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PROBLEMATICA LINGÜÍSTICA

EN LA CIENCIA POLÍTICA

EL INSTRUMENTO LINGÜÍSTICO:

El lenguaje es un conjunto articulado de palabras o términos provistos de


significación que es indispensable para el desarrollo de la sociedad, puesto que
los seres humanos son seres sociales que viven, producen y se reproducen en
un complejo interactuante de relaciones sociales, que se sustenta en la
comunicación, el pensamiento y la expresión de este a través del lenguaje; por
lo que es imposible pensar la existencia social al margen o en ausencia del
lenguaje.

El lenguaje es ante todo un modo de interacción entre emisor y receptor; esto


presupone un grupo organizado que ha adquirido sus hábitos a través del
lenguaje; así mismo se tiene la impresión de que primero está el lenguaje (con
palabras o signos que tienen un significado y enunciados capaces de ser
verdaderos y falsos), y que luego, dado esto, se introduce aquél en las
relaciones humanas y se modifican según las particulares relaciones sociales
de las que ha llegado a formar parte.

La interacción social no debe entenderse como un hecho puramente externo al


lenguaje, ya que el lenguaje inscribe en su propia naturaleza en las
coordenadas de todo el mundo intersubjetivo; orienta, regula y transforma los
modos de correspondencia entre sujetos, además de servir a la objetivación de
las distintas experiencias de la realidad y a la creación y actualización del
mundo.

El lenguaje produce relaciones ínter subjetivas, y es al mismo tiempo su


producto, por eso registra de ellas vestigios estructurales como la dialéctica de
los deícticos1, que sustentan las estructuras de la subjetividad y se manifiesta
“en el corazón mismo de la lengua”.

Según Sartori la relación entre lenguaje y conceptualización, entre palabra y


pensamiento, entre lenguaje y logos, consiste, en que las palabras son
indispensables tanto para comunicar como para pensar, ya que es
humanamente imposible comunicar o pensar sin el uso o a través del lenguaje,
es decir que los distintos usos del lenguaje se reflejan en la comunicación y en
el pensamiento.

A pesar de que no se puede reducir el pensamiento al lenguaje, pensamiento y


palabras están íntimamente conectados y condicionados el uno por el otro, lo
que hace imposible considerar a uno de estos dos elementos haciendo
abstracción del otro.

1
En referencia a las relaciones espacio temporal y personales internas, atañe a la configuración del orden
jurídico de las relaciones entre los personajes discursivos. Pág. 177, Los medios de Comunicación,
Análisis del Discurso. Jorge Lozano.
2

En conclusión, podemos afirmar, que las palabras sirven tanto para hablar
como para pensar y en todo caso, siendo que el lenguaje no es pensamiento,
ni viceversa, no existe el uno sin el otro.

Es necesario aclarar que el acto de pensar debe mantenerse diferenciado del


lenguaje, es decir están íntimamente relacionados pero no son lo mismo, ya
que una palabra nueva es producto del pensamiento que busca y crea un
nuevo término para significar una nueva cosa, es decir que el lenguaje se
encuentra en pleno proceso de desarrollo por la necesidad del pensamiento
que requiere inventar nuevas palabras, o en su caso ajustar los términos del
propio lenguaje para sus fines comunicacionales y cognoscitivos.

Lo cierto es que el pensamiento busca el auxilio del lenguaje para


materializarse, ya que no se puede pensar sin palabras, ya que en última
instancia el pensamiento es onomatología, es decir discurso sobre los
nombres.

Por otro lado, el lenguaje es el que forma en los seres humanos desarrollan la
capacidad de pensar, capacidad a la que se llega en la medida de que desde la
infancia, el ser humano, ha sido condicionado para el diálogo, es decir que si
nos han enseñado “a pensar con palabras, seguiremos pensando por
medio de palabras,…aprendemos a pensar en la medida en que
aprendemos a hablar; y una vez adultos, enseñamos a pensar siempre
mediante palabras”2.

