porque realmente no quería ver esa
aguja. En absoluto—. No me gustan las agujas.
Las manos de Zayne estaban apoyadas en sus rodillas y estaban teñidas de
rojo, cubiertas con mi sangre.
—No creo que a la mayoría de la gente le gusten.
Tragué saliva cuando los dedos de Matthew rozaron el centro de mi brazo.
—Pareces alguien a quien le gustan las agujas.
—¿Porque soy un dolor en el culo?
Mi risa terminó en un agudo jadeo cuando la aguja me picó en el brazo.
—Tú lo dijiste. Yo no.
Un lado de sus labios se levantó.
—¿Estás bien?
—Sí —Parpadeé lentamente, sintiendo el zumbido de la calidez que subía
por mi nuca y salpicaba mi cráneo—. ¿Y tú?
El otro lado de sus labios se inclinó.
—Lo estoy.
—Eso es bueno, porque si te desmayas, podrías caer sobre mí —le dije—. Y
pareces muy pesado.
—Soy muy pesado —Su mirada se desvió hacia Matthew, y luego volvió a
la mía y la mantuvo justo cuando yo había empezado a mirar para ver qué estaba
haciendo Matthew con esa aguja—. ¿Quieres escuchar algo extraño?
Tragué saliva al sentir que el calor inundaba mi pecho.
—Seguro.
Zayne se inclinó y, cuando habló, su voz era muy baja.
—Siento como… si nos hubiéramos conocido antes —dijo, y me di cuenta
vagamente de que los dedos de Matthew se detenían—. Me sentí así la primera vez
que hablamos, pero no lo hemos hecho. Lo habría recordado.
Mi ritmo cardíaco se aceleró lentamente, porque yo... yo también me había
sentido así.
—Yo también —murmuré—. Eso es raro, ¿no?
—Lo es —respondió.
—Thierry —dijo Matthew en un susurro silencioso, pero no escuché lo que
dijo, si es que dijo algo más.
Lo último que vi fueron esos ojos azul pálido, y luego no vi nada en absoluto.
Capítulo 11
Cuando volví a abrir los ojos, la cara transparente de Peanut estaba justo
encima de la mía.
—Pensé que estabas muerta —dijo.
Jadeando, me moví de nuevo en la cama, lejos de Peanut.
—Dios mío, no vuelvas a hacer eso.
Su cabeza estaba inclinada.
—¿Hacer qué?
—¡Eso! —grité—. Colocarte sobre mí mientras duermo.
—Lo hago todo el tiempo.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—¿Qué?
—Lo siento. Olvida que dije eso —Se fue hacia un lado, a algún lugar fuera
de la línea de mi visión—. Me alegro de que no estés muerta.
—Yo también —Tenía la boca y la garganta increíblemente secas, me senté
y miré a mí alrededor. Estaba en mi dormitorio, y la lámpara de cabecera estaba
encendida, arrojando un suave resplandor en la oscuridad. Sobre mí, las estrellas del
techo brillaban—. ¿De verdad haces eso mientras duermo?
—¿Realmente quieres que responda a eso?
Lo pensé.
—No.
Se rio.
Empujando la manta hacia abajo, me levanté.
—¿Cómo me puse la pijama?
—Una señora te limpió y te cambió. Creo que quemaron tu ropa o algo así.
Estabas inconsciente —Peanut flotó hasta el centro de la habitación—. No miré. Lo
juro. Sólo miro a los extraños.
—Eso... eso no es mejor.
—No me juzgues a mí, a mi vida y a mis decisiones.
Lo miré fijamente y luego me volví a acostar, sintiendo como si no hubiera
tendones entre mis huesos y músculos. Sabía que el profundo agotamiento no tenía
nada que ver con los medicamentos que Matthew me había inyectado.
Hablando de medicamentos...
Me levanté la manga del brazo izquierdo. Tres marcas rojas y furiosas se
extendían unos diez centímetros sobre mi piel. La costura estaba bien y limpia, pero
eso iba... eso definitivamente iba a dejar una cicatriz.
Una cicatriz no era un gran problema.
Lo que pasó y por qué era un gran problema. Si no había sido Clay, entonces
había... Tenía que ser como lo que le pasó a mi madre, y eso significaba que no estaba
a salvo aquí.
No estaba realmente a salvo en ningún sitio.
¿Si hubiera sido Clay? No tenía ni idea de lo que eso significaría. Me había
defendido, pero los Guardianes eran... Bueno, a veces estaban por encima de lo que
yo creía que estaba bien y mal.
Peor aún, había sangrado por todas partes. Si había más Raver cerca, o si
ese demonio de Nivel Superior estaba cerca, se convertirían en grandes sabuesos
furiosos y voraces. Olerían la sangre y vendrían aquí.
Los demonios tendían a ser un poco... caníbales cuando se apoderaban de
alguien como yo. Esa era una de las razones por las que yo era la última de mi
especie.
Todo eso era un gran problema, así que una cicatriz no era nada.
Me solté la manga y dejé caer la mano sobre mi estómago cuando lo que me
había sucedido se asentó de verdad.
Todo estaba a punto de cambiar.
—Viene alguien —dijo Peanut, y un segundo después, mi puerta se abrió de
golpe.
Me levanté sobre mis codos, entrecerrando los ojos. Era Thierry.
—¿Trin?
—Estoy despierta —dije.
La puerta se abrió por completo y vi que no estaba solo. Matthew le siguió,
llevando lo que esperaba que fuera un vaso de agua. Esperaba ver a Misha justo
detrás de ellos, pero Matthew cerró la puerta.
Eso era... extraño.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Thierry, casi atravesando a Peanut en el
camino hacia la silla de mi escritorio.
—Bien —Miré a Peanut agitando su brazo frente a la cara de Thierry en
vano—. Sólo cansada.
Matthew se sentó junto a mis piernas.
—¿Crees que puedes sentarte y tomar un poco de agua?
—Saltaría por la ventana solo por un poco de agua —dije, levantándome
hasta enderezarme. Los puntos me tiraron del brazo.
—Eso sería interesante —dijo Peanut mientras Thierry rodaba la silla hasta
la cama.
—No vayamos tan lejos —Thierry se acercó por detrás de mí y arregló las
almohadas para que yo pudiera recostarme contra ellas—. ¿Qué tan cansada estás?
Thierry sabía lo que pasaba después de que usaba mi gracia.
Había poco que no supiera.
—Igual que antes.
—La hemorragia nasal no parece tan mala esta vez —Matthew me ofreció
el vaso.
No lo era. La última vez, sangré durante horas.
Tomé el vaso que me ofrecía Matthew y bebí con avidez hasta que sus dedos
cubrieron mi mano, alejando el vaso de mis labios.
—Despacio. No quieres enfermarte.
—O arrojarla sobre ti —Peanut estaba detrás de Thierry ahora.
—¿Quieres hablar de lo que pasó? —preguntó Thierry.
A regañadientes, bajé el vaso casi vacío.
—Estaba aquí, pero... no podía dormir, así que me levanté y me fui a la Fosa,
pero cuando llegué, cambié de opinión. En el camino de vuelta, oí a alguien detrás
de mí. Antes de que pudiera mirar, me golpearon en la nuca. Me aturdió.
—¿No viste quién era? —preguntó Thierry.
Terminé el resto del agua y murmuré un agradecimiento cuando Matthew
me quitó el vaso.
—Llevaba una máscara.
Matthew se enderezó, y su mirada de ojos azules se dirigió de mí a Thierry.
—¿Qué tipo de máscara?
—Una máscara de muñeca realmente espeluznante. Del tipo con las
mejillas pintadas de rojo —Me estremecí—. Nunca vi su cara, pero sé que era un
Guardián —Me preparé para la posible respuesta a mi siguiente pregunta—. ¿Fue
Clay?
—Aún no lo hemos encontrado —respondió Thierry—. No estaba en su
casa ni en la Fosa.
Miré entre los dos.
—Entonces, ¿podría ser él?
—Podría ser —dijo Thierry.
No sabía qué pensar.
¿Realmente Clay me habría atacado porque se había metido en problemas
por lo ocurrido entre nosotros?
Era horrible siquiera considerarlo, pero al mismo tiempo, ¿era mejor que el
atacante fuera un enemigo desconocido?
—Todos están siendo revisados para ver si nos falta alguien —continuó
Thierry, como si pudiera leer mis pensamientos—. Pronto sabremos quién fue.
Con un aliento superficial, me concentré en Thierry.
—Lo siento mucho. Traté de detenerlo, y me defendí, pero no estaba
preparada —La vergüenza me cerró la garganta—. Vino hacia mí por detrás y me
arañó. Supongo que el instinto se apoderó de mí. No podía...
—Detente —Thierry me cubrió la mano con la suya—. No tienes nada por
lo que disculparte. Hiciste lo que tenías que hacer para sobrevivir.
Se me formó un nudo en el fondo de la garganta.
—Pero...
—No hay peros. Lo que pasó no es culpa tuya. Es de ese bastardo que te
atacó, y Misha…
—No es culpa de Misha.
—Ya he hablado con él —Thierry se inclinó hacia atrás—. Misha sabe que
es en parte responsable. Debería haber estado contigo...
—Le dije que me iba a quedar aquí toda la noche, y así fue. Él no sabía que
iba a salir —razoné, sin querer que Misha tuviera problemas—. Creía que estaba a
salvo aquí.
La mandíbula de Thierry se endureció.
—Su deber no es hacer lo que le dices o asumir que vas a hacer una cosa u
otra, Trinity. Ya lo sabes.
—No puede vigilarme 24 horas al día, 7 días a la semana. Necesita tener una
vida.
—Tú eres su vida —respondió Thierry—. Eso puede sonar extremo, pero es
verdad.
—Ella lo sabe, al igual que Misha —interrumpió Matthew con suavidad—.
Pero son jóvenes. Los dos. Los errores van a ocurrir. Dios sabe que hemos cometido
muchos nosotros mismos —miró a Thierry—. Hemos cometido grandes errores que
inevitablemente han llevado a otros.
No tenía ni idea de a qué se refería.
Las oscuras cejas de Thierry se juntaron y se sentó. Pasó un largo momento.
—¿Hay algo más que puedas decirnos sobre quien te atacó?
Todavía quería asegurarme de que Misha no tuviera muchos problemas,
pero también sabía que tenía que responder todas las preguntas que pudiera.
—No dijo nada. Se acercó sigilosamente y me golpeó en la nuca. Me
defendí, y creo que se sorprendió por ello. No lo sé, pero lo único que puedo asegurar
es la máscara.
Thierry se quedó callado, y noté que Peanut había desaparecido. Me
acomodé contra mis almohadas apiladas.
—¿Creen que esto es como lo que pasó... cuando mi madre fue asesinada?
Matthew sacudió la cabeza, pero Thierry respondió.
—No lo sé, Trin. Después de lo que pasó con tu madre, eliminamos a todos
los Guardianes que trabajaban con Ryker.
Mi piel se congeló al escuchar su nombre. Nunca se hablaba de él en voz
alta. Ni siquiera podía recordar la última vez que lo había oído.
—Podríamos habernos olvidado de uno —dijo Thierry, suspirando—. Eso
siempre es posible.
No creía que Clay hubiera estado cerca de Ryker.
—Si es alguien que seguía a Ryker, ¿por qué ahora? ¿Por qué me atacaría
después de todo este tiempo?
Thierry y Matthew intercambiaron una larga mirada, una que despertó mi
curiosidad como ninguna otra. Fue Matthew quien contestó.
—Alguien podría haberse dado cuenta de lo que eres. No sé cómo pudo
haberlo hecho. Hemos sido muy cuidadosos.
Estaba pensando que decirle al líder del clan de DC que podía ver fantasmas
y espíritus no era ser muy cuidadosos, pero tampoco había sido muy cuidadosa
cuando pateé a Clay a través de una ventana.
Por supuesto, no es que Clay se diera cuenta de lo que era, pero tuvo que
darse cuenta de que algo sucedía conmigo.
—Yo solo... no entiendo por qué un Guardián querría hacerme daño —dije
después un momento—. Tampoco lo entendí en ese momento. No soy un peligro.
Ambos hombres se callaron, y fue Matthew quien volvió a romper el
silencio.
—Pero sí lo eres.
Mi corazón dio un vuelco mientras mi mirada encontraba la suya.
Sonrió débilmente.
—Thierry y yo sabemos que nunca serías un peligro para un Guardián, pero
eres un arma, Trinity, y cuando alguien que se supone que no sabe lo que eres lo
descubre, reacciona de la forma en que todos nosotros estamos entrenados para
reaccionar ante un arma que podría acabar con nuestras vidas en segundos.
Escuchar eso me hizo sentir que había algo malo en mí. Como si no fuera
una... persona capaz de contenerme para no ceder a las tendencias salvajes y
violentas.
—Eso no significa que lo que hizo Ryker o lo que este Guardián intentó
hacer esté bien —continuó Matthew.
Thierry se frotó una mano sobre la cabeza y se agarró la nuca.
—Esperemos que por la mañana sepamos quién fue y de quién es amigo,
para que podamos expulsar a cualquiera que lo sepa.
La inquietud nunca había cobrado vida tan rápido como en ese momento.
¿Y si había más?
Thierry echó la silla hacia atrás y se levantó.
—Tengo algunas buenas noticias para compartir. Los exploradores ya nos
informaron. No se encontraron demonios cerca de la comunidad.
Eran buenas noticias, pero no estábamos a salvo. No conmigo sangrando
como un cerdo atrapado.
—Quiero que descanses —Thierry se inclinó y me dio un beso rápido en el
centro de mi frente—. ¿Está bien?
—Está bien —prometí.
Thierry se fue entonces, cerrando la puerta, y sólo quedamos Matthew y yo.
—¿Qué más está pasando? —pregunté—. Estaban actuando muy raro,
incluso antes de que esto pasara. Todas las reuniones que tenían a puerta cerrada.
Dejaron que Nicolai se quedara en la habitación y estuvieron bien con que se enterara
de que puedo ver fantasmas y espíritus.
Él agitó la cabeza lentamente mientras miraba la silla en la que había estado
sentado Thierry.
—No pasa nada, Trin.
—¿De verdad?
Matthew se inclinó, moviéndose lentamente para que pudiera verlo
acercarse. Pasó sus dedos a través del desorden de mi cabello, metiendo los
mechones hacia atrás.
—Que Nicolai sepa que puedes ver espíritus y fantasmas no le dice lo que
eres. Hay muchos humanos que pueden hacer lo mismo.
Sí, pero esos humanos no estaban aquí y no tenían idea de cómo obtuvieron
sus dones del otro mundo.
Matthew se levantó con elegancia.
—Por cierto, tienes visita.
—¿Misha?
Matthew me sonrió.
—Parece que has hecho una amistad con el joven Guardián de la capital.
—¿Qué? —Casi se me salen los ojos de la cabeza.
—Sí. Ha estado esperando para verte —Matthew se detuvo—. En realidad,
está en el pasillo. Se niega a irse hasta que pueda ver por sí mismo que no te
desangraste sobre él hasta morir. Estoy bastante seguro de que esas fueron sus
palabras exactas.
Por supuesto que lo fueron.
Matthew abrió la boca y la cerró.
—¿Dónde estaba cuando te lo encontraste?
—Venía por el muro interior, de esta casa. Estaba con Nicolai —respondí—
. ¿Por qué?
—¿No te dijo qué estaba haciendo ahí fuera?
—No. ¿Por qué? —Me puse rígida—. ¿No crees que tuvo algo que ver con...
con lo que me pasó? —Ni siquiera me pareció bien sugerir eso—. ¿Matthew?
—No. En absoluto —La sonrisa de Matthew fue breve—. Él sólo fue… muy
oportuno.
Lo había sido.
—¿Te apetece verlo un momento?
Todavía estaba algo aturdida por el hecho de que Zayne quisiera verme, y
que Thierry y Matthew lo permitieran.
Y que Misha no estuviera en el pasillo haciendo un berrinche por ello.
Así que asentí con la cabeza y esperé estar mejor de lo que me sentía, y luego
me dije inmediatamente que mi aspecto no importaba.
Matthew abrió la puerta y se deslizó hacia el pasillo. Lo oí hablar y, un
segundo después, Zayne estaba de pie en mi puerta. Se había puesto lo que juraría
que eran unos pantalones de entrenamiento de poliéster de Thierry y una camisa
blanca. Tenía el pelo húmedo y apartado de la cara.
De repente, recordé lo que me había dicho antes de desmayarme.
Siento como… si nos hubiéramos conocido antes.
¿De verdad había dicho eso?
¿O fueron las drogas que Matthew había estado bombeando en mis venas?
No estaba segura, pero mientras avanzaba, sin apartar los ojos de mí ni una
sola vez, supe que eso era lo que yo también había sentido todo el tiempo.
Era como si lo conociera.
Zayne se detuvo al pie de mi cama.
—Me alegra ver que no estás muerta.
Mis labios se curvaron.
—Soy difícil de matar.
—Es bueno saberlo —Se volvió hacia la silla que Thierry había ocupado—
. ¿Puedo?
—Claro.
Ignoré el pequeño zumbido nervioso en mis venas mientras él se sentaba en
la silla. Miré a la puerta, esperando que apareciera Misha.
—¿Cómo te sientes?
Miré a Zayne, y mi inquietud volvió con fuerza. Me había equivocado en lo
que era. No era nerviosismo. Era como tomar un trago de una bebida energética muy
potente, como el nerviosismo de un exceso de cafeína.
—¿Trinity? —Ladeó la cabeza.
—Lo lamento —Parpadeé—. Me siento bien. Sólo un poco adolorida.
Su mirada se dirigió hacia mi hombro, donde sabía que sólo los bordes de
las marcas de las garras eran visibles. También sabía que en un día o dos, esas marcas
estarían casi curadas.
—¿Qué te ha pasado ahí afuera?
—Realmente no lo sé —Y esa era la verdad. Tirando de la silla más cerca de
la cama, se inclinó hacia delante, apoyando los codos sobre sus rodillas. Un mechón
de cabello húmedo cayó hacia delante, rozando su mejilla.
—Thierry y Matthew no me dijeron mucho, pero tengo la impresión de que
quien te atacó está muerto.
—Lo está —admití.
—Bien.
Me sorprendió mucho.
—Intentaba hacerte daño —Me hizo un gesto al brazo con su barbilla—. Te
lastimó. Recibió lo que se merecía.
Wow.
Zayne estaba un poco sediento de sangre.
Me gustó un poco.
—¿Y lo hiciste tú? ¿Matar al Guardián? —continuó, y no respondí—.
¿Cómo?
Lentamente sacudí la cabeza.
—¿Las dagas? —preguntó, y luego dijo—: O estás mucho más entrenada de
lo que dices.
Una sonrisa asomó en las esquinas de mis labios. Era hora de cambiar de
tema.
—¿Realmente esperaste en el pasillo todo este tiempo?
—Con la excepción de cuando me fui a cambiar y duchar... Sí —Se puso el
cabello detrás de la oreja, y yo esperaba que Peanut no lo hubiera vuelto a espiar—.
Tu sombra no estaba muy emocionada por eso.
—¿Viste a Misha?
—Brevemente —Se tiró del cuello de la camisa—. ¿Es tu... novio?
—¿Qué? —Me reí—. Es un Guardián.
—¿Y qué?
—¿Y qué? —repetí, con los ojos abiertos de par en par—. Los Guardianes
no salen con nadie más que con otros Guardianes.
Sus cejas se alzaron.
—Eso no es verdad.
—¿Has salido con humanos?
—He salido con alguien que no era Guardián.
—Oh —No sabía qué hacer con esa información más que abrazarla muy de
cerca y fantasear con ella más tarde—. Misha y yo nos besamos una vez. Bueno, en
realidad, lo besé, y fue muy raro ya que es como mi hermano... se sintió extraño —
no sabía por qué le decía esto, pero me estaba escuchando—. De todos modos, él
realmente es como mi hermano, menos el beso... que se sintió como incesto —Zayne
apretó los labios—. Eso fue compartir demasiado, ¿no?
—Un poco. Lo añadiré a tu lista de atributos —Su sonrisa se liberó—. Sin
embargo, él estaba muy preocupado por ti.
Miré a la puerta.
¿Dónde estaba Misha?
—Yo también estaba preocupado por ti.
Mi mirada volvió a la suya.
—¿Por qué?
Sus cejas se levantaron mientras esa sonrisa desaparecía.
—¿De verdad me preguntas por qué?
—Sí. Pensé que me encontrabas molesta y frustrante.
—Lo hago —Una rápida sonrisa apareció y luego se fue—. No significa que
no pueda preocuparme.
—Bueno, puedes ver que estoy bien.
—Nadie está bien después de sangrar tanto —comentó, y, bueno, no podía
discutir ese punto—. Thierry y Matthew reaccionaron un poco extraño ante el asunto
de la sangre.
Mierda.
Deberían haber pensado en eso antes de enloquecer con por la sangre.
—Son… muy sensibles con las heridas y esas cosas.
—Uh-huh.
No había una sola parte de él que me creyera.
—He visto muchas cosas raras. Ya te lo he dicho antes —Se detuvo—. He
pasado por muchas cosas raras.
Bueno, si hubiera perdido una parte de su alma, eso definitivamente se
consideraría raro. Probablemente estaría en la cima de la lista de cosas raras.
Zayne no había terminado.
—Tú, este clan y cada maldita cosa que ha pasado desde que llegué compiten
por el primer puesto de rareza. No vinimos aquí por el Galardón. Vinimos por
refuerzos, y Thierry exigió que nos quedáramos, lo cual es extraño porque es raro
que a alguien se le dé permiso para venir aquí, y mucho menos para quedarse un
tiempo. Y luego estás tú.
—¿Yo? —chillé.
—Eres una humana que vive en la sede regional del poder, una humana que
pudo matar a un Guardián. ¿Y toda la cosa de la sangre? Sí. Esta mierda es rara al
máximo.
—No tengo ni idea de qué decir a eso.
—Bueno, prepárate, porque sé algo más sobre ti —dijo, y me tensé tanto que
una ráfaga sorda de dolor irradió por mi brazo—. Nicolai dijo que puedes ver
fantasmas.
Mi boca se abrió y luego se cerró. Me tomó un momento hablar.
—Se suponía que no debía repetir eso.
—Hay muy poco que Nicolai no comparta conmigo —contestó, inclinando
la cabeza—. Entonces, ¿es verdad?
Sacudí la cabeza mientras repetía lo que Matthew me había dicho.
—No soy la única persona que puede ver fantasmas y espíritus, Zayne.
Mucha gente puede. No es gran cosa.
Se rio suavemente mientras dejaba que sus manos colgaran entre sus rodillas.
—Sólo tú pensarías que no es gran cosa. Lo es. No conozco a nadie más
que pueda hacer eso.
—Quizás lo hagas y simplemente no te lo han dicho.
—Dudoso —murmuró—. ¿Siempre has podido verlos?
—Sí —admití, y fue extraño pero agradable hablar con Zayne sobre lo que
yo podía ver—. Siempre.
—¿Cómo es? —preguntó, con curiosidad envolviendo su voz.
Alcé las cejas.
—Es difícil de explicar. Quiero decir, los fantasmas y los espíritus son
diferentes. ¿Sabías eso?
Sacudió la cabeza.
—Sí, los fantasmas no han seguido adelante. O no saben que están muertos
o se niegan a aceptarlo. Suelen estar en su estado de muerte, así que a veces pueden
ser un poco asquerosos. Los espíritus han pasado a mejor vida, han ido a donde se
supone que deben ir, pero han vuelto para ver cómo están sus seres queridos o para
entregar un mensaje.
—¿Y eso es lo que haces? ¿Darle mensajes a la gente?
—Cuando veo espíritus, sí, pero no los he visto en años —admití,
jugueteando con mi manta—. Cuando veo fantasmas, los ayudo a ir hacia la luz.
Para que puedan encontrar la paz.
—Eso suena complicado, pero también... asombroso —dijo, y cuando
levanté la mirada, me di cuenta de que me miraba fijamente—. Algunas personas
probablemente elegirían ignorarlos o tener miedo.
—No podría hacer eso. Necesitan ayuda. Si los vieras, especialmente a los
fantasmas... ellos están tan confundidos. No deberían quedarse así —dije, luego me
quedé en silencio mientras pasaba mis dientes sobre mi labio inferior—. Hay otras
cosas, sin embargo, con las que no interactuó.
—¿Espectros?
La sorpresa se disparó a través de mí.
—¿Cómo lo sabes?
—Desafortunadamente, tengo experiencia con ellos.
Los Espectros eran humanos a los que se les había quitado el alma antes de
morir. No podían pasar, ni al cielo ni al infierno. Estaban atrapados, y cuanto más
tiempo estaban atrapados, más se alejaban de los humanos.
—También hay... personas de sombra — dije, doblando mis dedos alrededor
del borde de la manta—. ¿Has oído hablar de ellos?
—Demonios de Nivel Inferior —dijo, y asentí—. No son fantasmas ni
espíritus.
—Lo sé, pero a menudo se les confunde con ellos. Sólo he visto uno una
vez. Fue súper raro —me detuve—. ¿Cómo tienes experiencia con los Espectros?
Zayne suspiró pesadamente y se miró fijamente a las manos.
—Con todo el espionaje que haces, ¿no te enteraste de eso?
—Yo no espió —murmuré—. Mucho.
Sus pestañas se alzaron, y el fantasma de una sonrisa tocó sus labios.
—Es una larga historia.
—Tenemos tiempo.
—Es tarde y deberías estar descansando.
—Estoy descansando —Hice un gesto con un movimiento de muñeca—.
Estoy en la cama —Cuando no dijo nada, mis ojos se entrecerraron—. ¿O es una
historia que crees que no debería oír porque no soy un Guardián? ¿Porque no me
conoces?
Zayne se mantuvo obstinadamente callado.
La irritación me golpeó.
—Me haces un montón de preguntas y aun así te niegas a responder el
noventa por ciento de las mías. Eso no está bien.
Arrastró el labio inferior entre los dientes.
—Tuvimos un Lilin en DC20.
Si no hubiera estado sentada, me habría caído.
—¿Hablas en serio?
Asintió con la cabeza.
—Había un demonio que quería liberar a Lilith —explicó, e inmediatamente
pensé en la medio demonio que su clan había protegido. La hija de Lilith, al
parecer—. Se convenció de que estaba enamorado de ella y trató de llevar a cabo un
ritual para liberarla. Su nombre era Paimon.
Ahora mis ojos se sentían como si se me fueran a salir de la cabeza. Paimon
era un antiguo demonio del Nivel Superior, como uno de los demonios bíblicamente
antiguos. Un Rey del Infierno, gobernaba a cientos de demonios.
—¿Paimon estaba en la superficie?
—De hecho, tenemos a algunos de los principales jugadores en DC. Con
todos los políticos que hay que corromper, son atraídos allí —dijo—. De todos
modos, pensamos que lo habíamos detenido a tiempo, pero poco sabíamos que el
ritual se había completado —Su mandíbula tembló y pasó un momento de silencio—
. Se creó un Lilin, y por desgracia se apoderó de algunos humanos. A algunos les
quitó el alma inmediatamente. Con otros jugó, tomando un poco de aquí y un poco
de allá, lo que nos dejó con Espectros a los que enfrentarnos.
Al procesar esto, quería preguntarle si eso era lo que le había pasado a su
alma, o si realmente tenía algo que ver con la hija de Lilith, pero ni siquiera sabía si
era verdad. Y aunque era impulsiva y a menudo hablaba antes de pensar, no era tan
imbécil como para preguntarle a alguien si había perdido una parte de sí.
Así que le pregunté:
—¿Cómo se las arreglaron con el Lilin?
—No fue fácil. Costó mucho acabarlo. Muchos sacrificios — dijo—. El Lilin
había creado un ejército de Espectros, y de alguna manera los metió dentro de estas

20
Esto aparece en la serie The Dark Elements.
viejas estatuas de gárgolas que cobraron vida. Fue... fue una locura. Uno de ellos se
puso en contacto con mi padre. Así fue como murió, luchando contra ellos. Estuve
allí, pero no pude llegar a él.
—No es tu culpa —le dije.
—¿Cómo sabrías eso? —Su mirada se encontró con la mía.
—Porque estoy segura de que hiciste todo lo que pudiste —dije, y aunque
apenas lo conocía, todo en mí creía lo que decía—. Lo siento, Zayne. Sé que lo que...
experimentaste no fue fácil.
Con su mandíbula moviéndose, asintió.
—Murió luchando, pero también murió para proteger a alguien que le
importaba mucho. Saber eso hace... hace que sea más fácil de procesar. De
afrontarlo.
—Estoy segura de que sí —dije, deseando tener algo mejor que decir, algo
más poderoso.
—Sabes, eres la primera persona fuera de los que estuvieron allí con la que
he hablado de mi padre —dijo Zayne, sorprendiéndome una vez más. Una
encantadora sonrisa apareció mientras agitaba la cabeza—. Me sorprende.
—¿Por qué? Es fácil hablar conmigo.
Sonrió con suficiencia.
—¿En serio?
—En serio —Dejé que una sonrisa se deslizara—. Es otro de mis atributos.
—Tendré que recordar eso —dijo, y sabía que eso no importaba, porque se
iría—. Me dijiste algo, cuando estábamos en el centro de entrenamiento. Dijiste que
tu madre fue asesinada por un Guardián.
Oh, Dios, realmente no debería haber dicho eso.
—Así fue.
—Y ahora has sido atacada por un Guardián. ¿Esas dos cosas están
relacionadas?
Quería golpearme, pero mi cabeza ya había pasado por suficiente, así que
me resistí.
—No lo sé.
Zayne volvió a mirar sus manos.
—¿Puedo preguntarte algo y me responderás honestamente?
—¿Sí?
Esperaba que fuera una pregunta que pudiera responder honestamente, pero
apuesto a que no lo era.
Sus gruesas pestañas se levantaron.
—¿Estás a salvo aquí?
Abrí la boca, pero la cerré, porque no tenía idea de cómo responder a eso y
por alguna razón... no quería mentirle.
Y eso era una tontería, porque le había mentido de muchas maneras desde
que le había hablado por primera vez.
Un músculo se le erizó a lo largo de la mandíbula.
—Si no estás a salvo aquí, podemos llevarte con nosotros cuando nos
vayamos. Te ayudaré en todo lo que necesites.
El shock me hizo callar mientras un sentimiento cálido se elevaba en mi
pecho, como un globo a punto de flotar hacia el techo.
—Es... es muy dulce de tu parte ofrecer eso.
—No estoy siendo dulce —respondió, su mirada sosteniendo la mía—. Lo
digo en serio. Si no estás segura aquí, podemos llevarte a un lugar donde lo estés.
Mirando hacia otro lado, me concentré en mi cobija, encontrando difícil no
ser completamente honesta con él si me encontraba con su mirada.
—Estoy bien aquí, pero gracias.
Se quedó callado durante tanto tiempo que tuve que volver a mirarlo. Me
estaba observando.
—De acuerdo.
—De acuerdo —repetí.
Agarró los brazos de la silla y se levantó con la clase de gracia que poseían
todos los Guardianes.
—Debería irme ahora.
No dije nada, porque quería que se quedara.
Como si de alguna manera pudiera leer mi mente, Zayne se detuvo, y ni
siquiera sé por qué, pero me quedé sin aliento mientras esperaba.
—¿Qué estabas haciendo afuera esta noche? —pregunté.
Las cejas de Zayne se unieron.
—Sabes, fue la cosa más extraña. Llevaba toda la noche sintiéndome
nervioso. Inquieto, a pesar de estar con Dez y Nicolai, y esto... va a sonar extraño,
pero tuve esta repentina... necesidad de tomar aire fresco —Tosió y se echó a reír—.
Muy oportuno, ¿eh?
—Sí —dije—. Muy oportuno.
Capítulo 12
—Tengo un trabajo para ti —le dije a Peanut.
Segundos después de que Zayne se fuera, el fantasma había entrado a través
de la pared del dormitorio. Por supuesto que no llamó a la puerta, pero estaba
demasiado cansada para tener esa conversación con él.
—Estoy dispuesto a lo que sea. ¿Sabes por qué? ‘La vida se mueve muy rápido.
Si no te detienes y miras a tu alrededor de vez en cuando, podrías perdértela’.
Parpadeé lentamente.
—¿Qué?
La expresión transparente de Peanut cayó.
—¿Ferris? ¿Ferris Bueller21?
— Sí. Bien. De todos modos, ¿puedes prestar atención a Matthew y Thierry?
¿Ver si puedes escuchar algo de lo que están hablando?
—¿Cómo qué?
Buena pregunta, porque yo tampoco estaba segura.
—Como, si están hablando de nuestros invitados o... o de lo que me pasó.
No lo sé. Cualquier cosa rara.
Peanut asintió.
—Puedo hacer eso. Puedo hacer eso toda la noche. En realidad, puedo
hacerlo ahora mismo. Estaban abajo susurrando entre ellos y el otro tipo. Nicolai.
—Vale. Sí. Ahora sería un buen momento para que espíes para mí.
—¡Increíble!
Me mostro dos pulgares hacia arriba y luego simplemente se evaporó.
Mi cabeza cayó sobre la almohada. No creí que fuera capaz de quedarme
dormida, pero era como si la explosión de energía que había experimentado cuando
Zayne había entrado en la habitación se hubiera ido con él.
Lo cual era notablemente extraño.
Terminé por quedarme dormida bastante rápido.
Había dormido lo que me pareció una eternidad, y me desperté poco después
de las diez de la mañana. Lo primero que quería hacer era encontrar a Misha, pero
primero me duché, me sequé el cabello con una toalla y me peiné para eliminar todos
los nudos. Me dolía un poco el brazo, pero el enrojecimiento ya había empezado a

21
Película de 1986.
desaparecer. Al igual que los Guardianes, me curaba bastante rápido. Para mañana
los puntos probablemente se disolverían, y para el fin de semana las cicatrices serían
de un tenue color rosa.
Después de ponerme unos vaqueros oscuros y una camiseta, me puse unas
sandalias y salí a buscar a Misha. No tuve que buscar mucho. Respondió cuando
llamé a su puerta.
—Hey —dije, entrando y luego cerrando la puerta detrás de mí.
Su habitación estaba poco iluminada, con las cortinas corridas y sólo una
pequeña lámpara encendida junto a la cama. Estaba sentado en su escritorio,
cerrando su portátil.
—Hey.
No se volvió para mirarme a la cara.
Me detuve justo dentro de su habitación, sintiéndome repentinamente...
extraña. Miré a mi alrededor. Su cama estaba tan bien hecha que supe que no había
dormido en ella, porque siempre estaba desordenada. Esperé a que se diera la vuelta,
y cuando no lo hizo, la inquietud se formó en la boca de mi estómago. Abrí la boca,
la cerré y volví a intentarlo.
—¿Está todo bien?
—Sí —fue la respuesta, brusca y corta.
Junté mis manos.
—Entonces, ¿por qué estás sentado de espaldas a mí?
Misha finalmente giró la silla. No dijo nada, y había muy poca luz para que
pudiera distinguir su expresión.
Se me cayó el estómago.
—¿Estás...? ¿Estás enfadado conmigo?
—¿Por qué iba a estar enfadado contigo, Trin?
No estaba segura.
—¿Por lo de anoche? Te dije que me quedaría en casa.
—No estoy enfadado contigo.
—¿En serio?
—En serio. Ojalá te hubieras quedado en casa como dijiste, o me hubieras
mandado un mensaje de texto diciendo que querías salir, pero tú no te hiciste esto a
ti misma.
Sintiéndome un poco aliviada, me acerqué más.
—Entonces, ¿por qué...? —Me quedé en blanco, sin saber cómo preguntar
lo que quería saber.
—¿Qué?
Respiré profundamente. Nunca me había contenido con Misha.
—¿Por qué no viniste a verme anoche?
—Quería hacerlo, pero después de que Thierry me regañara, no creí que
fuera buena compañía.
Supongo que eso tenía sentido, pero aun así.
—Siento que te hayas metido en problemas. Le dije a Thierry que no fue tu
culpa.
—Lo sé, pero Thierry seguía teniendo razón. Debería haberme quedado en
casa —dijo, dejando caer su cabeza hacia atrás —. Y no discutas conmigo sobre eso.
No vas a cambiar lo que siento.
—Misha…
—Mira, mi trabajo es asegurarme de que estés a salvo. Anoche fallé.
Me crucé de brazos mientras me mordía el labio para mantener la boca
cerrada, pero no pude contenerme.
—Sabes, no te necesité anoche.
La cabeza de Misha se enderezó.
—Me cuidé sola. Me salvé a mí misma.
—Usaste tu gracia, Trin. Así es como te cuidaste.
La irritación me pinchó la piel.
—Sé que no debería haberla usado, pero lo hice, y estuvo bien. Y si la
hubiera usado la última vez…
—Aun así no habrías salvado a tu madre, Trin —Su voz era tranquila—.
Incluso si hubieras usado tu gracia, no habría cambiado nada. No te lo atribuyas a ti
misma.
Presioné mis labios. La culpa que rodeaba la muerte de mi madre era... más
que complicada, pero Misha estaba equivocado. Su muerte fue culpa mía por
múltiples razones.
Se inclinó hacia delante en la silla.
—Entonces, ¿estás diciendo que ya no me necesitas?
—Eso no es lo que estoy diciendo, y lo sabes —Caminé hacia su cama y me
dejé caer en el borde—. Somos un equipo, pero no hay razón para que te sientes en
tu cuarto haciendo pucheros porque alguien más trató de lastimarme —Misha se
puso tenso—. Y tampoco había ninguna razón para que Thierry te regañara. En lugar
de que él te grite y tú hagas pucheros, deberíamos averiguar quién intentó matarme
anoche.
Mirando hacia otro lado, se pasó una mano por la cabeza, y pasó un largo
momento.
—Tienes razón.
—Claro que la tengo.
Resopló.
—Es sólo que... —Se recostó en la silla—. No importa. ¿Cómo te sientes?
—Bien —Me levanté la manga de la camisa, sabiendo que él podría verlo—
. ¿Ves? No es gran cosa.
Se frotó los dedos sobre la frente.
—Eso va a dejar cicatriz.
Soltando la manga, levanté el otro hombro.
—Fue Clay —dijo.
Me quedé sin aliento.
—¿De verdad?
—Hablé con Thierry esta mañana. Todos están acá menos él —dijo—. Y
Thierry no cree que haya dejado la comunidad.
No sabía qué decir.
—¿Cómo pueden estar seguros de que no se fue? Podría haber volado sobre
los muros.
—Sí, podría haberlo hecho, pero tenemos cámaras. Las imágenes han sido
revisadas y, hasta ahora, no han visto a nadie abandonar el barco.
Inquieta, me quedé mirando fijamente mis manos.
—Crees... ¿Crees que vino a por mí porque se metió en problemas con
Thierry?
—Sí.
Di un pequeño movimiento de cabeza.
—Qué idiota.
—No se han dicho palabras más verdaderas —dijo Misha.
Se me retorció el estómago. No era culpa. Me había defendido. Si no me
hubiera defendido y matado a Clay, podría haber muerto, y eso significaba que Misha
también lo habría hecho. Pero me sentía extraña.
No era la primera vez que mataba.
Y probablemente no sería la última.
Levanté la cabeza.
—Honestamente, no pensé que fuera él. Quiero decir, tenía sentido, pero...
¿Cuánto tiempo lleva Clay aquí? Desde que era un niño, ¿no?
Misha frunció el ceño.
—Correcto.
—Así que, habría conocido a Ryker.
—Sí, por supuesto, pero eso no significa que comparta las creencias de
Ryker.
No estaba segura. Misha tenía razón. Tenía sentido. Clay estaba enfadado,
y me había dicho cosas que podían tomarse como una amenaza, pero algo en ello no
parecía correcto.
—Sabes, he estado pensando —Misha inclinó la cabeza hacia atrás—. No
sentí nada anoche. Nada cuando te hirieron, y creo que debería haberlo sentido.
Sin saber qué decir, levanté las manos y las dejé caer.
—El vínculo no funciona así.
—El vínculo está diseñado para alertarme cuando estás en peligro —dijo,
mirándome—. Estabas en peligro y no sentí nada.

Se suponía que debía estar descansando, pero no era


eso lo que estaba haciendo. Ni siquiera estaba en la casa, y si Misha o alguien más
descubría que no estaba en mi cama, habría un infierno que pagar.
Pero estaba en una misión, una misión para localizar y recuperar a Peanut.
Llámalo séptimo sentido, pero sabía que ese pequeño fantasma pervertido
se escondía en la habitación de Zayne.
No lo había visto desde que se fue la noche anterior a espiar a Matthew y
Thierry, y suponía que no se había enterado de nada importante que pudiera
informar.
Y sí, tal vez quería hablar con Zayne, darle las gracias por haberme llevado
a Thierry tan rápido anoche y por haberme controlado. No creía haberle dado las
gracias.
Y quizás no quería estar sola con mi conversación con Misha repitiéndose
una y otra vez en mi cabeza. Entre haberme enterado de que había sido Clay el que
intentó matarme y que Misha no había sentido nada que indicara que yo estaba en
peligro a través del vínculo, necesitaba una distracción.
Con mi par favorito de gafas de sol de gran tamaño, que aún no bloqueaban
lo suficiente los brillantes rayos del sol para mí, me dirigí al Gran Salón y me colé
por la entrada lateral. Subiendo las escaleras del fondo, me pregunté cómo iba a
averiguar en qué habitación se alojaba Zayne. No había pensado con tanta
antelación, y llamar a todas las puertas no era el plan más brillante.
Probablemente debería haber pensado en eso.
Ya era demasiado tarde. Empujé la puerta de la escalera y entré en el amplio
pasillo del segundo piso, justo en el camino de Nicolai y Dez.
—Whoa —Me detuve con una pequeña carcajada—. Lo siento. No esperaba
ver a ninguno de los dos.
Nicolai inmediatamente se adelantó.
—¿Qué haces fuera de la cama? ¿Cómo te sientes? ¿Deberías estar...?
—Estoy bien —dije, cortando sus preguntas rápidas—. Sólo un poco
adolorida. Muchas gracias por ayudarme anoche.
—No hay necesidad de agradecerme en absoluto —contestó preocupado,
tocando su frente mientras yo miraba a Dez—. Me alegra verte levantada y en
movimiento.
—Yo siento lo mismo —sonrió Dez—. Soy Dez. Creo que no nos
conocemos —Se detuvo—. También me alegra verte levantada y en movimiento.
—Gracias.
La sonrisa en la cara de Dez se elevó un centímetro.
—Esta es la parte donde me das la mano.
—Oh. Lo siento —Ruborizada, miré hacia abajo y, por supuesto, Dez había
ofrecido su mano y yo no la había visto. La agité—. En realidad, estoy aquí para
agradecerle a Zayne. No tuve oportunidad anoche. ¿Saben si está en su habitación?
—Creo que lo está —Dez miró por encima de su hombro—. Su habitación
es la quinta a la derecha.
Sonreí, agradeciendo la pequeña dosis de serendipia22.
—Gracias.
Ambos hombres asintieron, y justo después de que pasé junto a ellos,
Nicolai habló:
—¿Trinity?
Volteé.
—¿Sí?
Su mirada buscó la mía mientras se adelantaba, bajando la voz.
—Zayne nos dijo que te ofreció la oportunidad de marcharte con nosotros si
lo considerabas necesario. Sólo quiero que sepas que apoyo completamente su oferta.
El shock que sentí cuando Zayne hizo la oferta volvió mientras miraba a
ambos Guardianes.

22
Es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera
accidental, casual o por destino, o cuando se está buscando una cosa distinta.
—Al igual que yo —dijo Dez—. Sabemos que dijiste que estabas a salvo
aquí, pero si eso cambia, incluso después de que nos vayamos, tienes amigos en DC
que pueden ayudarte.
Un nudo se formó en mi pecho.
—Gracias —dije, y era en serio—. Yo… lo recordaré.
Nicolai asintió con la cabeza, y luego ambos hombres se fueron,
desapareciendo por la escalera por la que yo acababa de subir. Me quedé allí un
momento. Eran... eran buenas personas.
Sonriendo, caminé por el pasillo, entrecerrando los ojos mientras contaba
las puertas. Me detuve frente a la quinta de la derecha, y la sonrisa vaciló y luego
fracasó.
¿Qué iba a decirle a Zayne? ¿Hey, puede haber un fantasma espeluznante en tu
habitación?
Bueno, tenía que darle las gracias, pero podría haber esperado.
—Maldición. Maldición. Maldición.
Dando un paso atrás, comencé a girarme. La puerta se abrió antes de que
pudiera moverme una pulgada.
—¿Trinity?
Me di la vuelta mientras intentaba desesperadamente encontrar una buena
razón para estar allí que no tuviera nada que ver con él, y me detuve por completo.
Zayne estaba desnudo, desnudo y mojado.
Mis ojos se abrieron de par en par. Vale, no estaba completamente desnudo.
Llevaba una toalla azul oscuro alrededor de sus delgadas caderas, pero esa toalla
colgaba indecentemente baja. Había hendiduras a ambos lados de sus caderas, y no
tenía ni idea de cómo había conseguido músculos allí.
Misha tenía un buen aspecto, pero no tenía eso. Lo sabía. Lo había visto
semidesnudo un millón de veces.
También había una fina capa de pelo muy interesante, un poco más oscura
que el rubio, que se extendía desde su ombligo y más abajo...
El calor floreció en mi estómago y enrojeció mi piel. Parecía que estábamos
en pleno verano, no a principios de junio, y yo llevaba un jersey de cuello alto y una
chaqueta.
Y una manta.
Dios, él era… era impresionante, y yo necesitaba dejar de mirarlo
boquiabierta, pero no podía detenerme. También sabía, en lo más profundo de mis
huesos, que era más que una reacción visceral. Pero él no era el primer chico que me
atraía, así que no entendía por qué me afectaba tanto.
Esas caderas se movieron, y pareció extender sus muslos.
—Estoy empezando a sentirme un poco violado aquí.
—¿Huh? —Parpadeé, llevando mi mirada a su rostro—. ¿Qué?
Fresco por la ducha, su cabello húmedo estaba peinado lejos de su rostro.
—Estás mirándome.
El calor estalló aún más en mis mejillas. Estaba tan mal como Peanut.
—No, no lo estoy.
—Estás mirándome como si no hubieras visto a un chico antes.
—¡No lo estoy! Y he visto chicos, muchos de ellos.
Una ceja se levantó perfectamente.
—Así que, ¿has visto a muchos chicos desnudos?
Mis ojos se estrecharon.
—No, no me refería a eso.
—Es lo que insinuaste.
La verdad era que nunca había visto a un chico completamente desnudo…
o así de desnudo.
—¿Por qué estás casi desnudo?
Ladeó su cabeza.
—Acabo de tomar una ducha.
Eso era evidente.
—Así que, ¿siempre abres la puerta así?
—Escuché pasos y pensé que sería mejor revisar.
—Pero tienes una toalla —señalé—. ¿Y cómo en el mundo me escuchaste?
No estaba pisoteando por ahí.
—Tengo muy buena audición —respondió—. Deberías saber eso, ya que
vives con un montón de Guardianes.
Estaba en lo correcto. Los Guardianes tenían audición y vista increíblemente
buenas. Los odiaba.
—¿Siempre abres la puerta en una toalla cuando escuchas a alguien?
—Por lo general, no —Se agachó, enroscando sus dedos alrededor de donde
se doblaba la toalla—. Pero tú estabas de pie frente a mi puerta maldiciendo, así que
pensé que debía ver lo que necesitabas.
¿Qué necesitaba?
Tragué, con la boca repentinamente seca. No estaba segura de lo que
necesitaba.
—Y me dije a mí mismo, cuando te oí murmurar maldición repetidamente en
voz baja, ‘seguramente esa no puede ser Trinity’.
Me volví a concentrar.
—¿Por qué no?
—Porque pensé que después de desangrarte casi hasta la muerte…
—¿Sobre ti?
—Sí, gracias por el recordatorio. Pensé que después de lo que pasó anoche,
estarías en tu habitación descansando y no merodeando alrededor por tu cuenta.
La molestia estalló.
—Bueno, estoy fuera de mi cama y vagando por ahí, lo cual tengo permitido
hacer —No era exactamente cierto—. Y lo que pasó anoche no va a hacer que me
esconda en mi habitación.
—Aparentemente tampoco te hará usar el sentido común —suspiró Zayne—
. ¿Qué es lo que quieres, Trinity? Me gustaría secarme y ponerme algo de ropa.
Sólo porque tuvo que señalar que estaba en nada más que una toalla de
nuevo, tuve que mirar. Esta vez mi mirada fue a parar a su pecho, y estábamos lo
suficientemente cerca como para que, incluso con mi visión, viera la gota de agua
que corría entre sus pectorales, bajando por los apretados músculos de su estómago.
—Estás mirando de nuevo.
—No estaba… —Okay, en este punto mentir era estúpido—. Lo que sea.
Mi miró por un momento, y después mordió su labio inferior.
—Espera un segundo.
Zayne no me dio opción. Dio un paso atrás, abriendo la puerta por
completo. No vi a Peanut, pero tampoco podía ver toda la habitación. Zayne se giró
y me dio un vistazo de su espalda antes de desaparecer de la vista. En menos de diez
segundos regresó, habiéndose puesto un par de pantalones de entrenamiento de
poliéster. Eso era mucho mejor que una simple toalla, pero si hubiera encontrado
una camiseta, habría sido cien por ciento mejor.
—¿Qué sucede? —preguntó, aún parado dentro de la habitación.
—Nada está sucediendo. Sólo quería agradecerte por lo de la noche anterior,
pero lo estoy reconsiderando.
—¿Por qué me agradecerías por la noche anterior?
—Porque me ayudaste. Te aseguraste de que estuviera bien y volviera con
Thierry y Matthew.
Y esperaste a ver si estaba bien.
Pero no dije eso.
—No necesitas agradecerme —respondió—. Estaba haciendo lo que era
correcto.
Lo hizo.
¿Pero había más?
Ugh.
Ese era un pensamiento tan estúpido. Por supuesto que no había más.
—¿Por qué lo estás reconsiderando? —preguntó.
—¿Huh?
—Dijiste que estabas reconsiderando agradecerme.
—Oh. Sí —Me encogí de hombros con mi brazo ileso—. Porque estoy
molesta contigo de nuevo.
Zayne rio, y yo me estremecí, odiando y amando el sonido al mismo tiempo.
—No es divertido —refunfuñé.
Se sentó en la cama.
—¿Cómo te sientes?
—Casi perfecta —respondí sinceramente—. Mi brazo apenas duele.
—Eso es sorprendente —Estaba lo suficientemente lejos y ahora su rostro
era un borrón—. Esas marcas de garra eran bastante profundas.
Mierda en una galleta.
—Bueno, Matthew me dio unos buenos medicamentos, así que
probablemente por eso no me duele tanto —Cambiando mi peso de un pie a otro,
sacudí mi cabeza—. Pregúntame de nuevo cuando pase el efecto.
Estuvo callado por un momento.
—Fuiste afortunada anoche.
No fui afortunada.
Sólo era poderosa; no obstante, asentí.
—Lo fui.
—¿Has escuchado algo acerca de quién pudo haber estado detrás de ti? —Se
reclinó en un codo, y la vista de él me retorció el estómago.
Asentí.
Zayne me observó en su posición reclinada.
—Sabes, eres bienvenida a entrar. No tienes que quedarte ahí parada en el
pasillo.
—Lo sé.
No me moví.
—Es decir, eres más que bienvenida a quedarte ahí parada en el pasillo si es
lo que te gusta hacer. Sólo me imaginé que estarías más cómoda entrando, ya que
quieres hablar.
¿Quería hablar?
Había venido aquí buscando a Peanut, pero ¿era esa la única razón por la
que había venido?
No.
Era lo suficientemente mujer como para admitirlo, pero también estaba aquí
para asegurarme de que Peanut no estuviera espiando.
No sabía por qué seguía de pie en el pasillo. Zayne era sólo un chico. De
acuerdo, también era un Guardián y era alucinantemente hermoso, pero sólo era un
chico que me molestaba muchísimo.
También me había hablado de su padre y había ofrecido llevarme con él si
no estaba a salvo aquí.
Entré en el dormitorio y aparté la mirada de Zayne, porque cuanto más me
acercaba, más notaba que los músculos del brazo en el que se apoyaba estaban
haciendo cosas interesantes.
Miré a mi alrededor y me encontré con cierto dolor en mi trasero.
Peanut estaba en la esquina de la habitación, sentado encima de la cómoda
con una enorme sonrisa en su estúpida cara.
—¿Estás bien? —preguntó Zayne.
Levantando un dedo hacia su boca, Peanut guiñó un ojo.
Mis ojos se estrecharon hacia él.
—Sí. Estoy bien.
—Oh, tan aterradora —dijo Peanut, haciendo temblar sus brazos y piernas.
—Oooh-kay —Zayne arrastró la palabra—. ¿Hay alguna razón por la que
estés viendo el vestidor?
—Buena pregunta —intervino Peanut.
Aparté mi mirada de Peanut.
—Pensé que había visto un bicho.
Peanut jadeó.
—¿Me estás llamando una peste?
—¿Tienen problemas de insectos? —preguntó Zayne.
—A veces —murmuré—. Pero si el bicho sabe lo que es mejor, se irá de
aquí.
Peanut resopló.
Zayne parpadeó lentamente.
—Tú… eres tan extraña.
—Esto es incómodo de escuchar —comentó Peanut. Lo ignoré.
—Así que, ¿qué te dijeron sobre quién te atacó? —preguntó.
—Fue Clay —dije con un suspiro—. O al menos es lo que piensan.
—¿El chico de la Fosa? —preguntó, y asentí—. ¿Sabes por qué?
Parte de mí no quería ahondar en ello, pero lo hice.
—Clay siempre fue… más agradable conmigo que muchos aquí. Es decir,
los Guardianes no son groseros ni nada, pero no me ponen atención. La semana
pasada había salido con él… y nos besamos.
—Okay, esto es muy incómodo —dijo Peanut.
Le disparé una oscura mirada.
—Como sea, estaba bien al principio, pero se puso súper sobón, y cuando le
dije que parara, no lo hizo al inicio. Es decir, lo hice detenerse. Si no hubiera podido
hacerlo, no sé si él hubiera… —Miré la alfombra beige—. Le dije a Thierry, y Thierry
retrasó su Galardón por un año.
—Bueno —dijo Zayne después de un momento—. Eso definitivamente lo
haría enojar.
Mi mirada voló a la suya.
—Hiciste lo correcto diciéndole a Thierry. Clay necesitaba saber que hay
consecuencias para sus acciones, aprender a no hacer algo como eso de nuevo —Sus
hombros se levantaron con una profunda inhalación—. Conocí a un chico así una
vez. Está muerto, también.
No esperaba que dijera eso.
Zayne continuó.
—Sabes, la gente piensa que los Guardianes están más allá de la maldad por
la pureza de nuestras almas. Incluso otros Guardianes piensan eso, pero la única cosa
que nadie toma en consideración es que, justo como los humanos, también tenemos
libre albedrío. Los Guardianes no están por encima de actos de gran maldad, y lo
que somos no debería protegernos de las consecuencias.
Lo miré por lo que se sintieron como cinco minutos.
—Nunca he escuchado a alguien decir eso.
—Sí, bueno, necesita ser dicho más a menudo.
Él estaba en lo correcto.
—¿Quién mató al Guardián que conociste?
—Un demonio —respondió—. Un demonio lo mató por lo que trató de
hacerle a alguien.
—No tengo idea de qué decir —Lo que era cierto. Especialmente porque
Misha afirmaba que Zayne trabajaba con demonios.
—Muchos no lo harían. Tengo una pregunta para ti. ¿Cómo mataste a Clay?
—Las dagas —mentí—. Lo alcancé… en el cuello —Un punto vulnerable,
incluso en los Guardianes—. Fue rápido.
—Sí —murmuró Zayne, estudiándome.
Bajé mi mirada.
—Yo… lo maté, y no me siento mal, porque me estaba defendiendo —No
sabía por qué le estaba diciendo esto, pero parecía que no podía detenerme—. Pero
preferiría no haber tenido que matarlo.
Zayne no respondió por un largo momento y después se sentó con fluidez,
descansando sus brazos en sus piernas.
—Hiciste lo que necesitabas hacer. Eso es todo lo que necesitas decirte a ti
misma.
Siendo un Guardián, él había matado varias veces. Todos demonios. Sin
embargo, no es lo mismo que matar a un Guardián o un humano.
—¿Tú has…?
—¿Yo he qué? —repitió, extendiendo sus dedos contra sus rodillas.
Sacudí mi cabeza.
—No importa. Es estúpido.
—Déjame decidir si es estúpido.
Cruzando mis brazos, inhalé profundamente.
—Has matado demonios. Probablemente cientos, sino miles de ellos, pero
¿alguna vez has matado a un Guardián o… un humano?
Zayne me miró a los ojos.
—No lo he hecho, pero he estado demasiado cerca, y ha habido veces en
que he querido.
—¿En serio? —Pensé en el Guardián que él conoció, el que fue matado por
un demonio.
Asintió.
—Si hubiera tenido éxito, no habría sentido ni un maldito momento de culpa
sobre eso. Los Guardianes no son inherentemente buenos —repitió—. Eso es algo
que me tomó un largo tiempo darme cuenta, pero obviamente no te tomó tanto a ti.
—No, no lo son —susurré, sintiéndome más como si estuviera cometiendo
un acto de traición.
—Me gusta —habló Peanut, recordándome que aún estaba aquí.
Recordé lo que Misha me había dicho, acerca de la chica mitad demonio y
él trabajando con demonios.
—¿Puedo preguntarte algo?
Zayne se reclinó de nuevo, y una vez más, los músculos de sus hombros y
estómago hicieron cosas interesantes que deseé poder ver más claramente.
—Seguro.
—¿Es verdad… que has trabajado con demonios en el pasado?
Algo pasó por su rostro, pero se fue demasiado rápido para que pudiera
descifrarlo.
—Alguien ha estado susurrando en tu oreja.
—Tal vez.
Inclinó su cabeza hacia un lado.
—¿Qué pensarías si dijera que es verdad?
Buena pregunta.
—No lo sé. Pensaría que es algo increíble.
—Muchos lo harían.
—¿Pero?
—Pero supongo que muchos pensarían que ver fantasmas y espíritus
también es increíble —dijo.
Mis cejas se juntaron mientras miraba a Peanut, quien me enseñó el dedo.
Mis labios se torcieron.
—Ver fantasmas y espíritus no es lo mismo que trabajar con demonios.
—No lo es, pero para mucha gente, los fantasmas y espíritus son demonios.
—¡Cómo se atreven! —jadeó Peanut.
—Pero eso no es verdad—argumenté.
—No estoy diciendo que lo sea, pero hay humanos ahí afuera que creen eso.
Fruncí el ceño hacia él.
—¿Qué punto estás tratando de hacer con tu argumento Chewbacca?
—¿Argumento Chewbacca?
—Sí, solo estás diciendo un montón de palabras sin sentido y
encadenándolas juntas, como si significaran algo.
Lucía como si estuviera luchando contra una risa.
—Lo que estoy diciendo es que los Guardianes no somos puros e inocentes
sólo por nuestro nacimiento. Lo mismo podría decirse de algunos demonios que no
son malos y corruptos.
Mi boca se abrió.
¿Estaba diciendo que había algunos demonios que no eran malos?
Eso era una auténtica locura con un poco de salsa peligrosa.
—¿Piensas eso por la medio demonio que tu clan aceptó? —pregunté.
Todo sobre él cambió en un instante. Su mandíbula se endureció y sus ojos
se congelaron.
—No es nada de tu incumbencia. ¿Necesitas algo más? Si no, tengo cosas
que hacer.
Me eché hacia atrás, indignada por el rechazo inesperado y la obvia
despedida.
—Okay, bien. No necesito nada más —Me moví para irme, luego me
detuve—. Por cierto, hay un fantasma en tu vestidor —dije, y sonreí malévolamente
cuando vi la sangre drenarse de su rostro—. Su nombre es Peanut, y como que le
gustas. ¡Diviértete con eso!
Capítulo 13
La conversación con Zayne permaneció en mi mente el resto de la mañana
y hasta la tarde, lo que me dificultó concentrarme en otra cosa.
La forma en la que Zayne se había cerrado después de que yo mencionara a
la medio demonio era reveladora, pero también lo era el hecho de que insinuara que
no todos los demonios eran malvados. Ni siquiera podía procesar eso.
Así como no podía procesar el que hubiera hablado con él sobre cómo me
sentía después de matar a Clay. Me hacía sentir incómoda en mi propia piel, porque
no debería sentir nada después de lo que hice anoche, aparte de aceptación. Al fin y
al cabo, Matthew y Thierry tenían razón.
Yo era un arma.
Y un arma no se sentía mal por matar en defensa propia.
Suspiré mientras frotaba mis manos por debajo de los lentes. Tenía cosas
más importantes de las qué preocuparme que las reacciones de Zayne o mis
emociones repentinamente sensibles. Como el hecho de que Clay había sido capaz
de atacarme. Necesitaba entrenar más duro y prepararme mejor. Y necesitaba
descubrir cómo trabajar sin depender de mis ojos, porque debería haber sido más
rápida que Clay. Debí haber sido lo suficientemente cuidadosa para mantener el
espacio entre nosotros.
Peanut pasó sobre mi cama, llamando mi atención. Estaba nadando hacia
atrás a través de la habitación. No tenía ni idea de qué decir al respecto.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunté a Peanut.
—Haciendo mi ejercicio diario —Llegó a la ventana—. Tengo que
mantenerme en forma.
Bajé las manos.
—¿Los fantasmas aumentan de peso?
—Sí —Empezó a nadar hacia mí.
—No creo que eso sea cierto.
—¿Eres un fantasma? —preguntó.
—No —Suspiré.
—Entonces, ¿cómo lo sabes?
—No necesito estar muerta para comprender que no tiene sentido lógico o
científico que los fantasmas necesiten mantenerse en forma.
Peanut nadó sobre mi cabeza.
—No sabía que eras una científica. ¿Debería empezar a llamarte Dra.
Marrow?
Puse los ojos en blanco.
—Voy a tener los abdominales como “Chico Caliente” —Parándose en
medio de mi habitación, justo debajo del ventilador de techo, empezó a hacer
abdominales.
—Su nombre es Zayne —Mis ojos se abrieron de par en par con cada
abdominal. Cada vez que se sentaba, la hoja del ventilador de techo le cortaba la
cabeza.
—Voy a estar en forma —continuó Peanut, gruñendo con cada abdominal—
. Tendré abdominales de acero. Voy a ser tan grande como Hulk Hogan y Randy
Savage23
Lo miré fijamente.
—Si no hay dolor, no hay ganancia —continuó—. El sudor es gloria.
—¿Estás sudando?
Peanut se detuvo y me miró como si fuera medio tonta.
—Los fantasmas no sudan.
Mi boca se abrió.
—¿Siquiera te escuchas a ti mismo cuando hablas?
—No realmente —contestó—. No puedo creer que le dijeras que estaba en
su habitación cuando te fuiste.
Sonreí felizmente por el recuerdo.
—Pensé que iba a poner sal y salvia en la habitación.
—¿Eso funciona?
—Funciona cuando los hermanos Winchester lo hacen.
Lo miré fijamente.
—Eres un desastre.
La mitad del cuerpo de Peanut desapareció mientras me sonreía.
—Un desastre caliente —Bajó del techo y se detuvo a un metro del suelo—.
Por cierto, escuché a Thierry y a Matthew hablando de algo raro.
—¿Y hasta ahora me dices eso?
—He estado ocupado, Trin. Mi agenda está llena. Como acabas de ver, tenía
que ejercitarme...
—¿Qué has oído? —le interrumpí.

23 23
Son Ex–Luchadores. Randy Savage es mundialmente conocido como ´Macho man´
—No mucho —Sus pies tocaron el suelo—. Quiero decir, fue esta mañana,
cuando estaban en su habitación.
—Peanut, no quería que fueras a su habitación.
Levantó los hombros.
—Si alguien va a tener una conversación secreta, la tendrá en su cuarto —
Peanut tenía razón, pero aun así—. Como decía, los oí hablar de cometer algún tipo
de error. Matthew dijo eso, pero Thierry dijo algo como que no fueron los únicos que
cometieron un error.
Mis cejas se juntaron.
—Matthew dijo algo similar anoche. ¿No dijeron cuál era el error?
Agitó la cabeza.
—No, pero entonces Thierry dijo que no había nada que hacer ahora. Que
ya se estaba “enmendando”. Ni idea de lo que eso significa. ¿Tú?
—No —susurré, moviendo la cabeza—. No tengo ni idea.

