Está en la página 1de 7

La intuición intelectual en Spinoza a la esencia de la sustancia y a las esencias de las cosas particula-

res, supera al conocimiento racional que consiste únicamente en la


María Jimena Solé (UBA-Conicet) formación de las nociones comunes, transformándose de este modo
HQHODXWpQWLFRyUJDQRGHOD¿ORVRItD(VWRSHUPLWLUtDVRVSHFKDUTXH
6SLQR]DSRGUtDHVWDULQYLWDQGRDVXVOHFWRUHVDDEDQGRQDUOD¿ORVRItD
La ciencia intuitiva (scientia intuitiva) irrumpe en el desarrollo hecha a fuerza de razón demostrativa para postular la existencia de
de la argumentación de la Ética de manera sorpresiva. En el segundo un acceso directo e inmediato a la esencia de lo real, que fácilmente
escolio de la proposición 40 de la segunda parte, Spinoza recapitula podría ser interpretado como una experiencia mística, una vivencia
lo demostrado en las proposiciones anteriores e introduce esta no- interior, inefable, intransferible, incomunicable. Esta interpretación,
ción novedosa, al exponer su doctrina de los tres géneros de cono- que haría de la ciencia intuitiva una invitación a pasar a un plano
cimiento. Existen, según él, tres maneras diferentes en que se ejerce que podríamos denominar no-racional, se revela como sumamente
la potencia pensante del alma humana. A las dos primeras maneras SUREOHPiWLFD HQ HO FRQWH[WR GH XQD ¿ORVRItD TXH WRGD OD WUDGLFLyQ
de ejercer esta potencia Spinoza había hecho referencia ya a lo largo ha etiquetado como racionalista y que se declara explícitamente
de las proposiciones precedentes. En primer lugar, la imaginación, heredera de los principios de Descartes, quien había reivindicado
que consiste en la formación de ideas de las afecciones corporales esta facultad como universalmente compartida por todos los seres
producidas en virtud de la experiencia sensible o mediante signos, y humanos y como el único modo de acceso a la verdad.
de ideas universales que surgen por abstracción a partir de las ante- Además, existe otro factor, extraño al sistema y al orden de la
riores.1 En segundo lugar, la razón, que consiste en la formación de argumentación del propio Spinoza y, por así decir, de acción retro-
las denominadas “nociones comunes”, aquello que es común a todas activa, que contribuye a la problematicidad de la noción de intuición
las cosas y que está igualmente en la parte y en el todo.2 Finalmente, intelectual. Como se sabe, poco más de cien años después de la ges-
Spinoza postula la existencia de un tercer género de conocimiento, tación de la Ética, la intuición intelectual fue transformada por Kant
la ciencia intuitiva, que según es presentada en este escolio de la en algo así como un taE~ ¿losy¿co. En efecto, Kant rechaza la intui-
Ética, “progresa a partir de la idea adecuada de la esencia formal FLyQLQWHOHFWXDOSXHVVHJ~QpOpVWDLPSOLFDD¿UPDUTXHHVSRVLEOHHO
de ciertos atributos de Dios, hacia el conocimiento adecuado de la conocimiento de algo que no puede darse en la experiencia. Frente
esencia de las cosas”.3 a esta pretensión que según Kant es reivindicada por dogmáticos,
El hecho de que Spinoza no realice ninguna referencia a la cien- soñadores y fanáticos, la Crítica de la razón pura establece termi-
FLDLQWXLWLYDDQWHVGHHVWHHVFROLR\HOKHFKRGHTXHODGH¿QLFLyQFRQ nantemente que sólo existe y sólo puede existir una intuición empí-
la cual la presenta allí sea oscura, pueden motivar en el lector cierta rica, que tiene lugar “en la medida en que el objeto nos es dado”.4
confusión. Pero más allá del desconcierto generado por la sorpresiva Pero un objeto únicamente puede sernos dado a nosotros, los seres
irrupción de un misterioso tercer género de conocimiento, la ciencia humanos, sostiene Kant, si afecta de algún modo nuestro espíritu o
intuitiva se revela como problemática y genera resistencia en el lec- nuestra psiquis. Por lo tanto, los noúmenos o cosas en sí, en la medi-
tor de la Ética, al menos en conexión con dos aspectos. da en que jamás pueden darse en la experiencia, se encuentran más
Un primer problema es la relación entre este tercer género de allá de los límites del ejercicio de la razón humana. De esta manera,
conocimiento y los otros dos, pero particularmente con la razón. la existencia y la esencia de la divinidad son territorios en los que el
En efecto, parecería ser que la ciencia intuitiva, que logra acceder conocimiento humano jamás puede adentrarse.