En segundo lugar, el proceso del pensamiento es soliloquio, y al mismo tiempo


es una preparación para la comunicación que es coloquio, ya que un
pensamiento que no llega a ser comunicado es porque todavía es confuso, mal
comprendido, no transparente inclusive para el sujeto del pensar, por lo que no
tiene sentido tratar de formular un pensamiento en términos no comunicables.

En este caso, el “Pensar es pensar en algo, de algo, a propósito de algo.


Es por lo tanto pensamiento discursivo, pensamiento que tiene por
sustancia el lenguaje; no podemos pensar sin palabras, y la lógica es a un
tiempo onomatología.”3

La necesidad que tiene el pensamiento de utilizar palabras, nos muestra que si


una realidad no tiene nombre, ella no puede ser pensada, no puede ser
identificada; por tanto una realidad no denominada no existe en el plano del
pensamiento, por lo que consecuentemente tampoco existe en el nivel de la
significación.

No es que solo el pensamiento tiene necesidad de las palabras, sino que al


mismo tiempo las palabras estampan su sello en la forma del pensar, en el
lenguaje cada nombre, cada término, no convoca a toda la extensividad de su
referente, sino solo a un aspecto particular del mismo, esa denominación del
aspecto del referente responde a ciertos fines e intereses que se quiere
significar; y esto expresa como fijamos nuestra atención.
2
SARTORI. ob.cit. pp. 31 - 31
3
SARTORI. ob. cit. Pp. 32
3

En el lenguaje, determinado nombre, término o palabra, nos lleva a ver esto y


no aquello; nos lleva a ver esto de un modo y no de otro; esto sucede en virtud
de que distintas palabras pueden denotar, decir o señalar un mismo objeto,
pero cada una de estas palabras lo connota, lo refiere de distinta manera, por
tanto, una cierta denominación preestablece el modo de interpretar la cosa.

Como dice Sartori “...cada palabra –y con mayor razón – cada lenguaje
predispone al pensamiento para un cierto tipo de explicación: el medio
lingüístico incluye de por si un modo de ver y un modo de explicar.” 4

Por lo que el condicionamiento lingüístico radica en el hecho de que, cuando el


pensamiento ha encontrado una palabra queda signado por esa palabra,
constituyéndose esta palabra en un molde al cual debe acomodarse el
pensamiento.

Es así que cada civilización, cada lengua, determina las concepciones o


visiones del mundo que se tiene, es la estructura lingüística de cada lengua la
que determina el modo de pensar de un pueblo o una civilización y de cada
época.

PALABRAS Y SIGNIFICADOS:

Habías afirmado que se entiende por lenguaje, a un conjunto de palabras o


signos (términos) provistos de significación, lo que nos lleva a suponer que
conocer una lengua, significa comprender el significado de sus palabras; ya
que las palabras son signos vicarios5, representativos de otra cosa, que están
en lugar de algo diferentes a ellas mismas.

Las palabras significan porque evocan (llaman) o denotan (dicen, señalan) de


alguna manera una imagen; son símbolos lingüísticos que están en lugar de un
simbolizado, en lugar de las imágenes que le reclamamos al pensamiento
cuando las pronunciamos o las pensamos.

Por lo que un discurso se hace inteligible o entendible, cuando se presenta,


hablando en términos lingüísticos, en palabras que evocan imágenes; por el
contrario, un lenguaje no es significante, cuando sus proposiciones no
contienen ningún término o palabra posible de desarrollarse en alguna imagen.

Sartre afirmaba que el conocimiento se produce a través de tres modalidades:


perceptivamente, por conceptos y/o por imágenes, es decir a través de los
sentidos, conceptualmente, y/o por vía imaginativa.

