Está en la página 1de 4

Capítulo 10

EL MIEMBRO QUE NO
ASISTE A LA IGLESIA

CONTEXTO
José fue recibido como miembro de la iglesia en enero,
asistió irregularmente durante seis meses y entonces
dejó de asistir definitivamente. Durante el tiempo que
asistió, llegaba tarde a las reuniones, se iba antes de
hora y nunca hizo amistades. Un anciano consiguió co-
mer con él en febrero e intentó programar otros en-
cuentros. Pero José los canceló todos en el último mo-
mento, normalmente con algo como: “Me ha surgido
un asunto urgente en el trabajo. ¡Lo siento!”. Aparen-
temente, nadie más en la iglesia conocía a José.
En septiembre, el anciano se dio cuenta de que no
había visto a José desde junio y decidió volverlo a lla-
mar. Le dejó un mensaje en el contestador. Unas sema-
nas más tarde, volvió a dejarle otro mensaje, y también
le envió un correo electrónico. José no contestó nin-
guno de los mensajes. Pasaron varios meses sin señal
alguna de José. Meses en los que le enviaron uno o dos
mensajes más. Llegados a este punto, el anciano ex-
plicó la situación a los otros ancianos, dos de los cuales

123
LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

se ofrecieron a llamar a José o enviarle un correo. Unas


cuantas reuniones de ancianos más adelante, el nombre
de José apareció de nuevo y todo el mundo coincidió
en que no habían visto a José, ni habían sabido nada
de él en ocho meses.
¿Debe de ser excomulgado José? ¿Por qué pecado
en concreto?

EVALUAR EL PECADO
Podemos describir el pecado de José de varias maneras.
Podría ser calificado de violar el pacto cristiano por el
que prometió asumir obligaciones con esta iglesia local.
Podría ser calificado como la afirmación de amar a
Dios cuando está aborreciendo a sus hermanos y her-
manas en la iglesia descuidando completamente su re-
lación con ellos (1 Jn. 4:20-21). Más concretamente,
José estaba desobedeciendo el mandamiento de He-
breos 10:24-25, donde leemos: “Y considerémonos
unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas
obras; no dejando de congregarnos, como algunos tie-
nen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más,
cuanto veis que aquel día se acerca”. El autor de He-
breos ordena a los cristianos reunirse regularmente
para que puedan exhortarse unos a otros, y estimular
así el amor y las buenas obras, lo cual es otra manera
de cumplir con los dos puntos anteriores. El autor tam-
bién señala el día del juicio como un incentivo por el
que esto debe hacerse. En otras palabras, se toma el
asunto verdaderamente en serio.

124
El miembro que no asiste a la iglesia

El pecado de la no asistencia a la iglesia no es, ni


mucho menos, tan descarado como el adulterio. Sin
embargo, es un pecado que normalmente esconde otros
pecados o, al menos, lleva a otros pecados. Además,
países como EE.UU. [y otros] están llenos de cristianos
nominales que acarrean mala reputación al evangelio
porque las iglesias no han asumido su responsabilidad
con los miembros que no asisten a la iglesia.
Aun más, si la membresía de la iglesia se basa en la
confirmación pública eclesial de la profesión de fe de
una persona, la no asistencia del miembro provoca que
la iglesia sea incapaz de cumplir con sus obligaciones.
La iglesia no puede seguir afirmando con integridad
que está supervisando el discipulado de la persona. Por
tanto, la excomunión pone las cosas en su sitio de ma-
nera eficaz. Es así como la iglesia dice: “No podemos
responder por esta persona, motivo por el que no va-
mos a continuar confirmando su profesión de fe” (cap.
2).

EVALUAR EL ARREPENTIMIENTO
Debido a que José se negó a responder a los correos y
a las llamadas telefónicas de los ancianos, no había
otra manera de evaluar el fruto del arrepentimiento,
sino decir que era inexistente.

CONCLUSIÓN
Aun así, los ancianos decidieron no iniciar la excomu-
nión inmediata. En su lugar, decidieron decírselo a la

125
LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

iglesia, para usar el lenguaje de Mateo 18 (cap. 1). Por


tanto, en la siguiente reunión de miembros, los ancia-
nos expusieron el caso de José frente a la congregación
y explicaron que, si no cambiaba nada, en la próxima
reunión regular —programada dos meses más tarde—
propondrían su excomunión en base a su no asistencia.
Animaron a cualquiera que tuviera amistad con José a
que lo llamaran o que le enviaran un correo. También
aprovecharon la oportunidad para enseñar a la congre-
gación por qué la asistencia a la iglesia era tan impor-
tante.
Los ancianos retrasaron el proceso de excomunión
dos meses, por lo menos, debido a cinco razones (cap.
4). Primera, así daban más tiempo para probar el arre-
pentimiento de José, de acuerdo con la lógica de Mateo
18. Segunda, daba a los amigos de José —en el caso de
que tuviera alguno que los ancianos no conocieran—
la oportunidad de unirse a ellos en la labor de traer a
José al arrepentimiento. Tercera, eliminaba el factor
sorpresa que inevitablemente acompaña al proceso de
excomunión inmediata. A menudo, Satanás usa este
factor para minar la confianza que las ovejas más jó-
venes e inmaduras tienen en sus líderes. Cuarta, era el
último recurso para localizar a esta oveja extraviada.
Y quinta razón, daba a la congregación la oportunidad
de orar unánime por José.
Dos meses más tarde, seguían sin noticia alguna de
él. Los ancianos, entonces, propusieron la excomunión.
Toda la congregación estuvo de acuerdo.

126

También podría gustarte