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El desarrollo del concepto del Yo en la obra de Freud

Encontramos en la obra de Freud muchos puntos de partida nuevos,


Bastante radicales, y muchos nuevas formulaciones, que prosiguen a través
de sus últimos escritos.
Esta cualidad de cosa no terminada, de no haber dicho la última palabra, fue
lo que tenía Freud en mente cuando, saliendo al paso de las malas
interpretaciones de sus enseñanzas, estimó necesario trazar una línea de
demarcación entre el psicoanálisis, como ciencia empírica, y los sistemas
filosóficos.
La hipótesis de Freud se relacionan entre sí de un modo sistemático: Existe
una jerarquía de las hipótesis según su importancia, su proximidad a la
observación, su grado de verificación.
Freud no era muy dado a enunciar de un modo sistemático, mediante un
corte transversal, dónde y cuándo nuevos pensamientos habían suplantado a
sus primeros conceptos.
Sus cambios de modo de pensar, debieron ser deducidos de los cambios que
introducía en el uso de sus conceptos. Este estado de cosas pudo muy bien
haber facilitado el desarrollo de la fijación de algunos analistas en una sola
fase del pensamiento de Freud.
En cierta medida al menos, estos juicios arbitrarios pueden ser
contrarrestados por un atento estudio de la historia.
Ninguno de los escritos históricos del mismo Freud está destinado presentar
todas las contingencias del descubrimiento y todos los azares del
pensamiento. Por fortuna, contamos en algunos de sus escritos
originariamente no históricos con cierto número de incursiones sumarias en
determinados aspectos históricos del análisis.

No se puede decir que los estudios históricos sobre aspectos específicos del
análisis abunden ni aún actualmente. En cuanto a la psicología del yo, a pesar
del hecho de que el concepto del yo se introdujo en el análisis desde sus
comienzos, se ha convertido en un capítulo por derecho propio en época
comparativamente tardía. Su importancia con respecto a la psicología
general, fue reconocida todavía más tarde.
Durante largo tiempo, se ha dicho menos acerca de la historia de la psicología
del yo.
Existen, unos cuantos prolegómenos sobre el tema, como un artículo de Kris.
El estudio histórico del concepto del yo conduce directamente a ciertas
formulaciones posteriores de Freud que no puedo elaborar de un modo más
sistemático y que habían sido indebidamente descuidados por mucho de
nosotros. Aunque su importancia es considerable, no han conquistado aún el
lugar en la investigación y en la enseñanza que merecen realmente.
Algunas parecen revelar un cambio de acceso también en otros campos.
En cuanto a la prehistoria del psicoanálisis, probablemente conocen todos
ustedes el libro de Dorer(1932). Como no era psicoanalista, Dorer confunde
muchas de la implicaciones más sutiles de las ideas de Freud.