—¿Vas a ir a la ceremonia final mañana? —preguntó Jada mientras


caminaba conmigo hacia las instalaciones de entrenamiento.
Entrecerrando los ojos contra el brillante resplandor del sol de la mañana
desde detrás de mis gafas de sol, me encogí de hombros.
—No lo sé.
—Thierry te querrá allí —Pasó su brazo por el mío—. Y yo te quiero allí.
—¿Así no estarás aburriéndote sola?
Jada se rio. —Tal vez.
Le eché una larga mirada, lo que la hizo reír más fuerte. La ceremonia final
del Galardón duraba horas. Entre los discursos y la cena, me volvería loca, pero
como aún no había ido a ninguno de los premios, probablemente debería mostrar mi
cara.
—No tengo nada que ponerme —dije.
Ella resopló.
—Tengo un vestido que puedes tomar prestado, y no me mires así. Tengo
muchos vestidos que te quedarán bien.
Me quejé mientras abría la puerta y pasábamos del cálido sol y al fresco
pasillo interior.
—¿Dónde está Misha, por cierto? —preguntó Jada
Empujando las gafas de sol hacia mi cabeza, lideré el camino.
—Está con Matthew. Están entrevistando a los entrenadores para ver si
pueden obtener información... sobre Clay. Ver si dijo algo sobre lo que... planeaba
hacer.
Jada agitó la cabeza mientras retiraba su brazo.
—Todavía no puedo creerlo. Ni tampoco Ty. Quiero decir, el tipo era un
imbécil, pero no habría sospechado esto.
—Yo tampoco. Sólo... No creo que nunca sepamos de lo que la gente es
capaz.
Jada se quedó callada mientras me seguía por las numerosas habitaciones
que estaban ocupadas por Guardianes. Me dirigía a la que Misha y yo usábamos
normalmente cuando entrenábamos, ya que normalmente estaba abierta.
—¿Crees que deberías estar aquí? ¿Sin Misha? No es que no puedas
defenderte, claramente, pero...
—Pero Misha está ocupado, estoy cansada de estar en mi cuarto, y la cosa
con Clay está terminada. Al menos, eso es lo que pensamos. ¿Y sabes lo que Peanut
estuvo haciendo todo el día de ayer?
—Sólo Dios lo sabe.
—Estaba nadando de un lado a otro a través de mi techo, “haciendo
ejercicio” —Trasladando la cartera de cuero a la curva de mi brazo, caminé hacia la
puerta azul sin ventanas—. Estaba haciendo abdominales y saltando mientras
cantaba “Beat It” de Michael Jackson. Si paso un momento más ahí dentro, voy a
perder la cabeza.
—¿Qué? —Jada se ahogó con otra risa—. Dios mío, eso es lo más extraño
que he oído en mucho tiempo.
—Bienvenida a mi vida —murmuré, abriendo la puerta y deteniéndome por
completo—. Oh.
Jada se topó conmigo por detrás.
—¿Por qué te...? —Se calló al ver lo que yo veía, el entrenamiento de Zayne
y Dez.
No eran conscientes de nosotras mientras Dez atacaba a Zayne. El Guardián
rubio se soltó de su agarre con la ágil gracia de un bailarín, corriendo bajo el brazo
extendido de Dez. Apareció detrás de él, agarrando al Guardián mayor por los
hombros mientras se zambullía. No tenía ni idea de cómo hizo lo que hizo después,
porque no era más que una mancha borrosa de velocidad. En un abrir y cerrar de
ojos, tuvo a Dez completamente fuera del suelo y lo sostuvo sobre su cabeza. Un
segundo después, Zayne lo golpeó contra la alfombra.
—Buen Señor —murmuró Jada.
—Uh-huh —Asentí con la cabeza, tensándome cuando Zayne se enderezó,
empujando un mechón de pelo que se le había caído a la cara mientras miraba hacia
donde estábamos paradas.
Dez gimió mientras rodaba sobre su costado.
—Eso no dolió en absoluto.
Zayne se rio mientras se volvía hacia Dez, extendiendo una mano.
—Tenemos compañía.
—Eso veo —Tomó la mano de Zayne y se puso de pie. Nos saludó con la
mano, y le devolvimos el saludo—. Es bueno ver que tengo público mientras me dan
una paliza —Puso una mano en la parte baja de su espalda—. Deberían haber
aparecido hace quince minutos cuando tenía a Zayne tirado en la alfombra.
Zayne sonrió con suficiencia.
—Eso sólo sucedió en tu imaginación.
—No es verdad —Dez se crujió la espalda como un quiropráctico
profesional—. ¿Necesitan algo?
—Nope —contesté. Todavía veía a Zayne levantando a Dez en el aire como
si el Guardián no pesara nada más que un saco de granos.
Zayne ladeó la cabeza.
—Bueno, estábamos buscando una habitación disponible —corregí.
—No sabíamos que estaban aquí —agregó Jada.
—Hemos terminado —dijo Dez—. Bueno, yo he terminado.
Le echó un vistazo a Zayne antes de concentrarse en Jada y en mí.
—¿Estás aquí para practicar con los cuchillos?
La sorpresa me hizo apretar el agarre en mi cartera de cuero.
—Zayne me dijo que eras muy buena con ellos —agregó Dez mientras
Zayne se dirigía a un rincón de la habitación, con los brazos cruzados sobre su pecho.
—Soy decente con ellos.
—¿Decente? —Jada rio, empujándome hacia delante—. Es mejor que la
mayoría de los Guardianes.
Decidí no decir nada, me adelanté y miré a hurtadillas a Zayne mientras me
detenía a su lado. La última vez que hablamos no nos habíamos separado de una
forma tan cálida, y él estaba anormalmente callado.
—¿Me harías una pequeña demostración? —pidió Dez
—Por supuesto —contestó Jada por mí, y me volví para mirarla fijamente.
Me quitó la cartera de las manos y cruzó la habitación hasta la mesa—. Le encanta
presumir.
Eso era... cierto.
Normalmente.
En este momento, quería volver a mi habitación, porque cuando miré a
Zayne, ya no lo veía golpear a Dez contra la estera.
Lo veía tan claro como el día en nada más que una toalla, el pecho húmedo
y…
—Me estás mirando otra vez —Zayne se inclinó, susurrándome al oído—.
Sólo pensé que deberías saberlo.
—No lo estoy —Me eché hacia atrás, con las mejillas sonrojadas mientras
me alejaba de él. Dez nos miraba con curiosidad. También lo hacía Jada, que estaba
haciendo un trabajo realmente pobre en no sonreír mientras me entregaba mis dagas.
—¿Cómo está tu brazo? —preguntó Zayne mientras yo me ponía a un lado,
alineándome con la mancha de carne de aspecto humano que había al otro lado de
la habitación.
—Bien —Cerré mis dedos alrededor del familiar peso del mango—. ¿Cómo
está tu estado de ánimo?
—¿Qué?
—¿Esta mejor que la última vez que te vi? —le pregunté, sonriendo cuando
lo vi fruncir el ceño.
—Estaba mejor —dijo después de un momento.
Sonreí ante eso mientras levantaba el cuchillo.
—Dime dónde lanzar.
—¿En cualquier parte? —Dez se volvió hacia el muñeco—. ¿Qué tal en el...
pecho?
—Eso es demasiado fácil —dijo Jada—. Elige otra área.
—De acuerdo —rio Dez—. ¿La cabeza?
La cabeza era una mancha más pequeña de color beige, pero la memoria
muscular se hizo cargo, y dejé que la hoja volara. Dio en el blanco, golpeando el
centro de la cara del muñeco.
—Maldición —dijo Dez.
—Dale en el cuello —ordenó Jada.
Sonriendo, cambié la hoja a mi mano para lanzarla. El cuchillo también
golpeó donde apunté, justo en el medio de la garganta.
Dez se volvió hacia mí.
—Creo que podríamos usarte para enseñar a nuestros guerreros.
Mi sonrisa se extendió mientras Jada corría hacia el maniquí, recuperando
las dagas.
—Eres buena, muy buena —Una media sonrisa apareció en la cara de Zayne
cuando lo miré—. Pero es un poco más difícil cuando el objetivo no está quieto.
—Lo sé —dije—. ¿Quieres intentarlo?
—Nah —Desplegó sus brazos—. Soy más hábil con las cosas mano a mano.
Me dije a mí misma que me callara, pero mi boca empezó a moverse antes
de que pudiera detenerme.
—Apuesto a que también soy mejor en eso.
Zayne resopló.
—Trinity, sabes que no es así.
—Oh, lo sé mejor que nadie —Me enfrenté a él—. ¿Crees que eres mejor
sólo porque eres un Guardián?
—Sé que soy mejor, porque he tenido años de entrenamiento y tú has tenido
lo básico —dijo, una suposición que no era ni remotamente correcta—. Sin
mencionar que soy más grande y fuerte que tú.
Le di la clase de sonrisa que irritaba a Misha.
—La velocidad y la inteligencia siempre prevalecerán sobre la fuerza y el
peso —Me detuve—. ¿No deberías saberlo?
Su mandíbula se endureció mientras me miraba fijamente.
—Tengo la sensación de que acabas de insultar mi inteligencia.
—Nunca —objeté.
Zayne levantó las cejas.
—¿De verdad crees que puedes conmigo?
—No creo nada. Lo sé.
Sus ojos se entrecerraron.
—Sabes, de repente tengo mucha hambre —anunció Jada, colocando mis
dagas en la cartera de cuero.
—¿Qué? —Me volví hacia ella, con las manos en la cadera—. Acabamos de
comer.
—Sí, pero estoy de humor para el postre —Sus ojos brillaban con malicia, y
le sonrió a Dez—. ¿Has tenido la oportunidad de probar las magdalenas red velvet
que tienen en el café?
—No, no lo he hecho —Dez sonrió tan ampliamente que fue un milagro que
no se le rompiera la cara—. Me encantaría probar una.
—Perfecto —Jada envió una mirada pasajera a Zayne—. ¿Puedes asegurarte
de que vuelva a la casa en una pieza, Zayne?
Abrí la boca, pero Zayne contestó con burla en su tono.
—Será un placer para mí.
Olvidando a Jada y a Dez, me dirigí hacia Zayne.
—Oh, wow. Podrías al menos sonar como si quisieras hacerlo.
—Dije que sería un placer —Esos ojos pálidos se fijaron en los míos.
—Entonces tu idea de placer debe diferir de la mía.
—Sabes... —Puso su labio inferior entre los dientes—. Voy a tener que estar
de acuerdo con eso. Vamos, coge tus cuchillos y te acompañaré de vuelta.
Tenía la sensación de que lo que él decía era una indirecta, y preguntar si
salir con demonios era algo que él encontraba placentero estaba en la punta de mi
lengua, pero me las arreglé para no darle voz. Era maleducada, pero no tanto.
Pero no estaba lista para volver a la casa.
Estaba ansiosa y llena de energía, y sentía la necesidad de probarme a mí
misma.
—Entonces, estás admitiendo que puedo vencerte. ¿Es así?
Zayne me miró como si hablara un idioma antiguo y desconocido.
—No he admitido tal cosa.
—Entonces, vamos —Di un paso atrás, haciéndole señas con la mano—.
Adelante.
Se rio, una risa profunda y penetrante que hizo que mi perra interior se
pusiera en marcha en modo burla.
—No puedes hablar en serio.
—Lo digo en serio.
—Mira, no me gusta vencer a las niñas para probar mi técnica o habilidad,
especialmente a las niñas que acaban de lesionarse —dijo, volviéndose—. Voy a
agarrar tus cuchillos...
Esperé a que estuviera a sólo un pie de distancia antes de saltar hacia
adelante, rápido y con los pies ligeros. Salté, agarré sus hombros y le metí una rodilla
en la espalda, cavando profundamente. Zayne cayó por sorpresa, pero me lo
esperaba. Usando sus hombros, me lancé sobre él, giré y aterricé en una rodilla, lo
que hizo que me doliera el brazo lesionado mientras me ponía de pie y giraba para
enfrentarme a él.
Zayne ya estaba de pie, mirándome fijamente.
—¿Qué demonios?
—¿Qué era eso de vencer a las chicas?
Una lenta sonrisa tiró de su boca.
—Estás loca.
—No creas que tienes que ser indulgente conmigo —le dije, y luego lo
ataque.
Zayne giró en una dirección para evitar un fuerte golpe, pero yo esperaba
eso. Giré, golpeándolo en el abdomen con una patada lateral que le hizo gruñir. Se
giró, cogiendo mi brazo ileso mientras yo agarraba el suyo. Utilizándolo para
mantener el equilibrio, salté y me di la vuelta, dando una fuerte patada giratoria que
le hizo retroceder varios metros.
—¿Estás seguro de que has tenido años de entrenamiento? —me burlé,
acercándome constantemente a él.
Varios mechones de pelo le habían caído libres, rozándole las mejillas
mientras me miraba.
—¿Estás segura de que solo has tenido unas cuantas sesiones de
entrenamiento?
—¿Adivina qué? —Corrí debajo de su ataque y golpeé el piso, plantando mis
palmas en la estera mientras pateaba, sacando sus piernas de debajo de él—. Mentí.
—Puedo ver eso —gruñó.
—Admítelo. Soy mejor que tú.
Suspirando con dureza, saltó sobre la punta de sus pies.
—Aún no lo admito, princesa.
—¿Princesa? —repetí, parpadeando—. No soy una princesa.
—Eres algo —dijo con una sonrisa, y luego voló con una patada de mariposa
que casi no vi a tiempo.
Lo enfrenté con una risa salvaje. Golpe tras golpe, fuimos uno tras otro. Al
principio, cuando lo ataqué por primera vez, se estaba conteniendo, pero con cada
puñetazo y patada con los que atravesaba sus defensas, dejó de jugar.
Zayne bloqueó una serie de patadas y golpes que habrían golpeado a un
humano en el trasero. Se mantenía al día con los movimientos fácilmente.
—Vamos, Trinity, ¿puedes hacerlo mejor que esto? Me estoy aburriendo.
La forma en que su boca pronunció mi nombre envió un escalofrío por mi
espina dorsal y un sonrojo a mi piel. Lo odiaba.
Con una mueca de indiferencia, me giré sobre mi talón y di una patada
giratoria que golpeó sus dos estúpidas piernas debajo de él. Cayó con fuerza sobre su
espalda, gruñendo. Jadeando, me acerqué a donde estaba tendido.
—¿Te aburres ahora, odioso?
Zayne tosió mientras rodaba sobre su costado y me miraba.
—¿Odioso? ¿En qué generación vives? —Se movió rápido como un rayo,
tuvo mis piernas antes de que pudiera verlo moverse. Enganchó el borde de mi pie y
me tiró.
Incapaz de atraparme, aterricé sobre su cuerpo delgado. Me recuperé
rápidamente, poniendo mi mano alrededor de su garganta mientras me sentaba a
horcajadas sobre él.
—Si tuviera mis cuchillos, estarías muerto ahora mismo.
Bajó la barbilla, y luego su mirada se elevó hacia la mía. Esos ojos pálidos
ya no estaban tan fríos. Estaban llenos de fuego, y me quedé un poco atascada,
mirándolos fijamente.
Las pupilas habían empezado a estirarse verticalmente, una señal segura de
que estaba cerca de cambiar.
—Yo gano.
—No del todo —dijo.
Parpadeé.
—Gané. No hay manera de...
Mis palabras terminaron en un chillido mientras se mecía, doblando sus
piernas sobre mi cintura y poniéndome de espaldas con un giró de sus caderas. En
un abrir y cerrar de ojos, me tenía atrapada debajo de él.
—¿Ganaste? —Me sonrió.
Traté de patear con mis piernas, pero la fuerza de hierro de sus muslos las
inmovilizó contra el suelo. Cuando levanté la parte superior de mi cuerpo para
desestabilizarlo, rápidamente me obligó a retroceder con fuerza pura y bruta,
atrapándome y sujetando mis muñecas en la colchoneta sobre mi cabeza.
—La velocidad y la inteligencia te llevarán lejos —dijo, bajando su cabeza
tan cerca de la mía que los bordes de su cabello rozaron mi mejilla—. Pero la
velocidad, la inteligencia y la fuerza siempre ganan al final.
No lista para admitir la derrota, eché la cabeza hacia atrás mientras lograba
sacar una pierna de debajo de él. Estaba lista para plantar mi pie en algún lugar
sensible, pero al liberar mi pierna causé que algo completamente inesperado
sucediera. Su cuerpo se movió y se acomodó entre mis piernas, alineando nuestros
cuerpos en un lugar muy interesante. Su torso y piernas delgadas presionaron contra
las mías de una manera que me hizo pensar en otras cosas que no implicaban pelear,
sino que incluían menos ropa.
Con su cara a centímetros de la mía, nuestros ojos se encontraron. Dejé de
moverme. Puede que haya dejado de respirar.
Hubo un rápido cambio en la atmósfera que nos rodeaba, una repentina
carga de tensión embriagadora mientras una salvaje avalancha de deseo se
arremolinaba a través de mí, arañando para liberarse. Me recordó a mi gracia cuando
iluminaba mis venas, quemando a través de la piel y los tejidos.
Respirar se hizo difícil a medida que continuábamos mirándonos fijamente
el uno al otro. Zayne no se apartó de mí, y pensé que ya lo habría hecho, pero todavía
estaba encima de mí, y esas pupilas continuaban dilatándose. Sus labios llenos se
abrieron.
Yo... lo deseaba.
Nunca antes había sentido deseo, pero me quemaba por dentro. Deseo.
Necesidad. Esto era lo que me faltaba cuando había besado a alguien antes. Así era
como se sentía realmente el anhelo, y mientras levantaba la cabeza de la colchoneta,
acercándome tanto a su boca que podía sentir su aliento en mis labios, pensé que me
ahogaría en él. Zayne no se alejó. En cambio, parecía como si se hubiera quedado
aún más quieto.
Lo besé.
No fue un beso al principio, sólo un roce de mis labios contra los suyos, y
cuando no se movió, presioné más fuerte, sintiendo un escalofrió precipitarse sobre
el punto donde se tocaban nuestras bocas hasta la punta de los dedos de mis pies.
Toqué sus labios con la punta de mi lengua, lamiéndolo.
Sus manos se apretaron alrededor de mis muñecas y luego se aflojaron. Un
rápido latido del corazón después, sus manos se movieron, deslizándose por mis
brazos, los callos ásperos a lo largo de sus palmas hicieron que se me cortara la
respiración.
Y entonces no era la única besando.
Zayne me presionó hacia abajo, sus cálidos labios moviéndose contra los
míos durante un breve y caluroso segundo, y luego desapareció.
Zayne se apartó de mí, acuclillándose sobre las puntas de sus pies, respirando
pesadamente mientras su piel se oscurecía, se endurecía. Ya no podía ver sus ojos,
pero sabía que las pupilas de sus ojos estaban dilatadas.
Estaba empezando a cambiar, y yo...
Sentada, me eché hacia atrás mientras respiraba hondo. ¿Qué acababa de
hacer? Lo había besado. Bueno, en realidad, lo lamí, y él me miraba fijamente porque
hice eso.
Santa mierda.
Todo mi cuerpo se sintió como si se volviera de color rojo remolacha cuando
me puse de pie, inestable y mareada.
—Lo siento —dije, retrocediendo—. Yo... no quise hacer eso.
Se levantó lentamente, mirándome como si fuera un animal salvaje capaz de
saltar sobre él en cualquier momento.
Me di la vuelta y, para mi horror, vi a Misha de pie en la entrada, con una
mano sosteniendo la puerta abierta.
Corrí a través de los tapetes hacia la puerta sin mirar atrás, ni una sola vez
mientras pasaba por delante de Misha y entraba en el pasillo mucho más fresco.
Santa mierda, besé a Zayne.
Lo besé, y él se lanzó lejos de mí como si un cohete estuviera asegurado a su
cintura.
—Trinity —me llamó Misha.
Caminé rápido, con las manos abriéndose y cerrándose a mis costados. ¿En
qué había estado pensando?
Misha me alcanzó.
—¿Qué fue todo eso?
—Nada —dije, respirando temblorosamente—. Absolutamente nada.
Capítulo 14
—¿Tú... lo besaste? —preguntó Jada, su voz apagada desde el otro lado de
la puerta del baño—. Cuando los dejé ayer, pensé que ustedes dos, no sé, seguirían
discutiendo y coqueteando. Has superado mis expectativas una vez más.
De pie frente al espejo, traté de tirar del corpiño del vestido prestado, pero
en el momento en que lo solté, se deslizó hacia abajo, dándome un escote para días
y algo más.
Suspiré, dándome por vencida. El vestido blanco también estaba un poco
ajustado en las caderas, pero era el largo perfecto y se ajustaba a cualquier otro lugar.
Iba a tener que funcionar, ya que Jada amenazaba con arrastrarme a la ceremonia
final sin importar lo que llevara puesto.
Estirándome hacia atrás, me solté el pelo y puse las hebras gruesas sobre mis
hombros desnudos. Nada mal. Eso ocultaba el hecho de que mi brazo estaba casi
curado, lo que era sospechoso como el Infierno, además de que el cabello como que
me cubría el área del pecho.
Más o menos.
—¿Trinity?
Cerré los ojos, probablemente regando el rímel que había robado de la
habitación de Jada. Una gran parte de mí deseaba no haberle dicho nada, pero tenía
que decírselo a alguien.
Habría auto-explotado si no le hubiera dicho
—Lo besé —dije, abriendo los ojos y buscando un tubo de lápiz labial color
melocotón.
—¿Y te devolvió el beso? —preguntó ella.
—Yo... no lo sé —Le quité la tapa.
Hubo una pausa.
—¿Cómo es que no lo sabes, Trin?
—Bueno, al principio pensé que sí, pero ahora, cuanto más lo pienso, no
estoy segura —Aplique el lápiz labial y apreté los labios—. Quiero decir, fue un beso
rápido —Demasiado breve, pero aún recordaba el tacto de su boca contra la mía—.
Y como que se lanzó lejos de mí.
Hubo un largo momento de silencio.
—¿Dijo algo?
—No —Volví a suspirar, sintiéndome confundida, avergonzada y enojada,
lo que realmente no era una buena combinación.
No había visto a Zayne desde ayer por la tarde. Las dagas y las gafas de sol
que había dejado en la sala de entrenamiento habían aparecido mágicamente esta
mañana en la isla de la cocina. O Zayne las había devuelto o Misha las había
recuperado.
—No sé qué decir —dijo finalmente Jada.
—Sí, yo tampoco —Abrí la puerta del baño—. ¿Cómo me veo?
—Increíble —Jada era la que se veía impresionante con un vestido blanco
griego con una cinta dorada atada alrededor de su delgada cintura—.
Suficientemente bueno como para besarte de vuelta.
Le parpadeé lentamente.
—¿Pueden dejar de hablar de besarse?
Jadeando, esquive a Jada y vi a Misha sentado en el borde de mi cama,
vestido con pantalones de lino negro y una camisa sin mangas a juego.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Lo suficiente para saber por qué saliste corriendo de la sala de
entrenamiento con la cara en llamas.
—Te odio —murmuré, cruzando los brazos.
—Puede que no quieras hacer eso —aconsejó Jada, mirando mi pecho—. Te
romperás una o dos costuras.
Poniendo los ojos en blanco, abrí los brazos.
—Los odio a los dos.
—No somos nosotros los que corremos por ahí besando a hombres al azar
—comentó Misha.
—¡Tampoco yo!
—Mira, esto no es lo mismo que con Clay —dijo Jada, defendiéndome—.
Ella no pateó a Zayne a través de una ventana después.
Abrí la boca y luego la cerré.
—Bueno, lo pateé varias veces antes del beso.
Las cejas de Misha se levantaron.
—¿Por qué eres tan violenta?
Levanté las manos y las dejé caer.
—Necesito ayuda de verdad.
Aún sentado en mi cama, Misha asintió sombríamente.
—Ustedes no entienden —dije, sintiéndome quejumbrosa más allá de lo
creíble mientras miraba a Jada—. Tienes a Ty —Y luego me volví hacia Misha—. Y
estás empezando algo con Alina. Thierry tiene a Matthew, y sé que piensas que
Zayne es un mal tipo —le dije a Misha—, pero no creo que lo sea, y sólo quiero...
Sólo quiero un poco de eso. Quiero ser...
Eres un arma, Trinity.
—¿Qué? —preguntó Jada en voz baja.
—Nada —Agité la cabeza—. ¿No deberíamos irnos?
—No, no es nada —Jada bloqueó mi camino, convirtiéndose en una fuerza
inamovible—. ¿Qué es lo que quieres?
Fui entrenada para luchar, para matar cuando fuera necesario. Tenía la
gracia, un arma poderosa que podía matar demonios y Guardianes y todo lo demás.
Había sido un arma desde que nací, y muy pocas cosas me asustaban, pero no tuve
el valor de decir lo que quería.
Que era ser querida para algo más que para lo que nací.
Misha se levantó de la cama, poniendo un brazo sobre mis hombros.
—Vamos, vámonos o llegaremos tarde.
Por un momento, no pensé que Jada fuera a ceder, pero ella asintió y se giró
con un elegante remolino de su falda. Después de guiarme fuera de mi habitación,
Misha nos detuvo en la parte superior de las escaleras, y me preparé para una
conferencia masiva. Cuando habló, su voz era un susurro contra mi oído.
—Sé lo que quieres —dijo, apretándome contra su lado—. Quieres que te
quieran, y no hay nada malo en ello, Trin. Para nada.

Había un espíritu en el Gran Salón.


Sabía que definitivamente no estaba en el Equipo Vivo y Respirando porque
su cuerpo estaba haciendo todo el parpadeo dentro y fuera de sí, y aunque estaba
parado directamente detrás de Dez y Nicolai, ellos no estaban al tanto del hombre,
yendo tan lejos como para empujar sus sillas a través del espíritu más de una vez.
Dez y Nicolai estaban sentados frente a nosotros, en el lado opuesto de la
amplia mesa. Había una silla vacía al otro lado de Nicolai, y si hubiera tenido alguna
esperanza de que Zayne se mostrara, la cual no tenía, me habría decepcionado.
No iba a venir a la ceremonia.
No era que me sorprendiera. Me había dicho que esto no era lo suyo, y si se
enteró de que yo había aparecido, no podía culparlo por estar en otro lugar que no
fuera aquí.
Me sentía como un idiota, un idiota que no entendía los límites personales.
Suspirando de forma exagerada, me dije a mí misma que no importaba.
Los Guardianes de DC se irían mañana, con los refuerzos que necesitaban.
Todo volvería a la normalidad por la mañana... tan normal como podían ser las
cosas, pero con Zayne fuera, dejaría... dejaría de querer lo que no podía tener.
Mientras jugaba con el borde de mi servilleta, mi mirada se volvió hacia el
espíritu. Todavía estaba detrás de Dez y Nicolai, como si fuera parte de la
conversación.
Era tan extraño. El espíritu tenía un vago sentido de familiaridad a su
alrededor, pero nunca antes había visto al hombre. ¿Estaba conectado con Dez y
Nicolai de alguna manera? ¿O con alguien más de aquí?
De cualquier manera, mientras lo observaba con cautela, supe que
definitivamente había visto la luz y cruzado al otro lado. Su tono de piel era un oro
saludable, y si no hiciera esa cosa parpadeante, se vería humano, por lo que, debido
a mis ojos, a menudo confundía a los espíritus con gente viva y respirando.
Era un hombre guapo, con la cabeza llena de pelo rubio rojizo que me
recordaba a un león. Era grande y ancho de hombros, y me imaginaba que, si
estuviera vivo, habría llamado la atención de todos los presentes.
¿Había sido un Guardián? No era imposible. Había visto algunos espíritus
de ellos antes. Alguien se rio.
Apartando la mirada del espíritu, miré a la cabecera de la mesa. Thierry se
estaba reuniendo con alguien, así que el asiento estaba vacío. Matthew estaba
sentado allí junto a Jada y su madre, su cabello rojizo era un espectáculo ardiente
bajo las brillantes luces de la sala.
Volví a mirar al espíritu. Estaba observando fijamente a la entrada, con las
cejas fruncidas.
—¿Qué estás mirando, Trinity? —preguntó Dez.
Oh, mierda.
Aparentemente no estaba siendo tan discreta como pensaba. Como no sabía
si Nicolai o Zayne habían informado a Dez sobre todo el asunto de veo gente muerta,
forcé una sonrisa.
—Nada. Sólo me distraje.
Levantó una ceja.
—¿La cena es tan aburrida?
Fruncí los labios.
—¿Me creerías si te dijera que no?
Dez se rio mientras se recostaba en su silla.
—Ni en lo más mínimo.
Sonriendo, miré al escenario. Thierry ya había dado su discurso, felicitando
las habilidades y el éxito de aquellos Guardianes que recibían el Galardón. Todavía
teníamos que escuchar los discursos de los entrenadores, y luego habría baile.
Misha pasó su brazo por el respaldo de mi silla y giró su cuerpo hacia el mío,
bajando su barbilla.
—¿Qué estás mirando? —susurró.
Bajé la mirada.
—No quieres saberlo.
—¿Un fantasma? ¿Peanut?
Agité la cabeza.
Se quedó callado por un momento.
—¿Un espíritu?
—Sí.
—Interesante —murmuró, mirando hacia donde había estado el espíritu,
pero ahora se había ido.
¿Qué diablos...?
Escaneando la enorme habitación iluminada y las paredes color crema
adornadas con mármol, finalmente lo vi en el centro de la habitación.
Aprovechando la oportunidad para distraerme, hice mi silla hacia atrás.
—Enseguida vuelvo.
Misha agarró los brazos de su silla, a punto de levantarse, pero lo detuve.
—No hace falta que vengas —le dije, consciente de que tanto Dez como
Nicolai nos estaban observando—. Voy al baño.
Una mirada de duda cruzó su cara, pero se volvió a sentar, sabiendo que, si
me seguía ahora, se vería súper raro. Le sonreí, imaginando la serie de maldiciones
que se le estaban ocurriendo mientras asentía a los dos Guardianes que estaban frente
a mí.
Tuve cuidado de no tropezar con las mesas que el espíritu atravesó mientras
los ocupantes enderezaban sus platos y velas, expresando su confusión con
exclamaciones.
Aceleré el paso, pasando a dos guerreros en entrenamiento que esperaban
junto a las puertas. Afuera, en el pasillo mucho más iluminado, miré a ambos lados.
Había gente aquí afuera charlando en pequeños grupos. Tomó unos momentos, pero
vi al espíritu una vez más al final del pasillo, junto a las puertas que conducían al
jardín. Un segundo más tarde las atravesó a la deriva.
Agarrando la falda del vestido para no tropezarme, bajé por el pasillo y me
detuve en las puertas. El jardín estaba iluminado sólo con cálidas luces de velas y
antorchas. ¿Qué era peor para mi vista que una habitación extremadamente
luminosa?
Una con mínima o ninguna luz.
Suspiré, usando mi cadera para abrir la puerta, y entré en la terraza con el
cálido aire de principios de junio. Mis pasos eran cautelosos, ya que recordaba que
había escaleras. Mi percepción de profundidad no era la mejor en la noche. Poco a
poco, me dirigí hacia la pasarela pavimentada.
No escuché a nadie afuera mientras seguía el camino, preguntándome si
podría ver al espíritu aquí afuera.
Pasando lo que parecían ser varios bancos vacíos, seguí la curva del camino
y me sorprendí al descubrir que fluía a un área abierta que estaba bien iluminada por
varias lámparas de aspecto anticuado. Había una estatua en el centro, un ángel de
batalla levantando una espada en alto con un brazo y agarrando la cabeza de un
demonio en la otra mano.
Caminé alrededor de la estatua, y me quedé boquiabierta cuando vi el
espíritu del otro lado. Mi corazón dio un pequeño salto, como siempre lo hacía
cuando estaba tan cerca de un fantasma o un espíritu, sin importar cuántas veces
hubiera visto uno.
Estaba mirando la estatua, y ahora que estábamos más cerca, no podía
perderme la familiaridad de sus rasgos. Tal vez lo había visto antes, cuando estaba
vivo.
Soltando la falda de mi vestido, miré a mi alrededor. No escuchaba a nadie
más aquí, pero eso no significaba que alguien no lo estuviera.
Me mordí la uña del pulgar, con la curiosidad llevándome a un estado de
imprudencia.
Ignoré la forma en que se me revolvía el estómago. Era una reacción extraña
a la presencia del espíritu, una que no entendía, así que la dejé a un lado para pensar
en ella más tarde.
—Hola —dijo el espíritu.
Con una sacudida, di un paso atrás mientras el espíritu se volvía hacia mí y
se hacía transparente de la cintura para abajo. Sentí que mis ojos se abrían de par en
par.
—¿Sabes que puedo verte?
—¿Por qué pensarías que no lo sabría?
—¿Porque estás muerto? —sugerí.
Un lado de sus labios se movió en una media sonrisa que me puso la piel de
gallina en los brazos.
—Sí, pero no soy el primer espíritu que has visto.
—No —dije—. Ni remotamente. ¿Cómo sabes eso?
El espíritu me estudió por un momento.
—Sólo lo sé.
—Esa es una respuesta vaga —dije—. ¿Qué tal si te pregunto otra cosa? Has
cruzado al otro lado, ¿verdad? —Cuando él asintió, envolví mis brazos alrededor de
mi cintura contra la fresca brisa de la montaña que soplaba por el jardín, agitando las
hojas—. Pero has vuelto.
—Así es.
Esperé a que lo explicara, pero cuando no lo hizo, le pregunté—: ¿Por qué
has vuelto?
La leve sonrisa se desvaneció mientras miraba a la estatua.
—Quería ver.
Mis cejas se juntaron.
—¿Ver qué?
Pasaron varios momentos antes de que dijera—: Ver cómo la he cagado.
La comprensión pasó a través de mí. Este espíritu había vuelto porque se
arrepentía de algo que había hecho o que debería haber hecho, o de algo que había
dicho o que deseaba haber dicho.
Podía ayudarlo con esto.
—Eres un Guardián, ¿no? —le pregunté
El espíritu asintió.
—Y tú... no lo eres.
—No.
Me miró, su cara casi transparente.
—Sé quién eres.
Sorprendida por esa declaración, no supe qué decir. Nunca me había
encontrado con un espíritu o un fantasma que supiera quién era yo. ¿Había vivido
aquí? ¿Quizás cuando yo era más joven?
—¿En serio?
—Estar muerto hace que algunas cosas sean más claras, mientras que otras
no tanto —Me miró fijamente, y sus rasgos se volvieron más agudos, más claros—.
Ahora sé por qué he vuelto ahora mismo, en este momento.
Un escalofrío bajó por mi columna vertebral.
—Es curioso cómo el destino tiene una forma de arreglarse a sí mismo contra
todo pronóstico, ¿no?
Vale, esta era la conversación más extraña que había tenido con un espíritu,
y había tenido algunas conversaciones muy extrañas, pero aún más extraño, ¿no era
eso lo que Peanut había oído decir a Thierry por casualidad?
Antes de que pudiera preguntarle a qué se refería, sus rasgos se marcaron
repentinamente con una tristeza tan fuerte que podía sentirla en mi propio pecho. Un
segundo después, se dispersó en el aire.
Mis cejas se elevaron mientras la brisa levantaba un mechón de mi cabello y
lo arrojaba sobre mi cara.
Esperé.
No volvió a formarse.
Frunciendo el ceño, desplegué mis brazos.
—¿Por qué desapareciste?
—No puedo entender por qué alguien desaparecería ante ti.
Capítulo 15
El corazón casi se me salió del pecho ante el sonido de una voz profunda
cargada de diversión y un toque de sarcasmo. El dobladillo de mi vestido giró
alrededor de mis tobillos mientras me daba vuelta.
—Zayne —dije, con los ojos tan abiertos que estaba segura de que me veía
como un bicho raro. Se veía majestuoso, de pie a unos metros de mí, vestido con el
traje ceremonial de un guerrero. Pantalones de lino blanco y túnica sin mangas a
juego. Tenía el pelo suelto, rozándole los hombros.
Su repentina presencia me sorprendió tanto que me quedé ahí parada,
mirándolo fijamente, y todo en lo que podía pensar era en el hecho de que lo había
besado. Y tal vez, tal vez me había besado de vuelta, pero, aunque eso fuera cierto,
definitivamente se había alejado de mí como si hubiera estado en llamas. No se había
perdido en el deseo caótico y arremolinado que se había apoderado de mí.
Un lado de su boca se curvó mientras yo seguía mirándole fijamente.
—¿Estás bien? —Pasó un momento—. Estoy empezando a preocuparme un
poco.
El calor se apoderó de mi cara mientras salía de mi estupor. Encontré mi
voz.
—Lo siento. Me has asustado.
Esa media sonrisa se agrandó.
—Me doy cuenta. No fue mi intención —Miró a la estatua y luego me miró
a mí—. Por otra parte, estaba siendo un poco silencioso.
—Obviamente —respondí, con las manos inquietas a los costados.
Pasó un momento mientras miraba alrededor del jardín.
—Entonces, ¿alguien... desapareció?
Asentí con la cabeza. Antes me había parecido divertido burlarme de la
presencia de Peanut, pero ahora no tanto.
—Estás vestido como si estuvieras asistiendo al Galardón.
—Lo estoy.
—No estabas adentro.
—Decidí asistir a última hora —Un mechón de pelo rubio cayó contra su
mejilla, y levantó su mano para pasarlo detrás de su oreja—. Me sorprende ver que
estás aquí.
¿Lo estaba? ¿Y era por eso que decidió asistir, porque pensaba que yo no iba
a estar aquí? Junté las manos y levanté la barbilla.
—Estoy aquí contra mi voluntad, básicamente.
Zayne se rio.
—No puedo imaginar a nadie obligándote a hacer algo en contra de tu
voluntad.
Mis labios se movieron en respuesta.
—Bueno, como puedes ver, no estoy asistiendo realmente a la ceremonia, y
parece que tú tampoco —Miré a mí alrededor, sin ver al espíritu—. Ni siquiera estoy
segura de si debería estar aquí, para ser honesta.
—¿Por qué no? —preguntó.
—Estos jardines son supuestamente sagrados —expliqué—. Solo se permite
a guerreros entrenados.
Inclinó la cabeza y pareció estudiarme.
—No puedo imaginar que esta sea la primera vez que no sigues las reglas.
Me encogí de hombros.
—No puedo culparte —dijo—. Prefiero estar aquí afuera mirando los árboles
y esta estatua que dentro de esa sala.
Incapaz de contenerme, me reí.
Zayne se acercó más.
—Pero esto es definitivamente una mejora notable con respecto a mirar las
estatuas y los árboles.
Hubo un pequeño revoloteo en el centro de mi pecho, el cual ignoré.
—Eso no es decir mucho.
—Voy a tener que estar en desacuerdo —Su sonrisa creció un poco—. Eso
es decir mucho.
No sabía cómo responder a eso.
—Es una noche preciosa —Levantó la mirada—. Con el cielo despejado y
todas las estrellas.
Siguiendo su mirada, entrecerré los ojos y pude ver los tenues destellos.
Sabía que eran más brillantes para él y probablemente podía ver muchas más. Yo
podía ver... cuatro. Cerré mi ojo derecho. Corrección. Podía ver tres. Mis hombros
se tensaron.
—Lo es —murmuré, alejando el opresivo sentimiento de tristeza.
—Y tú.... pareces una diosa, Trinity. Hermosa.
Sentí mi aliento atascarse en mi garganta mientras mi mirada se dirigía a la
suya. ¿Estaba hablando en serio? Estaba segura de que muy poca gente, si es que
había alguna, me miraría y pensaría que era una diosa. ¿Jada? Sí. ¿Yo? Más bien
pensaba que era como la sucia ninfa de los árboles huyendo de los dioses.
Zayne miró hacia otro lado, aclarando su garganta, y quise escucharlo decir
esas palabras de nuevo mientras una clase diferente de calor se deslizaba a través de
mis mejillas y por mi garganta.
—¿De verdad? —susurré, y en el momento en que esas palabras salieron de
mi boca, quise retractarme.
Bajó la barbilla, y creí que su sonrisa podría haberse convertido en una
sonrisa completa.
—Sí, de verdad.
Me mordí el labio para no sonreír como un idiota.
—Gracias —dije—. Tú tampoco tienes mal aspecto.
Se rio mientras me miraba.
—En realidad, esperaba hablar contigo. Quería hablarte de lo de ayer.
Cada músculo de mi cuerpo se tensó mientras cerraba los ojos.
—Sobre lo de ayer. Yo.... lo siento por la forma en que me he comporté.
—¿Por qué parte de tu comportamiento te estás disculpando? —preguntó,
sonando más cerca.
Abrí los ojos y descubrí que estaba a un metro de distancia.
—Bueno, probablemente hay muchos aspectos de mi comportamiento de
ayer por los que podría disculparme.
—¿Como incitarme a pelear contigo? —sugirió.
Presionando mis labios, asentí.
—Sí, eso, pero...
—¿O sugerir que no fui entrenado lo suficientemente bien?
—No creo haber sugerido eso.
—Oh, creo que lo hiciste.
Mis dedos se enterraron en mi falda.
—Bueno, tal vez lo hice, pero me estaba disculpando por...
—¿Por llamarme idiota?
Lo había llamado así.
—¿O te estás disculpando por mentir sobre tener un entrenamiento mínimo?
—continuó sin problemas.
Empecé a fruncir el ceño
—Oh, espera —Su mirada se elevó hacia la mía—. ¿Te estás disculpando
por negarte a admitir la derrota cuando gané?
Respiré profundamente.
—¿Ya terminaste?
—No lo sé —Su lenta y burlona sonrisa me irritó y excitó, y la última
emoción me frustró aún más—. ¿He olvidado algo?
—Sí —le dije—. La única cosa por la que me iba a disculpar.
—¿Cuál era?
Iba a hacerme decirlo. Bastardo.
—Por besarte —Mi cara ardió como fuego maldito.
Zayne ladeó la cabeza y pasó un largo momento.
—Esa es la única cosa por la que no necesitas disculparte.
—¿Qué?
Levantó un hombro.
—Sucedió. No necesitas disculparte.
—Sí, pero no debí hacerlo —dije—. Quiero decir, nadie debería ir por ahí
besando a la gente, y no fue como si te gustara...
—No sabes lo que me gusta y lo que no.
Me quedé callada, insegura de cómo tomar eso. ¿Qué significaba? Estaba
segura de que no podía ser la única persona que estaría completamente confundida
por esa afirmación.
—Sucedió —dijo Zayne en voz baja.
—¿Sucedió? —repetí—. Haces que suene como si me hubiera resbalado y mi
boca hubiera caído sobre la tuya.
Zayne se rio, y fue una risa verdadera, bonita y profunda.
—No es gracioso.
—La forma en que lo describiste fue muy graciosa.
—Me alegra que pienses eso —Suspiré, apartando mi cuerpo del suyo.
—Trinity, no eres la primera chica que me besa.
—Guau —Mi mirada se deslizó hacia la suya—. ¿Tienes ese problema a
menudo? ¿Las chicas se lanzan sobre ti al azar?
—Yo no diría que te lanzaste sobre mí, ni que tengo ese problema. Lo que
quise decir es que tú... sentiste algo y actuaste en consecuencia. Eso sucede.
Sintiéndome más inexperta de lo que me había sentido en toda mi vida, no
tenía ni idea de qué decir. No era ni remotamente aceptable sentir algo y simplemente
actuar en consecuencia, y tenía una fuerte sospecha de que lo decía para hacerme
sentir mejor. Aunque lo apreciaba, en realidad me hacía sentir peor.
—Bueno, de todos modos, lo siento, y eso es lo que quería decirte —dije,
aclarándome la garganta—. Probablemente debería volver a entrar...
—¿Cuánto tiempo llevas entrenando? —me preguntó, deteniéndome—. No
hay forma de que hayas aprendido todo eso con solo unas pocas sesiones con Misha
o cualquiera de los entrenadores aquí.
Como ayer había sentido la necesidad de presumir, ahora estaba acorralada
por mis propias acciones.
—He tenido una... cantidad sustancial de entrenamiento. Probablemente
tanto como cualquiera de los Guardianes en el recinto.
Zayne probablemente ya se había dado cuenta de ello, pero todavía quedaba
un margen de sorpresa en sus facciones.
—¿Por qué entrenarían a un humano así?
Y esa era la pregunta del millón de dólares, pero era una que no podía
responder. No con la verdad.
Zayne agitó la cabeza.
—Esto es lo que no entiendo de ti. Eres humana, pero puedes ver fantasmas
y espíritus, y sí, sé que otros humanos pueden hacer eso, pero estás viviendo con
Guardianes y te has entrenado con ellos hasta el punto de que puedes enfrentarte a
uno de nosotros.
—Me gusta pensar que hice algo más que enfrentarme a ti —señalé, y no me
ayudé con eso en absoluto.
—Tienes razón. Has matado a uno de nosotros en defensa propia —dijo, y
una fría punzada de consternación me atravesó el estómago—. Fuiste atacada, y ni
una maldita persona aquí, incluyéndote, parece muy preocupada por ello.
—La gente está preocupada. Yo estoy preocupada...
—¿Lo estás? —desafió—. Porque estás vagando sola como si no estuvieras
ni remotamente preocupada de que alguien aquí te quisiera hacer daño.
—Se supone que no debería estar vagando por aquí, y la amenaza para mí,
bueno, ya está resuelta. No es como si estuviera aquí fuera holgazaneando.
—Eso es exactamente lo que estás haciendo —respondió Zayne
secamente—. Por cierto, ¿qué estabas haciendo aquí? Estabas hablando con alguien.
Suspiré.
—Lo estaba.
Sus cejas se levantaron mientras cruzaba los brazos.
—Vi un... espíritu.
Hubo un ligero ensanchamiento de sus ojos.
—¿Aquí? ¿En el recinto?
Se parecía tanto a Misha que tuve que reírme.
—Sí, los espíritus están por todas partes. Incluso aquí. Sin embargo, fue
extraño —Miré a la estatua—. Nunca lo había visto antes, pero parecía saber quién
era yo —Me encogí de hombros—. Supongo que era un Guardián de aquí.
—¿Ves... ves espíritus de Guardianes?
Asentí con la cabeza, aliviada de estar en terrenos más seguros, no tan
vergonzosos.
—No los veo a menudo, y nunca he visto un fantasma de uno, pero he visto
algunos espíritus.
Zayne pareció reflexionar sobre eso.
—¿Por qué crees que nunca has visto un fantasma de uno?
—Supongo que todos cruzan —le expliqué—. A diferencia de los humanos,
tienen muy poco que temer cuando mueren.
—Supongo que sí... —Las comisuras de su boca bajaron. La tensión se
desató en Zayne mientras miraba fijamente a los árboles y arbustos que nos rodeaban.
Se quedó tan quieto que ni siquiera estaba segura de que estuviera respirando.
Entonces sus brazos se descruzaron.
Un nudo de malestar creció en mi estómago, propagándose como un virus,
y luego lo sentí, como una respiración caliente contra mi nuca, una repentina pesadez
en la parte inferior de mi espalda...
Mi mirada salvaje pasó por el jardín, desde Zayne hacia la estatua y hacia
todos los rincones oscuros que nos rodeaban.
Demonios.
Los demonios estaban cerca
Dejé salir un jadeo de sorpresa cuando la mano de Zayne se cerró alrededor
de mi brazo. Una sacudida de electricidad bailó desde sus dedos hasta mi piel y viajó
a través de mí, seguida de una extraña sensación de conciencia, pero la sensación fue
rápida y entonces ya no estaba pensando en ello.
Un segundo estaba de pie junto a la estatua, hablando de fantasmas y
espíritus, y al siguiente estaba girando por el aire mientras él me empujaba detrás de
él y me mantenía allí, a unos buenos quince centímetros del suelo.
Algo... algo le pasó a Zayne. El brazo alrededor de mi cintura era como una
banda de acero y la espalda que estaba contra mi pecho se había vuelto tan dura
como una piedra y tan caliente como tomar el sol.
Hubo un sonido de rasgadura, de tela rompiéndose, y luego un rápido
movimiento de aire que levantó las hebras de pelo alrededor de mi cara mientras las
alas de Zayne se desplegaban.
Zayne estaba cambiando.
Respiré temblorosamente mientras el aire a nuestro alrededor parecía
explotar.
Capítulo 16
Un grito de asombro se alojó en mi garganta mientras Zayne se doblaba y
me llevaba al suelo, de rodillas.
¿Qué demonios estaba pasando?
Mi cerebro no podía procesar los gritos que venían de todas direcciones, el
rugido de las sirenas activándose y el sonido del vidrio rompiéndose, y los agudos
gritos de terror. Pasamos de hablar de espíritus a que el mundo entero explotara a
nuestro alrededor. Ninguna cantidad de entrenamiento podría haberme preparado
para esto, para reaccionar tan rápido como necesitaba.
Algo se estrelló contra el suelo cerca de nosotros, golpeando el mármol e
incrustándose profundamente en el suelo.
Balas.
Había balas, y eso no tenía sentido. Los demonios no usaban armas.
El cemento se astilló y pequeñas rocas volaron hacia arriba, golpeando los
lados de mi cara y mis brazos. Me mordí el labio hasta que probé la sangre, cerrando
los ojos con fuerza. No importaba lo increíble que fuera, mi cuerpo era parcialmente
humano. Las balas no eran mis amigas, y estaban lloviendo a nuestro alrededor.
Dentro de mí, el zumbido, el poderoso calor de mi gracia despertó.
El brazo de Zayne se apretó alrededor de mi cintura, y sentí su siguiente
aliento como si fuera el mío.
—Quédate abajo.
No tuve la oportunidad de responder. Un segundo después, su brazo se
deslizó lejos de mi cintura y colocó su mano en el centro de mi espalda. Estirada boca
abajo contra el suelo, sentí a mis dedos estirarse contra el asfalto roto. Entonces el
peso y el calor dejaron mi cuerpo en una ráfaga de viento y con el sonido de las alas
golpeando el aire.
Algún tipo de instinto tonto y primitivo se apoderó de mí, silenciando la voz
del sentido común que me decía que mantuviera la cabeza baja. Mi barbilla se
levantó. Parpadeé y luego entrecerré los ojos, tratando de ver a través de los
mechones de pelo que ya oscurecían la mayor parte de mi visión, ya de por sí menos
que estelar.
Vi... piernas, piernas viniendo hacia mí.
Zayne aterrizó frente a mí en cuclillas, sacudiendo el suelo. Mi corazón saltó
mientras me apoyaba sobre un codo, me quitaba el pelo de la cara y lo veía.
Vi a Zayne como era en realidad.
Cuando alcanzó su estatura completa, tenía la misma forma y tamaño que
hace unos momentos, pero ahora la camisa blanca colgaba de su cintura en tiras.
Los músculos se tensaron a lo largo de su espalda desnuda, moviéndose bajo
una profunda piel gris pizarra, y su....
Santa mierda en una galleta del tamaño de Texas, sus alas estaban
extendidas a ambos lados de él, una envergadura de por lo menos dos metros y
medio, ¿tal vez tres? Partiendo su cabello rubio, dos cuernos feroces se curvaban
hacia atrás.
Siempre pensé que Misha era grande para ser un Guardián, pero no tenía
nada que ver con Zayne.
Se adelantó, y hubo un agudo grito de dolor. Algo cayó al suelo. Un
momento después, me di cuenta de que era una especie de rifle. Lo siguiente que
golpeó el suelo fue un cuerpo, con su cuello colgando en un extraño y retorcido
ángulo. Mi estómago se agitó mientras Zayne giraba a la derecha, levantándose del
suelo y bajando de nuevo. Hubo una bofetada carnosa, un sonido de piel y músculo
cediendo. Se volvió a escuchar el sonido de más disparos mientras mis dedos se
enterraban en el suelo.
No entendía nada de esto. Los demonios no usaban armas, y las balas eran
totalmente inútiles contra los Guardianes. Una vez que cambiaban, su piel no podía
ser perforada por una bala.
La mía sí podía, así que me agaché y giré la cabeza a la derecha, hacia el
Gran Salón. Los rápidos disparos parecían venir de todas partes a la vez, y Jada
estaba allí. Igual que Misha, Matthew y todos los demás.
No podía quedarme aquí tumbada. Apoyándome en mis brazos para
levantarme, yo...
Un fuerte estruendo me perforó los oídos, y luego no hubo sonido. La noche
se convirtió repentinamente en día con un destello de luz ultrabrillante naranja
blanquizca. Una ráfaga de aire caliente y abrasador le siguió con una fuerza que me
devolvió al suelo, sacando el aire de mis pulmones. Aturdida, me quedé helada por
un momento, y luego los escombros empezaron a caer al suelo. Grandes trozos de
cemento se estrellaron a mi alrededor. Arrojando mis brazos sobre mi cabeza, gruñí
mientras el mundo parecía desmoronarse.
Entonces el mundo dejó de acabarse.
El sonido volvió con una fuerza apresurada, y los gritos, todo lo que
escuchaba eran gritos y gente gritando nombres.
Con los brazos y las piernas temblando, me arrodillé y vi una gruesa nube
blanca que salía del costado del edificio. Donde antes había una pared, ahora había
un agujero abierto, con cables colgando libremente. Los proyectores se encendieron
con una serie de ruidos fuertes, y la brillante luz se derramó en el jardín, atravesando
el humo. El olor a metal y plástico quemado y algo que me recordaba a una... una
barbacoa me rodeaba mientras me estiraba para agarrar algo para estabilizarme. Lo
que sea que agarré, se rompió cuando me puse de pie. Miré hacia abajo, viendo que
estaba sosteniendo la espada de la estatua, y una risita casi histérica se elevó en mi
garganta.
Luchando por respirar mientras la nube de polvo blanco y pesado fluía por
el jardín, tropecé con los escombros y traté de encontrar un refugio. No vi a Zayne
ni a nadie. La explosión había estado cerca, y no tenía ni idea del daño que le podía
hacer a un Guardián o de cuán cerca había estado de ella.
—¿Zayne? —grité, haciendo un gesto de dolor por la sequedad de mi
garganta. Lo intenté de nuevo.
El pánico se apoderó de mí con sus afiladas garras mientras trataba de ver a
través del espeso humo. Aferré el brazo de hierro mientras gritaba—: ¿Zayne?
No creía que nadie pudiera oírme por los gritos y el sonido de las sirenas que
alertaban a todos los miembros de la comunidad de que se había producido un ataque
y se refugiaran en un lugar seguro.
La nube de humo blanco se agitó frente a mí, extendiéndose y despejándose.
Vi a un hombre, un hombre con esmoquin y una máscara blanca. Otra de esas
espeluznantes máscaras de muñeca de porcelana con los círculos rosados pintados
en las mejillas y la sonrisa rojo brillante.
La misma que Clay había estado usando.
—¿Qué demonios? —susurré.
Mi mirada bajó. Estaba sosteniendo algo, y mi cuerpo reaccionó antes de
que mi cerebro se pusiera al día con lo que veía.
Balanceando la espada de piedra tan fuerte como podía, la hice caer sobre
su brazo, golpeando la cosa, el rifle, de sus manos. Hubo un grito de dolor que me
recordó brevemente al ruido que haría un animal. No me detuve ahí. Levanté el
brazo de nuevo, golpeando al hombre enmascarado por debajo de la barbilla y
haciendo que su cabeza retrocediera. Cayó al suelo, retorciéndose.
Soltando la espada de piedra, me adelanté y me senté a horcajadas sobre el
atacante. No pensé mientras agarraba la cabeza de la criatura y la retorcía
bruscamente. Se estremeció debajo de mí antes de quedarse quieto. Doblando mis
dedos bajo la máscara, tiré hasta que la correa que la mantenía en su lugar se soltó.
Me encontré mirando fijamente a la cara de un....
—Humano —Me moví hacia atrás, pasmada. Este hombre... era humano.
Lentamente, agité la cabeza mientras me ponía de pie y retrocedía.
La realización aumentó. Sentía demonios, pero este hombre no era un
demonio, y de repente tuvo sentido. Podía sentir demonios a veces minutos antes
que los Guardianes. No había sentido a los hombres en el jardín, ni los había oído
como había hecho Zayne. Los demonios no estaban aquí.
Todavía.
Una mano cayó sobre mi hombro, y jadeé. Girando, me encontré cara a cara
con Zayne en su forma de Guardián.
Era su cara, pero no lo era. Los pómulos aún eran altos, pero la frente era
más ancha, la nariz más plana y la mandíbula más fuerte.
Era hermoso de la manera más primitiva posible.
—¿Qué te dije? —preguntó Zayne, con una voz más profunda y áspera. Vi
dos colmillos blancos—. Sé que puedes pelear, pero ellos tienen armas. Te dije que
te quedaras abajo.
—Son humanos —dije, respirando profundamente—. Son humanos y yo....
maté a uno de ellos.
La línea de su mandíbula pareció suavizarse, pero su voz todavía era ronca
mientras su mirada se dirigía hacia el hombre que estaba detrás de mí, en el suelo.
—Está bien. Hiciste lo que tenías que hacer.
Abrí la boca para estar de acuerdo, para decir que sí, que se lo merecía si era
parte de lo que estaba pasando aquí, pero había matado a un humano, y nunca había
matado a un humano.
—¿Estás bien? —preguntó, con esos extraños ojos recorriendo mi cara, y
luego dio un paso atrás, mirando al resto de mí—. ¿Estás herida? ¿Trinity?
Lo tranquilicé.
—Estoy bien. ¿Tú?
—Estoy bien.
—¿Están...? —Miré a mí alrededor, más allá del hombre muerto, hacia las
puertas por las que había salido antes. Había... Había formas en el suelo—. ¿Están...?
—No —Su otra mano se curvó alrededor de mi nuca, volviendo mi mirada
hacia la suya—. No mires.
Mi corazón se alojó en mi garganta.
—Son más humanos, ¿no? Hay más de ellos...
—¡Trinity! ¿Estás aquí afuera? ¡Trinity!
Reconociendo el sonido de la voz de Misha, me liberé del agarre de Zayne.
Busqué desesperadamente a través del humo que se dispersaba, necesitando verlo
para saber que estaba bien, a pesar de que ya lo sabía, porque habría sentido a través
del vínculo si algo horrible le hubiera sucedido, pero aun así necesitaba esa
tranquilidad.
Lo vi. Finalmente. Estaba caminando a través del agujero en el costado del
edificio, empujando los cables a un lado.
—¡Misha! —grité, y empecé a caminar hacia él. Estaba demasiado lejos para
que viera si estaba herido—. ¡Misha!
Zayne me detuvo con su brazo antes de que yo diera un paso. Sujeté su
brazo, su piel dura y caliente bajo mis dedos.
—Suéltame —le dije, y él tiró de mí hacia atrás—. ¡Suéltame!
—No puedo hacer eso.
—¿Qué? —grité, tirando de su agarre—. Necesito ir...
Las alas de Zayne se movieron, envolviéndose a mi alrededor y bloqueando
a Misha, al jardín, al mundo entero.
—Santa mierda —jadeé, cayendo de espaldas contra su pecho. No podía ver
nada. Estaba en completa oscuridad, como... como si estuviera ciega. Un nudo de
amargo y crudo pánico se formó en la parte posterior de mi garganta.
—Escúchame —El aliento de Zayne agitó el pelo alrededor de mi oreja—.
No es seguro para ti ir corriendo por el jardín. Podría haber más humanos con armas.
—No puedo ver —susurré, intentando conseguir aire, pero el nudo se
expandía en mi garganta.
—Podría haber más bombas —continuó Zayne, como si no me hubiera
oído—. No puedo tenerte corriendo por ahí.
—No puedo ver —repetí, con mi pecho subiendo y bajando pesadamente.
—Estás bien. Tú...
—¡No puedo ver! —grité, tan alto que raspé mi garganta.
Sus alas se abrieron tan repentinamente que mi visión no tuvo tiempo de
adaptarse. Hice un gesto de dolor cuando la luz brillante golpeó mis ojos. Parpadeé
varias veces, mi visión enfocándose justo cuando Misha corría sobre una pared de
piedra.
—Trin —exclamó. Su cara estaba cubierta de hollín. Había una mancha roja
bajo su nariz—. ¿Estás bien?
—Lo está —contestó Zayne, quitando su brazo de mi cintura.
Me liberé y me encontré con Misha a mitad de camino.
—¿Cómo está Jada? ¿Ty? ¿Thierry y Matthew...?
—Están bien —Su mirada se dirigió a Zayne—. ¿Qué pasó aquí?
—Llegaron, humanos —le dije, mirando por encima de mi hombro—.
Entraron con armas, disparando, y maté a uno de ellos.
Misha ahuecó mi cara, su mirada buscando la mía.
—¿Has...?
Sabía lo que estaba preguntando.
—No, no lo hice.
—Bien —Bajó las manos, volviéndose hacia Zayne—. No deberías haberla
traído aquí.
Esa declaración me tomó desprevenida.
—Él no me hizo venir aquí. Estaba aquí sola y nos encontramos.
Misha miró a Zayne como si todo esto fuera culpa suya, lo cual era ridículo,
y ahora mismo, su ira fuera de lugar no era importante.
—¿Qué demonios acaba de pasar? Eran humanos —dije, señalando lo
obvio—. Pero sentí... —Me detuve antes de decir que había sentido un demonio.
Como humana, eso era imposible.
Zayne me miró fijamente, con su duro y brutal rostro calculador.
—¿Sentir qué?
—Me sentí asustada —mentí, volviendo hacia Misha—. ¿Había demonios?
—No, solo humanos —gruñó, volviéndose hacia Zayne—. ¿Había algún
demonio aquí?
—No —Zayne todavía me miraba fijamente, sus pesadas alas temblando y
agitando el aire que nos rodeaba—. Sólo humanos.
—Pero aún podría haber demonios —dije, agarrando los brazos de Misha.
Misha entendió lo que yo no podía decir. Podía sentirlos. Estaban cerca. Él
asintió, y yo le solté el brazo.
—No entiendo lo que pasó aquí —Sacudí la cabeza, aturdida mientras
volteaba de nuevo hacia el Gran Salón. Ni siquiera quería pensar en cómo los
humanos habían pasado los muros. Siempre estaban custodiados, y eso significaba...
Eso significaba que había Guardianes muertos.
Capítulo 17
Misha me llevó de vuelta a la casa principal, y solo estábamos nosotros dos.
Me estaba paseando por la longitud del vestíbulo, aún con el estúpido vestido, pero
había corrido arriba para tomar mis dagas por si acaso
—¿Dónde está Jada? —pregunté, con mi estómago agitándose.
—Creo que se fue con Ty a encerrarse —dijo, vigilando cerca de las ventanas
delanteras—. Sé que está a salvo, Trin. Tan pronto como las armas comenzaron a
disparar, ella cambio, igual Ty, y luego se la llevó con él.
Un poco de alivio se filtró en mis músculos tensos.
—¿Y estás seguro de que Thierry y Matthew están bien?
—Sí. Las únicas lesiones que vi eran menores —Miró por encima del
hombro hacia mí—. ¿Estás segura de que estás bien?
—Sí, solo raspones —La falda se movió alrededor de mis pantorrillas—. No
puedo creer que haya humanos trabajando con demonios. Al principio pensé que
podrían ser los de la Iglesia de los Hijos de Dios, pero si odian a los Guardianes, ¿por
qué trabajarían con demonios?
La espalda de Misha estaba rígida.
—Porque esos idiotas no se dan cuenta que los demonios son reales. Serían
fácilmente manipulados por demonios o por cualquiera que les proporcionara una
oportunidad de soltar su violencia contra nosotros.
Eso era cierto, pero…
—Pero llevaban las máscaras, Misha —Me estremecí—. La misma máscara
que Clay llevaba puesta y… y Wayne fue asesinado por un demonio que estaba cerca.
La patrulla de exploración dijo que no había señales, pero obviamente estaban
equivocados, y todavía puedo sentir demonios.
—Le dije a Thierry. Estarán vigilando —Misha se volvió a la ventana—.
Algo definitivamente está pasando.
El eufemismo del año.
—¿Dónde crees que están Thierry y Matthew? —pregunté, tan estresada
como… como una humana.
—Probablemente están en los muros.
Los muros estaban a menos de una milla de aquí, y el Gran Salón estaba en
el medio. Había varias áreas del tamaño de campos de fútbol que separaban la casa
principal de la comunidad y la otra pared, mucho más pequeña. Pero si los demonios
o los torpes humanos idiotas lograban llegar a esta casa, atravesarían esta comunidad
como una cuchilla a través de la piel.
Los demás Guardianes aquí, además de los que vigilaban los muros y
entrenaban en las clases, no eran guerreros hábiles. Había más mujeres y niños que
hombres, y debido a una ridícula y sexista estructura del Infierno, las mujeres
Guardianas no estaban entrenadas.
Ni siquiera Jada.
Me di vuelta, girando sobre mis talones y luego me detuve cuando la sirena
volvió a sonar. Misha y yo dejamos de movernos, dejamos de respirar, mientras
escuchábamos. Si se disparaba dos veces, todo estaba bien. Tres veces significaban
muy, muy malas noticias.
La sirena sonó una vez, dos veces, mientras el familiar sentimiento opresivo
se apoderaba de mis hombros... y luego sonó una tercera vez antes de arrojar la gran
casa en un silencio inquietante.
Un escalofrío me recorrió la espalda mientras me volvía hacia Misha. A la
luz brillante del vestíbulo, sus rizos rojizos parecían llamas otoñales.
—Los demonios están aquí.
—Lo están —Las pupilas de sus brillantes ojos azules comenzaron a estirarse
verticalmente. Su mandíbula estaba tensa mientras se volvía hacia las grandes puertas
de hierro fundido.
En todos los años que había vivido entre los Guardianes en las Tierras Altas
del Potomac, nunca hubo una violación, y mucho menos algo como esto.
Un temblor recorrió mis brazos mientras caminaba hacia la puerta,
encontrándola desbloqueada.
—Trin, no...
Abrí la puerta y entró el aire de la oscura noche, rozando mis brazos
desnudos.
—¿De verdad crees que una puerta los detendrá si llegan tan lejos?
—Al menos los retrasaría.
El frío cemento del porche me heló los pies al salir. No podía oír nada. Ni
siquiera un pájaro o el chirrido de un insecto, como si pudieran sentir la falta de
naturalidad en el aire.
Estaba silencioso, demasiado silencioso mientras miraba el camino
iluminado por los potentes reflectores y más allá, hacia la oscuridad que ninguna luz
podía penetrar.
—¿Puedes ver algo?
Misha vino a pararse a mi lado en la parte superior de los escalones. Incluso
si mis ojos no fueran una mierda, su visión aún sería un millón de veces mejor que la
mía.
—No veo nada —informó Misha, mirándome—. Excepto ese vestido.
Podrías haberte cambiado. Todo lo que un demonio va a ver es tu...
—Cállate —me quejé.
—Sabes, tal vez deberías ir al muro —continuó—. Estoy seguro de que, si
los demonios te vieran con ese vestido, lo pensarían dos veces antes de intentar
asesinarte.
Lo empujé.
—Eres estúpido. Zayne dijo que parecía una diosa.
Él resopló.
—¿De verdad?
—Y dijo que me veía hermosa —Esta vez le di un codazo.
—¿El mismo tipo que no te devolvió el beso? ¿El mismo sujeto del que te
advertí que te mantuvieras alejada? —Misha me empujó hacia atrás y choqué con la
barandilla—. ¿Creíste que no iba a traer eso a colación?
Puse los ojos en blanco.
—Ahora no es el momento de sermonearme sobre eso. ¿Por qué no esperas
hasta que no estemos bajo el ataque de humanos y demonios?
Él suspiró.
—Deberías volver a entrar, Trin.
Ignoré lo que dijo, como hacía con la mayoría de las cosas que me pedía o
gritaba.
—¿Crees que Jada esté bien? —pregunté por lo que tenía que ser la quinta
vez.
—Está con Ty. Estoy seguro de que sí —Me tranquilizó una vez más—.
Además, todas las casas tienen cuartos de pánico en caso de que algo como esto
ocurra, y ahí es donde tú deberías estar, pero eso no es lo que estás haciendo. Van a
estar bien. Todos ellos lo estarán.
A menos que los demonios rompieran las paredes e incendiaran la
comunidad, quemando las casas como había oído que le había ocurrido a una
comunidad al oeste de nosotros hace varios meses, y esas salas de pánico no los
habían salvado a todos. Algunas de las habitaciones del pánico no habían resistido el
fuego anormal que los demonios habían empuñado.
¿Y si eso pasara aquí?
Cerré los ojos mientras un escalofrío rodaba a través de mí.
—Esto es mi culpa.
—¿Qué? No, no lo es —La respuesta de Misha fue rápida, casi demasiado
rápida—. Esto no es culpa tuya.
Sintiendo el ardor subir por mi garganta, agité la cabeza.
—Pero lo es. Clay me pilló desprevenida y me desangré por todas partes,
Misha. Usé mi gracia cuando debería haber corrido...
—Si no hubieras utilizado tu gracia podrías haber muerto —Los dedos
cálidos de Misha tocaron mis mejillas—. Yo podría haber muerto. Te protegiste a ti
misma, hiciste todo lo que debías hacer.
Abriendo los ojos, me encontré con su mirada; bajo la luz del porche, sus
ojos eran piscinas azules de medianoche.
—¿Por qué siempre tienes que ser tan lógico?
Misha bajó la cabeza, por lo que estábamos a nivel de los ojos, y su pulgar
se deslizó por mi pómulo.
—Porque siempre eres tan ilógica.
Una risa desigual salió de mí.
—Ese es un buen punto.
—Un buen punto es…
La repentina erupción de hormigueos a lo largo de mi nuca y entre mis
omóplatos me robó el aliento. Apretando los cuchillos hasta que los mangos se
imprimieron en mi piel, susurré—: Ya vienen.
Misha bajó las manos y miró hacia la entrada.
—Retrocede.
Esta vez escuché, retrocediendo unos pasos para darle espacio. Misha estaba
a punto de cambiar a su verdadera forma, y no podía quitarle los ojos de encima
cuando lo hacía. Nunca podía hacerlo, y ojalá hubiera visto el momento en que
Zayne había cambiado.
La piel pálida y rosada de Misha fue lo primero que cambió. Se profundizó
en tono a medida que su piel se endurecía, convirtiéndose en un profundo gris. Sus
manos se doblaron en garras lo suficientemente afiladas como para cortar la piedra.
Sus afilados cuernos brotaron entre el lío de rizos marrón rojizo. Los huesos de sus
hombros se movieron bajo su piel y se formaron alas, extendiéndose detrás de él a
ambos lados.
Estaba en lo cierto. Misha era enorme, pero Zayne era aún más grande.
Me miró por encima del hombro, y vi que su rostro había cambiado. Las
fosas nasales se habían aplanado en finas aberturas. Su boca se había ensanchado,
dando lugar a colmillos que podían rasgar la carne y el metal. Sólo esos ojos seguían
siendo los mismos: azul Guardián.
—¿Vas a escucharme por una vez y entrar en la casa? —preguntó, su voz
ahora más gruesa, más profunda.
Bufé.
—¿Y dejarte toda la diversión de matar demonios? Ja. No.
—Hay algo mal contigo, algo terriblemente mal —Se volvió hacia la entrada,
y yo sonreí a pesar de todo esto—. ¿Y si hay más humanos?
Mi piel se congeló mientras mi sonrisa se desvanecía.
—Puedo hacerlo.
—Trata de mantenerlo bajo control, Trin.
Sabía a qué se refería.
—Claro, jefe.
El golpeteo de pasos resonó por la entrada y Misha saltó, aterrizando en
cuclillas a varios metros de los escalones. Me quedé sin aliento cuando algo
voluminoso corrió bajo el reflector, y lo vi.
Dios mío, era un Nightcrawler24
Me quedé atónita al reconocer la piel color piedra de luna. Nunca había visto
uno en persona. Sólo en los textos que leíamos en la escuela, junto a cosas normales
como inglés y cálculo. Como los Ravers, no se suponía que los Nightcrawlers
estuvieran en la superficie, en la Tierra, porque no podían mezclarse ni remotamente
con los humanos. Su veneno era tóxico, paralizando a sus víctimas en cuestión de
minutos, a veces incluso menos. Este estaba demasiado lejos para ver los detalles de
su cara, incluso con las luces brillantes, pero estaba pensando que eso era una
bendición.
Eran notoriamente feos.
Misha se levantó del suelo, pero yo podía ser más rápida. Haciendo mi brazo
hacia atrás, me concentré y el mundo a mi alrededor desapareció. Dejé volar la daga.
Lo golpeó directamente, introduciéndose profundamente en su pecho antes
de que Misha siquiera pudiese tomar vuelo.
Los pasos del demonio vacilaron a medida que dejaba salir un ruido de dolor
y furia, un sonido tan horrible que sacudió mis entrañas. Las llamas estallaron en su
pecho, cubriendo su cuerpo en cuestión de segundos.
El hierro era mortal para un demonio, y golpear a uno en un lugar vital,
como el pecho, los volvía bastante inútiles de inmediato.
Mi daga de hierro aterrizó en la entrada, cayendo en un montón de cenizas
de demonio. Aterrizando a un pie de donde había estado el Nightcrawler, Misha me
miró.
—No puedes verme si muevo un pie a la izquierda, pero mataste a ese
bastardo en un abrir y cerrar de ojos.
Otro Nightcrawler apareció en el borde del reflector.
—Este es mío —Misha despegó, sus alas se abrieron paso por el aire. Un
segundo después se estrelló contra el demonio, tirándolo varios metros hacia atrás,
hacia la oscuridad y el vacío, donde no podía ver.
Me apresuré hacia mi daga y la agarré, ignorando lo cálido que estaba el
metal. Me quedé muy quieta, escaneando la oscuridad cuando escuché gruñidos
resonando desde donde Misha estaba luchando contra el Nightcrawler. ¿Cuántos
más podrían haber pasado a los Guardianes de las murallas? Un hilo de miedo

24
Rastreadores Nocturnos
invadió mi sangre, pero lo ignoré, sofocándolo no ceder ante él. El miedo podía ser
útil. Podía afinar los sentidos, pero también podía abrumar. Era una línea delgada y
peligrosa sobre la cuál estar, y no estaba dispuesta a pararme en ella en este momento.
Algo se movió a mi derecha, demasiado rápido en mi visión periférica para
que pudiera concentrarme. Me giré justo cuando una forma alta y ágil se apresuró
hacia mí. Parecía humana. Bella como un ángel, una mujer hermosa cuya belleza
seguramente había atraído a muchos hombres y mujeres a un destino terrible.
Una demonio de Nivel Superior.
Vi sus ojos amarillentos mientras su boca se abría de la manera más
antinatural, soltando un gruñido bajo que me recordó a un gato grande y muy
enojado. Se me puso la piel de gallina por todo el cuerpo.
Corrí a la izquierda, pero ella era más rápida que todo a lo que me había
enfrentado. Un silbido de aire se arremolinó a mí alrededor mientras ella agarraba
un puñado de mi vestido y me tiraba a un lado. Me estrellé contra el lado del porche.
Brillantes ráfagas de luz salpicaban mi visión mientras me ponía en pie, aún
sosteniendo los cuchillos.
La demonio estaba sobre mí en un nanosegundo, agarrándome del hombro
y tirando de mí hacia ella. No tenía ni idea de lo que planeaba hacer, y no esperé a
averiguarlo.
Dejé que el instinto tomara el control. Me di la vuelta y vi la sorpresa en su
cara un segundo antes de dar una patada. Mi pie se conectó con el costado de su
linda cara, lanzando su cabeza hacia atrás con un asqueroso crujido. Se giró de vuelta
a mí, con su cabeza colgando en un ángulo muy poco natural, y su cuello....
—Amiga —susurré, mis ojos abriéndose de par en par—. Tu cuello está
súper roto.
Ella soltó una risa.
—Eso no fue muy amable de tu parte.
Era una visión que no sería capaz de sacar de mi mente durante muchos
años.
La mujer demonio se movió, y su piel se tornó de un tono naranja intenso.
Sus alas se desplegaron y, por un breve momento, me dejé sorprender por lo mucho
que los demonios de Nivel Superior se parecían a los Guardianes.
Entonces me lancé hacia adelante.
Una mano con garras atravesó su pecho, enviando sangre oscura como la
tinta al aire. La mano se echó hacia atrás y la demonio se tambaleó hacia un lado.
La sorpresa se convirtió en horror cuando se miró a si misma
—Creo que ese era tu corazón —dije.
La demonio levantó su barbilla y luego estalló en llamas, incinerándose en
el acto.
Levanté mi mirada hacia donde estaba Misha, limpiando su mano sobre los
pantalones ceremoniales negros.
—Eso fue asqueroso.
—Tú no acabas de tener tu mano dentro de ella
—Bueno, soy lo suficientemente inteligente para dejar que los cuchillos
hagan su trabajo.
—Es más como que necesitas las cuchillas porque no tienes estás hermosas
—Misha meneó sus dedos manchados de sangre—. Y no te dije que...
El suelo tembló cuando algo grande y pesado cayó tras Misha. Vi unas alas
negras y luego Misha me agarró del brazo, tirando de mí detrás de él mientras
subíamos los escalones y entrábamos en la casa.
Si algo estaba haciendo que Misha huyera, entonces era malo, realmente
malo. Miré por encima de mi hombro mientras cruzábamos el porche, y todo lo que
vi fue una forma negra que subía lentamente por los escalones, caminando como lo
harías en un parque.
Misha me empujó al vestíbulo, soltando mi brazo mientras él giraba, y cerró
la puerta de golpe tras él.
Me enfrenté a él.
—¿Qué fue...?
La puerta de acero saltó de sus bisagras, volando hacia atrás y golpeando a
Misha.
Grité, empezando a ir hacia él mientras se estrellaba contra la pared. La
puerta se rompió en el impacto. Misha se desplomó en el suelo. Al llegar a su lado,
moví las dagas a una mano y lo agarré por el brazo mientras miraba hacia arriba y
me quedaba inmóvil.
Una oscuridad aceitosa, negra como la tinta, llenaba la puerta en ruinas,
lamiendo las paredes con gruesos zarcillos de tinieblas. Una ola de calor siguió
mientras soltaba el brazo de Misha y me enderezaba.
Nunca había visto nada igual. Ni siquiera había oído hablar de algo así.
La vaporosa negrura me atacó, golpeándome en el estómago. Me levantó,
lanzándome hacia atrás, y golpeé el suelo del pasillo. Estrellándome contra una
pared, perdí el control de una de las cuchillas. Aturdida y desorientada, me puse en
pie con dificultad mientras la masa llenaba el vestíbulo.
Dejando que el instinto se apoderara de mí, apunté y la daga voló, yendo
hacia el centro de la masa.
La oscuridad desapareció y mi espada se estampo en la pared detrás de
donde había estado. Un latido más tarde, la masa apareció directamente frente a mí.
—Mierda —le susurré.
La cosa tomó forma rápidamente. Un segundo no era más que una colección
de pulsantes sombras que vibraban y luego era un hombre que me miraba fijamente,
con ojos dorados y labios curvados en una sonrisita cruel.
—Hola —dijo—. Te he estado buscando.
Me balanceé, pero él me agarró del brazo con una mano y golpeó el centro
de mi estómago con su puño, sacando todo el aire de mí. Salí disparada hacia atrás,
más allá de las oficinas y hacia la cocina, estrellándome contra los taburetes del bar.
El poder de mi gracia despertó, pero luché contra él mientras respiraba con
dificultad. Girando, agarré un taburete mientras sentía que el calor golpeaba mis
venas. No podía dejar que el demonio supiera lo que era. No podía...
Misha venía por el pasillo con una mano en la pared, aún en su forma de
Guardián.
El demonio del Nivel Superior se volvió hacia Misha, y balanceé el taburete
tan fuerte como pude.
Nunca le golpeó.
Una mano salió disparada y el demonio atrapó la pata del taburete. Me miró
por encima del hombro y sonrió. El olor a madera quemada llenó la cocina. Un
segundo después, el taburete se incendió y se convirtió en polvo en un abrir y cerrar
de ojos.
—Jesús —susurré, moviendo mi brazo hacia atrás. Este demonio podía
controlar el fuego.
—No del todo, cariño.
Al diablo con no sacar la gracia. Abrí los brazos, dejando que creciera el calor
en la boca de mi estómago.
—¡Hazlo! —gritó Misha mientras algo pesado golpeaba la puerta de la
cocina y aterrizaba en la cocina, y el impacto fue como un terremoto. Sin mirar, sabía
en mis huesos que era Zayne, y estaba a punto de conseguir el espectáculo de su vida.
Todo pasó muy rápido, demasiado rápido para que yo pudiera reaccionar.
Algo parecido al reconocimiento parpadeó sobre la cara del demonio de
Nivel Superior cuando se encontró con la mirada de Zayne. Luego giró y salió
disparado hacia Misha. Se estrelló contra él, y luego ambos estaban en el aire,
volando hacia la entrada principal.
Me lancé hacia adelante, persiguiéndolos mientras el pánico apagaba el
fuego dentro de mí. Mis pies resbalaron sobre la madera destrozada y tropecé con la
puerta rota mientras corría hacia la puerta principal.
—¡Misha!
Zayne me atrapó, con su cálida y pesada mano sobre mis hombros.
—Trinity...
—¡No! ¡Trae a Misha! —Luché contra el agarre de Zayne, esforzándome por
liberarme—. ¡Suéltame! Tenemos que...
—Es demasiado tarde.
—¡No! —grité, pateando hacia atrás y golpeando sus piernas—. ¡Déjame ir!
—No puedo —Sus brazos se cerraron a mí alrededor, acercándome a su
pecho—. No puedo dejar que te tengan. No puedo. Ya se han ido.
Dejé de luchar, mirando al cielo, incapaz de ver las estrellas mientras el
horror se asentaba.
Zayne tenía razón. Misha se había ido, hacia la noche, hacia la oscuridad.
Capítulo 18
Me senté en el sofá, con mis rodillas juntas y mis manos cerradas sobre mi
regazo. Todavía llevaba puesto el vestido prestado.
Estaba arruinado.
La parte delantera del vestido estaba rota sobre mis rodillas. Cenizas y sangre
de demonio salpicaban el corpiño y la cintura. Necesitaba cambiarme y ducharme,
porque sentía que había una capa de mugre y sangre cubriéndome, pero no podía
irme hasta que el grupo que había ido a buscar a Misha regresara.
Un gran grupo había ido, incluyendo a Dez y Zayne. Incluso Matthew se
había unido a ellos, y ahora Nicolai y Thierry estaban en un rincón de la habitación,
hablando en voz baja. Jada había llegado con Ty una vez que todo había terminado.
Estaba sentada a mi lado, su mirada nerviosa moviéndose entre Ty y yo. Había
dejado de intentar hablar conmigo hace media hora. Estaba demasiado tensa para
formar palabras.
—¿Qué ha pasado? No entiendo qué ha pasado —repetía Peanut una y otra
vez mientras se acercaba al sofá. Ya le había explicado lo que sabía, pero él seguía
sin entender, porque nada de eso parecía real.
El demonio de Nivel Superior se había llevado a Misha. La ira era una
tormenta en mis entrañas, una furia dirigida a Thierry y Matthew y a todo el mundo,
pero sobre todo a mí misma, porque podría haber hecho algo para detener esto. Si
hubiera usado mi gracia en lugar de luchar contra ella, habría podido detener a este
demonio antes de que se llevara a Misha.
Pero en cambio, como en todas las malditas veces anteriores, había hecho lo
que se esperaba de mí. Había escondido mi verdadero poder. Igual que cuando mi
madre fue asesinada.
Era más que mi inacción. Este demonio había venido por mí.
Mis dedos cerraron alrededor de mis rodillas mientras cerraba los ojos. Si
algo le pasaba a Misha... Dios, nunca podría perdonarme a mí misma. Nunca…
Las voces al frente de la casa me sacaron de mis pensamientos. Mis ojos se
abrieron y estaba de pie, parándome junto a Nicolai.
Zayne y Dez entraron primero, en su forma humana, y detrás de ellos estaba
Matthew. En el momento en que mi mirada se encontró con la suya, supe que no
habían encontrado a Misha.
Dez me alcanzó primero, su mirada sombría. La simpatía estaba grabada en
sus bellos rasgos mientras colocaba su mano en mi hombro.
—Lo siento.
—No está muerto —dije, respirando profundamente mientras salía de su
alcance—. Sé que no está muerto.
Dez miró a Zayne y luego a donde estaban Thierry y Nicolai. No entendían
que yo sabría si Misha estuviera muerto. El vínculo me diría si muriera, y yo no había
sentido eso.
Me volví hacia Thierry.
—Misha sigue vivo.
Asintió con la cabeza y luego se concentró en el grupo.
—¿Encontraron algo?
—Lo hicimos —contestó Zayne—. A unos tres kilómetros de aquí había una
gran furgoneta de pasajeros a un lado de la carretera. El conductor todavía estaba
allí, pero estaba muerto.
—¿Humano? —preguntó Nicolai
Zayne asintió.
—Muerto. Corte de garganta. Nos encargamos de ello.
“Encargarse de eso” significaba que lo más probable era que se deshicieron
de la furgoneta y del cuerpo
—No había nada más —dijo Matthew cansado, sentándose junto a Jada
mientras yo estaba de pie en el centro de la habitación—. Nada que nos dijera si
pertenecían a la iglesia, pero sería seguro asumir que sí.
Eso no tenía sentido para mí.
—Los demonios son manipuladores, pero había Nightcrawlers con ellos.
¿Cómo demonios habrían podido esconderlos los demonios?
—Puede que nunca los hayan visto —contestó Zayne—. Podrían haber
viajado aquí por separado, pero reconocí al demonio que se llevó a Misha —Su
mirada pasó de mí al líder de su clan—. Lo he visto antes en Washington. Me
enfrenté a él un par de veces. Es rápido, fuerte y puede controlar el fuego, que suele
utilizar como la distracción perfecta para escapar. Su nombre es Bael.
¿Bael?
Mis rodillas se sentían débiles. Bael era otro demonio antiguo y poderoso.
—¿Bael? —preguntó Jada, mirando a su alrededor—. Todo el mundo se ha
quedado en silencio. Entiendo que es un demonio de Nivel Superior, pero siento que
hay más...
A los Guardianes que no estaban siendo entrenados sólo se les daba una
educación superficial en demonología. No conseguían todos los detalles sangrientos.
—Bael es un Rey del Infierno —explicó Nicolai—. En los viejos tiempos,
solía deambular por la superficie como un falso dios. Uno de nuestros Guardianes lo
vio por primera vez en enero, pero Bael no quería involucrarse. Pensamos que estaba
en la ciudad metiéndose con uno de los políticos. Bael es conocido por su habilidad
para influir en las mentes. Cada vez que nos vio, mantuvo su distancia, dándonos un
Infierno de persecución a través de la ciudad. Como Zayne dijo, usa el fuego para
ayudar en su escape. Quemó una tonelada de edificios en el proceso, pero no lo
hemos visto.... Diablos, ¿en tres meses?
—La última vez que lo vi fue a finales de marzo —respondió Zayne—. Fue
el último demonio de Nivel Superior que vi en la ciudad.
—¿Creen que siguió a su clan hasta aquí? —preguntó Ty, parado detrás de
Jada. Puso sus manos sobre los hombros de ella.
Nicolai no respondió durante un largo momento.
—Todo es posible, pero si lo hizo, ¿por qué esperar hasta ahora para atacar?
Llevamos aquí casi una semana.
Una parte de mí no podía creer que sólo había pasado una semana. Parecía
mucho más tiempo.
—Los Guardianes de la muralla fueron asesinados de una manera que
sugiere que no lo vieron venir —explicó Dez, cruzando los brazos—. Todos ellos
fueron atacados en su forma humana, golpes directos al pecho o la cabeza.
—Lo que pasó esta noche tiene que estar relacionado con Clay —dije,
moviendo la cabeza—. ¿Y los Ravers? Sabemos que nunca los ves sin un demonio
de Nivel Superior cerca. Estaban justo fuera de estas paredes, y ese pobre humano
Wayne fue asesinado por un demonio de Nivel Superior. ¿Y los ataques a las otras
comunidades? Estaban buscando...
—Estamos investigando todas las conexiones posibles —dijo Thierry antes
de que pudiera decir lo que podrían haber estado buscando.
—Sé que Clay era un completo idiota, pero ¿trabajar con demonios? ¿Cómo
habría estado en contacto con ellos? —Ty se pasó una mano por su pelo corto—. No
estoy seguro de eso, Trin.
Pero algunos Guardianes sí trabajaban con demonios.
Mi mirada se deslizó hacia Zayne y sentí un peso en mi estómago. Zayne
había trabajado con demonios e incluso había sugerido que no creía que todos los
demonios fueran malos. Una incómoda pesadez se apoderó de mí, y lo miré
fijamente mientras el resto del grupo hablaba de aumentar la seguridad en el muro y
de enviar grupos de exploradores con más regularidad en caso de que hubiera planes
para un segundo ataque.
Nada de esto había empezado hasta que él llegó. Clay no había intentado
atacarme hasta que habían estado aquí unos días, pero ¿por qué Zayne o cualquiera
de ellos estarían detrás de esto? No era como si supieran lo que yo era.
Al menos, eso era lo que pensaba.
Mi corazón empezó a latir con fuerza en mi pecho. El clan de DC sabía que
podía ver fantasmas y espíritus, y Zayne se había dado cuenta de que yo era más
fuerte de lo que parecía, más rápida de lo que él esperaba. No había tratado de
ocultarle eso, y todo el tiempo que había estado aquí, parecía estar en todas partes
donde yo estaba.
Zayne miró hacia mí lentamente, con su impresionante rostro ilegible
mientras nuestras miradas se conectaban. Un escalofrío bajó por mis brazos, dejando
pequeñas sacudidas atrás.
Si estaba en lo cierto, todavía no sabía por qué Zayne o su clan estarían
detrás de esto, y por eso no dije nada. Puede que sea impulsiva, pero era lo
suficientemente inteligente como para no sugerir algo así sin pruebas contundentes.
Pero ¿y si ya había pruebas?
A Zayne le faltaba una parte de su alma, y esa podría ser razón suficiente
para hacerlo.