1
Cf. E II, 16 a 31.
2
Cf. E II, 38 y cor. 4
Kant, Crítica de la razón pura, trad. de Rivas, Buenos Aires, Alfaguara, 1997,
3
E II, 40, esc. 2. S .U9$% 

205 206
El objetivo de las próximas páginas es examinar problemática- las cosas tal como son en la realidad.6 En este sentido, la ciencia
mente la noción de ciencia intuitiva tal como Spinoza la presenta intuitiva se opone a la imaginación, que se compone de ideas inade-
en su Ética, teniendo en mente tanto la posterior negación por parte cuadas y es, por lo tanto, la única causa de la falsedad en la men-
GH.DQWGHODH[LVWHQFLDGHXQDLQWXLFLyQLQWHOHFWXDOSRUVLJQL¿FDU te humana.7 Pero este mismo aspecto la equipara con la razón. En
una extralimitación de las facultades humanas del conocimiento así efecto, Spinoza sostiene que el segundo y el tercer género ofrecen
como la problemática relación que, al interior del sistema spinozia- un conocimiento necesariamente verdadero, pues ambos géneros se
no, se establece entre este tercer género de conocimiento y la razón. componen de ideas adecuadas.8
Como conclusión de este análisis, propondré una interpretación de )LQDOPHQWHHQWHUFHUOXJDUHVWDGH¿QLFLyQHVWDEOHFHTXHODFLHQ-
ODFLHQFLDLQWXLWLYDTXHDPLMXLFLRHYLWDFLHUWDVGL¿FXOWDGHV\SRQH cia intuitiva permite conocer las esencias, tanto de Dios como de
HQHYLGHQFLDHOOXJDUIXQGDPHQWDOTXHHOODRFXSDHQHOHGL¿FLRGRF- las cosas singulares o particulares.9 De modo que, a diferencia de
trinal de la Ética. la razón que consiste en un conocimiento adecuado de las nociones
comunes, las cuales “no constituyen la esencia de ninguna cosa
singular”10, la ciencia intuitiva sí brinda un acceso adecuado a la
,/DGH¿QLFLyQ realidad concreta, esto es, a la esencia de la sustancia y las esencias
GHORVPRGRV¿QLWRVTXHVHVLJXHQGHHOOD
Como se mencionó ya, el segundo escolio de la proposición 40
de la segunda parte de la ÉticaVHOLPLWDDD¿UPDUTXHODLQWXLFLyQLQ- $QWHVGHFRQFOXLUHOHVFROLRGRQGHDSDUHFHHVWDGH¿QLFLyQTXH
telectual procede “de la idea adecuada de la esencia formal de cier- estamos analizando, Spinoza introduce el ejemplo ya célebre del
tos atributos de Dios, hacia el conocimiento adecuado de la esencia cuarto número proporcional para ilustrar la naturaleza propia de
GHODVFRVDV´6LELHQHVWDGH¿QLFLyQSXHGHVHU\KDVLGRFRQVLGHUDGD cada género de conocimiento. Si bien este ejemplo puede gene-
como críptica y oscura por los intérpretes de Spinoza,5 adelanta va- UDUDOLJXDOTXHODGH¿QLFLyQH[DPLQDGDFLHUWDSHUSOHMLGDGHQORV
rios aspectos fundamentales que permiten caracterizar a la ciencia lectores,11 DxDGH RWUDV GRV FDUDFWHUtVWLFDV HVSHFt¿FDV GH OD FLHQFLD
intuitiva y distinguirla de los otros dos géneros de conocimiento. intuitiva. En su ejemplo, Spinoza compara los tres géneros de co-
(Q SULPHU OXJDU DO GH¿QLU OD FLHQFLD LQWXLWLYD GH HVWD PDQHUD nocimiento con las diferentes maneras en que, dados tres números,
Spinoza indica una direccionalidad propia de este modo de conocer.