Sartori ajusta esta afirmación planteando que se conoce según: “imágenes


percibidas, imágenes concebidas o en función de imágenes fantásticas” 6;
es decir que las palabras, instrumento a través del cual nombramos y

4
SARTORI. ob. cit. Pp. 33 - 34
5
El término vicario significa el que hace las veces de otro, un suplente. N.A.
6
SARTORI. ob. cit. Pp. 35
4

conocemos las cosas y las meta cosas, tienen un significado eminentemente


perceptivo, ideativo, y alusivo o fantástico.

De ello debemos inferir de que el uso lingüístico que adopta con preferencia
palabras en su significado perceptivo, dará lugar a un saber de tipo descriptivo,
dirigido principalmente a explicar en base a la observación, encaminado a
responder primordialmente a la pregunta ¿cómo es lo real?, ¿cómo es el hecho
real?, acción que pertenece al dominio empírico del conocimiento.

O de otro modo, un saber descriptivo se consigue a través de un lenguaje que


emplee preferentemente palabras que tengan un significado perceptivo, es
decir a través de palabras que denotan lo observable, lo que da lugar al
conocimiento empírico.

Cuando las palabras están en lugar de las representaciones, lo que se obtiene


es un conocimiento descriptivo, ya que el uso empírico es un uso típicamente
representacional del lenguaje, por lo que el conocimiento empírico es un
conocimiento perceptivo de observación, ligado a imágenes perceptivas y que
se vale de ellas; es un tipo de conocimiento que se basa en los hechos y por lo
tanto está fundado en el “perceptum”

En cambio, un lenguaje que emplea con preferencia las palabras en su


significado ideativo, producirá un saber de tipo especulativo o filosófico, el cual
no puede producir una respuesta descriptiva.

Este es un uso ultrarrepresentativo y omnirrepresentativo del lenguaje, porque


las palabras significan mucho más de lo que representan y su significado no
resulta agotado por ningún conjunto de representaciones lingüísticas, aquí las
palabras son transfiguradas en una dirección hacia un sentido lógico
conceptual.

El conocimiento especulativo o filosófico traspasa los límites de la realidad, no


es un conocimiento empírico sino un conocimiento metafísico, porque va más
allá de los hechos o de los datos físicos, es decir que trasciende la “empírea”.

Un lenguaje que se apoya en imágenes alusivas o fantásticas, conduce a un


entendimiento diferente de los dos anteriores, como son el cuento y las
alegorías.

Una vez definido el lenguaje como una relación de palabras y significados, en


el sentido de que las palabras significan imágenes, hay que dilucidar las formas
y las dificultades de la significación que se producen en esta relación entre
palabras y significados, ya que, en cualquier lengua natural, el número de
palabras es infinitamente más reducido que el número de significados que
queremos pensar, expresar o comunicar.

Esto que se denomina polivalencia de las palabras, lleva con frecuencia a un


sentido ambiguo de la significación, lo que ocasiona que muchas veces, se
utilice una palabra para significar cosas distintas, llevándonos a grandes
malentendidos; aún más, existen casos que con muchas palabras se significan
5

la misma cosa cuando el referente es polivalente, por lo que en cualquier


modalidad de coloquio, es necesario que periódicamente se deba poner de
acuerdo sobre el significado que se les atribuye a determinadas palabras en
relación con determinados contextos o ámbitos.

Este es el papel que cumplen los diccionarios de cada lengua (diccionario de la


lengua española, diccionario de la lengua británica, etc.), así como los
diccionarios de cada rama del saber (diccionario sociológico, diccionario de la
ciencia Política, etc.)

Estos esfuerzos de organizar y ordenar el lenguaje según los tipos de


significados correspondientes a determinadas regiones, saberes y utilidades,
se constituye en el desarrollo de usos distintos de un mismo lenguaje, que es
en realidad, un proceso de elaboración de reglas de significación de acuerdo a
los fines utilitarios del lenguaje que se persigue.

Así, las reglas de la significación para los usos comunicativos, son exclusivas y
distintas de las reglas de la significación para los usos cognoscitivos; como
también las reglas de la significación establecidos por una determinada lengua,
son exclusivos y distintos de las reglas de la significación establecidos para las
otras lenguas.

