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2020
3er Trim.

Más allá de la pandemia.


Vivir en estado de excepción
Mercedes Arbaiza, Daniel Barreto
y Sebastián Mora [Coord.]

Gemma Simmonds CJ
Karlos Pérez de Armiño
F. Javier Vitoria Cormenzana

También escriben:

Xabier Pikaza. [Conversación con


Mercedes Arbaiza]
Vivir la pandemia desde el corazón de la
teología cristiana

Sebastián Mora Rosado


Ingreso mínimo vital: trayectoria y retos

Montserrat Escribano
Repolitizar el mundo, cuerpos aliados
en tiempos de contagio y descarte

Ester Busquets Alibés


La peste de Camus en tiempos de
www.iviva.org coronavirus
iglesia viva
pensamiento crítico y cristianismo
revista trimestral fundada en 1966
directora: Teresa Forcades i Vila

nº 283, julio-septiembre 2020

Mas allá de la pandemia.


Vivir en estado de excepción
Coordinadores: Mercedes Arbaiza, Daniel Barreto
y Sebastián Mora Rosado

DIRECTORA DE LA REVISTA
Teresa Forcades i Vila. Monestir de Sant Benet de Montserrat

CONSEJO DE DIRECCIÓN
Carlos García de Andoin. Presidente de Asociación Iglesia Viva. IDTP. Bilbao
Mercedes Arbaiza Villalonga. Universidad del País Vasco. Bilbao
Daniel Barreto. Instituto Superior de Teología. Las Palmas de G. Canaria
Ester Busquets Alibés. ISCREB. Insti. Sup. de Ciències Relig. de Barcelona
Roberto Casas. Instituto Diocesano de Teología y Pastoral. Bilbao
Antonio Duato Gómez-Novella. Gestor de Iglesia Viva. València
Montserrat Escribano Cárcel. Facultat de Teologia de València
Neus Forcano i Aparicio. ISCREB. Insti. Sup. de Ciències Relig. de Barcelona
Anna Eva Jarabo Fidalgo. Universitat Ramon Llull. Barcelona
Víctor M. Marí Sáez. Universidad de Cádiz
Sebastián Mora Rosado. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid
Joaquín Perea González. IDTP. Instituto Diocesano de Teología y Pastoral. Bilbao
José Miguel Rodríguez. Universidad de Valladolid
José A. Zamora. Instituto de Filosofía del CSIC. Madrid
iglesia viva 283

Más allá de la pandemia.


Vivir en estado de excepción
PRESENTACIÓN 5 El estado de excepción
como lugar teológico
Mercedes Arbaiza, Daniel Barreto y Sebastián Mora

ESTUDIOS 13 Para los oprimidos, el estado


de emergencia es la regla
Gemma Simmonds CJ

27 La COVID-19 como ensayo


global de excepcionalidad
Karlos Pérez de Armiño

45 «Otra normalidad» es posible.


Una mirada al futuro del
postcoronavirus desde la tradición
mesiánica y apocalíptica cristianas
F. Javier Vitoria Cormenzana

CONVERSACIONES 61 Xabier Pikaza.


CON... Vivir la pandemia desde el corazón
de la teología cristiana
Mercedes Arbaiza

SIGNOS 79 Ecofeminismo.
DE LOS TIEMPOS Tejiendo redes
Yolanda Sáez

83 El cristianismo primitivo
ante las epidemias
Fernando Rivas Rebaque

89 Y cuando todo esto pase,


nosotros seguiremos aquí
Rafael Carriegas
julio-septiembre 2020

SIGNOS 99 Como si la tierra


DE LOS TIEMPOS se las hubiera tragado
Emilia Oliver del Olmo

105 Experiencia del coronavirus


en un cohousing de mayores
Timoteo Cruces Gaitán y Víctor J Gómez Pérez

CONTRIBUCIONES 109 Cultura y… ¿muerte de Dios?


Modernidad y religión a partir de la
Ecos lectura de Terry Eagleton
Rafael Ruiz Andrés

115 Repolitizar el mundo, cuerpos aliados


en tiempos de contagio y descarte
Montserrat Escribano

121 “El resto de Israel”. Reflexiones


cristianas para salir de la pandemia
José Ignacio González Faus

Verba 125 Ingreso mínimo vital:


trayectoria y retos
Sebastián Mora Rosado

133 El viático de la Naturaleza en la


gran prueba del Antropoceno
Josep Maria Mallarach

PÁGINA ABIERTA 139 La peste de Camus


en tiempos de coronavirus
Ester Busquets Alibés

RESEÑA CULTURAL 143 Juan Mayorga: irradiaciones del exilio


Daniel Barreto
Teatro
Libros 145 El grito en la intemperie
Xabier Pikaza: Lectura de Job
Mª Ángeles López Romero
IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
Más allá de la pandemia.
Vivir en estado de excepción
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210–1114

El estado de excepción
como lugar teológico
PRESENTACIÓN

Mercedes Arbaiza, Daniel Barreto y Sebastián Mora.


Consejo de dirección de Iglesia Viva.
Coordinadores del número 283. Bilbao

penas había pasado un mes del decreto de estado

A de alarma por la crisis sociosanitaria provocada por


el virus SARS-CoV-2, abril del 2020, cuando el Con-
sejo de la revista IVIVA decidió publicar este número. Tenía-
mos la certeza de que nuestra forma de vida se había visto
confrontada inevitablemente con el mundo de lo excepcio-
nal, un tiempo de suspensión de las normas y de las formas
de convivencia básicas que constituyen nuestra civilización.
Intuimos que el virus había irrumpido en nuestra historia
alterando nuestra percepción del espacio/tiempo de forma
singular, una experiencia, de carácter extraordinario, si se
quiere, en la medida que desborda los límites de lo que
parecía posible pensar y vivir. El testimonio de una médico
de familia de Osakidetza (Sistema Vasco de Salud) ilustra
bien esta sensación de lo que nos estaba aconteciendo:
“He vuelto a casa llorando todos los días. Me siento dentro
de una gran ola que me ha cogido desprevenida y me ha
dado un gran revolcón. Todavía no sé muy bien donde
estoy. Intentando ponerme de pie, no sé pensar ni explicar
lo que nos ha ocurrido. Nuestra generación no sabe lo que
es una catástrofe de este tipo, en forma pandemia, no hay
respuestas individuales. El virus nos vincula de alguna
manera a todos” (25 de abril del 2020).

5
El estado de excepción
PRESENTACIÓN
como lugar teológico

La crisis de la pandemia nos ha hecho colapsar, delatando nuestros


males (pecados) y, a su vez, abriendo algo inédito que todavía no podemos
entender del todo. Esta crisis global nos ha sometido de forma sobrevenida
a una fuerte incertidumbre, una experiencia impensada que ha producido un
cambio en la percepción de nosotros mismos, y también de nuestra relación
con el mundo. Nos entendíamos endiosados y todopoderosos, pero la natu-
raleza no ha perdonado nuestro expolio, y se nos ha girado de forma virulen-
ta, como dice el papa Francisco. La pandemia nos ha atravesado dejando al
descubierto un orden social que se sostenía sobre lo que considerábamos
como “normal” pero nos ha devuelto en algunas de sus partes como irracio-
nal. O, si se quiere, se nos hace visible la irracionalidad del sistema que en
tiempos normales se nos presentaba como racional y ordenado. ¿Qué es lo
excepcional y que es lo normal? Son preguntas que nos suscita el presente.
La excepción de la normalidad en todos sus órdenes puede abrir una
mirada distinta sobre la realidad. La cercanía del peligro y el miedo a la muer-
te nos ha quitado un velo; no tanto ideológico, ni tampoco en la forma de
pensar, porque las preguntas que nos hacemos no son nuevas. Nos referimos
más bien a la inesperada dificultad para obviarlas. En la medida que lo excep-
cional nos atraviesa, nos altera el lugar desde el que aprehendemos la reali-
dad, al prójimo y a Dios. Emerge un estado de desorden y de apertura, a la
vez: junto a la certeza de que el virus nos vincula a todos (la interdependencia
se hace cuerpo, segunda naturaleza) vivimos la sensación de la nuda vida, la
ceguera del miedo a perderla y el extrañamiento hacia “el otro” como un
peligro. El cuestionamiento de la normalidad de la vida nos confronta inevita-
blemente con el mundo de lo excepcional y, querámoslo o no, no inhabilita
algunos discursos y constructos ideológicos sobre los que construíamos la
normalidad. ¿Qué se nos revela? ¿Podríamos hablar del estado de excepción
como lugar teológico?
La excepción ampliada a quienes por lo general están a salvo de ella
hace visible la irracionalidad del sistema que, en tiempos normales, se presen-
ta como racional y ordenado. La pandemia deja al descubierto las formas de
vida que sostenía la normalidad de unos pocos: el cuidado/cuidados que
estaban ocultos o ensombrecidos, las grietas del sistema sanitario, las formas
de atención a las personas dependientes y más vulnerables, la brecha digital
en el sistema escolar, la ineficiencia del mercado de cara a suministrar de
bienes básicos en situación de emergencia etc. El estado de alarma provoca-
do por la pandemia nos pone también frente a quienes viven en un “estado
excepcional” permanentemente. El saber científico acaba de acuñar un nuevo
concepto para definir la crisis de salud que estamos padeciendo (BBC News
Mundo, 9 de octubre). Clasifican el coronavirus como una sindemia, un neo-
logismo utilizado para explicar que la mortalidad producida por la covid es
una combinación de pandemia y de sinergia con las condiciones sociales de

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Mercedes Arbaiza, Daniel Barreto
PRESENTACIÓN
y Sebastián Mora.

la pobreza que producen enfermedades no transmisibles y que potencian


notablemente los efectos letales del virus. La sindemia reúne estos dos ele-
mentos, pobreza y virus, que interactúan en un contexto social y ambiental
caracterizado por una profunda inequidad social.
Quienes transitamos en este breve tramo de la historia, nos sentimos
urgidos a hacer una lectura de los signos de los tiempos. Las exigencias nue-
vas de la realidad nos obligan a no pasar de largo, a hacer una lectura situada
del evangelio, de nuestra tradición y del magisterio de la Iglesia. Podría ser
un acontecimiento histórico en el que el misterio de la humanidad se vivifica
y nos impulsa a dar una respuesta creativa. Un espacio decisivo para configu-
rar nuestra experiencia de fe en el Jesús crucificado y resucitado, el Cristo
que elige a los pobres como lugar teológico. Es un estado en el que el miste-
rio de Dios se nos revela.
***
En el primero de los tres ESTUDIOS, Gemma Simmonds, hermana de
la Congregación de Jesús, doctora en teología y profesora en Margaret Beau-
fort Institute of Theology, Cambridge, glosa la octava tesis de Walter Benja-
min en su Filosofía de la Historia: la tradición de los oprimidos nos enseña que
el estado de excepción en el que vivimos hoy es la regla o la norma para la
mayoría. La pandemia ha funcionado como un revelador de las verdades nor-
malmente ocultas de nuestra sociedad. La amenaza cotidiana que el orden
económico supone globalmente para los oprimidos y la naturaleza se ha vuel-
to visible para buena parte de la minoría habituada a la seguridad y el sueño
infinito del consumo. ¿Cómo sostener entonces un modo de vida basado en
la exclusión y el sufrimiento cuando se descomponen los valores y principios
ficticios que lo encubren? También la vida litúrgica de la Iglesia se ha visto
conmocionada por un acontecimiento que nos conduce a abrir los ojos de
otro modo ante los sacramentos y las posibilidades de su celebración. La
pandemia, conforme al sentido bíblico de crisis, podría ser, dentro y fuera de
la Iglesia, la oportunidad para la conversión a una forma de vida que interrum-
pa la marcha a toda máquina hacia la catástrofe.
El sentido político y jurídico de la declaración del estado de excepción
es el tema del que se ocupa el segundo estudio. El estudio responde a algu-
nas preguntas que le trasladamos a Karlos Pérez de Armiño, profesor de la
Universidad del País Vasco, doctor en Ciencias Políticas y director de Hegoa,
(Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional). ¿Cómo
afecta un estado de alarma prolongado a la salud y cultura democráticas? El
autor nos enfrenta a esta dimensión de la pandemia en su estudio, la Covid
como ensayo global de excepcionalidad. Reflexiona sobre el carácter biopo-
lítico del estado de excepción decretado por los estados, entendido no como
un derecho especial (como el derecho a la guerra) sino como la situación de

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El estado de excepción
PRESENTACIÓN
como lugar teológico

suspensión extraordinaria y temporal del orden jurídico. La metáfora de la


guerra utilizada por los gobiernos y omnipresente en los medios de comuni-
cación ha hecho creíble el discurso político de la amenaza sobre la vida que
facilita la securitización y militarización del problema, así como la adopción de
medidas de excepción que pueden representar un riesgo profundo para la
democracia, las libertades y los derechos humanos. Karlos Pérez explica estas
medidas excepcionales, sus fundamentos y nos alerta de los riesgos que
generan, desde la gestión coercitiva de la vida hasta la utilización del miedo
como control social. En la gestión de la excepcionalidad se ha mostrado con
claridad que la necropolítica sobrevuela muchas de la actuaciones y decisio-
nes que se han implementado. ¿Por qué no entender las consecuencias de la
pandemia, marginación y negación de servicios básicos, como un agravamien-
to de la normalidad, más que como una situación de excepción?
Qué novedad irrumpe en el estado de excepción fue la cuestión que se
le planteó al teólogo bilbaíno, Javier Vitoria Cormezana, en el tercer estudio.
El parte de su experiencia personal como afectado por el virus en el mes de
marzo del 2020 y “en medio de la confusión y del sufrimiento provocado por
la pandemia”, el autor reconoce entrever algunas características de “la nor-
malidad” puesta patas arriba por una catástrofe mundial que evoca la apoca-
líptica judeocristiana. ¿Qué podemos vislumbrar y esperar de nuestro futuro?
se pregunta. El autor le pregunta a la tradición cristiana, más allá de la teodi-
cea: “¿Tiene algo valioso que aportar la tarea de anticipar en el presente una
“normalidad” futura (..) a quienes caminamos confusos y sin rumbo hacia el
futuro?” Asumiendo la tesis de que la pandemia es un tiempo de interrup-
ción, desde la tradición mesiánica y apocalíptica cristiana el autor contribuye
a encontrar algunas señales que anticipan “otra normalidad nueva”, allí
donde nos topábamos con la “pesada piedra” de la incertidumbre que nos
cierra el paso a un futuro nuevo.
En CONVERSACION CON… hemos querido contrastar con el teólogo
Xabier Pikaza nuestra interpretación sobre el sentido teológico del tiempo
de interrupción y del estado de excepción en el que nos ha sumido la pande-
mia. Xabier Pikaza comienza explicando el sentido lo “excepcional” partiendo
del mismo evangelio, “al morir Jesús el velo se rasgó, y Dios quedó libre, y
los hombres también”, un tiempo nuevo sin velos de opresión. “Dios ha sido
y es la gran excepción”, según él, “una parada sorprendente”, afirma. A tra-
vés de la conversación el maestro y teólogo nacido en Orozko junto al caserío
Arbaiza, va recorriendo las preguntas más acuciantes para los creyentes. El
autor hace una teología situada y, a la vez, muy rica en géneros literarios
aportando luz al texto bíblico desde la experiencia presente. Transita por la
experiencia de Dios en tiempo de catástrofe y muerte, aborda los límites de
la ciencia y de la vacuna, desde el sincero deseo de la promesa de salvación
que contiene el cristianismo, responde a la cuestión de la culpa y de cómo

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Mercedes Arbaiza, Daniel Barreto
PRESENTACIÓN
y Sebastián Mora.

interpretar el “pecado” implícito en una catástrofe natural y social de estas


dimensiones. El diálogo que Job tiene con Dios ayuda a hacer inteligible el
sufrimiento de las víctimas.
Todas las contribuciones de la sección SIGNOS DE LOS TIEMPOS
narran experiencias sobre formas de resiliencia en tiempos en los que la pan-
demia irrumpe y atraviesa el statu quo.
Yolanda Sáez, feminista y experta en coescucha, nos hace partícipes de
un descubrimiento importante en su confinamiento, la red de mujeres ecofe-
ministas. Para ella son un anuncio de algo nuevo, por la sororidad y apoyo
mutuo, por la combinación de compromiso, reflexión y acción política, y por
una relación diferente con la naturaleza, a partir de la propuesta de la ecode-
pendencia e interdependencia. Poner la vida en el centro de la agenda políti-
ca es una tarea urgente que ya se esta llevando a cabo por parte del feminis-
mo y sobre la que reflexiona. La autora parte de la evidencia, de nuevo, de
que los cuidados esenciales en esta crisis social han sido abrumadoramente
femeninos y nos invita a repensar desde ahí a masculinizar esta dimensión de
la vida con un contenido tan político.
El cristianismo primitivo se enfrentó a las epidemias y plagas de su
tiempo y salió reforzado por su dimensión compasiva, como narra Fernando
Rivas, profesor de la Universidad de Pontificia de Comillas. A través de dos
figuras paradigmáticas del s. III, Cipriano de Cartago y Dionisio de Alejandría,
explica las tres estrategias del cristianismo primitivo: la formación en un
modelo de personas resiliente capaz de sobrellevar las circunstancias adver-
sas; la fe en el Dios que se mostraba en Jesús, un Dios que no castiga; y un
sistema de ayuda mutua comunitaria y de caridad que resultó muy útil y eficaz
en aquel entorno social.
Emilia Oliver del Olmo, voluntaria de Villa Teresita y profesora en la
Universidad Católica de Valencia, pone voz al relato de aquellas mujeres que
viven en un estado de excepción permanente, mujeres que son prostituidas y
cuyos derechos han desaparecido ya en tiempos de “normalidad”. Nadie va
a preguntar por ellas porque hace tiempo que son invisibles. “Desaparecieron
como si las tierras se las hubiera tragado” es una apelación a los hombres de
la Iglesia e invita a revisar el debate sobre la regulación de la prostitución
desde las estructuras patriarcales que ordenan los vínculos sociales.
Las narraciones de Rafael Carriegas, gerente de la Fundación Miranda
(Barakaldo) y la de Timoteo Cruces Gaitan y Victor J. Gómez Pérez, socios
del centro residencial Convivir (Horcajo de Santiago, Cuenca) nos interpelan
sobre la percepción social de las personas vulnerables derivada de la edad
avanzada. Se cuestionan el estigma e incluso la terminología de “personas
mayores”, haciendo valer, a través de sus historias de resiliencia, sus derechos
y sobre todo la capacidad de autogestión en un contexto en el que se agudi-

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El estado de excepción
PRESENTACIÓN
como lugar teológico

za la estrategia social de que hay vidas descartables. En ambas reflexiones se


realiza una contribución al debate sobre si los centros especializados de aten-
ción y cuidado a personas con dependencia por edad avanzada, mal llamados
“residencias” o, en su caso, las iniciativas de cohousing basadas en la gestión
horizontal de los socios, deben ser centros de cuidados o centros sanitarios.
En la sección ECOS, Rafael Ruiz Andrés, Investigador del Instituto Uni-
versitario de Ciencia de las Religiones (Madrid), reflexiona sobre el libro La
cultura y la muerte de Dios del filósofo católico y marxista Terry Eagleton.
Este pensador demuestra sólidamente que la secularización no es solo la
época de la retirada de la religión, sino también el proceso de su transforma-
ción y sustitución funcional por nuevos constructos culturales que no acaban
de emanciparse del sustrato cristiano. Esa dependencia soterrada no ha
impedido la pérdida de contenidos esenciales de las tradiciones bíblicas. El
futuro del cristianismo postsecular pasaría por la recuperación de su potencial
crítico y liberador respecto del orden social establecido.
En esta misma sección Montserrat Escribano, teóloga y miembro del
Consejo de Iglesia Viva, se pregunta a partir de su lectura de Didier Fassin y
Judith Butler, cómo las vidas declaradas sobrantes podrían reinventar una
forma de resistencia en las nuevas condiciones de restricción del espacio
público y en qué sentido los “cuerpos creyentes” están llamados a contribuir
a una “repolitización del mundo”. Y, finalmente, el teólogo José Ignacio Gon-
zález Faus, que tan atento está siempre a iluminar desde una renovada teo-
logía la actualidad cotidiana, reflexiona sobre cómo se puede leer en tiempos
de pandemia la expresión bíblica de "el resto de Israel".
En la sección VERBA Sebastián Mora, miembro del Consejo de direc-
ción de la Revista y exsecretario general de Cáritas Española, analiza el Ingre-
so Mínimo Vital aprobado precisamente en un contexto de emergencia social
postpandemia. El IMV es un hito en las políticas de garantías de ingresos en
nuestro Estado. Una primera contribución que realiza el autor, absolutamente
necesaria, es situar el Ingreso Mínimo Vital en su filosofía y alcance y para ello
adopta una perspectiva histórica y contextualizada en las diversas prestacio-
nes existentes, especialmente en las Comunidades Autónomas. Sebastián
Mora analiza las diversas críticas recibidas tanto a su planteamiento como
también su implementación. Este último aspecto merece ser destacado por-
que hay miles de personas perdidas en una maraña burocrática sin poder
acceder a una prestación básica para la vida de muchas familias.
En esta misma sección, Josep-María Mallarach, geólogo, consultor
ambiental en la Comisión Mundial de Áreas protegidas y fundador de la aso-
ciación Silene, interpreta los dos últimos siglos como un largo tiempo de
excepción en la historia humana. El autor apunta hacia una desconexión pro-
funda con la naturaleza en el plano psíquico lo que ha generado una falta de

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Mercedes Arbaiza, Daniel Barreto
PRESENTACIÓN
y Sebastián Mora.

sentido vital, personal y colectivo que nos aleja de los vínculos más profundos
con la Madre Tierra. En el plano espiritual, nuestra forma de vida nos aparta
de la dimensión misteriosa y sagrada de la naturaleza. Esta situación activa las
posibilidades de las tradiciones religiosas para hermanarse con la Creación,
en la tradición cristiana, o con las “maravillas de la naturaleza” de la tradición
islámica. La crisis global descansa en una visión del mundo que las tradiciones
religiosas deben ayudar a transformar, volviendo a sus fuentes teológicas y
sacramentales que nos vinculan con la “Hermana-madre Tierra”.
En la sección PAGINA ABIERTA Ester Busquets hace una presentación
de la novela La Peste (1945) de Albert Camus (1913-1960). Podrán deleitarse
con la voz de uno de los personajes, el Dr. Rieux, un médico increyente que
ha visto morir a mucha gente pero no se acostumbra. Su reflexión reconoce
que vive en la noche, la de la ausencia de la omnipotencia de Dios, pero hace
por ver claro, partiendo de un fuerte impulso ético.
Para acabar, en la RESEÑA CULTURAL contamos con dos aportaciones.
Daniel Barreto, también del Consejo de nuestra revista, comenta el estreno
absoluto en 2020 de Siete hombres buenos, la primera obra de Juan Mayor-
ga, uno de los autores más relevantes del teatro español contemporáneo.
María Ángeles López Romero, directora editorial de San Pablo, hace una
reseña del libro recién publicado del teólogo Xabier Pikaza, Los caminos
adversos de Dios. La lectura de Job (San Pablo, 2020) en el que resume las
líneas teológicas sobre las que ha construido el autor su obra. Un libro que
tiene especial interés por el momento en el que sale publicado, en mitad de
un grito de la humanidad sufriente que busca explicaciones al estado de
excepción que vive.

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IglesIa VIVa
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© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210–1114

Para los oprimidos, el estado


de emergencia es la regla
ESTUDIO
Gemma Simmonds CJ.
Margaret Beaufort Institute of Theology, Cambridge

Resumen:
Por primera vez en la memoria viviente estamos luchando por so-
brevivir a una pandemia global. La vida para muchos cambió más allá
de lo reconocible ya que mucho de lo que se llama "normal" desapa-
reció. Esto fue especialmente cierto en partes del mundo donde sen-
tirse seguro es la norma, y los eventos catastróficos son pocos. Aque-
llos que normalmente están protegidos de las amenazas de la vida
por la estabilidad económica, social y política experimentaron el virus
como un estado de catástrofe. Pero para muchos, tales amenazas
son la norma diaria de la vida. Las clases medias seguras comenzaron
a experimentar en carne propia la precariedad que es el contexto en
el que los pobres viven cada momento. La pandemia ha revelado mu-
chas de las hipocresías de las que dependen las sociedades modernas
y sus sistemas. Una pandemia global nos recuerda la vulnerabilidad
común que compartimos en nuestro ser encarnado. También nos re-
cuerda el regalo que otros pueden ser para nosotros en su inmerecida
generosidad y bondad humana.
Abstract:
For the first time in living memory we are fighting to survive a
global pandemic. Life for many changed beyond recognition as much
of what is called "normal" disappeared. This was especially true in
parts of the world where feeling safe is the norm, and catastrophic
events are rare. Those who are normally protected from life threats
by economic, social and political stability experienced the virus as a
state of catastrophe. But for many, such threats are the daily norm of
life. The secure middle classes began to experience firsthand the pre-
cariousness that is the context in which the poor live every moment.
The pandemic has revealed many of the hypocrisies on which modern
societies and their systems depend. A global pandemic reminds us
of the common vulnerability we share in our incarnate being. It also
reminds us of the gift that others can be to us in their undeserved
generosity and human kindness.
13
Para los oprimidos, el estado
ESTUDIOS
de emergencia es la regla

n la octava de sus Tesis sobre la filosofía de la historia, el


E filósofo judío alemán Walter Benjamin afirma: 'Para los
oprimidos el estado de emergencia es la regla'.
Por primera vez en la historia reciente, nuestro mundo está luchando
para sobrevivir a una pandemia global. Desde la mortal pandemia de gripe de
1918 no habíamos visto muertes e infecciones a una velocidad y propagación
tan devastadoras. Hemos estado viviendo en un “estado de emergencia” en
nuestros países durante más tiempo del que la mayoría de los países han en-
frentado en generaciones, a excepción de las guerras. Las actitudes ante las
consecuencias de largo alcance de la crisis pandémica han cambiado con el
paso del tiempo. Al principio del bloqueo hubo una conmoción generalizada
cuando las calles, las tiendas, las instituciones académicas, comerciales y so-
ciales y finalmente incluso las iglesias, cerraron y guardaron silencio. Las calles
se vaciaron y ciudades enteras se convirtieron en pueblos fantasmas.
Los puntos de referencia familiares y los lugares de interacción humana
se convirtieron en escenas de una película de ciencia ficción, donde todos han
sido abducidos por los extraterrestres y sólo unos pocos sobrevivientes han
quedado atrás. Quizás fue un shock a la velocidad con la que la normalidad
se desmoronó y fue reemplazada por algo amenazadoramente desconocido.
O quizás fueron las escenas aterradoras de camiones del ejército que venían
en el silencio de la noche a retirar los cadáveres de las abarrotadas morgues
de los hospitales, pero al principio hubo una cierta incredulidad silenciosa al
convertirnos en espectadores mudos del drama que nos rodeaba.
El miedo y el horror engendrados por las escenas televisadas de hos-
pitales en caos y servicios médicos quebrados bajo la carga de pacientes
moribundos indujo cierto letargo en la población general, que luchaba por
mantener la vida cuando mucho de lo que llamábamos “normal” había desa-
parecido. La vida para muchos cambió más allá de lo reconocible y con eso,
las relaciones personales y públicas experimentaron un cambio sísmico. Esto
fue especialmente cierto en partes del mundo donde sentirse seguro es la
norma, y los eventos catastróficos son pocos. Los ciudadanos de estos países
tuvieron que aprender una forma totalmente nueva de relacionarse entre sí
y con el mundo más allá de sus espacios seguros. Los ciudadanos de otros
países donde el peligro y el desastre son norma diaria, dijeron, ‘¡Bienvenidos
a nuestro mundo!

Efectos de la catástrofe

Mucha gente se adaptó a la llamada “nueva normalidad “ con notable


rapidez, pero este es uno de los mecanismos de supervivencia de la humani-
dad. En un momento de crisis, podemos cambiar y adaptarnos muy rápida-
mente. La energía necesaria para hacerlo sólo está disponible a corto plazo y

14 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26


ESTUDIOS Gemma Simmonds

podemos experimentar grandes impulsos de ella porque no necesitamos sos-


tenerla a largo plazo. A medida que los meses se prolongaban, comenzamos
a darnos cuenta con consternación de que estábamos en esto a largo plazo
y que las energías comenzaban a caer; llegaron las inevitables consecuencias
de permanecer confinados en el interior de las casas, aislados de la familia, los
amigos y los colegas, de los ritmos normales de la vida laboral y del ocio. La
gente comenzó a experimentar enfermedades crónicas, problemas de salud
mental, abuso y violencia doméstica y una abrumadora sensación de deses-
peranza. Aparecieron dibujos animados y vídeos, así como advertencias más
serias, que decían a la gente que no engordara, que no bebiera demasiado o
que no dejara de hacer ejercicio, ya que la gente empezó a buscar una com-
pensación en forma de comida, alcohol y atracones de televisión.
Al principio, las conferencias de prensa y las sesiones informativas dia-
rias nos llegaron de la mano de funcionarios del gobierno agobiados, que
trataban de asegurarnos que todo esto
terminaría pronto y que fundamentalmen- Algunos líderes religiosos
te todo estaba bien, mientras que al mismo sirvieron de inspiración, mientras
tiempo tenían que admitir, cuando se les que otros permitieron que sus
presionaba, que era probable que las cosas voces se callaran, teniendo poco
empeoraran mucho antes de que pudiéra- o nada que decir más allá de
mos tener la esperanza de que mejoraran.
Algunos líderes religiosos sirvieron de ins- aseveraciones doctrinales
piración, mientras que otros permitieron cansinas y expresiones sosas de
que sus voces se callaran, teniendo poco o vaga espiritualidad
nada que decir más allá de aseveraciones
doctrinales cansadas y expresiones sosas de vaga espiritualidad. La gente
buscaba en los medios de comunicación noticias, ayuda e inspiración y las
personalidades de la televisión, las estrellas del deporte y otras figuras de los
medios ofrecían consuelo y apoyo. Algunas celebridades salieron de detrás
de la máscara que les proporcionaba la fama y se convirtieron simplemente en
seres humanos luchadores junto al resto de nosotros, pero seres humanos que
sabían cómo utilizar el privilegio de una plataforma pública para proclamar los
valores humanos de compasión y solidaridad.

Preparándose para el Armagedón

Aquellos que normalmente están protegidos de las amenazas a la vida


por la estabilidad económica, social y política experimentaron el virus como
un estado de catástrofe. Pero para muchos, tales amenazas son la norma dia-
ria de la vida. Como dijo Walter Benjamin, “para los oprimidos el estado de
emergencia es la norma” − viven así todo el tiempo. Las personas cuya esta-
bilidad económica y social normalmente es incuestionable, descubrieron que

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26 15


Para los oprimidos, el estado
ESTUDIOS
de emergencia es la regla

no les daban inmunidad ante las carencias que se elevaban rápidamente por el
miedo al hambre o simplemente por no tener los bienes considerados “esen-
ciales”, ya sea ginebra o papel higiénico, lo que conducía a la acumulación y
el saqueo de tiendas. Los estantes de los supermercados estaban vacíos y los
productos básicos diarios desaparecieron cuando algunas personas comen-
zaron a prepararse para el Armagedón, convencidas de que debían comprar
el suministro de pan, harina, pasta o cerveza para meses en caso de que el
suministro de alimentos del mundo se detuviera. Las entregas ya no podían
garantizarse, y las compras se convirtieron en una cuestión de vida o muerte.
Como los suministros fallaron en las tiendas, también apareció la es-
casez en los suministros de medicamentos, equipos de protección personal
y cualquier otro remedio que la gente creyera que podía proteger del virus.
De repente, el dinero ya no podía comprar seguridad y protección. Quienes
tenían acceso a automóviles, grandes cuentas bancarias y un supermercado
local estaban relativamente seguros, pero los ancianos y los débiles, los que
tenían prohibido por motivos de salud salir de sus casas y los que no tenían
suficientes ahorros para acumular, dudaban de si tendrían acceso a los sumi-
nistros vitales. La demanda de ayuda de los bancos de alimentos locales se
triplicó o cuadruplicó de la noche a la mañana. Pero así es como millones de
personas en todo el mundo viven todo el tiempo. No tienen garantía de un
suministro seguro de alimentos o medicinas u otros elementos esenciales para
la vida como el combustible y el agua limpia. De repente, las clases medias
seguras comenzaron a experimentar en carne propia la precariedad que es el
contexto en el que los pobres viven cada momento.

No hay nada ...escondido que no se dé a conocer

En el evangelio de Lucas, María y José reciben una declaración profética


sobre Jesús por parte de Simeón en el Templo. Simeón les dice: “Mira, este
niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten.
Será un signo de contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de
muchos corazones” (Lucas 2, 34-35). Repetidamente en los Evangelios Jesús
desafía las fuerzas demoníacas del mundo y las expone a la luz de la verdad.
Más adelante, en el mismo evangelio, ofrece tanto una advertencia como un
estímulo a la multitud cuando les advierte contra la hipocresía de los fariseos
y les dice: “Porque no hay nada secreto que no llegue a descubrirse, ni nada
oculto que no llegue a conocerse” (Lucas 12, 2). La pandemia ha revelado
muchas de las hipocresías de las que dependen las sociedades modernas y
sus sistemas. Es fácil en la actividad de la vida cotidiana cerrar los ojos y el co-
razón a aquellos cuyas vidas están ocultas porque el escándalo de su pobreza
y precaria seguridad ante nuestra complacencia y connivencia es demasiado
desafiante como para mirarlo. Refugiados desesperados se amontonan en las

16 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26


ESTUDIOS Gemma Simmonds

mismas fronteras de países que consideran la seguridad como un derecho de


nacimiento, pero los medios de comunicación transmiten terribles adverten-
cias sobre el hacinamiento: si se permite que todas estas personas vengan a
vivir entre nosotros como una carga económica y social, no habrá suficientes
trozos del pastel para todos. Tenemos que salvaguardar nuestro patrimonio,
lo que es un eufemismo para el nivel de comodidad que hemos llegado a
considerar esencial. Si reconocemos su existencia como nuestros hermanos y
hermanas, nuestros iguales en la familia humana, entonces no tenemos otra
opción que tratar de responder a sus necesidades.
Los pobres sobreviven mejor a través de la solidaridad, ya sea de la
familia y los amigos o los vecinos o cualquier otro tipo de organización so-
cial que se dé cuenta de que la supervivencia es más probable cuando las
personas se ayudan unas a otras en un
esfuerzo común. También sobreviven Lo que también está claro es lo
cuando los servicios públicos están de poco que valoramos el esfuerzo
alguna manera garantizados. Durante
el encierro, los ejércitos de los protec- humano de aquellos de los que
tores invisibles de la sociedad emergie- depende la sociedad. La sociedad
ron repentinamente de las sombras y no puede sobrevivir sin ellos,
se hizo popular reunirse para aplaudir pero los recompensa con salarios
a los trabajadores esenciales, ya sea en mínimos y contratos de cero horas
los hospitales o en las instituciones de
atención, a los trabajadores del trans-
porte, al personal de los supermercados, a los agricultores y pescadores, a
los limpiadores de las calles y a las fuerzas policiales. Estábamos dispuestos a
aplaudirlos, pero no a pagarles un salario justo ni a reconocer con otras formas
de valor social nuestro aprecio por lo que hacen. Sigue siendo la norma, en
términos generales, que a los neurocirujanos se les conceda un mayor respeto
social que a los porteros o limpiadores de los hospitales, a pesar de que los
hospitales no podrían seguir funcionando sin sus habilidades, como tampoco
podrían hacerlo sin las habilidades de los médicos.
La pandemia ha levantado el velo que tan a menudo separa a los que ha-
cen posible y sostenible la vida de la ciudad de los que dan por sentado el don
del trabajo de otros. Es como si esta red oculta e invisible de esfuerzo social
y económico que mantiene el tejido de nuestro mundo se hubiera convertido
de repente en un patrón dominante puesto al descubierto para que todos
lo vean. Lo que está claro, y esto ha causado consternación a muchos, es lo
dependientes que somos unos de otros para nuestra propia vida. Lo que tam-
bién está claro es lo poco que parece que valoramos la moneda del esfuerzo
humano detrás de la vida diaria de aquellos de los que depende la sociedad.
La sociedad no puede sobrevivir sin ellos, pero la sociedad los recompensa
con el salario mínimo y contratos de cero horas. Salimos a nuestras calles y

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26 17


Para los oprimidos, el estado
ESTUDIOS
de emergencia es la regla

balcones para aplaudir a aquellos a quienes los medios de comunicación han


llamado “héroes de la salud” pero no están dispuestos a pagar para mantener
el sistema de salud en el que funcionan.

Aprender a estar solo

La gente se vio obligada a aislarse para protegerse a sí misma y a sus


seres queridos. De repente, la mayoría que disfruta sin reflexión o cuestiona
los frutos de la autonomía, la libertad de movimiento y el reconocimiento pú-
blico de sus derechos se encontró en la posición de los sin techo, los confina-
dos en sus casas, los prisioneros y los migrantes, los miles invisibles que viven
invisibles para la sociedad visible dominante. En una solidaridad involuntaria
se encontraron a si mismos inmersos en la “normalidad” de las personas con
dependencias y discapacidades, los que están en relaciones abusivas que los
privan de libertad y autonomía, los miles de esclavos de hoy en día y las traba-
jadoras sexuales que se esconden a plena vista entre los ciudadanos comunes.
¿Cómo ha respondido la gente al repentino despojo de las máscaras de
autosuficiencia que se llevan inconscientemente en tantas partes del mundo
en una idolatría del yo todopoderoso o de la sociedad superior cuyo éxito
económico se basa en siglos de injusticia, pero que se atribuye a la conquista
o a factores sociales y raciales superiores? ¿Qué nos está revelando la pande-
mia sobre una realidad que hemos querido evitar ver y reconocer? ¿Hemos
buscado simplemente a nuestro alrededor a alguien a quien culpar de una ca-
tástrofe que pocos habían previsto, o hemos sido capaces de mirar la realidad
emergente de nuestro tiempo con una nueva mirada profética que nos ofrece
percepciones hasta ahora no vistas de la forma en que hemos estado viviendo
inconscientemente durante tanto tiempo, sordos y ciegos a los signos que nos
rodean y que han llamado en vano nuestra atención?
Una de las muchas caricaturas que surgieron en los medios durante el
confinamiento mostraba al globo terráqueo usando una máscara facial. El
eslogan decía: “Nada de Volver a la normalidad. La normalidad era el pro-
blema”. Cuando la irracionalidad y la injusticia desenfrenada de los sistemas
que funcionan en desventaja de la mayoría y la ventaja abrumadora de una
pequeña minoría se ponen al descubierto, se hace imposible, sin un enorme
y sostenido esfuerzo de autoengaño, no darse cuenta, cuestionar y desafiar.

Sentir el dolor

Cuando alguien sufre un trauma físico repentino, suele ser común que
su cuerpo siga funcionando durante un corto tiempo como si nada hubiera pa-
sado. Entonces el choque y el dolor comienzan a sentirse y el funcionamiento
normal deja de ser posible. El dolor en sí mismo es en parte una advertencia

18 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26


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al resto del cuerpo de que se ha producido un trauma, pero también es poten-


cialmente un signo del comienzo del intento del cuerpo de curarse a sí mismo.
Vimos que esto sucedía en el cuerpo político mundial, especialmente en los
países que normalmente se consideran seguros, cuando gradualmente se hizo
evidente que no se trataba simplemente de otro caso de un oscuro virus que
ocurría a lo lejos en una parte exótica del mundo, sino de algo que ocurría en
nuestra propia puerta, entrando en nuestros hogares y escuelas, lugares de
trabajo, entretenimiento y comercio.
La incredulidad y el dolor fueron seguidos por un esfuerzo sostenido de
adaptación. En primer lugar, la tarea más importante es sobrevivir, pero para
sobrevivir a largo plazo también tenemos
que reflexionar. La gente usaba las armas Ha sido particularmente difícil
del humor y el entretenimiento comuni- navegar en una situación en la
tario para mantener un espíritu de resis- que nos hemos sentido
tencia. Se cantaban unos a otros desde obligados a poner el pasado y el
sus balcones, tocaban música para que futuro en lados opuestos en una
los solitarios y aislados, los asustados y
lucha por la supervivencia. Cada
desconcertados pudieran recordar los
dones de belleza y consuelo que los se- una de las generaciones pierde
res humanos pueden darse unos a otros cuando esto ocurre
espontáneamente. Pero también llegó un
momento en el que empezó a ser necesario sopesar un conjunto de necesida-
des contra otras. Si “sólo” los ancianos estaban muriendo, ¿debíamos dejar
que la naturaleza siguiera su curso? Después de todo, las personas mayores
ya han tenido su oportunidad de vida, seguramente no se puede esperar que
los jóvenes hipotequen su futuro y arriesguen las oportunidades de aprendi-
zaje, de trabajo y de ocio sólo para que sus abuelos puedan seguir sentados
en casa viendo la televisión. Si las residencias y hospicios llenos de gente cuya
memoria ha desaparecido y cuya conciencia está dañada se contagian del
virus, ¿es eso algo tan malo? ¿Cuál es el valor de la calidad de vida de tales
personas, de todos modos? ¡Ya son una carga para el Estado, y la economía
nacional no puede ser puesta en riesgo por ellos!
Visto desde una perspectiva diferente, los jóvenes tienen tiempo en sus
manos. Si pierden un año de escolaridad o formación, si tienen que renunciar a
algunas salidas al pub, a algunas noches de fiesta, a una o dos juergas, segura-
mente no es un gran precio a pagar para proteger a los frágiles y vulnerables
de la sociedad, o a las generaciones cuyo propio trabajo y sacrificio ha hecho
posible su vida más tranquila. Ha sido particularmente difícil navegar en una
situación en la que nos hemos sentido obligados a poner el pasado y el futuro
en lados opuestos en una lucha por la supervivencia. Cada una de las gene-
raciones pierde cuando esto ocurre. Una kenosis generacional puede ser la
única respuesta, en la que jóvenes y viejos y los que están en el medio, todos

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26 19


Para los oprimidos, el estado
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de emergencia es la regla

ven las necesidades de los mayores o menores que ellos como igualmente
preciosas, igualmente merecedoras de un cuidado particular.
¿Cómo juzgamos el valor social? ¿Todos tienen realmente el mismo va-
lor, o nos fijamos en una escala de valor construida en torno a conceptos de
productividad, de utilidad social o de mérito? La dificultad de una meritocra-
cia es que se basa en la suposición de que hay un campo de juego igual en
todo nuestro país, o incluso en nuestro mundo. Todo el mundo tiene las mis-
mas oportunidades y si a algunas personas les va mejor, entonces es porque
se esfuerzan más, están más dotados naturalmente, tienen más confianza en sí
mismos por naturaleza y saben cómo apro-
Si la muerte es el gran vechar las oportunidades que se les presen-
nivelador, entonces una tan. Pero tal suposición no puede ser corro-
pandemia mundial también borada por los hechos. No todos partimos
del mismo lugar y ciertamente no a todos
nos recuerda la vulnerabilidad se nos ofrecen las mismas oportunidades.
común que compartimos en Sea cual sea la legislación sobre igualdad
nuestro ser encarnado de oportunidades que hayamos consagra-
do en la ley, siempre habrá personas que,
en virtud de su género o raza, su apariencia física o su clase, sus conexiones
familiares o su adhesión política, obtendrán una ventaja sobre los demás. Un
virus no conoce tales atajos para el éxito, y si la muerte es el gran nivelador,
entonces una pandemia mundial también nos recuerda la vulnerabilidad co-
mún que compartimos en nuestro ser encarnado. También nos recuerda el re-
galo que los demás pueden ser para nosotros en su espontánea e inmerecida
generosidad y bondad humana. El coronavirus está siendo para mucha gente
una corona de espinas, pero a veces también puede ser experimentado como
una corona de bendición.

Vivir en crisis

Cuando la rutina se rompe, nos vemos obligados a recurrir a nuestra


propia resistencia. La pandemia ha revelado a muchas personas los mecanis-
mos de compensación con los que habitualmente se enfrentan a las presiones
y demandas de la vida. También ha revelado patrones de relación que son
esenciales pero que se dan por sentados o que se han convertido en una
carga social o emocional de la que muchos se sienten felices de haber sido
dispensados. La liberación de las chácharas insustanciales y del sometimiento
diario a los gestos y servidumbres sociales, puede ser un verdadero alivio.
Cuando estamos en un estado de supervivencia es más fácil distinguir entre
lo necesario y lo prescindible. Muchos se han dado cuenta de que lo que se
había convertido en periférico en sus vidas era de hecho necesario y que lo
que parecía necesario era de hecho periférico. ¿La pandemia sólo ha sido una

20 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26


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crisis mundial o también ha sido potencialmente una oportunidad mundial? La


palabra crisis deriva del verbo griego krinein, que significa separar, juzgar o
decidir y que tiene como raíz una palabra que significa tamizar, discriminar o
distinguir. En términos médicos, una crisis es el punto decisivo en el progreso
de una enfermedad, mientras que en política o en la interacción humana una
crisis es un punto decisivo en el que debe producirse un cambio, para bien o
para mal. Ya sea en términos domésticos o en el escenario mundial, el corona-
virus ha ofrecido una oportunidad para tamizar lo que realmente tiene valor
y lo que se puede permitir que desaparezca sin arrepentimiento. También ha
revelado sistemas ocultos de valor o de infravaloración.
La principal víctima del virus en términos políticos ha sido la verdad.
Los líderes políticos han culpado de manera oportunista a aquellos a quienes
desean demonizar, ya sean potencias extranjeras cuyas economías son una
amenaza para las suyas o partidos políticos o sectores de la sociedad sobre
los que pretenden obtener el control. La fea cara de la manipulación del poder
y los privilegios asociados a él se ha desenmascarado en casos sorprenden-
tes. Los dirigentes políticos, los científicos y otras autoridades reconocidas
han impuesto a los ciudadanos corrientes cargas de comportamiento de las
que ellos mismos han tratado de escapar cuando han juzgado que su propia
conveniencia o las necesidades de su familia eran más importantes. Sin embar-
go, la generosidad, el heroísmo y las sorprendentes profundidades del auto-
descubrimiento han surgido tanto en el ámbito privado como en el público, ya
que ha habido estrellas de cine y trabajadores de las fábricas, madres/padres
de familia y estudiantes universitarios capaces de dejar atrás sus propias pre-
ocupaciones para trabajar por el bien público, dando más allá de toda obliga-
ción a completos desconocidos para ayudarles a capear el temporal.

