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Cabildo por la Soberanía Educativa de la Provincia de Buenos Aires

Hacia una nueva Ley de educación Superior

El Cabildo por la Soberanía Educativa de la provincia de Buenos Aries ha realizado su primer


encuentro para discutir y aportar ideas a la necesaria nueva Ley de Educación Superior (LES). Se ha
caracterizado por su amplia participación desde distintos pueblos y ciudades de la provincia, por su
representatividad tanto académica, universitaria y de los Institutos de Formación Superior, sindicatos,
representantes del movimiento estudiantil universitario y terciario, de los docentes y de los no
docentes, de centros de estudios, institutos y fundaciones.

Afirmamos en este debate plural y coral, la decisión de seguir ampliando el campo de los que discuten
y aportan a una nueva Ley de Educación Superior y a la Educación en general. Porque solo un debate
con protagonismo de la sociedad toda, escuchando y sumando voces, puede construir la soberanía
popular como piedra fundamental de un proyecto de país democrático y soberano.

La apertura del Cabildo fue parte de mostrar y construir un sujeto amplio, diverso y plural. Que junto al
análisis riguroso de los que contribuyeron a iniciar el debate pudo dar una señal en ser una
convocatoria amplia para protagonizar el debate por una nueva ley de educación superior en el marco
de la soberanía educativa. (verla en el canal de YouTube: Cabildos por la Soberanía Educativa. Enlace
https://youtu.be/RWu8XpzS914

Expusieron en la apertura:

Carlos De Feo (CONADU)

Sandra Ramal (SUTEBA)

Alejandro Mosquera (director ejecutivo Instituto de Estudios y formación para la Igualdad)

Alejandro Villar (rector Universidad Nacional de Quilmes)

Sofía Melman (por los estudiantes universitarios)

Sandra González (directora del Instituto Superior de formación Docente 29)

Nadia Rodríguez (Presidenta de Estudiantes Terciarios organizades)

Coordinador y moderador Ariel Báez (Secretario de Planeamiento, Universidad Tecnológica


Nacional - Facultad Regional Avellaneda y Fundación Acción para la Comunidad)

Contribuyeron exponiendo también:

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Rodolfo Tecchi (rector de la Universidad de Jujuy y presidente del bloque de rectores peronistas)

Alejandra Birgin (Directora Provincial de Educación Superior)

Mariano Cascallares intendente de Almirante Brown.

Diagnóstico

No podemos pensar un proyecto educativo aislado o desvinculado de un proyecto de país.

El modelo de país que hizo posible la LES en el año 1995 respondió a las leyes del mercado propias del
modelo neoliberal, que aún persisten en nuestra educación superior.

Los tres ciclos neoliberales que vivió la patria agredieron a la educación en general y a la pública en
particular. La ley N°24.521 creó las condiciones para dar riendas sueltas a la mercantilización de la
educación superior y para derogar el consenso que habíamos construido los argentinos, en concebir a
la educación superior como un derecho; también abrió las puertas a la concepción de la educación
superior como un servicio más del mercado y desde allí rompió la gratuidad como base de igualdad e
impulso de las restricciones al ingreso.

Todos esos ciclos neoliberales fueron precedidos por campañas para demoler valores comunes de la
educación, la escuela, los institutos y las universidades, y de las voces que los defendían. Fueron
intentos de minar la solidaridad de la sociedad con aquellos sectores activos que resistían la
destrucción de la educación pública. Es por eso que, tanto el menemismo como el macrismo,
plantearon siempre las transformaciones de forma regresiva de arriba hacia abajo, desconociendo la
opinión de la comunidad educativa, de las y los expertos, de las y los trabajadores, de las familias.

Las políticas sobre educación superior que se llevaron a cabo en los años 90 no fueron solo una
experiencia nacional, sino que toda la región latinoamericana estuvo afectada por las propuestas del
Banco Mundial y el BID, que signaron las políticas educativas desde el dogma neoliberal.

Promovido desde estas políticas, la soberanía educativa de los países ha estado en riesgo desde hace
muchos años, pero muy marcadamente desde que los sistemas educativos comenzaron a estar bajo la
órbita de grupos como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). La
injerencia de estos organismos fue creciendo a paso redoblado, al tiempo que se extendía la idea de un
mundo globalizado, gobernado desde las sombras por corporaciones.

Por ese camino la educación pasó a ser un negocio más del capitalismo financiero y los saberes
nacionales, construidos con la inteligencia, la investigación y el esfuerzo propio de los locales, fueron
expropiados sistemáticamente en función de los intereses de las grandes corporaciones.

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La transformación hacia una educación
descolonizada

Con el trascurrir del nuevo siglo, nuestras sociedades han experimentado profundas modificaciones. Es
por ello por lo que necesitamos una ley federal para la Educación Superior, que sea capaz de afrontar
cabalmente los nuevos desafíos; no una ley marco, sino una ley específica que abrace a toda la
diversidad y complejidad, al universo de la Educación Superior, la universitaria y la no universitaria.

Exigimos una nueva ley de Educación Superior que respete la interculturalidad, las diferentes lenguas
que nos habitan, los aportes y particularidades de cada uno de los territorios y provincias. Para eso, es
necesaria una mejor y más desarrollada articulación, tanto entre las universidades, entre los institutos
de educación superior y éstos con las universidades, como también que atienda las demandas sociales
y que sea capaz de fomentar el desarrollo nacional autónomo de la ciencia y la tecnología.

Como ha señalado el presidente Alberto Fernández en su discurso de apertura del periodo legislativo
2020, la nueva ley de Educación Superior debe tener como punto de partida la gratuidad y el ingreso
irrestricto.

Entendemos a la Educación Superior como un bien público social, un derecho humano y universal, y un
deber de los Estados. Esto nos interpela como sociedad a pensar en la calidad y en sus diversas
dimensiones, en la necesidad de que sea gestionada desde la concepción del desarrollo nacional, de la
igualdad y del feminismo. Creemos que debe tratarse de una decisión nacional, popular y democrática,
por lo que exigimos que se asegure un presupuesto educativo que garantice el piso común para todas y
todos los habitantes de nuestra patria. Concebimos una Educación Superior basada en el derecho
colectivo e individual que propicie el arraigo de las personas en su tierra. Por todo ello, proponemos
que el financiamiento del sistema de Educación Superior se establezca en el 1,5 % del PBI,
reconociéndolo como un acto de inversión en el marco del crecimiento de la economía del país.

Necesitamos asegurar mejores condiciones para un ingreso abierto e irrestricto, para la permanencia y
el egreso en tiempos razonables y también para una efectiva posterior inserción laboral.