La ciencia intuitiva consiste en un proceder que va del conocimiento
6
Acerca de la noción de verdad y su relación con la noción de adecuación en
Spinoza, véanse E II, def. 4 y E II prop. 34. De esto se sigue que tanto la razón
de la causa –ciertos atributos de la sustancia, que expresan su esen-
como la ciencia intuitiva consideran la realidad como necesaria y no como con-
FLDHWHUQDHLQ¿QLWD±DOFRQRFLPLHQWRGHVXVHIHFWRV±ODVHVHQFLDVGH tingente. Sin embargo, a diferencia de la razón que únicamente lo hace “bajo
las cosas particulares–. cierta especie de eternidad” (E II, 44, cor. 2; subrayado mío), la ciencia intuitiva
(QVHJXQGROXJDU6SLQR]DD¿UPDTXHVHWUDWDGHXQFRQRFLPLHQ- logra captar la necesidad de las cosas verdaderamente, tal como es en sí, en la
WR DGHFXDGR HV GHFLU YHUGDGHUR OR FXDO VLJQL¿FD TXH UHSUHVHQWD medida en que depende de la naturaleza eterna de Dios.
7
Cf. E II, 41.
5
3RGUtDD¿UPDUVHHQHVWHSXQWRFRQ*pURXOWTXHODRVFXULGDGHVLQHYLWDEOH 8
Cf. E II, 41.
pues se trata sencillamente de una anticipación que no pretende agotar el asunto 9
En E V, 36, esc. Spinoza caracteriza la ciencia intuitiva como un conocimien-
(cf. Geroult, M., Spinoza II, L’ame, París, Aubier, 1974, p. 383). Según Mache- to de cosas singulares.
UH\HVWDGH¿QLFLyQHVLQWHQFLRQDOPHQWHPLVWHULRVDSXHVHVWHJpQHURGHFRQRFL- 10
E II, 37.
miento no puede ser explicado en ese momento de la deducción y únicamente 11
Macherey sostiene que el ejemplo contribuye a oscurecer el concepto de
cumple la función de despertar la curiosidad del lector (cf. Macherey, Introduc- ciencia intuitiva y que esto se debe a que Spinoza pretende únicamente desper-
tion a l’ÉtiTue de Spinoza La deu[iqme partie ± La réalité mental, PUF, París, tar la curiosidad del lector y no a explicar esta noción en este lugar de la Ética
1997, pp. 318–9). (Cf. Macherey, op. cit., p. 322–3).

207 208
puede obtenerse el cuarto número proporcional. Reproduzco el pa- intuitiva es un proceder que parte de la idea adecuada de la esencia
saje completo: de la sustancia –de sus atributos– y accede al conocimiento de las
esencias de las cosas, este proceder no es deductivo, no presenta pa-
Dados tres números, se trata de obtener un cuarto que sea al ter- sos intermedios ni proposiciones generales, sino que debe entender-
cero como el segundo es al primero. Los mercaderes no dudan se como una captación inmediata de las esencias de cosas singulares
en multiplicar el segundo por el tercero y dividir el producto por en la medida en que dependen ontológicamente de la esencia de la
el primero, y ello, o bien porque no han echado en olvido aún lo sustancia, así como, dado el número 3, la captación del número 6
que aprendieron, sin demostración alguna de su maestro, o bien depende de la captación intuitiva de la proporción entre 1 y 2.13
porque lo han practicado muchas veces con números muy senci- Pero además, el ejemplo de los números proporcionales pone en
llos, o bien por la fuerza de la demostración de la proposición 19 evidencia que, contrariamente a lo que el lector de la Ética podría
del Libro 7 de Euclides, a saber, por la propiedad común de los sospechar, este tercer género es el más fácil de adquirir. “No hay na-
números proporcionales. Ahora bien, cuando se trata de núme-
die que no vea”, dice Spinoza, la relación proporcional entre núme-
ros muy sencillos, nada de esto es necesario. Por ejemplo: dados
ros sencillos. No requiere de ninguna enseñanza previa, de ningún
los números 1, 2 y 3, no hay nadie que no vea que el cuarto nú-
aprendizaje ni estudio. Simplemente se presenta, sin más, a la mente
mero proporcional es 6, y ello con absoluta claridad, porque de
la relación que, de una ojeada (uno intuitu), vemos que tienen el de cualquier ser humano.
