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ESTE LIBRO ESTA TRADUCIDO


POR EL GRUPO

SIN ÁNIMO DE LUCRO Y SIN


NINGUNA RETRIBUCIÓN
RECIBIDA POR ELLO.
ESTÁ HECHO CON CARIÑO DE
FANS PARA FANS DE HABLA NO
INGLESA
NO COMPARTIR EN REDES
SOCIALES

2
Traducción: Lupita
Corrección: María Alejandra
Maqueta: María Alejandra
Formatos: Pedro

3
SINOPSIS

Su nombre significa cazador.

Alguna vez el mejor asesino en operaciones encubiertas, Cazador


es ahora el mejor salvando vidas. Su camino ha cambiado de buscar
sangrienta venganza a dirigir una clínica de salud en Rescue, Alaska.

Nunca más se arriesgará a amar a alguien que no puede proteger.

Su madre y su hermana fueron asesinadas frente a él, su


prometida masacrada en una zona de guerra. A pesar de su popularidad
entre las mujeres, está decidido a permanecer soltero. Su corazón no
puede soportar más pérdidas.

Desafortunadamente, el universo no está escuchando.

Primero, su hermano contrata a JJ, una policía dura y de cabello


ardiente que vive al borde del peligro y tiene el corazón más grande de
todos los que conoce. Y luego, su vergonzoso pasado regresa en la forma
de una adorable y malhumorada hija de nueve años. Ahora tiene dos
seres queridos que proteger. Una tarea imposible, porque..

La vida es peligrosa Especialmente en Alaska.

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Equilibrio Letal

Hijos Del
Superviviente 1

Cherise Sinclair

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Prólogo

Hace veintitrés años.

En tu hora más oscura, cuando vengan los demonios, llámame, hermano, y pelearemos
juntos.

~ Desconocido.

Él era un hijo de mierda. Y hermano.

Miguel Ramírez, ahora llamado Cazador, se sentó en un tronco


cubierto de musgo y colgó un palo en el arroyo. Un pez pequeño
mordisqueó la corteza antes de alejarse. Desapareciendo.

Como lo habían hecho Mamá1y Rosita. Porque habían muerto.

Los gritos de su hermana pequeña aún llenaban sus pesadillas.

Caz se golpeó con el puño el muslo hasta que la pierna le palpitó


dolorosamente. Debería doler. Si no hubiera jugado al fútbol después de
la escuela, tal vez estarían vivas. Tal vez podría haber evitado que ese
hombre le disparara a Mamá.

Quizás, quizás, quizás.

Le había dicho a Rosita que cerrara las puertas. Se lo dijo, se lo


dijo y se lo dijo. Le había dicho a Mamá que se asegurara de que nadie la
siguiera a casa después de que ella saliera del trabajo en el bar. Un
suspiro de tristeza lo estremeció. Lo intenté.

Su intento no había sido suficiente.

1
En castellano en el original. De aquí en Adelante todas las palabras en castellano están en negritas

6
Ese hombre les había disparado. Mamá y Rosita murieron.

Antes de que Papá se fuera, había dicho que Miguel era el hombre
de la familia. Una lágrima cayó sobre sus vaqueros, una mancha oscura.
Había decepcionado a Papá, los había decepcionado a todos.

Ahora, Miguel tenía una nueva familia. Y un nuevo nombre.


Cazador. Al igual que Kana ahora era Bull, Derek era Hawk. Gabe seguía
siendo Gabe porque era así de terco.

Mako los había rescatado.

Cuando el padre de acogida trató de hacer que Hawk tuviera


relaciones sexuales, bajándole los pantalones y todo lo demás, Gabe,
Bull y Cazador lo atacaron. Un hombre grande, Mako, los escuchó gritar,
entró y terminó todo golpeando al padre. Cuando Caz y los demás
comenzaron a acercarse a la puerta para escapar a las calles, Mako
preguntó si querían irse con él. Dijo que los criaría, si eso era lo que
querían.

Cazador miró a su alrededor. Todo lo que podía ver eran árboles.


Todo lo que podía escuchar era el bajo gorgoteo del río. No es de extrañar
que Mako dijera que los trabajadores sociales no los encontrarían. No
aquí en Alaska en medio de la nada.

Caz no quería que le gustaran los otros chicos ni Mako. Ninguno


de ellos. Probablemente morirían también, porque él no podía
protegerlos; él era el más pequeño. Hawk lo llamaba ”el bebé” ya que
Cazador tenía solo ocho años. Nueve hoy.

El tonto del culo Hawk, de nueve años, no era tan chulo cuando
lloraba por la noche. Cuando Gabe intentó hablar con él al respecto, el
pendejo lo había golpeado. Caz resopló. Gabe había golpeado a Hawk en
el culo.

Gabe estaba bien. Tenía diez años, y todos hacían lo que él decía.
Porque siempre parecía saber qué hacer.

Hawk era un tonto del culo. Bueno, tal vez no. Había saltado al
río y había salvado a un cervatillo que tenía la pata atascada. Caz lo
habría hecho, pero no sabía nadar. Sus hombros cayeron. Hawk no era
el único tonto del culo.

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Y a diferencia del resto de ellos, Hawk acaparaba sus golosinas,
aunque había compartido una barra de chocolate con Caz la semana
pasada. Sí, a veces, él no estaba mal.

Bull era divertido. Siempre riéndose y contando chistes. Solo que


él también tenía mal genio. Había golpeado a Gabe contra un árbol
cuando Gabe se burló de él. Y a veces, su rostro se ponía triste, y él se
iba y miraba el río.

Algo así como Caz lo estaba haciendo ahora.

Detrás de Caz, algo se rompió. Se tensó y giró para mirar.

No es un oso. Era Mako, que era casi tan grande como un oso. El
sargento nunca hacía ruido en el bosque. Debía de haber roto una rama
a propósito para hacerle saber a Caz que estaba allí. Llevaba un par de
cañas de pescar y una caja de aparejos.

Caz frunció el ceño y le dio la espalda. Sin embargo... esperaba


que Mako se quedara.

Mako lo hizo.

El tronco se hundió cuando el sargento se instaló junto a Caz y lo


hizo sentir aún más pequeño. Mako era alto y con músculos enormes. Su
cabello realmente corto se estaba volviendo gris, y su piel estaba arrugada
y bronceada, casi tan oscura como la de Caz. Sus ojos eran azules y
aterradores, como si hubiera visto algo malo. Había sido un soldado
desde siempre, así que probablemente lo había visto.

—Tu comida todavía está sobre la mesa, muchacho.

Caz se encogió de hombros aunque su estómago retumbó.

—Tengo que decir que enojarse por el pastel de cumpleaños es


nuevo. —Mako cebó el anzuelo y lo arrojó al río—. ¿Gabe se equivocó el
día?

—No. —Caz frunció el ceño y recogió la otra caña. Le puso cebo.


Acababa de aprender cómo. Demasiadas cosas para aprender. Su inglés
también era malo, sobre todo cuando trataba de hablar rápido—. Es hoy.

—¿Bull escribió mal tu nombre?

Cazador. Eso significaba Hunter en español. Lo había elegido


cuando Mako les dijo a los niños que necesitaban nuevos nombres en

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caso de que alguien los buscara. Aunque Mako supuso que el padre de
acogida en Los Ángeles solo diría que los niños huyeron. —Bull lo deletreó
bien.

Era genial como a Bull le gustaba alimentar a la gente. Había


hecho el pastel e incluso lo había decorado.

Sosteniendo la caña de pescar, Cazador frunció el ceño. Había


sido grosero salir corriendo de la cabaña. Miró al sargento para ver lo
enojado que estaba. Guay o no, Mako no aguantaba ninguna mierda.
Ayer, Gabe gritó y fue arrojado al río. Y el agua era como el hielo. —Yo
solo…

Pudo sentir cuando Mako se volvió para mirarlo. —¿Sí?

—No quiero... no quiero que me gusten. Los chicos. No quiero una


familia Tenía una familia y ellos…

—¿Murieron? —Mako no se molestó diciendo que habían


“avanzado” o “ido al cielo”. Murieron.

Caz asintió con la cabeza. —Mi hermana, era más pequeña que
yo. No la protegí a ella ni a Mamá.

—¿Qué les pasó? —Mako enrolló su sedal y lo lanzó de nuevo.

—Mamá y Rosita llegaron a casa con víveres, y el hombre entró.


Un drogadicto. —El río parecía ponerse rojo, oscuro y feo—. Yo entré. Lo
oí. La pistola. —La pistola se disparó, y Caz corrió hacia la casa, hacia la
cocina. Mamá yacía en el suelo, y su camisa rosa, la que le gustaba,
estaba ensangrentada—. Le disparó a Mamá.

—Mierda, eso es duro, chico. —Una gran mano le apretó el


hombro, luego Mako volvió a lanzar el sedal—. No es fácil cuando una
basura como esa sucede de la nada.

Caz lo volvió a ver, como en sus pesadillas, cómo había cogido un


cuchillo del mostrador y atacado.

Las palabras salieron lentamente. —Yo cogí un cuchillo. Y… —


Sacudió la cabeza cuando las palabras no le salían. Pero Mako tenía que
saber lo perdedor que era Caz. Si enviaba a Caz de regreso a Los Ángeles,
sería lo que se merecía.

—¿Sí? Cuchillo versus pistola: la pistola generalmente gana.

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El arma había vuelto a hacer ese ruido, como un petardo afilado,
y su cabeza explotó de dolor. —Me disparó. —Caz tocó el costado de su
cabeza, la larga cicatriz de la bala atravesaba la piel y el cabello—. Me caí
y él le disparó a Rosita.

Porque Cazador había fallado.

El gruñido de Mako sonó como dolor.

Caz se quedó muy quieto y le hizo la pregunta que nunca había


podido hacerle a nadie más. —¿Le disparó por mi causa? —¿Fue culpa
suya?

El sonido de raspado era el de Mako frotándose la barbilla. Se


afeitaba todas las mañanas, pero su barba aparecía rápidamente.
Sacudió la cabeza. —Lo dudo, Caz. Después de que le disparó a tu madre,
no podía dejar testigos. Ni tú ni tu hermana. ¿Y un drogadicto? Lo más
probable es que estuviera disparando a todo lo que veía.

—Oh. —El nudo sucio en su pecho se aflojó un poco. Pero si se


hubiera movido más rápido, mejor, tal vez estarían vivas. No había sido...
suficiente.

Mako se dirigió hacia aguas más tranquilas debajo de un árbol.


—Parece que te fuiste hoy porque no quieres una familia. Al menos no
una que tengas que proteger.

—Sí.

—Entiendo eso. —Mako levantó la vista, mirando algo.

Caz observó. Amplias alas negras en el cielo azul. Cabeza blanca.


Un águila.

—Mujeres y niños... Un hombre hace todo lo posible para


protegerlos. Son nuestra razón de ser.

Caz asintió con la cabeza. Es lo que había en su corazón. Lo que


nunca había podido decir.

—No tenemos mujeres ni niños aquí —dijo Mako.

¿Qué eran Hawk, Gabe y Bull ? ¿Y Caz? —Tengo nueve años.

—Tú y los otros chicos no sois niños, ya no.

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Es verdad. Eso era cierto. Vivir en la calle cambiaba a un niño.

—Para cuando termine contigo, se necesitará mucho para


matarte. —Mako enrolló el sedal y se levantó—. Un hombre necesita a su
equipo a sus espaldas. Podrías tener a Hawk, Gabe y Bull.

Los otros tres muchachos. A su espalda. Protegiéndolo mientras


los protegía. Ya lo habían hecho una vez con ese pervertido en el hogar
de acogida. No una familia, un equipo.

—Sí. —No, necesitaba usar el inglés—. Está bien. —Levantó la


vista— ¿Queda pastel?

—Sí. —Mako lo puso de pie—. Vamos a comer.

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Capítulo Uno

Veintitrés años después ~

Cortar su garganta es sólo un placer momentáneo y seguro que te hará hablar de ello.

~ Robert Heinlein

Después de cerrar su clínica médica por la noche, Cazador se


había sentado en su mesa de la esquina favorita en la taberna de su
hermano para tomar una cerveza bien merecida. El gran bar estaba
cálido contra el frío creciente del otoño de Alaska, y los persistentes
aromas de la sección del restaurante le hacían desear haber llegado
antes. Bull y sus chefs eran grandes cocineros.

Mejor aún, Caz había encontrado a una mujer hermosa para que
se uniera a él. Le sonrió a la bella morena sentada en su mesa.
Conversación, una buena cerveza, probablemente algo divertido para
después. La receta perfecta para la satisfacción. Fugaz, pero esa era la
forma en que Caz lo quería. Sin complicaciones, sin enredos, sin una
relación.

—Por favor, sal de mi camino. —La voz de un joven se elevó por


encima del ruido en el concurrido bar.

Caz se volvió.

Félix, uno de los camareros, estaba siendo acosado por dos


tontos. Por el mal olor, probablemente eran pescadores.

—Mira al chico bonito. Creo que deberías volver a San Francisco


o a la casa de maricones de donde viniste. —El gran borracho calvo agarró
la brillante camisa púrpura de Félix y le dio un empujón.

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Félix retrocedió un paso.

El hombre barbudo y barrigón lo siguió y tomó una cerveza de la


bandeja de Félix. —Gracias, niño bonito. Te lo agradezco.

Félix miró la barra, pero el hermano de Caz, Bull, no estaba allí.


Probablemente en la parte de atrás trayendo suministros para el bar.

Caz frunció el ceño. Su lista negra era corta, pero fanáticos y


matones estaban cerca de la cima. Además, su hermano consideraba a
sus empleados como una familia extensa, lo que los hacia suyos también.

Levantándose, acarició la mano de la encantadora morena. —


Discúlpame, por favor. Regreso en un minuto.

No esperó su respuesta. Al encontrarse con Félix, sonrió


cortésmente a los dos matones. —Dejad en paz al personal, por favor.

El calvo se inclinó hacia delante, con los ojos color marrón barro
entrecerrados por la ira. —No te metas, frijolero2. ¿Qué? ¿Estamos
molestando a tu novio?

En una mesa cercana, Zappa de la gasolinera dio un fuerte


resoplido. —Tío, ¿qué has estado fumando? El doc encuentra mujeres
como un oso arándanos. Deberías tener mucha suerte.

Desafortunadamente, los tontos iban de la mano con los


prejuicios, y los fanáticos no estaban dispuestos a entrar en razón.

Lo intentaría una vez más. —Caballeros, si hostigan al personal,


los echarán. Sólo una advertencia.

—No escucho a los spics3. Sal de aquí. —Calvito metió la mano en


el hombro de Caz y lo empujó un paso hacia atrás.

Entonces, Calvito hizo el primer movimiento. Tener un hermano


que era Jefe de policía significaba que Caz generalmente hacía un
esfuerzo simbólico para comportarse.

2
Beaner (frijolero, en español) es un término despectivo usado en Estados Unidos para referirse a los mexicanos. El
término tiene su origen en que en la comida mexicana los frijoles (beans, en inglés) suelen ser muy comunes.

3
Palabra usada para referirse, muy despectivamente a los hispanos. Su origen pudiera ser la frase «no spik inglés»
13
Se permitió retroceder un paso. Luego, accidentalmente, por
supuesto, golpeó la bandeja de Félix lo suficientemente fuerte como para
arrojar las bebidas sobre los matones.

Mientras rugían con indignación húmeda, Caz sacó a Félix de la


zona de combate. —Ve a buscar a Bull, ¿sí? —Eso sacaría al joven del
peligro.

—Hijo de puta. —La cara húmeda de cerveza de Barrigón estaba


de color púrpura oscuro. Alta presión sanguínea. Debería estar bajo
medicación. Atacó a Caz.

Caz se agachó, subió y golpeó. Su puño se hundió casi hasta la


columna vertebral del pendejo. Lamentable. —Deberías hacer
abdominales —aconsejó Caz mientras el hombre se doblaba por la mitad,
jadeando de dolor.

—¡Maldito frijolero! —Calvito sacó una larga cuchilla de la vaina


de su cadera y se balanceó salvajemente.

Bailando hacia atrás, Caz pateó una silla hacia Calvito que lo
empujó contra la pared de troncos.

Cuchillos. Querían jugar con cuchillos...

Encantado, Caz deslizó su propio cuchillo de la funda de la


muñeca izquierda y lo lanzó.

Zas.

La hoja clavó la manga del gilipollas a la pared. El chillido del


hombre fue seguido por una cadena de palabrotas.

Los lugareños lo vitorearon.

—¡Eh, el doctor está jugando con cuchillos otra vez!

—Tendrás más de eso, gilipollas.

—¡Sigue dándoles, Doc!

Había ventajas en vivir en un pueblo pequeño.

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Sacudiendo la cabeza ante las sugerencias sedientas de sangre
sobre dónde poner el próximo cuchillo, Caz revisó sus seis 4 .

Barrigón había logrado ponerse de pie. Cabeza abajo, cargó.

Apareciendo repentinamente, Bull hizo que el hombre cayera al


suelo con una sola mano.

Con un musculoso metro noventa, el hermano de Caz había


crecido más que su nombre... algo que Caz había envidiado cuando eran
adolescentes.

—¿Acosáis al personal? Mi personal. ¡Qué carajo! —La voz


retumbante de Bull rebotó en el techo y silenció el lugar—. Fuera. No
volváis.

Todavía en el suelo, Barrigón parecía preocupado. Con razón.


Bull's Moose Roadhouse era el único bar en Rescue.

—Lo siento, fui lento. —Bull le dio una palmada en el hombro a


Caz—. Gracias por intervenir.

—De nada.

—Oh, demonios, el poli está aquí —murmuró un cliente—, se


acabó la diversión.

Caz miró hacia la puerta.

Sí, Gabe, su hermano mayor, cruzaba la sala para unirse a ellos.


La brillante insignia del Jefe de Policía en su camisa de uniforme de color
caqui brillaba con las tenues luces del bar . —¿Otra pelea, Bull? Jesús,
una sola noche de calma aquí estaría bien.

—No, nos aburriríamos. Los idiotas son todos tuyos, hermano. —


Después de recibir una señal de estoy bien de parte de Félix, Bull se
dirigió a la barra, intercambiando bromas y críticas sobre la pelea con
todo el mundo.

Un cliente gritó que Caz debería haber clavado una cuchilla en la


garganta del agresor. Las entrañas de Caz se tensaron ante la avalancha
de recuerdos. He estado allí, hecho eso, dejé el negocio.

4
Check your six. Expresión utilizada por los militares para verificar en la posición de las 6 en punto, es decir, a su
espalda

15
—Realmente quería una cerveza, no más papeleo. —Frunciendo
el ceño, Gabe se acercó a Calvito y sacó el cuchillo de la pared.

Con un fuerte grito, Calvito se agarró el brazo. —Ese maldito…

—Cállate.

Se calló.

Con un metro ochenta y cinco y letal, a Gabe rara vez le


contestaban. Lanzó la cuchilla a Caz.

Caz la tomó en el aire e hizo una mueca al ver la sangre en el


metal. —¿Lo corté?

—Parece. —Con un rápido tirón, Gabe arrancó la manga de la


camisa del hombre herido para exponer el corte sangriento en la parte
exterior del grueso antebrazo—. Lo siento hermano. Tú los cortas; tú los
coses.

—No mames. —En verdad, eso apestaba.

—Perdón por el trabajo extra, pero gracias, Caz —dijo Félix. El


delgado camarero estaba enderezando sillas y tomando pedidos al mismo
tiempo. El hombre tenía pelotas. Pero las comunidades más pequeñas de
Alaska podían ser bastante intolerantes.

Caz y sus hermanos no habían sido criados para tolerar la


intolerancia. El sargento creía que un puño aplicado con prudencia
podría activar las neuronas y llevar a las personas de mente estrecha a
mejores formas de pensar.

Hubo un tiempo en el que Caz olvidó el enfoque directo de Mako


sobre la vida.

Volviendo a su mesa, sonrió con tristeza a la bronceada morena.


Era una turista de la estación de esquí, y habían estado coqueteando,
ambos sabían lo que les depararía la próxima noche. Mañana, ella
regresaría a Nuevo México, evitando cualquier enredo incómodo.

No le gustaban los enredos.

—Lo siento, chiquita —murmuró, acariciando su suave mejilla.


Había estado esperando tener sus manos sobre otras partes suaves de
su cuerpo—. Tendré que dejarte y cuidar de este hombre.

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Su boca se inclinó hacia abajo. —¿Por qué tú? ¿No puede alguien
más ocuparse de él?

—Ay, no. Dirijo la clínica de salud. —Era el único personal médico


en la pequeña ciudad de Rescue.

—Vamos, Caz. —Después de atar la manga rota alrededor de la


herida de Calvito, Gabe hizo un gesto hacia Barrigón—. Tú, también.
Vamos.

—¿Por qué yo, Jefe? No saqué ningún cuchillo. —Barrigón se frotó


el vientre indudablemente dolorido, frunció el ceño a su amigo y luego a
Gabe.

—Porque yo lo digo. Ahora cállate. —Gabe le dio un empujón a


Calvito.

Sí, el Jefe estaba de mal humor. Caz tomó un último trago de su


vaso casi lleno y los siguió.

En el estacionamiento, Gabe miró a Caz. —¿Peleas con cuchillos,


hermano? ¿Nunca vas a crecer?

Los cuatro se habían peleado mientras crecían, luego habían sido


militares, y, en realidad, nunca se habían detenido. Siendo el más joven,
el más bajo y el más ligero de sus hermanos, Caz a menudo igualaba las
probabilidades con algo afilado y puntiagudo.

Le dio a Gabe una leve sonrisa. —Incluso cuando sea viejo y esté
lisiado, tendré una cuchilla en mi bastón.

—Apuesto a que lo harás. —Gabe frunció el ceño— ¿Había alguna


razón para la pelea?

—Acosaban a Félix. Bull no estaba cerca, así que les dije que lo
dejaran en paz. No les gustó recibir órdenes de un frijolero. —La palabra
sabía agria en su boca. Su padre blanco le había dado unos centímetros
más de altura, pero Mamá era mexicana y había heredado su piel, cabello
oscuro y ojos. Lo suficiente como para convertirlo en un objetivo para los
racistas. Realmente odiaba a los racistas y fanáticos—. Calvito me
empujó, perdí el equilibrio y golpeé la bandeja de Félix. La cerveza cayó
sobre ellos. Barrigón intentó golpearme.

—Ya veo. —La boca de Gabe se torció porque sabía exactamente


con qué frecuencia Caz perdía el equilibrio.

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Nunca.

Caz proyectaba inocencia. —Calvito intentó apuñalarme. ¿Qué


podía hacer, eh, mano?

—¿Defensa propia, hum? —La voz de Gabe perdió un ápice de


humor—. Creo que estoy agradecido de que todavía se estén moviendo.

Caz miró hacia otro lado. Sus hermanos sabían cómo había
pasado Caz el año posterior a la muerte de su prometida. Al ver su
necesidad de venganza, un grupo gubernamental de operaciones
encubiertas lo había reclutado para eliminar objetivos de alto valor. Las
ejecuciones silenciosas eran muy fáciles para alguien a quien le gustaban
los cuchillos.

Podría haber agregado fácilmente dos cuerpos más a su cuenta


de muertos esta noche... y Gabe lo sabía.

Cuando Gabe abrió la puerta trasera del coche patrulla, Caz


aspiró el aire frío de la noche. Solo un poco de escarcha. Las nevadas
comenzarían pronto, y la fría oscuridad del invierno se acercaría. Era
extraño que estuviera ansioso por pasarlo en esta pequeña ciudad. Pero,
sus hermanos estarían aquí. Después de años de separación, primero en
el ejército, luego, simplemente la vida, estaban uniéndose de nuevo.

Los había extrañado... más de lo que se había dado cuenta.

—Oye. —Gabe se iluminó—. Con una herida de cuchillo, unos


honorarios médicos considerables y la prohibición de entrar al único bar,
estos imbéciles han sido bien castigados. No necesitaré encerrarlos o
hacer un montón de papeleo.

En el asiento trasero, Barrigón levantó la vista con una expresión


horrorizada. —¿Prohibición? ¿Bull hablaba en serio? Estaremos aquí una
semana más.

El otro sonaba igualmente consternado. —¿Honorarios médicos?

Oh, qué honorarios médicos. Dirigiéndose a su propio coche, Caz


sonrió. Servicios de emergencia y fuera de horario. Sí, duplicaría sus
honorarios... incluso si la cuchilla había sido la suya.

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Una hora después, Caz y Gabe regresaron a la taberna y
encontraron a Hawk y Bull en una tranquila mesa trasera.

—Es bueno tenernos a los cuatro aquí otra vez. —Dejándose caer
en una silla, Caz sonrió a sus tres hermanos. Bull era enorme, polinesio,
con la cabeza rapada, ojos negros y una perilla negra y gris. Afeitado,
Gabe tenía el pelo castaño oscuro, ojos azules. Delgado y duro, Hawk era
de la altura de Gabe, con pelo y barba color arena. Tenía ojos azul
grisáceo y piel clara. En contraste, Caz no pasaba del metro ochenta y
dos y tenía color latino. Se referían a sí mismos como hermanos, a causa
de Mako, pero cualquiera que los viera unos al lado de los otros no lo
creería.

Era bueno tener a Hawk en casa, aunque solo fuera por un par
de días. A diferencia de los otros tres, Hawk no se había mudado a
Rescue. Todavía vivía en los 48 Inferiores5, cuando no estaba en una
misión en el extranjero con la compañía para la que trabajaba en esos
días.

—Aquí tienen, muchachos. —Félix trajo una cerveza para Gabe y


otra para Caz—. Gracias por el rescate de antes. Lo agradezco mucho.

Su sonrisa coqueta hizo que Caz sonriera y le diera una mirada


de reproche.

Félix se echó a reír. —Tengo que intentarlo de vez en cuando, por


si cambias de opinión.

Cuando el camarero regresó al bar, Gabe sacudió la cabeza. —Se


necesitan pelotas para ser abierto sobre las preferencias sexuales en un
lugar como éste.

—Ah, pero cuando alguien se parece a Caz —dijo Bull—, ambos


sexos se dejan llevar por la lujuria.

5
Se refiere a los estados que están al Sur de la frontera con Canadá. Excluyen a Alaska, Hawai y los
territorios insulares.

19
—Mira quien habla. Dejadlo ya, cabrones. —Caz levantó la cerveza
y vaciló porque su hermano más taciturno lo miraba con... no odio, no
del todo, sino ¿ira? Interactuar con Hawk era como hacer kayak en aguas
bravas: esquivar inconvenientes y remolinos. Las cicatrices de su feo
pasado hacían que la navegación fuera peligrosa.

Caz captó su mirada. —Hawk, ¿algún problema?

Hawk parpadeó y sacudió la cabeza. —No.

¿Qué estaba pasando en su cabeza? Bueno, si Hawk estuviera por


aquí mañana, Caz vería si podían hablar. No es que Hawk hablara
mucho, pero compartía más con Caz que con los otros dos. Tal vez porque
un cazador como Caz tenía más paciencia para acechar a su presa. Si su
hermano necesitaba ayuda, la tendría.

Bull estudió a Hawk antes de mirar a Gabe. —Gracias por sacar


a los bastardos. ¿Algún problema con ellos?

—Realmente no. Aparte de su falta de higiene personal —Gabe


sonrió—. Caz comenzó a maldecir en español a mitad de la costura.

—Debería haberlo lavado con agua primero. —Caz levantó su vaso


y aspiró el fino aroma de la malta—. Apestaba a pescado muerto y sudor.
No creo que ninguno de los dos se haya bañado en semanas.

—Bueno, solo te quedan unas pocas semanas de mal olor —dijo


Bull. A mediados de septiembre, la temporada de caza, pesca y turismo
se estaba acabando.

La cara de Gabe se tensó. —Parece incorrecto haber tenido una


temporada de pesca sin el sargento.

Mako había muerto hacía un año. Incluso ahora, al amanecer,


cuando Caz salía, aún esperaba ver al sargento haciendo ejercicio físico
en la orilla del lago.

Sus hermanos mostraron el mismo dolor. Un año o muchos, no


importaría. Mako había comenzado considerándolos un equipo y terminó
llamándolos hermanos, y legalmente o no, había sido su padre.

El dolor nunca se desvanecería por completo.

Caz levantó su cerveza. —Por el sargento. Que los vientos sean


suaves y que los peces piquen donde quiera que esté.

20
Gabe golpeó su vaso contra el de Caz. —Que siempre tenga un
equipo a sus espaldas.

Bull golpeó su vaso contra el de Gabe. —Que siempre tenga buena


comida y buena cerveza.

Hawk levantó el vaso y murmuró: —Y que recuerde cómo salvó a


cuatro niños tontos.

Caz asintió ante las palabras de Hawk. Sí, Mako había estado
orgulloso de criarlos. Confía en Hawk para saberlo. Tenía el caparazón
más duro y un interior suave. Por supuesto, si cualquiera dijese que
Hawk tenía un corazón tierno, el mercenario lo destrozaría.

A Caz le gustaba eso de él.

—Dejé flores en su tumba cuando estuve allí esta semana —dijo


Bull. Nadie era más leal que Bull—. Había otro par de ramos.

—Lillian —dijo Gabe—. Tal vez incluso Dante.

Dante era dueño de la tienda de comestibles en la ciudad. Él y


Mako habían sido amigos desde sus días en Vietnam. Por lo que Lillian
había dejado caer, ella y el sargento se habían acercado mucho después
de que Mako se mudase de su cabaña salvaje al pueblo moribundo de
Rescue.

El pueblo donde había gastado sus ahorros comprando un


montón de negocios y propiedades en quiebra y dejó todo, con una
misión, a sus cuatro hijos.

La muerte ha sido parte de vuestras vidas.

Es hora de crear algo en su lugar. Devolved la vida a esta ciudad.

Es una orden.

Caz resopló en voz baja y añadió una última bendición—: Que el


sargento mire hacia abajo a Rescue y se ría del lío que nos dejó.

Sus hermanos sonrieron y tres vasos chocaron contra el suyo.

—¿Cómo va todo? —La voz de Hawk siempre había sido áspera.


Mako había dicho que probablemente había sido dañada por los gritos—
. ¿En Rescue? —El tono indiferente de Hawk contradecía el interés en
sus ojos color acero.

21
—Estamos progresando. —Bull miró a su alrededor con
satisfacción—. Tengo este lugar funcionando bien. Aproximadamente la
mitad de los edificios están ocupados ahora.

Bull era su agente financiero y manejaba los alquileres y las


ventas.

—¿Alguna vez vas a regresar y ayudar? —preguntó Gabe. Él y


Hawk habían estado muy unidos una vez, pero algo se había interpuesto
entre ellos en el último año que habían servido juntos como mercenarios.
Hawk había salido de la unidad de Gabe antes de que Gabe entrara en
una emboscada y casi muriera.

La cara de Hawk se tensó. —Aún no.

Gabe se inclinó hacia delante. —Necesitas…

—La clínica de salud está operativa. —Caz lo interrumpió. Gabe


era su líder, siempre lo había sido, pero cuando Hawk se cerraba, no
aceptaba sugerencias de nadie, y mucho menos órdenes—. Está
resultando bien compartir recepcionista con el departamento de policía.

Todas las oficinas municipales, incluida la comisaría de policía y


la clínica de salud, estaban en un mismo edificio.

Gabe retrocedió. —Audrey tiene la biblioteca bien equipada, y es


muy popular. —La mujer de Gabe había sido bibliotecaria universitaria
en Chicago, pero se integró en la pequeña ciudad con tanto entusiasmo
que todos la adoraban.

—¿Ya reemplazaste al oficial Baumer? —Hawk no hablaba


mucho, pero había ayudado a atrapar al bastardo durante un intento de
secuestro, lo que dejó a Gabe como el único oficial de la ley en Rescue.

—No. No he encontrado a nadie que quiera contratar —respondió


Gabe.

—En serio, hermano, necesitas a alguien. —Caz frunció el ceño—


. Ayer curé a un cazador que casi se voló el pie, y sus amigos borrachos
comenzaron a pelear en la clínica. El respaldo del departamento de policía
hubiera sido útil.

Gabe se pasó las manos por la cara. —Si lo sé. Lo siento.

22
—Olvídate esa mierda de las disculpas. —Caz golpeó a su
hermano en el hombro. El hecho de que Gabe se sintiera responsable de
todo el mundo le provocaría úlceras—. Sólo contrata a alguien.

—Tengo que entrevistar a tres candidatos potenciales la próxima


semana. La temporada baja me dará tiempo para poner a alguien al día
antes de que comience la temporada de esquí. —Gabe miró hacia la
puerta y su expresión se iluminó—. Ah, mi mujer está aquí.

Audrey cruzó la habitación, sonriendo mientras la mitad de la


barra gritaba saludos. Había pasado el verano como mesera en la
taberna, montando la biblioteca y ayudando a Dante en la tienda de
comestibles. Todo Rescue la conocía.

Ella se rio cuando Gabe la puso en su regazo para darle un abrazo


y un beso que la dejó sonrojada.

Gabe estaba más relajado de lo que Caz lo había visto en años.


Muchos, muchos años, si es que alguna vez lo estuvo. Mako podría haber
preparado a sus muchachos para ser soldados, pero los seres humanos
no se adaptaban bien a la muerte. No con las armas devastadoras de la
era moderna y ciertamente no por largos períodos. Caz y sus hermanos
eran malditas buenas máquinas de combate, y habían vuelto a la vida
civil con cicatrices mentales y físicas. Gabe y Hawk eran probablemente
los más dañados ya que, después de las fuerzas armadas, se habían
unido a un cuerpo de mercenarios.

Cuando Gabe lo dejó y se escondió en la vieja cabaña de Mako,


Caz se preguntó si alguna vez volvería a una vida normal. Pero Audrey lo
había sacado del agujero negro. Su amor lo había cambiado.

Audrey se sentó junto a Gabe y se acercó lo suficiente como para


acurrucarse contra el costado de su hombre. Caz tuvo que reprimir la
envidia. Su Carmen había sido tan cariñosa, tierna y dulce... aunque no
la había conocido cuando ella llevaba un M-16. Tan amorosa, y luego
murió, llevándose todas sus esperanzas con ella. Después de perderla,
había cerrado su corazón tan rápido como Bull le daba vuelta al cartel de
su taberna de ABIERTO a CERRADO.

No, no quería otra mujer, no para amar. Dios, ¿de qué sirve un
hombre si no puede proteger a las personas que ama? Mamá, Rosita,
Carmen. No más mujeres o niños. Tenía a sus hermanos que eran lo
suficientemente fuertes como para sobrevivir a cualquier cosa. Eran
familia suficiente para él.

23
—Caz, oye, es bueno verte. —Una pelirroja con curvas se pavoneó
hasta la mesa, con todos los activos en exhibición. Como recordó, esos
activos eran muy agradables cuando estaban desnudos y eran un placer
tocarlos. Un segundo pensamiento le trajo su nombre—. Elliana, ¿cómo
estás?

—Muy bien, gracias. —Hizo un gesto hacia la barra—. Vinimos


desde Soldotna para celebrar el cumpleaños de mi amigo. ¿Por qué no te
unes a nosotros?

De ninguna manera. Tenía mucho cuidado para que ninguna


mujer se apegara a él. No quería una segunda vez por esa razón, sin
importar cuán divertido hubiera sido. —Me temo que no. Mi hermano no
lleva mucho tiempo aquí, y tenemos que ponernos al día. —Hizo un gesto
a Hawk.

Ella miró hacia allí e hizo una mueca levemente. —Bueno, bah,
Caz. —Después de un bonito puchero, regresó con sus amigos.

—¿Todavía rompes los corazones, hermano? —preguntó Hawk,


con la boca hacia abajo.

—Nuestro propio semental —acordó Gabe antes de preguntarle a


Caz— ¿Grayson no te ofreció una de sus célebres 'charlas' sobre cómo
corregir tus errores?

Caz resopló. El psicólogo amigo de Mako se había interesado por


ellos desde hacía años. Todavía aparecía cada año más o menos para
verlos. Para ayudar cuando era posible. —Zachary nunca da lecciones,
solo hace preguntas.

Preguntas que hacían que un hombre despertara en las primeras


horas y reflexionara sobre su significado. Cuestionándose el camino en
el que estaba. Caz sacudió esos pensamientos y sonrió a sus hermanos.
—Aunque mencionó que temía que mis hábitos me mordieran el culo
algún día.

—Jesús, suena como una maldición a punto de suceder —


murmuró Gabe.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Caz ante la idea,


luego su atención se dirigió a los gritos que lo llamaban desde la puerta.

—Oye, Doc, te necesito en la clínica. Un cazador estaba cortando


leña y se cortó la pierna en su lugar.

24
¿Qué tipo de idiota cortaría madera después del anochecer? Con
un suspiro, Caz se levantó. —Ya voy.

Sus hermanos y Audrey lo miraron con simpatía. Lo habían


sacado de suficientes reuniones para que se sorprendieran.

—Envía un mensaje de texto si necesitas ayuda —dijo Gabe.

—Entendido. —Caz salió trotando del bar, pensando ya en lo que


necesitaría en la clínica.

Aunque no tenía una mujer como Gabe, tenía un trabajo que


amaba. Uno en el que era necesario y podía marcar la diferencia. A él le
valía.

25
Capitulo Dos

No se trata de si te derriban, sino de si te levantas.

~ Vince Lombardi

En la estación de policía de Weiler, Nevada, la oficial Jayden


Jenner se apoyó contra su casillero y suspiró. Maldición, estaba dolorida.
Su vientre y su hombro palpitaban dolorosamente. El excitado novio de
una mujer había logrado darle un par de golpes. Maldita sea. Su estúpida
Taser no había funcionado con él. Los dardos lo habían golpeado, pero
sin duda no lo habían incapacitado. Demasiado drogado probablemente.
Su pistola paralizante había sido efectiva, finalmente, y había conseguido
someter al tipo y esposarlo. La novia y el niño iban camino de la casa de
sus familiares. Si a JJ le dolía un poco, bueno, saber que los inocentes
estaban a salvo valía la pena.

Su espíritu sufría más que su cuerpo ahora mismo. Cuando se


dio cuenta de lo peligroso que era el tipo y pidió ayuda, no había llegado
ningún respaldo. Eso decía mucho sobre su futuro aquí en Weiler.

Era hora de tomar una decisión.

Después de guardar el equipo y el cinturón de trabajo en su


casillero, se sintió inmensamente más ligera, al menos físicamente. Se
sentiría aún mejor una vez que se duchara. Su propio olor a miedo estaba
ahogando el hedor sudoroso del vestuario.

Mientras se ponía una camisa holgada para esconder el uniforme,


la flor que le habían regalado esa mañana se le cayó del pelo. Era
sorprendente que no se hubiera caído durante la pelea. Sonriendo, la

26
recogió y se la guardó en el bolsillo. La mejor recompensa por rescatar al
conejito perdido de un niño.

El día no había sido del todo malo.

Anteriormente, los vecinos de una mujer informaron que no la


habían visto en un par de días. JJ temía ese tipo de llamadas en las que
usualmente irrumpía para descubrir un cadáver. Pero esta vez, había
encontrado a una mujer mayor que estaba deshidratada y medio
consciente, pero viva. La alegría se apoderó de JJ porque el hospital había
informado de que la mujer estaría bien.

Al igual que su padre antes que ella, JJ vivía por esos momentos.
Había una alegría en servir. Saber que ella había marcado la diferencia
en la vida de alguien. Ser parte del corazón de una comunidad.

Su padre había sido amado por los vecinos de la ciudad donde


patrullaba.

También había sido un miembro vital de la hermandad policial.


Desafortunadamente, la palabra importante allí parecía ser
“hermandad”. Las mujeres no necesitaban postularse. Como novata, con
Gene como su oficial de entrenamiento, había pensado que estaba
empezando a integrarse. Había sido incluida en las actividades sociales
(barbacoas, bebidas después del trabajo, tardes de fútbol) y le encantaba
formar parte de la fraternidad policial.

Entonces todo se había ido al infierno. Ahora sus días malos


superaban a los buenos, no por sus deberes como oficial de patrulla.
Weiler era un buen lugar. Buena gente. No, sus problemas venían de la
comunidad policial.

Al oír que se abría la puerta del vestuario, se tensó. Después de


cerrar su casillero, se detuvo al entrar dos oficiales. Alto, de aspecto seco
y amargo, Chapman había trabajado en la comisaria durante algunos
años. Greene era más nuevo. En un momento, ella pensó que eran
camaradas de armas. Se había equivocado.

Los dos hombres la ignoraron, cruzando detrás de ella. Al menos


no se acercaban como muchos otros

Pero había esperado, merecido, más de sus compañeros oficiales.


La ira todavía ardía dentro de ella. Y dolía. —Pedí refuerzos —dijo con voz
tensa—. No vino nadie.

27
Greene se sonrojó un poco y siguió hacia a su casillero.

Burlándose, Chapman se acercó. —Estábamos en el descanso.

—Sí. Aparentemente, todos estaban de descanso. —¿Por qué lo


había intentado siquiera? Ella recogió sus llaves.

–Oye, ya me voy. ¿Quieres ir a tomar una cerveza? —Chapman


hizo un ruido de besos—. ¿Divertirte después?

Estúpido. A pesar de que un sentimiento desagradable se asentó


en la boca del estómago, ella lo miró fijamente y trató de pasar de largo.

Él se interpuso en su camino. Su hombro huesudo golpeó el de


ella y le hizo tropezar de lado. Sus manos se cerraron en puños, pero
pelear le ganaría solo una satisfacción momentánea y conseguiría una
reprimenda. Ya había pasado por eso. En cambio, se alejó, casi tropezó
en un banco y se golpeó contra la pared.