Las políticas de permanencia, calidad e igualdad que proponemos deben contemplar como mínimo: un
boleto para estudiantes de la educación superior; un sistema de becas no solo económicas, sino que
considere dispositivos tecnológicos en línea con las necesidades de cada territorio; programas de
seguimiento; tutorías; la revisión de las franjas horarias de cursadas para su posible ampliación;
comedores universitarios; residencias; etc.

Hay que resignificar el término autonomía, aplicado a las universidades nacionales en el Art. 75 inc. 19
de la Constitución Nacional, en una Autonomía académica y docente, que no puede desentenderse de
un proyecto de Nación federal, con arreglos a las necesidades regionales; una autonomía “no técnica”
y no comparable a la de las provincias. Se debe superar la idea de “isla” que manejan muchas
instituciones universitarias y, más aún, de expresión de saberes y verdades

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colonizadas, que muchas veces actúan como grandes corporaciones e impide la creación de un
pensamiento crítico emancipador. Reactualizarlo como atributo para una mejor interrelación con las
organizaciones sociales, las y los trabajadores, los municipios y las provincias, permitirá que funcione
como motor del desarrollo productivo nacional.

Asimismo, esto requiere repensar las formas de cogobierno en las instituciones de la educación
superior. En un mundo donde el capitalismo de catástrofe y de vigilancia, en el sentido de Naomi Klein
y de Shoshana Zuboff, expropia la democracia de las naciones, la construcción soberana exige
potenciar las formas de participación y decisión. El cogobierno debe ser parte del proyecto
democratizador del país, del conocimiento y del poder. Esto nos invita a inventar para no errar. Nos
presenta el desafío de una participación más igualitaria de docentes, graduados, estudiantes y no
docentes, y a la vez incorporar formas de participación por parte de la sociedad que la contiene y de las
organizaciones libres del pueblo.

Creemos que hay ampliar la participación del Consejo Interuniversitario Nacional, con representantes
del sistema productivo y del sistema científico, para facilitar la generación de vínculos horizontales y
transversales, con las empresas en general y con las pymes en particular, y con investigaciones
compartidas entre el Estado y el ámbito privado, que aporten a las políticas de estado en pos del
desarrollo nacional.

Una nueva realidad, con la creación de universidades y su vinculación con los institutos de educación
superior, exige readecuar los criterios de articulación de las instituciones de la educación superior con
el CONICET y otros organismos para el desarrollo de la investigación.

Las coordenadas que estamos proponiendo nos ponen ante la obligación de repensar la Extensión
universitaria, el compromiso social universitario y las discusiones y debates actuales del campo de la
extensión, que deben ser plasmados en la nueva ley de Educación Superior.

La formación docente pilar clave del futuro

La visión sobre una nueva LES, en función de lograr la soberanía educativa, se hace coherente con la
jerarquización del sistema de formación docente, pensando no solo en la calidad y exigencia de estos
tiempos de cambios veloces, sino en clave del pensamiento crítico y descolonizador. Es por ello que
demandamos una nueva LES que contenga al Sistema Formador, integrando universidades e institutos
superiores, o que se vincule a una ley específica para dicho sistema y que logre articularlas.

Hay que fortalecer el lugar del INFOD y repensar su papel desde una mirada federal, en relación con las
diversas realidades, ubicándolo de esta manera como el motor de una Formación Docente Superior
nacional, popular, latinoamericana, feminista y articulado con las universidades.

La evaluación y acreditación de las instituciones de la Educación Superior es un proceso necesario, que


debe ser nacional, público y desarrollarse en el ámbito del Estado, no de instituciones privadas creadas
a ese fin. En ese sentido, es necesario generar espacios para la construcción democrática

de los criterios de evaluación y acreditación (protocolos, manuales de procedimiento, estándares, etc.).


Finalmente, en ese marco se debe consolidar un sistema único de acreditación y evaluación de nivel
nacional que incluya a todas las instituciones de la Educación Superior, no solo las universidades,
conteniendo así a los institutos de formación docente y los de formación técnica en sus diferentes
opciones pedagógicas y didácticas (carreras presenciales y a distancia).

Un proyecto igualitario debe ser intransigente en el respeto a los derechos

La educación pública que proponemos, como derecho humano universal, gratuita y de calidad, ligada
profundamente al desarrollo productivo y humano del país, crea derechos en sus protagonistas y
también obligaciones no económicas para con la sociedad. Es así que este nuevo contrato social en
construcción necesita de una nueva carta de derechos y obligaciones, de una forma de compromiso
social que supere la meritocracia salvaje y el sálvese quien pueda; requiere de una nueva forma de
pensar y vivir desde el “donde soy” y el “porque somos”.

En esta educación que estamos construyendo, sus instituciones deben ser respetuosas de todos los
derechos de las y los trabajadores, docentes y no docentes, en particular de sus convenios colectivos
laborales.

La nueva LES que pretendemos y proponemos exige de la paridad de género en todos los órganos
representativos y en la gestión de las universidades e institutos de formación superior. Los planes de
estudio deben contar con perspectiva de género, como también deben garantizar la inclusión de
sectores con capacidades diferentes, y las distintas identidades y expresiones de género, orientaciones
sexuales y multiculturalidad, en todas las actividades académicas e institucionales. Como corolario de
ello, deconstruir el relato desigualitario y fundar un nuevo umbral común de los argentinos basado en
la igualdad de las personas.

La convergencia de la crisis mundial engendrada en décadas de neoliberalismo, las políticas de la


misma inspiración dogmática y de esos mismos intereses, en línea con un modelo productivo
depredador de la tierra, el clima y las especies, sumado a la actual pandemia de COVID-19, nos pone
ante un enorme desafío.

Es evidente que los mercados no curan ni educan a nuestras grandes mayorías. Por eso, ahora que
vuelve a revalorizarse el rol del Estado y de lo público, resulta indispensable situar a la idea de la
soberanía educativa como llave maestra para la descolonización/despatriarcalización cultural,
lingüística, epistemológica y científica.

Parte esencial de ello es revelar y desterrar el relato naturalizador de la desigualdad respecto a la


Educación Superior. En conflicto con las tradiciones en tanto reformistas, y nacionales y populares, se
ha construido por parte de las elites un discurso hegemónico que justifica la desigualdad en el terreno
educativo, en especial con respecto a la educación superior universitaria. Demoler mitos y
meritocracias salvajes es parte de una educación soberana solo construible en un país soberano e
igualitario. Pensar y diseñar una educación más igualitaria no solo se construye en las aulas, sino en

la realidad del conjunto social del país, pero las aulas tienen mucho para ayudar en este desafío que se
presenta a nuestros pueblos.

No habrá posibilidad de emprender caminos de desarrollo sostenible sin soberanía política, científica-
tecnológica, cultural y educativa. Una nueva ley de educación superior que tenga esos horizontes de
sentido es una de las condiciones de posibilidad para aspirar a la construcción de tal desarrollo.