primero con el segundo, concluimos el cuarto.12
Queda así expuesta la noción de ciencia intuitiva como un co-
De este ejemplo se sigue que, según Spinoza, la imaginación es nocimiento adecuado de la esencia de la sustancia y de las esencias
FRPRHOSURFHGHUGHORVPHUFDGHUHVTXHFRQ¿DQGRHQVXPHPRULD particulares de las cosas como efectos de esa esencia sustancial, que
realizan mecánicamente la operación de multiplicar el segundo nú- es, además, inmediato y el más fácil de adquirir.
mero por el tercero y dividir el producto por el primero. El resultado 3HURHVWDGH¿QLFLyQQRHVVX¿FLHQWHSDUDD¿UPDUVXH[LVWHQFLD
puede ser correcto, pero lo es por azar, pues depende de la correcta Es necesaria, pues, una fundamentación de la ciencia intuitiva. Spi-
aplicación de la regla mnemotécnica. La razón, por su parte, es com- noza debe mostrar, a continuación, que esta capacidad efectivamen-
parable al proceder de aquellos que encuentran el número buscado te existe en toda mente humana.
realizando esa misma operación, pero no de manera mecánica sino
porque conocen la propiedad común de los números proporcionales
tal como Euclides la ha demostrado. La ciencia intuitiva, en cambio, II. Fundamentación y consecuencias
es comparada por Spinoza con la operación que se realiza cuando
se trata de números muy sencillos y no es necesario acudir ni a la Spinoza ofrece la fundamentación de la ciencia intuitiva a lo
memoria ni a la fuerza de la demostración euclidiana. ODUJR GH WUHV SURSRVLFLRQHV DQWHV GH ¿QDOL]DU OD VHJXQGD SDUWH GH
Esta explicación pone en evidencia una de las principales carac- la Ética. La proposición 45 establece que “cada idea de un cuerpo
terísticas de la ciencia intuitiva. A diferencia de la razón que forma cualquiera, o de una cosa singular existente en acto, implica nece-
nociones comunes y concluye otras nociones a partir de ellas por VDULDPHQWHODHVHQFLDHWHUQDHLQ¿QLWDGH'LRV´14 Esta proposición
medio de demostraciones y silogismos, la intuición intelectual se se basa en dos elementos centrales de la primera parte: el axioma 4,
revela como un conocimiento inmediato de la verdad. Esto permite que establece que el conocimiento del efecto depende del conoci-
SUHFLVDUODGH¿QLFLyQDQWHULRU\HYLWDUXQHTXtYRFRVLELHQODFLHQFLD miento de la causa y lo implica, y la proposición 15, que establece
13
Cf. Géroult, op. cit., p. 385.
12
E II, 40, esc. 2. 14
E II, 45.