Cuando sonaron pasos en las escaleras, levantó la vista para ver


a su ex novio Nash arriba.

Grande, musculoso y rubio. Como un póster del policía ideal. Se


había enamorado de su hermosa apariencia solo para descubrir que
ocultaba a un niño arrogante y egoísta.

La sonrisa en su rostro le dijo que había visto lo que había hecho


su compañero. Su expresión la desafió a quejarse.

Como si eso le hubiera servido de algo antes.

No.

La ira tensó sus músculos, su rostro. El metro sesenta y cinco de


ella y el metro ochenta de él suponían que tenía que mirar hacia arriba
para ver sus ojos. Ella mantuvo su voz fría y cortés. —Teniente Barlow.

—Oficial Jenner. —Su sonrisa de júbilo golpeó sus sentimientos.


Cuando había roto con él, había previsto algunos momentos incómodos.
En cambio, la había perseguido con una malicia que nunca hubiera
anticipado. La quería destruida, emocional y profesionalmente.

Dio un paso hacia ella. —Creo que tienes…

Antes de que él pudiera decir algo desagradable, ella pasó a su


lado y salió de la comisaría de policía. Cuando cruzó el aparcamiento, el

28
viento seco de mediados de septiembre le agitó el cabello suelto alrededor
de la cara y tiró de su ropa. Si tan solo el viento pudiera llevarse su
frustración, su ira... su sensación de estar atrapada.

—JJ, espera. —La llamada procedía de detrás de ella.

Girándose, forzó una sonrisa. Sacarle la frustración a su antiguo


oficial de entrenamiento estaría mal. Dios, ella lo extrañaba. —Hola,
Gene. ¿Qué haces aquí?

—Vine a verte. —Él la miró ceñudo. Su cabello gris estaba cortado


a una longitud de medio centímetro; sus ojos eran de un marrón intenso.
A primera vista, cuatro años antes, ella lo había considerado un imbécil
sexista, pero él le dio un trato justo y terminó siendo un amigo—. ¿Te
invito a una taza de café?

Todo lo que quería era irse a casa. Pero... su salud había sido
mala. El corazón daba problemas. Quizás necesitaba ayuda con algo. —
Seguro. Eso estaría bien.

La cafetería estaba convenientemente cerca de la comisaría.


Pidieron su café y se instalaron en una mesa de la esquina.

—Entonces, ¿qué pasa? —preguntó ella, tensa pensando en malas


noticias. Estaba divorciado y vivía solo, aunque sus tres hijos estaban
cerca. Aun así, ella se preocupó.

Él la miró. —Escuché que golpeaste a Hanson. También escuché


sobre la mierda pintada con spray en tu casillero. ¿Están relacionados
los dos hechos?

—Oh. No, no. Es parte de la campaña general para expulsarme.


—Tres veces en el último mes, su casillero había sido robado. Eso no era
tan malo. Sin embargo, tanto la violencia física como la falta de apoyo
podían volverse peligrosas rápidamente. Como hoy, cuando al no
conseguir refuerzos, pudo haber resultado gravemente herida. ¿Alguien
habría venido a buscarla?— Golpeé a Hanson por toquetearme. Lo habría
arrestado por asalto sexual, solo que... ¿cuál sería el caso? Cualquier
queja mía acabaría en la papelera.

Su ronco gruñido exasperado sonaba como un camión de basura


aplastando latas. —El departamento se ha ido al infierno desde que
Barlow es el Jefe.

29
El tío de su ex había sido nombrado Jefe de Policía unos tres años
antes, y ascendió a su hijo, primo de Nash, a capitán. Entonces, Nash se
convirtió en teniente justo después de que ella lo dejara.

Los Barlow eran manipuladores y encantadores. Sus habilidades


policiales apenas eran adecuadas. ¿Su ética? No tenían ninguna.

Nash estaba haciendo todo lo posible para destrozar la reputación


de JJ y expulsarla de la policía. Como los Barlows y sus amigos dirigían
la comisaría, sus quejas no llegaban a ningún lado. Ella había
considerado una demanda de acoso sexual, pero los abogados eran caros.
Y ningún otro departamento en el país estaría dispuesto a contratarla
después.

La mirada preocupada de Gene se encontró con la de ella. —


Tienes que salir de aquí, JJ. Lo sabes, ¿verdad?

—Lo sé. Desafortunadamente, el clan Barlow me ha hecho saber


que no me darán buenas referencias. Nunca.

Su cara se endureció. —Bastardos.

Sí. Lo eran. Agitó su café en lugar de tirarlo al suelo con


frustración.

—Tuve una idea. Algo que podría servir para ti. ¿Alguna vez has
considerado Alaska?

—¿Alaska? ¿Estás loco? —Miró por la ventana hacia los


alrededores, el paisaje marrón del desierto—. Allí nieva, Gene.

—¿Sí? Parece que escuché eso en alguna parte. —Él sonrió por
un segundo—. Solo escucha, niña. Tengo un par de viejos amigos de
Nam6, Mako y Dante, que terminaron en Alaska. Mako falleció ahora,
pero Dante dice que el hijo de Mako es el Jefe de Policía en Rescue,
Alaska. Mi recomendación tendría más peso con él que toda la basura de
Barlow.

Alaska . Nieve. Aislamiento. —¿Dónde está Rescue, Alaska?

—En la Península de Kenai, cerca del lago Kenai. Un par de horas


desde Anchorage. Es una pequeña ciudad en la base de una nueva y

6
Abreviatura de Vietnam

30
elegante estación de esquí, lo que significa que el lugar está creciendo,
una vez más.

—¿Una pequeña ciudad tiene un departamento de policía?


¿Alaska no usa policías estatales para todo? —Lo había visto en un
programa de televisión.

—El lugar solía ser más grande. Se incorporó7, luego el antiguo


complejo vacacional se arruinó y la ciudad casi muere. Está renaciendo
ahora. Con los recortes presupuestarios del estado, el puesto de policía
más cercano está más lejos de lo que es conveniente. Así que el
ayuntamiento contrató a Gabe y está buscando un oficial.

—Un departamento de dos personas. ¿El Jefe y yo? —Su estómago


se tensó. ¿Y si resultaba ser un gilipollas? Si el pueblo era tan pequeño,
sería jodido.

–Tienes derecho a ser cautelosa. Pero estoy muy seguro de que


Gabe es diferente.

Ella le dirigió una mirada escéptica.

Sacudió la cabeza. —Es cierto, solo lo vi una vez, en el funeral de


Mako el año pasado. Pero conocía a Mako muy bien. En el ejército,
cuando un soldado manoseaba a una enfermera, Mako le gritaba al idiota
durante unos buenos cinco minutos. Analizaba sus modales, su
apariencia, su inteligencia, y hasta sus antepasados. Dudo que alguien
criado por el primer sargento sea menos cortés con una mujer. Y he
hablado con Gabe desde entonces. Él es de fiar.

Bien. Tal vez fuese un buen tipo.

Aun así, el trabajo consistía en ser un oficial de patrulla en un


pequeño pueblo en medio de la nada. Weiler era una ciudad pequeña.
Ella conocía las ciudades. Ser un oficial de policía en Alaska sería como
trabajar en un país extranjero.

No, ella no podría. Simplemente no podría.

Intentando pensar en una forma de rechazar cortésmente el


ofrecimiento de Gene, levantó la taza de café y le dolió el hombro
magullado. Nadie la había respaldado, por lo que había resultado herida.

7
Una ciudad incorporada es un tipo especial de Municipalidad en EEUU

31
Esta vez, solo había sido un hombro. ¿Qué ocurriría la próxima vez? Se
le hizo un nudo en la garganta y dejó la taza.

Maldición.

Entonces, estas eran sus opciones: ir a trabajar a una extraña


tierra salvaje, o quedarse aquí donde sus compañeros la dejarían colgada,
sin importarles si estaba herida o algo peor.

Realmente, ¿qué la mantenía aquí?

No tenía amigos. Su vida social había girado en torno a la policía,


lo que significaba que ahora estaba acabada. Además de Gene, ella solía
tener tres amigas, compañeras oficiales, que habían aceptado trabajos en
otros lugares. Cuando Barlow fue nombrado Jefe, se marcharon.

Ella estaba sola. Y en lugar de la camaradería anterior, en estos


días, a veces se sentía más como un animal acorralado en la comisaría.

No tenía nada que perder si se iba. Si el trabajo en Alaska no


funcionaba, siempre podía ir a servir patatas fritas en Anchorage.

Dándole tiempo para pensar, Gene había estado en silencio. Al


terminar con su café, dejó la taza suavemente. —Rescue es muy pequeño.
Pero sé lo que te importa. Allí, tendrías la oportunidad de conocer a las
personas y ser parte de la comunidad. Realmente sabrías a quién estabas
sirviendo.

Las palabras la conmovieron. —Muy bien, sí. Por favor, haz la


llamada.

32
Capítulo Tres

Cuando eres una mujer fuerte, atraes los problemas. Cuando un hombre se
siente amenazado, siempre hay problemas.

~ Barbara Taylor Bradford

Casi una semana después, JJ se arrastró a sí misma y a su


maleta a su habitación de hotel. Bienvenida a Alaska, mujer.

¿Por qué no se había dado cuenta de que el estado estaba tan


lejos? Había pasado todo el día viajando. Conducir a Las Vegas, volar a
Seattle, luego a Anchorage le había llevado una eternidad, porque todos
los buenos vuelos ya habían sido reservados. Después de recoger su
coche de alquiler, había conducido otras dos horas hasta la estación de
esquí, muy por encima de Rescue.

Había tenido la suerte de conseguir una reserva, le había dicho el


recepcionista antes de agregar que el restaurante ya había cerrado esa
noche. Maldición.

Después de la ducha más rápida conocida por el hombre, se


cepilló los dientes, se peinó, se puso ropa limpia y se dirigió al bar, el
único lugar donde podría conseguir comida. Y como el bar cerraría en
una hora, necesitaba moverse. Aparentemente, los resorts de Alaska no
permanecían abiertos hasta tarde, especialmente los domingos.

Al entrar en el vestíbulo, sonrió al recepcionista que había


conocido y asintió a las otras dos mujeres detrás de la recepción.

33
El bar estaba al otro lado del vestíbulo, un lugar agradable con
grandes ventanales, que daba una vista del último vestigio del
crepúsculo. Había podido completar su viaje a la luz del día,
afortunadamente. En este extremo norte, la puesta de sol llegaba más de
una hora después que en casa.

Y, oh, hombre, tener luz natural para el viaje había valido la pena.
El paisaje era asombroso. Enormes montañas escarpadas. Bosques en
todas partes. Pequeños pueblos remotos. Había tenido que parar para
hacer fotos.

Una vez en el bar, se detuvo para mirar a su alrededor. Vigas


descubiertas en un techo alto, suelo de madera oscura brillante, sillas
cuadradas de color rojo arándano en mesas pequeñas. Un sofá de dos
plazas y dos sillas altas con respaldo de ala daban a la chimenea de roca
maciza. Ahí es donde iría una vez que tuviera algo de comida.

El lugar no estaba muy concurrido. Un grupo de hombres en una


mesa. Unas cuantas más aquí y allá. Dos parejas en diferentes mesas.
En la barra había un hombre en un extremo y tres mujeres en el otro.
Las mujeres se habían vestido al estilo de la ciudad: vestido rojo, vestido
negro con lentejuelas, pantalones de cóctel.

JJ podría parecer fuera de lugar con sus vaqueros y botas, pero


no iba a sentarse en una mesa y esperar a un camarero. La cocina podría
cerrar temprano. Se instaló en la pequeña barra a unos pocos taburetes
de las mujeres.

La camarera, una morena mayor, levantó la vista de la bebida que


estaba preparando para sonreír. —Estaré contigo tan pronto como sirva
estas bebidas.

JJ le devolvió la sonrisa y miró la carta. Su estómago retumbó con


urgencia.

Las mujeres a su lado decidían las bebidas. Pasando un buen


rato.

Al escucharlas bromear entre ellas, JJ sintió un destello de


envidia por su compañía.

—Tomaré un té helado de Texas —decidió finalmente la llamada


Kiki.

34
Oh. Eso sonaba bien. Su madre, que era del sur, siempre tenía té
helado en la nevera, y JJ lo echaba de menos.

Las mujeres hablaron acerca de salir con un chico, alguien que


sonaba como un buen hombre. De Anchorage, las mujeres disfrutaban
ocasionalmente los fines de semana en el resort. El chico había pasado
una noche con cada una de ellas en diferentes momentos.

Esta noche, Kiki había ofrecido comprarle una bebida al hombre


con la esperanza de otra cita. —Me miró con esos ojos, ¿conoces esos ojos
oscuros suyos?

—Oh, sí —dijo la de pantalón de cóctel.

La tercera, vestido rojo, se rio y se animó.

—Y Cazador dice, “Kimberly” —gimió Kiki—, hum, me encanta la


forma en que dice mi nombre con ese acento. Pero…

—¿Pero qué? —preguntó la del vestido rojo.

—Él dice: Keem-bear-ly, te lo dije, ¿no es así?, que disfrutaríamos


una noche juntos y solo una noche? —Kiki lanzó un gran suspiro—.
Quería muchas más noches, por el amor de Dios. Nunca me había corrido
tan duro en mi vida.

—¿Señora? —En frente de JJ, la camarera estaba esperando su


pedido.

JJ sonrió tristemente y bajó la voz. —Lo siento. Estaba


escuchando a escondidas.

La camarera se echó a reír, su voz igualmente baja. —Cazador


merece la cacería, pero no tienen suerte. Realmente se aferra a su regla
de una noche.

Merece la cacería. Ningún hombre la merecía, menos un hombre


promiscuo. Comida, ahora. La comida sí merecía una cacería. JJ sonrió
y volvió a revisar el menú.

—¿Estás interesada en pedir algo de comida?

—Más que nada en el mundo. Si aún es posible, me encantaría


un doble ración de tiras de pollo. —La comida blanda no perturbaría su
estómago. Tenía una entrevista mañana. Oh Dios. —Y un té helado de
Texas, también, por favor.

35
—Marchando.

JJ desconectó a las mujeres que hablaban mientras las


escurridizas preocupaciones la vencían. El viaje hasta aquí había sido
increíble, pero le había mostrado lo fuera de lugar que estaba. Bosques
con una maraña de arbustos, todo tan verde. Las montañas la habían
dejado sin aliento. En más de un lugar, había pasado por un puñado de
tiendas y una gasolinera antes de darse cuenta de que era una ciudad.

No había podido conseguir un día libre extra. Con las reservas de


último minuto, le había costado un día llegar aquí. Tenía el día siguiente
para la entrevista y mirar alrededor y volaría de regreso a Nevada a última
hora de la noche en el vuelo nocturno.

Simplemente tendría que explorar el lugar lo mejor que pudiera.

Y tal vez le ofrecerían el trabajo. Tal vez.

Frente a la chimenea del salón del complejo, Cazador hizo rodar


su vaso de cerveza entre sus palmas. Desde la habitación detrás de él
llegaba el zumbido de varias conversaciones. Mientras observaba las
llamas, su irritación se desvaneció lentamente. Al menos la alfombra
había silenciado el sonido de la salida de Giselle cuando la rubia
curvilínea regresó a la recepción. Maldita mujer. Pensó que si seguía
intentando, coqueteando y tocando, él cambiaría de opinión y la llevaría
a la cama.

Las primeras veces, había explicado cortésmente que no “salía”


con mujeres locales. Luego se negó sin rodeos. Luego había sido grosero.
Ella solo se volvía más decidida.

Suspiró y echó la cabeza hacia atrás, escuchando el alegre crujido


del fuego. Se oyó la risa tintineante, forzada, de una de las mujeres de
Anchorage. Kimberly. Al menos ella había tomado su negativa
cortésmente. Había disfrutado su noche con ella. Había disfrutado a sus
amigas en otras noches. Si lo pensaba, recordaría los otros dos nombres.
Era bueno con los nombres.

Bueno con las mujeres.

No tan bueno con ser honesto consigo mismo. Porque se había


dicho a sí mismo que estaba buscando una mujer cálida y dispuesta esta
noche, una que quisiera conversar y tener sexo agradable. Por eso había
conducido hasta el elegante bar del complejo. Sin embargo, aunque había

36
mujeres aquí con las que no había estado antes, estaba meditando junto
al fuego.

No le gustaba la melancolía.

Maldición. Su estado de ánimo había estado apagado desde que


Gabe se había enamorado de su bella bibliotecaria.

Los dos estaban bien juntos. Audrey calmaba el espíritu de Gabe,


y su hermano la apoyaba, la ayudaba. Se necesitaban. Años atrás, con
Carmen, Caz conocía esa sensación de necesidad. De asociarse con una
mujer. No hombro con hombro como lo había hecho con sus hermanos,
sino más… entrelazados. Con Carmen, había sentido como si sus
espíritus se fusionaran de la misma manera que sus cuerpos. Dios,
todavía sentía el dolor de perderla. Levantó su vaso en un brindis
silencioso. Que su espíritu fuese feliz donde sea que hubiera volado.

Si tan solo él hubiera estado allí para protegerla.

El verano pasado, el psicólogo amigo de Mako le había preguntado


a Caz si tenía la intención de seguir adelante con su vida. No, Zachary,
esta es mi vida. La pena era solo una pequeña parte del problema. Lo que
lo había detenido por completo era el simple hecho de que no podía
proteger a una mujer. Las mujeres y los niños eran demasiado frágiles.

No, nunca más se enredaría emocionalmente.

Unos pasos llamaron su atención, y para su molestia , una mujer


colocó un vaso y un plato de tiras de pollo en la mesa baja frente a la
chimenea. Se acurrucó en el amplio sofá de dos plazas junto a la silla
donde él estaba sentado. Con los ojos cerrados, apoyó la cabeza contra
los cojines del respaldo.

Su disgusto ante la intrusión desapareció. Dudaba que ella se


diera cuenta de que estaba allí. Su alta butaca lo ocultaba del resto de la
habitación; por eso la había elegido.

Apariencia interesante. Su cabello era un desorden de rizos


marrón rojizos que se detenían un par de pulgadas por encima de sus
hombros. Tenía una cara fuerte, estrecha, con una barbilla puntiaguda
y una boca ancha. Sin maquillaje. Las pecas estaban esparcidas por sus
mejillas y nariz. Maldición, le gustaban las pecas.

Sus cejas eran ligeramente más oscuras que su cabello. Llevaba


una camisa de botones azul marino. Aunque era suelta, le quedaba lo

37
suficientemente bien como para mostrar que tenía un cuerpo firme con
hombros rectos y pechos pequeños y altos. Sus pómulos eran afilados,
los huesos de la muñeca sobresalían ligeramente; tal vez estaba un poco
baja de peso.

Sin esmalte de uñas. Sin anillos. Sin joyas en absoluto, de


hecho. Ella no era del tipo que solía visitar el costoso bar del complejo,
aunque a él no le hubiera sorprendido verla aquí con un marido
aficionado a la pesca.

Sus ojos se abrieron. Un llamativo azul verdoso. Al verlo, se sentó


y comenzó a ponerse de pie. —Oh. Disculpa, no me di cuenta…

—Relájate. Está bien. —Ella realmente estaba angustiada, así que


él mantuvo su voz en un murmullo tranquilizador—. No soy dueño de las
sillas, ni de este rincón, y el fuego es muy agradable. Agradecería la
compañía.

Bastante sorprendido por esa verdad, él le indicó que volviera a


su asiento. Y se alegró cuando lo hizo.

—Bien. Gracias. —Ella se inclinó hacia delante y tomó una tira de


pollo—. ¿Quieres un poco de pollo? Tengo más de lo que puedo comer.

Una persona generosa. Sociable. La preocupación permaneció en


su rostro, haciéndole saber que ella se sentiría más cómoda si se unía a
ella. –Gracias. —Tomó una tira de pollo y observó cómo la tensión se le
escapaba.

Ella terminó su bocado y tomó otra pieza con sorprendente


entusiasmo por algo tan suave. Por supuesto, la comida aquí era
excelente. Incluso Bull la aprobaba, y sabiamente había dejado al
McNally's, la clientela de restaurantes de alta gama, mientras que su
taberna se concentraba en hamburguesas y comidas reconfortantes.

—¿Estás aquí por una semana de pesca o caza o algo así? —


preguntó. Se dio cuenta de que ella se esforzaba por ser educada. No
coqueteando, ni siquiera un poco, sino simplemente conversando. Era
sorprendentemente... agradable.

–No, solo estoy aquí esta noche —dijo Caz.

—Yo también. Regreso a Nevada mañana.

38
—Estás muy lejos de casa. ¿Disfrutaste Alaska? —Caz tomó un
trago de su cerveza.

—Las montañas son espectaculares, incluso más asombrosas de


cerca que desde el avión. —Bebió aproximadamente la mitad del líquido
en el vaso alto, se atragantó un poco y miró el vaso como si mordiese—.
¿Qué le puso a esto?

—¿No es de tu agrado la bebida?

—Esto no es té helado. —Sus ojos se estrecharon. Mandíbula


firme, cejas juntas. El toque de dureza era interesante.

—¿Puedo? —preguntó Caz. La camarera era un amor. Odiaría


verla en problemas por una queja.

La mujer empujó la bebida hacia él.

Tomó un sorbo del otro lado del vaso. —Sabe a té helado de Long
Island, pero tal vez con algo añadido…

Sus ojos se redondearon. —¿Un té helado de Long Island? Eso


es… eso es un cóctel.

—Sí. ¿Qué pediste?

—Un té helado de Texas.

Sacó su teléfono y lo comprobó. —Google dice que es un té helado


de Long Island con bourbon.

—Oh, no. —Ella puso los ojos en blanco—. Soy idiota. Pensé que
estaba tomando un té dulce normal, no algo alcohólico.

Por la cantidad que acababa de tragar, apostaría a que ya estaba


recibiendo un buen zumbido. El Long Island era mortal, y la camarera
preparaba bebidas fuertes. Nevada debe de haber tenido sed. Sus labios
se torcieron. —Toma un poco más de pollo.

Cogió una tira y frunció el ceño. —Te estás riendo.

—No, no, nunca sería tan grosero.

Sonriendo, le señaló un trozo de pollo. —Lo eres totalmente.

Después de terminar la tira, volvió a probar la bebida. —Está muy


bueno. No sabe tan fuerte, pero puedo sentirlo.

39
Se rio entre dientes. Si ella hubiera estado conduciendo, le habría
pedido las llaves.

JJ sintió bochorno al mirar al hombre. Primero, se coló en su


rincón apartado y luego bebió un coctel potente. Maldición, ya sentía el
alcohol zumbar en sus venas. El tipo pensaría que era una verdadera
idiota.

Peor aún, era intimidantemente guapo.

Su vestimenta era informal: vaqueros negros, botas negras,


camisa de manga larga. Parecía latino. Bastante alto, más del metro
ochenta. Y su constitución no era voluminosa como la de un levantador
de pesas, sino que sus músculos eran muy estilizados. Las mangas
enrolladas de su camisa verde de cazador revelaban antebrazos firmes.

Su cabello negro era corto, con algunos mechones cayendo sobre


la frente y ojos, de un marrón tan oscuro como para combinar con el
cabello. Su piel tenía un hermoso color dorado claro, el tono que a
menudo anhelaba ya que su piel era pecosa. Una sombra oscura de barba
le daba una peligrosa mirada incisiva.

Pero los hombres guapos le recordaban a Nash. Por triste que


fuera admitirlo, los hombres, feos o no, ya no le interesaban. No después
de todo el acoso del año pasado.

Sin preocuparse por su examen, sorbió su cerveza y la miró a su


vez. —¿Tienes un nombre que quieras compartir, Nevada?

Ella sonrió ante la forma educada de expresarse, —Jayden. JJ.

—Jayden. Un hermoso nombre.

—Suena aún mejor la forma en que lo dices. —Su acento español


suavizó la J, dándole un sonido aún más musical. En verdad, tenía una
voz increíble. No quería un hombre, ningún hombre, pero estaría feliz de
escuchar a este tipo leer la guía telefónica.

Y luego parpadeó y miró el bar, recordando el comentario de Kiki


sobre un hombre con acento. “Keem-bear-ly, te lo dije, ¿no es así?, que
disfrutaríamos una noche juntos y solo una noche?”

Este era el famoso Cazador.

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Siguiendo su mirada, el miró al fondo y vio a las tres mujeres en
el bar. Sus cejas se alzaron. —Mi nombre es Cazador, pero, tal vez, ¿ ya
lo sabes?

Tenía la sensación de que sus mejillas se habían vuelto rojo


oscuro del sofá. —Yo... sí. Las escuché hablar de ti.

No parecía ofendido. O complacido. Simplemente un poco


divertido y algo indiferente. Como si no le importara particularmente la
opinión de los demás.

Sintió envidia. —Parecía que venían aquí a menudo. —Él


obviamente había estado en este lugar antes. Tal vez podría aprender algo
sobre la zona para no sonar como una completa idiota en la entrevista.
Incluso podría averiguar si quería vivir aquí.

—McNally está lo suficientemente cerca de Anchorage como para


que las mujeres vengan a disfrutar de las montañas y se mimen . El spa
está ganando una buena reputación. —Hizo un gesto hacia el grupo de
hombres en una mesa—. No todos los pescadores quieren pasar la noche
en un saco de dormir. Algunos prefieren ser recogidos en el vestíbulo y
conducidos al bote. Después de un día de pesca, son traídos de regreso
mientras su salmón se limpia, se pone en hielo y se envasa para llevarlo
a casa.

Ella estudió a los hombres. —Pensaba en la pesca como una


tienda de campaña o una actividad de caravana, pero el método del resort
estaría bien. —Cazador probablemente también era de Anchorage. Un
tipo de ciudad, si Anchorage podía llamarse una ciudad. Se acomodó en
su asiento, sintiéndose más cómoda. Su hambre se calmó, y su cerebro
tenía una agradable sensación de efervescencia, gracias a la bebida.

Aún mejor, tenía a alguien con quien hablar. Un hombre que no


se le insinuaba pero que estaba interesado en la conversación.

Cogió su cerveza y tomó un sorbo. —¿Qué te gusta de vivir en


Nevada, JJ? Yo nunca he estado allí.

—Nevada es el único estado con Área 51 y ovnis.

Cuando él se rio, ella sonrió y continuó. —Realmente, es un


estado de contrastes. —Ella le contó sobre las peculiaridades de Nevada:
la ciudad de juego de Las Vegas rodeada de hermosos espacios abiertos
y caballos salvajes. Desierto, pero con montañas nevadas y valles
boscosos. El festival Burning Man y el Día de Nevada. Y, mientras

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hablaba, la nostalgia la invadió. Ella amaba su maldito estado. ¿Cómo
podía mudarse ella?

Apartó la mirada y respiró hondo.

—Ah, chica, mañana te vas a casa. —Su voz era suave.


Compasiva. Como si supiera que su garganta se había obstruido por la
nostalgia, se hizo cargo de la conversación, brindándole fascinantes
curiosidades de Alaska, así como comparaciones con Sudamérica, el
Medio Oriente y Europa.

Aunque el hombre había estado en todas partes, no se


concentraba en sus aventuras, sino que le hacía preguntas. Escuchaba.
Obviamente estaba interesado en sus opiniones. Cuando ella le preguntó
sobre la peligrosa vida salvaje de Alaska, él sacó su teléfono y se sentó a
su lado en el sofá. Tenía fotos asombrosas: un alce con su cría, un alce
caminando por el centro de la ciudad, un alce atacando un coche, que le
hizo abrir mucho los ojos.

—¿Qué pasa con otros depredadores? —Ella se sonrojó—. Quiero


decir, sé que los alces no son técnicamente depredadores, pero…

—Pero son más propensos a cargar contra una persona que


nuestros perezosos osos pardos.

Ella sostenía su teléfono, y en lugar de retirarlo, él cerró su mano


alrededor de la de ella para abrir una carpeta diferente de fotos.

—Oh, es Hagrid. —Un segundo después, se dio cuenta de que no


le había soltado la mano. Sus rodillas chocaron.

Ella inclinó la cabeza para mirarlo, y estaban demasiado cerca,


sus caras solo a unos centímetros de distancia. Su mirada cayó a su
boca. Sus labios estaban esculpidos, no hinchados como los de una
chica, pero no eran delgados. Simplemente… perfectos.

Él se inclinó hacia adelante y rozó sus labios contra los de ella.

Ella se echó hacia atrás. —No.

—¿No? —El calor hervía a fuego lento en sus ojos tan oscuros.

De repente, ella era demasiado consciente de lo cerca que estaba


sentado, como su hombro rozaba el de ella, el calor de su cuerpo. Ella
retrocedió. Querido Dios, había estado mirando su boca, por supuesto,
él había pensado que estaba coqueteando. —No.

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—Ah, no entendí bien. Por favor, perdóname. —Todo el calor y la
sexualidad desaparecieron, y él cortésmente se alejó unos centímetros de
ella. Su expresión mostraba sincero arrepentimiento, sin ira. No la estaba
culpando por dar señales confusas ni a sí mismo por haberla interpretado
mal.

En cambio, hizo un gesto al teléfono que ella aún tenía en la mano.


Al oso peludo en la pantalla. —Dijiste que el oso te recordaba a Hagrid.
¿Es un pariente?

—Uh, no. —Ella sacudió la cabeza con fingido horror—. ¿No lees
a Harry Potter?

—Me temo que escapó a mi atención. ¿Son esos los libros sobre
un joven mago?

—Películas, también, sí. —Ella frunció el ceño—. No eres un


terraplanista, ¿verdad? Dime que has visto Star Wars.

—Y Star Trek, también. —Cuando él sonrió, ella pudo ver por qué
numerosas mujeres se habían enamorado del hombre—. Entonces, ¿a
quién elegirías como capitán: Kirk, Picard o Janeway?

Esa era una pregunta cuya respuesta podía no acabar nunca. Ella
vació su copa y la dejó. —No hay ninguna duda; el mejor es Picard.

Sus batallas se centraban en los capitanes de las naves estelares,


en los orcos blancos que deberían haber muerto la primera vez, en si
Hulk podía derrotar a Superman. Ella y Gene, su oficial de
entrenamiento, habían disfrutado las discusiones de ciencia ficción y
fantasía, pero Cazador era aún más divertido. Ella lo señaló con una
expresión severa. —Si Superman pudiera…

—Última llamada.

La voz la hizo saltar. Ella alzó la vista. —¿Qué?

La camarera estaba de pie junto a la chimenea. —Es la última


llamada, señores. El bar cerrará en breve.

—Oh. —Hora de irse.

—Gracias por hacérnoslo saber. —Cazador se volvió hacia JJ y su


sonrisa brilló—. ¿Querías otro té helado dulce?

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—Eso sí que es cruel. —Ella sonrió a la camarera—. Estoy lista.
Gracias.

—Un placer, señora. —La camarera dudó, miró de ella a Cazador,


luego se fue.

JJ frunció el ceño. —¿Parecía… ? —Ella sacudió la cabeza,


pensando lo fácil que era hablar con él. Como si fueran amigos en lugar
de dos personas pasando el tiempo en un bar.

—Ella quería advertirte que disfruto de las mujeres. Lo cual es


cierto. —Él se levantó—. Tengo que irme. No me había dado cuenta de
que habíamos hablado tanto tiempo.

Realmente era tarde, y ella se había divertido. —También debo


regresar a mi habitación.

—Entonces, ¿podría acompañarte al ascensor? —Él extendió la


mano para ayudarla a ponerse de pie.

—Claro. —Ella dejó que él la pusiera de pie, y salieron del bar y


cruzaron el vestíbulo del hotel. Solo quedaban dos recepcionistas. Uno le
sonrió y asintió. La otra, una rubia con curvas con el pelo largo, frunció
el ceño y le dio la espalda.

Cuando entró en el ascensor, le sonrió a Cazador. —Gracias por


la escolta, y la conversación.

—Fue un placer. Buenas noches, Nevada. —Con una sonrisa y un


asentimiento, caminó hacia la parte trasera del hotel.

Ella sacudió su cabeza. Ese era un hombre increíble… aunque


todavía se sentía un poco avergonzada por el beso abortado. Menos mal
que no lo volvería a ver.

Caz se frotó el cuello mientras se dirigía hacia el aparcamiento


trasero. Una punzada de arrepentimiento lo recorrió. No había querido
una mujer esta noche, y luego JJ había llegado. Hablar con ella había
sido más divertido que todo lo que había disfrutado en mucho, mucho
tiempo.

Cómo había interpretado mal su lenguaje corporal lo suficiente


como para ofrecer un beso era un poco desconcertante.

Sus labios habían parecido suaves...

44
No. Ella no había querido nada más que alguien con quien hablar,
y él respetaba eso... sin importar su pesar. Había disfrutado conocerla.
Mujer intrigante, la forma en que ella pasaba de una firme confianza a
indicios de inseguridad. No tenía miedo de reírse de sí misma. No hablaba
mal de otras mujeres. Lo miraba directamente a los ojos.

Aunque las mujeres eran encantadoras cuando se vestían para


matar, él apreciaba tanto a una mujer que se sentía cómoda con quien
era, sin la fachada de maquillaje, joyas y ropa elegante.

¿Y alguien que le gustaba la ciencia ficción y la fantasía? Un


tesoro.

Tendría que hacer que Audrey buscara en su biblioteca y le


encontrara el primer libro de Harry Potter.

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Capítulo Cuatro

Si vas a pelear, pelea como si fueras el tercer mono en la rampa hacia el Arca de Noe
... y hermano, está empezando a llover.

~ Christopher Woods

Parpadeando con los ojos arenosos, JJ condujo por Main Street


en Rescue. Aunque los nervios, y dos tazas de café, la tenían bien
conectada, su cuerpo notaba la falta de sueño. Después de dejar a
Cazador y regresar a su habitación, había estado despierta y se quedó
despierta leyendo.

No había nada como dos pumas cambiaformas cortejando a una


marine para calmar a una chica.

JJ aparcó el coche de alquiler frente al edificio municipal de


Rescue y se bajó. De pie junto al vehículo, fue girando en un círculo lento.

¿Esto era Rescue? Gene tenía razón al decir que era pequeño.
Desde Anchorage, las carreteras Sterling y Seward estaban
pavimentadas, al igual que Dall Road hacia el McNally Resort. Pero, una
vez fuera de las carreteras, las dos manzanas del centro de Rescate eran
las únicas que estaban pavimentadas. Las demás calles eran de grava.

Sin embargo, la ciudad era encantadora. Con aspecto recién


pintado, los edificios de dos pisos eran una mezcla interesante de estilos
rústicos y victorianos. Los ricos colores (dorado y verde oscuro, tostado y
caoba, rojo ladrillo y amarillo pálido, verde y blanco) animaban los
edificios. Hacia el sur se vislumbraba un lago y los bosques que se
elevaban en oscuras cumbres montañosas con las blancas vetas de los
glaciares. Tan hermoso.

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Aunque vio algunos edificios vacíos, la mayoría de los negocios
estaban abiertos y mostraban el orgullo de ser propietario que era el sello
de una buena ciudad.

De acuerdo, entonces. Miró su reloj. Empieza la función.

Se alisó los pantalones azul oscuro y se limpió las palmas


húmedas antes de sacudirse la chaqueta azul oscuro. Debajo de la
chaqueta, llevaba una camisa abotonada de color caqui, porque un
candidato inteligente usaría los colores de la ropa del trabajo que quería.
Internet le había proporcionado una foto del Jefe de Policía, Gabriel
MacNair, con una camisa de uniforme de color caqui y vaqueros azul
oscuro. De ahí su combinación de colores.

Entrevistas de trabajo. Hablemos de tortura. Incluso peor que


tener una mano inicial de dos y siete en Texas Hold’em8. O estar en el
extremo receptor... por así decirlo... de una sonda rectal alienígena .

Ella resopló. Esas no eran comparaciones que compartiría con su


entrevistador.

Después de colgarse su conservador bolso negro sobre el hombro,


subió rápidamente los escalones y atravesó las puertas de cristal hacia
el gran edificio municipal.

En el amplio vestíbulo, una mujer rubia mayor de unos cuarenta


años se sentaba detrás de un escritorio de recepción semicircular. La
placa de identificación en el escritorio decía Regina Schroeder. La mujer
levantó la vista con una sonrisa cortés. —Buenos días. ¿Cómo puedo
ayudarte?

—Soy Jayden Jenner y tengo una cita con el Jefe MacNair.

La mirada de la mujer mostró interés, aunque ella simplemente


dijo—: Por supuesto. Si cruzas esas puertas hacia la comisaría, le haré
saber al Jefe que estás aquí. —Señaló la puerta a la izquierda de JJ.

DEPARTAMENTO DE POLICÍA DE RESCUE.

—Gracias. —Cuando JJ entró por la puerta, su ritmo cardíaco


aumentó. Tal vez, tal vez, ella podría escapar de la atmósfera degradante
del departamento de policía de Weiler. Por favor, deja que eso suceda.

8
Texas Hold’em es una version estandar del poquer

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Miró a su alrededor. La parte del edificio de la comisaría no era
enorme, pero más que adecuada para el pequeño Rescue. La puerta del
vestíbulo se abría a una oficina con una mesa de conferencias central y
varios escritorios más pequeños contra las paredes. Al fondo había
despachos.

Un hombre salió del despacho del Jefe de Policía. Sólidamente


musculoso. Cerca del metro noventa. Rudo y bien afeitado. Pelo castaño
corto. Ojos azul oscuro.

—Oficial Jenner. Soy el Jefe MacNair. —Extendió la mano.

Cuando se la estrechó, notando que su apretón era fuerte sin ser


abrumador, sus esperanzas aumentaron. La había llamado oficial, como
lo haría con cualquier candidato masculino, reconociendo que ella era
una profesional. Su mirada buscó si era capaz de hacer el trabajo, no
una evaluación sexual.

Hizo un gesto a la oficina detrás de él. —Hablemos.

Cuando él se acomodó detrás del escritorio, ella tomó la silla que


tenía enfrente.

La entrevista fue sencilla y sus preguntas similares a las que ella


había respondido al ser contratada en Weiler. Experiencia, fortalezas,
debilidades.

—¿Tienes alguna pregunta sobre la información que te envié:


sobre el salario, los beneficios y el costo de vida en Alaska? —El Jefe
MacNair tenía una buena sonrisa, una que apostaba era muy efectiva
para obtener la cooperación de los civiles.

—No. Todo estaba claro. —Ella le devolvió la sonrisa, esperando


que hubiera terminado con las preguntas.

No tuvo tanta suerte.

—Me interesaría saber qué te atrajo a la policía. —Apartó el bloc


de notas y se recostó en la silla.

—Mi padre era oficial de patrulla y amaba el trabajo. Había


planeado seguir sus pasos.

Iba a dejarlo así, pero el Jefe frunció el ceño. —Planeado.


¿Cambiaste de opinión en algún momento?

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Se acabó lo de evitar su pasado. No es que fuera un secreto, pero
aun así... —Murió cuando yo tenía doce años. Nos las arreglábamos para
llegar a fin de mes —apenas—, pero cuando tenía dieciséis años, mi
madre tuvo un derrame cerebral. Ella me necesitaba. Asistir a la
academia de policía estaba fuera de discusión, y mucho menos aceptar
un trabajo con horarios irregulares y largos.

—Ya veo. Eres un oficial ahora. ¿Ella mejoró?

—No. —La pérdida seguía siendo un agujero doloroso en su


corazón. Podía sentir sus hombros doblarse hacia adentro con tristeza—
. Cuando yo tenía 20 años, iba caminando a casa y la atropelló un coche.
Murió.

Su mirada era comprensiva. —Lo siento. Eso no pudo haber sido


fácil para ti.

Había sido devastador. —Yo también me dirigía a casa, y vi las


luces, la vi a ella. —El dolor la invadió y contuvo el aliento—. Los primeros
en responder fueron dos oficiales de policía. El varón era “un gilipollas”
insensible. Indiferente. La agente se aseguró de que yo estuviera bien,
incluso mientras procesaba la escena. Un modelo a seguir al instante.
Quería ser el tipo de persona que ella era.

—Ah. Gracias. Eso es lo que quería saber. —El Jefe la estudió—.


Ahora hablemos sobre por qué deseas cambiar de destino.

El miedo se apoderó de ella, y se movió en la silla en un sonido


tan fuerte como un grito.

Él entrecerró los ojos.

Oh demonios. MacNair podría no tener problemas en contratar a


una mujer, pero no era fácil de convencer cuando se trataba de a quién
quería contratar. —Aunque mis primeros años con la fuerza policial de
Weiler fueron un reto, también fueron gratificantes. Sentía como si
estuviera contribuyendo a la comunidad y era valorada por mis
habilidades.

Él levantó un dedo. —¿Qué habilidades son esas?

—Soy buena resolviendo problemas. De hecho, estaba trabajando


para conseguir el rango de detective. Soy una excelente negociadora,
puedo calmar muchas situaciones feas. Parece que le gusto a la gente. —

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Al menos los que podían ver más allá del final de sus pollas—. Los niños
confían en mí. Soy una hábil entrevistadora.

Él asintió con la cabeza, su expresión era ilegible. —Muy bien.


¿Pero ahora te vas de Weiler? ¿Por qué?

Sus músculos se tensaron de nuevo. —Estoy lista para un nuevo


desafío. Por…

—¿En una comisaría en la que no te acosarán por ser mujer? —


preguntó suavemente.

Él sabía. Su estómago se retorció, pero no se movió. —Ah...

—Eres la única mujer oficial en ese recinto. Parece que has tenido
algunos problemas. —Golpeó con el dedo la carpeta—. Un amigo mío es
experto en investigación, incluida la revisión de las redes sociales.