Jada se había quedado dormida en el sofá y el clan de DC se había retirado


con Thierry y Matthew a la oficina. Ty había llevado a Jada arriba a uno de los
dormitorios extra y yo lo había seguido, entrando en mi habitación. Finalmente me
quité el vestido en ruinas, dejándolo en el piso del baño, un montón arrugado de gasa
y algodón.
No quería volver a verlo.
Me abalancé rápidamente y recogí el vestido arruinado. Lo metí en el cubo
de la basura y luego retrocedí, mirándome a mí misma.
Mis rodillas parecían estar golpeadas y magulladas. Torciendo la cintura, vi
que mis codos también. No estaba mal. En absoluto, porque podría haber sido mucho
peor.
¿Qué le estaba pasando a Misha ahora mismo?
Cosas muy, muy horribles.
No podía procesar lo que había pasado. Esto no era una pesadilla. Era real.
Se habían llevado a Misha, y si el demonio no sabía quién o qué era Misha para mí,
lo matarían.
¿Y si Bael lo supiera, y por eso se hubiera llevado a Misha?
Entonces había una posibilidad de que mantuviera a Misha con vida. Tenía
que pensar que se había llevado a Misha para usarlo como garantía.
El vapor llenó el espacio y me metí en la ducha, siseando mientras el agua
caliente rozaba las áreas en carne viva de mi piel. El agua se sentía como si sólo le
faltaran unos pocos grados para quemarme, pero no hacía nada para aliviar el frío
que se había asentado profundamente en mis huesos.
Me duché a toda prisa, mirando el agua con hollín que se iba por el desagüe.
Para el momento en que salí de la bañera con las piernas temblorosas, estaba
exhausta. No me detuve a mirarme de nuevo mientras me secaba y me ponía la ropa
que había llevado al baño conmigo. Los leggins eran un poco difíciles de ponerme
con mi piel todavía húmeda, lo que aumento mi frustración. La camisa era más fácil,
gracias a Dios, y cuando salí corriendo del baño, ya había empezado a sudar. Todo
lo que quería hacer era acostarme, pero no había tiempo para eso.
Peanut estaba flotando junto a mi cama mientras me dirigía hacia la puerta
del dormitorio.
—¿Qué estás haciendo, Trinnie?
—Bajando las escaleras para ver qué están haciendo para recuperar a Misha
—le dije, abriendo la puerta y entrando en el silencioso pasillo.
Peanut me siguió hasta la puerta cerrada de la oficina en el primer piso.
Llamé a la puerta, y la voz apagada de Thierry respondió. Al abrir la puerta, descubrí
que todo el mundo seguía en su oficina. Los guardianes de DC habían encontrado
camisas, reemplazando las que habían estropeado cuando habían cambiado. Thierry
estaba detrás de su escritorio y Matthew se apoyaba en el borde de este, con la cara
cansada.
Thierry no parecía sorprendido de verme cuando entré en la oficina.
—¿Qué pasa, Trinity?
—Quiero saber cómo vamos a recuperar a Misha —dije, deteniéndome
donde Nicolai y Dez estaban sentados. No miré a Zayne, pero sabía que estaba
parado junto a la ventana. Mantuve mi mirada fija en Thierry.
Se echó hacia atrás, y la silla crujió bajo su peso.
—Estamos enviando más exploradores en la mañana —dijo.
—¿Qué pasa si ya no están cerca? —pregunté—. Cuando los exploradores
salieron antes, no vieron señales de Misha o del demonio.
—Esa es una buena pregunta —dijo Peanut.
—Eso no significa que no se hayan escondido en alguna parte —razonó
Matthew—. No dejaremos ningún lugar sin revisar.
Eso... eso no era suficiente para mí.
Quería gente ahí afuera ahora mismo, buscándolo.
—Saben lo que Misha significa para mí —dije, luchando por mantener mi
voz nivelada—. Todavía está vivo, pero cuanto más esperemos...
—¿Por qué crees que sigue vivo? —preguntó Zayne desde donde estaba,
dirigiendo mi mirada hacía él—. Espero que lo esté y sería una gran noticia, Trinity,
pero los demonios no mantienen a los Guardianes con vida a menos que...
—¿Quieran jugar con su presa primero? —Terminé por él, sintiendo mi
estómago retorcerse—. ¿O usarlos para atraer a más Guardianes? Sé lo que los
demonios les hacen.
—Espero que no estén torturando a Misha —susurró Peanut—. Siempre está
tan asustado cuando sabe que estoy cerca, pero me gusta el tipo.
Nicolai se giró, mirándome.
—Sé que esto puede ser difícil de oír, pero la probabilidad de que esté vivo...
—No está muerto —le dije—. Yo lo sabría...
—No nos vamos a rendir con él —dijo Thierry, interrumpiéndome—.
Todavía vamos a buscarlo.
Había un “pero” colgando en el aire entre nosotros. Un “pero” que significaba
que lo buscarían, pero no pondrían en peligro a otros Guardianes para hacerlo. “Pero”
significaba que, al final, Misha era desechable, porque si lo mataban, el vínculo se
rompería, y alguien sería reasignado por mi padre.
“Pero” significaba que daba igual que Misha estuviera muerto.
—Nos vamos por la mañana para volver a casa —decía Nicolai—. También
lo buscaremos en Washington.
—Entonces, ¿tienen sus refuerzos y eso es todo? —espeté, incapaz de
contenerme—. ¿Vienen aquí a pedirnos ayuda, pero en cuanto se las damos, se van
a largar sin más?
—¡Sí, Trinnie, diles! —Peanut lanzó su puño al aire.
—Trinity —advirtió Thierry.
—En realidad, no estamos recibiendo refuerzos —habló Zayne una vez
más—. Después del tamaño masivo de este ataque, no hay forma de que la
comunidad pueda permitirse enviar nuevos aprendices con nosotros.
—Bueno, eso apesta —gruñí, y él ladeó la cabeza—. Lamento escuchar eso.
—Wow —murmuró Peanut—. Podrías sonar un poco más convincente.
Entonces me di cuenta.
Zayne había dicho que reconoció al demonio, por lo que había una buena
posibilidad de que este demonio llevara a Misha a DC. Y ahora que no estaban
recibiendo refuerzos, todavía tenían que lidiar con su propio problema: el problema
de algo matando demonios y Guardianes.
No tenía nada en contra de Zayne o de su clan, pero no iba a depender de
ellos para buscar a Misha, y no podía ir a DC yo sola. Nunca había estado allí, y no
tenía idea de dónde comenzar a buscar. ¿Añadiendo eso a mis problemas con mi
visión? Necesitaría ayuda.
—Quiero ir a DC —dije, y no llegué a ninguna parte rápidamente.
Peanut jadeó.
—Absolutamente no —dijo Thierry, colocando sus manos sobre el
escritorio—. Eso no va a pasar.
Lo ignoré, volviéndome hacia Nicolai.
—Puedo ayudarles.
Nicolai parecía visiblemente incómodo cuando se encontró con mi mirada.
—Trinity, sé que estás preocupada por Misha, pero…
—Estoy preocupada por él. Es como un hermano para mí, y no estoy de
acuerdo con dejar que todos los demás lo busquen mientras yo permanezco protegida
aquí —dije, ignorando la forma en que la mandíbula de Thierry se endureció.
—Sé que estás entrenada y puedes defenderte —comenzó Zayne,
caminando lejos de la ventana—. Y lamento lo que le ha pasado a Misha. Nosotros
lo buscaremos. Te lo prometo. Pero no tenemos los recursos para hacer de niñeras
mientras corres por DC buscándolo.
—¿Niñeras? —Me reí, mis manos cerrándose en puños—. ¿Hablas en serio?
—Oh, no —Peanut puso sus manos en sus caderas—. El chico está a punto
de recibir una paliza.
—No creo que él quisiera decirlo de esa manera —dijo Dez.
—En realidad, lo quería decir de esa manera —dijo Zayne.
—No pedí tu opinión —dije.
—Te la estoy dando libremente —contestó.
—Si bien Zayne podría haber dicho eso mucho mejor, tiene razón —
continuó Dez, su voz elevándose por encima de las nuestras—. Tenemos un
problema importante en casa, y sin refuerzos...
—Sin refuerzos, ustedes y yo sabemos que no e esforzarán por buscar a
Misha, y hay muchas posibilidades de que este demonio lo lleve a DC. Todos dijeron
que lo habían visto allí —Mi corazón empezó a latir con fuerza mientras me volvía
hacia Nicolai, quien era el que tendría que estar de acuerdo para que pudiera ir con
ellos—. Tienen un problema, y yo puedo ayudarles mejor que cualquier Guardián.
—Trinity —Thierry empezó a levantarse—. No…
Matthew se acercó por detrás de él, poniendo su mano en el brazo de
Thierry, y lo detuvo.
—No tengo elección —dije, con voz débil—. No me quedaré al margen y
dejaré que le pase algo a Misha cuando puedo hacer algo al respecto.
—Oh, no... —Peanut se fue al techo—. Oh, no, Trinnie, ¿qué vas a hacer?
Iba a mostrarles exactamente cómo podía ayudarles.
Thierry lo vio escrito en mi rostro mientras daba un paso atrás. Levantó las
manos, como si pudiera detenerme.
—Tu padre...
—No me importa lo que piense. No puedes detenerme, Thierry. Él tampoco
puede. Tengo dieciocho años y no hay ninguna ley que reemplace el hecho de que
soy una adulta —dije, dando la bienvenida al cálido resplandor que cobraba vida en
lo profundo de mi estómago—. Te quiero, los quiero a los dos, pero tengo que hacer
algo.
Entonces dejé que la gracia tomara el control.
Capítulo 19
Un poder cálido y embriagador iluminó mis venas y convirtió la oscuridad
en las esquinas de mi visión a luz, y vi el momento exacto en que los que estaban en
la habitación vieron que yo no era quien ellos pensaban que era. Por alguna razón,
me concentré en Zayne.
Sus ojos se abrieron de par en par mientras se alejaba del resplandor que
estaba empezando a irradiar de mi piel. Sus brazos se descruzaron para colgar a sus
lados.
—¿Qué demonios...? —susurró alguien.
—Más bien lo contrario —dije mientras extendía mi mano derecha y sentía
que el espiral de fuego blanco estallaba y se arremolinaba en mi brazo, formando la
espada que era muy parecida a la que había sostenido la estatua del ángel de batalla.
—Santo cielo —susurró Peanut desde algún lugar por encima de mí.
La espada era pesada y caliente en la palma de mi mano, escupiendo y
chorreando fuego blanco mientras apartaba mi mirada de la expresión de asombro
que se había plantado en la cara de Zayne hacia la de los otros Guardianes de DC.
El resplandor de mi gracia bailaba sobre sus rostros.
—Puedo ayudarles a derrotar cualquier cosa que esté matando a los
Guardianes —dije, plenamente consciente del hecho de que Thierry y Matthew
parecían estar a segundos de sufrir un ataque cardíaco—. Esta espada puede derribar
a un Guardián en un abrir y cerrar de ojos, sin dejar nada atrás. Lo mismo para un
demonio, cualquier demonio —Levanté la espada, acercándola a mi pecho, haciendo
que ambos Guardianes se estremecieran. Volví la cabeza hacia donde estaba Zayne—
. Así que, como puedes ver, no necesito una niñera. Ustedes me necesitan.
—Es suficiente —La voz de Thierry sonaba cansada mientras se reclinaba
en su silla.
—¿Lo es? —Lo desafié, escaneando la habitación—. Porque quiero
asegurarme de que todos se den cuenta de que no soy una carga. Soy una ayuda.
—Estoy seguro de que todos los que están aquí ahora se dan cuenta de eso
—dijo Matthew, suspirando—. Por favor, Trinity, guarda eso. Creo que estás
empezando a asustarlos.
Sonriendo, respiré profundamente y obligué a mis músculos a relajarse. El
fuego blanco alrededor de la espada se encendió y luego parpadeó antes de que la
espada se derrumbase sobre sí misma, dejando un fino resplandor de polvo dorado
que se evaporó antes de tocar el suelo. Supe el momento exacto en que dejaron de
ver lo que había en mí cuando las esquinas de mi visión volvieron a la vaga y turbia
oscuridad.
Sintiendo comezón en mi propia piel, crucé los brazos y levanté la barbilla.
—Ayúdenme a encontrar a Misha y los ayudaré a resolver su problema.
—¿Qué...? —Zayne aclaró su garganta, y cuando lo miré, supe
inmediatamente que no tenía ni idea de lo que yo era. Nadie podía fingir el shock
que se asentaba en su cara. Eso no significaba que confiara en ninguno de ellos por
completo, pero realmente no lo habían sabido—. ¿Qué eres?
—Es una Trueborn25 —contestó Thierry, sonando más cansado de lo que
jamás lo había oído—. Mitad humana...
—¿Mitad ángel? —terminó Nicolai, con los ojos muy abiertos mientras me
miraba con una mezcla de asombro y... algo más, algo mucho más potente. Miedo—
. Eres una nephilim.
—Prefiero que me llamen Trueborn —le dije—. Nephilim es tan...
anticuado.
Peanut resopló, recordándome que todavía estaba en la habitación.
—¿Cómo? —Zayne extendió la mano, agarrando el respaldo de una silla
vacía—. ¿Cómo es posible? Pensé que...
—¿Pensaste que todos los Trueborns se habían ido? ¿Cazados hasta acabar
con su existencia, por demonios y Guardianes por igual, y que no eran nada más que
mitos y leyendas? —dijo Matthew para él—. Eso es verdad.
—Pero... pero ella está parada aquí —Zayne dio un paso hacia mí y luego se
detuvo en seco—. ¿Cómo?
—Es la última de su especie —explicó Matthew—. Y hemos sido
responsables de mantenerla oculta y segura en nuestra comunidad desde que era una
niña. Así es como ha durado tanto tiempo.
—Esa no es la única razón —dije, sintiendo que el calor húmedo empezaba
a gotear de mi nariz. Levantando mi mano, la pasé debajo de mi nariz para
limpiarme. Cuando miré hacia abajo, mi dedo estaba salpicado de sangre. Suspiré—
. Es por eso que me han entrenado.
—Y.... ¿te han mantenido aquí? —preguntó Zayne.
—Hasta que mi padre me llame —Me encogí de hombros mientras Matthew
caminaba hacia mí, sacando un pañuelo de su bolsillo—. En el fin de los tiempos,
supongo, o algo así. Pero he estado a salvo gracias a Misha.
Matthew levantó lentamente su mano, asegurándose de que lo viera antes
de que me tocara con el pañuelo debajo de la nariz.
—Oh, Trinity —murmuró, dándome la tela.
—¿Por qué está sangrando? —preguntó Zayne.
—Es la gracia —dijo Matthew, retrocediendo—. Siempre ha tenido
hemorragias nasales después, y eso la debilita. Trinity puede ser un mito andante,

25
Trueborn—Verdadera Nacida… Raaaro.
pero sigue siendo medio humana. Usar la gracia es difícil para su lado humano. Estará
acurrucada durmiendo en algún lugar pronto.
Sonreí un poco por eso, porque lo hizo sonar como si fuera una niña que se
había agotado jugando.
—Creo que sé el papel de Misha en esto —dijo Dez, hablando por primera
vez desde que había decidido hacer mi espectáculo—. Si recuerdo correctamente,
cuando había más Trueborns, estaban... unidos a Guardianes. Su fuerza ayuda a....
¿Cómo lo digo? ¿Cancelar algunos de los reveses humanos? ¿Y viceversa? ¿El lado
angelical da poder al Guardián, los hace más fuertes y rápidos?
Asentí con la cabeza.
—Él es mi Protector. Si me llevan con ustedes y me ayudan a buscarlo, les
ayudaré con su problema. Me quedaré ahí el tiempo que sea necesario, incluso
después de que encontremos a Misha.
—Así es como sabes que no está muerto —dijo Zayne—. ¿Porque estás
unida a él?
—Sí. Lo sentiría —Me puse el puño en el pecho, arrugando el pañuelo en
mi mano—. Y no lo he sentido. Todavía no. Hasta que lo haga, no puedo renunciar
a él. No lo haré. ¿Tú lo harías?
Un músculo se flexionó a lo largo de la mandíbula de Zayne mientras miraba
hacia otro lado.
—Increíble —murmuró Nicolai—. ¿Quién sabe lo que es?
—Muy pocos —contestó Matthew, sentándose en el asiento desocupado—.
Si eso saliera a luz, los demonios estarían tratando de romper estas paredes todos los
días para llegar a ella. Los demonios creen que es humana, a menos que huelan su
sangre.
—Por eso reaccionaron como lo hicieron con su sangre —dijo Zayne,
maldiciendo en voz baja—. Pueden sentirlo y les dirá que es medio ángel...
Maldición. No podrían evitar ir tras ella. Ella es lo más cercano al Cielo que podrían
llegar a tener.
—Sí, y tienden a tener un poco de creencias —dije, temblando—. Los
demonios creen que, si consumen un Trueborn, podrán entrar al Cielo.
—Santo Infierno —susurró Dez—. ¿Es eso cierto?
—No tenemos idea —dijo Matthew—. Pero los demonios lo creen, y
mientras lo crean, son una amenaza.
—Y no la única —dijo Thierry—. La sangre, los huesos, el pelo e incluso sus
músculos son codiciados para encantamientos y hechizos. Cada parte de ella es
considerada valiosa en el mercado oscuro.
El mercado oscuro era como un mercado negro para los donantes de
órganos... excepto que el mercado oscuro era frecuentado por brujas y demonios y
un montón de males sobrenaturales.
—Soy especial —Levanté los hombros de nuevo—. Muy especial.
Zayne me miró fijamente, abriendo la boca y cerrándola.
—¿Es por eso por lo que puedes ver fantasmas? —preguntó Nicolai.
—Oh, ¿ahora a la gente le importa verme? —suspiró Peanut dramáticamente
desde su posición cerca del ventilador de techo.
Sacudí la cabeza hacia él.
—Sí, es porque los ángeles pueden ver a los espíritus y las almas de los que
han muerto. Y otros humanos que pueden hacerlo tienen sangre angélica diluida.
Probablemente de una tatara-tatara-tatara-abuela que se puso un poco rara con un
ángel.
—Creo que no hace falta decir que no deben decirle a nadie lo que es Trinity,
ni siquiera a sus otros compañeros de clan —dijo Thierry, y algo pasó por la cara de
Zayne, como si estuviera armando un rompecabezas en su cabeza y encontrara la
pieza que le faltaba—. Somos responsables de mantenerla a salvo hasta que sea
necesitada...
—Y me necesitan ahora —le dije a Thierry.
—Sé que Misha es como un hermano para ti, pero no puedes exponerte a
los demonios —intentó de nuevo Thierry, hablando en voz baja—. Ir tras él es un
riesgo que él ni siquiera querría que corrieras, y esto podría ser una trampa.
—No me importa —dije—. Pude haber detenido a ese demonio. Debería
haber usado mi gracia para hacerlo, pero no lo hice. Puedo controlarla. Lo sabes. No
puedo quedarme sentada sin hacer nada, Thierry. Lo siento mucho. Y si lo prohíbes
o les prohíbes que me ayuden, te juro por Dios que me iré por mi cuenta. No podrás
detenerme. Ya lo sabes.
Thierry lo sabía.
Reclinándose, se pasó la palma por el rostro mientras movía lentamente la
cabeza.
—Esto estaba llegando —le dijo Matthew—. Lo sabíamos en el fondo. Ella
está en lo correcto. No podemos detenerla. Sólo su padre puede.
—¿Quién es su padre? —preguntó Zayne.
—No quieres saberlo —murmuró Thierry en voz baja, y yo resoplé.
Realmente no querían. Levantó la cabeza mientras bajaba la mano—. Trinity es un
arma, y cualquier problema que tengan en DC, ella los podrá ayudar. Eso es cierto.
Pero ¿están dispuestos a ayudarla?
Me quedé sin aliento mientras la comprensión rugía a través de mí. Thierry
estaba cediendo. Mierda, lo estaba.
—Sí —Fue Zayne quien respondió, sorprendiéndome—. Sí, la ayudaremos.
Tienes razón —me dijo entonces—. Yo tampoco podría alejarme de esto si fuera
alguien que conociera y me importara. Así que, lo entiendo. En serio.
Sintiéndome un poco mal por sospechar de él, agache mí barbilla.
—Gracias.
La mirada de Nicolai se desplazó de mí a Zayne y luego a Thierry.
—Sí, vamos a ayudarla.
Casi me desmayo en ese mismo instante. Una parte de mí no podía creer que
esto estuviera pasando. Me ayudarían a encontrar a Misha y... me estaba yendo de
la comunidad, realmente me estaba yendo, por primera vez desde que era una niña
pequeña. Nos iríamos por la mañana, y tendría que hacer las maletas.
Todavía estaba aturdida cuando Peanut habló.
—Voy contigo.
Sorprendida por la declaración de Peanut, olvidé que estaba cerca de otras
personas cuando me volví hacia él.
—¿Qué?
Peanut estaba totalmente corpóreo, con los ojos bien abiertos.
—Voy a ir contigo a DC.
—Pero no has dejado la comunidad desde que viniste aquí conmigo.
—¿Con quién... con quién está hablando? —preguntó Dez.
—Probablemente Peanut —suspiró Thierry—. Es un fantasma.
—¿Tienen un fantasma aquí? —La voz de Nicolai era extrañamente aguda.
—Sí —contestó Matthew—. Aparentemente la siguió hasta aquí hace unos
diez años...
Mientras Matthew explicaba quién y qué era Peanut, me concentré en mi
compañero de cuarto fantasma.
—¿Estás seguro?
—Sí —Asintió con la cabeza—. Estoy seguro. Si tú vas, yo voy.
—Pero volveré —le dije.
Una mirada de duda cruzó su pálida cara.
—Si vas, me voy contigo. Ni siquiera intentes discutir conmigo. Sabes que
no tiene sentido. Te seguiré de todos modos y te atormentaré. Sabes que lo haré.
Lo sabía. Él totalmente haría eso.
—De acuerdo —Me volví hacia todos—. Bueno, aparentemente están
recibiendo un especial de dos por uno. Peanut viene con nosotros.
Decirle adiós a Jada y Ty a la mañana siguiente fue más difícil de lo que
jamás podría haber imaginado, aunque fuera temporal.
—Ojalá fuéramos contigo —dijo Jada, con sus bellos e intensos ojos azules
brillando—. Voy a estar tan estresada porque tú estarás ahí fuera y yo estoy atrapada
aquí.
—No —le dije, apretando sus manos—. Sabes que puedo cuidar de mí
misma, y no voy a estar sola.
—Lo sé, pero eso no significa que nos vayamos a preocupar menos —Ty
llegó y puso su mano en mi hombro—. Promete llamarnos todos los días.
Asentí con la cabeza.
—Por supuesto.
—FaceTime —dijo Jada—. Tienes que llamarnos por FaceTime, aunque sé
que lo odias.
—Lo haré, aunque lo odie completamente —dije riendo—. No estaré fuera
tanto tiempo, y volveré antes de que te des cuenta, con Misha.
—Sí —Jada me apretó las manos—. Con Misha.
Jada y Ty se quedaron a pasar el rato mientras yo terminaba de empacar, lo
que consistió en guardar todos mis leggings y tops, junto con unos cuantos suéteres
ligeros que podía empacar, en una maleta de gran tamaño. Era sólo el comienzo del
verano, así que pensé que aún podría haber noches frescas.
Por sugerencia de Jada, añadí unos pantalones vaqueros. Después de que se
fueron, metí toda la ropa interior y los sostenes que tenía en una pequeña maleta,
porque realmente no sabía cuánto tiempo me iba a tardar. Intentaba ser optimista,
pero incluso con la ayuda del clan de DC, no era como si fuera a aparecer y encontrar
a Misha inmediatamente, y eso era si…
—Para —susurré, cerrando los ojos. Misha aún estaba vivo, y seguiría así.
Me negaba a creer otra cosa.
Abriendo los ojos, subí la cremallera de la bolsa y luego agarré mi portátil,
metiéndolo en una bolsa junto con mis gafas y la cartera con mis dagas y cuchillos
dentro. Luego fui a mi mesita de noche y tomé la foto de mi mamá y su libro de
bolsillo. Cuidadosamente los guardé en una bolsa, colocándolos entre los suéteres
que no cabían en la maleta para que estuvieran a salvo. Estaba escaneando mi
habitación en busca de cualquier otra cosa que pudiera necesitar cuando llamaron a
mi puerta. Me di la vuelta, encontrando a Zayne.
Una bola de emociones mezcladas rugió a través de mí al verlo. La sospecha
persistía, pero estaba ensombrecida por la anticipación y algo más agudo, más
pesado.
—¿Puedo pasar?
Asentí con la cabeza.
—Ya casi termino. Sólo me aseguro de que no se me olvide nada.
—Está bien. Tenemos tiempo —Zayne se sentó en el borde de mi cama, con
su mirada azul pálido fija en mí—. No dormí bien anoche. Estoy seguro de que tú
tampoco lo hiciste.
—Dormí tal vez una hora —Mis dedos se quedaron en la correa de mi bolso.
Parecía cansado. Débiles sombras habían florecido bajo sus ojos.
—Nicolai, Dez y yo estábamos discutiendo cómo íbamos a hacer esto sin
avisar al resto del clan.
Me senté a su lado y puse la bolsa en el suelo.
—Entonces, ¿cuál es el plan?
—Mantener lo que eres en secreto va a ser demasiado difícil en el recinto —
dijo, pasándose una mano a través de su pelo suelto—. Va a ser bastante difícil
explicar tu presencia en la ciudad, pero desde que no he estado viviendo en el recinto
desde hace varios meses, pensamos que sería mejor que te quedaras conmigo.
—¿Qué? —Me quedé boquiabierta, no por el hecho de que me quedaría con
él sola, y eso era un gran problema, sino más bien por el hecho de que vivía solo—.
¿No vives en el recinto?
—No.
—¿Por qué? Es tan peligroso estar solo. Los demonios pueden sentir lo que
eres —dije, poniéndome mi sombrero de Capitán Obvio.
—El lugar que tengo está en un buen vecindario, y hasta ahora ha estado
relativamente libre de demonios —Sonrió—. Será más fácil, y esperemos que retrase
el explicar tu presencia.
—Pero ¿cómo vamos a retrasarlo? Si estamos buscando a Misha y esto que
les preocupa, todo el clan estará involucrado, ¿o no?
Giró su cuerpo hacia mí.
—Todo el clan no puede estar involucrado en la búsqueda de Misha. No si
necesitamos ocultar lo que eres. Dez va a ayudar, pero vamos a ser principalmente
tú y yo. Esa es la mejor opción.
Lo medité. Realmente no tenía elección, y tenía sentido.
—De acuerdo. Eso funcionará —Cuando Zayne no respondió, lo miré. Me
estaba mirando fijamente—. ¿Qué?
—Ahora sé por qué oliste a helado para mí.
—Eso fue un comentario muy al azar.
Una rápida sonrisa apareció y luego desapareció.
—Tienes que saber que el Cielo tiene olor, ¿verdad? Que para todos es
diferente, pero siempre es algo que les gusta o les hace sentir bien. Mi comida favorita
es el helado.
—¿Lo es?
—Suenas tan sorprendida.
—Supongo que lo estoy. No lo sé. Me imaginé que tu comida favorita serían
los filetes y las patatas.
—Esa sería mi segunda comida favorita —contestó—. Pero ahora entiendo
por qué olí eso en ti cuando te lastimaste.
—Era mi sangre —terminé por él—. No sabía eso. Quiero decir, sabía que
los demonios podían olerlo.
—¿Pero no sabías que la luz tiene un olor?
Negué con la cabeza, pensando que nunca había olido nada todas las veces
que había visto la luz.
—¿Y cómo sabes eso?
—Cuando los Alfas vienen a vernos, siempre hay una luz dorada y espesa
que viene primero. Ni siquiera estoy seguro de que sea luz, porque me recuerda a
líquido. Siempre que he estado cerca de ellos, lo he olido —Sacudió la cabeza—.
Muchas cosas tienen sentido ahora, y casi no puedo creer que no lo entendiera.
—¿Cómo podrías? Se cree que los Trueborns son cosas del pasado —Apoyé
las manos en los muslos—. No quiero que me trates diferente ahora de que sabes lo
que soy.
Zayne se rio suavemente en voz baja.
—No estoy seguro de que pueda hacer eso.
—¿Por qué?
—Porque sé lo que eres, Trinity.
—¿Y qué?
—¿Y qué? —Se volvió a reír—. ¿Te lo tomaste con calma el día en la sala de
entrenamiento?
Contenta con esa pregunta, ni siquiera intenté luchar contra mi sonrisa.
Estaba demasiado cansada para hacerlo.
—En realidad, no. Eres muy bueno, pero yo sólo soy...
—¿Mejor?
Me reí un poco en voz baja.
—No dejes que te deprima demasiado. Incluso Misha… —Aspiré un poco y
lo intenté de nuevo—. Ni siquiera él puede ser mejor que yo.
Su mirada recorrió mi cara.
—No sé lo que es estar unido a alguien que te importa, pero sí sé lo que es
crecer con alguien y que luego desaparezca de tu vida.
—¿En serio?
Zayne asintió.
—No por las mismas razones. Nada como esto, pero es difícil estar cerca de
alguien casi todos los días y luego no tenerlo como parte de tu vida y... y no tener
idea de cómo es su vida ahora.
Quería pedirle más información, pero se levantó de la cama.
—¿Lista? —preguntó Zayne en voz baja, extendiendo su mano.
Alejé mi mirada de Zayne y eché otro vistazo a mi habitación: la cama, las
estrellas clavadas en el techo, el escritorio que raramente usaba y la silla de la esquina.
Una repentina sensación de incertidumbre me invadió.
Le había dicho a Jada y Ty que no me iría mucho tiempo, pero al mirar
alrededor de mi habitación, no pude evitar la sensación de que esta sería la última
vez que vería esta habitación, que me iría y no volvería.
Inquieta, puse mi mano en la de Zayne, y sentí esa sacudida bailar sobre mis
dedos mientras se cerraban alrededor de los suyos.
—Lista.
Capítulo 20
Debido a la falta de sueño y a la salida tardía que tuvimos, porque tuve que
asegurarme de que Peanut estaba con nosotros, y lo estaba, y porque Thierry y
Matthew me habían tratado como me imaginé que trataban los padres a sus hijos
cuando se iban a la universidad, terminé desmayándome a los treinta minutos de
camino. Intenté luchar contra la calma del zumbido del todoterreno y la tranquilidad
dentro del coche, porque el lugar al que nos dirigíamos era un lugar en el que nunca
había estado y quería verlo todo, pero perdí la batalla.
¿Trinity?
Fruncí el ceño ante el sonido de mi nombre rompiendo las capas del sueño.
Lo ignoré, porque mi cama era cálida. Me acomodé y mi... mi cama se movió un
poco por debajo de mí. Raro.
—¿Trinity? —La voz volvió a sonar y las telarañas del sueño comenzaron a
despejarse—. Estamos aquí.
Algo tocó mi mejilla, cogiendo los mechones de pelo que descansaban allí y
metiéndolos detrás de mí oreja. Le di una bofetada y solo me golpeé la cara.
Entonces mi cama se rio.
Se rio.
Las camas no hacían eso.
—Duermes como un muerto —Una mano se cerró alrededor de mi hombro,
sacudiéndome suavemente—. Vamos, Trinity, despierta. Estamos aquí.
Estamos aquí.
Las dos palabras acabaron con la neblina del sueño. Mis ojos se abrieron, y
en el momento en que mi visión se ajustó al tenue interior, vi una pierna envuelta en
vaqueros oscuros...un muslo, en realidad.
Dios mío. Había alcanzado un nuevo nivel en la DEFCON26 de qué
demonios.
Levantándome de golpe, dirigí mi amplia mirada hacia Zayne, a quien
aparentemente había estado usando como almohada.
—Qué amable de tu parte finalmente unirte a mí, ya me estaba preocupando
—Zayne me miraba con su pequeña y burlona media sonrisa—. Especialmente
cuando empezaste a babear.
Salí de la niebla.

26
En los Estados Unidos, el DEFCON es un término utilizado para medir el nivel de disponibilidad
y defensa de las Fuerzas Armadas.
—¿Babear?
El calor entró en esos ojos escarchados.
—Solo un poco.
—No lo estaba —Me limpié apresuradamente la boca con el dorso de la
mano.
El dorso de mi mano estaba húmedo.
—Idiota —murmuré.
Él se rio entre dientes y luego asintió con la cabeza hacia el frente del auto.
Dez y Nicolai nos miraban desde los asientos delanteros.
—Hola —dijo Dez, sonriendo.
—Hey —Me quejé, sintiendo el calor en mi cara—. Entonces, ¿estamos
aquí?
Dez asintió con la cabeza.
—Perfecto —Encontré la manija de la puerta y tiré, encontrando que estaba
cerrada. Suspiré profundamente y esperé a que Dez abriera las puertas, y luego me
liberé.
Al salir del auto, estaba lista para ver Washington, DC, por primera vez y
vi...
Nada más que sombras.
¿Qué dem...? Me di la vuelta. Esperaba ver el monumento a Washington,
edificios y personas. Y aunque podía escuchar bocinas de autos, veía...
Espera... Estábamos en un estacionamiento, era un garaje cerca de un
conjunto de ascensores. Duh.
Los chicos estaban fuera en un santiamén, descargando mi maleta y mi bolso
de mano... y Peanut, que estaba sentado en mi maleta, sin que Zayne lo supiera.
Parpadeé lentamente. Peanut sonrió tan ampliamente que parecía un poco
loco. Cuando Zayne tomo la maleta por el mango y la arrastró… y a Peanut… hasta
donde yo estaba.
—¿Estas bien? —preguntó Zayne.
Peanut se rio de manera espeluznante.
—Sí, todavía estoy... un poco desconcertada.
Zayne se detuvo, su mirada parpadeó desde mí hacia la maleta.
—¿Es el fantasma?
—Seeeeeeh —dije, alargando la palabra y Peanut aplaudió como una
pequeña foca feliz.
—¿Quiero saber? —preguntó.
—Nop —Caminé hasta la parte trasera del auto, agarré mi bolso, nos
separamos de Dez y Nicolai. Seguí a Zayne hacia las puertas del ascensor, y él pulsó
el botón y tuvo que introducir un código. No vi qué piso era, pero basada en la forma
en que mis oídos estallaron a mitad de la subida, me imaginaba que íbamos muy alto.
El viaje fue suave y rápido y, cuando el ascensor se detuvo, las puertas se abrieron
para revelar una enorme habitación iluminada por la luz del sol que entraba a través
de una pared de ventanas que parecían estar polarizadas, porque el resplandor no me
lastimó.
Peanut saltó de la maleta.
—¡Me voy a investigar!
No dije nada mientras él desaparecía de la existencia.
—Vamos —Zayne sostuvo las puertas para mí, y yo me arrastré dentro,
mirando a mí alrededor y encontrándome... completamente confundida.
Los pisos eran de cemento expuesto, el techo era alto y grandes ventiladores
colgaban de él, agitándose lentamente. A mi izquierda había una zona de cocina.
Una fila de armarios blancos separados por una estufa de gas y un extractor de acero
inoxidable. Había una isla larga y rectangular, lo suficientemente grande como para
acomodar a varias personas, pero sólo dos taburetes de metal negro y de aspecto
robusto estaban colocados a un lado. Frente al área de la cocina había un gran sofá
seccional, lo suficientemente ancho como para que dos guardianes se tumbaran uno
al lado del otro, y se encontraba frente a un televisor grande. A la izquierda de eso
había un espacio abierto. Podía distinguir un saco de boxeo y lo que parecían ser
alfombras azules pegadas a la pared, del tipo que había en nuestras instalaciones de
entrenamiento en casa. Había varias puertas cerradas y eso... eso era todo.
Todo era muy industrial, muy desnudo.
—¿Estás seguro de que vives aquí? —pregunté, aún sorprendida de que
Zayne viviera por su cuenta. Era algo inaudito.
Zayne me echó una larga mirada de reojo.
—Sí. ¿Por qué?
—No parece que nadie viva aquí —Puse mi bolso en la isla.
—Tiene lo que necesito —Caminó hacia el refrigerador, abrió la puerta y
sacó dos botellas de agua. Colocó una de las botellas en la isla y luego agarró mi
equipaje, rodándolo detrás de él—. Sígueme.
Tomando la botella de agua, lo seguí a través de la amplia habitación,
buscando algo que demostrara que vivía aquí. Como un par de zapatos o una revista
o una lata de refresco. No había nada.
—Este es uno de los baños. Sin embargo, no hay ducha ahí —Asintió a
nuestra derecha mientras me guiaba hacia la puerta del medio—. Este es el
dormitorio.
Abrió la puerta y encendió una luz. Mi mirada se movió desde las ventanas
de piso a techo que estaban cubiertas con persianas hasta la enorme cama en el
centro, junto a la mesita de noche. No había nada más en la habitación. Sin
aparadores. Ni televisión. Ni siquiera una alfombra.
Pasando junto a mí, abrió una de las puertas, revelando otro baño mientras
yo estaba congelada justo dentro del dormitorio.
—Este es el baño principal. Tiene una ducha y una tina.
El plástico de la botella de agua se arrugó entre mis dedos mientras miraba
la cama, la única cama que había visto en todo este lugar. ¿Cómo iba a funcionar
esto? ¿Íbamos a compartir una cama? Una incómoda cantidad de calor infundió mi
cuerpo al pensarlo.
Agité la cabeza, porque Zayne no tenía la intención de hacer eso. Este era el
chico que saltó lejos de mí cuando lo besé, y decirme que era hermosa y que le
recordaba a una diosa no lo borraba.
Pasé de la puerta del dormitorio y entré en la habitación, mientras Zayne
pasaba junto a mí. No vi a Peanut, pero eso no significa que no estuviera por aquí.
Me acerqué a las ventanas. Cuanto más me acercaba, más intensa era su mirada,
pero miré hacia afuera, viendo edificios de ladrillo al otro lado de la calle. Miré hacia
abajo, tenía razón sobre lo de estar en un piso alto. Todo lo que veía abajo era una
mancha en movimiento.
Girando desde las ventanas, me enfrenté a Zayne.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora?
—Descansamos —dijo—. Tú tienes la cama y yo me quedo con el sofá.
Lo miré fijamente mientras abría un armario de ropa blanca y agarraba una
almohada y una manta delgada.
—¿No deberíamos empezar a buscar a Misha?
—Si sabes algo sobre demonios, sabes que no son muy activos por la tarde
—Tiró la manta en la parte de atrás del sofá.
—Pero eso no significa que no podamos empezar a buscarlos.
—No, pero sólo dormiste una hora anoche y otra en el camino —Tenía un
punto.
—Estoy bien. Estoy muy despierta —Eso no era exactamente falso. Si me
acostaba, probablemente me volvería a dormir, pero quería empezar.
Y quería ver la ciudad.
—Apenas pude dormir anoche y, a diferencia de ti, no tenía una pierna
cómoda para dormir —Me recordó, arrojando la almohada al sofá—. Mira, puedes
sentarte y relajarte por un par de horas o puedes ser inteligente y descansar un poco.
—Puedes descansar un poco y yo puedo empezar a buscar a Misha...
—¿Buscarlo dónde? —Zayne se giró hacia mí entonces, con las cejas
levantadas—. ¿Sabes lo grande que es esta ciudad? ¿Cuántas personas viven en ella?
¿Cuántas personas trabajan aquí y no viven aquí? —Disparó las preguntas a un ritmo
rápido—. ¿Sabes dónde están los demonios? ¿Dónde puedes encontrar uno
típicamente?
—Bueno, no, pero...
—No hay “peros”, Trinity. No tienes idea de adónde ir —Se pasó una mano
por el pelo, y luego se agarró la nuca—. Mira, dije que te ayudaría a buscar a Misha,
y lo haré. No hago promesas que no cumplo, pero vamos a ser inteligentes, Trinity.
No sabemos si el demonio que se llevó a Misha sabe lo que eres, pero si lo sabe, te
estará buscando.
—Bien —dije—. Eso hace mi trabajo mucho más fácil, porque esta vez,
usaré mi gracia.
—No te irás de aquí sin mí, y si lo intentas, lo sabré.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—¿Ahora soy una prisionera?
—Eres una invitada que usará el sentido común —respondió—. Así que,
puedes sentirte como una prisionera o como una huésped bien descansada. De
cualquier manera, voy a dormir durmiendo, porque voy a necesitarlo antes de hacer
lo que vamos a hacer esta noche.
—¿Y qué es eso? —Frustrada, me crucé de brazos—. ¿Peinarnos el uno al
otro y ponernos mascarillas faciales?
—Oh, ¿me trenzaras el pelo? —Bajó la mano y se cerró en un puño a su lado.
Parecía que quería estrangularme, y yo sabía que estaba siendo molesta, pero este
demonio tenía a Misha y ¿se suponía que yo tomara una siesta?
—¿Sabes lo que se siente saber que alguien está en peligro y no hacer nada?
—pregunté, sintiendo que mi garganta se engrosaba—. ¿Lo sabes?
La expresión de Zayne se suavizó al acercarse a mí.
—Sí, lo sé, Trinity. Sé lo que es ser forzado a ver a alguien que te importa
ser herido y ser completamente incapaz de hacer algo al respecto.
Cerré la boca cuando sus palabras pasaron mi irritación.
—Puedes pensar que nos conocemos, y sé que has oído cosas sobre mí, pero
no me conoces. No sabes lo que he experimentado y lo que no —continuó—. Así
como yo no sé todo por lo que has pasado. Pero lo que sí sé de ti es que eres fuerte y
leal. Y también sé que eres lo suficientemente inteligente para darte cuenta de que
ambos necesitamos estar bien descansados para estar preparados para cualquier cosa.
Respiré temblorosamente, cerrando los ojos contra el repentino ardor de las
lágrimas.
—Tienes razón —admití, reprimiendo las lágrimas—. Y lo... lo siento. Sólo
estoy...
—Estás preocupada —Su voz estaba más cerca, y cuando abrí los ojos, ni
siquiera estaba a un pie de mí. No tenía idea de cómo podía moverse tan
silenciosamente. Lo vi levantar la mano y agarrar un mechón de mi cabello que se
había caído hacia adelante. Lo metió detrás de mi oreja—. Lo entiendo, Trinity. De
verdad que sí.
Mi cuerpo tomó el control. Cerrando los ojos, presioné mi mejilla contra su
cálida palma. No debería hacer eso. Lo sabía, pero había algo reconfortante en su
tacto. Era como si hubiera sido construido simplemente para eso, y era una sensación
extraña.
—Estás cansada —dijo—. Sólo descansa un par de horas.
—¿Tan mal me veo? —le pregunté.
—No. Te ves perfecta.
Abrí los ojos, y mi mirada quedó atrapada en la suya. Algo oscuramente
posesivo pasó por su cara antes de que dejara caer su mano y diera un paso atrás.
Sintiéndome fuera de lugar, crucé de brazos sobre el pecho.
—Vale. Entonces, ¿dormimos y luego...?
—Conozco a una persona, y no puedo creer que siquiera esté considerando
esto, pero si alguien sabe dónde podría estar Bael, será él. Debería estar por aquí esta
noche. No tiene exactamente un horario normal.
—¿Quién es? ¿Otro Guardián?
Zayne volvió a reír sin mucho humor.
—No. No es un Guardián. Es probablemente el mayor dolor en mi trasero
que jamás haya existido —Zayne se detuvo—. Lo que significa que probablemente
te llevarás bien con él.
Capítulo 21
Me desperté con un grito ahogado, levantándome de golpe y encontrándome
cara a cara con Peanut...
Quien me estaba soplando en la cara.
—¿Qué estás haciendo?
—Asegurándome de que no estás muerta —Se dirigió al otro lado de la
cama—. ¿Adivina qué?
—¿Qué? —Me aparté un mechón de pelo de la cara cuando un peso invisible
se apoderó de mis hombros. Sabía lo que significaba ese sentimiento—. Demonios
—susurré, empujando la gruesa manta lejos de mí y balanceando mis piernas fuera
de la cama—. Hay demonios cerca.
—¿Qué? —gritó Peanut.
Lanzándome fuera de la cama, corrí hacia la puerta del dormitorio y la abrí.
Mis pies descalzos se deslizaron sobre los pisos fríos de cemento mientras escaneaba
la habitación en busca de Zayne. Vi una forma bastante grande y quieta en el sofá y
me apresuré a rodearla.
Zayne estaba dormido boca arriba, con la cabeza vuelta hacia el respaldo del
sofá. Tenía un brazo debajo de la cabeza y la otra mano descansaba en un puño suelto
sobre su pecho.
Su pecho desnudo.
La manta gris se había enredado alrededor de sus estrechas caderas, y
realmente esperaba que no estuviera completamente desnudo allí abajo. No creía que
lo estuviera, considerando que yo estaba aquí, pero la mayoría de los Guardianes
dormían en su verdadera forma. Era así como lograban dormir profundamente, así
que era extraño ver a Zayne durmiendo así.
—Zayne —dije, con la voz espesa por el sueño—. Despierta.
No se movió.
Lo alcancé, tocando suavemente su hombro. Hubo una extraña carga
estática que irradió por mis dedos y no tenía sentido.
—Zayne…
Se movió tan rápido que ni siquiera supe lo que estaba pasando hasta que
estuve de espaldas y él sobre mí, con una mano apoyada en mi hombro,
presionándome contra los gruesos cojines del sofá. Mis ojos muy abiertos se
dirigieron a su rostro y vi que sus pupilas estaban verticales.
—Jesús —jadeé, congelada.
Pareció tomarle un momento reconocerme y darse cuenta de que me tenía
atrapada debajo de él. Las pupilas fueron las primeras en volver a la normalidad, al
aspecto de unos ojos humanos.
—Trinity, ¿qué estás haciendo?
—¿Qué estoy haciendo? —Parpadeé una vez y luego dos veces—. ¿Estas
preguntándome qué estoy haciendo cuando acabas me voltearme en el aire?
—Sí —Él todavía estaba encima de mí, pero su mano salió de mi hombro,
aterrizando en el cojín al lado de mi cabeza—. Estaba dormido.
—Lo sé —Me atreví a mirar hacia abajo y vi que no estaba desnudo, gracias
a las gárgolas bebés en todas partes. Llevaba lo que parecían ser pantalones de
chándal grises.
—Traté de despertarte. Dije tu nombre, pero no respondiste.
—Lo siento —gruñó—. No estoy acostumbrado a que la gente esté aquí.
—Lo puedo decir.
—¿Qué hora es? —Miró hacia la cocina—. Son solo las 4, Trinity. Deberías
estar dormida.
—Lo sé, pero desperté —Mantuve mis brazos todavía a mis costados—.
Sentí demonios. Eso me despertó.
—No los siento —Ladeó la cabeza, y varios mechones de cabello dorado le
cayeron sobre la mejilla.
—Soy más sensible a ellos —le expliqué—. Normalmente puedo sentirlos
minutos antes de que lo haga un Guardián, y puedo sentirlos ahora. Hay demonios
aquí, Zayne. No en tu apartamento, pero cerca. Probablemente afuera, en las calles
o...
—Probablemente están afuera en las calles —interrumpió con un suspiro.
—Bueno. Entonces tenemos que levantarnos e irnos...
—Hay demonios por todas partes aquí —dijo, y sus ojos se encontraron con
los míos. Bueno, solo un ojo. Su cabello cubría el otro—. Probablemente solo Fiends
caminando alrededor. Son los únicos activos durante el día, generalmente al final de
la tarde.
—¿Y todavía estamos aquí acostados porque...?
—Los Fiends son relativamente inofensivos, Trinity. Todo lo que hacen es
meterse con cosas electrónicas y esa basura. Realmente no molestan a los humanos.
Sabía que los Fiends eran algo inofensivos y que parecían tan humanos
como él y yo. A menos que los miraras a los ojos muy de cerca. La luz se reflejaba
en ellos de forma extraña. Los Fiends eran más o menos el por qué existía la Ley de
Murphy. Si todo salió mal en tu día, como que tu automóvil se descompuso, los
semáforos estaban fuera de servicio, tu cafetería favorita cerrada y tu oficina sin
electricidad, un Fiend probablemente estaba detrás de eso.
—¿No los... cazas? —pregunté, confundida.
No respondió por un largo momento.
—Solía cazar demonios indiscriminadamente, sin importar de qué fueran
culpables.
—¿No es ese tu tipo de trabajo como Guardián?
—Sí.
Cuando no dijo nada más, todo lo que pude hacer fue mirarlo y preguntarme
en qué demonios me había metido. No era de extrañar que no fuera el líder del clan.
¿Cómo podría serlo cuando no cazaba a los Fiends? Y no podía olvidar que había
trabajado con demonios antes. Pero su clan parecía confiar en él, al menos lo
suficiente como para permitirme quedarme con él incluso sabiendo lo que era.
—Eres un Guardián extraño —susurré.
Un lado de sus labios se levantó.
—Y tú eres simplemente... extraña.
—Creo que estoy ofendida —La media sonrisa cambió a una sonrisa
completa.
—Tendrás que acostumbrarte a sentir demonios. No estaba bromeando
cuando dije que están en todas partes, especialmente los de nivel inferior como los
Fiends.
—Está bien —dije, porque no sabía qué más decir. Estaba completamente
consciente del hecho de que todavía estaba acostada debajo de él, y aunque nuestros
cuerpos no se tocaban, podía sentir el calor saliendo de su piel. La última vez que
estuvimos en esta posición, lo había besado, y los dos teníamos muchísima más
ropa—. Entonces, umm, ¿me vas a dejar levantarme?
Zayne parpadeó como si acabara de darse cuenta de que estaba debajo de él,
y por alguna razón, eso se sintió más ofensivo que él diciendo que yo era extraña,
como… ¿era así de físicamente ambivalente27 hacia mí?
Maldición.
—Sí, supongo que puedo hacer eso —Zayne se echó hacia atrás suavemente,
y salí de debajo de él y luego del sofá. Me puse de pie. Su barbilla se hundió mientras
arrastraba su labio inferior entre sus dientes. Con los hombros tensos, miró hacia otro
lado—. Probablemente deberías intentar dormir una hora más o menos.
Comencé a protestar que los dos ya estábamos despiertos, pero fue en ese
preciso momento cuando me di cuenta de que no me había puesto el pijama antes de
la siesta. Todo lo que hice fue quitarme los jeans, lo que significaba que estaba en mi
camisa y ropa interior, y mi camisa no era muy larga.
Podía ver mis calzoncillos.
Mis calzoncillos con estampado de calavera en blanco y negro.

27
Que posee o denota dos emociones o sentimientos opuestos hacia una misma persona o cosa. Le produce
sentimientos ambivalentes de amor y de odio
Oh, Dios mío.
Con la cara en llamas, di media vuelta y corrí de vuelta a través del cuarto
hacia mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Me apoyé contra ella con los
ojos cerrados.
Era un desastre.

Eran cerca de las seis cuando Zayne y yo salimos de su casa para ir a hablar
con este amigo... que no sonaba como un amigo en realidad.
Antes de salir de la habitación de Zayne por segunda vez, me aseguré de
tener los pantalones puestos y me puse la funda de se ajustaba la cadera para portar
mis cuchillas. Era otro regalo de Jada, uno que en realidad nunca había usado, pero
me sentí aliviada al ver que me quedaban bien y estaba bien escondido debajo de una
camisa mucho más larga.
Me encontraba en el garaje mirando un elegante Chevy Impala negro
estacionado junto a una especie de motocicleta de aspecto rápido. Estaba intentando
desesperadamente no pensar en el hecho de que Zayne me había visto en ropa
interior. Me impresionó mirar al Impala, ya que no había visto uno de esta cosecha
en persona antes.
—¿Eres fanático de Supernatural? —pregunté.
Zayne me rodeó y abrió la puerta del pasajero.
—No hasta hace poco. Tenía el auto antes de que me presentaran el mundo
de los Winchesters.
—Oh…
Se volvió hacia mí, sosteniendo la puerta. Como yo, llevaba gafas de sol. Las
suyas eran de aviador, plateadas, y las lentes eran reflectantes. Las mías eran
demasiado grandes hasta el punto de que probablemente me hacían ver como un
insecto, y los lentes eran tan negros como se podían conseguir.
Esos labios carnosos se inclinaron hacia un lado.
—¿Vas a entrar?
—Oh —repetí—. Sí.
Zayne estuvo al volante en un nanosegundo, al parecer, girando la llave. El
motor rugió a la vida.
—Entonces, ¿a dónde vamos? —pregunté.
—Al otro lado del río. No debería tomar mucho tiempo llegar allí —dijo,
saliendo del estacionamiento mientras me miraba—. Cinturón de seguridad.
Ni siquiera me había dado cuenta de que no me lo había puesto. Lo hice
bruscamente y luego planté mi rostro en la ventana cuando él salió del garaje y se
detuvo cuando fuimos recibidos por el atestado tráfico. Mi amplia mirada trató de
captar todo lo que estaba viendo.
No era nada como cuando estuve mirando por la ventana desde lo alto.
Los edificios de todos los tamaños y colores parecían estar apretados uno
encima del otro como dedos gruesos que se extienden hacia el cielo del atardecer,
bloqueando la mayor parte de la luz del sol poniente. Había gente por todos lados.
Por todos lados.
Nunca había visto a tanta gente en una acera. Incluso en Morgantown,
cuando era más joven, nunca fue así. Tenía que haber cientos de personas, sus formas
y caras para mí no eran más que sombras desenfocadas mientras se apresuraban
alrededor de otras personas que caminaban más despacio y se detenían frente al
tráfico. Las bocinas sonaban. La gente gritaba. No solo eso, todavía sentía demonios,
y sabía que algunas de esas personas no eran exactamente personas. El sonido llegaba
desde todas las direcciones, y todo era un poco abrumador. Apenas podía distinguir
la diferencia entre humanos y fantasmas. ¿Cómo iba a poder diferenciarlos ahora?
—Hay mucha gente —dije.
—Esto en realidad no es tan malo —respondió Zayne, y mi amplia mirada
volvió a él.
—¿En serio? —susurré.
Él asintió.
—Es después de la hora pico. Si hubiéramos salido unas tres horas antes,
habría sido el doble de esta cantidad.
—Mierda —Me alegré de no haber venido aquí sola. No tenía miedo de las
grandes multitudes, o al menos no había pensado que lo tuviera. Ahora, no estaba
segura.
Me volví hacia la ventana del pasajero. Mis pensamientos vagaron mientras
miraba borrosos edificios que eventualmente se convirtieron en un caleidoscopio de
olmos y parques. Comencé a pensar en Misha, en lo que podría estar pasándole, y
tuve que forzar mis pensamientos a otra parte. No podía dejarme caer por la
madriguera del conejo. No había sentido la pérdida del vínculo, así que todavía
estaba vivo, y eso era lo que importaba.
Me encontré pensando en lo que Zayne había dicho antes acerca de ser
obligado a mirar a alguien que le importaba siendo lastimado y no poder ayudarlo.
Había estado en lo cierto una vez más. No sabía mucho sobre él, y quería... quería
saber más.
—Aquí estamos —anunció Zayne, sorprendiéndome y sacándome de mis
pensamientos.
Me concentré en nuestro entorno y me sorprendió descubrir que estábamos
en algún tipo de camino privado, deteniéndose frente a una... ¿mansión?
Pegando mi cara a la ventana, miré la enorme estructura de ladrillo de dos
pisos con pilares blancos que cubrían un amplio porche que parecía rodear toda la
casa.
Sí, eso definitivamente era una mansión.
No me moví, incluso cuando Zayne apagó el motor, y cuando respiré hondo,
sentí la fuerte presencia de… demonios. Podrían estar literalmente en cualquier parte.
Los había sentido casi todo el camino hasta aquí, excepto cuando estábamos
cruzando un puente.
—¿Estás bien? —preguntó Zayne.
—Sí —susurré—. ¿Dónde estamos?
—Justo después del río, en Maryland. Es la... es una casa privada —dijo,
con un tono lo suficientemente distante que atrajo mi mirada hacia él. Estaba
mirando la casa también, con expresión tensa—. Dos personas viven aquí, pero creo
que otras van y vienen.
—Guau. ¿Solo dos personas viven aquí?
—Sí —murmuró, quitándose las gafas de sol y colocándolas en la visera—.
Pero mira la casa de Thierry. Es del doble de este tamaño, y ¿cuántas personas vivían
allí? ¿Cuatro?
Él tenía un punto.
—¿Estás bien?
Zayne parpadeó y me miró, y su expresión se suavizó.
—Siempre.
Mis cejas se levantaron, pero él abrió la puerta y salió, y decidí que era hora
de que hiciera lo mismo. Dejando mi bolso en el asiento, traje mi teléfono conmigo.
Mientras cruzaba los adoquines grises, noté que hacía más calor aquí a pesar de que
el sol estaba detrás de la casa. La brisa no era tan fresca como en las montañas.
—Oye.
Me detuve, volviéndome hacia Zayne. Me miró fijamente, el viento sacudió
un mechón de su cabello a través de su mejilla. Entonces su pecho se alzó con una
respiración profunda.
—Solo un aviso… ¿El chico que estás a punto de conocer? Él es… diferente.
—¿Diferente como?
—Es un demonio.
—¿Qué? —jadeé, alcanzando mis dagas por costumbre.
—Mala Trinity… —murmuró Zayne, agarrando mis muñecas antes de que
pudiera agarrar las cuchillas—. Escúchame. No hay razón para ser violenta. Ninguna
de las personas aquí...
—¿Quieres decir que ninguno de los demonios aquí…?
—Ninguna de las personas aquí va a lastimarte o a mí —Zayne mantuvo su
voz baja y tranquila, pero sus ojos se estrecharon.
Mierda, Zayne realmente trabajaba con demonios. No sé que era lo que
había pensado. ¿Que era algo que había hecho solo en el pasado? ¿Que no trabajaba
activamente con demonios ahora?
Zayne se paró frente a mí, todavía sosteniendo mis muñecas.
—Sé que esto es extraño, pero te digo que está bien. He conocido a uno de
ellos la mitad de mi vida, y si queremos ayuda para encontrar a Misha, estas son las
personas que pueden proporcionarla.
Supe inmediatamente de quién estaba hablando.
La chica, la mitad Guardiana y mitad demonio que había sido criada con él.
¿Ella es quien vivía aquí? Mordiéndome el labio, miré por encima del hombro hacia
la enorme casa. ¿Podría hacerlo? ¿Entrar en una casa en la que vivían demonios y
pedirles ayuda?
¿Qué pensaría mi padre?
Demonios, le daría un ataque. Una parte de mí esperaba que él apareciera y
golpeara a Zayne y luego me llevara de regreso a casa de Thierry.
—Estamos a salvo aquí —continuó Zayne, soltando mis muñecas para
levantar las gafas de sol hasta la parte superior de mi cabeza para que pudiera ver mis
ojos—. ¿Confías en mí, Trinity?
—Yo... —No estaba segura de cómo responder esa pregunta. Parte de mí lo
hacía, porque él no me había dado una verdadera razón para no confiar en él, pero
aún desconfiaba de él, de todo esto. Tomé una respiración superficial—. ¿Realmente
crees que nos puedan ayudar?
Zayne asintió con la cabeza.
—Lo hago.
Esto era enorme y potencialmente loco, pero haría cualquier cosa para
encontrar a Misha, incluso si eso significaba ir en contra de todo lo que había
aprendido.
—Está bien —le dije.
Soltando mis muñecas, se volvió conmigo hacia la casa y comenzamos a
caminar hacia ella. Las puertas dobles de bronce ya estaban abiertas y había un
hombre allí. Tenía cabello rubio-hielo que colgaba más allá de sus hombros, y llevaba
puesto un... ¿mameluco?
Sí.
Definitivamente un mameluco negro.
El aliento caliente en mi cuello y la pesadez aumentaron. Mis pasos se
bloquearon e inmediatamente alcancé mis espadas.
El hombre del mameluco era un demonio.
Zayne colocó su mano en mi espalda baja, dándome un suave empujón
hacia adelante mientras el demonio se detenía en la parte superior de los escalones.
—Esto es una sorpresa —dijo.
Me detuve en la base de los escalones, mirando a Zayne.
—Está bien —Zayne tomó mi mano en la suya, que estaba cálida. Me guio
a través de las escaleras—. Este es Cayman.
Cayman inclinó la cabeza mientras su mirada se movía entre nosotros.
—Cuánto tiempo sin verte, Zayne…
—Ha pasado un tiempo —Se detuvo ante Cayman, y como estábamos cerca,
noté que los ojos del demonio eran del color de la rica miel. No era un demonio de
nivel inferior.
—¿Está él aquí? Necesito verlo.
—Ambos están aquí.
La mandíbula de Zayne se apretó.
—Excelente.
Cayman miró nuestras manos unidas y lentamente levantó la vista.
—Lo es —Se giró—. Síganme.
Una ola de piel de gallina estalló sobre mi piel mientras lo seguíamos,
entrando en un gran vestíbulo. Miré hacia arriba, vi una enorme lámpara de araña
de cristal. Lujoso. Zayne soltó mi mano mientras caminábamos debajo de una amplia
escalera de caracol. Mirando alrededor, noté algunas... pinturas extrañas en la pared.
Algunas eran sombras apagadas de rojo y negro, pinturas de fuego junto a grandes
fotografías en blanco y negro de rascacielos.
—Entonces, Zayne, mi hombre, ¿cuándo me vas a dejar tomar a tu dulce
bebé en un paseo?28 —preguntó Cayman, mirando por encima del hombro. Sus cejas
eran casi negras, y el contraste llamaba la atención.
—Cuando dejes de hacer tratos, Cayman.
Mi mirada se agudizó. ¿Cayman era un corredor de demonios? Eran de
Nivel Superior, pero algo así como... gerencia media, haciendo tratos con humanos
por su alma. Eran conocidos en la cultura pop como demonios de la encrucijada,
pero no era necesario encontrar un camino en algún lugar del sur para invocar uno.
A menudo podías encontrarlos en bares y otros lugares donde hubiera humanos
llenos de angustia.
—Bueno, eso nunca va a suceder —dijo el demonio.