209 210
que Dios todo lo que es, es en Dios y que sin Dios nada puede ser un añadido extraño al sistema que Spinoza haya utilizado para dar
ni concebirse. La proposición siguiente, la 46, establece, en fun- un cierre a su obra ni un elemento introducido subrepticiamente, sin
ción de la conexión que existe entre el conocimiento de las causas MXVWL¿FDFLyQ
\VXVHIHFWRVTXHHOFRQRFLPLHQWRGHODHVHQFLDHWHUQDHLQ¿QLWDGH Además, esto revela que la ciencia intuitiva de ningún modo re-
Dios está “implícito en toda idea”15\D¿UPDTXHHVQHFHVDULDPHQWH SUHVHQWD XQD UHQXQFLD DO FRQRFLPLHQWR ¿ORVy¿FR VLQR TXH SRU HO
adecuado y perfecto. Spinoza concluye de allí en la proposición 47 contrario, es el elemento que lo hace posible, es su condición de po-
que “el alma humana tiene un conocimiento adecuado de la eterna e sibilidad. Porque si conocer es, según Spinoza, conocer las causas,
LQ¿QLWDHVHQFLDGH'LRV´16 Mediante sus ideas, la mente humana se VLODGH¿QLFLyQPiVSHUIHFWDHVDTXHOODTXHUHYHODVXRULJHQ\JHQHUD
percibe a sí misma, a su cuerpo y a los cuerpos exteriores como exis- el objeto frente a los ojos de quien la piensa, entonces la ciencia in-
tentes en acto, y tal como se estableció antes, estas ideas implican el tuitiva es la condición de posibilidad de que eso ocurra, en la medida
conocimiento adecuado de la esencia de la sustancia, en la medida en que consiste en el acceso a la causa primera de toda la realidad
HQTXHVRQVXVHIHFWRV³6HJ~QHVWR´D¿UPD6SLQR]DHQHOHVFROLR –causa de la cual todo lo demás depende y se sigue.
³YHPRVTXHODHVHQFLDLQ¿QLWDGH'LRV\VXHWHUQLGDGVRQFRQRFLGDV En tercer lugar, y en conexión con lo anterior, la ciencia intui-
de todos.” Y establece que de tal conocimiento podemos “deducir tiva, si bien es denominado por Spinoza como el tercer género de
muchísimas cosas que conoceremos adecuadamente”, formando así conocimiento, se revela como el más originario. No puede, pues,
el tercer género de conocimiento, cuya existencia había adelantado pensarse –como algunos lo han hecho– que la formación de la idea
en E II, 40, esc. 2 y de cuya excelencia y utilidad promete hablar en de la sustancia sea el resultado de un proceso de perfeccionamiento
la quinta parte.17 gradual de la mente, que ha de pasar por las etapas del primer y del
Este conjunto de proposiciones, en las que Spinoza fundamenta segundo género de conocimiento.18 La ciencia intuitiva se encuentra
la existencia de la ciencia intuitiva en la mente humana, permite ex- presente en todas las mentes humanas de manera originaria, sin im-
traer algunas conclusiones respecto de este género de conocimiento portar el grado de perfeccionamiento que esa mente haya alcanzado.
y de su lugar en el sistema spinoziano. Está ahí, latente, implícito, pero siempre cumpliendo con su función
de ser la condición de posibilidad del conocimiento y, por lo tanto,
Queda claro a partir de esto, en primer lugar, que la ciencia intui- el saber originario.
tiva podría denominarse una “exigencia del sistema”. Su presencia
entre las potencias pensantes de la mente se sigue necesariamente
de la ontología spinoziana. En efecto, son los fundamentos de la III. Ciencia intuitiva y proyecto ético
ontología desarrollada en Ética I, que establecen la inmanencia de
la sustancia en el universo y la conexión causal entre ese universo Ahora bien, si esto es así, entonces surge otro problema. La cues-
H[LVWHQWHHQDFWRHQODGXUDFLyQ\ODHVHQFLDHWHUQDHLQ¿QLWDGHOD tión de la posibilidad de que el ser humano acceda intelectualmente
sustancia y de las cosas singulares, los que conducen necesariamen- a la esencia de Dios queda resuelta y la pregunta que surge es, en
te a postular esta intuición intelectual de la esencia de Dios como cierto sentido, la opuesta: si toda idea de una cosa existente en acto
implícita en toda idea que represente algo existente en acto y, por lo
tanto, como presente en todas las mentes que sean capaces de captar 18
0DFKHUH\\$OOLVRQD¿UPDQODQHFHVLGDGGHTXHODUD]yQUHDOLFHXQDWDUHD
cualquier idea de algo existente en acto. No se trata, por lo tanto, de preparatoria para la ciencia intuitiva (cf. Macherey, op. cit., p. 347 y Allison,
%enedict 'e Spinoza $n Introduction, Yale University Press, 1987, p. 118).
