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NUESTRA SEÑORA DE COROMOTO

Un día del año de 1651 cuando el cacique de Los Coses y su mujer


se dirigían hacia su conuco en la montaña, vieron a una señora que
caminaba sobre las aguas cristalinas de la quebrada y les sonreía
dulcemente; en sus brazos llevaba un hermoso niño. Dijo en su mismo
lenguaje:

-Vayan a donde están los blancos, reciban el agua sobre sus cabezas
y así irán al cielo. La mujer y el niño resplandecían, mientras los indios los
contemplaban embelesados hasta que desaparecieron. Convencidos, se
van dispuestos a cumplir las órdenes de la encantadora señora.

Días después, en el mismo lugar de la


aparición, pasaba camino de El Tocuyo el
español Juan de Sánchez, cuando se
presentó el cacique de Los Cospes
diciéndole:

-Hace varias lunas vimos en esa


quebrada a una hermosa mujer con un niño
en los brazos; ella pidió que nos
presentáramos a los blancos para que nos
echaran agua en la cabeza y así poder ir al
cielo.

-Dentro de una semana estaré de


regreso. Preparen todas sus cosas que los
llevaré conmigo, contesto admirado. El
cacique de Los Cospes añoraba su libertad y
sus montañas. Lleno de melancolía por lo
que había perdido dejó de asistir al catecismo y se negó a recibir el
bautismo.

El sábado 8 de septiembre de 1652, Juan Sánchez reunió a los indios


que trabajaban en su encomienda en un caney cerca de su casa. Había
invitado al cacique a reunirse con los suyos y asistir a los actos religiosos; él
no hizo caso y regresó lleno de furia a su choza. De pronto la noche se
cambió a día, en el umbral estaba la Santísima Virgen sonriendo
dulcemente, de su cuerpo salían suaves rayos de luz. Los cuatro indios la
miraban embelesados, pero como el cacique creyera que la Señora le iba a
reprochar su mal proceder, le dijo: -¿A qué vienes? No voy a hacerte caso
más y me iré de nuevo a mis montañas donde vivía libre y feliz.

La Virgen lo miró amorosamente y el cacique, lleno de rabia, tomó su


arco y colocó una flecha, luego arrojó todo contra el suelo y se abalanzó
contra la Santísima Virgen que caminaba hacia él y le dijo:

-¿Hasta cuando me vas a perseguir? Puedes irte por dónde has


venido. Extiende los brazos para agarrarla y sacarla de la choza, pero de
nuevo se hace la oscuridad y la Bella Señora desaparece. Indignada su
esposa le reprocha: -¿Cómo tienes tan mal corazón? No has debido tratarla
así.

El cacique continuaba con los brazos abiertos, tenía una mano abierta
y otra cerrada y muy asustado exclamó: ¡Aquí la tengo! Se acerca al fogón y
ven en la mano del indio una pequeña imagen de la Virgen que despide
rayos de luz. El cacique la envuelve en una hoja y la esconde entre las
pajas del techo.

Juan Sánchez y dos amigos se detuvieron cerca de la choza del


cacique de Los Cospes para no ser vistos. El niño entró cauteloso con la
suerte de que no estaban ni su madre ni sus tíos. Sacó la imagen de las
pajas del techo y con mucho cuidado se la llevó a Juan Sánchez que al
recibirla sintió una gran emoción; vio en la imagen a la Madre de Dios y
respetuoso la colocó en un relicario de plata. En su casa le prendió un
pedacito de vela que duró dos días sin consumirse. Desde entonces
llamaron esta milagrosa imagen Nuestra Señora de Coromoto.

El 9 de septiembre el cacique de Los Cospes habla a los indios y


todos se van tras él a las montañas. Poco después, una serpiente venenosa
muerde al cacique quien, desesperado, pide a gritos que lo bauticen y que
los indios vuelvan con los blancos.

E primero de febrero de 1654 fue llevada la imagen de la Virgen de


Coromoto para Guanare. En el lugar donde apareció se levanto una capilla
que se terminó en 1715 y se bendijo el 8 de septiembre de 1745. De todos
los rincones de Venezuela acuden a su nuevo templo a venerar a la
Santísima Virgen de Coromoto que fue proclamada Patrona de Venezuela.

FESTIVIDAD MARIANA: 11 DE SEPTIEMBRE

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