28
Se refiere a que Zayne le deje conducir su precioso Impala.
—Lo sé —respondió Zayne, y no podía entender cómo podía hablar con un
demonio que robaba las almas de las personas.
—Perdón por la sala de estar. Es un desastre. Estábamos haciendo maratón
de películas de Los Vengadores y en cierto modo construimos un fuerte de almohadas
en el proceso.
¿Un fuerte de almohadas?
El demonio frente a mí llevaba mameluco, quería conducir el auto de Zayne
y también construía fuertes de almohadas.
¿Me había caído ahí afuera y golpeado mi cabeza?
Zayne no respondió, pero luego Cayman giró a la izquierda y vi de qué
estaba hablando.
La sala de estar era enorme, con estanterías de piso a techo a ambos lados
de un televisor tan grande que ni siquiera sabía que los hicieran de ese tamaño. Un
gran seccional se ubicaba en el centro de la habitación, y en el piso frente al televisor
había exactamente lo que Cayman había dicho.
Una fortaleza hecha de cojines de colores, algunos largos y estrechos, y otros
esponjosos de color blanco.
Se veía tan cómodo.
Aparté mi mirada del fuerte. El tazón más grande de palomitas de maíz que
había visto se encontraba en una mesa auxiliar, al lado de un rollo a medio comer
de... ¿masa de galletas?... y unas tres botellas de jugo de naranja.
Qué combinación tan extraña.
Cayman se dejó caer en el centro del sofá mientras yo me detenía justo
dentro de la habitación.
—Volverá pronto —Esos extraños ojos se deslizaron en mi dirección—
Puedes entrar y sentarte. No muerdo —Una lenta sonrisa curvó sus labios—. A
menos que te guste eso.
Me tensé.
—Cayman —gruñó Zayne en advertencia.
El demonio lo ignoró, y decidí que estaba bien donde estaba parada. Él hizo
un puchero.
—¿Y tú, Zayne?
—Estoy bien. Gracias —dijo, apoyado contra la pared a unos metros de mí,
con las manos en los bolsillos de sus jeans y tobillos cruzados. Parecía que no quería
acercarse más, y eso no me hizo sentir más cómoda.
—Lo siento —interrumpió una voz profunda—. Tuve que ocuparme de unas
cosas.
Mis ojos se abrieron cuando un chico alto y de cabello oscuro entró en la
habitación desde lo que suponía que era la cocina. Estaba vestido todo de negro:
jeans negros y camisa negra. Había una buena posibilidad de que fuera incluso más
alto que Zayne. Definitivamente no tan amplio, sino más alto. Estaba demasiado
lejos para que pudiera distinguir gran parte de sus rasgos.
—Piedrota, ¿qué pasa? —preguntó.
¿Piedrota?
Miré a Zayne.
Le lanzó al demonio una mirada oscura.
Sin desanimarse por el saludo bastante frío, el chico se paseó detrás del sofá
y luego se detuvo completamente cuando su mirada cayó sobre mí.
Su cabeza se inclinó mientras daba un paso más cerca de mí, y de repente
estaba justo frente a mí, y sus rasgos se unieron. Era... Era increíblemente atractivo,
con rasgos afilados y angulosos y ojos de color dorado, como los de Cayman,
luminosos y ligeramente curvados, que le daban una apariencia felina. Sus labios se
separaron en una inhalación aguda y audible.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Zayne, apartándose de la pared.
El chico no respondió. Levantó el brazo como si estuviera en trance, sus
dedos se extendieron hacia mí.
—No me toques —Me tambaleé hacia un lado, chocando con Zayne.
Zayne me arrastró contra él, y en un instante, me encontré entre los dos, mi
espalda calentándose por el calor que Zayne estaba irradiando, y lo mismo del chico
que estaba frente a mí.
—Recuerda lo que te dije. No va a lastimarte —dijo Zayne—. Te estaba
diciendo la verdad. Solo está siendo más extraño de lo normal.
—Esto se está volviendo extraño —comentó Cayman desde el sofá—. Y un
poco caliente, que no es ni remotamente lo que esperaba
Parpadeé.
—¿Qué? —El chico frente a mí parpadeó y luego miró su mano. Una
expresión de sorpresa apareció en su rostro, como si acabara de darse cuenta de lo
que estaba haciendo. Su mano se cerró mientras bajaba el brazo—. Whoa.
—¿Whoa, qué? —Zayne me movió para que estuviera medio detrás de él—
. ¿Qué estás haciendo?
—¡Ya voy! —sonó una voz femenina, y escuché a Zayne maldecir por lo
bajo—. Lo siento…
—Todo está bien —le dijo el nuevo chico, retrocediendo un paso—. No
entres aquí, Layla. Lo digo en serio. Dame unos segundos.
Mi estómago se hundió mientras los músculos a lo largo de la espalda de
Zayne se tensaban.
—Mierda.
Eso tampoco me tranquilizó.
El demonio levantó la barbilla.
—¿Dónde la encontraste? ¿En una iglesia o algo así?
Empecé a fruncir el ceño. ¿Zayne a menudo encontraba gente en las iglesias?
—No. No la encontré en una iglesia. ¿Qué clase de pregunta es esa?
—Bien. Bueno, donde sea que la hayas encontrado, debes devolverla,
Piedrota.
—No soy un juguete —espeté, alejándome de Zayne—. O un objeto
inanimado para ser recogido y devuelto.
Esos feroces ojos ámbar aterrizaron en mí.
—Oh, sé exactamente lo que eres.
Me tensé.
—¿Cómo? —exigió Zayne—. ¿Cómo sabes qué es ella?
—No soy cualquier demonio básico, Piedrota —Su piel pareció adelgazar, y
oscuras sombras florecieron debajo—. Soy Astaroth, el Príncipe Heredero del
Infierno. Lo sé.
Capítulo 22

Santo aceite de canola, ¿Zayne nos trajo a ver al Príncipe Heredero del Infierno?
¿Qué en el santo Infierno?
Mis dedos ansiaron sentir el peso de mis dagas, pero peor aún, podía sentir
mi gracia volviendo a la vida en el centro de mi estómago. Traté de calmar la
sensación, pero seguía ahí, demandando ser liberada.
—¿Eres un príncipe de verdad? —pregunté.
Él inclinó la cabeza.
—Soy el Príncipe Heredero del Infierno.
Mis labios se abrieron mientras me volteaba hacia Zayne.
—Cuando soltaste la bomba de que vendríamos a ver demonios, olvidaste
mencionar que uno de ellos era el Príncipe Heredero.
—Lo siento, esperaba que Roth mantuviera ese pequeño detalle para sí
mismo —gruñó Zayne—. Pero él es… así de único.
—Lo soy —respondió Roth.
—Tan únicamente molesto —agregó Zayne, y cuando mi vista volvió a
Roth, Zayne dijo—: Es el Príncipe Heredero, pero no es… tan malo.
Roth tomo un aliento mientras ponía su mano sobre su corazón.
—Piedrota, ¿acabas de hacerme un cumplido?
Zayne lo ignoró.
—No es un mal chico —repitió.
—¿Otro cumplido? Oh, wow, voy a sonrojarme —dijo Roth—. Pero eso no
cambia el hecho de que estoy muy, muy disgustado de que trajeras eso a mi casa.
Zayne estaba de pronto enfrente de mí, bloqueándome completamente.
—Vine a ti por ayuda, Roth.
—¿Trajiste eso a mi casa con Layla aquí? —repitió Roth—. ¿Estás demente?
—Okay —dijo Cayman en algún lugar detrás de él—. Siento curiosidad de
saber que está pasando aquí.
Zayne ignoró a Cayman mientras yo me asomaba por detrás de él.
—Sé lo que es ella… y ella sabe lo que es, pero no es una amenaza para ti.
Estamos aquí porque necesitamos tu ayuda.
—Okay, no voy a esperar más porque juro que escuché la voz de Zayne y
eso… —anunció la chica que probablemente estaba en la cocina. Roth gritó algo
antes de desaparecer frente a nosotros. Jadeé cuando reapareció al otro lado del sofá
justo cuando Zayne se tensaba a mi lado, tanto que pensé que había cambiado a su
forma de Guardián.
Lo miré. Era como si un velo estuviera sobre su cara. Si creía que no había
mostrado ninguna emoción antes, estaba equivocada. Lucía como una estatua ahora.
Mi mirada siguió la suya hacia la chica que ahora estaba cerca del final del sofá.
En el momento en que la vi, no pude mirar hacia otro lado. Ella era…
hermosa de una manera etérea e irreal, y si no supiera lo que era yo y lo que era ella,
hubiera pensado que ella era la Trueborn; con su largo cabello rubio blanquecino y
sus grandes ojos azul pálido, se veía como si tuviera más sangre de ángel que yo, pero
sabía lo que era.
Era mitad demonio, mitad Guardián, y no tenía sangre angelical.
—Zayne —dijo ella, una sonrisa asomando en su rostro—. Estoy… Estoy
tan feliz de verte, ha pasado mucho tiempo.
—Sí, lo ha sido —Su voz estaba extrañamente ronca—. ¿Trinity? Esta es
Layla. Nosotros, eh, crecimos juntos.
—¿Su nombre es Trinity? —Roth sonaba como si se hubiera atragantado, e
ignoré eso mientras me enfocaba en alguien que era tan rara como yo.
Layla aún seguía mirando a Zayne, y tenía el presentimiento de que no me
había visto todavía. Me recordaba a una de esas muñecas de porcelana, del tipo que
era hermosa pero también un poco espeluznante y posiblemente embrujada. Mi
mirada se dirigió a Roth.
Lo que era más espeluznante era la forma en la que él me estaba mirando
desde donde estaba parado junto a Layla. Me estaba viendo como... como si mirara
un plato de papas fritas con queso.
Realmente comenzaba a sentirme súper incómoda.
Layla finalmente apartó su mirada de Zayne y me miró. Su sonrisa vaciló y
sus ojos azules se agrandaron.
—Santa mierda —susurró.
Me quedé helada.
—Uh...
—¿Qué ves? —preguntó Roth, colocando una mano sobre el brazo de Layla.
Espera un segundo. Tal vez podría creer que el Príncipe Heredero del
Infierno podía sentir lo que yo era, pero... ¿alguien mitad Guardián, mitad demonio?
Eso no tenía ningún sentido para mí.
—No lo sé —dijo Layla, rodeando a Roth, pero él no la dejó llegar muy
lejos, agarrándola por el brazo—. Nunca había visto algo así.
Mis cejas se arquearon.
—Realmente desearía que alguien me explicara —suspiró Cayman—. Me
siento excluido por aquí.
—¿Por qué me trajiste aquí? —le pregunté a Zayne.
—Esa es una pregunta increíblemente buena que he estado haciendo —
comentó Roth, aun aferrando a Layla, y... y ahora ella me estaba mirando como si
fuera papas fritas con aderezo ranchero.
—No deberían saber lo que soy —continué—. Pero esos dos me están
mirando de una manera que me hace sentir muy incómoda.
—No deberían poder hacerlo, pero Roth es... así de especial —dijo Zayne—
. Aparentemente.
—¿Estás coqueteando conmigo, Piedrota? —preguntó Roth.
—Sí, eso es lo que estoy haciendo, Roth —Zayne se volvió hacia mí, su
mirada buscó la mía mientras hablaba en voz baja—. No creo que Layla sepa lo que
eres, pero... —Él la miró—. Está viendo tu alma.
—¿Qué? —Mi voz se volvió aguda cuando volteaba a mirarlos. Layla ahora
se estaba esforzando contra el brazo de Roth—. ¿Estás realmente seguro de que son
buenos?
Zayne le lanzó a Roth una mirada de advertencia mientras decía—: Lo son.
Puedes confiar en mí. Y puedes confiar en ellos.
—No estoy tan segura de eso —Los miré—. Me ven como si quisieran
comerme.
—Esperemos que dejen de hacerlo —aconsejó Zayne—. Como ahora mismo.
—Veo esa mirada —comentó Cayman—. La veo ahora. Layla, tal vez
quieras, ya sabes, calmarte un poco.
—¿Qué? —Layla parpadeó y miró alrededor de la habitación, sus mejillas
enrojecieron al darse cuenta de cuánto había estirado el brazo de Roth—. Oh, wow.
Lo siento.
—Está bien —Roth la tomó en sus brazos, abrazándola, tal como había visto
a Ty abrazar a Jada. No entendía eso, la forma en que la estaba abrazando. No
entendía nada de esto—. Yo tuve la misma reacción.
Layla puso sus manos sobre el brazo de Roth. Ella seguía mirando a mí
alrededor, viendo... ¿mi alma?
—¿Qué ves, Layla? —preguntó Zayne.
—Veo… —Frotó una mano sobre el brazo de Roth—. Veo blanco puro... y
negro puro.
Zayne me miró, y no tenía idea de lo que eso significaba, pero parecía
sorprendido.
—Lo mejor de ambos mundos —murmuró Layla, y me estremecí—. ¿Qué
es ella? —repitió, preguntando de una manera que me recordaba a un niño que pedía
un refrigerio.
—Es una Trueborn —respondió Roth, y sentí que me dolía el estómago.
Realmente sabía lo que era—. Más comúnmente conocidos como nephilim.
La boca de Layla se abrió
—¡SANTA MIERDA! —Cayman saltó sobre el sofá; en serio, saltó al otro
lado. Me sentí bastante orgullosa de esa reacción, teniendo en cuenta que los otros
dos parecían querer ponerse muy, muy cercanos y personales.
Zayne sonrió de lado.
—Wow, Cayman, no creo haberte visto moverte tan rápido.
—¿Qué demonios, Zayne? Le dije que se sentara a mi lado. Que en serio se
sentara a mi lado. Eso es jodido —dijo Cayman, sacudiendo la cabeza—. Nunca he
visto un Trueborn. Jesús —Retrocedió con los ojos muy abiertos—. No quiero este
tipo de vida.
—Yo... no voy a lastimarlos —dije, sintiéndome como una tipa ruda y como
un monstruo—. Es decir, no quiero —Miré a Zayne, inquieta por todo esto—.
¿Cierto?
Un lado de sus labios se levantó.
—Cierto.
—Pero puedes —dijo Roth, apoyando la barbilla sobre la cabeza de Layla—
. Solo hay dos cosas en este mundo con las que ni siquiera quiero enfrentarme cara a
cara. Ninguna de ellas es un Guardián.
Zayne suspiró.
—Y una de ellas es un Trueborn —dijo Roth.
No pude evitar preguntar—: ¿Cuál es el segunda?
La sonrisa de Roth fue como humo cuando me devolvió la mirada, y me
hizo temblar.
—Ella no tiene ninguna razón para lastimarlos —dijo Zayne—. Entonces,
no le demos una, porque si sabes algo sobre un Trueborn, sabes que no voy a poder
detenerla si la molestas.
Los labios de Roth se adelgazaron.
—Y una vez más, la trajiste aquí, poniendo a Layla en riesgo…
—Vinimos aquí por su ayuda…
—Me gusta cuando me necesitas, Piedrota —Roth sonrió.
—Dios, te odio —se quejó Zayne.
—¡Oye! Es la primera vez que usas mi nombre.
Zayne puso los ojos en blanco.
—De todos modos, estamos aquí porque confío en que ustedes, chicos, pueden
ver más allá del hecho de que es parte ángel, especialmente porque ella está viendo
más allá del hecho de que todos ustedes son demonios —La voz de Zayne se
endureció—. Entonces, ¿podemos volver al tema?
Nadie habló, así que levanté la mano.
—Tengo una pregunta.
—¿Qué? —Zayne dejó escapar otro suspiro que me recordó tanto a Misha
que me hizo doler el pecho.
Miré a Layla.
—¿Cómo es que ves almas?
Miró a Roth antes de hablar.
—¿Sabes lo que soy?
—¿Mitad Guardián y mitad demonio?
—Bueno. ¿Sabes quién era mi madre, y uso la palabra madre a la ligera?
—¿Lilith? —dije, recordando lo que Misha me había dicho. Podía sentir la
sorpresa de Zayne, pero lo ignoré—. ¿Tu madre es Lilith?
—Sí, y los dones de mi madre se manifestaron de manera diferente en mí
debido a la sangre de Guardián —explicó, todavía frotando los brazos de Roth con
sus dos pequeñas manos—. Puedo ver almas. Son como auras para mí. Las almas
blancas son las más puras: los Guardianes, los ángeles y los humanos sin pecado
tienen almas puras —Hizo una pausa, su mirada parpadeó a mí alrededor—. Tienes
un alma pura y…
—¿Y qué? —Entrecerré los ojos, deseando poder ver lo que ella veía.
—No lo sé. Nunca había visto un alma tan oscura —dijo, y parpadeé—.
Quiero decir, como los demonios no tienen alma, no hay nada allí.
Roth hizo un puchero detrás de ella.
—Y los humanos realmente malvados tienen almas muy oscuras, ¿pero
negro puro? ¿Negro puro y blanco puro? —Una expresión de asombro cruzó su
rostro—. Supongo que es por lo que eres, y por eso nunca he visto algo así.
—¿Pero por qué también sería negra? —pregunté—. Quiero decir, si cuanto
más oscura es el alma, más malvada es la persona…
—Puedo responder eso por ti —ofreció Roth amablemente—.
Probablemente pagas por los pecados de tu padre. No se supone que los ángeles se
estén acostando con los humanos.
—Nah —murmuró Cayman.
—Lo hicieron durante mucho tiempo —señalé—. Solía haber miles de mi
tipo.
—¿Y eso fue hace cuantos cientos de años? Las cosas han cambiado desde
entonces. La procreación entre ángeles y humanos ha sido prohibida —respondió
Roth.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Zayne.
—Soy un demonio. El Príncipe Heredero. Sé lo que está prohibido y lo que
no —Su sonrisa era presumida—. Lo que me hace preguntarme por qué un ángel
rompería esa regla cardinal, te crearía y te dejaría vivir.
Levanté una ceja en la parte donde señaló lo de dejarme vivir.
—Y también plantea la pregunta de quién es tu padre —dijo Roth.
—¿Tienes otras habilidades como tu madre? —le pregunté a Layla,
ignorando la pregunta de Roth—. ¿Puedes tomar almas?
—Puedo, pero no lo hago —dijo, encontrando mi mirada y obviamente
viendo la duda allí—. Quiero decir, trato de no hacerlo. Ha habido algunos tropiezos
en el pasado... —Su mirada se dirigió a Zayne, y lo supe en mis huesos. Misha tenía
razón acerca de que Zayne había perdido una parte de su alma. Y sabía que había
sido Layla quien la había tomado—. Pero hago todo lo que está a mi alcance para
no hacerlo.
—Y casi siempre tiene éxito —Roth dejó caer un beso sobre la cabeza de
Layla—. E incluso cuando no —continuó Roth—, todavía es perfecta.
Una suave sonrisa tiró de los labios de Layla mientras inclinaba su cabeza
hacia atrás. El beso que Roth le dio fue ligero y rápido, pero aun así me impresionó.
Me conmovió el afecto, el evidente amor entre ellos. Estaba muy confundida.
Nunca me habían enseñado que los demonios podían... amar. Sí, podían
experimentar lujuria, pero ¿amor? Cada lección que había tenido implicaba que eran
incapaces de una emoción tan humana.
Los ángeles, los de sangre pura, no podían amar como los humanos.
Demonios, al principio, los Guardianes ni siquiera podían experimentarlo. Habían
aprendido a amar a través de la interacción con los humanos. Con el paso de cientos
de años, se convirtió en un comportamiento aprendido. ¿Había sido lo mismo para
los demonios?
Miré a Zayne, y él estaba callado y tenso, observándolos a través de pestañas
bajas y gruesas.
Pasó un largo momento y el príncipe demonio condujo a Layla hacia el sofá
y la bajó para que se sentara a su lado.
—Siéntate, Trinity. Aparentemente necesitamos hablar.
No quería sentarme.
Zayne me empujó suavemente.
—Adelante.
Resistiendo el impulso de protestar, me acerqué al sofá y me senté mientras
Cayman dejaba de lucir como si intentara desaparecer en la pared. En cambio,
parecía curioso de nuevo.
Roth se inclinó hacia delante, su mirada pasó de mí a Zayne.
—Entonces, Trinity, que puede o no ser santa, ¿cómo conociste a Piedrota
por allí? Me muero por escuchar la historia.
—Yo también —murmuró Layla.
Miré a Zayne. Tenía la barbilla hundida, y parecía que estaba a un segundo
de arrancar la estantería de la pared y lanzarla contra la cabeza de Roth.
—La forma en que nos conocimos no es realmente importante en este
momento —dijo Zayne, su voz tensa con impaciencia.
—En realidad, creo que es importante. Quiero saber cómo se conocieron —
intervino Layla, su mirada se centró en la mía.
Tomé un respiro superficial.
—Él... vino a la comunidad donde vivo.
—¿Vives en una comunidad, una comunidad de Guardianes? —La sorpresa
coloreó su tono.
—En la sede regional —dije, sin dar más detalles, pero Layla parecía saber
lo que eso significaba.
Sus ojos se hicieron aún más grandes.
—¿Y cuánto tiempo has vivido allí?
—Desde que era joven, con siete u ocho años—admití, insegura de lo que
podría compartir que no traicionara al clan que me protegió—. Estaba... escondida
allí. Muy pocos sabían lo que soy.
—Interesante —murmuró Roth de una manera que me dijo que pensaba
exactamente lo contrario—. Pero me interesa más saber por qué Zayne necesita
nuestra ayuda.
—La comunidad fue atacada anoche y alguien... cercano a Trinity fue
tomado por un demonio que reconocí. Uno de Nivel Superior que he visto en DC —
explicó Zayne—. Necesitamos encontrarlo, y es muy posible que el demonio haya
regresado aquí.
Roth se echó hacia atrás y apoyó un tobillo en su rodilla.
—¿Y este alguien que es cercano a Trinity es un Guardián?
—Sí —respondí.
—¿Por qué crees que este alguien todavía está vivo? —preguntó Roth,
tirando del cabello de Layla—. Con la excepción de los bonitos medios Guardianes,
los demonios no suelen mantener vivos a los cautivos.
—Sé que está vivo —le dije—. Él es mi Protector vinculado. Sabría si él
estuviera muerto, y no lo está.
—¿Protector vinculado? —murmuró Layla para sí misma.
—Entonces, ¿eso es cierto? —Roth meneó el pie—. ¿Los Trueborns estaban
vinculados a los Guardianes?
Asentí.
—Y si todavía está vivo, entonces probablemente haya una razón —Cayman
habló, llegando a pararse detrás de Roth y Layla—. Y no es una buena razón. Él…
—Será usado para obtener información sobre la comunidad o para atraerme,
si saben lo que es y lo que soy —interrumpí—. Lo sé, pero no sabemos si este
demonio sabe lo que soy.
—Creo que podemos asumir con seguridad que lo sabe, si entró en una
comunidad de Guardianes y solo tomó a tu Protector —dijo Cayman.
Roth levantó la mano.
—Ya que estamos haciendo lo de levantar la mano… —Me guiñó un ojo—
. Yo tengo una pregunta. ¿Cómo llegó un demonio a esta comunidad y logró escapar
con vida y un Guardián, un Protector vinculado?
Buena pregunta, y Zayne se hizo cargo ahí, explicando lo que sucedió,
incluido el ataque Raver anterior, los humanos con las máscaras espeluznantes y los
Nightcrawlers. Lo único que quedó fuera fue el ataque de Clay contra mí.
Mientras hablaba, todavía apoyado contra la pared, con los brazos cruzados,
me di cuenta de que aunque estaba en la habitación, no quería ser parte de este grupo.
—Si los humanos están trabajando con este demonio, existe una buena
posibilidad de que estén poseídos —dijo Layla, mirando a Zayne—. Lo hemos visto
pasar. Consigues un demonio con talento en posesión, y pueden crear un pequeño y
agradable ejército.
No lo había considerado, y ahora me sentía tonta por no pensar en eso.
—¿Qué más saben? —preguntó Roth.
—Trinity también fue atacada mientras estaba en la comunidad —respondió
Zayne.
La mirada de Roth se agudizó.
—Cuéntame más, eso también podría ser información útil.
—¿Un Guardián te atacó? —Layla parpadeó rápidamente.
Asentí.
—¿Y qué le pasó a este Guardián?
—Está muerto —dije, reprimiendo el estremecimiento—. Lo maté.
—Buena chica —Roth sonrió su aprobación.
Un escalofrío bailó sobre mi piel mientras lo miraba. Chico, ¿no era
desconcertante esa sonrisa?
—El ataque anterior tiene que estar relacionado, porque el Guardián que
persiguió a Trinity llevaba el mismo tipo de máscara que los humanos usaron durante
la invasión —dijo Zayne. Hubo una pausa—. Hay otra cosa.
—¿Qué es? —preguntó Layla.
Zayne me miró, y me llevó un momento saber a qué se refería. La tensión se
apoderó de mis músculos.
—No está relacionado con eso —le dije—. De ningún modo.
—¿Qué no lo está? —preguntó Layla.
Presionando mis labios, sacudí mi cabeza. Nunca en mi vida había esperado
explicar lo que le había pasado a mi madre a demonios, pero aquí estaba.
—Mi madre fue asesinada hace aproximadamente un año por un Guardián
en el que confiábamos.
—Oh, Dios mío —Layla presionó su mano en el centro de la camisa negra
que llevaba—. Lamento mucho oír eso.
—Gracias —murmuré, juntando mis manos sobre mis rodillas.
—¿Y por qué estás segura de que eso no está relacionado? —preguntó Zayne
en voz baja.
—Porque el Guardián que mató a mi madre trató de matarme, porque...
creía que yo era una abominación —le dije, mirando mis dedos—. Que era una
amenaza contra los Guardianes, mayor que cualquier demonio. Me tomó por
sorpresa y a mi madre. Fue muy valiente. Se interpuso entre nosotros y eso... Sí, eso
fue todo.
—Jesús —dijo Zayne.
—Sí, así que no tiene que ver con esto —Conteniendo una respiración
superficial, levanté mi mirada hacia los demonios frente a mí—. Misha es más que
mi Protector. Es como mi hermano. Fuimos criados juntos, y aunque nos
molestamos el uno el otro hasta la mierda, no sé qué haré si algo le sucede.
Una triste sonrisa tiró de los labios de Layla mientras miraba de mí a Zayne.
—Sé cómo se siente.
No se tenía que ser un genio para darse cuenta de que estaba hablando de
Zayne, y estos dos obviamente habían tenido una gran pelea. ¿Fue porque ella tomó
una parte de su alma? Eso sería una buena razón. ¿O había más? Miré a Roth. ¿Tenía
que ver con él?
—Ya veo —dijo Roth, y no tenía idea de lo que veía. Miró por encima de su
hombro a Cayman—. ¿Sabes quién es este demonio?
—Bael —respondió Zayne.
—Maldición —murmuró Roth mientras Layla parecía palidecer—. ¿Está de
vuelta en la ciudad?
—Bueno, eso creo. Estuvo dando vueltas por la ciudad por un tiempo, y
definitivamente fue él quien tomó a Misha.
—¿Conoces a Bael? —le pregunté.
—Oh, sí. Todos los demonios somos amigos en Facebook —respondió
Roth, y mis ojos se entrecerraron. Él sonrió—. Lo conozco, y no me gusta.
—El sentimiento es mutuo —agregó Cayman—. Bael siempre ha estado
celoso de Roth.
—Porque tengo mejor cabello —explicó Roth.
Empecé a fruncir el ceño.
—En realidad, porque Roth siempre ha sido el favorito del Jefe —aclaró
Cayman, y sospechaba que el Jefe era Lucifer, y realmente no tenía idea de qué decir
al respecto—. Bueno, era el favorito del jefe. Ya no tanto.
Roth asintió lentamente.
—Eso es cierto, pero si tienes razón y Bael tiene a tu Protector, son malas
noticias.
—Ya me di cuenta —dije.
El príncipe demonio se inclinó hacia adelante.
—No, no creo que lo hagas, Trinity. Bael no es un demonio de Nivel
Superior con una mala racha de celos. Solo sale a jugar cuando la recompensa es
grande. No solo tomaría a un Guardián por mierda y risas. Tomó a tu Guardián, y
si tenías alguna duda de que sabe que es tu Guardián, bórrala ahora. Se lo llevó para
llegar a ti, lo que significa que debes olvidarte de esto y alejarte lo más posible de
aquí.
Inhalé con fuerza.
—¿Olvidarme de esto? No puedo hacer eso. No voy a hacer eso.
Roth inclinó la cabeza.
—¿Qué crees que pasará si Bael te pone las manos encima?
—Sé exactamente lo que sucederá —espeté—. Lo mataré.
Su mandíbula se endureció mientras continuaba mirándome, y luego se echó
hacia atrás. Miró por encima de su hombro.
—Ve a ver qué puedes averiguar sobre Bael.
—Por supuesto —Cayman se volvió hacia Zayne—. Siempre es bueno verte.
—Luego me miró—. Me asustas.
Y luego Cayman desapareció de la existencia.
Roth dijo—: Dale un par de días...
—¿Un par de días? —Me quedé sin aliento mientras me deslizaba hacia
adelante—. Misha puede no tener un par de días.
—Puede que no —dijo Roth—. Pero tratemos de mantener una actitud
positiva aquí. Tenemos que ser inteligentes al respecto. Los demonios como Bael no
son estúpidos. Comenzamos a bombardear cada rincón oscuro de esta ciudad, y
cualquiera que sepa algo escaseará.
Apretando los labios, sacudí la cabeza mientras luchaba con la creciente
frustración.
—Descubriremos dónde está tu Protector —dijo Roth—. Soy como el
equipo A.
—Sí, si A significa imbécil29 —comentó Zayne, y mis ojos se abrieron de par
en par.
—Eso fue bastante divertido —Roth se rio mientras se levantaba y caminaba
hacia donde estaba la masa de galletas. Se la entregó a Layla y luego se movió para
pararse frente al fuerte.
Quedaba una gran pregunta.
—¿Por qué estás dispuesto a ayudarme?
—Porque siempre quise que un Trueborn me debiera un favor —sonrió
Roth.
Me estremecí, pensando que tal vez no necesitaba saber por qué.
—Y porque Zayne te trajo aquí —agregó Layla—. Eso me dice que eres
importante para él.
Abrí la boca, pero no tenía idea de qué decir al respecto. Echando un vistazo
a Zayne, no pude distinguir su expresión.
—Me está ayudando, porque prometí ayudarlos —dije, mirando a Zayne.
Todavía no mostraba alguna reacción.
—¿Ayudarlos con qué? —preguntó Layla, tomando un trozo de masa.
—Sabes que hay algo en esta ciudad que está matando Guardianes y
demonios de Nivel Superior —respondió Zayne después de un momento—. Sea lo
que sea, es poderoso, pero dudo que sea tan poderoso como un Trueborn.
Una extraña sensación de decepción me invadió. Yo fui quien sugirió que
Zayne solo me estaba ayudando por el trato que habíamos hecho, pero... quería que
lo negara y dijera que era porque éramos amigos.
Pero no estaba segura de que fuéramos amigos.
—¿Podemos hablar? —preguntó Layla, mirando a Zayne—. ¿Solo por un
momento?
—Ahora no es un buen momento —respondió rápidamente—. Tenemos que
ponernos en marcha
—Solo tomará un par de minutos —dijo—. Eso es todo.
—Realmente no tengo tiempo.
Layla se inclinó hacia delante y abrió la boca, la cerró y luego volvió a
intentarlo.
—No te he visto en meses, Zayne. Meses. He llamado y he enviado mensajes
de texto, y no me has respondido, y luego apareces aquí, sin avisar, con esto.

29 En el original ´Asshole´.
¿Con esto? Las comisuras de mis labios comenzaron a bajar. La forma en que
dijo eso me hizo sentir como si fuera una ETS30, del tipo del que no podía deshacerse.
—Layla —comenzó Roth.
—No—Ella apuntó el rollo de masa de galletas hacia Roth.
Levantó sus manos en una rápida rendición.
Layla se puso de pie y luego se giró hacia Zayne.
—Vi a Dez hace un par de semanas. ¿Sabías?
Zayne no respondió, pero incluso yo podía ver el músculo que le pulsaba en
la mandíbula como una bomba de tiempo.
—¿Y sabes lo que me dijo Dez? —gritó Layla, sus mejillas sonrojadas—. Te
has mudado. ¡Por tu cuenta! Ningún miembro del clan hace eso y sobrevive... —Se
interrumpió, respirando hondo, gimiendo de exasperación—. ¿Por qué te mudaste?
—No es asunto tuyo.
—¿No es asunto mío? ¿Apareces después de meses de silencio con una
nephilim, después de que me enteré de que te mudaste, y luego me dices que esto no
es asunto mío? ¿Quién eres tú?
—Obviamente no quién creías que era —respondió Zayne—. ¿Eso responde
tu pregunta?
Layla se puso rígida y bajó el tubo de masa para galletas. Una mezcla de
dolor y rabia cruzó por su rostro, y luego se giró hacia mí con ese rollo de masa para
galletas, y me di cuenta de que lo que estaba a punto de salir de su boca no iba a ser
agradable.
Estaba tan cansada de estar callada.
—Bueno. No sé qué está pasando aquí y, francamente, no podría
importarme menos. Honestamente. ¡Mi mejor amigo ha sido secuestrado por un
demonio, y posiblemente lo estén torturando mientras estamos sentados aquí
gritándonos unos a otros por llamadas telefónicas no devueltas!
Layla cerró la boca de golpe.
Estaba en una buena racha, no me detendría.
—Y además de todo eso, me criaron para creer que los demonios eran
malvados, no tenían área gris, y aquí estoy con el Príncipe Heredero del Infierno que
construye fuertes de almohadas, ¿cómo es eso normal?
—Es normal para mí —murmuró Roth—. Me gustan los fuertes de
almohadas.
Lo ignoré.
—¡Y estoy sentada frente a alguien mitad Guardián, mitad demonio que ha
comido, como, veinte libras de masa de galletas en diez segundos! Entiendo que

30
Enfermedad de Transmisión Sexual
tienen problemas, pero no pueden ser más importantes que lo que podría estarle
pasando a Misha. Necesito encontrarlo antes de que lo maten.
—¿Y qué pasa si no llegas a él a tiempo? —preguntó Roth, y la habitación
quedó en silencio.
—¿Si está muerto? —Mi corazón se partió, y no podía soportar pensar en
eso—. Entonces me haré cargo.
—Hay cosas peores que estar muerto, Trinity.
Un escalofrío bailó sobre mi piel cuando me encontré con su mirada de color
ámbar.
—Tendré que tomar tu palabra con eso.
—Deberías —Roth se cruzó de brazos—. Creo que es hora de que ustedes
dos se vayan. Estaremos en contacto —Miró a Zayne—. Y la próxima vez que
llamemos, trata de contestar el teléfono.
Capítulo 23

—Bueno, eso fue divertido, ¿no? No puedo esperar a hacerlo de nuevo —


dije cuando Zayne estuvo tras el volante del Impala. Esperé hasta que cerró la puerta
y luego me incliné, golpeándolo en el brazo.
—Ouch —Me miró con los ojos muy abiertos—. ¿Por qué fue eso?
—Eso fue por no decirme que íbamos a ver al maldito Príncipe Heredero del
Infierno —Golpeé su brazo nuevamente.
Alejándose de mí, se frotó el brazo.
—¿Y por qué fue eso?
—Eso fue por ser un imbécil con Layla —Incliné mi brazo una vez más.
La mano de Zayne se disparó, atrapando mi puño.
—Golpear no es bueno —dijo—. Y no fui un imbécil con ella.
—Sí, lo fuiste —Traté de liberar mi mano, pero él no cedió.
—Mírate. Después de una reunión con demonios, ahora los estás
defendiendo —Zayne bajó mi mano al espacio entre nosotros.
—No, es así —Así era—. ¿Qué diablos pasaba contigo y ella?
Los pálidos ojos azules de Zayne se encontraron con los míos.
—¿No me vas a pegar de nuevo si te dejo ir? Soy frágil.
Resoplé.
—No volveré a golpearte.
Me soltó, y luego giró la llave de encendido. El motor rugió a la vida.
—¿Entonces…? —pregunté.
Zayne suspiró mientras ponía el Impala en marcha.
—Las cosas con Layla son... complicadas, y eso es todo lo que realmente
puedo decir al respecto.
—Eso no revela mucho más de lo que ya sé.
Cuando él no respondió, la irritación se disparó y, debajo, una fina
decepción iluminó mi pecho. ¿Por qué no me contaba lo que sucedió entre ellos?
Había una pared masiva alrededor de Zayne, hecha de granito y terquedad.
Zayne estuvo callado mientras conducía. El sol se había puesto, así que me
quité las gafas de sol y las puse en la visera.
—¿Crees que van a ayudar? —pregunté, centrándome en cosas importantes
que no eran sus problemas personales.
—Sí, lo creo —Zayne mantuvo una mano en el volante y apoyó su brazo
derecho a lo largo del respaldo de nuestros asientos—. Si alguien puede encontrar
información sobre dónde se escondió Bael o lo que está planeando, será Cayman.
Pensé en el demonio con el mameluco.
—Parecía realmente asustado de mí.
—Sí —Zayne se rio entre dientes—. Lo estaba.
Era raro sonreír por eso, pero lo hice.
—Entonces, ¿es un corredor de demonios?
Zayne asintió con la cabeza.
—No busca humanos. Tienden a encontrar su camino hacia él, queriendo o
necesitando algo por lo que renunciarían a cualquier cosa, incluida su alma. Lo
jodido es que la mayoría de los humanos quieren cosas totalmente intrascendentes.
Renuncian a una parte de su alma para un ascenso, o para estar con alguien que
probablemente ni siquiera los merece.
—¿Solo una parte? —pregunté—. Pensaba que renunciaban a toda su alma
—No, solo una pequeña parte.
—Y... ¿crees que está bien? —le pregunté.
—Creo que cuando los humanos usan su libre albedrío y arriesgan el lugar a
donde irán cuando mueran, es decisión de ellos. Hacemos todo lo posible para
mantenerlos a salvo de los demonios que rompen las reglas, y tú sabes que hay reglas.
Debe haber un equilibrio entre el bien y el mal —dijo Zayne mientras nos
acercábamos al puente que conducía de regreso a la ciudad—. Cayman sigue esas
reglas.
Sabía que había reglas y que el equilibrio entre el bien y el mal se derivaba
del concepto de libre albedrío.
—No sé qué pensar sobre todo eso —admití, mirando su perfil sombrío.
Zayne estuvo callado por un largo momento.
—Sabes, yo fui como tú… diablos, toda mi vida. Veía las cosas en blanco y
negro. Sin grises, excepto a Layla —Estaba mirando al frente mientras hablaba—.
Solía pensar que la parte de Guardián que estaba en su sangre cancelaba la parte
demoniaca. Incluso le diría eso cuando era más joven y venía a mí preocupada por
lo que era, molesta porque el clan nunca la aceptaría o preocupada de que algo
estuviera mal con ella. Siempre le hice ver que era parte Guardián y eso era todo lo
que importaba. Estaba equivocado.
Mantuve la boca cerrada, escuchándolo mientras algún sentido instintivo me
decía que esto era algo de lo que no hablaba mucho.
—Debería haberle dicho que aceptara la parte de ella que era demonio, y yo
debería haberlo aceptado, porque lo que ella me demostró… lo que tardé un poco en
darme cuenta... fue que lo que eres cuando naces no define en quién te conviertes —
Su mandíbula se apretó—. ¿Sabías antes de hoy que los demonios podían amar?
—No —susurré—. No lo sabía.
—Sí, bueno, no lo sabía hasta que conocí a Roth. Es uno de los demonios
más poderosos con los que te encontrarás, y sigue siendo mortal cuando lo provocan.
Pero el hecho de que sea capaz de dar el tipo de amor que siente por Layla me dice
que lo que nos han enseñado no es necesariamente la verdad al final del día.
Jugueteando con la correa de mi cinturón de seguridad, todavía no tenía idea
de qué decir. Estar de acuerdo con él iba en contra de todo lo que también me habían
enseñado, pero tenía razón sobre el hecho de que Roth amaba a Layla. Lo había visto
con mis propios ojos, lo había escuchado en la forma en que le hablaba.
¿Qué pasaría si estuviéramos intrínsecamente equivocados acerca de
algunos demonios? Y si ese fuera el caso, ¿cómo podría uno comenzar a descifrar
cómo proceder con ellos? ¿Algunos de ellos estaban tratando de vivir su mejor vida,
y se suponía que los Guardianes simplemente los ignoraran? ¿Cómo lo sabrían
siquiera los Guardianes?
Zayne pareció sentir mis pensamientos.
—No muchos demonios son como los que acabas de conocer, y es bastante
fácil saber cuáles son.
—¿Cómo?
—Por lo general, se puede decir por un simple hecho — Zayne me sonrió—
. No intentan matarte cuando te ven.

Zayne y yo estábamos patrullando y eso implicaba caminar... Mucho.


Caminar demasiado.
Y no era particularmente lo más fácil con mi vista. Deseaba que anocheciera,
que era el mejor momento del día para ver. Si así fuera, podría ver la ciudad. Las
aceras estaban iluminadas lo suficiente como para caminar sin tropezar, pero mi
percepción de profundidad era mala y estaba teniendo dificultades para no tropezar
con las personas mientras trataba de descifrar si las personas en las atestadas aceras
estaban todas vivas o si algunas estaban muertas, o si eran demonios.
Habíamos regresado al condominio en el que se alojaba Zayne, pasamos por
una comida rápida a un restaurante calle abajo y luego sostuve mi parte del trato.
Patrullaba con Zayne, buscando al misterioso ser que estaba matando a
Guardianes y demonios por igual. Habíamos estado en eso por al menos dos horas,
y hasta ahora, todo lo que habíamos visto era un puñado de Fiends que habían
movido sus traseros en la dirección opuesta en el momento en que vieron a Zayne.
—¿Eso es normal? —pregunté cuando nos acercamos a la entrada de un
metro—. ¿Los Fiends corriendo en el momento en que te ven?
—Sí. Nunca se involucran —Zayne me llevó por las escaleras del metro. Mi
corazón se saltó un latido. Las escaleras eran lo peor con poca iluminación. Agarré la
barandilla, pisando con cautela—. Los dejo en paz. Algunos de los otros Guardianes
no lo hacen, pero como dije antes, son relativamente inofensivos.
Una parte de mí se sintió aliviada al escuchar eso, porque muchos de los
Fiends que había visto esta noche parecían jóvenes, como adolescentes, y no estaba
segura de si esa era su verdadera edad o no.
—Tengo otra pregunta —dije mientras bajaba las escaleras sin morir y
llegábamos a la plataforma con olor a humedad.
Zayne suspiró.
—Por supuesto que sí.
Lo había estado acribillando con preguntas toda la noche, y sabía que estaba
en el colmo de la molestia, pero ahora tenía una pregunta más seria para él.
—Entonces, ¿mudarte y ser todo independiente tiene que ver con Layla?
Él caminó delante de mí.
—¿Por qué te importa?
—Porque sí —Me apresuré a alcanzarlo—. Y porque el hecho de vivas solo
es extraño y, hey, si hubieras respondido la pregunta antes, no seguiría haciéndola.
La exhalación de Zayne fue fuerte cuando se detuvo bajo el resplandor de
una luz fluorescente.
—Solo necesitaba espacio, Trinity. Después de que mi padre murió, y
después de las cosas con... con Layla, rechacé tomar el control del clan, porque
necesitaba espacio.
Por un momento me sorprendió que en realidad respondiera la pregunta.
—¿Qué pasó con Layla?
Él miró hacia otro lado.
—Es una historia larga y complicada, pero lo básico es que el clan se volvió
contra Layla. No todos, pero sí los suficientes. Después de verla crecer de una niña
a una mujer joven, sabiendo lo que era y de qué era capaz, asumieron lo peor de ella
y casi la matan. Mi padre dirigió el ataque contra ella —dijo, y sentí que mi estómago
se retorcía—. Y fue mi culpa.
—¿Cómo fue tu culpa? ¿Qué...? —Me detuve, entrecerrando los ojos, y miré
el espacio detrás de Zayne—. Um, mis ojos pueden estar jugando conmigo, pero…
Estábamos a un metro y medio de las escaleras, y el espacio oscuro entre
nosotros y los escalones estaba... brillando y vibrando. El aliento que había estado
conteniendo se expulsó con dureza, formando pequeñas nubes blancas y brumosas.
Un viento helado corrió por el túnel y me puso la piel de gallina.
—¿Qué demonios? —murmuré.
Zayne se volvió y me hizo retroceder.
—Maldición.
—¿Qué? —pregunté, mirando a su alrededor, y luego el zumbido de
advertencia explotó en la base de mi cuello.
La cosa tomó forma en segundos. Una criatura parecida a un hombre, de
casi dos metros de altura. Los músculos se tensaron bajo la piel brillante de color
ónix. Dos cuernos gruesos sobresalían de la parte superior de su cabeza, curvándose
hacia adentro. Las puntas eran filosas, y no tenía dudas de que, si la cabeza de esta
criatura golpeaba a alguien, los empalaría.
Pupilas con forma felina aparecieron en iris del color de la sangre. Luego
sonrió, mostrando dos colmillos de aspecto afilado.
Un Hellion.
Creados por el dolor y la miseria, estas criaturas no caminaban por la tierra.
Había leído sobre ellos en uno de los libros masivos que Misha y yo habíamos
estudiado. Existían en las entrañas del infierno, para torturar las almas de los
condenados. Se les había prohibido estar en la parte superior y, sin embargo, uno
estaba parado frente a los escalones que conducían al mundo, hacia donde la gente
paseaba. Pero eso no era lo más inquietante al respecto.
—Está desnudo. Como, realmente desnudo —dije, alcanzando mis dagas.
—Puedo ver eso.
—No podré olvidar esto, Zayne. Realmente está súper desnudo —dije,
sacudiendo la cabeza—. No puedo concentrarme. Oh, Dios mío. Todo está ahí
colgando para que el mundo lo vea.
—¿Podrías dejar de señalarlo, por favor y gracias?
—¿Pero por qué está desnudo? ¿No hay ropa en el infierno? —Pensaba que
era una pregunta válida.
—Quizás quería impresionarte.
Tragué duro.
—Voy a vomitar.
—Trata de no hacerlo encima de mí.
Zayne se disparó hacia adelante y se movió mientras corría hacia el Hellion.
Estaba en plena forma de Guardián cuando se estrelló contra la criatura. El Hellion
rugió, tirándolo a un lado. Golpeó la pared con un gruñido. Trozos de cemento
cedieron bajo su impacto. Maldije, caminando hacia Zayne mientras él se levantaba.
Aliviada al ver que estaba bien, me giré hacia el Hellion.
La adrenalina activó mis sentidos mientras el Hellion me miraba. Ladeó la
cabeza y olisqueó el aire a través de sus fosas nasales como de toro. Ignorando el
hecho de que estaba totalmente desnudo, volví a levantar mi brazo, preparada para
soltar una de mis cuchillas, cuando el Hellion simplemente desapareció.
Un segundo después, sentí su aliento en mi cuello. Me di la vuelta. Dos
agujeros sangraban, debido a que las garras de Zayne perforaron su estómago
fuertemente musculoso.
Balanceé mi cuchilla de hierro hacia el Hellion. Desapareció de la existencia
y reapareció unos pasos a mi izquierda. Dejándome caer, fui por las piernas de la
criatura, encogiéndome, porque sí, estaba desnudo. Antes de que mi patada pudiera
conectarse, el Hellion desapareció nuevamente.
—¡Maldita sea! —grité, molesta.
El sonido de su risa profunda y gutural me alertó sobre dónde estaba el
Hellion.
Saltando sobre mis pies, apunté la cuchilla hacia la sección media de su
cuerpo…
Moviéndose inquietantemente rápido, me agarró del brazo y luego puso su
mano alrededor de mi garganta, levantándome del suelo. Su cuerpo vibró, y luego
un hombre estaba parado frente a mí, casi demasiado hermoso para mirarlo. Los
cuernos todavía estaban allí, al igual que los colmillos, pero parecía que había salido
de un calendario de tipos calientes desnudos.
Tipos calientes desnudos y con cuernos.
Olfateó el aire otra vez y gruñó—: Dijo que sería fácil encontrarte. No pensé
que sería tan fácil.
—¿Quién? —jadeé.
El Hellion de cabello oscuro sonrió, mostrando colmillos que no parecían
remotamente humanos mientras me atraía hacia su boca.
—El que está haciendo sangrar a tu Protector.
La furia explotó dentro de mí. Mi gracia ardía en mis venas, pero la empujé
hacia abajo. Aunque sabía lo que era, no necesitaba mostrárselo a ningún otro
demonio cercano. Agarrando las muñecas carnosas, levanté las piernas y usé el pecho
del Hellion como trampolín. La acción rompió el agarre de la criatura, y di vueltas
mientras caía, volviendo a ponerme de pie.
Zayne corrió a través de la plataforma, saltando sobre la barandilla. Golpeó
al aturdido Hellion en la espalda, derribándolo. Ambos cayeron al duro suelo de
cemento y rodaron, acercándose peligrosamente al borde de la plataforma y a los
rieles de abajo.
—¡No lo mates! —grité—. ¡Él sabe sobre Misha!
—No prometo nada —Zayne se balanceó, atrapando al Hellion en la
mandíbula.
Por un momento, me sentí un poco fascinada por la brutalidad grabada en
el impactante rostro de Zayne mientras retrocedía para dar otro golpe. Tal vez fue
porque esta era la primera vez que había estado aquí, peleando así. Misha me había
entrenado para este día, pero aparte de los Ravers y del ataque en el que él fue
llevado, nunca había experimentado algo como esto.
El Hellion desapareció de la existencia, y Zayne golpeó el suelo, atrapándose
antes de estamparse en el cemento. Reapareciendo sobre él, el Hellion lo agarró por
el cuello de su playera y lo levantó. Arqueando su espalda, Zayne balanceó sus
piernas hacia atrás, encerrándolas alrededor de la cintura del Hellion mientras usaba
ambos brazos para romper el agarre del Hellion. Este último cayó y plantó ambas
manos en el suelo sucio. Usando el impulso y el peso del Hellion, lo hizo caer de
cabeza.
Un aliento helado bailó a lo largo de mi cuello desnudo. Girando, me
encontré cara a cara con otro Hellion. Este tenía la piel del color de los carbones
rojos. Brilló y se convirtió en otro hombre inhumanamente impresionante, que
también estaba súper desnudo.
—¡Agárrala! —gritó el primer Hellion.
—Hecho —respondió el que estaba frente a mí, su voz también profunda y
gutural.
—¿Ustedes no tienen ropa en el infierno? —Dejando que el instinto se hiciera
cargo, me agaché debajo del brazo del Hellion y envolví mi brazo alrededor de su
cuello, apretando mientras uno de los trenes del metro hacía sonar su bocina en la
distancia.
El Hellion se echó a reír.
—¿Te gusta lo que ves?
—Lo siento —gruñí—. No estoy interesada.
—Oh, pero yo sí —El Hellion se abalanzó, arrojándome sobre su hombro.
Primero golpeé el borde de la plataforma. El dolor explotó a través de mí,
aturdiéndome por un momento. En un instante, el Hellion estaba parado sobre mí.
Rodé, pero no lo suficientemente rápido. Su pie golpeó directamente mi espalda, y
antes de que pudiera estabilizarme, me caí por el borde de la plataforma.
La caída fue de solo un metro, pero el aterrizaje aún dolió como el infierno.
Sin embargo, no era el tercer riel, y la sonora bocina del tren que se acercaba
rápidamente eliminó el dolor. Poniéndome de pie, ignoré el dolor y agarré el borde.
—¿A dónde crees que vas? —El Hellion estaba detrás de mí, alejándome de
la plataforma—. ¿Pensé que íbamos a jugar?
Brevemente vi a Zayne moviéndose detrás del otro Hellion, empujando su
puño con garras profundamente en su espalda. La sangre oscura y aceitosa brotó del
pecho del Hellion mientras se formaba un agujero donde supuse que estaría el
corazón, asumiendo que tuvieran uno.
El rugido de agonía del Hellion me dijo que había estado en lo correcto y,
bueno, no iba a obtener ninguna información de ese.
Zayne lanzó el Hellion cuando estalló en llamas. En cuestión de segundos,
no quedó nada más que cemento quemado y un olor a azufre.
Levantó la cabeza y me vio.
—¡Mierda! —Un segundo después, aterrizó en las vías a mi lado—. Aléjate
como el Infierno —advirtió.
El Hellion volvió a su verdadera forma y se echó a reír.
—Hazte a un lado o esparciré tus entrañas sobre este patio y me deleitaré
con tu corazón, Guardián.
—Me gustaría verte intentarlo.
—Me gustaría verte morir —gruñó el Hellion, mostrando los colmillos.
La luz los tragó cuando el tren dobló la curva por las vías a un kilómetro de
distancia. Mi ritmo cardíaco se disparó mientras el Hellion desaparecía.
—¡Detrás de ti! —gritó Zayne.
Giré y abalancé mi puño, pero el Hellion lo agarró. Ladeó la cabeza.
—O tal vez solo te haga revivir tu peor recuerdo una y otra vez hasta que
arañes tu propia piel y supliques la muerte. Ah, sí... ¿Mami? ¿Quieres que te recuerde
cómo murió? ¿Cómo ella…?
La ira, potente y letal, rodó a través de mí en ondas venenosas y sentí mi
gracia arder en mi piel.
—Púdrete.
Dejé de pensar. Girando, me doblé por la cintura cuando el Hellion se acercó
y pateó, mi bota atrapó a la criatura justo debajo de la barbilla. Su cuello se echó
hacia atrás, y me di la vuelta, pasando la cuchilla a través de su cuello primero, solo
para escuchar su grito gutural.
—¿Dónde está Bael?
—Mátame ahora —La sangre brotó de su boca—. Porque nunca lo diré.
Bajé la daga y presioné el arma contra su pecho, atravesándolo.
—¡Dime en donde demonios está Bael!
El Hellion bajó la cabeza, dejó escapar una risa sangrienta y luego se empaló
por completo en mi daga. Tan afilada como era, la hundió profundamente en su
pecho.
—¡Maldita sea! —grité, tirando de mi mano hacia atrás. También estalló en
llamas y luego dejó de existir. Empecé a girar hacia Zayne...
Se lanzó hacia adelante, presionando su cuerpo contra el mío y
sosteniéndome contra la pared de piedra. No había espacio entre nosotros. Un rugido
ensordecedor llenó mis oídos cuando el tren pasó junto a nosotros. El agudo chillido
de las ruedas rodando sobre las vías me atravesó. Podía sentir el cuerpo de Zayne
tensándose a mí alrededor mientras mis dedos se clavaban en sus brazos. Parecía que
el tren nunca terminaría. El viento con su velocidad nos golpeó, azotando nuestra
ropa y cabello.
Finalmente, el último vagón nos pasó, y con la amenaza de casi ser
atropellados por el tren terminada, me volví consciente de cada parte de su cuerpo
que tocaba el mío. Ninguno de nosotros se movió. No podía. No con su cuerpo
presionado con tanta fuerza contra el mío.
No es que realmente quisiera.
Zayne todavía estaba en su forma de Guardián, su camisa destrozada por el
cambio, y el calor de su cuerpo atravesaba mi ropa. La piel de sus brazos debajo de
mis manos era dura como una roca, al igual que la piel de su pecho presionada contra
mi mejilla. Su cabeza todavía estaba presionada contra la mía, su mano aún
alrededor de la parte posterior de mi cabeza. No me había dado cuenta de lo que
había hecho cuando saltó hacia mí, pero había puesto su mano entre mi cráneo y la
pared, protegiéndome mientras me forzaba contra ella.
Olía... Dios, olía increíble. Ese olor a menta invernal invadió cada poro de
mí, y con cada respiración que tomaba, podía saborearlo en la punta de mi lengua.
Mis labios se separaron mientras cerraba los ojos, sorprendida de que
todavía me estuviera abrazando y de repente, desesperadamente, temerosa de que, si
me movía o hacía algo, me dejaría ir.
No quería eso.
Lo quería cerca. Lo quería más cerca. Mi pulso comenzó a latir salvajemente
cuando me di cuenta de que su corazón latía contra mi mejilla. La mano en la parte
posterior de mi cabeza se contrajo, sus dedos se enredaron en mi cabello y un
escalofrío me recorrió la columna.
El cálido aliento de Zayne rozó un lado de mi cuello mientras levantaba
lentamente la cabeza. Me obligué a estar lo más quieta posible, ya que su aliento
ahora bailaba sobre mi mejilla, y luego ya no podía más.
Moví mi cabeza, persiguiendo su cálido aliento y deteniéndome solo cuando
lo sentí en mis labios. Mis ojos se abrieron, y todo lo que pude ver fueron esos pálidos
ojos de lobo, ardientes y consumidores. Bajé la mirada y obtuve un pequeño vistazo
de los colmillos que separaban sus labios, pero no tenía miedo.
Estaba cautivada
Me preguntaba cómo sería besarlo en su verdadera forma, y algo que nunca
antes había experimentado me invadió. Un deseo paralizante y potente floreció,
dejándome fuera de control, aturdida y como… como si hubiera estado esperando
siempre por esto, por él.
Zayne repentinamente rompió el contacto y saltó a la plataforma,
dejándome fría en ausencia de su calor corporal y preguntándome qué acababa de
pasar.
—Trinity —dijo, extendiendo un brazo mientras se agachaba. Me levantó y
terminamos de lado, uno frente al otro.
Rodé sobre mi dolorida espalda y doblé las rodillas.
—Dulce Jesús.
—Sí —Exhaló pesadamente—. ¿Te mordió?
—No —respondí. Las mordeduras de Hellion eran extremadamente
venenosas. Matarían a un humano en segundos y podrían paralizar a un Guardián
por días—. ¿ A ti?
—No. ¿Estás bien?
—Excelente —Hice una mueca cuando me senté—. Bueno, eso fue
divertido. Me estaban buscando. El primero dijo...
—Escuché lo que dijo. Podría haber estado mintiendo —Giró la cabeza y
me miró—. Solo para meterse en tu cabeza.
—Tal vez —susurré, pero sabía que no era algo como eso. Y Zayne
también—. ¿Viste lo que hizo ese Hellion? Se empaló en mi daga.
—Lo vi.
—Se suicidó en lugar de decirnos dónde está Bael.
Para nada sorprendido, Zayne retiró un mechón de cabello de su rostro.
—Sabes lo que eso significa, ¿verdad?
—¿Qué? —gruñí, tratando de quitarme el polvo, sin suerte. Parecía que me
había caído en una pila de azúcar en polvo.
—Bael sabe que estás aquí.
Capítulo 24
—Sabe que estoy aquí —le dije a Jada mientras estaba acostada en la cama
a la mañana siguiente. Como prometí, mi teléfono estaba apoyado sobre una
almohada extra y estábamos en FaceTime. Se veía increíble, con sus ojos brillantes,
y acurrucada en su edredón de cachemir rosa y gris. Yo, por otro lado, estaba medio
escondida por la manta de Zayne y estaba más que agradecida de no poder verme en
ese pequeño espacio en la parte superior de mi teléfono—. Bael envió dos Hellions
tras de mí.
—Mierda —dijo ella.
—Sí —Me puse la manta contra la barbilla—. Ni siquiera los sentí hasta que
salieron de la nada. Olvidé que podían hacer eso. Intentamos mantenerlos vivos, pero
Zayne tuvo que matar a uno y el otro se clavó en mi daga.
—Dios, Trin, eso no es bueno para tu primera noche ahí fuera —Alargó la
mano y ajustó su teléfono, acercándolo a su cara—. Tiene que saber lo que tú y Misha
son.
—Lo sé —Me estremecí—. Quiero decir, supongo que son buenas noticias.
Vi su boca abierta.
—¿Por qué crees que son buenas noticias?
—Porque significa que mantiene a Misha con vida —Me detuve—.
Probablemente como cebo, lo que apesta, pero está vivo y eso es todo lo que importa.
Jada se quedó callada durante un largo momento y luego preguntó—: ¿Lo
es?
Fruncí el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Su suspiro fue audible.
—Ni siquiera quiero pensar en esto, y sé que tú tampoco, pero sólo Dios
sabe lo que le están haciendo a Misha y cómo le va a afectar. No estoy diciendo que
estar muerto es mejor, pero... probablemente va a ser muy duro cuando lo traigas de
vuelta.
—Lo sé —Las lágrimas me quemaron los ojos—. No... No puedo pensar en
ello. No importa en qué estado se encuentre, haremos que esté bien de nuevo.
—Lo haremos —acordó, parpadeando rápidamente, y luego limpiándose los
ojos con la palma de la mano—. De acuerdo. Dime algo más. ¿Has llegado a ver la
ciudad?
Acogiendo con entusiasmo el cambio de tema, dejé escapar un suspiro
tembloroso.
—En realidad no. Nos quedamos y descansamos ayer durante el día y luego
salimos anoche —le dije, saltándome la reunión con Roth y Layla. No pensaba que
Jada entendiera que buscara ayuda de demonios cuando ni yo misma lo entendía.
—¿Vas a hacer tiempo para ver algunas cosas? —preguntó.
—Quiero hacerlo, pero me parece raro estar de turista mientras Misha está...
—Di un pequeño movimiento de cabeza.
—Sí, tienes razón —Una leve sonrisa apareció y desapareció—. Me
encantaría ver los museos. Siempre quise hacerlo, pero no es como si eso fuera a
pasar.
La simpatía se elevó mientras la miraba. Las mujeres Guardianas eran
guardaban en jaulas de oro.
—¿Quizás Ty sea asignado aquí el año que viene? Obviamente necesitan
ayuda.
—Tal vez —dijo con un suspiro—. Ya sabes, entiendo por qué no puedo ir
a verte o ayudar, pero...
—Apesta —le dije—. Si entrenaran a las hembras para pelear, no estarían
tan.... —me callé, tratando de pensar en la palabra correcta.
—Atrapadas —respondió Jada por mí—. Así es como me siento. Atrapada.
No sabía qué decir.
—No me malinterpretes. Tengo suerte, ¿sabes? Amo a Ty y sé que seré feliz
con él, pero... saber que mis amigos están ahí fuera y necesitan ayuda y que no puedo
hacer nada, simplemente apesta —Exhaló pesadamente—. A mí también me
molesta, porque no tiene que ser así.
—Entonces cámbialo —le dije.
—¿Cómo?
—Thierry te escucha. Si alguien puede ayudarte a cambiar las cosas, será él.
Pensando que había oído a Zayne en la sala de estar, me moví un poco y
miré hacia la puerta cerrada de la habitación. Gemí mientras el dolor se agudizaba a
lo largo de mi espalda.
—¡Vi eso! —exclamó Jada—. ¿Estás herida?
—En realidad no. Sólo me duele la espalda —le dije—. El Hellion me arrojó
como si fuera una niña pequeña que se estaba portando mal. Hey, déjame llamarte
luego...
—¡Espera! Rápido, ¿cómo van las cosas con Zayne?
Mi mirada se deslizó hacia mi teléfono.
—Bien. Supongo. Quiero decir, aún no hemos intentado matarnos entre
nosotros.
—¿Lo has besado de nuevo?
—Dios mío —me quejé, pensando en lo de anoche—. No, pero gracias por
recordármelo. Voy a colgar ahora.
Ella se rio.
—Llámame más tarde, ¿de acuerdo?
—Lo haré. Te quiero.
—Te quiero más —dijo, desconectando la llamada.
En cuanto me puse de espaldas y miré la foto en la mesita de noche,
escondida cerca del libro, Zayne habló desde el otro lado de la puerta.
—¿Trinity? ¿Puedes venir aquí?
Gruñendo en voz baja, me levanté de la cama y salí arrastrando los pies del
dormitorio, inmediatamente percibiendo el aroma de café y... ¿tocino? Gruñí
mientras veía a Zayne en la estufa. Llevaba el pelo recogido en la nuca. Hasta ese
momento no me había dado cuenta de que apreciaba un moño de hombre bien
hecho.
Jada se reiría mucho si oyera eso.
—Ven —Miró hacia donde yo estaba en medio de la habitación—. Pensé
que tendrías hambre.
No me había dado cuenta de lo hambrienta que estaba hasta ese momento.
—La tengo.
—Entonces siéntate y déjame darte de comer.
Hice exactamente eso, saltando sobre el taburete. Zayne estaba apagando la
estufa. Ya había dos platos listos, ambos cubiertos con una toalla de papel.
—¿Bebes café? —preguntó, mirándome por encima del hombro. Agité la
cabeza—. Tengo un poco de jugo de naranja.
—Eso está perfecto —Empecé a pararme—. Puedo servírmelo si...
—Quédate sentada —Fue a un armario y agarró un vaso, luego se dirigió a
la nevera—. Pensé que después de verte perseguida por demonios Hellion desnudos,
el desayuno era lo menos que podía hacerte.
Me estremecí.
—Voy a necesitar años de terapia intensiva para borrar los recuerdos.
—Tú y yo —Colocó el plato y el vaso de jugo de naranja frente a mí, e hice
un rápido trabajo con el tocino. Era delicioso, salado y dulce a la vez. Sabía a maple,
y tuve que evitar lamerme los dedos cuando el tocino desapareció.
Zayne terminó el suyo con una taza de café negro mientras me miraba por
encima del borde de su taza.
—¿Qué? —exigí, pasando mi dedo por el borde de mi plato.
—Lo estás haciendo muy bien.
—¿El qué? ¿Comer tocino? Soy extremadamente hábil en eso.
Sonrió.
—En todo esto. Nunca has patrullado antes, y aunque has luchado contra
demonios, no es algo cotidiano para ti y lo hiciste muy bien anoche.
Contenta con el cumplido, me encogí de hombros.
—Para eso me entrenaron, ¿sabes? Tal vez no he peleado con Hellions
desnudos, pero he pasado toda mi vida entrenando con... —Me callé, mi mirada
volviendo a mi plato vacío. Ojalá tuviera más tocino y quizá chocolate.
Mucho chocolate.
—¿Misha? —dijo en voz baja.
Asentí con la cabeza.
—Hemos estado entrenando desde siempre para el día en que nos llamen.
—¿Los llamen para qué?
—Sabes, eso nunca se especificó realmente —le dije, deslizándome del
taburete y haciendo una mueca de dolor cuando moví la espalda—. Sólo que en algún
momento mi padre nos llamaría a pelear.
Zayne bajó su taza.
—¿Qué fue eso?
—¿Qué fue qué?
—Te estremeciste —La comprensión parpadeó sobre su impactante rostro—
. ¿Estás herida?
—Estoy bien —dije mientras llevaba mi plato a su fregadero. Técnicamente
estaba bien.
Se quedó callado, y de repente estaba detrás de mí, moviéndose más rápido
de lo que podía rastrear.
—¡Odio cuando haces eso! —Me puse nerviosa.
—Uh-huh —Agarró mi camisa, ignorando mis protestas mientras la
levantaba. Juró en voz baja, y yo supe lo que vio. Lo había revisado en el espejo del
baño cuando me levanté esta mañana—. ¿Por qué no dijiste nada, Trinity?
Tirando de mi camisa sin que él la agarrara, me acerqué a donde estaba
colocado mi jugo de naranja. Lo agarré.
—Está bien.
—No está bien —respondió—. Tu espalda parece un saco de boxeo
desgastado.
Fruncí el ceño.
—Bonita descripción.
—¿Por qué no dijiste nada? —Caminó detrás de la isla y abrió uno de los
cajones, agarrando un pequeño frasco.
—No lo sé —Honestamente, no quería que pensara que estaba lloriqueando.
—Puede que seas una poderosa Trueborn, pero sigues siendo medio
humana. Te magullas más fácilmente que los Guardianes, y si hubieras sido
completamente humana, habrías muerto una docena de veces anoche —Me miró
desde donde estaba, su mirada penetrante incluso si sus rasgos eran borrosos a esta
distancia.
Puse los ojos en blanco.
—No quería parecer que me estaba quejando y... no es tan malo. Sólo son
moretones, y se desvanecerán pronto.
—¿Sólo moretones? —Cuando regresó a mí, me di cuenta de que tenía algo
en la mano—. No estoy acostumbrado a... patrullar con medios humanos, así que no
conozco tus límites, y necesito conocerlos para que no te hagas daño.
—No estoy herida.
—Siento no estar de acuerdo —Tomó mi mano libre en la suya—. Y esta es
la primera vez que te relacionas con demonios casi a diario. Ni siquiera conoces tus
límites.
—Estás exagerando.
—¿Has visto tu espalda? —me preguntó, arrastrándome al dormitorio y
luego al baño, encendiendo las brillantes luces.
Me estremecí.
—La he visto, y no es gran cosa.
Zayne me soltó la mano.
—Sólo tú discutirías conmigo sobre la condición de tu espalda —Puso el
frasco sobre el mostrador—. Necesito que te desvistas de la cintura para arriba.
—¿Qué? —Me quedé boquiabierta—. Normalmente un chico me dice que
soy bonita antes de exigirme que me quite la ropa.
Me lanzó una mirada burlona.
—¿Es todo lo que se necesita para quitarte la camisa? Eres muy bonita,
Trinity.
Mis ojos se entrecerraron mientras ponía mi jugo en el lavamanos para no
tirárselo en la cara.
—Eso no es todo lo que se necesita, muchas gracias, y ni siquiera sonó como
si lo dijeras en serio.
—Oh, lo decía en serio.
—Lo que sea. ¿Por qué tengo que quitarme la camisa?
—Así puedo ponerte esto —Cogió el frasco y señaló mi espalda—. Hará que
los moretones sanen más rápido y, a menos que tengas una doble articulación,
necesitarás ayuda para ponértelo. Necesito ver tu espalda.
Lo miré fijamente.
Sostuvo mi mirada.
—Estás siendo ridícula, Trinity. No estoy tratando de verte medio desnuda.
Estoy tratando de asegurarme de que no estés herida más de lo que puedo ver, y
también de que te recuperes para que podamos seguir patrullando.
Había una pequeña parte de mí que estaba... decepcionada de que no
estuviera tratando de desnudarme porque se sentía atraído por mí. ¿Cómo de malo
era eso? No tenía ni idea de por qué me decepcionó. No debería. Zayne era el
caballero perpetuo. Molesto y un sabelotodo, pero un caballero hasta los huesos. Sin
embargo, el extraño giro de la decepción se convirtió en algo explosivo.
No sé exactamente por qué hice lo que hice a continuación, pero había toda
una lista de razones para que perdiera el control, así que podía culpar a cualquiera
de ellas por lo que hice.
Sosteniendo su mirada, me estiré y me quité la camisa, y luego la dejé caer
al suelo.
—¿Feliz ahora?
Zayne estaba increíblemente quieto mientras continuaba sosteniendo mi
mirada, y lo hizo durante tanto tiempo que pensé que podría haberse quedado
dormido de pie con los ojos abiertos, pero luego su mirada dejó la mía, y ahora yo
estaba conteniendo la respiración. No llevaba nada sexy. Sólo un sostén normal, uno
negro con bordes ondulados sobre las copas.
Un músculo se movió a lo largo de su mandíbula mientras su mirada se
elevaba lentamente hacia la mía. Sin romper el contacto visual, se acercó y me dio la
toalla.
Se la quité, pero no me cubrí.
—¿También tengo que quitarme el sujetador?
Zayne levantó una sola ceja y pasó un largo momento.
—Probablemente sea más fácil.
Por un segundo imaginé que también me quitaba el sostén delante de él.
Zayne probablemente moriría, justo en ese momento. La mirada en su cara valdría
la pena, pero me acobardé antes de pensarlo seriamente.
—¿Puedes darte la vuelta?
Zayne arqueó una ceja e hizo un show de girarse hacia la ducha, lejos del
espejo.
Girando la cintura, puse la toalla en el fregadero y luego desenganché mi
sostén. Se me resbaló por los brazos hasta el suelo. Lo coloqué debajo de mi camisa
caída y luego levanté la toalla y la sostuve sobre mi pecho. Podía ver mi espalda en
el espejo, y parecía un tablero de ajedrez rosa y azul.
—Estoy decente —dije, y vi a Zayne girarse detrás de mí.
—Jesús —gruñó, y no en respuesta a mi desnudez—. No puedo creer que
no me hayas dicho nada, y no me digas que no te duele. Eso tiene que hacerlo,
Trinity.
Lo hacía.
—Soy más dura de lo que parezco.
—Lo eres, pero debería haberte vigilado mejor.
—No es tu culpa —dije, olfateando el aire mientras desenroscaba la tapa del
frasco.
El olor me recordaba a Icy Hot31, pero había algo más debajo.
—¿Qué es eso?
—Un bálsamo que hizo Jasmine. Es la esposa de Dez. Es muy buena en este
tipo de cosas. Es una mezcla de árnica, cúrcuma y mentol. Creo que incluso puede
haber algo de avellanas en ella. Es un antiinflamatorio, y reduce el dolor y la
hinchazón —me dijo—. Esta cosa hace milagros.
Entonces Zayne puso sus dedos contra mi piel, y yo salté al contacto.
—Lo siento —murmuró. El bálsamo estaba frío y viscoso, pero fueron sus
dedos los que causaron la reacción. Aparte de ocasionalmente tomarme de la mano
o jalarme, Zayne no tenía la costumbre de tocarme.
Y ahora me estaba tocando de verdad.
Me aplicó el espeso bálsamo en la piel, y luego hacia arriba y alrededor. Sus
dedos rozaron el costado de mi pecho, y mi piel se sintió extrañamente caliente
mientras levantaba mi mirada hacia el espejo.
Todo lo que podía ver era a él parado detrás de mí, tan increíblemente alto
y ancho, su dorada cabeza inclinada mientras se concentraba en lo que estaba
haciendo.
Verlo detrás de mí no ayudó a enfriar mi piel.
—¿Cómo es Jasmine? —pregunté, tratando de no pensar en el hecho de que
estaba medio desnuda.
Se rio.
—Ella y su hermana, Danika, se oponen al sistema siempre que pueden,
pero ella y Dez tienen suerte. Se aman el uno al otro, el tipo de amor de verdad, y
tienen dos hijos. Ambos son un espectáculo. ¿Su hija, Izzy? Está aprendiendo a
cambiar y a volar. No deja de ir directo al ventilador del techo.