Nash, y más tarde, casi todos, la habían destrozado en Facebook.


Publicaban comentarios que sugerían que era la puta del departamento.
Que iba tras hombres casados, o con novias. Follando su camino a la
cima. Y, más recientemente, hubo acusaciones de que ella era agresiva y
estaba fuera de control.

El Jefe movió su currículum a un lado. —¿Cuántas peleas


empezaste?

—Ninguna.

Ella suspiró. —Mi opinión es que si alguien me toca los pechos o


el culo, entonces comenzaron la pelea. Terminé tres.

Su ceja se arqueó. —¿Terminar significa que ganaste?

—Sí señor. Lo hice. —Había pasado el año después de la muerte


de su madre fortaleciéndose y aprendiendo a pelear y disparar. No se
había relajado en los años transcurridos desde la academia.

—Bien por ti. —Apoyó los antebrazos en el escritorio—. Oficial, no


juzgo el rendimiento según el género. Sin embargo, la población de Alaska
puede ser sexista. De hecho, tenemos un grupo de milicianos religiosos
fundamentalistas blancos fuera de la ciudad.

Ella se recostó y lo miró fijamente. Él hablaba en serio. ¿Un grupo


de milicianos? Sus hombros se cayeron. Maldita sea, estaba cansada de

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ser juzgada por su género primero y por sus habilidades después. Pero a
ella le gustaba el aspecto de la ciudad, le gustaba...

Se oyeron gritos en la calle. —Maldito chico de ciudad, lleva tu


apestoso culo de vuelta a la...

El Jefe MacNair miró por la ventana que daba a la calle. —Infierno.


—Se levantó—. Perdóname. Volveré en breve.

Se había ido antes de que ella pudiera responder.

Los gritos aumentaron. Parecía que varias personas le gritaban al


chico de ciudad.

No, esto no estaría bien. ¿El Jefe contra un grupo de personas?

Un escalofrío la atravesó. Si conseguía el trabajo, seguiría


habiendo solo dos, lo que significaba que estaría sin nadie que la
respaldara la mayor parte del tiempo.

Sin embargo, ella estaba aquí ahora. Empujó su bolso debajo del
escritorio, se quitó la chaqueta, la arrojó sobre la silla y salió corriendo a
la calle. La falta del arma de fuego en su cinturón la fastidiaba.

Una vez en la calle, frunció el ceño.

Ignorando la orden del Jefe MacNair de dar un paso atrás, cinco


hombres empujaban y golpeaban a un joven flaco, de apenas veinte años
y bien afeitado. Todos los matones eran barbudos, y ella los etiquetó
según el color o el estilo del cabello. Jengibre, Fibroso, Rubito, Rapado,
Chocolate

¿Cinco a uno? Capullos. La ira inundó su sistema.

Frunciendo el ceño, el Jefe golpeó a Rubio y lo dejó caer sobre su


trasero. Luego esquivó el golpe de Jengibre, después le dio un par de
puñetazos duros en el estómago. Entonces, Jengibre estaba demasiado
ocupado vomitando para tener ninguna pelea.

JJ asintió con aprobación. El Jefe tenía algunas habilidades


serias.

Se paró frente al del corte de pelo rapado, con un fuerte empujón


de esternón, lo apartó del chico de la ciudad. Recuperando el equilibrio,
Rapado cargó contra MacNair.

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Desafortunadamente, Fibroso y Chocolate se unieron a la lucha.

No, no lo creo. Con el pulso acelerado, JJ se puso frente a ellos


con las manos en sus caderas. —Retrocede, o serás arrastrado por
cargos. —No es que ella tuviera autoridad en este estado, pero aun así.

—¿Qué diablos dices, perra? —espetó Fibroso—. Quítate del


medio.

Cuando ella no se movió, él trató de abofetearla. Hablando de


insultos.

Ella bloqueó y estrelló su puño contra su panza cervecera. Lo


bueno de ser pequeña era que su puño realmente lastimaba a su
oponente más de lo que lo haría una mano más grande. Se quedó sin
aliento. Cuando él movió una gran mano hacia su cabeza, ella hizo un
rápido barrido de pies y le levantó las piernas.

Su cabeza golpeó el pavimento, y quedó fuera de la pelea.

Sin detenerse, esquivó el puñetazo de Chocolate, se deslizó más


cerca y golpeó sus nudillos en su espalda baja, su riñón.

Mientras hacía un sonido estremecedor, Rubito la atacó.

Ella esquivó su arremetida y pateó a Chocolate en el culo,


enviándolo de cabeza a la pila de construcción de la acera. Se giró para
mirar a Rubito.

Gritó algo que sonó profano, pero estaba tan enojado que
confundió las palabras.

Dejándose caer, evitó su puño, se enderezó y le dio un puñetazo


en la tripa y la barbilla. Hubo un ruido a su derecha.

Algo se estrelló en su cabeza. Cuando su cráneo explotó de dolor,


sus rodillas se doblaron y el mundo se volvió borroso.

—Joder. —Ese fue el gruñido del Jefe, y luego un hombre dejó


escapar un fuerte grito.

Chocolate aterrizó en el cemento al lado de un automóvil, un trozo


de madera de cinco centímetros por veinte cayó de su mano. Estaba fuera
de combate.

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Con los ojos borrosos, escuchó un grito, sonidos de puños. Ella
trató de ponerse de pie y falló.

Rubito agarró el trozo de madera y cargó contra el Jefe. JJ pateó


su pierna, y el bastardo tropezó, aterrizando sobre Chocolate, su cabeza
golpeando el costado del auto. Se quedó sin fuerzas.

Asunto concluido.

JJ parpadeó dándose cuenta de que algo cálido le corría por la


cara. Ella lo apartó. ¿Estaba lloviendo? Su mano volvió cubierta de
sangre. Su sangre. El lateral de su cabeza latía como si la hubieran
golpeado con un gran trozo de madera.

Oh, cierto. Eso había pasado.

—Guau, Jefe. ¿Necesitas ayuda?

—Dante. Una mano sería de gran ayuda. —El Jefe hizo rodar a
Chocolate, lo esposó e hizo lo mismo con Rubito—. ¿Puedes cuidar a los
imbéciles mientras llevo al oficial a la clínica?

—Lo haré, Gabe. —El hombre tenía un fuerte acento que se


iluminó cuando dijo—: Oficial, ¿eh? ¿Finalmente nos conseguiste otro
policía?

MacNair se agachó junto a JJ. —Estás sangrando, oficial.


Echemos un vistazo a eso.

Todo estaba entrando y saliendo de foco. Cuando él la levantó, su


equilibrio se inclinó como si estuviera de pie en una canoa en lugar de en
un suelo duro, y él le pasó un brazo por la cintura.

—Lo siento, lo siento. —Se concentró en poner un pie delante del


otro. El mundo se oscureció... y casi entró en pánico hasta que se dio
cuenta de que estaban dentro del edificio. El lobby.

—Oh, demonios, Gabe. Esa no es la forma de realizar una


entrevista. —La voz de regaño era familiar. La recepcionista.

El Jefe se rio entre dientes. —Culpa mía. ¿Está el doctor?

—Sí. Entra.

MacNair la condujo hacia la derecha y atravesó una puerta.

53
—Doc, tengo un paciente para ti. —La fuerte voz del Jefe resonó
en la habitación. En algún lugar un niño estaba llorando. Un par de
personas estaban hablando—. La golpeó un cinco por veinte y está
bastante mareada.

—Estoy bien. —Ella trató de levantarse.

—No, no lo estás. —El Jefe sonaba más divertido que molesto.

—Ponla en la habitación dos, mano. —La voz con acento español


era suave, cálidamente masculina y demasiado familiar.

No. Esto no podría estar sucediendo.

Se le doblaron las rodillas y la mano del Jefe se apretó. —


Habitación dos. Solo unos pocos pasos más, oficial.

Un murmullo de voces vino de otra habitación. —Trae a Niko de


regreso en diez días y sacaré los puntos. Recuerda lo que te dije acerca
de vigilar la infección.

—Lo haré. Gracias Doc.

—Aquí, oficial. —El Jefe la llevó a una pequeña sala de examen y


la ayudó a subir a la mesa.

El hombre que había conocido la noche anterior entró en la


habitación. La vio. Se detuvo.

JJ se llevó la mano a la cabeza dolorida y sintió el calor de la


sangre. Su mirada se volvió doble por un momento.

Cazador. Realmente era él. Llevaba vaqueros negros, zapatillas


negras y una bata blanca sobre una camiseta negra. Tal vez estaba
conmocionada, pero él seguía siendo el hombre más intimidante y guapo
que había visto.

—Ay, pobrecita —murmuró. Dedos cálidos debajo de su barbilla,


él inclinó su cabeza hacia arriba—. Oficial, ¿hum?

—Ah... —Lo que sea que había planeado decir se desvaneció de


sus pensamientos bajo el impacto de sus oscuros, oscuros ojos.

—Detengamos el sangrado. —Después de ponerse los guantes, el


doctor usó gasa para hacer suficiente presión sobre la herida y ella gimió.

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—Lo siento. —Él sostuvo su cabeza con firmeza, sin aflojar.
Mientras inhalaba, podía oler su aftershave, el frescor del vetiver y la
lima. Como anoche. Un buen recuerdo de la camaradería. Junto con un
toque de vergüenza.

Ella trató de sacudir la cabeza, pero él no la dejó moverse.

—Quédate quieta...

—Se llama Jayden. Jayden Jenner —dijo el Jefe—. Oficial Jenner,


este es Caz o Cazador o Doc.

—Oficial Jenner —murmuró cortésmente Cazador.

—Si me estás cosiendo, preferiría que me llamaras JJ.

La risa iluminó los ojos de Cazador. —JJ. —Le quitó la gasa y miró
su herida—. La hemorragia se detiene. —Miró al Jefe—. ¿Qué estaba
haciendo ella interceptando un cinco por veinte?

—Pelea callejera. Cinco de los Patriotas Zelotes estaban


molestando a un turista. —El Jefe soltó una carcajada—. El final más
extraño de una entrevista que he experimentado.

—¿Ella está aquí para entrevistarla, y la metiste en una pelea? —


El doctor abrió un paquete de vendaje estéril en el soporte rodante antes
de lanzarle una mirada de desaprobación al Jefe—. En entrevistas
médicas, hacemos preguntas, miramos el currículum. No les ponemos
un bisturí en las manos antes de que sean contratados y les decimos que
lo usen. ¿Qué demonios, Gabe?

—Ella intervino por su cuenta para respaldarme, y se deshizo de


dos y medio de ellos por su cuenta. Es casi tan rápida como tú. —La voz
del Jefe se calentó—. Buen trabajo, oficial.

—Excepto por haber sido alcanzada por el 5x20 —refunfuñó.

—Vive y aprende. Protegerás tus seis más cuidadosamente la


próxima vez —dijo el Jefe.

¿La próxima vez? ¿Él…?

—Mírame, JJ. —La desagradable linterna brilló en sus ojos


cuando el médico hizo las preguntas estándar para ver si estaba
conmocionada. Si tenía alguna alergia. Cualquier otro dolor.

55
Era un poco reconfortante que ella lo hubiera conocido anoche. Y
también, bastante incómodo.

—Vamos a hacer que te acuestes. No quiero que te balancees


mientras te ataco con una aguja. —Con la mano detrás de los hombros,
Cazador la recostó sobre la mesa de examen.

—Doctor. —Mientras su cabeza giraba, ella apartó su mano


y trató de sentarse de nuevo—. Sin agujas.

—Sí, agujas. Las frentes tienen demasiada tensión para pegarse.


—Su mano se cerró sobre su hombro y la mantuvo quieta—. Y es Caz o
Cazador, por favor. Soy un enfermero practicante, no un médico.

—La gente te llama Doc.

Cuando él se inclinó sobre ella con una aguja diminuta y ella trató
de darse la vuelta, sintió un chasquido y un firme—: Quédate quieta,
oficial Jenner. —Cuando se dio por vencida, continuó—: Varias personas
han sentido la necesidad llamarme doc, incluido este pendejo de aquí.

Pendejo ¿Acababa de llamar al Jefe gilipollas?

MacNair se rio entre dientes. —Me dejaste con el cargo principal.


Tengo que llamarte Doc.

Cazador resopló y luego le advirtió—: Un pequeño pinchazo.

Ella cerró los ojos y se tensó. Pero él era bueno en su oficio. Solo
había una pequeña picadura, luego otra y otra.

—Listo, anestesia. Lo hiciste muy bien. —Su voz profunda,


aterciopelada y suave inspiraba confianza.

Mientras los gritos y las maldiciones se alejaban por la calle, el


Jefe gruñó. —Necesito ocuparme de esos idiotas. ¿Puedes mantenerla
aquí hasta que vuelva a ponerse de pie, Caz?

Los ojos oscuros del doctor la miraron. —Sería un placer.

JJ habría puesto los ojos en blanco si su cabeza no le hubiera


dolido tanto. —Sí, seguro que te encanta tener que cuidar a los oficiales
mareados.

El doctor le sonrió. —Podemos discutir sobre el influjo de los anti-


superhéroes en la próxima generación mientras estás aquí.

56
Ese señuelo era más atractivo que el hecho de que te ofrecieran
una chocolatina.

—Oficial Jenner. —El Jefe desvió su atención—. Ese fue un buen


trabajo de respaldo—.

Un cumplido. ¿Cuán increíble era eso?

—El puesto es tuyo, si lo quieres.

Ella lo miró fijamente. Cerró la boca. Podría trabajar aquí en este


pequeño pueblo, un lugar que obviamente la necesitaba. Uno que podría
darle la bienvenida. El hombre de la calle, Dante, había sonado feliz de
que el Jefe pudiera contratarla. Ella podría encajar aquí. Tener una
comunidad a la que servir y un lugar al que pertenecer. El anhelo creció
dentro de ella.

Acordarse del cumplido del Jefe la convenció. Ella podría trabajar


con este hombre, el Jefe MacNair, y también aprender de él. —Me lo
quedo.

—Excelente. Tómate un tiempo y recupérate mientras meto esos


idiotas a en nuestra celda simbólica.

—¿Simbólica?

—Sí, es una sala reforzada para esconder a los malhechores hasta


que los policías estatales me los quitan de las manos. No tenemos
personal para ocuparnos de nadie a largo plazo Los agentes también
reciben las llamadas cuando estamos fuera de servicio. Rescue no puede
permitirse personal de policía las veinticuatro horas, los siete días de la
semana.

—Oh. Eso tiene sentido.

El Jefe sonrió. —Regresa a la comisaría cuando Caz te deje ir, y


comenzaremos con el papeleo.

No la estaba tratando como un conejito frágil que necesitaba ser


enviado a casa y mimado. Sí, esto funcionaría. —Lo haré, Jefe.

—Que sea Gabe.

Al salir de la habitación, el doctor hizo un sonido de


desaprobación en voz baja. Sus cejas estaban juntas.

57
—¿Qué? —preguntó ella.

—Ni siquiera has comenzado, y ya estás sangrando.

Ella frunció el ceño. —¿Le dirías eso a un hombre?

—Los hombres no son...—dijo algo en voz baja, un sonido


exasperado—. Perdóname, tienes razón. Me pasé de la raya.

—No te preocupes. Me limpiaré la sangre antes de visitar tu


clínica. La próxima vez.

La próxima, porque ella tenía un trabajo. A pesar de su dolorida


cabeza, sus labios se curvaron.

Él emitió un gruñido, un sonido infeliz y luego simplemente la


cosió.

Un trabajo. Sus pensamientos se dirigieron a una visión de entrar


en la comisaría de policía de Weiler y presentar su dimisión. Pero .. por
hermosa que fuera la idea, realmente debería pensar un poco más sobre
esta decisión. Sé racional.

Bueno....el salario era lo suficientemente alto para compensar el


aumento del costo de vida en Alaska. Los beneficios eran los estándares.

Trabajar con Gabe... sin duda un plus. Regina, la recepcionista,


había sido amable. La pequeña ciudad de Alaska probablemente sería
una mezcla de buenos y malos. La mayoría de la gente parecía amigable.
La secta era un punto negativo

Luego estaba este hombre...

Sus dedos debajo de su barbilla le levantaron la cabeza. —Todo


listo. Te daré algo suave para el dolor de cabeza, y te quedarás aquí hasta
que se te pase el mareo. —Sus ojos eran del color cálido del chocolate
negro... e inflexibles como la piedra. Él podría ser aún más terco que ella.

Ciertamente era sobreprotector. Y ella no quería su preocupación,


por conmovedora que fuera.

Ella lo había conocido en un bar. Habían tenido una conversación


asombrosa. Se había insinuado con ella. Lo había rechazado. Eso era
todo. No podía permitirse el lujo de perder este trabajo, y después de lo
de Weiler, sabía lo desastrosos que podían ser los chismes. En un pueblo

58
pequeño sería aún peor. Ella nunca se arriesgaría a que él quisiera más
que una relación médico y paciente.

Ella asintió con la cabeza y cortésmente, —Sí, Doc.

Apretó la boca y luego asintió. —Comprendo. —Entiendo9.

Muy bien.

Nuevo trabajo, nueva ciudad. Ella iba a concentrarse en su


carrera y mantenerse alejada de los hombres.

Con un suspiro de alivio, Caz terminó los gráficos del día en su


oficina. Los resfriados, la gripe, el cáncer y las infecciones habituales,
las peleas de borrachos y los niños tropezando con cada objeto punzante
que se encuentran. Agrega los accidentes de caza y los pescadores idiotas
que se filetean a sí mismos en lugar de su captura, y el día se hace más
largo.

Inclinándose hacia atrás, se estiró y disfrutó el silencio. La clínica


de salud estaba en funcionamiento. Incluso tenía casi todo el equipo que
necesitaba. En un mes más o menos, se ocuparía de contratar a un
asistente médico a tiempo completo. Por ahora, los ayudantes a tiempo
parcial servirían.

Compartir la recepcionista con la comisaría de policía funcionaba


mejor de lo que había previsto. Con el tiempo, tal vez, la población
aumentaría lo suficiente como para poder contratar más personal y
utilizar la propia sala de espera y la recepción de la clínica.

Después de un poco de remodelación, la clínica ahora tenía un


diseño eficiente. Detrás del mostrador de recepción no utilizado
actualmente se encontraba la oficina con computadora, fax e impresora.
Un pasillo conducía a su despacho, las tres salas de examen y la sala de
intervenciones.

Convenientemente, una puerta en la oficina principal también se


abría a su despacho, así que cuando estaba solo, dejaba la puerta abierta
para ver a cualquiera que entrara.

Como ahora. Sonrió al entrar su hermano.

Gabe lo atravesó con una mirada adusta.

9
En el original primero en español y el segundo término en inglés: Comprendo- I understand

59
—¿Problemas, mano?

—Podría ser. —Gabe se dejó caer en la otra silla de la habitación


y estiró sus largas piernas—. JJ dijo que se quedó en el hotel anoche.
Donde tú vas a pasar el rato. —Desafortunadamente, los años de Gabe
como policía le otorgaron la capacidad de ver lo que estaba justo delante
de su nariz, y el interés de Caz en JJ probablemente había sido más que
obvio.

—Ah, la culpa. Me apuñala el corazón. —Caz se apretó el pecho—


. Esto se parece al el día en que Mako descubrió nuestro alijo de Playboys
en el desván. —Mako les había hecho hacer una flexión por cada página.
Las malditas revistas eran demasiado extensas.

—Los músculos de mis brazos estaban tan doloridos al día


siguiente que ni siquiera podía peinarme. —Gabe sonrió—. En realidad,
tenía razón. Demonios, solo tenías doce años. Y estás cambiando de
tema.

—No, mi hermano, no lo hago. —Caz apagó su computadora


portátil—. Estoy diciendo que los hombres están interesados en las
mujeres. Mako y tú podríais desaprobarlo, pero la biología no se detendrá
a petición tuya.

La boca de Gabe se apretó. —Escucha...

—No. Nos conocimos. Hubo interés. Ella dijo que era de Nevada,
no mencionó que tenía una entrevista aquí. Sin embargo, no me la tiré.
—Aunque definitivamente había querido hacerlo—. Simplemente
hablamos.

—Oh. Bien. Lo siento. —Gabe se frotó el cuello—. Aun así. Esto


es lo que hay, hermano.... Las policías lo tienen duro. Incluso en esta
década, demasiados tipos piensan que son fáciles. Y en cuanto a JJ…
bueno, no sé si lo conociste, pero uno de los viejos amigos de Mako, se
llama Gene, me la recomendó. Parece que lo ha tenido especialmente
duro. Lo que digo es que tienes una reputación y ser vista contigo podría
ser un problema.

¿La reputación de Caz le afectaría? El sabor de eso fue amargo.


Sin embargo, no importaba. Ella había manifestado su opinión. Él, por
supuesto, honraría eso. —Estoy de acuerdo.

Gabe pareció sorprendido.

60
—Hay otras mujeres. Siempre hay más mujeres. Me mantendré
alejado de tu oficial, mano. —Aunque ella le había brindado la velada más
agradable que había tenido en mucho tiempo. Le gustaba, maldita sea.

Con un gruñido de exasperación, se levantó y caminó por el


pasillo, apagando las luces.

—Está bien, entonces. —Gabe no parecía totalmente


convencido—. Lo aprecio.

Con las luces apagadas, Caz regresó a la oficina principal. —


Bueno. Eso significa que vas a comprar la cerveza esta noche.

61
Capítulo Cinco

Un diamante es simplemente un trozo de carbón que rindió bien bajo


presión.

~ Henry Kissinger

Dos semanas después, Caz cruzó los terrenos de lo que su familia


llamaba “el Hermitage” o “el complejo” en la orilla sur del lago Lynx. Hoy,
el lago era una sábana tranquila y vidriosa que reflejaba las montañas
que se alzaban hacia el sur. Las puntas de los picos eran blancas con
polvo de terminación, esto es la primera nevada a gran altitud que señala
el final del verano. Al menos el frío había esperado hasta octubre. Había
pasado años desde que la primera nevada llegó en agosto.

Se acercó al ahumador cuadrado de madera al otro lado del


recinto. Después de revisar la cámara de combustión, que estaba
ardiendo bien, abrió la puerta superior. El dulce aroma del aliso lo
envolvió. En el interior, las tiras de salmón estaban colocadas en
bastidores. Una mirada al termómetro mostró que la temperatura se
mantenía estable. Él sonrió, recordando el cabreo del sargento cuando
le ofrecieron comprarle uno eléctrico. Había ahumado salmón a la
antigua usanza durante años y no estaba dispuesto a cambiar.

Mako también enlataba o secaba la mayor parte de su pesca y


caza, seguro de que la próxima guerra o desastre estaba a la vuelta de la
esquina, y quería estar preparado. Probablemente estaba muy molesto
porque el apocalipsis aún no había ocurrido antes de que se fuera al otro
mundo.

62
Mira, Sarge, seguimos haciéndolo a tu manera. De hecho, los tres
podrían tomar mañana este último lote de salmones plateados ahumados
en frío.

El tirón de dolor disminuyó lentamente.

En el patio, Bull estaba encendiendo un fuego en la gran parrilla


de ladrillos.

Caz se unió a él. —Estoy cansado de la caza y el pescado. —


Acababan de terminar lo que quedaba en los congeladores y habían
estado pescando, cazando y poniendo trampas para rellenarlos. Él y Gabe
habían disparado a un alce la semana pasada, lo que les proporcionó
más que suficiente para todos ellos y para compartir con los no cazadores
o aquellos como el viejo amigo de Mako, Dante, que no habían podido
salir este año.

Bull sonrió. —No te preocupes. Hoy vamos a comer pollo para


darle la bienvenida al oficial de Gabe.

—Buena elección. —Caz inclinó la cabeza, escuchando un


automóvil. JJ debía llegar hoy, y viviría aquí en el Hermitage.

Eso iba a ser incómodo. Para él, al menos. Porque no había podido
sacarla de sus pensamientos. Tenía todo ese cabello rizado, castaño
rojizo, el color de las hojas de arce en el otoño. Sus ojos eran de un
fascinante color verde azulado. Las pecas salpicaban su piel clara,
recorriendo sus mejillas y sus brazos. Tan malditamente besable. ¿Las
pecas bailaban sobre su piel en alguna otra parte?

No. No iba a pensar en ella de esa manera. Ella estaba fuera de


los límites. Quédate con las turistas, estúpido.

—¿Necesitas que haga algo?

Bull sacudió la cabeza. —Lo tengo controlado. Traje un montón


de guarniciones del restaurante.

Tener un hermano dueño de un restaurante tenía algunas


ventajas.

Caz miró alrededor, preguntándose qué pensaría JJ del complejo.


Todavía encontraba hermosa la forma en que las cinco casas se curvaban
en un semicírculo protector de la superficie frente al lago .

63
Años atrás, con sus cuatro muchachos en el ejército, el
aislamiento de su cabaña fuera de la red10 había agravado el TEPT11 y
la paranoia del sargento. En respuesta, todos construyeron cabañas de
dos pisos y lograron que se mudara a Rescue, donde Dante podía ponerse
en contacto con él. Mako, un supervivencialista antes de que fuera
popular, convirtió el lugar en algo que podría resistir la Tercera Guerra
Mundial.

Para mantener a los depredadores de dos o cuatro patas fuera


del recinto interior, se instaló un cercado electrificado entre cada casa,
que se extendía desde los extremos de la finca hasta el lago. El ático de
cada casa fue diseñado para un tirador, y la parte trasera de las casas,
que daba a la carretera, tenía ventanas pequeñas y defendibles. Las
enormes ventanas que daban al lago podían cerrarse, otra batalla que el
sargento primero había ganado.

Mako había estado un poco loco.

Sin embargo, cuando Caz se despertaba de las pesadillas de


combate, el crujido de un cuchillo penetrando la base del cráneo, la
sensación de vida drenándose de un objetivo... en esas noches, la
naturaleza inexpugnable del Hermitage era un consuelo.

La cabaña de Mako había estado vacía desde que murió el año


pasado. Ahora, JJ estaría allí. Caz se echó a reír por lo bajo. Se acabó lo
de mantenerse alejado de la nueva oficial de policía de Rescue. Gabe lo
había hecho casi imposible.

Caz tomó la cerveza que Bull le entregó. —¿Dijo Gabe cuánto


tiempo la oficial se quedará aquí con nosotros?

—Hasta que uno de los alquileres de Dante esté desocupado.


Alrededor de un mes, tal vez. —Bull miró las cabañas. Gabe tenía la
cabaña en el lado occidental cerca del lago. Las cabañas de Bull, Hawk y
Caz formaban un arco. La casa de Mako estaba en el extremo este de la
U, nuevamente cerca del lago—. Se siente casi mal tener a alguien en el
lugar del sargento.

—Sí. —Caz exhaló contra el nuevo estallido de dolor y el


resentimiento ilógico por tener a una extraña en la casa del sargento,
como si dejarla vacía trajera a Mako de regreso. Era bueno que Hawk no
estuviera en casa, habría sido un desastre. Era incluso más antisocial y

10
Se refiere a estar fuera de los sistemas de servicios púbicos como el agua, la luz, etc.
11
Síndrome de Estres Post Traumático

64
territorial que el sarge—. Pero si prestarle una casa a Jayden significa
que Gabe recibe refuerzos, Mako estaría de acuerdo.

—Es cierto. —Bull levantó la mano sobre el fuego. Tenían carbón,


pero Bull prefería la madera “real”, incluso si les tomaba más tiempo
tener las brasas—. Por lo menos, que ella se hiciera cargo de su cabaña
nos obligó a ocuparnos finalmente de sus cosas.

No había sido fácil revisar las pertenencias del sargento, a pesar


de que Mako no había acumulado mucho más que armas y libros.
Después de protestar, Gabe se llevó las medallas del sargento. Bull, sus
recetas, aunque todos habían aprendido la mayoría de ellas. Pero
sostener las fichas, ver los garabatos del sargento, había enviado a Bull
fuera de la habitación durante unos minutos.

Caz había recibido las espadas de Mako. Todavía tenía la primera


que Sarge le había dado. Ahora tenía otras. Ojalá pudiera verlo usarlas.

Habían dejado algunas cosas a un lado para cuando Hawk


cuando volviera a casa. Si volvía a casa.

Caz se frotó el cuello. —JJ debería estar aquí pronto. ¿Dónde está
Gabe?

—Está ayudando a Audrey a preparar la cama, encender la nevera


y sacar las toallas. —Bull le dirigió a Caz una mirada irónica—. Ni
siquiera pensé en esa mierda.

Caz sonrió. —Es agradable tener a Audrey aquí. —Era difícil


superar el hábito de aislamiento que el sargento había fomentado, pero
cuando Gabe se enamoró de Audrey, las cosas habían cambiado.

El amor aparentemente puede superar cualquier cosa.

Bull resopló. —Primero Audrey, ahora la oficial. La conociste,


¿cómo es?

Adorable. Difícil. Vulnerable. Determinada. Oyó un coche en el


camino y sonrió. —Ella es puntual.

Se dirigió hacia la casa de Mako.

JJ apenas lograba ver el camino de tierra. ¿Tierra, en serio?


Gracias a Dios, había seguido el consejo de Gabe para conseguir un
coche adecuado para Alaska.. Él estaba en lo correcto. Su pequeño coche

65
de ciudad ya habría tenido insuficiencia cardíaca. Así que vendió su
Camry en Nevada y compró un Toyota 4Runner usado en Anchorage.

Era un auto resistente… y de un bonito azul.

Frenó, sus neumáticos resbalaron en la grava y giró hacia el


pequeño camino de tierra. Honestamente, las carreteras en este estado
eran una locura. En Nevada, pavimentamos nuestros caminos por el
amor de Dios.

Gabe le había dicho—: Verás un lago a la izquierda. Una vez


pasado, ignora los dos primeros caminos de tierra a la izquierda,
terminan en un callejón sin salida a pocos metros. Gira a la izquierda en
el tercer camino. También parecerá un callejón sin salida, pero en
realidad se desvía a la izquierda antes de terminar. Sigue el camino de
regreso al lago y aparca en la última cabaña en el extremo este.

Era un lugar totalmente salvaje. El llamado camino era casi tan


ancho como un sendero de tierra. Mientras conducía por él, de repente
el espeso bosque se abrió a un prado junto al lago, y el camino se curvó
alrededor de la parte trasera de cinco cabañas casi idénticas de dos pisos.
Los paneles solares brillaban desde la parte superior de cada techo. Un
gran edificio anexo se encontraba justo al lado de la cabaña más al oeste.

Después de mirar por un momento, se acercó a la casa en el


extremo este. La suya durante un mes. Como parte de los problemas de
crecimiento de Rescue, había muy pocos alquileres y todos estaban
reservados. Cuando ella se lo contó a Gabe, él le dijo que conocía un lugar
en el que ella podría vivir durante un mes hasta que el alquiler estuviera
disponible.

Ella aceptó agradecida. Pero... muchacho, esto estaba muy


aislado.

La puerta del garaje estaba levantada, así que ella entró. Después
de apagar el motor, se quedó sentada por un momento. Bien. Estaba
aquí. En Alaska. La emoción competía con una sensación de
desorientación. De pérdida. Nunca había planeado irse de Nevada.

Pero, aparte de Gene, no le quedaban amigos de verdad. Esto era


bueno. Aquí tenía la oportunidad de probarse a sí misma, de hacer un
hogar. Hacer amigos. Ser un buen oficial de policía.

Ayudar a la gente de la forma que siempre había querido

66
Salió, abrió el maletero y dudó. ¿Debería llevar su equipaje? Ella
no tenía mucho. Siendo prudente, había dejado casi todo almacenado en
Nevada, trayendo solo suficiente ropa, artículos de aseo y elementos
esenciales (como su lector electrónico, la flauta, su almohada favorita)
para durarle un mes. Para entonces, ella y el Jefe MacNair sabrían si ella
iba a valer para el puesto.

—Bienvenido a Rescue, JJ. —La cálida voz masculina irrumpió en


sus pensamientos. Era Cazador. El médico, no, el enfermero practicante
que bien podría ser un médico.

Ella se volvió y, maldita sea, él todavía parecía la fantasía favorita


de cualquier mujer. No se debe permitir que ningún hombre sea tan sexy.
Una respiración estabilizadora ayudó. Afortunadamente, ella no estaba
afectada por él. No, no lo estaba. En absoluto.

—Es bueno verte, Doc. —Aunque ella no sabía por qué él estaba
aquí.

—Te vi plantada, allí, mirando tu equipaje. ¿Te lo estás pensando


mejor? —Bajó los dos escalones hacia el garaje y metió la mano en el
maletero para sacar una maleta.

—Hum. No. No estaba segura de qué hacer ahora.

—Lo que toca ahora es meter todo adentro, comer, Bull está con
la parrilla, y luego aprovechar la noche para instalarte. —No era tan alto
como el Jefe, pero aún más alto que su metro sesenta. Él le sonrió con
una cálida mirada.

—Puedo hacerlo yo. —Cogió su maleta.

Él se rio entre dientes. —Tienes suficiente para los dos y algunos


más. —Se volvió y gritó hacia la puerta—. Viejo, tu oficial está aquí y tiene
equipaje.

Se escuchó un grito de respuesta.

Parecía que iba a recibir ayuda, que en realidad era bastante


agradable. Después de que Nash destrozara su reputación, no había
tenido apoyo, ya sea para levantar cosas o cuando las cosas iban mal..
Se había acostumbrado a hacer todo sin ayuda.

La alegre insistencia del doctor era alentadora. —Gracias —dijo—


. Aprecio la ayuda, Doc.

67
—No hay problema. Y es Cazador, como estoy seguro de que
recuerdas. —Aunque su expresión era reprobatoria, sus ojos mantenían
el calor, y entonces el calor desapareció. Dio un paso hacia atrás con una
sonrisa triste.

—JJ, estás aquí.

Ella saltó ante la alegre voz del Jefe.

Mientras Gabe y una mujer cruzaban el garaje, Cazador comenzó


a sacar sus cajas y maletas del baúl, colocándolas en el piso para
transportarlas con facilidad.

—Veo que llegaste de una pieza. —La palmada enérgica del Jefe
en el hombro, tal como lo habría hecho con cualquier hombre, la hizo
sentir más bienvenida que un apretón de manos.

—Lo hice. Tienes una hermosa casa aquí. —Difícil de encontrar,


pero encantadora.

—Gracias. —Hizo un gesto a la mujer rubia que era todo curvas y


un par de centímetros más baja que JJ—. JJ, Audrey Hamilton, mi novia.
Audrey, esta es nuestra nueva oficial, Jayden Jenner.

Con una sonrisa, Audrey le tendió la mano. —Bienvenida a


Rescue, JJ.

JJ le estrechó la mano, sintiéndose un poco cautelosa. En Weiler,


las mujeres de sus compañeros oficiales habían pensado que JJ se
dedicaba a cazar hombres. Amenazando sus relaciones. Por supuesto,
con la forma en que los oficiales misóginos hablaban de ella, tal vez las
mujeres tenían motivos para pensar de esa manera.

Sin embargo, ella era lo más alejado de una cazadora de hombres.


Nash había sido el único chico con el que había estado en Weiler.
Después de él, ella había estado disgustada con todo el género masculino.

—Gracias, Audrey. —Solo podía esperar que la mujer no se


sintiera amenazada por que en la comisaría solo estuviesen JJ y Gabe—
. Es bueno estar aquí.

El Jefe se volvió hacia la pila de maletas y cajas. —Audrey, si le


muestras a JJ dónde está todo y le explicas el peculiar estilo de la casa,
Caz y yo llevaremos el equipaje.

68
—Me parece bien. —Audrey sonrió—. Se lo dejaremos a ustedes,
hombres fuertes.

—¿Hombres fuertes? —Caz resopló—. Eso te deja fuera, viejo.

El hombro del Jefe lo hizo retroceder un paso, y JJ dudó,


preguntándose si habría una pelea. Pero no, los dos se reían.

—Hermanos. —Audrey resopló por lo bajo, guiando el camino por


los dos escalones hasta la casa.

—¿Hermanos? —JJ miró hacia atrás. Hombre latino de cabello


negro y ojos marrones. Chico blanco de cabello castaño y ojos azules. Sin
características compartidas en absoluto—. ¿En serio?

—No por nacimiento. Estaban juntos en un hogar de acogida, y


Mako los vio y decidió criar a cuatro niños.

—¿Cuatro niños, todos a la vez?

—Había pasado tiempo como sargento instructor durante sus


veintitantos años en el ejército. —Audrey resopló—. Cuatro hijos
probablemente fue pan comido.

—Vale, ¿así que Gabe, Cazador, y...?

—Bull, que está afuera asando en este momento. Y Hawk, que


está haciendo cosas militares secretas. Nadie sabe cuándo volverá.

JJ escuchó una nota incómoda en la voz de Audrey. Quizás Hawk


no era tan agradable como el resto de los hermanos. Siempre había uno,
¿verdad?

La entrada desde el garaje se abría a un largo pasillo. Una puerta


a la derecha mostraba una enorme sala de ejercicios con equipo de
levantamiento de pesas a la izquierda y un área de entrenamiento de
artes marciales con colchonetas y espejos y sacos de boxeo a la derecha.
Al final del pasillo, había un baño debajo de las escaleras. El pasillo se
abría a la parte principal de la casa, una enorme planta abierta bajo un
alto techo abovedado.

Una estufa de leña con revestimiento de ladrillo se alzaba entre


las altas ventanas frontales que daban al lago. La pared izquierda
sujetaba un enorme televisor de pantalla plana rodeado por el sofá
modular más grande que había visto en su vida.

69
En el frente derecho, debajo de las ventanas estaba el comedor
con una larga mesa de roble. La parte posterior a la derecha albergaba
una gran cocina, delimitada por una isla con barra doble.

Se giró para mirar detrás de ella. Sobre el vestíbulo, la escalera


subía a un altillo en el segundo piso que ocupaba aproximadamente la
mitad de la casa. La privacidad de la zona se garantizaba con puertas de
madera rústica. —¿El Jefe dijo algo sobre un peculiar estilo de la casa?

—Sí. —Audrey hizo un gesto hacia las escaleras—. El segundo


piso es un apartamento completo, y eso es todo tuyo. El primer piso se
considera el área común del Hermitage donde cualquiera que se sienta
sociable puede pasar el rato. Puedes usar el espacio, sólo debes saber
que alguien puede unirse a ti para ver la tele o cocinar.

—Lo tengo. Sabes, nunca pregunté a quién pertenecía la casa. —


JJ siguió a Audrey escaleras arriba.

—Era de su padre. Mako murió hace aproximadamente un año en


un accidente automovilístico. —El desván tenía un largo pasillo con la
barandilla a la izquierda y una puerta en el centro. Audrey empujó la
puerta y entró.

JJ la siguió.

La pequeña sala de estar era lo suficientemente grande como para


un largo sofá de cuero, un sillón reclinable, una estufa de leña y una
estantería de madera tallada. Un arco a la izquierda separaba la
habitación de una pequeña cocina con una mesa redonda de comedor
para dos personas. Todo en marrones y azules, los muebles sólidos y
cómodos. —Esto es maravilloso. Muy acogedor.

—Lo es. Aunque cuando lo llamé bonito, acogedor y rústico, los


chicos casi me repudian. —Audrey sonrió levemente—. Mako crio a los
niños en una cabaña fuera de la red en medio de la nada. Me imagino
que se sintió más como en casa aquí, en este pequeño espacio que abajo.
Aunque cuando los cuatro muchachos están en casa, incluso abajo
parece muy lleno. Espera a que te encuentres con Bull, y entenderás lo
que quiero decir.

Cuatro chicos. Una cabaña cada uno. El estómago de JJ se tensó.


¿Viviría aquí, rodeada de cuatro hombres? ¿A ninguno de los cuales ella
conocía bien?

Sin elección. Estaría bien. Gabe y Caz eran buenos tipos.

70
—Hay un balcón en la cocina para cuando quieras tomar tu café.
—Audrey abrió una puerta a la derecha—. Aquí tienes tu dormitorio y tu
baño.

JJ hizo una rápida inspección. Una cama de matrimonio con


mesitas de noche y tocador de madera oscura. Un pequeño armario. Una
colcha de patchwork de color rojo brillante, azul y blanco y alfombras
azules animaban la habitación.

El baño, con una gran ducha, una bañera profunda y una


encimera de granito, era perfecto. Un armario contenía toallas y papel
higiénico. Todo estaba limpio hasta el punto de brillar.

—Gabe y yo hicimos la cama y sacamos toallas. Todo está limpio.

—Pensé que tendría que hacer un viaje rápido a la ciudad por ropa
de cama y toallas. Esto es increíble. Gracias.

Los muchachos entraron entonces, llenando la sala de estar con


sus maletas y las cajas que había recogido de la oficina de correos en
Anchorage. Las había enviado por correo un par de días después de
renunciar.

El recuerdo de la expresión furiosa del Jefe Barlow cuando entregó


su aviso de dos semanas todavía la hacía sonreír.

Aunque había encontrado que las sonrisas eran raras esa


semana. Sus emociones habían estado desbordadas. Después de todo, la
comisaría de policía de Weiler la había contratado y la había enviado a la
academia donde había cumplido sus sueños y encontrado camaradería.
Hecho amigos. Y luego el sexismo y el comportamiento rencoroso de Nash
habían aplastado esos sueños y su sentido de pertenencia.

¿Cómo podría sentirse triunfadora y fracasada al mismo tiempo?

Al enterarse de que ella se iba, Nash y sus amigos la habían


acosado lo suficiente como para que ella simplemente comunicara la
última semana que estaba enferma y usara el tiempo para para llevar el
resto de sus pertenencias al almacén.