El debate en los bloques temáticos y sus conclusiones


El Cabildo debatió en 5 comisiones sobre la base de bloques temáticos:

Relatorías y conclusiones de cada comisión:

Bloque 1. Fundamentación de por qué necesitamos un LES, en este tiempo histórico y en clave de
soberanía nacional, emancipación cultural y el derecho social a la educación superior (gratuidad).

Introducción: Profesor Francisco Tete Romero (ex ministro de educación del Chaco y miembro del
IEFI)
Coordinación y relatoría: Ayelen Desiderio , Camila Percara - - Pedro Jalid

No podemos pensar un proyecto educativo sin proyecto de país. El modelo de país que hizo posible la
LES en el año 1995 respondió a las leyes del mercado propias del modelo neoliberal, que todavía está
en nuestra educación superior. Hoy, con la voluntad y el desafío de construir un nuevo proyecto de
país, la ley de educación superior debe estar vinculada a eso. Es nuestro deber dar un respaldo y
acompañamiento político a la discusión en torno a la nueva LES. El 10 de diciembre Alberto Fernández
la nombró en su proyecto político, pero la pregunta es cómo hacemos para acompañar y discutir esa
voluntad, y disputarla, en un momento como el actual, de enormes disputas, tanto internas como
externas. Ahí, la comunidad educativa deberá tener un rol fundamental.

Nuestras sociedades del Siglo XXI han experimentado profundas modificaciones. Necesitamos una ley
de educación superior federal que represente cabalmente los desafíos de estas sociedades. No una ley
marco, sino una ley específica, que abrace a toda su diversidad y complejidad, al universo total de la
educación superior, universitaria y no universitaria.

En los últimos años, nuestra educación superior ha sufrido un profundo desfinanciamiento, lo cual trajo
muchísimas dificultades para hacerle frente a la pandemia desde nuestras instituciones. Es
fundamental construir una ley marco que contenga un corpus normativo que sirva de paraguas frente a
proyectos políticos futuros que ataquen la educación como un bien público social, un derecho humano
y universal, y un deber de los Estados. Necesitamos, además, una ley que garantice un presupuesto
acorde con las necesidades de nuestras universidades e institutos.

Debemos pensar en la descolonización epistemológica, que solo se logra con un profundo debate
sobre la LES que tenemos y la que necesitamos, en diálogo con un estado garante de derechos.
Necesitamos mejores condiciones para el ingreso, la permanencia y el egreso en tiempos razonables,
así como también para la posterior inserción laboral.

Es fundamental rediscutir el concepto de Autonomía: no pensarla entendida a partir de la tradición de


“la isla”. Debemos re-actualizar esa idea, que permita pensarla en articulación con las organizaciones
sociales, los trabajadores, los municipios y las provincias y también como motor de desarrollo
productivo nacional.

Es necesario resaltar y recuperar las últimas modificaciones que se dieron respecto a la ley de
educación superior, que fueron un avance histórico para la garantía del derecho. La gratuidad sin
arancelamientos, el financiamiento que se traduce en mayores recursos, el ingreso irrestricto:
modificaciones que sintetizan banderas levantadas por el movimiento peronista.

En la nueva Ley será fundamental que se expliciten los mecanismos y acciones específicas que van a
garantizar la proclamación del derecho a la educación superior. Desde los trabajadores no docentes,
necesitamos y exigimos un cumplimiento efectivo de todos los convenios de trabajo, así como la
participación plena e igualitaria en los órganos de cogobierno. Mayor representatividad en los consejos
superiores, como poder ocupar cargos políticos como el rector desde el cuerpo no docente. El no
docente es un trabajador esencial en la educación superior.

A les estudiantes y graduades nos falta mayor participación en los órganos de cogobierno, lo que hace
que a veces se pongan muchos proyectos a discutir que luego no son aprobados por las desigualdades
dentro de los espacios de cogobierno. Les estudiantes y graduades no solo debe ser sujeto de derecho
sino de acción y construcción política.

Con respecto a los institutos de educación superior, debemos defender sus tres funciones, la formación
inicial, la investigación y la formación permanente, laica, en servicio y situada en los territorios.

La nueva LES debe revalorizar a los institutos de educación superior. Son uno de los ejes principales de
producción nacional, con más de mil institutos a lo largo del país. Consideramos que es fundamental
discutir además del financiamiento, las currículas y los contenidos que tradicionalmente han sido
eurocentristas.

Es de vital importancia que todas las voces de la educación superior sean escuchadas: los institutos de
educación superior tienen muy poca voz y mucho menos las escuelas de artística. Creemos necesario
que haya una ley para las escuelas de artística; Que ningún espacio quede afuera de la nueva Ley,
porque desde el Arte hay herramientas fundamentales para pensar la emancipación cultural.

Para todes les docentes, es necesario un perfeccionamiento constante y gratuito, algo que se vio como
necesario sobre todo en esta etapa de virtualidad.

Es fundamental que la nueva LES incorpore una perspectiva de género que se traslade a toda la
educación superior. No puede haber ningún graduade de la universidad, o de la educación superior
argentina, que no haya tenido a lo largo de su trayectoria una formación con perspectiva de género en
clave feminista.
Bloque 2: Estructura y articulación entre universidades, Estado nacional y articulaciones provinciales
(institutos de educación superior) Las relaciones de la educación superior con la ciencia y la
tecnología y las necesidades de desarrollo nacional, regional y local.

Introducción: Mg. Ing. Jorge Calzoni, Rector de la UNDAV.


Coordinación y relatoría: Ricardo Herrera - Daniel Pallarola - Gianluca Garbarino Petrone - Andrea
Villamayor - Eleonora Costanzo Gómez.
Cuestiones técnicas de Zoom: Julieta Misart.

Respecto de la estructura y articulación entre universidades, Estado nacional y articulaciones


provinciales (institutos de educación superior), se ha consensuado que el sistema educativo superior
carece de una debida articulación entre las universidades y los institutos de educación superior. Esta
característica del sistema impide la correcta complementariedad de ambos subsistemas, los cuales
desempeñan funciones diferentes y propias, necesarias para un óptimo desempeño. Por ello, se ha
sugerido la modificación de algunas estructuras de los órganos de coordinación y consulta existentes,
como también la creación de éstos en función de las necesidades del caso. Como forma de generar una
mejora de representatividad relativa y participación democrática de los actores que gestionan las
instituciones de educación superior, se sugiere la inclusión de directivos a cargo de éstas, en calidad de
representantes, dentro de los Consejos Regionales de Planificación de la Educación Superior (CPRES),
actualmente integrados sólo por representantes de las instituciones universitarias y de los gobiernos
jurisdiccionales de cada región.

