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En las clases que hemos desarrollado hasta aquí, hemos abordado los siguientes
temas:
En las clases 1 y 2 realizamos un recorrido por la historia de la Universidad en la
Argentina. En cada etapa nos detuvimos en una caracterización de los proyectos
políticos e institucionales como el marco en el que tuvieron lugar determinados
modelos pedagógicos. Dichos modelos tuvieron en su centro una particular estructura
de relaciones entre concepciones sobre el conocimiento, concepciones sobre los
sujetos a los que se dirigía la educación universitaria y concepciones acerca de los
procesos de transmisión.
En esas clases propusimos la idea de que en cada etapa (y en nuestro presente) la
enseñanza universitaria estuvo atravesada por una yuxtaposición de elementos
heredados de distintos modelos pedagógicos, algunos contradictorios, otros
convergentes.
En la clase 3 dirigimos la mirada a los debates actuales acerca de la “crisis de la
Universidad” y la confrontación entre dos proyectos: uno que ha sido caracterizado
como “Contrarreforma” – por el retroceso que supone en relación con los principios de
la Reforma Universitaria de 1918 – orientado por los intereses de mercantilización y
globalización en la que se profundiza la desigualdad en el acceso a los estudios
universitarios pero también la desigualdad al interior de una trama internacional de
instituciones universitarias. Este proyecto es enfrentado por otro, que ha sido
denominado como “nueva Reforma”, y que se presenta como una resistencia 1
contrahegemónica a la trasnacionalización mercantilista. Se trata de un proyecto que
involucra la apertura de la Universidad a los sectores sociales subalternos, una
profundización de la democratización y supone nuevos desafíos para la educación
universitaria. Quizás uno de los más importantes es lo que Boaventura de Sousa
Santos ha denominado la “ecología de saberes”, es decir, la apertura de los ámbitos
universitarios para los saberes de los sectores históricamente marginados,
postergados, y el cuestionamiento a las jerarquías consagradas de saberes.
En la clase 4 hemos propuesto una síntesis de ambos recorridos: el histórico y el
contemporáneo, tratando de proponer algunas de las condiciones para la reflexión
pedagógica que surgen de estas dos coordenadas.
Ahora nos proponemos leer estas condiciones en relación con las definiciones que han
suscripto los países de América Latina y que funcionan como una toma de posición
tanto en términos de los proyectos o corrientes internacionales en pugna, como en
relación con los sistemas universitarios de cada país.
Avancemos con la clase.
Este texto fue firmado por gran parte de los países latinoamericanos y constituye una
declaración de principios que se opone explícitamente a las iniciativas mercantilistas
de la Organización Mundial de Comercio. Les propongo la lectura en extenso de un
fragmento de la declaración que condensa sus definiciones político-pedagógicas:
indispensables.
6.- La Educación Superior como bien público social se enfrenta a corrientes que
promueven su mercantilización y privatización, así como a la reducción del apoyo y
financiamiento del Estado. Es fundamental que se revierta esta tendencia y que los
gobiernos de América Latina y el Caribe garanticen el financiamiento adecuado de las
instituciones de Educación Superior públicas y que éstas respondan con una gestión
transparente. La educación no puede, de modo alguno, quedar regida por reglamentos
e instituciones previstas para el comercio, ni por la lógica del mercado. El
desplazamiento de lo nacional y regional hacia lo global (bien público global) tiene
como consecuencia el fortalecimiento de hegemonías que existen de hecho.
7.- La educación suministrada por proveedores trasnacionales, exenta de control y
orientación por parte de los Estados nacionales, favorece una educación
descontextualizada en la cual los principios de pertinencia y equidad quedan
desplazados. Ello amplía la exclusión social, fomenta la desigualdad y consolida el
subdesarrollo. Debemos promover en nuestros países las leyes y los mecanismos
necesarios para regular la oferta académica, especialmente la trasnacional, en todos
los aspectos claves de una Educación Superior de calidad.
8.- La incorporación de la Educación como servicio comercial en el marco de la
Organización Mundial de Comercio (OMC) ha dado lugar a un rechazo generalizado
por parte de muy diversas organizaciones relacionadas directamente con la Educación
Superior. La referida incorporación constituye una fuerte amenaza para la construcción
de una Educación Superior pertinente en los países que acepten los compromisos
exigidos en el Acuerdo General de Comercio y Servicios, y ello supone graves daños
para los propósitos humanistas de una educación integral y para la soberanía
nacional. Por ende, desde la CRES, advertimos a los Estados de América Latina y el
Caribe sobre los peligros que implica aceptar los acuerdos de la OMC y luego estar
obligados por estos, entre otros aspectos lesivos, a orientar fondos públicos hacia
emprendimientos privados extranjeros implantados en su territorio, en cumplimiento
del principio del “trato nacional” que en ellos se establece. Asimismo afirmamos
nuestro propósitos de actuar para que la Educación en general y la Educación
Superior en particular no sean consideradas como servicio comercial.