Aunque podría haber conducido hasta aquí por la autopista


Alcan, volar había sido mucho más fácil. Ella suspiró. Ahora tenía
pertenencias en Nevada y Alaska.

71
—Oíd, todos. El almuerzo está servido. —La voz retumbante
procedía del exterior.

Audrey sonrió. —Ese es Bull. Es el dueño de la taberna Bull's


Moose y es un gran cocinero. Vamos a comer.

JJ echó un vistazo a todas las cajas y demás. Tanto que


desempacar. —Yo debería…

—Deberías comer algo y tener la oportunidad de relajarte. —La


voz de Caz era autoritaria, como la de un médico. Sin embargo, la
amistosa preocupación era agradable—. Tienes tiempo para echar un
vistazo y conocer a Bull. Gabe no te pondrá a trabajar ahora mismo. —
Lanzó una mirada de advertencia a su hermano.

Sí, doctor total. Aunque... hum... si todos los hermanos vivían


aquí, ¿ viviría él en una de las casas? Eso podría ser un poco incómodo.
No, ella no dejaría que lo fuera.

Rodeando a Audrey con un brazo , Gabe se echó a reír. —Relájate,


hermano. —Él le sonrió a JJ—. Soy un buen Jefe. Tienes hoy y mañana
para instalarte y visitar la ciudad. Pero eso es todo. Después de eso, te
espero en el trabajo. ¿De acuerdo?

—Trato hecho. —Sintió una gran alegría. Porque la necesitaba a


ella. El pueblo la necesitaba.

Ella siguió a todos abajo, pasando por la puerta del comedor y a


través de la terraza.

—Este es el recinto interior del Hermitage —dijo Caz.

Era un gran espacio cubierto de hierba con el lago a un lado y el


semicírculo de cabañas al otro lado. Esta no era una elegante propiedad
frente al mar con piscina y jacuzzi. No, en su terreno había una extensa
huerta, un jardín con árboles frutales enanos y un pequeño invernadero.

Tenía un patio de ladrillo rojo con una parrilla de piedra maciza,


y en el borde había un poste de hierro negro con una campana colgante.
Un adorable mirador cubierto se encontraba cerca de la orilla del lago.

—Esto es genial —murmuró JJ. Tenían una mini-granja silvestre.


¿Una granja?

La sonrisa de Caz fue calurosa. —Nos gusta.

72
—Incluso hay gallinas. —JJ se detuvo para mirar el espacio con
un patio cercado y un gallinero cerrado. Las gallinas blancas y negras
corrieron para alinearse en la cerca y gruñir esperanzadas.

—Les encantan los restos como cáscaras de sandía, lechuga y


corazones de manzana —le dijo Caz.

—Lo pillo —¿No era patético que no pudiera esperar para


alimentar a las gallinas?

Las arrugas del sol en los bordes de sus ojos se marcaron


ligeramente. —Puedes tirar las sobras cuando quieras.

En el patio, un hombre de complexión enorme estaba sacando


comida de la parrilla. Puso un plato de pollo a la parrilla sobre la larga y
brillante mesa de roble y le sonrió. —Espero que tengas hambre, oficial.
Soy Bull, por cierto.

—Estoy hambrienta. Y es un placer conocerte, Bull. Soy JJ.

Tenía los ojos negros, la cabeza rapada, una perilla negra con
manchas grises y un buen metro noventa y cinco. ¿Quizás ascendencia
polinesia ?

Caz señaló el largo banco al lado de la mesa. —Ven y siéntate.


Comamos.

Con insultos fraternales y burlas, los hombres se acomodaron


alrededor de la mesa con Audrey entre Gabe y Bull. Caz se unió a JJ al
otro lado y le pasó el plato de pollo. La comida se servía al estilo familiar.
Los hombres tenían buenos modales, mejor que la mayoría de los oficiales
de la comisaría de Weiler.

Después de aliviar un poco su hambre, Bull era un gran cocinero,


preguntó—: ¿Puedo preguntar de dónde viene lo de Hermitage? —Porque
sonaba como un monasterio.

—Bull lo llamó así cuando estábamos construyendo nuestras


casas. —Gabe hizo un gesto hacia las cabañas con su vaso de té helado—
. Dado que el complejo albergaba a Mako, un ermitaño nato si alguna vez
hubo uno, lo llamó el Hermitage12 .

12
Juego de palabras entre Hermit (ermitaño) y Hermitage

73
—Al sarge no le pareció gracioso —dijo Bull con un resoplido—.
Me obligó a ayudar al contratista a poner el sistema séptico—.

—Al menos no te hizo correr hasta que vomitaste como cuando


éramos niños —dijo Gabe. Los tres intercambiaron sonrisas.

Maldición, su padre adoptivo debía de haber sido muy duro. Sin


embargo, sus expresiones contenían tanto dolor como amor. Estudió a
los chicos: el Jefe, el médico y el dueño del restaurante. Mako había
hecho un buen trabajo al criarlos.

Cuando terminaron de comer, los muchachos comenzaron a


limpiar y JJ se levantó para ayudar.

Caz sacudió la cabeza. —No esta vez. Estás agotada y todavía


necesitas deshacer las maletas. Audrey ¿por qué no te sientas con ella y
conversas, sí? Más tarde, si tienes un momento, me vendría bien ayuda
con una hoja de cálculo.

—Oooh, hojas de cálculo. Soy tu chica. —Sonriendo, Audrey le


entregó su plato. Cuando él se alejó, ella se volvió hacia JJ—. Entonces,
¿qué opinas del lugar?

JJ ignoró la pregunta. En un correo electrónico, Gabe mencionó


que Audrey había investigado los antecedentes de JJ.

Bien, abordemos esto de frente. JJ respiró hondo. —Sé que hiciste


una verificación de antecedentes, lo que significa que probablemente
también viste las cosas escritas sobre mí en las redes sociales. Solo quería
que supieras, tuve una relación con un compañero de policía y aprendí
por las malas que el trabajo y el placer no se mezclan. Para mí, Gabe está
fuera de los límites. Él es mi jefe, y no es y nunca será nada más. Solo
quería que lo supieras. Um, también sé que el hombre está locamente
enamorado de ti, y no es como si estuviera interesada de todos modos,
pero quería eso... claro, ¿supongo?

Ante la expresión de sorpresa de Audrey, JJ suspiró. ¿Y le había


dicho al Jefe que sabía tratar a la gente?

—Lo siento, supongo que fui un poco brusca y…

—Me gusta la honestidad. Sí, vi lo que la gente escribió sobre ti,


pero Gabe dijo que las policías tienen problemas así, lo que apesta. —La
cara de Audrey se suavizó—. Cuando se trata de eso, confío en el juicio
de Gabe, y confío en él.

74
¿De verdad? La preocupación que había hervido a fuego lento en
un lugar justo debajo del esternón de JJ se disipó, dejando atrás el calor.
Ella tragó saliva. —Gracias.

—No son necesarias las gracias. Nosotras las mujeres tenemos


que estar juntas.

Junto a la parrilla, Cazador se rio mientras bromeaba con su


hermano sobre algo. Dios, tenía la versión mexicana de la voz de Sean
Connery. Cada vez que hablaba, los ovarios de las mujeres
probablemente se derretían.

Resoplando exasperada, JJ se sacudió el hechizo.

Audrey siguió su mirada. —Qué hombre. Aunque Gabe hace que


mi corazón se detenga cuando lo miro, tengo que admitir que Cazador es
increíblemente caliente. Además, lo combina con todo ese encanto
español.

Cruzó el patio, moviéndose como un gato, todos sus músculos


ágiles y elegantes.

Caliente era un eufemismo. —Sí, es muy guapo.

—Demasiado guapo. —Audrey se movió en el banco, obviamente


incómoda—. Tiene un poco de... ¿reputación?

JJ sintió que su mandíbula se endurecía. —¿Qué tipo de


reputación?

—No, no, nada que te haga poner cara de policía.

—Lo siento. —Era la desventaja de estar en la aplicación de la ley,


ver lo peor de las personas. Pero Cazador tenía mujeres pidiendo una
noche con él en lugar de lo contrario. Y ella sabía por experiencia que él
aceptaba un no por respuesta.

—En realidad, Caz es una de las personas más sinceras y


afectuosas que conozco. Es solo que... bueno, Gabe dice que pasa
mujeres como la mayoría de las personas pasan patatas fritas, una tras
otra.

—Oh, eso. —JJ se encogió de hombros. Ella ya sabía que era


promiscuo.

75
—No quiero hacerte pensar que es un canalla, no lo es. No miente
ni engaña a las mujeres. Les dice por adelantado que no quiere
relaciones. Los problemas llegan cuando las mujeres no lo creen. —
Audrey se sonrojó. Avergonzada.

—Gracias, Audrey. —Mujeres que se cuidan mutuamente. El


mismo tipo de sentimiento había puesto a JJ en el camino a la academia
de policía—. Pero... no necesito la advertencia. No estoy buscando una
relación, ni un hombre, ni sexo, ni nada.

No después de Nash y Weiler. Tal vez ella cambiaría de opinión en


un par de años. O cinco. Cinco sonaban bien. —He terminado con eso.

Audrey parpadeó confundida.

Gabe y Caz regresaron, uno al lado del otro. Mientras recogían los
últimos condimentos y platos en bandejas grandes, el Jefe miró a Audrey.
—Estás toda sonrosada, Ricitos de Oro. ¿Tienes demasiado calor? ¿O
estás hablando de algo que te hace sonrojar, en cuyo caso, quiero
saberlo?

Sus burlas hicieron que Audrey se pusiera aún más roja y mirara
a Caz.

JJ ahogó una risa. Era mejor que la mujer evitase una mesa de
póker. Mucho antes de que JJ fuera una adolescente, había aprendido a
evitar revelar sus pensamientos. Cuando su madre ensayaba cómo
repartir para su trabajo en el casino, ambas se señalaban la una a la otra
las expresiones o el lenguaje corporal que revelaban información sobre
las cartas que tenían en sus manos o sus planes.

Cuando los dos hombres se llevaron sus bandejas, Gabe le dio un


codazo a Caz. —Apuesto a que le advirtió a mi oficial acerca de tu horrible
reputación, semental.

—Estoy arruinado. —La risa tranquila de Caz era como el roce de


una brisa cálida—. No importa. Considero que las mujeres de Rescue
están fuera de los límites.

–¿Especialmente las que portan armas de fuego?

—Mako no crio a ningún tonto, mi hermano.

76
JJ sonrió... y sintió una punzada de pesar. Algún día, tal vez,
encontraría a un hombre al que no le importase si era una mujer dura y
con armas de fuego. Sí, en unos cinco años ella comenzaría a buscar.

77
Capítulo Seis

Creo que las mujeres son tontas al pretender que son iguales a los hombres, son muy
superiores y siempre lo han sido.

~ William Golding

Era su primera mañana en Rescue.

JJ había pasado la noche del lunes desempacando y dando


vueltas, buscando dónde estaban las cosas. Aparentemente, Mako había
sido compulsivamente aseado. Por otra parte, tal vez tenía la necesidad
de tener las cosas siempre listas para la inspección. Había sido sargento,
después de todo.

Sin embargo, el sargento no debía de haber aprobado las


comodidades modernas. No había electrodomésticos de cocina
sofisticados, solo lo básico: estufa, refrigerador, tostadora, cafetera. Nada
de lavavajillas. El abrelatas era de manivela.

Sin embargo, ella ya amaba el pequeño apartamento, y la


ubicación era asombrosa. Sin tráfico, sin sirenas, sin ruido industrial.
Solo el chapoteo del lago contra la orilla, el canto de los pájaros que aún
no había identificado y el ruido de los pollos. Había dormido como una
roca.

El martes por la mañana, en el crepúsculo antes del amanecer,


salió al balcón. El aire era frío y fresco, y aun así el lago parecía hielo azul
grisáceo. Las gallinas no se habían aventurado a salir de su gallinero.
Todo estaba en silencio.

Hermoso.

78
Contuvo el aliento cuando algo se movió fuera de la valla junto al
lago. Un animal enorme con una cornamenta enorme. Un alce. Oh guau.
Observó por un momento hasta que el frío la llevó adentro.

En el interior, se puso en marcha, desempacando las últimas


cosas y almacenando las cajas y maletas vacías debajo de la cama ya que
se mudaría nuevamente en un mes.

Era hora del siguiente elemento en su lista de tareas pendientes:


echar un vistazo a Rescue y comprar comestibles. El café era lo primero
en la lista.

Condujo por el camino estrecho y salió a Swan Avenue, luego pasó


el estrecho extremo del lago. Al otro lado había una carretera bien
señalizada con un cartel: Lake Road. Solo por diversión, giró a la derecha
y miró el lago en el lado más cercano a la ciudad. Esta era un área mucho
más desarrollada.

Gabe y sus hermanos se habían elegido el lado salvaje.

No tenían vecinos. El pequeño camino terminaba en el Hermitage.

Pasó un cartel que señalaba las cabañas de alquiler de Dante. Ahí


sería donde viviría en un mes. Más abajo había un pequeño parque. Al
final del lago, el camino terminaba en Dall Road. Otro a la derecha la
llevaría a McNally Resort.

A la izquierda en la intersección estaba la taberna Bull's Moose


Roadhouse. Ella sonrió. Conozco al dueño. Casi la hizo sentirse como en
casa.

Encontró su camino hacia Rescue, estacionó frente al mercado de


Dante y caminó por la calle principal. Gabe había dicho que la verdadera
temporada turística había terminado, aunque siempre había algunos
pescadores en la zona. Vio a tres tipos sin afeitar, con camisa de franela,
discutiendo sobre truchas y cebos. Una joven pareja con vaqueros y
sudaderas impecables paseaba de la mano. Un hombre mayor llevaba
una motosierra a la ferretería.

Una pareja de ancianos se paró frente a un gran escaparate. JJ


bajó la velocidad para mirar. Era a la vez galería de arte y tienda de
artesanías. ¿No era una buena idea?

Una de las esquinas de la exhibición estaba llena de


espectaculares hilos que hacían desearlos. Había aprendido a tejer

79
ganchillo cuando era niña. Hum. Le vendría bien una bufanda caliente,
y por lo que los chicos habían dicho, necesitaría cosas que hacer durante
el invierno.

Tiempo más tarde, después de una agradable conversación con el


dueño de la tienda, volvió a la calle con un ganchillo, hilo y patrones.

Cuando notó el aroma café y pasteles recién horneados, siguió el


olor calle abajo hasta una cafetería. Azúcar y cafeína: ¿qué más puede
desear una chica? Aún mejor, el lugar estaba ubicado frente a la
comisaría de policía.

El día de su entrevista, JJ se enteró de que al Jefe le gustaba que


su café fuera más que negro, oscuro como el alquitrán. ¡Puaj! Esto
parecía una opción mucho más sabrosa.

Detrás del mostrador, una morena de unos treinta años sonrió. —


Bienvenida. ¿Qué puedo ofrecerte?

JJ estudió las delicias de la vitrina. —Me gustaría un strudel de


manzana y un café con leche, por favor.

—Enseguida. —Mientras la mujer trabajaba en la máquina, le


dirigió a JJ una mirada aguda—. ¿No serás nuestra nueva oficial de
policía?

—Lo soy. —JJ miró hacia abajo. ¿Se había puesto la pistolera?
No, No, llevaba sus vaqueros, botas y chaqueta de vaquera habituales
sobre una camisa de franela y una camiseta sin mangas—. ¿Cómo lo
supiste?

—Caz estuvo esta mañana y me dio una descripción. Bienvenida


a Rescue. Soy Sarah.

¿Cómo la habría descrito Cazador? ¿La oficial que había sangrado


por toda la mesa de examen? —Gracias. Estoy deseando empezar
mañana.

—Descubrirás que Rescue es un lugar interesante para trabajar.


—Sarah colocó su mano sobre su vientre de embarazada—. Alaska tiene
algunas de las personas más agradables del mundo, y una buena
cantidad de borrachos, peleas y sexismo.

—Ah, bueno, eso no es nada nuevo. —Sonriendo, JJ aceptó su


bebida y pastel y pagó. Alaska definitivamente tenía gente agradable.

80
Antes de llegar a una mesa, sonó la bocina de un automóvil,
seguida de un choque metálico. Por el sonido del impacto, fue más que
un pequeño golpe.

Hoy estoy libre, maldita sea. Le entregó su café y pastel a Sarah.


—Vuelvo enseguida. ¿Puedes llamar al Jefe?

—Ahora mismo —dijo Sarah.

JJ salió a la calle. Frente a la tienda de comestibles, una


camioneta había chocado por detrás con un SUV estacionado.
Afortunadamente, no había cuerpos muertos o aplastados. El alivio la
inundó.

Un hombre salió de la tienda y se detuvo al ver lo que obviamente


era su SUV. —¡Qué demonios! —Su rostro se puso rojo.

Y allá vamos. JJ avanzó... porque era muy probable que fuera


necesaria una intervención.

La puerta de la camioneta se abrió y el conductor salió, colgando


de la puerta para mantener el equilibrio. —Fóllame. —Mientras se
balanceaba, una botella de alcohol, ginebra, rodó de su asiento y se
rompió en fragmentos en el pavimento. Estaba sonrojado. Borracho.

Encantador.

—Maldito pueblerino —gritó el dueño del SUV.

El borracho se volvió, se inclinó hacia su cabina y alcanzó la


escopeta montada en el interior sobre la ventana trasera.

Oh diablos. Habla sobre la escalada de un conflicto.

—¡Policía! —JJ se adelantó y agarró al dueño del SUV—. Señor,


entre en la tienda y espéreme. ¡Ahora! —Ella lo empujó en esa dirección.

Sin esperar a ver si él obedecía, se dirigió hacia el borracho. Había


sacado un cargador cuando ella habló.

—Hola, señor. —Sacó a la palestra cada ápice de dulce mujer


hasta que su voz sonó como azúcar—. Ese crujido sonó mal. ¿Estás
herido?

81
Abandonando la escopeta, sacó la cabeza del vehículo. Su rostro
cambió cuando su ira se desvaneció. El dueño del SUV se había ido; en
cambio, había una mujer preguntando por su salud.

Cuando se giró, JJ tuvo una explosión de aliento cargado de


alcohol en su rostro.

—Hola. —Se balanceó.

Desafortunadamente, ella no podía asumir que su falta de


concentración y equilibrio se debía completamente a la bebida. Podría
estar herido y ni siquiera darse cuenta, considerando la cantidad de
anestésico en su sistema. —¿Te golpeaste la cabeza? ¿Llevabas puesto el
cinturón de seguridad?

—No, el cinturón está roto.

—¿Qué tal tu cabeza?

Frunció el ceño y se tocó la frente. —¿Tal vez?

Ahí había una respuesta definitiva. Reprimió una carcajada. —Te


diré qué, vamos a la clínica al otro lado de la calle y que el médico se
asegure de que estás bien. —Ella lo detendría allí hasta que llegara Gabe.
Ya que no era realmente una empleada legal todavía.

—No sé. —Miró entre el SUV dañado y su camioneta, como si se


preguntara si podría simplemente alejarse.

–Vamos. —Ella unió su brazo con el de él—. Si te golpeas la


cabeza, podrían pasar todo tipo de cosas malas. Deberíamos…

Sus palabras se acabaron.

Porque Cazador estaba apoyado contra una farola. Simplemente


mirando. La risa brillaba en sus ojos mientras inclinaba la cabeza hacia
la clínica sin decir palabra: continúa.

No había dado un paso adelante para hacerse cargo. Estaba


tratándola como lo haría con cualquier oficial, confiando en ella para
ocuparse del borracho.

El conocimiento era tan embriagador como una copa de champán.

Sonriendo, llevó a su corderito gigante a través de la calle y hacia


la clínica.

82
Caz terminó de examinar al borracho, que sin duda sentiría los
moretones cuando estuviera sobrio, y se lo entregó a Gabe.

Mientras Gabe acompañaba al tipo, Caz se apoyó contra la mesa


de examen y estudió a JJ, que se había sentado en un taburete en la
esquina. —Pensé que comenzarías mañana, no hoy.

—Yo también. —Arrugó la nariz, juntando las pecas. Tan linda y,


sin embargo, la oficial había sido fría y competente durante el incidente.

Ella se encogió de hombros. —Después de que el propietario del


SUV irritó a este tipo lo suficiente como para ir por la escopeta en su
camioneta, me pareció un buen momento para intervenir.

—Hiciste un buen trabajo calmando la situación. Ese almíbar


femenino es más efectivo que un tranquilizante.

—Aprendí a usar las herramientas que me dieron.

Si ella usara esa voz seductora y ronca con él, la seguiría a casi
cualquier lugar. No, Ramírez. Eso no va a pasar.

Dándose la vuelta, se lavó las manos. —Saliste de la cafetería,


¿tuviste la oportunidad de disfrutar tu café?

—No, ni siquiera un sorbo. Estará frío ahora. —Su mirada de


molestia lo hizo reír.

—Venga, oficial Jenner. Te invito a otro.

Ella lo miró con el ceño fruncido.

—No habría cooperado conmigo si no te hubieras quedado. Me


ahorraste trabajo, y tengo ganas de una empanada de cerezas. —Caz se
quitó la bata de laboratorio, la colgó del gancho y le sostuvo la puerta.

Sabía que no debía pasar tiempo con ella. Pero verla frente al
borracho había secado toda la saliva en su boca. Tenía una necesidad
visceral de saber que ella estaba bien.

83
En el vestíbulo, Regina dijo—: Qué manera de empezar antes de
tiempo, oficial —Y sonrió a JJ con aprobación.

Caz pudo ver el placer en la expresión de JJ cuando respondió—:


Gracias.

Una mirada alrededor del vestíbulo mostró que nadie lo estaba


esperando. Perfecto. —Me tomaré media hora para el almuerzo, Regina.

—Entendido, Doc. Que lo disfrutes.

En la cafetería, Sarah ni siquiera preguntó qué querían: sirvió sus


pasteles antes de mirar a Caz entrecerrando los ojos. —Me sorprendió
que no interviniste para ayudarla, Doc. —Su ceño fruncido indicaba lo
que pensaba de eso.

Había sido más duro que el infierno no hacerlo. —La oficial Jenner
lo tenía bajo control.

—Oh. —El ceño de Sarah se profundizó, luego resopló—. ¿Y yo


acusé a Uriah de ser sexista? Lo siento, oficial. Caz tiene razón:
ciertamente no necesitabas ayuda. Manejaste perfectamente a ese idiota.

Los ojos de JJ se iluminaron.

Mientras buscaban asientos, Caz notó que había elegido una


mesa cerca de la parte de atrás donde podía ver a todos en la tienda.
Típico de policías. Movió su silla a un lado para poder hacer lo mismo.
Los viejos hábitos nunca mueren.

Inclinándose hacia atrás, ella lo estudió —Aprecio que no hayas


venido a la carga.

—Si me hubieras necesitado, lo habría hecho. —Tomó un sorbo


de su café de olla13, disfrutando de cómo el dulce sabor a canela mejoraba
el café. Después de que Sarah y Uriah supieran su gusto por el café
mexicano, lo tenían a su disposición—. ¿Querías que alguien te ayudara?

—No. —La mirada de JJ se encontró con la suya—. Me habría


molestado si lo hubieras hecho. Al mismo tiempo, fue bueno saber que
tenía respaldo si lo necesitaba.

13
Se elabora calentando, en agua contenida en una olla de barro grande de boca angosta,
granos de café enteros, que se mezclan en la forma adecuada con canela y con azúcar mascabo.

84
—Siempre. —Mientras se ella se dedicaba a su strudel, él la
contempló. Un acertijo, eso era ella. Resistente, sí, con la confianza en sí
misma de alguien que sabía que podía hacer el trabajo. Sin embargo, ella
no tenía una actitud dura y masculina. Su habilidad para hablar con el
borracho había sido excelente, y considerando la cantidad de alcohol que
los habitantes de Alaska tendían a beber, ese talento sería útil. Podía ver
por qué Gabe la había contratado.

¿Por qué había venido a Alaska? —Gabe dijo que lo pasaste mal
donde trabajabas antes.

—La aplicación de la ley sigue siendo una carrera no tradicional


para una mujer. Algunos tipos nunca aceptarán a una mujer que trabaje
a su lado —resopló—. Cuando dejaron de responder a mis llamadas de
apoyo, supe que tenía que irme.

La mano de Caz se cerró en un puño ante el dolor y la ira frustrada


en su voz. Gabe consideraba que la policía era una especie de familia.
Estar fuera de eso dejaría a un oficial completamente solo. —Bueno,
probablemente tengas problemas con algunos de nuestros habitantes de
Alaska y con los Patriotas Zealotes. Pero si necesitas ayuda, la obtendrás,
no solo de Gabe, sino de muchos de nosotros también.

—Gracias.

Aunque reprimido de inmediato, el leve temblor de su barbilla le


rompió el corazón. Sí, había experimentado un momento difícil en su
ciudad de Nevada.

Gabe también tenía razón sobre otra cosa. JJ no necesitaba que


la reputación de Caz se le pegara Lo mejor que podría hacer por ella sería
disfrutar de su amistad y mantenerlo así.

El timbre de la puerta sonó y varias personas entraron. JJ les


echó un rápido vistazo, pero cuando Caz se puso rígido, echó un vistazo
más de cerca. Hum.

Dos hombres de unos cuarenta años se abrían camino, hablando


entre ellos. Uno era delgado como un rastrillo y medía 1,85. Pelo negro.
Barba corta y gruesa. Ojos marrones. El otro era un par de centímetros
más bajo y larguirucho. Cabello castaño claro. Bien afeitado. Ambos
vestían camisas de trabajo, vaqueros, botas y, Dios bendito, estaban
armados con semiautomáticas en cartucheras.

85
Las dos mujeres que seguían en silencio a los hombres vestían
faldas oscuras hasta los tobillos y blusas abotonadas de manga larga
como si hubieran salido de algún novela romántica amish.

No es que JJ admitiera haber leído tales novelas.

Los hombres miraron a Cazador con expresiones de desprecio. JJ


recibió una lenta inspección, con la mirada fija en su pecho. Ella había
sido incluida en la categoría de objeto sexual.

Bajando la voz, le dijo a Caz—: Aunque estoy en la aplicación de


la ley, admito que disfrutaría disparando a sus pequeñas pollas.

El doctor se echó a reír. —Estoy seguro de que Gabe te pediría


que no agregues violencia en nuestra comunidad.

Su sonrisa se desvaneció ligeramente. —Esos son los fanáticos


patriotas, los PZ como los llamamos. El de cabello castaño es el reverendo
Parrish, el líder. El de la barba negra es su segundo al mando, el capitán
Nabera. —El gesto de su boca al pronunciar sus títulos mostraba un
cinismo que ella disfrutaba bastante.

Ella mantenía un ojo en los hombres y sus armas. Aunque este


invierno asistiría a la sesión de la academia para las transferencias de
LEO14 fuera del estado, ya había leído sobre las reglas y reglamentos de
Alaska. Las reglas para llevar armas abiertamente eran aquí muy
liberales. —¿No es un verdadero reverendo o un capitán?

—Al investigar, Audrey no encontró ningún indicio de que se


hubieran ganado ninguno de los dos títulos. —Él movió los hombros—.
Dicho esto, una organización puede otorgar cualquier denominación que
desee.

—Cierto. —Pasó el dedo por la condensación dejada por su taza—


. ¿La investigación de Audrey sobre sus antecedentes reveló algo...
interesante?

Las esquinas de los ojos de Cazador se arrugaron. —¿Te gustan


los chismes? Eres una de las personas que me gustan.

14
Un oficial de cumplimiento de la ley (LEO) es cualquier persona que ha jurado como oficial de
policía , alguacil adjunto , agente del estado o agente federal para hacer cumplir las leyes de la
jurisdicción a la que sirve.

86
Ella se levantó en señal de afrenta. —No son chismes. Es
información esencial para un agente de la ley.

—Sí, sí, por supuesto que sí. —La risa en sus ojos oscuros no se
desvaneció ni un poco—. El buen reverendo Parrish viene de Texas. Fue
un desertor de la universidad, trabajó como dependiente en una tienda
en Houston. Se ha casado tres veces. Dos de esas esposas tienen órdenes
de alejamiento contra él. Trabajó para un telepredicador, donde
probablemente se le ocurrió la idea de esta estafa. Después de fundar las
PZ en Texas, se mudó aquí con un grupo central hace unos años.

—Ya veo. —O tal vez no lo hiciera. Ella nunca entendería a la gente


así—. ¿De dónde procede su dinero?

—Aparentemente, los nuevos miembros entregan todo a la


organización. También reciben donaciones. Tienen un sitio web que
aboga por un regreso a los días en que los hombres eran hombres y las
mujeres eran una propiedad. —Al doctor parecía que incluso las palabras
le molestaban.

—¿No es increíble?

—Como oficial, serás un contrapunto visible a esas ideas. Me


gusta eso; sin embargo… —La mirada preocupada del doctor se encontró
con la de ella—. También te convierte en un objetivo para estos idiotas
rabiosos. Ten mucho cuidado, oficial Jenner.

A él le importaba. Después de Weiler, resultaba extraño que


alguien se preocupara por ella. Extraño... y maravilloso.

87
Capítulo Siete

Un cuchillo afilado corta más rápido y duele menos.

~ Katharine Hepburn

En una mesa trasera en la taberna, Caz estaba hablando con


Gabe y Audrey sobre los planes de Bull para el Día de Alaska. Un día
festivo para muchas personas, el 18 de octubre sería un momento
interesante en el Bull's Moose. No es que su hermano, el jefe de policía,
tuviera el día libre.

—¿No es esa JJ? —preguntó Audrey, señalando hacia la puerta.

—Pues sí, lo es. —Gabe hizo señas a su oficial.

Maldición. Durante la última semana, Caz había evitado a la


hermosa oficial, como le había dicho a Gabe que haría. Le ayudó el hecho
de que trabajara muchas horas, aprendiendo los pormenores del trabajo
policial en los pueblos pequeños de Alaska. Gabe estaba muy contenta
con la forma en que se había adaptado, y por los comentarios de la
ciudad, la mayoría de los residentes estaban contentos.

Sin embargo, tenerla viviendo justo al lado era una prueba de su


fuerza de voluntad.

Ella lo atraía. Lo admitía. Los ojos grandes, las pecas, la forma en


que se movía, que hablaba de entrenamiento en artes marciales. La forma
en que sus vaqueros acunaban su culo.

88
Nunca antes había tenido problemas para ignorar el atractivo
físico de una mujer. Pero ella también lo atraía a nivel emocional.

Cuando alimentaba con restos a las gallinas, su rostro se


iluminaba mientras las gallinas se juntaban alrededor de sus pies. Por
las noches, solía tocar con la flauta música que hablaba de un corazón
solitario y le hacía querer abrazarla. Algunas veces simplemente se
sentaba en la glorieta para ver la puesta de sol sobre los picos nevados
de las montañas.

A ella le gustaban las cosas simples de la vida... y a él le gustaba


ella.

Sería más fácil si no fuera así.

Gabe y él se levantaron mientras ella caminaba hacia la mesa. Se


había quitado el cinturón de servicio y se había cambiado la camisa de
uniforme de color caqui por un suéter azul verdoso que resaltaba el color
turquesa de sus ojos.

—Sentaos, chicos. —Ella le sonrió a Audrey—. No quise


interrumpir la velada. Sólo vine a comprar una hamburguesa Bull's para
llevar a casa.

—No nos estás molestando. Únete a nosotros. —Audrey hizo un


gesto hacia una silla.

El placer se extendió por la cara de JJ ante la invitación.

Y Caz volvió a sentir ese incómodo deseo de simplemente


abrazarla. En cambio, él sacó la silla para ella. —Siéntate, JJ.

Su mirada se encontró con la de él, y un ligero sonrojo apareció


en sus mejillas mientras dejaba que la sentara.

Volviendo a sentarse, miró el reloj. Diez de la noche. ¿Había


trabajado el turno del mediodía y acababa de terminar? —No es saludable
trabajar demasiado tiempo extra o saltarse comidas, oficial Jenner.

Ella hizo una mueca. —Lo sé, pero esto es trabajo policial. ¿Por
qué pensé que un pueblo pequeño sería más tranquilo que una ciudad?

—Las ciudades pequeñas son más tranquilas... en cierto sentido.


—Gabe sonrió—. Sin guerra de pandillas, pocos asesinatos. Pero dos
oficiales no son muchos para una población en crecimiento. Se calmará

89
pronto. Algo. Quiero que te tomes tus descansos y te vayas a tiempo si es
posible.

—Por supuesto, señor —dijo cortésmente. La mueca de sus labios


mostró que Gabe estaba siendo optimista.

Gabe levantó su bebida en triste acuerdo.

Sí, ella estaba trabajando bien para el Jefe.

Félix llegó y tomó su pedido de Coca-Cola, hamburguesa y patatas


fritas. El camarero le palmeó el hombro, obviamente le gustaba la oficial.
—¿Alguien más?

—Estamos bien, gracias —dijo Gabe.

—Muy bien, sí. —Félix sonrió a Caz antes de regresar al bar.

JJ sacudió la cabeza. —Todo el mundo cae a tus pies, ¿no es así,


Doc.

—Lamentablemente, no todos, no. —Soltó un suspiro desolado.

Sus labios se arquearon.

Parecía que él no era el único que recordaba cómo ella lo había


rechazado. Él encontró su mirada, dejándola ver su arrepentimiento, y
encontró una chispa de respuesta en sus ojos. —En realidad, cuando se
trata de atractivo, Bull me hace polvo.

Detrás del bar, Bull estaba disfrutando de su trabajo, mezclando


bebidas, hablando con sus clientes. Su risa resonó mientras
intercambiaba bromas con un hombre, juegos de palabras con una mujer
mayor y le decía severamente a un hombre más joven que no obtendría
otra bebida a menos que entregara las llaves de su auto. Un cuarteto de
mujeres jóvenes se reía de lo que él decía, luciendo los escotes y
moviéndose el pelo. Pagaban sus bebidas de tal manera que sus manos
tocaban las de Bull.

Pobre Bull.

—Te tratan con la misma cantidad de atención, Caz —dijo


Audrey—. La diferencia es que realmente no te importa, y eres
extremadamente hábil para desviar a las mujeres interesadas. Aunque lo
oculta, Bull odia ser codiciado y no es tan bueno escapando.

90
Caz inclinó la cabeza, sorprendido por su perspicacia. —Bastante
cierto. Es bueno que la mayoría de las mujeres lo entiendan. —La
mayoría, no todas. Algunas persiguieron a un hombre como ávidos
pescadores tras un salmón real.

—Pobres muchachos —dijo JJ en un simulacro de conmiseración.

Él entendió, en realidad. Ninguna mujer simpatizaría con un


hombre quejándose de atraer la atención femenina. Él y Bull podrían
cansarse de ser importunados, pero nunca habían tenido miedo de ser
asaltados. —Un trabajo duro ser camarero —dijo a la ligera.

Gabe sonrió y luego le preguntó a su oficial—: Por cierto, JJ,


¿descubriste quién puso el cebo ilegal para osos?

—Fue uno de los inquilinos de EmmaJean, Jefe. —Miró a Caz y


Audrey—. El tipo colocó un cebo para osos cerca del nuevo B&B en Swan.
Quería sentarse en su balcón y disparar a un oso.

Caz se enderezó. —Eso es una locura. —Había leyes en contra de


poner cebos cerca de una vivienda.

—Cazadores. —JJ se encogió de hombros—. Transferí el problema


al Departamento de Pesca y Caza.

Gabe resopló. —El imbécil pensó que cazaría un oso en octubre?


Bueno, los de Pesca y Caza estarán encantados de encargarse de él.

Sonó un teléfono. El de Caz. Frunció el ceño cuando lo sacó. La


clínica estaba cerrada y las emergencias irían al personal de guardia del
Hospital Soldotna.

La pantalla mostraba un departamento de servicios sociales.


¿Ahora? Alguien estaba haciendo horas extras. —Soy Ramírez —dijo.

—¿Cazador Ramírez?

—Sí. Perdóname, pero estoy en una zona ruidosa. ¿Puedes hablar


más alto por favor?

—Por supuesto. —La voz de la mujer no era joven—. No puedo


creer que te haya localizado.

—No sabía que había desaparecido. —Caz se dio cuenta de que


ahora tenía la atención de todos en la mesa.

91
–Bueno, no, no exactamente, pero es difícil de explicar. Soy la Sra.
Townsend del Departamento de Servicios para Niños, Familias y Adultos
del Condado de Sacramento. —Hubo un susurro de papeles antes de
continuar—. Cuando estabas en el ejército, aparentemente tuviste…
bueno, relaciones íntimas... con una mujer llamada Crystal Hodge.

El nombre era vagamente familiar. —Señora, fui dado de baja del


ejército —tenía que pensar—, hace más de seis años. ¿¿Esto tiene algún
sentido?

Al otro lado de la mesa, Gabe frunció el ceño.

La cabeza de JJ estaba inclinada.

—Habría sido hace una década —dijo la mujer.

Hace diez años. Ese fue el año en que su prometida había sido
asesinada por un insurgente. Se dio cuenta de que la señora Townsend
seguía hablando. Aclarando el nudo de su garganta, dijo—: Lo siento, me
perdí lo que dijiste. ¿Puedes repetir eso?

—Dije que Crystal Hodge te registró como el padre en el certificado


de nacimiento de su hija.

Todo en Caz se congeló.

—¿Perdóname? ¿Hija?

—Sí, Crystal tenía una hija. Regan Ramírez.

—Eso no es posible. Nunca… siempre uso protección.

Como profesional de la salud, había escuchado esa protesta antes


y dicho exactamente lo que la Sra. Townsend dijo ahora—: Sr. Ramírez,
todos sabemos que ningún método anticonceptivo es cien por ciento
efectivo.

—¿Crystal Hodge cree que es un buen momento para decirme esto


ahora? —¿Cuántos años tendría esta supuesta hija? El pánico brotó
dentro de él. ¿Una niña? Caz se puso de pie—. Quiero hablar con ella.

—Está muerta, señor Ramírez. Aparentemente, ella creía que lo


habían matado en combate, por eso no se lo dijeron. —La señora
Townsend suspiró—. Por lo que puedo deducir, cuando ella se volvió
persistente al tratar de encontrarte, alguien en las oficinas de las Fuerzas
Especiales le dio la impresión de que te habían matado en acción. Un

92
amigo militar mío dice que podrías haber estado en una operación
encubierta en la que tus jefes podrían haber evitado que una mujer de
armar un escándalo.

Dios. Caz se frotó el cuello, tratando de pensar.

Después de la muerte de Carmen, primero se enterró en una


botella, luego se recuperó lo suficiente como para buscar venganza.
Operaciones encubiertas. Ejecuciones. —No, no se le habría permitido
contactar conmigo. No en aquel entonces —admitió. Le tomó un tiempo
darse cuenta de que más muertes no traerían a Carmen de regreso, no
curarían el agujero en su corazón. Más sangre no era una respuesta a
nada.

Se encontró con la mirada de su hermano. Con el disgusto de


Gabe por los secretos, había sacado la historia de Caz hace unos años.
—¿Una hija?

Caz lo ignoró y dijo por teléfono—: ¿Crystal pensó que yo era el


padre? —Durante ese tiempo de borrachera, había estado con...
sinceramente, no tenía idea de cuántas mujeres. Habían sido cazadoras
de hombres: mujeres que buscaban a los militares para tener relaciones
sexuales.

—Sí. Lo suficiente como para anotarlo en el certificado de


nacimiento. —La señora Townsend suspiró—. Sugeriría una prueba de
paternidad.

—Sí, ese sería el primer paso. —Caz miró a la mesa. Cuando la


trampa se cerró a su alrededor, la ira estalló—. Aun así, yo... no puedo...
no... tendré una hija. Es imposible.

Se levantó y salió de la taberna.

Después de que Caz se fue, JJ habló un rato con Gabe y Audrey


sobre los problemas en Rescue. Luego la pasearon por del bar para
presentarle a más residentes de la ciudad. Ella terminó en una gran
discusión de misterios amables 15. Denise, maestra de escuela, y Regina,
la recepcionista del edificio municipal, preferían los clásicos como la
señorita Marple. A JJ y a la encargada de correos, Irene, una mujer

15
Son libros de fácil y entretenida lectura en los que sexo y violencia están minimizados o son
tratados con una buena carga de humor

93
adusta de unos 60 años, les gustaban los misterios centrados en los
animales. ¿A quién no le gustaría Yum y Koko 16.

Alcohol y libros. Se quedó más tiempo del que debería. Mucho


más.

Finalmente, se marchó y…maldita sea. Horas antes, había


necesitado aclarar su cabeza y había caminado hacia la gasolinera desde
la comisaría. Y ahora, tenía que caminar de regreso al centro para recoger
su coche.

Buena forma de pensar, JJ. No.

Al menos no estaba lloviendo. Cuando llegó a la intersección de


Grebe y Main, se detuvo. Una camioneta roja GMC estaba estacionada
frente al edificio municipal. ¿Problemas?

Al acercarse, Bull estaba saliendo del vehículo. Una de las


personas más relajadas que había conocido, tenía el rostro ceñudo.

—¿Qué pasa, Bull?

Él asintió con la cabeza hacia el edificio municipal. —Gabe me


llamó para contarme la noticia y que Caz no está en el Hermitage.
Después lo hizo Dante para decir que las luces de la clínica están
encendidas.

JJ miró el edificio. Las luces del lado derecho. La clínica estaba


cerrada. —Cazador no se tomó bien las noticias.