“Este es mi cuerpo”

La pandemia ha causado, de diferentes maneras, que nos alejemos de


nuestros propios cuerpos y de los de los demás. De repente, la respiración se
ha vuelto peligrosa, el tacto se ha convertido en una fuente potencial de con-
tagio, el distanciamiento social se ha convertido en la forma de sobrevivir y los
gestos normales de amistad e intimidad, el saludo y la despedida amorosa se
han convertido en una amenaza. Si esto nos ha hecho desconfiar de la cercanía
física y ha causado una gran desconexión del cuerpo, en ningún lugar ha sido
tan simbólicamente conmovedor como en la ausencia de una participación
viva en la liturgia. Puede ser que un prolongado ayuno eucarístico haya ayuda-
do a algunas personas a valorar más la Misa, elevándola de una reconfortante
y familiar rutina a una fuente de anhelado alimento espiritual. Pero como todo
lo demás, el virus ha revelado ambigüedades en nuestro enfoque del culto.
El Papa Francisco ha comentado positivamente el uso creativo de los medios

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26 21


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de emergencia es la regla

de comunicación para reunir a los fieles en la oración y el culto, con muchos


experimentando la presencia del Señor dondequiera que dos o tres se reunie-
ran en su nombre a través de misas transmitidas en vivo, que eran una medida
de emergencia por la que podíamos estar agradecidos, “pero la transmisión
virtual no es un sustituto de la presencia viva del Señor en la celebración de
la Eucaristía”1.
La Eucaristía es primordialmente un sacramento en el que nos experi-
mentamos como un solo cuerpo, tanto uno en Cristo como radicalmente uno
en el otro. El sentido eucarístico de esta única encarnación divina y humana
compartida no puede experimentarse plenamente a través de una realidad
litúrgica virtual. Sin embargo, la posibilidad de asistir a la misa en vivo ha
revelado a muchos la grave hambruna litúrgica y homilética que han sufrido
durante mucho tiempo. En algunas parroquias y casas religiosas la congrega-
ción virtual ha duplicado o triplicado el número de personas que participa-
ban normalmente, ya que las personas hambrientas de alimento espiritual y
catequético han encontrado en ellas un hogar para sus almas y mentes. Una
larga sección sobre la predicación en la Evangelii Gaudium nos dice que la
predicación durante la Misa “sobrepasa todas las formas de catequesis como
el momento supremo en el diálogo entre Dios y su pueblo que conduce a la
comunión sacramental. La homilía retoma el diálogo que el Señor ya ha esta-
blecido con su pueblo2.
Los mejores recursos litúrgicos que se produjeron para ayudar a las
personas y las familias a celebrar las liturgias de Semana Santa y Pascua se
basaron en la confianza de que Dios ya está en diálogo, a través de sus vidas
cotidianas, con aquellos que buscan vivir una vida de fe. La mejor predicación
expresa y revela ese diálogo entre Dios y el pueblo de Dios en lugar de susti-
tuirlo por las palabras de un individuo sacralizado que de alguna manera actúa
como el portavoz tanto de Dios como de los propios fieles. Ese diálogo está
informado por la palabra revelada de Dios en la Escritura, pero también en las
tradiciones teológicas y espirituales que son la herencia de cada cristiano.
En cierto modo, la ausencia de sacramentos litúrgicamente celebrados
ha hecho que la gente preste atención a la dimensión sacramental de la vida
ordinaria, en la que Dios nos da “signos que hacen real lo que significan”. Si
la comunión, la reconciliación y la sanación no han sido posibles en la carne ni
en los signos sagrados, se han hecho presentes en los intercambios directos e
inesperados con amigos, familias y extraños, ya que hemos tratado de forjar
nuevos lazos de solidaridad e interacción humana, impulsados por el anhelo
de conectar y hemos encontrado en ello la encarnación dela presencia de Dios
entre nosotros. Un poderoso recordatorio de los signos que hacen realidad lo

1 https://www.vaticannews.va/en/pope/news/2020-07/pope-francis-book-preface-faith-in-
coronavirus.html
2 Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 137

22 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26


ESTUDIOS Gemma Simmonds

que significan vino del conmovedor video publicado en Semana Santa por la
arquidiócesis de Lima, en el que el arzobispo leyó un poema. ¿Quién ha dicho
que Cristo este año no sale?, atribuido al sacerdote español P. Álvaro Sáenz3.
El poema nos recuerda la presencia de Jesús revelada en los actos de servi-
cio ordinario cuando estamos presentes unos a otros en solidaridad, “lo que
hagáis al más pequeño de mis hermanos, me lo hacéis a mí” (Mateo 25,40).
Otro evento religioso permanecerá en la memoria de todos aquellos
que lo presenciaron en los medios. En el punto álgido de la pandemia, cuan-
do Italia tenía la tasa de mortalidad más alta del mundo, el Papa Francisco
decidió ofrecer una bendición global Urbi et Orbi. Fue un momento de sim-
bolismo extraordinariamente poderoso. En una noche oscura, bajo una lluvia
torrencial, Francisco se arrodilló solo en oración y bendijo al mundo desde una
plaza vacía de San Pedro. La multitud normal y la pompa y ceremonia de un
evento papal había sido reducida a
un hombre cansado, viejo y cojo de En el punto álgido de la pandemia,
un pie bajo la lluvia, mirando hacia cuando Italia tenía la tasa de mortalidad
las sombras. Había en ese momen- más alta del mundo, el Papa Francisco
to una sensación casi abrumadora decidió ofrecer una bendición global
de la oscuridad y la tormenta que Urbi et Orbi. En una noche oscura, bajo
se había tragado al mundo entero
y de la que nadie podía escapar. Y
una lluvia torrencial, Francisco se
sin embargo, en toda esa fragilidad arrodilló en oración y bendijo al mundo
y vulnerabilidad despojada, el suce- desde una plaza vacía de San Pedro
sor de Pedro nunca se ha parecido
tan poderosamente al vicario de Cristo en la tierra. Su comportamiento físico
era de humilde súplica y oración sincera. Era un pastor que había tomado
sobre sus hombros el dolor y la carga del sufrimiento de todo el mundo y lo
demostró. Sin embargo, cuando se puso de pie y comenzó a bendecir cada
punto de la brújula con el Santísimo Sacramento sostenido en la custodia, ha-
bía un sentido de fe, esperanza y amor inquebrantable encarnado en el gesto
sin adornos.
La soledad de la figura aislada era la antítesis del circo mediático y li-
túrgico que suele rodear los eventos papales. En muchos sentidos, este era
el Papa encarnando el abandono y la fragilidad de tantos pobres, que se en-
cuentran sin amigos o apoyo en sistemas que amenazan con engullirlos. Sin
embargo, en esa misma vulnerabilidad se revela el verdadero poder, porque
es el poder del Hijo de Dios resucitado el que se manifiesta en aquellos que
son crucificados por las circunstancias de la vida y la fuerza de los sistemas
económicos, sociales y políticos que florecen gracias a su trabajo pero siem-
pre en desventaja. Se manifiesta en la revelación de la verdad profética a
través de lo que ha sido ocultado y silenciado, levantándose repentinamente
3 https://www.youtube.com/watch?v=IaexENtVnX4

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26 23


Para los oprimidos, el estado
ESTUDIOS
de emergencia es la regla

y enfrentándose a aquellos que han cerrado sus ojos y oídos y sus corazones
al grito de los pobres.
Al mismo tiempo que esta bendición, el Papa Francisco compartió una
poderosa meditación que era parte oración y parte denuncia profética. En
ella habla de la pandemia exponiendo nuestra vulnerabilidad y descubriendo
“esas falsas y superfluas certezas alrededor de las cuales hemos construido
nuestros horarios diarios, nuestros proyectos, nuestros hábitos y priorida-
des”. Nos muestra cómo hemos permitido que se vuelvan aburridas y débiles
las mismas cosas que alimentan, sostienen y fortalecen nuestras vidas y nues-
tras comunidades. Denunciando el olvido de la humanidad de lo que alimenta
el alma y nuestros intentos de anestesiarnos de la realidad perturbadora, ve
el despojo de “la fachada de esos estereotipos con los que camuflamos nues-
tros egos” no como una catástrofe sino como una oportunidad para que nos
reconectemos con un sentido de pertenencia común4.
Reconoce la enfermedad global por la que el mundo está siendo sacu-
dido pero la ve derivar no tanto del coronavirus como de la velocidad tóxica
a la que hemos optado por vivir, sin dejar que nos sacudan y nos saquen de
nuestra complaciente adicción las guerras del mundo, las innumerable injusti-
cias, el grito de los pobres o la enfermedad del planeta.
Reconoce que se trata de una crisis, pero una crisis en el sentido de un
tiempo de prueba, de tanteo y de revelación de verdades ocultas que con-
ducen a un nuevo análisis y a una nueva capacidad de percepción más lúcida
de la realidad en la que se pueden hacer diferentes elecciones y se pueden
lograr diferentes juicios. El cribado o tamizado de nuestra experiencia puede
ayudarnos a separar lo trivial de lo esencial y puede ayudarnos a mirar la fuer-
za invisible de aquellos cuyas vidas son juzgadas como no notables pero que
en realidad están sosteniendo a toda la familia humana a través de su coraje
y generosa abnegación. Por último, aboga por la creación de nuevos espacios
dentro de nosotros mismos como individuos y en los puntos comunes y las co-
munidades que creamos. Estos espacios permitirán que surjan nuevas formas
de hospitalidad, fraternidad y solidaridad como la fuerza y el apoyo de una
nueva forma de relacionarse con toda la creación.

Cuidar de nuestro hogar común


Hay una crítica implícita y a veces explícita de las construcciones so-
ciales humanas dentro de la meditación del Papa Francisco que también se
encuentra en recientes exhortaciones papales como Laudato Sí y Querida
Amazonia. Francisco deja claro el vínculo que percibe entre la amenaza so-
cial que se experimenta ahora en todo el mundo debido al coronavirus y la

4 https://www.vaticannews.va/en/pope/news/2020-03/urbi-et-orbi-pope-coronavirus-prayer-
blessing.html

24 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26


ESTUDIOS Gemma Simmonds

creciente amenaza al medio ambiente debido a la negligencia voluntaria de


aquellos que sólo buscan sacar provecho del mundo natural. Proféticamente
ha advertido de la herida de la tierra que se manifiesta como enfermedad, “la
violencia presente en nuestros corazones, heridos por el pecado, también se
refleja en los síntomas de enfermedad evidentes en la tierra, en el agua, en
el aire y en todas las formas de vida”5. Habla de la necesidad de una conver-
sión que radica en “la conciencia de que cada criatura refleja algo de Dios y
tiene un mensaje que transmitirnos, y la seguridad de que Cristo ha tomado
para sí este mundo material y ahora, resucitado, está íntimamente presente
en cada ser, rodeándolo con su afecto y penetrándolo con su luz. También está
el reconocimiento de que Dios creó el
mundo, escribiendo en él un orden En su novena tesis, Benjamin
y un dinamismo que los seres huma- rechaza la idea de la historia como
nos no tienen derecho a ignorar”6. progreso, viéndola en cambio como
Muchos han reconocido dentro de la un inexorable amontonamiento de
pandemia una llamada de atención a
esta conversión y esta atención a las
restos humanos que sólo puede ser
dimensiones ecológicas de la crisis. redimido por el Mesías
Francisco no es el único Papa que ha
llamado a esta conversión. Su predecesor, en una homilía predicada en 2005,
afirmó que “los desiertos externos del mundo están creciendo, porque los
desiertos internos se han vuelto muy extensos”7.

El marco de este artículo se deriva de la octava tesis de Walter Benjamin


sobre la filosofía de la historia, “para los oprimidos el estado de emergencia
es la regla”. Hemos visto la pandemia principalmente desde la perspectiva de
sus efectos devastadores en la vida humana y cívica. Estos efectos han llegado
a algunos como una conmoción y un trastorno, mientras que para muchos más
son la norma de la vida cotidiana. En su séptima tesis, Benjamin afirma que
“no hay ningún documento de la civilización que no sea al mismo tiempo un
documento de barbarie”8. Supervivencia del más apto, de cualquier manera
que se perciba esa “aptitud”.
En su novena tesis, Benjamin rechaza la idea de la historia como progre-
so, viéndola en cambio como un inexorable amontonamiento de restos huma-
nos que sólo puede ser redimido por el Mesías. En su último párrafo nos dice
que está prohibido, en algunas tradiciones del judaísmo, tratar de determinar
el año en que el Mesías vendrá finalmente. Sin embargo, esto no hace que
5 LaudatoSí, (2)
6 Papa Francisco, LaudatoSí (221)
7 Papa Benedicto XVI, Homilía para la inauguración solemne del Ministerio Petrino (24 de abril de
2005)
8 Walter Benjamin, Tesis sobre la Filosofía de la Historia 7 , https://www.sfu.ca/~andrewf/CONCEPT2.
html

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26 25


Para los oprimidos, el estado
ESTUDIOS
de emergencia es la regla

los judíos sean pasivos e indiferentes al futuro. En su lugar, “cada segundo de


tiempo era la puerta estrecha a través de la cual el Mesías podría entrar” 9.

Los cristianos creen que el Mesías entró en la historia humana y conti-


núa, crucificado y resucitado, llamándonos a la lucidez, a la compasión y a la
profunda solidaridad con el resto de la creación. Si entra por la puerta estre-
cha, entonces nos invita a seguirlo. Trágicamente, Benjamin se suicidó al prin-
cipio de la Segunda Guerra Mundial, sin ver ninguna esperanza de superviven-
cia. La pandemia no sólo nos ofrece una esperanza de supervivencia, sino que
podría, a pesar del caos y la destrucción que conlleva, ofrecernos los medios
para transformar los patrones tóxicos de vida a medida que nos adaptamos
a las nuevas necesidades y encontramos oportunidades para una humanidad
más profunda dentro de ellas.

9 Walter Benjamin, Tesis sobre la Filosofía de la Historia,18B, https://www.sfu.ca/~andrewf/


CONCEPT2.html

26 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 13-26


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 27-44
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210–1114

La COVID-19 como ensayo


global de excepcionalidad
ESTUDIO
Karlos Pérez de Armiño. Profesor titular de Relaciones Internacionales
(UPV/EHU). Investigador y director de Hegoa, Instituto de Estudios
sobre Desarrollo y Cooperación Internacional. Bilbao.

Resumen:
En respuesta a la COVID-19, los gobiernos han imple-
mentado diferentes medidas de control biopolítico de su
población, como el confinamiento y la restricción de movi-
mientos. Además, muchos de ellos han construido discursos
que representan la pandemia mediante la metáfora de la gue-
rra, lo cual ha facilitado una securitización y militarización del
problema, así como la adopción de medidas de excepcionali-
dad. Estas prácticas, como se constata en muchos países,
representan riesgos para la democracia, las libertades y los
derechos humanos, estableciendo pautas peligrosas de gober-
nanza autoritaria. Por lo demás, interpretar la pandemia en un
marco de excepcionalidad conlleva el riesgo de ocultar que su
impacto es consecuencia de arraigadas estructuras de des-
igualdad, que pueden abocarnos a un futuro de creciente fra-
gilidad.

Abstract:
In response to COVID-19, governments have implemen-
ted different measures of biopolitical control of their popula-
tions, such as lockdowns and restriction of movements. In
addition, many of them have constructed discourses represen-
ting the pandemic through the metaphor of war, which has
facilitated a securitization and militarization of the problem, as
well as the adoption of measures of exception. These practi-
ces, as observed in many countries, represent risks to demo-
cracy, freedoms and human rights, establishing dangerous

27
La COVID-19 como ensayo
ESTUDIOS
global de excepcionalidad

patterns of authoritarian governance. Moreover, interpreting the pandemic in a


frame of exceptionality poses a risk of hiding that its impact is the consequence
of deep-rooted structures of inequality, which may lead us to a future of increa-
sing fragility.

Introducción: la excepcionalidad y su normalidad

El 30 de enero de 2020 la OMS declaró la epidemia de la COVID-19


como una emergencia de salud pública de interés internacional. A partir de
entonces, multitud de países declararon el estado de emergencia para limitar
la propagación del virus, adoptando medidas excepcionales que han alterado
el normal funcionamiento de los sistemas políticos democráticos, el libre mer-
cado y la vida social en general.
Se trata de medidas excepcionales para responder a una situación
extraordinaria, a un mundo definido en términos de crisis y emergencia.
Muchos de los principios que
La pandemia constituye una especie articulan nuestra vida social, el
de test que está poniendo a prueba funcionamiento de las institucio-
los valores sociales de solidaridad, las nes políticas, y las relaciones
políticas públicas, las relaciones de entre la ciudadanía y el Estado,
poder, el modelo de desarrollo, el han quedado temporalmente en
sistema multilateral de gobernanza suspenso o alterados. Las cua-
rentenas, el distanciamiento
global y la cooperación internacional social y otras pautas resultan
imprescindibles para frenar la
expansión de la pandemia, lo que justifica su adopción en nombre de la salud
pública y el bien común.
A pesar de ello, la gestión política de la excepcionalidad bien merece
un análisis crítico desde al menos dos ángulos. En primer lugar, cabe pregun-
tarse hasta qué punto la situación de excepción es tal, y para quiénes. Cier-
tamente, los impactos de la pandemia han configurado un contexto nuevo;
pero, sin embargo, en gran medida tales impactos deberíamos comprender-
los no desde la excepcionalidad sino desde la normalidad. Es decir, la pande-
mia ha irrumpido en un mundo ya marcado por múltiples crisis sistémicas,
tanto sociales como medioambientales y de gobernanza. Es más, está actuan-
do como amplificadora de desigualdades estructurales ya existentes en nues-
tra sociedad y en el mundo; está golpeando con mayor virulencia, en el Norte
y en el Sur, a las sociedades y familias más pobres, a las minorías étnicas, a
quienes trabajan en el sector informal sin derechos laborales ni protección
social, a quienes viven hacinadas y con malas condiciones de higiene y salud.
Así, la pandemia constituye una especie de prueba de esfuerzo que está

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ESTUDIOS Karlos Pérez de Armiño

poniendo a prueba los valores sociales de solidaridad, las políticas públicas,


las relaciones de poder, el modelo de desarrollo, el sistema multilateral de
gobernanza global y la cooperación internacional. Reflexionar sobre el impac-
to de la COVID-19 puede sernos de ayuda para develar estructuras, procesos
y pautas que, lejos de ser excepcionales, están profundamente arraigados.
En segundo lugar, y esto será en lo que nos centraremos en este texto,
es necesario reflexionar críticamente sobre los peligros que algunas de las
medidas adoptadas en muchos países pueden conllevar para la democracia y
los derechos humanos. Diferentes voces han alertado sobre el riesgo de que
los Estados puedan instrumentalizar el miedo y la inseguridad como herra-
mienta para justificar un recorte excesivo de las libertades, un mayor control
social y un incremento de su poder con perfiles autoritarios. Cabe preguntar-
se hasta dónde llega la necesidad de determinadas medidas para garantizar
la salud pública y, sobre todo, en qué medida la pandemia ha proporcionado
un pretexto para instaurar pautas políticas menos democráticas, con injustifi-
cadas restricciones a las libertades y derechos.

Medidas excepcionales contra la COVID-19

Buena parte de los gobiernos del mundo han invocado figuras legales
de excepcionalidad (estado de alarma, de emergencia, etc.) para garantizarse
poderes especiales a fin de gestionar las consecuencias de la pandemia. Entre
ellos ha habido, sin duda, notables diferencias en cuanto a los enfoques y
medidas adoptados; e incluso cabe recordar la actitud de algunos gobiernos
que han rechazado o demorado largamente la adopción de medidas de res-
tricción de la movilidad y distancia social para evitar sus negativas consecuen-
cias económicas.
En cualquier caso, la mayoría de los gobiernos han establecido medidas
de confinamiento de las personas en sus domicilios o zonas de residencia,
limitando derechos civiles como la libertad de movimiento y de manifesta-
ción. Muchos de ellos han implantado nuevas tecnologías de control de la
población, como aplicaciones de teléfonos móviles para registrar el movi-
miento y la localización. Igualmente, han decretado el cierre temporal de
fronteras a las personas y al comercio, dejando en suspenso el dogma del
libre mercado mundial que fundamenta la globalización. Cabe mencionar
también la pugna entre países para hacerse con el limitado equipamiento
médico esencial que los proveedores podían exportar, así como la carrera por
desarrollar vacunas contra el virus, con implicaciones geopolíticas tanto como
sanitarias. Estas y otras medidas se han adoptado a escala nacional, lo cual
expresa una cierta revitalización del papel del Estado y una priorización de los
intereses nacionales sobre los de toda la humanidad. Igualmente, han eviden-

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La COVID-19 como ensayo
ESTUDIOS
global de excepcionalidad

ciado una lamentable debilidad de los mecanismos de gobernanza global, en


particular de los relativos a la salud mundial, como es el caso de la OMS.
Aunque decretar el estado de alarma o de excepción haya podido ser
necesario para dotar a los gobiernos de mecanismos legales con los que res-
ponder de forma rápida y eficiente a la pandemia, numerosos analistas han
llamado la atención sobre los riesgos que acarrea. De la quincena de países
europeos que han utilizado ese recurso, particular preocupación ha suscitado
el caso del gobierno húngaro de Viktor Orbán. Valiéndose del estado de
emergencia, este ha logrado aprobar una ley que, en opinión de muchos,
amenaza la democracia en el país, al permitirle gobernar por decreto sin lími-
te temporal, concentrando el poder, reduciendo los mecanismos de control
institucional y reforzando las medidas punitivas.
De forma similar, numerosos países latinoamericanos han establecido
medidas de excepción que cercenan derechos y libertades a la ciudadanía, y que
atribuyen a los gobiernos facultades que
Es razonable dudar si el recurso merman la separación entre los poderes
a medios militares para legislativo y judicial. Además de las lógi-
desempeñar funciones civiles cas medidas de restricción de la movili-
constituye el uso más eficiente dad y la distancia social, se han implanta-
de los recursos, o responde más do abusivamente otras que reducen dere-
chos y libertades fundamentales como las
bien a motivaciones políticas, así de expresión, información y prensa. La
como simbólicas y discursivas gestión de la pandemia en muchos casos
ha vulnerado principios democráticos
como los de legalidad, proporcionalidad y no discriminación.
Así, con la justificación de la pandemia, diferentes gobiernos de Améri-
ca Latina han adoptado medidas represivas que vulneran los derechos huma-
nos, según Amnistía Internacional. En Perú, en marzo se aprobó una ley que
abre las puertas a un uso excesivo de la fuerza por la policía y el ejército, al
derogar el principio de proporcionalidad y establecer una presunción sobre
su utilización “razonable”. En Honduras, el gobierno suspendió derechos que
afectan a la libertad de expresión y al derecho a un juicio justo, lo que se ha
utilizado para reprimir violentamente un centenar de manifestaciones pacífi-
cas en las que se reclamaban alimentos y medicamentos. En Bolivia, su
gobierno interino ha aprobado un decreto que amenaza con la cárcel por
hechos tan imprecisos como “desinformar” o “incitar a crímenes contra la
salud”. Como otros países, la República Dominicana ha recurrido sistemática-
mente, no como último recurso, a la detención y otras medidas punitivas:
27.000 personas fueron detenidas en el primer mes de toque de queda. En El
Salvador, Venezuela, Paraguay y otros países, los gobiernos han impuesto
cuarentenas en condiciones inhumanas a personas migrantes y refugiadas
(Amnistía Internacional, 2020).

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ESTUDIOS Karlos Pérez de Armiño

En suma, en al menos seis países de la región (Bolivia, Brasil, El Salva-


dor, Paraguay, Perú y Venezuela) existe un fuerte riesgo de erosión de la
democracia, debido a las restricciones a la libertad de expresión, el incremen-
to del poder de los gobiernos sin supervisión, la supresión de derechos ciu-
dadanos, el establecimiento de medidas discriminarías para determinados
grupos, los abusos de poder, y, en el caso de Brasil, un incremento del núme-
ro de militares ocupando carteras ministeriales hasta niveles no vistos ni
durante el tiempo de la dictadura militar (Verdes, 2020).
España no ha escapado a la lógica de la excepcionalidad, con la apro-
bación el 14 de marzo de 2020 del estado de alarma para dar cobertura a
diferentes medidas de confinamiento, limitación de la movilidad, o concentra-
ción del mando sanitario en el gobierno central, suspendiendo así temporal-
mente el poder competencial que las comunidades autónomas tienen en el
campo sanitario.
Dos características de la gestión de la pandemia por parte del gobierno
español, como también por otros gobiernos, durante la vigencia del estado
de alarma, fueron la securitización de la crisis sanitaria, esto es, la construc-
ción de un discurso que la representaba como una amenaza a la seguridad; y
una cierta militarización de la gestión de la misma.
Empezando por esta última característica, para responder a la pande-
mia el gobierno ha recurrido, de forma ostensible y muy mediatizada, a ins-
trumentos militares para desempeñar funciones que podemos considerar
civiles. La Unidad Militar de Emergencias (UME) ha sido movilizada para des-
infectar calles, residencias de ancianos y aeropuertos; para transportar cadá-
veres y montar instalaciones sanitarias; y, más recientemente, para el rastreo
de casos de contagio (una tarea que durante la etapa de desescalada, según
los especialistas, debería realizar personal con formación sanitaria). Contin-
gentes de la UME se han desplazado a diferentes lugares, con un fuerte des-
pliegue logístico para realizar intervenciones esporádicas. Es el caso de su
traslado en dos helicópteros al aeropuerto de Bilbao para proceder a su
desinfección el 22 de marzo. No consta que utilizaran materiales químicos
particularmente sofisticados o peligrosos, que no estén al alcance del perso-
nal civil de limpieza o cuya manipulación represente un riesgo especial a la
salud de este. El despliegue tuvo lugar en un contexto en el que el gobierno
afirmaba que la UME actuaría en todas las comunidades autónomas. En defi-
nitiva, es razonable dudar si el recurso a medios militares para desempeñar
funciones civiles constituye el uso más eficiente de los recursos, o responde
más bien a motivaciones políticas, así como simbólicas y discursivas.
En este sentido, como decíamos, uno de los rasgos de la gestión de la
pandemia por el gobierno español (así como por otros, como el italiano o el
francés) ha sido su securitización, esto es, la construcción, y transmisión a la
sociedad, de un discurso que representa la crisis sanitaria en términos de ame-

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La COVID-19 como ensayo
ESTUDIOS
global de excepcionalidad

naza a la seguridad. En efecto, desde el comienzo del estado de alarma, el


gobierno adoptó una estrategia comunicativa basada en conceptos e imágenes
que representaban la pandemia como una alegoría de la guerra. Durante sema-
nas, sus discursos y las ruedas de prensa diarias estuvieron cargados de termi-
nología bélica: guerra, batalla, combate, enemigo, frente, posguerra, soldado.
Este lenguaje fue empleado profusamente por el presidente del
gobierno y sus ministros. Así, por ejemplo, el Ministro de Universidades,
Manuel Castells, en un artículo en La Vanguardia el 28 de marzo titulado
Después de la guerra, apuntaba que “esa posguerra hay que prepararla
desde ahora, porque la forma en que gestionemos la crisis hará más o
menos difícil la reconstrucción”.
Particularmente expresivo fue, sin embargo, el general Miguel Ángel
Villarroya, Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) en su rueda de
presa del 20 de marzo para abordar la
La creación de un imaginario crisis. Como reflejan diferentes perió-
bélico ha sido utilizada por los dicos, afirmó que “en esta guerra irre-
gobiernos, tanto aquí como en gular y rara que nos ha tocado vivir o
otros países, para justificar y luchar, todos somos soldados”, reali-
legitimar ante la población la zando la siguiente apelación: “mostre-
mos que somos soldados cada uno en
imposición de duras medidas
el puesto que nos ha tocado vivir”. Por
propias de un estado de ello, añadía, “me van a permitir…, en
excepción este marco de una contienda bélica sin
armas…, ofrecerles algunos consejos
en base a los valores militares para afrontar situaciones como esta. Lo pri-
mero, la disciplina. Lo segundo, el espíritu de sacrificio.”
Esta estrategia comunicativa ha venido reforzada además por elemen-
tos visuales, como es el hecho de que, durante semanas, las ruedas de pren-
sa de las autoridades sanitarias para informar de la evolución de la pandemia
contaran con la presencia de altos mandos militares y policiales. Se trata de
una circunstancia insólita, una imagen gráfica que en sí misma trasladaba a la
población un mensaje de excepcionalidad.
El discurso bélico y el protagonismo de los mandos y cuerpos de segu-
ridad pueden haber respondido a diferentes razones. Algunas tal vez sean
específicas al contexto español. Una de ellas puede haber sido intentar apro-
vechar el contexto de crisis a fin de mejorar la imagen del ejército en sectores
de la población y territorios en los que cuenta con menor aceptación: en esta
línea se podría entender el énfasis en que la UME actuaría en todas las CCAA.
Otra de ellas puede estar relacionada con la decisión de ejercer un mando de
control centralizado de la gestión de la pandemia, algo que podía verse difi-
cultado por el hecho de que las competencias en materia de salud están en
manos de las CCAA, y muy pocas de ellas en manos del gobierno central. De

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ESTUDIOS Karlos Pérez de Armiño

este modo, la transformación discursiva de una crisis sanitaria en una amena-


za militar, con la consiguiente atribución de protagonismo tanto simbólico
como operativo al ejército y otros cuerpos de seguridad, que responden a
órdenes del gobierno central, sirvió para facilitar el traslado de la gestión de
la pandemia al ámbito de la seguridad, así como para imponer un mando
centralizado que, excepcionalmente, alteraba el reparto competencial exis-
tente en el Estado.
Pero, más allá de estas posibles razones específicas del caso español, la
creación de un imaginario bélico ha sido utilizada por los gobiernos, tanto
aquí como en otros países, para justificar y legitimar ante la población la
imposición de duras medidas propias de un estado de excepción.
Sin duda, las medidas de restricción a la movilidad y distanciamiento
social están justificadas, son necesarias y útiles para afrontar la pandemia.
Ahora bien, eso no excluye la necesidad de realizar una reflexión crítica sobre,
por un lado, algunas medidas adoptadas en diferentes países que cercenan
los derechos humanos y libertades públicas; y, por otro, las estrategias comu-
nicativas de muchos gobiernos que han construido la pandemia en términos
de amenaza bélica, para facilitar una gestión de la misma no tanto desde
criterios estrictamente civiles y sanitarios, sino desde la excepcionalidad y la
securitización.
Así pues, con el ánimo de ofrecer algunos insumos para dicha reflexión,
en las páginas siguientes esbozaremos determinados aportes teóricos de
varios autores y enfoques críticos de las ciencias sociales. Desde su diversi-
dad, comparten la importancia que atribuyen al discurso (el lenguaje, las
imágenes, los símbolos) para construir una determinada percepción de la
realidad, que inevitablemente está siempre ligada a determinados valores,
intereses, agendas políticas y relaciones de poder.

El valor político de una metáfora

Gobiernos como el español y otros optaron deliberadamente por una


estrategia comunicativa basada en representar la pandemia a través de la
metáfora de la guerra. Sin duda, esta estrategia ha servido para transmitir a la
población una imagen poderosa, apremiante e inapelable, haciéndole rápida-
mente consciente de la gravedad de la situación y de la necesidad de aceptar
medidas excepcionales. Ello es así debido a la fuerte carga emocional asociada
a la palabra guerra, incrustada en nuestro imaginario colectivo a través de
siglos de experiencia histórica. El gobierno buscó construir un imaginario
colectivo de resonancias bélicas con el cual enmarcar la gestión de la crisis.
Pero las metáforas y el lenguaje no son recursos estilísticos, sino que
tienen un fuerte potencial político. Como ha estudiado George Lakoff (2012,

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La COVID-19 como ensayo
ESTUDIOS
global de excepcionalidad

2017), el discurso y el lenguaje son un instrumento esencial para transmitir a


la audiencia (a la población) un determinado marco (frame), esto es, una cier-
ta interpretación de la realidad basada en determinados principios morales,
creencias, posicionamientos políticos, etc. En efecto, las palabras, las metáfo-
ras y otros elementos discursivos tienen la capacidad de activar en las perso-
nas ideas que están en nuestro “inconsciente colectivo”, que conforman
nuestro marco de interpretación de la realidad. Las metáforas, en particular,
son instrumentos clave para construir marcos y discursos, pues aportan una
retórica visual potente. Todo lo que los humanos conocemos tendemos a
traducirlo en metáforas para poder comprenderlo, pues la metáfora plasma
nuestro conocimiento y nuestras percepciones, profundamente ligados al
lenguaje, al tiempo que nos ayuda a dar mayor concreción a determinadas
ideas abstractas y complejas.
Por todo ello, la comunicación política utiliza diferentes estrategias para
crear marcos mentales e imaginarios colectivos que contienen una determina-
da percepción de la realidad. En particular, trata de construir discursos persua-
sivos mediante la utilización de un lenguaje y unas metáforas que generen
emociones con las que la población tiene un vínculo profundo. Quienes sean
capaces de generar esos marcos discursivos, conectados con recuerdos y sen-
saciones arraigados en la sociedad, tendrán la capacidad de transmitirle a esta
ciertas interpretaciones de la realidad, delimitando el terreno de juego de la
discusión pública y sirviendo a determinados valores y objetivos políticos.
Teniendo todo esto en cuenta, como bien dice Marta Silvera (2020), la
metáfora de la guerra utilizada durante el estado de alarma ha constituido un
elemento retórico muy poderoso, por cuanto ha apelado a la sensibilidad de
los receptores y ha activado en ellos una fuerte respuesta emocional.
En suma, el recurso a la metáfora bélica ha podido ser un instrumento
útil, en un contexto de emergencia, para alertar a la población de forma rápi-
da y taxativa sobre la gravedad de la crisis sanitaria. Sin embargo, ese discur-
so ha tenido como resultado una securitización de la pandemia, con implica-
ciones dignas de ser consideradas.

La securitización de la crisis sanitaria


Tanto aquí como en otros países, la respuesta política a la pandemia se
ha basado en representarla no solo como un problema científico y técnico del
ámbito sanitario, sino como una amenaza a la seguridad. Esto ha permitido
concienciar con rapidez a la población sobre el riesgo de la expansión del
virus, así como justificar la adopción de medidas extraordinarias, establecer
un mando centralizado y apelar a la unidad social y política frente a un pro-
blema común.

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ESTUDIOS Karlos Pérez de Armiño

Ahora bien, la construcción de discursos centrados en la seguridad es


una práctica utilizada también con otros problemas civiles y que tiene conse-
cuencias políticas peligrosas, como viene estudiándose en las últimas déca-
das. Gran parte de los análisis al respecto se los debemos a la teoría de la
securitización, formulada por la Escuela de Copenhague (Buzan, Waever y de
Wilde, 1998). La securitización se entiende como el proceso por el cual un
determinado problema (epidemias, migraciones, degradación medioambien-
tal, etc.) es representado por ciertos discursos políticos o sociales como una
cuestión de seguridad, como una amenaza. La securitización no depende de
las características amenazantes inhe-
rentes al problema, sino que es un La Escuela de Copenhague aboga
acto del habla (speech act), una for- por la desecuritización, esto es, que
mulación intersubjetiva: en otras
palabras, depende de la creación de
los temas pasen de una gestión de
un discurso de seguridad por parte emergencia a una gestión política
de actores en posiciones de poder y normal, basada en valores
de que el mismo sea aceptado por la democráticos tales como los de
audiencia al asumir la amenaza como transparencia y participación
creíble. El proceso de securitización
es exitoso cuando se dan determinadas circunstancias que hacen más verosí-
mil la amenaza: por ejemplo cuando el actor que trata de securitizar un tema
tiene autoridad política y social, o cuando la amenaza ya se ha sufrido en el
pasado. Evidentemente, dicha securitización no es un proceso neutral ni auto-
mático, sino orientado a promover determinados valores e intereses políticos.
Ahora bien, esta teoría no solo analiza los procesos de securitización,
sino que también advierte de los riesgos que encierran. Cuando un tema se
presenta como una amenaza grave, queda legitimada la adopción de medidas
políticas excepcionales y urgentes (desde el cierre de servicios públicos hasta
la ley marcial), como si constituyera una amenaza militar. Eso significa que se
limitan los espacios y el tiempo necesarios para la deliberación, participación
y rendición de cuentas democráticas, y que se reducen los derechos y liber-
tades civiles. Además, muchas veces la gestión del problema se militariza,
facilitando un mayor control por parte de las elites en el poder, y haciendo
que sea más reactiva y menos capaz apreciar las complejidades de aquél. De
este modo, la Escuela de Copenhague aboga por la desecuritización, esto es,
que los temas pasen de una gestión de emergencia a una gestión política
normal, basada en valores democráticos tales como los de transparencia y
participación, y que permita apreciar mejor sus causas y dimensiones.
En lo referente a la pandemia de la Covid-19, su securitización ha justi-
ficado la rápida adopción de medidas extraordinarias y ha facilitado la movi-
lización de recursos. Pero, igualmente, en muchos países ha conllevado una
merma de los controles democráticos, una aplicación de respuestas autorita-

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 27-44 35


La COVID-19 como ensayo
ESTUDIOS
global de excepcionalidad

rias con recortes de libertades fundamentales, y un incremento de las atribu-


ciones a los ejércitos y fuerzas de seguridad.
Por esta razón, numerosas voces han venido alertado sobre la falsedad
implícita y el riesgo de representar la pandemia en términos de amenaza a la
seguridad. En palabras de Santiago Alba Rico y Yayo Herrero (2020): “digá-
moslo con toda claridad: lo que estamos viviendo no es una guerra, es una
catástrofe […] y el virus no es un enemigo consciente y malvado, es inherente
a la propia vida”. En la misma línea, Josep Ramoneda (2020) subraya que “el
discurso de la guerra es contradictorio con el principio moral en el que se
apoyan nuestros dirigentes: la prioridad absoluta, dicen, es salvar vidas y
proteger a los más vulnerables. Esta no es la ley de la guerra”. Además,
añade, “el discurso de la guerra tiene todavía otra deriva alarmante: alimenta
la fantasía autoritaria”, en un momento en el que “la derecha autoritaria espe-
ra paciente el día después para capitalizar el miedo en Europa”.

Biopolítica: la gestión coercitiva de la vida

Uno de los conceptos teóricos que nos pueden resultar más útiles para
interpretar el impacto de la pandemia y, sobre todo, las medidas excepciona-
les adoptadas para gestionarla, es el de biopolítica. El término, formulado por
el filósofo francés Michel Foucault y ampliamente utilizado por los enfoques
posestructuralistas de las ciencias sociales, ha servido para una comprensión
crítica del papel del gobierno y del poder, tanto en el plano material como en
el de los discursos.
La biopolítica se refiere a la gestión política de la vida humana, en otras
palabras, la gestión gubernamental de la población de un país, a fin de afron-
tar situaciones y necesidades particulares de la vida humana (como las relati-
vas a salud, alimentación, pobreza, migración, etc.), asumiendo “el hecho
biológico fundamental de que los seres humanos son una especie” (Foucault
2008, p.1). Tal gestión descansa en dos tipos de poder, aplicados conjunta-
mente para el “sojuzgamiento de los cuerpos y el control de las poblaciones”.
El primero es la disciplina, el autocontrol dirigido a los cuerpos individuales.
El segundo es el biopoder, que se aplica a la población en su conjunto con
relación a procesos como el nacimiento, la muerte y la enfermedad, y que
tiene por objeto mejorar sus condiciones de vida y garantizar su salud y bien-
estar mental y físico. Se trata de una serie de prácticas surgidas en el siglo
XVIII y ejercidas por el Estado a través de múltiples instituciones (prisiones,
escuelas, centros sanitarios…) que aprueban la conformidad y penalizan la
disconformidad (Foucault 1979, p.140). Así pues, desde aquella época el Esta-
do comienza a actuar en nuevos ámbitos políticos en base a un nuevo pacto
con la ciudadanía: su obligación no es asegurar solo las fronteras, sino a las

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ESTUDIOS Karlos Pérez de Armiño

personas mismas. Se articula un tipo de poder que se ejerce sobre la vida y


los cuerpos mismos de las personas (Foucault, 1994).
Junto al biopoder, empleado por las instituciones para controlar a la
población a fin de mejorar su salud y bienestar, la biopolítica utiliza otro ins-
trumento de poder: el poder soberano, basado en la coerción y la fuerza, que
se reserva el derecho a matar (a dejar vivir o dejar morir) para imponer su
orden. Según Foucault, el poder soberano es compatible con el biopoder,
debido a que aquel con frecuencia utiliza el racismo como una herramienta
esencial para gestionar la vida y la muerte. El racismo permite una diferencia-
ción jerárquica entre razas buenas y razas malas y enemigas, a las que se
atribuyen amenazas biológicas como
pueden ser la transmisión de enfer- La pandemia y las medidas adoptadas
medades o la superpoblación deriva- frente a ella están siendo un
da de su fuerte crecimiento demográ- amplificador de diferencias
fico. De este modo, el racismo consti- socioeconómicas preexistentes,
tuye un marco discursivo e ideológico ligadas a estructuras de poder y
que le permite al poder soberano
delimitar a qué poblaciones hay que variables como la raza, la etnia, el
garantizar la vida y a cuáles se les deja género o la clase social
morir o, en casos extremos, ser mata-
das por representar una amenaza generalizada para la vida biológica, la salud
y el bienestar de la población (Doucet y de Larrinaga 2011, p.130).
El pensamiento de Foucault, entre otros aportes, subraya una circuns-
tancia ignorada, incluso considerada políticamente incorrecta, por parte del
pensamiento liberal que ha configurado el orden internacional desde media-
dos del siglo XX, como es el hecho de que el racismo sigue determinando la
gestión política y las estructuras de poder a escala nacional y mundial.
El enfoque de la biopolítica resulta útil para observar diferentes dimen-
siones de las medidas adoptadas frente a la propagación del virus, como el
confinamiento doméstico, la distancia social y otras regulaciones a nuestro
comportamiento físico. Por necesarias que puedan resultar, es preciso anali-
zarlas considerando sus implicaciones socioeconómicas en función de las
relaciones de poder existentes en la sociedad. Así, las condiciones materiales
y el espacio de las viviendas condicionan sobremanera la salubridad y el
impacto de la reclusión doméstica. La exposición al virus es mayor para los
sectores sociales más pobres, con trabajos precarios realizados en la calle. La
clase social determina, entre otras cosas, el grado de acceso a los servicios
de salud. Al tiempo que, según diferentes estudios, el impacto de la pande-
mia está contribuyendo a un incremento de las desigualdades de género.
En suma, la pandemia y las medidas adoptadas frente a ella están sien-
do un amplificador de diferencias socioeconómicas preexistentes, ligadas a
estructuras de poder y variables como la raza, la etnia, el género o la clase

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 27-44 37


La COVID-19 como ensayo
ESTUDIOS
global de excepcionalidad

social. La excepcionalidad no afecta a todos por igual, como podemos cons-


tatar en los campos de refugiados de Lesbos, los barrios afroamericanos de
las ciudades estadounidenses, o los municipios del sur de Madrid.

Biopolítica global y necropolítica:


¿valen lo mismo todas las vidas?

Las reflexiones anteriores se pueden proyectar también al ámbito inter-


nacional. El concepto biopolítica global aplica el término de Foucault a los
problemas relativos a las contingencias y necesidades de la vida humana a
escala transnacional. Destaca la definición dada por Mark Duffield (2004,
2007), para quien consiste en el marco hegemónico de mecanismos de gober-
nanza global y liberal utilizados por Occidente para asegurar, proteger y
satisfacer las necesidades de las sociedades de la periferia del mundo; pero
también para controlarlas y, sobre todo, contener las amenazas que pueden
irradiar al Norte (conflictos, criminalidad, terrorismo, etc.).
Esta intervención biopolítica global de Occidente se basa en dos tipos
de discursos. En primer lugar, un discurso que ha interconectado la seguridad
y el desarrollo; esto es, una percepción de que el subdesarrollo, la pobreza y
los denominados estados fallidos representan una fuente de inseguridad inter-
nacional y particularmente para Occidente. En segundo lugar, un discurso de
jerarquía racial, semejante al de la era colonial y que ha reaparecido en la era
de la globalización, que diferencia entre las personas seguras (las que viven en
sociedades occidentales de consumo de masas y con protección del Estado
social de bienestar) y las inseguras (las que viven en sociedades subdesarrolla-
das e inestables que necesitan intervenciones de desarrollo desde el exterior).
Este enfoque trata de desvelar los actores, pautas y estructuras de
poder asimétricas, característicos de dichos mecanismos de gobernanza glo-
bal, así como su utilización para mantener y expandir un orden hegemónico
neoliberal. Tal gobernanza global utiliza diferentes mecanismos de biopoder
que los actores locales tienen que acatar bajo un sistema de premios (cancela-
ción de deuda externa, cooperación al desarrollo, etc.) y penalizaciones (nega-
ción de créditos, sanciones, intervenciones militares, etc.) (Roberts 2011,
pp.74-75). Se trata de un sistema de gobernanza biopolítico, pues determina
las condiciones en que parte de la humanidad ve negado su acceso a los ele-
mentos básicos de subsistencia, y tiene así poder sobre la vida y la muerte.
En esta línea, cabe mencionar también el pensamiento del filósofo
camerunés Achille Mbembe (2011), quien retoma la idea foucaultiana del
racismo entendiéndola como un instrumento de categorización biológica de
la humanidad en grupos y, por tanto, de control biopolítico global. Mbembe
ha formulado el concepto necropolítica, para caracterizar una forma de ges-

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ESTUDIOS Karlos Pérez de Armiño

tionar las poblaciones en el capitalismo del siglo XXI en la cual la raza resulta
determinante. Así, además del biopoder del que habla Foucault, habría que
añadir otra forma de gobernanza, el necropoder, que crea condiciones en las
que la vida de ciertas poblaciones del Sur, principalmente en África, vale muy
poco, generando en ellas una grave inseguridad vital en contacto diario con
la muerte, convirtiéndolas en “muertos vivientes” y posibilitando que sean
llevadas a la muerte con impunidad.
En definitiva, los conceptos de bipolítica global y de necropolítica nos
ayudan a entender las características, estructuras y mecanismos del orden
internacional vigente, que, en base a determinados imaginarios y discursos
dominantes, se caracteriza por gran-
des desigualdades a escala mundial en ¿Emergerá un imaginario que divida
cuanto a las relaciones de poder y a las a la humanidad y a las sociedades
condiciones de vida y bienestar de la entre poblaciones ricas vacunadas y
humanidad. En el fondo, nos lanzan poblaciones pobres, no occidentales,
una pregunta desasosegante: ¿valen
lo mismo todas las vidas en el sistema
contagiadas y contagiadoras?
internacional? Resulta un cuestiona- Y, en definitiva, ¿valen lo mismo
miento incómodo para el pensamiento todas las vidas?
liberal que impregna el orden global
de nuestros días, el cual, si bien ha aportado un ideario de igualdad en dignidad
y derechos para todas las personas, ha ignorado el hecho de que los factores
identitarios y materiales siguen generando grandes asimetrías de poder.
Diferentes medidas y actitudes presentes en la gestión política de la
pandemia, en las primeras fases ya vividas y tal vez en las que nos quedan por
vivir, pueden observarse desde nuevos ángulos a la luz del enfoque de la
biopolítica global. ¿Qué partes de la población mundial tendrán un acceso
más rápido a las vacunas y cuáles lo tendrán más tarde o no lo tendrán? ¿Se
establecerán mecanismos de cooperación internacional para garantizar que
las personas pobres de países sin peso geopolítico sean vacunadas? ¿Emer-
gerá un imaginario que divida a la humanidad y a las sociedades entre pobla-
ciones ricas vacunadas y poblaciones pobres, no occidentales, contagiadas y
contagiadoras? ¿Se establecerán nuevas restricciones a los flujos migratorios
y a las políticas de refugio y asilo, alimentadas por el temor a determinadas
poblaciones susceptibles de estar enfermas? Y, en definitiva, ¿valen lo mismo
todas las vidas?