31 Producto usado para el tratamiento de dolores leves en los músculos y articulaciones


—Oh, Dios —murmuré, mi cuerpo estremeciéndose, pensando en Peanut
cuando estaba cerca de los ventiladores. Lo que me hizo rezar para que Peanut no
apareciera de repente—. Siempre me gusta observar a los pequeños de la comunidad
cuando empiezan a cambiar. Es adorable verlos aprender a caminar y usar sus alas.
—Lo siento —murmuró cuando me estremecí de nuevo.
—Está bien —Me sentía muy, muy caliente, lo que era raro, porque el
bálsamo estaba muy frío.
Zayne continuó en silencio, sus dedos pasando por debajo de los bordes de
la toalla y a lo largo de mis costillas, lo que me hizo temblar, y no estaba segura de sí
había moretones allí o no. Cuando sus manos se alejaron un poco, no estaba segura
de si debía sentirme aliviada o decepcionada.
—¿Crees que conoceré a Danika y a Jasmine? —pregunté, intentando
desesperadamente distraerme.
—Si quieres, no veo por qué no —Su silenciosa respuesta también me
calentó por dentro.
—Me gustaría eso.
Su mirada se elevó, encontrándose con la mía en el espejo por un segundo.
—Entonces me aseguraré de que eso suceda.
Pasaron varios segundos más y empecé a pensar en cosas extrañas, cualquier
cosa en realidad, para mantener mi mente alejada de sus manos.
—Antes de saber lo que era... o supongo que antes de entender lo que era,
pensaba que era normal y quería ser mil cosas diferentes cuando era niña. Ninguna
de ellas era esto, pero...
—¿Cuáles eran algunas de las cosas que querías ser?
—Oh, algunas eran realmente estúpidas.
—Lo dudo.
Resoplé.
—Después de ver Jurassic Park, quería ser arqueóloga.
—No creo que eso sea tonto —dijo, y aunque no pude ver su sonrisa, podía
sentirla.
—Y quería criar llamas.
La mano de Zayne se quedó quieta de nuevo.
—¿Llamas?
—Sí —Me reí—. Y ni siquiera preguntes por qué. No tengo ni idea. Sólo
quería una granja de llamas. Creo que son los animales más increíbles de todos los
tiempos. ¿Sabías que los niños pueden montarlos? Los adultos no pueden. No sería
muy cómodo para ti ni para la llama.
—No, no lo sabía —Se rio—. Esa es probablemente la cosa más extraña que
he oído en mucho tiempo —Sus hábiles dedos se deslizaron sobre mi columna
vertebral—. ¿Querías ir a la universidad?
—Sí —Respiré tranquilamente, y el fresco aroma del mentol me llegó—.
Pero mi madre siempre estuvo en contra, antes de que entendiera lo que era —admití,
cerrando los ojos—. Quería ver el mundo un poco, y es raro, porque la primera vez
que vi DC, cuando fuimos a la casa de Roth, me asusté. Suena estúpido, ¿no?
La mano de Zayne se quedó quieta.
—No, no lo hace. La ciudad es mucho que asimilar si no estás acostumbrado
a ver a tanta gente.
Una sonrisa irónica me tiró de los labios.
—Fue abrumador. Tanta gente. No puedo decirte cuántas veces no podía
decir si una persona estaba viva o muerta cuando nos cruzábamos en la calle.
—Eso tiene que ser un inconveniente —Su mano empezó a moverse de
nuevo, y mi espalda se arqueó un poco.
Me tomó un momento unir mis pensamientos.
—Un poco.
—Hablando de fantasmas, ¿el que vino contigo?
—¿Peanut?
—Sí —Una pausa—. Él. ¿Puede... mover cosas?
Sonreí.
—Sí. ¿Movió algo?
—Esta mañana mis zapatos estaban en la nevera.
Se me escapó una risita.
—Lo siento. Peanut es muy... muy raro, pero es inofensivo. Sólo quiere tu
atención, y tiene una forma extraña de demostrarlo.
—¿Puedo ser honesto?
—¿Sí?
—Estoy tratando de ignorar el hecho de que ahora está acechando mi casa.
—En realidad no está acechando —le dije—. Piensa en ello como coexistir.
Zayne resopló.
—Casi termino —Su mano estaba en otro lado, esparciendo el ungüento que
quedaba—. Ya deberías estar empezando a sentirte mejor.
—Lo estoy.
Y era cierto, pero como ambos nos callamos, ya no podía ignorar las manos
de Zayne sobre mi piel y cómo me hacían sentir. Era como si la electricidad fluyera
de sus dedos sobre mi piel, y cuando esos largos dedos rozaban la sensible hinchazón
cerca de mis costillas, inhalaba suavemente.
—Lo siento —Su voz sonaba diferente, incluso más gruesa—. ¿Estás bien?
—S... —Me aclaré la garganta—. Sí —Traté de encontrar otra distracción—
. ¿Sabes de qué estoy más celosa cuando se trata de los Guardianes?
—¿Qué?
—Su habilidad para volar. Soy una Trueborn poderosa, pero no tengo alas.
Eso apesta.
Se rio.
—No es gracioso —Hice pucheros—. Me encantaría volar y acercarme a las
estrellas. Solía intentar que Misha me llevara al cielo, pero nunca lo hacía, aunque
ustedes probablemente podrían llevar un coche al aire. Qué molesto.
Zayne me dio la vuelta con cuidado y luego sus manos me abandonaron. Lo
miré a los ojos. Inmediatamente quedé atrapada en ellos, sintiéndome caliente y
mareada, como si hubiera estado sentada, tomando el sol en las playas de arena
blanca, y aunque él ya no me tocaba, todavía podía sentir sus palmas y dedos. No
podía dejar de preguntarme qué pasaría si se me caía la toalla.
Cada músculo de mi cuerpo se tensó. ¿Soltar mi toalla y estar desnuda frente
a Zayne? Dios mío, le daría un ataque. ¿En qué estaba pensando?
Pero quería hacerlo, porque quería... quería sentir sus manos en mi piel otra
vez. Quería sentir su boca en la mía, y esta vez quería que me besara.
Algo cambió en su expresión.
Esos ojos pálidos, generalmente tan fríos, estaban llenos de fuego, y su
mandíbula era una línea recta y dura. Sus rasgos eran hermosos y brutales, una
combinación cruda.
—Es posible que tengamos que hacer esto de nuevo —dijo, y su voz sonó
más profunda y áspera.
Estaba deseando que llegara ese momento.
Sus labios se abrieron como si estuviera a punto de decir otra cosa, pero su
teléfono sonó en la otra habitación. Dudó, su mirada seguía fijada en la mía, y
entonces puso el frasco en el mostrador antes de girar sobre sus talones y salir.
—Dios —susurré, volviéndome al espejo.
Aun sintiéndome demasiado caliente, respiré otra vez con dificultad.
Realmente necesitaba ponerme mi camisa y mi sostén. Era lo que había que hacer,
especialmente antes de que Zayne regresara, pero estaba allí mirando mi reflejo en el
espejo.
No me veía como yo misma.
Bueno, el moño desordenado y medio caído era todo mío, pero los ojos
vidriosos, los labios separados y la piel enrojecida no se parecía en nada a mí. Otro
fino escalofrío bailó sobre mi piel, como si el calor se acumulara en mi interior. Zayne
ni siquiera estaba en el baño conmigo, pero todavía podía sentir sus manos en la piel
de mi espalda, a lo largo de ella, sus dedos habían rozado los lados de mis pechos.
Un zumbido agudo golpeó mis venas mientras aspiraba aire, y una pesadez
cálida y agradable se estableció sobre mí.
Es normal.
Eso es lo que me decía a mí misma. Lo que estaba sintiendo era mi cuerpo
reaccionando al toque de alguien que me atraía, y Zayne me atraía, pero eso era todo,
sólo una... una atracción carnal, una que estaba segura de que no era mutua.
Pero ¿y si lo fuera?
Me quedé sin aliento. Eso complicaría las cosas, ¿no? Sin embargo, mi
cuerpo no se preocupaba por eso en absoluto. Tampoco esa parte primitiva de mi
cerebro que de repente mostraba imágenes para acompañar el recuerdo de sus manos
desnudas, resbaladizas y lisas contra mi piel, y esas imágenes eran tan claras como
la realidad. El reflejo de Zayne apareció en el espejo, causando que me quedara sin
aliento. Su mirada se encontró con la mía en el espejo.
—Pensé que estarías vestida —dijo.
—Yo... —Realmente no tenía idea de qué decir mientras me volvía hacia él,
pensando que la toalla era más discreta que mi espalda desnuda—. Yo, umm, todavía
estoy mojada.
Esos ojos pálidos ardían con calor invernal mientras su mirada me atrapaba.
—¿En serio? —dijo, y juraba que sonó como un ronroneo contra mi piel.
Me ardió la cara al darme cuenta de lo que había dicho y cómo se podía
percibir.
—El ungüento sigue húmedo, y pensé en dejarlo secar un poco.
Zayne asintió lentamente mientras se mordía el labio inferior. Esas gruesas
pestañas bajaron, protegiendo su mirada.
—¿Quién acaba de llamar? —le pregunté.
—Roth —contestó, y mi piel se congeló inmediatamente—. Quiere reunirse
con nosotros. Esta noche.
Capítulo 25

El lugar donde nos reunimos con Roth resultó ser un restaurante llamado
Zeke's. Tuvimos que estacionar en un garaje al final de la calle, y fue un poco raro
caminar al lado de Zayne, preguntándome si alguna de las personas con las que nos
cruzábamos en la calle tenía alguna idea de lo que era.
Me gustó el restaurante desde el momento en que entramos. Suavemente
iluminado, el interior era una mezcla de madera expuesta y acero. Las cabinas se
veían cómodas, con gruesos cojines y exuberantes almohadas. Tenía un aire rústico-
moderno que me recordaba a las montañas y a Colorado.
Lo cual era raro, porque nunca había estado en Colorado, pero por alguna
tonta razón, me imaginé que había muchos lugares como este en Colorado.
La anfitriona pareció reconocer a Zayne. Con una sonrisa genuina y una
mirada persistente por la que no podía culparla, nos sentó en una cabina
sorprendentemente privada cerca de una gran chimenea de piedra. Había una vibra
romántica en el lugar que me hizo demasiado consciente de Zayne y me hizo sentir
que debería llevar algo más bonito que unos vaqueros y una camiseta.
Lo que sea.
Estaba cómoda, y eso era todo lo que importaba.
En el momento en que la camarera se fue después de poner nuestras bebidas
en la mesa, una Coca-Cola para mí y un agua para Zayne, le pregunté—: ¿Está bien
que nos encontremos aquí?
La luz de las velas en el centro de la mesa titiló sobre su rostro mientras
asentía.
—La gente que viene aquí no se mete en lo que no le importa.
—Oh —Jugué con la servilleta mientras miraba a mí alrededor—. ¿Saben lo
que eres?
—Saben que soy Guardián, pero no saben lo que es Roth —explicó—.
¿Cómo está tu espalda?
—Perfecta —Y realmente lo estaba. No me dolía ni palpitaba cuando hacía
movimientos bruscos. Tirando de mis manos hacia mi regazo, miré alrededor del
restaurante antes de que mi mirada encontrara su camino de regreso a la suya—.
Gracias por eso.
Su barbilla se hundió, haciendo que un mechón de pelo se deslizase contra
su mejilla.
—Fue un placer.
Un zumbido de calor recorrió mis venas.
—Estoy segura de que hay mejores cosas que hacer que frotarme la espalda.
—Tienes razón. Podría estar haciendo mejores cosas con mi tiempo —
respondió.
Ouch.
El calor desapareció.
—Pero eso no significa que no me estuviera divirtiendo —agregó, y mi
mirada se dirigió a la suya. Una media sonrisa se asomó en sus labios.
Antes de que se me ocurriera una respuesta, sentí el repentino peso de mis
hombros.
—Creo que está aquí —le dije—. O hay otro demonio aquí.
Un momento después, Zayne dijo—: Lo siento ahora. Es una locura cómo
puedes sentirlo antes que yo.
Zayne se levantó y se sentó a mi lado, muslo presionando contra muslo.
—¿Cómo se siente? —preguntó.
—Como un aliento caliente en la nuca —le dije, con voz baja—. Y una
pesadez en los hombros. ¿Lo mismo para ti?
Asintió con la cabeza.
Roth llegó, vestido como la primera vez que lo vi. Todo de negro. No estaba
solo. El demonio rubio estaba con él, con su pelo trenzado, que le quedaba
extrañamente bien.
—Espero haberlos hecho esperar —Roth se deslizó dentro de la cabina frente
a nosotros, seguido por Cayman—. Y sí, quise decirlo exactamente como salió.
—Acabamos de llegar —contestó Zayne, estirando el brazo a lo largo de la
parte trasera de la cabina—. No hemos esperado mucho.
—Eso es decepcionante —contestó Roth, su brillante mirada color ámbar se
fijó en mí mientras se acomodaba—. Tan raro.
—¿Qué?
Se inclinó hacia adelante.
—Todavía quiero tocarte.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—Eres un extraño y espeluznante príncipe demonio.
Roth sonrió.
—Bueno, todavía me asustas —anunció Cayman mientras Roth se inclinaba
más hacia mí, con una mano deslizándose sobre la mesa.
—Sin tocar —advirtió Zayne.
El príncipe demonio hizo un puchero mientras tiraba de su mano hacia atrás.
—Eso no es divertido.
—¿Dónde está Layla? —pregunté, cambiando el tema de todo eso de
"tocarme".
Roth sonrió con fuerza.
—Decidió que sería mejor que se quedara en casa.
Miré a Zayne. No había ni una pizca de emoción en su cara.
—No se ven ustedes dos super íntimos y lindos —Cayman nos miró
fijamente.
—¿Lo hacemos? —murmuró Zayne.
—Sí —contestó Roth—. Me gusta. Mucho.
El dedo de Zayne comenzó a tocar la parte trasera de la cabina.
—Me alegra oír eso, ya que he estado esperando con ansias tus pensamientos
y sentimientos.
Roth sonrió con suficiencia.
—¿Pidieron algo? —preguntó Cayman, escaneando el menú—. Me muero
de hambre.
No lo habíamos hecho, y no tuve la oportunidad de redirigir la conversación
a la razón por la que estábamos aquí, porque la camarera apareció y tomó las órdenes
de bebida de Roth y Cayman, junto con las peticiones de una serie de aperitivos.
Cuando la camarera se fue, me incliné hacia adelante.
—¿Han averiguado algo?
Fue Cayman quien respondió—: Tengo buenas noticias y malas noticias.
Me tensé mientras mi estómago se retorcía.
—¿De acuerdo?
—Puse mi oído en todos los lugares posibles, y nadie está hablando de tu
Misha, de Bael... o de ti —explicó Cayman.
—No sé si esa es la buena noticia o la mala noticia —dije, mirando a Zayne.
—Son las buenas noticias. Significa que Bael no quiere que nadie lo sepa, y
eso es extraño, porque los demonios somos de los que alardean más —dijo Cayman
con una sonrisa—. Y no estoy hablando de alardear humildemente como lo hacen
los Guardianes.
Zayne resopló.
—Dos Hellions vinieron a por nosotros anoche. Fueron enviados por Bael.
—Bael tiene un maldito ejército de Hellions a su disposición, así que
deberías esperar seguir viéndolos si los tiene buscándote.
—¿Y cuáles son las malas noticias? —pregunté, y Zayne tocó la parte
posterior de mi hombro, tocando a través de mi cabello para llegar a los músculos
que se tensaban allí.
Roth se encontró con mi mirada y sus rasgos se suavizaron un poco.
—Nadie sabe dónde está escondido, pero creo que es la razón por la que
hemos estado viendo un aumento en la actividad demoníaca de bajo nivel. Ya que él
está arriba, van a seguirlo.
Zayne se movió a mi lado, manteniendo su mano sobre mi hombro.
—¿Qué quieres decir?
—Digo que cuando encontremos a Bael, no será sólo él. Obviamente tiene
un montón de Hellions con él, pero puedes esperar ver mucho más.
—Genial —murmuré.
—Y Bael no es conocido por su hospitalidad —comentó Cayman,
recogiendo su copa de vino—. Ni siquiera cuando intenta ser amable.
Mi mirada se dirigió a Roth, y él levantó su hombro de acuerdo.
—Pero sé que ya te das cuenta de eso, y ya sabes que mantiene a Misha con
vida por una razón, que está respaldada por tu encuentro con los Hellions la noche
anterior. Está usando a Misha para encontrarte y enviando Hellions tras de ti.
—No la van a atrapar —dijo Zayne.
Le lancé una mirada, extrañamente... halagada por la certeza de su tono.
—Pero esto nos lleva a la parte de las noticias extrañas —continuó Roth—.
Nadie habla de ella. No hay ningún susurro de un Trueborn en la escena.
—Bueno, eso no está mal, ¿verdad? —le pregunté.
—Tampoco es bueno —Los dedos de Zayne aún estaban en la parte
posterior de mi hombro, ligeros, pero extrañamente reconfortantes—. Porque no nos
dice lo que Bael está tratando de lograr aquí, aparte de quererte a ti.
—Poner sus manos en ti puede ser razón suficiente para él. —Roth pasó su
dedo alrededor del borde de su vaso—. Sabes lo que los demonios le hacen a un
Trueborn.
Suprimí un escalofrío mientras me estiraba por mi bebida.
—¿Podría Bael estar detrás de lo que está atacando a los Guardianes y a
otros demonios?
Roth se encogió de hombros.
—Bael es un gran problema. Es lo suficientemente poderoso, pero...
—No crees que sea él, ¿verdad? —preguntó Zayne.
El príncipe demonio no respondió inmediatamente.
—¿Por qué iba a serlo? ¿Qué tiene que ganar arriesgándose a exponerse? No,
Bael tiene pelotas, pero no es estúpido.
Llegó una variedad de aperitivos: pasteles de cangrejo, camarones, salsa y
papas fritas. La comida se veía y olía increíble, pero no la toqué.
—¿Sabías que varios regidores infernales han dejado la ciudad o están
planeando hacerlo? —Roth cogió un camarón, mirando a Zayne—. ¿No es eso...
sospechoso?
Los Regidores Infernales eran demonios de Nivel Superior que controlaban
legiones de demonios menores. Eran como ejecutivos, y adiviné que eso haría de
alguien como Roth un CEO, con su jefe, Lucifer, siendo el presidente, pero ¿eso
significaría que Bael también era como un CEO...?
Me dolía la cabeza.
Los dedos de Zayne se abrieron sobre mi hombro.
—Así que, lo que sea que haya en las calles, ¿también los asusta?
—Los Guardianes no son los únicos que aparecen muertos de forma muy
gráfica —le recordó Roth.
—Eso es algo que no entiendo —dije, mirando el pastel de cangrejo que
Zayne había colocado delante de mí—. Si es un demonio, ¿por qué iría tras otros
demonios?
Sacudiendo la cabeza, Roth descargó una cucharada de salsa en su plato.
—Quiere ser el pez más grande del mar, supongo.
—¿Y ustedes dos no están preocupados? —pregunté, frunciendo el ceño de
nuevo mientras un tenedor terminaba entre mis dedos—. ¿Asustados? Los dos son
grandes... peces demonio.
Zayne se rio en voz baja.
—Nunca me han llamado pez demonio, pero sí, me gusta pensar que somos
peces gordos.
Cayman se metió una patata frita en la boca.
La sonrisa de Roth era lenta y malvada.
—¿Preocupado? Sí. ¿Asustado? Nunca.
—Arrogante —murmuró Zayne mientras yo cortaba mi pastel de cangrejo y
él tomaba un camarón al vapor—. Deberías tener algo de miedo, si no por ti mismo,
entonces por Layla.
La diversión perezosa desapareció de la cara de Roth mientras su mirada se
dirigía hacia el Guardián que estaba a mi lado.
—¿Te pedí consejo sobre por qué preocuparme o a qué temerle?
—No, pero seguro como el infierno que suena como si lo necesitaras.
Ocupada, comí un bocado de mi pastel de cangrejo y casi gemí de placer.
Era increíble. Principalmente carne sazonada con Old Bay32. Tomé otro bocado,
cerca de meter toda mi cara en el pastel, mientras Zayne y Roth se miraban a los ojos.
—Acostúmbrate, Trinity.
Miré a Cayman.
—¿Acostumbrarme a qué?
—Ellos discutiendo y tratando de ganarse mutuamente —Cayman guiñó el
ojo—. Algunas personas lo encuentran aburrido, pero yo lo encuentro muy
entretenido. Estoy esperando el momento en que su apasionada discusión se
convierta en apasionada actividad sexual.
Mis labios temblaron mientras Roth gruñía algo en voz baja. Terminé el
delicioso pastel de cangrejo.
—Estaba pensando. Bael tiene la habilidad de controlar a los humanos,
¿verdad?
—¿Más allá de lo que todos nosotros típicamente podemos hacer? Sí. ¿Pero
en el tipo de nivel que viste durante el ataque a la comunidad? Me sorprendería —
dijo Roth—. Bael es particularmente hábil influenciando a los humanos, pero para
conseguir esa cantidad de posesiones, estoy pensando que algo más estaba
involucrado.
—¿Qué? —Miré mi plato cuando un poco de salsa y patatas fritas terminaron
en él. El queso derretido y el cangrejo parecían sabrosos.
—Un hechizo —contestó Roth.
—Brujas —dijo Zayne, asintiendo—. Eso tendría sentido.
—¿Brujas? —Me volví hacia él, sorprendida. Las brujas, verdaderas brujas,
eran seres humanos cuyos antepasados en algún momento se habían acostado con
un demonio, y esa sangre demoníaca diluida les había dotado de ciertas habilidades
que normalmente incluían los cuatro elementos: la tierra, el viento, el agua y el fuego.
También tenían un don para hechizos y encantamientos—. ¿Tienen aquelarres aquí?
—Así es. Algunos muy activos. Tienden a esconderse tanto de los Demonios
como de los Guardianes, razón por la cual se las han arreglado para mantenerse vivos
y fuera del radar de los Guardianes —dijo Roth, deslizando una mirada en la
dirección de Zayne—. Porque sabes, a los Guardianes les gusta matar
indiscriminadamente.
Zayne suspiró.
—¿A los Trueborn les gusta matar indiscriminadamente? —Roth ladeó la
cabeza mientras esa mirada ámbar se deslizaba hacia mí.
—¿En este momento? Sí —dije, molesta.
Zayne se rio en voz baja mientras Roth sonreía y se inclinaba hacia delante.

32
El Old Bay es una mezcla de hierbas y especias comercializada actualmente en Estados Unidos.
—Me gustas.
—Es increíble oír eso —murmuré.
Su sonrisa creció.
—Hay una posibilidad de que las brujas puedan haberse involucrado, y
aunque la mayoría se mantienen lejos tanto de los míos como de los Guardianes, hay
algunos aquelarres a los que les gusta aliarse con demonios. Conozco uno en
particular —Roth se echó hacia atrás—. Por supuesto, Zayne no podría hablar con
ellos. No son fans de los Guardianes.
—¿Pero son fans tuyos? —le pregunté
—Todo el mundo es fan mío —respondió—. Podrías reunirte con ellos. No
podrán saber lo que eres, y yo puedo llevarte. Hay un gran grupo de ellos que
normalmente se reúne los sábados.
El sábado era dentro de una semana. Siete malditos días enteros.
La impaciencia floreció, teñida de frustración. ¿Sobreviviría Misha otra
semana?
Zayne se tensó.
—No estoy seguro de esto.
La mirada del príncipe demonio se dirigió a Zayne.
—Pensé que confiabas en mí.
—Confío en ti, pero no confío en que tomes decisiones sabias —Zayne sacó
su brazo de la parte trasera de la cabina.
Roth presionó su mano contra su pecho.
—Estoy ofendido.
—Estoy dispuesta a hacerlo —Ignoré la mirada que Zayne me envió—. Si
hay una pequeña posibilidad de que puedan darnos alguna información, estoy
dispuesta a ir contigo y reunirme con ellos.
—Perfecto —ronroneó Roth, y Zayne no parecía ni remotamente feliz.
—Bien —Me recosté contra la cabina—. Solo tienes que prometerme que no
vas a intentar... comerme o algo.
Esa sonrisa diabólica de Roth volvió.
—Ahora, eso podría ser pedir demasiado.
Capítulo 26
—No me gusta esto —dijo Zayne cuando salimos del restaurante. Me
mantuve cerca de él porque la iluminación de la acera era pobre.
—¿El qué?
—Que vayas con Roth a ver a las brujas.
—Creí que confiabas en Roth... —La punta de mi bota se enganchó en la
acera que no vi y me tropecé—. Maldita sea.
Zayne me cogió del brazo.
—¿Estás bien?
—Sí —Tiré de mi brazo mientras miraba hacia la acera, aunque no podía
ver—. Me tropecé. Estoy bien.
Pasó un momento.
—Confío en Roth, pero no en las brujas. Todo lo que hacen, lo hacen para
obtener algo a cambio. Hay que tener mucho cuidado con ellas.
—¿Así que, no dejo que me corten el pelo o las uñas?
Zayne resopló mientras nos dirigíamos al estacionamiento.
—Sí, trata de evitarlo, pero tampoco hagas tratos con ellas para obtener
información. A veces ayudan, pero el precio que pagas nunca es el que esperas.
—Pagaré cualquier precio.
Zayne se detuvo tan rápido que me estrellé contra él, y retrocedí un paso. La
irritación cobró vida cuando Zayne se enfrentó a mí.
—Ves, por eso estoy preocupado.
Lo miré fijamente, capaz de distinguir sus rasgos en la áspera luz blanca del
aparcamiento.
—No deberías estarlo.
—¿No debería estarlo? Estas dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir
el más pequeño trozo de información sobre Misha, eso es peligroso. Especialmente
cuando vas a conocer a un grupo de brujas, que son famosas por tomar la
desesperación de la gente y manipularla para su beneficio.
Me crucé de brazos.
—No soy fácil de manipular.
—No dije que lo fueras, pero también sé que estás desesperada, y lo
entiendo...
—¿De verdad? —exigí—. No lo sé. Sigues haciendo declaraciones vagas
sobre cómo sabes lo que es ver a alguien que te importa estar en problemas y que no
puedas hacer nada. Si eso es verdad, entonces lo entenderías. Tú harías cualquier
cosa...
—Sé que esto es peligroso, porque sí lo entiendo —Zayne dio un paso
adelante, arrinconándome, pero me mantuve firme—. He estado lo suficientemente
desesperado para hacer cualquier cosa, y eso nunca termina bien, Trinity.
La constante sensación de impotencia se disparó y quitó el filtro de mi boca.
—¿Así es como perdiste una parte de tu alma?
Zayne se echó hacia atrás como si le hubiera pegado. Un velo se deslizó
sobre su rostro y sus rasgos quedaron desprovistos de emoción.
—¿Quién te dijo eso?
Cerré la boca de golpe.
—¿Quién? —preguntó Zayne, alcanzándome, pero se detuvo en seco—.
¿Quién te dijo eso?
Desearía haber mantenido la boca cerrada, desplegué los brazos y miré hacia
otro lado.
—Misha me lo dijo. Dijo... dijo que había oído que habías perdido una parte
de tu alma y que por eso tus ojos son diferentes.
—¿Es eso lo que dijo? —Ladeó la cabeza.
Con mi corazón palpitando con fuerza, asentí con la cabeza.
—¿Es... es cierto?
Zayne no respondió por un largo momento, y luego lo hizo.
—Sí, es verdad.

Voy a morir.
Acobardada en el andén del metro, sabía que el hermoso demonio, con sus
ojos dorados y su cruel sonrisa, iba a matarme. Se suponía que me ayudaría, pero la
habitación estaba bañada en sangre y la masa golpeada y derrumbada en el suelo era
Zayne.
—No puede salvarte —gruñó el demonio entre dientes afilados—. Nadie
puede.
Un grito se elevó en mi garganta mientras el demonio se dirigía hacia mí con
garras afiladas como una navaja.
Despertando, jadeé buscando aire mientras trataba de sentir lo que me
rodeaba. ¿Dónde estaba? No reconocía la oscuridad del dormitorio. No había
estrellas en el techo y la cama... era demasiado grande para ser mía.
Me tomó un momento recordar que estaba en la casa de Zayne, en su cama,
y él estaba vivo y yo estaba viva.
Fue sólo una pesadilla.
Gimiendo, saqué las manos de debajo del edredón y me quité varios
mechones de pelo de la cara.
La puerta del dormitorio se abrió de golpe, sorprendiéndome. Contuve la
respiración mientras me esforzaba por ver la forma que llenaba la oscuridad de la
puerta.
—¿Estás bien? —La voz de Zayne estaba ronca por el sueño—. Creí haberte
oído gritar.
El calor de la vergüenza se deslizó por mi cara.
—Lo siento. No quise despertarte.
—Está bien —contestó, y no lo vi moverse, pero sentí que se acercaba. Mi
visión aún no se había ajustado cuando encendió la lámpara de la mesita de noche,
lo que me hizo hacer una mueca de dolor. Su mirada se posó sobre mí,
permaneciendo en el lugar donde yo estaba apretando los bordes de la manta, mis
nudillos blancos—. ¿No puedes dormir?
Agité la cabeza, sorprendida de que Zayne me estuviera vigilando. Después
de todo el enfrentamiento en el estacionamiento, las cosas habían sido... incómodas
entre nosotros.
Apenas habíamos hablado, incluso cuando nos encontramos con un grupo
de Ravers en el callejón trasero de uno de los principales teatros del centro. Volvimos
a su casa hace unas horas y nos separamos sin decirnos nada.
Me atreví a mirarlo.
Una mirada de comprensión apareció en su cara mientras miraba a la puerta
por la que acababa de entrar. Entonces, sin decir palabra, mientras mi corazón
empezaba a latir alocadamente rápido, hizo un gesto hacia la cama.
—¿Puedo?
No estaba segura de si esto ayudaría a nuestro actual punto muerto, pero no
quería estar sola, así que asentí y me escabullí, sosteniendo mi manta como si fuera
un salvavidas.
—¿Pesadillas? —preguntó en voz baja mientras se sentaba a mi lado y se
apoyaba en la cabecera.
Asentí mientras lo veía estirar sus largas piernas, cruzándolas por los
tobillos.
Inclinando la cabeza hacia atrás, me miró.
—Lo siento.
—¿Sobre qué?
Se quedó callado durante un largo momento.
—Por todo, en realidad. Has pasado por mucho, y eso es emocional y
mentalmente agotador. Tu mente te lo va a poner difícil, incluso cuando estés en
reposo.
—No tienes que disculparte. No es tu culpa —le dije—. Estás haciendo todo
lo que puedes. Es sólo que... No lo sé. Siento que no tengo control en nada de esto y
siento...
—¿Qué?
Confusión. Estrés. Incertidumbre.
—Sólo estoy... estoy asustada. Sé que no debería admitirlo, pero tengo
miedo de no encontrar a Misha a tiempo o, que cuando lo haga, será demasiado
tarde, porque debe estar pasando por cosas que ni siquiera puedo imaginar.
Cruzó los brazos sobre su pecho.
—Está bien tener miedo, Trinity. Está bien preocuparse.
—Lo sé —Agarré mi manta más fuerte.
—Entonces deja de hacerte pasar un mal rato.
Exhalé pesadamente.
—Y... debería disculparme contigo. No debería haberte preguntado lo de
antes. No era asunto mío y estaba siendo una imbécil, y tú tratabas de ayudarme.
—Está bien. No tienes que disculparte —Levantó una pierna—. Me cogió
desprevenido. Me sorprende que no hayas dicho nada hasta esta noche,
considerando todas las preguntas que haces.
Resoplé.
—Sí, también estoy un poco sorprendida.
—Sólo... Quiero que sepas que entiendo por qué tienes que hacer todo lo
que puedas —dijo mientras yo luchaba con el deseo de preguntarle qué había pasado.
Puse mis rodillas debajo de la manta y descansé mi barbilla sobre ellas. Era
más fácil decirlo que hacerlo.
—Entonces, ¿estás de acuerdo con que me reúna con las brujas?
—Voy a tener que estarlo.
—No estás... acostumbrado a tener ceder a las cosas, ¿verdad?
—Ni remotamente.
Sonreí, sintiéndome un poco mejor por lo que había pasado en el garaje.
—¿Crees que estas brujas de las que hablaba Roth van a poder decirnos algo?
—En este punto, ¿quién diablos sabe? —Me dio un pequeño empujón con el
codo—. Pero si los humanos que atacaron la comunidad junto a Bael estuvieran bajo
un hechizo, deberían saber quién lo hizo, o al menos quién es capaz de hacerlo, y a
través de ellos podríamos encontrar dónde está Bael y si aún tiene a Misha.
—¿Y si las brujas con las que vamos son las que ayudaron a Bael? —le
pregunté.
—Entonces las cosas van a ir mal —Una pausa—. Sé que te han enseñado a
no usar tu gracia, porque te debilita y puede atraer a otros demonios hacia ti, pero si
alguna vez te encuentras en una situación de la que no puedes salir luchando, úsala.
Al principio no supe cómo responder.
—Sabes, eres la primera persona que me dice eso. Ni Misha ni Thierry han
dicho eso.
—Sé que es un riesgo para ti hacerlo, pero prefiero lidiar con el riesgo y las
consecuencias que hacer que termines herida o peor —me dijo, y mi pecho se calentó
y mi visión se puso borrosa—. Si las brujas intentan algo, sácala.
—Estás un poco sediento de sangre.
—He aprendido a estarlo.
Apartando mi mirada de la suya, miré al techo y deseé poder ver las estrellas.
—Extraño mi techo.
—¿Qué? —rio Zayne.
Una pequeña sonrisa asomó por mis labios.
—En casa tengo estas increíblemente cursis estrellas que brillan en la
oscuridad pegadas en mi techo. Son blancas. No verdes. No soy tan cursi.
—Nunca —murmuró Zayne—. Recuerdo haberlas visto.
—Como sea, me gusta mirarlas —Encogí un hombro, lo que causó que mi
espalda doliera un poco—. Un poco estúpido, lo sé.
—No lo es —respondió él—. Es familiar.
No pude evitar imaginarme si alguna vez volvería a acostarme bajo ellas de
nuevo.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
Asentí.
—Seguro.
—¿Qué pasó exactamente con tu madre? —preguntó—. Odio sacar el tema,
y me sentí como una mierda por hacerlo cuando estábamos en el lugar de Roth y
Layla, pero dijiste que este Guardián pensó que tú eras…
—¿Una abominación? —le proporcioné, suspirando. No hablaba mucho
sobre mi mamá, porque siempre terminaba preguntándome por qué nunca había
visto su fantasma o su espíritu, pero quería hablarle a Zayne sobre ella.
¿Tal vez porque él no me conocía cuando ocurrió y eso hacía que abrirse
fuera más fácil? ¿O quizás porque, a diferencia de Jada o Ty, él sabía lo que se sentía
perder un padre? No estaba segura.
—Mi mamá fue entrenada. ¿Lo sabías?
—No, no lo sabía.
Una pequeña sonrisa tiró de mis labios.
—Ella quería ser entrenada en caso de que algo pasara. Era así de fuerte, no
quería que nadie se hiciera cargo de ella mientras se sentaba por ahí como una frágil
flor.
—Suena horriblemente igual a su hija.
Eso hizo crecer mi sonrisa.
—Eso es un cumplido.
—Eso esperaba. ¿Quién la entrenó?
—Thierry y Matthew. Ellos… la amaban —dije, rodando sobre mi costado,
enfrentando a Zayne— Y pienso… pienso que aún lamentan su muerte tanto como
yo lo hago —Respiré hondo—. Ryker era un Guardián en el que mi mamá confiaba,
al igual que Matthew y Thierry. Eran amigos y… siempre fue amable conmigo, pero
lo… lo arruiné.
—¿Cómo piensas que lo arruinaste?
Cerré mis ojos.
—Ocurrió alrededor de un año antes de que mi madre fuera asesinada. Tenía
dieciséis, y estaba entrenando con Misha. Él me estaba llevando la delantera —Hice
una pausa—. Él me llevaba la delantera a menudo, porque sabía mis debilidades y
las explotaba para intentar que yo mejorara.
—Eso tiene sentido.
—Sí, lo tiene —Pensé en el modo en que Misha se mantenía a propósito en
mis puntos ciegos para entrenarme para reaccionar incluso cuando no podía ver lo
que estaba pasando—. Como sea, me enojé… como ya te disté cuenta, puedo ser un
poquito impulsiva.
—Sólo un poco —dijo él, y podía oír la gentileza en su voz.
—Bueno, Misha realmente me estaba molestando, sólo jugando, pero perdí
mi temperamento, mi control. Dejé que mi gracia saliera para recordarle que al final
del día, no podía vencerme. No es como si necesitara que se lo recordara, pero estaba
siendo una mocosa y… y Ryker me vio. No me di cuenta en ese momento, y ni
siquiera entiendo cómo lo hizo, porque él nunca iba a las instalaciones de
entrenamiento, pero… con eso descubrió lo que yo era. Me vio como una
abominación y una amenaza para los otros Guardianes. También sabía que yo podía
atraer demonios a la comunidad, así que era una amenaza de doble filo. Él les dijo a
otros pocos hombres del clan, y decidieron que necesitaba ser… eliminada.
—Jesús —Zayne sonaba horrorizado.
—La cosa más extraña es que esperó casi un año para ir tras de mí. Un año
de pretender ser mi amigo, ser amable con mi mamá y ocultando el hecho de que me
odiaba —Dejé salir una respiración temblorosa— De cualquier manera, suelo ir a ver
a un doctor en Morgantown por algo para lo que no puedo obtener tratamiento en la
comunidad, y Ryker nos había acompañado antes, varias veces de hecho, pero… esa
vez fue diferente. Después de la cita, en el camino a casa, él se orilló y dijo que había
un problema con el carro. Mamá y yo salimos, y ahí hizo su movimiento. Se movió
y fue por mí, y estaba tan sorprendida. Sólo me paré ahí como una idiota, y mamá…
saltó frente a mí, y eso… eso fue todo —Me recosté sobre mi espada mientras Zayne
permanecía callado, y de algún modo, cuando enderecé mis piernas, estábamos más
cerca. Mi pierna descansando junto a la suya—. He sido enseñada casi toda mi vida
a controlar mi gracia. A no usarla hasta que sea el momento. Pero si hubiera usado
mi gracia, podría haberlo detenido, detenerlo como lo hice con Clay. Pude haber
salvado a mi mamá…
—Trinity, no sigas por ese camino. Incluso sin haberte conocido todo este
tiempo, sé que te has estado culpando por dos años. No eres responsable de la muerte
de tu mamá.
Tragué, todavía impresionada por el hecho de que estaba hablando de esto.
Jada estaría tan sorprendida que querría grabar este momento.
—¿No lo soy? Porque ¿qué si ese era el momento en que se suponía que la
usara? ¿Qué si hemos estado tomando el ‘ser convocada por mi padre’ muy literal?
¿Qué si…?
—Detente. No eres responsable. Tú no la lastimaste. Eso cae sobre ese
Guardián. Él. No tú.
Sabía que no la había herido con mis manos, pero no pude evitar pensar que
lo había hecho con mis acciones. Era duro superar el hecho de que, al final del día,
mi comportamiento había provocado una cadena de eventos que dirigió a su muerte.
Zayne estuvo callado por un largo momento.
—Creo… A veces creo que mi padre aún está aquí.
Levanté la mirada hacia él, presionando juntos mis labios.
—Casi como si pudiera… ¿sentirlo? Sé que él no está aquí, y es
probablemente porque hay algunas veces en que olvido que él se ha ido. Me
encuentro pensando en decirle algo y entonces me golpea. Él se ha ido.
—Yo aún tengo esos días —admití—. No creo que alguna vez dejemos de
tener esos días.
—No, probablemente no —Inhaló profundamente, y lo sentí—. Las cosas
no estaban bien entre nosotros al final. Apenas nos hablábamos.
Fui capaz de sumar dos más dos por lo que me había dicho antes.
—¿Por Layla?
—Sí, por ella —Él se calló de nuevo, tanto tiempo que mis ojos empezaron
a cerrarse, y entonces habló—. Pero antes de que muriera, él había empezado a
entender que cómo había nacido alguien no dictaba si eran buenos o malos. La vida,
incluso para las criaturas que no pensamos que tengan libre albedrío para elegir entre
el bien y el mal, no es la suma del ADN. Todos son… mucho más complicados que
eso.
—¿Tuvieron la oportunidad de hablar antes de que muriera? —pregunté.
—Un poco —Zayne guardó silencio, y pareció que una eternidad se extendía
entre nosotros antes de que él dijera—. ¿Estás bien con que apague la luz?
Mis ojos se abrieron.
—¿Te vas a ir?
—Si quieres que lo haga, lo haré
—No quiero que lo hagas.
—Entonces no lo haré por ahora —Hizo una pausa.
“Por ahora” colgaba en el espacio entre nosotros mientras veía hacia donde
estaba mi mano.
—¿Te puedes quedar por un rato?
—Sí —La cama se movió un poco mientras él alcanzaba la luz. Un momento
después la habitación cayó en la oscuridad—. ¿La foto? Luces como tu mamá.
Sonreí en la oscuridad.
—Lo hago.
—Lindo material de lectura, por cierto.
—Cállate —Mi sonrisa creció. Él debió haberlo visto antes de apagar la
luz—. Ese era el libro favorito de mi mamá, y el mío.
—Tal vez tenga que leerlo.
—No estoy segura de que los Vikingos vayan a ser lo tuyo.
—Nunca se sabe —Hubo una pausa—. Creo que mi techo podría necesitar
algunas estrellas.
Me tomó un momento darme cuenta de lo que estaba diciendo.
—¿En serio?
—Sí —Rio suavemente—. Suena a que no me crees.
—Pensé que las encontrarías infantiles o algo, y no puedo imaginarte con
estrellas por todo tu techo.
—Estoy lleno de sorpresas, Trinity.
Mis dedos de los pies se curvaron ante la forma en que dijo mi nombre.
No sé cuánto tiempo pasó después de eso, pero aún estaba despierta y… y
quería saber más sobre Zayne.
—Tengo preguntas.
Una suave risa irradió de él y sacudió la cama.
—No hay ni una parte de mí que esté sorprendida.
Mi sonrisa regresó.
—¿Por qué no tienes novia?
—¿Qué? —Zayne resopló en voz baja—. No estoy seguro de cómo responder
esa pregunta —Hizo una pausa—. ¿Por qué no tienes novio?
—Eso es fácil de responder —dije, queriendo enterrar mi rostro en la
almohada—. Soy una Trueborn que vive con Guardianes que piensan que soy
humana. No hay exactamente muchas opciones de citas.
—Buen punto —Él se movió, y sentí su pierna moverse ligeramente contra
la mía—. ¿Y tú y Misha nunca tuvieron algo?
—No. En serio. Ya te dije que tuve un crush con él como por cinco segundos.
He tenido muchos crushes, pero Misha y yo nunca nos hemos visto de ese modo.
Además, no se supone que los Trueborns se acuesten con sus Protectores —le dije.
—¿Por qué? —preguntó.
Me encogí de hombros.
—Va contra las reglas, y supuestamente arruina el vínculo. No sé cómo.
Nunca me lo explicaron —Hice una pausa—. Y no respondiste mi pregunta.
—Principalmente porque realmente no sé cómo responder a eso.
—Eres atractivo. Eres divertido y encantador cuando no estás siendo
molesto.
—Gracias —Una pausa—. Creo.
—Eres… un buen chico —dije—. Así que, sólo estoy sorprendida de que
estés soltero.
Zayne pareció considerar eso.
—Sabes que se espera que los Guardianes se emparejen. Tengo casi
veintidós. La mayoría de los hombres de mi edad ya están emparejados con un niño
en camino.
—Sí. Entonces, ¿por qué no te has emparejado y empezado a hacer bebés?
Él se movió junto a mí.
—Si les preguntas a los hombres de mi clan, dirán que tengo poco respeto
por la tradición, pero nadie va a forzarme en un compromiso de por vida, incluso si
esa vida no va a ser tan larga.
Mi corazón se desplomó.
—¿Planeas morir pronto?
—Despierto cada día sabiendo que podría ser el último. No lo planeo. Solo
lo acepto —respondió—. Es lo que he sido entrenado a hacer desde que nací.
Reflexioné sobre eso, dándome cuenta de que lo que dijo era la verdad. No
muchos Guardianes llegaban a la edad de retiro. Era una de las razones por las que
se emparejaban y tenían hijos tan pronto.
—¿Alguna vez has querido hacer algo más?
Suspiró.
—Tú sí que haces muchas preguntas.
—Lo hago —Mis manos se relajaron sobre mi estómago—. Entiendo que
tienes este gran e importante deber, ¿pero alguna vez hubo un tiempo en que no
quisieras estar ahí afuera? ¿En qué querías hacer algo más? ¿Es ser un guerrero lo que
quieres?
—Whoa. Okay. Esas fueron muchas preguntas. ¿Quiero estar ahí afuera?
¿Es esto lo que quiero? —repitió mis preguntas y después dejó salir una pequeña
risa—. Sabes, nadie me había preguntado eso. Ni siquiera… —Se cortó, y me
pregunté cómo habría terminado esa oración—. Es todo lo que conozco, Trinity.
Mordí mi labio inferior.
—Eso no responde mis preguntas.
—Lo sé —respondió.
La presión en mi pecho aumentó.
—¿Qué… qué harías si no fueras un Guardián?
—No puedo responder eso.
—Inténtalo —Empujé su pierna con mi rodilla.
—Realmente no puedo —Su brazo se movió fuera de mi alcance—. Nunca
había pensado acerca de eso. Nunca lo he considerado siquiera.
¿Qué tipo de vida era esa, sin ninguna opción, incluso sueños imposibles?
Yo los tenía antes de saber lo que era. Aún tenía sueños de hacer más que aquello
para lo que había nacido, incluso si mis opciones estaban seriamente limitadas.
El silencio cayó entre nosotros, y tras un momento, pregunté—: Dime…
dime cómo es crecer aquí, en la ciudad —Hice una pausa—. ¿Por favor?
Hubo esa risa áspera de nuevo y luego me dijo cómo era crecer como el
único niño en una casa grande con nada más que guerreros entrenados para hacerle
compañía hasta que Layla llegó. Aunque no habló mucho sobre ella. En su lugar,
habló de cómo pasaba las tardes siguiendo a su padre, aprendiendo todas las calles y
los distintos edificios. No sé cuánto tiempo hablamos, pero después de un rato,
empecé a sentir que me hundía.
Me dormí con una sonrisa.
Capítulo 27
Estaba sentada en la cama, con las piernas cruzadas, y mirando la foto de
mamá y yo. Acababa de hablar por teléfono con Jada y Ty. Peanut estaba en la sala
de estar, tocando música que sólo él podía oír mientras Zayne hablaba con alguien
por teléfono. Era tarde, alrededor de las tres, y todavía nos quedaban varias horas
antes de que empezáramos a patrullar.
En los últimos días no habíamos visto nada más que Fiends. Sin Hellions.
Sin Ravers. Ninguna criatura extraña que matara tanto a Guardianes como a
demonios. Las noches habían sido bastante largas y aburridas, pero ¿cuando
volvíamos a su casa, normalmente cerca de las tres de la madrugada? Todo era menos
aburrido. Desde la noche en que mi pesadilla lo despertó, había estado entrando al
dormitorio y permaneciendo despierto conmigo hasta que me quedaba dormida.
Siempre se iba por la mañana, y aunque hablábamos de todo en esos minutos, a veces
horas, que me tomaba quedarme dormida, cuando estábamos despiertos y el sol
estaba en lo alto, no mencionaba que me visitaba y yo no lo sacaba a la luz.
No sabía lo que era, si sólo era Zayne siendo amable y manteniéndome
distraída o algo más, pero rápidamente me encontré a mí misma esperándolo al final
de cada patrulla.
Echaba de menos a Misha con cada fibra de mí ser, y sólo había unos pocos
minutos de cada día en los que no pensara en él, pero una vez que lo encontrará, las
cosas cambiarían entre Zayne y yo.
No me iría de la ciudad, no hasta que cumpliera con mi parte del trato, pero
dudaba que me quedará con Zayne. ¿Misha y yo nos mudaríamos al recinto? Estaba
segura de que volvería a ver a Zayne, pero las cosas.... las cosas serían diferentes.
Dejé esos pensamientos a un lado. Mañana nos reuniríamos con Roth y las
brujas, y con suerte encontraríamos algo que nos llevaría a Misha.
Colocando el teléfono sobre la cama, miré a la puerta abierta. Zayne ya se
había ido cuando me desperté esta mañana, y él viniendo a mí en medio de la noche
se había sentido como un sueño.
Esperaba que no lo fuera.
Levantándome de la cama, caminé hacia la ventana y abrí las persianas lo
suficiente para ver el exterior. El día estaba soleado y el tiempo parecía caluroso.
Exhalando pesadamente, apoyé mi frente contra la pared. Cerré los ojos
mientras cruzaba los brazos por la cintura.
Echaba de menos a mamá.
Echaba de menos a Misha.
Echaba de menos a Jada y a Ty.
Echaba de menos a Thierry y a Matthew.
Mamá se había ido, y sabía que todos los demás estaban a salvo excepto
Misha, y yo... Dios, no pude evitar pensar en lo que Jada había dicho antes. ¿En qué
estado iba a estar Misha? Físicamente, sospechaba que sería un desastre. Lo mismo
emocional y mentalmente, pero podría ayudarlo a mejorar.
Con Jada y todo el mundo, podríamos... podríamos ayudarle a mejorar si lo
necesitara. Misha era tan fuerte, sabía que estaba haciendo lo mejor que podía. Sabía
que no se estaba rompiendo. Estaba sobreviviendo.
—¿Trinity?
Abriendo los ojos, me volví hacia el sonido de la voz de Zayne. Estaba en la
puerta del dormitorio.
—Hola —dije, saludando torpemente.
Entró en la habitación.
—¿Estás bien?
Asentí con la cabeza.
—Por supuesto.
—¿Estás muy ocupada? —preguntó—. ¿Apoyada contra la pared?
—Extremadamente ocupada. Intento hacer esto al menos una vez al día.
—Siento interrumpir —Empezó a girar.
—¿Qué pasa? —Me alejé de la pared y corrí hacia él. Juzgando mal lo lejos
que sobresalía la cama, mi pantorrilla golpeó la esquina—. ¡Ay!
—Maldita sea, he oído eso —Se acercó a mí, sus ojos azul claro muy
abiertos—. ¿Estás bien?
—Sí —murmuré—. Entonces, ¿qué pasa?
Una mirada de duda cruzó su rostro.
—Nicolai necesita que me reporte. Pensé que podrías querer unirte a mí.
—¿De verdad? —Mis ojos se abrieron de par en par.
—Claro —dijo, y yo estaba lo suficientemente cerca como para ver la leve
sonrisa—. Me preguntaste si podrías conocer a Jasmine o a Danika. Ahora es el
momento perfecto. No puedo garantizar que ambas estarán allí, pero estoy seguro de
que una de ellas lo hará.
—Yo no... —Me callé, dándome cuenta de que no le había creído cuando
me dijo que podría conocerlas. Ni siquiera estaba segura de por qué había pensado
que no estaba hablando en serio—. De acuerdo. ¿Estoy bien vestida? —Me miré a
mí misma. Los leggins negros y la camiseta sin mangas podrían ser demasiado
informales—. Puedo cambiarme.
—Te ves bien —rio Zayne—. Sólo vamos al complejo, no a la ópera.
Levantando mi teléfono, entrecerré los ojos a su espalda mientras salía de la
habitación.
—Sólo quiero causar una buena impresión. No quiero que me miren y
piensen: ¿Quién es esta chica de aspecto desaliñado?
Zayne se rio mientras se dirigía a la isla y agarraba sus llaves.
—No es gracioso —Me di la vuelta y encontré a Peanut sobre el saco de
boxeo. Agité la cabeza—. ¿Y si no les caigo bien?
Zayne me miró por encima del hombro con el ceño fruncido.
—No veo por qué no les gustarías, pero ¿por qué importaría si no lo hicieran?
No son de tu clan, Trinity. Apenas son del mío en este punto.

El viaje al complejo de los Guardianes fue mayormente silencioso mientras


reflexionaba sobre lo que Zayne había dicho. No me molestó que dijera que esa gente
no era de mi clan. Era verdad, ¿y quién sabía cuándo volvería a verlos? Lo que me
molestaba era lo que había dicho de sí mismo. No se sentía parte de su clan... ¿su
familia? No sabía qué decir al respecto mientras miraba por la ventana. En cierto
modo, sabía cómo se sentía, porque sabía lo que se sentía vivir con un clan pero no
ser parte de él, pero tampoco era una Guardiana. Para él, sentirse así era algo
importante.
Jugué con el dobladillo de mi camisa mientras nos acercábamos a un puente.
A lo lejos, vi algo alto y blanco contra el cielo azul. Entrecerré los ojos.
—¿Es el monumento a Washington?
—¿Qué? Sí. Lo es.
—Guau —susurré, deseando poder verlo más claramente.
—¿Es la primera vez que lo notas? —preguntó—. Deberías haber podido
verlo todas las noches mientras patrullábamos.
—Supongo que no estaba prestando atención —mentí, con los hombros
pesados—. Uno de estos días, cuando tengamos a Misha de vuelta, me encantaría
verlo de cerca y tal vez visitar los museos.
Zayne mantuvo una mano en el volante mientras me miraba.
—Te diría que creo que eso sería divertido, pero tengo el presentimiento de
que Misha no me querría cerca mientras exploras DC.
Sonreí a eso.
—Creo que le gustarás.
—¿De verdad?
—Sí, a mí me has caído bien —Le eché un vistazo—. A pesar del hecho de
que a veces eres un idiota.
Zayne agitó la cabeza.
—No lo sé. Creo que todavía tendría un problema conmigo.
—¿Por lo del alma? —le dije, y ojalá no estuviera usando sus gafas de sol
para poder ver sus ojos—. Misha lo superará. Creo que ustedes dos se llevarían bien.
A los dos les gusta tratar de darme órdenes.
—Y no nos escuchas a ninguno de los dos, así que tenemos eso en común.
Puse los ojos en blanco.
—Lo que sea. Entonces, ¿qué se supone que debo decir si me preguntan
quién soy?
—Nicolai ya les ha dicho que estás aquí, desde la sede regional, y que estás
buscando un amigo. Eso es todo lo que necesitan saber.
Se me levantaron las cejas.
—Esa explicación no suena sospechosa en absoluto.
—Bueno, pueden sospechar tanto como quieran, no importa —Giró a la
derecha, entrando en una zona muy boscosa, y finalmente sentí que podía respirar
hondo mientras la constante presencia de demonios se calmaba—. Aunque los
miembros del clan son buenas personas. Se les puede confiar el conocimiento de lo
que eres.
Mamá y yo habíamos pensado que Ryker era buena gente, pero la gente
buena hacía cosas malas.
Nos acercamos a una puerta que se abrió al aproximarnos. Más adelante, vi
el enorme edificio de ladrillos de varios pisos. Me recordó tanto a la casa de Thierry
que me dolió el pecho.
Exhalé con fuerza mientras Zayne seguía el camino de entrada y aparcaba
frente a amplios escalones. El nerviosismo me llenó mientras me desabrochaba el
cinturón de seguridad y miraba a Zayne. Se había quitado las gafas de sol y las había
puesto en el parasol.
—Parece que estás a punto de vomitar.
—¿De verdad?
Un lado de sus labios se levantó.
—Puede que no vomites, pero te ves muy nerviosa.
—Lo estoy —Junté mis manos—. Ni siquiera sé por qué. Quiero decir,
tenías razón antes. Todo el mundo ahí dentro podría odiarme, ¿pero a quién le
importa?
—No te van a odiar —dijo, y lo vi levantar su mano. Me quedé quieta
mientras él se acercaba, cogiendo algunos mechones de mi pelo y alisándolos.
—Pero llevas sandalias. Probablemente debería haberte dicho que no lo
hicieras.
Oh, no.
—¿Por qué?
—Porque Izzy está pasando por una etapa en la que le gusta morder los
dedos de los pies.
—¿Qué? —Me reí, y mis dedos se curvaron—. ¿De verdad?
—De verdad —Se rio en voz baja—. Vamos, entremos.
Decidiendo que estaba actuando como un bicho raro sin razón alguna, abrí
la puerta, salí e inmediatamente tropecé con la acera. Lanzándome hacia adelante,
me agarré con las manos antes de comerme el concreto. Mis gafas de sol se me
resbalaron por la nariz.
—Dios mío, ¿estás bien? —preguntó una voz femenina, resonando desde
algún lugar encima de mí.
Maldije en voz baja. Por supuesto que alguien me había visto.
—Estoy bien —dije, sintiendo el calor de mis mejillas.
Zayne estaba de repente a mi lado, agarrándome de la parte superior de los
brazos y levantándome sobre mis pies.
—¿Estás bien? —preguntó, con voz baja.
—Estupendo —murmuré, mirando mis palmas. La piel estaba roja, pero no
raspada. Me di cuenta de que alguien se nos unía al final de la escalera. Miré hacia
arriba, mis ojos abriéndose de par en par detrás de mis gafas de sol mientras miraba
a una hermosa mujer Guardiana de pelo oscuro que no podía ser más que unos pocos
años mayor que yo—. Eres muy guapa —le dije.
Ella sonrió mientras miraba a Zayne, que todavía estaba detrás de mí,
todavía sosteniendo mis brazos como si temiera que yo me cayera de nuevo.
—Me gusta, Zayne.
—Estoy seguro de que sí —dijo irónicamente—. Danika, ella es Trinity.
—¡Hola! —La chica me tendió su mano—. Me preguntaba cuándo iba a
conocerte.
Zayne me soltó cuando fui a tomar su mano, estrechándola.
—Normalmente trato de dar una mejor primera impresión —le dije.
Danika se rio mientras agitaba su mano.
—No te preocupes por eso —Me apretó la mano antes de soltarme—. Siento
mucho lo de tu amigo. Espero que lo encuentres.
—Gracias —dije, en serio.
—¿Cómo has estado? —preguntó Zayne mientras caminaba a mi alrededor,
y no estaba segura de quién llegó primero, pero se estaban abrazando, y era uno real,
lleno de afecto. Mi corazón se apretó de nuevo, porque era el tipo de abrazo que Jada
y yo nos dábamos la una a la otra, el tipo de abrazo que Misha y yo compartíamos.
—Bien —Danika se echó hacia atrás, agarrándole de los brazos—. ¿Tú?
—Perfecto.
Inclinó la cabeza como para sugerir que sabía que no era así, pero luego se
volvió hacia mí.
—Espero que mantengas a Zayne fuera de problemas.
—Bueno, probablemente es al revés.
La sonrisa de Danika fue astuta mientras lanzaba a Zayne una larga mirada
que no pude descifrar. Empezamos a subir los escalones.
—Nicolai dijo que iban a venir, y me emocioné ridículamente.
—¿Tan aburrida estás? —le preguntó Zayne mientras les seguía
cuidadosamente los pasos, asegurándome de no volver a caerme.
—Demonios, sí, lo estoy —Se rio mientras se ponía el brillante pelo negro
sobre su hombro—. Además, a Izzy y Drake les están saliendo los dientes, así que
estoy lista para tirarme por la ventana.
Las gárgolas bebés eran un tanto difíciles. Cuando les salían los dientes
probablemente eran una pesadilla.
Zayne se adelantó y abrió la puerta mientras Danika me miraba por encima
del hombro.
—¿Qué piensas de la ciudad hasta ahora?
—Es bonita, por lo que he visto —dije, y luego me quedé sin nada más que
decir. Normalmente, no era tan incómoda, pero hoy estaba en una forma rara—.
Quiero decir, me gustaría eventualmente ver más.
—Deberías salir con ella, Zayne —Danika le empujó mientras pasaba junto
a él—. ¿La tienes encerrada en tu casa?
Levanté una ceja mientras contemplaba el amplio y circular vestíbulo. Había
muchas puertas.
—Todo el día y toda la noche —respondió.
—¿Suena como un buen rato, en realidad? —Ella rio cuando él agitó la
cabeza—. Creo que Dez y Nicolai están...
De repente, una mancha gris se dirigió directamente a mi cara. Jadeando.
Retrocedí un paso y levanté los brazos por reflejo mientras alguien gritaba—: ¡Izzy,
no!
Manos y alas se estrellaron contra mí, y lo siguiente que supe fue que tenía
una pequeña gárgola que se retorcía en mis manos. Era una cosa pequeña pero tan
pesada como un camión mientras me golpeaba en los brazos con sus puños. Sus
rasgos tomaron forma, y estaba en su forma de Guardián, con su regordeta cara gris
pizarra y pequeños cuernos que separaban un montón de rizos rojos. Me abrazó, tan
fuerte como lo haría con una amiga que no veía hace mucho tiempo.
Me sorprendió, y no me moví mientras ella murmuraba cosas
incomprensibles y se mecía en mis brazos, aferrándose a mí. Me quedé mirando a
Danika y a Zayne por encima de una pequeña ala. Ambos nos miraban sorprendidos,
mientras yo le daba una palmadita en la espalda a la niña, entre sus alas.
—Hola —dije, apretando mis brazos alrededor de la niña mientras ella
echaba su cabeza hacia atrás y soltaba una risita. Miré alrededor hacia Zayne y
Danika. Ambos nos miraban boquiabiertos—. ¿Supongo que esta es Izzy?
Zayne asintió con la cabeza.
—Sip —dijo Danika—. Esa es ella... y esta es mi hermana, Jasmine.
Un momento después, una mujer que se parecía mucho a Danika se adelantó
apresuradamente.
—Dios mío, lo siento mucho. Estaba durmiendo la siesta, y lo siguiente que
supe es que salió volando y aquí está —Jasmine agarró a su hija por la cintura, pero
Izzy se aferró—. ¡Oh! Lo siento. Izzy, suéltate.
Izzy no me soltó, y ahora tenía puñados de mi pelo.
—Creo que le gusto.
—Yo también lo creo —Estuvo de acuerdo Jasmine.
Miré hacia abajo y noté que había un niño pequeño de la misma edad que
Izzy pegado a la parte posterior de la pierna de Jasmine. Estaba mirando desde detrás
de su madre con grandes ojos azules.
—Hola.
Se movió atrás de ella. Un segundo después, vi un gran ojo azul aparecer
detrás de su pierna.
Sonreí.
—Izzy, si no sueltas a esta pobre chica, no tendrás pudín para tu merienda.
La niña se soltó inmediatamente, abrazando el cuello de su madre.
—Vaya, eso fue muy rápido.
Jasmine sonrió.
—Esta niña se comportará por el pudín y eso es todo. De nuevo, lo siento
mucho.
—Está bien —Sonreí—. Fue un bonito saludo.
—Me alegra que pienses eso —Jasmine se volvió hacia donde estaban
Danika y Zayne—. Danika, ¿puedes hacerme un gran favor y agarrar a Drake para
que no me tropiece con él?
—Por supuesto —Ella se alejó de Zayne y fácilmente recogió al niño, quien
rápidamente enterró su cara en su cuello—. Drake es un poco tímido.
—Y como puedes ver, Izzy no lo es —Jasmine sonrió mientras retrocedía—
. Estos dos no podrían ser más diferentes.
—¿Ambos están cambiando ahora? —le pregunté.
—Izzy puede cambiar completamente y mantenerlo, pero Drake sólo puede
cambiar parcialmente —respondió mientras la niña se retorcía en los brazos de su
madre hacia mí—. Izzy prefiere estar en su forma de Guardián.
—Drake lo piensa demasiado, ¿no es así? —Danika revolvió el cabello del
niño y él levantó la cabeza, compartiendo una pequeña sonrisa antes de volver a bajar
la cara—. Izzy no se lo piensa dos veces. Si quiere hacer algo, sólo lo hace.
—Mi tipo de chica —le dije, jugando con la mano de Izzy mientras se
estiraba hacia mí de nuevo.
—La nuestra también —Danika y su hermana compartieron una mirada—.
Pero le da a su papá un ataque al corazón cada cinco segundos.
Riendo, miré a Zayne y vi que estaba apoyado contra la pared, con los
tobillos cruzados y las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros. Había una
leve sonrisa en su cara, una suavidad en la normalmente dura línea de su mandíbula.
Me sorprendió lo mucho que me recordó al día en casa de Roth y Layla.
Zayne estaba aquí, pero no era parte de esto.
Mi sonrisa vaciló mientras inclinaba la cabeza hacia mí.
El sonido de voces masculinas provenía de una de las habitaciones cerradas
y luego se abrió una puerta. Un Guardián salió por el pasillo, y estaba demasiado
lejos para que le viera la cara, pero reconocí la voz de Dez cuando habló—: ¿Isabella
atacó a alguien otra vez?
—No —Jasmine se rio—. Solo estaba demasiado feliz de ver a Trinity.
—¿Es eso cierto? —Dez se pavoneó por el pasillo y se detuvo para sacar a su
hijo de los brazos de Danika—. Hola —me dijo mientras movía a Drake hacia el
rincón de un brazo.
—Hola —Le saludé sacudiendo la mano de Izzy e Izzy se rio.
—¿Cómo han ido las cosas? —le preguntó a Zayne.
—Bien. Nada más que compartir aparte de lo que ya he informado —
contestó Zayne, apartándose del muro—. ¿Cómo han estado las cosas por aquí?
—Normal, pero tenemos noticias para ustedes —Dez me miró—. Esto es
algo que Trinity va a querer oír, así que me alegro de que la hayas traído. Vamos a
visitar a Nicolai.
Zayne me miró, y yo desenredé mis dedos de Izzy mientras Danika le
quitaba a Drake a su padre. Caminé para unirme a ellos.
—Recuérdale a Nicolai que tiene treinta minutos —dijo Danika—. O me
voy sin él.
Dez miró a su cuñada, pero ella simplemente le sonrió, y dos cosas me
parecieron extrañas. Una de ellas era toda la cosa de su partida sin el líder del clan,
que ni siquiera había escuchado que un Guardián amenazara con hacer eso, y
segundo, ¿ella se iba? Como ¿saliendo del recinto? ¿Sola?
La mirada de Danika se encontró con la mía, y lo que pensaba debía estar
escrito en mi cara.
—Izzy se parece a su tía —dijo, y Jasmine asintió—. Hago lo que quiero.
Las comisuras de mis labios se alzaron.
—Me gustas.
Danika guiñó el ojo.
—Vamos —Dez nos hizo un gesto—. Antes de que tú y Danika empiecen a
hablar, porque siento que cosas muy malas saldrán de eso.
—Ahora realmente quiero hablar con ella —dijo Danika.
—No estoy seguro de quién sería la peor influencia —comentó Zayne, y le
lancé una mirada cuestionante—. Tú o Danika.
—Añade a Layla, y toda la casa se quemará a nuestro alrededor —comentó
Dez.
—¡Escuché eso! —gritó Danika desde el vestíbulo.
Miré a Zayne, pero no mostró ninguna reacción al nombre de Layla ni al
hecho de que uno de los miembros del clan la hubiera mencionado. No conocía los
detalles de quién se había vuelto contra ella y quién no.
Dez abrió una puerta, e inmediatamente olí el tenue olor a rico tabaco.
Entré, viendo a Nicolai detrás de un amplio escritorio. Levantó la vista de los papeles
que estaba hojeando mientras entraba en la habitación. Dez caminó adelante, sobre
una alfombra tejida.
—Danika quería que te recordara que si no estás listo en 30 minutos, se irá
sin ti.
Nicolai suspiró, pero cuando habló, su voz estaba cargada de cariño.
—Por supuesto que lo hará —Se recostó en la silla—. Bueno, pongamos la
pelota en movimiento para que no tenga que perseguir a Danika por las calles de DC.
Abrí la boca para preguntarle si realmente se le permitía vagar por la ciudad,
pero me di cuenta de que Zayne no estaba con nosotros. Miré detrás de mí y vi que
se había detenido en la entrada de la oficina. Parecía más pálido de lo normal
mientras miraba lentamente alrededor de la habitación, pareciendo asimilar todo.
Entonces lo noté.
Esta había sido la oficina de su padre.
Mi corazón se fue con él, y empecé a caminar en su dirección, pero
finalmente él se adelantó, esos ojos pálidos se concentraron en mí. Esperé a que
estuviera a mi lado y luego le susurré—: ¿Estás bien?
—Siempre —repitió, y luego se volvió hacia Nicolai—. ¿Tienes alguna
novedad para nosotros?
Si Nicolai o Dez habían notado su vacilación, no lo mencionaron, pero
entonces Nicolai lanzó la bomba.
—Bael fue visto anoche.
—¿Qué? —jadeé mientras Zayne se adelantaba—. ¿Cuándo? ¿Dónde?
—Cal lo vio mientras patrullaba alrededor de las ocho de la noche pasada,
cerca de la plaza Franklin —respondió Nicolai.
Mi corazón empezó a latir con fuerza. Era una noticia enorme, una noticia
que no me esperaba.
—¿Cal está seguro de que vio a Bael? ¿Muy seguro? —preguntó Zayne.
Dez asintió mientras se inclinaba hacia atrás y recogía algo del escritorio.
—Cal fue capaz de tomar una foto de él con su teléfono. Hicimos imprimir
la imagen —Se la dio a Zayne—. ¿Crees que es él?
Me apresuré al lado de Zayne y miré la imagen algo borrosa de un hombre
alto y moreno parado frente a una limusina negra. Estaba vestido con un traje gris y
su pelo negro estaba peinado hacia atrás. Estaba mirando hacia arriba, e incluso yo
podía ver la extraña luz amarilla que se había reflejado en sus ojos.
—Es él —dije, y la esperanza me llenó—. Ese es Bael.
—Lo es —Zayne levantó la vista mientras le arrebataba la foto—. ¿Sabemos
quién está en el coche?
Entrecerré los ojos. Había.... alguien en el asiento trasero.
—Aún no estamos seguros, pero llamamos a nuestros contactos en el
departamento de policía para hacer que revisen las matrículas. El vehículo está
registrado a nombre de una compañía local de servicio de automóviles. Estamos
esperando para saber quién era el conductor y a quién transportaban. En cuanto
sepamos algo, se los haremos saber.
Bael estaba en la ciudad.
—Estas son buenas noticias —dije, mirando a Zayne—. ¿Verdad? Una vez
que sepamos con quién está, podremos encontrarlo.
Asintió con la cabeza.
—No sólo eso. Ahora sabemos dónde empezar a patrullar.
Capítulo 28
—¿Estás segura de que estás a salvo aquí arriba? —preguntó Zayne,
ofreciéndome una mano cuando llegué a la parte superior de la escalera de incendios
del edificio que daba a la Plaza Franklin.
Mirándolo fijamente, levanté una ceja. Estaba en su forma de Guardián, una
vista hermosa y primitiva con su cabello rubio partido por sus fieros cuernos. Puse
mi mano en su cálida y dura palma.
—Suenas como Misha.
—En otras palabras, ¿sueno como si estuviera haciendo preguntas
razonables? —Me levantó con un brazo y ni siquiera sé qué pasó.
O Zayne subestimó lo fuerte que era o sobreestimó la cantidad de esfuerzo
necesario para levantarme, pero terminé pasando la cornisa y algo más. Con mis pies
en ningún lugar cercano a la azotea de concreto, me caí hacia adelante, hacia Zayne.
Soltó mi mano y me atrapó con sus brazos alrededor de mi cintura.
—Woah —dijo, riendo mientras me ponía de pie—. ¿Y se supone que no
debo preocuparme por ti aquí arriba?
—Eso no fue mi culpa —Incliné la cabeza hacia atrás. La luz de luna
plateada iluminaba un poco su cara—. Eres como el Increíble Hulk.
—No estoy seguro de eso.
Esperaba que Zayne me dejara ir y diera un paso atrás, manteniendo una
distancia respetable como siempre lo hacía, pero cuando no lo hizo, deseé poder ver
sus ojos y saber lo que estaba pensando. No estábamos tan cerca como en el metro,
pero podía sentir el calor de su cuerpo.
Respiré rápido y superficialmente mientras ponía mis manos en sus brazos.
—No tienes que preocuparte por mí aquí arriba. En serio.
—No puedo evitar preocuparme por ti cuando estamos a más de 300 metros
en el aire —Sus brazos se aflojaron, y sus manos se deslizaron hacia mi espalda
baja—. Eres una chica dura, Trinity, pero no creo que te vaya bien si resbalas y te
caes.
—No voy a resbalar y caer —le dije—. Y puedo hacer unos saltos increíbles.
—Me alejé, rompiendo su ahora flojo agarre—. Puedo mostrarte...
—Sí, no —Me cogió de la mano, tirando de mí hacia él—. No necesito una
demostración. Estamos aquí arriba patrullando, no presumiendo.
—Pero quiero presumir —dije, tirando de mi mano, pero su agarre se
apretó—. Puedo saltar el callejón e ir de techo en techo. Probablemente incluso
cruzar la calle si tengo una buena salida.
—Realmente no sugiero que intentes eso.
—¿Y qué se supone que haga si vemos a un demonio o a Bael abajo?
¿Saltarás y yo debo ir lentamente a la escalera de incendios y bajar por ella?
Zayne me empujó hacia el centro del techo, con sus alas hacia atrás.
—Puedes bajar rápidamente por la escalera de incendios.
—Eso me hará muy útil si necesitas ayuda —Puse los ojos en blanco.
—Prefiero tenerte viva que útil —entonces Zayne soltó mi mano.
—Además, ha estado tranquilo el último par de noches.
Zayne tenía razón en eso.
Pero esta noche se sentía diferente porque ahora sabíamos que Bael había
estado aquí.
Mientras me alejaba del centro del edificio, Zayne estaba justo detrás de mí,
como una sombra... como Misha. Mi corazón se apretó al extender la mano,
frotando el centro de mi pecho.
Extrañaba tanto a Misha que era un dolor físico, y me preguntaba cómo
Zayne podía ser tan distante de su clan. Me giré hacia él.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Sabes, pensaría que algo anda mal contigo si no tuvieras una pregunta que
hacerme —contestó.
Resoplé.
—Bueno, serás capaz de decir si alguna vez estoy poseída.
—Cierto —Sus alas se extendieron detrás de él, casi bloqueando la luna—.
¿Cuál es tu pregunta?
—¿Con qué frecuencia ves a tu clan?
Hubo un golpe de silencio.
—¿Por qué?
—Solo por curiosidad.
—Eso es algo raro por lo qué tener curiosidad.
—¿Y qué? Sólo responde a la pregunta.
—Me pongo en contacto con ellos a menudo.
Me acerqué más a él.
—Basada en la forma en que actuaron Danika y Jasmine, parecía que habían
pasado semanas, si no más.
—Bueno, ha pasado un tiempo desde que las vi, y a veces me pongo en
contacto con Nicolai o Dez por teléfono o aquí, en la ciudad.
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que fuiste a casa? —le pregunté, y las
alas de Zayne retrocedieron, acercándose a él. Me crucé de brazos—. ¿Qué? Esa es
tu casa, Zayne.
—No se siente así. No con mi padre muerto y... —Se cortó a sí mismo y
luego se giró, caminando hacia la cornisa—. Ha pasado un tiempo desde que fui allí.
—No me vengas con eso... ¿No los extrañas? —le pregunté—. Quiero decir,
no he estado fuera tanto tiempo y extraño tanto a todo el mundo que me duele.
—No es lo mismo —Se subió a la cornisa, se encaramó allí mientras miraba
la ciudad desde lo alto—. Mi clan sigue aquí, en esta ciudad, y puedo verlos cuando
quiera.
—Sí, puedes —dije, mis manos cerrándose en puños—. Debe ser agradable
tener ese privilegio.
Su cabeza se volvió hacia un lado y pasó un largo momento.
—No lo entiendes. Volver allí... en todo en lo que puedo pensar es en mi
padre y en cómo no pude salvarlo y cómo no pude evitar... evitar que Layla fuera
lastimada. Ese lugar solía tener buenos recuerdos. Increíbles, pero ahora... no tanto.
Me quedé mirando su silueta.
—Sé lo que se siente, Zayne, ¿o lo has olvidado?
Zayne maldijo.
—No, no lo he hecho. Lo siento...
—No te disculpes. Solo... solo escúchame —dije—. Me dijiste que no era
responsable de la muerte de mi madre, y no trato de sonar como una persona
arrogante, pero soy más fuerte que tú. Podría haber acabado con la vida de Ryker en
un abrir y cerrar de ojos, pero no lo hice. No pudiste salvar a tu padre...
—No es lo mismo.
—¿Cómo?
Zayne se levantó con fluidez y se giró.
—Estaba distraído con cosas personales, Trinity. Mi cabeza no estaba en el
juego. Si lo hubiera estado, podría haber detenido el ataque.
No sabía si eso era cierto o no, pero tenía la sensación de que no era tan
simple.
—Entonces, ¿estabas deprimido y sin hacer nada cuando murió?
—No. Estaba luchando contra un espectro.
Levanté las manos.
—Mira, tal vez estabas distraído, pero no era como si no estuvieras haciendo
nada. Su muerte no fue culpa tuya, y no tengo ni idea de lo que pasó con Layla, pero
estoy segura de que tampoco fue culpa tuya.
—Oh, eso fue todo culpa mía —Bajó al tejado—. Casi hago que la maten,
pero no es sólo eso. Es más —suspiró, mirando por encima del hombro a la calle—.
Los extraño. Lo hago. Solo necesito mi espacio. Por eso me mudé. Es por eso que
no me hice cargo del clan.
—¿Porque sientes que le fallaste a tu padre?
—Porque no estoy seguro si... si puedo hacerlo —Estaba delante de mí, con
las alas extendidas—. No sé si podría liderar el clan cuando ya no creo que lo que
están haciendo es correcto.
Mis ojos se abrieron de par en par ante su admisión.
—¿Todo eso de matar demonios indiscriminadamente?
Asintió con la cabeza.
—Sólo porque nos digan que algo está bien no significa que lo esté.
No sabía cómo responder a eso. El hecho de que Zayne cuestionara que no
todos los demonios eran malos sería considerado lo suficientemente malo, pero esto
era algo que imaginaba que los Alfas estarían muy, muy infelices de escuchar.
Igual que mi padre.
Pero después de conocer a Roth, Layla y, sí, incluso a Cayman, pensaba que
Zayne tenía razón. Me estaban ayudando cuando mi propio clan quería que
simplemente... siguiera adelante.
—Eso es admirable —dije finalmente.
—¿Qué?
—Tú —dije, asintiendo—. Es admirable que te permitas ver lo que
probablemente menos del uno por ciento de los Guardianes ven.
Ladeó la cabeza.
—¿Y qué piensan los Trueborns?
Levanté los hombros.
—Creo que... Creo que tengo mucho que aprender sobre, bueno, todo.
—Sí.
—Pero...
—He terminado con esta conversación —dijo, y abrí la boca—. En serio.
Cerré la boca y asentí con la cabeza. Me sorprendió que compartiera lo que
pensaba. Sentía como si hubiera escalado un muro de la fortaleza. Mientras la cálida
brisa levantaba los finos mechones de pelo en mi nuca, pensé en el día en que Zayne
y su clan habían llegado.
—Solía escalar los edificios en casa cuando Misha iba a descansar encima
de uno. Ahí es donde estaba cuando los vi aparecer, en el techo del Gran Salón. No
sé si te lo dije o no. De todos modos, Misha lo odiaba, siempre se preocupada de que
alguien me viera o de que me resbalara y cayera —dije mientras caminaba hacia la
cornisa—. Pero me encantaba, estar así de alto y tan cerca de las estrellas. No puedo
volar, así que esto es... Esto es lo más cerca que puedo llegar a ellas.
Zayne maldijo en voz baja mientras yo saltaba sobre la cornisa, y él
rápidamente aterrizó a mi lado, su gran cuerpo preparado para atraparme en caso de
que perdiera el equilibrio.
Sonreí mientras giraba en la cornisa y me alejaba de él. Mi periferia no era
más que sombras y mi visión nocturna era básicamente una mierda, pero mi
equilibrio estaba en su punto. Más adelante, podía ver dónde terminaba el edificio.
Cuando estuve en el callejón antes, el espacio entre los edificios pareció ser de unos
seis metros.
Zayne se quedó detrás de mí.
—¿Qué pasa con tu fascinación por las estrellas?
Mordiendo mi labio inferior, le miré de nuevo y luego levanté la mirada
hacia el cielo.
—¿Puedes ver las estrellas? ¿Ahora mismo?
No contestó inmediatamente, y me imaginaba que era porque no era una
pregunta que esperara.
—Sí. ¿Por qué?
—¿Porque Dios tiene un sentido del humor muy jodido? —exhalé
pesadamente, a punto de hablar de algo de lo que hablaba aún menos que de la
muerte de mi madre. No quería, pero había conseguido que Zayne se abriera un
poco, así que tal vez era... era mi turno—. Mi padre es un ángel. Un arcángel, Zayne.
Uno tan poderoso y tan... aterrador para la mayoría de la gente que ni siquiera me
gusta decir su nombre. Su sangre corre en mí, su ADN, pero también el de mi madre
y el de su familia. Descubrí que no tenían la mejor genética, y que algunos de esos
defectos genéticos sobrevivieron a la mezcla.
—¿Qué quieres decir?
—Tengo lo que se llama retinitis pigmentosa, y no, no me pidas que lo
deletree. Probablemente ni siquiera lo estoy pronunciando correctamente. Es una...
enfermedad degenerativa de los ojos que suele terminar en ceguera parcial o total —
expliqué de forma bastante objetiva—. Por lo general es hereditario, pero a veces la
gente puede solo desarrollarlo. Una bisabuela mía lo tenía y se saltó un par de
generaciones, y terminé siendo la afortunada ganadora de una visión de mierda.
Tengo poca visión lateral. Si miro hacia adelante, ni siquiera puedo verte. No eres
más que una mancha de sombras. Es como tener anteojeras para caballos —le dije,
levantando las manos a los lados de mi cabeza—. Y mi percepción de profundidad
es bastante terrible.
—Espera. ¿Es por eso por lo que te he visto estremecerte si algo se te acerca
a la cara?
Asentí con la cabeza.
—Sí, si algo viene hacia mí desde un lado, a menudo no puedo verlo hasta
que está, como, justo ahí, en mi visión central. Mis ojos no se adaptan bien de la luz
a la oscuridad, y la luz extremadamente brillante es tan mala como las áreas
extremadamente oscuras. Hay... pequeños puntos negros en mi visión, como
flotadores, y son fáciles de ignorar en este momento, pero ya tengo cataratas. Es un
efecto secundario de estas gotas de esteroides que tuve que tomar cuando era más
joven —Me encogí de hombros y comencé a caminar por el borde de nuevo—. Por
eso la luna se parece a dos lunas una encima de la otra hasta que cierro mi ojo
derecho.
Me detuve, puse las manos en mis caderas y miré hacia abajo, hacia el
parque junto a la calle. Los árboles eran sólo formas de una oscuridad más espesa
contra sombras más claras, a pesar de que el parque estaba iluminado.
Zayne me tocó el brazo, y cuando lo miré, vi que había cambiado a su forma
humana.
—¿Qué significa esto exactamente? ¿Te estás quedando ciega?
Levanté un hombro otra vez.
—No lo sé. ¿Probablemente? El hecho de que no sea completamente
humana pone todo esto en la incertidumbre, y la enfermedad requiere un nivel de
mapeo genético para ver cuál podría ser el pronóstico: supongo que sabes por qué
eso nunca puede suceder. Pero la enfermedad no es predecible ni siquiera en
humanos. Algunos a mi edad son completamente ciegos. Otros no desarrollan
síntomas hasta que están en sus treintas. Tal vez mi pérdida de visión se ralentice
debido a la sangre angelical que hay en mí, o puede que se detenga por completo,
pero ha ido empeorando, así que no creo que mi lado angelical esté haciendo mucho
bien. Simplemente no lo sé. Nadie puede responder eso. Nadie puede responder a
eso para muchos humanos con esta enfermedad.
Zayne estaba callado mientras escuchaba, así que continué—: Cuando mi
madre se dio cuenta de que empezaba a chocar con las cosas más a menudo y a tener
problemas para caminar cuando estaba muy brillante afuera, ella y Thierry me
llevaron a un oftalmólogo, y el hombre solo les echó un vistazo a mis ojos y me refirió
a un especialista. Un montón de pruebas realmente molestas más tarde, la
enfermedad fue confirmada. Fue un shock, por decir lo menos —Me reí—. Quiero
decir, vamos. Soy una Trueborn. Luchar mientras tengo estos enormes vacíos en mí
la visión no es exactamente fácil. Entonces, ¿cómo sucedió esto? Pero es... lo que es.
—Noté algunas cosas, como los estremecimientos y que tus pasos parecían
más inseguros por la noche, pero nunca lo hubiera adivinado —dijo—. Nunca.
—Sí, no creo que la mayoría de la gente lo haga. ¿Sabes? La mayoría sólo
piensa en los ciegos y los que pueden ver, y no tienen entendimiento o concepto de
todo lo que está en el medio. No oculto que tengo esta enfermedad —Le eché un
vistazo—. Acabo de aprender a compensarlo, tanto que a veces hasta me olvido de
que la tengo... pero luego me encuentro con una puerta o una pared, y me lo
recuerdan rápidamente.
—¿Y las estrellas?
Una leve sonrisa se apoderó de mis labios mientras recordaba lo que el
oftalmólogo de Morgantown me había preguntado una vez.
—En mi última cita, hace aproximadamente un año, mi oftalmólogo me
preguntó si todavía podía ver las estrellas por la noche. Fue raro cuando me lo
preguntó, porque tuve que pensarlo y me di cuenta de que no podía responder a la
pregunta —admití—. No había mirado las estrellas en una eternidad, y entonces
como que me golpeó, ¿sabes? Que un día miraría hacia arriba y no vería ni una
estrella, y eso sería todo. Nunca volvería a ver algo tan... hermoso y sencillo. Hasta
ese momento, lo había dado por sentado. Así que, cada noche, miro hacia arriba para
ver si puedo ver las estrellas.
Zayne no respondió, pero sentí su intensa mirada en mí. Comencé a tocarme
el pelo mientras levantaba un hombro, sin saber qué más decir.
—Así que, sí...
Pasó un momento.
—¿Puedes ver las estrellas ahora?
Incliné mi cabeza hacia atrás y levanté la mirada. Era una noche sin nubes
y el cielo era como una profunda mancha de aceite rota por pequeños puntos.
—Puedo verlas. Son débiles —Levantando la mano, señalé dos estrellas, una
encima de la otra—. Justo ahí. Dos de ellas —Cerré mi ojo derecho y las dos
diminutas manchas blancas se convirtieron en una mancha blanca—. Oh, espera —
Me reí—. Sólo hay una estrella allí.
—Sí —murmuró, y cuando lo miré, estaba mirando en la dirección que yo
había señalado—. Hay una estrella allí. —Me miró y nuestras miradas se
bloquearon—. ¿Ves más?
Sintiéndome un poco mareada y tonta, miré hacia otro lado con gran
esfuerzo. Escaneé el cielo de nuevo.
—Veo una par. ¿Por qué? ¿Hay muchas estrellas?
Cuando no contestó, lo miré a hurtadillas y me di cuenta de que, una vez
más, me miraba fijamente, con la cabeza ligeramente ladeada, lo que hizo que un
mechón de pelo rubio le rozara la mejilla. Seguí retorciéndome el pelo mientras el
nerviosismo crecía como un nido de pájaros despertando y volando. Miré hacia otro
lado.
—¿Supongo que el cielo está lleno de estrellas?
—Lo está, pero las únicas que importan son las que tú ves.
Mi mirada voló a la suya.
Me sonrió.
—Eres... Eres increíblemente fuerte.
El comentario me tomó desprevenida.
—¿Qué?
—Estás aquí, hablando de perder la visión como si no fuera nada. Como si
no fuera gran cosa, y es enorme. Y lo sabes —Acercándose, puso su mano sobre la
mía, sorprendiéndome. Suavemente, desenredó mis dedos de mi pelo—. Pero estás
lidiando con eso. Viviendo con eso. Si esa no es la definición de fuerza, no sé lo que
es.
Un nido de mariposas se movió en mi pecho.
—No creo que sea fuerza.
Me quitó la mano del pelo.
—Trin...
Al escuchar el uso de mi apodo y darme cuenta de que me gustaba cuando
me llamaba así, volví a mirar hacia las dos estrellas que eran realmente una.
—Lo que quiero decir es que no creo que sea ser fuerte. No puedo cambiar
lo que va a pasar. Tal vez algún día habrá una cura y funcionará para mí, pero hasta
entonces, tengo que aceptar esto. Y no puedo pensar en ello, porque es aterrador, es
aterrador como el infierno pensar que todo esto desaparecerá y tendré que aprender
a vivir de manera diferente con las expectativas de quién soy y lo qué soy, pero tengo
que lidiar con ello. Y lo hago no dejando que me defina o consuma cada momento
de mi vida. Eso no es fuerza. Eso no me hace especial —Me encogí de hombros—.
Sólo significa que estoy... haciendo lo mejor que puedo.
Todavía sosteniendo mi mano, la apretó.
—Como dije, la definición de fuerza.
Como si no tuviera control, me encontré mirándole a los ojos de nuevo,
pensando que algún día iba a apestar cuando no pudiera ver las estrellas, pero iba a
ser una maldita pena cuando ya no pudiera ver esos ojos de lobo azul pálido.
—No puedo creer que no me lo hayas dicho hasta ahora.
—No lo tomes como algo personal. No es algo de lo que hable mucho,
porque.... No lo sé. No quiero que la gente me trate diferente por eso —Me volví
hacia él—. No quiero que me trates de forma diferente por eso.
—No lo haría —Se me acercó, cuidadoso del hecho de que aún estábamos
en la cornisa—. De acuerdo. Eso no es exactamente cierto. Te admiro mucho, pero
ya te admiraba. Así que ahora lo hago más.
Traté de dejar de sonreír, pero no pude mientras miraba hacia abajo, donde
él todavía sostenía mi mano. Con la luz de la luna, podía verlo.
—¿Qué vas a hacer si empeora? —preguntó.
—Tal vez me consiga una gárgola guía con ojos excelentes.
Zayne se rio.
—Puedo ser eso para ti.
—Sí, siento que te aburrirías mucho de eso.
—No lo creo —Sus dedos se cerraron alrededor de mi barbilla, devolviendo
mi mirada a la suya. El aire se quedó enganchado en mi garganta—. No creo... que
haya un segundo aburrido a tu alrededor.
—¿No lo crees? —Necesitaba un poco de espacio después de hablar de algo
tan personal, así que me liberé y retrocedí—. Bien. Apuesto a que no puedes
atraparme.
Girando, me fui corriendo por la cornisa. Lo oí gritar mi nombre, pero se
perdió en el viento mientras tomaba velocidad y el viento me levantaba el pelo de los
hombros y lo hacía ondear detrás de mí. Llegué al borde de la cornisa a una velocidad
vertiginosa, y no hubo un momento de vacilación o miedo. Salté, rodeada de nada
más que aire, y en esos breves segundos, justo antes de comenzar a caer, me volví
ingrávida y supe que así era como se sentía volar.
Al llegar a la cornisa del edificio al otro lado del callejón, me encogí y caí
rodando el resto del camino, girando con una sonrisa salvaje en la boca.
Zayne aterrizó un segundo detrás de mí, cambiado completamente de
nuevo, y sus alas alzadas y abiertas de par en par. El techo estaba más iluminado, así
que pude ver la mirada aturdida grabada en sus rasgos.
Lanzando mi cabeza hacia atrás, me reí mientras Zayne corría hacia mí.
—Deberías ver tu cara ahora mismo. Oh, Dios mío, realmente te ves sin
habla —Me alejé de él—. No sabía que eso podría pasar...
Zayne se me echó encima en un abrir y cerrar de ojos.
Grité cuando me atrapó, levantándome de mis pies mientras me sostenía
contra su pecho. Giró, presionándome contra el frío metal de un cobertizo de
mantenimiento. Como la noche en el metro, no había espacio entre nosotros, y no sé
exactamente cuándo había enrollado mis piernas alrededor de su delgada cintura,
pero lo había hecho y me gustaba.
Mucho.
—Tú... —Me miró fijamente, con las puntas de sus colmillos al
descubierto—. Tú....
—¿Qué? —Agarrándome a sus hombros, me quedé sin aliento, y no tenía
nada que ver con el salto y todo que ver con lo cerca que estábamos.
—Me estás enloqueciendo —dijo, presionando, y un profundo palpitar envió
un escalofrío por mi columna vertebral.
Mis ojos se abrieron de par en par mientras lo miraba fijamente. Ni siquiera
estaba segura de si era consciente de lo que estaba haciendo. Estaba furioso. Eso
estaba claro, pero había algo más pesado y espeso sobrellevando esa ira.
—Estás loca —Una mano se deslizó desde mi cintura, sobre mi cadera, hasta
mi muslo. Su mano apretó, las afiladas garras enganchando la delgada tela de los
leggins.
Bien. Sabía lo que hacía.
—Eres completamente imprudente e impulsiva —continuó, y yo incliné la
cabeza contra el cobertizo, encontrando difícil que el aire entrara en mis pulmones—
. Si vuelves a hacer algo así...
—¿Qué? —Le apreté los hombros mientras levantaba las alas y las bajaba,
envolviéndonos. Antes, la oscuridad absoluta me había causado pánico, pero ahora,
me hizo atrevida, como si pudiera hacer cualquier cosa en el refugio que él creó—.
¿Qué vas a hacer?
—Algo —Sus palabras fueron calientes contra mi cuello, causando que todos
mis músculos se tensaran.
Mis dedos tocaron los bordes de su cabello.
—Tienes que darme un poco más de detalles que eso —le dije—. Porque voy
a hacerlo de nuevo al cien por cien.
—Voy a necesitar una correa para ti —Él movió su cuerpo y todo mi cuerpo
pareció sacudirse contra la dureza inesperada entre sus caderas.
Oh, Dios.
Mi corazón palpitaba mientras el calor se acumulaba.
—Si consigues una correa para mí, te ahogaría con ella.
Su risa quemó mis labios.
—Lo harías.
—Sí —le dije, aceptando y dando permiso para algo que no había pedido
pero que quería darle. Algo que creía que él quería darme.
Estaba muy quieto y callado; y luego dijo—: En el segundo en que me
besaste en las instalaciones de entrenamiento, supe que me ibas a ser un problema.
—¿Es por eso por lo que huiste de mí?
—No estoy huyendo de ti ahora —dijo—. Parece que ahora estoy corriendo
detrás de ti.
Entonces el roce de sus labios contra los míos hizo que todo mi cuerpo se
arqueara.
Mis labios se abrieron, dándole acceso, y sentí la punta malvada de un
colmillo contra mi labio. Me estremecí contra Zayne, y él hizo este profundo gemido
en su garganta que casi fue mi perdición.
—No deberíamos... —Se calló, arrastrando ese colmillo afilado por mi labio
inferior—. No deberíamos estar haciendo esto.
No se me ocurría otra maldita cosa qué estar haciendo aparte de esto.
—¿Por qué?
—¿Por qué? —Se rio, bajo y suave contra mis labios—. ¿Además del hecho
de que esto complica las cosas?
—Me gustan las complicaciones.
—¿Por qué no me sorprende? —Su frente descansó contra la mía—. Has
pasado por mucho, Trin. Tienes muchas cosas en la cabeza, y yo no...
Un repentino chillido rompió el aire y nos separó. Zayne me bajó al suelo e
hizo girar sus alas para que no me golpearan en la cabeza.
No los vi al principio, no hasta que las dos criaturas aterrizaron en el techo.
Parecían murciélagos enormes y andantes. La luz de la luna fluía a través de sus
delgadas y casi translúcidas alas.
—Diablillos33 —suspiró Zayne.
Desenganché mis dagas y me preparé. Los diablillos no eran conocidos por
su inteligencia, pero compensaban la falta de cerebro con sus tendencias violentas.
—¿No suelen pasar el rato en cuevas?
—Normalmente. Supongo que están haciendo turismo.
—¿Crees que me estén buscando?
—Bueno, estamos a punto de averiguarlo.
Uno de ellos gritó y corrió hacía Zayne. El otro tomó vuelo y aterrizó
ágilmente frente a mí. Estaba demasiado oscuro para arriesgarme a tirar las cuchillas,
así que esta pelea iba a ser mano a... ¿ala de murciélago?
Me reí.
—¿Realmente quiero saber por qué te ríes por allí? —preguntó Zayne,
atrapando al diablillo alrededor de su cuello.
Sonriendo, retrocedí cuando el diablillo intentó golpearme. Me sumergí bajo
los brazos extendidos del demonio y salté detrás de él, luego giré y enterré la hoja de
hierro profundamente en su espalda.
Soltó un chillido agudo antes de estallar en llamas. Me di vuelta a tiempo
para ver al otro demonio. Empecé a acercarme a él…
Fui jalada hacia atrás, y casi pierdo el agarre de mis dagas mientras unas
garras aferraban mi camisa. Un vacilante latido de mi corazón después, fui levantada
de mis pies. Grité mientras el diablillo empezaba a volar. El material de mi camisa
comenzó a desgarrarse.
Zayne se giró hacia donde yo colgaba a varios metros del techo.
—Cristo.
Levantando mis dagas, las arrastré hacia atrás en arcos amplios y altos,
atrapando las patas traseras del diablillo. Las malvadas hojas afiladas cortaron la piel
y el hueso de la criatura. El calor húmedo roció el aire. Gritó, un sonido que me
recordaba a un bebé enojado, si un bebé enojado también fuera en parte hiena. La
cosa me soltó, y estaba cayendo.
En la nada.
Un rugido de viento y aire nocturno se levantó para golpearme. Ni siquiera
pude gritar mientras el terror explotaba en mis entrañas al caer.