—Parece que no. Supuse que sería mejor que le echara un vistazo.

—¿No tienes que cerrar la taberna?

–Los hermanos son lo primero. —Su tono resuelto dijo que este
era un principio de vida que estaba enterrado profundamente.

Antes de que ella pudiera responder, su teléfono sonó. —Hola.

La voz de Félix llegó por el teléfono—: Bull, esos dos grandes


cazadores, no se van. Dicen que los bares de Alaska permanecen abiertos
toda la noche.

16
The Cat Who… colecciones relacionadas de Lilian Jackson Braun sobre un reportero llamado
Jim Owilleran y sus dos gatos siameses Koko y Yum Yum.

94
—Joder. —Bull miró el edificio municipal.

El dueño del bar era un buen tipo. —Te diré qué, voy a ver a tu
hermano. Ve a cuidar tu taberna. Félix no debería tener que ser un gorila
de bar.

Él la miró. —Es cierto. ¿Estás segura de que quieres tratar con


Caz de mal humor, posiblemente borracho?

—¿En serio? —Ella se rio. Gabe sería difícil de manejar en una


pelea, Bull imposible. Pero Cazador no era enorme. No transmitía
vibraciones listas para gatear como Gabe—. Creo que puedo manejar al
doc.

Bull levantó una ceja de la misma manera que su instructor de


karate al golpear un bloque. —Mejor me encargo de esto. Puedes ayudar
en el bar.

—Me estoy perdiendo algo, ¿no? —Ella pensó en lo que había


escuchado de la conversación en la taberna. La trabajadora social había
estado hablando lo suficientemente alto como para que todos la oyeran.

Caz no parecía tan peligroso, pero... claro, un médico


probablemente se esforzaría por parecer inofensivo. —Estuvo en las
Fuerzas Especiales, eso entendí. —Las Fuerzas Especiales del Ejército de
los Estados Unidos habían sido llamadas Boinas Verdes—. ¿La
trabajadora social dijo algo sobre las operaciones encubiertas?

Quizás era más letal de lo que parecía.

—Sí. Pasó un año como as… —Bull se detuvo. La miró—. Quiero


decir, fue enviado tras objetivos de alto valor.

Enviado para matar? ¿Un asesino? Su mandíbula cayó. —Estás


bromeando.

La inexpresiva cara de Bull le dijo que no.

Vaaale. Se acabó pensar que el doctor era un tipo agradable y


dulce. Por otra parte, su impresión “agradable” ya se había tambaleado
con la forma en que reaccionó al tener una hija. Había esperado sorpresa,
luego alegría. Algo más que completa consternación.

Fuera lo que fuese, ella podría lidiar con él. JJ cruzó los brazos
sobre su pecho. —Bull, yo me encargo. Ve, trata con tus borrachos. Yo
me ocuparé del doctor gruñón.

95
Una vez dentro del edificio municipal, usó su llave maestra en la
puerta de la clínica y entró. Y se detuvo.

Los ruidos sordos provenían de una habitación más allá de la


oficina principal. Se dirigió hacia el ruido. ¿Qué estaba haciendo, patear
una silla?

No. Estaba arrojando cuchillos.

Se quedó parada, congelada, en la puerta de la oficina. Habla de


alguien letal.

Incluso parecía letal. Pelo oscuro, ojos oscuros, ropa negra.


Estaba escupiendo una corriente de maldiciones en español. Después de
tomar un trago de una botella de líquido transparente, tomó un cuchillo
negro de una pila en el escritorio y lanzó sin apuntar. La hoja golpeó un
tablón de anuncios al otro lado de la larga sala. El resto de los cuchillos
siguieron, golpe, golpe, golpe, golpe, para crear un círculo perfecto en el
tablero.

Él cruzó la habitación. Había notado su andar antes, tan


perfectamente equilibrado como un leopardo, pero... no se había dado
cuenta de que también se movía en completo silencio.

Después de quitar los cuchillos del tablero, se volvió para mirarla,


con expresión fría. La risa que generalmente acechaba en sus ojos había
desaparecido, y ella la echaba de menos.

—Cazador.

—No soy buena compañía esta noche, señorita. En otra ocasión,


tal vez. —Cortés. Despreciativo.

Entró en la habitación e intentó ignorar los cuchillos que él arrojó


sobre el escritorio. Se veían muy afilados. —¿Estás molesto por tu hija?

Uf. Pero tenía que comenzar la conversación en alguna parte.

Su boca se convirtió en una línea. —No puedo cuidar a una hija.

¿Qué se estaba perdiendo aquí, maldita sea? —Ganas suficiente


dinero. Puedes…

Él agitó su mano. —El dinero no es nada. Ella puede tener todo lo


que tengo. Si lo hubiera sabido, podría haber ayudado antes.

96
—Si no es dinero, ¿por qué estás tan molesto?

—No quiero… Esto es imposible. ¡No! —Y empujó con fuerza los


cuchillos del escritorio.

JJ saltó ante el fuerte ruido. —Caz.

—No cuidaré de ella. No lo haré.

Cuidar. No se refería a cuidar físicamente, sino que rechazaba


amar a la niña. —Amas a tus hermanos. ¿Por qué no a una niña? Una
niña que te necesita.

—No. —La avalancha en español fue demasiado rápida para


seguirla—. Mis hermanos pueden protegerse a sí mismos. Una niña, ella
no puede. No puedo proteger a las mujeres, los niños.

Su declaración simplemente no era cierta. Por lo que Bull había


dicho, por lo que acababa de ver, el doctor era tan mortal como sus
hermanos. Quizás más.

¿Por qué había tanto dolor en su voz, en sus ojos?

Tomando su mano, ella lo acercó a las sillas contra la pared y se


sentó a su lado. —No entiendo.

—No necesitas…

—¿Quién murió? —Era una suposición, pero esa ira hablaba de


trauma.

Su expresión se oscureció.

—Caz. Háblame. —Ella le apretó la mano.

Su lento suspiro fue una rendición. —Mi madre y mi hermana. —


Él sacudió la cabeza—. Debería haber sido más rápido. Mejor. Pero el
hombre disparó antes de que pudiera salvarlas.

¿Disparó? ¿Había visto asesinar a su madre y su hermana? El


pensamiento golpeó su corazón. ¿Cuándo habían muerto? Mako había
sacado a los niños de un hogar de acogida, ¿verdad? —¿Cuántos años
tenías?

97
Caz sintió sus músculos tensarse ante la pregunta. La mano de
JJ estaba alrededor de la suya, su calor se filtraba en sus dedos fríos. La
simpatía brilló en sus ojos. —Tenía siete años.

—Siete. —Ella resopló como un oso pardo molesto—. Doc, eras


demasiado joven para hacer algo. Tú lo sabes.

Eso había dicho Mako. No importaba. Caz había sido el hombre


de la casa. Y años después, cuando vio el cuerpo de Carmen... Se frotó la
cabeza dolorida. El dolor no era del alcohol, sino del pasado.

¿Dónde estaban las palabras para hacerle entender por qué no


podía tener una hija? —No las salvé, y luego, cuando era adulto, murió
mi Carmen. No estaba con ella. Me estaba preparando para una misión,
pero debería haber estado allí para protegerla. Debería haber…

Su corazón se encogió.

La voz tranquila y llana de JJ irrumpió en su miseria. —¿Cómo


murió ella?

Se desplomó, apoyando la cabeza contra la pared dura. ¿Cuántas


paredes había golpeado después de que se lo habían dicho? Después de
ir al hospital base y ver el horror de las heridas salvajes. Un misil impactó
contra su vehículo. En Afganistán.

—¿Estabais juntos en el ejército?

—Si. Ella era el regular. Yo, en Fuerzas Especiales. — Carmen lo


había molestado por ser un boina verde come carne. Nos íbamos a casar
al mes siguiente.

Las lágrimas llenaron los ojos de JJ. —Lo siento mucho. Ni


siquiera puedo imaginar cómo debe haber dolido eso.

Lo había hecho. Las emociones habían sido abrumadoras: dolor,


furia, impotencia. La culpa de que no haber estado con ella para
mantenerla a salvo. Había intentado todo para enterrar sus sentimientos.

Soltando la mano de JJ, se frotó la cara con las palmas. —De


vuelta en los Estados Unidos, me volví loco, intenté esconderme el fondo
de una botella. Fue entonces cuando...

Ella volvió a tomar su mano, como para mantenerlo amarrado a


salvo. —¿Cuándo podrías haber hecho un bebé?

98
—No puedo recordarla. Crystal. Dios, pude ver a esta niña que
dicen que es mía, y ni siquiera la conocería.

¿Realmente tenía una hija que nunca había conocido? ¿Cuál era
su aspecto de bebé? ¿Un niña? Si hubiera estado con Crystal hace una
década... con nueve meses de gestación, entonces la niña tendría nueve
o diez años.

La trabajadora le había enviado información e imágenes de...


Regan. Su hija. No, no, no podía tener una hija.

—¿La trabajadora social pensó que Crystal no pudo encontrarte


porque te involucraste en algo encubierto?

Él gruñó. —Salí de la botella y busqué venganza en su lugar. —


Alejó la silla de ella. Ella era una buena mujer. Él era un asesino—. Los
insurgentes habían estado atacando la base con misiles, dispositivos
explosivos improvisados e incluso bombas suicidas. Pero solo eran
estúpidos peones siguiendo órdenes. Quería que los líderes pagaran por
Carmen. Un oficial de San Francisco me escuchó despotricar, y me
reclutaron.

—¿Para ir tras los rebeldes insurgentes y matarlos?

Él asintió.

Los recuerdos de ese año nunca lo habían abandonado. La


horrible sensación del cuchillo penetrando la piel y el cartílago. El hedor
de las entrañas aflojadas. El estremecimiento y el espasmo y la última
respiración agitada, incluso después de que el espíritu había huido.

Los primeros asesinatos habían supuesto una horrible


satisfacción. Los bastardos estaban pagando por la muerte de Carmen.
Luego…

—No pasó mucho tiempo antes de que supiera que había cometido
un error. Nada de lo que hice traería de vuelta a Carmen. Con cada
muerte, perdía una parte de mi alma. Si hubiera continuado, ya no
habría un yo.

—Ah. —Ella tomó sus manos entre las suyas, y él casi se apartó.
Sus manos estaban empapadas de sangre. Pero no, esa era solo otra de
esas imágenes que se imponían a la realidad, una foto fantasma del
pasado.

99
—Entonces, ¿pasaste de ser un asesino a ser un médico?

Él se encogió de hombros. —Suena extraño, ¿no? Pero un...


amigo... sabía que había planeado ser médico antes. Me empujó a volver
a ese plan.

—Lo estás haciendo bien aquí. Es donde perteneces.

Palabras simples. Unos que afirmaban cómo se sentía. Lo hizo


volver a ser... racional. ¿Cuánto tiempo había estado aquí en la clínica,
enfurecido porque no quería volver a arriesgar su corazón? ¿Lanzando
cuchillos al destino?

—¿Qué vas a hacer con tu hija?

—Esa es la pregunta, ¿no? —Caz echó un vistazo a los papeles


que había imprimido de los documentos enviados por la Sra. Townsend
por correo electrónico—. Si la prueba de paternidad es positiva,
entonces… —Sin embargo, sabía que la niña era suya.

Se levantó y le entregó a JJ la foto de la niña. Cabello oscuro y


grueso, ojos de la misma forma y color que los suyos. Su mentón y
pómulos en una cara delicada y femenina.

JJ pasó el dedo por la superficie de la imagen. Los labios que


combinaban con los suyos. —Ella es como un mini-tú.

Al mirar la foto, supo que estaba condenado. Los ojos de la niña


tenían sufrimiento. Dolor. Pérdida. La obstinada mandíbula era la suya
cuando estaba luchando contra la emoción. Ella era como él en algo más
que la apariencia.

Incluso si ella no fuera suya, él querría ayudarla. Para ver qué


podía hacer. —Salgo temprano mañana y trabajaré para encontrar el
lugar que sea mejor para ella.

—¿Con su padre, seguramente?

Su memoria persistía en sacar el pasado: los ojos ciegos de Mamá.


Los gritos de su hermana pequeña. El cuerpo ensangrentado y
desgarrado de Carmen.

Su propia muerte no le preocupaba, pero no podía soportar perder


a alguien tan vulnerable e inocente. No otra vez.

100
Sin embargo, este era su deber. Sus hombros se enderezaron
cuando aceptó la responsabilidad. —Quizás. Probablemente. —Al
parecer, la joven Regan no tenía a nadie más. Mañana o pasado mañana,
él la conocería.

Después de mirar el reloj de pared, frunció el ceño. —¿Qué hace


aquí, oficial? Es muy tarde.

—Bull iba a ver cómo estabas, pero fue arrastrado de regreso al


bar para echar a unos borrachos obstinados. Vine en su lugar.

—Ah. Realmente lo aprecio. —Él la estudió. Aún con los vaqueros


negros y las botas que llevaba para su trabajo policial. El cabello corto
trenzado hacia atrás con fuerza. Pero el suéter que llevaba era del azul
verdoso de sus hermosos ojos y parecía suave. Tocable.

—Ya que estás fuera de servicio, ¿quieres una bebida? —Hizo un


gesto hacia el mezcal.

—Claro, por qué no. —Antes de que él pudiera moverse, ella se


levantó y tomó la botella.

Intentó no darse cuenta de cómo los vaqueros se curvaban sobre


su trasero, cómo el suéter se doblaba sobre sus pequeños senos. Ella era
una amiga. Una amiga.

Con la botella en la mano, se dejó caer al lado de Caz y se tragó


un gran trago. Parpadeó. —Eso no es whisky escocés. —Examinó la
botella, pronunciando mal—. El Jolgorio Tepeztate. No está mal, sea lo
que sea.

—Mezcal. —Ella lo distraía—. Es como el tequila, pero mejor.

Para ser sociable, aceptó la botella pero solo tomó un sorbo.


Aunque había quemado gran parte del alcohol en su enojo y en el
lanzamiento de cuchillos, el zumbido todavía rugía en su torrente
sanguíneo. —Lo siento, no tengo vasos ni copas.

—Puedo beber a morro. —Después de otro trago, ella se encogió


de hombros—. Fue una de las cosas que aprendí a hacer cuando estaba
tratando de encajar. Ser uno de los tipos en Nevada.

Bebieron durante un rato en agradable silencio, pasando la


botella de un lado a otro. Los sonidos reconfortantes envolvieron a Caz.

101
El ronroneo del equipo y las luces fluorescentes. Un coche ocasional en
la calle principal.

El nudo en sus entrañas comenzó a relajarse.

Al mirar hacia arriba, pudo ver un sonrojo en las mejillas de JJ y


cómo sus músculos se relajaban. Tenía agradecer cómo se había reunido
con él. No había hecho un escándalo por beber de la botella o por beber
mezcal sin diluir. Ella era condenadamente increíble. —¿Qué otras cosas
hiciste para ser uno de los chicos?

Una esquina de su boca se inclinó hacia arriba. —Tomé clases de


artes marciales, fui al campo de tiro, corrí, levanté pesas.

—Eso es mucho trabajo. —Él inclinó la cabeza. La gente decía que


era bueno con las mujeres y, ocasionalmente, pensaba que las entendía.
En general, admitió, no tenía ni idea—. ¿Por qué?

Su mirada cayó.

Ahuecando su mejilla, él giró su cabeza hacia él. —No trato de


avergonzarte, chiquita, sino saber por qué entraste en una profesión tan
dura. ¿Por qué?

—Es una tontería. Quería salvar vidas. Proteger a las personas.


Ser un héroe.

Si ella fuera suya, él memorizaría frases solo para hacerla volverse


del bonito color rojo que ahora inundaba sus mejillas.

—No es tonto. Eres muy parecida a Gabe, y estar en la policía, ser


buena en eso, es una vocación, no solo un trabajo.

Ella asintió y le sonrió.

Había notado que ella no sonreía a menudo, no se reía a menudo,


o tal vez fue solo cuando él estaba cerca. El pensamiento era molesto,
triste. Porque ella era especial. Su sentido de la compasión la había traído
aquí para hablar con él, a pesar de que él tiraba cuchillos. Ella había
tomado su mano. Se había afligido con él. Se había sentido por el trabajo
policial debido a su necesidad de ayudar. Proteger. Tenían el mismo
sentido del deber.

Eran muy parecidos, ¿no?

102
Desafortunadamente para él, ella también era mujer. La química
y la atracción no se podían razonar con... y Dios, lo había intentado.

—Bueno. —Ella se levantó—. Si estás bien, necesito volver a casa.


Deberías regresar también.

Se puso de pie, se dio cuenta de que estaban demasiado cerca el


uno del otro. Sus mejillas estaban sonrojadas. Sus ojos azul verdosos
eran gentiles, y su boca...

Levantándole la barbilla, probó esos labios. Tan suaves y


atractivos. Cuando ella emitió un pequeño sonido suplicante, él la tomó
en sus brazos y tomó el beso más profundo, sintiendo su calor, sus
curvas contra él, cediendo y excitándose.

Se puso de puntillas y le rodeó el cuello con los brazos.

Su polla se puso dura, y él ahuecó su culo con una mano,


sosteniéndola contra él. Su lengua cercada por la de él, su boca caliente
y necesitada.

Pero cuando él se retiró, planeando descubrir sus senos para


poder disfrutarlos, surgió la cordura.

—Estúpido. —Dio otro paso atrás y capturó sus manos—. No


vamos a hacer esto. No lo haremos.

Su mirada se encontró con la de él, el deseo dando paso a la


consternación. —Lo siento. De verdad. No vine aquí planeando... hacer
otra cosa que no sea hablar.

Él tocó su mejilla. La necesidad de tirar de ella hacia atrás,


acostarla sobre el escritorio, escucharla gemir, gritar. No. Ese impulso
debía ser controlado.

Él podía y quería protegerla de esta manera.

—Sé que no lo hiciste, princesa. Yo también lo siento. Echó un


vistazo a sus cuchillas, guardó algunas en el cinturón y las fundas de las
botas, y la hizo un gesto hacia la puerta—. Déjame acompañarte a tu
coche.

Ella le dedicó una sonrisa triste. —En realidad, creo que


deberíamos llamar a Bull y pedirle que nos lleve.

103
Capítulo Ocho

Una persona es una persona, no importa cuán pequeña sea.

~ Horton el elefante.

Habían sido unos días muy largos y demasiado rápidos.

La prueba de paternidad acelerada había demostrado que Caz era


padre.

Desde entonces, había estado tratando de acelerar la entrega de


Regan. Porque los otros niños de acogida se metían con ella. Su pequeña
niña.

Había llamado al Dr. Zachary Grayson. El respetado psicólogo


infantil era un viejo amigo de Mako y conocía a Caz desde hacía un par
de décadas. Grayson estuvo de acuerdo en que cuanto menos tiempo
pasara Regan en hogares de acogida, mejor, y había prestado su
influencia para que las cosas se movieran.

Hoy, Caz llevaría a su hija a su casa en Alaska. —Felicitaciones,


pinche culero, eres padre.

No se sentía como uno. Por la respuesta retraída de Regan al


conocerlo, ella tampoco estaba impresionada.

Conocerla lo había dejado sin palabras. Sus reuniones con la Sra.


Townsend o con la madre de acogida fueron incómodas. Como profesional
de la salud, era experto en atraer a las personas e interactuar. Con una
hija que debería haber conocido, debería haber estado allí para su

104
primera risa, su primera palabra, sus primeros pasos. Haberle enseñado
a usar una cuchara, a cepillarse los dientes. Haber secado sus lágrimas.
El peso de esos años perdidos lo había dejado sin palabras. Torpe.

Ahora, Regan dependería de una persona que apenas conocía.


Recordaba muy bien cómo había sido eso.

Caz acercó el coche alquilado a la puerta de la casa de acogida


donde estaba recluida Regan. Alojada. Lo que sea. Levantó la vista hacia
el cielo. —Si nos estás vigilando, Sarge, podría necesitar algo de ayuda
con esto.

Sabía lo que Mako diría. —Los cobardes nunca comienzan. Los


débiles nunca terminan. Los ganadores nunca se rinden. —Y eso era
todo. Haría todo lo posible por su hija. No podía ofrecerle menos.

Salió del coche, cuadró los hombros y caminó hacia la casa.

La señora Townsend esperaba en la puerta abierta. Era una mujer


pequeña, con el cabello canoso natural, las gafas colocadas en la nariz, y
más amables de lo que una primera impresión podría transmitir. Ella
sonrió. —Buenos días, señor Ramírez. Regan debería estar aquí en un…

Ante un ruido, miró por encima del hombro. Sus ojos se abrieron.

Él siguió su mirada. —Bueno.

Su hija tenía una herida sangrante en una mejilla, un labio


hinchado, el pelo enredado. Sangre en una rodilla desollada.

Cuando Regan cruzó la sala de estar, le dolía la cara, y también


la rodilla sobre la que había aterrizado en el hormigón. Las lágrimas
escocían en sus ojos, por lo que puso en su rostro una mirada feroz. Esa
imbécil de Haley no podía hacerla llorar. Nadie podía hacerla llorar. Ella
era…

—¿Estás malherida, Regan? —La voz de un hombre la hizo mirar


hacia arriba y dar un paso atrás.

Era el tipo que la señora Townsend dijo que era seguro su padre.
Solo que Mamá había dicho que estaba muerto. ¿Cómo podría alguien
cometer un error acerca de estar muerto?

Se agachó delante de ella. Sus cejas, tan oscuras como las suyas,
se alzaron. —¿Regan?

105
La pregunta, la... casi preocupación... en su rostro hizo que algo
dentro de ella se sintiera extraño, como si hubiera comido demasiado
helado o algo así.

Su barbilla se levantó. —Estoy bien.

—Ah, por supuesto que sí, chiquita —dijo, sin gritar ni nada. Él
le habló como ella le hablaba al gato de la puerta de al lado, todo suave
y cuidadoso.

—Limpiemos y vendemos tus raspones antes de irnos, ¿sí? —Él


se adelantó y le puso la mano en el hombro—. Señora Townsend, ¿podría
conseguir algunos artículos de primeros auxilios, por favor?

Para sorpresa de Regan, la levantó, la llevó al baño y la dejó en el


mostrador. Sus palabras quedaron atrapadas en su garganta mientras él
lavaba suavemente la sangre y la suciedad de su pierna.

—No te molesta ver sangre, ¿verdad?

—Ajá.

Él cogió la cosa viscosa, y ella se tensó. En lugar de frotarlo en su


herida como lo hacía la madre de acogida, él echó un poco en la tirita. —
Bueno. Eres un niña dura.

Mientras ponía la tirita, su asentimiento dijo que le gustaba que


ella fuera dura. Que pensaba que ella era valiente.

Su pecho volvió a tener esa sensación blanda, hasta que recordó


que realmente no era valiente.

No le agradaría una vez que realmente la conociera. ¿Qué haría


ella entonces?

Caz se acomodó en el asiento del avión con un suspiro de alivio


y obligó a sus manos a quedarse quietas mientras Regan se abrochaba el
cinturón de seguridad. Exitosamente. Cuando ella lo miró, él sonrió. —
Muy bien.

106
Los malditos aeropuertos siempre lo dejaban al límite. Pero hoy,
había sido peor. Había leído demasiados titulares de niños perdidos,
niños secuestrados, niños heridos en ataques terroristas. No le
importaba que le hicieran daño, pero nadie, nadie, iba a meterse con su
chica. Sólo pensarlo le hizo apretar los dientes y gruñir.

Cuando ella le lanzó una mirada preocupada, quiso patearse. Era


un idiota. Mantenerla a salvo suponía comenzar por él.

—Lo siento, Regan. —Una porción de la verdad podría ayudar—.


Estuve en el ejército por un tiempo, y ahora no me gustan los lugares con
demasiada gente.

Sus pequeñas cejas se juntaron. —¿Porque los tipos podrían tener


armas y dispararte?

O disparar a la niña que había prometido proteger. Eso era mucho


peor. —Eso es exactamente.

—Oh. Puedes coger mi mano si es necesario.

Todo dentro de su pecho se derritió en un gran charco.

—Gracias, mija. —Su corazón era generoso. Comprensivo.

Ella curvó su pequeña mano alrededor de la suya y miró a su


alrededor. Escuchó atentamente mientras la azafata pronunciaba la
inevitable conferencia de seguridad —¿Es esta la primera vez que
has estado en un avión? —le preguntó Caz.

—Ajá. Solo he estado en lugares de California.

No estaba sorprendido.

La señora Townsend había reunido la historia de Regan. Cuando


Regan era un bebé, Crystal se había quedado con su madre hasta la
muerte de la mujer. Entonces Crystal trabajó como peluquera, sin
mantener un trabajo por mucho tiempo. La mujer había vivido con una
serie de hombres, y aparentemente cada vez menos honestos. Menos
decentes. Ella y un novio habían sido arrestados por traficar. Esa había
sido la primera estancia de Regan en el sistema de hogares de crianza.
Desafortunadamente, nadie había cuestionado la declaración de Crystal
de que el padre de Regan estaba muerto. La señora Townsend tampoco
lo había hecho, en realidad. Simplemente había estado buscando
posibles familiares suyos que pudieran llevarse a Regan. Sin ninguna

107
razón en ese momento para ocultar su existencia, los militares habían
sido comunicativos y la trabajadora social descubrió que Caz estaba vivo
y bien.

El último novio de Crystal la había convencido de robar en un


supermercado, y el bastardo le había disparado al cajero. Crystal fue a la
cárcel y murió de un hematoma subdural después de pelear con otra
reclusa.

La señora Townsend no había podido contarle mucho sobre la


relación de Regan con su madre. Durante las entrevistas, Crystal pasó el
tiempo enfurecida por su condena y el novio en lugar de hablar sobre su
hija. Regan tampoco había sido comunicativa. Él había sido igual:
respondía preguntas si se le incitaba, pero no ofrecía ninguna
información adicional.

Con suerte, Caz podría averiguar más si usaba un enfoque más


sutil. —¿Fuisteis tu madre y tú a acampar o a visitar los bosques?

—No. A Mamá no le gustaba mucho la suciedad. —Ella dudó—.


¿Eso es malo?

Caz se rio entre dientes. —No, chiquita. Simplemente significa que


Alaska estará tan llena de sorpresas para ti como cuando llegué allí. Yo
era más joven que tú cuando perdí a mi familia, mi mamá y mi hermana.
Entré en un hogar de acogida —Sus ojos se abrieron de par en par—, y
terminé en Alaska con Mako, quien me crió.

—¿Tu madre murió?

—Cuando tenía siete años. —Luego había estado en hogares de


acogida durante un año. Con demasiada frecuencia, lo habían colocado
en casas negligentes (o aterradoras) y huía e intentaba sobrevivir en las
calles. Era pequeño, pero rápido, y ahí fue donde descubrió por primera
vez el equilibrador silencioso: un cuchillo.

Regan miró sus dedos entrelazados en su regazo antes de volver


a levantar sus grandes ojos marrones. —Perdiste a tu familia, pero dijiste
que tienes hermanos. ¿Cómo?

—Mako nos llevó a mí y a otros tres niños a Alaska. Terminamos


llamándonos hermanos.

—Ah.

108
Necesitaba hablar de algo menos preocupante.

De hecho, tenía un encargo de su equipo de compras en casa.


Anoche, llamó y le pidió a Audrey que hiciera algunas compras. Audrey
no solo estuvo de acuerdo, sino que también le preguntó si podía llevarse
a Lillian y JJ. Era una gran idea. Tenía la sensación de que la carrera de
JJ y el desastre en Weiler habían dejado a la oficial sin amigas. Quizás
incluso un poco cautelosa. Lo aprobó y le pidió a Audrey que presionara
a JJ si fuera necesario. Dios, esperaba no haberlo estropeado.

Mientras tanto, le gustaría darle a Audrey y a su pandilla algunas


sugerencias antes de que se fueran a Kenai.

Miró a su hija. Su hija. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que se


acostumbrara a esa palabra? —De vez en cuando, me gusta jugar al juego
de las presentaciones. —Había usado ese tipo de preguntas para romper
el hielo con las mujeres y luego las había adaptado para pacientes
pediátricos inquietos—. Es una buena manera de matar el tiempo. ¿Te
apuntas?

Su expresión cautelosa rompió su corazón, pero ella asintió.

—Muy bien. ¿Cuál es tu color favorito?

Ella parpadeó como si esperara una pregunta incómoda.


Entonces sonrió. Dios era hermosa—. Rojo. Me gusta el rojo.

Respondiendo a su mirada expectante, él le dijo—: El mío es el


azul. ¿Comida favorita?

—Pizza.

—No puedo discutir con eso. La mía también. —Eso le valió una
sonrisa encantada—. Aunque el helado podría estar en segundo lugar.

Ella asintió con entusiasmo.

—Qué ropa que prefieres ponerte.

—Uh, vaqueros y camisetas. —Ella frunció el ceño con


preocupación—. No me gustan los vestidos.

—Yo tampoco uso vestidos.

Ella se rio, aligerando su corazón.

109
Bien, entonces no era una niña muy femenina ¿y no era un alivio?
—También me gustan los vaqueros y las camisetas. ¿Qué cosas favoritas
que hacer cuando no estás en la escuela?

Más cómoda ahora, se sentó con las piernas cruzadas en el


asiento diseñado para enanos. —Me gusta el fútbol. Leer libros. Mirar la
tele.

La lectura era buena. La tele, bueno, podía ver batallas por


delante. El fútbol podría funcionar.

—¿Qué hay de ti?

Hizo una pausa, perdido. ¿Alguna vez no estuvo en el trabajo?


Recientemente, la clínica le había quitado la mayor parte de sus horas,
aparte del tiempo que había invertido en llenar con carne los
congeladores. Su tendencia a pasar las tardes en la clínica iba a tener
que cambiar, ¿no? —Salgo con mis hermanos, tus tíos. Asamos comida
a la parrilla. Voy a pescar.

—¿Pescar? —La expresión de su rostro no tenía precio, como si


no pudiera decidir si parecer entusiasmada o arrugar la nariz.

—Si. Te llevaré una o dos veces, y podrás ver si lo disfrutas.

La cautela había vuelto, pero ella asintió.

—Leo, veo películas —Encuentro a una mujer para disfrutar—,


salgo a comer, trabajo en el jardín y toco música. Tambores.

—Eso es mucho.

—¿Qué hacíais juntas tu mamá y tú por diversión?

El silencio simplemente rompió su corazón. ¿Nada?

Regan parpadeó con fuerza. —A veces la ayudaba a vestirse. Antes


de que saliera de noche. Pero....no es gran cosa.

Él asintió. —Cada familia es diferente. Como crecimos en una


pequeña cabaña sin electricidad, sin televisión, ¿sabes? Mis hermanos y
yo nos acostumbramos a hacer todo juntos.

—Sin televisión. ¿De verdad?

Casi sonrió ante su expresión horrorizada.

110
—¿Tienes televisión ahora? ¿E internet?

—Sí, chica. Tenemos internet Y una televisión.

—Oh. —Ella se desplomó en evidente alivio—. Bueno.

—¿Qué os gustaría tomar a los dos? —La azafata detuvo el carrito.

Caz esperó a Regan y quedó satisfecho con su respuesta tan


directa. —¿Un 7-Up? —Lo miró para su aprobación.

—Buena elección. Lo mismo, por favor. —Le enseñó a usar la


mesa del respaldo.

Mientras ella se acomodaba con su bebida, él pensó qué hacer a


continuación. Porque todavía tenía preguntas. Muchas preguntas.
Como... había evadido las preguntas sobre la causa de su pelea en el
hogar de acogida.

Frunció el ceño ante el asiento frente a ellos. Mako no era un


brillante ejemplo de paternidad, aunque había hecho todo lo posible. Las
conversaciones íntimas no había sido su fuerte. Por otra parte, Caz tenía
un buen don de gentes. Había pasado años como médico de combate,
luego como enfermero practicante. Y había aprendido que hablar cara a
cara y hacer preguntas directas podía dificultar la conversación con
personas nerviosas, especialmente con niños.

Sacó su teléfono y comenzó a escribir un mensaje de texto. —Voy


a avisar a tus tíos, Gabe y Bull, para que sepan cuándo esperarnos.

Ella asintió.

Después de eso, trabajó en un mensaje grupal (Lillian, Audrey y


JJ) sobre los colores, estilos e intereses favoritos de Regan y lo envió con
la wifi del avión.

Mientras Regan observaba a las azafatas empujar el carro por el


pasillo, Caz dijo distraídamente—: Cuando tenía tu edad, mis hermanos
y yo solíamos pelear bastante.

—¿Lo hacías?

—Huumm. A veces por diversión, a veces porque uno de nosotros


se enojaba. Por muchas razones. —Sonrió—. Entonces, en el hogar de
acogida, ¿de qué iba tu pelea?

111
Por el rabillo del ojo, vio que ella lo miraba, pero mantuvo su
atención en el teléfono celular.

—Hum. —Sus pequeños dedos estaban haciendo pliegues en la


camisa—. Snowball vive al lado, pero ella viene a visitarme. Haley la
estaba molestando. Le tiraba de la cola e intentó quemarle los bigotes. Y
ella no paraba, así que la golpeé.

Snowball debía de ser un gato. —En ese caso, me alegra que la


golpeases.

—¿De verdad?

—Sí. —La expresión de asombro de Regan casi lo hizo reír—. Estoy


orgulloso de ti por proteger a un animal de un acosador.

Su mirada de sorpresa, de alivio, era triste.

Se miró las manos con un pliegue entre las cejas. Esta niña era
una pensadora, una que generalmente reflexionaba antes de hablar.
Recordó cómo también había aprendido a pensar primero, al ser golpeado
por sus padres de crianza.

Su hija era tan joven, tan pequeña, tan frágil. ¿Cómo demonios
iba a mantenerla a salvo?

Un montón de recuerdos lo invadió. Mamá, Carmen. Todos sus


camaradas de armas que habían muerto, desangrándose en un campo
de batalla. Todos los que no había protegido, no habían podido salvar.
Probablemente todos los médicos de combate del mundo sintieron lo
mismo.

Se dio cuenta de que ella lo estaba mirando. Todavía frunciendo


el ceño.

—Lo haremos bien, Regan. Te gustará Alaska. —Él le revolvió el


pelo.

Tal vez podría mantenerla dentro, lejos de todo. El interior del


recinto era seguro. Podría quedarse allí hasta... oh, ¿hasta qué tal vez
tuviera cincuenta años?

112
Sonriendo, JJ siguió a Audrey y Lillian al Walmart de Kenai. El
mensaje de texto de Cazador sobre las preferencias de Regan había
llegado y tenían compras que hacer.

JJ había conocido a Lillian anoche cuando la mujer mayor, una


actriz inglesa retirada, los invitó a ella, Gabe y Audrey, Bull y Dante, el
dueño del supermercado, a cenar.

Lillian era una excelente cocinera, una jardinera fantástica, de


alguna manera diplomática y contundente. Consideraba a Audrey “su
chica”.

La envidia tocó el corazón de JJ. Aunque el derrame cerebral de


su madre había alterado la forma en que su cerebro procesaba las cosas,
ella todavía había sido ... Mamá. JJ siempre la echaría de menos.
Extrañaba el amor, el apoyo, la simple creencia de que puedes hacer
todo lo que se te ocurra.

El apoyo de Lillian a Audrey era así, e hizo que a JJ le picaran los


ojos. Audrey había dicho una vez que su madre había sido más una
tutora que una madre. Aunque fuera tarde, era agradable que Audrey
tuviera a alguien ahora.

Mientras todos estaban en casa de Lillian, Caz había llamado


desde su habitación de hotel en Sacramento para informar sobre su hija,
diciendo que volverían en avión hoy. Viernes.

Sí, él traía a su pequeña niña a casa. Había estado preocupado si


la mudanza fuera demasiado para ella, preocupado por llevarla a la
escuela. JJ sonrió. Había sonado como cada nuevo padre que había
conocido, incluso si su bebé ya tenía nueve años. Ella sabía que él lo
haría bien.

Luego dijo que la escasa cantidad de ropa de abrigo de su hija


estaba en muy mal estado, y que ella no tenía nada para las temperaturas
de Alaska. Y no tenía otras posesiones.

Para colmo, su habitación en la casa de Caz no tenía muebles.

113
Cuando dijo que no quería que Regan llegara a casa y encontrara
su habitación vacía, JJ se puso a llorar. No quería amar a esa pequeña
niña, pero estaba a punto de hacerlo.

Sí, ella sabía que lo haría.

El viaje de compras de hoy se organizó rápidamente. Como Gabe


tenía asuntos en la comisaría que no podía posponer, Bull se encargó de
conseguir los muebles. Audrey le había pedido a Lillian que fuera con ella
a Kenai a buscar ropa, ropa de cama y otras cosas, y le había pedido a
JJ que también viniera. Casi había exigido que JJ se uniera a ellas, en
realidad.

Era agradable que la buscaran. Y maravilloso estar aquí hoy.

—¿Estamos listas? —Audrey se detuvo justo dentro de la tienda.

—Lo estamos. —Lillian empujó un carrito de compras hacia JJ y


tomó uno para ella. Lillian había escogido la ropa de la cama y el baño
del viaje de compras, afirmando que JJ y Audrey sabrían mejor que ropa
usaría una niña pequeña—. Como diría Dante, ustedes dos tienen su
misión. Yo tengo la mía. Nos encontraremos en la caja uno en veinte
minutos.

—La sección de ropa para niños está por ahí. —Audrey señaló
hacia el centro de la tienda—. Esto sería más fácil si tuviera hermanitas
o sobrinas o algo así. ¿Tienes alguna experiencia en esto?

—En absoluto. No me queda familia. —Pensó que había


respondido con la suficiente naturalidad, pero la mirada comprensiva de
Audrey mostró que su soledad se había filtrado—. De todos modos,
siempre he estado demasiado ocupada con el trabajo y la escuela.

—Conozco el sentimiento. Bueno, nos las arreglaremos lo mejor


que podamos. —Audrey se detuvo en un estante y levantó una adorable
camisa.

Cada vez más ropa aterrizó en el carrito.

JJ encontró una chaqueta de invierno en rojo oscuro y una


sudadera con capucha en un verde vibrante. Los colores le quedarían
bien a Caz, y había dicho que Regan tenía su color. —¿Qué tal un pijama?

—Desde luego. De los cálidos.

Calcetines, ropa interior, zapatillas de deporte. —¿Más zapatos?

114
—Esperemos a conseguir botas hasta que veamos si las zapatillas
le quedan bien. —Audrey agregó calcetines coloridos—. Podemos traerla
la próxima vez. Pero, es divertido jugar a ser madrina, ¿no te parece?

—Realmente lo es.

Cuando tuvieron el carro casi lleno de ropa, apareció Lillian. Su


carrito estaba repleto de ropa de cama y toallas, almohadas y alfombras.
Ella sonrió a la ropa en su carrito. —Todo es precioso, queridas mías.

—Lo hicimos bien —estuvo de acuerdo Audrey.

JJ miró toda la ropa de cama y se imaginó cómo quedaría la


habitación vacía una vez llena de muebles. El edredón floral estilo rústico
francés en color rojo oscuro y verde azulado era precioso. Lillian había
añadido dos alfombras suaves de color verde azulado.

Audrey sacó su teléfono y tomó una foto de la colcha y las


alfombras. —Le diré a Gabe que tiene que pintar una de las paredes para
que coincida con el verde azulado. Si lo hace en el almuerzo, tendrá
tiempo para secarse antes de que ella llegue allí.

—Pobre Gabe. —El dormitorio era todo blanco. Una pared de color
sería encantadora.

Pero... la niña aún estaría sola sin su madre en una casa llena de
extraños.

JJ sacudió la cabeza, recordando su primera semana en Alaska.


Incluso como adulta, se había sentido desplazada. No era su hogar; ella
no conocía a nadie. Hasta el paisaje era diferente. ¿Qué más podrían
hacer para ayudar a la pequeña Regan? —Necesita cosas personales.
¿Quizás un cepillo para el cabello, un cepillo de dientes y un champú
infantil? Y juguetes.

Las otros dos la miraron.

Entonces Audrey puso los ojos en blanco. —Oh. Nos centramos


en la habitación y la ropa y olvidamos las cosas divertidas.

Lillian giró su carro. —Me acercaré a los productos de aseo y os


encontraré en la sección de juguetes.

La sección de juguetes era enorme.

115
Audrey dejó escapar el aliento. —¿No es extraño que me gustaría
comprar algunos de estos juguetes para mí? Yo pido las cosas artísticas.

—Veré qué más hay. —JJ plantó el carrito al final de un pasillo—


. Nos vemos aquí en diez.

La llevó cerca de quince minutos. Cuando JJ regresó, Lillian


estaba esperando con Audrey.

Audrey levantó sus hallazgos. —Lo básico: lápices de colores y


libros para colorear, sellos de goma. Un Lego Hogwarts.

JJ se echó a reír. —Las grandes mentes piensan igual. —Puso la


primera película de Harry Potter en el carrito y agregó El diario de la
Princesa y Frozen.

Lillian asintió con aprobación. —Pienso invitarme a la noche de


películas de chicas.

Después de los juegos de mesa, Labyrinth y Carcassonne, JJ se


sonrojó. —También escogí esto. —El animal de peluche, un gato blanco,
tenía el tamaño justo para acurrucarse en la cama, muy suave y mullido,
con ojos grandes y bonitos—. Para darle la bienvenida, ya que Caz dijo
en un mensaje de texto que se peleó para ayudar al gatito del vecino.

La madre de Regan se había ido y todos deberían tener algo para


abrazar.