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 27-44 39


La COVID-19 como ensayo
ESTUDIOS
global de excepcionalidad

La excepcionalidad: uso del miedo y control social

Como hemos visto, la securitización de un determinado problema cons-


tituye un instrumento discursivo utilizado por las instancias de poder para
gestionarlo con un carácter excepcional. En el nuevo siglo han cobrado auge
los estudios sobre la invocación política de la excepcionalidad (bajo denomi-
naciones como las de estado de alarma, de emergencia, de urgencia o de
excepción) por parte de diferentes autores, quienes advierten del riesgo de
que erosione los principios democráticos y los derechos civiles y políticos.
Este es el fundamento en el que se basa el filósofo italiano Giorgio
Agamben, el principal teórico contemporáneo sobre la excepcionalidad.
Agamben observa los estados de excepción establecidos en diferentes
momentos históricos por diferentes países, abordando por ejemplo los dis-
cursos y políticas del gobierno norteamericano en el contexto de la denomi-
nada Guerra Global contra el Terrorismo, tras los atentados del 11-S: en aras
a la seguridad nacional, se justificaron diferentes medidas de control biopolí-
tico de determinados grupos y personas (torturas, detenciones prolongadas,
prisión de Guantánamo, etc.) que
Herramientas técnicas de control, conculcan los marcos morales y
legales de las democracias libera-
...pueden ser útiles contra la les (Agamben, 1998, 2004).
pandemia, pero existe el riesgo de Como dice, el estado de
que se normalicen tras acabar esta y excepción tiene lugar en situacio-
constituyan un sistema de control de nes de emergencia en las que el
la ciudadanía que conculque nuestra poder soberano adopta medidas
libertad individual y privacidad políticas que afectan a la vida y la
muerte, restringiendo los dere-
chos individuales en aras a la segu-
ridad, lo cual implica sacrificar determinados valores democráticos. Tal estado
de excepción no es un derecho especial (como el derecho de guerra), sino
una situación de suspensión extraordinaria y temporal del orden jurídico. Sin
embargo, el estado de excepción ha dejado progresivamente de ser algo
alejado de la regla común, convirtiéndose cada vez más en una forma normal
de gobierno.
Para tal análisis sobre la excepcionalidad, Agamben reinterpreta las
ideas de Foucault sobre la relación entre el soberano y el biopoder, o poder
que opera sobre las dimensiones de la vida. Para ello, recurre a la distinción
que hacía Aristóteles entre zoé (simple vida en sentido biológico de todos los
seres vivos) y bios (vida de un individuo con dignidad y significado). En su
opinión, mediante la declaración del estado de excepción, el poder soberano
convierte el zoé, o pura vida biológica, en lo que denomina nuda vida (bare
life), esto es, una forma de la pura vida biológica controlada por tal poder

40 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 27-44


ESTUDIOS Karlos Pérez de Armiño

soberano. Es decir, en contextos de excepción el poder soberano adopta


cálculos y decisiones políticas en torno a la vida y la muerte (dejar vivir y sos-
tener la vida; o dejar morir y matar). Así, la nuda vida es una vida que puede
ser suspendida por el poder soberano de una u otra forma: la autoridad
puede matar sin que constituya legalmente un homicidio (como ocurrió, en un
caso extremo, en los campos de concentración nazis). De esta forma, todos
los seres humanos somos lo que denomina homo sacer, esto es, somos sus-
ceptibles de que nuestra vida pueda ser convertida en nuda vida y suspendi-
da legalmente por el poder soberano mediante la declaración de excepción.
En suma, Agamben pone en evidencia la paradoja de que el soberano
pueda actuar a la vez dentro y fuera de la ley, pues el orden jurídico le da la
potestad de suspender este en condiciones que el propio poder soberano
defina como excepcionales. Además, alerta sobre el hecho de que el estado
de excepción se esté convirtiendo cada vez más en la pauta normal de
gobierno, determinando crecientemente las políticas internas y externas de
los Estados (Agamben, 1998).
Cabe añadir que, en sendos textos publicados en febrero y mayo de
2020, Agamben (2020a y 2020b) ha aplicado las ideas precedentes al análisis
de la COVID-19. En el primero de ellos, escrito en los inicios de la pandemia,
consideró esta como una “especie de gripe” con síntomas leves y moderados
en casi todos los casos, llegando a calificarla como una “pandemia inventada”
por las autoridades. Según argumenta, estas la han utilizado para difundir un
clima de pánico colectivo que justifique la restricción de las libertades en
nombre de la seguridad y maximice la adhesión de los ciudadanos a las insti-
tuciones de gobierno. Se trata de opiniones que han levantado numerosas
críticas, merecidas en lo que se refiere a su minusvaloración de la gravedad
de la crisis sanitaria y su impacto. Ciertamente las reflexiones de Agamben
sobre la excepcionalidad no pueden llevarse al extremo ni sostenerse hacien-
do abstracción de la evolución de la realidad; pero, aún así, sus aportes
siguen siendo una advertencia sugerente sobre los riesgos de extralimitación
del ejercicio del poder en contextos de emergencia.
No en vano, otros muchos pensadores han realizado observaciones en
esa dirección. Así, el historiador israelí Yuval Noah Harari, en un artículo publi-
cado por el Financial Times, ha subrayado el riesgo que encierran las nuevas
tecnologías de vigilancia empleadas contra la pandemia por gobiernos como
el chino. Herramientas como las aplicaciones de teléfonos móviles, los siste-
mas de reconocimiento facial o los de información sobre el estado de salud
de las personas pueden ser útiles contra la pandemia, pero existe el riesgo de
que se normalicen tras acabar esta y constituyan un sistema de control de la
ciudadanía que conculque nuestra libertad individual y privacidad (Harari,
2020).

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 27-44 41


La COVID-19 como ensayo
ESTUDIOS
global de excepcionalidad

Conclusiones: punto crítico para repensar la normalidad

La COVID-19 proporciona numerosas lecciones. Es innegable que la


expansión del virus constituye una situación extraordinaria; pero los impactos
sanitario y socioeconómico de la pandemia no se pueden entender como una
excepción, sino más bien como un agravamiento de la normalidad, de situa-
ciones estructurales de precariedad, marginación y negación de servicios
básicos para amplios sectores de población. A esto se añade que muchas
voces vaticinan que la pandemia es la antesala de un futuro marcado por la
fragilidad, por crecientes amenazas sanitarias y por el riesgo de colapso
medioambiental. Podríamos estar asistiendo al ensayo de una excepcionali-
dad global con visos de repetirse.
En este sentido, la insistencia en el discurso de la excepcionalidad puede
resultar una trampa que nos dificulte tanto entender el contexto que ha propi-
ciado la gravedad de la crisis, como adoptar los cambios para evitar su reapa-
rición. Muchas de las medidas de control biopolítico de la población, como el
confinamiento y la restricción de la movilidad, están justificadas como únicas
medidas eficaces frente al virus. Sin embargo, es preciso estar precavidos ante
el posible aprovechamiento que los gobiernos y determinadas élites pueden
hacer de la excepcionalidad para justificar políticas de corte autoritario que
cercenen libertades y derechos, como viene ocurriendo en numerosos países.
En este sentido, la securitización de la pandemia y el discurso que la ha
construido como una guerra encierran notables peligros. Sin duda han servido
para activar un sentido de alerta y establecer cierta disciplina social. Pero la
metáfora bélica obstaculiza la construcción de un entorno en el que las medi-
das de urgencia estén en equilibrio con la transparencia informativa, la delibe-
ración democrática y la preservación de los derechos individuales. La guerra
es un desgraciado fenómeno histórico que se libra ejerciendo violencia contra
un enemigo identificado. Una pandemia como la que vivimos es otra cosa; es
una crisis sanitaria, que solo se puede afrontar precisamente con la antítesis
de la violencia: con los cuidados.
En nuestra opinión, otro efecto negativo de la metáfora bélica es que
seguramente ha desincentivado la necesaria actitud de “responsabilidad indi-
vidual” de cada persona, a la que se viene apelando insistentemente en las
fases de desescalada y nueva normalidad. A los soldados, que se nos pidió
ser, cabe demandarles disciplina y acatamiento de las órdenes, lo cual no cua-
dra con la responsabilidad personal en nuestros actos, que es un valor civil.
Merecería la pena pensar críticamente por qué, ante una situación de emer-
gencia, se ha optado por recurrir al imaginario bélico, restando protagonismo
a otro discurso (existente pero, al parecer, secundario) centrado en la cultura
de los cuidados, la solidaridad, los vínculos de interdependencia y comunidad,
y lo público.

42 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 27-44


ESTUDIOS Karlos Pérez de Armiño

En todo caso, la pandemia también puede interpretarse como una


advertencia, como una oportunidad para reflexionar y entender que estamos
en un momento crítico de la historia, en un punto de inflexión que puede
decantarse por caminos diferentes: el de un mundo marcado por el miedo a
las nuevas amenazas, dando lugar a sociedades cerradas, egoístas y más
autoritarias; o el de un mundo más consciente de la creciente necesidad y
dependencia que tenemos unas personas de otras, que busque una nueva
normalidad diferente, reduciendo nuestra vulnerabilidad mediante modelos
de desarrollo más sostenibles y equitativos.

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44 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 27-44


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 45-60
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210–1114

«Otra normalidad» es posible


Una mirada
mirada al futuro del
ESTUDIO postcoronavirus desde la tradición
mesiánica y apocalíptica cristianas
F. Javier Vitoria Cormenzana. Área Teológica de Cristianisme
i Justícia. Barcelona-Bilbao

Resumen:
En plena pandemia y desde el padecimiento en primera
persona del autor, el estudio recurre a la tradición mesiánica
y apocalíptica judeocristiana con el fin de pensar el presen-
te y el futuro como interrupción (oportunidad/kairos) de este
tiempo de incertidumbre y alumbramiento en el presente de
la posibilidad de una normalidad nueva en la que la población
sobrante de nuestro mundo deje de vivir permanentemente
en un estado de alarma. El estudio es una provocación o una
llamada a colaborar en esa interrupción -que es del Señor, no
lo olvidemos-, cambiando nuestro estilo de vida o nuestra se-
gunda piel: el consumo exacerbado.

Abstract:
In the midst of the pandemic and from the author's first-
hand experience, the study resorts to the messianic and apoca-
lyptic Judeo-Christian tradition in order to think of the present
and the future as (the opportunity/kairos of) the interruption
of this time of uncertainty and the birth in the present of the
possibility of a new normality in which the surplus population
of our world stops living permanently in a state of alarm. The
study is a provocation or a call to collaborate in that interrup-
tion -which is of the Lord, let us not forget-, changing our life-
style or our second skin: the exacerbated consumption.

45
ESTUDIOS «Otra normalidad» es posible

Este estudio tiene su origen en un texto escrito durante el pasado mes


de abril y concluido el día 29, exactamente un mes después de recibir el alta
hospitalaria, tras haber sufrido la afección del coronavirus. Ahora ve la luz pú-
blica, ampliado y en otro formato, más propio de la revista Iglesia Viva, pero
conservando las ideas fundamentales del texto original.

1. Mi experiencia de la Covid-19 y la normalidad

En la fecha arriba apuntada escribí, acerca de mi experiencia de la co-


vid-19, lo siguiente:
Desde hace más de un mes todas las instituciones y los ciudadanos par-
ticipamos en la dura batalla de la vida contra la muerte, que la pandemia de
la Covid-19 o del coronavirus nos ha planteado planetariamente. El Congreso
acaba de aprobar la tercera prórroga del estado de alarma, que ha supues-
to un cambio radical en la vida, usos y costumbres de nuestras ciudades y
pueblos. Hemos entrado en un escenario de excepcionalidad, desconocido
hasta el día de hoy, que ha puesto patas arriba todo aquello que llamábamos
«normalidad».
Usaré mi experiencia personal del Covid-19 como telón de fondo de
mi reflexión sobre la pandemia. Gran parte de su contenido fue apareciendo
reiteradamente de manera desordenada y en forma de destellos, mientras
padecí la infección del virus.
Probablemente en fechas anteriores al 14 de marzo, día de la declara-
ción del «estado de alarma», el virus entró asintomáticamente en mi cuerpo.
La primera semana de confinamiento fue muy dura. No tenía ninguno de los
(considerados entonces) síntomas de alerta sobre la posibilidad de estar infec-
tado por el virus, pero mi organismo se iba debilitando de manera creciente
y de una forma totalmente inédita en mi dilatada vida. Un cansancio cada día
más hondo y «sucio» –no encuentro mejor expresión para calificarlo− se fue
paulatinamente apoderando de mí. La segunda semana los servicios médicos
detectaron su presencia en mi cuerpo, acompañada de una neumonía bilate-
ral. Cinco días de ingreso hospitalario en una zona exclusiva para contamina-
dos. El lunes de la tercera semana de confinamiento recibí el alta con la pres-
cripción de 14 días de aislamiento domiciliario, que prolongué una semana
más. Cuando redacto estas líneas nos encontramos en la sexta semana; y yo,
tras cuatro semanas de convalecencia, muy mejorado de la crisis.
Durante la invasión del cansancio me acompañó permanentemente un
texto de Isaías, que muy pronto se actualizó en mi memoria: «No temas, gu-
sano de Jacob, yo te ayudo… He aquí que te he convertido en trillo nuevo
de dientes dobles. Triturarás los montes y los desmenuzarás, y los cerros con-
vertirás en tamo» (41, 14-15). Solamente mi profundo abatimiento me daba la
razón de su constante presencia aquellos días, ya que el hábitat de las cose-

46 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 45-60


ESTUDIOS F. Javier Vitoria Cormenzana

chas y el trigo nunca ha sido el mío. Su acompañamiento no me llevó a esperar


un prodigio divino que me sacara de aquella situación. Hace mucho tiempo
que mi idea de Dios ha calificado de vana semejante expectativa. Pero sí ali-
mentó mi confianza en el Misterio de Dios que da y cuida de la vida. Sé que
el texto de Isaías sonará a literatura fantástica en algunos oídos. Pero, como
decía Jorge Luis Borges, no hay nunca una cortina de hierro entre verdad y
ficción, entre vigilia y sueño, entre realidad e imaginación, entre racionalidad
y sentimiento, entre concreto y abstracto. Las fronteras siempre son móviles y
sutiles. Esa permeabilidad me permitió regenerar mi confianza junto al profeta
Isaías.
Mi ingreso en el hospital lo recibí como una “liberación”. Por fin se aca-
baba la incertidumbre: sí estaba infectado y, por fin, en manos de un servicio de
salud público y avanzado, que iba a poner
todos sus recursos al servicio de mi recu- La providencia de Dios son las
peración. Una vez más estaba en condicio- mujeres y los hombres buenos.
nes de verificar una de mis más profundas Dios les confió a ellos su
convicciones creyentes: la providencia de providencia. Son “sus manos
Dios son las mujeres y los hombres buenos. largas” que le hacen llegar allí
Dios les confió a ellos su providencia. Son
“sus manos largas” que le hacen llegar allí
donde el Espíritu y la Palabra no
donde el Espíritu y la Palabra no pueden pueden hacerlo por sí mismos
hacerlo por sí mismos. Ellos hacen posible
el gobierno divino del mundo. Cada vez que, sin pedir o esperar que Dios
intervenga sin respetar las leyes autónomas de la creación, buscan y ponen
paliativos a los posibles destrozos humanos, cuando la naturaleza se encabri-
ta; o cada vez que ayudan a vivir a otros con sentido y esperanza los tiempos
grises de la enfermedad y de la muerte. A las pocas horas de mi ingreso un
amigo me hizo recordar el poema de Dietrich Bonhoeffer: «Maravillosamente
protegidos por poderes bienhechores / esperamos confiados lo que venga /
Dios está con nosotros mañana y noche / y ciertamente en cada nuevo día».
Y lo hice mío.
En cinco días me dieron el alta. Me enviaron a mi casa. Cumplí una cua-
rentena de veintiún días, antes de pasar al estado de confinamiento general
en el que estamos todos, y sin más secuelas que la debilidad inicial, tras el
tratamiento, y la persistente dificultad para la recuperación de la anterior ca-
pacidad energética de mis “baterías” vitales.
Obviamente vivo agradecido a quienes cuidaron de mi salud; a mis fa-
miliares y amigos por sus desvelos y por las muestras generosas de cariño que
lograron que mi vida diera más de sí precisamente cuando parecía estar en
peligro. Y también −¡cómo no hacerlo!– le doy gracias a Dios porque es, como
dice Pepa Torres, «Aliento de Vida, Manantial de resiliencia que sostiene, que
inspira y que moviliza la solidaridad y la creatividad; un Dios reciclador, ener-

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 45-60 47


ESTUDIOS «Otra normalidad» es posible

gía, que nos empuja a buscar hasta encontrar entre las cenizas del sufrimiento
la esperanza».
Sin embargo, en lo más hondo, mi alma está más vinculada a la expec-
tativa apocalíptica del «Marana tha», del «¡Señor, ven!» (1Co 16,22; Ap 22,20).
Entonces así me lo reclamó lo que vislumbraba entre destellos y así me lo
demanda hoy la situación actual de la pandemia. En medio de la confusión y
el sufrimiento, provocados por la pandemia, entreví algunas características
de «la normalidad», puesta patas arriba por una catástrofe mundial, que me
recordaron la apocalíptica judeocristiana.

La atención hospitalaria, ¿derecho universal o privilegio de unos pocos?

Mi estancia hospitalaria me permitió reconocer nuevamente la impor-


tancia del Servicio Público de Salud en
¿Nuestro servicio de salud no nuestra sociedad del bienestar. Nos fe-
parece un privilegio de un licitamos por la conquista de un dere-
número importante, pero muy cho social. Pero también percibir, con la
nitidez de quien ha sido agraciado con
minoritario, de ciudadanos del
sus atenciones, que es algo excepcional
mundo, que somos los en el amplio mundo que recorre el co-
beneficiarios del injusto sistema ronavirus. Desde esta perspectiva glo-
que lo determina? bal ¿nuestro servicio de salud no parece
un privilegio de un número importante,
pero muy minoritario, de ciudadanos del mundo, que somos los beneficiarios
del injusto sistema que lo determina?
Por primera vez en el hospital me hice esta pregunta que en las circuns-
tancias actuales puede sonar a impertinente. Me brotó, mientras observaba
sentado a una auxiliar que, vestida como para la conquista de Marte y jugán-
dose el tipo, me mudaba la cama, como todos los días. A las pocas fechas una
noticia convirtió la pregunta en insoportable. Mi amigo Manuel Acosta me con-
tó que cinco primos suyos, salvadoreños, habían muerto de coronavirus en una
p… calle neoyorquina porque eran ilegales. La normalidad USA era para ellos
un estado de alarma que acabó con sus vidas. Utilizando una sabia distinción
de Marina Garcés, me atrevo a afirmar que el virus amenazaba la fragilidad o
caducidad de aquellos salvadoreños con «la muerte del morir» y la normalidad
neoyorquina decretó que padecieran la «muerte del matar»: el asesinato.

La pobreza, estado de alarma para el 26% de los españoles

En su primera comparecencia para declarar el estado de alarma el pre-


sidente de gobierno, Pedro Sánchez, afirmó que se tomarían las medidas ne-
cesarias para que nadie se quedara atrás en la salida de la crisis. Sin embargo

48 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 45-60


ESTUDIOS F. Javier Vitoria Cormenzana

un mes antes el relator especial de la ONU, Philip Alston, había advertido y


denunciado que el 26% de los españoles ya se habían quedado rezagados y su
vida normal era alarmante, como consecuencia de la pobreza que padecían.
Como todos sabemos, esta cifra ha crecido exponencialmente para aho-
ra como consecuencia de los efectos sociales y laborales de la pandemia. Así
estos días hemos podido leer en algunos medios escritos que las colas de
hambre y pobreza habían comenzado su escalada en algunas ciudades espa-
ñolas, mientras oficialmente desescalábamos hacia la nueva normalidad de
la distancia social, el lavado de manos, las mascarillas de pon y quita y... del
mismo consumo desenfrenado de ayer.

¿Existen bienes y servicios más allá de las leyes del mercado?

Al comienzo de la pandemia el presidente Emmanuel Macron se sor-


prendía de que una potencia económica como Francia no fuese capaz de
abastecerse de un bien de primera necesidad, como las mascarillas, en tiem-
pos de pandemia, teniendo que depender de su importación desde países
asiáticos en los que existen elevados niveles de explotación laboral. «Lo que
revela esta pandemia −reflexionó Macron en voz alta− es que hay bienes y
servicios que deben estar más allá de las leyes del mercado».
¿No resulta paradójico que sea en estado de alarma cuando se eviden-
cie que en el de normalidad no hay nada que esté más allá de la ley sagrada
del mercado, es decir, de su rentabilidad? Cada día queda menos espacio
para otros valores en los que sustentar la convivencia humana, el trabajo, el
voluntariado, los cuidados, la gratuidad, la relación con la naturaleza, etc. Las
consecuencias más agudas de esta mercantilización es que «mata» seres hu-
manos y destruye el medio ambiente. ¿Por qué la normalidad convierte en
invisible un “virus” tan mortífero?
Contemplemos la hipótesis del fin de la pandemia. Nos han anuncia-
do que la normalidad –sin especificar si será la antigua o una nueva− llegará
cuando tengamos la vacuna que nos haga inmunes a la Covid-19. Sin embargo
todos sabemos que lo normal es que la vacuna se mercantilice; o sea, que ten-
ga precio. A las voces críticas se les dirá que las empresas farmacéuticas no
son ni oenegés, ni Cáritas. Consecuentemente, de toda la población mundial
amenazada por el virus, solamente quienes sean solventes podrán sentirse a
salvo. Los empobrecidos vivirán amenazados por un virus que, por la acción
del mercado, habrá sufrido una nueva mutación: habrá dejado de ser un factor
de «la muerte del morir» para serlo de «la muerte del matar»: nuevamente,
del asesinato.
La crisis del coronavirus se ha considerado un acontecimiento pande-
mocrático, que reclama la participación de todos los afectados por el virus
(naciones y ciudadanos) en la toma de decisiones. Pero esta demanda es pa-

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 45-60 49


ESTUDIOS «Otra normalidad» es posible

pel mojado en el mundo actual, con o sin pandemia. Y además paradójicamen-


te el riesgo del coronavirus que nos iguala a todos revela al mismo tiempo lo
desiguales que somos, provoca otras desigualdades y pone a prueba nuestras
democracias (D. Innerarity 2020, 25).

2. La pandemia y el futuro del mundo

Desde hace tiempo los observadores más lúcidos del presente del mun-
do nos advierten que el futuro es algo que no podemos conocer y la incerti-
dumbre nos quema. El mundo está desquiciado, está desencajado y se ha vuel-
to loco. Nosotros vagamos confusos y sin rumbo, argumentando razones en
favor de esto y en contra de aquello. Pero una afirmación en la que la mayoría
de la gente coincide, más allá de cualquier antagonismo, y en todos los conti-
nentes, es la siguiente: «Ya no comprendo el mundo» (Ulrich Beck 2017, 13-17).
El futuro es más difícil de conocer que nunca. Esta dificultad para es-
cudriñarlo tiene que ver con la peculiar volatilidad que caracteriza al mundo
en el que vivimos. Nos encontramos en medio de estructuras especialmente
inestables, y cualquier factor puede entrometerse en cualquier momento en
nuestras vidas: las pandemias, la inestabilidad financiera, un ataque terrorista,
el cambio climático, el espacio abierto de las redes sociales, la comunicación
instantánea en la que parece no haber lugar para el secreto o la intimidad, etc.
Ahora mismo, mientras sufrimos la pandemia y desescalamos, a trancas y ba-
rrancas, buscando una «nueva normalidad», vivimos como si el cambio climá-
tico no estuviera ya afectando a nuestras vidas (D. Innerarity 2018, 169-170).
«Éramos pocos y…» La pandemia de la Covid-19, iniciada a finales del
2019 y desarrollada durante 2020 sin que de momento podamos predecir su
final, ha contribuido a incrementar este panorama de incertidumbre y de con-
fusión, desvelándonos que es sistémico. Esta crisis ha decretado el final de un
mundo: el de las certezas, el de los seres invulnerables y el de la autosuficien-
cia. Todo (la salud, la economía, el trabajo, el estilo de vida, etc.) se ha puesto a
prueba y no sabemos cómo vamos a salir de ella. Vivimos entre el ya no de los
estados, carentes de recursos suficientes (conocimiento, dinero y poder) para
proteger a los ciudadanos; y el todavía tampoco de la gobernanza global, el
procedimiento más adecuado para conseguir los objetivos de igualdad, demo-
cracia, prosperidad y transición ecológica, que ya no resultan alcanzables con
los instrumentos de los estados nacionales. (D. Innerarity 2020, 37-48).

Incertidumbre del futuro y esperanza cristiana

¿Qué podemos vislumbrar y esperar de nuestro futuro, tras la pande-


mia? Nadie sabe a ciencia cierta la respuesta. Lo cual no significa que no haya

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ESTUDIOS F. Javier Vitoria Cormenzana

previsiones sobre la postpandemia. El papa Francisco, Pablo Flores d’Arcais,


Giorgio Agamben, Peter Sloterdijk, Slavoj Žižek, Byung-Chul Han, Emilio Lle-
dó, etc. las han formulado. No todas ellas tienen la virtud de la modestia y
algunas de ellas dan la impresión de confundir sus visiones del futuro con sus
deseos para el futuro.
Este contexto le plantea preguntas a la tradición cristiana, que van más
allá que las ya clásicas de la teodicea, por muy importantes que éstas sean.
Pero ¿tiene la tradición cristiana alguna respuesta razonable a las preguntas
sobre el futuro, planteadas por la pandemia? Y, todavía de manera más pun-
zante, ¿tiene algo valioso que aportar en
la tarea de anticipar en el presente una Vivimos entre el ya no de los
«normalidad» futura, que esté pandemo- estados, carentes de recursos
cráticamente al servicio de la dignidad suficientes (conocimiento, dinero
humana de los más vulnerables? y poder) para proteger a los
Los cristianos participamos de la ciudadanos; y el todavía
misma incertidumbre ante el futuro que
el resto de nuestros conciudadanos. La
tampoco de la gobernanza
condición de teólogo tampoco me con- global para conseguir los
vierte en un vidente. En la tradición cris- objetivos de igualdad,
tiana no hay ninguna bola de cristal don- democracia y ecología
de contemplarlo. Ahora bien, aunque la
fe cristiana no otorgue ventajas a la hora de divisar el futuro, sí se ofrece como
perspectiva propia en este presente perplejo con el fin de esclarecer cuál sería
su «normalidad» razonable a la hora de anticiparlo.
El cristianismo del 2020 y en plena pandemia debe asumir la tarea de
afrontar el futuro postpandemia desde la memoria «passionis, mortis et resu-
rrectionis Jesu Christi». Este quehacer, ineludible para él, de ninguna manera
debiera sustanciarlo en el testimonio de una esperanza barata, sino en una
auténtica rendición de cuentas o justificación práctica de ésta. La esperanza
cristiana no es el reverso del optimismo histórico moderno. Tampoco un re-
constituyente para vivir en la postmoderna sociedad del cansancio (H. Byung-
Chul) o estimular nuestros anhelos en esta era del desánimo. La esperanza,
equipada con las señas de identidad de Jesús resucitado, es interrupción del
presente y anticipación en él de futuro humano para quienes no tienen espe-
ranza: los excluidos, los fracasados, «los desiguales», los discriminados, los
crucificados de este tiempo perplejo.
La tradición cristiana tiene, por una parte, la capacidad de responder a
las preguntas que sobre el futuro plantea la pandemia; y, por otra, de rege-
nerar y nutrir energía espiritual (que suelo denominar mística) en quienes nos
encaminamos «confusos y sin rumbo» hacia el futuro. Se trata de una mística
pobre (es decir, de una esperanza en el futuro sin Mesías que garantice su
llegada a buen puerto); matriz, soporte y aguijón de una modesta convicción

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ESTUDIOS «Otra normalidad» es posible

trascendente en la posibilidad de enfrentar el futuro y comportarse con él


divinamente o como Dios manda.
Con el uso del adverbio «divinamente» no quiero negarle a esa conduc-
ta ni un ápice de la razonabilidad. Al contrario, la tradición cristiana también
solicita conductas razonables en nombre de Dios. Me parece muy lamentable
las muchas veces que la mística (sea cristiana, religiosa o revolucionaria), como
si fuera un alcohol para legionarios o una droga, ha favorecido y alentado
fugas ciegas hacia delante de la realidad. Todos conocemos los resultados:
violaciones de las condiciones históricas de la realidad con tremebundos da-
ños colaterales incluidos; o sonoros y
Ningún futuro digno de esta heroicos fracasos en el intento. Pero
fraternidad humana será posible, sí pretendo poner la mística en favor
sin conflictuar con los intereses de aquellos a quienes hoy se les nie-
hegemónicos que dirigen al ga un presente y un futuro digno de
la condición humana: «la Humanidad
mundo y sin transgredir «la
sobrante». Se trata de una «mística
normalidad» establecida de ojos abiertos», en expresión muy
querida de J. B. Metz, que asume la
tarea crítica de «cepillar [el pasado y el presente de] la historia a contrapelo»
(W. Benjamin). Se trata de una mirada «desde los de abajo»; es decir, desde la
perspectiva de la sabiduría compasiva del Dios de la tradición cristiana, que
suele resultar tan poco razonable y tan insensata para la razón hegemónica
del perplejo s. XXI como lo fue para la del s. I (cf. 1Co 1, 22-25).
Desde la incertidumbre por no saber qué nos deparará el futuro y alen-
tado, al mismo tiempo, por «el sueño soñado despierto» de que los seres hu-
manos somos un proyecto divino de fraternidad, me atrevo a afirmar que nin-
gún futuro digno de esta condición humana será posible, sin conflictuar con
los intereses hegemónicos que dirigen la marcha del mundo y sin transgredir
«la normalidad» establecida. En caso contrario me temo que, el futuro –con
o sin «la metamorfosis» de Ulrich Beck− solo será una clonación del presente
para las víctimas de nuestro mundo.
Más allá del colapso que supone la creciente perplejidad ante el futuro
de nuestro mundo hay dos cuestiones que permanecen inamovibles desde
hace siglos y marcan nuestra «normalidad» prepandemia: a) la idea del tiempo
como progreso sin límite, inagotable e invencible, trufada con la idea nietzs-
cheana de un tiempo «sin propósito»; y b) la historia de Occidente ha cami-
nado y sigue caminando, cada vez más aceleradamente, sobre cadáveres (los
esclavos, los campesinos, los obreros de anteayer, los judíos y gitanos de ayer,
«los sobrantes» y los pueblos empobrecidos de hoy) y ruinas (de las culturas
arcaicas y del aire, de los mares, del clima, de la naturaleza).
La esperanza cristiana, si va acompañada del aguijón apocalíptico, es,
en primer lugar, un antídoto para no ser vencidos de antemano por la incerti-

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ESTUDIOS F. Javier Vitoria Cormenzana

dumbre. Como escribí recientemente en esta misma revista, «la apocalíptica


es un mensaje sobre el tiempo, que es el contra-sentido del tiempo sin final
y sin propósito. Trata de responder a la pregunta «¿cuánto tiempo tenemos
aún?», vociferada al cielo por los inocentes que sufren. El tiempo es finito. La
humanidad y el mundo están emplazados. La apocalíptica es un discurso sobre
el tiempo histórico. No es anuncio catastrofista del futuro, sino la denuncia de
las catástrofes del tiempo sin final para evitar que se produzcan. Tampoco un
augurio sobre el instante del fin del mundo, sino un discurso sobre la esencia
perecedera del tiempo mundano en cuanto tal, pues cada segundo es «el pe-
queño portillo por el que puede llegar el mesías» (W. Benjamin).
Al mismo tiempo la apocalíptica es un lenguaje revelatorio sobre Dios,
que anuncia su venida. Dios es «Aquel que es, que era y que va a venir» (Ap
1,4). La tercera afirmación sobre Dios […] revela que Dios está «por-venir»;
que «Dios tiene el futuro (el “porvenir”) como esencia de su ser» (E. Bloch).
[…] Dios no es lo otro del tiempo, sino quien viene a poner punto final al
continuum del tiempo: llegarán, están por llegar vida eterna y tiempo eterno.
El tiempo pertenece a Dios. Y a Dios no se le entiende como el más allá del
tiempo sino como su fin inminente; su limitación; su redentora interrupción
del curso de las cosas, es decir, de la historia del sufrimiento que es la huella
profunda e imborrable de la continuidad del tiempo» (F. Javier Vitoria Cor-
menzana 2019).

La pandemia como tiempo de interrupción

Walter Kasper ha calificado nuestra situación de pandemia como un


tiempo de interrupción (W. Kasper/G. Augustin [eds.] 2020, 13), refiriéndose
a lo padecido por todos: la suspensión de la normalidad del tiempo familiar,
laboral y festivo. Mercedes Arbaiza también ha utilizado el término, pero ella
lo condimenta con sabor apocalíptico con influencia de J. B. Metz. En el esta-
do de alarma de la pandemia percibe una impronta reveladora que le permite
afirmar que, «en la interrupción del tiempo, que no suspensión, algo nuevo
irrumpe, algo atraviesa la COVID-19, sin que sea propio del virus» (Iglesia
Viva, 281, enero-marzo 2020, 77-86).
Si «lo nuevo» no es simple suspensión, sino interrupción porque algo
nuevo irrumpe conviene dilucidar en qué consiste. Esta novedad que atra-
viesa la Covid-19, sin que sea el propio virus, tiene que ser más radical que
los cambios en nuestra forma de vivir como consecuencia del teletrabajo, la
telenseñanza, la seguridad “hipodérmica”, el fortalecimiento de las fronteras
propias, etc. Si, en la suspensión provocada por el virus, acontece la inte-
rrupción propia de la apocalíptica cristiana, entonces «lo nuevo» que irrumpe
traerá consigo un mundo nuevo postcoronavirus, más libre, más justo y más
solidario, para quienes sufren y son víctimas de la injusticia. Tendrá que ver

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 45-60 53


ESTUDIOS «Otra normalidad» es posible

con inéditas formas más humanas y fraternas de convivencia para esta vieja
humanidad; y de estilos de relación con la naturaleza y los seres vivos en los
que prime la comunión y el cuidado.

Las señales de otra normalidad

Como Mercedes creo que es posible encontrar señales o anticipaciones


(prolepsis) de «otra normalidad nueva» allí dónde nos topábamos con «la pesa-
da piedra» de la incertidumbre que nos cerraba el paso a un futuro nuevo. Voy
a señalar y describir brevemente tres características de la «otra normalidad
nueva» que se han hecho presentes como protagonistas en el ojo del huracán
de la pandemia.
La globalización de la compasión. En el estado de alarma el drama del
sufrimiento de tantos ciudadanos y vecinos nuestros, nos ha afectado. Esa
afectación nos ha sacado de «los cobertizos personales o comunitarios que
nos permiten mantenernos [habitualmente] a distancia del nudo de la tor-
menta humana» y nos ha permitido que «toquemos la carne sufriente de los
demás», evidenciando que su cuidado incumbía a la responsabilidad personal
de cada uno de nosotros. De pronto la razón cordial (la compasión, la ternura)
ha entrado en la escena local y vecinal, permitiéndonos «entrar en contacto
con la existencia concreta de los otros», conocer «la fuerza de la ternura», vivir
«la intensa experiencia de pertenecer a un pueblo» (cf. EG 270). La energía de
la empatía ha abierto una fisura en la «globalización de la indiferencia» de la
vieja normalidad, potenciando, a pesar de la distancia social, nuevas relacio-
nes entre los vecinos.
«El cuidado» principio político. A pesar de las resistencias a universalizar
la cultura del cuidado (Clara Murguialday), el tiempo de la pandemia nos ha
permitido reconocer el cuidado colectivo de la vida como esencial y la urgencia
de ponerlo en el centro, des-feminizándolo y redescubriéndolo como un valor
universal. La cultura del cuidado constituye un orden alternativo al de la explo-
tación y la dominación de la vieja normalidad. «El cuidado» se ha introducido
en el corazón mismo de la democracia para transformarla desde dentro.
«La obligación graciosa» como tarea ética y política. La irrupción del
coronavirus y la situación de confinamiento universal han desarrollado y re-
generado el potencial de solidaridad y creatividad en nuestro tejido vecinal y
ciudadano. Con alegría lo hemos podido comprobar en nuestros barrios y en
nuestra escalera de vecinos. Este hecho, además de atender la emergencia
social, ha contribuido a construir redes comunitarias y reforzar lazos entre el
vecindario desde la clave de la gratuidad o de «la obligación graciosa».
En la experiencia básica del reconocimiento recíproco, el sentido de los
bienes de justicia ha de ser complementado por el sentido de los bienes de
gratuidad. Los seres humanos necesitamos alimento, vestido, casa y cultura,

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ESTUDIOS F. Javier Vitoria Cormenzana

libertad de expresión y conciencia, para llevar adelante una vida digna y feliz.
Pero también consuelo en tiempos de tristeza, apoyo en tiempos de desgra-
cia, esperanza cuando el horizonte parece borrarse, sentido ante la experien-
cia del absurdo etc. Son «los bienes de gratuidad» que nunca pueden exigirse
como un derecho, pero que los comparten quienes los regalan, no por deber,
sino por «obligación graciosa», ya que ambos los necesitan para ser felices (A.
Cortina 2007, 260-263).
En pleno confinamiento esas prácticas vecinales o gremiales nos han
hablado de bienes que tienen tanto valor que no tienen precio y de la posibi-
lidad de una normalidad abierta al misterio de la gratuidad
Se me puede refutar haciéndome notar la debilidad y la muy proble-
mática perdurabilidad de esas anticipaciones en la postpandemia. Entiendo
la impugnación, pero prefiero hacer mía la sensibilidad de aquellas mujeres
que siguieron y sirvieron a Jesús cuan-
do estaba en Galilea, estuvieron en el El cuidado principio político. A pesar
Calvario (cf. Mc 15, 40-41), y el primer de las resistencias a universalizar la
día de la semana, muy de madruga- cultura del cuidado, en el tiempo de
da, a la salida del sol van al sepulcro, la pandemia... el cuidado se ha
preguntándose: «Quien nos retirará introducido en el corazón mismo de
la piedra de la puerta del sepulcro?»
(cf. Mc 16, 1-11). Encuentro en ellas
la democracia para transformarla
una actitud contagiosa: echan a andar desde dentro
todavía a oscuras y se acercan a los
lugares de muerte para intentar arrebatarle a la muerte algo de su victoria.
Buscaban borrar algo de su rastro a fuerza de perfumes. Saben que no pue-
den mover la piedra pero eso no las detiene. Son conscientes de la fragilidad
y la desproporción de lo que llevan entre las manos, pero esa lucidez no apaga
el incendio de su compasión ni hace su amor menos obstinado. Quizá no viven
todo eso desde la plenitud de la fe, ni le ponen el nombre de esperanza a sus
pasos vacilantes en la noche. Pero hacen ese camino abiertas al asombro, apo-
yadas en el recuerdo de palabras que prometen vida, dispuestas a dejarse sor-
prender por una presencia oscuramente presentida. Los evangelios de Pascua
les dan la razón. Jesús se le apareció primero a una de ellas, María Magdalena,
de la que había echado siete demonios. Después irrumpió, donde estaban
“tristes y llorosos” quienes habían vivido con él, y les comunicó la buena noti-
cia: Jesús vivía y había sido visto por ella. Los discípulos no le creyeron.
De esas mujeres recibimos hoy la buena noticia de que hay señales de
que «otra normalidad», vinculada al proyecto del Viviente, es posible, aunque
no sepamos quien retirará la piedra enorme de la incertidumbre de la puerta
del futuro.
También nosotros podemos reaccionar incrédulos, “tristes y llorosos”
(cf. Mc 16,10), cerrando las puertas a un futuro nuevo por miedo... (cf. Jn

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ESTUDIOS «Otra normalidad» es posible

20,19). La piedra es demasiado grande para nuestras fuerzas: un orden inter-


nacional demasiado injusto, el descomunal poder determinante del mercado,
la violencia demasiado arraigada en los comportamientos humanos, el hechizo
paralizador del consumo, la presencia cristiana irrelevante, la Iglesia demasia-
do temerosa...
Ante nosotros la tentación de refugiarnos en una espiritualidad evasiva
o tomar caminos de vuelta a Emaús que alejan de los sepulcros y de los cru-
cificados y tratan de escapar no sólo de su dolor sino también de su memoria
(D. Aleixandre 1996). Pero hay un camino alternativo…

El objetivo inaplazable de lo nuevo: terminar con el sufrimiento injusto

Parafraseando a W. Benjamin me atrevo a afirmar que la situación de los


pobres –o de la población «sobrante», como les denomina el papa Francis-
co− nos enseña que el «estado de alarma» en el que hemos vivido nosotros,
durante meses, es en verdad su normalidad. Por eso me uno a quienes, pre-
cisamente en estos días, han levantado su voz para decir que la normalidad
era el problema. Y, sin rebajar un ápice la gravedad de la crisis que estamos
padeciendo, manifiestan que no desean volver a (esa) normalidad injusta.
El objetivo inaplazable de la normalidad que viene, para que sea de ver-
dad nueva, es acabar con el sufrimiento de las víctimas de este sistema injusto
y normalizado en el que vivimos. Su sufrimiento no es banal, sino sagrado y
nos emplaza ineludiblemente a la acción conjunta de la ética y la política para
transformarlo y que las víctimas se pongan a salvo.

La inspiración de tradición apocalíptica

La tradición mesiánica del Maranatha se inscribe en esta pretensión.


Las imágenes apocalípticas prometen el final del tiempo del sufrimiento («¡el
Tiempo está cerca!») y las víctimas son invitadas a corresponder con fe y espe-
ranza: «¡Amén! ¡Ven Señor Jesús!»(Ap 22, 20). Dios reitera la promesa («mira
que hago nuevas todas las cosas» [Ap 21, 5]) de un mundo nuevo, recogida
en un texto de Isaías con claras sugerencias para este tiempo en el que tantas
veces hemos dicho y escuchado que “lo primero es la salud”: «No habrá allí
jamás niño que viva pocos días, o viejo que no llene su días, pues morir joven
será morir a los cien años. Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y
comerán su fruto. No edificarán para que otro habite, no plantarán para que
otro coma, y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos. No se fatiga-
rán en vano ni tendrán hijos para sobresalto. El lobo y el cordero pacerán a
una, el león comerá paja como el buey» (65, 17-25).
El Mesías de Dios, Jesús de Nazaret está a punto de volver para poner
punto final al tiempo de la iniquidad y hacer justicia a las víctimas inocentes

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ESTUDIOS F. Javier Vitoria Cormenzana

de la injusticia. El día está cerca: «Mira, vengo pronto; sí, vengo pronto» (cf.
Ap 22, 7-20). Se trata de la expectativa de la vuelta de aquel galileo que se
atrevió a llamar ya bienaventurados a los pobres, a los hambrientos, a los que
lloran (Mt 5, 3-11). No pudo esperar a que el tiempo lo solucionara todo en
el futuro. Aquí y ahora, interrumpiendo la normalidad de su tiempo, defendió
la dignidad de los desgraciados, considerándolos bienaventurados. Su insis-
tencia en el presente de la bienaventuranza no era reflejo del talante de un
visionario que no pisa tierra y vive ya en el cielo. Jesús no fue ningún “felicia-
no” ingenuo, cuyo discurso invitaba a la resignación. Al contrario. Sus palabras
eran un gesto de resistencia a aceptar como normal la teología oficial de la
desgracia. Su discurso movilizaba sus
propias fuerzas, y las de los que le es- Lo nuevo por venir vendrá por las
cuchaban y seguían, en contra de las rutas, muchas veces desiertas, de la
condiciones culturales, económicas y libertad, la responsabilidad, la
religiosas, que negaban la dignidad a compasión, el cuidado, la gratuidad
los que sufrían; y las ponía al servicio
de la defensa de su condición huma-
y la solidaridad local e internacional.
na: los que sufren son seres humanos Son los caminos de Dios y por
a los que se les ha arrebatado lo suyo. donde su Mesías vuelve
Las tradiciones mesiánicas no
son un abracadabra con efectos mágicos, sino relatos de resistencia. Ayudan
a superar la desesperanza y a recobrar o fortalecer la confianza en que otro
mundo y «otra normalidad» son posibles. A quienes nos aproximamos a ellas,
con independencia de los credos que profesamos, nos invitan a mirar y eva-
luar con «los ojos de aquellos que sufren y están amenazados» el conjunto de
lo que somos y hacemos (o no hacemos) personalmente; y también de lo que
somos y hacemos como miembros de un partido político, de un sindicato, de
una asociación, de una oenegé, de un centro universitario, de un equipo de
investigación, de una escuela de negocios, etc. Y más acuciantemente, si so-
mos cristianos, seguidores y seguidoras de Jesús de Nazaret, nos piden mirar
y evaluar con «esos ojos» las instituciones, organizaciones y comunidades de
la Iglesia de Jesús.
Esas tradiciones pueden inspirarnos y fortalecernos para hacer posible
que brote desde abajo «lo nuevo», «otra normalidad». Lo nuevo por venir,
si llega, se asentará en nuestro mundo gracias a la colaboración libre de ciu-
dadanos empoderados y solidarios y a pesar de la inacción irresponsable y
egoísta de otros muchos. Vendrá por las rutas, muchas veces desiertas, de la
libertad, la responsabilidad, la compasión, el cuidado, la gratuidad y la soli-
daridad local e internacional. Son los caminos de Dios y por donde su Mesías
vuelve. Muy alejados de las grandes avenidas del poder, la seguridad y el
consumo, cuyo dominio se disputan Silicon Valley (USA) y Shenzhen (China),
también en tiempos de coronavirus.

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 45-60 57


ESTUDIOS «Otra normalidad» es posible

3. Catolicismo y «otra normalidad» es posible

Esta larga reflexión se topa con un catolicismo sociológico que, más allá
de los discursos del magisterio y de los teólogos, ni tiene rostro mesiánico, ni
da ninguna señal de ser portador de un aguijón apocalíptico. En las actuales
circunstancias el mayor y más acuciante desafío del catolicismo español es el
de detener e invertir la dirección de la tendencia cultural que desde hace más
de veinticinco años lo va convirtiendo en superfluo. Por lo general el factor
mesiánico/ apocalíptico se ha vuelto irrelevante para la vida de la mayoría de
los católicos españoles, que actúan en la vida cotidiana más o menos igual
que los no creyentes, fuera de casos de fanatismo (A. Tornos/R. Aparicio 1995,
120). Nada hay más mortal para el cristianismo católico que ser culturalmente
irrelevante y ética y políticamente infecundo. Es un precio carísimo, que está
pagando por haberse limitado a ser, en palabras de J. B. Metz, «una religión
para la festividades burguesas».
Los católicos tenemos las mismas dificultades para compartir las tradi-
ciones mesiánicas de cristianismo que quienes no lo son. Nos hemos dejado
secuestrar nuestra libertad por el
Necesitamos convertirnos, cambiar consumo y el espectáculo (por el
pan y el circo), hemos renunciado
de mentalidad y de comportamientos, a nuestra responsabilidad a cam-
para que nuestro modo de vivir sea bio de la seguridad y vivimos fasci-
interruptor de la vieja normalidad y, nados por el poder e indiferentes
al mismo tiempo, irruptor en la al dolor del mundo. Necesitamos
realidad de «otra normalidad» que convertirnos, cambiar de mentali-
ofrezca vida y felicidad a las víctimas dad y de comportamientos, para
que nuestro modo de vivir sea in-
terruptor de la vieja normalidad y,
al mismo tiempo, irruptor en la realidad de «otra normalidad» que ofrezca
vida y felicidad a las víctimas de la injusticia, mientras esperamos y rogamos la
vuelta de Señor: ¡Ven Señor Jesús!
José Ignacio González Faus ha insistido en una propuesta que tiene esa
capacidad interruptora e irruptora de la que hablo: caminar decididamente
hacia una civilización de la «sobriedad compartida» como respuesta ética y
política a la interpelación de Jesús sobre el peligro de la riqueza. La asunción
de esta propuesta nos sitúa ante la «elección de ser pobres» en el siglo XXI,
y actualiza la calidad humana que hizo posible la palabra de Jesús sobre la
bienaventuranza de los pobres de espíritu (cf. Mt 5, 1).
La propuesta cumple una vez más lo afirmado por E. Bloch: «Cuando
la salvación está cerca, crece también el peligro». La propuesta nos resul-
ta inquietante: interrumpe la lógica de nuestra cultura del descarte; sacude
nuestra indiferencia; invita a salir de nuestro individualismo hedonista; nos

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ESTUDIOS F. Javier Vitoria Cormenzana

recuerda que «comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico» (Be-


nedicto XVI); nos coloca bajo la autoridad de los descartados del bienestar
porque somos guardianes de sus vidas. Pero también es indispensable para
nuestra condición de seguidores y seguidoras de Jesús: nos urge a hacernos
cargo, encargarnos y cargar con la seriedad, por acción u omisión, de nuestras
injusticias. En una palabra, nos plantea una la elección práctica decisiva para
el futuro de la Humanidad. No hay alternativa: o caminamos en esa dirección
e intervenimos en las injustas condiciones de vida de nuestro planeta finito,
abriendo camino a la fraternidad; o los ricos y los beneficiarios del sistema de-
fenderemos, si hiciera falta, nuestra «civilización de la sobreabundancia» para
unos pocos con las armas, al precio de agrandar su actual insostenibilidad
hasta los límites de la catástrofe.
José Antonio Pagola ha glosado pedagógicamente esta propuesta, pro-
poniendo todo un plan de vida:
«Hemos de desplazarnos poco a poco hacia una vida más sobria para
compartir más lo que tenemos y sencillamente no necesitamos. Aprender
a “empobrecernos” renunciando a nuestro nivel actual de bienestar para
limitar de forma consciente y voluntaria el disfrute de nuestros recursos y
poderlos así orientar hacia los necesitados.
Si nos dejamos interpelar por los que sufren más duramente la cri-
sis descubriremos que también nosotros, como al joven rico del evangelio,
“nos falta una cosa” para seguir a Jesús: liberarnos del poder del Dinero
para estar de verdad junto a los pobres. El dinero, inventado para hacer
más fácil el intercambio de bienes, ha de ser empleado según Jesús para
facilitar la redistribución, la solidaridad y la justicia fraterna [...] Hemos de
revisar nuestra relación con el Dinero: ¿qué hacer con nuestro dinero? ¿Para
qué ahorrar? ¿En qué invertir? ¿Con quién lo compartirlo? Hemos de dar
pasos eficaces hacia un consumo responsable, menos compulsivo y super-
fluo: ¿qué compramos? ¿Dónde compramos? ¿Para qué compramos? He-
mos de redefinir el bienestar que queremos disfrutar y defender: ¿qué bien-
estar? ¿Para quiénes? ¿Con qué costos humanos? ¿Con qué víctimas? Luis
González de Carvajal puntualiza con palabras sencillas el criterio cristiano
que nos ha de orientar: “Aspirar a tener todo lo necesario para la vida; algo,
no todo, de lo que en nuestra cultura y condición se considera necesario
para llevar una vida digna; y, desde luego, no desear tener ni una sola cosa
superflua”» (J. A. Pagola 2013, 58-60).
Las tradiciones de Maranatha pueden contribuir a que, a partir del día
después del final del imperio del virus, mantengamos y fortalezcamos los vín-
culos de la empatía y de la «obligación graciosa» con el fin de interrumpir los
sufrimientos de los otros y abrir caminos a «otra normalidad» en la que sus
vidas den más de sí en dignidad y derechos.
El Espíritu de Dios, Sostén de la vitalidad humana, nos ha transferido a
los hombres y mujeres su condición de «Dador» de vida. Por eso el tiempo

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 45-60 59


ESTUDIOS «Otra normalidad» es posible

del coronavirus nos ha visibilizado a seres humanos de salud endeble y, sin


embargo, con una enorme capacidad de vida, es decir, de dar vida a otros.
¡Ojalá hayamos aprendido la lección! De su puesta en práctica dependerá la
irrupción paulatina de «otra normalidad». Unas veces, aliviando el sufrimiento
de las víctimas, sin poder sacarlas del cautiverio; otras, generando condicio-
nes políticas, económicas y culturales que les permitan avanzar un palmo, al
menos, en el camino de la liberación; siempre, impidiendo que se oculten y se
olviden sus sufrimientos en sociedades en las que lo que llamamos normalidad
termina por hacerlos invisibles.
¿Será un desatino pensar que algo de todo esto, como demanda y pro-
mesa, está atravesando la Covid-19, sin que sea propio del virus?