DIMENSIÓN EMOTIVA Y DIMENSIÓN LÓGICA DEL LENGUAJE:

Una segunda y elemental división que debe hacerse respecto del lenguaje, es
entre la dimensión emotiva y la dimensión lógica de un mismo lenguaje; para lo
cual recurriremos al ejemplo, planteado por Sartori 7, entre dos extremos del
lenguaje: el de la poesía y el de la filosofía.

La poesía utiliza el lenguaje casi exclusivamente en su dimensión emotiva,


porque pretende despertar los sentimientos de sus receptores; por lo que la
estructura del lenguaje poético es estética, lírica, retórica y hasta rímica, y se
sustenta en inflexiones fonéticas, rítmicas, alteraciones, asonancias, metáforas,
etc.

Por su parte la filosofía utiliza un lenguaje altamente lógico y preciso, donde en


primer lugar la estructura de sus oraciones ordena la presencia de un sujeto, un
verbo y un predicado; en segundo lugar, establece una relación inequívoca en
sus proposiciones, que tratan de ser demostraciones lógicamente congruentes
entre sí; al mismo tiempo que procura despojarse de su contenido emocional.

Así, un discurso en la dimensión emotiva del lenguaje, despierta sentimientos,


calor, pasión, emoción, estímulo en el receptor, sobre el que puede provocar la
realización de una acción.

La dimensión emotiva del lenguaje, por lo general, prevalece en el uso del


lenguaje común o cotidiano, que es un lenguaje al alcance de todos, ya que
7
SARTÓRI, Giovanni. ob.cit. pp.18.
6

ésta, la emotividad es parte de la comunicación corriente, al mismo tiempo


remplaza la irreflexibilidad y alimenta la instintividad, característicos del
lenguaje común.

También podemos afirmar que la dimensión emotiva del lenguaje está


conectada con la ideología y la acción política de los individuos, ya que en este
plano (el de la ideología y la acción política), los individuos actúan estimulados
por la emotividad del lenguaje.

En cambio, un discurso en la dimensión lógica del lenguaje, es en primer lugar,


una conquista difícil y reciente producto de un prolongado adiestramiento,
siempre precario y parcial del ser humano; al mismo tiempo no se expresa
emotivamente, sino que trata de significar lo mas racionalmente posible, lo que
se quiere mostrar o demostrar.

Su existencia obedece, si se quiere, a los distintos ajustes que se operan sobre


el lenguaje común, por ello la presencia de la misma es imprescindible en los
lenguajes especiales o especializados, ya sea que éstos pertenezcan a la
ciencia o a las filosofías.

EL LENGUAJE COMÚN

Empecemos afirmando que, de manera general, los seres humanos para sus
fines comunicacionales y cognoscitivos, instrumentalizan el lenguaje en dos
tipos de usos distintos, a los que se denominan lenguaje común o corriente, y
lenguaje especial o especializado.

El lenguaje común es el lenguaje base, es un lenguaje mínimo común


denominador del resto de usos lingüísticos que se operan sobre él, es el
lenguaje materno ya que lo aprendemos desde la infancia, es el lenguaje civil
porque está al alcance de todos y es el de la conversación corriente y
cotidiana, que vincula a todos los que hablan una misma lengua.

Al ser un lenguaje materno, corriente y cotidiano, es falto por completo de


conciencia de sí mismo, porque se lo usa de una manera totalmente instintiva e
irreflexiva, al punto que en su utilización no es una preocupación central la
definición de las palabras que se utilizan, produciendo por lo general un
discurso vago, elemental y genérico, con una alta tendencia a crear malos
entendidos entre las personas que lo utilizan.