15
E II, 46. Macherey sugiere incluso que ambos géneros de conocimiento se superponen
16
E II, 47. en un punto y que hay ciertas ideas que participan tanto de uno como de otro
17
Véase E V, 10, 18, 20, esc. y 36, esc. (cf. Macherey, op. cit., p. 355).

211 212
–o sea, prácticamente cualquiera de nuestras ideas– implica la idea apoderan de la mente humana e indicar el modo para deshacerse
verdadera de la esencia de Dios ¿por qué no somos todos sabios? de ellos y descubrir en sí misma esa verdad última, y primera, que
¿Por qué no poseemos efectivamente el conocimiento verdadero de permite ver la realidad tal como es, realizar las conexiones causales
la esencia de Dios y de todas las cosas que conforman el universo y necesarias, reconocerse como parte de la totalidad. Como se sabe, el
VHVLJXHQGHVXHVHQFLDHWHUQDHLQ¿QLWD" ejercicio de este conocimiento verdadero coincide, según la doctrina
Spinoza responde explícitamente a esta objeción en el escolio VSLQR]LDQDFRQHO¿QpWLFRGHODOLEHUWDGODYLUWXG\ODIHOLFLGDG<
GH(,,\VXUHVSXHVWDDSXQWDDODWHQVLyQHQWUHOD¿QLWXG\OD por eso, es el conocimiento el camino que Spinoza propone como la
LQ¿QLWXG±WHQVLyQTXHDWUDYLHVDWRGDODRQWRORJtDVSLQR]LDQD±\TXH YtDSDUDODFRQTXLVWDGHQXHVWUR¿QpWLFR3HURQRXQFRQRFLPLHQWR
aquí se revela bajo la forma de la oposición entre la ciencia intui- en el sentido de buscar algo que no se posee, el conocimiento enten-
tiva y la imaginación. Spinoza indica dos motivos que conducen a dido como la generación de ideas a partir de la nada, sino más bien
que los seres humanos no conozcan clara y distintamente la idea de como la tarea de depurar el entendimiento como la vía que conduci-
Dios. En primer lugar, dice, los seres humanos no pueden imaginar a rá al ejercicio pleno de la ciencia intuitiva.
Dios. En segundo lugar, a pesar de ello, han unido ciertas imágenes Así pues, sólo gracias a la conexión ontológica originaria que
a ese nombre que oscurecen su idea, en vez de ayudar a la mente a H[LVWH HQWUH HO VHU KXPDQR ¿QLWR \  OD VXVWDQFLD LQ¿QLWD HQ ODTXH
captarla.19 H[LVWH SXHGH SRVWXODUVH FRPR SRVLEOH FRPR UHDOL]DEOH HO ¿Q pWL-
El problema es que esto, el hecho de que los seres humanos in- co de la libertad, la virtud y la felicidad. Realizarlo, sin embargo,
tenten unir imágenes con el nombre de Dios para representárselo consiste en el difícil camino de reformar el propio entendimiento,
sensiblemente, es, según reconoce Spinoza, inevitable, dado que los camino en el cual –ahora sí– el segundo género de conocimiento
hombres se encuentran constantemente afectados por cuerpos exte- quizás puede jugar un papel preparatorio. Pues la razón permite, en
riores.20(VSXHVOD¿QLWXGKXPDQDORTXHVHSDWHQWL]DHQHOKHFKRGH un primer momento, distinguir lo verdadero de lo falso, las ideas
que la imaginación –ese primer género de conocimiento que brinda claras y distintas de las oscuras y confusas. Transitar el camino de
el acceso al mundo que nos rodea y nos informa acerca del estado depuración del propio entendimiento propuesto por la Ética consis-
actual de nuestro cuerpo, y que sin embargo no nos provee más que WHSXHVHQXQHVIXHU]RFRQVWDQWHSRUGHVD¿DUODSURSLD¿QLWXG/D
de ideas oscuras y confusas que pueden dar lugar a la falsedad, a ciencia intuitiva se revela, pues, como la condición de posibilidad
los prejuicios y errores– domina la mayor parte de su mente. Sin del conocimiento y, además, como la condición que hace posible
duda, este hecho inevitable constituye un obstáculo para que los se- todo su proyecto ético.