Bibliografía

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60 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 45-60


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 61-78
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210–1114

Xabier Pikaza.
CONVERSA Vivir la pandemia desde el corazón
CIONES de la teología cristiana
CON... Mercedes Arbaiza.Historiadora. UPV/EHU
Consejo de Dirección de Iglesia Viva. Bilbao

Vamos a conversar con Xabier Pikaza, naci-


do en Orozko (Bizkaia), junto al caserío Arbaiza,
origen de mis antepasados -¡qué casualidad!-,
toda una vida entregada a la pregunta por el sen-
tido de la vida y a interpretar la relación entre
Dios y la humanidad bajo sus formas de expresión
religiosas. Se doctoró en teología en la Universi-
dad Pontificia de Salamanca, donde impartió cla-
ses, y en filosofía en la Universidad de Santo
Tomás de Roma. Hombre libre y comprometido
con el pensamiento crítico. Ha escrito numerosos
libros y ensayos sobre teología, filosofía e historia
de las religiones. Porque Xabier no se cansa de
hacernos inteligible la experiencia de Dios en la
historia de la humanidad, y en nuestra historia
singular, dentro de la que estamos llamados a vivir
como creyentes en el Jesús Resucitado.
Es un hombre sabio y cercano que vive en
un pequeño pueblo de Salamanca. Quien le cono-
ce cuenta que Xabier trasmite esa vocación de los
maestros por hacer que brote la experiencia de
Dios en la realidad de hoy.

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Xabier Pikaza.
CONVERSACIONES
Vivir la pandemia desde el corazón
CON... de la teología cristiana

Hola Xabier, ¿Qué tal estás?

No puedo quejarme. Mabel y yo compartimos un cuarto de tra-


bajo al final de San Morales, sobre un inmenso maizal transgéni-
co, al que siguen terrenos ondulados y al fin, cuando está claro,
el macizo de Gredos. Aquí se nota menos la pandemia.

1. Vivir tiempo de excepción

Queremos conversar contigo sobre este tiempo de pandemia,


una experiencia colectiva que nos ha hecho colapsar y sobre la
que queremos reflexionar en este número de Iglesia Viva bajo el
título “Tiempo de pandemia, vivir en estado de excepción”. Este
tiempo covid ha irrumpido como una experiencia impensada y en
cierto modo ha desbordado nuestro imaginario sobre lo que nos
parecía posible pensar y vivir. Es lo más parecido a una plaga
bíblica que genera un enorme sufrimiento. La cercanía de la muer-
te, de forma inopinada, nos ha atravesado y ha alterado el lugar
desde donde aprehendemos el mundo. Nos ha obligado a girar
sobre nosotros mismos y a hacernos preguntas que siempre
están ahí, no son nuevas, pero que esta vez resulta inevitable
responderlas. Estamos sometidos de forma sobrevenida a una
gran incertidumbre que ha cambiado la percepción de nosotros
mismos y, por lo tanto, nuestra relación con Dios y con el mundo.
Por eso quiero comenzar pidiéndote una reflexión que nos abra
al tiempo presente, de tipo narrativo y subjetivo que atienda más
a lo qué nos está pasando, que a las causas o razones. Xabier,
¿qué es lo que está aconteciendo? El estado de excepción ¿nos
ha quitado un velo? Si es así, entonces ¿qué se nos desvela?

Como dices, es claro que un tipo de velo ha caído. Es tiempo de


excepción. Eso en sí no es bueno, pero nos permite entender
mejor que Jesús no tenía reglas, pues todos y cada uno eran para
él excepciones, y precisamente con ellas quiso iniciar su “reino”,
en contra de un tipo de Templo, Imperio y Dinero, que quería y
quiere hacernos hombres‒regla, con leyes uniformes de sacrali-
dad y economía dirigida. Pero la Covid 19 ha empezado a levan-
tar el velo y hemos podido ver que somos excepciones, hombres
y mujeres que viven, que aman, esperan y mueren, y eso nos
permite quizá entender mejor las cosas.

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Es curioso. Empiezas aludiendo a la religión como regla.

Lo dijo hace un siglo M. Weber, cuando estudió el proceso de


racionalización de las religiones, para terminar diciendo que, cul-
minando un camino iniciado por ellas, esta sociedad reglamenta-
da nos ha encerrado en una “caja de hierro” de leyes y dinero. Un
tipo de sacerdotes bíblicos habían metido a Dios en el “cuarto” o
cubo de la recámara del templo, el Santo de los Santos, con un
pesado velo que nadie podía traspasar, sólo el Sumo Sacerdote,
una vez al año, por Kippur, con sangre de Chivo expiatorio, para
presentarse ante Dios y recibir sus órdenes. Pero el evangelio
dice que al morir Jesús el velo se rasgó (cf. Mt 27, 51), y Dios
quedó libre, y los hombres también, sin leyes y con miedo, pero
también con esperanza pues no hacían falta chivos expiatorios.

Coinciden muchas personas bien pensantes en subrayar que vivi-


mos un cambio de época. Yo diría que estamos en un tiempo de
interrupción de la historia, de ruptura de una línea del tiempo, un
acontecimiento de naturaleza emocional que desborda nuestras
certezas construidas como resultado de la experiencia histórica y
que presenta, por eso, una dimensión de misterio, en cuanto que
acontecimiento inesperado, no intencionado, que nos transcien-
de ¿Cómo lo interpretas tú?

La Covid ha trazado una hendidura en el tiempo. No es una hen-


didura más para ajustar la máquina, de forma que todo siga igual.
Ésta puede y debe ser una verdadera mutación, para iniciar un
tiempo de humanidad sin velos de opresión. San Pablo dice en
2Cor, 3 que Moisés y los judíos se pusieron un velo, no sólo ante
boca y narices, como nosotros, sino ante los mismos ojos, porque
tenían miedo de aceptar el fondo de su realidad, que era y sigue
siendo la muerte, que nos lleva a asegurar lo que somos opri-
miendo (matando) a los contrarios. Nuestra religión nació del
miedo a la muerte. No aceptamos el riesgo de nuestra finitud, y
así construimos sistemas socio‒religiosos para borrar la presencia
de la muerte; pero la Covid nos sitúa nuevamente ante ella…

¿Piensas, según eso, que la Covid 19 despierta en nosotros un


miedo religioso?

En un sentido sí. En un plano químico‒biológico, la Covid no tiene


que ver nada con la religión. Pero en otro nos sitúa ante un hecho

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religioso. Las religiones nacen de la vivencia de la muerte, pero


luego, al racionalizarse, sirven para controlar su miedo, expulsan-
do al Dios originario de la vida, de tal forma que en un momento
dado podamos vivir sin pensar en la muerte, metiendo a Dios y a
la muerte en la cámara oscura, donde ocultamos y justificamos a
las víctimas, como hacía el sacerdote judío, entrando cada año
con la sangre borbotante del chivo expiatorio. Pero ha venido la
Covid 19 y hemos tenido que sacar a Dios del cuarto oscuro, para
que nos diga lo que somos, una frágil vida de miedos y amores,
a flor de muerte. Esto nos pone ante una gran mutación.

Tú hablas de mutación. ¿Se podría hablar más bien de un tiempo


de interrupción o sería mejor decir que habitamos el presente
como una pesadilla que enseguida pasará y recuperaremos nues-
tra normalidad?

Muchos quieren verlo así, como en los días nefastos de las religio-
nes, unos días que no se contaban, porque eran una interrupción
en la línea del tiempo, como el Kippur judío, cuando el sacerdote
entraba con sangre de chivo expiatorio en ese cuarto oscuro de
Dios, tras el velo (cf. Lev 16), para exorcizar y expulsar en su pre-
sencia el mal acumulado, para decirnos que Dios nos perdonaba
y que podíamos empezar limpios el año nuevo, como si nada
hubiera pasado. Pero la carta a los Hebreos sabe que la entrada
anual del Sacerdote en la cámara de Dios, con sangre expiatoria
de muertos inocentes, para que todo siga igual, ha perdido su
sentido. No podemos seguir llevando a Dios la sangre expiatoria.
Tenemos que abrir la puerta, romper el velo (una máscara de
siglos), para mirar cara a cara a la muerte, y reconocernos (acep-
tarnos) como somos, en el borde de ella todos, sin vivir ya más de
la sangre de otros. En ese sentido la Covid no es una simple inte-
rrupción, sino que ofrece la posibilidad de una mutación social y
cultural, más allá de la simple evolución que ha dominado hasta
ahora.

Veo que vuelves a la Biblia, con libros como Levítico y Hebreos,


que, en general, ya nadie lee.

Son mis libros, y me ayudan a entender, y también 2 Sam, 24


donde se dice que el templo (¡la religión de Israel!) se fundó pre-
cisamente para conjurar la Gran Peste que avanzaba matándolo
todo, como los cuatro caballos del Apocalipsis 6, 2‒8. Pero el

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ángel de la muerte, se paró en la era de trillar que Arauna, último


rey jebuseo, tenía en el alto Jerusalén, prometiéndole a David
que Dios cuidaría desde allí a los apestados.

Ese es un relato mítico. No sé si puede entenderse


al pie de la letra

Claro que es mítico, y por eso es verdadero. Según el mito


hebreo, el Dios del templo habita en medio de la peste, como
promesa de vida en el riesgo de la muerte. Lo malo es que hemos
querido emparedarle en un Santo de los Santos, en vez de decir
que está en nosotros. Lo malo es que seguimos buscando chivos
expiatorios, como decía R. Girard (La Violencia y lo Sagrado). Y así
seguimos buscando nuevos chivos…, en vez de volver a la expe-
riencia de Jesús y de la carta a los Hebreos: Romper el velo, vivir
sin echar la culpa a los demás, habitar al descampado fuerte de la
vida, aceptando en amor (¡y en esperanza!) lo que somos, sin reli-
giones que quieran protegernos con su velo, sin sumisión a un
Capital divinizado… Y en ese contexto ha irrumpido la Covid.

Supongamos que es así. En esa línea bíblica que te sitúas: ¿qué


puede aportar el cristianismo en este tiempo de interrupción o
mutación como tú dices? ¿Podríamos hablar de este espacio de
excepción como lugar teológico, un espacio/tiempo decisivo
desde donde reconfiguramos nuestra experiencia de fe en el
Jesús Crucificado y Resucitado, el Cristo que elige a los pobres?

Para Jesús, todo hombre o mujer era, y en ese tiempo de Covid


aún más, una excepción. Por encima de todas las leyes y las reli-
giones, lo que importa es la excepción, el hombre amenazado por
la peste. Los judíos de Jerusalén construyeron un templo (una
religión de ley) para que les librara de la peste, y de esa forma
esclavizaron más a todos, como dice san Pablo… Pero la carta a
los Hebreos contesta que no hace falta ese templo, ni esa reli-
gión, pues la misma vida de los hombres es el templo, para que
así podamos existir en medio y por encima de la peste, con la
ayuda de nuestro saber, de toda la ciencia, pero siempre al servi-
cio de la humanidad. Según eso, la vacuna de la ciencia es impor-
tante en un tiempo de peste, pero se necesita una vacuna o
fuerza superior de humanidad, y aquí se plantea de nuevo el tema
de la verdadera religión.

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2. Dios y ciencia, criaturas y creadorxs

A eso quería llegar. Hablemos sobre nuestra confianza en Dios y en


la ciencia. Hablemos de nuestra condición de criaturas y de sujetos
creadores a la vez. En el relato de La Creación (Génesis, 1) nos
reconocemos criaturas a imagen y semejanza de Dios, agradecidas
por la bondad de todo lo creado, atribuyendo un valor sagrado a
la Tierra y al resto de las criaturas que la habitan. El texto nos inter-
pela, a su vez, como personas libres. “Creced, multiplicaos, llenad
la tierra y sometedla” es el mandato bíblico. Este relato, por su
carácter original, ha inspirado muchísimas interpretaciones a lo
largo de la historia, pero hay una que ha sido central en el pulso de
la Modernidad, la que nos anima a dominar el mundo y a recrearlo.
La ciencia ha significado a la vez emancipación de las catástrofes
naturales, de las enfermedades y de la oscuridad de la ignorancia
y también expolio cuando se convierte en tecno-economía. El pro-
greso nos ha henchido de poder, o, por lo menos, de la sensación
de tener un gran poder sobre el entorno.
¿Crees que la experiencia de la muerte ante un riesgo biológico
desconocido, no controlado por nuestro sistema, ha cambiado
nuestra forma de entender la relación con la Tierra, con los recur-
sos y la forma de habitarla?

El ser humano es el único viviente que ha descubierto y sabe que


muere, y a pesar de ello persiste, se ha esforzado por vivir, sos-
pechando de algún modo que la muerte es un servicio a la vida,
en forma de presencia distinta, de pervivencia o resurrección,
como dirán los cristianos. Pues bien, nuestro sistema racional, al
modo del continuo cartesiano, ha querido opacar la muerte y vivir
olvidando su amenaza, como si ella no contara ante la inmortali-
dad de la empresa constructora, del capital y del mercado. De esa
forma, este sistema no sólo niega la “excepción” suprema de la
muerte, en sentido humano (no puramente biológico), sino el
sentido de la misma vida, que consiste en ser creando vida y com-
partiendo lo que somos (¡no simples cosas!), para así legarlo a los
que son en/con nosotros y legarlo a los que vendrán después,
para vivir en ellos. Morir así no es maldición, la maldición es vivir
sin dar vida, sin resucitar como Jesús en aquellos que nos siguen..
Ciertamente en estos días asistimos a la carrera por la vacuna.
Hay una gran confianza depositada en la ciencia, que aparece
como la gran salvación que nos va a librar del sufrimiento produ-
cido por la Covid. Son muchos los investigadores que han dado

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lo mejor de sí mismos en el conocimiento del virus y en la curación


de la covid. Podría decirse que vivimos un ambiente cultural en
el que se ha desplazado la confianza que se depositó en el poder
de Dios hacia el poder de la ciencia de cara a paliar el sufrimiento
colectivo producido por esta “peste” del s.XXI.

La cuestión que quiero preguntarte es ¿cómo relacionarnos en este contexto


con Dios? ¿Dónde está Dios en este tiempo?

Dios no cabe en las coordenadas cartesianas, ni en una interpre-


tación moralista de la razón práctica kantiana, perdona esta ape-
lación a la filosofía… Y, sin embargo, tras haberlo dicho todo en
el plano de la ciencia, queda en silencio lo más importante, como
añadía L. Wittgenstein, pero no para callar sin más, sino para
hablar de otra manera, de un modo poético, simbólico, religioso,
en el sentido radical de la palabra, como los antiguos que planta-
ban una piedra sagrada en la llanura o montaña de los muertos,
indicando así que están, que son, que somos en ellos. Esto no es
hablar de Dios por ley o ciencia (por ella no hay Dios, como decía
Pablo, añadiendo que la “buena” ley mató a Jesús), sino hablar
de la vida, de ser unos en otros y con otros, superando así o,
quizá mejor, resignificando la muerte.

3. ¿Por qué no hablar de Dios?

Ya veo que hablas de Dios de un modo elusivo… Pero eres teólo-


go, y me gustaría que hablaras de Dios, y que lo hicieras desde
nuestro contexto cristiano, en este tiempo de excepción que se
abre por el coronavirus.

Eso quisiera… Quizá podría empezar retomando lo que vengo


insinuado, que Dios es la “excepción de la excepción”, la interrup-
ción máxima, que nos permite vislumbrar (¡no demostrar, ni impo-
ner!) la gran Presencia. Los animales no vislumbran esta interrup-
ción, los humanos sí, por eso son distintos. Perdona que retome
un ejemplo de mi niñez. He oído “lecciones” sobre Dios en univer-
sidades, he leído libros de expertos, he enseñado por años Teodi-
cea y Trinidad en la Universidad Pontificia de Salamanca, pero la
lección mayor la recibí en el duelo por mi abuelo F. Antón.
Yo tendría ocho años, y estaba en el caserío. Mi abuela y mis tías
prepararon la cena de honor y despedida, para los vecinos del

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valle y la ladera. Me mandaron a dormir al cuarto de al lado, pero


no perdí palabra. No hablaron de Dios, sino de la vida de mi abue-
lo, en guerra y paz, en derrota y esperanza; las cosas que él hizo,
el hombre que él era, como si estuviera allí con ellos… Y sentí que
estaba, que resucitaba y vivía en la vida del valle, en su familia, en
mí mismo, su nieto. Supe y sé que merecía la pena haber vivido, y
permanecer en la palabra de compañeros y amigos, familiares y
descendientes… Pasados los años he pensado que la “resurrec-
ción de Jesús” empezó de esa manera, en la conversación de
Magdalena y sus amigos, tras la muerte de su amigo.

Los teólogos soléis decir que Dios lo puede todo. Tu abuelo


murió de mayor y bien acogido en el recuerdo de su familia y su
valle. Pero la Covid 19 es distinta. Muchos mueren solos, sin des-
pedida ni recuerdo. Muchos creyentes se preguntan ¿por qué no
manda Dios que pare la pandemia?

¿Y por qué dejó que Jesús muriera…? Sí, veo la diferencia. Jesús,
mi abuelo, los de la Covid… Me gustaría que las cosas no hubie-
ran sido como fueron en los días duros de la gran pandemia de
marzo, cuando murió a solas, encerrado en un cuarto oscuro de
residencia, sin que pudiéramos saludarle y decirle “aquí esta-
mos”, mi amigo del alma, el Prof. Antonio Vázquez, maestro de
psicólogos de Salamanca, sin que hubiera después despedidas,
recuerdos celebrados ante el pan y el vino de la casa, como en el
caserío de mi abuelo...
Murió así, y Dios sin parar la pandemia… ¿Es que no puede? En
un sentido químico‒biológico no puede, no es una supra‒vacuna.
Pero está, y ha estado, porque él es la Vida” (Hai, dicen los judíos)
en el camino de la muerte. En Él vivimos, nos movemos y somos,
sigue diciendo Pablo en Hch 17, 28. No está fuera para recompo-
ner algunas cosas mal compuestas, ni para tapar agujeros que
hemos podido abrir, como quieren muchos. Está dentro, asumien-
do y compartiendo el riesgo y camino de una vida que se entrega
y recrea por la muerte: Somos quienes somos porque morimos,
resucitando en los demás, siendo así germen, semilla de vida, y
eso debemos decirlo sobre todo en la pandemia.

Dejemos que pueda ser así, pero ¿qué sentido tiene morir con
sufrimiento, morir de Covid 19?
No sé responderte en un modelo de ciencia cartesiana, aunque el
mismo Descartes tuvo que apelar al fin a un Dios tapa‒agujeros

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para justificar su conocimiento del mundo… No puedo apelar así


a Dios, pero estoy convencido de que hay un sufrimiento que es
parte de la vida, de la maduración, la gratuidad, la esperanza…
Un sufrimiento para la nueva humanidad que es resurrección.
Pero nosotros hemos tendido a convertirlo en dolor para la muer-
te, es decir, para la violencia, aprovechando la sangre de los chi-
vos expiatorios para justificarnos ante el Dios del cuarto vacío,
como en el simbolismo del templo de Jerusalén. En vez de apren-
der sufriendo en amor a favor de la vida de todos, como dice
Hebreos 2, 14‒18, hacemos sufrir a los de inocentes, pobres,
niños, como dijo F. Dostoievski en Hermanos Karamazov.

Vuelves al “chivo expiatorio”. Parece que el tema te obsesiona.

Posiblemente. Dostoievski, el filósofo le dijo a su hermano monje


que no podía perdonar a Dios por el Sufrimiento de los Niños…
y el monje le respondió: “Yo tampoco podría, pero está Cristo…”.
Esa no es una respuesta cartesiana, sino un testimonio vital: El
monje apela a Jesús, en un mundo donde el filósofo no tiene
razones. Tampoco las tiene el monje, pero apela por la vida, supe-
rando así un pecado que tendemos a decir que es culpa de Dios.

4. Covid 19. Pecado y castigo. Una experiencia problemática

Apelas al “pecado”. Este lenguaje resulta insoportable para


muchos. Gran parte de nuestros contemporáneos piensan que los
jerarcas religiosos viven del pecado y del infierno para tener
sometida a la gente, pero a muchos no les importa ya ese peca-
do, ni ese tipo de infierno ¿No te parece mejor renunciar a ese
lenguaje?

En un sentido sí. Von Campenhausen, historiador del cristianismo


primitivo, demostró que un tipo de jerarquía nació precisamente
cuando algunos se arrogaron el poder exclusivo de perdonar,
dominando así a todos con el miedo del infierno, del que sólo
ellos podían liberarles... Pero el tema es aún más hondo. Parece
que Covid 19 nos ha puesto ante un tipo de “pecado original”,
evocado simbólicamente por Génesis 2‒6 y y por san Pablo
(Romanos 1‒5), como si fuera necesario encontrar culpables.
Ya lo veo. Es como si todo pudiera resolverse sabiendo quién
tiene la culpa.

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No lo digo yo, lo dicen muchos, desde políticos a gente de la


calle… No quiero seguir en esa línea. Pero quiero seguir en esa
línea, ya que debo añadir que, siendo una expresión de nuestra
naturaleza biológica, físico–química, la Covid 19 está relacionada
también con la forma de vida del conjunto o, quizá mejor, de algu-
nos hombres y mujeres. Ciertamente, hay Covid porque hay virus
en el despliegue de la naturaleza, pero también porque el conjun-
to de la humanidad no ha dedicado todo su cuidado a la salud de
los demás, al equilibrio ecológico, y eso puede llamarse pecado.
Hay, sin duda, un pecado especial de ciertos grupos de poder,
pero puede hablarse también de un pecado de la humanidad, que
en vez de optar por una vida al servicio de la Vida ha optado por
una economía y política de muerte, condenando a los más pobres.
Éste es el pecado imperdonable: Utilizar y matar, de forma direc-
ta o indirecta, a los pequeños, impidiéndoles que vivan (cf. Mc
3,22-30 y Mt 12,22-32). No tiene perdón, pues si no cambiamos
moriremos todos, un tipo de suicidio cósmico‒biológico. En ese
sentido, este virus Covid, siendo una “malformación” químico‒
biológica, está relacionado con un tipo de pecado humano.

Pero las iglesias toman el pecado como algo individual que va en


contra de Dios.

Y hacen bien en un sentido, pero como sabe Mt 25, 31‒46, el


mandamiento principal es “no matar” y el pecado es impedir que
los hambrientos coman, que los exilados tengan casa y los enfer-
mos asistencia, mandando a la cárcel a los sobrantes. En esa línea
va el pecado de Covid. Jesús llamó bienaventurados a los que
sufren, pero añadiendo “ay de vosotros los que gozáis” impo-
niendo sufrimiento a los demás (Lc 6, 21‒26). Éste es el “ay”
mayor de Dios, el “ay” que Jesús dirige a los que medran con el
sufrimiento de los otros.
Éste es el pecado desatado, la peste que David vio avanzando
sobre Jerusalén y el Apocalipsis sobre el mundo entero. Eviden-
temente ese pecado tiene raíces y componentes químico‒bioló-
gicos, como todo en la vida, pero, al mismo tiempo, de un modo
especial, es un “virus” humano, vinculado a la forma de ser que
estamos promoviendo, con nuestro deseo de tener, de poder, de
disfrutar, a costa de los demás, destruyendo la casa común de la
vida. David levantó un altar para conjurar ese pecado; Jesús, en
cambio, salió a la calle para acompañar a los enloquecidos, lepro-
sos y excluidos.

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Sí, pero en vez de hacer como Jesús, parece que cierta iglesia
quiere seguir alzando altares como David, construyendo templos.

Puede ser, tú sabes mejor eso, pues eres historiadora. Yo sólo me


refiero a lo que dicen día a día periódicos y radios, incluso de la
Iglesia Católica, con un tipo de TV, buscando sin cesar culpables,
condenando a unos u otros, desde una perspectiva política y eco-
nómica, desde un nacionalismo que quiere imponerse sobre
otros, echando siempre la culpa a los demás. Seguimos en la ley
del “talión” (ojo por ojo, diente por diente…) que Jesús superó
en el Sermón de la Montaña, sin que el conjunto de la sociedad,
incluida la Iglesia, no quiera enterarse.

¿Qué les dirías a los que echan la culpa a Dios partiendo de tu


Biblia?

Déjame pensar…Prefiero hacerte un esquema, para así aclarar-


me, resumiéndolo en tres afirmaciones:
La Covid 19 no es castigo de Dios por el pecado de los hombres,
sino una parte del riesgo de la vida. “Dios” (pónlo entre comillas)
ha querido que la vida humana surja del proceso químico‒bioló-
gico de una naturaleza amenazada (¡y enriquecida!) por formacio-
nes de tipo vírico, bacteriano etc.
La naturaleza es generosa pero se defiende en una línea que
parece de talión. El Dios cristiano puede siempre perdonar, la
naturaleza no puede, y responde con talión (ojo por ojo…). En ese
sentido, algunos piensan que la Covid 19 es un talión biológico,
una “venganza cósmica”.
Pero los cristianos se atreven a decir que Dios es más que natu-
raleza. No va en contra de ella, pero la transciende en una línea
de gratuidad y libertad. Ciertamente, en un sentido, la naturaleza
“no perdona” (en general), pero Dios perdona siempre, abriendo
un camino de vida sobre la misma Covid 19. Éste es su exceso y
excepción de la que he venido hablando

Supón que admito lo que dices. Entonces, ¿cómo actúa Dios por
encima de la naturaleza?
Actúa “sobre”, no en contra, y lo hace de dos formas. (a) Como
siembra y promesa de Vida en esta tierra amenazada por la Covid
19 y el talión de la naturaleza, como sabe la parábola del Sembra-
dor, de Mc 4, 3‒9. (b) Actúa ¡al mismo tiempo! por los hombres a

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quienes pide que sean semilla de gratuidad, dirigiendo (encau-
zando, curando…) los riesgos de la naturaleza, en vez de aumen-
tarlos, como sucede en la actualidad.

5. Covid-9. Venganza de la vida, oportunidad de gracia

Dices que la naturaleza puede “vengarse”, mientras Dios perdo-


na siempre. La humanidad en conjunto busca la vacuna.

Ciertamente, asistimos a una gran carrera de vacunas por presti-


gio nacional y por dinero. Muchos han puesto su confianza en ella,
diciendo que será omni‒salvadora, por no decir omni‒potente.
Algunos creen aún en el Dios sanador de Jerusalén o de Epidauro
en Grecia, pero se aferran de un modo especial a la Vacuna… La
mayoría de los católicos han dejado de rezar a los Santos de la
peste (Roque, Sebastián), y sólo confían en Santa Vacuna. Piensan
que la Covid 19 es un “agujero negro” del talión de la Naturaleza,
pero que la Santa Vacuna de la Ciencia logrará taparlo...

¿Alguien podría decir que rechazas la vacuna?

Ella es muy importante en un sentido, y así espero ansioso que


llegue pronto para amigos y familiares enfermos, e incluso para
mí, que estoy en mala edad. Pero quiero que sea para todos, al
servicio de la gratuidad humana, no del interés económico‒social
de algunos, y quiero que vaya vinculada con un cambio de actitud
y de conducta de todos, en especial de los llamados “podero-
sos”. En este contexto suelo evocar un dicho de Jesús sobre los
malos exorcistas, que parecen curar sin hacerlo, de forma que los
demonios expulsados (vacunados) van por ahí, recorriendo el
desierto, hasta que “piensan”, y se alían con otro siete demonios
peores y vuelven y ocupan la casa del antes enfermo e infectan
más enfermedades (cf. Mt 12, 43‒45; Lc 11, 26‒28).

He pensado más de una vez en ese texto extraño…Pero ése es


un lenguaje simbólico, y hay que contextualizarlo, dotarle de un
significado histórico.
Es un texto extraño, pero retrata lo que puede hacer un tipo de
religión y de vacuna, como decía expresamente Jesús en Mt 23,
15 (recorréis tierra y mares para convertir paganos y los hacéis
peores que antes) y como ha repetido Michel Foucault en algunas

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CONVERSACIONES
Mercedes Arbaiza
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páginas memorables sobre médicos, enfermos y locos. Jesús


sabía de qué hablaba. No rechazaba las vacunas (los exorcismos
de entonces, siglo I d.C.), pero sabía que hay vacunas (exorcis-
mos) que parecen curar, y en algún sentido curan, pero lo hacen
para seguir creando enfermedades y peores. Muchos quieren y
piden vacunas, pero no para curar a todos sino para fortalecer a
los privilegiados del sistema, de manera que la post‒vacuna será
peor que la Covid antigua.

¿Cómo se compagina eso que dices con el sistema sanitario


actual? ¿No querrás condenarlo en conjunto?

¡De ninguna manera! Este sistema, especialmente si es público, al


servicio de todos, es uno de los grandes logros de la modernidad.
Pero en su fondo, dirigiendo los hilos del “aparato”, puede haber
una máquina egoísta que se aprovecha de la Covid 19 para ganar
mucho dinero y someter más a los hombres. No me opongo en
modo alguno a la vacuna, pero quiero que ella sea no sólo quími-
co‒biológica, sino humana, en el sentido radical de la palabra.
Que con ella se descubra y diga lo que está al fondo del sistema
sanitario, en línea económico‒social, para así vincular las buenas
vacunas de tipo químico‒biológico, y la más honda de la terapia
y justicia de la vida, en la línea de lo que quiso Jesús y han queri-
do otros hombres generosos.

Alguno puede pensar que estás cayendo en manos de un Dios


mítico, que actúa por fuera de la ciencia.

No quisiera dar esa impresión. El Dios de Jesús actúa por la vida


de los hombres y la ciencia ha formado y forma hoy parte impor-
tante de la vida. En esa línea, este Covid 19 puede ser una oca-
sión para estudiar y conocer mejor la raíz y la finalidad de la
medicina, con la ayuda de todos los saberes y quereres de la
ciencia, sin caer en la trampa de aquellas instituciones que apro-
vechan el dolor de los demás para imponerse ganar dinero. La
vacuna principal es la aceptación del sentido de la vida, la opción
gratuita por el bien de todos, empezando por los más pobres, el
descubrimiento de la vida como regalo, al servicio de la resurrec-
ción, es decir, de la Vida de todos. Si esa experiencia y esa
opción, una vacuna simplemente química, bajo el dictado del
capital, podría acabar destruyendo aún más la vida de los hom-
bres en el mundo. (cf. Mt 6, 24).

IglesIa VIVa, 283, julio-septiembre 2020, pp. 61-78 73


Xabier Pikaza.
CONVERSACIONES
Vivir la pandemia desde el corazón
CON... de la teología cristiana

Lo que quiero es una curación integral, en la línea de Jesús, que


aceptando en su plano a los médicos, quería liberar de un modo
gratuito (por humanidad) a los más pobres, caminando con ellos
en acogida y compasión, en gozo compartido, en esperanza de
Reino. En ese sentido, la ciencia médica es hoy absolutamente
necesaria, pero al servicio de la vida concreta de todos, no sólo
en los países ricos, sino en el mundo entero, en comunión perso-
nal, en justicia, en solidaridad.
El Dios de Jesucristo no está fuera, como ser extra mundano, que
a unos cura, a otros destruye, sin que sepamos cómo. Él es el impul-
so de fondo de la Vida, así, con mayúscula, también en el sufrimien-
to, no por masoquismo, sino por solidaridad, para sufrir con los que
sufren, morir con los que mueren, abriendo en y con ellos un camino
de bienaventuranza, es decir, de gozo fuerte, de placer intenso,
como en “parto” para el nuevo nacimiento. A ese Dios oramos con
la misma vida, es decir, siendo amor generoso a los demás. No se
trata de pedir de un modo mágico, esperando que él arregle las
cosas desde fuera, sino ser en Dios, que él sea en nosotros, en Espí-
ritu y Verdad, como dijo Jesús a la samaritana en Jn 4, 23.

¿Tú crees que saldremos más humanos de esta experiencia, como


afirmaba el papa Francisco? ¿Se han modificado nuestros vínculos
sociales, la forma de percepción del “otro”?

Habrá de todo. Algunos saldrán (¿saldremos?) peor, si utilizamos


esta “peste” (y la posible vacuna) para aprovecharnos de los
otros. Otros podrán (¡podremos!) salir mejorados, si encontramos
en la “peste” un medio, un lugar, para encontrarnos y reconciliar-
nos, desde la debilidad, sin dejarnos dominar por un sistema de
salud que se puede utilizar para esclavizar a los menos capaces
en línea de poder. Todos tendremos que aprender a vivir en la
“excepción”, de la que comenzaba hablando esta entrevista.

6. Diálogo entre Job y Dios. ¿Qué sentido tiene el sufrimiento?

Hace poco, como reflexión al hilo del funeral que se celebró en


Madrid por la víctimas de la pandemia, hacías resonar el grito de
Job cuando estaba ya en la tumba muriendo por un tipo de virus
que se podía comparar al Covid 19, con un lamento “Tierra no
cubras mi sangre, que no encuentre descanso mi grito (16,18)”
Nos introducías así en el diálogo que establece Job, víctima que

74 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 61-78


CONVERSACIONES
Mercedes Arbaiza
CON...

sufre y protesta, con Dios, omnipotente; y nos lo propones como


un relato adecuado en tiempos de pandemia y de miedo.
¿Me podrías explicar esto?

La historia de Job no es evangelio, pero puede ayudarnos a cami-


nar en línea de evangelio. Job nos enseña que Dios está en el
sufriente, el “apestado”, y nos muestra que la primera respuesta
es la solidaridad… Como he puesto de relieve en “Lectura de
Job” (San Pablo, Madrid 2020), el pecado de los “amigos”, defen-
sores del sistema, no es haberle criticado, sino haber empezado
desligándose de él, sin solidarizarse con su dolor. Job nos dice
que no podemos echar tierra sobre los caídos por el virus, como
si nada hubiera pasado, ni podemos hacerles funerales para des-
cargar nuestra conciencia y olvidarles después! La presencia de
los muertos de peste “sin enterrar” (sin haber recibido justicia)
tiene que ser para nosotros un aguijón de vida.

¿Cómo hacer entonces el duelo de los que han muerto y están


muriendo?

Un tipo de duelo es necesario, como he dicho al hablar del “fune-


ral” casero de mi abuelo… Pero ese duelo no puede ser una
catarsis externa, como un somnífero para olvidar después, sino
una forma de entrar en el misterio de la muerte como esencia de
la vida, con agradecimiento y respeto, recreando el recuerdo de
los difuntos, con esperanza (=experiencia superior) de resurrec-
ción.
En esa línea, en el libro de Job, cuando los lectores u oyentes
esperan la lección más alta de la sabiduría teológica, Dios se limi-
ta a recordarle los enigmas de la naturaleza, el fragor de la tor-
menta necesaria para el campo, el enigma de los animales más
extraños, desde el onagro al halcón y la avestruz al cocodrilo. En
toda vida (¡toda respetable!) late el enigma y misterio del Dios
que se revela en el respeto y cuidado de todos, empezando por
los más amenazados.

Siguiendo el sentido del relato de Job como vícima sufriente que


clama justicia a Dios las personas no creyentes y justas nos pre-
guntarían a quienes seguimos al Dios de Jesús, ¿Necesitáis la
experiencia del sufrimiento para ser mejores personas y para
emancipar a la humanidad del mal? ¿Qué le responderías tú?

IglesIa VIVa, 283, julio-septiembre 2020, pp. 61-78 75


Xabier Pikaza.
CONVERSACIONES
Vivir la pandemia desde el corazón
CON... de la teología cristiana

No me gusta mucho esa palabra “necesitar”. Yo necesito un desa-


yuno a la mañana, una cama en la noche… A Dios no le necesito de
esa forma, podría vivir sin él. Pero me ha venido, por la historia de
mis antepasados, por el testimonio de Jesús, por muchos amigos, y
ésa ha sido para mí la mayor de las sorpresas… Utilizando una pala-
bra que ha salido aquí, desde el principio, Dios ha sido y es para mí
la gran “excepción”, una parada sorprendente que me ha permitido
buscar fondo y altura y anchura…, siempre en y con los otros.

Pero te he preguntado en especial por el sentido del sufrimiento


en el cristianismo.

Gracias por insistir. Tampoco me gusta la frase “ser mejores per-


sonas”. No creo que se pueda andar diciendo por ahí que “soy
mejor porque creo o soy cristiano”, o que nosotros somos los
mejores por ser cristianos. Ese lenguaje me parece moralmente
infantil. Los cristianos no necesitamos el sufrimiento para ser
mejores o para que lo sean otros, pero tenemos que ser solidarios
con los que sufren, si es que creemos en Jesús. Le preguntaron:
“Por qué está ciego aquel mendigo de Jerusalén, quién tiene la
culpa”. El respondió: “Ahora no es tiempo para hablar de culpas,
sino para ver lo que que podemos hacer por él, cómo podemos
acompañarle” (Jn 10).

Reyes Mate nos recordaba en el número 277 de esta revista que


la historia consiste en responder a la pregunta por el sufrimiento
y por la muerte causados por la libertad humana, haciendo así una
crítica a la dervia gnóstica del cristianismo. ¿Cómo lo ves tú? ¿De
donde nace el sufrimiento?

Buda se atrevió a decir que el sufrimiento nace del deseo de los


hombres, de forma que debemos superar todo deseo para ven-
cer de esa manera el sufrimiento. Jesús no respondió ni eso (aun-
que Pablo parece acercarse a la visión de Buda en Rom 7, 7; 13,
9). El sufrimiento no está aquí para nada, no tiene ninguna finali-
dad, sino que forma parte de la inmensa aventura de la vida, y así
debemos compartir el dolor con los que sufren.
Ciertamente, el sufrimiento puede ser “educativo”, haciendo que
algunos maduren, como parecen decir las bienaventuranzas de Mt
5, 1‒11. En ese sentido, en la línea de Lc 6, 21‒24, el sufrimiento
puede conducirnos a la solidaridad. He escrito algún trabajo sobre
la diferencia entre las bienaventuranzas de Mateo y Lucas, pero no

76 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 61-78


CONVERSACIONES
Mercedes Arbaiza
CON...

estoy seguro de acertar. No tengo respuestas teóricas, que aca-


ban siendo ideológicas, quiero la respuesta de la vida.

Pero lectores de Iglesia Viva quieren quizá saber más. ¿Qué les
podrías decir?

En uno de sus pasajes más hondos, san Pablo se arriesga a decir


que los sufrimientos de este tiempo son “dolores de parto”,
signo de una humanidad gestante que nace a la vida para crecer
en dolor y solidaridad con los que sufren (Rom 8). Pero quizá es
mejor no hacer demasiados argumentos, dejando viva la esperan-
za y quedando con la desnuda palabra de Mt 25,31‒46: “Estuve
enfermo y me visitasteis”.
Lo único claro en el Nuevo Testamento es que dolor y enferme-
dad son espacio y tiempo para el encuentro con los demás, desde
Cristo, el mesías sufriente de la historia, a quien los Cantos del
Siervo del segundo Isaías presentan como un “apestado”. Ante
esa afirmación cesan las palabras, queda la llamada a la acción
solidaria, del Jesús que dice: “Venid a mí, porque estuve enfermo
y me visitasteis…”. En vez de esa palabra “venid”, muchos artis-
tas y teólogos (desde Miguel Ángel en la Capilla Sixtina) han
apelado a la contraria, de tipo parenético, no dogmático: “Apar-
taos de mí malditos, al fuego eterno”. Pero sobre esto habría que
tener otra conversación, creo que por hoy ha sido ya mucho.

7. Los templos vacíos y las Iglesia de las Catacumbas

Una última reflexión. Nos acaba de dejar Pedro Casaldáliga con


quién tenías amistad y quién colaboró en un libro tuyo titulado El
Pacto de las Catacumbas. La misión de los pobres en la Iglesia
(2015), en el que se evoca aquel pacto alumbrado en el contexto
del Concilio Vaticano II. No es casualidad que entre los muchos
recuerdos que guardas sobre él sea precisamente éste uno de los
aspectos que quieras mostrar, en plena experiencia de la pande-
mia que ha provocado el vaciamiento de los templos y una fuerte
crisis de la sacramentalidad en la comunidad católica. También la
Iglesia debe responder desde su carisma de comunión a una
situación sobrevenida en la que estamos obligados a evitar las
concentraciones y los encuentros sociales.
¿No crees que es una gran oportunidad para recuperar el conte-
nido original del sacerdocio y empoderar sacramentalmente a las

IglesIa VIVa, 283, julio-septiembre 2020, pp. 61-78 77


Xabier Pikaza.
CONVERSACIONES
Vivir la pandemia desde el corazón
CON... de la teología cristiana

comunidades, a las familias y a los pequeños grupos de referencia


en la fe? Hace tiempo que la Iglesia tiene que pasar su aggiorna-
mento hacia la horizontalidad. Posiblemente la imagen de las
catacumbas sugiera hacia donde caminar. Me gustaría saber tu
opinión sobre todo ello.

Es buen final el tema de las catacumbas. Hay una sociedad triun-


fante, que aparece incluso en los medios de comunicación de la
Iglesia, que quiere que todo esto de la Covid pase sin mover un
dedo (cf. imagen de Lc 11,46), para que ella (la Iglesia) sea socie-
dad perfecta (¡de los que pueden triunfar!), imponiendo de nuevo
un tipo de magisterio superior sobre pobres y excluidos, los que
viven en Covid constante. Pero una iglesia así tiene que pasar, es
una reliquia quizá grande y gloriosa, pero reliquia.
Por otra parte, como tú dices, es tiempo de recuperar el sacerdo-
cio de todos, el empoderamiento sacramental a las comunida-
des… Y aquí surge la gran pregunta y tarea: Cómo crear iglesias
verdaderas de creyentes…En esa línea, la Covid debería llevarnos
a las catacumbas de la historia, para compartir la vida en medio
del riesgo de la muerte. Es lo que quería y nos decía Pere Casal-
dáliga, cuyo recuerdo y presencia pascual nos hace hoy mejores.
Todo es presencia y gracia, todo es pascua, nos decía. Todo ha de
ser camino de resurrección, desde las catacumbas en que esta-
mos. Pero hemos hablado ya mucho, quizá no podemos comen-
zar con un nuevo argumento.

Xabier, ¿qué te gustaría añadir sobre este presente, sufriente,


que nos abre a algo nuevo, todavía difícil de nombrar?

Me gustaría, pero quizá por hoy ha sido suficiente. Gracias a ti,


por invitarme (incitarme) a pensar, por escucharme. Gracias a
“Iglesia Viva” y a sus lectores, que han sido para mí una referencia
y compañía desde el año 1966, cuando salió el primer número,
encabezado por trabajo memorable titulado “La hora de la acep-
tación”, de J. I. Tellechea (1928‒2008), amigo y colega de la U.
Pontificia (Salamanca), que pasó casi año y medio confinado, sin
doblegarse ni un momento, en la UVI del hospital de Donostia,
donde íbamos a verle tras un cristal protector, como cuenta en su
libro “Los tapices de la memoria” (Salamanca 2003).

Gracias por compartir con nosotros tus reflexiones e intuiciones


en este camino de búsqueda de Dios entre nosotros.

