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Se cumplen mañana, 18 de octubre, dos años de la partida del Padre Víctor

Chiarella a la casa del Padre. En este momento, en que por circunstancia del
aislamiento no puedo concurrir a la celebración de la Santa Misa, quisiera expresar
brevemente un pensamiento, para recordar a quien fuera nuestro pastor y sacerdote
durante 27 años.

Al Padre Víctor le ha tocado sufrir una larga y penosa enfermedad, en el año


2018, durante la cual experimentó el mismo dolor del Cristo sufriente, luego de lo cual
cumplió su Pascua, para resucitar junto a Él para la Vida eterna. La fecundidad del
testimonio sacerdotal depende de la cruz. En la vida de todo sacerdote la palabra
"cruz" no es tan sólo una palabra. Especialmente en el rápido e implacable avance de
la enfermedad, que poco a poco lo despojó de todo, su existencia se transformó en
una ofrenda completa a Cristo, anuncio vivo de su pasión, con la esperanza llena de fe
en la resurrección.1

Pero quisiera reflexionar alrededor de la situación actual, también a la luz de la


vida de Víctor, que nos puede iluminar en este camino que estamos transitando: el
Papa Francisco dijo, semanas atrás, que “la pandemia desenmascara nuestra
vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que
habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades.” 2

“Por lo tanto, nuestra respuesta a la pandemia es doble. Por un lado, encontrar


la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo. Por
el otro, tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social…” 3 A la luz del
Evangelio, aprendemos cómo sanar al mundo que sufre por un malestar que la
pandemia ha evidenciado. El malestar estaba: la pandemia lo ha evidenciado más, lo
ha acentuado!!

Un pequeño virus sigue causando heridas profundas: las físicas, las sociales y
las espirituales. Ha expuesto la gran desigualdad que reina en el mundo: desigualdad
de oportunidades, de bienes, de acceso a la sanidad, a la tecnología, a la educación:
millones de niños no pueden ir al colegio, y así la lista continúa.

La única respuesta posible es que se pueda continuar caminando juntos,


teniendo “fijos los ojos en Jesús” ( Hb 12, 2); la mirada en Jesús que salva y sana al
mundo. El Evangelio nos muestra que Jesús ha sanado a enfermos de todo tipo. El
Padre Víctor estuvo en la Orden de los Ministros de los Enfermos, durante algunos
años, donde aprendió sobre todo la atención caritativa a los hermanos sufrientes.
Siempre recordaba con su vida la regla de San Camilo de Lellis y el cuarto voto que los
1
Cfr. VASCHETTO, Arnaldo: Coincidencias inimaginables, 18 de octubre de 2019.
2
PAPA FRANCISCO, Momento extraordinario de oración en tiempos de pandemia, Basílica de
San Pedro. 27 de marzo de 2020.
3
Ídem, Audiencia general del 19 de agosto de 2020.
Ministros realizaban: la profesión de servir con total dedicación a los enfermos
«aunque fueran apestados», es decir, con riesgo de la propia vida, representa lo
específico de su particular forma de vida religiosa consagrada.4

El decálogo titulado “Yo soy el enfermo: tu amo y señor” culmina con esta
regla: “Y cuando hayas hecho todo lo que tienes que hacer, cuando hayas sido todo lo
que deber ser… No olvides darme las gracias.”5

Ponemos este camino de sanación bajo la protección de la Virgen María, Virgen


de la Salud. También el Padre Víctor Chiarella tuvo una gran devoción a María. A ella
apeló en los momentos de alegría, pero también en esta última etapa de sufrimiento,
sabiendo tomarla de la mano, para ingresar en la Vida eterna. Ella, que llevó en el
vientre a Jesús, nos ayude a ser confiados. Dios nos conceda “viralizar” el amor y
globalizar la esperanza a la luz de la fe.6

Arnaldo.

18/10/2020

4
Fórmula de la Profesión, Regla de San Camilo, referida por el padre Vanti en los Escritos de
San Camilo (cf. Scr. S. C., doc. XII, 104).
5
Máximas de San Camilo a los Clerigos Regulares Ministros de los enfermos.
6
PAPA FRANCISCO, op. cit.

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