—Elección perfecta, cariño. —Lillian le dio un golpe suave al pelaje


del gato y le sonrió a JJ—. Estoy muy contenta de que hayas venido con
nosotras hoy.

El sentimiento fue tan inesperado. Tan dulce.

Audrey se rio. —Caz nos dijo que no dejaras de unirte a nosotras.


Que serías una buena amiga.

¿Caz había dicho eso? Mientras la boca de JJ se abría, Audrey se


inclinó hacia adelante y le dio un fuerte abrazo. —Caz tenía razón.

JJ logró ahogar un “gracias” cuando se dio la vuelta, parpadeando


frenéticamente las lágrimas no deseadas.

Hubo un silencio que Lillian rompió con un alegre —Bueno,


vamos a hacer cola en una caja.

116
Audrey sonrió. —Vinieron bien los dos carros. Parece que casi
compramos la tienda. Espero que la cuenta de ahorros del pobre Cazador
esté saneada.

—Tsk. —Lillian agitó la cabeza—. No gasta su dinero en otra cosa


que no sea correr por ahí, el descarado truhan17.

JJ la miró fijamente. —El... ¿qué?.

—Creo que sería —Audrey consideró y sonrió a Lillian—, un


promiscuo sin complejos. ¿Y no es divertido catalogar a un hombre con
la etiqueta de la vergüenza?

Lillian sonrió con aire de suficiencia.

Con las emociones en una montaña rusa, JJ sintió que su rostro


se tensaba. Ella sabía muy bien cómo se sentía esa etiqueta de vergüenza
y no se lo desearía a nadie. Ni siquiera un hombre. Se aclaró el nudo de
la garganta. —Parece que la última caja es la más vacía.

Lillian se colocó el pelo blanco detrás de la oreja mientras


estudiaba a JJ. —Audrey me dijo que tus antiguos colegas te pusieron
etiquetas similares a la de promiscua ¿Cómo sucedió eso?

—Yo... yo. —JJ la miró fijamente—. Pensé que los británicos eran
educados. Y tú…

Lillian era digna, casi regia. —En mi juventud, era muy educada,
joven Jayden, lo era. Luego pasé tiempo con dos yanquis terriblemente
contundentes que habían estado en el ejército.

Audrey dejó escapar un resoplido. —¿Mako y Dante?

—En efecto. Mako no toleraba lo que él llamaba tonterías. Dante,


siendo un poco más grosero, lo llama “andarse por las ramas”. Creo que,
a medida que envejezco, me inclino a prescindir de la cortesía superficial
y preguntar lo que quiero saber.

La mujer era simplemente asombrosa. —¿Puedo ser tú cuando


sea mayor?

Lillian se rio. —Cuéntanos la historia, oficial Jenner.

17
En inglés Varlet es un insulto que uno de los personajes de Troilo y Crésida de Shakespeare
define como ser una "puta masculina”

117
¿Aquí? ¿En la sección de juguetes de Walmart?

Audrey se apoyó en su carrito. Lillian se cruzó de brazos. Ambas


obviamente estaban preparadas para esperar eternamente. Por la
historia. Por la pesadilla de JJ.

De acuerdo. —Tenía veintiún años cuando la policía de Weiler me


contrató. Me gradué en la academia, acabé el período de prueba, era un
verdadero oficial. —Sacudió la cabeza—. Yo estaba tan feliz.

—¿No hay problemas con ser mujer en la policía? —preguntó


Audrey.

JJ se encogió de hombros. —Había algunos oficiales sexistas y


algunos acosadores. Yo era la única mujer oficial. Pero mi oficial de
entrenamiento, aunque comenzó molesto por enseñar a un novato que
era una mujer, terminó estando de mi lado. —¿Dónde habría estado sin
Gene? Lo llamaría esta noche, se pondrían al día y trataría de explicarle
cuánto había significado su apoyo.

Lillian frunció el ceño. —¿Pero sucedió algo?

—Un compañero oficial sucedió. Nash es un par de años mayor


que yo. Pensé que era asombroso. Empezamos a salir y me enamoré de
él. Intensamente. Y, Dios, era tan idiota.

Audrey entrecerró los ojos. —¿No tenías mucha experiencia?

—Muy poca. Me perdí los primeros años de citas. No tenía tiempo.


—Su madre había estado enferma. JJ había tenido que trabajar y asistir
a la escuela secundaria. Luego, la academia de policía, luchando por ser
el mejor oficial de la historia—. Nash se volvió controlador y despectivo
y... simplemente malvado. No estaba segura de sí era él o yo, no hasta
que trató de alejarme del servicio.

—¿Por qué? —preguntó Audrey—. Quiero decir, tendría que


gustarle tener dos ingresos en la familia.

JJ se frotó la cara. Jactarse no era algo que ella hiciera. —Yo...


eh, estaba tratando de mejorar todo el tiempo. Estudiar y hacer ejercicio
y…

Lillian la estudió con ojos agudos. —Eras mejor que el maldito


tonto, ¿no? No podía aceptarlo, así que, en lugar de mejorar, quiso
quitarte de la competencia directa.

118
Con las mejillas calientes, JJ asintió. —Me llevó un tiempo darme
cuenta de cómo me manipulaba.

—¿Cuándo lo descubriste? ¿Cómo? —preguntó Audrey .

—La DEA nos pidió que ayudáramos con la eliminación de una


pandilla de distribución de drogas. En el almacén, estábamos esperando
que todos llegaran y se pusieran en posición. Nash se impacientó y se
precipitó a entrar, esperando la gloria. Lo vi entrar por la ventana y grité
órdenes de cubrir las salidas. Tomé la salida trasera.

Había estado tan furiosa por cómo había arriesgado su vida. No


tenían suficiente gente allí. Y entonces la puerta trasera se abrió de golpe,
y ella estaba sola sin respaldo.

—JJ —dijo Audrey suavemente—. ¿Qué pasó?

—Logramos derribarlos, aunque algunos escaparon por las


ventanas laterales. —Su boca se contrajo—. La entrada de Nash había
advertido a la banda. Dos de ellos se intentaron escapar por la parte de
atrás. Por poco. Le disparé al primero, recibí una bala del segundo, en mi
chaleco, y le disparé.

—¿Resultaste malherida? —preguntó Audrey—. Gabe dice que


sientes el impacto incluso con chaleco antibalas.

—Se me rompió una costilla. —Había tenido pesadillas durante


semanas, soñando que no llevaba el chaleco, o que la bala había ido más
alta, le había volado el cerebro, o escuchaba el sonido de su bala
impactando contra el hombre.

Contuvo el aliento y terminó la historia. —Evité a Nash esa noche.


La noche siguiente, llegué al bar que a todos nos gustaba. La gente me
felicitó, me preguntó cómo estaba. Nash estaba furioso. Cuando me fui,
él me siguió y me gritó por hacerlo quedar mal. Quería darle una paliza,
pero solo le dije que habíamos terminado y me alejé.

Lillian la miró. —Puedo ver eso. Eres bastante controlada.


¿Asumo que no tomó bien la noticia?

—Fue entonces cuando comenzó a criticar abiertamente mi


desempeño como oficial. Diciendo que no podía encargarme del trabajo.
Difundiendo rumores de que me había acostado con mis instructores
para aprobar en la academia. Que siempre me estaba insinuando a otros

119
oficiales y que él había roto conmigo por eso. Y entonces lo ascendieron
a teniente.

—¿Un desastre como él? —Audrey parecía indignada.

—Su primo es el capitán. Su tío es Jefe de policía. —JJ hizo una


mueca—. Le da un significado completamente nuevo al sistema de los
buenos viejos chicos 18 .

—Una queja no serviría de nada. —La expresión sombría de Lillian


mostró que lo entendía—. Me sorprende que te hayan dado una
recomendación.

—No lo hicieron. Mi antiguo oficial de entrenamiento conoce a


Gabe, un poco, y me envió aquí. —JJ le sonrió a Audrey—. Gabe es el jefe
que siempre quise tener. Puedo aprender mucho de él, y haré todo lo
posible para no decepcionarlo nunca.

—Lo sé. —Audrey le apretó la mano—. Gabe necesitaba un buen


oficial desde que llegó aquí. Me alegra que te tenga a ti.

¿En serio? El cumplido le quitó el aliento a JJ.

—Sí, Rescue estará mejor contigo aquí. —Lillian sonrió—. Muy


bien, chicas, salgamos de aquí. Dudo que ninguna de vosotras tenga el
equipo adecuado para el invierno. Podemos comprarle algunas cosas a
Regan también.

Mientras caminaban hacia la caja, Lillian acarició al gato de


peluche en el carrito de JJ. —Tienes los instintos correctos para ser una
madre excelente.

JJ parpadeó. —Hum. En realidad nunca pensé mucho en eso.

—Eres joven todavía. Pero en realidad, es mejor casarse unos años


antes del primer bebé, por lo que no debes posponerlo demasiado tiempo.
—Lillian se tocó los labios—. Tenemos algunos candidatos en Rescue.
Me encargaré de que los conozcas.

—Espera... —JJ le lanzó a Audrey una mirada impotente, una


súplica de ayuda, pero la rubia se echó a reír a carcajadas. Para ella era
fácil, tenía a Gabe. JJ reunió sus recursos. Un buen agente de la ley
nunca debería estar sin palabras—. Aprecio tu interés, pero como soy

Buenos viejos chicos (good old boys) es un expresión para un grupo de amigos varones que a
18

menudo suelen fastidiar a los demás si piensan que uno de los suyos está en problema

120
nueva en la fuerza policial, ahí es donde debo centrar mi atención. No
tengo tiempo —Ni el interés—, para salir.

Le dio a la Britis una mirada muy firme.

Lillian le palmeó el brazo. —Por supuesto. Pero ya verás, siempre


hay tiempo para el amor. Tu hombre tendrá que ser bastante seguro en
su masculinidad. Tendré que hacer una lista.

Querido Santo. Todos en la ciudad amaban a la alcaldesa Lillian,


y JJ también se estaba enamorando rápidamente de ella. Sin embargo…

¿En Rescue se darían cuenta si su alcaldesa desapareciera?

121
Capítulo Nueve

A veces, lo mejor que podemos hacer es recordarnos mutuamente que estamos


relacionados para bien o para mal y tratar de minimizar las mutilaciones y asesinatos.

~ Rick Riordan

Regan se sentía más como una niña pequeña que como una de
nueve años, y quería meterse en el armario de la habitación y esconderse
detrás de todas las cajas. Solo que ella no tenía un armario o un
dormitorio o cajas. O una madre tampoco.

Ella no tenía nada. Solo un extraño que aseguraba ser su padre.

Caminó hasta la mitad de la sala de estar y se giró. Sus cejas se


juntaron. ¿Enfadado? ¿O.... o preocupado? Volviendo a ella, le puso la
mano en el hombro, pero no le preguntó nada. Sólo se quedó con ella.

Al su lado.

Respirando temblorosamente, miró a su alrededor. Había


enormes ventanas en una pared con un lago justo afuera. El techo estaba
muy alto. A un lado había una gran televisión. Sillas con material floral.
Un gran sofá marrón y uno más pequeño sobre una alfombra elegante
con rojos, tostados y colores negros. La cocina y la mesa de comedor
estaban al otro lado.

¿Cómo podía ser tan grande y aun así parecer cómodo? —¿Esta
casa es tuya, de Bull, Gabe y Hawk?

122
Sus cejas se alzaron. —No, tus tíos tienen sus propias cabañas.
—Hizo un gesto hacia las ventanas laterales, hacia las otras casas—. Las
cinco casas nos pertenecen.

Poseía una casa grande entera. Al lado de un lago. —¿Y yo… viviré
aquí?

—Ese es el plan. —Él le sonrió—. Déjame enseñarte tu habitación.


Puedes lavarte y luego conocer a tus tíos. Y podemos comer.

Se puso la mano sobre el estómago. La comida sonaba buena y


mala idea, porque su estómago estaba muy extraño y tembloroso. Tenía
tíos aquí. ¿Y si no les gustaba? ¿Y si hiciera algo, dijera algo estúpido? —
Bueno.

Cuando él apretó su hombro, la sensación extraña se alivió. —Mi


habitación está en el desván. —Señaló hacia la barandilla de arriba—. Te
la mostraré más tarde. Tu habitación está por aquí.

Volvió por el pasillo hacia el garaje, debajo de la zona del desván,


y abrió una puerta.

Detrás de él, ella se detuvo y miró. —¿De verdad?

—Sí, esto es tuyo.

—Joder —ella respiró, hizo una mueca y levantó la vista.

Él parpadeó. Luego se echó a reír. —Supongo que te gusta.

—Ajá —Ella lo miró cuidadosamente. Los maestros generalmente


le gritaban por maldecir, pero él se reía. ¿Qué significaba eso? Aun así,
si se molestaba, podría echarla. Ponerla de nuevo en una casa de acogida.
No digas “joder”. Nunca.

Cuando él se apartó de su camino, ella dio un paso en la


habitación. La cama era realmente increíble, de un bonito metal blanco
que hacía remolinos, encima había una colcha, con cuadrados de flores.
Solo quería sentarse y mirar la habitación. El azul de las flores era del
mismo color que la pared detrás de la cama. Y había todo tipo de
almohadas bonitas en rojos y negros, las suficientes para enterrarse
debajo.

Al otro lado de la habitación, estanterías tan altas como ella,


estaban a cada lado de una gran ventana. Entre ellas había un banco

123
largo con un cojín negro y suaves almohadas rojas. Podría leer y mirar
por la ventana.

Una ventana más pequeña al lado de la cama daba a la carretera


por la que habían entrado. En ese rincón había una enorme silla negra
con una suave manta roja y negra.

El escritorio blanco tenía un tablón de anuncios encima. Y tenía


una linda silla rodante... con un gato blanco de peluche. Incapaz de
evitarlo, se acercó y recogió al gato. Tan suave, esponjoso y agradable. —
¿Para mí? —susurró ella.

Le tocó el pelo y su sonrisa la hizo querer llorar. La hizo querer un


abrazo y... Era como un bebé.

—Todo aquí es para ti, mija.

Para mí. Ella apretó más fuerte al gato y tragó saliva. —¿Qué
significa mi… ja?

—Mi hija —dijo en voz baja.

Oh. Ella miró hacia abajo, incapaz de mirarlo por más tiempo. —
Hum. ¿Qué ... cómo te llamo? Cazador o…

—No, no lo creo. Aunque no haya estado ahí para ti, soy tu padre.
—Él le apretó el hombro y dio un paso atrás—. Sin embargo, tienes
opciones. Papito, pa, padre, papá.

—Oh.

Después de un segundo, dijo: —Yo llamaba a mi padre Papá.

Papá. PaPa. Sonaba extraño. Pero... ella no podía decirlo. No en


este momento. —Bueno.

La comisura de su boca se inclinó hacia arriba, como si tal vez


entendiera, como si no le molestara. Hizo un gesto hacia las puertas al
otro lado de la cama. —Ven y verás.

—Tu armario está aquí. —Abrió la primera puerta.

Tenía un armario. Con rincones oscuros donde ella podía


esconderse cuando él se emborrachaba y fuera malo.

124
En las perchas colgaba ropa, pero no ropa para adultos. El abrigo
y la sudadera con capucha eran de su talla. ¿Para ella? No podía
preguntar.

Él abrió la puerta de al lado. —Este es tu baño.

Paredes blancas: un largo mostrador de piedra blanca en forma


de remolino. Lavabo y bañera con cortina de baño, con gatos sonrientes.
Las toallas y las alfombras eran todas de color rojo oscuro.

Miró al gato en sus brazos, los de la cortina de la ducha. —¿Sabías


que me gustan los gatos antes de venir a buscarme?

—No hasta que me contaste que salvaste a Snowball. Les envié un


mensaje de texto a tus tíos y a JJ y Audrey, que fueron de compras. —
Salió del baño—. Esta habitación estaba vacía. Necesitábamos
conseguirte muebles, o habrías dormido en el sofá.

Ella dio un paso atrás. —¿Todo esto es sólo para mí?

—Sí. Vamos a la casa de Mako para que puedas conocer a todos.


Gabe y Bull están aquí. Audrey es la novia de Gabe. JJ trabaja para Gabe
y se queda arriba en la casa de Mako hasta que pueda alquilar otra.

Regan contó con sus dedos. Cuatro. Bien, ella podría manejar a
cuatro personas. Tal vez.

Pero fue realmente difícil poner al gato en la cama y salir de su


habitación.

Su propia habitación.

Con el brazo sobre los hombros de su pequeña hija, Caz la guio


fuera de la casa y habló sobre las gallinas mientras cruzaban hacia la
casa de Mako. La lloviznaba, más una fina neblina que un aguacero.
Estaba acostumbrado al frío, pero probablemente debería haberle cogido
una chaqueta. Ella era una niña de California. Tendría que estar más
atento.

Del clima. De sus preocupaciones.

Su cuerpo demasiado delgado temblaba ligeramente. Dios, ¿cómo


podría hacerla sentirse cómoda? ¿Adaptada? No, no podía. No de repente.
No importaba que sus instintos le gritaran que lo intentara.

125
—Mija, si quieres, podemos saludar a todos, luego si prefieres
volver a casa... ¿Qué tal si me aprietas los dedos dos veces si quieres irte?
No tenemos que quedarnos para comer. —Él lo consideró. Tantas cosas
nuevas se le vendrían encima en el próximo mes más o menos—. Cuando
necesites escapar de algo, puedes usar el método de apretar los dedos
para avisarme. ¿Tiene sentido?

—Si quiero volver a mi habitación, entonces te aprieto los dedos.


Dos veces. —Sus tensos hombros se relajaron—. Vale.

Atravesaron la terraza de Mako y entraron en el comedor. Caz


olfateó. —Huele a pollo frito.

Al retumbar el estómago de ella, Caz sonrió.

La disposición abierta de la gran cabaña le permitió ver que todos


estaban sentados en el enorme sofá modular envolvente. Cuando Caz y
Regan entraron en la habitación, todos se levantaron, y Regan se detuvo
en seco.

—Estamos aquí, como podéis ver. —Caz asintió con la cabeza a


sus hermanos y a Audrey, que estaba junto a Gabe. Su camiseta gris era
del color de sus ojos y la cita en la camisa decía—: Nunca confíes en un
átomo. Ellos inventan todo. —La mujer era una nerd y estaba orgullosa
de ello.

JJ estaba de pie cerca del extremo de sofá. Con su cabello de color


otoño y una térmica dorada debajo de una camisa de franela azul y
marrón, parecía calentar toda la habitación. Calentarlo.

Su expresión mientras lo miraba era ilegible, algo que hacía


cuando se sentía insegura. Ella todavía no sabía qué pensar o hacer con
respecto a él.

Ya eran dos.

Su mirada se suavizó cuando se fijó en Regan.

Debajo de su brazo, sintió a Regan endurecerse con evidente


ansiedad . Sí, todos la estaban mirando.

Acercándola más, se inclinó y comenzó a señalar a la gente. —Ese


es tu tío Gabe, es el Jefe de policía, y esa es su mujer, Audrey, que dirige
la biblioteca.

126
Sensible a la preocupación de Regan, Gabe se sentó en la vieja
mesa de café de madera de granero que Mako había construido. —Nos
alegra que estés aquí, Regan. Caz necesita a alguien que lo mantenga a
raya.

Caz le siguió la corriente con un indignado —Hermano, por favor.

A su hija le costó un segundo, y luego ella se rio.

Confía en Gabe para saber cómo aligerar el estado de ánimo.


Incluso en las zonas de combate, había logrado hacer sonreír a sus
hombres.

Audrey sonrió. —Es un placer conocerte, Regan.

Mordiéndose el labio, Regan asintió.

Continuando con las presentaciones, Caz hizo un gesto hacia su


otro hermano. —Ese es tu tío Bull. Cuando tenía tu edad, eligió el
nombre, porque quería crecer para ser tan grande como un alce. A un
alce macho se lo llama toro.

Bull se frotó el cuero cabelludo afeitado y le sonrió. —Funcionó,


¿verdad? ¿Crees que me hice lo suficientemente grande?

Ella asintió solemnemente antes de fruncir el ceño a Caz —¿Cómo


es que él pudo elegir su nombre?

Hum. Este no era el momento de explicar cómo Mako los había


robado del hogar de acogida, con el consentimiento de los niños. —Ah,
Mako pasó su vida en el ejército, así que nos dejó elegir nombres de
soldados.

—Oh. —Ella lo consideró—. Me gusta mi nombre.

—Eso es lo que le dije a Mako. Mantuve mi propio nombre —dijo


Gabe—. No tienes que cambiar el tuyo. Regan es un bonito nombre.

Su sonrisa feliz convirtió a cada adulto de la habitación en


masilla.

Caz se volvió hacia JJ. —Mija, esta es JJ. Es policía y trabaja para
Gabe.

—Hola, Regan —dijo JJ con su voz ronca—. Bienvenida a casa.


Tuviste un viaje muy largo. ¿Ya tienes un poco de hambre?

127
El estómago de Regan gruñó en respuesta.

O tal vez era el suyo. —Si ella no lo está, yo sí. Dime que estoy
oliendo pollo frito.

—Tienes una nariz, hermano —dijo Bull. Le sonrió a Regan—


.Solíamos hacerlo para él en sus cumpleaños. Venía corriendo de donde
estuviera en el bosque.

Cuando Bull se adelantó, como un oso pardo que avanzaba


pesadamente por el bosque, Regan se retiró detrás de Caz.

Ah, bueno, iba a llevar tiempo. Especialmente porque nadie,


incluido él, sabía exactamente lo que ella había soportado. Tendrían que
moverse con cuidado. Las primeras dos veces que Caz la había tocado,
revolviéndole el cabello o tocándole el hombro, se había alejado. Supuso
que había aprendido a ser cautelosa, tal vez Crystal no había tenido
cuidado con sus hombres, pero no había sufrido un abuso sistemático.

La idea de que alguien lastimara a esta niña, su niña, lo hacía


querer buscar sus cuchillos.

Gabe se levantó y rodeó a Audrey con un brazo. —Vamos, familia.


Comencemos a poner algo de comida en la mesa.

Mientras todos se movían, Regan se quedó congelada hasta que


JJ extendió su mano. —Oye, ¿qué tal si me ayudas a poner los cubiertos
en la mesa?

Después de un segundo, Regan la tomó de la mano. —Vale.

Cuando las dos entraron al comedor, cogidas de la mano, Caz


miró por la ventana. Seguía lloviendo. Qué extraño, porque se sentía
como si el sol hubiera salido.

Una hora más tarde, cuando la cena terminó, la cocina estuvo


limpia, todos regresaron a la sala para tomar una copa, hablar y escuchar

128
música. JJ corrió escaleras arriba a su parte de la casa para traer un
plato de galletas que había horneado. En su experiencia limitada con
niños, nunca había conocido a uno al que no le gustaran las galletas con
chispas de chocolate.

La música la saludó cuando entró en la sala de estar.

Por supuesto, música. Desde su llegada hace casi dos semanas,


había escuchado a los chicos cantando juntos casi todos los días. Nunca
había conocido a nadie como ellos. Parecía que crecer en una cabaña sin
electricidad y los largos inviernos oscuros significaban que habían
aprendido a entretenerse. Como a Mako le encantaba la música, sus hijos
aprendieron a cantar y tocar varios instrumentos.

Con Regan a su lado, Caz estaba sentado al final del sofá, tocando
un yembé, un tambor de copa cubierto de piel. Le había dicho a JJ que
le gustaba el sonido de un tambor hecho a mano.

Al lado de Audrey, Gabe rasgueaba una guitarra. Bull tenía un


bajo que le quedaba bien. Voz baja, bajo.

Cuando los chicos comenzaron a tocar “Lonely People” de


América, JJ tuvo la necesidad de correr escaleras arriba y buscar su
flauta, para unirse a ellos. Pero, aunque había comenzado a tocar la
flauta a la edad de Regan y tocaba en cuartetos en la escuela secundaria,
este tipo de improvisación en la sala de estar era mucho más... íntima.

Se limitaría a tocar sólo para ella misma. Era su forma de lidiar


con la soledad. Con el estrés... e incluso ira. ¿No había dicho Mamá lo
agradecida que estaba de que JJ tocara la flauta en lugar de golpear a
otros niños?

Su madre la había conocido bien.

Tal vez algún día intentaría tocar con los chicos. Mientras tanto,
colocó las galletas donde Caz y Regan podían alcanzarlas y luego se sentó
al otro lado de la niña.

Mientras los hombres entraban en el coro, Audrey le guiñó un ojo


a Regan y se unió al final. Tenía una hermosa soprano.

—Guau —dijo Regan en voz baja.

Caz le sonrió a su chica. —Apuesto a que has visto El libro de la


selva, ¿no?

129
Regan asintió con la cabeza.

—Perfecto. —Le sonrió a Bull, quien puso un ceño falso.

Gabe se echó a reír y le dijo a Regan—: Caz y yo nos aprendimos


esta canción para poder hacerle pasar un mal rato a Bull después de que
se rompiera un tobillo y se quedara sentado en casa. —Con unos pocos
rasgueos rápidos, empezó a cantar “The Bare Needs”.

Audrey se echó a reír.

Para deleite de JJ, Regan estaba susurrando las palabras en voz


baja. JJ se animó y susurró: —Es una de mis películas favoritas. Vamos,
podemos hacer esto.

Sonriéndole a la niña, JJ agregó su voz al canto, y un segundo


después, una pequeña voz alta se unió a ellos.

Caz le lanzó a JJ una mirada agradecida que hizo que el calor


aumentara en sus mejillas, y luego le guiñó un ojo a su hija.

El corazón de JJ simplemente se derritió.

Después de la música, Caz había llevado a su exhausta hija a casa


y buscó lo que algún día sería una rutina para acostarse. Regan había
logrado ducharse y lavarse el cabello con champú. Las mujeres habían
abastecido su baño con todo lo que una niña podría desear, benditas
fueran, incluido el champú con acondicionador. Y un peine de dientes
anchos.

También habían comprado un pijama de franela suave. Con


gatitos. Otro tenía copos de nieve y presentaba a una mujer de una
película de Disney que no había visto. ¿Frozen?

Ella eligió el pijama de gatitos y se puso unas zapatillas suaves.


Esas mujeres no se habían olvidado de nada.

En la sala de estar, mientras le peinaba los enredos del pelo, le


leyó el libro de la biblioteca que Audrey había dejado en la mesa de café.

130
Harry Potter. Cuando él convenció a Regan para que se turnaran, cada
uno de ellos leyendo una página, ella lo hizo muy bien.

Después de que se metió en su cama, con el gato blanco de


peluche, él le recordó que estaba arriba y que gritara si lo necesitaba.
Qué ojos tan grandes. Tan perdidos.

—Duerme bien, mija —murmuró, besó la parte superior de su


cabeza y apretó la ropa alrededor de ella.

Había una luz nocturna en el baño, había notado, y cuando apagó


la luz, vio que había otra en el dormitorio. Un unicornio brincando brilló
en un blanco suave.

Cuando cerró la puerta no del todo, oyó un susurro: —Buenas


noches, papá.

Papá. Entró en la sala de estar, secándose el ardor en los ojos.

Inquieto, sacó una cerveza de la nevera y salió a la terraza. La


lluvia había cesado, y el aire contenía una mordida, advirtiendo que la
nieve llegaría en una semana más o menos. El hombro que se había roto
al escalar una montaña cuando era niño estuvo de acuerdo con el
pronóstico.

Sin embargo, todavía no. Arriba, el cielo despejado y oscuro


mostraba solo nubes tenues que revoloteaban más allá del cuarto de
luna. Sobre el lago, la niebla brumosa brillaba a la luz de la luna.

Apoyando un brazo en la barandilla, inspiró, tratando de llevar el


silencio de la noche a su interior. Para calmar la tormenta de emociones
en su corazón.

Tenía una hija.

Creía haber aceptado el hecho. Pero llevarla a casa, verla con sus
hermanos y meterla en la cama lo había vuelto real.

Dios, no sabía cómo criar a una niña. Se frotó el cuello. Mejor él


que sus hermanos. Estarían más perdidos que él.

Pero no se habrían metido en un lío como éste. Un problema.

Un regalo.

Las dos cosas.

131
Escuchó suaves pasos y se volvió.

Alguien cruzaba el complejo, desde el muelle del lago. Pasos muy


cortos para ser de Gabe o Bull. Se tensó, preparándose para cargar contra
el intruso, luego recordó que Gabe y Bull no eran las únicas personas
que vivían en el Hermitage en estos días. ¿Cuál de las dos mujeres?

El pelo rizado la identificó, y sus dedos ansiaban deslizarse por


los suaves mechones.

—JJ. Estás fuera hasta tarde —dijo, sabiendo que su voz le


llegaría en el aire tranquilo.

A mitad de camino a la casa de Mako, ella miró a su alrededor.

Sería invisible contra la oscuridad de la pared de troncos detrás


de él, así que bajó los escalones y cruzó la hierba húmeda. —Perdóname
por asustarte.

—Está bien. —Su rostro era una forma pálida en la oscuridad—


¿Cómo está Regan? La primera noche en una casa extraña debe de ser
dura.

—Ella es una verdadera campeona. —Podía escuchar el orgullo en


su voz. Ya—. Gracias a todos por hacer que su habitación fuera tan
especial. Había mucho que no hubiera sabido comprar. Estaba
encantada con todo.

—Nos lo pasamos de maravilla comprando para ella. —JJ sonrió—


La próxima vez, la llevaremos para que pueda elegir lo que realmente le
gusta.

—Se llevó al gato de peluche a la cama con ella. Audrey dijo que
lo elegiste... para tener algo que abrazar en un lugar extraño.

Tenía la sensación de que esta mujer tenía un corazón que


entendía la soledad.

—Me alegra que haya ayudado. —Su amplia sonrisa tiró de él—
Sabes, ella pronto te convencerá de que consigas un gato de verdad.

—No lo creo. —Aunque una mascota no era una mala idea. Quizás
una que ayudase a mantenerla a salvo—. Tal vez le conseguiré un perro
grande —Lo suficientemente grande como para enfrentarse a un oso
pardo, un puma, un...

132
—Pobre Cazador. Te vas a divertir mucho. —Su risa era adorable.
Baja y ronca, como su voz al cantar.

—Me gustó escucharte cantar hoy. —Había sido la primera vez, y


todos sabían que se había unido a ellos simplemente para que Regan
superara su inquietud.

—Fue divertido. —Ella lo miró con los ojos brillantes a la luz de la


luna.

—Sí, lo fue. —Incapaz de resistirse, la rodeó con un brazo y la


atrajo hacia sí. Bajó la cabeza, dándole tiempo para objetar.

Ella no lo hizo. Sus labios se suavizaron debajo de los suyos y él


la apretó con fuerza contra él, tomando su boca en un beso lento y
seductor. Uno que hizo que el mundo se desvaneciera. Cuando ella se
derritió contra él, él acarició su columna vertebral, sobre la dulce curva
de su trasero, y retrocedió. Sus pequeños senos contra su pecho rogaban
por su atención. Le lamió los labios, probó el chocolate, no era de extrañar
que a las mujeres les gustara tanto, y fue por otro beso.

Luego, antes de ser tentado más allá de la razón, se retiró. Estudió


su rostro y encontró el deseo. No era el único tentado.

También había confusión. De acuerdo con eso.

Él vio la tristeza cuando ella dijo: —Gracias. Más sería una... mala
idea.

—Desafortunadamente, sí. —Tenía una hija que proteger del


mundo, como si alguien pudiera. Absolutamente no podía agregar otra
cadena a su corazón, especialmente una oficial de la ley. Esa carrera era
tan arriesgada como la de un soldado.

Con pesar, le pasó un dedo por la mejilla. Su piel estaba húmeda


por la niebla, fragante por una ducha. —Duerme bien, princesa.

—Tú también, Doc.

Incapaz de evitarlo, la observó hasta que estuvo a salvo dentro de


la cabaña de Mako.

133
Capítulo Diez

Si te falta todo menos el enemigo, estás en una zona de combate.

~ Leyes de Murphy de las operaciones de combate.

Esto no era como cualquier escuela que hubiera visto. El lunes


por la mañana, Regan siguió a su padre hacia el edificio de la escuela
desde donde había aparcado su automóvil en la rotonda. Los terrenos de
la escuela estaban a un par de manzanas del centro de la ciudad, y ni
siquiera en una calle real. El camino era de grava.

—¿Estás seguro de que esto es una escuela? —Hizo un gesto hacia


los cuatro pequeños edificios y uno un poco más grande— ¿Qué son esos?

—Los edificios más pequeños tienen las aulas. En el grande están


el salón multiusos y la administración. —Papá miró los edificios—. Son
portátiles y bastante viejas. Con aumento de la población, el
ayuntamiento necesita encontrar opciones para una mejor escuela.

Los edificios rodeaban un área abierta, lo que debía de ser el patio


de recreo, ya que seguramente no había ningún lugar para jugar en el
bosque circundante. Los jardines eran el único lugar totalmente llano de
la zona. A la derecha, la tierra era cuesta arriba. A la izquierda, era muy
empinado cuesta abajo.

—Doc, es bueno verte. —El hombre que esperaba junto a una


puerta era un poco más alto que Papá, y su corto cabello castaño se
estaba poniendo gris. Parecía bastante amable.

134
—Y a ti. —Papá le estrechó la mano—. Director Jones, esta es mi
hija, Regan.

Mi hija. Eso todavía la hacía sentir divertida. Como con burbujas,


por dentro.

—Es un placer conocerte, Regan. —El director tenía una bonita


sonrisa. Como si lo dijera en serio—. Hagamos algunos trámites e iremos
a tu aula.

Las cosas aburridas no duraban mucho, menos de lo que ella


tenía que pasar cada vez que Mamá y ella se mudaban.

Pero… joder. Cuando siguió a Papá a su nueva clase, el lugar


parecía extraño. En la esquina, cuatro niños mayores estaban sentados
frente a los ordenadores, y ella pensó que estaba en la habitación
equivocada. Solo que había niños de su edad haciendo algo alrededor de
una mesa cerca del frente. Y había niños más pequeños, tal vez de tercer
grado, en escritorios alineados entre las dos pequeñas ventanas.

El director Jones estaba hablando con una mujer que debía de


ser la maestra. No era bonita y era mayor que Papá. Pero no parecía mala.
Su cabello castaño era aún más rizado que el de JJ, y su nariz
puntiaguda. No estaba vestida del todo bien, sólo llevaba vaqueros negros
y una camisa azul con botones.

La maestra y el director dejaron de hablar y miraron a Regan.

Ella retrocedió, queriendo esconderse detrás de Papá, pero los


niños pensarían que era una asustadiza. Podía notar sus miradas.

Papá puso una mano en el hombro, como siempre, no para


empujarla ni nada, sino como si le cogiera la mano, sólo que con el
hombro. Era demasiado mayor para agarrarse de la mano, de verdad,
pero esto estaba bien. Agradable.

Ella miró hacia arriba. —¿Por qué hay niños mayores?

—Como esta es una escuela tan pequeña, sólo hay tres maestros
desde el jardín de infancia hasta octavo grado. Niños de diferentes grados
comparten el aula. Tu aula tiene alumnos de tercer, cuarto y quinto
grado. —Él se encogió de hombros—. Incluso con tres grados juntos, solo
hay entre doce y catorce niños en cada aula.

135
La mujer se acercó y Papá le estrechó la mano. —Regan, esta es
la Sra. Wilner, tu maestra. Ha sido profesora durante un tiempo y sabe
cómo hacer las cosas interesantes.

Regan comenzó a asentir y luego recordó lo que Audrey había


dicho. Cómo lo había dicho. —Encantada de conocerla, Sra. Wilner.

—Gracias, Regan. Estoy deseando conocerte.

Papá se arrodilló y tomó las manos de Regan entre las suyas. —


Hoy trabajo en la clínica, pero uno de nosotros, Gabe o Bull, te
recogeremos cuando termines la escuela. Luego puedes hacer tu tarea en
la clínica hasta que cierre.

Vio a dos chicas intercambiar miradas y reconoció sus


expresiones: la niña nueva ni siquiera puede caminar sola dos manzanas.

Hoy era cierto: no estaba muy segura de qué edificio albergaba la


clínica. Él debería habérselo enseñado. Debería haber caminado con ella
para que ella lo supiera. Su voz salió desagradable. —Si, vale. Pero
mañana volveré caminando. Sola.

Su mandíbula se endureció y luego asintió. —Vamos a llegar a un


acuerdo. Esta semana, soportarás que uno de nosotros te recoja. La
semana que viene podrás caminar por tu cuenta, ¿sí?.

Una semana. Con alivio notó que tendría tiempo de aprender el


camino. Asintió.

Él tocó su mejilla, se levantó y besó la parte superior de su cabeza.


—Que tengas un buen día, hoy, mija.

Cuando él salió, dejándola allí con extraños, su estómago se


estremeció, y ella quería correr tras él, que él la abrazara. No llores como
un bebé.

—Ven conmigo, Regan, y te presentaré a tus compañeros de clase.


—La Sra. Wilner la acompañó al grupo en la mesa.

136
La mañana no había sido demasiado horrible, decidió Regan
mientras seguía a sus compañeros afuera después del almuerzo. El
llamado parque infantil tenía columpios y un pequeño campo para jugar
fútbol y un área pavimentada de baloncesto.

No es que ella estuviera jugando. El campo de fútbol estaba


mojado. Los dos chicos de su clase estaban disparando al aro, en lo que
Regan era muy mala. Demasiado baja. Sin entrenamiento. Los chicos
normales solían tener aros en casa para practicar.

Se cerró el abrigo cuando una ráfaga de aire frío la hizo temblar.


Pero su abrigo era cálido, y oye, su ropa nueva era tan bonita como la de
todos los demás, y eso era genial. Sin rasgaduras, ni agujeros, ni
manchas. Sus vaqueros y camisa incluso le quedaban bien. En el hogar
de acogida, sus muñecas sobresalían de las mangas y sus tobillos de los
vaqueros.

Si Papá, Cazador, se cansaba de ella, ¿la dejaría llevarse la ropa?

Le dolía el estómago al pensar en irse. Volviendo a la sucia casa


de acogida, compartiendo una habitación con chicas malas.

Mientras los niños en el patio de recreo gritaban y jugaban, Regan


suspiró. Intentando parecer que no le importaba estar sola, metió las
manos en los bolsillos de su chaqueta nueva y encontró algo debajo del
guante. Ella lo sacó.

Una bolsa de M&M, una grande, con una nota pegada. ¡Que
tengas un buen día, Regan! JJ

Todo su mundo se volvió más brillante.

—¡Muy bien! —riendo, Regan arrancó una esquina de la bolsa y


vio a la otra niña en su clase de cuarto grado mirar hacia arriba—
.¿Quieres algunos M & Ms? Hum, Dela-a ...

—Es Delaney. Claro. —La chica se quitó el pelo rojo claro de los
ojos y se acercó. Era un poco más alta que Regan y más grande. Uno de
los niños mayores la había llamado gorda. Ella había estado esperando
sola.

137
Regan vertió algunos M&M en la mano de Delaney.

—Me encantan los verdes. —Delaney se metió un caramelo en la


boca.

—¿Eres nueva aquí también?

—Más o menos. —Delaney comió otro M&M—. Solíamos vivir en


Anchorage, pero Mamá consiguió un trabajo en el complejo y nos
mudamos aquí el mes pasado. —Rodó los ojos—. Mamá creció aquí, y mis
abuelos están aquí, y Mamá solía decir que nunca volvería a Rescue.

—Pero lo hizo. —Regan frunció el ceño— ¿Te gusta estar aquí?

—A veces. —Delaney sacudió la cabeza—. Puedo hacer más cosas


porque no es una ciudad, como caminar hasta donde trabaja la abuela
en la oficina de correos. Pero no conozco a muchos niños y algunos son…

—Hola, chica nueva. —El niño mayor tenía el pelo corto y claro y
estaba al lado de una niña muy guapa con el pelo largo que era aún más
claro. Estudiantes de quinto grado—. Si tienes caramelos, los compartes,
y esa grasa no necesita más comida.

Los hombros de Delaney cayeron y ella comenzó a devolverle los


caramelos.

Regan empujó su mano hacia atrás. —No estás gorda. Es un


cabeza hueca.

—¿Cómo me llamaste? —Cuando el niño pisoteó, los niños más


pequeños se escabulleron como ratones. La niña a su lado estaba riendo.

Regan volvió a meter las M&M en su bolsillo porque trataba de


quitarle la comida. Había aprendido de eso en el parvulario. Sus manos
se cerraron en puños. Las bofetadas no funcionaban tan bien como los
puños.

No. Ella no debería pelear. Los adultos se enojarían. Papá se


enojaría.

Ella retrocedió unos pasos. No pelearía si no tenía que hacerlo.


¿Quizás la profesora haría algo? —Aléjate de mí —gritó—. No puedes
robarme.

138
El chico parecía sorprendido y dio un paso atrás. Mantuvo la voz
baja. —No robé nada, tonta spic. ¿Por qué no vuelves a México donde
perteneces?

Regan puso los ojos en blanco y no dejó de gritar. —Nací en


California, señor Cabeza Hueca.

—Brayden, vámonos. —La chica rubia tiró de su brazo, y él lo


arrancó de su mano.

—No, esta perra frijolera…

—Maldito gilipollas, piérdete —gritó Regan, y ante el jadeo de


Delaney, se dio cuenta de lo que había dicho.

Oh, mierda.

—Ese no es el lenguaje que usamos. —La Sra. Wilner señaló hacia


el edificio—. Entremos. Todos vosotros.

Una ola de miedo se apoderó de Regan. ¿Qué tan enojado se


pondría Papá? ¿La enviaría de regreso?