78 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 61-78


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 79-82
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210-1114

Ecofeminismo.
SIGNOS Tejiendo redes
DE LOS
TIEMPOS
Yolanda Sáez. Experta en escucha mutua.Bilbao

Abriendo los ojos


Durante el confinamiento estuve participando en unos talleres
de ecofeminismo junto con otras mujeres pertenecientes al movi-
miento ecologista, mujeres que han creado redes de apoyo mu-
tuo en sus barrios, teólogas católicas ecofeministas, mujeres que
pertenecíamos al mundo sindical. Y, aunque siempre llegábamos
a un punto en el que no teníamos respuestas, el hecho de estar
juntas pensando y compartiendo información, era y es la fuerza
que nos sostiene.
Estoy admirada. Se me está abriendo un mundo. Quiero com-
partir con vosotras en esta páginas lo que he aprendido.
Veo diferentes redes de mujeres trabajando desde la pers-
pectiva ecofeminista con un nivel de análisis impresionante y una
formación completísima. Y unido a eso, un compromiso militan-
te profundo. Un activismo formado. Encontrarme con todo este
mundo del activismo ecofeminista y encontrarme con mujeres
que llevan su compromiso ecofeminista a todos los ámbitos, in-
cluso al político, me ha dejado admirada. ¡Qué lejos han llegado!
¡Cuánta esperanza!
La materia de estudio es tristísima pero saber que hay tantos
ojos mirando de frente la situación de emergencia climática es
una gran noticia; como también lo ha sido ser testigo del aprecio

79
SIGNOS DE LOS TIEMPOS Ecofeminismo. Tejiendo redes

que se veía entre las mujeres durante los “La igualdad en época de pandemia. El
talleres, el sentido del humor en sus rela- impacto de la COVID-19 desde la pers-
ciones y, en definitiva, el buen trato entre pectiva de género“. Y vuelvo a dar gra-
ellas. Me gusta ver cómo nos reconoce- cias por el trabajo de investigación que
mos la autoridad las unas a las otras. nos posibilita conocer la realidad. En él
Hay muchísima gente dedicada con puede leerse que durante la pandemia
pasión a analizar la realidad y eso implica las mujeres han asumido mayoritariamen-
que, gracias a todo ese trabajo, existen te el sostenimiento de las vidas fuera y
hojas de ruta y la posibilidad de tener un dentro de los hogares en los peores mo-
impacto cada vez mayor. No es cierto que mentos de la crisis:
“aquí nadie hace nada”, que “aquí cada • Ocho de cada diez personas en el ám-
una va a lo suyo “ y que “está todo por bito sanitario que han estado salvando
hacer”, como a veces nos dicen al oído vidas durante la pandemia son mujeres
nuestras angustias. • Ocho de cada diez personas que tra-
La ecodependencia e interdependencia bajan en el sector de las residencias de
las personas mayores son mujeres
Cuidando del planeta y de todos los • Nueve de cada diez personas cuidado-
seres que lo habitan, animales humanos ras no profesionales de personas de-
y no humanos. pendientes son mujeres.
¿Cómo? Poniendo la vida en el centro.
No dejando a nadie atrás. A la vista de esta realidad cobra todo
Para ello es preciso reajustar la econo- el sentido la propuesta de desfeminiza-
mía y la clave es establecer las necesida- ción de los cuidados y que estos sean
des que hay satisfacer y qué producción asumidos por los hombres, por las muje-
y trabajo son necesarios para ello. Este es res y, también por el Estado. La filosofía
el momento. El reajuste de la economía ecofeminista adopta la ética del cuidado
es inevitable. aplicado a las personas y al mundo natu-
Durante el confinamiento hemos ral. Sí, pero este cuidado no corresponde
aprendido qué significan dos conceptos de manera “natural” a las mujeres. Exis-
básicos que maneja el ecofeminismo: te un mandato interno que actúa incluso
Ecodependencia. Somos seres depen- en ausencia de mandato externo que, en
dientes de los recursos y procesos de la na- gran parte, actúa de modo tan sutil que
turaleza. Hemos experimentado lo que su- muchas veces es imposible de desafiar.
pone vivir una crisis sanitaria. Una crisis que Para hacerlo, necesitamos buenos aná-
tiene que ver con recortes y externalización. lisis, buenas prácticas, y comunidades,
Interdependencia. La vida humana de- grupos de apoyo, redes. Apoyo entre
pende del trabajo que otras personas nos nosotras y apoyo de los hombres, esos
dedican y que dedicamos a otras perso- hombres que se declaran “disidentes de
nas. En el parón hemos tomado abrupta- género“, en palabras de Alicia Puleo y
mente conciencia de ello. que se convierten en nuestros aliados.
Desfeminización de los cuidados La propuesta ecofeminista ya está
sobre la mesa
Escucho que los trabajos de cuidado
son realizados en solitario y mayoritaria- Cuando participaba en los encuentros
mente llevados a cabo por mujeres. Tan- virtuales me quedaba pensando qué bue-
to en el espacio privado como público. no sería que pudiéramos llevar a la polí-
Emakunde acaba de publicar el informe tica la agenda ecofeminista. Me he dado

80 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 79-82


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Yolanda Sáez

cuenta, poco tiempo después, que ese mático: un diagnóstico de situación”. Ella
momento ya ha llegado. Quiero destacar propone unir las dos prioridades a las que
algunas propuestas que me han resulta- se enfrenta la sociedad: la igualdad efecti-
do especialmente relevantes. va entre hombres y mujeres y la lucha con-
Me gusta la propuesta que hace Ama- tra el cambio climático. Recomienda rea-
ya Pérez Orozco1 de impulsar un sistema lizar análisis con datos desagregados en
estatal de cuidados a medio plazo. Ella materia de pobreza energética que hacen
habla de un plan de choque: “Tenemos evidentes realidades cómo que el 80%
que dirigir la transición eco-social de un de las refugiadas climáticas son mujeres.
modelo productivo insostenible, soste- O que existe una mayor tendencia de las
nido en esa cara “B” de los cuidados in- mujeres a separar residuos y a utilizar me-
justamente repartidos e invisibles, hacia dios de transporte público o compartido.
un modelo productivo sostenible donde O que las mujeres han reducido más que
el cuidado de la vida colectiva sea un eje los hombres el consumo de carne (el 72%
vertebrador”. Yayo Herrero2 nos recuer- de las españolas lo han hecho, 12 puntos
da que realmente ya existía una crisis de porcentuales más que los hombres). Val-
cuidados anterior a la crisis del coronavi- vanera Ullargui4 incorpora la perspectiva
rus y a la crisis económica. Insiste en que de género como parte integral de las po-
la vida humana no se sostiene sola, sino líticas climáticas españolas en la Ley de
que hay que sostenerla con economías, Cambio Climático y Transición Energética.
políticas y culturas que den prioridad a la El reto a partir de ahora va a ser “asegu-
vida en condiciones dignas. Es prioritario rar que los procesos que se pongan en
poner el cuidado de todas las personas marcha, y las políticas y medidas que se
en el centro. Quiero subrayar algunas implementen para cumplir con nuestros
medidas que nos propone tales como objetivos en materia de clima y energía
la disminución de las jornadas laborales, tengan en cuenta el distinto impacto del
considerar los centros de Atención Pri- cambio climático en hombres y mujeres y
maria y los centros de salud como claves ayuden a avanzar en igualdad.”
para abordar el cuidado de forma digna,
garantizar prestaciones sociales para las Redes, la alquimia de lo comunitario
personas que cuidan de forma incondi- El apoyo mutuo es necesario para vivir.
cional o regular la situación de las perso- Necesitamos redes, necesitamos co-
nas migrantes irregulares que trabajan en munidades. En estos momentos las nece-
el ámbito de los cuidados. sitamos más que nunca.
Beatriz Gimeno3 introduce el enfoque Una comunidad, o una red, nos ayuda a
de género en los temas relativos a la pro- que realicemos lo que queremos en nues-
ducción de energía y eliminación de resi- tras vidas mientras apoyamos a las demás
duos en el informe “Género y cambio cli- a realizar lo que quieren en sus vidas.
Para mí siempre es un prodigio cons-
1 Doctora en economía internacional y desarrollo. tatar cómo la suma de nuestras dificulta-
Economista. Feminista. Activista. Compareció
des y confusiones, una vez compartida,
ante la Comisión de Reconstrucción del Congreso
de los Diputados (29-5-2020). trae de vuelta luz y paz para cada una de
2 Antropóloga, ingeniera, profesora y activista eco- nosotras. Necesitamos conectar entre
feminista. Intervino en la Comisión de estudio nosotras, frecuentar espacios de com-
creada en el Parlamento de la Rioja por la recu- partir. Esos lugares donde mostrarnos y
peración económica y social por crisis de la CO-
VID-19 (16-6-2020). 4 Directora General de la Oficina Española de Cam-
3 Directora del Instituto de la Mujer. bio Climático.

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 79-82 81


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Ecofeminismo. Tejiendo redes

visibilizar nuestras luchas, nuestras rendi- La participación de las mujeres en la


ciones. toma de decisiones dentro de los órganos
Esos lugares en que la suma de nues- establecidos específicamente para ges-
tras derrotas se convierte en esperanza tionar la crisis de la COVID-19 no ha sido
por el hecho de estar juntas y donde la equilibrada. Estos desequilibrios son un
suma de nuestras oscuridades se convier- reflejo de una situación previa desigual.
te en luz gracias a estar en conexión. Somos más vulnerables al cambio climá-
tico desde el punto de vista físico y eco-
Conexión
nómico. Por esto, para que el planeta sea
Frenar la emergencia climática es prio- un buen lugar para nosotras, necesitamos
ritario. continuar por este camino y tener cada
Para lograrlo necesitamos tejer esa vez más influencia a todos los niveles.
red de relaciones, alianzas, conexiones
Teología ecofeminista
que logren atravesar efectivamente nues-
tros daños, nuestras heridas, que hacen Escribiendo este relato me doy cuenta
que nos vivamos como separadas de de que mi primer contacto con la econo-
otras personas y de la naturaleza. mía feminista y después con el ecofemi-
Esas heridas nos pueden hacen dudar nismo me lo proporcionaron los encuen-
sobre nuestro poder y nuestra capacidad tros de “Mujeres y Teología”. Estoy muy
de acción para trabajar juntas. agradecida por ello.
Pero cuando no dudamos se crean re- En esta Semana Santa tuve la ocasión
des espléndidas. No paro de asombrar- de escuchar a la teóloga Mary Hunt que
me de la cantidad de trabajo que realizan se conectó desde Washington. Nos re-
las mujeres de la Red Ecofeminista Oficial cordó que como ecofeministas sabemos
de Alicia Puleo. Ha sido para mí una de cómo priorizar las necesidades, cómo
mis ventanas al mundo. Formo parte de construir comunidad, cómo nutrir a la
ella desde hace muy poquito tiempo pero persona completa. “Tenemos enormes
el suficiente para haber podido conocer reservas de oración ecofeminista, ritua-
su generosidad como grupo, su activis- les, filosofía, que pueden usarse de ma-
mo, la profundidad de sus análisis de la nera muy eficaz para descubrir el camino
realidad, su red de relaciones con otros al futuro”. Comparto esta invocación a
grupos y la práctica feminista de buen nuestra propia sabiduría. Es una llamada
trato y valoración entre ellas. Son para mí a ejercitar nuestra habilidad de estable-
un modelo de conexión. cer contacto con la parte inteligente de
cada persona. Y sabemos cómo hacerlo.
Necesitamos todas las voces Mary Judith Ress, doctora en teolo-
Las mujeres tenemos que liderar más gía feminista, se conectó desde Chile.
en el mundo. Tenemos que dejar de estar Ella nos llevó a mirar cómo “regresamos
de acuerdo en nuestro interior con límites ahora a lo que la gente indígena siempre
que todavía no han desaparecido. Hay ha sabido: La Tierra es un ser vivo, Gaia,
límites externos, pero también fuertes Pachamama. Y, desde una mirada chamá-
obstáculos internos que ninguna hemos nica el virus de la COVID-19 sería un men-
elegido, claro está, pero que todavía nos sajero, una manera de decir ¡basta!”. Una
hacen no vivir vidas grandes. llamada a un tremendo giro, a la sanación
Por eso ha sido tan bueno durante el profunda. “Quizá estemos peor antes de
confinamiento estar ante tantos modelos empezar a mejorar”.
inspiradores de tantas mujeres que van
juntas recorriendo ese camino.

82 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 79-82


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 83-88
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El cristianismo primitivo
SIGNOS ante las epidemias
DE LOS
TIEMPOS
Fernando Rivas Rebaque. Profesor de Historia Antigua de la Iglesia y
Patrología. Facultad de Teologia. Universidad Pontificia Comillas

n la Antigüedad se afrontaban las epidemias desde tres pers-

E pectivas: una, de carácter religioso, pidiendo a los dioses su


protección; otra, una solución de corte político, mediante la
implicación de los poderes públicos en todo lo relacionado con la
enfermedad; y, por último, un planteamiento más médico, con
cuestiones más sanitarias.
Dependiendo de las diferentes situaciones y contextos se acu-
dían a unas u otras perspectivas, pues la epidemia no la vivían
igual ni tenían los mismos recursos para hacerle frente los campe-
sinos que los habitantes de las ciudades, los miembros de la
plebe que los círculos aristocráticos, los esclavos que los ciudada-
nos libres, los hombres que las mujeres, los niños o ancianos que
los adultos.
Para el estudio de cómo el cristianismo primitivo se enfrentó a
las epidemias nos centraremos en dos figuras paradigmáticas de
mediados del s. III, Cipriano de Cartago y Dionisio de Alejandría,
a los que les tocó vivir siendo obispos una plaga (no sabemos si
viruela u otra enfermedad de corte vírico) que azotó el Imperio
romano durante los años 249 al 252.

83
El cristianismo primitivo
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
ante las epidemias

Perspectivas habituales tición y la magia, duramente cuestiona-


en la Antigüedad das por el cristianismo, que en cambio no
tenía ningún problema con las activida-
En ambos casos, Cartago y Alejandría, des médicas.
la epidemia estuvo precedida de una per-
secución contra los cristianos por parte Planteamiento cristiano ante la
del nuevo emperador, Decio, que median- epidemia
te un edicto (año 249) obligó al culto al
emperador, lo que motivó numerosas Entonces, si las tres perspectivas habi-
apostasías y martirios entre los cristianos. tuales de hacer frente a las epidemias en
Este elemento es importante tenerlo en la Antigüedad no podían ser utilizadas
cuenta porque eliminó prácticamente por las comunidades cristianas en estos
una de las posibles medidas de la Anti- momentos, ¿cómo afrontaron este graví-
güedad frente a las epidemias (la partici- simo problema? Fundamentalmente a
pación de los poderes públicos en la través de tres medios:
solución de la enfermedad) al tiempo que • 1) formación de un modelo de per-
marcó la respuesta de las comunidades sonalidad capaz de sobrellevar las
cristianas, al conectar la epidemia con las circunstancias adversas (personali-
persecuciones a las que habían sido dad heroica o resiliente);
sometidas con anterioridad. • 2) transformación de los modelos
El otro elemento habitual en casos de teológicos relacionados con la
pandemias, la protección de los dioses enfermedad y el dolor, considera-
mediante una serie de ceremonias de dos como “castigo de Dios”;
carácter propiciatorio, también estaba • 3) creación y consolidación de una
bloqueado puesto que desde sus oríge- red solidaria de ayuda mutua, muy
nes el movimiento cristiano se caracteri- útil para los momentos previos a la
zó por su oposición a los dioses existen- pandemia, pero también durante la
tes, a los que consideraba falsos ídolos, y propia epidemia y con posterioridad
su negativa a los sacrificios, tanto los de (cáritas).
carácter cruento como incruento, pues el
único sacrificio válido era el que se había En los tres casos la fe en el Dios que
realizado en Jesucristo. se nos muestra en la persona de Jesucris-
El tercer elemento, el sanitario, en to jugó un papel clave.
realidad no jugó un papel importante en
la Antigüedad, pues la medicina estaba En relación al primer elemento, el cli-
reducida a los miembros del estamento ma habitualmente adverso al cristianismo
superior y contaba con escasos recursos desde los inicios tanto en el ámbito fa-
científicos (por ejemplo, Celso, uno de miliar como en el social o político habían
los grandes médicos de la Antigüedad, ayudado a la construcción de un modelo
ante la epidemia que se produjo en tiem- de personalidad que, utilizando un mo-
pos de Marco Aurelio vio como único delo ya existente (personalidad heroica),
recurso huir a la otra parte del Imperio), ayudó a la supervivencia y crecimiento de
mientras la gran mayoría de la población las comunidades cristianas. Este mode-
acudía a curanderos, sanadores popula- lo previo se basaba en que, ante las cir-
res y otras personas con escasa o nula cunstancias de adversidad o dificultad, la
preparación, cuando no conectados persona mostraba su valía si era capaz de
directamente con el mundo de la supers- hacer frente a ellas (hypomonê: perseve-

84 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 83-88


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Fernando Rivas Rebaque

rancia o paciencia), por lo cual era alaba- seguimos el camino estrecho que lleva
da, mientras se consideraba poco digno a Cristo a través de la paciencia en los
huir de estas dificultades o sucumbir ante trabajos!” (De mortalitate 14).
ellas.
En segundo lugar, mientras la cultura
El cristianismo lo que hizo, entre otras
religiosa habitual en aquel período consi-
cosas, fue proponer como modelo excel-
deraba la enfermedad, y por tanto, la
so de este comportamiento a Jesucristo
epidemia, como un castigo divino ante el
(y a quienes eran capaces de ser fieles a
previo pecado humano (cuanto más
esta fe: mártires, santos, confesores),
nefanda la infracción, más terrible el cas-
establecer una serie de mecanismos
tigo), y por lo tanto la única solución ante
pedagógicos para ir consolidando este
la epidemia consistía en una serie de
modelo (rituales, catecumenados, estruc-
rituales compensatorios (inmolación del
turas comunitarias…)y convertirla recom-
pecador, sacrificios propiciatorios, peti-
pensa temporal y terrena (honor) en
ción de auxilio…), el cristianismo no plan-
eterna y divina (gloria). De esta manera
tea que esta sea la solución al problema,
consiguió construir tanto personalidades
porque desvincula la enfermedad del
como grupos resilientes, con gran capaci-
pecado y conecta a Dios, no con la ven-
dad no solo de hacer frente a las dificul-
ganza o el deseo de restitución, sino con
tades, sino de crecerse ante ellas, como
el amor y la misericordia.
fue el caso de las persecuciones y las
Por lo tanto, no considera la epidemia
epidemias. Mientras en las persecuciones
como un castigo, sino más bien como una
el enfrentamiento era ante un adversario
prueba que el creyente debe superar
visible, las autoridades cívicas o imperia-
para su crecimiento. Tiene, por tanto, un
les, ante las que los cristianos tenían que
carácter pedagógico, nos enseña aquello
mostrar su fe y defenderla (martirio), en
en lo que fundamentamos realmente
el caso de la epidemia era ante un enemi-
nuestra existencia, nos muestra nuestras
go invisible, lo mismo que las tentacio-
debilidades y nos invita a la conversión,
nes, que obligaba a sacar a luz las autén-
que no consiste en algo exterior (sacrifi-
ticas convicciones. Se trata, por tanto, de
cios), sino interior: cambio de vida, orien-
una prueba a la que hacer frente para
tada hacia Dios.
mostrar si su fe es verdadera o está sus-
Frente al elemento anterior, donde ya
tentada sobre arena.
existía un modelo de personalidad previo
Así lo expresa Cipriano de Cartago en
que el cristianismo transformó, en este
su escrito sobre la peste:
caso la confrontación teológica es visce-
[Esta plaga] sirve para mostrar nuestra ral pues se oponen unos dioses necesita-
fe. ¡Qué grandeza de alma luchar sin dos de sacrificios frente al Dios misericor-
conmoverse el ánimo contra tantos ata- dioso, capaz de entregar a su propio
ques de la peste y la mortandad! ¡Qué Hijo; una manera patológica de ver a la
superioridad permanecer en pie sin do- divinidad: bien desde el punto de vista
blarse en medio de tantas ruinas de los sádico o masoquista, cuando no absen-
hombres, sin quedar derribado como tista (los dioses viven en el empíreo,
los que no tienen esperanza en Dios, ociosos y despreocupados de los huma-
y alegrarse, en cambio, y aprovechar la nos), frente a un Dios preocupado por el
ocasión que se nos ofrece de alcanzar destino de su creatura, pero al que no
el premio de esta vida y de la fe de la libera ni lo protege de manera “mágica”
mano del juez, si damos pruebas mani- de su condición humana. Por eso el Dios
fiestas de nuestra fe con viril fortaleza y cristiano es Dios de la vida, y no de la

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 83-86 85


El cristianismo primitivo
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
ante las epidemias

muerte, y no cuida solo de los “suyos”, “En cambio, entre los paganos fue al
sino que hace salir el sol sobre justos e contrario: incluso apartaban a los que
injustos. empezaban a enfermar y rehuían has-
De aquí la importancia de asumir ta a los más queridos, y arrojaban a
nuestra común condición humana, de la moribundos a las calles y cadáveres in-
que no nos “salva” Dios por el hecho de sepultos a la basura, intentando evitar
ser creyentes, como dirá Cipriano de el contagio y la compañía de la muer-
Cartago: te, empeño nada fácil hasta para los
que ponían más ingenio en esquivar-
“Pues, ¿qué no tenemos de común
la” (EUSEBIO DE CESAREA, Historia
con los demás hombres en este
eclesiástica VII,22,10),
mundo, cuando hasta somos de la
misma carne que los demás, según la La actitud predominante en la comu-
ley del nacimiento natural? Mientras nidad cristiana fue el acompañamiento,
estamos en este siglo, tenemos el el cuidado y la atención de aquellas per-
mismo cuerpo que los otros hombres; sonas más necesitadas de ayuda, aunque
solo nos diferenciamos por el espíritu. esto supusiera para muchos de ellos el
Por tanto, hasta que este cuerpo contagio o incluso la muerte:
corruptible se vista de la incorrupción,
“En todo caso, la mayoría de nuestros
y esta carne mortal reciba el goce de
hermanos, por exceso de su amor y de
la inmortalidad, y el Espíritu nos con-
su afecto fraterno, olvidándose de sí
duzca a Dios Padre, todas las incomo-
mismos y unidos unos con otros, visi-
didades del cuerpo nos son comunes
taban sin precaución a los enfermos,
con los demás hombres… Y nosotros
les servían con abundancia, los cuida-
sufrimos como los demás dolores de
ban en Cristo y hasta morían conten-
ojos, fiebres y las indisposiciones de
tísimos con ellos, contagiados por el
todos los miembros mientras aguan-
mal de los otros, atrayendo sobre sí
tamos en este mundo el peso de la
la enfermedad del prójimo y asumien-
misma carne”, De mortalitate 5.
do voluntariamente sus dolores. Y
Pero las comunidades cristianas no se muchos que curaron y fortalecieron a
contentaron solo con propuestas de otros, murieron ellos, trasladando a sí
carácter personal o teórico, sino que mismos la muerte de aquellos y convir-
plantearon en tercer lugar una intensa tiendo entonces en realidad el dicho
red de solidaridad: popular, que siempre parecía de mera
cortesía: ‘Despidiéndose de ellos hu-
a) Antes de la epidemia: con un in-
mildes servidores” (ib. VII,22,7).
tenso apoyo mutuo, dado que la respues-
ta de las élites sociales y económicas, de Algo especialmente notable entre los
las que dependía un elevado número de miembros más comprometidos de la
personas, consistía casi siempre en la hui- comunidad:
da a espacios no contaminados, dejando
a su suerte al resto de la sociedad. “En todo caso, los mejores de nues-
tros hermanos partieron de la vida de
b) Durante la epidemia: frente a la este modo, presbíteros −algunos−,
actitud de muchas familias, que expul- diáconos y laicos, todos muy alaba-
saban a sus miembros afectados por la dos, ya que este género de muerte,
enfermedad, como expresa Dionisio de por la mucha piedad y fe robusta que
Alejandría en una de sus cartas: entraña, en nada parece ser inferior

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SIGNOS DE LOS TIEMPOS Fernando Rivas Rebaque

incluso al martirio. Y así tomaban con te se veían compensadas con creces por
las palmas de sus manos y en sus rega- los beneficios recibidos: no solo merecía
zos los cuerpos de los santos, les lim- la pena, sino que además esta red de
piaban los ojos, cerraban sus bocas y, ayuda mutua permitió la supervivencia
aferrándose a ellos y abrazándolos, de un mayor número de cristianos que de
después de lavarlos y envolverlos en miembros de otros grupos sociales o reli-
sudarios, se los llevaban a hombros y giosos (beneficios demográficos).
los enterraban. Poco después recibían En tercer lugar, para la propia institu-
ellos esto mismo, pues siempre los que ción eclesial, que vio reconocida su tarea
quedaban seguían los pasos de quie- caritativa con nuevas incorporaciones en
nes les precedieron” (ib. VII,22,8-9). sus filas, pues sin duda este fue uno de
los medios evangelizadores de mayor
c) Después de la epidemia, median- calado en este tiempo.
te la ayuda económica, tan necesaria en En cuarto lugar, en el ámbito teológi-
estos momentos, donde las familias ha- co, porque marcaba la diferencia entre el
bían quedado empobrecidas y las insti- modelo “pagano” de enfrentarse a la
tuciones de beneficencia tanto cívicas epidemia (culpabilizador y buscando un
como imperiales eran o inexistentes o chivo expiatorio) y el modelo “cristiano”
con muy poca incidencia real, como ve- de hacerlo, donde la epidemia no era
mos en la obra Sobre las buenas obras y vista como un castigo de Dios, sino una
la beneficencia de Cipriano de Cartago, prueba; y la conducta creyente no consis-
compuesta justo al acabar la epidemia. tía en la búsqueda de soluciones mágicas
o exclusivas para cristianos, sino en asu-
mir nuestra común condición humana y
Conclusiones poner todos los dones recibidos por el
Creador para el cuidado de nuestro pró-
El coste económico, humano e institu- jimo, especialmente el más necesitado.
cional por este planteamiento tan nove- Por eso, aunque pueda parecer muy
doso ante las epidemias fue sin duda “cristiano” hablar de la epidemia como
terrible para las comunidades cristianas, “castigo de Dios”, en realidad es regre-
y más si lo sumamos a la persecución sar al estadio pagano de vivir la epide-
precedente, pero a pesar de todo, el mia, y plantear que el Dios cristiano pro-
resultado no pudo ser más beneficioso: tege de manera especial o exclusiva a sus
en primer lugar, este modelo de persona- fieles de la epidemia, dejando a los
lidad tan resiliente se mostró tremenda- demás a su suerte, supone no solo una
mente eficaz para soportar todas las traición a nuestra común condición huma-
dificultades, lo que le ofrecía una ventaja na, con la que fuimos creados y asumió el
cualitativa para futuros desafíos (de propio Jesucristo con su encarnación,
ámbito exterior e interior). sino sobre todo y especialmente, reducir
En segundo lugar, el comportamiento al Dios universal y misericordioso a un
ante las epidemias fue beneficioso para vulgar ídolo local, obligado a cumplir los
los propios miembros de la comunidad, deseos de sus creaturas mediante ritua-
que experimentaron cómo las obligacio- les más cercanos a la magia y la supersti-
nes de pertenecer a un grupo tan exigen- ción que a la experiencia creyente.

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88
IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 89-98 Viva
ISSN. 0210-1114

Y cuando todo esto pase,


SIGNOS nosotros seguiremos aquí
DE LOS
TIEMPOS
Rafael Carriegas. Gerente de la Fundación Miranda de Barakaldo.

nicio esta reflexión exponiendo cuatro planteamientos básicos

I que, bajo mi prisma, resultan imprescindibles para comprender


cuál es la manera de abordar los cuidados desde una institu-
ción solidaria, humanista, centenaria e innovadora como la Funda-
ción Miranda de Barakaldo, y cómo esa visión y planteamiento
nos ha permitido abordar la gestión de la crisis provocada por la
pandemia del COVID19.

Nosotros cuidamos

Aunque pueda parecer una afirmación de perogrullo, debo


indicar que en los centros de atención a personas dependientes,
enfermas, vulnerables, la mayoría de ellas de edad muy avanzada,
nos dedicamos en cuerpo y alma a cuidar a personas en una etapa
crítica en sus vidas, la etapa final.
Nos dedicamos a cuidar. No nos dedicamos a curar.
A curar se dedican los profesionales sanitarios en los centros
de atención sanitaria públicos o privados.
Nosotros cuidamos. Nosotros no curamos.
Y para ofrecer cuidados integrales y excelentes, qué duda
cabe, contamos con magníficos profesionales sanitarios cuya

89
Y cuando todo esto pase,
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
nosotros seguiremos aquí

labor incide directamente en la salud de Las “personas mayores” no existen


cada persona.
Contamos con médicos, enfermeros, Como quiera que nadie se atreve a
psicólogos, fisioterapeutas, auxiliares. definir con un mínimo de rigor qué es y
La pandemia del COVID19 ha abierto qué significa ser “persona mayor”, en
un debate en la sociedad en el que pare- qué rangos de edad se sitúa en concreto
ce reprocharse a los centros de atención eso de ser “persona mayor” y a pesar de
a personas su insuficiente dotación y que es muy común hablar con total natu-
vocación sanitaria. ralidad de las “personas mayores” o,
Nosotros cuidamos. Y cuidamos con peor todavía, de “nuestros mayores”, en
calidad, con estrategias de innovación la Fundación Miranda afirmamos con
asistencial, con humanidad, con profesio- rotundidad que las “personas mayores”
nales cualificados, con atención persona- no existen.
lizada, con nuevas tecnologías y con la Existen las personas. Es por eso que
garantía de la preservación de la digni- nosotros cuidamos a personas.
dad de cada ser humano. Es cierto –no deseo caer en el absur-
Nosotros cuidamos a personas como do teórico- que la edad orienta y resulta
personas. determinante para algunas cuestiones,
Y contamos con los mecanismos sani- pero no es menos cierto que lo que de
tarios que nos ayudan a cumplir con verdad aporta luz al cuidado de una per-
nuestros ambiciosos compromisos, pero sona es su propia singularidad, su especi-
no somos hospitales ni pretendemos ficidad y su intransferible unicidad.
serlo. O dicho de manera más clara, nos Cuidamos a personas de 66 años con
negamos en redondo a ser hospitales. gravísimas patologías mentales o cogniti-
¡Hacemos cosas diferentes! Sin duda vas o que precisan sillas de ruedas para
complementarias. Abordamos aspectos desplazarse, y también cuidamos a per-
distintos que, indudablemente, afectan a sonas con 102 años que son prácticamen-
la integralidad de las personas afectadas. te autónomas.
Hay quien defiende -en este momen- Son personas. Ni más ni menos que
to parecen ser legión- que ser anciano, personas.
frágil y vulnerable es una enfermedad ¿Qué valor nos aporta el adjetivo
que debe ser tratada sanitariamente, “mayor” a la hora de abordar sus cuida-
pero nosotros no coincidimos con ese dos?
planteamiento. Lo que realmente aporta valor es
Pensamos que las enfermedades afrontar su cuidado desde el respeto a su
deben ser atendidas sanitariamente, singularidad y disponer de una estrategia
pero que la persona, una vez evaluada y que permita cuidar a cada cual en función
diagnosticada su patología concreta y la de las necesidades reales que precise.
magnitud de la misma, debe o bien cui-
darse por sí misma, o bien contar con No existen las residencias
familiares o cercanos que le ayuden a
cuidarse, o bien recurrir a especialistas Hace muchísimos años que quedó
en cuidados que le atiendan con humani- atrás no solo el término sino la propia
dad, con recursos y con dignidad. identidad de la palabra asilo.
En este último grupo se incardina la Asilar, significa cobijar, amparar, soco-
labor de la Fundación Miranda de Barakal- rrer, refugiar y eso era precisamente lo
do. que se hacía con aquellas personas, nor-

90 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 89-98


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Rafael Carriegas

malmente muy desamparadas -hoy diría- de neuropsiquiatría, la de psicogeriatría


mos en exclusión social- que acudían por o la de fragilidad y resulta imprescindible
un plato caliente y una cama a pasar los que todo el mundo comprenda que, al
últimos años de su vida a un “asilo” nor- igual que en los hospitales, en cada una
malmente bajo la tutela de órdenes reli- de esas áreas se practican cuidados espe-
giosas. cíficos y diferentes.
Posteriormente, en la segunda mitad No por ser “mayores” deben cuidarse
del siglo XX, ante la evidente mejoría de a estas personas con el modelo de “café
las coberturas sociales y, en concreto, para todos”, al contrario, como son –
con la creación de la pensión por jubila- precisamente - personas, deben ser tra-
ción, los asilos se fueron transformando tadas de manera individualizada.
en “residencias” a las que las personas La Fundación Miranda está organiza-
acudían por su propio pie y decisión, y da en 10 diferentes unidades de depen-
normalmente en un buen estado de dencia avanzada que atienden a perso-
salud, a pasar la última etapa de sus vidas nas con perfiles homogéneos, y en ningu-
en entornos cercanos, cómodos y ama- na de ellas el factor clave diferenciador
bles. Acudían a residir en condiciones es tener una edad u otra.
cuasi hoteleras sus últimos 15, 20 o más No existen las residencias. Existen los
años, acudiendo a este tipo de centros centros especializados de cuidados. Es lo
por motivaciones tales como la soledad, que demandamos los ciudadanos, lo que
la viudedad o la sociabilidad. demanda la sociedad moderna.
Hoy debemos afirmar que no existen
las residencias. Tenemos un grave problema:
Existimos, la Fundación Miranda lo es, Para la sociedad actual las
los centros especializados de atención y personas mayores no valen nada.
cuidados a personas dependientes,
enfermas y vulnerables que, sí, efectiva- Eliminemos el artificio y el maquillaje
mente, atienden / atendemos a personas de las palabras rimbombantes de las
que en su mayoría tienen una edad avan- arengas políticas, la grandilocuencia de
zada. los tertulianos y “expertos” o la crudeza
Pero no las cuidamos “en general” de los titulares, normalmente excesivos,
por ser mayores, sino que las cuidamos de los medios de comunicación y nos
“en particular” por ser personas indivi- quedaremos con la realidad. La pura rea-
duales y tras evaluar de manera específi- lidad.
ca cuál es su historia de vida (lo bueno y El Papa Francisco en innumerables
lo no tan bueno), sus necesidades, su ocasiones ha afirmado que la sociedad
entorno familiar, sus patologías concre- actual trata a los mayores como “material
tas, sus deseos, sus potencialidades y de descarte”
también sus carencias. Además, en este mismo sentido en la
Así como en un hospital existen dife- “Exhortación apostólica Evangelii Gau-
rentes zonas de asistencia sanitaria, trau- dium”, concretamente en el apartado
matología, pediatría u oncología, por “La inclusión social de los pobres”, el
poner un ejemplo, y todo el mundo Papa Francisco nos dice:
entiende y comprende que en cada una “210. Es indispensable prestar aten-
de esas diferentes áreas se practican ción para estar cerca de nuevas formas
diferentes asistencias, en la Fundación de pobreza y fragilidad donde estamos
Miranda existen, entre otras, la unidad llamados a reconocer a Cristo sufriente,

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 89-98 91


Y cuando todo esto pase,
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
nosotros seguiremos aquí

aunque eso aparentemente no nos tan solidario como actual proyecto fun-
aporte beneficios tangibles e inmedia- dacional.
tos: los sin techo, los tóxico dependien-
tes, los refugiados, los pueblos indíge- El confinamiento
nas, los ancianos cada vez más solos y
abandonados, etc.” Y de repente llegó un inesperado tor-
Decía más arriba que hay quien trata la bellino.
vejez como una enfermedad y eso supo- Un torbellino del que no se podía
ne un desenfoque muy importante, pero escapar. Todos hicimos esfuerzos por
debemos enfatizar que el mismísimo Papa nadar, por remar, por empujar, para evi-
Francisco sitúa, con manifiesto afán críti- tar que nos tragara, que nos llevara a su
co y con toda la voluntad de revertir la interior, que nos ahogara, pero con la
situación, a la vejez dentro del apartado velocidad con la que repasamos nuestra
de la inclusión social de los pobres y, por vida antes de quedarnos dormidos, y sin
si fuera poco, indica que están solos y saber por qué, sin que nadie nos educara
abandonados. Esas palabras nos deben para ello, nos encontramos sorprenden-
hacer reflexionar y suponen la prueba del temente envasados al vacío.
nueve de que hoy por hoy, desgraciada- Al vacío.
mente, y aceptando que esta es una afir- Inmóviles, atrapados, aturdidos, en
mación que puede estar sujeta a diferen- peligro...
tes matizaciones, las personas mayores Y llegaron a nosotros palabras nuevas
no valen nada en la sociedad actual. que marcaron el devenir de nuestras
A veces a las palabras las carga el dia- vidas: coronavirus, COVID19, confina-
blo, no se entendería de otro modo que miento, mascarilla, hidroalcohol, distan-
la noble e imprescindible acción de soli- cia social...
daridad intergeneracional que supone Recuperados del inesperado impacto
que las personas de cierta edad dispon- inicial y a pesar de las ínfimas posibilida-
gan de una retribución que les permita des de movimiento que permite estar
vivir con dignidad en la última etapa de literalmente envasado al vacío, nos levan-
sus vidas se denomine habitualmente por tamos y nos pusimos manos a la obra
los “expertos” como “la carga de las para recomponernos, reinventarnos y
pensiones”. conseguir una vez más en los 110 años de
Debemos preguntarnos por qué la vida de la Fundación Miranda adaptarnos
sanidad – curar - es universal y cuidar a a las circunstancias que cada momento
personas dependientes, enfermas, frági- histórico ha exigido para cumplir su irre-
les, vulnerables y de avanzada edad en el nunciable compromiso fundacional. Cui-
momento final de sus vidas no lo es -no dar a personas y hacerlo con dignidad,
desgranaré en este artículo los grados humanidad y especialización.
financiables o las largas listas de espera o Llegan las primeras noticias, las pri-
los grandes “agujeros negros” de las nor- meras medidas y se determinan las pri-
mativas públicas-. meras prioridades.
Navegando en estos procelosos ¡¡Agua!!
mares, manifiestos preámbulos de Nadie de entre todos los integrantes
imprescindibles grandes cambios que de los infinitos sanedrines que componen
lograran la dignificación de los cuidados los órganos de gobierno de las adminis-
a las personas, la Fundación Miranda traciones públicas -todos con nombres
miraba al futuro comprometida con su rimbombantes, omnicomprensivos y

92 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 89-98


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Rafael Carriegas

sociales de necesidad- en ninguna de las peor manera posible, que sus hijos, fami-
apariciones públicas para ordenar la liares y amigos hayan dejado de visitar-
situación que ellos mismos habían deter- les: “¿Qué he hecho mal?”
minado aparece en ningún momento No hay palabras de explicación o con-
palabra o instrucción alguna relativa suelo.
¡¡¡precisamente!!! a los más frágiles de Si difícil es confinar a una persona
entre los frágiles y a los más vulnerables sana, imagínense lo que es confinar a una
de entre los vulnerables. persona dependiente y muy frágil en una
habitación compartida con un desconoci-
• Como quiera que lo importante es
do y en la que ambos padecen enferme-
“curar”, mientras que “cuidar” es
dades muy graves (debe recordarse, aun-
una dedicación menor, intrascen-
que parezca mentira, que el resto de las
dente y que cualquiera sabe hacer,
enfermedades, es decir, todas las enfer-
se establecen medidas para los hos-
medades conocidas hasta ese momento
pitales. (No vaya a ser que se colap-
siguen inexorablemente su curso)
sen con esta extraña “gripe”)
Son personas con gravísimos padeci-
• Como quiera que las personas mayo-
mientos que de manera obvia e inequívo-
res no valen nada y a nadie le impor-
ca están viviendo sus últimos momentos
tan, pues nada hay que orquestar
de vida.
sobre ellas. Al hacer la lista de tareas
Si no fuera así, estarían alegremente
salen un montón de colectivos (y
en sus casas.
colectivas) pero por ningún lugar
Si el aislamiento social pasa factura a
aparece renglón o instrucción alguna
toda la población, ¿qué se puede esperar
sobre los ancianos (ojo, y además ¡ya
de un cruelísimo aislamiento a personas
han vivido bastante!).
enfermas, vulnerables y totalmente des-
• Como quiera que en las “residencias
orientadas?
de mayores” los “abuelitos” están
¿Nadie reparó en que la relación social
muy entretenidos tomando chocola-
es necesaria para cualquier persona, pero
te los domingos y jugando a la bris-
imprescindible para éstas?
ca, pues poco interés tiene que se
¡Qué sencillo es diseñar el aislamiento
regule su idílico paso por este valle
total de una persona!, pero ¿es tan senci-
de lágrimas.
llo hacerlo para personas con gravísimos
¡Quia! A otra cosa. trastornos psiquiátricos o profunda
La situación que se vive en los centros enfermedad de Alzheimer?
especializados de atención y cuidados a ¿Qué significa comer solo en su habi-
personas dependientes, enfermas, vulne- tación a quien ya no recuerda ni lo que es
rables y frágiles es terrible. tragar?
La sociedad les da la espalda una vez ¡Por Dios, que no son material de des-
más. Quizás, por ser más exacto, la socie- carte! Solo son personas. Personas vulne-
dad les da la espalda, como siempre. rables. Precisamente los más vulnerables.
El confinamiento es imposible. Es La administración pública somete a un
cruel. Cuidamos a personas que no crudelísimo confinamiento a las personas
entienden nada en absoluto de lo que que viven en nuestros centros. Amplía la
está pasando. No entienden ni las noti- limitación/reducción de libertades muy
cias de los periódicos ni los disparates de por encima de las aplicadas al resto de
los incalificables programas de televisión. personas de idéntica edad pero no insti-
No entienden o lo entienden de la tucionalizados.

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 89-98 93


Y cuando todo esto pase,
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
nosotros seguiremos aquí

El foco de la atención mediática y asis- Y a las ocho de la tarde aplaudimos a


tencial se pone en las semanas iniciales los sanitarios. ¡Viva México!
en los hospitales y se inicia una veloz y El Presidente de la Fundación Miran-
voraz carrera de datos para conocer el da en una declaración institucional pre-
número de muertos por barrios, pueblos, sentada al Patronato de la entidad en el
ciudades, provincias y para completar el intensísimo mes de abril de 2020 afirmó
mapa, a nivel mundial. lo siguiente:
Nadie se acuerda de las personas que “Quiero (…) dedicar mi primera pala-
viven en los centros de mayores. bra a los profesionales que trabajan en la
En plena paranoia y con motivo de Fundación Miranda. Todos mis senti-
unas declaraciones públicas de un man- mientos solo pueden ser de agradeci-
datario público, los centros de cuidados miento para ellos. Su categoría profesio-
a personas mayores pasan de invisibles a nal, dedicación, entrega, cariño y voca-
visibles. De humildes secundarios pasan, ción los hacen dignos de admiración.
por arte de birlibirloque, a protagonistas Están dispuestos a entregar su propia
estrella. Son carnaza. Son noticia. vida, para salvar la de los demás; y cada
Un alto cargo vino a exponer pública- vida humana –lo sabemos bien- es un
mente que tal era la incidencia de la tesoro inapreciable. Para todos ellos mi,
enfermedad que alguien había detectado nuestro, agradecimiento infinito”.
en una visita a “una residencia” que no se
retiraban de la misma a las personas falle- La solidaridad
cidas y que, por tanto, “convivían” con
los vivos. Las élites públicas continuaban dic-
Desde ese momento, la sociedad gira tando instrucciones la mayor de las veces
el foco y lo centra en los centros de cui- contradictorias unas de otras o incom-
dados, escrutando con detalle diario el prensibles o inaplicables.
número de fallecimientos, fuera lo que Tras varias semanas pregonando que
fuera lo que provocara el mismo, ¡lo las mascarillas no eran útiles para preve-
importante es la candente actualidad y la nir el contagio del coronavirus, de repen-
inmediatez informativa! (lo de veraz, lo te alguien pensó que sería bueno obligar
dejamos para mejor ocasión) a todo el mundo a usarla. Quizás no
Esta presión informativa consigue que reparó en que no había existencias en el
la angustia se apodere de las personas mercado.
que viven en los centros de mayores y Esa situación de desconcierto creó de
que se multiplique la misma en unas fami- manera natural, innata y pura en la socie-
lias que sufren en su propia carne su pro- dad un sentimiento de solidaridad con
pio confinamiento y escuchan atónitos aquellos que más estaban padeciendo, y
que sus familiares viven los últimos era la propia sociedad la que respondía a
momentos de su vida en lugares coman- las insostenibles instrucciones de la admi-
dados por canallas, atendidos por misera- nistración pública: miles de personas se
bles (suponiendo que hubiera alguno, las arreglaron para elaborar mascarillas
porque es manifiesto que ¡no hay perso- con sábanas, pañuelos o cortinas y rau-
nal!), en los que la práctica habitual es dos, corrían a regalarlas a los hospitales o
“dejar morir” a las personas sin pestañear los centros de mayores. Las empresas –
y sin ética conocida y en los que el escaso las pocas que podían usar sus líneas de
personal sanitario que existe es manifies- producción– dieron prioridad a fabricar
tamente incompetente, inmoral y ruin. buzos, guantes, máscaras o cualquier
prenda o utensilio que fuera preciso para

94 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 89-98


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Rafael Carriegas

proteger a los más frágiles de la enfer- mejor, no podremos cantar felices. En el


medad. clima de encierro, en el que no pode-
La Fundación Miranda recibió innume- mos tener contacto con los hermanos,
rables muestras de solidaridad que difí- los amigos, los hijos, estamos descu-
cilmente se pueden agradecer todas y briendo la importancia del otro en la
cada una, pero sirvan estas líneas para vida.”
poner en valor el enorme esfuerzo de un
montón de gente en procurar ayudar a La mejor sanidad del mundo
los demás en esas dificilísimas fechas.
España es un país muy dado al super-
El Presidente de la Fundación Miran- lativo, tanto de lo bueno como de lo
da en la declaración institucional presen- malo.
tada al Patronato anteriormente mencio- Al mismo tiempo somos “el mejor
nada, también afirmó lo siguiente: país del mundo”, como “el de mayor fra-
“Qué decir de la solidaridad de algu- caso escolar”, o, por poner otro ejemplo,
nos patronos o de personas anónimas somos el país con el “mayor número de
para con nuestra entidad. ¿Existen pala- donantes de órganos” y al mismo tiem-
bras para agradecer suficientemente la po, somos “los más irresponsables del
misma? Creo que no. No ha sido una mundo”, u otro más “España es el lugar
solidaridad de escaparate. Ha sido una con mejor calidad de vida del mundo” y
solidaridad de vida o muerte. Cada mas- también “el país con mayor desempleo
carilla, cada guante, cada bata, cada de Europa”. En fin, somos así.
gorro o cada máscara han servido para España tiene un tesoro en una sani-
que un quijote fuera a cumplir su come- dad que tiene un compromiso irrenuncia-
tido con medidas de protección para su ble: su universalidad.
vida y la de los demás. No parece poca
No obstante, la pandemia producida
cosa. No sé si esa solidaridad se ha
tomado con otras entidades, pero
por la transmisión de la COVID19 parecía
desde luego se ha hecho con nuestra una prueba de fuego para la afamada,
centenaria entidad y especialmente reputada y prestigiosa, pero quizás
cuando más falta hacía, cuando ni siquie- superlativizada, sanidad pública españo-
ra la administración pública era capaz la.
de hacerlo. Mil veces gracias. (…) Pero si buena es la sanidad española,
A lo largo de estos días, como otros no hay palabras para describir la sanidad
muchos ciudadanos, he tenido entre mis vasca. Es algo desconocido, única en el
manos esa gran obra de Albert Camus mundo, es infalible, perfecta e imposible
titulada “La peste”. He encontrado un de mejorar. Es vasca.
pasaje que dice textualmente: “¿Qué se No me detendré en la falta de mate-
aprende durante la peste? Que hay en rial o de personal. Tampoco en los eleva-
las personas más cosas dignas de admi- dísimos y sorprendentes números de
ración que de desprecio”. Efectivamen- bajas laborales y su errática sustitución.
te, hemos visto tantos gestos de solida- Tampoco en los años que nuestro país ha
ridad que hacen que tengamos esperan- exportado miles de profesionales a otros
za. Solo una fraternidad universal, la países, mientras la merma en la atención
conciencia de una solidaridad humana, se hacía visible en nuestro modelo. Tam-
podrá hacer mejor esta sociedad, resol- poco me detendré en la manifiesta des-
ver la injusticia y la desigualdad. Si coordinación y desorganización más pro-
somos indiferentes o egoístas, si no
pia de cualquiera de las películas de los
somos solidarios y generosos con los
demás, no podremos vivir en un mundo
Hermanos Marx, aunque este asunto

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 89-98 95


Y cuando todo esto pase,
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
nosotros seguiremos aquí

concreto, ciertamente, no hacía ninguna una tragedia no solo sanitaria, sino tam-
gracia bién económica, y sobre todo humana,
Me detendré muy brevemente en lo que urge remediar rápidamente.”
humano.
Que hay héroes es evidente, que la Zonas de aislamiento especial
inmensa mayoría de las personas concre-
tas han obrado como auténticos héroes En la Fundación Miranda hemos teni-
es manifiesto y demostrable y también do un buen número de personas conta-
que no hay aplauso ni paga extra que lo giadas por coronavirus a lo largo de esta
compense, pero ¿cuál ha sido la actua- pandemia, que en el momento de escri-
ción en demasiados casos? bir estas líneas, sigue plenamente activa.
Lo he indicado ya demasiadas y repe- La Administración de la Comunidad
tidas veces: “las personas mayores no Foral propuso que todas las personas
valen nada en la sociedad actual” contagiadas institucionalizadas en cen-
En la Fundación Miranda solemos tros de cuidados fueran trasladas a dos
decir que “no hay que morir bien”, sino centros específicos en los que agrupar-
que “hay que vivir bien hasta el momento las. Obviamente, las más afectadas o
final”. En la pandemia provocada por el graves serían atendidas en los hospitales,
coronavirus el momento final les ha llega- pero las asintomáticas, las leves o las
do anticipadamente a muchas personas convalecientes que debían pasar la cua-
por el mero hecho de tener una edad rentena debían ser agrupadas en esos
avanzada, de tener otras patologías, de centros específicos.
ser mayores… ¡Quia, ya han vivido bas- La Fundación Miranda muy respetuo-
tante! samente se negó en rotundo a semejante
Otros han tenido prioridad. Ni más ni proceder.
menos. Qué tristeza. No nos parecía ético que aquella per-
El Presidente de la Fundación Miran- sona que ha decidido pasar su última
da en la ya mencionada declaración insti- etapa vital en un lugar concreto, un lugar
tucional del mes de abril de 2020 tam- que considera su casa, un lugar en el que
bién afirmó lo siguiente: se siente cuidada, atendida, en el que
“La emergencia sanitaria del corona- conoce a quienes conocen su historia de
virus con su alarmante capacidad infec- vida, a quienes le cambian el absorbente,
tiva se ha cebado en nuestro país sobre a quienes le duchan, a quienes le dan de
todo con las personas de avanzada comer, a quienes le colocan la dentadura
edad. Los miembros de aquella genera- o la ropa y a quienes ella y su familia han
ción que padecimos la guerra civil confiado sus cuidados, deba ser enviada
hemos sido afectados de manera brutal a un centro donde no conoce a nadie y
por la pandemia. La guerra de entonces donde nadie la conoce a ella, donde su
desembocó en pobreza, desamparo, desorientación es absoluta y donde no va
exilio familiar y explotación, pero todos a recibir cuidado alguno mejor que el que
intentamos vivir nuestra vida hablando pueda recibir en nuestro centro (la cua-
solo con nuestro silencio. Pues bien, esa rentena de una persona con síntomas
generación, llegada a la ancianidad, se leves o inexistentes sencillamente es
ha visto hoy sepultada en esta crisis por permanecer en una habitación).
un ordenamiento social y económico Por ello, establecimos Zonas de aisla-
que la considera improductiva y la trata miento especial en las que preservar la
como material de “descarte”, según la salud de todos los afectados y, lógica-
expresión del Papa Francisco. Ha sido

96 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 89-98


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Rafael Carriegas

mente, del resto no contagiado. Ha llovi- estrategias que permitan estar más cerca
do torrencialmente en todo el globo y conocer mejor a las personas que cui-
terráqueo y, desgraciadamente, han sido das.
muchos aquellos a los que esa lluvia ha
salpicado. El día después
Pero no se debe caer en el señala-
miento o en el sentimiento y mucho Esta crisis está dejando secuelas en
menos en la acusación de culpabilidad. todos los sentidos y a todas las personas.
Todos los afectados, simple y llanamente, Lógicamente y una vez más, las secuelas
son personas enfermas. Nada más. Y son mayores en los más vulnerables y los
nada menos. más débiles. A ellos debemos proteger.
Como enfermos son las personas Proteger sí, pero no anular, borrar o invi-
afectadas por cualquier otra enferme- sibilizar. Son personas. Son importantes.
dad. Son personas enfermas. Repito. Tanto como usted, querido lector, o yo.
El Presidente de la Fundación Miran- Sobre ese proyecto solidario y huma-
da en la ya repetida declaración institu- no han de ponerse las piedras de la
cional del mes de abril de 2020 también reconstrucción.
afirmó lo siguiente: Decía nuestro Presidente en la mil
“No debemos perder la perspectiva veces citada declaración de abril de
de que en nuestro Centro cuidamos a 2020:
230 personas mayores que presentan, “No son pocos los que afirman que
además, enfermedades respiratorias, la terrible crisis padecida puede tener
cardíacas, neurodegenerativas, cáncer u un saldo positivo y de ella salir una
otras de carácter psiquiátrico. A ellas, sociedad mejor en la que predomine el
hayan adquirido o no el COVID19, “nosotros”, aquello que nos ha unifica-
debemos atenderlas con todos nuestros do en el sufrimiento, frente al “yo”. Una
recursos en estos difíciles momentos de sociedad en la que seamos capaces de
zozobra, en lo que todo parece girar sentir otros afectos y de cambiar el indi-
exclusivamente en torno a este dichoso vidualismo por la solidaridad. He leído y
coronavirus.” oído a analistas que parecen confiados
en que el coronavirus transformará la
sociedad, generará un mundo pospan-
Unidades de dependencia avanzada démico más justo, cambiará las priorida-
des de la política y las doctrinas de la
La Fundación Miranda, como he des- economía. Confieso que me encuentro
bastante escéptico ante esas profecías;
crito al inicio de esta carta, está organiza-
temo que dichos analistas se equivo-
da en 10 Unidades de Dependencia quen. Tengo mis dudas de que al “Esta-
Avanzada. Representan el santo y seña do de alarma” suceda el “Estado de
de la especialización, de la optimización epifanía”. Ojalá esa convicción positiva
de los cuidados, de la personalización y no esté inspirada en santa Bárbara, de
de la humanidad. Además, con motivo de la que nos acordamos cuando truena,
la pandemia y sin jamás haberlo previsto, pero a la que olvidamos cuando pasa la
han constituido la mejor fórmula para tormenta. No sé si estoy confundido,
determinar las cohortes y de evitar o al pero me parece que solo en los cuentos
menos mejor controlar el riesgo de con- infantiles los protagonistas aprenden
tagio entre distintas personas. algo del mal. Más bien creo que nuestra
Qué duda cabe que siempre resulta sociedad puede ser mucho mejor o tan
una buena apuesta esforzarse por buscar mala como la que había sido hasta hace

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 89-98 97


Y cuando todo esto pase,
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
nosotros seguiremos aquí

unas semanas. Depende, claro, de si dido algo de esta época horrorosa si


aprendemos algo de lo pasado. (…) sabemos redescubrir y cultivar los
Puesto que la crisis es total, en el auténticos valores de la vida humana: la
sentido de que ha afectado a todo, ten- solidaridad, la amistad, la fraternidad y
drá efectos prolongados y, por tanto, el amor.”
nos fuerza a repensarlo todo, en todas
las esferas. La reconstrucción después Y cuando todo esto pase, nosotros
de una guerra no se hace solo con bue- seguiremos aquí.
nas intenciones ni con empatía. Hace
falta mucho trabajo y un profundo cam- Deseo encabezar este texto con esa
bio de mentalidad. Por eso ahora nos frase y concluir con ella. Son palabras de
corresponde con urgencia imaginar la directora de estrategia asistencial e
cómo podemos contribuir a la recupera- innovación de la Fundación Miranda,
ción de nuestra sociedad, en el ámbito
Celia Gómez, que fueron publicadas en el
de nuestro fin fundacional, nuestro
espectro asistencial y de nuestras capa-
diario El Correo, en el momento más
cidades. (…) duro y crítico del confinamiento, cuando
La conclusión de todo lo dicho es apenas se intuía una luz al final de la
bien clara. Tenemos que desarrollar un oscuridad y que reflejan cual es el alma y
sistema global de solidaridad que haga el comprometido compromiso de la Fun-
nuestro mundo más vivible y menos dación Miranda desde su nacimiento y
cruel. Yo creo que solo habremos apren- ahora que cumple su 110º aniversario.