En línea con esto, se ha recibido una ponencia en la cual se propone un esquema de consejos
participativos, a nivel jurisdiccional (provincias y CABA) donde las instituciones de la educación superior
no universitarias puedan elegir a sus representantes, quienes con mandato lleven las consideraciones
de los miembros de los citados consejos hasta el seno de los respectivos CPRES. También en esta, se
considera que sería de gran importancia el refuerzo de la estructura institucional del actual Ministerio
de Educación que trata sobre la articulación entre los subsistemas de educación universitario y no
universitario, lo que potenciaría sus funciones complementarias, en el marco de una planificación
estratégica del sistema educativo nacional.

En relación a las relaciones de la educación superior con la ciencia y la tecnología y las necesidades de
desarrollo nacional, regional y local, otras proposiciones han planteado la ampliación en la
participación del Consejo Interuniversitario Nacional, con representantes del sistema productivo y del
sistema científico. Esto busca nuevos aliados capaces de generar vínculos horizontales y transversales
con las empresas en general y en particular con las pymes, en apoyo al desarrollo nacional, y con
investigaciones compartidas entre el Estado y el ámbito privado, que aporte a las políticas de estado en
pos del desarrollo nacional. En ese sentido se trata de pensar en articulaciones

que sostengan un sistema integrado por universidades, otras dependencias del Estado Nacional y por
las provincias, que potencie las relaciones de la educación superior con la ciencia y la tecnología, y las
necesidades de desarrollo nacional, regional y local. Esto es pensar en una matriz de educación
superior sin compartimentos estancos, sin restricciones en los ingresos y que fomente las relaciones
transversales entre las universidades, los institutos universitarios y los no universitarios, desde lo
formativo e investigativo, incorporando como aliados a los organismos de investigación y de la
producción, con las pymes y con las organizaciones sociales del territorio.
Además, vincular a la ciencia y la tecnología en estos espacios que muchas veces no se tienen en
cuenta por parte de las universidades, agregando la posibilidad de la construcción en conjunto con los
institutos de educación superior, que brinden mejoras y apoyen a su formación. Es esto inclusive
fundamental para la alfabetización científica de toda la comunidad, comenzando desde los niveles
iniciales de la educación formal y extendiéndolo a todo ámbito de la comunidad aún dentro de los
contextos informales. En ello debe contemplarse el concepto de la ciencia digna, en función de aportar
a la construcción de saberes científicos al servicio de las comunidades y los pueblos, formando
científicos comprometidos con la sociedad y la naturaleza, en una ciencia que no se reconoce como
neutral, ni universal, ni objetiva, sino una ciencia revolucionaria y transformadora, en búsqueda de la
verdad y el buen vivir de los pueblos libres de América Latina.

En relación con las instituciones de la investigación, se marca que los institutos de investigación de
doble y triple dependencia no logran armarse con las universidades nuevas, porque los criterios que
sostienen están adecuados a universidades más antiguas y tradicionales. Por ello deben readecuarse
los criterios para la articulación de las instituciones de la educación superior, con el CONICET y otros
organismos, para el desarrollo de la investigación.

En ese marco y concibiendo a la educación como un único sistema, se propone la modificación de los
diseños curriculares, para que dejen de ser islas de racionalidad que configuran un modelo de
repetición de saberes, que no tienen sentido en sí mismos y por lo tanto jamás aportarán nada al
pensamiento crítico de las personas. Siempre respetando los lineamientos de las políticas educativas,
en el marco de un proyecto social, actual y con una historia, desde la mirada de las políticas públicas,
de los proyectos futuros y desde el derecho a la educación superior como un bien público social, un
derecho humano y universal, y un deber de los Estados. Debemos concebir a las instituciones
educativas, cualquiera sea el nivel y el tipo de gestión (sea pública o privada), en el marco de un
proyecto de país con justicia social y no como instituciones aisladas de las políticas de desarrollo del
Estado. Entender al sistema educativo como una herramienta que contribuya al desarrollo de ese
proyecto nacional, el cual debe estar coordinado con los gobiernos de los estados nacional, provincial y
municipal, con las organizaciones sociales y del mundo del trabajo de su provincia y/o región. En línea
con lo anterior, se propone que las universidades nacionales elaboren programas de empleabilidad de
sus graduados, debiendo llevar a cabo convenios con instituciones de dichos gobiernos y con las
instituciones privadas que cohabitan su territorio. De esta manera se estaría formando profesionales
en aspectos científicos, técnicos, económicos, tanto en las instituciones como al interior de las
empresas, ofreciendo capacitación aplicada a las demandas específicas que plantea el sector
productivo en cada región.

Asimismo, se han expresado diferentes consideraciones, que se relacionan con la temática del Bloque,
que pueden hacer un aporte a la mejora de una nueva LES, por ejemplo, que: Es imprescindible
garantizar el principio de accesibilidad a la educación superior, asegurando el emplazamiento de casas
de altos estudios en cada provincia y jurisdicción, propendiendo a crear nuevas en aquellas donde
falten y estén debidamente justificadas, garantizando la gratuidad en todas las carreras de todos los
niveles y modalidades, sean estas presenciales o a distancia. La federalización académica, científica y
cultural es fundamental para desarrollar planeamientos estratégicos regionales, los que permitan
desconcentrar las grandes urbes, en el pleno funcionamiento de los CPRES, articulando los regímenes
de educación pública provinciales y nacionales, debiéndose para ello dotar de instrumentos y
potestades para la planificación universitaria y para la formación de sistemas articulados; Las
universidades nacionales deben contribuir activamente al desarrollo productivo, tecnológico y a dar
solución a los problemas sociales del país con sus carreras e investigaciones. Por lo cual, la nueva LES
debe contemplar la creación obligatoria de los Consejos Sociales integrados por representaciones de
organizaciones sociales, del movimiento obrero organizado y del mundo del trabajo, los cuales deben
participar con voz y voto en los órganos del cogobierno; Deben promoverse la acreditación de saberes
y competencias culturales y profesionales no universitarias con valor para la obtención del título
universitario; Se debe pensar el lugar de las mujeres en el ámbito universitario, destacando que sólo el
12% de la conducción de las universidades lo llevan rectoras; Deben incorporarse los avances
consagrados en sendos Convenios Colectivos de trabajo, de los Docentes Universitarios (Decreto
1246/2015) y de los Nodocentes (Decreto 366/2006); Debe contemplarse la autonomía universitaria
entendida como no disociativa, alineándola a la planificación de un proyecto de país, dado que no
puede ir en contra de los intereses de nuestro pueblo, entendiendo a la ciencia y la tecnología como
actores fundamentales para el desarrollo nacional; Los institutos de educación superior sufren
desfinanciamiento y no poseen autonomía que les permita la producción de proyectos educativos. Por
eso debe pensarse en concederles una autonomía delegada o en dependencia, por parte de las
instituciones autónomas, que las habilite. Una muestra de ello es que los institutos de educación
superior no cuentan con financiamiento de horas para los docentes investigadores.