JJ había usado la cocina de abajo para hornear pan de plátano


con los plátanos oscuros que no había logrado comer. Teniendo en cuenta
el costo de los productos en Alaska, no los desperdiciaría. Sintió una
punzada de culpa: las gallinas habrían disfrutado de la golosina.

Arriba, en sus habitaciones del segundo piso, escuchó el


temporizador y trotó escaleras abajo, solo para darse cuenta de que Caz
estaba allí con Regan y dando una charla.

No era correcto. ¿Debería volver arriba hasta que se fueran? No,


tenía que sacar el pan ahora. JJ bajó los escalones y trató de caminar de
puntillas hacia el área de la cocina, aunque eso no serviría de mucho, ya
que toda la planta baja era una habitación gigante.

Afortunadamente, la ignoraron cuando ella sacó el pan y apagó el


horno.

139
Y escuchaba. ¿Fisgoneando mucho? Eres una chica mala, Jayden
Linnea Jenner.

—No es fácil ser la nueva en una escuela, pero vas a tener que
hacer un esfuerzo para llevarte bien —decía Caz con esa voz resonante
que la estremecía cada vez que lo escuchaba hablar—. Y hay ciertas
palabras que no están permitidas. Joder en todas sus variaciones.
Gilipollas. Son dos de ellas. No debes usar esas palabras.

Regan se levantó con la cabeza gacha. Pero desde un lado, JJ


pudo ver que su expresión era más de enfado que de disculpa.

Entonces Caz continuó diciendo que las niñas ni siquiera


deberían saber esas palabras y…

—¿En serio? —JJ se inclinó sobre el mostrador—. Estoy segura


de que os he escuchado a ti y a tus hermanos usar esas palabras.

Caz se volvió y apretó la mandíbula. —Este no es tu…

—Oh, pero lo es. Porque soy una chica. —Ella lo fulminó con la
mirada—. Adelante, dile que hay lugares donde maldecir es inapropiado.
Es la verdad. ¿Pero decirle a una niña que es demasiado joven para decir
ciertas palabras cuando los adultos a su alrededor lo hacen? ¿No es una
forma de discriminación por edad?

Caz se pasó la mano por el cuello. —JJ, eso es…

—¿Y decirle que las chicas no pueden decir palabrotas y los chicos
sí? No en mi presencia, no lo harás.

Caz frunció el ceño y luego sacudió la cabeza. —Dije eso, ¿no?

Para sorpresa de JJ, se arrodilló y tomó las manos de Regan. —


JJ tiene razón, y me disculpo.

La expresión de sorpresa de Regan no tenía precio. La niña no se


había molestado por la regañina, pero la disculpa de un adulto la dejó
atónita.

JJ respiró hondo, porque había admitido que ella tenía razón y


que él estaba equivocado. Una declaración simple sin excusas ni
evasivas.

Él continuó hablando con Regan. —Sin embargo, dicho eso, hay


lugares donde decir palabrotas se considera muy descortés. Como regla

140
general, si hay personas ajenas a la familia, es mejor evitar las
palabrotas. Eso se aplica a todos, hombres o mujeres, jóvenes o viejos. Y,
como puedes ver, sea correcto o no, las personas reaccionan más
fuertemente a un niño que maldice que a un adulto. Podrías tomar eso
en consideración.

Regan frunció el ceño. —Pero... él iba a llevarse mis caramelos—.

Cuando apareció la sonrisa de Caz, el corazón de JJ simplemente


dio un vuelco.

—Mija, estoy orgulloso de ti por defenderte. Hay maneras de


hacerlo que pudieran funcionar mejor y evitar problemas, por lo que
hablaremos de ellas. De hecho, limpiaremos la sala de estar juntos, ya
que ambos nos equivocamos, y puedes contarme más sobre ese pende...
Ah, ese chico y sobre lo que pasó.

Incapaz de mirar por más tiempo, JJ se dio la vuelta, porque ella


daría cualquier cosa porque Cazador la mirara con esa tierna expresión.
Dio la vuelta a los panes en dos platos, recogió uno y dejó el otro en el
mostrador.

—El equipo de limpieza consigue pan de plátano —dijo—.


Lleváoslo a casa cuando hayáis terminado, ¿de acuerdo?

Caz pasó una mano por el cabello de Regan, luego le sonrió a JJ.
— Aceptamos con agradecimiento... pero solo si te unes a nosotros para
cenar esta noche.

Se le cortó la respiración. La cálida mirada en sus ojos hizo que el


suelo debajo de sus pies se sintiera irregular. —¿Qué?

—¿Por favor, JJ? —Regan saltó de puntillas— ¿Por favor ven?

Ella no debería. Ella no debería. —Me encantaría unirme a


vosotros.

141
Capítulo Once

Cuando la vida cierra una puerta, rompe la pared y entra como un jefe.

~ Desconocido

El sábado por la noche, casi a fines de octubre, JJ comenzaba a


sentir que se estaba acomodando. Llevaba casi tres semanas en Rescue.

Sentada en su silla, miró a su alrededor. La casa de Lillian estaba


llena de impresionantes antigüedades y hermosas alfombras orientales.
El tablero de fieltro verde que cubría la mesa del comedor parecía
bastante fuera de lugar.

A la Brit no parecía importarle.

Por otra parte, Lillian estaba llena de sorpresas. Mira a los


invitados que había reunido en su noche de póker. Los dos policías de
Rescue estaban allí, así como Bull y Caz. Bull se había tomado la noche
libre en su bar. El dueño del supermercado, Dante. Tucker y Guzmán
eran hombres canosos, barbudos y desaliñados que vivían fuera de la
ciudad en cabañas vecinas, fuera de la red.

Cuando terminó el descanso y todos volvieron a la mesa, Caz


cruzó la sala de estar, hablando por teléfono con Regan. Esta era la
primera noche que Caz no estaba en casa con su hija.

Su suéter rojo oscuro de cuello en V sobre un jersey negro de


cuello de cisne se aferraba a sus amplios hombros y a su musculoso
pecho de una manera que no dejaba de atraer su mirada. Ella sabía que
no era conveniente y aun así no podía dejar de mirarlo.

142
Su voz era un suave murmullo mientras decía—: Ahora vete a
dormir, mija. Audrey se quedará contigo hasta que llegue a casa.

Todo niño debería tener un padre como él.

Mientras se guardaba el teléfono en el bolsillo, levantó la vista... y


la pilló mirando. Sus ojos marrones oscuros atraparon los de ella, y un
pliegue apareció en su mejilla.

El calor le coloreó la cara y se aclaró la garganta. —¿Regan está


bien?

—Sí. Parece que se divirtieron. —Cogió sus cartas y vio el montón


de caramelos de dulce de leche en un plato al lado de sus fichas.

—¿Le va bien en clase? Nuestra pequeña escuela debe de ser un


gran cambio —dijo Lillian.

—Ella no parece... deseosa... de ir a la escuela por las mañanas.


Pero su maestra dice que le va bien. Participa. Podría estar haciendo
algunos amigos. —Caz apretó la mandíbula—. Es muy rápida para
meterse en una pelea.

Gabe resopló. —De tal palo tal astilla.

¿En serio? Cuando la jugada empezó, JJ estudió al doc. Trató de


imaginarlo en una pelea. Empezando una pelea. Cazador siempre parecía
tener una cantidad casi infinita de paciencia. Aunque tenía esos
cuchillos...

Sonriendo levemente, examinó sus cartas, luego a los otros


jugadores y sus caras. Parecía…

A su alrededor, el edificio pareció gemir, y se movió. Se sentía


como si estuviera en un bote sobre agua agitada. ¿Estaba rota su silla?
Solo que no, su bebida estaba chapoteando en el vaso, los agujeros de los
dónuts19 rodaban por la mesa. La cristalería tintineó en la cocina.
Mientras Lillian y los hombres se apartaban de la mesa, todo se detuvo.

—Bonito y corto. Estoy tan contento de no tener que arrastrarme


debajo de la mesa. —Gabe echó la silla hacia atrás—. Quizás un 3.7 más
o menos.

Donut Hole , un dulce en forma de bola hecho originalmente de la masa cortada


19

para hacer los agujeros en los dónuts.

143
—No, era más grande que eso. ¿No viste los agujeros de los dónuts
rodando? Apuesto cinco a que fue un 4.2. —Dante tiró de su barba
blanca—. Tal vez a 50 millas de profundidad en el Golfo.

—Acepto la apuesta. —Con una sonrisa, Guzmán levantó un


billete de cinco dólares—. Voy por 4.0 y el centro de Alaska.

Mientras se hacían las apuestas, JJ miraba a los locos. —¿Fue un


terremoto y estáis apostando a eso? —¿Y ahora iban a volver a jugar?

Recogiendo sus cartas, Guzmán se echó a reír, mostrando un


montón de empastes de plata. —Sí. ¿Tu primer temblor?

—Uhmm. —Ella puso una mano sobre su estómago—. Se sintió


bastante raro.

—Alaska tiene unos pocos miles al mes, generalmente tan


pequeños que no los sentimos. Pero algunos sí. —Bull le dirigió una
sonrisa tranquilizadora—. Mejor acostúmbrate a ellos. Cuando estés
decorando, ten en cuenta que las cosas pueden salir volando. O caer.

—¿En serio?

Todos alrededor de la mesa asintieron.

Bueno, de acuerdo entonces. Ella suspiró y recogió sus cartas. —


Subiré dos piezas de caramelo de dulce de leche.

Como Tucker y Guzmán vivían principalmente de la tierra, Lillian


había preparado pasteles para ofrecerles una comida casera. Tucker, que
no se había quedado atrás en el póker, había ganado la última mano, y
su regodeo sobre sus ganancias de donuts fue adorable.

Ahora, el hombre le echó una mirada triste a sus caramelos y tiró


sus cartas. —Me retiro.

Junto a Tucker, Bull se acarició la perilla, una hermosa pista de


que decía que no tenía nada.

JJ mordisqueó un trozo de caramelo que había sacado de la pila


frente a ella. Podía permitirse comer una pieza, ¿verdad?

—Chiquita —murmuró Caz desde su derecha—, no deberías


comerte tus apuestas. —La forma en que la miraba, la misma forma
tierna en que miraba a Regan en estos días, simplemente derritió su
corazón.

144
Ella trató de erigir una defensa, encontrar distancia, y no pudo.
—Me encantan los dulces —admitió. Su padre había guardado una
provisión de M&Ms para ofrecer junto con sus abrazos para aliviar los
malos ratos: peleas en el patio, rodillas raspadas, juguetes rotos. Ella
tomó otro mordisco—. Oye, acabo de sufrir un terremoto, y este es uno
de mis alimentos de consuelo.

—Ah, eso es bueno saberlo. —Con un pequeño guiño, dejó uno de


sus propios caramelos en su pila.

Ella sintió como si hubiera recibido un abrazo.

—No tengo nada —anunció Bull y se retiró. Los otros se burlaron,


y la jugada fue para Lillian, Dante, Gabe y Guzmán.

Finalmente, Caz empujó hacia adelante una mezcla de caramelos


y dónuts. —Veamos qué tienes, oficial tramposa.

Ella sonrió y mostró su mano. Un full house 20.

Tucker frunció el ceño. —Muchachita, eres incluso mejor que la


alcaldesa Lillian. ¿Tu papá te enseñó eso?

Ella se rio, tiró del bote y le empujó un trozo de caramelo,


haciendo que sus ojos se iluminaran. —Mi Mamá. Vivíamos en Las Vegas,
y ella repartió cartas durante años antes de enfermarse. Ella me enseñó.

—No es de extrañar que estés barriendo. —Guzmán tiró de su


barba entrecana.

Bull frunció el ceño preocupado. —¿Tu mamá se enfermó?

JJ había descubierto que el tipo enorme escondía un corazón


suave. —Un derrame cerebral la dejó parcialmente discapacitada. Llegué
a casa de la escuela y encontré paramédicos en nuestro departamento.
—Ella trató de reír ligeramente—. Fue un shock.

—¿Colegio? ¿Cuántos años tenías? —Girándose en su silla, Caz


la estudió.

—Dieciséis.

20
Tercer mano en cuanto al valor en el juego de Poker.

145
—Maldición, eso es duro, niña —dijo Dante—, los derrames son
terribles. ¿Cuánto la afectó?

—Un lado quedó paralizado. Y ella… —JJ consideró cómo


decirlo—, sus emociones y procesos de pensamiento se vieron alterados.
Estaba decidida a superarlo. Y se recuperó lo suficiente como para
moverse, pero su mente no funcionaba tan bien como antes. No podía
repartir cartas, pero el casino fue lo suficientemente amable como para
mantenerla en el almacén.

—Apuesto a que con un recorte salarial —observó Bull. Teniendo


un MBA21, por supuesto, lo sabría. Cuando Mako dejó a sus hijos un
montón de propiedades en Rescue, Bull fue reclutado para manejar el
negocio además de ser dueño de un restaurante y una cervecería en
Anchorage y un restaurante en Homer.

Frunció el ceño a JJ. —Sobrevivir con el salario mínimo no es


fácil. ¿Cómo os las arreglasteis?

—Nos las apañamos. Ayudé con un trabajo después de la escuela


en un pequeño supermercado.

—Trabajar, cuidar a tu madre, no es la experiencia habitual en la


escuela secundaria. —Los ojos de Caz eran cálidos. Comprensivos.

Sintió sus mejillas arder. —Después de casi perderla, estaba


agradecida por el tiempo extra que tuve con ella. Ella era una gran madre.

—Me sorprende que no te hayas dedicado a repartir cartas cuando


cumpliste veintiún años —dijo Gabe—. Es más fácil y probablemente
paga mejor que ser un oficial de patrulla.

—No al principio. Los repartidores comienzan con un salario


mínimo, aunque las propinas hacen la diferencia. El dinero que se gana
depende de la experiencia, el límite de la mesa y todo eso.

Caz levantó las cartas y las barajó, con sus delgados dedos llenos
de gracia. Hábil. —Eso dicen. ¿Cómo perdiste a tu mamá?

Mientras las cartas cruzaban la mesa, ella levantó la mano y miró


a su alrededor, esperando que cualquiera de los otros detuviera las
preguntas, que quisieran jugar, pero todos estaban expectantes. —La
atropelló un coche cuando volvía a casa desde el casino. Dos conductores

21
Maestría en Administración de Empresas

146
ebrios que participaban en una persecución en el centro de la ciudad se
saltaron el semáforo en rojo. Otros dos peatones resultaron heridos, pero
el coche le dio a mamá de lleno. —Miró a Gabe, preguntándose cuánto
había compartido.

Sacudió la cabeza ligeramente. Nada.

Ella contuvo el aliento. —Yo también regresaba a casa,


sincronizaba mi horario con el suyo para poder cocinar… vi…

Caz le quitó las cartas de la mano y la sostuvo en la suya. Sus


dedos estaban fríos; su mano estaba caliente. Se mantuvo firme. Fuerte.
—¿Qué edad tenías entonces, JJ?

—Veinte. —Ella sacudió la cabeza—. Uno de los oficiales que


respondieron fue un imbécil total, pero el oficial de patrulla fue genial.
Compasivo, eficiente y competente. El contraste fue increíble y —se rio—
me presenté en todas las comisarías en un radio de unos cien kilómetros.

Habiendo escuchado mucho de eso durante su entrevista, Gabe


le sonrió. —Y Rescue se alegra de que lo hayas hecho.

Su Jefe sabía cómo alegrarle el día.

Y basta de hablar de ella. Apartó su mano de la de Caz, deseando


no tener que hacerlo, y sonrió a los demás. —Juguemos, señores. La
mejor solución para la tristeza es el chocolate y, oh, mira, hay una buena
pila por allí. —Señaló los trozos de chocolate delante de Dante. Él la miró
con reprensión.

La resonante risa de Caz llenó el hueco dentro de ella, y no pudo


evitar sonreírle.

Cuando levantó la vista, Bull frunció el ceño ligeramente, su


mirada se movió de su hermano a ella. Y de regreso. Gabe la miraba a
ella y a Caz de la misma manera.

Vaya, vaya, vaya. Necesitaba recordar mantener su distancia de


Cazador, mental y físicamente y de cualquier otra manera.

A la medianoche, como les había advertido, Lillian dio por


terminada la velada. Tucker y Guzmán desaparecieron para comenzar el
viaje de regreso a las cabañas en el bosque. Bull y Dante estaban
ordenando el comedor, y JJ tuvo la clara impresión de que Dante pasaría

147
la noche. El Okie y la Brit22 eran muy diferentes, pero verlos juntos era
simplemente encantador.

Cuando JJ ayudó a llevar los platos a la cocina, le sonrió a su


anfitriona. —Muchas gracias por invitarme esta noche. Me lo he pasado
muy bien.

—Fue maravilloso tenerte, y qué divertido que otra mujer disfrute


de las noches de póquer. Traté de hacer que Audrey se uniera a nosotros,
pero ella dijo que no. —Con expresión risueña, Lillian apiló los platos en
el fregadero—. Estaba encantada de quedarse en casa con Regan.

Gabe le entregó su vaso. —Cuando me fui, estaban decidiendo


qué película de chicas mirar.

JJ sintió una punzada de envidia. Su tiempo de ver películas con


otros niños había terminado cuando tuvo que trabajar después de la
escuela y por las noches.

—Mira esa cara, ella también quiere ver películas de chicas. —Caz
cubrió la bandeja de aperitivos y la metió en el refrigerador, obviamente
sabiendo cómo recoger la cocina de Lillian—. No te preocupes. Viviendo
en el Hermitage, habrá otras oportunidades.

Los agudos ojos de Gabe se entrecerraron y luego sonrió. —En


realidad, a Audrey no le gusta estar sola en la cabaña cuando trabajo
hasta tarde. Le encantará tener a alguien con quien pasar el rato.

Alguien con quien pasar el rato. Una amiga. Porque Audrey iba a
ser eso. JJ no pudo evitar sonreír.

— Oye, Gabe, vamos, hermano —llamó Bull desde el comedor—,


Lillian, organizas excelentes noches de póker, gracias. Te veo en un mes.

Gabe besó la mejilla de Lillian, levantó la mano hacia Caz, JJ y


Dante y salió tras Bull desde que los dos los dos iban juntos.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudar? —preguntó JJ.

—No, amor. Todo está ordenado. —Lillian hizo un gesto a Dante.


¿Puedes acompañarla a su coche, querido?

JJ sacudió la cabeza. —No necesito…

22
Okie se les dice a los nativos de Oklahoma y Brit a los nativos de Gran Bretaña

148
—La llevaré, Dante. Aparqué cerca de su coche —dijo Caz—
.Gracias, Lillian, por la noche y los dulces.

JJ frunció el ceño mientras recogía su abrigo. —Gracias, otra vez,


Lillian. Adiós, a los dos. —Se dirigió hacia la puerta, sin esperar al doc.
Estar cerca de él no era la mejor de las ideas. Además, no necesitaba una
escolta, era agente de la ley, por el amor de Dios, y ciertamente no del
hombre que había ganado la mayor parte de sus caramelos con la última
mano.

Ella había estado esperando poder darse el capricho.

Cuando salió del porche, algo frío golpeó sus mejillas, por lo que
se detuvo. Miró hacia arriba. Grandes copos de nieve caían en espiral,
blancos contra el oscuro cielo nocturno. Una película de luz blanca ya
cubría la hierba y el camino de grava frente a la casa de Lillian. Qué
hermoso.

—Es bonito, ¿no? Incluso podríamos tener suficiente para hacer


que los caminos estén resbaladizos. —Caz bajó trotando las escaleras y
se detuvo a su lado—. Pusiste las llantas para la nieve justo a tiempo.

—Porque tú y Gabe os asegurasteis de que lo hiciera. —La


cuidaban con mucho esmero. Y a ella le encantaba. Sonrió al cielo.
Nieve—. En Weiler no caen más de un par de nevadas pequeñas al año.
¿Qué pasa cuando nieva mucho? ¿Quién limpia los caminos?

Mientras paseaban por el camino de ripio, él le puso una mano


detrás de la espalda, no de forma controladora, no como Nash, sino
simplemente manteniéndola cerca. —El municipio recurre a contratistas
locales para las carreteras, pero no se molestan hasta que hay, tal vez,
quince centímetros de nieve en la carretera. El pueblo se encarga de
quitar la nieve dentro de sus límites, por lo que la calle de Lillian será
despejada. Creo que Chevy y Knox firmaron un contrato para palear las
aceras del centro. Solían trabajar los inviernos en las carreteras de hielo
de North Slope, pero este año tienen suficiente trabajo para quedarse.

Chevy y Knox eran los empleados de mantenimiento locales. —


¿No viven fuera de la ciudad? ¿Cómo van a entrar?

—Máquinas de nieve. Los llaman motos de nieve en los 48


inferiores. En invierno, nuestro transporte cambia a aviones de esquí,
máquinas de nieve y raquetas de nieve.

149
—Oh. —Ella caminó a su lado, su cadera rozando la de él. Su
mano creó un pequeño círculo de calor en su espalda debajo de su
chaqueta— ¿Y el Hermitage?

—Nuestro camino es privado, pero tenemos un pequeño tractor


para despejar suficiente nieve como para poder salir. También tenemos
máquinas de nieve. Podrás llegar a la ciudad.

—Oh Dios. Supongo que debería tener más comida en la casa.


Vosotros parecéis muy bien preparados para el invierno.

—No tienes idea, chica.

Ante su mirada curiosa, él sonrió. —Mako era un


supervivencialista y paranoico, siempre esperaba una guerra o un
desastre. Tenemos paneles solares para complementar la energía
eléctrica, y hay suficientes alimentos almacenados para no morir de
hambre... hum, tal vez en un año más o menos, incluso sin cazar o
pescar.

—Eso es realmente genial. —Luego se detuvo—. Espera. ¿Los


servicios sociales permiten que un supervivencialista paranoico adopte a
cuatro niños? ¿Cuántos años tenías?

—Tenía ocho años. —Las comisuras de sus ojos se arrugaron—.


No le pidió exactamente al gobierno permiso para llevarnos.

—No pidió... ¿te robó de una casa de acogida?

—Huumm. Aunque estábamos dispuestos a participar.

—Eso está mal. —Su corazón respetuoso de la ley estaba


indignado, pero fue a lo esencial— ¿Era un buen padre?

—Lo era. —Al llegar a su Toyota, Caz se apoyó contra él—. Tenía
TEPT con algunos malos episodios de paranoia. Los años en el ejército lo
hicieron duro como un clavo y esperaba el cien por ciento de sus —-
Sonrió-—, soldados, sin importar cuán jóvenes fueran.

Podía escuchar el dolor en su voz. —Pero lo amabas.

—Esperaba mucho pero dio tanto o más. Nunca dudamos de que


nos quería, de que le pertenecíamos y de que moriría para mantenernos
a salvo —Mientras Caz miraba la nieve que caía, una luz del porche
cercano iluminaba su rostro delgado, la mandíbula ensombrecida con la
barba de un día. Su expresión se había suavizado ante los recuerdos.

150
Una infancia dura, un padre duro, pero este hombre recordaba
las mejores partes. Él no se quejaba, de hecho, ella nunca lo había oído
quejarse. Incluso en la mesa de juego donde el comportamiento a menudo
se deterioraba, había perdido con una carcajada, ganado con una
sonrisa, obviamente más interesado en la compañía que en la
competencia. ¿Alguna vez había conocido a alguien tan completamente
seguro de sí mismo?

¿Por qué diablos le tenía que gustar tanto?

Su mirada se encontró con la de ella. Colocando sus dedos debajo


de su barbilla, mantuvo su rostro hacia él. —Qué ceño fruncido. ¿Qué
pasa, mamita?

Ella no quería responder a eso. —¿Qué significa mamita?

—Ah, es la abreviatura de mamacita, pequeña Mamá.

Término paternalista y condescendiente... sin embargo, cuando la


llamó así con una voz como chocolate derretido, ella también se derritió.

—Dime qué te está molestando. —Su sonrisa fue lenta—. Mamita.

Las palabras se deslizaron de ella. —No quiero que me gustes


tanto. —Peor aún, ella estaba cayendo en algo más que me gusta, y eso
la asustaba profundamente.

Su sonrisa era blanca en la oscuridad, luego su voz bajó, tan


suave y masculina. —Siento lo mismo.

Sus dedos sobre su piel eran ligeramente ásperos... y muy cálidos.


Ella recordó el toque de su mano, la forma en que se habían sentido sus
labios, rozando los de ella como si cada detalle sensorial hubiera sido
cosido en su alma. Su mirada cayó a su boca y su voz salió demasiado
ronca. —Parece que tenemos un problema.

Sus labios se curvaron. Luego deslizó sus dedos en su cabello,


ahuecando la parte posterior de su cabeza mientras besaba su frente, su
sien, su mejilla. Sus labios eran tan cálidos.

Lentamente, su agarre sobre su cabello se tensó lo suficiente como


para inclinar su cabeza hacia atrás. Su boca cayó sobre la de ella.

Esto... esto era lo que ella había deseado, esperado, anhelado,


desde el momento en que había comenzado la noche. La necesidad se
acumuló en su vientre.

151
—Más —murmuró él, levantando sus brazos hacia su cuello y
tirando de ella firmemente contra él. Sus labios eran firmes, burlándose
de los de ella, obligándola a abrirse. Él tomó su boca con un control
devastador, dejando sus pensamientos dispersos en fragmentos a su
alrededor.

Dios, sus labios eran suaves. La forma en que ella respondió


estaba convirtiendo un simple beso en algo tan erótico que cada
resolución que él había hecho de dejarla en paz se le fue de la cabeza.

Cuando trató de retroceder, sus brazos se apretaron alrededor de


su cuello. Ella se presionó contra él, su vientre inferior rozando su
palpitante erección.

Tal vez un minuto más... o más.

Él ahuecó su trasero, tan femenino a pesar del duro músculo, y


la apretó más fuerte contra él. Sus pequeños senos se aplanaron contra
su pecho, tentándolo. Rogándole su toque.

Cuando comenzó a pensar dónde podrían ir para terminar esto,


recordó que tenía una hija. Audrey estaba cuidando a Regan en su
cabaña. Y no debería, no podía, liarse con la oficial de Gabe.

—JJ, debemos detenernos. —Con un suspiro infeliz, él agarró sus


muñecas y tiró de sus brazos hacia abajo entre ellos. El dorso de sus
dedos rozó sus pezones puntiagudos e hizo que ambos inhalaran
bruscamente.

¿Alguna vez había deseado tanto a una mujer? Ni siquiera


Carmen había puesto a prueba su control de esta manera.

—Cazador. —JJ sacudió la cabeza, como para recuperar sus


sentidos. Su voz se había vuelto aún más bellamente contralto—. Olvidé
qué…

—Ah, ¿quién podría estar ahí afuera, besándose como


adolescentes? —La voz aguda de la mujer rompió la noche tranquila como
un rayo irregular en un cielo oscuro.

—Parece nuestra nueva oficial de policía, ¿no? —respondió otra


mujer.

Caz se volvió y vio a dos mujeres en el porche iluminado al otro


lado de la calle.

152
—A la verga—maldijo por lo bajo. Una era Brooke , una mujer con
la que había estado años antes, que ahora trabajaba en el McNally's
Resort. Junto a ella estaba Giselle, también de McNally's, que lo había
perseguido desde que llegó a Rescue hace un par de meses.

Inclinando la cabeza hacia abajo, le dio a la mujer en sus brazos


una sonrisa triste. —Lo siento. Esto es, quizás, un poco demasiado
público.

La risa de JJ resopló. —Lo es. E incluso si no fuera así, no es una


buena idea.

En lugar de responder, abrió la puerta para ella, le tocó la mejilla


y apartó los copos de nieve que brillaban en su cabello rizado. —Conduce
con cuidado, princesa.

—Tú también, Doc.

Mientras caminaba hacia su coche, vio las luces traseras


desaparecer en la nieve que caía. No, estar con ella no fue una buena
idea. Sin embargo, la atracción entre ellos seguía creciendo.

153
Capítulo Doce

Flanquea a tu adversario cuando sea posible; a los tuyos.

~ Reglas del Cuerpo de Marines para para el combate con armas de fuego.

En la sala de examen de la clínica de salud, JJ se apoyó contra la


pared y le envió un mensaje de texto a Gabe diciéndole que estaba de
vuelta en la ciudad. Justo a tiempo, puesto que ya comenzaban las
actividades de Halloween del miércoles por la noche.

Intentando hacer su trabajo, Cazador limpió la sangre de la fea


herida en el hombro de Guzmán mientras el leñador hablaba.

No podía evitar mirar sus manos delgadas y bronceadas, tan


capaces y cuidadosas. Las mangas blancas de su bata de laboratorio
estaban enrolladas, y el vello oscuro no podía ocultar la dura
musculatura de sus brazos. Recordó cómo se habían sentido esos brazos
a su alrededor. Cuán profundamente la había besado, y Dios, ahora ella
estaba mirando su boca.

Los hombres letalmente atractivos como él deberían estar


prohibidos. Bueno, no, tal vez eso fue un poco drástico. Tal vez hacerlos
disponibles solo con receta médica. Como los narcóticos. Porque,
maldición, era totalmente adictivo.

Solo verlo atender a su paciente estaba calentando su sangre.

—Sí, fue una suerte para mí que apareciera nuestra nueva policía.
—Guzmán se acarició la barba hasta el pecho y le sonrió, devolviéndola
a la realidad—. Incluso si ella es un tiburón con las cartas.

154
Ella le sonrió.

Durante el juego de póker del fin de semana pasado, Tucker y


Guzmán le habían dicho dónde estaban sus cabañas. Hoy, se había
estado familiarizando con esa área cuando casi había chocado contra un
árbol que había caído al otro lado de la carretera.

Al pisar los frenos, vio que algo se movía y vio a Guzmán tirado
en el suelo y sangrando como un cerdo. Había tenido suerte. Si ella no
hubiera aplicado un vendaje de presión sobre la herida y lo hubiera
traído, podría haberse desangrado.

—¿Qué pasó, de todos modos? —preguntó el doctor.

—Eh, estaba cortando un árbol que había caído sobre nuestro


camino de tierra, y el maldito tronco rodó. Salté hacia atrás, lo
suficientemente lejos como para no aplanarme, pero uno de los trozos de
la rama se rompió en mi hombro. Bajé y me golpeé la cabeza con una
jodida roca. Después de eso, se volvió un poco borroso. —Guzmán levantó
la barbilla en su dirección— Gracias, oficial.

—De nada.

Su teléfono sonó. Gabe le había enviado un mensaje de texto para


que se reuniera con él al final de Main.

Maldición. Quería quedarse, ver a Caz trabajar, sólo... estar cerca


de él. Oh, admítelo, ella quería ignorar el buen sentido y arrastrarlo a la
cama. No podía. Después de que esas dos mujeres la hubieran visto
besándolo, aferrándose a él, hacer más sería lo más estúpido que se le
podría ocurrir.

Ella levantó su teléfono. —Tengo que ir a proporcionar una


presencia policial en el carnaval de Halloween. ¿Estáis los dos bien?

Caz la miró con ojos oscuros. —Estamos bien. Si ves a Regan, dile
que saldré en un momento.

—Lo haré. Guzmán, ¿dijiste que ibas a casa?

El viejo maderero asintió. —Tucker está entrando. Tomaremos


una cerveza, disfrutaremos del desfile de niños y él me llevará a casa.

—Diviértete, entonces. —Salió de la clínica y se detuvo en el


escritorio del vestíbulo.

155
Dientes puntiagudos en plena exhibición, la vampira Regina
sonrió. —Oficial JJ, ¿estás lista para la locura?

—Absolutamente. —A través de las ventanas, las luces blancas


centelleantes a lo largo de la calle principal se encendían, iluminando el
crepúsculo—. No puedo creer que ya esté oscureciendo. Apenas son las
seis pasadas.

—Esto no es nada. Espera a diciembre. Saldrás de la cama en la


oscuridad, irás a trabajar en la oscuridad y volverás a casa en la
oscuridad. —Regina señaló la calle—. Los cortos días son la razón por la
cual en la calle, y en muchas casas, se encienden las luces de Navidad
ahora y las dejan encendidas hasta la primavera. Todo es demasiado
oscura, de lo contrario.

—Debería haber buscado trabajo en Florida.

Regina se rio de ella. —Chica, todos sabemos que te encanta estar


aquí.

Una vez fuera de la estación, JJ encontró a Gabe en un extremo


de la sección pavimentada de Main Street, ayudando a Knox a ubicar a
las vallas para mantener los coches fuera del centro. Rescue celebraba
un desfile de disfraces, un desfile de dos manzanas. —¿Están las otras
calles bloqueadas?

El espigado empleado se quitó un mechón de su tupido cabello


rojo de la cara. —Deberían estarlo. Chevy está llegando al otro lado de
Main. Ya hemos bloqueado Grebe.

—¿Qué pasa con la manta? —JJ hizo un gesto hacia una manta
extendida en el suelo.

Él sonrió. —Para los que quieren desfilar sin estar abrigados. Soy
el protector de la pila de abrigos.

JJ se echó a reír, sabiendo que el abrigo de Regan sería arrojado


allí. La niña estaba muy orgullosa de su disfraz y se moría por mostrarlo.

—Aquí vienen. —Señaló la fila de niños que caminaban desde


Queen's Rest, el B&B victoriano en la esquina de Sweetgale y Swan.

—Maldición, están muy cerca. ¿Puedes decirle a Lillian que los


anuncie?

156
—De acuerdo. —JJ emprendió un rápido regreso al centro de la
ciudad. Se había construido un escenario simbólico con equipo de sonido
en medio de Grebe y Main, y allí fue donde encontró a la alcaldesa Lillian,
conversando con Sarah de la cafetería.

—Jayden, querida.

—Feliz Halloween, Lillian. Los niños están en camino desde


Queen's Rest. ¿Puedes anunciarlos?

—Por supuesto que puedo. —Lillian subió los dos escalones del
escenario y se inclinó hacia el micrófono—. Atención por favor. El desfile
de disfraces comenzará en un minuto. Los niños desfilarán por la calle
principal y se detendrán aquí. Preparaos para votar por vuestros
favoritos. Después de eso, harán un recorrido por Main Street. Cada
tienda tiene un puesto de Halloween dentro: hay juego de adivinanzas y
pintura de caras, lanzamiento de bolsas de frijoles, y otros juegos. Muy
divertido. En Swan, el Queen's Rest B&B celebra su apertura con nuestra
primera casa embrujada anual.

Una salva de vítores fue la respuesta.

Cuando la gente comenzó a reunirse en las aceras, Lillian se alejó


del micrófono y se sentó en el borde del escenario junto a Sarah.

JJ le sonrió a la mujer mayor que podía hacer que los vaqueros


negros y una chaqueta roja oscura parecieran a la moda.

Sarah estaba envuelta en un largo abrigo morado que no podía


ocultar su embarazo. Un gorro de lana púrpura a juego cubría su pelo
oscuro.

—Esto debería ser divertido. Tenemos muchos más niños. ¿Y el


pueblo no está magnífico?

Cada tienda tenía una decoración temática en la ventana o en la


acera. El esqueleto de la galería de arte se encontraba en un caballete,
con un pincel sujeto con dedos huesudos. Frente al supermercado de
Dante, dos esqueletos se sentaban en una manta con una canasta de
picnic entre ellos. Uno sostenía un sándwich con un cadáver de lagarto
disecado entre las rebanadas de pan. La oficina de correos tenía un
fantasma con una bolsa de correo a sus pies. El escaparate de la tienda

157
de ropa deportiva mostraba a una bruja pescando con un gato negro a
sus pies.

—Esos dos son mis favoritos. —Sarah señaló el edificio municipal


donde había figuras de peluche a cada lado de la puerta, una con
uniforme de policía con una máscara de gorila, la otra con una bata
blanca de laboratorio con un estetoscopio de plástico... y una máscara de
vampiro. Un letrero a sus pies anunciaba—: Voy a beber tu sangre.

—El sentido del humor del doctor es bastante retorcido —


coincidió Lillian.

—Él no es el único. —JJ hizo un gesto hacia la farmacia. Un zombi


estaba de pie en la ventana, con los brazos extendidos, y en lugar de los
interminables CEREBROOOOS, una viñeta sobre su cabeza decía
DROOOGAS—. Estoy un poco sorprendida de que no haya un concurso
de tallado de calabaza. O ninguna linterna en absoluto.

—Creo que esa fue nuestra primera gran tragedia aquí en Alaska.
—Sarah sacudió la cabeza con tristeza—. Uriah y yo habíamos hecho
unas tallas de calabaza impresionantes y las habíamos expuesto para
que los vecinos las admiraran.

JJ la miró. —¿Y?

—Escuchamos algo y miramos afuera. —Sarah extendió los


brazos ampliamente—. Un alce enorme y hambriento. Chomp, chomp,
chomp.

—¿Se comió tus calabazas? —JJ la miró fijamente—. Eso está


muy mal.

Lillian sonrió. —Nadie discute con un alce que se siente un poco


hambriento y quiere un bocadillo de calabaza.

—Seguro. —No con un animal que era más grande que un


automóvil. Uh, uh.

Mientras Sarah y Lillian conversaban, JJ se apoyó en el escenario


y disfrutó de la ciudad. La gente se estaba reuniendo y alineando a lo
largo de la calle. Tres hombres hablaban sobre sus éxitos de caza. Una
pareja mayor. Pasaron dos mujeres más jóvenes... susurrando y
lanzándole miradas.

158
Una sensación incómoda se apoderó de JJ. Pero fueron seguidas
por varias personas, que la saludaron amistosamente. Parecía que
“Oficial Jenner” había sido sustituido por “Oficial JJ”, que sonaba más
amistoso.

A ella no le importó en absoluto.

La música venía del extremo más alejado de la calle principal,


donde se habían instalado altavoces. ¿Era “Thriller” de Michael Jackson?

Aplausos saludaron la aparición del desfile infantil. El director era


el canoso Zappa, el dueño de la gasolinera. Estaba vestido con un traje
victoriano, completo con sombrero de copa y frac. Maldita sea si no se
veía auténtico.

El primer niño tras él era uno de cinco años que se pavoneaba


vestido como un oso marrón.

Le siguieron más niños. Mucho más. —¿Todos los niños de la


escuela se presentaron?

—La mayoría de ellos. —Sarah apoyó la mano sobre su vientre


con una sonrisa—. Son más que los que asisten a la escuela. Muchos de
los que educan en casa están desfilando.

—Ah. —JJ frunció el ceño, recordando cabañas remotas y


caminos estrechos de grava—. Entiendo que llegar a la escuela en
invierno puede ser difícil.

—Pero vienen a estos eventos —dijo Lillian—. Educados en el


hogar o no, siguen siendo parte de Rescue.

¿No era maravilloso cómo Rescue apreciaba a sus niños? —¿Qué


pasa con los Patriotas Zelotes?

—Educados en casa —dijo Sarah—. Sus niños no estarán aquí.


Parrish no lo aprueba.

Antes de que JJ pudiera decir algo, la música cambió al tema


musical de la película Los Cazafantasmas y estallaron vítores.

Los niños en el desfile casi bailaban por la calle.

Regan estaba vestida como la Mujer Maravilla, con el pelo largo y


castaño recogido de la cara por una tiara dorada. JJ sonrió, porque a la
tenue luz, la camisa de manga larga de lana marrón oscuro y el doble par

159
de mallas en las que Caz había insistido para que estuviese abrigada no
se podían ver debajo de la falda azul brillante y la parte superior del corsé
rojo brillante.

Cada noche durante la última semana, JJ, Lillian y Audrey habían


ayudado a Regan con su disfraz. Le habían envuelto las botas hasta la
rodilla con papel de aluminio rojo y creado brazales de papel de aluminio.
—Regan está adorable, ¿verdad?

—¡Oh, es muy linda! —Sarah sonrió—. Confía en Caz para darle


un arma afilada y puntiaguda, ¿hum?

—Ese hombre está loco por las cuchillas —Afortunadamente, la


espada era de goma. Si comenzaba a armar a su hija con acero, iban a
tener palabras—. Mira, ahí está tu Rachel. Es la sirena más linda que he
visto en mi vida.

La niña de guardería estaba vestida como Ariel de la Sirenita.


Sarah puso los ojos en blanco. —Ella insistió en ponérselo para cenar
todos los días esta semana... y cantando «Bajo el mar» constantemente.
Disney tiene mucho por lo que responder.

JJ rio y luego le dio unas palmaditas en el hombro a Lillian. —Me


voy a hacer una patrulla a pie. Buena suerte con la elección de los
ganadores.

—¡Oh, mierda! ¿Me ofrecí para esto? Mi cerebro está en ruinas. —


Lillian sacudió la cabeza y JJ supo por qué.

Porque cada niño era simplemente precioso.

Mientras Regan caminaba por la calle, no podía dejar de sonreír,


porque la gente la vitoreaba y algunos la señalaban y le decían que era
linda, y les encantaba su disfraz.

Fue aún más tonto cómo Delaney había elegido un disfraz de


Capitán Marvel, y ambas estaban en el grupo de superhéroes del desfile.
Delaney tenía el pelo claro como el Capitán Marvel, y Regan tenía el pelo
oscuro como la Mujer Maravilla.

Al ver a la gente, Delaney se avergonzó y agarró la mano de Regan.


Pero estaba bien, porque eran chicas superhéroes y se suponía que
debían mantenerse juntas.

160
Al igual que Regan, para mantenerse abrigada, Delaney llevaba
una camiseta de mangas azul y mallas. Regan le había contado cómo JJ,
Audrey y la señorita Lillian habían averiguado como hacer que sus botas
brillaran y hacer las cosas de los brazos… abrazaderas. Ayer, Regan
había llevado a Delaney a la biblioteca después de la escuela, y JJ y
Audrey habían cosido tela roja brillante y cintas amarillas para que se
pareciera aún más al traje de superhéroe del Capitán Marvel.