33 En el original, estos demonios se llaman Imps.


Oh, Dios. Oh, Dios. Oh, Dios, esto iba a doler. Esto iba a doler mucho...
Unos brazos me atraparon alrededor de la cintura, y me jalaron hacia arriba
y hacia atrás contra un pecho duro. El impacto me sacó el aire de los pulmones, pero
sabía que era Zayne.
Zayne me había atrapado.
El aire nos azotó mientras sus alas se extendían, ralentizando nuestra caída,
y luego aterrizó en cuclillas. El impacto me sacudió hasta la médula.
—Santa mierda —susurré mientras parpadeaba rápidamente. Mi cabello se
había desprendido de su moño y estaba pegado a mi cara. Los mangos de mis dagas
se sentían como si estuvieran incrustadas en mis palmas—. Santa mierda, no se me
cayeron las dagas.
—¿Estás bien? —La voz de Zayne era más tensa de lo normal mientras me
soltaba, y rápidamente me giré hacia él—. ¿Trinity?
—Sí —Envainando mis dagas, revisé mis hombros—. No me arañó. Creo
que estaba tratando de llevarme. Gracias —Lo miré—. Probablemente acabas de
salvarme la vida allí.
—Creo que totalmente te salvé la vida allí.
—Totalmente —estuve de acuerdo, mirando a mí alrededor y dándome
cuenta de que estábamos en el callejón cerca de la escalera de incendios—. ¿Estás
bien?
—Me alcanzó en el pecho —Miró hacia abajo, maldiciendo.
Mi estómago cayó mientras me estiraba hacia él, y la preocupación floreció.
—¿Qué tanto?
—No es tan malo —dijo Zayne, alejándose de mí—. Pero deberíamos
volver. Voy a tener que limpiar esto.
Preocupada, acepté rápidamente y traté desesperadamente de ignorar la
repentina explosión de hielo que emitía Zayne.
Capítulo 29

La delgada línea de luz asomándose por la puerta del baño me sacó del
sueño, alertándome del hecho de que me había quedado dormida sin Zayne.
Después de que volvimos a su lugar, él se había limpiado en el baño y
anunciado que se iba a dormir temprano. Las luces en la sala de estar se apagaron,
una clara señal de que quería su espacio, y yo me había quedado en la habitación,
completamente confundida. A diferencia de las noches anteriores, él no vino a la
habitación y me tomó una eternidad finalmente quedarme dormida.
Pero ahora él o Peanut estaban en el baño.
Sentándome, deslicé mis piernas de debajo de las sábanas. El piso de
cemento estaba frío bajo mis pies mientras caminaba lentamente hacia el baño.
Coloqué mis manos en la puerta.
—¿Zayne?
—Lo siento —Fue su brusca respuesta, varios momentos después—. No
quería despertarte. Vuelve a la cama.
Las esquinas de mis labios descendieron. Él sonaba… raro, su voz tensa y
forzada, más de lo normal.
—¿Estás bien?
—Sí —ladró.
Mordí mi labio inferior. ¿Estaba sufriendo? Había lucido pálido cuando
regresamos, pero había insistido en que estaba bien, y había hecho esa pregunta
alrededor de media docena de veces. Sabiendo que probablemente no debería,
avancé y abrí la puerta del baño.
Lo que vi fue un desastre sangriento. Zayne estaba frente al espejo, sin
camisa, y estaba… estaba sacando algo de su pecho con… ¿con pinzas? Había toallas
ensangrentadas en el tocador y algo lechoso en un tarro.
—Buen Dios —exclamé.
—Maldición, Trinity —gruñó Zayne mientras se volteaba lejos de mí,
regresando a mi nombre completo—. ¿Alguna vez escuchas?
No particularmente.
—Estaba preocupada.
—Estoy bien.
—No luces bien —Estaba de un color gris horrible, y sus dedos, resbaladizos
con sangre, temblaban alrededor de las pinzas plateadas—. ¿Qué ocurrió?
—No es nada —gruñó, volteándose de nuevo al espejo.
—No luce como nada —Me acerqué a él, agradecida de que la vista de
sangre no me alterara, pero lo que él estaba intentando hacer a su pecho sí—. ¿Puedo
ayudarte?
—Sí. Puedes ayudar volviendo a la cama —Echó un vistazo doble—. ¿Y eso
es la cara de Elmo en tus shorts?
—No hables mal de mis shorts —Eran un regalo de Jada, un regalo en
broma, pero eran los shorts más cómodos que poseía—. Mira, realmente no te
necesito desmayándote o muriendo por intentar hacerte una cirugía a ti mismo. Así
que deja de actuar como un estúpido macho alfa y déjame ayudarte.
Su espalda se tensó y después vio sobre su hombro hacia mí.
—¿Acabas de llamarme estúpido macho alfa?
—Sí. Lo hice.
Un lado de su boca se elevó mientras hundía la cabeza, bajando la mirada
hacia mí. Varios mechones de cabello cayeron hacia delante, ocultando su rostro.
—Ese maldito diablillo me alcanzó en el pecho.
—Lo sé, pero deberías estar curándote...
Alcanzando una toalla, limpió la sangre que se le escapaba del pecho.
—Sí, bueno, una de sus garras se rompió dentro de mí. He sacado la
mayoría.
Hielo corrió en mis venas.
—¿Tú… tienes una garra de diablillo atorada en tu interior?
—Sí, de ahí las pinzas.
No estaba segura de cuánto podía ayudar con mi visión, pero tenía que ser
mejor que él escarbando en su propia piel.
—Dame las pinzas. Necesitas sacarla. Ahora.
La cabeza de Zayne se volvió bruscamente hacia mí y me miró como si me
hubieran crecido dos cabezas.
—¿Qué? Puedo sacar la garra. Que lo intente hacer yo tiene que ser mejor
que tú, escarbando en tu propia piel.
—¿Estás segura de que puedes hacer esto?
Entrecerré mis ojos.
—Podré estar medio ciega, pero haré, sin duda alguna, un mejor trabajo del
que estás haciendo en este momento.
Me miró por tanto tiempo que pensé que sólo iba a decirme que volviera a
la cama, y si lo hacía, tal vez lo golpeara, pero entonces gruñó—: Bien.
Volteándose hacia el lavabo, abrió la llave del agua y puso las pinzas bajo el
chorro.
—La garra es sólo alrededor de una pulgada de largo. Es negra.
¿Sólo una pulgada de largo? Jesús. Tomé las pinzas de él y revisé
abiertamente su pecho. El área que había estado escarbando estaba sobre su pezón
derecho, y ese maldito estaba al nivel de mis ojos.
Eché un vistazo, no viendo nada más allá de la carne desgarrada.
—Voy a necesitar…
—Sé lo que necesitas hacer —Su cálido aliento danzó sobre mi frente—. Sólo
hazlo.
Respirando superficialmente, coloqué mis dedos a cada lado de la profunda
cortada y luego la separé hacia los lados. Zayne siseó entre dientes, y mi cabeza se
levantó de golpe. Esas pupilas eran verticales de nuevo.
—Lo siento —susurré.
—Está bien.
Inclinándome, traté de ignorar la esencia a menta que se mezclaba con el
olor metálico de la sangre mientras buscaba la garra de una pulgada.
—¿Cuánto tiempo te tomó darte cuenta de que tenías una garra enterrada?
—Cuando me levanté y pensé que iba a vomitar. Fue entonces cuando me
di cuenta de que no estaba sanando. Así que, hace una hora.
—¿Has estado escarbando en esto por una hora?
—Sí.
—Eso es bastante horrible —Cuando lo miré, vi que su mandíbula estaba
tensa. Deslizando mi mano por su piel, abrí la herida un poco más—. Lo siento.
—Deja de disculparte.
—Es difícil no hacerlo cuando estoy separando tu pared torácica.
Él tosió una risa seca.
—No estás separando mi pared torácica.
Un segundo después vi una pequeña pieza negra atorada a mitad de la carne
rosada.
—Así que, um, ¿aún estás enojado conmigo?
—¿Enojado contigo por qué? —preguntó él.
—¿Por saltar del edificio? —Sujeté bien las pinzas.
—Estaba intentando olvidar eso —dijo secamente.
Mi mirada se levantó hacia él. Quería preguntarle si estaba intentando
olvidar lo que pasó después, también. La pregunta quemaba en la punta de mi lengua,
pero me la tragué.
—No estoy enojado contigo, Trin.
Alentada por el hecho de que mi apodo estaba de nuevo en uso, respiré
hondo. Concentrándome en la garra, alineé las pinzas y dije una pequeña oración.
—No viniste a la habitación esta noche para decir buenas noches… o algo.
Él estuvo callado por un momento y dijo después—: Eso no fue porque
estuviera enojado contigo —Zayne contuvo el aliento mientras yo introducía las
pinzas—. Tienes una mano realmente firme.
—La tengo —Mordí mi labio inferior—. Así que, ¿por qué no lo hiciste? —
Cerré la puntiaguda punta de las pinzas alrededor del borde de la garra rota.
—No estoy seguro de querer hablar de eso mientras estás escarbando en mi
pecho.
A pesar de lo que eso pudiera significar, sus palabras me hicieron sonreír
mientras tiraba del pedazo de garra. Las pinzas se resbalaron, y Zayne se sacudió.
—Lo siento.
Él inhaló una larga, profunda respiración.
—Está bien.
Lo intenté de nuevo, haciendo que las pinzas sujetaran la garra.
—Estoy algo sorprendida de que un diablillo te tomara la delantera.
—Gracias por señalarlo.
—Sólo digo.
—Estaba algo distraído.
—No es mi culpa —Tiré de nuevo y sentí la garra empezar a salir.
—Voy a decir que fue parcialmente la culpa de ambos —Zayne se tensó.
La maldita garra no estaba cediendo.
—¿Qué tan distraído estabas?
Zayne vaciló.
—Creo que podías… sentir cuán distraído estaba.
Con mi mano congelándose, levanté la mirada hacia él.
—Sí, podía.
El centro de sus mejillas se ruborizó de un suave color rosa.
—Bien, ahí tienes tu respuesta.
Una lenta sonrisa tiró de mis labios.
—Te estás sonrojando.
Sus ojos se cerraron.
—Sabes, la mayoría de la gente no señalaría eso.
—No soy la mayoría de la gente.
—Lo he notado —Una sonrisa apareció—. No he averiguado aún si es una
cosa buena o mala.
—Wow —murmuré, y luego tiré fuerte. La garra se deslizó libre mientras
Zayne maldecía bajo su aliento— La tengo —Retrocediendo, sostuve la garra
mientras arrugaba la nariz—. Eso es súper asqueroso.
—Gracias —Exhaló ruidosamente y luego alcanzó las toallas, pero me
adelanté.
Dejando las pinzas a un lado, tomé la toalla y detuve el nuevo flujo de sangre
que estaba derramándose de él. La retorcida herida en su pecho ya se estaba sellando.
Sus manos cayeron a sus lados mientras limpiaba la sangre. Yo sanaba
rápido, pero era una locura lo rápido que los Guardianes se recuperaban. El color ya
estaba volviendo a su rostro.
—Luces mucho mejor.
—Me siento mejor —Su mirada atrapó y sostuvo la mía, y entonces bajó, y
sentí la intensidad de su mirada, todo el camino hasta la punta de mis pies, antes de
que devolviera su mirada a la mía. Puso su mano alrededor de mi muñeca—. Tienes
sangre en tus manos.
No dije nada mientras él tomaba la toalla de mí, y no me resistí cuando dejó
la toalla a un lado y me llevó hasta el fregadero.
—Puedo lavar mis propias manos —le dije.
—Lo sé —Abrió la llave del agua, y después abrió un cajón y sacó un
recipiente de jabón en espuma para manos—. ¿Conseguiste dormir?
—Un poco —Levanté la mirada y nos vi en el reflejo. Su cabeza estaba
inclinada, con las cejas juntas en concentración mientras ponía jabón en mis manos,
Me perdí un poco mirando nuestro reflejo, él mucho más alto y grande que
yo, rubio y dorado donde yo era más oscura. Mi mirada cayó a nuestras manos
mientras deslizaba las suyas encima. El agua burbujeaba rosa y roja mientras caía en
espiral al drenaje. Lavó mis manos hasta que no hubo ni un rastro de sangre, y
después alcanzó una toalla limpia de otro cajón.
Secando mis manos, me giró lejos del espejo.
—¿Lo que me preguntaste antes? —Sus manos dejaron mis muñecas y se
deslizaron por mis antebrazos—. ¿Acerca de por qué no fui contigo esta noche?
Mi ritmo cardiaco se aceleró mientras asentía.
—No podía, porque no creí que pudiera acostarme a tu lado después de lo
que pasó en esa azotea —Su voz era más profunda, gruesa, y sus manos aferraron
mis brazos. Me alzó con facilidad, sentándome en el borde del tocador—. Y no
tocarte.
El calor de más temprano regresó, danzando sobre mi piel.
—¿Qué… qué si quería que me tocaras?
Sus ojos brillaron con un intenso azul pálido.
—Ya ves, ese es el problema.
—¿Por qué?
Él alzó sus manos, enredando sus dedos en mi cabello mientras arrastraba
los mechones lejos de mi rostro.
—Porque no deberíamos, Trin. Complicará las cosas. Mira lo que pasó esta
noche, no estábamos poniendo atención. El diablillo podría haberte llevado. Podrías
haber sido herida.
—Pero no lo fui.
—Yo lo fui, y eso no debería haber pasado —Su mirada buscó la mía—.
Debería haber sido más sensato, Trin. Sé lo que pasa cuando no tengo mi cabeza en
el juego. Hacemos un buen equipo…
—Realmente lo hacemos —lo corté, curvando mis dedos en el borde del
tocador—. Hacemos un maldito buen equipo.
—Que es el por qué esto sería una mala idea.
—Creo que lo hace una maldita buena idea.
Su risa estaba tensa.
—Por supuesto que lo creerías, pero es más que eso.
—No soy tu padre…
—Jesús, espero que no.
Mis ojos se estrecharon.
—Y no soy Layla —dije, y algo crudo cruzó por su rostro, desapareciendo
antes de que supiera de qué se trataba—. Solo necesitas aprender a ser multitareas.
—¿Eso es todo? —rio.
Asentí.
—Incluso si aprendiera a hacer eso, has pasado por mucho —Una de sus
manos subió a mi cuello. Las puntas de sus dedos siguieron la línea de mi
mandíbula—. Soy mayor que tú.
—Oh, vamos. Eres apenas mayor que yo.
Sus espesas pestañas bajaron mientras trazaba mi pómulo, provocándome
un fino estremecimiento.
—Viniste aquí para encontrar a Misha, y confías en mí para mantenerte a
salvo mientras lo haces. Esto se siente…
—Correcto —sugerí servicialmente— Porque así es como se siente para mí.
Como si estuviera… —Mis mejillas se sonrojaron—. Se siente correcto, Zayne.
¿Estás diciendo que se siente mal?
—No, no estoy diciendo eso —Esas pestañas se alzaron, y había intención
en la manera en que esos pálidos ojos se clavaron en los míos, en las sombras
formándose alrededor de su boca—. Quieres besarme de nuevo, ¿o no?
Cada músculo de mi cuerpo se tensó.
—Sí. Quiero…
Zayne me besó.
Fue un beso tan suave y hermoso al inicio, sus labios rozando los míos una
vez, y luego dos, y luego el beso se profundizó y no había nada tentativo al respecto.
El beso se sintió abrasador, demandante y ardiente, una cruda combinación de
necesidad acumulada y deseo explosivo.
Me jaló hasta el borde del tocador mientras daba un paso adelante,
presionando su cuerpo entre mis piernas, y cuando me volvió a besar, me dejó sin
aliento y expuesta como un cable de alta tensión. Curvé mis piernas alrededor de su
espalda baja y deslicé una mano por su pecho, consciente de la herida sanando. Su
mano se deslizó debajo de mi brazo, bajando por mi espalda, y pensé que podría
estarme embriagando con sus besos.
Y después me estaba levantando del lavabo, retrocediendo mientras yo
sujetaba sus hombros y después los suaves mechones de su cabello. Mordió mis labios
mientras me golpeaba contra la pared, y yo reí en su beso y él gruñó en respuesta. De
algún modo volvimos a la habitación, y luego él me estaba acostando en la cama y
se acercaba a mí, su cuerpo largo y cálido mientras se acomodaba sobre mí.
Con la luz de la habitación para guiarme, me estiré y toqué su rostro. Se
volvió hacia mi toque, acariciando mi palma mientras se estremecía. Cuando sus ojos
se abrieron, juré que brillaban.
Ninguno de los dos se movió o dijo algo por un largo momento, y juro por
Dios, si Peanut decidía aparecer justo ahora, encontraría un modo de traerlo de
vuelta a la vida solo para asesinarlo al instante.
Peanut no apareció, pero la inmovilidad de Zayne comenzaba a
preocuparme.
—¿Zayne?
Su garganta se esforzó en tragar.
—Hay algo que debería decirte.
—¿Qué? —Mi mirada buscó su rostro mientras pasaba mis dedos por la
curva de su mejilla.
Él giró su barbilla, besando las puntas de mis dedos.
—Yo… nunca he hecho esto antes.
Mis dedos se congelaron. Mi cuerpo entero se congeló mientras sus palabras
se hundían.
—¿Quieres decir… que no has hecho esto?
—Bueno, he hecho esto, he hecho… cosas, pero no he tenido sexo —Su
mirada encontró la mía y una pequeña sonrisa apareció—. Ahora luces
completamente sin palabras.
Parpadeé.
—Lo siento. No es mi intención, pero sólo estoy sorprendida. Es decir, tú…
tú eres tú. Eres hermoso e inteligente. Eres amable y divertido y…
—Y molesto.
—Sí, eso, pero…
—Y altivo.
—Y eso también, pero…
—Pero aun así no lo he hecho —dijo.
—¿Por qué? —pregunté, e inmediatamente después me sentí como una
idiota por hacerlo—. Lo siento. No debería haber preguntado eso.
—Está bien. Yo… sólo no lo he hecho.
Estaba sorprendida, pero también… aliviada de algún modo.
—Yo tampoco.
Una lenta y desgarradora sonrisa tiró de sus labios. Una real, y era el tipo de
sonrisa que podía romper corazones y reconstruirlos.
—No sé a dónde nos está llevando esto —dije, trazando la curva de su
hombro—. Sólo sé que me gustas, Zayne. Realmente me gustas, y no tiene nada que
ver con todo lo que está pasando. Te quiero, pero… no tenemos que hacer eso.
—No, no tenemos —Bajó su cabeza y besó la esquina de mi boca, entonces
habló de nuevo—. Pero hay otras… cosas que podemos hacer.
Y esta vez, cuando Zayne me besó, sorbió de mis labios, bebió mis gemidos
mientras corría su pulgar sobre mi mejilla, trazando el hueso. Su toque era suave
como una pluma, pero me removí inquieta. La lujuria hormigueaba sobre mi piel
mientras él movía sus dedos por mi garganta, sobre mi hombro. Un pequeño suspiró
se me escapó.
No había estado mintiendo cuando dije que me gustaba, que me gustaba
mucho, y saber eso, sentir eso, me asustaba un poco. Él era el primer chico al que
alguna vez había estado realmente atraída, pero era mucho más que eso. Era su
fuerza y su amabilidad, sus creencias, incluso las que me habían sorprendido al
inicio, y su rápido ingenio. Era su inherente protectividad, e incluso cuando dudaba
de sí mismo, eso de alguna manera lo hacía… humano para mí.
Algo más estaba al borde de mis pensamientos, un sentido de familiaridad
con él, de varias piezas finalmente encajando en su lugar.
Solo se sentía correcto.
Zayne se sentía correcto.
Lentamente, movió su mano al centro de mi pecho.
—No tienes ni idea de cuánto tiempo he pensado en esto.
Coloqué mi mano en su costado, moviéndola hacia su espalda, masajeando
los bultos de músculos agrupados. Él dejó caer su mano en mi cadera y tiró de mí
hacia abajo, a lo largo de la cama. Luego se levantó sobre mí, usando un brazo para
soportar su peso. Usando un muslo, separó los míos y descendió. Líneas duras se
presionaron contra otras suaves, y cuando se movió contra mí en un lento y
ondulante movimiento, jadeé, me tensé ante el rayo de placer que envió a través de
mí.
—¿Esto está bien? —preguntó.
—Sí. Sí. Totalmente.
Él rio contra mi boca mientras balanceaba sus caderas de nuevo. Siguiendo
su ejemplo, incliné la mía mientras él movía su cabeza, moviendo sus labios a lo
largo de mi mejilla que había acariciado momentos antes.
—¿Has pensado acerca de esto? ¿Nosotros? ¿Preguntándote cómo sería?
—Sí —susurré, estirando mis piernas, acunando su cuerpo—. Lo he hecho.
Su otra mano se deslizó por mi cadera, subiendo por mi estómago. Se detuvo
justo debajo de mis pechos, su pulgar rozando el bulto. Mi aliento se atoró mientras
sus besos alcanzaban la esquina de mi boca de nuevo. Me volteé ligeramente.
Nuestros labios se rozaron.
—No tienes que preocuparte porque esto vaya muy lejos —dijo.
Mis dedos se curvaron contra su piel.
—No lo hago. ¿Y tú?
—Siempre —murmuró, y antes de que pudiera cuestionar lo que quería decir
con eso, bajó su cabeza al espacio entre mi cuello y mi hombro. Bajando sus manos
a mis caderas, acarició mi cuello. Dejó que su mano se deslizara más arriba, casi
llegando a la cima de mi pecho.
No me moví, no dije nada. Sólo esperé… esperé a ver lo que haría.
—Dime cuando parar y lo haré.
—Lo sé —Mi voz era gruesa, cruda—. Yo… confío en ti.
Zayne se congeló y después se retiró. Por un momento, me preocupó que de
algún modo hubiera dicho la cosa incorrecta, pero entonces sus manos alcanzaron el
dobladillo de mi blusa.
—Me gustaría verte, tocarte… probarte.
Sus palabras enviaron un oscuro estremecimiento a través de mí.
—Sí.
Él levantó mi blusa y yo me levanté en mis codos temblorosos mientras la
sacaba por mi cabeza, y después le siguieron mis shorts. Su fuerte respiración se
perdió en los latidos de mi corazón. Me recosté de nuevo, sólo en ropa interior,
sabiendo que, con sus ojos de Guardián, él podía ver todo, y luché contra la urgencia
de cubrir mi pecho.
—Eres hermosa, Trinity.
Entonces bajó su cabeza, moviendo su lengua sobre una parte
particularmente sensible, causando que gimiera y me aferrara a sus hombros. Él rio
contra la piel de mi pecho, pero rápidamente se volvió un gemido mientras mis
manos se aventuraban más al sur, deteniéndose sobre la parte baja de su estómago.
Se sentía como satín estirado sobre roca, y me cautivó la forma en que sus músculos
se agruparon bajo mi toque.
Levanté mi mirada mientras mis dedos se arrastraban sobre cada dura
ondulación.
—Tú eres perfecto.
—¿Mmm? —Presionó hacia abajo, moviendo sus manos y después su lengua
a mi otro pecho—. ¿Quieres que me detenga?
—No. En absoluto. Ni remotamente.
—La mejor cosa que he escuchado en todo el año.
Mi risa terminó en un jadeo mientras Zayne me rodaba sobre él y se sentaba,
mis rodillas deslizándose a cada lado de sus caderas mientras me atraía a su regazo.
Jadeé mientras la parte más suave de mí se presionaba contra la parte más dura de
él. Él aún tenía sus pantalones de pijama y yo aún estaba en ropa interior, pero podía
sentir cada pulgada de él.
Sus dedos pasaron por mi cabello mientras su mano se curvaba alrededor de
la parte trasera de mi cabeza. Atrajo mi boca a la suya y me besó mientras yo agarraba
sus hombros, permitiéndome asentarme en él. Su gemido de respuesta envió ondas
de sorpresa a través de mí.
—Esto fue tan poco Guardián —susurré.
La mano en mi cadera se apretó.
—Estarías sorprendida de todas las cosas poco Guardianes que están
pasando por mi cabeza justo ahora.
Me estremecí, sintiéndome mareada y cálida y viva.
—Entonces muéstrame.
Y lo hizo.
Mi cabeza cayó hacia atrás mientras mi aliento salía en cortos jadeos. Sus
manos y boca eran codiciosas, y me encantaba. La parte inferior de mi cuerpo
comenzó a moverse en pequeños círculos, y buen Dios, podía sentirlo palpitar a
través del algodón de sus pantalones.
No podía recordar alguna vez sentirme así, definitivamente no con Clay y
no cuando me tocaba a mí misma. Esto era… Dios, esto era mucho más; se sentía
como lava fundida corriendo por mis venas. El deseo se arremolinaba dentro de mí,
haciendo que me sintiera fuera de control y aturdida.
Mi cuerpo se arqueó contra el suyo, doliendo por él en un modo que casi me
asustaba, pero confiaba en él. Confiaba en él con todo.
Y cuando su boca tiró de mi pecho y su lengua raspó sobre mi piel, dejé de
pensar. Era todo sobre el sentimiento y las crudas, exquisitas sensaciones
disparándose hasta mi núcleo, calentándome y humedeciéndome.
Mis manos se deslizaron sobre abdominales que se sumergían y ondulaban.
Mis caderas se balanceaban contra él, y cuando él susurró en mi oreja, su voz era
gruesa, ahumada. Estaba jadeando contra su boca, mis dedos temblaban mientras se
deslizaban sobre su piel y se envolvían alrededor de la banda de sus pantalones. Él
estaba agarrándolos también, empujando la tela mientras se levantaba sólo lo
suficiente para llevar el material a sus muslos, y después no había nada entre
nosotros.
—Dios —gruñó contra mi boca.
Su mano apretó mi cadera, urgiéndome a moverme, a tomar lo que quería,
pero no necesitaba ser apurada. Mi cuerpo se movía contra el suyo y él se movía
contra mí. El calor de su cuerpo, la fricción y la humedad, y la forma en que
mordisqueaba mi boca. Todo era demasiado y no lo suficiente. La tensión entre mis
piernas creció rápidamente, robándome el aliento, sorprendiéndome. El espiral se
apretó profundamente dentro de mí, y nuestros movimientos se volvieron casi
frenéticos. Su gruñido de aprobación chamuscó mi piel, encendiendo el fuego, y me
vine con una oleada cegadora, apretando y aflojando los músculos a la vez. Nunca,
nunca había sentido algo tan poderoso, tan deliciosamente destructor.
Zayne me siguió rápidamente, el ronco, profundo grito sofocó los míos
mientras la liberación nos sacudía, y luego su boca estuvo sobre la mía y me besó, y
siguió besándome como si deseara no solo probarme, sino devorar mi ser, y yo... yo
quería ser devorada.
No sabía que era posible ser besada así.
No sé cómo, pero terminamos en nuestros costados, nuestros rostros
alejados unas pulgadas, nuestras piernas enredadas y uno de sus brazos bajo mis
costillas, enrollado alrededor de mí, y el otro alrededor de mi cintura. No pensé que
alguna vez fuera a respirar normalmente mientras yacíamos allí, mi corazón aun
latiendo con fuerza.
—Eso fue… —Aclaré mi garganta—. No sabía que podía sentirse así sin
siquiera, ya sabes, hacerlo.
Los brazos de Zayne se apretaron y me atrajeron a su pecho, piel contra piel.
—Yo tampoco.
Sonreí, y cuando él besó la esquina de mis labios de nuevo, mi sonrisa creció.
Él guio mi cabeza al espacio debajo de su barbilla, y estaba rodeada por su calor.
No tenía idea de cuánto tiempo pasó, pero podía sentir la atracción del sueño
tirando de mí.
—¿Vas… vas a quedarte conmigo esta noche?
Sus labios rozaron mi frente.
—Duerme, Trin. No estoy yendo a ninguna parte.
Capítulo 30
—¿Alguna actualización? —preguntó Jada al teléfono mientras revisaba la
ropa que había empacado, buscando algo apropiado para usar para encontrarme con
las brujas. Sentía como si necesitara algo oscuro y rudo.
—Bael fue visto la noche anterior —Presioné mi teléfono contra mi hombro.
No le había dicho a Jada que íbamos a ver brujas esta noche o que estábamos
trabajando con demonios. No pensaba que entendiera eso cuando apenas lo entendía
yo misma—. Estamos esperando información que nos dirá dónde encontrarlo. Eso
es lo que espero al menos, porque no puedo imaginar... —Me balanceé sobre mis
rodillas, cerrando mis ojos.
—Lo sé —dijo Jada en voz baja—. La buena noticia es que aún sientes el
vínculo, ¿correcto?
—Correcto.
—Entonces, todavía está vivo y eso es todo lo que importa en este momento.
Me aclaré la garganta mientras abría los ojos.
—¿Cómo está Ty? ¿Thierry y Matthew?
—Ty está increíble, como siempre —respondió después de un momento de
silencio—. Thierry y Matthew están bien, pero te extrañan.
—También los extraño. ¿Ty no me extraña?
Jada se rio.
—Ty te extraña, idiota.
—Es mejor. ¿Todavía no hay más ataques o algo así?
—Ha estado tan silencioso como un ratón de iglesia —dijo, y fruncí el ceño,
entonces Peanut atravesó la pared y atravesó mi maleta, revolviendo la ropa—.
Aburridamente normal por aquí.
No pude evitar que una sonrisa se me formara.
—Eso apesta... para ti.
—Y para ti cuando vuelvas —me recordó.
Una extraña punzada iluminó mi pecho mientras miraba la puerta abierta
de la habitación.
—Es una mierda para mí entonces.
—¿Cómo está Zayne?
Me mordí el labio inferior, pensando en la noche anterior, en la forma en
que él me tocó y me hizo sentir, cómo me abrazó durante la noche. Mi cara se puso
roja por los recuerdos acalorados, y al mismo tiempo estaba agradecida de que Jada
y yo no estuviéramos cara a cara.
Zayne se había quedado conmigo toda la noche, y no solo eso, me había
besado esta mañana, me besó tan dulcemente que solo pensar en eso ahora me causó
dolor en el pecho, como si hubiera un globo inflado allí.
Y luego me preparó el desayuno: gofres y tocino, y como que quería
mantenerlo para siempre.
—¿Trinity?
—Él está bien —dije, manteniendo la voz baja porque estaba en el baño,
duchándose.
—Apuesto a que lo está.
Me reí, queriendo contarle todo, pero sabía que este no era el momento
adecuado. Además de que iba a tener preguntas que no podría responder.
Como, ¿lo de anoche significaba que habría más de estás noches?
¿Significaba eso que estábamos juntos? No lo sabía. Realmente no habíamos tenido
esa conversación.
—Cállate, espera un momento —Bajé el teléfono cuando vi a Peanut
dirigiéndose hacia el baño—. ¡Peanut! ¡Ni siquiera lo pienses!
El fantasma levantó las manos y se agitó hasta la cama, arrojándose en ella.
Se hundió a través de ella, desapareciendo.
—¿Qué está haciendo? —preguntó Jada.
—Ser un maldito pervertido.
—No soy un pervertido —La voz apagada de Peanut provenía de algún
lugar de la cama—. Tengo que usar el baño.
—Peanut, primero que nada, hay dos baños aquí, pero lo más importante,
estás totalmente muerto y no usas el baño.
—Tal vez debería dejarte —dijo Jada, y suspiré—. Llámame mañana, ¿está
bien?
—Bueno. Hablamos pronto —Dejé caer mi teléfono sobre la cama, entonces
la cabeza de Peanut resurgió—. Compórtate.
Me sonrió, aunque en realidad era solo una mueca exponiendo todos sus
dientes.
Sacudiendo mi cabeza, volví a mi ropa. Tomé una camiseta negra sin
mangas. Era uno de esos estilos hi-lo, más corta en la parte delantera y más larga en
la parte posterior.
—¿Qué tal esta? —le pregunté a Peanut.
Ladeó la cabeza hacia un lado.
—¿Por qué crees que sabría qué usar para ir a conocer brujas?
—No sé —Suspiré, dejándome caer sobre mi trasero.
—No puedo creer que las brujas sean reales —La cabeza de Peanut seguía
siendo lo único visible—. Tampoco puedo creer que todavía me sorprenda algo.
—Igual —Estuve de acuerdo.
—Tampoco puedo creer lo que ustedes dos estaban haciendo anoche.
Mis ojos se abrieron mientras bajaba la voz.
—¿Nos estabas espiando?
—No. Venga. Eso sería asqueroso —Hizo una pausa—. Pero literalmente
no había donde ir en este lugar donde no pudiera escucharlos.
Oh, Dios mío.
La puerta del baño se abrió y miré por encima del hombro justo a tiempo
para ver salir a un Zayne sin camisa, pasándose una toalla por el pelo mojado. Vestía
pantalones para correr que estaban húmedos en... lugares interesantes, haciéndome
pensar que no se había tomado el tiempo para secarse realmente.
Él me miró.
—¿Qué estás haciendo?
—Buscando algo para ponerme esta noche —Levanté la camiseta sin
mangas, luchando por comportarme como si todo fuera totalmente normal—. ¿Crees
que esto es apropiado?
Un lado de sus labios se levantó. —Puedes ponerte lo que quieras, Trinity.
—Me gusta cómo dice tu nombre —comentó Peanut.
Entonces no era la única que pensaba que decía mi nombre de una manera
interesante.
—Sí, pero no quiero destacar.
—No creo que eso sea posible.
Bajé mi camisa, sonriendo como una idiota. Cuando se giró para caminar
hacía el armario, lo miré con tanta avidez que Peanut se río.
—¿Está bien tu pecho? —pregunté.
—Sí, me puse un poco de esa cosa que hizo Jasmine esta mañana por si
acaso, pero está bien —Sacó una camisa negra y se la puso sobre la cabeza. Eso fue
todo. Los chicos escogían la ropa de una manera tan simple—. Pensé que podríamos
tomarlo con calma esta noche, después de que hagas tu visita.
—¿En serio? —¿En qué consistía “tomarlo con calma”? Eché un vistazo a la
cama y sentí todo mi cuerpo calentarse.
Realmente necesitaba controlarme.
Se dirigió a la puerta, con un par de jeans en la mano.
—Sí, podemos ir por algo para comer.
La emoción me invadió. Iba a ver brujas, conseguir salir y cenar con Zayne
como una persona normal, como su...
Me interrumpí antes de dejar que ese pensamiento terminara. Agachando la
mirada, doblé mi camisa.
—Me gustaría eso, pero si las brujas nos dan información, nosotros...
—Actuaremos sobre eso de inmediato —acordó.
Me atreví a sonreír.
—Bueno.
—Bien —Zayne vaciló en la puerta—. ¿Estarás lista pronto?
Asentí.
—Estaré esperando —dijo, cerrando la puerta detrás de él.
En el momento en que se fue, me dejé caer de bruces sobre mi maleta.
—Creo que te gusta —susurró Peanut.
Gruñí.
—Creo que realmente te gusta.
—Cállate —le dije, cerrando los ojos.
—Creo que te gusta mucho —cantó Peanut, y no pude decir nada, porque
obviamente era verdad.
Me gustaba Zayne.
Me gustaba mucho.

El viaje a Bethesda tomó más tiempo de lo que anticipamos, debido al


tráfico entre las dos ciudades. Cuando llegamos, había anochecido y Roth nos estaba
esperando en el garaje del estacionamiento, vestido todo de negro. No estaba solo,
Layla estaba con él.
Decidí ir con unos leggins con calaveras, que pensé que eran muy adecuados
para reunirse con brujas, y la camiseta negra sin mangas, pero al ver a Layla con un
vestido azul pálido, del tipo fluido y florido, me hizo desear haber elegido algo más…
bonito.
Suspiré. Era muy tarde ahora.
Y, además, no era como si pudiera esconder mis cuchillos en un vestido
como ese.
—¿Qué demonios? —murmuró Zayne mientras apagaba el motor. Abrió la
puerta y salió, mientras yo hacía lo mismo.
Roth y Layla se acercaron a nosotros, sus manos unidas mientras Zayne
pasaba frente al Impala.
—Hola —dije, saludando torpemente a los demonios.
Roth me sonrió mientras Layla me enviaba una breve y tensa sonrisa.
—Me quedaré aquí —anunció Layla, sonriendo inocentemente a Zayne—.
Para hacerte compañía.
Uh. Oh.
La mandíbula de Zayne estaba trabajando horas extras, como si se fuera a
romper algunos molares.
—Solo para avisarles, Bael fue visto hace dos noches, por Franklin Square.
Patrullamos por allí pero no lo vimos.
—Estaba con alguien, pero aún no estamos seguros de quién —agregué—.
Estamos esperando descubrirlo.
—Ese es un lugar extraño para él —comentó Layla, sus cejas pálidas
fruncidas, entonces miró a Zayne—. No creo haber visto demonios allí cuando
patrullé.
—¿Sales a patrullar?
Ella asintió.
—Solía... etiquetar demonios para que los Guardianes pudieran
encontrarlos fácilmente cuando cazaban.
La miré boquiabierta.
—Tengo muchas preguntas.
—La capacidad de Layla para ver almas también significa que, si toca a un
demonio, los ilumina para que nosotros los Guardianes podamos verlos. Les da un
brillo —respondió Zayne, con los brazos cruzados—. Me pregunto si podrías verlo.
—No lo sé.
—No funciona en demonios como Roth —explicó Layla—. Pero funcionó
en muchos de nivel inferior. Los etiquetaba y Zayne los cazaba más tarde.
—Ah, los viejos tiempos —ronroneó Roth con una sonrisa—. ¿Correcto?
Layla miraba a Zayne, que miraba a algún lugar detrás de Roth.
—¿Solías cazar demonios? —pregunté, completamente confundida, porque,
bueno, aunque ella era mitad Guardiana, también era mitad demonio.
—Lo hacía. Solía etiquetar a todos los que me encontraba, sin importar lo
que estuvieran haciendo —explicó— Todavía patrullo. Roth y yo juntos, pero solo
etiqueto demonios que son activamente malos.
—Realmente no patrullo, porque no podría importarme menos lo que los
demonios están haciendo —Roth sonrió—. Estoy allí para asegurarme de que Layla
esté bien. De todos modos, deberíamos llevar este espectáculo a la carretera.
Todavía no tenía idea de lo que estaba pasando entre Zayne y Layla, pero
sentía que él no estaba ni remotamente feliz de que ella estuviera allí. Extendí la
mano y toqué el brazo de Zayne, atrayendo su atención. Cuando hablé, mantuve mi
voz baja—: ¿Estás bien?
Me miró un momento y luego asintió secamente.
—Siempre.
No segura de haberle creído, miré a Layla y a Roth, descubriendo que ambos
nos estaban observando de cerca. Roth parecía divertido, pero Layla parecía...
insegura y como si quisiera... quitar mi mano del brazo de Zayne.
—Está bien —dijo Zayne.
Mi mirada buscó la suya y luego asentí.
—Bueno, ustedes dos diviértanse, supongo.
Las cejas de Roth se alzaron.
—Probablemente sea mejor que terminemos con esto lo antes posible.
Inclinando su cuerpo hacia Layla, curvó sus dedos a lo largo de su
mandíbula e inclinó su cabeza hacia atrás. La besó, y chico, la besó. Sentí mis mejillas
sonrojarse mientras desviaba la mirada hasta que Roth dijo—: ¿Estás lista?
Dudé, porque sentí que debería decirle algo a Zayne antes de irme, pero
¿qué? No tenía idea, y no era como si fuera a besarlo o me besara así, aunque eso
sería agradable, así que me di vuelta y comencé a mirar hacia donde Roth estaba
esperando.
—Trin, espera un segundo —gritó Zayne.
Mi estúpido corazón dio un vuelco en mi pecho mientras me daba la vuelta
y lo veía caminando hacia mí.
—¿Sí?
—¿Tienes tus cuchillas contigo? —Cuando asentí, su mirada buscó mi
rostro—. ¿Y qué te dije antes?
—Usar la gracia si tengo que hacerlo —susurré, consciente de que Layla y
Roth probablemente todavía podrían escucharme.
—Bien —Su pecho se alzó mientras miraba a Roth y luego a mí—. Desearía
ir allí contigo.
—Lo mismo —murmuré.
Abrió la boca como si quisiera decir más y luego me dio una sonrisa torcida
antes de volver su atención a la persona detrás de mí.
—Cuídala, Roth.
—Lo haré —Fue la respuesta del príncipe demonio.
—Debería irme ahora —le dije, un poco decepcionada de que ni siquiera
recibiera un abrazo, aunque también sabía que teníamos una audiencia—. Volveré
pronto.
Zayne me dejó dar un paso y luego me agarró de la mano y me hizo
retroceder. Se me cortó la respiración. Antes de que pudiera adivinar lo que estaba
haciendo, bajó su cabeza y susurró—: Ten cuidado.
Entonces sentí sus labios en mi sien, y mis ojos se cerraron brevemente. Fue
un beso dulce y rápido, pero significó algo para mí. Cuando abrí los ojos y me aparté,
vi el calor en sus ojos pálidos. Pensé que tal vez también podría significar algo para
él.
Sintiéndome ridículamente mareada, asentí y luego giré, corriendo hacia
Roth.
El príncipe demonio levantó las cejas hacia mí y luego se dio la vuelta con
elegancia.
—Sígueme, mi Holy Roller34.
Fruncí el ceño a su espalda, pero seguí con él mientras salíamos del garaje.
Las calles estaban iluminadas por lámparas brillantes.
—Entonces, ¿vamos a un club? —pregunté, dándome cuenta de que
estábamos caminando al otro lado de la calle, hacia un hotel.
—Más como un restaurante. Es privado —Llegó a la puerta antes que yo,
manteniéndola abierta—. Probablemente no sea lo que esperabas.
Ya lo era.
Al entrar en el vestíbulo del hotel, miré las lámparas plateadas del techo que
arreaban su luz por los suelos de mármol negro, recordándome a la luz de la luna.
Roth nos condujo a un ascensor, y se abrió antes de llegar. Lo miré.
—Espeluznante —dijo con una sonrisa.
Mis ojos se entrecerraron, y él se rio entre dientes mientras entrábamos en el
elevador presionaba inmediatamente el botón del piso trece, lo que me hizo
parpadear. Me volví hacia él.
—¿Pensé que los hoteles no tenían un piso trece?
—Este sí.
Bueno. Eso era espeluznante, pero cuando las puertas se cerraron, miré
hacia donde Roth se había retirado en la esquina.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Seguro.

34
Fanática Religiosa en español.
—¿Qué pasa entre Zayne y Layla?
Él levantó las cejas.
—¿Qué es lo que te hace pensar que hay algo entre ellos?
—¿Además de la obviamente incómoda reunión del infierno en tu casa y lo
que acaba de suceder allí? Zayne parecía que preferiría aparearse con un puercoespín
que esperar con ella.
Roth parpadeó.
—Bonitas imágenes —Sacudiendo la cabeza, cruzó los brazos, y fue
entonces cuando noté un tatuaje en su bíceps. Entrecerré los ojos. Parecía un... ¿gatito
acurrucado en una bolita? Eso no podría estar bien. ¿Demonios con tatuajes de
gatitos? Mis ojos estaban empeorando mucho—. ¿Qué sabes sobre ellos? —preguntó.
Una gran sensación de inquietud floreció en mi estómago.
—Sé que crecieron juntos y que él... se siente mal por no haber aceptado
nunca su lado demonio.
—¿Te dijo eso?
Asentí.
—Y me contó lo que le sucedió, lo que hizo su clan y que fue su culpa.
Un músculo se flexionó en su mandíbula.
—¿Te dijo lo que sucedió que causó eso?
Sacudí su cabeza.
—Solo que se siente responsable.
—Por supuesto que no —murmuró, y el ascensor se detuvo y las puertas se
abrieron—. Deberíamos terminar esta conversación después.
—Pero…
—Después —repitió, saliendo al pasillo—. Vamos, Trinity. Necesitamos
enfocarnos, y si tenemos esta conversación, tu cabeza no va a estar en el lugar
correcto.
Quería insistir, pero él tenía razón, así que lo dejé pasar por ahora. El pasillo
por el que caminamos era largo y estrecho, y cuando se curvó hacia la derecha, vi lo
que parecía ser un restaurante repleto de figuras humanas.
Roth me lanzó una sonrisa rápida.
—Te dije que no es lo que esperabas.
—Definitivamente tenías razón —murmuré, dirigiendo mi atención a una
joven mujer que estaba parada en el escritorio de la anfitriona.
Apenas me miró mientras se concentraba en Roth, y sus labios ya delgados
se volvieron inexistentes.
—Tú otra vez.
—Rowena, ¿me extrañaste? —Roth sonrió mientras descansaba sus
antebrazos en el puesto de anfitriona—. Te extrañé.
—No —dijo ella, alejándose un paso de él—. No te extrañé. ¿Estás aquí para
ver a Faye?
Roth asintió mientras se enderezaba.
La mujer suspiró tan fuerte que había una posibilidad de que se hubiera roto
una costilla en el proceso.
—Sígueme.
Rowena nos condujo a través del laberinto de mesas, pasando a personas
que parecían, bueno, personas normales. Todos miraron a Roth como si supieran
exactamente lo que era, y ninguno de ellos parecía demasiado emocionado por eso
mientras deslizaban sus sillas lejos de él, dándole un amplio espacio.
No sabía exactamente lo que esperaba. Bueno. Esperaba mujeres con largos
vestidos negros y hombres con túnicas, cantando palabras místicas y fuego, mucho
fuego. No esperaba a gente con jeans y vestidos de verano comiendo calamares fritos.
Estaba un poco decepcionada.
Llegamos a una cabina redonda que estaba ocupada por una mujer joven y
bonita con el pelo corto y oscuro. Levantó la vista cuando Rowena nos depositó allí,
la sorpresa salpicando su rostro, seguida rápidamente por la cautela.
—Hola, Faye —dijo Roth.
—Roth —La mujer comenzó a ponerse de pie—. Esto es una sorpresa…
¡Oh!
Algo pasó.
Algo realmente raro.
Una... sombra se desprendió de su cuerpo, rompiéndose en un millón de
pequeños puntos negros. Cayeron al suelo y giraron juntos, volviendo a levantarse y
juntándose para formar un…
—Mierda —Salté hacia atrás, presionando mi mano contra mi pecho
mientras mi gracia chispeaba viva dentro de mí y una serpiente enorme, de al menos
tres metros de largo y tan ancha como yo, aparecía a no más de un pie de distancia.
La serpiente se arrojó sobre Roth, su grueso cuerpo se movía y meneaba
mientras descansaba su cabeza en forma de diamante sobre el hombro de Roth, su
lengua roja se movía hacia adentro y hacia afuera.
No estaba tratando de matarme.
No estaba tratando de matar a Roth.
Mi boca se abrió. Me recordaba a un perro feliz, si un perro feliz era una
serpiente gigante que se retorcía, con su cola golpeando el suelo. Espera. ¿Las
serpientes tenían cola? No tenía idea, pero sentí que necesitaba sentarme.
—Hey, chica, ¿me extrañaste? —Roth rascó la cabeza de la serpiente
gigante—. Lo sé. Ha pasado mucho tiempo.
Parpadeé lentamente.
—Eso es... eso es una serpiente gigante.
—Lo es —Roth besó su nariz—. Esta es Bambi.
—¿El nombre de la serpiente es Bambi? —chillé.
—Tengo algo por Disney —respondió, y encontré eso aún más
perturbador—. Ella es uno de mis familiares, pero actualmente está prestada a esta
bruja…
—Ese no era el trato —dijo Faye, y luego se calló cuando Roth le envió una
mirada que no pude ver. ¿Un familiar? Santo Moisés, había leído sobre ellos, pero
por supuesto nunca había visto uno. Parecían tatuajes cuando descansaban, pero se
desprendían de la piel y estaban vivos al invocarlos. Solo los demonios más
poderosos de Nivel Superior los tenían. Mi mirada se disparó a su brazo. El tatuaje
del gatito todavía estaba allí. ¿Eso era también un familiar? ¿Un gatito?
—Bambi, esta es Trinity. Es una amiga —continuó mientras la serpiente se
movía y torcía su cuerpo largo y grueso hacia mí.
Mis ojos se ampliaron.
—¿Y qué les hacemos a los amigos? —dijo Roth—. No los comemos, Bambi.
—Ella... ¿ella come gente? —pregunté.
—Come todo tipo de cosas. A veces demonios, a veces personas. No se ha
comido un ángel. Todavía. Thumper, por otro lado, ha freído a un Alpha —respondió
Roth.
—¿Thumper?
Sonriendo, Roth se subió el costado de la camisa y, a lo largo de su cintura,
de un vibrante azul y dorado, había...
—Oh, Dios mío, ¿eso es un dragón? —susurré.
Él guiñó un ojo.
—Lo es —Se soltó la camisa—. Toma asiento, Trinity.
Le di a Bambi un amplio espacio, me escabullí en la cabina frente a Faye, y
Roth se sentó a mi lado. Un segundo después, Bambi se dejó caer sobre el regazo de
Roth, y me alejé lo más que pude mientras la serpiente me miraba con ojos rojos
impíos.
—¿En qué puedo ayudarte, Roth? —preguntó Faye, mirándome con
curiosidad.
—Necesitamos información —respondió mientras frotaba distraídamente la
parte superior de la cabeza de Bambi.
—Eso me imaginé —Se quitó un mechón de cabello de la oreja—. Lo siento.
No quiero parecer grosera, pero ¿quién eres?
—Una amiga de Roth —dije, pensando que era una frase que nunca pensé
que diría antes, y en base a la forma en que el demonio sonrió, disfrutó muchísimo
esa declaración—. Estoy buscando a un amigo. Un Guardián que fue tomado por un
demonio.
—Un demonio que de repente se volvió muy activo en la ciudad —agregó
Roth—. Su nombre es Bael.
—Sabes que raramente... nos asociamos con demonios —Cogió su vaso de
vino tinto, su mano temblaba ligeramente.
Faye estaba nerviosa.
—Sé que te asocias con demonios y todo tipo de cosas cuando beneficia al
aquelarre —respondió suavemente—. Entonces, vamos a cortar la bendita mierda
política sobre cómo ustedes son brujas buenas que adoran árboles y se toman de las
manos, cantando Kumbaya.
Mis cejas se alzaron.
—Tú y yo sabemos que es diferentes —dijo, y la sonrisa burlona desapareció
de sus labios—. Una gran pandilla de humanos atacó un asentamiento de
Guardianes. Estaban trabajando con Bael, y no hay forma de que los poseyera a
todos.
—Lo que plantea la pregunta de cómo un demonio podría acumular un
pequeño ejército de humanos dispuestos a morir por él —intervine—. Creo que sé la
respuesta.
Faye se puso rígida
—Al igual que yo —Roth se inclinó hacia adelante—. ¿Acaso tu aquelarre
ha ayudado a cierto demonio con un hechizo de encantamiento? ¿Posiblemente uno
que te permita controlar a los humanos? Y no pretendamos que tal hechizo no existe.
Sus labios se fruncieron.
—Hay un... encantamiento, un hechizo. Uno que no se usa con frecuencia
y que normalmente está prohibido.
Estaba momentáneamente distraída por el sonido de un pequeño motor
funcionando a mi lado. Miré a Bambi. ¿Esa serpiente estaba... ronroneando?
Bambi me miró, mostrando su lengua bífida.
Muy bien, entonces.
—Pero a ustedes les gusta hacer lo que está prohibido —respondió Roth—.
¿Ayudaste a Bael con tal hechizo?
Tomando un trago de su vino, ella sacudió la cabeza y tragó saliva.
—No eres un Guardián —me dijo.
—No, no lo soy.
—Entonces, ¿por qué te importaría un ataque contra una sede de
Guardianes? —le preguntó a Roth.
—¿Dije que me importa?
Le lancé una mirada fulminante.
—¿Tu aquelarre ayudó a Bael con este encantamiento? —preguntó.
—Si lo hubiéramos hecho, y eso es un gran si, no somos responsables de lo
que hizo con el hechizo —dijo ella.
Mis cejas se juntaron.
—¿No son responsables? Eso es como prender fuego a un arbusto y alejarse
de él, y luego ese fuego se extendiera a un edificio de apartamentos y quemara todo.
No pretendías que sucediera, pero aún eres responsable. ¿Qué pensaste que iba a
hacer con tal encanto? ¿Usarlo para convencer a un grupo de humanos de hacer obras
de caridad?
Roth resopló.
El agarre de la bruja se apretó sobre la copa de vino.
—Me estoy aburriendo de esta conversación, Faye —Roth se echó hacia
atrás—. ¿Tu aquelarre tuvo contacto con Bael?
Estuvo callada por un largo momento.
—¿Te das cuenta de lo mucho que esto podría arruinarnos si se revela que
divulgamos... las actividades de otros?
Roth continuó acariciando la cabeza de Bambi mientras me miraba y
sonreía.
—¿Y te das cuenta de que no me importa una mierda lo que los arruine?
Deberías estar más preocupada por estar en mi lado malo.
—Bueno, por supuesto, pero…
—Pero de lo que no te das cuenta es que realmente no quieres ponerte del
lado malo de ella —continuó, y levanté una mano, moviendo mis dedos—. Responde
la maldita pregunta.
Faye me miró por un largo momento y luego se estremeció.
—Para que lo sepas, le aconsejé al aquelarre que no ayudara a nadie con tal
hechizo, pero me ignoraron. No fue un demonio quien vino a nosotros hace dos
meses.
La esperanza se encendió y luego murió en mi pecho.
—¿No era un demonio?
Ella sacudió su cabeza.
—Fue un humano quien vino y pidió ese hechizo.
Miré a Roth, preguntándome si ella estaba diciendo la verdad o no.
—¿Quién era el humano?
Faye apretó los labios mientras sacudía un poco la cabeza.
—Era... Se llama Josh Fisher.
Ese nombre no significaba nada para mí.
—¿Josh Fisher? —Roth repitió—. ¿Te refieres al senador Josh Fisher, el líder
de la mayoría del Senado? ¿Ese Josh Fisher?
Sentí que mi corazón daba un vuelco cuando Faye asintió.
—Ese sería él.
—¿Por qué en el mundo un senador querría ese tipo de encanto? —pregunté,
atónita—. ¿Y no usarlo para, no sé, influir en los votos o algo así?
—No sé por qué lo necesitaba...
—¿Tienen a mucha gente pidiendo ese encantamiento? —exigió Roth.
Faye se puso rígida.
—Bueno no. Este fue el primero...
—Así que podemos asumir con seguridad que este encantamiento se usó
para convertir a humanos en carne de cañón.
—Bael fue visto con alguien hace dos noches. No sabemos quién era o si la
persona era humana o no —le dije a Roth—. Pero el senador tendría que conocer a
los demonios para saber que las brujas podrían hacer algo como esto, ¿verdad?
—Correcto —Roth miró a Faye—. A menos que fuera una bruja, pero voy
a arriesgarme aquí y decir que no era una bruja, ¿verdad?
—Correcto —murmuró Faye.
Me incliné hacia adelante, descansando mis brazos sobre la mesa.
—¿Sabes por qué quería el hechizo?
—No preguntamos —Terminó su vino—. Algunas cosas son mejor no
saberlas. Ofreció una gran suma de dinero.
—Qué conveniente —murmuró Roth—. ¿No pueden decirme que ninguno
de ustedes estuvo un poco preocupado por lo que haría un maldito senador con
semejante hechizo? ¿Era dinero lo que necesitaban desesperadamente?
—El dinero no es lo único que ofreció —dijo, cruzando los brazos—. Ofreció
algo más que es muy codiciado, algo que ninguno de nosotros tiene.
—¿Y eso es?
—Un nephilim —susurró.
Me quedé quieta mientras miraba a la bruja.
—¿Y por qué quieren un nephilim? —pregunté, aunque había una parte de
mí que ya sabía.
—Hay muchos hechizos que necesitan... partes de un nephilim —respondió
ella—. Huesos. Tejidos. Pelo.
La ira estalló mientras miraba a la mujer que estaba hablando de mis partes
como si fueran condimentos para un pastel.
—¿Y por qué crees que un senador tendría acceso a una criatura que fue
eliminada hace un milenio? —preguntó Roth.
Esa criatura estaba siendo empujada en el muslo por una serpiente gigante.
Bajé la mirada, y Bambi me miró con grandes y esperanzados ojos rojos.
Faye miró a su alrededor antes de decir—: Porque dijo que sabía que uno
estaba vivo y que sabía cómo conseguirlo.
—¿Cómo?
—Dijo que tenía al Protector del nephilim.
Mi piel se erizó con la necesidad de estirarme sobre la mesa y golpear a la
bruja en la cara.
—¿Él te dijo dónde tenía a este... Protector?
Ella sacudió su cabeza.
—Lo único que nos dijo es que esperaba tener a este nephilim al final del
solsticio.
—El solsticio es en unos días —le dije mientras Bambi me empujaba de
nuevo.
—Lo es —dijo, encogiéndose de hombros—. Entonces, descubriremos en
breve si es capaz de mantener su parte del trato.
—No podrá —Bajé la mano, apenas tocando la parte superior de la cabeza
de Bambi. Las escamas eran ásperas y frías al tacto—. Puedes contar con eso, así que
espero que el dinero haya valido esas vidas humanas inocentes.
Un músculo se flexionó en su mandíbula.
—¿Solo han interactuado con este senador? —preguntó Roth—. ¿No con
Bael?
Ella sacudió su cabeza.
—Correcto.
—Puedes averiguar dónde tienen a este Protector, ¿verdad? —pregunté—.
¿No pueden las brujas hacer... hechizos de espionaje?
—No en Guardianes o demonios —respondió ella—. Solo funciona en
humanos.
—No necesitamos eso para encontrar al senador —aconsejó Roth.
Bambi se presionó contra mi palma, obviamente no satisfecha con mi falta
de esfuerzo. Hice una mueca mientras ponía un poco de presión sobre la cabeza de
la serpiente. Ella tarareó en respuesta.
—¿Hay algo más que nos puedas decir? —preguntó Roth.
Faye puso su vaso vacío sobre la mesa.
—Sé que no estaba trabajando solo. Cuando vino a nosotros, estaba
hablando por teléfono constantemente con alguien que parecía estar dándole órdenes
—explicó—. Eso es todo lo que sé.
Eso era una noticia, y no una gran noticia. Un demonio de Nivel Superior
con el que lidiar era suficientemente malo, ¿y si existía la posibilidad de más?
Me recosté contra la cabina.
—Gracias por ser tan servicial —dijo Roth con un toque de sarcasmo— Creo
que es hora de que nos vayamos —Tocando a la serpiente, se echó hacia atrás
mientras levantaba su cabeza de mi pierna y se retiraba de la cabina, permitiéndonos
a los dos pararnos—. Te veré pronto —Roth acarició la cabeza de Bambi y luego
hizo un gesto a Faye con su barbilla—. Vuelve con ella.
El familiar se movió y luego dejó escapar un suspiro muy humano antes de
separarse en los puntos, que formaron una espesa sombra. La masa regresó a Faye,
entintando el brazo de la bruja.
—Roth —gritó Faye cuando nos alejamos de la cabina—. Nos iremos
pronto. Deberías estar haciendo lo mismo.
Un escalofrío me recorrió la espalda mientras el príncipe se volvía hacia ella.
—Todo el aquelarre se va —continuó.
Se me erizaron los pequeños pelos en la nuca.
—¿Por qué?
—Algo está pasando aquí y no queremos formar parte de eso —Su oscura
mirada se deslizó hacia mí—. Pero tengo la sensación de que descubrirás qué es ese
algo más pronto que tarde.
—Bueno, eso es espeluznante y no es remotamente útil, pero gracias —dije,
sacudiendo la cabeza mientras me daba la vuelta. Roth me siguió al pasillo—. ¿Crees
que ella estaba hablando de este demonio que está matando Guardianes y otros
demonios?
Roth levantó un hombro.
—No creo que sea un demonio.
—Entonces, ¿qué podría ser?
Me miró con curiosidad.
—Simplemente no lo entiendo —Me detuve en el centro del pasillo—. ¿Por
qué un senador está involucrado en esto? ¿Qué cree que puede ganar? No puede ser
dinero. Y si este senador ya ha intercambiado la mayor parte de mí, ¿qué planea
hacer Bael conmigo? ¿Sólo matarme?
—Bueno, él es un demonio. A los demonios les gusta matar cosas,
especialmente... —Se inclinó y susurró—: Cosas angelicales.
Puse los ojos en blanco.
—Eso no puede ser. No puede ser tan simple y estúpido.
—Algunos demonios son así de simples y estúpidos. También lo son muchos
humanos —continuó—. A veces la respuesta más obvia es la más estúpida.
Lo miré por un momento. Eso fue tan útil como la bruja.
—Sin embargo, esta es una buena noticia. Descubrimos dónde está el
senador, deberíamos poder averiguar dónde está Bael, ¿verdad?
—Deberíamos —respondió Roth—. Si Bael le ha dejado saber al senador
dónde está. El senador podría estar simplemente poseído.
—No hagas llover sobre mi desfile35 —le dije.
—Estoy pensando en todas las vías posibles —respondió—. Podría haber
muchos callejones sin salida, Trinity. Si Bael está usando a este senador para hacer
su trabajo sucio, hay una buena posibilidad de que Bael sea lo suficientemente
inteligente como para cubrir sus pasos. Puede que esto no sea tan simple como ir a
la casa de este senador y obtener todas las respuestas.
—Lo sé.
Él inclinó la cabeza.
—¿Lo sabes?
Lo sabía, pero esperaba que fuera así de fácil. Me di vuelta y me dirigí hacia
el ascensor, reflexionando sobre lo que la bruja nos había dicho y la espeluznante
advertencia que tenía la sensación de que estaba relacionada con lo que sea que
estuviera matando a Guardianes y demonios. Era posible que esta reunión no me
hubiera dado todas las respuestas que quería, pero no fue una pérdida total.
Teníamos otro camino, y podría ser un callejón sin salida como Roth sugirió, pero
iba a averiguarlo. Alcancé el botón de llamada del elevador.
Roth habló entonces, cuatro pequeñas palabras estremecedoras.
—Zayne ama a Layla.