En el lenguaje común, las personas dan por sentado que cada palabra tiene el
mismo significado para todos lo demás, constituyéndose este hecho en un
obstáculo comunicacional, puesto que la polivalencia de las palabras, no
resuelta a este nivel del uso del lenguaje, genera una multiplicidad significativa
asumida de manera distinta por cada interlocutor; y es que a este nivel, el
significado de las palabras es en general el fruto de una experiencia personal,
extremadamente parcial y circunscrita.
7

Por otro lado, el lenguaje común, que es un instrumento comunicacional que se


expresa en la conversación corriente, es espontáneo por lo que no se ocupa de
la demostración de los términos de la significación.

Es un lenguaje cuyo vocabulario, es extremadamente reducido e insuficiente


para una clara significación; en él las palabras con frecuencia quedan
indefinidas y llegan a ser indefinibles; y aún mas, las uniones entre las frases
suelen establecerse de una manera arbitraria y hasta cierto punto
desordenada; y en general, como hecho peculiar o característico, las
conclusiones de las argumentaciones se establecen con anterioridad al
proceso demostrativo que debería sustentarlas.

Debido a estas características, el lenguaje común u ordinario, no tiene fines


cognoscitivos; sirve para un intercambio de mensajes cortos y separados uno
del otro, que transmite informaciones de interés recíproco a propósito de
sucesos más o menos habituales; es decir que funciona adecuadamente para
satisfacer finalidades de relaciones interpersonales, no se presta para otros
usos, sobre todo para desarrollos heurísticos.

Por lo que la conversación en el nivel común o corriente del lenguaje, cuando


trata de problemas heurísticos, se convierte en una discusión infructuosa o en
una contienda entre pareceres contrapuestos; ya que este uso del lenguaje, no
define adecuadamente las palabras que utiliza para la significación, posee un
vocabulario reducido para examinar los problemas en detalle; y la
argumentación no tienen unidad de método lógico, ni de criterio demostrativo;
lo que produce un tipo de conversación para el convencimiento en base al
mayor aplomo de la argumentación.

El lenguaje común tan requerido en el relacionamiento cotidiano entre las


personas, cuya importancia es vital para la vida en sociedad, queda insuficiente
para procesos cognoscitivos, que requieren desarrollar otros usos
cognoscitivos de este mismo lenguaje, a los que se denomina lenguajes
especiales o especializados.

LOS LENGUAJES ESPECIALES

Si el lenguaje común u ordinario tiene finalidades exclusivamente


comunicativas y de relacionamiento social, los lenguajes especiales van más
allá, y esto en el sentido de que su finalidad es cognoscitiva con pretensiones
comunicacionales de los logros de su significación.

Los lenguajes especiales o especializados son lenguajes críticos y artificiales, a


los cuales se llega por corrección y ajuste de los defectos estipulados que
presenta el lenguaje común.

Estos lenguajes especiales, en contraposición al lenguaje común o natural, son


lenguajes artificiales ya que son una construcción intelectiva que obedece a la
utilidad de objetivos cognoscitivos específicos.
8

Son también críticos en el sentido de que fueron construidos mediante la


reflexión sobre el instrumento lingüístico común del que se valen.

Y son especializados en el sentido de que cada disciplina cognoscitiva crea su


propio lenguaje, adaptado especialmente a la consecución de las finalidades
que se propone.

Es decir que los lenguajes especiales o especializados son construcciones


lingüísticas conscientes de sí mismos, donde cada palabra busca significar un
referente específico, ampliando su vocabulario y proporcionándose un método
a su discurrir.

En este sentido se puede afirmar que las operaciones necesarias para construir
los lenguajes especializados son tres:

1) Hacer precisa y definir claramente la significación de las palabras, lo que


significa establecer de un modo explícito y unívoco (hasta donde sea
posible) el significado de todos los términos del campo de su interés, ya
que la precisión del lenguaje es esencial en estos casos, porque no es lo
mismo utilizar una palabra en vez de otra ya que esto equivaldría a
equivocar el concepto.

