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El origen de la humanidad

El propósito de colocar a los humanos sobre la tierra va más allá de la simple


explicación de la existencia física de los humanos y queda explicado en la re-
velación bíblica. Según Romanos 5 y 1 Corintios 15, no podemos aceptar la posición
de Brunner sobre la creación, sino que debemos considerar a Adán y Eva
literalmente como personas particulares. De las cinco posiciones sobre los inicios
del ser humano, el creacionismo progresivo parece ser la que presenta menos
problemas. De forma similar, la evidencia parece apoyar la posición de que la
cultura se puede datar en aproximadamente treinta mil años por la aparición del
lenguaje. Hay cinco posturas sobre los elementos neolíticos en Génesis 4. No se
puede llegar a ninguna conclusión definitiva. Finalmente, se llega a nueve
conclusiones sobre el significado teológico de la creación.
El significado de “Origen”
Cuando hablamos del origen de la humanidad, nos estamos refiriendo a algo más
que su comienzo. Ya que “comienzo” hace referencia solamente al hecho de
empezar a existir. Por lo tanto, hablar de “comienzo del humano” es un tipo de
referencia meramente científica al hecho de que los humanos empezaran a existir,
y quizá a la manera en la que esto sucedió. Sin embargo, “origen” tiene la
connotación del propósito de este hecho. En términos de existencia individual, el
comienzo de la vida de una persona es siempre el mismo: sucede cuando el
esperma de un hombre se combina con el óvulo de una mujer. Pero, desde un
punto de vista terrenal, el origen de cada vida es diferente. De hecho, en algunos
casos se podría considerar incorrecto hablar de origen. Porque mientras algunos
nacimientos son el resultado del plan y el deseo definidos de dos personas de tener
un hijo, otros son el producto no deseado de una unión física entre dos personas,
quizá la consecuencia de un descuido. La teología no pregunta únicamente cómo
aparecen los individuos sobre la faz de la tierra, sino por qué, o qué propósito hay
tras su presencia aquí. La perspectiva del comienzo humano nos ofrece poca guía
sobre lo que somos y lo que vamos a hacer, pero en el marco del propósito surge
una comprensión más clara y más completa sobre la naturaleza del hombre. La
imagen bíblica del origen de la humanidad es la de que un Dios sabio,
todopoderoso y bueno creó la raza humana para amarle y servirle y para que
disfrute de una relación con él.
El estatus de Adán y Eva
Génesis contiene dos relatos sobre la creación de los humanos por Dios. El primero,
en 1:26-27, simplemente recoge (1) la decisión de Dios de hacer a los humanos a su
imagen y semejanza y (2) la acción de Dios al poner en práctica su decisión. No se
dice nada sobre los materiales o el método utilizado. El primer relato pone un
énfasis mayor en el propósito y razón para la creación de los humanos; esto es, que
fructificaran y se multiplicaran (v. 28) y dominaran la tierra. El segundo relato,
Génesis 2:7, es bastante diferente: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del
polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente.”
Aquí el énfasis parece estar en la manera en la que Dios creó.
Se han formulado y promulgado numerosas interpretaciones diferentes sobre el
estatus de la primera pareja de humanos.
¿Cómo deberíamos considerar esta interpretación? ¿Importa en realidad si la
historia de Adán y Eva se considera un relato histórico sobre dos personas reales en
el principio de la raza humana, o un relato representativo sobre todos nosotros? La
cuestión no es sencillamente cómo lo consideraba el autor del relato, ya que
algunos podrían decir que la perspectiva de que Adán y Eva fueran históricos era la
forma en la que el autor expresaba la doctrina que contenía el relato. Esta forma
podría cambiar sin que se perdiese la esencia de la doctrina. Pero ¿la perspectiva
de que Adán y Eva sean figuras históricas es únicamente la forma de expresar la
doctrina del origen de la humanidad, o en cierto sentido es su esencia?
Un enfoque de este tema es examinar la forma en que el Nuevo Testamento ve a
Adán. Es cierto que la palabra Adán se puede tomar como un término general o de
clase (“humano”) en lugar de como un nombre propio. Sin embargo, en dos
pasajes: Romanos 5 y 1 Corintios 15, Pablo relaciona el pecado humano con Adán
de una forma que hace difícil considerar a “Adán” solamente como un término
representativo. En Romanos 5:12-21 Pablo hace referencia varias veces al pecado
de “un hombre.” También hace referencia a la obediencia, gracia y rectitud de “un
solo hombre, Jesucristo.” Pablo está haciendo un paralelismo entre el hombre