35
Es básicamente una oración para expresar que "espera que sus planes no se arruinen”
Capítulo 31
Cada musculo de mi cuerpo se tensó.
—¿Qué?
—Ha estado enamorado de ella desde que eran niños —dijo—. Y Layla lo
ama. Ella lo ha amado desde que era una niña. Estuvieron juntos por un tiempo.
Poco a poco, me volví hacia el príncipe demonio. Estábamos tan cerca que
pude ver su expresión. No había sonrisas ni risas en sus labios, ni animosidad en sus
ojos de color ámbar, ni intención maliciosa.
—Layla me ama más —continuó—. Y sé que si Layla y yo no nos
hubiéramos conocido, ella y Zayne estarían juntos. Diablos, a veces me sorprende
que no lo haya elegido a él sobre mí —suspiró—. Es un hombre mucho mejor de lo
que yo podría esperar ser.
Tan sorprendida por lo que decía, me quedé sin palabras. Todo lo que pude
decir una vez que moví la boca fue—: ¿La ama?
Roth se apoyó contra la pared.
—Sí. Quiero decir, hace seis meses, lo hacía. No puedo imaginar que ese
tipo de amor, ese de amar a alguien durante años y años y años, se haya desvanecido
tan rápido.
Una pequeña fisura se abrió en mi pecho, demostrándome cuánto me había
gustado Zayne, cuánto me gustaba sin darme cuenta.
¿Por qué debería ser eso tan sorprendente?
Por eso confié tanto en él anoche. Por eso no podía quitarle los ojos de
encima cuando estaba cerca de él. Por eso le confié lo de mi visión y le hablé de mi
mamá.
Tal vez no era amor, pero definitivamente era algo que era potente y
poderoso y podía ser herida, porque sea lo que sea, estaba doliendo ahora mismo.
Poniendo la cabeza contra la pared, Roth suspiró.
—Te gusta, ¿verdad?
Mi mandíbula se apretó por lo fuerte que estaba cerrando la boca.
—Probablemente tú también le gustes. Le gustaba Stacey.
Parpadeé.
—¿Quién es Stacey?
—La mejor amiga de Layla —Inclinó la cabeza hacia mí—. Ella y Zayne
estuvieron muy unidos después de todo lo que había pasado entre él y Layla. No
estuvieron juntos. Bueno, intento no meterme en sus asuntos personales, pero creo
que se distraían el uno al otro.
—¿De qué?
—De su dolor —respondió—. Hay muchas cosas que no sabes, Trinity. Por
ejemplo, no sabes que la razón por la que el clan de Layla la atacó y casi la mata era
porque Zayne la besó y ella se llevó un pedazo de su alma.
Inhalé un aliento tembloroso.
—Y no sabes que se castiga a sí mismo todos los días por eso —continuó
Roth—. ¿Por qué sino se mudó solo? ¿Por qué sino se negó a tomar el asiento de
poder de su padre?
—Me dijo que era porque necesitaba espacio y que no estaba de acuerdo con
lo que su clan estaba haciendo —razoné.
—Y estoy seguro de que te estaba diciendo la verdad. Pero no te lo estaba
contando todo —La cara de Roth se suavizó—. Me sorprende que su clan no se
opusiera cuando te involucraste y te fuiste a vivir con él.
—¿Por qué lo harían? Dudo que hablen de sus....sus relaciones pasadas con
extraños al azar.
—Sí, pero eres una Trueborn y debes estar protegida a toda costa, ¿verdad?
—No había ninguna burla en su tono—. Y él te ignoraría y daría su vida por ella en
este mismo instante.
Inhalé alrededor del ardor de esas palabras. Mirando a Roth, mi pecho se
levantó y cayó pesadamente mientras trataba de sacudirme lo que estaba diciendo,
tratando de decirme a mí misma que Roth era un demonio y que sólo estaba jugando
conmigo, pero... ¿por qué haría eso?
Y yo había visto la forma en que Zayne actuaba alrededor de Layla, había
oído la forma en que hablaba de ella y cómo evitaba hablar de ella a toda costa.
Roth no estaba mintiendo.
Cerré los ojos.
—Sí, te gusta. ¿Se han acostado?
Mi cabeza se movió en su dirección.
—¿Disculpa?
—Sólo pregunto porque sé que no lo hizo con Stacey. Tontearon un poco,
pero no pasaron al siguiente nivel.
—¿Cómo diablos sabes eso?
—Desafortunadamente, he oído demasiadas conversaciones entre ella y
Layla —contestó secamente—. Comparten todo. Entonces, ¿lo hizo? Ya sabes, ir al
siguiente nivel. Porque si lo hizo, entonces estoy aquí hablando estupideces y estoy
a punto de dar una fiesta, porque créeme, nadie quiere ver a Zayne seguir adelante
más que yo.
Presionando mis labios juntos, agité la cabeza.
—No hay fiesta.
—Maldición —suspiró Roth—. Mira, como acabo de decir, nadie lo quiere
ver con alguien más de lo que yo lo quiero ver. Realmente con alguien, siguiendo
adelante y viviendo su mejor puta vida, pero le estás ladrando al árbol equivocado
—Se alejó de la pared y se acercó a donde yo estaba. Se inclinó a mí alrededor y
apretó el botón del ascensor—. Así que, eso es lo que pasa con Zayne y Layla. Diez
años de amar lo que nunca podrás tener y luego perderlo una vez que te haz dado
cuenta de que siempre ha estado a tu alcance.
El ascensor sonó, señalando su llegada.
Roth y yo nos quedamos callados mientras bajábamos del ascensor y
salíamos al aire húmedo de la noche. Estaba aturdida por lo que Roth había dicho,
pero una parte de mí se dio cuenta de que no debía sorprenderme tanto. Las señales
habían estado allí, pero no conocía a Zayne lo suficientemente bien como para
leerlas.
Una rebanada de dolor me iluminó el pecho al darme cuenta. Pensaba que
lo había conocido bien, sobre todo después de todas las noches que habíamos
hablado de todo y de cualquier cosa, pero en realidad, había sido algo superficial que
él había compartido.
Ninguno de nosotros habló mientras entrábamos en el estacionamiento, y
mi corazón latió fuertemente cuando rodeamos un pilar, y vi a Zayne y Layla,
parados frente a su auto. Había un par de pies que los separaban, y sus cabezas
estaban inclinadas juntas como si estuvieran discutiendo algo muy importante. Mi
estómago empezó a revolotear cuando ambos miraron hacia arriba.
—Bueno, Trinity, esta será una noche divertida para los dos —Se dirigió
hacia Layla, hacia la chica de la que Zayne estaba enamorado—. Hola, pequeña.
Mis pasos se ralentizaron, y al acercarme, pude leer la expresión de Zayne
mientras miraba el suelo. No parecía tan enojado o irritado como cuando lo dejé.
Sólo parecía.... triste.
La presión se apoderó de mi pecho, y no sabía si era por mí o por él o por
toda esta situación.
Levantó la barbilla, y todo lo que sentía se alejó cuando su mirada se
encontró con la mía. Lo vi entonces. Un velo se deslizó sobre su cara, encubriendo
todo lo que sentía. Sin emoción, nada más profundo que la superficie.
—¿Qué averiguaron? —preguntó Layla, su voz sonando más ronca de lo que
recordaba, como si necesitara aclararse la garganta.
—Descubrimos que fue un senador quien se comunicó con las brujas para
conseguir el encantamiento —explicó Roth mientras yo estaba allí de pie, tratando
de volver a poner mis pensamientos en orden—. Josh Fisher, el líder de la mayoría
del Senado. Ofreció un Trueborn, en pedazos, básicamente, al aquelarre a cambio
del encantamiento, alegando que tenía al Protector del Trueborn.
—¿Qué demonios? —preguntó Zayne, volviéndose hacia mí.
—Básicamente —Roth puso un brazo sobre los hombros de Layla—.
Sabemos que Bael está trabajando con el senador.
—Encontramos al senador Fisher y quizás encontremos a Bael —Zayne aún
me miraba fijamente—. Estas son buenas noticias.
Asentí lentamente, finalmente encontrando mi voz.
—Haré algunas llamadas. Gideon, uno de los miembros de nuestro clan, que
es un maldito genio de la tecnología, podrá descubrir la dirección del senador —dijo
Zayne, y eso era una buena noticia. Ya estaba buscando en su bolsillo e hizo una
llamada rápida—. Deberíamos tener algo en un par de horas.
—¿Van a ir a su casa una vez que tengan la información? —preguntó Layla.
—Sí —dije, ignorando la repentina agudeza en la cara de Zayne—.
Deberíamos...
—Dale hasta mañana por la noche —sugirió Roth—. Layla y yo nos
encargaremos de algunas cosas esta noche, pero seremos su apoyo si consiguen su
información y deciden entrar.
Abrí la boca, pero Zayne habló antes que yo.
—No creo que eso sea necesario.
—No creo que me importe —contestó Roth.
Layla se alejó y golpeó al demonio en el pecho y luego se concentró en
nosotros, en Zayne.
—No tienen ni idea de a lo que se enfrentan. Podría ser sólo el senador. O
podría haber seguridad humana, y si ese es el caso, nos necesitan...
—Porque me encargaré de los humanos y no me sentiré ni remotamente mal
por ello —explicó Roth—. Sabes, si los humanos nos plantean un problema.
Cerré la boca con un chasquido.
—No sólo por eso —Layla miró a su novio, y él simplemente sonrió—. Pero
tengo la impresión de que el clan no está ayudando con esto, no activamente, y
deberían tener refuerzos en caso de que las cosas salgan mal.
—Ella tiene razón. Tienen razón —dije, cruzando los brazos—. Sería una
tontería hacer esto sin ayuda.
Zayne exhaló y luego asintió.
—Una vez que escuche de Gideon, les enviaré la dirección y estaremos
mañana. ¿A las ocho suena bien?
—Suena bien —Roth tomó la mano de Layla—. Nos vemos entonces —
Empezó a girarse y luego se detuvo, mirándome—. Lamento que no obtuvieras todas
las respuestas que buscabas.
Inhalando con fuerza, supe que no estaba hablando sólo de Bael o Misha.
Estaba hablando de Zayne. Asentí con la cabeza y luego me giré, dirigiéndome hacia
el lado del pasajero del Impala.
Zayne me siguió, abriéndome la puerta.
Tan educado.
Siempre el caballero.
—Gideon podrá darnos la información que necesitamos —dijo, y hubo un
indicio de lejanía en su tono.
—Lo sé.
Apoyado contra la puerta del pasajero, Zayne se pasó una mano por el pelo.
—Tenemos alguna dirección, pero con Bael involucrado con un senador,
eso también podría significar malas noticias a largo plazo.
—Así es —Suspiré, más allá de la frustración y la tensión emocional y
mental, demasiado tensa cuando miré a Zayne—. Estamos más cerca de encontrar a
Misha. Al menos está eso.
Zayne se quedó callado mientras giraba la cabeza, mirando en la dirección
en la que Layla y Roth habían desaparecido.
—Siento que.... nos estamos perdiendo algo. Que está justo en nuestras caras
y que no lo estamos viendo.
—Sí, bueno, Roth piensa que es porque Bael solo me quiere muerta. Como
si se hubiera enterado de mi existencia y pensara “tomemos todas estas medidas
elaboradas para matarla”.
Las cejas de Zayne se levantaron.
—Pero eso no tiene sentido, porque ¿para qué mantener con vida a Misha?
Con el vínculo soy más fuerte, él es más fuerte. Y si saben lo suficiente sobre Misha
y lo que es ¿por qué no lo han matado?
—No lo sé —Zayne dio un paso atrás—. Pero no vamos a encontrar las
respuestas aquí.
No, no lo haríamos.
Me abroché el cinturón mientras Zayne cerraba la puerta y corría por delante
antes de subir al volante. Aunque sabía que debía concentrarme en lo que la bruja
había dicho, todo en lo que podía pensar mientras salía del estacionamiento era en
lo que Roth me había dicho.
Mi corazón empezó a latir con fuerza de nuevo mientras miraba a Zayne,
sus rasgos en sombras. Miré por la ventana, tratando de pensar en una manera de
sacarlo a colación, porque necesitábamos hablar de esto. Tal vez si lo de anoche no
hubiera ocurrido, no lo hubiéramos necesitado, porque no habría sido asunto mío,
pero ahora lo era.
—¿Estás bien? —pregunté, mis manos sorprendentemente húmedas
mientras me las frotaba a lo largo de las rodillas.
—Sí —Me miró de reojo—. ¿Por qué?
¿Por qué? Parpadeé lentamente.
—Estás muy callado.
—¿Lo estoy?
—Lo estás —confirmé, preguntándome si la distancia en su tono estaba
realmente ahí o si era mi imaginación—. ¿Cómo.... cómo fueron las cosas con Layla?
—Bien.
Arqueé una ceja.
—¿Bien?
—Sí, estuvo bien.
—No lo parece.
Me echó otro vistazo rápido, pero no respondió.
La frustración creció, pero también lo hizo la repentina sensación de
malestar que sabía a amargura y a temor en la parte posterior de mi garganta. Levanté
las manos. No planeaba soltarlo, pero sucedió.
—Roth me lo dijo.
Zayne no respondió inmediatamente, así que me giré en el asiento hacia él.
Estaba concentrado en la carretera, su mandíbula era una línea dura.
—¿Decirte qué, Trinity?
—Sobre....sobre ti y Layla.
No hubo respuesta. Ninguna. Ni siquiera una breve mirada o un parpadeo
de emoción que pudiera ver.
—Me dijo que estás enamorado de ella.
Eso provocó una reacción, no la que esperaba, sino algo más. Sus labios se
retorcieron con una sonrisa irónica mientras agitaba lentamente su cabeza.
—¿Él te dijo eso?
—Sí —susurré, y esperé a que dijera algo, lo que fuera, pero no dijo nada—
. ¿Lo estás? —le pregunté—. ¿Estás enamorado de ella?
Exhaló mientras mantenía una mano en el volante. Pasó un momento, tan
largo que yo ya tenía mi respuesta.
La misma respuesta que tenía antes de hacer la pregunta.
Tensándome, me concentré en el borrón de la oscuridad fuera de la ventana.
Abrí la boca y luego la cerré, porque había tantas cosas que quería decir que ni
siquiera sabía por dónde empezar.
—Siempre me preocuparé por ella —dijo Zayne en voz baja—. Siempre.
Me estremecí mientras el aliento se quedaba atorado en mi garganta.
—No tienes que responder a mi pregunta. Ya lo sé. Ni siquiera sé por qué
pregunté.
—¿Qué te dijo? —preguntó Zayne.
—Lo suficiente para... No lo sé. Poner mi cabeza en orden, supongo —
murmuré—. ¿Qué fue lo de anoche?
Oh, Dios.
En el momento en que esa pregunta salió de mi boca, quise cogerla y
metérmela por la garganta, pero ya era demasiado tarde.
—¿Qué te dijo, Trinity? —repitió.
—Me dijo que... que estás enamorado de Layla, y que has estado enamorado
de ella durante años. Me dijo que estuvieron juntos y que ella tomó parte de tu alma
—Una vez que empecé a hablar, realmente no pude detenerme—. Incluso me habló
de una chica llamada Stacey y que... —Me corté antes de decir nada más—. Me dijo
lo suficiente.
—Jesús —murmuró Zayne—. ¿Por qué siquiera preguntarme qué siento o
pienso cuando él parece haberte contado todo mi negocio?
—Oh, sí, como si hubieras sido completamente sincero con la información
cada vez que te pregunté sobre Layla —le dije, la ira reemplazando el aguijón del
dolor. Me aferre a ella. La ira era mejor, más fácil de manejar—. No lo mencionaste
anoche, cuando estabas enumerando todas las razones por las que no deberíamos
hacer lo que hicimos, que la más importante era que aún estabas enamorado de
alguien que no puedes tener.
—No me di cuenta de que tú y yo íbamos tan profundo —respondió él, y mi
cabeza giró en su dirección.
Mis labios se abrieron en una fuerte inhalación que no llegó a ninguna parte
mientras ese ardiente dolor regresaba, más agudo que antes. El nudo en mi garganta
había vuelto, y de repente estaba tan incómoda en este asiento, en mi piel, que quería
estar lejos de aquí. En cualquier parte. En la calle. Junto al río. En una guarida de
demonios hambrientos.
En cualquier parte.
Mis hombros se tensaron mientras apartaba lentamente la mirada.
—Mierda —siseó—. Trin, no quise que sonara así. Yo no...
—¿Podemos no hablar ahora mismo? —le interrumpí.
—No, tenemos que hablar. Estoy en un.... Estoy en un momento extraño
ahora mismo. No esperaba que estuviera aquí esta noche y... y toda esa mierda que
viene con ella. No esperaba que Roth cotilleara como una maldita anciana. No
esperaba lo de anoche...
—Sí, bueno, yo tampoco, Zayne. No esperaba que me gustara alguien que
está enamorado de otra persona —Mis dedos se clavaron en mis rodillas—. Y
realmente no quiero hablar más de esto.
—No lo entiendes.
—Tienes razón —dije, parpadeando para alejar las estúpidas lágrimas que
me negaba a dejar caer. Yo no era débil. Era una luchadora muy entrenada. No
lloraría—. Nunca he estado enamorada de alguien. Así que sí, no lo entiendo.
—Trin...
—No quiero hablar de esto. ¿Qué parte de eso no entiendes? Simplemente no
quiero. ¿De acuerdo? Estoy cansada y quiero irme a casa, es decir, a tu casa.
Un golpe de silencio.
—Pensé que estabas emocionada por ir a comer algo.
Ya no más.
—No tengo hambre. Sólo quiero volver.
—Correcto. Podemos hacer eso.
Y lo hicimos, en perfecto silencio, silencio que nos siguió hasta el ascensor
y que terminó cuando entré en su casa, caminando hacia la puerta de su habitación.
—Hay comida en la nevera si cambias de opinión —dijo.
Lentamente, me volví hacia él.
—¿Vas a alguna parte?
—Sí. Fuera.
Di un paso hacia él, dándome cuenta de que no quería que se fuera... y no
quería que se quedara. Quería que él forzara la conversación y, a la vez, no quería
hablar de ello, y estaba completamente confundida por estos conflictos emocionales.
—¿Dónde? —dije sin rodeos.
—No lo sé.
Se dirigió hacia el ascensor y luego se detuvo y me miró de frente. Por un
momento, esa pared se derrumbó y pude verlo todo. Tristeza. Ira. Decepción. Sobre
todo, un sentimiento que habría reconocido en cualquier parte... Anhelo. Luego se
apartó de mí.
—Lo siento, Trinity. Sólo necesito... Lo siento.
Y luego se fue.
Sabía por qué se había ido y por qué había estado tan callado en el viaje de
vuelta.
Y ahora sabía por qué nunca había tenido sexo antes y por qué no había
presionado por ello conmigo.
Era porque había estado enamorado de Layla desde que era un niño y seguía
estando tan obviamente enamorado de ella.
Inhalé y el aire se me atascó en un nudo repentino en la garganta. Me miré
las mano de cerca, con los puños flácidos. Mi pecho... me dolía como si me hubieran
dado un puñetazo en el centro, y no sabía por qué me sentía estúpida y tonta, pero
lo hacía mientras miraba esas puertas, porque todo lo que podía pensar era que había
hecho esas cosas conmigo anoche, que me había tocado así, que me había abrazado
así, y todo el tiempo había estado enamorado de Layla, enamorado de una medio
Guardián, medio demonio que estaba enamorada del Príncipe Heredero del
Infierno…
¿Al menos me había visto anoche? ¿Me había sentido? ¿O había estado
viendo a Layla en su lugar, fingiendo que yo era....
Una risa estrangulada me partió los labios.
—Dios.
No tenía idea de cuánto tiempo estuve parada en el centro de su
apartamento, mirando las puertas cerradas del ascensor. Podrían haber pasado
minutos u horas antes de que caminara hacia el sofá y me sentara, adormecida hasta
el fondo.
Peanut se me acercó, de dónde, no tenía ni idea.
—¿Trinnie?
Agité la cabeza, sin confiar en mí misma para hablar.
—¿Estás bien? —preguntó—. ¿Dónde está Zayne?
Abrí la boca, pero ¿qué podía decir? No tenía ni idea de dónde estaba.
—Todo es...
La puerta del ascensor sonó y la voz de Zayne llenó repentinamente el
silencioso apartamento.
—¿Sabes qué, Trin? Al diablo con todo. Tenemos que hablar de esto.
—Bueno, ahí está —anunció Peanut.
Con los ojos muy abiertos, me puse de pie y me di la vuelta, y sí, ahí estaba,
caminando por la sala de estar. Tiró sus llaves a la isla.
—Roth no tenía por qué contarte lo que hizo —dijo, acercándose al sofá—.
No le correspondía. Puede que piense que sabe todo sobre mí, pero no sabe una
mierda...
—Tenemos compañía —solté.
Zayne cerró la boca mientras miraba a su alrededor mientras Peanut le
saludaba con la mano, sin ser visto.
—¿El fantasma?
—El fantasma tiene nombre —le recordé—. Peanut.
—Peanut. De acuerdo —Zayne se pasó una mano en el pelo, y esas hebras
se deslizaron inmediatamente contra su mejilla—. Peanut, ¿puedes darnos un poco
de espacio?
Peanut bajó las manos mientras me miraba.
—Está.... está hablando conmigo.
—Sí. Está hablando contigo.
—¿De verdad? —Una expresión de asombro llenó la cara de Peanut—.
Nadie me habla excepto tú, incluso cuando saben que estoy aquí.
—Bueno, ahora te está hablando a ti, Peanut —Miré a Zayne—. ¿No es
cierto?
Zayne asintió.
—Sí, Peanut, te estoy hablando. ¿Puedes darnos un tiempo a solas?
Me volví hacia Peanut.
—Normalmente me encantaría estar aquí para lo que estoy seguro va a ser
una conversación súper incómoda, pero ya que él lo está pidiendo, les voy a dar
espacio —dijo Peanut, y estaba un poco confundida de que lo estuviera haciendo
porque Zayne se lo pidió, y sin embargo nunca lo hizo por mí—. Les daré un poco
de espacio y veré qué está haciendo Gena.
—Vale. Él ya se va.... Espera. ¿Quién es Gena? —le pregunté.
—Es una chica súper genial en el cuarto piso que puede verme. Ha estado
haciendo maratones de Stranger Things conmigo —dijo, y yo parpadeé—. ¡Hasta
luego, cocodrilo!
—¡Espera! —lo llamé, pero Peanut desapareció. Me volví hacia la puerta—
. Oh, Dios, ha estado viendo con una chica en el cuarto piso que puede verlo. No sé
si eso es bueno o no, pero eso explica por qué no ha estado mucho por aquí.
—Tal vez es un pariente lejano tuyo —comentó Zayne irónicamente.
Le di una mirada oscura mientras me quitaba el pelo de la cara.
—Tendré que pensar qué hacer con eso más tarde —Inhalé profundamente
mientras alzaba mi mirada a la suya, y esos ojos azules pálidos atraparon los míos.
De repente, cansada hasta los huesos, dejé escapar un débil aliento—. ¿Qué querías
decirme?
Sus ojos buscaron los míos.
—Roth debería haber mantenido la boca cerrada.
—¿Por qué? ¿Para que continuemos con lo que sea que estemos haciendo y
no tenga idea de que quieres a alguien más? —Escuché sus palabras de antes. No me
di cuenta de que tú y yo íbamos tan profundo. Un agudo pinchazo de malestar me atravesó
el pecho mientras daba un paso atrás y me sentaba en el borde del sofá—. Eso es
jodido.
—No, no es por eso. No debería haberse involucrado, porque no es asunto
suyo...
—Yo pregunté. Él no sacó el tema. Le pregunté qué había entre ustedes dos.
Él respondió.
—Aún así no era su lugar.
Lo miré fijamente, y sí, tal vez Zayne tenía razón. Tal vez no era el lugar de
Roth, pero no cambiaba lo que se había dicho o el hecho de que yo supiera la verdad.
Tragando fuerte, miré hacia otro lado.
—No debería habértelo dicho, porque yo no quería que esto pasara. Con
todo lo que está pasando, lo último que quería era que salieras herida.
Dios.
¿Por qué esas palabras me hicieron sentir peor?
—No estoy herida —Eso era una mentira. Sentía como si tuviera una garra
de diablillo clavada en mi pecho—. Yo... no sé en qué estaba pensando anoche —
dije, doblando mis manos alrededor de mis rodillas mientras mi mirada iba hacia la
TV apagada—. No es que pensara que estabas locamente enamorado de mí o algo
así. Quiero decir, creo que te molesto demasiado para eso, de todos modos, pero no
sabía que había alguien más.
—No hay nadie más.
—¿No lo hay? Puede que no estés con Layla, pero estás enamorado de ella,
y eso significa que hay alguien más con quien preferirías estar y eso significa que yo
soy.... soy la segunda mejor opción. Yo soy...
—No eres la segunda mejor opción, Trin —suspiró Zayne, y mi corazón se
apretó—. Sé que esto te está haciendo daño. Mierda. Escucharte decir esto me está
matando.
—¿De verdad? —Incliné la cabeza—. ¿Cómo exactamente te está matando,
Zayne?
—Porque me preocupo por ti. Porque anoche fue...
—¿Un error?
—No. No fue un error para mí. ¿Lo fue para ti?
Una gran parte de mí quería decir que lo fue solo para atacarlo, pero todo lo
que pude hacer fue agitar la cabeza mientras miraba fijamente mis manos,
preguntándome cómo había llegado aquí.
—¿Tú....?
—¿Qué?
Volví a agitar la cabeza, con mi corazón palpitando con fuerza y mi garganta
seca mientras lo miraba.
—¿Querías hacer eso conmigo anoche o estabas pensando en ella?
Sus ojos se abrieron de par en par.
—Jesús, ¿es una pregunta de verdad?
—La primera vez que te besé, te alejaste como un cohete, y cualquier otra
vez que nos hemos acercado, te has alejado. No fue como si hubieras saltado sobre
mis huesos anoche. Tuve que... tuve que convencerte —susurré, con el estómago
retorcido al darme cuenta de que eso era cierto y que no podía mirarlo—. Enlistaste
todas estas razones y yo...
—No tuviste que convencerme. Lo que siento por Layla, lo que he sentido
por ella, no tiene nada que ver con lo de anoche. Para nada. Lo que hicimos fue casi
perfecto —continuó, y sentí el cambio del sofá cuando se sentó a mi lado. Me sacudí
cuando sentí sus dedos bajo mi barbilla—. Lo siento —murmuró, volviendo mi
mirada a la suya—. No hay un puto momento de anoche del que me arrepienta.
Parpadeé.
Sostuvo mi mirada durante un momento más y luego miró hacia otro lado.
—Conozco a Layla por lo que se siente como media vida. Más tiempo, en
realidad. Ella era... Al principio sólo era una niña pequeña, siguiéndome y siendo....
bueno, una molestia. Me imagino que se parecía mucho a ti y a Misha.
Cerrando los ojos, tomé un poco de aire. Quería que se callara. Quería que
siguiera hablando. Quería...
No sabía lo que quería.
Pero Zayne siguió hablando.
—A medida que crecía y yo también, supe que estaba enamorada de mí, y
fue fácil ignorarla al principio, porque era más joven, pero luego ya no lo era e iba a
la escuela pública, algo que había rogado y pedido a mi padre para que se lo
permitiera, y yo esperaba que volviera a casa todos los días y me contara sobre su
día. Sabía que le gustaba, pero no fue algo en lo que ninguno de los dos actuara.
—¿Porque no era una Guardiana completa? —Abrí los ojos.
Todavía estaba mirando fijamente a sus manos cuando soltó una risa áspera.
—No. Porque las habilidades de su madre se manifestaban de manera
diferente en ella. Sabes de algunas de ellas, pero ella no puede besar nada que tenga
un alma. Se alimenta de esa manera.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—Eso haría difícil mantener una relación... pero confiaba en ella. Nunca
temí que me hiciera daño. Ella simplemente no confiaba en sí misma —dijo,
inclinando la cabeza hacia atrás. Su garganta se movió cuando tragó—. No sé
exactamente cuándo me di cuenta de que lo que sentía por ella no era
nada....fraternal. Fue antes de que Roth entrara en escena. Eso lo sé, y salí con otras
personas, pero no me gustaba nadie a causa de ella. Coqueteaba con ella, pero ella
nunca pensó que la viera de esa manera. No importó cuántas veces le coqueteara o
dejara caer insinuaciones de que… de que me gustaba, que me sentía de la misma
manera, ella simplemente no las veía. Luego llegó Roth.
—Yo... ¿Roth dijo que estuvieron juntos en algún momento?
Bajó la barbilla y asintió.
—Lo estuvimos. Lo intentamos. Es una larga historia, pero Roth la alejó
porque mi padre lo amenazó para que se mantuviera alejado de ella. Roth obedeció
por miedo a que le pasará algo a ella, y fue mi oportunidad, nuestra oportunidad de
intentar que funcionara. Ambos la vimos y la tomamos, pero no duró.
—¿Porque trataste de besarla? —pregunté, pensando que no poder besar
apestaría, pero había todo tipo de cosas que se podían hacer que no involucraban
boca contra boca.
—Fuimos capaces de besarnos. Pensábamos que era porque era capaz de
controlar sus habilidades, pero tenía a la familiar de Roth en ese momento, y eso
alteró sus habilidades...
—¿Bambi? —le pregunté—. ¿U otro más?
—Bambi —Me miró—. ¿Cómo lo supiste?
—La conocí esta noche. Estaba con esa bruja.
—Le tengo cariño a esa maldita serpiente —Una leve sonrisa apareció y
luego se desvaneció—. Cuando Layla fue herida por mi clan, se estaba muriendo.
Las brujas tenían una cura y Roth negoció por ella. Querían a Bambi, y él se las dio.
Escuché que perder un familiar es como perder una parte de ti mismo, pero eso es lo
mucho que ama a Layla.
—Oh —murmuré.
—De todos modos, la última vez que la besé, Bambi no estaba con ella, y
accidentalmente se alimentó de mí —dijo—. Tomó un pequeño pedazo de mi alma,
pero eso no fue lo que terminó con nosotros. Ella eligió a Roth, y todo el tiempo que
estuvo conmigo, sólo lo quería a él. Me amaba. Todavía me ama, pero... ama más a
Roth.
Me estremecí. Eso fue lo mismo que Roth había dicho.
—Después, me enojé. Me sentí como si me hubieran usado y luego
descartado —Un músculo se flexionó a lo largo de su mandíbula—. Estuve enfadado
con ella durante mucho tiempo.
—Parece que sigues enfadado con ella.
Zayne me miró.
—No lo estoy.
—¿De verdad?
—No. En todo caso, estoy enojado con la situación, porque no sólo perdí
una relación con ella, sino que perdí a alguien que era básicamente mi mejor amiga.
Las cosas cambiaron. Cambiaron para ella. Cambiaron para mí —dijo—. Y sé que
parecía enfadado con ella, y lo he estado, pero no porque ella rompió conmigo. Es
porque todavía intenta tratarme como si nada hubiera cambiado. Como si pudiera
exigir saber qué está pasando en mi vida y con quién estoy. Estaba con una chica, y
Layla se metió en medio de eso.
—¿Stacey?
—Dios, ¿qué es lo que no te dijo Roth?
—Lo siento —murmuré—. ¿Hizo que sonara como si Stacey hubiera
perdido a alguien?
—Lo hizo. Su novio. También era amigo de Layla —Se pasó una mano por
el pelo—. Stacey y yo somos amigos. Nosotros.... nos besamos un par de veces. Las
cosas fueron un poco incómodas después, porque ambos éramos cercanos de Layla.
Hace tiempo que no la veo —Levantó un hombro—. De todos modos, Layla cree
que le debo.... No sé exactamente qué. ¿Aceptación? Ya he aceptado que está con
Roth. ¿Perdón? Me llevó un tiempo, pero ya lo he hecho. ¿Volver a cómo eran las
cosas antes, como si nada de esto hubiera pasado? No estoy seguro de que eso vaya
a ser posible, y es un poco confuso que ella espere eso de mí.
—¿Confuso? —repetí—. Creo que está súper mal, para ser honesta. Quiero
decir, esto no fue hace tanto tiempo, ¿verdad?
—Diciembre —dijo—. No hace siglos, pero no ayer.
—No —Estudié su perfil, insegura de cómo me sentía después de escuchar
todo esto. Eso fue hace siete meses, no seis, y no sabía cuánto tiempo se tarda en
superar un corazón roto—. No sé qué decir ahora mismo.
Eso era cierto, porque saber esto me ayudaba a entender, pero no aliviaba el
dolor en mi pecho. O el hervor de los celos en mis entrañas, porque quería... lo que
Zayne sentía por Layla, que él sintiera eso por mí.
¿Cómo pudo Layla no haber elegido a Zayne?
Era leal y amable. Inteligente y divertido. Fuerte y protector. Era el tipo
bueno con un lado muy malo, si lo de anoche era un indicio.
Zayne no era perfecto, pero maldición, estaba cerca.
—Roth debería haber mantenido la maldita boca cerrada, porque ¿cómo
demonios se supone que sepa cómo me siento o qué es lo que quiero cuando ni
siquiera yo lo sé?
Me agarré las rodillas.
—¿Qué quieres decir?
Zayne agitó la cabeza. —Pensé... Pensé que lo sabía. Demonios. Durante
los últimos siete meses, pensé que sólo querría a una persona. Como, realmente estar
con ella, y así fue como me sentí hasta que me dejaste tirado en la sala de
entrenamiento. Entonces te quise a ti. Justo ahí, en las malditas esteras. No tienes
idea de cuánta moderación tuve que usar para no... —Su mano se enroscó en su
regazo, sus nudillos blanqueándose—. Creo que ni siquiera la quise a ella de esa
forma. Fue como un maldito puñetazo en el estómago.
Mis labios se separaron.
—Me sorprendió. Por eso me alejé de un salto de ti. Nunca he sentido una
reacción tan.... cruda hacia alguien. Yo... no sé lo que estoy haciendo cuando se trata
de ti. Cuando estoy contigo, no pienso en ella, y estoy seguro de que no la veo. Sólo
te veo a ti. No sé qué significa eso. Todo lo que sé es que nunca quise hacerte daño.
Le creía.
Las lágrimas llenaron la parte de atrás de mi garganta mientras yo asentía.
Le creía, y de alguna manera eso me hizo querer llorar. Miré para otro lado, sin tener
idea de dónde me dejaba esto, nos dejaba.
No, eso era una mentira.
Sí que lo sabía.
—Me gustas, Trin, y me preocupo por ti. Lo hago, y sé que significa algo —
dijo, y cuando no lo miré, sentí que sus dedos se enrollaban alrededor de mi
mandíbula, inclinando mi cabeza hacia atrás hasta que me encontré con su mirada.—
Y te quiero a ti. Diablos, me estoy volviendo loco por quererte, y siento como... como
si fuera atraído hacia ti. Es la cosa más loca. Como que sé dónde estás en la
habitación sin mirar. Cuando te dije en el complejo de Potomac que sentía que te
conocía, no estaba lleno de mierda. Me siento así, y yo... no puedo explicarlo.
Pero.
Había una pero persistiendo entre nosotros.
Le gustaba a Zayne. Se preocupaba por mí. Me quería. Pero lo habían
lastimado. Muy mal. Había una fortaleza a su alrededor que no sólo tenía que ver
con Layla, sino también con su padre y su propio juicio de las responsabilidades de
su clan. No sabía lo que realmente necesitaba.
Puede que no supiera lo que es estar enamorada o amar a alguien como él,
pero pensaba... pensaba que podías saber si realmente te gustaba alguien, que si había
un potencial para eso, incluso si no conocías a una persona durante semanas, meses
o años, simplemente lo sabías. Y si sabías que realmente te gustaba alguien, lo
aprovecharías. Lo intentarías.
Y sabía que él me gustaba de verdad, y sabía que aunque las cosas estuvieran
muy mal ahora, si él sentía lo mismo, yo me acercaría y lo aprovecharía. Lo
intentaría.
Pero estaba bastante segura de que, incluso con todo lo que había dicho, no
iba a seguir ese camino conmigo. No estaba aprovechando ni intentando nada. No
estaba preparado.
—Está bien —dije, y forcé una sonrisa a pesar de que esto no se sentía bien.
Me sentía horrible.
Los dedos de Zayne se abrieron sobre mi mejilla, y mis ojos se cerraron.
—Trin...
Mi sonrisa empezó a tambalearse, y supe que era hora de que me tomara un
poco de espacio. Todo tenía que estar bien. Necesitaba su ayuda. Él iba a necesitar
la mía, y yo llorando no iba a hacer que las cosas estuvieran bien o fueran menos
incómodas.
Su pulgar se deslizó sobre mi barbilla, justo debajo de mi labio, haciéndome
inhalar un aliento poco profundo. Sentí ese suave roce hasta las puntas de los pies.
—¿Están las cosas realmente bien?
Asentí, abriendo los ojos.
—Sí, lo entiendo.
La duda nubló sus hermosos ojos, pero sonrió mientras tocaba mi barbilla,
presionando sus labios contra el centro de mi frente. El beso fue como el anterior en
el garaje, dulce y gentil, y completamente devastador.
Retrocediendo, me alejé y me levanté con las piernas inestables.
—Creo que... estoy cansada. Quiero decir, estoy cansada. Me voy a la cama
—Ni siquiera eran las once—. Gracias por hablar conmigo.
Abrió la boca, pero parecía haberse quedado sin palabras. Finalmente, se las
arregló con una voz seca—: Por favor, no me agradezcas ahora mismo.
Mi pecho se contrajo mientras asentía con la cabeza. Me volví antes de poder
hacer algo... impulsivo e imprudente, como por ejemplo, decir al diablo con el
verdadero y doloroso corazón roto que seguramente vendría camino y correr a sus
brazos, porque sabía que me dejaría hacer justamente eso.
Que le daría la bienvenida.
No podía hacer eso... porque ya estaba empezando a enamorarme de él, y
no podía dejar que eso pasara.
Tenía que ser más inteligente que eso.
Sería más inteligente que eso.
Porque finalmente había encontrado a alguien que quería, que anhelaba, y
no iba a ser la segunda en el repertorio de un pasado que todavía no había superado.
Apresurándome alrededor el sofá, me dirigí directamente al dormitorio,
deteniéndome en la puerta.
—Buenas noches, Zayne.
Se quedó en el sofá, y cuando empecé a cerrar la puerta, dijo—: Buenas
noches.
Cerré la puerta.
Y la cerré con llave.
Capítulo 32
No lloré.
Quería hacerlo, pero las lágrimas subían y subían y no llegaban a ninguna
parte mientras estaba tumbada de espaldas, deseando estar mirando las estrellas.
No podía recordar la última vez que me permití llorar. ¿Cuándo murió
mamá? No.
Mierda, incluso entonces, me lo había guardado. Claro, había sentido el
ardor de las lágrimas en mi garganta y en mis ojos, pero nunca las dejé salir.
No podía dejarlas salir ahora.
No había dormido mucho. Cada vez que me quedaba dormida, me
despertaba lo que parecían ser minutos más tarde, saliendo de las pesadillas rodeadas
de Misha sangrante y moribundo, o de los sueños en los que seguía a Zayne, pero
nunca podía llegar a él sin importar lo rápido que corriera o cuántas veces llamara su
nombre.
Eso pasó toda la noche, así que cuando finalmente me desperté temprano en
la mañana y pude ver la tenue luz del amanecer filtrándose bajo las pesadas persianas,
renuncié al sueño.
Rodé sobre mi otro lado y busqué el libro desgastado en la mesita de noche.
Curvando mis dedos alrededor de la frágil cubierta, la acerqué a mi pecho y
la sostuve allí mientras cerraba mis ojos.
Necesitaba arreglar mi vida ahora.
De eso me di cuenta en esas primeras horas de la mañana mientras estaba
acostada en la cama de Zayne, sosteniendo el libro de mi madre contra mi pecho.
Pensé en lo que había pasado anoche entre Zayne y yo.
Pensé en lo que la bruja nos había dicho a Roth y a mí, y pensé en lo que le
podría estar pasando a Misha en este mismo momento.
No pensé ni por un segundo que Bael sólo quería capturarme, matarme y
luego venderme en pedazos al aquelarre. Tenía que haber más detrás de esto, y eso
era en lo que tenía que centrarme. No lo que sea que hubiera pasado entre Zayne y
yo.
Iba a encontrar a Misha, y luego ayudaría a Zayne y a su clan a encontrar
esa cosa que los estaba matando, y luego Misha y yo nos iríamos a casa. Zayne...
Sólo sería un recuerdo. Ojalá, cuando tuviera algo de distancia, fuera un buen
recuerdo, pero aunque fuera uno triste, no importaría, porque tendría a Misha y a
Jada. Tendría mi deber. Misha y yo tendríamos nuestro deber.
¿Y si esta noche no nos llevaba a ninguna parte?
El demonio se había llevado a Misha para llegar a mí. Ya había enviado a
Hellions y diablillos tras de mí. ¿Y si la única forma de encontrar a Misha era dándole
a Bael lo que quería?
Yo.
Apreté el libro contra mi pecho mientras mi estómago se hundía y retorcía.
Eso sonaba... loco y temerario, pero estaría dispuesta a hacerlo. Si no obteníamos
respuestas esta noche....
Debí de haberme quedado dormida otra vez, porque me desperté y encontré
a Peanut sentado en el borde de la cama y el libro de bolsillo de mi madre pegado
bajo mí pecho.
—Buenos días —dijo Peanut, moviendo sus piernas transparentes—. Bueno,
ya casi es de tarde. Deberías levantarte y, no sé, hacer algo productivo.
Le fruncí el ceño
—Y tal vez quieras levantarte pronto, porque creo que el Sr. Gárgola
Caliente está haciendo tocino.
¿Tocino?
Me levantaría y enfrentaría a Zayne por un poco de tocino.
Me puse de espaldas, saqué el libro y lo puse en la mesita de noche.
—¿Qué hora es?
—Hora de que arregles tu vida.
Puse los ojos en blanco.
—Es casi mediodía —contestó—. ¿Está todo bien entre tú y Zayne? Cuando
volví, ustedes dos no estaban acurrucados como cachorritos.
Ni siquiera quería pensar en el hecho de que nos había visto juntos, y
tampoco quería reconocer la forma en que mi pecho se contrajo.
—Las cosas están bien —dije finalmente.
—Anoche no me pareció que fuera así.
—Hablando de anoche... —Me senté y me quité el pelo de la cara—. ¿Quién
es la chica con la que has estado hablando?
—¿Gena? Oh, es increíble. Me vio hace un par de días cuando estaba
revisando el vestíbulo. Me ha introducido a Stranger Things y yo la he introducido a
La Guerra de las Galaxias. Ya sabes, las tres originales, que son las únicas que cuentan.
No sabía cómo me sentía acerca de que alguien más pudiera ver a Peanut.
—¿Cuántos años tiene?
—¿Catorce? Creo. Es genial. Te gustaría. Debería presentarlas.
Mi estómago se movió.
—¿No has dicho nada sobre mí, sobre lo que soy?
Puso los ojos en blanco.
—Duh. No. No soy tonto. Pero si ella puede verme, ¿no significa que es
como tú?
—No exactamente —Me levanté—. Probablemente tiene un antepasado
angelical en algún lugar de la familia, pero no es lo mismo. Yo soy...
—¿Un copo de nieve especial?
Le disparé una estrecha mirada.
—No. Soy de primera generación. Me gustaría conocerla en algún
momento, pero ahora mismo me voy a duchar y empezar a arreglar mi vida.
—Ya era hora.
Ignorando eso, fui al baño y tomé una ducha rápida, dejando que el agua
caliente se llevara lo que parecía una capa de sudor. Cuando terminé, me peiné los
nudos de mi cabello y me puse un par de leggings y una camisa ligera y cómoda con
una cara feliz en el centro del pecho.
Peanut se había ido del dormitorio. Me detuve en la puerta y respiré
profunda y tranquilamente.
Puedo hacer esto.
Podría salir, ver a Zayne y actuar... actuar bien. Podía hacerlo. Tenía que
hacerlo.
Así que lo hice
Cuando abrí la puerta, mi estómago rugió ante el olor del tocino. Zayne
estaba en la isla de la cocina, sacando las tiras crujientes de la sartén. Mis pasos se
ralentizaron mientras él levantaba la cabeza y me miraba. Aunque no podía ver sus
ojos desde donde estaba, podía sentir la intensidad de su mirada.
Una ola de conciencia se estrelló sobre mi piel mientras me obligaba a seguir
caminando hacia allí.
—Buenos días —murmuré—. O tardes.
Zayne colocó un par de tiras de tocino en un plato y, al acercarme, vi la leve
sonrisa en sus labios mientras se colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Estaba a punto de ver si estabas despierta.
—Lo estoy —dije, y luego me di cuenta de lo estúpida que sonaba. Fui a la
nevera y saqué la botella de jugo—. ¿Dormiste bien anoche?
—Sí —Se giró, colocó las pinzas en la sartén y dejó caer sus manos sobre la
isla—. En realidad, eso es mentira. Dormí muy mal anoche.
Mi mirada se dirigió a la suya, y aspiré un aliento inestable.
—Yo tampoco dormí muy bien.
—Lo siento —murmuró, bajando la mirada—. Espero que el tocino y las
noticias que tengo para ti lo compensen.
—El tocino lo arregla todo —Me senté en el taburete, metiendo los pies
descalzos en la barandilla—. ¿Qué noticias tienes?
—Gideon llamó esta mañana —dijo, hablando del Guardián de su clan—.
Nos consiguió la dirección de este senador. Su dirección principal está en Tennessee,
pero tiene una casa al otro lado del río, cerca del restaurante donde nos encontramos
con Roth.
—Eso es bueno. Así que, ¿vamos a comprobarlo esta noche? —Podía sentir
la mirada de Zayne sobre mí mientras masticaba mi tocino.
—Sí, pero también tengo más noticias —Esperó hasta que le eché un
vistazo—. Gideon pudo rastrear el auto en el que se vio a Bael. Se vinculó a un
servicio de automóviles que sólo ocupan funcionarios del gobierno y diplomáticos.
Habló con el conductor y, con un poco de esfuerzo, pudo obtener una lista de quién
estaba siendo llevado ese día. Era solo una persona.
—Déjame adivinar. ¿El senador Josh Fisher?
—Sí —Recogiendo una tira de tocino, me apuntó—. Teníamos nuestras
sospechas antes, pero ahora sabemos que el senador Fisher y Bael están conectados.
La esperanza se desató.
—Dios. Sé que no debería estar feliz de oír esto, pero es...
—Es una pista clara. Una conexión.
Asentí con la cabeza, soltando un aliento tembloroso.
—Esta noche podríamos... —Me callé antes de que la esperanza aumentara.
Zayne se dio cuenta, sin embargo.
—Podrías encontrar a Misha esta noche. O quizá encontremos información
sobre dónde está Misha —Se alejó de la isla—. Está bien tener esperanza.
—¿De verdad lo está? —Me limpié las manos con la toalla de papel que
mágicamente había aparecido frente a mí—. Porque, ¿y si no encontramos nada?
—Podría ser —Vino alrededor de la isla, y yo me tensé mientras se detenía
a mi lado, inclinando su cuerpo entre el otro taburete y yo. Estaba tan cerca que podía
sentir el calor que emanaba su cuerpo—. Pero no está de más tener la esperanza de
que al final todo saldrá bien.
Pensaba que tal vez demasiada esperanza no llevaría a nada más que dolor,
pero me lo guardé para mí mientras bajaba la mirada. Terminé mirándole el pecho.
Llevaba puesta una camisa de algodón gris que no tenía ni una sola salpicadura de
grasa. Tenía que pensar que eso requería serias habilidades para freír tocino.
Respiré profunda y lentamente y capté el tenue aroma a menta invernal. Me
lo tragué.
—Gracias por el desayuno. Yo... diría que uno de estos días te devolvería el
favor, pero no creo que eso te guste.
—¿Por qué?
—Ni siquiera sé hervir huevos.
Se rio.
—Estoy seguro de que no es tan malo.
—Oh, no, lo es. Una vez intenté hacer un sándwich de queso a la parrilla y
logré que el pan y el queso se quedaran pegados a la sartén —le dije, jugando con la
servilleta—. Y luego casi incendié la casa de Thierry porque estaba convencida de
que podía hacer pollo frito. Soy un desastre en la cocina.
—Puedo enseñarte a hacer un sándwich de queso a la parrilla —dijo, y mi
mirada se dirigió a la suya. Había una calidez en sus ojos en la que quería caer—.
¿Qué tal si lo probamos mañana para almorzar?
Mi estúpido, estúpido corazón dio un latido feliz, y si mi corazón estuviera
justo enfrente de mí, lo habría golpeado. Me miré las manos.
—No lo sé.
Zayne cogió un mechón de mi pelo y tiró suavemente.
—Aprender a hacer queso a la parrilla cambiará tu vida.
Contra mi voluntad y mi buen juicio, mi mirada se elevó a la suya.
—Sólo di que sí, Trin.
Debería decir que no, pero como era una glotona de grado A, asentí.
Zayne sonrió entonces, y se sintió como una recompensa, lo que me hizo
querer golpearlo ahora. Sin embargo, esa sonrisa se desvaneció mientras bajaba sus
dedos a lo largo de mi húmedo cabello.
—Anoche cerraste la puerta con llave.
Me congelé.
Zayne me soltó el pelo.
—Ojalá no lo hubieras hecho.
El aire se atoró en mi garganta.
—Pero probablemente fue una buena idea.