res humanos accedan a la realidad tal como es, lo cual explica que
no seamos sabios, a pesar de estar ya necesariamente en posesión de
la idea verdadera de la esencia de la sustancia en la medida en que IV. La ciencia intuitiva como experiencia
todas o casi todas nuestras ideas remiten a ella como su causa y su
fundamento. El interrogante que quisiera plantear para concluir –al que inevi-
tablemente conduce no sólo la exposición spinoziana de esta noción,
Esta situación paradójica a la que conduce el examen de la in- sino también la discusión que se generó en torno a ella durante los
tuición intelectual, permite comprender el auténtico sentido del años posteriores y especialmente al rechazo de esta noción por parte
proyecto ético de Spinoza. La ética spinoziana no consiste sino en de Kant, a lo cual hice referencia al comienzo del trabajo– es el
denunciar estos mecanismos mediante los cuales los prejuicios se siguiente: ¿Qué es la ciencia intuitiva? Sabemos que en Spinoza los
denominados géneros de conocimiento no son facultades del alma
19
Cf. E II, 47, esc. que produzcan ideas sino sencillamente los nombres que se le ad-
20
Cf. ibid.

213 214
judican a ciertos conjuntos de ideas presentes en la mente humana, cada una de ellas [las cosas singulares] persevera en la existencia se
según sus características comunes.21 La ciencia intuitiva no es, pues, sigue de la eterna necesidad de la naturaleza de Dios”.23
una facultad en el sentido tradicional sino simplemente las ideas que Así pues, según la lectura que aquí propongo, la ciencia intuiti-
la conforman: la idea de Dios y las ideas de las esencias singula- va permite acceder a la sustancia en la medida en que es la fuerza
res que se siguen de aquella. La pregunta por la ciencia intuitiva se en cuya virtud las cosas singulares perseveran en la existencia. Se
transforma, pues, en esta otra: ¿Qué es la esencia de Dios? Se trata trata, entonces, de concebir a Dios estrictamente como la causa in-
de plantear la pregunta acerca de cuál es efectivamente el contenido PDQHQWH GH WRGR FRPR HVH SRGHU LQ¿QLWR GHO TXH WRGR VH VLJXH
de la idea adecuada que la intuición intelectual provee de la esencia como la potencia absoluta de producir el universo a la que Spinoza
GH'LRV\HOSODQWHRDSXQWDFLHUWDPHQWHDODGL¿FXOWDGGHFRQFHELU hace referencia en las últimas proposiciones de la primera parte de
el acceso a la totalidad, a lo absoluto, al ser originario. ¿Cómo con- la Ética.246HWUDWDGHHVDSRWHQFLDTXHFDGDVHUKXPDQR¿QLWRH[SH-
cebimos a Dios o la sustancia o la naturaleza de manera inmediata, rimenta también en sí mismo, aunque de manera limitada, como su
originaria, sin intervención de imágenes de la imaginación ni con- esencia actual, su deseo o conatus.25
ceptos del entendimiento?