Una vez que hemos destrabado las interpretaciones equivocadas de Dorer,


podemos reconocer que su libro está copiosamente documentado y en cierto
modo es muy valioso.
La primera concepción de Freud acerca del yo lo define como una
organización constantemente catexiada. En el lenguaje de la fisiología, se
trata de un grupo de neuronas, y, si se le caracteriza psicológicamente, de un
grupo de ideas. Encontramos ya en la época del “Proyecto” los tres accesos a
la psicología que más tarde llamará el acceso topográfico, el dinámico y el
económico.
Revela algo de las ideas de Freud sobre el yo en aquellos tiempos.
Las funciones que forman el cuerpo del concepto del yo son separadas de
otros procesos mentales. La distinción entre proceso primario y secundario
está claramente delineada. Una de las funciones, la defensa, llegó a ser
predominante en aquel tiempo en sus investigaciones clínicas. Otras de las
funciones estudiadas en este esbozo son la comprobación de la realidad, la
percepción, la memoria, el pensamiento, la atención y el juicio, entre otras.
La idea de un yo, caracterizado por sus funciones y por sus relaciones con el
mundo exterior y con otros procesos mentales, se presenta aquí de la
manera más definida y ha demostrado ser de valor perdurable.
Naturalmente, la mayor parte de los datos que posteriormente la llenaron de
un significado concreto, no habían sido aún descubiertos; y particularmente
de los grandes adversarios internos del yo, los impulsos instintivos, Freud, en
aquellos años, tenía sólo un conocimiento bastante limitado.
Freud se familiarizó con la psicología de Herbart en el gimnasio. Tuvo
conocimiento de las proposiciones de Herbart sobre una naturaleza
dinámica; de la mecánica de la asociación; de un concepto sobre el
pensamiento inconciente; acaso adoptó el término represión de Herbart. No
parece que la psicología de éste fuera de un gran poder estimulador para
aquél.
Con Fechner, el caso fue distinto. Algunas de sus proposiciones aqyudaron a
Freud de un modo más específico. El concepto de procesos inconcientes,
verdaderamente dinámicos cuenta con antepasados muy diversos.
Schopenhauer y de Nietzche.
Muchos más amplio y más específico fue de Meynert sobre el concepto del
yo.
Parece evidente que Freud conoció toda la obra escrita de Meynet, así como
sus conferencias.
Meynert distinguía entre un yo primario y un yo secundario Freud lo cita en
La interpretación de los sueños. El yo primario representa ese parte
genéticamente primera e inconciente de la vida psíquica. El yo secundario
está superpuesto. El núcleo del yo la da por la demarcación del cuerpo del
niño respecto del medio ambiente.
Además el yo tiene la función de una agente ejecutivo. Las personas
estrechamente relacionadas con él pueden estar incluidas en éste, los ideales
de una persona formarán parte de él.
La percepción se describe como un proceso pasivo sino activo.
La analogía entre el yo primario y el secundario, y el yo, el superyó y el ello,
en el sentido Freudiano, es evidente.
EL paralelismo, los conceptos de Freud del yo corporal y de la identificación.
Aunque las ideas de Meynert fueron ampliamente conocidas, sólo con Freud
se integraron en la experiencia clínica, se las modificó libremente, y se les dio
su lugar en relación a otras en un marco de referencia sin comparación más
extenso. Únicamente hay una excepción, y sólo vale para los primeros pasos
en esta transformación y elaboración trascendental. Ella es Josef Breuer.

El primer estrato de la concepción Freudiana del yo pareció según creo,


Aterradoramente “teórica”, para algunos. No es así de ningún modo, en el
“proyecto” Freud concede siempre un lugar importante a sus estudios del
sueño y las neurosis.

Posteriormente, tras abordar los problemas psicológicos desde el ángulo de


la psicología, puede notarse aún la continuidad con algunos de sus primeros
conceptos.
Es claro que su trabajo teórico, juntamente con su trabajo clínico de esta
misma época, revela el acceso bilateral, que continuaría siendo altamente
característico en la obra de toda su vida.
Entre los grandes pensadores de verdad, Freud fue uno de los proquísimos
que además era un gran clínico.
En Freud, la capacidad de teorizar fecundamente estaba al nivel de su genio
clínico. Sus conceptos son con mucho los más fértiles que tenemos a nuestra
disposición en el campo de la psicología. En su constante preocupación por
ambos aspectos del análisis, ocurrió muchas veces que la hipótesis se
anticipara a la observación.
El caso inverso, el aplazamiento de la conceptualización, lo trataremos
después.
Aun cuando en los primeros trabajos clínicos se describieron más o menos
ocasionalmente varias funciones del yo. Es la de la defensa la que de un
modo definitivo se convirtió en el foco de interés.