Bloque 3: Régimen de organización del gobierno y cogobierno universitario. Autonomía y extensión


desde una mirada del siglo XXI. Financiamiento.

Coordinación y moderación: a cargo de la decana de la FCH-UNICEN Prof. Alicia Spinello y de la


Prof. Mónica Blanco, Secretaria de Extensión de la FCH-UNICEN.

Las palabras de apertura y ejes de discusión estuvieron a cargo del Rector de la UNICEN, Cdor. Roberto
Tassara, quien destacó la importancia del encuentro en abordar y problematizar sobre ideas motoras
para la redacción de una nueva Ley de Educación Superior. Así, invitó a pensar en la autonomía
responsable para una universidad integrada.

En este contexto, enfatizó que los órganos colectivos (como el Consejo Superior, por ejemplo) serán
imprescindibles para la participación real de los distintos claustros. Asimismo, mencionó que

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pueden y deben coexistir otros órganos para ampliar dicha participación y que se vea reflejada la
representación comunitaria, garantizando la integración social, territorio donde se inserta y del cual la
UNIVERSIDAD es un actor más.

Como primera cuestión para el debate enfatizó a la educación como derecho humano universal,
haciendo referencia a que eso debería ir como primer artículo o principio de la nueva LES. Luego realizó
precisiones sobre la diferenciación entre autonomía y soberanía, afirmando que el soberano es el
pueblo, y que por tanto es éste quien legisla a través de sus representantes. El rector Tassara advirtió,
además, sobre la necesidad de superar la nocividad burocrática en este ejercicio, sin descuidar la
claridad, la transparencia y la edificación/acción de organismos de control. Destacó también la
imprescindibilidad de plasmar el sistema electoral en el proyecto de ley que propongamos darnos.

Respecto del tema de la autonomía universitaria, resaltó que debemos pensar en una autonomía
responsable, y no una autonomía para hacer lo que queramos. El congreso nacional es el que nos
organiza y esta ley debe ser la principal organizadora de la autonomía y autarquía universitaria. Se
preguntó: ¿cómo se refleja la autonomía en una ley?, afirmando a modo de respuesta que el principal
gesto para ello es la posibilidad de dictar los propios estatutos, pero ese estatuto debe tener ciertas
reglas mínimas, debe garantizar el mejor ejercicio de la autonomía, dejar libertad, con determinadas
bases.

Respecto de los órganos de gobierno y cogobierno universitario destacó la necesidad de garantizar la


participación de todos los claustros y la posibilidad de ampliación de los mismos, teniendo libertades
para ello. Si la integración de la universidad con la sociedad es la que nos sostiene como institución,
ello debe estar previsto en la posibilidad de armar órganos de gobierno más amplios, con la
participación de otros actores. En este sentido, puso en valor la Extensión universitaria a la hora de
repensar el rol de universidad pública argentina, el compromiso social universitario y las discusiones y
debates actuales en el campo de la extensión que deben ser plasmados en la nueva ley. La vinculación
con el territorio, la sostiene la universidad a través de la extensión, pero también desde la investigación
debe consolidarse aún más, a través de la integración con la sociedad, con los movimientos sociales,
con los gremios, con distintas representaciones sociales.

Hoy la universidad del siglo XXI ya es otra cosa y por ende debe responder a otras demandas: otros
perfiles profesionales, oficios, etc. Y en esta línea propuso hablar de financiamiento, ya que, en relación
con lo anterior, es deber de la universidad hacer posible la ampliación, sostenimiento y consolidación
de dichos vínculos. Así, el acceso y permanencia a y en los estudios superiores universitarios debe estar
garantizado a partir de un sistema de becas sólido. Marcó también la necesidad de dictar reglamentos
financieros propios, auditorías u organismos de control interno, atendiendo a principios generales
como la transparencia, resaltando que los sistemas de control no son eficientes porque nos llenamos
de normas burocráticas.

En la nueva ley, en tanto régimen de financiamiento, también debe plasmarse la regulación


presupuestaria para, por ejemplo, garantizar recomposiciones salariales acordes al contexto económico
real y actual. Generalmente el presupuesto no refleja ni contempla las políticas de cada

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universidad ni sus planes de desarrollo y proyección. La nueva ley debe reflejar lo que queremos que
sean hoy las universidades, mostrar así la integración universitaria con la sociedad.

Luego de la exposición de Tassara, se abrió un extenso espacio de debate e intercambios entre los
participantes del bloque. Inicialmente se planteó que la universidad y la educación superior es un bien
público y social que debe ser sostenido por el Estado, retomando lo que se trabajó en Cartagena de
Indias y en la CRES de 2018, para sostener un derecho que sea también de calidad. Para ello, se destacó
la importancia, en primer lugar, de la utilización del presupuesto público para garantizar la educación
pública universitaria, con la propositiva de poner en discusión la necesidad de establecer un piso
mínimo del PBI que se destine a la educación universitaria pública (al menos de 1,5 %). En este punto
se resaltó la necesidad del acceso público a la información sobre gastos y ejecución de los
presupuestos, al interior de cada universidad y para la comunidad.
En segundo lugar, se recalcó la revisión de los ingresos de los y las trabajadoras de la universidad en
términos de dignidad, en el sostenimiento de que la calidad también se garantiza por la dignidad de los
trabajadores universitarios.

Luego se colocó en agenda el tema el rol de la universidad dentro de un modelo de desarrollo. Y se


propuso revisar los mecanismos de acceso, permanencia y egreso de aquellos sectores relegados, con
el objetivo de hacer de la universidad un espacio realmente inclusivo. Se afirmó que la ley debe
contemplar un boleto universitario universal, un sistema de becas no solo económicas, sino que
considere dispositivos tecnológicos en línea con las necesidades de cada territorio, programas de
seguimiento, tutorías, la revisión por ejemplo de las franjas horarias de cursadas para su ampliación,
comedores universitarios, residencias, etc. En este sentido, al acceso a la universidad es necesario
sumar la permanencia, el egreso y la inserción laboral, de todos los sectores de la sociedad, pensando
por ejemplo en personas con capacidades diferentes (ciegas, sordas), diversas identidades de género,
las distintas interculturalidades. En ese sentido se propone que la redacción de la ley contemple el
lenguaje inclusivo y la perspectiva de género, ya que lo que no se visibiliza no existe. Respecto de la
perspectiva de género en la ley, se hizo hincapié en la necesidad de la paridad de género en todos los
órganos representativos y en la gestión de las universidades, sobre lo que hay mucho para trabajar y
revisar, refiriéndose al acto de apertura donde primó la circulación de voces masculinas, y afirmando
que se reproducen juegos de poder simbólicos a través de los órganos de gobierno. Se propuso
reglamentar esta cuestión en la LES, ya que la equidad no se traduce en la práctica en los espacios
públicos universitarios. También se hizo mención de que para que la universidad sea feminista, los
planes de estudio deben contar con perspectiva de género, y se deben trabajar diversas problemáticas
como la integración de compañeres trans y travestis. En este sentido uno de los temas por los que más
giró la discusión fue el de la conformación, redistribución, paridad y representatividad en los órganos
de cogobierno. En primer lugar, se discutió sobre la integración de los órganos de gobierno a través del
voto directo y obligatorio, considerando el volumen de cada facultad, universidad o instituto. Sin
embargo, este punto generó diferencias. Tassara planteó que no coincidía con el voto directo, porque
no garantiza la mejor representación y considera que puede convertirse en una puja política partidaria,
y ello no puede ser el único factor a tener en cuenta para elegir representantes. En segundo lugar, se
generó un