(QODGH¿QLFLyQGHODSULPHUDSDUWHGHODÉtica, Spinoza presen- Pensar la intuición intelectual de este modo, como la captación
WDD'LRVFRPR³XQVHUDEVROXWDPHQWHLQ¿QLWRHVWRHVXQDVXVWDQ- GHODSRWHQFLDGLYLQDTXHSURGXFHHOXQLYHUVR\YLYL¿FDDFDGDXQR
FLDTXHFRQVWDGHLQ¿QLWRVDWULEXWRVFDGDXQRGHORVFXDOHVH[SUHVD de los seres que lo componen, permite evitar el error de considerarla
XQDHVHQFLDHWHUQDHLQ¿QLWD´3HURHVWDGH¿QLFLyQTXHFDUDFWHUL]DD como la captación teórica, conceptual, de un determinado ente, de
Dios como una sustancia –o sea, un ser que es en sí y se concibe por una cosa o de una idea que habría que considerar como suprasensi-
Vt±DEVROXWDPHQWHLQ¿QLWDQRQRVLQIRUPDHIHFWLYDPHQWHDFHUFDGH ble y supraerracional. Se trata, pues, del acceso a una esencia que es
su esencia, acerca de eso a lo que accedemos mediante la intuición la absoluta productividad de sí misma y de un universo, pero que no
intelectual. se encuentra en un más allá, sino de la cual los seres humanos parti-
Para responder a este interrogante propongo considerar un cipamos –en el sentido más propio de ser parte. La ciencia intuitiva
elemento al que Spinoza mismo hace referencia en E II, 45, esc. es, por lo tanto, el acceso a la sustancia en la medida en que ésta es
6SLQR]DDFODUDDOOtTXHDOD¿UPDUTXHODLGHDGHODHVHQFLDGH'LRV XQDHQHUJtDXQDDFFLyQLQ¿QLWDTXHQRVHGLVWLQJXHGHOXQLYHUVRTXH
está implicada en las ideas de las cosas existentes en acto, no se SURGXFHVLQRTXHORYLYL¿FDORKDELWDORUHFRUUHFRPRHOIXQGD-
UH¿HUHDODH[LVWHQFLDHQODGXUDFLyQVLQRDla naturaleza misma de mento inmanente de toda la realidad.
la existencia, “que se atribuye a las cosas singulares porque de la En este sentido, la quinta parte de la ÉticaSDUHFHFRQ¿UPDUTXH
HWHUQDQHFHVLGDGGHODQDWXUDOH]DGH'LRVVHVLJXHQLQ¿QLWDVFRVDV la ciencia intuitiva se asemeja más a una experiencia que no involu-
GHLQ¿QLWRVPRGRV´22. cra tanto la capacidad teórica de conocer de los seres humanos, sino
Sabemos que los modos se encuentran atravesados por una doble que se trata de una experiencia principalmente práctica, ética. Como
causalidad: en la medida en que son existentes en la duración, son se sabe, Spinoza sostiene allí que “nos deleitamos con todo cuanto
HIHFWRV \ FDXVDV GH RWURV LQ¿QLWRV PRGRV ¿QLWRV GHWHUPLQiQGRVH entendemos según el tercer género de conocimiento, y ese deleite va
mutuamente a existir y a obrar de cierta manera; pero en la medi- acompañado por la idea de Dios como causa suya”.26 Por lo tanto,
da en que son en Dios, los modos se siguen de la necesidad de la D¿UPDGHOWHUFHUJpQHURGHFRQRFLPLHQWREURWDQHFHVDULDPHQWHXQ
naturaleza de la sustancia. A esta segunda lógica causal es a la que
VHUH¿HUHHVWHHVFROLRFXDQGRD¿UPDTXH³ODIXHU]DHQFX\DYLUWXG 23
E V, 29 retoma esta idea.
24
“La potencia de Dios es su esencia misma”, dice E I, 34.
21
Cf. E II, 49, esc. 25
Cf. E III, 7 y 9.
22
E II, 45, esc. 26
E V, 32

215 216
amor intelectual hacia Dios.27 La experiencia que es la ciencia intui-
tiva se traduce, pues, como una experiencia afectiva.
Queda abierta, pues, la cuestión de si es pertinente la crítica
kantiana, si se entiende la intuición intelectual spinoziana tal como
acabo de proponer.

27
Cf. E V, 32, cor.

217

También podría gustarte