Adán y el hombre Jesucristo. Fíjese que la parte negativa de la exposición doctrinal
de Pablo reside en la realidad de Adán. El pecado, la culpa y la muerte son hechos
universales de la existencia humana; son partes esenciales de la doctrina de Pablo
sobre la humanidad. Pablo explica que todos los seres humanos mueren porque el
pecado llegó al mundo a través de una persona. La muerte es una manifestación de
la condenación resultante del pecado de un hombre. Es difícil por lo tanto concluir
cualquier cosa distinta a que Pablo creía que Adán era una persona particular que
cometió un pecado que fue significativo para el resto de la raza humana.
En 1 Corintios 15 la posición de Pablo se hace aún más evidente. Aquí dice que la
muerte entró por un hombre (v. 21) y después deja claro (v. 22) que se refiere a
Adán. En el versículo 45 Pablo se refiere de forma distintiva al “primer hombre
Adán.” Si se entiende que la palabra Adán siempre significa “humano,” hay, como
poco, algo de redundancia aquí. Parece que queda suficientemente claro que Pablo
creía que Adán era una persona histórica real.
Por razones como estas, concluimos que los escritores del Nuevo Testamento como
Pablo creen no sólo que existió realmente Adán y Eva, sino que los consideraban
una parte indispensable de la doctrina de la humanidad. ¿Pero es sostenible esta
idea? ¿Qué han establecido los datos científicos sobre el origen de la raza humana?
¿Se ha excluido un comienzo mono genético de Adán y Eva? Aunque la respuesta
depende en gran medida de la definición que se dé de humanidad (un tema que
trataremos más adelante en este capítulo), factores comunes en la raza humana,
por ejemplo, la interfertilidad, sugirieren un punto de origen común.
Evolución naturalista
Hoy en día hay diversos puntos de vista sobre el origen de la especie humana.
Difieren en el lugar que asignan a los datos bíblicos y a los científicos. Uno de estos
puntos de vista es el de la evolución naturalista. Es un intento de explicar la especie
humana, al igual que todas las otras formas de vida, sin apelar a una explicación
sobrenatural. Los procesos inmanentes que hay dentro de la naturaleza han
producido los seres humanos y todo lo demás que existe. No hay implicación de
ninguna persona divina, ni al principio ni durante el proceso.
Creación instantánea
En la parte opuesta del espectro esta lo que algunas veces se denomina creación
instantánea o fíat. Esta es la idea de que Dios, con un acto directo, dio vida casi
instantáneamente a todo lo que existe. Fijémonos en dos características de este
punto de vista. Una es la brevedad que implica y de ahí lo relativamente reciente
que es lo que ocurrió en la creación. Aunque hubo varias etapas en la creación, una
después de otra, no transcurrió un espacio de tiempo sustancial desde el principio
hasta el final del proceso. Quizá una semana de calendario, más o menos. Otro
principio de este punto de vista es la idea de la obra directa de Dios. Dios hizo el
mundo y todo lo que hay en él, sin utilizar medios indirectos o mecanismos
biológicos, sino mediante la acción y el contacto directo. En cada caso, o en cada
etapa, Dios no utilizo materiales ya existentes. Las nuevas especies no surgieron
por la modificación de especies anteriores, sino que fueron creadas nuevas desde
el principio, o por decirlo de otra manera, fueron creadas especialmente por Dios.
Todas las especies son totalmente distintas unas de otras. Específicamente, Dios
hizo al hombre enteramente mediante un acto creativo único y directo; el hombre
no procede de ningún organismo que ya existiese previamente.
Debería resultar claro que no existe ninguna dificultad para reconciliar la creación
instantánea con el relato bíblico. Es más, este punto de vista refleja una lectura
estrictamente literal del texto, que fue la manera en que el relato se entendió
durante mucho tiempo en la historia de la iglesia. La frase de que Dios dio vida a
cada animal y planta según su especie se ha interpretado tradicionalmente como
que él creó cada especie de forma individual. Sin embargo, se debe señalar que el
nombre hebreo ‫( מִי‬min), que se traduce por “especie” en la mayor parte de las
traducciones, sencillamente es un término general de división. Puede significar
especie, pero no es lo suficientemente específico como para que nosotros
concluyamos que es así. Por lo tanto, no podemos afirmar que la Biblia requiera la
creación instantánea; no obstante, está bastante claro que la permite.
Evolución deísta
Aunque el término no se escucha con frecuencia, la evolución deísta es quizá la
mejor manera de describir una variedad de lo que se suele llamar evolución teísta.
Esta es la idea de que Dios empezó el proceso de la evolución, produciendo la