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intercambio sobre la conformación y representatividad de los claustros en los órganos de gobierno. Se


mencionó la necesidad de promover, facilitar y ampliar la ciudadanía universitaria, revisar las
obligaciones y derechos de cada actor universitario.

En el caso de los docentes se planteó la problemática de los docentes interinos, quienes no tienen los
mismos derechos, pero si las mismas obligaciones que los ordinarios. Se propuso que la ciudadanía
universitaria no dependa de los concursos docentes, y que se conforme un claustro único docente. En
el caso del claustro no docente, se planteó la necesidad de una jerarquización del claustro dentro de
las universidades, realizaron una crítica constructiva al acto de apertura, en el cual no estuvo
representada la voz de los trabajadores no docentes. Se hizo referencia a la idea de comunidad
universitaria y se propuso que la nueva ley garantice la incorporación de les trabajadores no docentes a
todos los órganos de representación, y a las funciones de extensión e investigación.

Se expresó también la necesidad de la formación permanente, a partir de herramientas en el posgrado,


como las que ya han construido desde su paritaria. Respecto de los cargos de gestión, se planteó que
los no docentes están preparados también para ser rectores y decanos, que los cargos no solo deben
ser ocupados por los docentes, se propuso que sean graduados, comprometidos con la institución, y
también con lo académico. Se manifestó que debe haber una real participación de los trabajadores en
el cogobierno de la universidad, ya que su participación es muchísimo menor a la de cualquier otro
claustro, cuando su trabajo aporta todos los días al funcionamiento de las universidades. En este
punto, desde los graduados que participaron de las diferentes universidades, se planteó el federalismo
universitario y la mayor representatividad del cogobierno, ya que el cogobierno se compone en un 50
% por docentes y el otro 50 % se reparte entre graduados, no docentes y estudiantes. Se propuso una
distribución equitativa de los porcentajes de representación y gobierno (25% cada claustro),
modificando además los requisitos para acceder a los cargos de gestión, particularmente los cargos de
decano y rector, para que no esté dado solo para docentes.

Otro de los puntos del bloque fue el de la autonomía universitaria. Con respecto a la autonomía se
afirmó que no debe ser una reinterpretación de leyes de mayor jerarquía, en particular los convenios
colectivos de trabajo, ya que ninguna autonomía puede infringir leyes de otros órdenes. Se sostuvo que
la autonomía debe responder a un interés superior que es el pueblo, que no sea a ultranza, que
garantice todos los derechos sociales, es decir debe estar al servicio de un país productivo y con justicia
social, que tenga como pilares a la educación y el conocimiento para achicar brechas. Se planteó que la
autonomía no puede ir en contra del derecho de la comunidad universitaria. Por su parte, Roberto
Tassara, sobre las menciones realizadas, aclaró que debemos pensar qué entendemos por calidad, ya
que podemos hablar de calidad en los procesos y eso es lo que nos interesa, la calidad vinculada a la
pertinencia (de acuerdo con los contextos y territorios), la calidad que garantiza un proceso de ingreso,
permanencia y graduación en el menor tiempo posible, acortando la duración real de las carreras. Otra
de las cuestiones sobre las que invitó a pensar es que, si bien no corresponde incumplir leyes en el
ejercicio de la autonomía, la separación de la universidad pública de la LEY 24521 (régimen económico
financiero) debe contemplarse en la ley de educación superior. Es decir, el régimen económico
financiero de la administración pública nacional

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no puede regular la autonomía universitaria, ya que quedamos afuera de dicho régimen, si bien somos
institución pública, tenemos autonomía.

Luego volvió a circular la palabra y en el intercambio se propuso pensar en la universidad como


herramienta de transformación y soberanía de la Nación, al servicio del pueblo con aporte de
profesionales comprometidos, realmente democrática e inclusiva, que distribuya los espacios de poder
con paridad de género, con procesos más ágiles en su administración, articulando extensión, docencia
e investigación.

Se destacó la necesidad de que la formación de postgrado debe ser gratuita para egresades de la
universidad pública y la incorporación de la carrera de investigación para estudiantes, graduades y
nodocentes. Para ello se propuso la idea de un presupuesto que posibilite la formación de posgrado de
los distintos actores y que garantice la gratuidad de todos los trayectos académicos.

Se planteó la necesidad de un planeamiento y accionar colectivo en donde estén todos los actores,
“para democratizar las universidades tenemos que tener a todos los actores”, y que eso no va a
depender de un gobierno de turno. Dicha planificación, se afirmó, es como el Sol, está todos los días,
pero es importante planificar nosotros, porque si no planifican por nosotros las grandes empresas.

Otro punto importante en el debate fue la articulación dentro del sistema educativo de la educación
superior con la educación media y la necesidad de promoción de ingreso. “Antes de accesibilidad
tenemos que hablar de la equidad, articular con la escuela media, para que lleguen realmente a la
universidad, garantizando condiciones que no generen la deserción rápida después, ya que muchos no
llegan porque no hay políticas públicas y económicas que los acerquen”.

Se propuso también debatir sobre el ejercicio profesional a partir de la posgraduación, así como la
vinculación con la universidad una vez producido el egreso. Los graduados plantearon la alternancia de
carreras en los gobiernos y la garantía de la permanencia de graduados en los equipos de investigación.

El último punto de discusión fue el de la extensión universitaria. Respecto de ello se planteó que no es
solo devolver a la sociedad lo que la sociedad hace por nosotros, los universitarios, sino que somos
parte de esa sociedad y de los intereses de esta. Se hizo mención a la importancia de la universidad
inserta en su territorio, situada, en diálogo con las comunidades, se planteó la necesidad de
curricularizar la extensión y la relevancia del rol de la extensión en el compromiso social universitario
como uno de los pilares. Se afirmó que, si la universidad es del pueblo, eso no puede agotarse en la
extensión como función. Sin embargo, también se propuso que la nueva ley mantenga la función de la
extensión en su particularidad y que por otro lado mencione el modelo de compromiso social
universitario, sosteniendo y ratificando a la extensión, delineando las misiones que esta función debe
cumplir, administrando programas y líneas de trabajo, que la extensión establezca un sistema de
diálogo con la comunidad, y que se integre a las demás funciones: investigación y docencia.