bases cognitivas y de aprendizaje en los niveles precedentes, de tal manera que los
estudiantes que ingresan al nivel superior cuenten con los valores, las habilidades,
destrezas y capacidades para poder adquirir, construir y transferir conocimientos en
beneficio de la sociedad. La Educación Superior tiene una indudable responsabilidad
en la formación de profesores para todo el sistema educativo, así como en la
consolidación de la investigación pedagógica y la producción de contenidos
educativos. Los Estados deben asumir en su plenitud la prioridad de garantizar una
educación de calidad para todos, desde la educación inicial hasta la superior. En este
sentido, las políticas de acceso a la Educación Superior deben también considerar la
necesidad de la implementación de programas de enseñanza e investigación de
calidad en los postgrados.
11.- Hay que reconocer al cuerpo docente como actor fundamental del sistema
educativo, garantizando su formación, capacitación permanente, adecuadas
condiciones laborales y regímenes de trabajo, salario y carrera profesional que
permitan hacer efectiva la calidad en la enseñanza y la investigación.
12.- Es imprescindible garantizar la universalización de la educación media.
Igualmente, la incorporación de toda la población a las dinámicas del conocimiento
exige por parte de las instituciones de Educación Superior, el desarrollo de alternativas
y trayectorias educativas conducentes a certificaciones para el trabajo, la
alfabetización digital y el reconocimiento, de experiencias y saberes adquiridos fuera
de los sistemas formales. En este sentido, debe rescatarse, entre otras, la experiencia
de las Universidades Populares de los inicios del reformismo universitario.
13.- Las instituciones de Educación Superior de la región necesitan y merecen mejores
formas de gobierno, capaces de responder a las transformaciones demandadas por
los contextos internos y externos. Eso exige la profesionalización de los directivos y
una vinculación clara entre la misión y propósitos de la institución y los instrumentos
de gestión.”
Entre las varias definiciones que contiene esta declaración, hay una que se destaca
porque significa la formulación de un proyecto alternativo a la mercantilización de la
educación superior. Mientras la Organización Mundial de Comercio (OMC) y diversos
tratados internacionales avanzaron durante la década de 1990 en considerar a la
educación superior y universitaria como una mercancía, que debía ser incluida en los
tratados de libre comercio entre los países, la Declaración de Cartagena postuló que la
educación superior debía considerarse un derecho humano y un bien público social.
¿Qué implica ubicar a la educación universitaria entre los derechos humanos? Esa
definición es políticamente estratégica, porque le otorga a la educación superior un
estatus de derecho, y en casos como el argentino, incluso más allá de lo que
establecen las leyes internas del país. Por otra parte, en tanto derecho humano, asiste
a todas las personas, y debe ser garantizado y protegido por el Estado. Además, en
tanto derecho humano, el derecho a la educación superior está necesariamente
vinculado con toda la trama de los derechos humanos. Los derechos humanos son
derechos que se condicionan entre sí, de manera que la vulneración de uno de ellos
afecta el pleno ejercicio de los demás (por ejemplo, la vulneración del derecho a la
salud afecta el pleno ejercicio del derecho a la educación, a la cultura, etc.).
Por otra parte, la noción de bien social incluida en la Declaración de Cartagena precisa
el sujeto del derecho a la educación universitaria. Si bien ese derecho se realiza y se
concreta abriendo el acceso universal a la Universidad, el sujeto de ese derecho es
toda la sociedad. Esto significa que, aún cuando no todos los miembros de esa
sociedad accedan o se formen en la Universidad, ésta tiene la responsabilidad de
hacer que la formación que brinda, que el conocimiento que produce, que los vínculos
que crea con distintas instituciones, organizaciones y actores, tengan como horizonte
el bien común de la sociedad.
Por otra parte, si bien el derecho a la Universidad forma parte del derecho a la
educación, presenta una naturaleza diferente que el derecho a la educación básica,
consagrado en nuestro país por la Ley de Educación Nacional de 2006. En el caso del
derecho a la educación básica, este derecho se realiza o se concreta a través de la
educación obligatoria, que abarca desde los 5 años de edad (luego ampliado a los 4
años por una legislación complementaria) hasta la finalización de la educación
secundaria (sin determinar una edad en la que esto debe ocurrir). El derecho a la
educación así definido, se plasma en la obligación de los individuos de asistir a la 8
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