98 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 89-98


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 99-103
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210-1114

Como si la tierra
SIGNOS se las hubiera tragado
DE LOS
TIEMPOS
Emilia Oliver del Olmo. Facultad de Magisterio y CC de la Educación.
Universidad Católica de Valencia.

l 14 de marzo de 2020 el Gobierno español, con motivo de

E la expansión de la COVID-19 y para hacer frente a la crisis


sanitaria motivada, declaró por segunda vez en la historia de
la democracia el estado de alarma. Apareció como un tiempo que
irrumpía en la cotidianidad, deteniéndola; un tiempo intermedio,
a la espera de poder recuperar la regularidad de nuestra vida. Sin
embargo, mientras unos aprendíamos a asumir las exigencias de
esa situación inesperada, otros seguían viviendo no en un estado
de alarma, sino en un estado de excepción; es decir, no bajo la
restricción del ejercicio de los derechos fundamentales, que es lo
propio del estado de alarma, sino bajo su omisión permanente.
Con la vista puesta más allá, hablábamos de una nueva norma-
lidad que estaba por venir, esperanzados en que apareciera un
tiempo mejor que el que habíamos dejado atrás. A su vez y no
muy lejos, viejas normalidades seguían existiendo con pocas posi-
bilidades de novedad.
Antes de aquella fecha, el relato de la vida de muchas mujeres,
representadas aquí bajo nombres ficticios, era este.
Lorena tiene que pagar 300 euros por ser prostituida en un
polígono industrial. Hace menos de una semana que ha abortado,
pero ya está en la calle de nuevo. Se rompió el preservativo de

99
Como si la tierra
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
se las hubiera tragado

uno de los hombres que habitualmente la Ni las entidades sociales que trabajan en
requerían. Ha sido un aborto químico. Ha contextos de prostitución pudieron saber
sangrado mucho y ha tenido dolores muy de las mujeres con las que solían hablar
fuertes. Está contrariada porque no le a diario. Desaparecieron, como si la tie-
han practicado el aborto de otra manera. rra se las hubiera tragado. Y la tierra no
Los primeros días se toma unas pastillas debería tragarse a nadie o, al menos, no
que dejan sin oxígeno al bebé y, luego, deberíamos aceptar una tierra que traga-
otras para expulsarlo. Le parecen el tipo ra personas.
de pastillas ilegales que toman cuando Poco se pudo averiguar de los proxe-
quieren abortar sin que nadie lo sepa. netas, que seguían enriqueciéndose de
Ana está preocupada por las compa- las mujeres. Si les habían permitido per-
ñeras que solían estar en la rotonda de al manecer en los prostíbulos o en los pisos
lado. Hace un año le destrozaron la cara que ellos regentaban, les cobraban por
a una de ellas y la dejaron moribunda en absolutamente todo, engrosando la deu-
mitad del campo. Sospecha que fueron da. En otros casos, las echaron a la calle,
asesinadas por la red que las explotaba. sin más. De los hombres se supo que, tras
Sabe que nadie va a preguntar por ellas, el miedo inicial a ser contagiados, siguie-
porque es como si hubieran desapareci- ron acudiendo a consumir mujeres, con la
do del mapa cuando salieron de su país. única diferencia de hacerlo más a escon-
Tampoco lo harán sus familias, que desco- didas para evitar las sanciones. Dejaron
nocen desde hace tiempo dónde están. constancia de su nueva normalidad en los
Mirella dice que ninguno de los hom- foros en los que interactúan para com-
bres que le paga se acuerda de su cara. partir sus experiencias en el consumo de
Ella sólo quiere que terminen rápido y prostitución. Según expresaron, estaba
que no sean violentos. Todo lo que ellos suponiendo pagar menos, amenazando a
pueden llegar a serlo ya lo aprendió del las mujeres con que se quedarían sin “tra-
novio que la sacó de su país para explo- bajo” tal y como estaban las cosas; jac-
tarla: la violaba cada noche; la golpeaba tarse de que el mercado se renovaría con
a diario; le hacía comerse billetes para re- mujeres nuevas venidas de cualquier sitio
cordarle que él era el dueño del dinero para sobrevivir; pagarles con un bocadillo
que ella ganaba; la obligaba a introducir- a cambio de cualquier práctica sexual que
se una esponja en los genitales durante ellos desearan.
los días de la menstruación y así poder En los medios de comunicación en los
seguir estando con hombres. que se habló de la prostitución se hizo, en
Durante el confinamiento supimos el mejor de los casos, con poco acierto.
acordarnos de aquellos a quienes la si- Se reclamaron derechos laborales para
tuación apretaba aún más los límites en quienes consideran “trabajadoras se-
los que ya vivían. Se despertó la voluntad xuales”, sin hacer una reflexión profunda
de aproximarnos para asistirlos, ayudar- sobre la diferencia entre trabajo y explo-
los o denunciar su situación en el deba- tación, entre derechos civiles y derechos
te público y social. Sin embargo, hubo humanos, o entre libre elección y consen-
realidades de las que apenas se habló o timiento. Se habló con desconocimiento
sólo se hizo en sectores con una sensibi- del sistema prostitucional, recurriendo a
lidad muy concreta. La prostitución fue un lenguaje cosificante, normalizando la
una de ellas. La dificultad para saber qué violencia y convirtiendo el deseo de los
estaba sucediendo fue enorme, y volvió hombres en un derecho que hemos de
a constatar la oscuridad de ese mundo. satisfacer las mujeres. Se volvió a poner

100 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 99-103


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Emilia Oliver del Olmo

el foco de atención en nosotras y se exi- que estamos llamados de manera indivi-


mió, una vez más, a los hombres de su dual, como creyentes y como humanidad
responsabilidad. (Nuño, de Miguel y Fernández, 2017).
Por su parte, la Administración esta- La situación que estamos viviendo nos
bleció medidas para las mujeres víctimas ha devuelto, de algún modo, a nuestro
de violencia, olvidando las especificida- mundo interior, empujándonos a com-
des de esta histórica forma de agresión partir el impacto que está provocando
extrema. Sin embargo, no se puso ningún en cada cual. Sería oportuno reflexionar
empeño en el cierre de los prostíbulos, sobre si además nos está sirviendo para
dados de alta como locales de ocio, ni se ir más allá de nosotros y de lo que sen-
planteó un programa que ofreciera alter- timos, pues en esa interioridad también
nativas para las mujeres que son prosti- habitan los sentimientos morales: emo-
tuidas. Menos aún se aprovechó para mo- ciones que nos conducen sobre el males-
dificar las leyes haciéndolas más justas y tar de los otros y nos hacen desear corre-
más igualitarias. girlo (Fassin, 2016). Suponen una energía
Hay fechas que abren espacios (Agam- esencial de las políticas contemporáneas,
ben, 2004), y aquel 14 de marzo de 2020 ya que nutren los discursos y legitiman
fue una de ellas. Supuso un lugar de acon- las prácticas, especialmente cuando es-
tecimiento, en el sentido de que abrió tas se dirigen a los desposeídos y a los
posibilidades para repensar nuestros mo- dominados. Sin embargo, respecto a al-
dos de vivir e interrogar nuestro presen- gunas realidades parece que vivimos en
te. Sin embargo, a lo mejor no supimos una permanente “fatiga compasional”,
aprovechar todo lo que nos brindaba. Al es decir, una usura de sentimientos mora-
día siguiente del levantamiento del confi- les que se convierten en indiferencia, en
namiento, dentro de esa nueva normali- el mejor de los casos (Fassin, 2016, p.9).
dad que todos esperábamos, en las calles La relación entre compasión y vida públi-
volvieron a aparecer mujeres convertidas ca tiene especial relevancia (Nussbaum,
por los hombres en mercancía. 2001, p. 401), puesto que cada vida, ade-
más de un acontecimiento privado, es un
La prostitución sigue siendo un mun-
acto político. A través de ella construi-
do lejano para la mayoría, a pesar de
mos, simbolizamos, afianzamos o cambia-
que, según las estadísticas, nuestros pa-
mos realidades. Visto así, la compasión
dres, nuestros hijos, nuestros maridos,
no es tan sólo un sentimiento particular o
nuestros hermanos fácilmente podrían
propio, sino que trasciende nuestros en-
ser consumidores de prostitución. Tam-
tornos más próximos para convertirse en
bién nosotras, como mujeres, podríamos
una emoción fundadora de la comunidad
ser comercializadas si la vida nos hubiera
humana: “es porque el uno hace del otro
ofrecido algo distinto, a la vista de la na-
otro-yo mismo”, es cuando el infortunio
turalidad con la que se mira a la prosti-
del prójimo no nos es indiferente y nos
tución y se apoya en la legitimación del
produce la indignación moral que nos
deseo masculino. Como sociedad hemos
pone en movimiento para hacerlo cesar.
de preguntarnos por la imagen que he-
mos interiorizado de ella. Nuestro grado El debate respecto a la prostitución
de tolerancia hacia la prostitución define entre las posturas regulacionistas y abo-
nuestro grado de entropía social, y tam- licionista, sin ser nuevo, también ha co-
bién eclesial, en la medida en que acepta- brado fuerza en este escenario. El regu-
mos un nivel de desorden de esas dimen- lacionismo cala fácil entre la población,
siones y un retroceso en la plenitud a la por presentarse bajo una aparente causa

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 99-103 101


Como si la tierra
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
se las hubiera tragado

justa, como es el reconocimiento de de- humanos se han clausurado. La clave no


rechos laborales. Sin embargo, supone está ni puede estar entonces en regulari-
la legalización de la violencia, la norma- zar la “compra” de sexo, al igual que en
lización de la violación, el fortalecimiento el proceso de abolición de la esclavitud,
de pautas patriarcales de desigualdad y donde el objetivo no fue la mejora de las
dominio de los hombres sobre las muje- condiciones de vida de los esclavos sino
res, así como el poder del dinero sobre el reconocimiento de su dignidad. El re-
cualquier vida. Al mismo tiempo, la po- conocimiento de mayores derechos civi-
sición regulacionista resulta incapaz para les o laborales nunca compensa la vulne-
responder a la pregunta con la que Si- ración radical de los derechos humanos
mone Weil (2000) formula el sufrimiento (Sanmartín y Peris, 2020).
que provoca la injusticia: “¿Por qué se me La justicia requiere una sociedad que
hace daño?”. Ese lamento inocente tam- sepa establecer caminos en los que el ge-
bién fue el del Cristo crucificado. Somos mido doloroso de los otros pueda expre-
las personas quienes hemos de vigilar sarse y ser oído por los demás, al igual
que no se les haga daño a otros. Podría que disponer de un sistema de institu-
decirse de manera sintética que preser- ciones capaz de dar una respuesta. A la
var la justicia es impedirnos el daño. Los vista de cómo están las cosas, parece que
argumentos de quienes defienden la re- estamos fallando en casi todo, empezan-
gularización de la prostitución deberían do por el hecho de que nos hemos deja-
ser lo suficientemente contundentes do engullir por el silencio, pues quienes
como para poder responder a quien for- pudiendo hablar no pueden formular y
mula aquella pregunta. quienes pudiendo formular no hablamos.
El consentimiento de las mujeres al El consumidor de prostitución sabe de
que los regulacionistas apelan como esto. Lo primero que busca en una mujer
fuente de legitimidad de la actividad es silenciarla, que ella ya no sea, que se
prostitucional olvida por completo el sen- disuelva en un anonimato que facilite la
tido de la justicia, entendida en el mun- imposición de sus propios deseos mascu-
do griego como consentimiento mutuo. linos. Los demás hemos de tener presen-
Este sólo puede existir cuando la fuerza te que quienes son silenciadas necesitan
de la necesidad es la misma por ambas que se les proporcione palabras para ex-
partes, ya que cuando hay un “fuerte” y presarse. Aunque pudiera parecer que en
un “débil”, el primero ejecuta lo posible este momento eso les es concedido, lo
y el segundo lo acepta. ¿Existe ese equi- estamos haciendo con palabras mal esco-
librio en la prostitución? Podemos decir gidas si somos ajenos a la desgracia que
que la justicia tiene por objeto el ejercicio interpretan.
terrenal de la facultad del consentimien- La pandemia nos está ayudando a salir
to y, por tanto, pasa por una vida que de nuestro autocentramiento y a tocarnos
contenga los móviles que lo posibiliten. como colectividad, pero las mujeres y su
El consentimiento ni se compra ni se ven- dignidad parecen seguir siendo invisibles
de. En una sociedad en la que todo se a los ojos de una sociedad enferma y de
considere mercancía y todo pueda com- sus estructuras patriarcales. Las desigual-
prarse, si hay alguien que pueda pagarlo, dades sociales y de poder se materializan
nada ni nadie quedan a salvo. Además se en la creación de espacios y territorios
amplían ilimitadamente las posibilidades en los que viven las vidas concretas y por
de destrucción de las personas más in- los que campa a sus anchas la injusticia.
defensas, aquellas cuyos lazos y vínculos El estado de alarma ha pasado, pero hay

102 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 99-103


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Emilia Oliver del Olmo

vidas que permanecen en estado de ex- NUÑO, Laura, DE MIGUEL, Ana (dirs.)
cepción. En ellas, como en los campos de y FERNÁNDEZ, Lidia (coord.) (2017):
concentración, la excepcionalidad de la Elementos para una teoría crítica del
vulneración de los derechos fundamen- sistema prostitucional, Granada: Co-
tales se convierte en regla. No podemos mares.
permitir una nueva normalidad en la que NUSSBAUM, Martha C. (2001): Upheav-
esto tenga cabida. als of Thought: The Intelligence of
¿Dónde estáis los hombres de la Iglesia? Emotions, Cambridge: Cambridge
University Press.
Referencias bibliográficas SANMARTÍN, José y PERIS, José A.
(2020): Cuadernos de Filosofía y Cine
AGAMBEN, Giorgio (2004): Estado de 108. El rostro del otro en el cine del
excepción: Homo Sacer II, Valencia: llamado Hollywood clásico y en la ac-
Pretextos. tualidad, Valencia: Universidad Católi-
ca de Valencia San Vicente Mártir.
FASSIN, Didier (2016): La razón humani-
taria. Una historia moral del tiempo WEIL, Simone. (2000): Escritos en Lon-
presente, Buenos Aires: Prometeo. dres y últimas cartas, Madrid: Trota.

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 99-103 103


104
IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 105-108
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210-1114

Experiencia del coronavirus


SIGNOS en un cohousing de mayores
DE LOS
TIEMPOS
Timoteo Cruces Gaitán y Víctor J Gómez Pérez.
Centro residencial convivir. Horcajo de Santiago, Cuenca

l sector de población más afectado por el coronavirus ha

E sido el de los mayores, y sobre todo el que vive en resi-


dencias. Queremos en esta reflexión poner en valor aquellos
aspectos del proyecto de cohousing CONVIVIR que, pensamos,
han sido muy positivos al enfrentarnos con esta epidemia. Ahora
podemos valorar, después de nuestra experiencia, cómo el dise-
ño, la gestión cooperativa y participativa de los cohousing senior
aportan beneficios sociales, económicos, ambientales y de salud.
Es un proyecto libremente decidido por los socios residentes, sin
ningún tipo de condicionantes, a excepción de los sanitarios, para
disfrutar sus años finales de vida de forma agradable, sin mie-
dos sobre el futuro inmediato y sin soledad. La realidad global de
ahora en adelante no será igual, como pasará con el resto de la
sociedad. Entendemos que esto puede dar un vuelco y el resulta-
do depende de las actitudes de las personas y de su participación
comunitaria.

Desarrollo organizativo

Son varios los aspectos que queremos señalar como positivos


de cara a enfrentarnos a la pandemia, especialmente los aspectos
arquitectónicos y la forma de gestión en la cooperativa CONVIVIR

105
Experiencia del coronavirus
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
en un cohousing de mayores

que han facilitado el desarrollo de nues- trabajadoras y tres profesionales autóno-


tra vivencia durante la pandemia. Sin ello mos, ninguna ha sido afectada.
quizás la realidad se hubiera desarrollado Dado que venimos oyendo comen-
de otra forma menos beneficiosa para las tarios interesados sobre si se deben de
personas residentes. medicalizar las residencias, queremos
Como parte de este proyecto CON- afirmar que nuestras viviendas e insta-
VIVIR debemos felicitarnos por la estruc- laciones son para cuidar y dar vida. Los
tura de nuestro centro que diseñamos de servicios médicos deben ser prestados
forma grupal, con sus partes comunes y desde la sanidad pública, en sus ambula-
privativas y que ha demostrado la ver- torios y hospitales, como ciudadanos que
satilidad facilitando el aislamiento en los somos. La medicalización en residencias,
apartamentos, la utilización de forma di- entendida como dotación permanente
versa tanto el comedor como la sala de de instrumentos hospitalarios y bajo di-
atención terapéutica y el tránsito en los rectrices desde un punto de vista clínico
pasillos, como los habitacionales privati- y con objetivos de control de enfermeda-
vos, espacios amplios y luminosos. des, nos parece innecesaria.
Queremos señalar una gestión com- En nuestros centros residenciales de
partida entre el Consejo Rector y la direc- cohousing los residentes tenemos eda-
ción del centro (directora y enfermera), des entre los 60 y 93 años y la centralidad
en la que se han consensuado las decisio- de nuestro estilo vivencial es participar,
nes a tomar según iban pasando los días, tomar decisiones, compartir, combatir la
con la colaboración de voluntarios resi- soledad, seguir nuestro desarrollo como
dentes. Todo bajo la voluntad y las posi- personas, asimilando nuestras enferme-
bilidades físicas de las propias personas. dades, pero sin miedos ni condicionados
El respeto a las normas auto-impuestas y por decisiones de otros. La centralidad
siguiendo las instrucciones de quién en de las conversaciones no son las enfer-
cada momento tenía la responsabilidad, medades ni las deficiencias físicas, sino
dentro de las generales directrices sani- vivir ilusionados el espíritu comunitario
tarias, han propiciado un valor de capital creado. La medicalización de los centros,
social fundamental para la posterior con- al tratar a todos bajo el mismo criterio,
tinuidad de nuestra vida colectiva. anula todo esto. Nos parece que lo que
Entre las medidas tomadas a tiempo necesitan las residencias es VIDA.
por los equipos directivos, la disciplina Hoy en día no podemos hablar solo de
de los residentes en atender las instruc- mayores y tercera edad. Existen la cuarta
ciones cursadas, las instalaciones que y la quinta edad, por lo que la tercera y
han permitido el confinamiento de for- la cuarta necesitan, generalmente apoyos
ma agradable en los apartamentos, las livianos, según se vayan desarrollando las
posibilidades de paseos al aire libre en condiciones físicas de cada persona. Las
la parcela de 27.000 m2 que tenemos, ideas que observamos en parte de nues-
la vigilancia y dedicación de enfermería, tros gobernantes, y en una parte de la so-
la utilización sin aglomeración del co- ciedad, generalmente interesada en los
medor, han hecho posible nuestra bue- negocios residenciales, es seguir aten-
na situación personal y colectiva actual. diendo a los mayores como si no tuvieran
El resultado final, 9 personas residentes nada que decir, como si fueran un proble-
afectadas (una ingresada breve tiempo ma. Se trata a los mayores residentes de
y recuperada; tres con síntomas leves; y convidados de piedra.
cinco asintomáticas), y de las 14 personas Queremos vivir en nuestros aparta-

106 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 105-108


SIGNOS DE LOS TIEMPOS Timoteo Cruces Gaitán y Víctor J Gómez Pérez

mentos como en nuestra casa, que lo es. son nuestros compañeros de este viaje
Se trata de añadir vida a los años “añadi- en el final de la vida, nuestros hermanos,
dos” que nos posibilita la ciencia. Cuando con los que pretendemos vivir juntos y
necesitamos atención médica vamos al con respeto a la individualidad, con eda-
centro de salud y si hace falta tratamiento des que van desde los 60 a los 90 años y
hospitalario seremos derivados al hospi- con experiencias de vida muy diferentes.
tal. Insistimos, como cualquier ciudada- Los que viven en apartamentos individua-
no. No obstante tenemos instalaciones les lo han pasado peor.
de enfermería, por si fuera necesario tra- Tenemos tantas reflexiones como per-
tamiento especial de cualquier residente. sonas residentes en el Centro (57 perso-
nas) pero, por las circunstancias, no las
Vivencias personales expresamos ni las compartimos de forma
colectiva como hubiera sido en las activi-
Lo primero fue asimilar, a nivel indi- dades habituales.
vidual, qué ha podido pasar en nuestro Nos hemos preguntado muchas veces
mundo “civilizado” para que ocurra esto. en estos días, cómo hemos podido vivir
Existen reflexiones de todo tipo. Por cau- en sociedades fuertemente conectadas,
sa del cambio climático, al que no hemos teóricamente socializadas por el trabajo,
prestado la debida atención, por nuestra la vecindad en bloques de viviendas, las
forma de vida - utilización de la movilidad actividades en diversas organizaciones,
individual en lugar de la colectiva, la for- etc. y, al final, vivir de forma inconsciente
ma de consumo que deteriora la calidad una soledad, teóricamente no deseada,
del medio ambiente- que no se adapta en pero que si profundizamos la tenemos
tiempo y forma al ritmo de la naturaleza. siempre.
El confinamiento en nuestros apar- También nos hemos preguntado si
tamentos hace que pensemos de forma merece la pena emplear tiempo y discu-
retrospectiva nuestra historia reciente. siones en planificar de forma grupal pro-
Estamos acostumbrados a las relaciones yectos ilusionantes, pero que tratamos
colectivas, bien por actividades internas de copiar de otras sociedades europeas
o por participación en actos externos, o tan diferentes a la nuestra -tanto en for-
bien por la movilidad que tenemos con mas de vida, normas legales de participa-
salidas de varios días a visitas familiares, ción ciudadana, como en vivencias nacio-
a los viajes del Imserso y excursiones, a nales históricas-, llegando a la conclusión
Madrid para acudir a servicios médicos. de que es imprescindible su adaptación
Esta experiencia de confinamiento hace a nuestro entorno y que la atención a las
que se ponga en valor aquello que tene- necesidades personales cotidianas es lo
mos como nuestras relaciones vivenciales primero en cualquier colectivo humano.
a nivel de pareja, en caso de relaciones Otras reflexiones giran en torno a lo
estables, o cada uno, a nivel individual, socio-político. En una sociedad donde
preguntarnos si sirve para algo aquello lo político está desprestigiado (poder y
que tratamos de llevar a la práctica con corrupción) y lo económico mercantiliza-
los valores que nos han prestado los pen- do, es difícil ver una salida decente que
samientos religiosos o laicos, que dieron se preocupe del último ciudadano de la
en su momento sentido a nuestras vidas. escala social. Las preguntas que nos ha-
Nos cuestionamos también cómo realiza- cemos pueden ser si mi voto vale para
mos el acompañamiento y la solidaridad, algo, si me planteo “votar” a través de
aquí y ahora, con los más cercanos, que mis decisiones económicas o si mi cola-

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 105-108 107


Experiencia del coronavirus
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
en un cohousing de mayores

boración en la sociedad civil, en grupos cohousing en cuanto centros residencia-


políticos o en colectivos ciudadanos, es les autogestinados) tienen la suficiente
condición necesaria para que avancemos capacidad de iniciativa colectiva y no
hacia otro mundo diferente y más solida- necesitan ser tratados como personas in-
rio. Los pensamientos sobre estos temas capacitadas y con necesidad de atención
y otros similares se cotejan con las lectu- especial.
ras personales que el tiempo de confina- La dependencia de las personas viene
miento nos ha facilitado. por sus circunstancias personales de sa-
Una conclusión es que solos e indivi- lud, aunque es de reconocer que a mayor
dualmente no vamos a ninguna parte. Las edad, porcentualmente son más las per-
fuerzas negativas que toda persona tie- sonas que pueden estar en riesgo de pro-
ne, en momentos difíciles, salen a relucir blemas crónicos de salud. Pero nunca la
y se ponen por delante. Es decisión y vo- edad debe de ser la cuestión básica que
luntad de cada uno descodificar nuestra condicione la atención que debemos de
vivencia anterior y elaborar otra dinámica recibir como ciudadanos.
que nos lleve a una situación nueva, más No podemos terminar nuestros co-
humana, más respetuosa con el medio mentarios, sin hacer referencia a los com-
ambiente, más sociable, más relacionada pañeros de otros Centros Residenciales
con los ciclos vitales del planeta. Pensar de Mayores, que han vivido situaciones
como ciudadanos del mundo y vivir en lo similares a la nuestra, en diferentes pun-
local, en la cercanía y con lo necesario. tos de España. Los Milagros y Puerto de
Al final, vienen los propósitos de en- La Luz, en Málaga; Servimayor, en Losar
mienda, y en un futuro no muy lejano, de la Vera; Fuente de la Peña, en Jaén;
dada la edad que tenemos, tendremos Trabensol, en Madrid; La Muralleta, en
que volver a reflexionar colectivamente Tarragona; Profuturo, en Valladolid; Dr.
como hemos puesto en práctica lo redes- August Pi y Sunyer, en Rosas, etc. Nos
cubierto durante la pandemia. coordinamos y compartimos experiencias
Esta experiencia nos reafirma en el a través de HISPACOOP, Confederación
criterio de que los mayores (jóvenes por de Cooperativas de Consumo.
emprendedores y por sus iniciativas de En Horcajo de Santiago, a 10-7-2020.

108 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 105-108


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 109-114
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210-1114

Cultura y… ¿muerte de Dios?


CONTRI Modernidad y religión a partir
BUCIONES de la lectura de Terry Eagleton
Ecos
Rafael Ruiz Andrés. Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones.
Universidad Complutense de Madrid.

l pensador británico Terry Eagleton (n. 1943) acostumbra a

E desacostumbrar. No necesariamente por la originalidad de


las temáticas que aborda, íntimamente ligadas tanto a los
dilemas de nuestras costuras presentes como a cuestiones larga-
mente debatidas en la historia del pensamiento. Eagleton posee,
más bien, un modo de desacostumbrar que nace de la luz parti-
cular y propia que confiere a sus reflexiones, conduciendo al pen-
samiento hasta rincones aún ensombrecidos de temas conocidos.
Quizá, y precisamente, por lo supuestamente conocido de estos
temas.
Esa ha sido mi experiencia a medida que he avanzado en la
lectura de la obra La cultura y la muerte de Dios, libro publicado
en 2014 y editado por Paidós en castellano en 20171. En la citada
obra, Eagleton dialoga con un tema recurrente en la actualidad
intelectual y en la propia evolución de su pensamiento: la relación
entre cultura y factor religioso en ese periodo que denominamos
modernidad y su corolario posmoderno.

1 La obra ha sido traducida al castellano por la editorial Paidós (Terry Eagleton,


La cultura y la muerte de Dios, Paidós, Buenos Aires, 2017). A lo largo del
comentario, utilizaré la versión original de 2014 y señalaré las páginas concretas
entre paréntesis a fin de favorecer su ubicación en el libro.

109
CONTRIBUCIONES Experiencia del coronavirus
Ecos en un cohousing de mayores

De un lado, Eagleton se ubica –de nue- cularmente significativo ha sido el libro


vo– en la estela de filósofos e intelectua- Razón, fe y revolución8, sin olvidar otros
les que en una etapa secular han entor- títulos como Terror Santo, Sobre el mal o
nado su mirada hacia la comprensión del Sobre el sentido de la vida.
derrotero del factor religioso tras la su-
Lo expuesto hasta el momento po-
puesta muerte de Dios. Se une, así pues,
dría conducir al lector a pensar, y no sin
al coro de voces que desde distintos ám-
cierta razón: “¡Otra más!”. Sin embargo,
bitos han coincidido en el debate en tor-
las concomitancias entre el tema de La
no al factor religioso y su potencial actua-
cultura y la muerte de Dios tanto con su
lidad; a destacados pensadores como J.
trayectoria personal como con el derro-
Habermas2, S. Žižek3, G. Agamben4 o S.
tero académico no se agotan en una re-
Critchley5, a quienes explícitamente cita
capitulación de los puntos ya conocidos.
al final de su obra. En este afán, su re-
Al contrario, Eagleton sintetiza ese “ya
flexión logra posicionarse en el centro del
conocido” para llevarnos hacia recovecos
reciente debate sobre la postsecularidad,
menos explorados, para conducirnos a
que –en su empeño por abandonar los
través de distintos y sorprendentes cami-
moldes estrictamente estadísticos con
nos, en los que hace gala de una prosa
los que se había entendido la relación en-
ágil, alimón entre la ironía y la reflexión
tre religión y modernidad– se aproxima
analítica.
a lecturas más complejas de esta interac-
ción, desarrolladas a través del trabajo de Partiendo su exposición de la época
autores como J.W. Scott6, Talal Asad, el de la Ilustración, a lo largo de las distin-
propio Habermas y, de modo particular- tas páginas el pensador británico explora
mente significativo, el filósofo canadien- la interacción entre la modernidad –y sus
se Charles Taylor y su magna obra La era distintos frutos– y la religión, específica-
secular7, a quien Eagleton también hace mente la cristiana durante la mayor parte
referencia. de su escrito. La interacción planteada
se sale, a mi juicio, de cualquier simplifi-
De otro lado, esta obra de Eagleton
cación de la que ha adolecido el análisis
continúa dando forma y fondo a su cre-
entre religión y modernidad por parte de
ciente interés por la cuestión religiosa,
alguno de sus más reconocidos intérpre-
que ha manifestado igualmente en otros
tes, tanto vetustos como recientes; y evi-
escritos de las últimas décadas. Parti-
ta toda simplificación.
2 Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger, Entre razón A lo largo de la obra, Eagleton explora
y religión. Dialéctica de la secularización, Fondo una hipótesis central: los frutos de la mo-
de Cultura Económica, México, 2008.
3 Slavoj Zizek, El frágil absoluto o ¿por qué merece dernidad, específicamente los culturales,
la pena luchar por el legado cristiano?, Pre- habrían tratado de manera más o menos
Textos, Valencia, 2002. consciente de sustituir las funciones otro-
4 Giorgio Agamben, El tiempo que resta. Un ra desempeñadas por el factor religioso
comentario a la carta de los Romanos, Trotta, (racionalidad, poder simbólico, fuerza co-
Madrid, 2006.
5 Simon Critchley, La fe de los que no tienen
munitaria, etc.), con un éxito parcial en su
fe. Experimentos de teología política, Trotta, empeño. “The history of the modern age
Madrid, 2017. is among other things the search for a vi-
6 Joan Wallach Scott, Sex and Secularism, Princeton ceroy for God” (p. 44; la historia de la era
University Press, Princeton, 2018.
7 Charles Taylor, La era secular. Tomo I, Gedisa,
Barcelona, 2014; Charles Taylor, La Era Secular, 8 Terry Eagleton, Razón, fe y revolución, Paidós,
Tomo II, Gedisa, Barcelona, 2015. Barcelona, 2012.

110 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 109-114


CONTRIBUCIONES
Timoteo Cruces Gaitán y Víctor J Gómez Pérez
Ecos

moderna es entre otras cosas la búsque- de Dios, sino que –más bien– plantea una
da de un virrey para Dios), dice el autor problemática con los representantes de la
explícitamente, a lo que podríamos aña- divinidad. La Ilustración defiende la auto-
dir que para Eagleton sería en realidad nomía de la política respecto a la religión
“la historia de una búsqueda infructuo- y una racionalidad en la comprensión de
sa”. En su exploración de esta búsqueda la deidad, que probablemente la torne
y sus contradicciones, la exposición que distante y fría para la población, cuestión
efectúa Eagleton converge con dos de- que tampoco solventará el idealismo.
bates de larga trayectoria sobre las rela-
Continúa el pensador británico con el
ciones entre religión y modernidad.
paso de la razón deificada de la Ilustración
En primer lugar, desde las primeras a la estética, exaltada especialmente du-
páginas del libro resuenan los ecos de la rante el Romanticismo y por lo que Eagle-
pugna entre pensadores como Löwith y ton denomina su “teología negativa” (p.
Schmitt9, quienes defienden la tesis de 98), para posteriormente explorar la rela-
la modernidad como secularización de ción entre religión y el vasto espacio de la
los previos moldes religiosos, y quienes, cultura, una de las construcciones en las
como Hans Blumenberg, contemplan en que más rastros de las antiguas funciones
la modernidad un ex nihilo respecto a la de la religiosidad contempla, y a la que el
tradición cristiana previa10. Eagleton opta autor califica como “a secular name for
por el primer bloque –al menos hasta la God” (p. 77). Aunque Eagleton sostiene
irrupción de la posmodernidad, que cons- durante su recorrido que los frutos de la
tituiría un auténtico giro copernicano de modernidad, herederos de las funciones
la cuestión– añadiendo el adjetivo de ‘in- religiosas, no pueden suplir todas las fa-
suficiente’ a la traducción que efectúa la cetas del hecho religioso por una u otra
modernidad del factor religioso. A modo razón (excesiva frialdad de la razón, el
de ejemplo, el concepto de “imagina- elitismo de la cultura, la incapacidad para
ción” desarrollado desde el Romanticis- generar un código simbólico para la clase
mo sería para Eagleton una forma secular alta y baja a un mismo tiempo, etc.), tam-
de gracia (p. 102). Así pues, la moderni- bién su análisis muestra cómo los herede-
dad no se explica como una construcción ros modernos despojan progresivamente
enteramente novedosa ante una religión a la religión de parte de su contenido, li-
exclusivamente opio del pueblo. Eagle- mitando su influencia y alcance social. Es
ton deconstruye ambos conceptos para decir, no se trata en exclusividad de que
llegar a la constatación de que en la mo- haya prosperado una creciente autonomía
dernidad hay mucho de cristianismo y de de las distintas esferas sociales respecto
que en la religión hay un potencial sus- a la religiosidad11, sino que las esferas
trato crítico para repensar la propia mo- emancipadas de la religión acaban por re-
dernidad. ducir el campo de esta a lo considerado
como específicamente religioso, cada vez
Desde estas premisas, el autor explo-
más menguado (p. 174).
ra cómo la Ilustración no conforma una
época arreligiosa o contraria a una idea
11 Olivier Tschannen, “La revaloración de la teoría
9 Jean Claude Monod, La querella de la de la secularización mediante la perspectiva
secularización. Teología política y filosofías de comparada Europa Latina-América Latina”, en
la historia de Hegel a Blumenberg, Amorrortu, Jean-Pierre Bastian (coord.), La modernidad
Buenos Aires, 2015. religiosa: Europa latina y América latina en
10 Hans Blumenberg, La legitimación de la Edad perspectiva comparada, Fondo de Cultura
Moderna, Pre-textos, Valencia, 2008. Económico, México, 2004, págs. 355-357.

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 109-114 111


CONTRIBUCIONES Experiencia del coronavirus
Ecos en un cohousing de mayores

A lo largo de los seis capítulos, el au- mente en Occidente, y que catalogamos


tor expone el desarrollo de esta interac- genéricamente como ‘secularización’.
ción por medio de una pormenorizada Aunque concretamente la palabra ‘se-
descripción analítica, en la que el autor cularización’ aparece cuantitativamente
frecuentemente desaparece para dar menos de una decena de veces a lo largo
paso a las voces del gran acopio de pen- de la obra, la cuestión planteada, cultura
sadores a los que cita. Haciendo gala de y muerte de Dios, inevitablemente hace
un profundo conocimiento de la historia que se aborde de manera implícita en un
intelectual, se aproxima en su análisis a más amplio número de fragmentos de la
la reflexión efectuada por Charles Taylor obra de Eagleton.
en su Era secular y al desarrollo que el ca-
Frente a otros planteamientos en los
nadiense ofrece de la conflictiva relación
que se expone la secularización como
entre religión y modernidad por medio
un proceso de largas raíces, que Eagle-
de una exploración de calado eminente-
ton también acepta para la alta cultura
mente cultural. Si en Taylor esta recapitu-
o para la progresiva mengua del poder
lación presenta una naturaleza más mul-
ideológico de lo religioso (p. 37), el pen-
tidisciplinar, a caballo entre la filosofía,
sador británico señala que realmente el
la literatura y la sociología histórica12, en
declive de la religión a nivel social no
Eagleton es primordialmente filosófica,
ha sido real y masivo hasta hace apenas
aunque utilice ejemplos tomados del arte
unas décadas. Y este posicionamiento de
y la literatura.
Eagleton se apoya sobre la previamente
Sin embargo, y tras la presentación de abordada pugna entre religión y moder-
las distintas voces en los distintos capítu- nidad: la modernidad, en su continuada
los, de pronto Eagleton reaparece y reca- tensión con la religión, consigue erosio-
pitula lo expuesto. Y en esta exposición narla, pero no eliminarla. Logra reducir su
de las claves sobre la cuestión, añade su efectividad pública, pero no erradicarla
propio sazonamiento, compuesto por re- del espacio privado, en el que perma-
flexiones sintéticas y provocadoras, tal y nece bajo la protección de un capitalis-
como se observa en los brillantes dilemas mo al que le interesa que los individuos
que introduce sobre el complejo posi- sean creyentes en casa y agnósticos en el
cionamiento de lo religioso a partir de la mercado (p. 195). Porque, en definitiva,
época de la Ilustración y durante la mo- la modernidad no alcanza a matar a Dios
dernidad: dilemas entre el sentimiento y de manera efectiva, siendo considerable
la razón, entre fanatizarse manteniendo el tiempo que tarda en surgir un “ateísmo
su depósito simbólico o racionalizarse a auténtico” (p. 119).
costa de perderlo, entre efectuar una lec-
Quizá, en palabras del autor, el primer
tura de la religiosidad demasiado munda-
pensador que logra trascender el debate
na o exclusivamente extramundana (p. 36
entre religión y cultura moderna al dilema
y ss.).
entre cultura y muerte de Dios – título de
Desde su análisis, el autor se adentra la obra, no lo olvidemos– es Nietzsche,
–también– en una segunda revisión de vanguardia del camino que el propio Ea-
larga trayectoria académica y social: los gleton analiza al final de su obra.
porqués profundos de la transformación
Estos dos debates fundamentales so-
socio-religiosa experimentada, especial-
bre la relación entre religión y moderni-
12 Charles Taylor, La Era Secular, Tomo II, Gedisa, dad, que Eagleton recorre a lo largo de
Barcelona, 2015. su libro, constituyen la tierra fértil para

112 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 109-114


CONTRIBUCIONES
Timoteo Cruces Gaitán y Víctor J Gómez Pérez
Ecos

su momento final, el capítulo 6, de gran modernidad es lo que en la actualidad se


originalidad en su afán de llevar la crítica ha agotado.
hasta las últimas consecuencias argumen-
En este postrero capítulo 6, con
tales. De novedad, en definitiva, por ser
Nietzsche a modo de hilo musical, Ea-
capaz de aportar luz a un tema manido, y
gleton recorre las contradicciones entre
que precisamente por ser un tema trata-
capitalismo y religión en las últimas dé-
do necesita de nuevas reflexiones, como
cadas, adentrándose en la comprometi-
señalábamos al comienzo de este texto.
da pregunta de si, más allá del manido
En ciertas ocasiones, los recorridos adagio del fracaso de las religiones por
por la conformación de la secularización su inadaptación a la modernidad, es el
o de la pugna modernidad-religión desde capitalismo quien no esté excesivamente
una perspectiva histórica tienen el obje- interesado en la existencia de una esfera
tivo velado de justificar nuestra hechura etiquetada como religiosa. Y, por eso, su
occidental secular. Es en este punto don- desaparición no es simplemente una vic-
de Eagleton enciende la antorcha de la toria de la razón y de la secularidad sin
crítica y logra salirse de este molde a tra- matices, sino una potencial pérdida de
vés de una profunda revisión no solo del otras cuestiones que sumergen al indivi-
fenómeno religioso, sino también de los duo en la profundidad del sentido y que
múltiples mitos en los que se asienta el pueden haberse debilitado con la marcha
propio sistema en el que habitamos, de de lo trascendente del espacio de interés
nuestra secularidad (post-)moderna. Si social e individual.
la religión es mito, nosotros no vivimos
Eagleton señala, además, que esta de-
necesariamente un mundo carente de
riva escéptica de las últimas décadas se
ellos, como enfatiza Eagleton a través
ha visto acompañada de la vuelta de una
de una cita a Kermode que recuerda que
metafísica endurecida en el fundamenta-
los mitos son ficciones que han olvidado
lismo, sujeto tan extraño al fondo del ca-
que son precisamente eso, ficciones (p.
pitalismo como nacido en el seno de sus
62). Nuestro mito particular se nutre en
contradicciones (y contra las mismas). In-
la necesaria conformación no religiosa
cluso, realiza potenciales analogías entre
de la modernidad, ante la cual Eagleton
la deriva radical religiosa y el posmoder-
señala que no fueron los frutos de la mo-
nismo indiferente, dado que ambos be-
dernidad los agotadores de Dios, sino el
ben de la fusión entre cultura y política,
posmodernismo y la idea del consumi-
que es leída a través del prisma religioso
dor, ambos amparados bajo el paraguas
en el caso de la deriva fundamentalista.
del postcapitalismo. Así pues, Eagleton
acompaña la efectiva muerte de Dios en En las últimas páginas del capítulo fi-
las últimas décadas con la muerte del su- nal, Eagleton concluye su recorrido con el
jeto (posmodernismo) y el advenimiento actual espacio de la religión en el deba-
de la sociedad del consumidor, que con- te intelectual al que hacíamos referencia
trapone, de nuevo, con una idea de gran al inicio del texto, citando a los distintos
interés: en la modernidad había sujeto y pensadores que se sitúan en torno a la
productor y, a pesar de la conflictividad revalorización tanto del legado religioso
de las construcciones modernas con Dios, como de su potencial para el diálogo con
mientras haya sujeto y productor sigue los dilemas presentes en la cultura. Y, tras
habiendo una analogía posible con un el análisis de la obra, el lector podría sen-
primer acto creador (p. 190). Ese homo tirse tentado a pensar que Eagleton se
(persona, sujeto) y faber (productor) de la autoincorporaría inmediatamente en este

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 109-114 113


CONTRIBUCIONES Experiencia del coronavirus
Ecos en un cohousing de mayores

bloque que aboga por una más o menos por Habermas13. Y en el caso de Eagle-
secularizada versión del Deus ex machina ton, también contra Habermas.
para resolver los problemas de una mo- Me atrevo a señalar, en una lectura
dernidad incompleta, y suplir, así, las po- personal de la obra, que la originalidad
tenciales insuficiencias que ha dejado la de la propuesta de Eagleton descansa en
marcha de Dios para unos y contrarrestar que –independientemente de su creencia
los excesos de su endurecida vuelta en o su autoidentificación religiosa– la re-
versión fundamentalista para otros. Pero flexión con la que finaliza constituye una
no: Eagleton está acostumbrado a desa- lectura cristiana postsecular de la secula-
costumbrar, y se desmarca. rización, en la que la fe religiosa–una vez
liberada de las ataduras para redescubrir
La religión, más allá del surplus que su potencial crítico (p. 207), señala Eagle-
algunas voces intentan buscar en el pa- ton– tiene aún una palabra que decir en
trimonio cultural cristiano para nuestras medio de la (pos)modernidad. En cambio,
costuras rotas, tiene un más vasto poten- parte del bloque intelectual citado se en-
cial de crítica al sistema. A todo el siste- cuentra conformado por lecturas más es-
ma y a todo sistema. Y es en la gestación trictamente postcristianas, en las que se
de una cultura “no cultural” donde la incluye la revalorización de la religión en
religión, específicamente la cristiana por esta etapa secular debido, precisamente,
las referencias al Evangelio con las que al carácter aparentemente “cerrado” del
concluye Eagleton, encuentra su carác- “periodo religioso”, confirmando implíci-
ter propiamente religioso, liberado ya tamente la muerte de Dios. Eagleton aún
de la labor de sostén del establishment. no vislumbra su funeral. Las estadísticas
De este modo, el pensador británico con- sobre el factor religioso a nivel mundial
fiere, a modo de destellos, pistas para tampoco.
aquella religiosidad que quiera abordar
13 Jürgen Habermas, ¡Ay, Europa! Pequeños
los retos de la postsecularidad anunciada escritos políticos IX, Trotta, Madrid, 2009.