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Se hizo hincapié en la importancia de sostener y fortalecer los consejos sociales, de que se incorporen
en la nueva ley, así como la necesidad de financiamiento para ello. Los consejos sociales aportan a la
tracción de la demanda social para la investigación y contribuyen a la democratización, a través de la
participación de organizaciones sociales y del mundo del trabajo. Por último, se advirtió sobre la
necesidad de no perder de vista el contexto sociopolítico de pandemia y postpandemia en el que se
debate esta ley, teniendo en cuenta la construcción colectiva y la importancia de sostener gobiernos
populares. Se destacó que es fundamental atender a esas instancias de educación popular, con quien la
universidad debería articular de manera más profunda, pensar qué contacto real tenemos con nuestro
pueblo y qué discusiones estamos representando. Las transformaciones que vamos a vivir después de
la pandemia van a implicar acciones en relación con la tecnología, ya que el trabajo y el estudio de
manera virtual, dejó una brecha muy grande de desigualdad entre quienes acceden y quiénes no. Las
becas, el financiamiento para ingreso, permanencia y egreso de les estudiantes, no puede quedar
sujeto a cada universidad, sino que debe estar contemplado en la ley. La finalidad última de las
universidades debe ser la democracia, la democratización de las universidades debe promover la
igualdad social.
Bloque 4. Régimen de evaluación y acreditación en discusión (rol de la CONEAU; procedimientos y
lógicas)

Apertura: Sec. Gral. ADULP Octavio Miloni


Coordinadores: Nazarena Mazzarini y Luciano Pereyra
Relatoras: Victoria Homberger y Mariana Chaves

Ejes de la discusión:

• Principios generales – Sentido Político.


• Instrumentos.
• Condiciones de la conformación y dispositivos de evaluación y acreditación.

Conclusiones:

1) Los principios generales que deben orientar el debate en la construcción de un nuevo sistema de
Evaluación y Acreditación deben partir:

Se considera necesario partir de las siguientes preguntas a fin de realizar una revisión del proceso de
Evaluación y Acreditación: ¿Qué implica acreditar? ¿Qué persigue? ¿Qué es la excelencia académica?
¿Desde lo macro qué debe evaluar? ¿Cuáles son sus competencias y alcances? ¿Va a tener dinero?
¿Qué flexibilización va a tener? ¿Qué debe evaluar? ¿Cómo debe estar integrada? ¿Estamos
cumpliendo con la responsabilidad social que les toca a las universidades? En referencia los sectores
más desprotegidos: ¿qué clase de ciudadanos estamos formando?, ¿son capaces de construir una
sociedad más justa o son sólo tecnócratas encasillados en su profesión, olvidándose de quién apoyó y
sostuvo su profesión?

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La evaluación y acreditación son procesos necesarios, deben ser nacionales, públicos y desarrollarse en
el marco del Estado, no de instituciones privadas creadas a ese fin. Deben ser procesos que se
enmarquen en los lineamientos generales del proyecto de país que queremos construir.

Debe quedar esclarecido en sus principios generales que el proceso de evaluación y acreditación no
será de supremacía técnica ni burocrática en su aplicación, sino que debe primar el sentido nacional y
público garantizando que el proceso incorpore la visión territorial de cada institución.

Debe ser una Ley de Educación Superior Nacional y Popular, es decir reflejando el espíritu público,
democrático, inclusivo y de fortalecimiento de un proyecto de país más justo, soberano e igualitario.

Su orientación general debe partir de contextualizar los procesos sucedidos en su historicidad, es decir,
devenidos de la LES aprobada en los años 90 con marcado espíritu neoliberal. Contraponer los
principios generales y ordenar sus fines que son: el fortalecimiento de un sistema nacional de
educación orientado a la generación de profesionales íntimamente relacionados con las necesidades
sociales del pueblo, con visión de áreas estratégicas y prioritarias, con sensibilidad social y capacidad
de adaptarse a las diferentes coyunturas, pensando en la excelencia académica de las instituciones
nacionales del sector público debe ser valorada, orientada y fortalecida en este sentido.
Esta nueva LES debe contener las condiciones para generar una nueva institucionalidad, con
compromiso social y estratégico, debe incluir nuevas prácticas políticas de participación en donde la
evaluación sea un insumo para mejorar presupuestaria, laboral y académicamente.

2) Instrumentos

Consolidar un sistema único de acreditación y evaluación de nivel nacional que incluya todo el sistema
de educación superior, no solo las universidades. Deben estar contenidos los Institutos de formación
docente y las tecnicaturas en sus diferentes modalidades (carreras presenciales y a distancia). En un
segundo orden de aplicación el sistema debe contener una diferenciación entre instituciones privadas y
públicas en cuanto a su aplicación.

Conservar un instrumento centralizado y de control que vele por lo dispuesto en el nuevo marco
normativo. En este sentido, es de acuciante necesidad que el lugar de la CONEAU sea resignificado,
generando una nueva legitimidad e institucionalidad en donde el proceso debe ser regionalizado,
contextualizado y debe incorporar una perspectiva feminista y latinoamericana.

Necesidad de democratizar y generar espacios para la construcción de los criterios de evaluación


(Protocolos, manuales de procedimiento, estándares).

Redefinir las conceptualizaciones de los términos evaluación, estándares, calidad, en función de este
nuevo marco normativo, con orientación estratégica y política, no técnica.

Se sugiere que sea explícito el tipo de vinculación que habrá entre los procesos de evaluación y los
planes de mejora, disponibilidad de fondos, recursos y/o planes de presupuesto que puedan
proponerse.

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3) Condiciones de la conformación y dispositivos de


evaluación y acreditación.

Las condiciones de conformación de los instrumentos ejecutores y de procesos, deben estar


directamente relacionados a que el espíritu general de la nueva LES se cumpla. La CONEAU como
organismo político y de perspectiva integral.

La CONEAU como órgano político debe orientar sus esfuerzos al mejoramiento institucional, para que
el resultado de los procesos incluya también, la mejora en las condiciones laborales de los
trabajadores.