Durante la colaboración entre Breuer y Freud, fue éste quien desarrolló la


idea de una histeria hipnoide. Freud, vio la defensa como el agente decisivo.
Freud dijo posteriormente, comparando su interpretacipon con la de Breuer,
“Tomé el asunto de manera menos académica; en todas partes me parecía
descubrir motivos y tendencias a de las vida cotidiana.
El pensamiento dinámica de Freud, su concepto de un yo defensivo, abrió el
camino a la realidad del conflicto psíquico. Se convirtió en la piedra angular
del análisis en e sus aspectos clínico y técnico.
Debemos a Freud por entero la posibilidad de estudiar el conflicto de un
modo sistemático y objetivo y de seguir su papel en el desarrollo normal y
anormal.
El yo, era aún en aquel tiempo un grupo organizado de “ideas”. Algunas de
éstas podían ser admitidas, en tanto que otras estaban excluidas. Prevalecía
el supuesto de que la exclusión del yo implicaba la exclusión de la conciencia,
y así se daba un paso decisivo hacia la vinculación del punto de vista
dinámico con el topográfico.
Ya en 1896 que las defensas mismas eran, o podían ser, inconscientes. Fue
sólo mucho más tarde cuando si intuición se hizo importante para una nueva
formulación de su psicología del yo.
Los factores dinámicos implicados por los dos lados de un conflicto no fueron
definidos explícitamente durante cierto tiempo.
Encontró su más exacta exposición en la interpretación de los sueños. La
teoría de la asociación pura de los primeros tiempos fue pronto modificada
por Freud y adaptada a las demandas de la rápida evolución de su
experiencia y de su pensamiento.
Conceptos como “idea intencional” y “tendencia psíquica” se tornaron
dominantes. También la comprensión de la fuerza determinante de lo que
Freud llamó, de un modo general “deseos”. Habló del cumplimiento del
deseo por parte de la represión así como por la de las fuerzas reprimidas y,
en estos casos, la palabra parece ser sinónima de tendencia psíquica o de
intención. Otras veces habla de la intención del yo de olvidar a reprimir.
Franz Bretano, cuyo nombre en la historia de la psicología está ligado al
concepto de intencionalidad.
El término “yo” se usaba en ese tiempo en la ciencia y se emplea
actualmente tanto fuera de análisis como en él mismo. La expresión indica
muy frecuentemente al sujeto de la experiencia para distinguirlo de los
objetos. También se usa para designar la propia persona frente a otras
personas. Para algunos es sinónimo de lo que Freud denominó el aparato
psíquico. Otros llaman “yo” a la conciencia de ser si-mismo.
Freud no utilizó la palabra en esta última acepción. Para él la experiencia
subjetiva de sí-mismo era una función del yo, pero no el yo.
La percepción y el pensamiento, según Freud, dependen del yo, pero las
actividades de éste pueden también ser objeto de percepción y de
pensamiento.
El uso ambiguo de este término influyó en las teorías de Freud sólo más
tarde. El primer trabajo de Freud la interpretación de los sueños describe las
contribuciones del yo al sueño. “El deseo de dormir en el que se concentra el
yo consciente y que, juntamente con la censura onírica y la “revisión
secundaria” constituye la participación del yo en el soñar.
La revisión secundaria, en la medida en que representa una tendencia a
unificar y a contribuir a la inteligibilidad, nos recuerda el concepto posterior
freudiano de la función sintética del yo. Por otra parte, la influencia
dominante del yo sobre los impulsos mentales fue destacada y explicada por
su “relación con la conciencia y el movimiento voluntario” Esas fueron las
contribuciones esenciales, en verdad, a la psicología del yo.
Pero, poco después, sobrevino un periodo de latencia, por lo que al
desarrollo de la psicología del yo se refiere.
Freud no era en general muy dado a reflexionar acerca de su propio
pensamiento cuando desarrollaba sus ideas.

La razón más obvia para su desentendimiento transitorio de la psicología del


yo fue, sus descubrimientos tan importantes de esos años en otros campos
del análisis.
Sus trabajos sobre lo inconsciente y sobre los impulsos, así como sus
intuiciones sobre el desarrollo humano.
Una razón accesoria, fue probablemente que como este concepto se había
organizado sólo en parte en la experiencia analítica, encontró ciertas
dificultades para asignarle, a él o a algunos de sus aspectos, el lugar justo en
relación con vida psíquica, que provenían totalmente del método
psiconalítico.
Y luego estaba su empeño confesado, al menos durante algún tiempo, de
estudiar aquello precisamente que los otros habían descuidado. A más de
esto, Freud no le agradaba lo que los filósofos habían dicho acerca del yo y
recelaba de las posibles implicaciones metafísicas sobre el tema.

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