114 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 109-114


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 115-119
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ISSN. 0210-1114

Repolitizar el mundo,
CONTRI cuerpos aliados en tiempos
BUCIONES
de contagio y descarte
Ecos
Montserrat Escribano. Consejo de Dirección de Iglesia Viva.

Didier FASSIN (2018): Por una repolitización del


mundo. Las vidas descartables en el siglo
XXI, trad. Horacio Pons, Argentina: Siglo XXI.
Judith BUTLER (2017): Cuerpos aliados y lucha
política. Hacia una teoría performativa de la
asamblea, trad. María José Viejo Pérez, Bar-
celona: Paidós.

Los libros y las propuestas que desgranan en estas dos obras


invitan a veces a ser contrastados con otros que aparecen como
próximos o que, sin esperarlo, muestran ideas y pensamientos
que podrían ser afines. Como dice la escritora Olga Tokarczuk:
“Me fascina asociar hechos y buscar orden” (2019). Descubrir sis-
temas de conexiones e influencias mutuas es, según esta premio
Nobel polaca, un modo de recoger pequeñas piezas para crear
un todo universal. Algo similar sucede al aproximar la obra del
antropólogo y sociólogo francés Didier Fassin con la de la filósofa
norteamericana Judith Butler. La conexión y las influencias surgen
ante la preocupación que muestran ambos por la vida como cen-

115
Repolitizar el mundo,
CONTRIBUCIONES
cuerpos aliados en tiempos
Ecos
de contagio y descarte

tro de la política. No es este el lugar de minos de representantes y gobernantes,


hacer una crítica ni una reseña del pen- sino de igualdad y justicia, de trato de los
samiento que proponen sus trabajos. Lo extranjeros y las minorías, de respuesta a
que pretendo es tan solo señalar y acer- los problemas del desempleo y la pobre-
car algunas de sus reflexiones, aunque, el za, de reconocimiento de las formas de
objetivo último es animarles a que inicien violencia y dominación ejercidas en la so-
sus propias lecturas de estos textos. Con- ciedad” (Fernández Álvarez 2018, p.21).
sidero que acercarnos a las perspectivas En estos momentos, en que los horizon-
humanitarias y lenguajes sobre lo político tes de sentido, personales y compartidos
que presentan estos autores puede ayu- están siendo modificados nos pregunta-
darnos a comprender algo más en qué mos con incertidumbre cómo elaborar
consiste la vida cotidiana que experimen- un futuro posible. La inquietud se asoma
tamos en estos momentos de excepción. tras comprobar que nuestras posibilida-
Intentamos, tras el inicio de la pande- des de alianza en los espacios públicos
mia, retomar el pulso de lo que puede ser se ven mermadas y, por tanto, también
la vida cotidiana y nos preguntamos cómo debilitadas nuestras democracias.
afectará a la vida individual, pero también A estas dudas y búsquedas políticas,
qué consecuencias tendrá para la vida en señaladas por Fassin y Butler, podemos
común y las prácticas democráticas que sumar, si es el caso, la reflexión creyente,
hemos tenido. Aparece ahora, por ejem- es decir, el cuerpo creyente. Como sabe-
plo, la dificultad para habitar los espacios mos, la teología ofrece la posibilidad de
públicos. Estos lugares, como sabemos, orientar y de dotar de sentido aquello
son claves para la vida democrática ya que pensamos sobre la vida, el cuerpo y
que en ellos mostramos descontento por la moral. Al mismo tiempo, las grandes
la ausencia de reconocimiento, el duelo y tradiciones religiosas disponen, como
la alegría compartida. Como ambos au- dice Adela Cortina, de una ética de máxi-
tores señalan pensar la vida política, la mos capaz de empujar los límites de las
democracia y la vida común no se hace propuestas democráticas (Cortina 2001).
solo desde la política elaborada a partir Quizá sea este el momento para repensar
de los modos y las prácticas de gobierno, la vida de lo común desde claves humani-
sino que necesita ser pensada a partir del tarias y esto no puede hacerse al margen
cuerpo que se muestra y expone y sobre- de las tradiciones religiosas. Jürgen Ha-
vive, especialmente en las calles y en los bermas ha señalado de diversos modos
espacios públicos. Por lo que, desplazar que enriquecer la deliberación pública
este modo de pensar «lo político» es afi- pasa por tener presente la vitalidad que
nar la mirada y prestar, en definitiva, más destilan las tradiciones religiosas y los
atención a las vidas. En la introducción a contenidos éticos que proponen (Haber-
la obra de Fassin, escrita por María Inés mas 2006).
Fernández Álvarez, se nombra este ejer- Por ello, “repolitizar el mundo”, tam-
cicio como un esfuerzo por «repolitizar» y bién desde la fe, puede ser de ayuda para
lo describe así: “Repolitizar el mundo es construir lenguajes esperanzados donde
desplazar la mirada desde las formas de la toda vida sea el centro político. La narra-
política hacia su materia. La política es lo ción y la retórica que utiliza la esperan-
que transforma las vidas, actúa sobre los za creyente, al menos en la teología ca-
cuerpos, pone en movimiento la moral. tólica, contiene claves interesantes para
Entonces, la cuestión de la democracia este modo de entender la política. Una
ya no se plantea con exclusividad en tér- de ellas es el hecho de que la esperan-

116 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 115-119


CONTRIBUCIONES
Montserrat Escribano
Ecos

za cristiana no mira solo al futuro, al por- diciones de vida. Eso supone, como dice
venir, sino que tiene puesta su atención Fassin, recordar la inviolabilidad de nues-
y oído también en el pasado (Escribano tro cuerpo que se ha convertido, para
Cárcel 2020). Tener puesta la atención en buena parte de las culturas, en signo su-
el pasado no es tratar de volver a recons- premo de la humanidad. Y es que resulta
truirlo para imponerlo, ese es un esfuer- insoportable a nuestra sensibilidad moral
zo propio de la ideología fascista. Por el el ejercicio del poder sobre el cuerpo y
contrario, ahora que atravesamos lo que lo calificamos como un hecho inaceptable
las ciencias sociales denominan un hecho que nos resulta inhumano (Fassin 2018,
social total y que según Ignaci Ramonet: pp.124-125).
“convulsiona el conjunto de las relaciones Sin embargo, según muestra este so-
sociales, y conmociona a la totalidad de ciólogo, lo intolerable, lo que repugna a
los actores, de las instituciones y de los la razón y a los sentimientos no puede
valores” (Ramonet 2020), parece que la entenderse como una conquista paula-
convulsión y la conmoción pueden ser tina dentro de un proceso civilizatorio
aliviadas si repensamos cuál es nuestra continuado y compartido por todas las
memoria y no olvidamos la pregunta de culturas. Así que, insta a las ciencias so-
cómo hemos llegado hasta aquí. Frente ciales –entre ellas incluimos también a las
a estas cuestiones, la propuesta creyente teologías– a la exploración continuada y
cristiana invita a ser conscientes de nues- atenta de las desdichas y la miseria en el
tro pasado y a responder a la obligación mundo. Para Fassin, la moralización del
de no olvidar. Sin embargo, la memoria mundo, es decir, la asunción de un enfo-
cristiana conlleva la necesidad de hacer- que más humano hacia la realidad de los
se cargo de la realidad (Ellacuría 1991) que padecen o son descartados no es un
así como también de generar reconcilia- proceso invariable a lo largo de la histo-
ción (Mate 2019), es decir, compromiso y ria, sino reversible. De ahí el peligro que
transformación de la realidad. corre para las vidas de las gentes y para
El pensamiento bíblico que brota de la propia democracia. Con facilidad, esta
la teología apocalíptica y de la sabiduría reversibilidad se traduce en restricción
de las Bienaventuranzas insiste en que la de derechos y en ataques a la dignidad.
esperanza introduce siempre la memo- Por ejemplo, encontramos estos inten-
ria como elemento necesario de orien- tos de inhumanidad entre la aparición de
tación. La expresión “Bienaventurados determinados discursos fascistas sutiles
y bienaventuradas los que ahora […]” acerca de las fronteras, la inmigración o
(Mt 5, 1-13) se convierte en una formula- los derechos de las mujeres. En estos dis-
ción provocadora del pasado que exige cursos se apela a los lenguajes del miedo
una respuesta de quién la escucha. Esta y del resentimiento que acaban tiñendo y
teología política dibuja como objetivo la determinando, casi sin darnos cuenta, la
proximidad al querer de Dios. Esta incli- agenda del resto de partidos democráti-
nación divina supone que la desigualdad, cos (Stanley 2019).
las víctimas o la violencia no deben pa- La inclinación a que las vidas no se
sar desapercibidas ni que las vidas des- pierdan está presente también en la re-
cartadas sean acalladas definitivamente. flexión de Judith Butler. Ella plantea la
El deseo de Dios en esta teología pasa siguiente cuestión: “¿de quiénes son las
por la unción de nuestra memoria que ha vidas que ya no se consideran vida, o que
de transformarse para ser ya un acto de solo parcialmente tienen esa condición
reparación y de producción de otras con- […]?” (Butler 2017, p.199). Deduce que

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 115-119 117


Repolitizar el mundo,
CONTRIBUCIONES
cuerpos aliados en tiempos
Ecos
de contagio y descarte

tales interrogantes indican que no pode- que la resistencia es dar lugar a un nuevo
mos dar por sentado que todos los seres modo de vida, a un modo más vivible que
humanos sean reconocidos como sujetos se opone a la distribución diferenciada de
merecedores de derechos y protección. la precariedad.
Advierte que la condición de sujeto con- El escenario de la vida pública se ha
lleva que esa vida pueda ser digna de visto interrumpido drásticamente. Ahora,
duelo o llorada, pero ese estatus o con- la vida compartida anteriormente en las
dición se reparte de manera diferenciada calles, plazas y espacios de recreo se ha
entre personas que se perciben como reducido. Donde hace unos meses coinci-
seres prescindibles y que: “se percatan díamos y hacíamos por encontrarnos las
de que su vida no merece salvaguardia ni unas con las otras ahora estas posibilida-
protección ni valor alguno” (Butler 2017, des han pasado a ser iniciativas aplazadas
p.199). Las vidas, sostiene Butler, necesi- o, en el peor de los casos, clausuradas
tan ser valoradas y sostenidas por estruc- ante a la posibilidad del contagio. Deam-
turas de apoyo, humano y no humano, así bular, ir de un lugar a otro sin un objetivo
como por un mundo que le da valor. Por claro e incluso pasear y encontrarnos con
ello, dice: “no puedo afirmar mi vida sin gentes conocidas y desconocidas son ac-
evaluar en términos críticos las estructu- tividades que entrañan un riesgo. Estas
ras que valoran la vida misma de forma posibilidades son una acción coordinada
diferenciada” (Butler 2017, p.201). a través de los actos verbales del habla,
Nuestras vidas están ligadas al cuer- de los gestos del cuerpo que implican
po, pero también al resto de los procesos rechazo, silencio, movilidad e inmovili-
de la vida que están fuera de mí y que tie- dad deliberada. Con ellos, dice Butler, se
nen el poder de decidir cuáles importan y ponen en marcha los principios democrá-
cuáles van a ser prescindibles o que pasa- ticos de la igualdad y los principios eco-
rán a tener una no-vida. Esta filósofa re- nómicos de la interdependencia. Estas
fiere con el término precariedad a aque- acciones coordinadas son un llamamiento
llas formas en que la vida se hace invivible a la adopción de modos de vida distintos
y no puede persistir. Además, señala que que sean más radicalmente democráticos
las personas somos interdependientes y y más interdependientes (Butler 2017,
que ello conlleva una vulnerabilidad ha- pp.217-218).
cia los demás y hacia las instituciones. De Volver a las calles y a las plazas, se-
otro modo, ante estas condiciones que se gún proponen Fassin y Butler, son una
distribuyen de modo desigual e impiden oportunidad para pensar de otra manera
que la vida buena continúe, se da tam- las nuevas modalidades de gestión de lo
bién la posibilidad de que las personas intolerable dentro de nuestras democra-
manifiesten su oposición y resistencia po- cias. Conscientes de la necesidad que te-
lítica a esas condiciones precarias. La re- nemos las unas de las otras recurrir a una
sistencia política es, en palabras de But- economía moral y no solo a la economía
ler, una política de la performatividad que política, dice Fassin, supone ir más allá de
consiste en una manera de expresar y de justificar o criticar las prácticas de control,
representar el valor de la vida. Asimis- por ejemplo, de los flujos de extranjeros
mo, subraya que es necesario entender o de las personas que reclaman protec-
también que la resistencia debe ser una ción y derecho de los Estados. La econo-
forma «de decir no» plural y corporeiza- mía moral nace de un momento compa-
da (Butler 2017, pp.216-217). En el último sional que permite una configuración mo-
capítulo de su obra termina alertando de ral distinta a partir del reconocimiento de

118 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 115-119


CONTRIBUCIONES
Montserrat Escribano
Ecos

la razón humanitaria (Fassin 2016). Este FASSIN, Didier (2016): La razón humanita-
sociólogo nos invita a redefinir este tér- ria. Una historia moral del tiempo
mino capaz de dar lugar a la movilización presente, Buenos Aires: Prometeo.
y a la transformación de nuestros valores FASSIN, Didier (2018): Por una repolitiza-
y emociones en nuestra percepción del ción del mundo. Las vidas descartables
mundo. De este modo, la fuerza crítica en el siglo XXI, Argentina: Siglo XXI.
de la economía moral nos recuerda que
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, María Inés (2018): “La
la moral se inscribe en relaciones socia-
potencia de la etnografía”, en FASSIN,
les que se movilizan y cambian, y por ello
Didier: Por una repolitización del mun-
es también una cuestión política (Fassin
do. Las vidas descartables en el siglo
2018, pp. 204-206).
XXI, Argentina: Siglo XXI.
HABERMAS, Jürgen (2006): Entre naturalis-
Referencias bibliográficas: mo y religión, Barcelona: Paidós.
MATE, Reyes (2019): “La reconciliació,
BARRETO, Daniel y ZAMORA, José A. (2020): objectiu de la memòria”, en Qüestions
“Una débil fuerza mesiánica…”. El de Vida Cristiana n. 265, pp. 23-33.
Reino como categoría política, en Igle- RAMONET, Ignacio: “La pandemia y el sis-
sia Viva, nº 282, pp. 33-56. tema-mundo”, Le Monde Diplomati-
BUTLER, Judith (2017): Cuerpos aliados y que, 25 de abril 2020. Artículo.
lucha política. Hacia una teoría per- STANLEY, Jason (2019): Facha. Cómo fun-
formativa de la asamblea, trad. María ciona el fascismo y cómo ha entrado
José Viejo Pérez, Barcelona: Paidós. en tu vida, trad. Laura Ibáñez, Barcelo-
ELLACURÍA, Ignacio (1991): Filosofía de la na: Blackie Books.
realidad histórica, Madrid: Trotta. TOKARCZUK, Olga (2019): El narrador tier-
ESCRIBANO CÁRCEL, Montserrat (2020): “La no, discurso de aceptación del Premio
esperanza que nos habita. Aportacio- Nobel de literatura, 7 de diciembre
nes desde algunos personajes bíblicos 2019.
para la vida consagrada”, en CON-
FER, Volumen 59, nº 225, pp. 33-67.

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 115-119 119


120
IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 121-124
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210-1114

“El resto de Israel”.


CONTRI Reflexiones cristianas
BUCIONES
para salir de la pandemia.
Verba
J. Ignacio González Faus. Catedrático emérito de Teología. Bercelona

isto lo que está ocurriendo en China, en Corea, en Portugal

V y otros países, parece sólidamente probable que haya un


rebrote serio de la covid–19. Exigir a toda la población los
niveles de responsabilidad que eso va a requerir –tanto si estalla
el rebrote como para evitar que estalle–, parece una quimera:
hemos construido una sociedad que se mantiene con variantes
del viejo “pan y circo”, y ahora no podemos pedir a todos un
cambio repentino de mentalidad. Y en un país como España, cuyo
sistema educativo es un desastre por la incapacidad de nuestros
políticos, puede ser que, si hay gente maleducada, no sea por
culpa suya...
Tampoco tiene sentido discutir si esos irresponsables (de cuyas
conductas hemos visto estos días bastantes ejemplos) son tantos,
o más, o solo una pequeña minoría en relación con otras muchas
conductas ejemplares que estamos presenciando también. Ahí
están casos como el del tenista Djokovick de quien, por ser una
figura, cabría haber esperado mucho más. En cualquier caso, y
después de lo que hemos presenciado en las residencias privadas
de ancianos (que se publicitaban como buenas fuentes de ingre-
sos) no tenemos demasiadas razones para la tranquilidad.
Esa es nuestra situación: nada fácil por cierto. Y en ese difícil
contexto, hay una llamada a hacer: una llamada a todos los cris-
tianos primero, pero también a todas las personas de buena
voluntad. Llamada al compromiso por un esfuerzo mayor que

121
“El resto de Israel”.
CONTRIBUCIONES
Reflexiones cristianas
Ecos
para salir de la pandemia.s

intente compensar la insolidaria irrespon- 3.– Ese resto acaba convirtiéndose en


sabilidad de otros, en beneficio de todos. una profecía de que Israel nunca morirá
Escribiendo ahora para creyentes, hay del todo: “Aquel día el Señor tenderá
una expresión bíblica que podría suminis- otra vez su mano para rescatar el resto
trar luz y fuerza para esa dura conducta de su pueblo” (Is 11,11).
exigida a los cristianos en esta hora histó- Y eso vale incluso en el momento más
rica. Me refiero a la categoría del “resto difícil y más desastroso de la historia del
de Israel”. Vale la pena echarle una ojea- pueblo: “Movilizaré a todas las naciones
da porque su evolución es significativa. contra Jerusalén, conquistarán la ciudad,
saquearán las casas, violarán a las muje-
I.– La teología bíblica del “resto” res, la mitad de la población marchará al
Como ocurre tantas veces en el len- destierro; (pero) el resto del pueblo no
guaje bíblico, la palabra está tomada de será expulsado de la ciudad” (Zac 14,2).
experiencias humanas de la vida sociopo- Igual esperanza en Jeremías: “Yo
lítica, como sucede también, por ejem- mismo reuniré el resto de mis ovejas de
plo, con la Alianza. En las guerras y cala- todos los países donde las expulsé, las
midades nunca mueren todos: siempre volveré a traer a sus dehesas” (23,3).
suelen salvarse unos pocos: “un resto”. A 4.– De ser (pasivamente) una prueba de
partir de aquí, la expresión va teniendo, la fidelidad de Dios, “el resto” pasa a desig-
más o menos, la siguiente evolución. nar (activamente) una porción del pueblo
que sigue siendo fiel a pesar de la infide-
1.– El pueblo de Israel, consciente de su lidad de éste. Isaías llama a uno de sus hijos
infidelidad (y en una época histórica que “Sear yasub” (= un resto volverá: 7, 3).
desconoce la autonomía de la creación), ten- Se trata ahora de “un resto de Israel
día a explicar todas sus derrotas como casti- que se acogerá al Señor, que no comete-
gos de Dios. Algo de eso parecen sugerir rá crímenes ni dirá mentira, ni tendrá en
estas amenazas del profeta Amós (5,3): la boca una lengua embustera” (Sofonías
“Dice el Señor a la casa de Israel: la 3,13). Tanto que “aquel día el resto de
ciudad de donde partieron mil se queda- Israel, los supervivientes de Jacob, no
rá con cien, de donde partieron cien se volverán a apoyarse en su agresor sino
quedará con diez”. que se apoyarán sinceramente en el
Y algo semejante sugiere Isaías Señor, el Santo de Israel” (Is 10,20).
(10,22): “Aunque fuera tu pueblo como la Y por eso: “a los que quedan en Sión, al
arena de mar, volverá solo un resto, la resto de Jerusalén los llamarán santos: los
destrucción rebosará justicia”. inscritos entre los vivos en Jerusalén (Is 4,3)
2.– Pero, confiado en la fidelidad de 5.– De este modo, el resto de Israel
Dios, el profeta acaba viendo en esos acaba convirtiéndose en representante
supervivientes una señal de la fidelidad de todo el pueblo: “Así dice el Señor:
de Dios que no quiere destruirlos del gritad jubilosos por Jacob, decid: el
todo: “Si el Señor de las multitudes no Señor ha salvado a su pueblo: al resto de
nos hubiera dejado un resto seríamos Israel” (Jer 31,7).
como Sodoma y Gomorra” (Is 1, 9). 6.– Pero atención: ese resto no lo es
Y desde esta misma confianza predi- por mérito propio sino porque han sido
caba Amós: “Odiad el mal, amad el bien, buscados y llamados por el Señor: “En
poned justicia en los tribunales, a ver si el el monte Sión quedará un resto, dice el
Señor de las multitudes se apiada del Señor, en Jerusalén los supervivientes
resto de Israel” (5,15). que Él convoque (Joel 3,5).

122 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 121-124


CONTRIBUCIONES
J. Ignacio González Faus
Ecos

7.– Y el proceso concluye así: por esa 9.– Si pasamos rápidamente de la


fidelidad, el resto garantiza para siem- Biblia a la teología, el teólogo Ratzinger,
pre la protección de Dios. Eso hará que en sus buenos tiempos, sacaba de ahí
“aquel día, el Señor de las multitudes una enseñanza fundamental:
será corona enjoyada y diadema esplén- “Dios utiliza a los pocos casi como el
dida para el resto de su pueblo” (Is 28,5). punto de apoyo de Arquímedes… A los
Y hará también que “en el monte Sión pocos que constituyen la Iglesia se les ha
quedará un resto que será santo, y la encomendado –en prosecución de la
casa de Judá recobrará sus posesiones” misión de Cristo– la representación de los
(Abdías 17). De modo que: muchos. Y la salvación de unos y otros
“El resto de Jacob será en medio de acontece únicamente en esa mutua coor-
dinación... bajo la gran representación de
muchas naciones como rocío del Señor o Jesucristo que los abarca a todos” (El
lluvia sobre el césped, que no tiene que nuevo pueblo de Dios, p. 370).
esperar a los hombres ni aguardar a
nadie. El resto de Jacob será en medio Dios suele actuar en la historia “desde
de muchas naciones como un león entre los pocos y para los muchos (para todos)”.
fieras salvajes” (Miq 5, 6–7). No son solo casos aislados como el de los
Por supuesto, esta evolución no se da diez justos de Sodoma. Dios elige a un
cronológicamente de la forma tan lineal pueblo pequeño para que sea “luz de las
como la hemos expuesto aquí. La plurise- gentes”. Esa regla se concentra al máxi-
mia de la palabra “resto” pervive según mo en Jesús, “luz del mundo” y un hom-
los intereses del profeta en cada momen- bre “por el que fueron justificados
to concreto, y según la conducta de Israel todos”. Y pasa de ahí a la Iglesia que
ante aquella lucha de imperios, que pode- (más allá de todas las tentaciones de cris-
mos imaginar bastante mirando los equili- tiandad) se define a sí misma, desde su
brios y empujones de hoy entre EEUU, pequeñez, como señal eficaz de solidari-
Rusia, China etc. Pero las reflexiones dad: “sacramento de comunión”.
sobre el resto no han terminado todavía. Y aunque pueda sonar a poesía, quizá
cabe aquí una aplicación de aquel princi-
8.– Fuera del Antiguo Testamento, el pio que encontraba Teilhard de Chardin
proceso descrito parece reflejarse en la en la evolución: todo lo que aparece en
enseñanza de Pablo sobre los judíos. El las etapas superiores, se encuentra ya en
Apóstol de todas las gentes retomará esa los inicios de una manera “oscuramente
enseñanza bíblica en su carta a los roma- primordial”. Vamos a hablar pues de la
nos, pero invirtiendo los términos: ahora “minoría de nuestros genes”. Ya R. Daw-
el resto son, inesperadamente, los judíos kins se atrevió a decir que el ser humano
que han reconocido y se han convertido a es el único de toda la evolución capaz de
Cristo. Pero esos pocos son precisamente superar lo que él llamaba “el gen egoís-
la salvación de todo su pueblo: ta”. Pero aún hay más: el ADN del chim-
“Isaías decía refiriéndose a Israel: aun- pancé y del hombre coinciden en un 98%.
que el número de sus hijos fuese como la Ese 2% tan mínimo ha sido capaz de
arena del mar, solo se salvará un resto… hacer de toda la especie humana la única
También predijo que: ‘si el Señor no nos que conoce su historia, que ha creado la
hubiese dejado una semilla seríamos como tecnología, que se pregunta por su iden-
Sodoma y Gomorra’… Y también en nues- tidad y por el fin de la evolución etc. etc.
tros días ha quedado un resto, escogido por ¡Tan diferente de los chimpancés!
puro favor. Pero si es por puro favor, ya no Y subiendo desde aquí, podemos aña-
es por sus obras” (Rom 9, 27.29 y 11, 5.6). dir que este es el sentido de esa ense-

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 121-124 123


“El resto de Israel”.
CONTRIBUCIONES
Reflexiones cristianas
Ecos
para salir de la pandemia.s

ñanza de “la comunión de lo Santo”1 que miento ni enfado, sino más bien desde la
me parece una de las más sublimes de la gratitud y la solidaridad.
fe cristiana. Todo aquello que es bueno No cabe aquí hacer una casuística
es común: porque Lo Divino es comuni- completa que, seguramente, tendrá que
dad plena: mi bondad pertenece a los hacérsela cada persona y cada comuni-
demás, como la bondad de los otros es dad desde la intercomunicación posterior
también mía. Así es como, sin saberlo, entre todas. Más que de cosas concretas
nos salvamos unos a otros. por hacer, quisiera hablar de la actitud
Pues bien: a partir de este principio con que debemos intentar hacerlas.
fundamental (los pocos para los muchos), Por supuesto, los cristianos debería-
es como podemos reflexionar hoy los mos ser los más cuidadosos en todas las
cristianos sobre nuestra tarea en esta medidas de prevención de la pandemia.
hora histórica. También los más críticos ante toda la can-
tidad de literatura anónima (digital sobre
II. para nosotros hoy todo) que, de manera dogmática, pre-
En esta hora histórica de descristiani- senta mil críticas y mil supuestos reme-
zación veloz de España o de “muerte de dios sin que sus autores se crean obliga-
Dios” en Europa (y, según Nietzsche: “lo dos a darnos la más mínima identificación
hemos matado nosotros”), no nos toca a sobre ellos, sus profesiones y sus fuen-
los cristianos hacer ningún juicio conde- tes. Y que suele circular por las redes
natorio que solo Dios sabrá hacer. Eso como “palabra de Dios”…
nos deformaría de cristianos en fariseos. Debemos reaccionar también drásti-
Pero, sin condenar a nadie, sí que camente contra ese consumismo que nos
podemos sentirnos como aquel “resto ha vaciado la vida de sentido y nos ha
fiel” del Antiguo Testamento. Lo cual ni distorsionado la economía; contra toda
significa, como he intentado exponer, ni esa basura televisiva (en un 80% de sus
mucho menos, que seamos mejores: solo propuestas) que parece destinada, si no
hemos sido más afortunados, más agra- a embrutecer, por lo menos a alienar al
ciados y, por eso mismo, somos más res- ciudadano. Intentar dar un poco más de
ponsables que los demás. profundidad a todas las vidas humanas:
Eso nos obliga ante Dios a ser, en porque en esa profundidad es donde late
estos momentos, más sacrificados y más lo mejor de nosotros.
cuidadosos: a ser así no por nosotros ni Brazos abiertos, atención máxima,
para presumir de nada, sino para los esperanza a pesar de todo. Todos los
demás, para cubrir las posibles deficien- cristianos estamos llamados, los prime-
cias de que hablábamos al principio de ros, a prestar este servicio a nuestros
este escrito. Y ello sin ningún resenti- hermanos humanos. Y ojalá contribuya-
mos entre todos a confirmar (y dar la
1 La expresión communio sanctorum puede tener
vuelta a) aquella pregunta de A. Camus,
sentido masculino o neutro. Aunque creo que el en la que he pensado mucho estos días:
neutro es prioritario, sí que hay acuerdo en que La Peste fue escrita para testimoniar
ninguno de los dos sentidos debe ser excluido. “que hay en los hombres más cosas dig-
En el catalán o en el castellano, la traducción nas de admiración que de desprecio”.
de esa ambigüedad resulta desgraciadamente
imposible; por eso nos hemos quedado con “la Pero luego viene la sugerencia: ¿por
comunión de los santos”, que la mayoría de la qué será que eso tan humano y tan admi-
gente recita sin entender lo que dice. Remito rable solo “se percibe en medio de las
para esto a mi obra Proyecto de hermano: visión plagas?
creyente del hombre, p. 675ss.

124 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 121-124


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 125-132
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ISSN. 0210-1114

Ingreso mínimo vital:


CONTRI trayectoria y retos
BUCIONES
Verba
Sebastián Mora Rosado. Universidad Pontificia Comillas. Madrid

l Real Decreto-ley 20/2020, de 29 de mayo, por el que se

E establece el Ingreso Mínimo Vital (en adelante IMV), ha


supuesto un hito y un logro en las políticas de garantía de
ingresos mínimos en el Estado español. Las organizacio-
nes sociales llevaban años reivindicando cambios en las políticas
de ingresos mínimos garantizados para adecuarse a la evolución
de la pobreza y exclusión social. Especialmente intensas han sido
estas exigencias con el incremento intenso de las tasas de pobre-
za y exclusión a partir de la crisis de 2008. Aunque el Real Decreto
fue convalidado en el Congreso de los diputados por una amplia
mayoría, excepto la abstención de VOX, y las organizaciones so-
ciales han aplaudido su aprobación, el IMV no ha estado exento
de polémicas y críticas desde diversas perspectivas. Críticas de
los promotores de la Renta Básica Universal (en adelante RBU),
que lo consideran un programa de mantenimiento de la pobreza;
críticas desde los sectores más liberales que entienden que fo-
mentará la pasividad de los receptores del IMV; críticas del algu-
nas Comunidades Autónomas (en adelante CCAA), que perciben
el IMV como una medida centralizadora y de difícil complementa-
riedad y coordinación con el sistema de Rentas Mínimas y críticas
desde las organizaciones sociales que lo consideran insuficiente

125
CONTRIBUCIONES Ingreso mínimo vital:
Verba trayectoria y retos

en su alcance y dotación . A estas críticas 1. Paisaje del abandono. Pobreza y ex-


se le han unido en las últimas semanas la clusión social en España
denuncia del auténtico marasmo que se
está produciendo en la gestión del IMV. Con este título presentaba EAPN-ES
En este escrito propongo, en primer un análisis de la pobreza severa el pasa-
lugar, hacer un análisis del contexto en do mes de julio (EAPN-ES, 2020). Este in-
el cual se implementa el IMV. Desde la forme realizado con datos de la Encuesta
Gran Recesión (2008) la pobreza y ex- de Condiciones de Vida (ECV) entre los
clusión severa se han incrementado en años 2008 al 2018, dibuja un panorama
nuestro Estado. Antes del impacto de la desolador previo al impacto de la pande-
COVID19 los niveles de exclusión severa mia por coronavirus. El 9,2 % de la po-
estaban en el 8,8% de la población (cua- blación total, según el dato de la ECV de
tro millones de personas), situación que 2018, están en pobreza severa. Este frío
se ha visto agravada por la pandemia. Es porcentaje significa que 4,29 millones de
necesario contextualizar los instrumentos personas están sufriendo los rigores más
de política social para no perder el hori- intensos de la pobreza. En el Estado es-
zonte de sus pretensiones. pañol hemos convivido con tasas altas de
En el segundo apartado, presentaré pobreza severa que han oscilado entre el
un somero recorrido histórico por el sis- 7,4%, en los momentos álgidos del creci-
tema de garantía de rentas en nuestro Es- miento económico, y el 11,2% de los años
tado. El IMV ha tenido un recorrido largo de la Gran Recesión. Es decir, la pobre-
hasta llegar a su aprobación. Su elabora- za severa en nuestro Estado se presenta
ción última y aprobación final fue rápida, como un problema estructural y no mera-
pero hay un trayecto por el subsuelo de mente coyuntural.
la política social de largo recorrido. Des- La pandemia ha venido a intensificar
de hace más de veinte años se han lle- los procesos de exclusión y pobreza. Es
vado a cabo múltiples estudios, análisis y verdad que la pandemia ha afectado a
propuestas, por parte de diversas plata- todas las personas, pero lo ha hecho de
formas y organizaciones sociales, sindica- manera desigual (FOESSA, 2020; Mora,
tos, colectivos profesionales y centros de 2020). La exclusión y la pobreza presen-
estudio universitario, para reformar el sis- tan un carácter contracíclico. En épocas
tema de ingresos mínimos garantizados de crisis se incrementan velozmente; sin
en nuestro Estado. El actual IMV tiene su embargo, en períodos de crecimiento
origen en este movimiento que comenzó económico se recupera escasamente. El
hace muchos años. impacto por la pandemia empieza a con-
El tercer apartado abordará los deba- firmar esta tendencia. Cáritas en una in-
tes y críticas que existen alrededor del vestigación sobre la población excluida
IMV. El IMV es una prestación condiciona- (CARITAS, 2020) muestra cómo el impac-
da de carácter estatal, complementario to social está afectando de manera más
con las Rentas Mínimas de las Comuni- intensa a las personas excluidas. Afecta al
dades Autónomas. Es una prestación que conjunto de la población, pero de manera
se presenta formalmente como derecho desigual. Por ejemplo, el paro registrado
subjetivo de la ciudadanía para aquellas se incrementó en 2,5 puntos entre febre-
personas en vulnerabilidad económica in- ro y abril para la población general, este
tensa. La naturaleza y alcance del IMV ha incremento en la población excluida fue
generado confusiones, críticas y debates de 20 puntos porcentuales. Se registró un
significativos y profundos. incremento ocho veces superior entre la

126 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 125-132


CONTRIBUCIONES
Sebastián Mora Rosado
Verba

población más vulnerable con respecto a 2. Evolución del sistema de garantía


la población general. De la misma forma mínima de ingresos en el Estado
sucede en el flujo de ingresos. En el mes español
de febrero un 12,2% de las personas en
proceso de exclusión no tenían ningún in- En los últimos cuarenta años se ha
greso, en el mes de mayo la tasa se situa- creado en España una compleja y amplia
ba en el 28,8% (un incremento del 136%) red de mecanismos protectores asisten-
(FOESSA, 2020). En el mes de mayo, Cá- ciales que pretenden garantizar unos in-
ritas hablaba de 450.000 personas que gresos mínimos en la población con insu-
residen en hogares participantes de di- ficiencia de ingresos. Hay que diferenciar
versos programas de la institución que no estos mecanismos asistenciales de las
tenían ningún ingreso, lo que suponía un coberturas contributivas por desempleo
incremento del 136%. o las políticas de pensiones, contributivas
Tanto si nos acogemos a los datos so- o no contributivas, que pertenecen a una
ciales previos a la pandemia, como si va- lógica diversa. Estos mecanismos protec-
loramos el impacto de esta, es fácil hacer- tores asistenciales tienen diversas moda-
se consciente de la necesidad imperiosa lidades que podemos resumir en (Aguilar,
de un programa de garantías de ingresos Arriba y Moreno, 2019):
mínimos para las personas empobrecidas
• Ingresos mínimos: Prestaciones
y excluidas. No podemos pensar que el
asistenciales que completan los in-
sistema de Rentas Mínimas cubre esta
gresos disponibles hasta un mínimo
situación social. Los diversos programas
garantizado. El ejemplo básico en
de ingresos mínimos garantizados de las
España son los programas de rentas
CCAA tienen solo una cobertura de la po-
Mínimas de las CCAA
breza severa del 15,8%. Solo País Vasco
• Prestaciones categoriales de cuan-
y Navarra logran una cobertura práctica-
tía fija: Cuantía económica fija por
mente total de estas situaciones de pre-
pertenecer a un grupo, ligada a una
cariedad económica extrema (EAPN-ES,
situación social específica (por ejem-
2020).
plo, los subsidios de desempleo) o
Las Rentas Mínimas no acogen a todas
prestaciones por hijos a cargo (que
las personas empobrecidas, y sus cuan-
han quedado incorporadas en el
tías son muy insuficientes para conside-
IMV).
rarlas un mecanismo compensatorio de la
• Prestaciones económicas condicio-
situación social. Además, las diferencias y
nadas: Prestaciones asistenciales
desigualdades territoriales requerían una
que retribuyen la realización de ac-
intervención, al menos compensatoria,
tividades (por ejemplo, las becas de
de estas situaciones. En este sentido, la
formación para el empleo).
IMV es un auténtico hito en las políticas
• Prestaciones discrecionales. Se trata
sociales. Hito que es fruto del contexto
de prestaciones asistenciales no ga-
social y sus profundas necesidades y de
rantizadas que se crean para cubrir
una evolución histórica desde los prime-
necesidades puntuales o de emer-
ros programas de Rentas Mínimas, imple-
gencia social.
mentados al final de los ochenta, hasta
nuestros días Para nuestro análisis sobre el IMV, las
prestaciones más relevantes son los in-
gresos mínimos que se han desarrollado
. en los diversos modelos de Rentas Míni-

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 125-132 127


CONTRIBUCIONES Ingreso mínimo vital:
Verba trayectoria y retos

mas de las CCAA. Desde finales de los mentalmente desde el Instituto Nacional
ochenta estas prestaciones asistenciales de Seguridad Social, o desde las diferen-
se han ido implantando, a veces de mane- tes CCAA han originado un mapa com-
ra desordenada, mostrando tensiones de plejo y desigual. Especialmente el siste-
tipo ideológico, político y jurídico (Fer- ma de Rentas Mínimas, que en realidad
nández et al., 2015). es un sistema muy poco sistemático, que
Por un lado, la tensión entre la lógica es un conjunto tan diverso en nomencla-
de la protección y la lógica de la activa- tura y orientaciones, como desigual en
ción. Esta malla última de protección ha cuantía y cobertura de las prestaciones.
pretendido ser un mecanismo de pro- Hay un consenso importante en la nece-
tección de las necesidades de ingresos; sidad de analizar y redefinir este sistema
y al mismo tiempo, se han presentado de protección última en las nuevas condi-
como un dispositivo de activación para la ciones sociales y económicas (Aguilar et
inclusión. Esta doble pretensión ha oca- al., 2019; AIREF, 2019; EAPN-ES, 2019;
sionado una tensión permanente entre EMIN-EAPN, 2014). En este contexto la
optar por el carácter incondicionado de propuesta del IMV ha ido tomando cuer-
la prestación, originada por una situación po en los últimos años.
de insuficiencia de ingresos, o por el con- Por último, una tensión muy relevante
dicionamiento que supone la obligación ha venido marcada por la sustantividad
de participar en algunas actividades para jurídica de estos mecanismos de pro-
la inclusión social, especialmente para el tección. Algunas de estas prestaciones
acceso al empleo. Esta condicionalidad, se presentan como derechos subjetivos,
especialmente desarrollada en el siste- y, sin embargo, otras tienen un carácter
ma de Rentas Mínimas de las CCAA, se discrecional dependiendo de las situacio-
presenta desde dos orientaciones princi- nes políticas y económicas. A partir, de la
pales: el welfare dirigido a la mejora de segunda generación de Servicios Sociales
capital humano —inversión social— y el (Guillén y Vilá, 2007) se ha ido imponien-
workfare basados en una incentivación do, con muchas limitaciones, el acceso a
negativa dirigida a el acceso a un pues- estos programas como derecho subjeti-
to de trabajo (Pérez Eransus, 2005: 129- vo.
130). En realidad, desde las propuestas Estas tensiones también aparecen en
condicionadas en el acceso a Rentas Mí- el Real Decreto-ley 20/2020, de 29 de
nimas garantizadas, se confunden dos mayo, por el que se establece el Ingre-
derechos sociales distintos y complemen- so Mínimo Vital. Por un lado, se presenta
tarios: el derecho a una renta disponible como una prestación de derecho subjeti-
para una vida digna y el derecho a la in- vo para garantizar la renta de las perso-
clusión social. Cuando se quieren solapar nas que se encuentran en una situación
ambas dimensiones nos encontramos de vulnerabilidad económica (art.2). Sin
con distorsiones muy importantes en el embargo, de forma expresa se estipula la
mundo de la exclusión (Fernández et al., obligación de participar en el marco del
2015: 59). empleo como mecanismo principal de
La otra tensión, inherente a nuestro inclusión. Aunque el requisito inicial se
Estado de las autonomías, se manifesta- limita a estar inscrito como demandante
ba en el carácter estatal o autonómico de de los servicios de empleo, no se conoce
las prestaciones. La tensión entre los ins- el desarrollo que se le dará al “diseño de
trumentos de protección de la Adminis- incentivos al empleo y a la inclusión, arti-
tración General del Estado (AGE), funda- culados a través de distintas fórmulas de

128 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 125-132


CONTRIBUCIONES
Sebastián Mora Rosado
Verba

cooperación entre administraciones” (art. una refundación del sistema de las Ren-
3.d). Además, siendo una prestación de tas Mínimas de las CCAA y la modifica-
cobertura estatal no será posible llevar- ción de la entonces llamada Renta Activa
lo a cabo con normalidad sin una coor- de inserción para transformarla en una
dinación y colaboración profunda con las prestación no condicionada de carácter
CCAA. estatal. Ya en aquellos años se observaba
A mi entender, el IMV hay que com- la necesidad de un mecanismo protector
prenderlo en la perspectiva evolutiva de de carácter estatal que pudiera cubrir los
las Rentas Mínimas en los últimos quince huecos de la última malla de protección
años. A partir de 2005 muchos Gobiernos social y equilibrar ciertas disparidades y
de las CCAA iniciaron una importante re- desigualdades territoriales para afrontar
novación de sus programas de Rentas la lucha contra la pobreza y la exclusión.
Mínimas. El nuevo horizonte profundiza- Esta propuesta se convirtió en el germen
ba en un modelo más garantista —de- de un debate más amplio y profundo que
recho subjetivo— amparado en algunas llegó en el año 2015 con los primeros sig-
modificaciones de los Estatutos de Au- nos de recuperación económica.
tonomía y, en especial como dijimos an- El debate acogió evaluaciones ad hoc
teriormente, en la nueva generación de sobre la realidad de las Rentas Mínimas
leyes de Servicios Sociales. Con la llegada (Ayala, Arranz, García y Martínez, 2016;
de la Gran Recesión (2008) y el impacto EMIN-EAPN, 2014), propuestas políticas
enorme en la extensión e intensidad de desde las organizaciones sociales (Fer-
la pobreza y la exclusión (FOESSA, 2014; nández et al., 2015) e incluso una Iniciati-
Laparra y Pérez Eransus, 2010), las Ren- va Legislativa Popular por parte del mun-
tas Mínimas no pudieron funcionar como do sindical en mayo de 2015. Además, de
un colchón de protección denso. En un una forma notoria, el sistema de garan-
primer momento mostraron una cierta tías de ingreso pasó a formar parte de
adaptación a la realidad, pero esta última los programas políticos de los partidos
malla de protección social, que tenía el de ámbito estatal. El PP proponía una re-
objetivo de cubrir los huecos del sistema, visión del Sistema de Rentas Mínimas, el
se veía desbordada por la situación social PSOE ya tenía una propuesta de Ingreso
(Cáritas-Foessa, 2009). Además, a partir Mínimo Vital y Podemos planteaba una
del año 2011 las Rentas Mínimas cayeron Renta Mínima garantizada que era un hí-
bajo las políticas de austeridad y control brido entre RBU y prestación de ingreso
del gasto. En un momento de incremen- mínimo garantizado para las personas en
to exponencial de la demanda por el au- vulnerabilidad económica.
mento de desempleo, el agotamiento de El impacto de la pandemia ha acelera-
las prestaciones y subsidios por desem- do la implantación de un mecanismo que
pleo y los recortes en los Servicios Socia- en los últimos quince años ha sido fruto
les los sistemas de garantía de ingresos de un debate complejo y profundo en el
sufrieron un desgaste considerable en la ámbito político, económico y social. De-
mayoría de CCAA. bate que ha contado con un protagonis-
En el año 2009, Cáritas Española pre- mo importante por parte de las organi-
sentó al Gobierno presidido por Zapatero zaciones sociales que trabajaban con las
una propuesta de mejora de la garantía personas en exclusión.
de ingresos (Cáritas-Foessa, 2009). Esta
propuesta planteaba una revisión gene-
ral del sistema de garantía de ingresos,