primera materia e implantando dentro de la creación las leyes que han guiado su
desarrollo.
El progreso del orden creado está libre de la influencia directa de Dios. Él es el
Creador de todas las cosas, pero sólo se creó directamente el primer componente
del proceso. Todo el resto de lo que Dios ha creado ha sido hecho de forma
indirecta. Dios es el Creador, la causa última, pero la evolución es el medio, la causa
próxima. Por tanto, excepto por la idea del principio mismo de la materia, la
evolución deísta es idéntica a la evolución naturalista, ya que niega cualquier
actividad directa de un Dios personal durante el proceso creativo posterior.
Evolución teísta.
La evolución teísta no tiene muchas dificultades con los datos científicos ya que
ensena que la dimensión física de los seres humanos surge a través de la evolución.
Por lo tanto, puede acomodar cualquier evidencia de continuidad dentro del
proceso que se haya producido en la raza humana. Con respecto a los datos
bíblicos, la evolución teísta a menudo sostiene la idea de que existió una pareja
original, Adán y Eva. Cuando esto es así, no hay dificultades para reconciliar la
evolución teísta con las enseñanzas de Pablo sobre lo pecaminoso de la raza. Al
tratar los capítulos introductorios del Génesis, se siguen una de estas dos
estrategias. Afirmar que el Génesis no dice nada específico sobre la manera en que
se originó el ser humano, o considerar el pasaje como simbólico. En el último caso,
“polvo” (2:7), por ejemplo, no se toma literalmente. Más bien se interpreta como
una referencia simbólica a una criatura ya existente, una forma inferior a la
humana. Esta interpretación particular merecerá un posterior escrutinio después
de que hayamos examinado la opción final.
La edad de la raza humana
1. El tema no tiene importancia. O no podemos determinar la edad de la raza
humana, o, aunque pudiésemos no habría una diferencia importante. B. B. Warfield
escribió una vez: “La cuestión de la antigüedad del hombre en sí misma no tiene
importancia teológica. Para la teología, como tal, resulta totalmente indiferente
saber cuánto hace que existe el hombre sobre la tierra. Aunque es dudoso que
Warfield aprobase el uso que a veces se ha hecho de esta declaración, no parece
que le diese gran importancia al tema.
2. La fabricación de herramientas es la marca de la humanidad. La habilidad para
concebir, dar forma y utilizar herramientas es lo que distingue a los humanos de las
criaturas sub-humanas. Si este es el criterio, entonces el origen de la raza humana
tiene que datarse bastante pronto, quizá hace unos 500.000 a 2 millones de años.
3. La práctica del enterramiento de los muertos es lo que separa a los humanos de
las demás criaturas. Si este es el criterio, hay que identificar como el primer
humano al hombre de Neandertal y data de hace unos 50.000 años.
4. El humano se distingue por la presencia y el uso de un simbolismo complejo o,
más específicamente, del lenguaje. Aunque hacer herramientas y enterrar a los
muertos indica un patrón de comportamiento bastante sofisticado, es el lenguaje lo
que hace posible el tipo de relación con Dios que experimentaría un ser creado a
imagen de Dios. Basándonos en esto, se puede relacionar el principio de la raza
humana en todo el sentido bíblico con la evidencia de una gran explosión cultural
hace entre 30.000 y 40.000 años. El primer humano no debe identificarse con el
hombre de Neandertal, sino algo más tarde, probablemente con el hombre de
Cromagnon.
El significado teológico de la creación humana
Ahora que hemos discutido el contenido básico de la doctrina de la creación
humana, debemos determinar su significado teológico. Hay varios puntos que
necesitan una atención e interpretación especial.
1. Que los humanos sean creados significa que no tienen existencia
independiente. Tienen vida porque Dios deseo que existieran y actuó para
darles vida y para conservarles. Su existencia no es necesaria. Pueden
declararse independientes y actuar como si lo fuesen, pero eso no altera el
hecho de que su misma vida y cada aliento que siguen tomando se lo deben
a Dios.
2. Los humanos son parte de la creación. Por diferentes que sean de los demás
seres creados por Dios, no se distinguen tanto del resto como para no tener
relación con ellos. Como a las demás criaturas, al humano se le dio vida en
uno de esos días de la creación, el mismo día (el sexto) que a los animales de
la tierra.

Bibliografía
Teología sistemática Millard J. Erickson.
Prof. MARVIN GARCIA CASTRO
Alumno: Aarón Moisés Téllez Urbina
Materia: Teología Sistemática II
18 de septiembre 2021
 

TAREA: RESUMEN SOBRE EL ORIGEN DEL HOMBRE

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