Zayne había intentado venir a verme anoche. O porque no podía dormir o


porque me había oído despertar una y otra vez.
Pero había tratado de venir a mí después de todo, y yo no sabía qué pensar
aparte de que Zayne estaba en lo cierto.
Probablemente fue bueno que cerrara la puerta con llave.
Exhalando lentamente, aparté mi mirada de la espesura de los árboles. Había
anochecido, y nos dirigíamos a la casa del senador Fisher, en las afueras de Bethesda.
Ya habíamos pasado por varias casas tan grandes que incluso yo podía
verlas, pero en la última milla más o menos, todo lo que había visto eran árboles.
El teléfono de Zayne sonó, y lo buscó en su muslo.
—Es Roth —me dijo, y luego respondió—: ¿Qué pasa?
Lo observé y vi que un músculo pulsaba a lo largo de su mandíbula,
probablemente en respuesta a algo que dijo Roth.
—Claro que sí. Nos vemos en unos minutos —Desconectando la llamada,
colocó el teléfono en la ranura a lo largo de la puerta—. Vamos a detenernos aquí y
caminar el resto. Roth y Layla ya casi están aquí.
Asentí con la cabeza.
—Suena como un plan.
Zayne estacionó justo al lado del viejo camino de grava. Los árboles
escondieron el coche de cualquier persona en el camino, y cuando me bajé,
inmediatamente me sentí agradecida de que mi camisa fuera holgada, ya que la
humedad me golpeó en la cara.
Zayne se acercó al frente del Impala, uniéndose a mí.
—Nos dirigimos al oeste, a través del bosque, según me dijo Gideon, y
debemos llegar a una puerta. Roth y Layla nos encontrarán allí.
Asentí, sintiendo el peso de las dagas unidas a mis caderas mientras salía de
la grava y me deslizaba por el pequeño terraplén. Escaneé los árboles; con el atardecer
convirtiéndose rápidamente en noche, esto no iba a ser exactamente divertido.
—¿Estás bien? —preguntó Zayne, unos pasos por delante de mí.
Empecé a decir que sí, porque no quería ser un estorbo, pero no podía ver
nada delante de mí y el terreno era completamente desconocido.
—Yo... yo no... no puedo ver mucho.
Más adelante, Zayne se detuvo y se volvió hacia mí. Un segundo después,
estaba justo a mi lado. Sin decir una palabra, tomó mi mano y me sonrojé.
—El suelo es, como, rocoso. Además, hay muchos árboles y ramas caídas.
—Vale —susurré, un poco avergonzada y un poco agradecida—.
Normalmente no es tan difícil. En casa, puedo correr por el bosque como si nada,
porque estoy familiarizada con el paisaje. Lo siento...
—No te disculpes —Me apretó la mano—. No es gran cosa.
—Tienes que tomarme de la mano —señalé mientras me guiaba alrededor
de algo grande en el suelo, una roca o una rama.
—No tengo que hacerlo. Quiero hacerlo —Cogió una rama que colgaba
baja, sosteniéndola mientras nos sumergíamos debajo de ella—. Y recuerda, te dije
que yo sería tu gárgola guía cuando me necesitaras.
Sacudiendo la cabeza, me reí.
—Bueno, estás haciendo un muy buen trabajo ahora.
—Oh, planeo sobresalir en ello.
Presioné mis labios, insegura de cómo tomar su tono ligero y burlón. Decidí
que podría estresarme más tarde, porque los pasos de Zayne se ralentizaron.
Estábamos en la valla.
Deslizando mi mano libre, miré fijamente los pilares de cemento iluminados
y la puerta cerrada. Respiré hondo, probando el aire fresco que se mezclaba con la
menta invernal de Zayne, y...
—Es raro —dije.
—¿Qué? —Zayne inclinó su cuerpo hacia el mío.
—No siento ningún demonio. La única vez que no he sentido demonios fue
cuando estábamos en el recinto de tu clan... y aquí —Miré hacia la puerta—.
Supongo que esperaba sentirlos aquí.
—Tiene que ser mucho con lo que lidiar en una ciudad como DC,
constantemente sintiéndolos.
—Me estoy acostumbrando a los diferentes grados —Levantando una mano,
me pasé la palma por encima de la frente—. Pero si el senador está conectado con
Bael, ¿no habría demonios aquí?
—Eso no significa nada —respondió, y lo miré. Pasó un largo momento
mientras todo lo que nos rodeaba se deslizaba más en las sombras—. Trin, yo...
Los sentí entonces.
Y Zayne también.
Un aliento caliente en la nuca y una repentina pesadez en el aire que nos
rodeaba. Ambos nos volvimos hacia la puerta justo cuando una forma apareció entre
las sombras, al otro lado de la puerta.
—Roth —dijo Zayne, adelantándose.
El príncipe demonio se detuvo, y yo entrecerré los ojos, viendo a alguien
más detrás de él. Suponía que era Layla.
—Inspeccionamos primero alrededor de la propiedad. Parece que no hay
nadie.
—Mierda —murmuré.
—No son malas noticias —dijo Layla—. Podemos entrar y mirar por ahí, a
ver si encontramos algo.
Ella tenía razón
—Y el senador probablemente estará en casa en algún momento esta noche
—dijo Zayne, y asentí con la cabeza—. Bueno, empecemos el allanamiento de
morada —Poniendo sus manos en el centro de la puerta, la retorció. El metal se
trituró y luego cedió. La puerta se abrió. Se hizo a un lado—. Después de ti.
—Presumido —murmuré.
Se rio.
—¿Qué? ¿No puedes hacer eso?
—Soy fuerte —Asentí en dirección de Roth y Layla—. Pero no tan fuerte.
—Había una alarma en la casa, pero la desarmamos antes de venir aquí —
dijo Layla, y me pregunté cómo lo lograron sin alertar a la compañía de alarmas.
Pensé que se debía a Roth—. Aún no hemos entrado.
—Bien —dije mientras subíamos por la superficie agradecidamente plana de
la entrada.
Zayne se puso a mi lado mientras Layla decía—: ¿Han investigado a este
senador? Lo hicimos hoy, y es probablemente la última persona que uno pensaría
que estaría involucrada en algo demoníaco.
—O la primera persona, si me preguntas a mí —dijo Roth—. El ilustre
senador está involucrado en muchas organizaciones benéficas que benefician a la
juventud en riesgo. Va a la iglesia todos los domingos. Proviene de una larga línea
de pastores bautistas. Casado una sola vez, con su novia de la secundaria, que murió
de cáncer de mama hace dos años. Desde entonces, también ha estado involucrado
en la reforma de salud y en los servicios para mujeres.
Las esquinas de mis labios se volvieron hacia abajo.
—¿Por qué pensarías que él sería la primera persona?
—Porque siempre son los últimos de los que sospechas, según mi
experiencia. Los que esconden sus almas oscuras en lugar de mostrarle al mundo que
son una bola de mierda —contestó, y yo sacudí la cabeza—. Y el hecho de que a
pesar de estar involucrado en todas estas buenas obras, votó en contra de cada
reforma o proyecto de ley que hubiera ayudado a la gente necesitada.
—Oh —Bueno, esa última parte sellaba el trato.
—Si no conseguimos conocer al senador esta noche, Layla va a intentar
encontrarlo para que podamos ver su alma, pero tengo la sensación de que sabemos
cómo va a acabar eso.
Nuestro ritmo se aceleró a medida que la casa ranchera de un nivel se hizo
visible.
Los reflectores se encendieron, y me estremecí ante el repentino y duro
resplandor. Roth y Layla se dirigieron alrededor de la casa, hacia atrás.
Mi corazón palpitaba mientras caminábamos bajo una suave brisa y Roth se
acercaba a la puerta trasera. Giró la perilla, rompiendo la cerradura en dos.
—¿Quién es el fanfarrón ahora? —dijo Layla.
—Yo —bromeó Roth—. Siempre yo.
Mirando a Zayne, respiré profundamente. El nerviosismo me llenó mientras
seguía a Roth y Layla dentro de la casa poco iluminada.
Zayne estaba detrás de mí.
—Aún no he visto ninguna cámara, pero estén atentos.
—Claro, jefe —contestó Roth.
Comenzamos a abrir puerta tras puerta, revelando dormitorio vacío tras
dormitorio vacío, y con cada habitación vacía, de aspecto normal, más decepción
surgió a través de mí. Para cuando revisamos todos los dormitorios, el salón, la
cocina y el estudio, sabía que Misha no estaba aquí.
No creía que Misha hubiera estado aquí, y si hubiera sido honesta conmigo
misma desde el momento en que nos enteramos de lo del senador, hubiera sabido en
el fondo que él no estaría aquí. Hubiera sido demasiado fácil.
—Aquí hay una oficina —llamó Layla desde el otro lado de la casa mientras
yo estaba en medio de una gran sala de estar vacía.
Había fotos enmarcadas en las paredes, y al acercarme a ellas, pude ver que
eran de una familia. Sus rostros no eran más que borrosos, pero me imaginaba que
la sala de estar del senador no era diferente a la de millones de personas. Levanté la
mano y toqué el marco negro de una foto. El polvo cubrió la punta de mi dedo.
—¿Trin? —dijo Zayne detrás de mí.
Me volví, con los brazos a los costados mientras abría la boca, la cerraba y
volvía a intentar encontrar palabras.
—No está aquí. Ni Misha. Ni el senador. Nada. No creo que nadie haya
estado aquí en mucho tiempo.
—Trin —La voz de Zayne fue suave cuando se acercó a mí—. Yo...
—No lo digas —Levanté mi mano—. Por favor, no te disculpes ahora
mismo. Este es sólo otro callejón sin salida, y Misha está ahí fuera, en algún lugar,
muy probablemente torturado hasta la muerte, ¿y qué estamos haciendo?
—Estamos tratando de encontrarlo.
—¿Y si nunca lo encontramos? ¿Y si no lo encontramos a tiempo? —Mi
corazón latía demasiado rápido cuando me di la vuelta. No llegué muy lejos.
Zayne me puso un brazo alrededor de la cintura y me empujó hacia él. Yo
me resistí, pero él me rodeó con sus brazos, con una mano doblada a lo largo de la
nuca. Me estremecí al contacto, y cuando sentí su aliento a lo largo de mi frente,
cerré los ojos.
—Vamos a encontrarlo —dijo—. Lo haremos.
Apoyando mi mejilla en su pecho, no le di voz a lo que estaba pensando.
Que la única forma de llegar a Misha era usándome como cebo.
—Hey —La voz de Roth se inmiscuyó—. Layla ha encontrado algo que creo
que ustedes querrán ver.
Zayne tardó en retroceder, pero no me soltó. Su mano aún estaba enroscada
alrededor de mi cuello.
—Lo haremos, Trin.
Trague fuerte y asentí con la cabeza.
—¿Qué encontraron? —preguntó Zayne, deslizando su mano lejos de mí.
—Sígueme.
Mis pies se movieron, ignorando la mirada curiosa que Roth me envió. Lo
seguimos hasta una oficina iluminada por una lámpara de escritorio. Había paredes
de libros. Un globo terráqueo independiente. Más fotos de lo que suponía que era la
familia del senador. Layla estaba detrás del escritorio, su pelo casi blanco bajo el
resplandor de la lámpara. Estaba mirando lo que parecían ser grandes papeles que
cubrían casi todo el largo del escritorio. Roth caminó hacia el globo terráqueo y
comenzó a girarlo mientras Zayne se unía a Layla.
Hubo una extraña punzada en mi pecho al verlos juntos, y la ignoré, porque
esa punzada estaba tan, tan mal. Crucé los brazos y me dirigí al escritorio.
—¿Qué pasa? —les pregunté, ya que no podía ver nada de eso.
—Parece que... —Zayne dio vuelta a un papel—. ¿Parecen planos para una
escuela?
Layla miró a su alrededor.
—Sí —Señaló varias marcas—. Estas son salones de clases... y por allí hay
dormitorios. ¿Qué es...?
Zayne se inclinó.
—¿Guardería?
El globo terráqueo dejó de girar.
—¿Qué clase de escuela tiene una guardería? —preguntó Roth.
El malestar se deslizó por mi piel.
—Esa es una buena pregunta.
Zayne agitó la cabeza mientras levantaba una delgada página.
—Hay un nombre de la compañía aquí. Industrias Cimmerian. ¿Has oído
hablar de ellos?
—No. Pero la palabra Cimmerian... —La cabeza de Roth se giró de golpe, y
lo sentí.
La presión se asentó entre mis omóplatos, y mi cabeza se levantó mientras
Roth levantaba su barbilla y sus fosas nasales se abrían.
—¿Demonios? —pregunté, yendo a por mis dagas.
—¿Puedes sentirlos? —preguntó mientras Zayne y Layla dejaban de hojear
los papeles—. ¿Y saber que no es a nosotros a quienes estás sintiendo?
Asentí con la cabeza.
—Los siento a los dos, pero esto es más....intenso.
Roth inclinó la cabeza hacia mí, y juraría que hizo pucheros.
—¿No me siento intenso?
—Vaya, Roth. Eres sensible, ¿no? —Zayne plantó una mano en el escritorio
y saltó sobre él, aterrizando en cuclillas. Al levantarse, cambió.
La camisa gris se dividió por el centro y la espalda mientras su piel pasaba
de dorada a gris oscuro y sus alas se desplegaban detrás de él.
Fue un espectáculo bastante impresionante.
Arrastré mi mirada de él a Roth.
—Lo que quiero decir es que puedo sentirte a ti y a Layla, pero puedo sentir
la presencia de....más.
Roth pareció tranquilizado por esa respuesta.
—Layla, ¿tienes tu teléfono contigo? —preguntó Zayne, caminando hacia
donde yo estaba parada.
—Sí —contestó ella.
—¿Puedes sacar fotos de todo eso muy rápido? —preguntó—. ¿Y
enviármelas por mensaje de texto?
Layla sacó su teléfono del bolsillo.
—Estoy en ello.
Mis dedos se envolvieron alrededor del mango de mis dagas mientras
caminaba hacia las ventanas. No podía ver nada más allá de ellas. Desenganché las
armas.
—¿Creen que el senador y posiblemente Bael volvieran? —le pregunté,
aunque eso no tenía mucho sentido para mí. No había luces delanteras ahí fuera. No
había ningún coche subiendo por la entrada—. O algo más.
—Si es Bael, está a punto de recibir la sorpresa de su vida —gruñó Zayne—
. Mira esto. ¿Puedes verlo? —preguntó, volviéndose hacia mí.
Entrecerré los ojos mientras veía lo que parecía....como niebla rodando
sobre el camino de entrada y el patio delantero, tan espesa que era como una ola de
nubes de tormenta en el suelo.
—Puedo verlo.
—Esto no puede ser bueno —Las alas de Zayne se movieron.
—Tengo las fotos —Layla se acercó al escritorio, metiendo su teléfono en su
bolsillo—. No veo un auto en la entrada y no he visto una sola cámara en ningún
lado.
—Bueno, lo que viene hacia nosotros es una maldita tonelada de demonios
—dijo Roth, con la voz baja—. Y no creo en las coincidencias.
—La bruja te habló del senador —dijo Zayne—. ¿Hay alguna posibilidad de
que haya avisado al senador o a Bael? ¿Que nos delatara a los demonios?
—Si lo hizo, no sólo es una bruja estúpida, será una bruja muerta —gruñó
Roth, y lo vi cambiar. Su piel se adelgazó mientras una oscuridad aceitosa se filtraba
por ella, convirtiendo su tez de oliva a obsidiana. Sus alas eran casi tan anchas como
las de Zayne, pero no tenía cuernos.
—Mierda —susurró Layla—. ¿Cuántos hay?
Mi corazón dio un vuelco mientras me esforzaba por ver cualquier cosa en
la niebla de afuera.
—No veo nada... —Me callé cuando varias formas comenzaron a tomar
forma en la espesa niebla—. Oh, maldición.
Había....docenas, algunas altas y otras pequeñas. Algunos caminaban. Otros
se arrastraban.
Incluso había algunos en el aire. Nunca había visto tantos demonios en un
mismo lugar.
Me volví hacia Zayne.
—Creí que habías dicho que no había muchos demonios alrededor.
—Sí —extendió la palabra—. No los había.
—Creo que están todos aquí —dijo Roth mientras miraba a Layla—. Si las
cosas salen mal, te quiero fuera de aquí. Vete a casa con Cayman...
—¿Estás drogado? —preguntó Layla—. Si las cosas salen mal, voy a patear
algunos traseros.
—Layla...
Levantó una mano.
—No lo olvides, soy una chica ruda.
—Hay más de cuarenta demonios ahí fuera.
¿Más de cuarenta? Dios.
Zayne se erguía sobre mí mientras hablaba.
—Si necesitas usar tu gracia, hazlo. ¿Lo entiendes? Si te cansas después, me
aseguraré de que nada te pase.
Con el corazón palpitando con fuerza, asentí con la cabeza.
—Entiendo.
—Si te quedas, deberías prepararte, Layla —aconsejó Zayne mientras las
cosas en la niebla se detenían a unos tres metros de la casa.
Layla cambió entonces, llamando mi atención, y no entendía lo que veía. Se
veía como de costumbre, excepto que tenía alas, negras y emplumadas.
—Plumas. Tienes alas emplumadas —dije en voz baja.
—Sí, las tengo —El ala izquierda de Layla se movió mientras me sonreía—
. Es una larga historia, pero lo esencial es que casi muero y, bueno, esto es lo que
pasa ahora cuando cambio.
La miré fijamente.
—Pareces un... un ángel. Si un ángel tuviera alas negras.
—No soy un ángel —Levantó un hombro—. Sólo soy... única.
—Eso es lo que eres, cariño —contestó Roth, extendiendo su mano hacia
ella. Ella la tomó, y se pararon uno al lado del otro frente a la ventana. Se inclinó y
susurró—: Sé que eres una chica ruda. Nunca lo olvidaré.
Miré hacia otro lado justo a tiempo para ver que una de las formas altas se
acercaba a la ventana. Se detuvo demasiado lejos para que yo pudiera ver los detalles.
—Es un demonio de Nivel Superior —explicó Zayne, sabiendo que los
rasgos no eran más que una mancha borrosa para mí—. No es Bael. Nunca he visto
este. ¿Qué hay de ti, Roth?
—Como dije antes, no soy amigo de todos los demonios.
Zayne resopló.
—¿Hola? —gritó el demonio que estaba afuera de la casa, sonando como si
estuviera allí para vender galletas de niñas exploradoras o algo así—. Sabemos que
están ahí dentro —Levantó un brazo y saludó—: ¡Hola! ¿Qué tenemos? Una... hija
mestiza de Lilith. Un príncipe demonio que ha sido muy, muy malo. Un Guardián
que tiene compañía extraña, y una verdadera y muy viva... ¿Trueborn?
—Bueno —dije, levantando mis cejas—. ¿Hay algún tipo de demonio que
tenga visión de rayos X?
—No que yo sepa —murmuró Roth.
—¿Se preguntan cómo lo sabemos? —dijo el demonio, y puse los ojos en
blanco—. Me encantaría decirles, y espero que podamos hacer de esta una
experiencia agradable para todos los involucrados. Empecemos por presentarme.
Soy Aym, pero algunos me conocen como Haborym. Soy un demonio guapo, pero
no dejen que mi cara bonita y mi disposición encantadora los engañen. Soy un Gran
Duque del Infierno, gobierno sobre veintiséis legiones de demonios, y la mitad de
ellos están aquí conmigo esta noche —ronroneó—. He quemado castillos y ciudades
enteras hasta los cimientos, sin dejar nada más que cenizas y muerte a mi paso
cuando no consigo lo que quiero. Sólo, ya saben, un aviso.
Roth bostezó.
—Oh, y podrían considerarme... el asistente personal de Bael —continuó
Aym—. Así que, ahora que sabemos quién soy, ¿tienen alguna pregunta?
—Sí —dijo Zayne—. ¿Por qué nos tocó un demonio tan hablador? Esto hace
que matarte lleve mucho más tiempo.
—Por una vez, Piedrota, tú y yo estamos de acuerdo en algo —rio Roth.
Hubo una profunda y retumbante risa que sacudió las ventanas, haciendo
que mis ojos se abrieran de par en par.
—El Guardián habla primero. Interesante. ¿No quieres charlar? Bien.
Estamos aquí por la Trueborn.
—No me digas —murmuró Roth.
—Dénosla y dejaremos que todos sigan su camino —Aym se detuvo—. Lo
juro por el meñique.
—No va a suceder —respondió Zayne—. Será mejor que pases a la opción
B.
—Bueno, la opción B es que todos mueran. Empezando por ti, Guardián.
Voy a quemarte vivo.
Mi estómago se retorció bruscamente mientras Zayne no parecía estar
afectado en absoluto. Me adelanté y grité—: ¿Qué quieres de mí? ¿Quieres cortarme
en pedazos y dárselos a las brujas?
—Ew —murmuró Layla.
—Para nada, mi querido nephilim —arrulló Aym, y me congelé—. Sólo
queremos amarte y abrazarte y convertirnos en los mejores amigos de la historia.
—Vaya —dije, mis manos apretando las dagas mientras Layla y Roth
intercambiaban una mirada—. ¿Dónde está Misha?
—¿Tu Protector? —preguntó—. Está aquí, esperándote.
Mi corazón podría haberse detenido en mi pecho. Sentí que me quedaba
congelada como una eternidad, y luego reaccioné sin pensar ni dudar.
Capítulo 33
Todo sucedió muy rápido.
Zayne se giró y le oí gritar mientras se lanzaba hacia mí. Roth y Layla se
dieron la vuelta, pero ninguno de ellos fue tan rápido como yo. No cuando no quería
que me detuvieran.
Estuve en la puerta que daba hacia afuera antes de que alguno de ellos
pudiera alcanzarme. No había ningún sentido de reserva cuando agarré el pomo de
la puerta y lo giré, rompiendo la cerradura en pedazos mientras abría la puerta.
El aire húmedo de la noche se apoderó de mí mientras salía, escaneando la
línea de demonios. No vi a Misha, pero, de nuevo, no podría haberlo visto en primer
lugar en la niebla; incluso la luna llena no podía penetrarla.
—¿Dónde está? —grité, girando hacia Aym.
El demonio estaba repentinamente frente a mí, y era guapo. Alto y rubio,
impecablemente arreglado.
—Dijo que eras impulsiva —dijo el demonio, y me quedé sin aliento—.
Gloriosamente, así es.
Me alcanzó justo cuando algo grande se estrelló contra él, golpeándolo de
vuelta a la niebla.
Zayne.
Un tremendo cambio en el aire tuvo lugar cuando la niebla se dispersó. El
montón de demonios atacó, tantos y tan rápido que por un momento me quedé
aturdida.
Nightcrawlers.
Hellions.
Diablillos.
Ravers.
Era una maldita fiesta de demonios.
Roth pasó rápidamente junto a mí, atrapando lo que parecía ser un Hellion.
Voló por los aires con la criatura, lanzándola de nuevo al costado de la casa. Layla
se abalanzó hacia un Raver, agarrándolo por los hombros mientras llevaba su rodilla
hasta la barbilla de la criatura, rompiéndole el cuello. Un Nightcrawler fue hacia
Layla. Ella giró, pero él era más rápido.
Pero yo lo era aún más.
Lancé la daga y golpeó al Nightcrawler en la cara, tirándolo hacia atrás. No
era más que ceniza cuando tocó el suelo.
Layla se giró hacia mí.
—Santa mierda, gracias.
Lanzándome hacia adelante, no pude ver la daga en la hierba. Estaba muy
oscuro, y no había tiempo para buscarla.
—¡Misha! —grité, corriendo por el césped, directo hacia un Hellion. Me
agarró, pero me sumergí bajo su brazo y me di la vuelta, golpeando la daga contra su
espalda. Un chorro de sangre caliente me golpeó mientras me daba vuelta.
Gruesos remolinos de niebla se dispersaron mientras Zayne volaba hacia
atrás, golpeando el suelo con suficiente impacto que hizo que tropezara. Me volví
hacia él mientras se ponía de pie.
Me envió una rápida mirada.
—Este demonio es tan molesto como pensaba. Encuentra a Misha y sal de
aquí.
—No sin ti.
Zayne agarró mi hombro, tirando de mí hacia él mientras bajaba la cabeza,
de modo que estuviera a la altura de sus feroces ojos azul pálidos.
—Encuentra a Misha y lárgate de aquí. Te encontraré. Donde quiera que
vayas, lo haré.
Solté un suspiro irregular mientras nuestras miradas se conectaban.
Demasiadas palabras no dichas. Necesitaba decirle demasiado, y no había tiempo.
Sus garras se engancharon en mi camisa y luego me soltó, empujándome
hacia atrás mientras volaba hacia delante, golpeando con su puño el estómago a un
Aym totalmente transformado, doblando al demonio.
El demonio… el demonio tenía dos cabezas.
Dando vueltas, le di a un Raver en la rodilla. Se abalanzó hacia mí, con la
boca abierta y los dientes chasqueando mientras yo saltaba hacia atrás. Hice un giró
a la derecha y luego me di la vuelta, metiendo la daga en su pecho.
Sacando la daga, me giré mientras un Nightcrawler se dirigía hacía Roth.
Otro pasó frente a mí, corriendo hacia el príncipe demonio. Otro Nightcrawler saltó
sobre mí, corriendo hacia Layla. Ella se levantó, alzando sus alas….
Las garras del Nightcrawler la atraparon en el estómago. Él giró, arrojándola
de lado. Ella gritó mientras caía hacia atrás, aterrizando sobre un ala con un crujido
que me enfermó.
No.
Un rugido de ira sacudió el suelo mientras Roth se lanzaba al aire. Me volví
cuando Zayne giró. Vi el momento en que se dio cuenta de que Layla había caído.
Su mandíbula se endureció y luego se volvió hacia Aym mientras Roth aterrizaba
detrás del Nightcrawler. Roth era como una cobra golpeando. Su mano salió
disparada, cortando la espalda del demonio. Tiró de su brazo hacia atrás, y el
Nightcrawler se dobló sobre sí mismo, arrugándose como una bola de papel.
Los diablillos chillaron mientras se zambullían, dirigiéndose a Zayne. Grité
su nombre, y él giró, lanzando a Aym sobre su hombro mientras se disparaba al aire,
atrapando a un diablillo por el cuello.
En el suelo, los Ravers pasaron corriendo junto a mí, sus garras clavándose
en la tierra y lanzándola por el aire mientras iban a por Roth y Layla. Los diablillos
los rodearon como buitres.
Había demasiados.
Rodearon a Roth y Layla, se amontonaron mientras Roth luchaba para que
Layla se pusiera de pie. Uno de los diablillos se enganchó en el ala de Roth. Él se los
quitó de encima, pero siguieron viniendo. Dos se agarraron de sus alas de nuevo y
empezaron a tirar. El príncipe demonio gritó mientras Layla intentaba ponerse en
pie.
Tenía que hacer algo.
Layla y Roth eran demonios, pero no podía permitir que esto pasara. No
podía hacerlo. Si los diablillos le arrancaban las alas a Roth, estaría fuera de combate,
y Layla, Dios, ella ya había terminado. Sus brazos estaban manchados de algo
oscuro, y sus alas habían desaparecido. Había vuelto a su forma humana, y ahora era
tan vulnerable como un gatito recién nacido.
Retrocediendo, levanté mi mano izquierda y tomé mi daga, arrastrándola
por el centro de la palma de mi mano. Siseé entre dientes mientras mi piel se abría.
La sangre brotó. Apreté mi mano mientras mi corazón latía ferozmente.
Supe el momento en que mi sangre perfumó el aire.
Los diablillos se calmaron. Los Hellions patinaron hasta detenerse y giraron
lentamente. Los Nightcrawlers echaron la cabeza hacia atrás y olfatearon el aire. Mi
sangre hizo lo que necesitaba. Los demonios estaban ahora concentrados en mí, y no
en Roth y Layla.
Sonreí.
—Hora de cenar.
Aym se dio la vuelta, volviendo a su forma humana, con la boca abierta y
alargándose, extendiéndose ampliamente y distorsionándose mientras soltaba un
lamento que levantó todos los pelos diminutos de mi cuerpo.
—¡No! —gritó. O tal vez fue Zayne. No estaba segura, pero fue el demonio
el que gritó—: ¡Hay que capturarla viva!
Bajando mi mano ensangrentada, supe que los demonios de nivel inferior
estaban más allá de escuchar las órdenes de Aym. Los diablillos soltaron las alas de
Roth y volaron hacia mí. Estaba preparada, apretando la daga mientras corría hacia
el primero, saltando y girando, clavando la daga profundamente en el pecho del
diablillo. Gritó, y ambos caímos en una maraña de brazos, y alas de demonio.
Rodé, arrojando al demonio lejos de mí, y luego me puse de pie.
—¡Saca a Layla de aquí, Roth! —Le grité mientras giraba y evitaba por poco
las garras de un diablillo—. ¡Sácala de aquí ahora mismo!
Roth no dudó.
Recogiendo a Layla, se agachó y luego despegó como un misil,
desapareciendo en el cielo mientras me giraba para enfrentarme a lo que sonaba
como una manada.
Todos los demonios venían por mí ahora.
Tomando mi daga, cedí a la adrenalina que corría por mis venas mientras la
gracia me llenaba, exigiendo que la dejara salir... y dejé que se hiciera cargo.
La luz me llenó, zumbando por mis venas mientras las esquinas de mi visión
ardían de blanco. Mis músculos se tensaron mientras la luz blanca, dorada y pura,
brotaba de mi brazo, formando la espada. En el momento en que el mango se formó
contra mi palma, grité y levanté la espada hasta lo alto, alcanzando al Hellion más
cercano en la cintura, partiéndolo en dos. Me giré, atravesando el pecho de otro
demonio con la espada. Tirando de la espada hacia atrás, giré y alcancé a un
Nightcrawler a lo largo de los muslos, cortándolo en dos.
Un torbellino de sangre y violencia me rodeaba mientras el mundo se
estrechaba con cada golpe que daba y cada golpe que recibía mientras los demonios
trataban de llegar a mí. Los cuerpos se amontonaban a mi alrededor, muriendo uno
encima del otro antes de que pudieran estallar en cenizas y fuego. No sentía más que
una rabia justiciera mientras cortaba a demonio tras demonio, con la sangre
mezclándose con mi sudor.
El dolor explotó a lo largo de mi costado y tropecé hacia adelante, la espada
parpadeando y desvaneciéndose mientras perdía el control de la gracia. Me giré hacia
el demonio responsable del dolor ardiente a lo largo de mi costado.
El demonio estaba vestido en cuero roja de pies a cabeza. Su largo cabello
rubio se encontraba en una cola de caballo alta. Cuando nuestros ojos se encontraron,
la boca del demonio se abrió y se extendió grotescamente. El espeluznante sonido
me hizo estremecer. Pero más que nada, la visión de un demonio femenino me lanzó
a través de un bucle. Era un demonio de Nivel Superior, obviamente atraída por mi
sangre.
Atacó, su mano me golpeándome en el estómago con una rapidez
espeluznante, sacando el aire de mis pulmones.
Muy bien, entonces. Si quería una pelea de mujeres, iba a tener una.
—Realmente no quieres hacer esto, cariño.
Ella ladeó la cabeza mientras me rodeaba.
—Te comeré viva, perra.
—Por encantador que suene, no eres mi tipo —Me lancé hacia delante,
sumergiéndome bajo el brazo extendido de la demonio, y la golpeé en la mandíbula.
Retrocediendo unos metros, la demonio escupió una bocanada de sangre
oscura.
—Eso no fue muy amable —La demonio se movió rápido, golpeándome en
el pecho y tirándome al suelo. Me palpitaba la espalda, pero era un punto de dolor
en el gran esquema de las cosas. Empujándome hacia arriba, me di la vuelta y puse
mi pie en el estómago de la demonio. Intercambiamos y esquivamos golpes. La
hembra era feroz, agresiva y, por lo tanto, no estaba por encima del tirón de pelo.
Me agarró bien del cabello y me tiró al suelo. Realmente enojada ahora, me
puse en pie de un salto y le devolví el favor mientras la sangre salía de mi nariz.
Agarrando la cola de caballo rubia, tiré de su cabeza hacia adelante mientras
levantaba la rodilla. El crujido repugnante resultante de la ruptura de la nariz de la
demonio me llenó de una alegría incomparable.
—Cómo te lo había dicho —dije, golpeando la cara de la chica contra mi
rodilla otra vez—. No quieres hacer esto.
—Que te jodan —escupió.
Cuando terminé de jugar, la solté y saqué mi daga, dando el golpe final con
un profundo empujón en el pecho. Saqué la daga, respirando pesadamente mientras
ella caía sobre sí misma.
—¡Trinity! — gritó Zayne, y un momento después estaba a mi lado,
rodeándome la cintura con un brazo y arrastrándome hacia atrás mientras una pared
de llamas surgía a no más de unos pocos pies delante de mí.
Jadeando, agarré su brazo con una mano mientras me daba vuelta,
llevándome al suelo mientras las llamas rugían sobre nuestras cabezas. Sus alas se
estrellaron a cada lado de mí, clavándose en el suelo.
—Es Aym —gruñó—. Está matando a los otros demonios.
Aunque eso fuera sorprendentemente útil, no era por benevolencia. Aym me
necesitaba viva, y estaba dispuesto a matar a los suyos para asegurarse de que así
fuera.
Tan pronto como las llamas se retiraron, Zayne se levantó y me puso de pie.
El olor a tierra quemada y humo asaltó mis sentidos mientras mi visión se enfocaba
en el demonio rubio.
—Ustedes dos no tienen idea de lo que está a punto de ocurrir —se burló
Aym, con las llamas saliendo de sus dedos mientras avanzaba. Las chispas golpeando
los árboles y dejando nada más que ramitas secas—. Pero van a averiguarlo.
Zayne reaccionó, y como estaba parado a mi lado, no lo vi hasta que fue
demasiado tarde. Su brazo se balanceó hacia atrás, agarrándome por la cintura y
empujándome cuando el demonio nos atacó.
Me deslicé hacia atrás por el patio y me sostuve en la pared de la casa
mientras Zayne volaba, estrellándose contra el demonio mientras las llamas salían
de él.
—Maldita sea —grité, alejándome de la pared. Agarré mi daga, pero
mientras los dos se retorcían y giraban, no había forma de dispararle a Aym sin herir
a Zayne.
Eran como dos titanes luchando, yendo cara a cara, golpe por golpe.
El demonio también había cambiado, su piel ahora era de un profundo color
marrón oscuro, y con cada puñetazo que recibía, las llamas estallaban y el olor a
carne quemada golpeaba el aire.
El fuego... El fuego estaba quemando a Zayne.
—No —susurré, con mi corazón cayendo. Me adelanté, pero frené cuando
un muro de llamas se elevó delante de mí, ardiendo intensamente y forzándome a
retroceder antes de quemarme, dejando el suelo carbonizado.
Eran una mancha borrosa de cuerpos retorcidos y enojados, y de repente
Zayne estaba volando hacia atrás y chocando contra la casa. Entonces me di la
vuelta, lanzando la daga al demonio. Lo alcanzó en el hombro y se tambaleó hacia
atrás mientras Zayne se levantaba. Le di una rápida mirada. Una de sus alas estaba
completamente ennegrecida, y la mitad de su cuerpo…
Oh, Dios, no. No.
Tenía que sacarlo de aquí. Tenía que...
Aym se lanzó al aire, viniendo directamente hacia mí. La gracia se agitó
dentro de mí una vez más mientras estaba allí, más que lista para terminar con este
imbécil...
Zayne atrapó al demonio y cayeron detrás de mí, deslizándose por el suelo
y contra la pared. Me di la vuelta, y fue entonces cuando vi la mirada de asombro
grabada en la cara del demonio y a Zayne tirando de su cabeza hacia atrás, con los
cuernos y las garras goteando sangre.
—Maldición —jadeó Aym, y un segundo después Zayne le rompió el cuello.
La cabeza fue en una dirección, el cuerpo en la otra. Ambos estallaron en llamas
antes de golpear el suelo.
Y eso fue... Eso fue impresionante.
Asqueroso.
Pero impresionante.
Zayne estaba sobre una rodilla, y me di cuenta de que estaba tratando de
colocarse en pie. Sus alas se doblaron en su espalda, desapareciendo en las ranuras
sobre sus omóplatos y cerrándose sobre la piel que de repente era rosa en algunas
áreas y... y negro rojizo en otras.
Oh, Dios.
Me tambaleé hacia adelante, pero no llegué a Zayne a tiempo. Cayó de lado,
contra la pared, completamente en su forma humana.
—¡Zayne! —grité, cayendo a su lado. El horror se apoderó de mí mientras
lo miraba fijamente. Tomé su mano—. ¡Zayne!
—Creo que... creo que estoy un poco quemado por el sol.
Me atraganté con una risa un tanto llorosa.
—Un poco. Oh, Dios, ¿en qué estabas pensando? Yo podría haber...
—Su fuego... te habría marcado... te habría matado.
Lo habría hecho. Y su piel de Guardián lo protegía, pero sólo hasta cierto
punto, porque las manchas blancas entre la piel quemada me decían que tenía
quemaduras de tercer grado. El horror explotó dentro de mí.
—Zayne...
—Está... está bien —Se estremeció, con los ojos apretados—. Todo estará
bien.
No había forma de que esto estuviera bien. De ninguna manera. Ninguna.
Era horrible y el pánico me arañó mientras el dolor me inundaba cada poro. Estaba
gravemente herido.
—Voy a sacarte de aquí. Llamaré a Nicolai o a Dez, y conseguiré...
—Misha —gimió Zayne.
Agité la cabeza, mi corazón palpitando con fuerza.
—Lo encontraremos más tarde, pero tú eres la prioridad ahora. Tú...
—No —dijo, con sus ojos cerrándose y abriéndose, su mirada enfocándose
más allá de mí—. Misha.
—Huele como a barbacoa aquí, una barbacoa de Guardián.
Me detuve.
Mi corazón se detuvo.
Todo se detuvo
Casi como si me estuviera moviendo en un sueño, me volví hacia el sonido
de la voz familiar, una voz que no tenía sentido. Escaneé el patio y a quién vi... no
podía estar allí. No había manera.
Porque vi a Misha de pie bajo la luz de la luna.
—Sabía que siempre podíamos contar con tu impulsividad.
Capítulo 34
Era Misha, su rizado pelo castaño rojizo oscuro a la luz de la luna, su cara
tan guapa como siempre y su postura familiar, con las piernas abiertas y los hombros
anchos. Como si quisiera desafiar a alguien con la forma en que estaba parado.
Misha.
Por lo que me pareció una eternidad, estuve petrificada, incapaz de
moverme mientras lo miraba. Misha dio un paso adelante, y la euforia me atravesó
tan ferozmente que grité mientras empezaba a ponerme de pie.
La mano de Zayne se apretó contra la mía.
—No —gimió, su voz ronca y baja—. Algo....algo no está bien...
Me giré hacia él, confundida.
—Es Misha —dije—. Es...
—Probablemente deberías escucharlo, Trin —dijo Misha—. Especialmente
desde que no parece que le quede mucho tiempo.
El aire frío bajó por mi columna vertebral mientras me giraba hacia Misha.
—¿Qué?
—Pareces tan sorprendida —Deteniéndose a unos metros de mí, Misha se
agachó. Los árboles en llamas arrojaban un resplandor rojizo sobre su rostro. Él...
estaba sonriendo.
—Ojalá pudieras ver tu cara ahora mismo.
—Yo... no lo entiendo —Me quedé arrodillada junto a Zayne mientras
levantaba mi otra mano, apretando la palma contra mi pecho, luchando contra la
necesidad de correr hacia Misha para tocarlo y abrazarlo, pero... no entendía esto.
—¿Cómo escapaste...?
—¿Escapar? —Le dio una patada a las cenizas de Aym con su bota,
sonriendo—. Y eso es lo que él dijo que pensarías.
—¿Quién? ¿Aym? —Mirando a Zayne, vi que sus ojos estaban abiertos.
Estaba en silencio, su agarre más flojo en mi mano, pero sabía que estaba consciente
de lo que estaba sucediendo. Le apreté la mano y luego la solté, levantándome sobre
mis piernas temblorosas.
Misha se rio.
—No ese idiota. Dios, quien sea que nos haya dicho que los demonios eran
inteligentes y conspiradores no había conocido a la mitad de ellos.
El malestar se extendió mientras liberaba mi mano de la de Zayne.
—¿Qué está pasando, Misha? ¿Te escapaste? —Pero si ese era el caso, ¿por
qué no nos había ayudado a mí o a Zayne?—. ¿Qué...?
—¿Qué hago aquí? —preguntó, extendiendo las manos—. Tengo una mejor
pregunta que hacerte. ¿Realmente pensaste que eras la única especial?
—¿Qué?
—¿Qué? —Se burló, inclinando la cabeza—. Lo hiciste, ¿verdad? Todo este
tiempo, siempre creíste que eras la elegida, la Trueborn, y que yo era el Protector, tu
fiel sombra de mierda, siempre detrás de ti.
Aturdida, empecé a acercarme a él, pero me detuve cuando me acerqué lo
suficiente como para ver el odio retorciendo sus rasgos.
Me moví hacia atrás, con el estómago revuelto.
—¿De qué estás hablando? ¿Quién te hizo esto?
—Me eligió a mí —dijo Misha—. Eso es lo que hizo. Me eligió a mí.
—¿Quién? ¿Bael? ¿Quiénes...?
—Dios, deberías ser más lista que esto —dijo—. Sé que lo eres.
Lo miré fijamente, mi corazón golpeando fuertemente.
—Vale. No sé qué demonios está pasando contigo, pero podemos resolverlo.
Juntos. Obviamente, el demonio te hizo algo...
Misha se disparó hacia adelante y su mano serpenteó, aterrizando en mi cara
con un golpe punzante que me hizo retroceder un paso.
—¡Él no me hizo nada! Bael es sólo un medio para llegar a este momento.
Todo lo que necesitaba era que él creara una distracción. Pero lo arruinó. Como lo
hizo Aym esta noche.
Saboreando sangre en mi boca, lentamente volví mi cabeza hacia él.
—¿Es en serio? ¿Me abofeteaste?
—Haré algo mucho peor.
Respiré profundamente al encontrarme con su mirada. Algo... algo terrible
le había pasado. ¿Estaba poseído? Sus ojos eran normales, de un azul vibrante.
Se parecía al Misha que conocía, al Misha que amaba, pero no sonaba nada
como él.
—¿Sabías que un vínculo puede romperse sin la muerte del Protector del
Trueborn? —preguntó Misha, riendo cuando vio que se ampliaban mis ojos—. No
lo sabías, ¿verdad? Nadie nos enseñó eso. Pero tu padre nunca nos enseñó nada.
El instinto se apoderó de mí, y yo retrocedí, manteniendo suficiente espacio
entre nosotros para que él no estuviera en mis puntos ciegos.
—Todo lo que se necesita para romper el vínculo es que un Protector mate
a un inocente —dijo Misha—. No voy a matarte, Trinity. Todavía no. Pero
eventualmente, voy a tener que romper este vínculo, porque vas a morir.
El hielo me congeló las venas mientras el horror me llenaba.
—Misha, este no eres tú. No hablas de matar a gente inocente, matar a
alguien como si no fuera nada. No eres tú.
—No creo que no sea nada —admitió, tensando los músculos—. Pero tengo
que hacerlo. Él me mostró el camino. Me enseñó todo cuando me eligió. Me enseñó
a mantenerlo oculto y funcionó. He estado planeando esto durante años.
¿Años?
Sacudí la cabeza, aturdida por lo que estaba diciendo y aterrorizada de que
fuera la verdad y este fuera él, que tenía razón, y nunca lo había visto. Porque si ese
fuera el caso, yo podría arreglar esto, arreglarlo.
—¿Quién crees que estaba detrás de Ryker? Nunca había visitado las salas
de entrenamiento, ¿pero lo hizo la única vez que decidiste mostrar tu gracia? —Se rio
al ver el horror aparecer en mi rostro—. ¿Quién crees que incitó su miedo y su ira?
¿Quién crees que tiró de esos hilos?
Tartamudeando, sacudí la cabeza.
—No.
—Sí.
—No —susurré—. No. Tú no podrías haber hecho eso. Él mató a mi madre.
Él la mató.
—Ella tenía que irse —escupió, y yo me puse rígida ante el odio que goteaba
de cada palabra que decía—. Estaba descubriendo que Thierry había cometido un
error. Nunca lo viste, pero, de nuevo, no estoy sorprendido. Siempre ha sido sobre
ti, sobre la vida que no tenías, sobre cómo te aburrías o cómo te sentías sola y cómo
nunca encontrarías a nadie si te quedabas en la comunidad. Siempre se trataba de
asegurarse de que estabas segura y protegida. Siempre se trataba de lo importante que
eras y de lo que querías y necesitabas, y nunca se trataba de mí —rugió, sacudiendo
el suelo.
Me estremecí ante la veracidad de sus palabras, porque esa era yo. Oh, Dios,
eso era totalmente yo.
—Nunca se trató de mí hasta que él me eligió y me mostró el camino. Y sabe
que tendré éxito porque tú... no me matarás. No puedes —Su pecho se levantó con
una profunda respiración—. Así que, por una vez en tu vida, vas a escucharme y vas
a venir conmigo. Si no lo haces, te obligaré, y no te va a gustar cuando lo haga.
Un sonido estrangulado cerró mi garganta.
—¿Y Clay?
—Oh, no tuve nada que ver con eso. Era sólo un imbécil que obviamente
tenía un problema contigo —dijo—. No creo que pretendiera matarte. Creo que sólo
quería asustarte. La máscara fue un buen toque. Copié eso.
Mi estómago se retorció aún más.
—Misha, por favor... No puedes estar detrás de esto. Alguien te ha
cambiado. Alguien te ha...
—¡Demostrado lo importante que soy por una vez! —gritó, y me sacudí.
Me estremecí.
—¿Quién es él?
—El Harbinger —dijo Misha, y sonrió—. Ya está aquí. Es lo que están
buscando, y nunca lo encontrarán. Me mostró lo que viene, Trinity —Misha agitó la
cabeza—. Vas a ser parte de esto.
—¿Cómo? —exigí, respirando profundamente—. ¿Cómo voy a ser parte de
esto, y luego qué? ¿Romperás el vínculo y luego me matarás? ¿Qué te pasará, Misha?
¿Vas a vivir contigo mismo después de todo eso? Confié en ti. Te quiero, ¿y tú vas a
hacer esto? ¿A mí? ¿A nosotros?
—Puedo y lo haré —dijo Misha, levantando la barbilla—. Y, Trin, nunca ha
habido un nosotros. Sólo has sido tú.
Eso fue peor que una bofetada en la cara. Era un cuchillo en el corazón.
—Es hora de una nueva era.
—¿Una nueva era? —Agité la cabeza—. ¿Has perdido la cabeza?
Misha se abalanzó sobre mí, sin dejar lugar a dudas de que tenía toda la
intención de hacer lo que había dicho. Y tal vez fue la conmoción. Tal vez fue el
hecho de que no podía creer lo que estaba justo frente a mí, pero, de cualquier
manera, simplemente no me moví.
El primer golpe tiró sobre mi trasero, aturdiéndome. El segundo golpe, una
patada en la espalda, me despertó. Me puse en pie de un salto, y el tercer golpe nunca
llegó mientras saltaba fuera de su alcance, jadeando.
—Estás agotada. Usaste tu gracia. Debiste haberte quedado fuera —dijo.
—Y tú deberías conocerme mejor que eso.
Los labios de Misha se retrajeron con una mueca de desprecio.
—Que así sea.
Luego se movió, su camisa se rasgó y la piel se endureció hasta convertirse
en piedra. Me atacó con fuerza y rapidez, asombrándome con su brutalidad.
Luchar contra Misha era como luchar conmigo misma, si yo fuera un
Guardián cayendo en una espiral de rabia fuera de control. Esquivó casi todos los
golpes que le di, y los puños de Misha se conectaron conmigo más veces de las que
podía contar. Era salvaje y crudo, y sentí todo el odio que Misha tenía dentro de él y
que había mantenido enterrado hasta ahora, me lo mostró con cada puñetazo y
patada, y el último golpe me puso de rodillas.
La sangre brotaba de mi nariz y mi boca. Mi labio se sentía mal. Roto.
Escupí una bocanada de sangre, los brazos me temblaban mientras me ponía de pie.
Me negué a mirar el cuerpo herido de Zayne, sabiendo que no podía permitirme la
distracción, y me enfrenté a Misha una vez más.
Me dio un golpe enojado, casi clavando sus garras en mi estómago. Era
rápido en su ataque, cortándome y golpeándome hasta que me empujó contra la
pared de la casa.
A través de todo esto, sus propias palabras siguieron volviendo a mí,
palabras que me había dicho una y otra vez durante los años de entrenamiento.
Luchar es simplemente anticipar el próximo ataque. Encuentra el temblor de los
músculos. Fíjate dónde mira Misha....dónde coloca su cuerpo... Él te dirá dónde
atacará a continuación sin palabras.
Pero no era suficiente.
Misha conocía todos mis movimientos, todas mis debilidades. Sabía que
podía vencerme.
Una patada giratoria de Misha me pegó en la mandíbula, echando mi cabeza
hacia atrás y tirándome al suelo una vez más. Me puse de costado, gimiendo mientras
parpadeaba con la mirada borrosa. Intenté sentarme, pero el dolor me llevó de vuelta
a la hierba carbonizada. Jadeé mientras intentaba que mis pulmones se expandieran.
Dolor me atravesó el pecho. Algo... algo se sentía roto. ¿Una costilla? ¿Múltiples? No
estaba segura. Mis ojos se cerraron a la deriva.
—Quédate abajo —Misha pasó sobre mis piernas—. Voy a sacar a este de
su miseria.
No.
—No va a suceder —gruñó Zayne, y abrí los ojos para verlo lanzarse hacia
adelante mientras luchaba por levantarse. Me levanté en mi codo, jadeando—. Te
voy a arrancar la garganta.
—¿De verdad? —Misha se rio mientras se arrodillaba junto a Zayne—. Se
suponía que fueras tú.
No tenía idea de lo que Misha estaba hablando, pero no importaba.
Necesitaba ponerme de pie. Necesitaba... Necesitaba detener a Misha, porque él
mataría a Zayne.
Y no podía, no quería, dejar que eso pasara.
Me puse de pie, balanceándome mientras mi gracia cobraba vida dentro de
mí una vez más, quemando a través de mis venas, músculos, huesos y tejidos, e
iluminando cada célula. El fuego me atravesó al invocar la espada, y la sentí
responder, caliente y pesada en mis manos.
No era más que tormenta y furia36 mientras daba un paso adelante y Misha
me miraba. Se levantó.
—Te quiero —dije, y los ojos de Misha se abrieron de par en par. Hubo un
parpadeo de sorpresa, casi como si no pudiera creer que iba a hacerlo, y por un breve
segundo, no supe lo que pensaba él de mí, lo que esperaba. ¿No me conocía en
absoluto? ¿No sabía que no había forma de que lo dejara matar a Zayne?

36
En el original: ´I was nothing more than storm and fury´. Título del libro.
¿Que lo dejaría que me llevara?
¿Por qué no se había dado cuenta?
Misha se estiró hacia mí.
Pero yo levanté la espada en alto mientras escupía fuego blanco.
Los gritos llenaron mis oídos, ahogando todo lo que me envolvía y me
rodeaba, y una parte distante de mí se dio cuenta de que era yo la que hacía esos
sonidos, que era yo la que lloraba mientras bajaba la espada sobre Misha.
Las llamas blancas brillaron, y pensé que hubo un momento en que nuestras
miradas se cruzaron, un momento en que vi al chico con el que crecí mirándome a
través de esos familiares y hermosos ojos azules, pero luego las llamas se tragaron a
Misha, y en un abrir y cerrar de ojos, se había ido. No quedaba nada de él más que
cenizas.
Un repentino sentimiento helado se vertió en mi pecho, sacando el aire de
mis pulmones. Di un paso, pero mis piernas colapsaron y aterricé de rodillas, sin
siquiera sentir el dolor.
Oh, Dios.
Un escalofrío me sacudió desde los huesos hasta los músculos, y cuando se
acabó, llevándose el hielo con él, no podía....
No podía sentirlo.
Levanté una mano temblorosa y la presioné contra el centro de mi pecho,
justo debajo de mis pechos. No podía sentirlo, el vínculo.
Se había roto, y eso significaba que Misha estaba... Realmente se había ido.
Capítulo 35
La gracia retrocedió profundamente dentro de mí, alejándose. La espada se
derrumbó sobre sí misma y las esquinas de mi visión se oscurecieron mientras miraba
el lugar donde Misha había estado. Abrí la boca, pero no pude hacer ningún ruido,
como si mi garganta se hubiera cerrado. Había un gran vacío dentro de mí, un
agujero....
Misha se había ido.
Doblándome por la cintura, respiré hondo, pero era muy difícil. El aliento
no iba a ninguna parte, quedándose atrapado en mi ardiente garganta. Me temblaban
las manos. Todo mi cuerpo temblaba cuando un dolor crudo e insoportable me tragó
y las preguntas me atravesaron. ¿Cómo había podido pasar esto? ¿Cómo pudo Misha
hacer esto? ¿Cómo pudo cambiar así, y yo nunca lo vi? Levanté las manos y las miré
fijamente. Me temblaban los dedos. Mis piernas también. Todo mi cuerpo se
estremeció.
Había matado a Misha. Tuve que hacerlo, pero lo maté y yo…
Zayne.
Alejándome del suelo, me puse de pie y me tambaleé hacia él. Cada parte de
mi ser se centró en él. Había sido herido. Muy gravemente. Tenía que ayudarlo. Él
era la prioridad. No Misha. Ni tampoco yo. Zayne. Caí de rodillas junto a él. Lo
alcancé pero me detuve, insegura de dónde podía tocarlo.
—Oh, Zayne —susurré. Por un momento, no sabía qué hacer. Sus ojos
estaban cerrados, y un horrible miedo creció en mí. Era tan malo que un pánico
salvaje cavó profundo y solo se alivió un poco cuando vi que su pecho finalmente se
movía.
No estaba en su forma de Guardián, parecía haber perdido la fuerza para
cambiar. La mitad de su cuerpo estaba... carbonizado, rojizo y negro. Tenía una
terrible herida en el pecho, lo suficientemente profunda como para exponer los
músculos bajo la piel. Las lesiones que yo tenía, que me parecían muchas, no eran
nada en comparación con lo que le habían hecho a Zayne.
Lo que se había hecho a sí mismo para protegerme.
—Necesitamos ayuda —dije, tocando su mejilla izquierda, donde no se
había quemó. Inhalé temblorosamente—. ¿Crees que...?
—Lo siento —Su voz estaba ronca cuando habló—. Lo siento mucho.
Moví la cabeza, quería tocarlo más, pero tenía miedo de lastimarlo
—¿Por qué lo sientes? Tú...
—Misha —gimió, sus ojos abriéndose en finas rendijas—. Lo siento mucho.
Si pensaba que mi corazón era incapaz de romperse aún más, estaba
equivocado. Se abrió de par en par mientras parpadeaba para alejar mis lágrimas.
—No —le susurré, quitándole suavemente el pelo de la cara—. No te
disculpes por él.
—Lo sé... —Respiró con dificultad mientras su cara se tensaba—. Sé lo
mucho que él... significaba para ti y tú... no deberías haber tenido que hacer eso.
Mi cara se nubló mientras luchaba contra las lágrimas
—Gracias... —Mi voz se rompió.
—Él....él te lastimó —Zayne se estremeció.
—Estaré bien... —Lo estaría, pero Zayne... —. ¿Crees que puedas
levantarte? ¿o crees que al menos puedes cambiar?
—Yo... no lo creo —dijo, y eso era malo. Si pudiera cambiar, se mejorarían
sus habilidades curativas, pero si se mantenía en su forma humana, seguiría
empeorando hasta que…
Corté ese pensamiento.
—No voy a dejarte morir, Zayne. Me molestas demasiado como para que te
deje morir.
Una risa divertida y dolorida vino de él.
—Eso no tiene ningún sentido.
—Tiene mucho sentido —le dije—. Tienes que cambiar.
—Tienes que irte antes de que aparezcan más demonios —dijo, con el pecho
subiendo y luego hundiéndose—. Estás sangrando por todas partes. Lo huelo.
—No te voy a dejar, Zayne. Necesito que te concentres y cambies. Si no…
vas a morir virgen, Zayne. ¿Quieres morir virgen?
Se rio y terminó con un sonido de asfixia que hizo que mi corazón se
desplomara.
—No puedo creer que hayas dicho eso.
—Yo tampoco, pero vamos, Zayne. Por favor. Dios. Por favor, no lo hagas.
Yo... —Realmente me gustas. Podría ser incluso más profundo que eso. Incluso podría
estar enamorándome de él, y no podía perderlo. Ahora no. Jamás—. Me gustas
mucho, Zayne.
—Creo que... eso fue bastante evidente hace unas noches.
A pesar de todo lo que había pasado y de todo lo que aún podía pasar, me
sonrojé al tomar su mano, y sentí esa sacudida que siempre venía con el contacto de
piel contra piel con él.
—Te necesito, Zayne. Así que no voy a dejarte morir. Vas a cambiar de
forma y luego vamos a irnos...
Lo sentí entonces, el aliento caliente a lo largo de la nuca. Cada músculo de
mi cuerpo se tensó mientras me giraba, preparada para destrozar a cualquiera.
Una figura surgió del humo y el fuego, tomando forma. No fue hasta que
estuvo a unos metros de mí que me di cuenta de que era Roth.
Me relajé.
Un poco.
—Infiernos —murmuró Roth, yendo directo hacia Zayne. Cayó de rodillas
junto al Guardián, se estiró hacia él pero se detuvo, sus manos cerrándose en el aire
vacío—. Volví tan pronto como pude. Yo...
—Está herido. Muy mal. Tenemos que sacarlo de aquí y conseguirle ayuda
—dije.
Roth me miró, sus ojos color ámbar luminosos, y la mirada que me dio robó
todo el aire de mis pulmones. Todo lo que no se atrevía a decir estaba en su... su
expresión de dolor. Todo lo que temía residía allí.
Demasiado tarde.
Esa fue la mirada que Roth me dio.
Era demasiado tarde.
—No —susurré, temblando.
Los labios de Roth se separaron.
—Yo…
Algo pasó en ese momento.
Comenzó con un rayo de luz que hizo que parecía que las luciérnagas habían
invadido el patio. Los pequeños pelos se elevaron por todo mi cuerpo mientras Zayne
levantaba la cabeza de la pared. Miré a mí alrededor y vi miles de luces centelleantes,
como si las estrellas hubieran descendido del cielo. Los fuegos a nuestro alrededor
parpadeaban y luego se apagaban.
El miedo explotó en mis entrañas. No por mí. No por Zayne. Sino por el
príncipe demonio que era tan diferente a otros demonios, el que amaba a Layla y se
preocupaba lo suficiente por Zayne como para volver.
Mi cabeza se inclinó hacia donde Roth estaba agachado junto a Zayne,
cuyos ojos estaban cerrados de nuevo.
—Tienes que irte —le dije—. Ahora.
Roth estaba mirando las luces ahora, con los ojos bien abiertos.
—¿Es eso...?
—Sí —Se me secó la boca—. Si te quedas, te matará. Lo sabes, ¿verdad? No
puedes vencerlo. Nadie puede. Tienes que irte. Estaremos bien —Al menos eso es lo
que esperaba—. Pero tú no lo estarás.
Por un momento, pensé que Roth discutiría y diría algo arrogante, pero el
sentido común prevaleció. Parecía saber que este no era un Alfa que su familiar
pudiera tragarse entero. Lo que venía era la muerte para él. Me miró, asintió con la
cabeza y luego se volvió hacia Zayne.
—No te mueras —gruñó—. Eso molestaría a Layla.
Y entonces Roth se fue, demasiado rápido para que yo lo viera. Deje escapar
una respiración temblorosa y me concentré en las luces parpadeantes.
—¿Estoy.... Estoy viendo esto? —preguntó Zayne, y ni siquiera estaba
segura de que él estuviera al tanto de que Roth había estado aquí.
—Sí —Tragué.
Mi agarre en su mano se apretó mientras una luz blanca y cegadora entraba
en el patio, cayendo de los árboles quemados y corriendo por las paredes de la casa.
Era tan brillante que me ardían los ojos y tuve que mirar hacia otro lado.
Sabía quién era.
Sabía quién venía.
Zayne luchó por sentarse, lanzando un brazo hacia atrás contra mí mientras
movía su gran cuerpo de modo que yo estaba parcialmente bloqueada. Incluso
horriblemente herido, estaba tratando de protegerme, y yo traté de decirle a Zayne
que estaba bien, pero entonces las trompetas sonaron, sacudiendo las paredes y
nuestros tímpanos. Me estremecí, poniendo mis manos sobre mis orejas mientras los
cuernos sonaban una vez más. Cuando se detuvieron y la luz retrocedió, Zayne
estaba mirando fijamente al centro del patio, con la espalda rígida.
—Santo... —se calló.
Levantando la cabeza, bajé las manos y miré hacia donde Zayne estaba
mirando.
Estaba en el centro del camino de la entrada, sus largas y extendidas piernas
envueltas en cuero y su torso y pecho escudados por una dorada armadura de batalla.
Sus brazos estaban desnudos y su piel desprendía un resplandor luminoso que hacía
difícil saber exactamente cuál era el tono de su piel. Su pelo era rubio, rozando sus
hombros, y por lo que pude ver en sus rasgos, no parecía más viejo que Nicolai,
aunque sabía que él no tenía edad.
El aire se agitó mientras sus alas se alzaban detrás de él, blancas y
emplumadas, superando al menos los tres metros a cada lado de él.
A Michael, mi padre, le gustaba hacer una entrada.
—Qué desperdicio —dijo el arcángel mientras miraba lo que quedaba de
Misha.
Me estremecí ante sus palabras.
Caminó hacia nosotros, la tierra temblando bajo su peso, y me di cuenta de
inmediato del por qué estaba aquí.
El horror me atravesó el estómago, me metí debajo del brazo de Zayne y me
planté entre él y mi padre.
—No —dije, mirando a mi padre—. Por favor, no le obligues a hacer esto
—Mi padre se detuvo.
Tragué ante la mirada en su rostro, una que decía que estaba sorprendido de
que me atreviera a interrogarlo o a detenerlo.
—Viste lo que pasó cuando forzaste un vínculo. Por favor, no se lo hagas a
Zayne —Mi voz tembló—. Por favor, no le obligues a aceptar este vínculo.
—¿Qué? —Zayne estaba apoyado sobre su costado.
—Te va a forzar a convertirte en mi Protector, como hizo con Misha —le
dije, agachada frente a Zayne—. No lo permitiré. No te lo permitiré...
—No permitirás nada —Mi padre me cortó, sus ojos blancos pulsando—.
Asumes demasiado.
Levanté la barbilla.
—No asumo...
—Asumes demasiado con sólo hablar —Me cortó de nuevo, centrándose en
Zayne. El labio superior de mi padre se curvó—. No me impresionas.
—Es bueno saberlo — gimió Zayne mientras se obligaba a sentarse.
Retrocedí, soportando su peso mientras se enfrentaba a la mirada de mi padre.
Mi padre seguía con su sonrisa burlona.
—Tu fe en los demonios me perturba mucho.
—Me... me imagino que sí —contestó Zayne—. Considerando todas las
cosas...
La sonrisa burlona se desvaneció.
—Pero aquí estamos, como deberíamos haberlo estado. El error se cometió
hace diez años. Pero no volverá a pasar.
—¿Error? —De inmediato, recordé lo que Thierry y Matthew habían dicho,
lo que Peanut había escuchado por casualidad. Ellos hablaban de un error. Lo mismo
que Misha había dicho que mi madre había estado cerca de averiguar—. ¿Qué error?
No pensé que mi padre contestaría, pero entonces dijo—: Los Protectores
están predestinados al nacer, ligados a sus protegidos incluso antes de que se reúnan.
Pensaron que era Misha por la rapidez con la que te aferraste a él cuando lo conociste.
Ellos estaban equivocados.
—¿Ellos?
—Aquellos que han cuidado de ti. Thierry. Matthew —Sus ojos blancos se
dirigieron a Zayne—. Tu padre.
—¿Mi padre? —repitió Zayne.
—Se suponía que tu padre la encontrara y cuidara a ella—dijo, inclinando su
barbilla hacia mí—. No a la chica medio demonio.
Abrí la boca con sorpresa.
Zayne agitó la cabeza, gimiendo ante el movimiento.
—No... No lo entiendo.
—Yo tampoco. Quiero decir, lo entiendo. Estás diciendo que nunca se
suponía que debía estar unida a Misha, entonces ¿por qué me uniste a él? —Mis
pensamientos corrían—. ¿Por qué no interviniste? ¿Por qué...? Deberías haber...
—No era mi trabajo intervenir, ni te corresponde a ti cuestionar lo que debí
o no debí haber hecho —dijo, sus ojos brillando con luz blanca—. No me di cuenta
de que el error se cometió hasta después de que fueron vinculados. Decidí ver qué
pasaría.
Me quedé atónita.
—¿Decidiste.... decidiste ver qué pasaría?
—Después de todo, debe haber sido parte del gran plan —contestó, y luego
se encogió de hombros, como si no fuera gran cosa, y todo lo que pude hacer fue
mirar fijamente mientras un estremecimiento se abría paso a través de mí.
Ni siquiera le importaba.
No le importaba que se suponía que Misha nunca estaría unido a mí, o que
Misha ahora estaba muerto. Simplemente no le importaba.
¿Y por qué me sorprendía? Los ángeles no tenían emociones. Ni siquiera
tenían un alma, no como los humanos.
Los hombros de mi padre se enderezaron.
—¿Aceptas tú, Guardián, este vínculo, renunciando a todo lo demás y a
todos los deberes, para convertirte en su Protector hasta que la muerte rompa este
vínculo?
Me quedé sin aliento.
—Sí —gimió Zayne—. Sí, me convertiré en su Protector.
El pánico se apoderó de mí. Esto estaba pasando demasiado rápido.
—Zayne…
—Entonces que así sea —Mi padre puso una mano en el costado de la cara
arruinada de Zayne, lo que le hizo jadear de dolor. Puso su otra mano sobre la mía,
y entonces lo sentí.
El calor corrió por su palma, entrando y saliendo de mí, fluyendo a través
del arcángel y hacia Zayne. Su cuerpo se arqueó y la gracia lo llenó, conectándolo
irrevocablemente conmigo.
Zayne estaba inundado en luz celestial, completamente, indistinguible.
Apenas podía respirar mientras sentía el calor derramarse en mi pecho,
reemplazando el vínculo que una vez sostuve con Misha, borrando el vacío que dejó
atrás.
El dolor, oh, Dios, el dolor de la traición de Misha seguía ahí, pero... pero
ahora Zayne estaba ahí. Lo sentí en mi interior, echando raíces, su esencia
convirtiéndose en parte de la mía.
Entonces sentí más.
Dos latidos en lugar de uno. El mío. El suyo. Juntos. Y eso.... eso era algo
que nunca había sentido con Misha.
Cuando la luz retrocedió, Zayne se desplomó, con sus manos contra el suelo,
con su piel y su pecho quemados y desgarrados curados.
Ver eso, y saber que iba a estar bien, fue casi demasiado. Empecé a temblar.
Mi padre se inclinó, susurrando al oído de Zayne. No pude oír lo dijo, pero
fuera lo que fuera hizo que los ojos de Zayne se abrieran de par en par y que su mirada
se moviera hacia mí. Una mirada de entendimiento llenó su expresión. No tuve la
oportunidad de preguntar lo que le dijo.
—Levántate —Michael nos quitó las manos de encima—. Porque lo que
comenzó hace un milenio está ahora en nuestra puerta. El Harbinger ha llegado —
Su voz se hizo más profunda, resonando como un trueno, y las palabras que
pronunció me hicieron sentir un escalofrío—. El fin está sobre nosotros. Deténganlo,
o toda la humanidad estará perdida.
Capítulo 36
—Trin.
El suave roce de unos dedos contra mi mejilla me despertó. Abrí los ojos
parpadeando y me encontré mirando a los de Zayne, de un azul pálido y bordeados
de espesas pestañas marrones. Su dorada piel no tenía marcas, ni siquiera el más
mínimo indicio rosa de donde había sido quemado. Era casi como si nunca le
hubieran hecho daño. Casi como si anoche no hubiera pasado. Como si no
hubiéramos ido a la casa de ese senador y terminamos rodeados de demonios. Casi
como si Misha no hubiera aparecido, y yo....yo no hubiera tenido que matarlo. Todo
se sentía como una pesadilla, una muy mala que te persigue durante todo el día,
entrando y saliendo de tu mente cuando menos te lo esperas.
Pero había un calor en mi pecho, una bola de luz al lado de mi corazón que
latía al ritmo del de Zayne.
Anoche había pasado, y Zayne ahora era... Ahora era mi Protector.
De los diez años que había estado vinculada a Misha, nunca había sentido
lo que sentía ahora. Con Misha, había sido una conexión, pero con Zayne, era como
si un pedazo de él existiera dentro de mí.
Y eso era raro.
Con una respiración superficial, me senté y saqué las piernas de debajo de
una cobija con los colores del arco iris con la que no me había dormido. El cabello
cayó sobre mi cara mientras apartaba mi mirada de la de Zayne y miraba alrededor
de la habitación desconocida. Era una habitación pequeña, ovalada y había corralitos
enfrente del sofá en el que había estado descansando. Estábamos en la sede de DC.
Vinimos aquí anoche después de... todo, y mientras Zayne se reunía con Nicolai y el
resto de su clan, me fui a llamar a Thierry y a Jada, y de alguna manera me metí en
esta pequeña habitación mientras Zayne le decía a su clan lo que había sucedido
anoche, lo que Misha había hecho, lo que había insinuado y lo que mi padre había
advertido.
No había querido estar allí para oír lo que ya había vivido, y tenía asuntos
más urgentes. Necesitaba llamar a casa.
Decirle a Jada, Thierry y Matthew había sido una de las cosas más difíciles
que había hecho alguna vez. Hubo lágrimas por parte de Jada y Matthew, y un
silencio de piedra del lado de Thierry, silencio que sabía provenía de un lugar lleno
de gran conmoción y culpa, porque como yo, no podía creerlo y no podía entender
cómo no lo había visto. La llamada había terminado con Matthew saliendo para
venir aquí, y yo prometiendo que volvería a casa para ver a Jada lo antes posible.
No tenía ni idea de cómo me había dormido, pero después de usar la gracia
dos veces, no debería sorprenderme, a pesar de que mis heridas se habían curado
cuando mi padre había ayudado a Zayne.
—¿Estás bien? —preguntó Zayne mientras levantaba su mano. Las puntas
de sus dedos rozaron mi mejilla mientras movía el pelo hacia atrás, fuera de mi
cara—. Has estado durmiendo durante varias horas. Te revisé un par de veces.
Eso explicaba el edredón que había sido puesto sobre mí. Puse mis manos
sobre los cojines a mi lado. Asentí con la cabeza, aunque no estaba segura de lo que
sentía.
—¿Sabes algo de Roth o Layla? —le pregunté.
Asintió con la cabeza.
—Ambos están bien. Roth dijo que te aseguraste de que se fuera antes de
que apareciera tu padre.
—Sí.
Un poco de silencio y luego—: Layla está bien. Descansando. Gracias a ti.
Probablemente le salvaste la vida.
—No sé nada de eso.
Su cabeza se inclinó hacia un lado.
—Trin, ella dice que si no hubieras...
—Me alegro de que esté bien —dije, cortando sus palabras, y luego lo sentí.
Un estallido de frustración que sabía a pimienta en la parte de atrás de mi garganta.
No era yo. Era Zayne—. Estás frustrado.
—Bueno, sí. Estoy sintiendo muchas cosas ahora mismo. Frustración es una
de ellas...
—Puedo sentirlo. Puedo sentir que estás frustrado —le dije—. ¿Me sientes?
¿Sientes algo de lo que estoy sintiendo?
Zayne se sentó a mi lado, y cuando lo miré, su cabello rubio era un desastre
de ondas caídas. Su mirada bajó, y luego, sin decir ni una palabra, cogió mi mano.
Se la llevó a su pecho, a su corazón. El aire se quedó atrapado en mi garganta. Sabía
lo que estaba preguntando.
—Lo hago —dijo, manteniendo mi mano en su pecho—. Te siento, pero he
sentido algo desde la primera vez que te conocí. Como si siempre te hubiera
conocido. Ya hablamos de eso, pero pensé... Pensé que era algo raro. Tal vez nuestra
imaginación trabajando horas extras, pero también había una sacudida que sentía
cada vez que nos tocábamos.
—Yo también la sentía —Me incliné hacia él—. Con Misha, no era así.
Quiero decir, podía sentirlo. Sabía que estábamos conectados, pero era más una cosa
mental. No fue físico. No de esta manera.
Zayne bajó nuestras manos unidas al espacio entre nosotros.
—Tal vez sea porque.... esto era lo que tenía que pasar.
Cerré los ojos. Lo que tenía que pasar. Él. Yo. Protector. Trueborn.
—Dios —Tosió y se rio un poco—. Si lo que tu padre dijo es verdad, y como
él es el maldito Michael, asumo que lo es, entonces se suponía que fueras tú. Se
suponía que mi padre te trajera aquí y no a...
Y no Layla.
Tragué, y sacudí un poco la cabeza mientras abría los ojos.
—No lo entiendo. No entiendo cómo pudo haber pasado todo esto o el por
qué.
—Bueno, tal vez pronto tengamos algunas respuestas —dijo—. Vine a
despertarte. Matthew está aquí. Está con Nicolai. ¿Estás lista para verlo?
¿Lista para verlo?
En realidad, no, pero asentí con la cabeza, y cuando Zayne se levantó, me
llevó con él.

En el momento en que vi a Matthew, fue como si tuviera diez años de nuevo,


y lo único que me iba a hacer sentir mejor era uno de sus abrazos.
Solté la mano de Zayne y no me importó quién estaba en la habitación. Corrí
hacia él como si estuviera sosteniendo un plato de magdalenas. Me arrojé sobre él, y
me atrapó, envolviéndome con sus brazos, y cuando respiré profundamente, olía
como.... Olía como a casa.
—Chica —dijo, levantándome de mis pies por un breve segundo—. Lo
siento tanto.
Clavé los dedos en la parte de atrás de la camisa, aferrándome a él con mi
vida, porque Matthew.... él representaba el antes para mí. Antes de venir aquí con
Zayne. Antes de que Misha... hiciera lo que hizo. No quería dejarlo ir, así que no lo
hice por lo que se sintió como una eternidad.
Matthew tuvo que desenredar mis brazos de él como si fuera un pulpo.
Cuando me llevó a una silla, vi que estábamos en la oficina de Nicolai, él estaba
detrás de su escritorio, y Zayne....estaba justo a mi lado, parado allí como un
centinela.
Como si siempre hubiera estado ahí.
Matthew se sentó en la silla frente a mí, y yo lo miré, realmente lo miré.
Había sombras bajo sus ojos hinchados y líneas tensas en las comisuras de sus labios.
Empecé a hablar.
—Fue un error —dije, colocando mis manos sobre las rodillas—. Eso es lo
que dijo mi padre. Que se suponía que tuve que estar unida a Zayne todo este tiempo.
—No lo sabíamos, Trin. Pensamos que estábamos haciendo lo correcto —
Miró a Nicolai y luego a Zayne. Pasó un largo momento—. Se suponía que tu madre
te traería con Abbot. Eso es lo que nos dijo, y hasta el día de hoy, Thierry y yo no
tenemos ni idea de por qué no lo hizo. Tal vez se sintió segura con Thierry, conmigo,
y tú te llevaste tan bien...—Se reclinó hacia atrás, respirando entrecortadamente—.
Te llevaste tan bien con Misha. Pensamos que era él. Empezamos a entrenarlos
juntos, y fueron vinculados. No pensamos en ello hasta que... él llegó.
Miré a Zayne, y aunque su cara era impresionantemente estoica, pude sentir
su confusión mezclándose con la mía.
—Ustedes dos parecían encontrarse inmediatamente —continuó
Matthew—. Como que estuviste allí para verlo llegar, y él... supo que estabas en el
Gran Salón cuando ninguno de nosotros supo que estabas allí. Te encontró la noche
que te hirieron. Él lo supo, y Misha no.
—Es verdad —dijo Nicolai, atrayendo nuestras miradas. Estaba
concentrado en Zayne—. Estábamos todos sentados, y de repente te pusiste nervioso.
Me dijiste que necesitabas aire fresco. Estuvimos afuera no más de un par de minutos
antes de encontrarnos con ella.
Zayne asintió lentamente y luego me miró.
—No sabía que estabas herida. Sólo tenía que salir y seguir caminando.
—Los Protectores son elegidos al nacer. Eso es lo que nos han dicho, y
parece ser que es verdad. Porque, aunque ustedes dos nunca estuvieron unidos,
podías sentirla —Una leve sonrisa apareció y desapareció mientras Matthew pasaba
su mano sobre su cara—. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que eras tú. Solo no
sabíamos qué hacer, y tu padre...
—No aclaró nada. Dejó que todo esto pasara —Tomé una lenta
respiración—. Misha no era una mala persona. Sé que no lo era. Tienes que saberlo,
Matthew. Era bueno y normal y…
—Y nunca se suponía que fuera tu Protector. Cometimos un error, Trinity,
y muchas equivocaciones... —Agitó la cabeza—. Todavía no sé cómo todo llegó a
este punto. Creo que... tal vez el vínculo lo retorció, lo hizo susceptible a la influencia
de Bael, lo hizo sentir y pensar de la manera que lo hizo —Matthew inclinó la
cabeza—. Es lo único que tiene sentido.
Tal vez así sucedió.
Tal vez Matthew tenía razón en que este vínculo, forzado sobre el Guardián
equivocado, lo había envenenado lentamente, pero no estaba tan segura. Las cosas
que dijo, que el Harbinger estaba aquí, lo mismo dijo mi padre.
Matthew lo sabía. Igual Nicolai. Se lo había dicho a Matthew y a Thierry
por teléfono. Zayne había repetido todo a su clan. Era más fácil pensar que era el
vínculo lo que lo había hecho así. Quería pensar que ése era el caso, porque si hubiera
sido Misha, si hubiera sido él todo el tiempo, no estaba segura de cómo se suponía
que debía procesarlo.
¿Cómo se suponía que siguiera adelante?
Caminé a través del bosque desconocido al atardecer, siguiendo el sendero
desgastado a lo largo del suelo. No tenía ni idea de adónde iba, pero pensé que Zayne
me encontraría cuando terminara su sesión dentro del recinto.
Matthew seguía allí, y hablaban de lo que habíamos encontrado en la casa
del senador, una casa que acabábamos de enterarnos que había sido quemada esta
mañana. Salió en todas las noticias, y la gente decía lo afortunado que fue que el
senador estuviera en su estado natal de Tennessee durante lo que ellos creían que era
un extraño incendio eléctrico.
Obviamente el senador era un tipo malo, y necesitábamos averiguar
exactamente cómo estaba conectado a Bael y qué planeaba hacer con esa escuela.
Debería estar ahí con ellos, pero ya no podía quedarme sentada. Necesitaba
espacio, porque yo...
Aún no había llorado.
Ni una lágrima.
No sabía el por qué. Sentía que algo andaba mal conmigo, porque no era
como si estuviera tratando de no procesar lo que había pasado. Lo estaba. Estaba
pensando en ello. Estaba estresada por ello, repitiendo casi todos los días, la vida que
Misha y yo habíamos compartido, dándome cuenta de que había habido señales de
su infelicidad, ¿pero esto? Su enojo le había abierto a la influencia, porque tenía que
haber sido manipulado.
Misha significaba mucho para mí, y ni siquiera lo conocía. No realmente, y
eso era tan difícil de procesar como su traición. Pero aún no había llorado, y no
entendía eso.
Tropecé con un tronco caído, sosteniéndome antes de caer.
Suspirando, me enderecé y seguí caminando mientras el bosque se hacía más
espeso y aparecían más luciérnagas, parpadeando dentro y fuera de la existencia.
Misha los había llamado bichos relámpago. Cuando éramos más jóvenes, los
atrapábamos en nuestras manos y nos perseguíamos unos a otros con ellos.
Me dolía el pecho mientras rodeaba un árbol grueso y me topaba con... ¿una
casa del árbol?
Sip. Eso es lo que era.
Una casa del árbol con lo que parecía un gran mirador. Miré por encima de
mi hombro en dirección a la casa principal. Todavía estaba en su propiedad, así que
apuesto a que esto había sido de Zayne una vez. De Zayne y Layla.
Ahora me dolía aún más el pecho, porque me gustaba mucho Zayne, y si
antes las cosas eran complicadas, ahora eran un desastre, porque Protectores y
Trueborns....
Eso era un gran No.
Y entonces lo sentí, un ardor en la parte posterior de mi garganta y detrás de
mis ojos. Me puse las manos en la cara y respiré profundamente varias veces, pero
esas respiraciones parecían alimentar el feo y crudo caos de emociones que se
expandía en mi pecho y se acumulaba más y más, hasta que no pude contenerme.
No podía reprimirlas o alejarlas. No podía empujarlas al fondo de mis pensamientos.
Estaban rasgando y tirando y arañando para liberarse.
Las puntas de mis dedos se humedecieron, mis mejillas se mojaron, y
cuando abrí la boca, el grito que salió estaba lleno de ira, dolor y rabia. Hizo que los
pájaros en los árboles a mi alrededor volaran, y terminó sólo cuando mi voz se apagó
y mi garganta se puso en carne viva. Di un paso y no pude dar otro. Me dejé caer en
el césped debajo del árbol, con las manos sobre la cara. Me recosté y acurruqué de
costado, tirando de mis piernas contra mi pecho lo más que pude.
Quería a mi mamá, quería uno de sus abrazos, en este momento, más de lo
que nunca había querido nada en mi vida, y quería a Misha. Dios, quería a Misha,
el Misha que conocía y amaba, y no el que me odiaba. No el Misha que tuve que
asesinar.
Ese no.
Quería regresar en el tiempo y demostrarle una y otra vez que era especial y
que era importante, y... odiaba eso. Jodidamente odiaba eso, porque yo no le hice
esto. Yo no hice que se volviera así. No lo convertí en lo que se convirtió. No fue
culpa mía.
Pero así me parecía, y volví a gritar, pero no salió ningún ruido porque
todavía me dolía la garganta, porque no estaba llorando sólo por Misha.
Finalmente estaba llorando por mi madre, cediendo a la pena que había
estado acumulando durante más de un año, el dolor y la ira de su pérdida agravados
por el hecho de que había sido Misha quien la había causado. Siempre había sido él,
y quería odiarlo. Lo hacía, pero quería odiarlo más, porque tal vez si lo hiciera, no
me dolería tanto.
No sentí el vínculo calentando mi pecho. Estaba tan atrapada en el torbellino
de emociones, que no sentí la cercanía de Zayne. Sólo lo sentí cuando se agachó a
mi lado, me levantó y me puso en su regazo, con sus fuertes brazos alrededor de mis
hombros.
La pena y el dolor salieron de mí en grandes y feos sollozos, y me dolió; todo
me dolió, y creí que no se detendría nunca. Pero a pesar de todo, Zayne me abrazó
tan fuerte, tan cerca que incluso si no hubiera existido este extraño nuevo vínculo
que le alimentaba con lo que yo estaba sintiendo, él lo habría sabido.
Me sostuvo, un brazo doblado sobre mí y el otro moviéndose arriba y abajo
a lo largo de mi espalda, lento y relajante, y finalmente, finalmente los temblores se
calmaron y las lágrimas se secaron.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero cuando todo terminó, me dolía
la parte de atrás de la cabeza y sentía la garganta en carne viva.
Y no sólo había rasgado la parte delantera de la camisa de Zayne tirando de
ella, sino que la había empapado.
Qué incómodo.
Suavizando mis dedos en el material, me retiré. Zayne no me dejó llegar
muy lejos.
—Lo siento —Con una mueca de dolor, me aclaré la garganta.
—No te disculpes —dijo, y estaba agradecida de que estuviera demasiado
oscuro para verle la cara, pero sentí su mano en mi cuello. Se movió lentamente
mientras levantaba su mano hacia mi mejilla y atrapaba el pelo enredado que había
allí, recogiéndolo y tirando de los mechones hacia atrás, lejos de mi cara—. ¿Te
sientes mejor? —preguntó, su voz suave.
—No —murmuré —. Si.
—¿Cuál de las dos?
—No lo sé —Respiré un par de veces—. Me siento mejor. Esa es la mejor
respuesta.
—No me importa la mejor respuesta, Trin. Sólo quiero la verdad.
Extendí mis manos contra su pecho.
—Me siento como si me hubiera estado ahogando, y... ahora ya no.
—Entonces es un comienzo —Me acomodó el cabello del otro lado de la
cara.
Pasaron unos minutos mientras Zayne seguía sosteniéndome, su mano
curvada alrededor de mi cabeza, su pulgar deslizándose hacia arriba y hacia abajo
por la línea de mi pómulo.
—Fui egoísta. Tenía razón en muchas cosas. Siempre fue sobre mí. Siempre
estaba pensando en mí y...
—No fuiste egoísta. Él lo fue. Egoísta y posiblemente delirante —dijo
Zayne—. Lo que hizo fue sobre él, por él y nadie más.
—Quiero odiarlo, Zayne. Una parte de mí lo hace, pero yo...
—Lo sé. Lo entiendo. Lo hago —Hubo un momento, y luego sentí sus
cálidos labios contra mi frente, y duró un rato, más tiempo del debido—. Vas a estar
bien.
Lo sabía.
Estaría bien
Esto iba a ser duro, y me perseguiría como un fantasma, pero yo estaría...
estaría bien.
Y realmente necesitaba poner un poco de espacio entre Zayne y yo antes de
hacer algo impulsivo, y eso seguro que tendría consecuencias.
Balanceándome, me bajé de su regazo y me puse sobre la hierba a su lado.
Nuestros muslos se tocaron, al igual que nuestros brazos. No me alejé más. Era como
si yo... tuviera que estar lo suficientemente cerca como para tocarlo, y no tenía ni
idea de si ese era el vínculo, o si era yo.
Zayne aclaró su garganta.
—Vine cuando...
Mis hombros se desplomaron.
—¿Cuando me sentiste?
—Sí.
—Este asunto del vinculo va a ser realmente....inconveniente.
—No en este momento —contestó—. Me necesitabas, y yo necesitaba estar
aquí.
Sus palabras entraron en mi pecho a pesar de que yo lo sabía mejor, porque
esas palabras venían del vínculo y no de su corazón. Lo sabía, y sin embargo, se
hundieron en mi músculo y en mi piel.
—¿Qué dijeron? —pregunté, centrándome en las cosas importantes.
Conversaciones enteras que había abandonado—. ¿Sobre el Harbinger?
Zayne se recostó en el tronco del árbol.
—Están preocupados. Sea lo que sea, ha estado trabajando en esto por un
tiempo, y si Misha estaba involucrado en ello, es porque te quería a ti, y sigue ahí
afuera.
Me estremecí mientras descansaba contra el tronco.
—No creo que sea un demonio.
—Yo tampoco —dijo, y sentí su cabeza girar hacia la mía—. Nicolai piensa
igual.
Y eso dejaba la gran pregunta. ¿Qué podría ser?
—Ya sabes —dije, sintiéndome cansada mientras dejaba que mis ojos se
cerraran—. Mi padre podría habernos informado. Darnos alguna pista. Tal vez un
spoiler. Algo.
Zayne se quedó en silencio por un momento, y recordé haber visto a mi
padre susurrar en su oído. Giré mi cabeza hacia la suya, y me di cuenta de que
nuestras bocas estaban a centímetros de distancia.
—¿Él te dijo algo?
—Nada sobre el Harbinger —Su aliento se posó sobre mis labios mientras
hablaba—. Podemos con esto, Trin. Sólo tenemos que detener el fin del mundo con
poca o ninguna dirección.
—No es gran cosa.
Se rio, y mis labios se curvaron ante el sonido y la sensación.
—En absoluto.
Ambos nos quedamos callados, a pesar de que había muchas cosas no dichas
entre nosotras, pero las sentía todas a través del vínculo. Lo que estaba vivo en lo
profundo de mí estaba haciendo lo mismo en él. Estaba allí. Deseo, necesidad y...
anhelo.
Había anhelo de algo más. Estaba allí aunque no estuviera segura de lo que
eso significaba, aunque su corazón pudiera seguir perteneciendo a otra, y estaba allí
aunque ahora fuera mi Protector.
Todavía estaba allí.
—¿Trin?
—¿Sí?
—Sé que tenemos un apocalipsis y todo eso que detener, pero he estado
pensando en algo que dijiste.
—Sólo Dios sabe qué será.
Se rio de nuevo, y yo sonreí, sabiendo que probablemente podría verlo.
—Dijiste que te gustaba estar en los techos de los edificios, porque estabas
más cerca de las estrellas y era lo más cerca que podías estar de volar. También dijiste
que volar era lo único de lo que estabas celosa.
—Eso dije.
—¿Quisieras volar?
Apartándome del árbol, me giré hacia él a pesar de no poder verlo. Mis
manos cayeron sobre sus rodillas.
—¿Estás sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo?
—¿Quieres ver las estrellas? —preguntó Zayne, y yo asentí enfáticamente,
sabiendo lo que quería decir, y cuando me tomó de la mano, doblé mis dedos sobre
los suyos como lo hice el día que dejé la comunidad. Sentí que empezaba a cambiar,
su piel endureciéndose bajo la mía—. Entonces agárrate fuerte, Trin. Voy a
acercarnos lo más posible que podamos ir.

FIN
SOBRE LA AUTORA
Jennifer L. Armentrout
Jennifer vive en Shepherds town, Virginia Occidental. Todos los
rumores que has escuchado sobre su estado no son ciertos. Cuando no
está trabajando duro escribiendo. Ella pasa su tiempo leyendo, viendo
películas de zombies realmente malas, pretendiendo escribir, pasando el
rato con su esposo y su Border Jack Apollo. A principios de 2015,
Jennifer fue diagnosticada con retinitis pigmentosa, un grupo de
trastornos genéticos raros que implican un colapso y la muerte de las
células en la retina, lo que eventualmente resulta en pérdida de visión,
entre otras complicaciones. Debido a este diagnóstico, educar a las
personas sobre los diversos grados de ceguera se ha convertido en una
pasión para ella, junto con la escritura, lo que planea hacer todo el tiempo
que pueda.
SIGUIENTE LIBRO
Rage and Ruin

Secretos peligrosos y deseos


prohibidos conducen a consecuencias
impactantes...
La medio ángel Trinity y
su protector de gárgola, Zayne,
han estado trabajando con
demonios para detener el
apocalipsis y evitar enamorarse. El
Precursor viene... pero ¿quién o
qué es? Toda la humanidad puede
caer si Trinity y Zayne no pueden
ganar la carrera contra el tiempo a
medida que se juntan las fuerzas
oscuras.
A medida que aumentan
las tensiones, deben permanecer
juntos y patrullar las calles de DC
por la noche, en busca de signos del
Precursor, una entidad que está
matando a Guardianes y demonios
sin aparente razón. Prohibidos a estar el uno con el otro, Zayne y Trinity
luchan contra sus sentimientos y recurren a fuentes inusuales de ayuda: el
demonio Roth y sus compañeros. Pero a medida que las muertes se acumulan
y descubren un siniestro complot que involucra a la escuela secundaria local y
pone en peligro a alguien querido para Zayne, Trin se da cuenta de que está
siendo conducida... guiada a un final desconocido. A medida que aumenta la
ira y los sentimientos se descontrolan, queda claro que la ira puede ser la ruina
de todos ellos.
SOBRE NOSOTRAS
Sombra Literaria

Somos un pequeño-gran grupo de chicas que un 16 de


octubre del 2019 quiso traer a las JLAnders su primera
traducción oficial como unidad. La serie Harbinger de JL.A nos
unió y formó como lo que SL es hoy, una GRAN comunidad.
Queremos agradecer a cada chica y chico que nos apoya en
cada proyecto, así como a cada lectora transformada en
traductora, correctora y diseñadora que quiso formar parte de
esta gran familia.

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