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 125-132 129


CONTRIBUCIONES Ingreso mínimo vital:
Verba trayectoria y retos

3. Los debates y críticas del Ingreso como los cimientos de una nueva civili-
Mínimo Vital zación para adaptarse a la evolución del
mundo del trabajo, el reto ecológico y la
El IMV, tal como señala el Real decreto justicia distributiva; mientras que otros
en su Exposición de motivos, tiene como sectores la enmarcan en el horizonte de
objetivo principal “garantizar, a través de una protección social más equitativa y
la satisfacción de unas condiciones mate- universal. La idea de la RBU, de ser co-
riales mínimas, la participación plena de nocida por unos pocos especialistas y
toda la ciudadanía en la vida social y eco- grupos de personas comprometidos en
nómica, rompiendo el vínculo entre au- lo social, ha pasado a ser una propuesta
sencia estructural de recursos y falta de conocida por una mayoría de la pobla-
acceso a oportunidades en los ámbitos ción y, además, disfruta de una creciente
laboral, educativo, o social de los indivi- popularidad. La European Social Survey,
duos”. Para lograr este objetivo el IMV preguntó a los ciudadanos y las ciuda-
se circunscribe a las “personas que vivan danas de los 28 países de la UE sobre la
solas o integradas en una unidad de con- RBU estando a favor de su implantación
vivencia, cuando se encuentren en una el 64% de la población.
situación de vulnerabilidad por carecer En España el imaginario sobre la RBU
de recursos económicos suficientes para está muy polarizado. En las primeras in-
la cobertura de sus necesidades básicas” formaciones sobre el IMV se generó una
(art 1). Es decir, es un programa orienta- confusión grande entre la propuesta de
do a personas que sufren una situación IMV y la RBU. Incluso desde la Conferen-
de vulnerabilidad económica (pobreza). cia Episcopal se mezclaron los argumen-
Su pretensión es incidir directamente so- tos entre ambas propuestas al posicio-
bre las situaciones de pobreza y especí- narse públicamente. Raventós, uno de los
ficamente en las situaciones de pobreza defensores más conocidos en nuestro Es-
severa. Tal como ha repetido incansable- tado de la RBU, entiende que el IMV y la
mente el Ministro de Inclusión, Seguridad RBU, no tienen nada que ver. Afirma que
Social  y  Migraciones no es un programa se parecen como “un Monárquico y un
dirigido a la generalidad de la población, Republicano”2. Sitúa las diferencias cla-
sino a aquellas personas que padecen ramente. La RBU es una asignación mo-
una situación específica. En este sentido netaria pública incondicional y universal
es una prestación condicionada a una si- y el IMV es un subsidio “muy focalizado
tuación. Si las condiciones sociales varían, dirigido a los muy pobres, a una fracción
podría desaparecer el derecho subjetivo en realidad de los muy pobres”3. Añade,
a su disfrute. que la “lógica del IMV no es otra que la
Esta condicionalidad ha originado crí- ayuda ex-post a quienes han fracasado, a
ticas intensas por parte de los defenso-
res de la RBU. El objetivo de la RBU es 2 https://www.sinpermiso.info/textos/el-ingreso-
garantizar de modo incondicional a toda minimo-vital-y-la-renta-basica-nada-que-ver
la población una renta suficiente para cu- (Consulta 20/09/2020)
brir las necesidades básicas. Esta noción 3 En otra entrevista añadía que esta focalización
en los muy pobres dejaba fuera al 80% de las
general alberga diversas posiciones ideo- personas que están bajo el umbral de la pobreza,
lógicas y prácticas1. Entre los promotores pero no en su situación más severa. https://www.
de la RBU hay sectores que lo defienden cuartopoder.es/espana/gobierno/2020/08/28/
daniel-raventos-es-perfectamente-posible-
1 En Iglesia Viva se ha abordado el debate sobre la f i n a n c i a r- u n a - r e n t a - b a s i c a - u n i v e r s a l - e -
RBU en los nº 269 y 275 incondicional/ (Consulta 20/09/2020)

130 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 125-132


CONTRIBUCIONES
Sebastián Mora Rosado
Verba

quienes han caído, a quienes son extre- bito de las Políticas Sociales y excede las
madamente pobres y además cumplen pretensiones de este escrito. Es un tema
muchos requisitos. Se trata de  ayudar  a complejo y que merece una atención de
los que han  fracasado.  En claro contras- mayor profundidad. Pero podemos pen-
te, la incondicionalidad de la RBU es el sar que el escándalo es que puedan exis-
lenguaje de los derechos humanos y de tir salarios más bajos que una prestación
ciudadanía”. Concluye Raventós: “tene- social, no que exista una prestación so-
mos dos opciones: o una RBU que aca- cial para los más empobrecidos. De to-
be con la pobreza o mantener la pobreza das formas, que ningún partido político
con programas condicionados”. se opusiera al IMV muestra la situación
Tras esta crítica resuenan muchos de tan preocupante de la pobreza en nues-
los debates que se viene produciendo tro Estado.
históricamente en los programas y pro- Desde el ámbito de las organizaciones
yectos de Política Social. La tensión entre sociales han existido fundamentalmente
asistencialismo y promoción, humanita- tres tipos de debates y críticas al IMV. Las
rismo o Derechos Humanos en el campo primeras se centran en la coordinación y
internacional, medidas progresivas o ab- repercusión en el sistema de Rentas Míni-
solutas. Yo coincido con Raventós en que mas, otras abordan los criterios de condi-
son dos instrumentos diversos que hay cionalidad y, las últimas, se centran en el
que valorar desde lógicas diferentes. Si proceso de implantación.
no se parecen en nada, ¿para qué compa- La estimación del ejecutivo es que el
rarlos? Si buscan objetivos diversos, des- IMV llegue a 850.000 hogares (2,3 millo-
de lógicas disímiles ¿para qué despreciar nes de personas). Este objetivo triplica la
una medida para afirmar la otra? Creo protección actual a la población con esca-
que el IMV no sustituye, ni entorpece el sos recursos en España. Hasta la aproba-
objetivo de lograr la RBU. ción del IMV en España los perceptores
Otra cuestión es que valoremos la in- de las Rentas Mínimas de las CCAA se
tención del Gobierno, de no contemplar situaban alrededor de 700.000 personas.
la RBU en su horizonte, y esta intención Es decir, el impacto del IMV es muy im-
la materialicemos en un instrumento con- portante. Ahora bien, desde el primer
creto como la IMV. Entiendo que el Go- momento las organizaciones sociales
bierno no tiene entre sus medidas a corto mostraron preocupación por la evolución
o largo plazo la RBU, pero esto no es pro- que las Rentas Mínimas pueden tener en
ducido por la implantación del IMV, sino las CCAA. Estas pueden caer en la ten-
por cosmovisión ideológica. Sin duda, la tación de disminuir sus programas de
IMV tiene déficits muy importantes, que Rentas Mínimas y reducir su inversión en
señalaré más adelante, pero es una medi- las prestaciones de garantía de ingresos
da necesaria, importante y que no tiene mínimos autonómicas. De esta manera
por qué entrar en contradicción con otras se perdería la capacidad de complemen-
iniciativas de mayor alcance. tariedad entre ambas prestaciones, así
Por el lado ideológico opuesto, la IMV como la capacidad de proteger a perso-
ha recibido las tradicionales críticas de nas que queden fuera del IMV por diver-
ser un mecanismo protector que hace pa- sas situaciones.
sivos a los perceptores y les hace depen- Además, y es uno de los puntos cru-
dientes. La “paguita”, al decir de algunos ciales, se observa un déficit importante
políticos, solo conseguirá cronificar la po- de coordinación entre el Gobierno cen-
breza y no activar a las personas para el tral y las diversas CCAA para la gestión e
empleo. No es un debate nuevo en el ám- implementación del IMV. Las CCAA tiene

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 125-132 131


CONTRIBUCIONES Ingreso mínimo vital:
Verba trayectoria y retos

las competencias en el ámbito de los Ser- citudes solo se habían resuelto un tercio,
vicios Sociales y deben ser un pilar básico según el Ministerio. Estamos hablando
en el desarrollo de la IMV. La IMV puede de personas que no tienen ningún ingre-
posibilitar que la necesaria coordinación so y están sufriendo este marasmo admi-
interterritorial mejore y podamos hablar nistrativo. La urgencia de su aprobación
de una verdadera red de protección de parece que no permitió edificar un pro-
garantía de ingresos mínimos. cedimiento adecuado y poner las bases
Otro elemento de preocupación se estructurales para una gestión razonable.
focaliza en la esfera de la “condicionali- No se han firmado acuerdos de colabora-
dad”. El IMV es una prestación condicio- ción con muchas de las CCAA y con muy
nada a una situación de vulnerabilidad pocos Ayuntamientos. Aunque no es solo
económica, ahora bien, la condicionali- un problema de la gestión del IMV, sino
dad puede convertirse para las personas de una Administración que está absoluta-
en pobreza y exclusión social en un au- mente colapsada. La presión no está solo
téntico laberinto. La carga burocrática, la en el ámbito sanitario, también en otras
dificultad para muchas personas de con- esferas de las Administraciones Públicas
seguir determinados trámites, la brecha con un impacto relevante para la calidad
digital y los hándicaps propios de una de vida de la ciudadanía.
situación de vulnerabilidad pueden con-
vertir en un recorrido trágico la solicitud 4. Conclusiones
del IMV. Además, siempre que trazamos
un criterio, como sucede en todas las El IMV es un salto cualitativo y cuan-
prestaciones condicionadas, existen erro- titativo muy importante en el sistema de
res de falsos positivos y falsos negativos protección a las personas en pobreza y
por utilizar la jerga médica a la que ya exclusión. Triplicar la cobertura actual del
nos hemos acostumbrado. Podemos en- sistema de Rentas Mínimas de las CCAA
contrar personas que formalmente apa- debe ser valorado como un logro muy
rentan ajustarse a los criterios, pero en importante en nuestro sistema de pro-
realidad no los cumplen (falsos positivos). tección social. Ahora bien, el IMV no va
Por el otro lado, existen las personas que a solucionar el problema estructural de la
están en situación de pobreza, pero no pobreza y la exclusión en nuestro Esta-
logran demostrar su situación (falsos ne- do. Los problemas de empleo, vivienda
gativos). Todo el sistema está construido y cohesión social necesitan de una mayor
para descubrir los falsos positivos, pero inversión social. A España todavía le que-
hay poca atención en los falsos negativos da mucho recorrido para situarse en los
que quedan fuera del mismo. Por eso, es niveles de gasto social de los países de
importante no caer en la tentación de la nuestro entorno. El IMV es un buen me-
excesiva carga burocrática y saber utilizar canismo para dar cobertura a las situacio-
la flexibilidad en situaciones de alta com- nes de pobreza severa, pero la realidad
plejidad vital. social es más amplia y compleja.
Por último, las organizaciones sociales Además, como he señalado, el IMV
están valorando la implementación del tiene déficits importantes y un amplio
IMV como un auténtico desastre. A prin- margen de mejora. Especialmente impor-
cipios de septiembre de 740.000 solicitu- tante será la capacidad de coordinación
des solo se habían resuelto 40.000 (5,4%). y colaboración interterritorial para que el
A mitad del mismo mes, de 900.000 soli- programa funcione de manera eficiente.

132 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 125-132


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 133-138
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210-1114

El viático de la Naturaleza
CONTRI en la gran prueba
BUCIONES
del Antropoceno
Verba
Josep Maria Mallarach. Geólogo. Consultor ambiental en la Comisión
Mundial de Areas Protegidas. Fundador de la asociación Silene"

iempos de excepción, indudablemente. La gran excepción

T en la historia humana han sido los dos últimos siglos duran-


te los cuales se ha desarrollado el crecimiento exponencial
de la población y del consumo de recursos que nos ha llevado a
la crisis global. Hace medio siglo que el impacto de la humanidad
empezó a desbordar la capacidad de la Tierra (Wackernagel &
Rees, 1996). La comunidad científica hizo sonar alarmas ante el
escepticismo de los tecno-optimistas (Kendall et al, 1992; Ripple
et al., 2017). Se promovieron importantes tratados y estrategias
globales, como la Agenda 21, sin que fuéramos capaces de cam-
biar las tendencias insostenibles. La prodigiosa resiliencia de los
ecosistemas terráqueos y oceánicos absorbió durante las prime-
ras cuatro décadas nuestros excesos, haciendo parecer exagera-
das las graves advertencias sobre la gravedad de las tendencias
insostenibles. Se han repetido los avisos, con evaluaciones globa-
les cada vez más rigurosas (UNEP, 2003, MEAB, 2005, UNEP,
2012), pero ha sido en vano. Hemos llegado al período en que las
diversas facetas de la crisis confluyen creando sinergias sistémi-
cas que nos sorprenden por sus múltiples derivadas: intensifica-
ción de olas de calor, temporales y devastadores, incendios fores-
tales de magnitud nunca vista, fusión masiva de hielos polares,

133
CONTRIBUCIONES El viático de la Naturaleza
Verba en la gran prueba del Antropoceno

glaciares y permafrost1, sequías y ham- efecto invernadero en la atmósfera; la


brunas en zonas áridas, crecientes migra- contaminación de los océanos; la sobre-
ciones de refugiados climáticos, conflic- explotación y contaminación de acuífe-
tos armados por agua o hidrocarburos, ros, ríos y lagos; la erosión y contamina-
etc. Este año se ha sumado la crisis sani- ción de suelos debido a un modelo agro-
taria de la Covid-19 que ha confinado ganadero intensivo apoyado en fertilizan-
casi la tercera parte de la humanidad en tes químicos, pesticidas y cultivos trans-
un período que ha coincidido con la Cua- génicos; el exterminio de especies, la
resma cristiana y el Ramadán musulmán, destrucción de hábitats, y la aniquilación
creando una oportunidad inédita para los de pueblos indígenas, que conservan, a
creyentes de ambas religiones (que día de hoy, el 90% de las lenguas vivas
suman más de la mitad de la humanidad) (Maffi & Woodley, 2001) y el 40% de la
a la interioridad, a profundizar nuestra biodiversidad de la Tierra (Garnet el al,
conversión, a ser más conscientes de 2018) la mitad de los cuales están amena-
nuestras responsabilidades, aceptando zados de extinción. Es significativo que el
que la salud humana es interdependiente año pasado (2019) se documentara el
de la salud de la Tierra. máximo número de líderes asesinados
Vivimos inmersos en la desestabiliza- por defender la tierra y el medio ambien-
ción de los equilibrios dinámicos de los te –casi siempre pacíficamente2 (Global
ecosistemas terrestres y marinos globa- Witness, 2019).
les. La respuesta de nuestra Madre Tierra En el plano psíquico, la desconexión
a la explotación, destrucción y devasta- profunda de la naturaleza, que genera
ción generalizada, ha sido paciente, pero olas de suicidios, síndromes de tristeza,
superados sus límites homeostáticos se angustia y depresión vinculados a la pér-
suceden los inexorables reajustes – a dida de sentido de la existencia; el
veces lentos, otras puntuados de even- fomento sistemático de la inconsciencia y
tos súbitos, catastróficos– que tienden a la ignorancia del lugar que ocupamos en
restablecer otros equilibrios distintos, en la naturaleza y los deberes que se deri-
los que está por ver si la humanidad con- van de ello, el cultivo del individualismo,
temporánea tendrá cabida. del egoísmo, la ambición, y el consumo
Las causas de la crisis global son múl- compulsivo e irresponsable (Roszak,
tiples y complejas. Siguiendo la triada 1972). Por vez primera en la historia, la
clásica, podríamos agruparlas en físicas, mayor parte de la humanidad vive en
psíquicas y espirituales. En el ámbito físi- ciudades, la mayoría en grandes urbes
co, son causas humanas indiscutibles: el (UN, 2018), ha perdido el contacto coti-
consumo excesivo, la destrucción, conta- diano con la naturaleza, el trabajo al aire
minación y deterioro de ecosistemas y libre, la relación habitual con las plantas y
los servicios y recursos que ellos nos animales silvestres, con las inagotables y
ofrecen; la acumulación de gases de cambiantes bellezas de la naturaleza y
con los ritmos majestuosos del cosmos.
La fascinación hacia las nuevas tecnolo-
1 El permafrost es la capa de suelo permanente-
mente congelado —pero no permanentemente
cubierto de hielo o nieve— de las regiones muy 2 El 40% de los líderes asesinados fueron indíge-
frías o periglaciares, como la tundra. Acumula nas, defendiendo sus tierras sagradas ancestra-
enormes reservas de carbono orgánico que pue- les, y la mayoría ocurrieron en América Latina,
de dar lugar a metano (un gas de efecto inver- especialmente en la región amazónica. La mine-
nadero 20 veces más potente que el anhídrido ría fue el sector más mortífero, seguido de las
carbónico) al fundirse el hielo. grandes empresas agroalimentarias y forestales.

134 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 133-138


CONTRIBUCIONES
Josep Maria Mallarach
Verba

gías, provoca una adicción que causa en plena naturaleza, y que fuera allí –pre-
dispersión de la atención y una exteriori- cisamente– donde alcanzasen inspiracio-
dad incompatible con la percepción de nes o revelaciones decisivas en sus vidas,
los vínculos más profundos que tenemos no puede estar desprovisto de sentido
con nuestra Madre Naturaleza (Mander, para todos los que ‘tienen ojos para ver y
1992), hasta el punto que se ha hecho orejas para escuchar’. En un mundo cada
difícil de imaginar, incluso a los creyen- vez más artificializado, ajetreado y ruido-
tes, que podamos orar en ella, con ella y so, recuperar la relación contemplativa y
por ella. El totalitarismo del paradigma silenciosa con la naturaleza puede ser un
tecnocrático crea ambientes cada vez verdadero viático, un antídoto sanador
más artificiales, tecnológicamente con- contra la superficialidad y la dispersión,
trolados, alienando una parte creciente para atisbar nuestra comunión con las
de la sociedad de lo que es verdadera- maravillas de la creación y con la Divini-
mente humano y natural –conceptos dad omnipresente (Mallarach, 2017).
inseparables en el fondo– llevando a la Conceptos como el de ecosofía de R.
humanidad a una encrucijada en la que Panikkar (Sepúlveda, 2018) o de ecología
debe optar (Pigem, 2018) . integral (Francisco, 2015) surgen para
En el plano espiritual, el reduccionis- respuestas a dichas necesidades.
mo materialista, la veneración del capital Tiempos de excepción, ‘apocalípticos’
y la tecnología, el olvido de la dimensión incluso, en el sentido etimológico del
misteriosa, epifánica, teofánica o sagrada término; “tiempos de siega” de recogida
de la naturaleza, incluso por parte de las de los frutos del ‘reino del hombre’ que
mayores religiones mundiales –en grados inició su marcha triunfal en el Siglo de las
diversos– ha eliminado o debilitado el Luces, afirmando orgullosamente el
vínculo sacramental con la Creación, dominio humano sobre la naturaleza
como dice la tradición cristiana, o con la (Linddom, 1974). Tiempos para cultivar la
contemplación de los ‘signos maravillo- humildad ante el carácter sistémico de la
sos’ de la naturaleza, como enseña la crisis global, para asumir nuestra respon-
tradición islámica. Dicha escisión ha sabilidad y pedir perdón ante la aniquila-
hecho perder la consciencia no sólo de ción cotidiana de innumerables especies
nuestra propia dependencia –física y psí- de plantas y animales –creaciones puras e
quica– respecto la naturaleza, sino tam- inocentes– que sigue avanzando inexora-
bién de que todos los seres –animados e ble, aceleradamente, impulsada por la
inanimados– ‘glorifican al Creador’, cada avidez del 20% de la humanidad –del que
cual en su propio lenguaje, aunque no lo formamos parte– que consume más del
comprendamos. La Tradición enseña que 80% de los recursos mundiales, exten-
sólo los seres humanos tenemos la liber- diendo sus tentáculos explotadores por
tad de alabar, o no, a la Fuente de la toda la Tierra, creando sufrimientos inde-
Vida, nuestro Creador. En la medida que cibles y dejando una estela de devasta-
lo hacemos sinceramente, con todo nues- ción y corrupción.
tro ser, nos armonizamos con el resto de Tiempos de excepción y de grandes
la Creación, entramos en resonancia espi- pruebas. Como toda prueba, en la gran
ritual. El hecho que los mayores referen- aceleración del Antropoceno, la actitud
tes espirituales de la humanidad (Jesús más humana es aceptarla plenamente, en
de Nazaret, Moisés, Mahoma, Buda todo lo que tiene de ineluctable, para
Sakyamuni, etc) hubieran pasado largos entender sus causas, descubrir qué nos
períodos de su vida en retiros solitarios muestra, en qué sentido nos interpela y

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 133-138 135


CONTRIBUCIONES El viático de la Naturaleza
Verba en la gran prueba del Antropoceno

actuar en consecuencia. En el contexto cientes de las consecuencias de nuestros


que vivimos ya no es suficiente orar y pensamientos, palabras y acciones, recu-
cuidar a nuestro prójimo humano, sino perar, en la medida que nos sea posible,
que hemos sido invitados a extender la actitud de custodios amorosos de la
nuestra actitud amorosa y compasiva a creación, siguiendo el ejemplo de todos
todas las criaturas de la ‘Hermana-Madre los hombres y mujeres sabios y santos
Tierra’ como reconocía San Francisco de que han vivido en comunión con todo.
Asís en su magnífico Cántico de las cria- Aquellos que creemos en la primacía
turas, y como ha desarrollado por medio de la realidad espiritual no consideramos
de la teología y creativas iniciativas, el que las causas de la crisis sistémica glo-
Patriarca Bartolomé de Constantinopla a bal sean demográficas, políticas o econó-
lo largo de su patriarcado (Chryssavgis, micas. Las causas verdaderas se sitúan a
2012). La Tierra es hermana como criatu- un nivel más profundo, provienen de una
ra, pero madre porque nos sostiene, visión del mundo fundamentalmente
acoge y alimenta desde que nacemos errónea –materialista y tecnocrática–
hasta que morimos, de lo cual derivan que, desarrollándose desde la revolución
deberes filiales, como nos recuerdan industrial, se ha expandido de la mano de
todas las culturas más ancestrales del la occidentalización del mundo hasta
mundo. dominar las tendencias mundiales. Por
Cuando la encíclica Laudato si’ (Fracis- consiguiente, los esfuerzos para reme-
co, 2015) nos invita a la conversión ecoló- diar las tendencias destructivas globales
gica, nos recuerda que ‘vivir la vocación que ignoren estas realidades decisivas,
de ser protectores de la obra de Dios es pretendiendo cambios de comporta-
parte esencial de una existencia virtuosa, mientos o actitudes sin cambios de valo-
no consiste en algo opcional ni en un res o de creencias (metanoia), están con-
aspecto secundario de la experiencia denadas al fracaso, como muestra la his-
cristiana’ (LS § 217); subraya que ‘la con- toria de la educación ambiental desde la
versión ecológica lleva al creyente a Conferencia sobre el Medio Ambiente
desarrollar su creatividad y entusiasmo, Humano de Estocolmo (1972).
para resolver los dramas del mundo, ¿Cómo impulsar cambios profundos y
ofreciéndose a Dios «como un sacrificio resilientes en nuestras vidas, nuestras
vivo, santo y agradable » (...) que le impo- familias o comunidades, nuestras organi-
ne una grave responsabilidad que surge zaciones o empresas el seno de las ten-
de su fe” (LS § 220), y nos invita a orar dencias autodestructivas en las que nos
con la Creación y por ella. La Tradición encontramos inmersos? ¿Como cultivar
nos enseña que la oración sincera involu- la fuerza, la perseverancia y la esperanza
cra todo nuestro ser. Cuando oramos de las personas creyentes en un contexto
sinceramente por la integridad de la tan adverso? El movimiento ecologista
naturaleza, descubrimos que es incompa- está siendo un revulsivo para volver a las
tible con un estilo de vida consumista o fuentes teológicas, profundizar en el sig-
una actividad dispersa y eventualmente nificado de la tradición sacramental (tan
dañina, y encontramos fuerzas e inspira- vivo en las iglesias cristianas orientales),
ción para abandonarlas y abrazar con recuperar una antropología relacional,
gozo la justa frugalidad. La coherencia es redescubrir una mística de alabanza al
la piedra de toque de toda conversión. Creador, rehabilitar la categoría de sacri-
La conversión ecológica, nos pide un ficio y expandir el horizonte ético del
esfuerzo perseverante para ser más cons- pensamiento social cristiano (Tatay,

136 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 133-138


CONTRIBUCIONES
Josep Maria Mallarach
Verba

2020). En una perspectiva más amplia, la de actividad impuesta por las autorida-
creciente convergencia discursiva interre- des, tan sólo se ha retrasado unos días, al
ligiosa sobre la ecología, fundada en el 22 de agosto (Overshoot Day, 2020), lo
reconocimiento de la gravedad de la cri- que da una clara idea de la envergadura
sis ecológica ha hecho surgir una narrati- del decrecimiento que sería necesario
va compartida y plural basada en la justi- conseguir para alcanzar la sostenibilidad
cia social, el cuidado de la creación y la global. Lo termino hoy, 1 de Septiembre,
solidaridad intergeneracional (Palmer & Día de oración y acción para el cuidado
Finalay, 2003). En muchos lugares, las de la creación, bajo el lema de ‘Jubileo
organizaciones religiosas contribuyen al por la Tierra’, sin optimismo, pero con
debate socio-ambiental, ocupando un profunda esperanza.
lugar intersticial en el ámbito de la soste- https://www.silene.ong/
nibilidad, al mismo tiempo que la sostie-
nen y profundizan (Tatay & Devitt, 2017).
La recuperación efectiva de los princi-
Referencias
pios sagrados de las grandes tradiciones
religiosas de la humanidad, sus métodos Chryssavgis, J. ed. (2012) On Earth as in
y ritos vinculados a la naturaleza puede Heaven. Ecological vision and Iniciati-
revitalizar una ética religiosa capaz de ves of the Ecumenical Patriach Bartho-
llegar al corazón de los creyentes (Nasr, lomew. Fordham University Press,
1996) es decir, a más del 85% de la huma- New Yor. 368 p.
nidad contemporánea (Dowley & Francisco papa (2015) Carta encíclica
Rowland, 2018), inspirando y sostenien- Laudato si’, sobre el cuidado de la
do los cambios colectivos radicales indis- casa común. http://www.vatican.va/
pensables para impulsar un decrecimien- content/francesco/es/encyclicals/
to que, abrazando la justicia social y documents/papa-frances-
ambiental, permita minimizar el dolor y la co_20150524_enciclica-laudato-si.
destrucción del declive inexorable, con html
toda la fraternidad humana y con nuestra Dowley, T. & Rowland, N. (2018) Atlas of
Madre Tierra. World Religions. Fortress Press.
Empecé este artículo el 22 de agosto, Garnett, S.t. et al (2018) A spatial over-
Día de la Extralimitación de la Tierra view of the global importance of Indi-
(Earth Overshoot Day)3. En 1970, cuando genous lands for conservation. Nature
se inició el cálculo, la fecha de dicho indi- Sustainability volume 1, pages 369–
cador acaeció el 29 de Diciembre; al ir 374 (2018)
aumentado la insostenibilidad global, el
Global Witness (2020) Defending the
indicador fue retrocediendo hasta alcan-
future. The climate crisis and threats
zar el 29 de Julio el 2019. Este año, a
against land and environmental defen-
pesar del confinamiento y la reducción
ders Global Witness Report. https://
www.globalwitness.org/en/cam -
3 Earth Overshoot Day es un indicador de sosteni-
bilidad global que mide el día del año en que se
p a i g n s / e n v i ro n m e n t a l - a c t i v i s t s /
calcula que la demanda de recursos y servicios defending-tomorrow/
ecológicos por parte del conjunto de la humani- Kendall, H.W. (1992) “World Scientists
dad supera lo que la Tierra es capaz de regenerar Warning To Humanity”. https://www.
durante en todo el año. Si la humanidad contem-
poránea fuera sostenible implicaría no habría nin- ucsusa.org/resources/1992-world-
gún día del año que se extralimitara. scientists-warning-humanity

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre, pp. 133-138 137


CONTRIBUCIONES El viático de la Naturaleza
Verba en la gran prueba del Antropoceno

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138 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 133-138


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 139-142
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210–1114

La peste de Camus
PÁGINA
en tiempos de coronavirus
ABIERTA

Ester Busquets. Consejo de Dirección de Iglesia Viva

a propagación de la COVID-19 disparó las ventas de

L la novela La Peste en Francia, Italia, España. Se trata


de una lectura que trasciende el marco temporal y
geográfico para convertirse en una metáfora universal, más
aun en tiempos de coronavirus. Esta obra llevó Albert Ca-
mus (1913-1960) a conseguir el Premio Nobel de Literatura.
Publicada en 1947 fue escrita durante la II Guerra Mundial
como una metáfora del nazismo. El fascismo se extendió
por toda Europa como la peste. En la novela encontramos
los elementos esenciales del pensamiento camusiano: el ab-
surdo de la vida, la incapacidad de la razón humana para
comprender los hechos del mundo y el carácter ineludible
de la muerte. A diferencia del existencialismo de Sartre,
Camus ofrece una visión serena del ser humano, teñida de
cierto optimismo. Ante el absurdo del mundo, el ser huma-
no debe no sucumbir al nihilismo, aceptar esta situación e
intentar salir de ella. Eso es, a pesar de la absurdidad, el
destino (individual y colectivo) consiste en promover los va-
lores morales y espirituales.

139
PÁGINA ABIERTA La peste de Camus en tiempos de coronavirus

El escritor francés parte de una concepción del ser humano rigurosamente


in-trascendente: Dios es negado o eludido, el valor absoluto es el ser humano.
Camus tenía que construir una ética (personal/social) que diera soporte, des-
de una desolada ausencia de Dios, a la dignidad del ser humano. Por ello el
Dr. Rieux –el médico increyente que se sacrifica luchando contra la peste– no
necesita a Dios para comprometerse. La Peste nos invita a reflexionar sobre
el sufrimiento y la muerte, pero es sobre todo una invitación a solidarizarnos
–con Dios o sin Él– con el sufrimiento del inocente. Aunque la partida esté
perdida, porque las victorias de un médico siempre son provisionales, no hay
ninguna razón –sostiene Rieux en el fragmento seleccionado– para dejar de
luchar contra la injusticia del mundo. Al final de la novela, el protagonista
advierte que «el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás» y puede
despertar, en sus en múltiples formas, en cualquier momento. Para combatirlo
solo nos queda la solidaridad.

Tarrou lo miró en sus ojos grises y tranquilos.


—¿Qué piensa usted del sermón del Padre Paneloux, doctor?
La pregunta había sido formulada con naturalidad y Rieux respon-
dió con naturalidad también.
—He vivido demasiado en los hospitales para gustarme la idea
del castigo colectivo. Pero ya sabe usted, los cristianos hablan así a
veces, sin pensar nunca realmente. Son mejores de lo que parecen.
—Usted cree, sin embargo, como Paneloux, que la peste tiene
alguna acción benéfica, ¡que abre los ojos, que hace pensar!
—Como todas las enfermedades de este mundo. Pero lo que es
verdadero de todos los males de este mundo lo es también de la
peste. Esto puede engrandecer a algunos. Sin embargo, cuando se
ve la miseria y el sufrimiento que acarrea, hay que ser ciego o cobar-
de para resignarse a la peste.
Rieux había levantado a penas el tono, pero Tarrou hizo un movi-
miento con la mano como para calmarlo. Sonrió.
—Sí –dijo a Rieux alzando los hombros–, pero usted no me ha
respondido. ¿Ha reflexionado bien?
Tarrou se acomodó un poco en su butaca y dijo:
—¿Cree usted en Dios, doctor?
También esta pregunta estaba formulada con naturalidad. Pero
Rieux titubeó.
—No, pero, eso ¿qué importa? Yo vivo en la noche y hago por ver

140 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 139-142


PÁGINA ABIERTA Ester Busquets

claro. Hace mucho tiempo que he dejado de creer que esto sea ori-
ginal.
¿No es eso lo que le separa de Paneloux?
—No lo creo. Paneloux es hombre de estudios. No ha visto morir
bastante a la gente, por eso habla en nombre de una verdad. Pero
el último cura rural que haya oído la respiración de un moribundo
pensará como yo. Se dedicará a socorrer la miseria más que a
demostrar sus excelencias.
Rieux se levantó, ahora su rostro quedaba en la sombra.
—Dejemos esto –dijo–, puesto que no quiere usted responder.
Tarrou sonrió sin moverse de la butaca.
—¿Puedo responder con una pregunta?
El doctor sonrió a su vez.
—Usted ama el misterio, vamos.
—Pues bien –dijo Tarrou–, ¿por qué pone usted en ello tal dedi-
cación si no cree en Dios? Su respuesta puede que me ayude a mí a
responder.
Sin salir de la sombra, el doctor dijo que había ya respondido, que
si él creyese en un Dios todopoderoso no se ocuparía de curar a los
hombres y le dejaría a Dios ese cuidado. Pero que nadie en el
mundo, ni siquiera Paneloux, que creía y cree, nadie cree en un Dios
de este género, puesto que nadie se abandona enteramente, y que
en esto por lo menos él, Rieux, creía estar en el camino de la verdad,
luchando contra la creación tal como es.
—Ah! –dijo Tarrou–, entonces, ¿ésa es la idea que se hace usted
de su oficio?
—Poco más o menos –dijo el doctor volviendo a la luz.
Tarrou se puso a silbar suavemente y el doctor se le quedó miran-
do.
—Sí –dijo–, usted dice que hace falta orgullo, pero yo le aseguro
que no tengo más orgullo del que hace falta, créame. Yo no sé lo que
me espera, lo que vendrá después de todo esto. Por el momento
hay unos enfermos a los que hay que curar. Después, ellos reflexio-
narán y yo también. Pero lo más urgente es curarlos. Yo los defiendo
como puedo.
—¿Contra quién?
Rieux se volvió hacia la ventana. Adivinaba a lo lejos el mar, en
una condensación más oscura del horizonte. Sentía un cansancio

IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 139-142 141


PÁGINA ABIERTA La peste de Camus en tiempos de coronavirus

inmenso y al mismo tiempo luchaba contra el deseo súbito de entre-


garse un poco a este hombre singular en el que había algo fraternal,
sin embargo.
-No sé nada, Tarrou, le juro a usted que no sé nada. Cuando me
metí en este oficio lo hice un poco abstractamente en cierto modo,
porque lo necesitaba, porque era una situación como otra cualquie-
ra, una de esas que los jóvenes eligen. Acaso también porque era
sumamente difícil para el hijo de un obrero, como yo. Y después he
tenido que ver lo que es morir. ¿Sabe usted que hay gentes que se
niegan a morir? ¿Ha oído usted gritar: «!Jamás!» a una mujer en el
momento de morir? Yo sí. Y me di cuenta en seguida que no podría
acostumbrarme a ello. Entonces yo era muy joven y me parecía que
mi repugnancia alcanzaba el orden mismo del mundo. Luego, me he
vuelto más modesto. Simplemente, no me acostumbro a ver morir.
No sé más. Pero después de todo…
Rieux se calló y volvió a sentarse. Sentía que tenía la boca seca.
—¿Después de todo? –dijo suavemente Tarrou.
—Después de todo... –repitió el doctor y titubeó nuevamente mi-
rando a Tarrou con atención–, ésta una cosa que un hombre como
usted puede comprender. ¿No es cierto, puesto que el orden del
mundo está regido por la muerte, que acaso es mejor para Dios que
no crea uno en él y que luche con todas sus fuerzas contra la muerte,
sin levantar los ojos al cielo donde Él está callado?
—Sí –asintió Tarrou-, puedo comprenderlo. Pero las victorias de
usted serán siempre provisionales, eso es todo.
Rieux pareció ponerse sombrío.
—Siempre, ya lo sé. Pero eso no es una razón para dejar de luchar.
—No, no es una razón. Pero me imagino, entonces, lo que debe
de ser esta peste para usted.
—Sí –dijo Rieux−, una interminable derrota.
Tarrou se quedó mirando un rato al doctor, después se levantó y
fue pesadamente hacia la puerta. Rieux le siguió. Cuando ya estaba
junto a él, Tarrou, que iba como mirándose los pies, le dijo:
—¿Quién le ha enseñado a usted todo eso, doctor?
La respuesta vino inmediatamente.
—La miseria.

[Texto tomado de: Camus, Albert, La peste, Barce-


lona, Edhasa (10ª reimpresión), 1994, pp. 119-122.]

142 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 139-142


IglesIa VIVa
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Juan Mayorga:
RESEÑA
irradiaciones del exilio
CULTURAL
Teatro
Daniel Barreto. Consejo de Dirección de Iglesia Viva

l 7 y el 8 de febrero de 2020 se estrenó Siete hombres bue-

E nos, de Juan Mayorga, dirigida por Rafael Rodríguez, en el


Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria. Asombra que
la primera obra editada del dramaturgo y académico de la Lengua
se anticipara tanto a su tiempo y que, en cierto modo, todavía le
lleve la delantera. En 1989 la memoria de las víctimas del fran-
quismo no estaba en la agenda del debate ciudadano. Hubo que
esperar al primer lustro de este siglo para que la tenaz labor de
quienes buscaban a sus ancestros en las cunetas se convirtiera en
el “tema de nuestro tiempo” y alcanzase traducción legislativa.
Siete hombres buenos precede también a un apasionante ensayo
de largo aliento que Mayorga dedicó al más importante filósofo
de la memoria, Walter Benjamin: Revolución conservadora y con-
servación revolucionaria (Anthropos, 2003). Un libro que, ante el
auge del populismo autoritario, debería estar presente, como el
conjunto de su teatro, en la discusión filosófica actual.
Aunque por completo alejada del género, Siete hombres
buenos es una historia de fantasmas. Los ministros de la Repú-
blica en el exilio se reúnen semanalmente en un sótano, una es-
pecie de agujero negro del tiempo. Los personajes tienen una
doble irradiación fantasmal. Hablan como espectros y, a su vez,

143
RESEÑA CULTURAL Juan Mayorga:
Teatro irradiaciones del exilio

se encuentran asediados por espíritus el pasado fallido en inspiración de un fu-


del pasado. Entre el puñado de héroes, turo inédito. Como ha mostrado el filóso-
Julia busca al asesino de su padre. No fo Reyes Mate, maestro de Mayorga, sólo
hay escapatoria. La justicia pendiente les el recuerdo de los vencidos podría mover
acosa desde dentro y fuera de sus pro- de otro modo los molinos de la historia.
pias filas. En eso consiste la lección de las víctimas
El levantamiento de Doménech contra y de quien hace hueco a su silencio. A fin
el tirano, la impredecible respuesta del de cuentas, “nunca más” significa “nadie
pueblo y el impulso de regresar esa mis- más”. Sea o no de la tribu.
ma noche en avión para evitar el hipoté- En los últimos años la demagogia ha
tico vacío de poder, contienen un aire de dado otra vuelta de tuerca en España.
locura. Pero también de frustrada posibi- Basta evocar el debate de investidura de
lidad real. La tensión entre el vértigo del enero de este año. A derecha e izquier-
sueño y la concreción histórica nos em- da, no escasean quienes consideran la
puja hacia el invisible agujero temporal memoria de las víctimas un caladero don-
abierto en el escenario. Los personajes de reforzar la identidad y el orgullo del
se revuelven contra la interpretación del propio bando. Para resistir y mantenerse
espectador que, a la defensiva, simple- despierto, es preciso atender a los escru-
mente comentase: “Miren a los pobres tadores obsesivos de la palabra y la voz
exiliados, ilusos, no se han enterado de como Juan Mayorga. Su teatro afina nues-
nada, encerrados en su locura”. tra sensibilidad, “extiende lo visible”: pu-
Sin embargo, la fuerza de los minis- diera ser que también el enemigo tuviese
tros reside en su debilidad. Saben que rostro y nuestra “buena conciencia”, cla-
los años no han curado las heridas. Dina- roscuros. Pudiera ser que eligiéramos dar
mitan la presunta y antigua sabiduría del agua al enemigo. Por eso, según observa
refrán “agua pasada no mueve molinos”. el propio autor en un ensayo recogido en
Su exilio revela que, en el calendario de la Elipses (La Uña Rota, 2016), el mejor tea-
justicia, tres décadas no son más que un tro es aquel que “atiende a lo singular, a
día. Se trata de un consejo de expatriados lo anómalo, a lo incierto. Aquello que la
que sopesa sus decisiones gubernamen- ciudad quiere expulsar del territorio y del
tales desde las catacumbas de la historia. mapa”. Ciertamente, así sucede en Siete
¿Para nadie? En realidad, para todos: “Te- hombres buenos, como en Himmelweg
nemos una responsabilidad. Con los vivos (2003), Hamelin (2005) y El chico de la úl-
y con los muertos”, sentencia Pablo. Es tima fila (2006). El mejor teatro despliega
más, añade Julia: “Estamos muertos”. en la imaginación un mapa donde ningún
Son figuras intempestivas que convierten exiliado quedaría en el olvido.

144 IglesIa VIVa, nº 283, julio-septiembre 2020, pp. 143-144


IglesIa VIVa
Nº 283 julio-septiembre 2020
pp. 145-147
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El grito en la intemperie
RESEÑA
CULTURAL
Libros
Mª Ángeles López Romero. Directora editorial de San Pablo, Madrid.

Xabier Pikaza, Los caminos


adversos de Dios. Lectura de
Job. Madrid, San Pablo, 2020.

on cientos los títulos que pueblan la bibliografía del teólogo

S y biblista Xabier Pikaza. Su trabajo ha marcado a muchos


creyentes de toda condición y su obra ha creado escuela.
¿Qué tiene entonces de especial Los caminos adversos de Dios,
su lectura del libro de Job recientemente editada por San Pablo
(Madrid, 2020)? En primer lugar hay que decir que es el pago de
una deuda pendiente.
Como el propio autor explica en la introducción, nada más
terminar sus estudios en el Instituto Bíblico de Roma abordó el
comentario del libro de Job por recomendación del profesor L.
Alonso Schokel, pero no llegó a terminarlo. Retomó esa tarea en
2015, pero ha sido en 2020 cuando ha podido poner punto y final
a ese trabajo. Y al hacerlo ha pagado una deuda que había con-
traído consigo mismo, consciente desde tiempo atrás de que la
figura de Job y su épica historia narrada en verso se asemejaban
a las de Buda o héroes trágicos como Antígona, y reunían además
todos los ingredientes necesarios para convertirse en un resumen
de las principales líneas que definen el inmenso opus teológico
que Xabier Pikaza ha construido a lo largo de los años.

145
RESEÑA CULTURAL.
El grito en la intemperie
Libros

¿A qué líneas me refiero? Destacaré que acompaña en la vicisitud y ga-


algunas: rantiza la esperanza.
1. Su amor por la filología bíblica que Pero hay una segunda razón por la
le ha permitido desentrañar para sus que “Los caminos adversos de Dios” es
lectores y alumnos los matices más un libro especial. Y es que se ha cocido
sutiles de las Sagradas Escrituras. Y a lo largo de muchos años para llegar a
que en esta obra, aun no estando los lectores en el momento justo: la pan-
centrada en este aspecto, se deleita demia más grave que ha vivido la huma-
con la belleza de su poesía y la in- nidad en más de un siglo. Un escenario
terpretación de términos como goel de incertidumbre, vulnerabilidad y miedo
(redentor) o beqor mawet (primogé- que tiene claras similitudes con la odisea
nito de la muerte). vivida por Job. Donde también la des-
igualdad y la crisis económica derivada
2. Su apuesta por el diálogo interre-
de la pandemia expulsan a las cunetas de
ligioso, presente en el paralelismo
la vida y de la historia, al estercolero del
que establece entre Job y la figura
mundo, a millones de personas. Y parece
y el pensamiento de Buda a lo largo
que de nuevo el ser humano debe gritar a
de toda la obra. Un paralelismo que
Dios reclamando respuestas y motivos de
se apoya en la común experiencia
esperanza que parecen no llegar.
de dolor y sus diferentes respuestas
(sumadas, no confrontadas): Buda Xabier Pikaza se enfrenta a la lectura
prescinde de Dios, huye del deseo de un texto tan complejo como este par-
y emprende el camino de la acepta- tiendo del desafío de entender a Job hoy,
ción; Job interpela a Dios y apuesta no solo entonces. De encajar su historia
por la vía de la transformación fren- en nuestra realidad concreta de hombres
te a la justificación. y mujeres del siglo XXI (creyentes o no)
acongojados por el presente y el futuro.
3. Las víctimas, protagonistas indiscu- Como explica él mismo en las páginas del
tibles de su teología, aparecen en el libro, Job nos devuelve al mundo de los
libro de Job expulsadas al esterco- miedos y los sueños ancestrales, y lo hace
lero de la historia. Y, en la particular a día de hoy, cuando vivimos un momen-
lectura de su autor, precisamente a to también de miedos y “peste”. Pikaza
partir de él su sometimiento dejará le hace hablar el lenguaje de hoy para
de estar justificado. Ya no vale el que podamos aprender de su historia.
“Dios lo ha querido”.
Y no es difícil identificarse con este
4. Pikaza encuentra en el libro de Job Job que nada tiene que ver con aquellas
también una de sus paradojas más interpretaciones tradicionales que lo dul-
visitadas: la que confronta dos mo- cificaban engañosamente para convertir-
dos de entender a Dios, aquél en lo en un modelo de docilidad y paciencia,
que Dios es el causante de todo y en lugar del individuo perseverante que
por tanto también del mal que le se rebela e interpela a Dios desde su li-
acontece a Job (y por extensión a bertad y las razones de su fe, tal cual lo
todos nosotros), vinculado a un mo- retrata Pikaza en esta obra.
delo de divinidad omnipotente y El Job de Xabier Pikaza interpela a
castigadora; y ese otro reclamado Dios y nos interpela también a nosotros.
por Job y confirmado en el Nuevo Nos advierte de que debemos escuchar
Testamento por Jesús de Nazaret, el grito de las víctimas y comprometer-

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RESEÑAS. Libros Mª Ángeles López Romero

nos en la transformación del mundo para nos dice, como él, que Dios nos ama, que
que deje de ser un cruel estercolero, en el grito de las víctimas llega a sus oídos
lugar de aceptar sin más la injusticia o y que la humanidad sufriente triunfa y es
atribuirla a una arbitraria concesión divi- rehabilitada.
na. Nos avisa del peligro de construir a Esa novedosa conexión que hace el
un Dios-poder, como hacen sus amigos, autor entre Job y Jesús le lleva a propo-
fabricado a la medida de nuestros intere- ner incluso una desafiante lectura alterna-
ses y la conservación de las estructuras. tiva del final de la historia, que no desve-
Nos anima a atrevernos a salir de nuestra laré. Pero que recuerda que “la justicia, lo
“tienda de paz” (que ahora denominaría- mismo que el amor, es más fuerte y du-
mos “zona de confort”) para transformar radera que la muerte”. Y su épica histo-
los sistemas de opresión, aunque eso su- ria se convierte, a través de la lectura de
ponga ser expulsados al estercolero que Xabier Pikaza, en una valiosa ayuda “para
habitan las víctimas. Y a buscar caminos sufrir y para vivir, para amar a Dios que es
propios, haciendo un uso correcto de la Vida y para abrir un camino distinto de fu-
libertad que nos ha sido concedida, aun- turo, en tiempos de gran crisis”. Aunque
que seamos tachados de heterodoxos. sigamos a la intemperie en medio de la
Pero este Job es además un anticipo adversidad y sin terminar de resolver el
del Jesús histórico y teológico, porque nudo de nuestra trama humana.

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La crisis de la pandemia nos ha hecho colapsar, delatando nuestros
males (pecados) y, a su vez, abriendo algo inédito que todavía no
podemos entender del todo.
Se nos ha hecho visible la irracionalidad del sistema que en tiempos
normales se nos presentaba como racional y ordenado. ¿Qué es lo
excepcional y que es lo normal? Son preguntas que nos suscita el
presente.
Vivimos la sensación de la nuda vida, la ceguera del miedo a perder-
la y el extrañamiento hacia “el otro” como un peligro. El cuestiona-
miento de la normalidad de la vida nos confronta inevitablemente
con el mundo de lo excepcional. ¿Qué se nos revela? ¿Podríamos
hablar del estado de excepción como lugar teológico?
La excepción ampliada a quienes por lo general están a salvo de ella
hace visible la irracionalidad del sistema que, en tiempos normales,
se presenta como racional y ordenado. El estado de alarma provo-
cado por la pandemia nos pone también frente a quienes viven en
un “estado excepcional” permanentemente.
Quienes transitamos en este breve tramo de la historia, nos senti-
mos urgidos a hacer una lectura de los signos de los tiempos. Este es
un espacio decisivo para configurar nuestra experiencia de fe en el
Jesús crucificado y resucitado, el Cristo que elige a los pobres como
lugar teológico. Es un estado en el que el misterio de Dios se nos
revela.
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