2) Estipular reglas precisas de sintaxis lógica, lo que significa fijar y tener


firme las reglas del proceso demostrativo de la significación, ya que un
discurso sólo tendrá validez y potencia demostrativa si se lo desarrolla
con unidad de método, según un patrón argumental constante y
coherente.

3) Crear nuevas palabras o términos, en el sentido de simplificar y clarificar


la significación de los referentes, lo que elimina la ambigüedad en la
significación. El acta de nacimiento de un lenguaje especializado está
dada por la creación de palabras nuevas, ya que cuanto más extenso es
un vocabulario permite significaciones más precisas, además las
palabras nuevas identifican realidades nuevas, en tanto cada palabra
nueva ensancha la capacidad cognoscitiva, tanto en extensión como en
profundidad.

La evidencia de que nos encontramos por primera vez con una disciplina
especializada, está en el hecho de que encontramos en su discurso un sin
número de palabras desconocidas respecto del lenguaje común al que estamos
habituados.

Para cumplir con estos requisitos necesarios para la construcción de un


lenguaje especial, es absolutamente necesario establecer una relación de no
ambigüedad (común en el lenguaje natural), entre el signo que tenemos en
mente para significar un referente, con la palabra que utilizamos para la
significación.

Como la relación de las palabras con los significados, en el lenguaje común,


tropiezan con el problema de la ambigüedad por la equivocidad a que están
9

sujetas las palabras por su polivalencia, reducir esta limitación (la ambigüedad
del vocabulario), se hace una condición sine qua nom de la construcción de los
lenguajes especializados.

El eliminar la ambigüedad de la relación palabra referente, empieza primero por


establecer y explicitar el ajuste unívoco de los términos de la significación, es
decir establecer para cada significado una sola palabra; tarea que en si misma
comienza a diferenciar un saber de los otros.

Esta operación reduce considerablemente las palabras o términos del


vocabulario respecto de los referentes existentes que hay que significar, lo que
obliga a la creación de nuevas palabras, que en su construcción exigen seguir
la lógica de explicitar el ajuste unívoco de los términos, que se sigue en el
proceso de eliminación de la ambigüedad ya planteado.

En ambos casos, es decir en el ajuste mismo de los términos de la


significación, como de la creación de nuevas palabras, lo fundamental es no
valerse por criterios basado en la arbitrariedad de los peritos, sino basarse
exclusivamente en reglas fijas y estrictas previamente determinadas y
aceptadas por la rama del saber específico.

Una segunda gran operación que pertenece al ajuste de los términos de la


significación que devienen del lenguaje común, es la eliminación de la
vaguedad o indeterminación entre el significado y el referente; que es una
operación que caracteriza a los saberes científicos y los diferencia de los
saberes filosóficos; porque en el lenguaje que usa la filosofía las palabras son
ricas en connotación, pero indeterminadas o pobres en denotación o
delimitación del meta fenómeno, y esto porque su referente es siempre
nebuloso, porque su limitación es arbitraria y no tiene propiedades observables,
sino por el contrario deducibles.

La necesidad de eliminar la indeterminación o vaguedad de la significación, es


porque, “un concepto es vago, o puede considerarse tal, cuando denota
mal o poco, ya sea porque no aísla al propio referente (no marca sus
límites), o porque no discrimina entre lo que contiene (entre los propios
miembros)”8

Un elemento que hay que considerar en los términos de la significación para la


ciencia política, es que su referente está constituido por animales simbólicos o
sujetos con alta imprevisibilidad simbólica, muy distinto de las ciencias
naturales, incluida la zoología, donde su referente lo constituyen objetos
inanimados.

Esta situación hace que los procesos de significación y representación


lingüística, deban ser mucho más precisos y cuidadosos en su construcción,
porque en este caso las cosas o los procesos observados, son otros seres

8
SARTORI. obra citada pp. 57
10

humanos, en sus comportamientos, sus procesos de interacción y sus


instituciones, por lo que el objeto de observación ya no es una cosa provista de
cierta fijeza y de cierta aislabilidad como cosa.

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