Así, la nueva LES debe contemplar la representación plena e igualitaria, de los docentes, estudiantes y
no docentes, con participación de representaciones gremiales docente, en la comisión de Pares
evaluadores. Les actores que conocen el ámbito universitario deben tener los espacios de discusión
democrática de la aplicación de la ley. Es decir, que es fundamental también la incorporación de la
perspectiva sindical en tanto el punto de vista de les trabajadores, docentes que serán los que puedan
llevar a cabo las tareas y no agentes externos o privados.
Se señala que los trabajadores y las trabajadoras No Docentes han alcanzado un alto grado de
profesionalización en las tareas de gestión en las universidades nacionales, aspecto que se ha puesto
de manifiesto en cada una de las intervenciones de los pares evaluadores de la CONEAU, los que, al
momento de realizar sus evaluaciones, han resaltado que la formación alcanzada por ese colectivo a
través de programas de capacitación y la formación con carreras de grado y pregrado en Gestión
Universitaria, contenidas en nuestro CCT, se traduce como un aspecto relevante en la mejora de la
administración de las Casas de Estudio.

Los dispositivos utilizados deben tener la capacidad de ser reevaluados con periodicidad en cuanto a su
eficiencia.

Bloque 5. Formación Docente y Formación Superior, el rol del INFOD, de las Universidades e
Institutos en la Formación de una Ciudadanía Crítica del siglo XXI

Coordinadorxs: Sandra Ramal y Mauro Picoli

Redactorxs: Florencia Riccheri - María del Carmen Pessani - Julieta Pratti

Expositor de apertura: Adrián Cannellotto

Con la apertura de Adrián Cannellotto, quien planteó un esquema con tensiones e interrogantes para
pensar un sistema de formación de educadores hacia el que queremos, deseamos e imaginamos que la
Argentina necesita.

Resulta necesario plantear la proyección de este Sistema en clave temporal, dando la idea de un
camino que se realice por etapas, de tal forma que sea factible la concreción progresiva y gradual de
los objetivos a partir del consenso

En función de estas Tensiones e interrogantes se desarrolló el siguiente debate:

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Nudos

La necesidad de una o dos leyes distintas.

En este sentido quedó abierto el debate en relación a la posibilidad de legislar una única Ley que para
la Formación Docente y las Universidades; o si debiera haber una Ley para las Universidades y otra para
la Formación Docente, o sea, dos leyes distintas de la Educación Superior.

Se logró el acuerdo con relación a pensar un sistema formador único ligado a las líneas del modelo de
país. La idea de una educación superior nacional, popular, inclusiva con el Estado como garante del
derecho.

Una ley que garantice la horizontalidad entre universidades e institutos, por lo tanto que aparezcan
nombradas instituciones con el mismo estatus.

Una ley que debe traccionar a establecer garantías y condiciones para una política de Educación
Superior, y establecer formas y contenidos de la Educación Superior; Que piense, prevea y articule con
el resto de los niveles educativos.

Una ley que aborde la problemática de articulación con las políticas jurisdiccionales, que en este
momento evidencia deudas pendientes en cuanto a la ejecución, el desarrollo y los presupuestos.

Esta ley debe abordar como cuestiones centrales el FINANCIAMIENTO y la INTEGRACIÓN, garantizando
la horizontalidad entre universidades e instituciones de formación docente.

El gobierno y la institucionalidad

La complejidad del Sistema formador viene de un largo recorrido, por lo cual iniciar un proceso para
generar un nuevo entramado que incorpore a los CIES, representa enormes desafíos.

En este Sistema único es necesario un espacio de articulación genuino, siendo imprescindible la


articulación horizontal entre universidades e institutos.

La normativa debe estructurarse de forma que permita a los Institutos superiores salir de un modelo
secundarizado y avanzar en el camino de la democratización de las instituciones, partiendo del piso
normativo con el que se cuenta.

Esta nueva organización debe llevar a repensar el lugar del INFOD y su papel en clave federal con la
diversidad de realidades. Además, prever su articulación con las universidades.

Se abre el debate en relación a la planificación conjunta del Sistema Formador.

La democratización de las instituciones debe tener carácter nacional, tratándose de una construcción
hacia adentro.

Debe contar con un piso normativo importante, que determine la función del Sistema Formador y
cuáles son las normativas que deberían reforzarse. Se destaca la necesidad de revisar la formación,
funcionamiento y alcance de los órganos colegiados.

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Debe democratizarse la producción del conocimiento, que necesariamente tiene que complementarse
mediante la inclusión de espacios colaborativos de trabajo con las distintas instituciones, para que no
quede librado a decisiones institucionales arbitrarias. Se trata de principios necesarios de la educación
superior.

La carrera docente. Ligar carreras, formación, producción

Los cargos docentes deberán incluir además de la formación la extensión e investigación cosa que no
ocurre actualmente en los Institutos de Formación.

Resulta necesario una nueva estructura que favorezca una nueva organización produciendo una
verdadera articulación entre Universidades e Institutos.
Se plantea la necesidad de analizar la modalidad de acceso, permanencia y ascenso en los puestos de
trabajo.

Los saberes: cuáles son, cómo se forma un docente

La organización curricular debería romper con la Secundarización actual de las Institutos de Formación
Superior.

Resulta necesario realizar una evaluación horizontal de los diseños curriculares.

Se observa la necesidad de pensar un Plan Nacional de Formación en Derechos Humanos que atraviese
la formación transversal en todas las disciplinas.

1. Una cuestión cruzada el estatuto de la investigación y el estatuto de las prácticas . Una escisión
entre universidades e institutos. La unidad enseñanza/investigación está en la universidad. En
ambos casos la vinculación con el sistema educativo.

2. Revisar, evaluar la formación de cuatro años. Pensar la organización de los campos, la


superación del estancamiento. El campo de la extensión.

A partir de este debate pudieron definirse ciertas Ideas fuerza:

• Avanzar gradualmente y mediante consensos para definiciones de fondo: ¿Una única Ley de
Educación Superior que contenga al sistema formador integrado (universidades institutos
superiores) o para el Sistema Formador una ley específica? Avanzar en la organización del
Sistema Formador único, tanto en lo curricular como en su financiamiento, ya es
incuestionable. En todo caso el Estado debe ser garante del derecho a la ES y a la formación
docente, técnica y artística, como regulador de las instituciones públicas privadas.

• Fortalecimiento de la federalización con el INFOD como motor de la Formación Docente Superior


nacional, popular, latinoamericana y feminista.

• Democratización de la organización y gobierno al interior de los institutos: política de claustros y


cuerpos colegiados.

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• Financiamiento para los Institutos públicos en igualdad con toda la ES, resolvería el problema de la
democratización en la organización, investigación, extensión y práctica situada.

• Articulación horizontal de las ofertas de Formación institutos-universidades a nivel jurisdiccional, así


como articulación de trayectorias

• Inclusión de perspectiva de género - ESI y Derechos humanos a nivel transversal.

• Fortalecimiento de la articulación del Sistema formador con los niveles educativos en clave de
práctica/teoría, teoría/práctica.

Organizaron el Cabildo por una nueva LES de la provincia de Buenos Aires


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