—Nos están aplaudiendo. —Los ojos de Delaney se agrandaron.

Regan sonrió porque podía oír al Tío Bull, podía ser muy ruidoso,
y ya no se asustaba. El silbido fuerte era JJ, que le iba a enseñar cómo
hacerlo. Vio a Papá junto al tío Gabe, y los dos la miraban y aplaudían.

Dentro de su pecho, se sentía toda aturdida y feliz. Ni siquiera


notaba el frío, a pesar de que todavía había nieve en la calle.

Delaney le apretó los dedos. —¿Dijo tu papá que podías pedir


dulces después del desfile?

—Sí. Pero tenemos que permanecer juntas y no podemos


abandonar el área bloqueada.

La cara de Delaney cayó. —Oh. ¿Pero qué hay de la casa


embrujada? La abuela y el abuelo no nos llevarán, son un poco raros
con las cosas de Halloween.

La casa embrujada era donde se habían reunido para el desfile, y


estaba a una cuadra de los aserraderos. Incluso desde afuera, se veía
súper aterradora. —Papá tiene que quedarse en la ciudad por si algún
idiota se lastima.

Algún idiota. Es lo que dijo el tío Gabe cuando le pidió a Papá que
abriera la clínica.

—Oh.

Regan sonrió. —Pero Papá le pidió al padre de Niko que nos llevara
a los tres. Después del desfile, el padre de Niko nos llevará por las casas
con él y con Niko. Podemos ir a pedir dulces al centro y luego te dejará
en casa de tus abuelos.

Los ojos de Delaney se abrieron de par en par y sonrió


enormemente.

161
Regan y Delaney habían obtenido premios por sus disfraces: mini
linternas brillantes. Regan no podía creerlo: ¡había ganado un premio!

Cuando el padre de Niko, que se llamaba Chevy, los encontró,


recogieron sus abrigos y se dirigieron a la casa encantada.

En el trayecto, el Sr. Chevy los asustó más que cualquier


fantasma, contando que un oso pardo lo había atacado. Tenía cicatrices
y todo. El oso había perseguido a Niko tan lejos en el bosque que la gente
tuvo que buscarlo.

Regan estaba temblando incluso antes de entrar en la casa


embrujada.

Había fantasmas y esqueletos. Ella gritó cuando algo la agarró por


detrás, y Niko se rio de ella, y ella también se rio. Delaney chilló y le
apretó la mano con tanta fuerza que se le entumecieron los dedos.

Luego terminaron y salieron. Ella y Delaney tenían tantas ganas


de orinar que corrieron hacia el baño en el vestíbulo del B&B, dejando a
Chevy y Niko riéndose detrás de ellas. En los baños, Delaney dejó escapar
un gran suspiro mientras orinaba, y Regan se rio tan fuerte que no podía
parar. Entonces Delaney también empezó a reírse.

Era una noche estupenda.

Después de buscar sus abrigos, ella y Delaney salieron juntas y


bajaron del amplio porche. Chevy se paró con un grupo de adultos.
Agachado en la acera de grava, Niko estaba iluminando con su linterna
las piedras.

—¿Perdiste algo? —le preguntó Delaney.

—No. Necesitamos piedras para la escuela, ¿recuerdas?— Se


inclinó para recoger una.

—Oh, guau, sí claro. —Regan sacó su propia linterna. La Sra.


Wilner había dicho que llevaran piedras para algo de ciencias.

162
—Mira esto. —Niko levantó una piedra, quitándose el cabello
castaño de los ojos. Necesitaba un corte de pelo, y sus vaqueros tenían
un agujero en la rodilla. Shelby, la rubia estudiante de quinto grado,
había dicho que era una pobre basura blanca.

Regan había logrado no llamar a Shelby zorra, apenas, porque


Papá dijo que la palabra la metería en problemas. Pero Niko no era
basura; era agradable. Cuando leía un libro en voz alta durante la hora
de lectura, lo representaba y hacía reír a todo el mundo.

Regan tomó la piedra y la iluminó con su linterna. Era


transparente con líneas doradas que la atravesaban. — Es bonita. —Se
la enseñó a Delaney.

—Quiero que papá me lleve a la ensenada de Cook porque dice


que podríamos encontrar ágatas. —Niko sonrió y recuperó su piedra—.
La última vez que estuvimos en la playa, mi perro, Einstein, se revolcó en
un pez muerto. Tuve que lavarlo, como tres veces, y todavía apestaba.

Regan se echó a reír. —Me gustaría tener un perro, pero quiero


un gato.

—Tal vez encuentres uno, y el doc te permita conservarlo. —Niko


se metió la piedra en el bolsillo—. Así es como obtuve a Einstein. Lo
encontré debajo de un coche, todo flaco y hambriento, y el Jefe Gabe me
ayudó a atraparlo. Y papá me dejó quedarme con él.

—Tienes suerte. —Se mordió el labio y comenzó a avanzar por el


camino—. A Papá no le gustará.

—Entonces, ¿tu Mamá podría convencerlo?

Mamá. Regan miró hacia otro lado, recordando la última vez que
había visto a su madre. Hablando emocionada y un poco asustada, Mamá
se había ido con su nuevo novio para robar una tienda, solo que la
atraparon y la enviaron a la cárcel. Y luego... no se había despedido ni
nada. —Mi madre está muerta.

El tono de su voz era extraño. Malo. Como si estuviera enojada


con Niko, solo que no lo estaba. Ni siquiera podía estar enojada con
Mamá, porque Mamá estaba muerta y eso no estaría bien. Tragando
saliva, se inclinó y agarró una piedra del suelo.

—Oh. —Niko la miró fijamente—. Eso apesta, sí.

163
Delaney la tomó de la mano. —¿Es por eso porque te mudaste
aquí? ¿Para vivir con tu papá?

Su garganta estaba rara. Ella asintió.

—Eso es difícil. —Delaney se acercó—. Mi papá nos dejó. Le


gustaba más su asistente que Mamá y ya no quería estar con nosotras.

—Oh, mira, son Chica Nueva, Chica Gorda y Chico Basura. —El
fuerte golpe de Brayden empujó a Regan fuera de la acera y hacia la nieve
acumulada.

—Deja de bloquear el camino, imbécil. —Con desprecio, Shelby se


echó el cabello rubio trenzado sobre el hombro. Estaba vestida como la
princesa Elsa e incluso llevaba maquillaje.

Mientras Regan se ponía de pie y se quitaba la nieve, Brayden se


rio. —Definitivamente una imbécil. Y fea y morena.

Esas palabras dolieron. Morena, vale, sí. Su piel medio latina y


bronceada de California era más oscura que la de ellos. Solo que a ella le
gustaba tener la piel de Papá y sus ojos y cabello marrones. Pero ella no
era fea ni una idiota.

Le dolían los dedos. Sí, claro. Pelear era malo. Poco a poco, soltó
las manos. Papá podría no querer una niña que se metiera en peleas.

Riéndose, los dos niños más mayores se dirigieron a la calle.

—¿Estás bien? —preguntó Niko. Cogió la piedra que ella había


dejado caer y se la entregó—. Ignóralos, son desechos del resort.

—¿Resort?

—Sí, McNally's Resort. Un sitio de lujo para esquiar en invierno


y vacaciones en verano. Trae a todo tipo de turistas y gente nueva aquí.
Papá lo odia por eso.

Niko había sido la primera persona en sonreírle en clase.


¿Pensaba que ella era mala porque era nueva? —¿Odias el resort? ¿A la
gente nueva?

—No. Me gustan las cosas nuevas. —Él sonrió—. Cuando sea


mayor, apuesto a que puedo conseguir un trabajo allí. Enseñar a la gente
a hacer snowboard o esquiar, tal vez. Delaney ayudará, ¿verdad?

164
Delaney asintió y le dijo a Regan—: Mamá trabaja allí.

—Eso es genial. —El snowboard y el esquí parecían divertidos.


Quizás ella también podría trabajar allí. ¿Estaría ella todavía aquí cuando
fuera mayor?

—Niko, ven aquí un minuto —llamó Chevy.

Niko corrió.

—Busquemos algunas piedras mientras estamos aquí —dijo


Regan.

Delaney sacó su linterna y se arrodillaron para buscar piedras


colores.

Regan había encontrado una cuando dos pares de zapatos se


detuvieron frente a ella. Miró hacia arriba.

Los dos alumnos de quinto grado habían regresado y la estaban


mirando.

Brayden empujó su rodilla en el hombro de Regan, lo hizo de


nuevo, luego extendió su mano, moviendo los dedos. —Dame la linterna.

Ella lo miró fijamente. No maldigas No pelees. Papá no había dicho


nada acerca de decir no. Ella se levantó. —No.

Incluso a la tenue luz, podía ver la cara del niño mayor


oscurecerse. Sus labios se elevaron en un gruñido como el de un perro.
—No me digas que no, chicana.

—Acabo de hacerlo.

La empujó y trató de agarrar su linterna.

Mientras la ponía en su bolsillo, fuera de su alcance, Shelby sujetó


la capucha de Delaney. —Está oscuro, Gordita. Quiero tu linterna.

De pie, Delaney apretó la luz y sacudió la cabeza. —No. Déjame


en paz.

—Dámela. —Shelby abofeteó a Delaney y se llevó la linterna.

Delaney cayó y Shelby la pateó.

165
—¡Déjala en paz! —Con furia como un fuego en sus venas, Regan
cargó, embistiendo a Shelby.

Gritando, Shelby golpeó a Regan.

Luego, de alguna manera, Regan tenía sus manos en el pelo largo


de Shelby y estaba tirando de él. Golpeando su cara. Aterrizaron en el
suelo y las uñas de Shelby se clavaron en la cara de Regan.

—¡Ay! —Regan le pegó justo en el ojo. Muy fuerte.

Shelby chilló.

Algo golpeó la espalda de Regan con tanta fuerza que gritó de


dolor. Shelby intentaba arañar de nuevo y Regan le agarró el brazo.

Brayden gritaba—: ¡Quítate de encima, Chico Basura!

—Basta. Ya. Basta. —La voz de una mujer. La voz de JJ—. Chicos.
Sentaos allí y no os mováis.

JJ agarró la capucha de Regan y la de Shelby, y las separó.

Shelby pateó como una loca, y JJ le dio una sacudida. —Para ya


o te pondré las esposas.

—Ella me golpeó primero —Shelby se echó a llorar—. Me hizo


daño.

—Oh, por favor —murmuró Niko— ¿Mientes mucho? —Él y


Brayden estaban sentados en el camino con mucho espacio entre ellos.

Regan se quedó quieta y, después de un segundo, se dio cuenta


de que JJ llevaba su uniforme de policía. Su gran cinturón con la pistola
y otras cosas en él. La placa brillaba en su chaqueta negra.

No, no, no. Regan se puso rígida de consternación. Si la


arrestaban, Papá la enviaría lejos con seguridad.

Oh, en serio, pensó JJ. ¿No debería una fiesta de Halloween estar
libre de peleas?

—Regan ¿Quieres decirme por qué estás peleando?

Regan miró hacia abajo y sacudió la cabeza, con la boca


comprimida en una línea obstinada.

166
JJ miró a la rubia con la que Regan había estado luchando. —
¿Qué hay de ti? ¿Cómo te llamas?

Las lágrimas de la niña se habían secado, probablemente porque


JJ no estaba impresionada. —Shelby Berman. Esa horrible chica lo
comenzó. Ella me golpeó.

—No —murmuró Regan.

Qué desastre. JJ miró al matón que había pateado a Regan por


detrás, el mierdecilla. —¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

Tal vez un año mayor que Regan, el chico rubio de ojos azules era
más pesado y alto. Tenía una expresión feroz. Había una veta de maldad
allí. Por su ceño fruncido, ella no obtendría ninguna respuesta de él.

—Soy Brayden Kearns, y mi padre estará muy enojado si no me


dejas ir.

—Mi Jefe se enfadará si lo hago. —JJ se volvió hacia los últimos


dos niños.

El chico delgado que había alejado a Brayden de Regan estaba


mirando al suelo. Chevy, uno de los operarios locales estaba detrás de él.
Por el parecido, era su padre.

Otra chica, la que había caminado junto a Regan en el desfile,


esperaba a un lado, llorando y temblando.

—¿Alguien quiere decirme de qué iba la pelea, o deberíamos ir a


la comisaría de policía y llamar a vuestros padres? —Nadie parecía
contento con esa solución, y JJ casi sonrió.

—¿Y bien? —JJ miró al niño que estaba sentado a los pies de su
padre. Estaba mirando preocupado a Regan— ¿Cuál es tu nombre?

—Niko, señora. Niko Chavdarov. —Enderezó sus hombros. Los


rectos ojos marrones se encontraron con los de ella—. No sé de qué se
trataba. Corrí cuando vi a Brayden patear a Regan.

—Estás mintiendo —estalló Shelby—. Esa chica nueva me golpeó


en la cara, justo en mi ojo.

Y un lindo golpe había sido. Bien, entonces, sería la comisaría.


Gabe esperaría informes, y los matones no eran algo a lo que la gente
hiciera la vista gorda. Ya no.

167
Regan tenía algunos rasguños que también debían limpiarse. JJ
estudió a las personas que se habían reunido y reconoció a dos. —
Guzmán, Tucker, ¿podría encargaros a vosotros dos que ayudéis a
escoltar a este grupo a la comisaría?

Cazador frunció el ceño cuando terminó el historial de su último


paciente. En el próximo evento de la ciudad, necesitaba que sus
asistentes trabajaran. Había un flujo constante de personas entrando en
la clínica. Borrachos que caían. Dos peleas a puñetazos. Un pequeño
accidente automovilístico fuera de la ciudad.

Maldición. Había esperado pasar la noche con Regan, viéndola


pedir dulces y disfrutar de los juegos.

Su teléfono sonó. El nombre de Gabe estaba en la pantalla. —


¿Qué pasa, mano?

—Hermano, si estás libre, ¿puedes venir a la comisaría?

Caz parpadeó. ¿Había habido un accidente en el calabozo


temporal? —En camino.

Después de agarrar su bolso médico, entró en el vestíbulo. Dos


niños estaban siendo escoltados fuera del edificio por sus padres. Detrás
del mostrador de recepción disfrazada de vampiro, Regina sonrió. —Doc.
Entra.

Caz miró sus sangrientos colmillos. —Espero que no estés


sonriendo a los niños con esa boca.

Su sonrisa se ensanchó.

Caz solo podía pensar que Gabe era sabio al no permitirle a la


recepcionista armas de fuego.

Cuando llegó a la puerta de la comisaría, Chevy y su hijo, Niko,


salían con Delaney. —Hola, Doc.

168
Caz se puso rígido. —¿No se supone que deberías estar en la casa
embrujada? ¿Dónde está Regan?

Cuando ambos niños se pusieron detrás del empleado, Chevy


medio sonrió. —Regan está bien. Está dentro con tu hermano. Dejaré que
se explique, ¿sí?

Caz observó la ropa manchada de tierra y el pelo lodoso de los


niños. La cara de Delaney estaba magullada. Niko tenía el labio partido.
Regan… ¿cómo estaría Regan? Un frío hilo de preocupación le recorrió la
espalda. Solo la declaración de Chevy de que su chica estaba bien evitó
que Caz entrara en la comisaría. En cambio, se agachó y extendió ambas
manos. —Venid aquí, los dos.

Después de un segundo, ambos se adelantaron. Les dio una


rápida mirada para ver si había sangre, pasó las manos por sus piernas
y brazos, presionó las costillas y las espinas dorsales. —A Niko le duele
la rodilla, Chevy. Vigila eso, por favor.

Chevy lanzó un gruñido afirmativo.

—Delaney, haz que tu abuela te coloque una bolsa de hielo en la


barbilla. Te quitará parte del dolor y la hinchazón.

Ella susurró—: Sí, señor.

Cuando Chevy los sacó, Caz entró en la comisaría, notó que el


centro de detención estaba vacío y se dirigió a la oficina de Gabe. —
¿Gabe?

—Salió por la parte de atrás por un minuto. —JJ salió de la oficina


del Jefe, Regan de detrás de ella.

Su pequeña niña. Sangrando. Su corazón se detuvo.

—Mija —Caz patinó hasta detenerse frente a ella, su bolso aterrizó


en el suelo. Arrodillándose, hizo una evaluación rápida. La sangre en su
rostro, marcas de arañazos de uñas. Había suciedad, pero
afortunadamente no sangre, en su ropa. Él le pasó las manos por los
brazos y las piernas , observando su rostro, buscando cualquier indicio
de dolor. Sensación de hinchazón.

—Estoy bien, Papá. No es nada grave.

—Estás sangrando, y la hemorragia es grande. —No debería


convertir una lesión en algo que la dejara asustada. Intentó canalizar la

169
indiferencia de Mako acerca de las lesiones: Hueso roto: aquí hay una
férula. Laceración: déjame mostrarte cómo suturarla.

No, no podía. No con su pequeña niña.

—Bueno —Forzó una sonrisa—, es grande para un nuevo padre.

Él sintió que sus músculos se relajaban ligeramente.

JJ le dio una media sonrisa de apoyo.

Abrió su bolsa. —Vamos a limpiar esos arañazos mientras


vosotras dos me decís lo que ha pasado—. Le echó a JJ una mirada que
decía que ella le contaría todo. Como quién coño había arañado a su niña.

Diez minutos más tarde, él había curado a su niña y había


escuchado la historia.

Matones. La habían acosado los matones.

Con una voz uniforme, JJ había presentado ambos lados de la


pelea según lo relatado por los cinco niños involucrados. O Regan
comenzó una pelea o Regan intervino para ayudar a su amiga para que
no le quitaran la linterna.

JJ obviamente creía a Regan.

Caz también. Se le escapó un gruñido y vio a su niña ponerse


rígida.

Su mirada cayó. —¿Estás enojado conmigo?

La tomó en sus brazos. Ella había resultado herida y él no había


estado allí. Cuando ella se relajó y se acurrucó más cerca, todo dentro de
él se suavizó. —Lo siento, mija, no estoy enojado. No contigo. No me
gustan los matones.

—A mí tampoco. —Su cabecita descansaba en su hombro y asintió


con firmeza.

—No quiero que pelees, pero a veces no hay otra opción. Estoy
orgulloso de ti, Regan. —Él besó la parte superior de su cabeza.

—¿Lo estás?

Su cabeza se levantó, casi golpeándolo en la barbilla, y vio la


rápida sonrisa de JJ.

170
—Lo estoy.

—¿Aunque me metí en una pelea?

—Diablos, tu padre ha estado en más peleas que todos los demás


juntos. —Bull entró por la puerta trasera—. Al menos, no tienes
cuchillos.

Dios. Si Bull continuaba, Regan terminaría cortando a sus


compañeros de clase la próxima vez que se enojara. —Bull, este no es
el…

—¿Cuchillos? —Regan lo miró fijamente— ¿Peleas con cuchillos?

—No habrá cuchillos en la escuela —dijo Gabe con firmeza. Al


entrar, golpeó a Bull en el hombro—. Imbécil.

—Vale. —Bull le sonrió a Regan—. Nada de cuchillos en la


escuela, pequeña.

Cuando Gabe se acercó, le dijo a Caz—: Hasta ahora, los padres


han decidido que los niños han sufrido suficientes repercusiones de la
pelea. Los padres de Shelby y Brayden han sido advertidos de que los
hábitos de intimidación de sus hijos no serán tolerados. He hablado con
el director Jones, que los observará en la escuela.

Caz frunció el ceño. —No recuerdo haber tenido a Shelby o a


Brayden como pacientes.

—Probablemente no —dijo Gabe—. Viven en el resort.

—Niko los llamó desechos del resort. —La pequeña risa de Regan
lo hizo sonreír.

—¿Vas a arrestarme, tío Gabe? —Ella lo miró con grandes ojos


marrones y se mordió el labio.

—No. Proteger a alguien de los acosadores no está en contra de la


ley —La risa encendió los ojos de Gabe—, o tu padre habría estado
encerrado durante años.

—¿Por qué no estoy sorprendida? —JJ resopló—. Déjame


adivinar. Cazador veía a alguien siendo molestado y saltaba.

—O un animal —intervino Bull—. Era la muerte de alguien que


lastimase a los animales. Todavía lo es, en realidad.

171
—Por supuesto —dijo JJ—. Y sus hermanos acudirían a su lado,
¿verdad?

Cuando Bull sonrió, Gabe se rio y admitió—: Todavía lo hacemos,


en realidad.

—Oh, sinceramente. —El oficial Jenner golpeó la placa de su


chaqueta—. Jefe, eres la ley.

Sus hermosos ojos color turquesa se dispararon hacia Caz, ¿y no


se veía adorable todo enojada? —Tú, Doc, eres un padre. Eso significa
establecer límites sobre cuándo pelear y cuándo no pelear.

Al diablo con los límites. Caz sostuvo a su valiente hija para que
pudiera mirarla a la cara. —Acosar a otros niños te meterá en problemas,
mija. ¿Salvarlos? Eso es lo que hacemos.

JJ puso los ojos en blanco, pero Caz vio la forma en que sus labios
se curvaron. La suavidad en su mirada cuando miraba a su niña.

No era el único orgulloso de Regan.

172
Capítulo Trece

Ten un plan. Ten un plan de respaldo para cuando el primer plan se vaya a la mierda.

~ Sentido común.

La pequeña bola blanca pasó rápidamente por la pala de Regan,


y ella gritó indignada. —¡Ca… caray!

Al otro lado de la mesa de ping-pong, su oponente hizo un baile


de victoria y Regan tuvo que reír. Delaney era realmente graciosa. Y
divertida también.

Después de Halloween, habían decidido que eran mejores amigas.


Este domingo, como la madre de Delaney tenía que trabajar, le había
pedido a Regan que fuera a la casa de sus abuelos. Habían jugado con
los perros del señor Hudson y ayudado a la señora Hudson a cocinar y
vieron La bella y la bestia.

Delaney le había enseñado a jugar al ping-pong. Aunque Regan


no había ganado ni un juego, todavía era muy divertido.

—Niñas, deberíais comenzar a recoger. Cazador debería estar en


camino, y Giselle estará en casa pronto. —La voz de la señora Hudson
llegó desde la cocina al cuarto trasero.

—Está bien, abuela —gritó Delaney.

—¿Giselle es el nombre de tu madre? —preguntó Regan—. Es


bonito.

173
—Ajá. Abu dice que es tan bonita como su nombre. —La boca de
Delaney se cerró por un segundo—. Aunque ella dice que papá la dejó
por una pelirroja.

La abandonó. ¿Cómo un divorcio? —Eso apesta.

—Sí. Papá le dio a su secretaria el lugar de Mamá en la compañía


y todo. Eso hizo que Mamá se enojara mucho. —Delaney lanzó un suspiro
y luego sonrió a Regan—. Tenerte aquí fue increíble. Todo es más
divertido con otro niña, ¿sabes?

—Lo sé. —Arrodillándose, Regan puso las paletas en la caja en el


estante bajo—. En casa de Papá son todos adultos y no hay ningún niño.
Parece raro, ¿verdad? Al menos aquí tienes perros. Solo tenemos pollos…
aunque es genial conseguir huevos.

Delaney se encogió de hombros. —Los perros son de Abu. Mamá


no me deja tener mascotas en nuestra casa. Ella dice que no estamos lo
suficientemente en casa, pero creo que es porque a ella no le gustan los
perros o los gatos.

Regan contuvo un soplo de tristeza. A Mamá tampoco le habían


gustado las mascotas. —Creo que podría haber un gato viviendo en algún
lugar cerca de nuestro lugar. Lo escuché maullar anoche.

—¿El gatito de un vecino?

—No tenemos vecinos. —No había otras casas en su lado del lago.
Pero si no había casas, ¿cómo se alimentaba el gato? Hacía mucho frío
afuera. Todavía había nieve en los parches. ¿Se iba a congelar el gatito?—
¿Cómo...?

La puerta principal se abrió y entró la madre de Delaney. Regan


la había visto un par de veces cuando había recogido a Delaney en la
escuela. Al igual que su hija, tenía el pelo rubio liso y la piel clara. Sus
tetas eran grandes, como si se interpusieran en el camino de todo.

Regan esperaba no crecer y tener tetas como esas.

—Delaney, ¿estás lista para marchar? —Miró a Regan con una


sonrisa rígida—. Quién es ésta?

Regan se puso de pie. —Soy Regan.

174
Delaney cubrió la mesa de ping pong con un paño brillante. —Ella
es la chica nueva en mi clase en la escuela. Caminé con ella en el desfile
y ...

—Delaney, ¿qué te he dicho sobre cómo presentar a las personas?

—Lo siento. Hum... Delaney miró al suelo. —Mamá, esta es Regan.


Regan, esta es mi madre, Giselle Washik.

—¿Regan tiene apellido? —Cuando Giselle hizo un sonido tonto,


Delaney se encogió un poco.

Regan frunció el ceño. Delaney era excelente para dibujar y muy


divertida, pero no buena para recordar nombres o cosas. ¿No debería su
madre saber eso?

—No usamos mucho los apellidos en la escuela. —Regan se clavó


las uñas en las palmas de las manos para mantenerse educada—. Mi
apellido es Ramírez. Mi padre es Cazador Ramírez.

—Cazador. —Los ojos de la mujer se agudizaron—. Mamá no


mencionó que eras amiga de la hija de Caz. Tú tampoco.

—Hum, tal vez porque ella no ha estado viviendo con él por mucho
tiempo. —Delaney le lanzó a Regan una mirada extraña.

—Vives con él. Fuera... en alguna parte. ¿El jefe también vive allí?
¿Y Bull? —preguntó la madre.

—Supongo. —Regan sacudió la cabeza—. Es un montón de casas


en medio del bosque. Tío Gabe y Bull están allí y Audrey. Y JJ también.

—¿JJ?

—Ella es la nueva policía —dijo Delaney.

Los ojos de Giselle se entrecerraron. —¿Está viviendo con su jefe


y Caz? —Realmente. Sus labios se cerraron sobre la palabra como si
tuviera una piruleta— ¿Es esta JJ flaca? ¿Una pelirroja con el pelo
enredado?

—Creo que su cabello es bonito. —Flaca tampoco sonaba bien,


exactamente. Pero JJ no tenía pechos grandes como la madre de Delaney,
así que ¿quizás por eso era flaca? Regan dio un paso atrás—. Traeré mi
abrigo y esperaré a Papá.

175
—No hay necesidad de esperar. Te llevaré a casa y salvaré a tu
papá del viaje. Delaney, trae tu abrigo.

Decir que no sería descortés, ¿verdad? Regan miró a la mujer.


Audrey dijo una vez que los hombres nunca invitaban a la gente a su
casa. Esto sería incorrecto.

Giselle se volvió hacia la abuela de Delaney. —Mamá, me llevo a


Regan a casa. Gracias por…

—¿Tú? Bueno... es muy amable de tu parte, querida. —La Sra.


Hudson sonaba sorprendida, luego le sonrió a Regan— ¿Dónde vives?

La boca de Regan se abrió. —Hum. No lo sé.

—¿Qué quieres decir con que no lo sabes? —Bajo el sonido duro


en la voz de Giselle, Regan sintió que su estómago comenzaba a
retorcerse.

—Yo…

—Ella es la niña nueva, Mamá. —Delaney se colocó al lado de


Regan—. Me llevó mucho tiempo saber dónde vivimos y nosotras vivimos
en la ciudad.

Giselle la fulminó con la mirada.

Los perros afuera comenzaron a ladrar.

—Supongo que no importa —dijo la Sra. Hudson a la ligera—. Ese


debe ser tu padre, Regan.

Los pies de Regan querían llevarla corriendo por la puerta, pero


no tenía cinco años. Se obligó a cruzar la habitación para recoger su
abrigo y usar las palabras que Papá le había enseñado a decir. —Gracias
por dejarme venir y jugar con Delaney, Sra. Hudson.

—Fue un placer, niña. —La Sra. Hudson hizo un gesto con la


mano hacia la puerta—. Vete, ahora.

Liberada, Regan salió corriendo por la puerta.

Papá se encontraba al lado del coche y Giselle se paró justo frente


a él. Ella estaba sonriendo de verdad y sacando su gran pecho. Como lo
hacía Mamá cuando tenía un nuevo hombre cerca.

176
Regan frunció el ceño, su cuerpo se enfrió a pesar de que se había
puesto el abrigo.

—Iba a llevar a tu dulce niña a casa, se divirtió mucho jugando


con mi bebé, pero no estaba segura de dónde vivías.

—Me alegro de que lo haya pasado bien. —Papá sonrió a Giselle,


vio a Regan y le tendió la mano— Mija.

Giselle se acercó. —¿Por qué no vienes y tomas una taza de…

Regan corrió, le tomó la mano y le apretó los dedos con fuerza.


Dos veces.

—Ah. Tenemos que irnos ahora. —Asintiendo con la cabeza a


Giselle, Papá caminó con Regan alrededor del auto y le abrió la puerta.
Cuando se apresuró a ponerse el cinturón de seguridad, para que
pudieran irse de inmediato, él le guiñó un ojo y cerró la puerta.

—Por favor, dale las gracias a tu madre por cuidar de las niñas —
le dijo a la madre de Delaney y se metió en el automóvil. Dio marcha
atrás.

Regan saludó a Delaney, Papá también lo hizo, y luego se fueron.

Eso había sido raro. Regan jugó con la cremallera de su chaqueta.


—Papá. Hum…

—Solo pregunta, mija. No muerdo. Estaba más que listo para


irme.

No estaba enojado por su señal de escaparse... sólo que sonaba


un poco molesto. —Ella, la madre de Delaney…

—Giselle.

—Sí, ella. Ella quería llevarme a casa, pero yo no sabía dónde


vivimos.

—Gracias a la mierda —murmuró.

—¿Eh?

Él se rio, y parecía que su molestia se había ido. —Tienes unos


ojos tan grandes.

177
Regan frunció el ceño y luego se dio cuenta. —¿No quieres que
ella sepa dónde vivimos?

—Es complicado.

Esta vez, prestando atención, observó cómo pasaban por el lugar


del tío Bull, la taberna, y doblaban por la calle principal, donde estaba la
clínica de papá. El auto giró a la izquierda, allí estaba la casa embrujada
del B & B, y estaban en el camino que se dirigía hacia el lago.

—Es así, mija. A Mako, el hombre que nos crio a tus tíos y a mí,
no le gustaba la gente. Vivíamos en una zona virgen y solo acudíamos al
pueblo algunas veces al año. Después de que crecimos y nos fuimos, él
estaba demasiado solo, así que lo convencimos para que se mudara a
Rescue. Aunque hizo algunos amigos, todavía no confiaba en la mayoría
de las personas. Nosotros compramos la mayor parte de la tierra en ese
lado del lago para asegurarnos de que nadie viviera cerca de él. Por eso
el Hermitage está tan aislado.

—Oh. —Las únicas casas de los alrededores estaban al otro lado


del lago—. Pero ya no está allí.

—Es cierto. —Las cejas de Papá se juntaron—. Aunque no es un


gran secreto, la mayoría de la gente no sabe exactamente dónde vivimos.
Tu tío Gabe es policía, el tío Bull tiene un bar y yo soy el médico de la
ciudad. Ninguno de nosotros quiere que la gente que quiera algo o esté
enfadada venga a la casa.. ¿Tiene sentido?

—El tío Bull echa a la gente del bar, y se enojan. —Regan lo


consideró un poco y asintió—. No quieres que ellos ni a los malos, como
los drogadictos o los asesinos, o las personas enfermas venga a nuestra
casa.

—Exactamente. Si una persona está demasiado enferma como


para esperar a que se abra la clínica, debe llamar a una ambulancia. —
Él le tomó la mano y la apretó—. El hogar es nuestro lugar privado. A
salvo del trabajo y de otras personas.

Regan arrugó la boca mientras pensaba. Tal vez Giselle no era una
asesina, pero no era muy amable y actuó como Mamá cuando perseguía
a un chico. Giselle no tenía que venir a casa de papá, aunque fuera la
madre de Delaney.

—Si alguien te pregunta dónde vives, diles que tienen que


llamarme. O a tus tíos.

178
—Sí, sí, señor. —Era lo que Bull y papá le decían al tío Gabe a
veces. Se rio del bufido de papá.

—¿Sabes los números de todos, sí?

—Sí. —Ella ya sabía el número de móvil de papá. Sus tíos le


hicieron memorizar los suyos y le mandaban decir los números cada
poco. Así el tío Gabe podía decirle—: Estás herida y la ambulancia no
puede localizar a Caz en su teléfono. ¿Qué número les das, Regan? —
Ella gritaba el número, muy rápido, y él sonreía y le tiraba una moneda
de 25 centavos. El tío Bull hacía lo mismo y le chocaba los cinco y le daba
galletas. Audrey y JJ comenzaron a hacerlo con sus números: Audrey le
dio cómics y JJ, gominolas.

Sabía muy bien los números de teléfono de todo el mundo ahora.

Sonriendo, miró por la ventana, vio destellos azules del lago a


través de los árboles, y luego Papá disminuyó la velocidad. La entrada a
su pequeño camino era difícil de ver. Giró a la izquierda en la carretera.
Mientras conducía, se dio cuenta de que el camino se curvaba hacia el
lago, como si no quisieran que nadie supiera que había un camino a este
lado del lago.

Mako debe de haber sido un poco furtivo.

Y, oye, ahora sabía cómo llegar a casa.

179
Capítulo Catorce

Una mentira llega a medio mundo antes de que la verdad

tenga la oportunidad de ponerse los pantalones.

~ Winston Churchill

El lunes por la noche, en su largo sofá, con los pies sobre la mesa
de café, Caz no estaba prestando mucha atención a la película en el
televisor de pantalla grande. Regan estaba acurrucada, con la cabeza
sobre su muslo, medio dormida. JJ estaba acurrucada contra su otro
lado, cálida y suave, con su brazo sobre los hombros de ella.

Nunca había estado tan contento en su vida.

Traer a JJ aquí de nuevo no había sido fácil. Cuando él y Regan


le pidieron a JJ que se uniera a ellos para la cena y una película, ella le
devolvió un firme no... a pesar de que la guerra en sus ojos había sido
obvia. Pero él había recurrido a la artillería pesada, y su hija había
superado las objeciones de JJ como un tanque Bradley.

Aprovechar el corazón blando de JJ había sido un plan


tácticamente sólido e increíblemente divertido de observar en la
ejecución.

Incapaz de resistirse, Caz frotó su mejilla contra su rizado cabello


rojo. Sedoso y fino.

Su aroma era dulcemente amaderado con un toque de especias,


una fragancia tan ligera que quería acercarse para inhalarla.

180
Quería acercarse para hacer... todo.

Inclinando ligeramente la cabeza, le dio una mirada con los ojos


entrecerrados, mientras que un rubor le coloreaba las mejillas. ¿Era por
deseo o por enojo?

Cuando sus pezones formaron pequeños picos duros debajo de su


camisa térmica azul, él tuvo su respuesta... así como una palpitante
erección dentro de sus vaqueros.

Ella no tenía senos grandes, ni siquiera cerca, y probablemente


creía que no necesitaba un sostén, que, físicamente hablando, no lo
necesitaba. Había notado que el sostén desaparecía cuando ella estaba
en casa. ¿Tenía alguna idea de lo tentadora que eran esa leve sacudida y
sus pequeños pezones? ¿De todos los lugares a los que podría ir la mente
de un hombre?

Más bien lo dudaba.

La cena había sido un placer: buena comida, risas y conversación


fácil. Regan había estado ocupada con historias escolares, y JJ fue
maravillosa sonsacando a la niña. Él y JJ habían agregado pequeños
comentarios de sus actividades, lo que le recordaba que Mako había
decretado que cada chico hiciera un resumen del día.

JJ había estado más relajada que nunca. De hecho, ella había


sido la que sugirió palomitas de maíz para acompañar la película. El
cuenco estaba ahora en la mesa de café, con los últimos granos sin abrir.

Con un suspiro, Caz se dio cuenta de que los créditos de la


película se desplazaban por la pantalla del televisor. Regan solo estaba
medio despierta, de vez en cuando parpadeaba.

Caz usó el control remoto para apagar el televisor y poner música


baja. —Buena película.

JJ se rio entre dientes. —Lo fue, aunque el LEO fue


increíblemente poco profesional.

—Gabe tiene la misma reacción con las películas de policías. —


Caz frotó su pulgar sobre su hombro—. Parece que te estás adaptando
bien al trabajo, princesa.

181
—Así es. —JJ sonrió—. Gabe me envió a tratar con dos vecinos en
una disputa. Dijo que si se presentaba, probablemente se convertiría en
una pelea.

—Es un policía inteligente como para ver lo bien que trabajas con
gente irritada. Ambos apreciamos tu habilidad para calmar a la gente. —
Si ella no hubiera tenido ya una carrera, él habría tratado de guiarla
hacia el campo de la medicina—. Rescue necesitará ese talento tuyo aún
más durante el invierno.

El deleite llenó sus ojos. Le importaba ser útil. Necesaria. Y


aceptada por el pueblo. Claro, todos querían gustar, pero parecía que,
para JJ, eso era algo más importante. Ella le había dicho que sus
compañeros oficiales en Nevada habían sido sexistas. Habían dejado de
respaldarla. Pero, tenía la sensación de que había más en la historia.

Con su incapacidad para tolerar acertijos, Gabe probablemente lo


sabría. Pero preguntarle al jefe de policía sobre su oficial sería
inapropiado.

Caz esperaría las respuestas hasta que JJ estuviera dispuesta a


compartir... aunque parecía que eso podría llevar un tiempo. Algunas
mujeres, personas, debería decir, contarían cada detalle privado de su
vida en un abrir y cerrar de ojos.

JJ no era una de ellas.

La idea de que ella estuviera lastimada, emocional o físicamente,


lo molestaba muchísimo. Nunca había conocido a nadie como ella, una
mezcla de corazón tierno y fuerte, amigable y reservada.

Ah, bueno, él tenía tiempo. Él no iría a ninguna parte y ella


tampoco. Con Regan en el panorama, necesitaba moverse lentamente.

Pero se movería.

Su hija bostezó mucho y levantó la cabeza. —¿JJ?

—¿Si cariño?

Los labios de Regan se levantaron ante el cariño. Luego se sentó


y se acurrucó contra él para poder mirar a JJ. —Hum, Delaney y yo nos
preguntamos acerca de… ella dijo que escuchó que no deberías vivir aquí.
Porque no estaba bien o algo así. Pero ella no sabía por qué no estaba
bien, y yo tampoco.

182
Caz se puso rígido. Oh diablos.

Cada una de las palabras de Regan golpeó a JJ con un pequeño


dolor punzante como granizo de una tormenta inesperada.

Alguien sabía que ella vivía en el Hermitage y lo había interpretado


de la peor manera posible. ¿No se parecía muy parecido a lo ocurrido en
Weiler? Allí, el chisme había comenzado menospreciando a las mujeres
oficiales en general. Después de las mentiras de Nash, los rumores sobre
ella se habían vuelto cada vez más desagradables: que estaba rompiendo
matrimonios y parejas, asaltando a sus propios compañeros y
acostándose con ellos para llegar a la cima. Teniendo en cuenta que
nunca había recibido un ascenso, esa última mentira parecía bastante
estúpida.

Los buenos oficiales tienen que arriesgar sus vidas para cubrir
sus habilidades inadecuadas. —Esa falacia había sido lo peor. No era
cierto.

Se dio cuenta de que no había respondido a Regan, de que Caz la


estaba mirando. Esperándola. Ella no tenía idea de qué decir.

Se sentó, alejándose de él, e inmediatamente perdió la sensación


de su brazo musculoso a su alrededor.

—Regan. —Caz llamó la atención de Regan—. La convivencia en


familias, pueblos o ciudades significa que necesitamos normas sobre
cómo llevarnos bien. Algunas son sencillas. No se debe matar a otros,
mentir, engañar o robar. Casi todos los lugares y periodos de tiempo
están de acuerdo... así que los convertimos en leyes. ¿Sí?

—Bueno, sí.

—Otras normas varían, dependiendo del año, las costumbres, el


lugar del planeta donde vives, la religión que profesas, e incluso las voces
más fuertes en el lugar donde vive.

Regan arrugó la nariz. —¿Eh?

—En Sacramento, ¿alguien se daría cuenta si hubiera una mujer


soltera viviendo en el piso al lado de un hombre?

Regan resopló. —Mamá era soltera y vivíamos junto a muchachos


todo el tiempo. Como todo el mundo.

183
—Exactamente. —Caz tocó la nariz de su hija con la punta de un
dedo—. Pero algunas personas piensan que si su religión tiene una
norma o si crecieron con una norma, todos los demás tienen que hacer
lo mismo. Así es como se nos ocurren ideas locas como que las chicas no
deben mostrar la piel, pero los chicos pueden ir sin camisa. O que las
mujeres no deberían vivir al lado de los hombres o no deberían vivir cerca
de su jefe, incluso cuando no hay otros lugares donde vivir.

—Eso es estúpido.

—Lo es. —Caz miró a JJ.

Ella se sacudió mentalmente. Debería haber respondido a la


pregunta de Regan, y ella había sido una cobarde.

—Cuando Gabe me contrató, no había ningún alquiler en


absoluto, porque era la temporada turística. Me mudaré a uno de los
alquileres de Dante uno de estos días.

Aunque Gabe le había dicho que debería quedarse.

La cara de Regan cayó. —No, no quiero que te vayas.

JJ sintió que su corazón simplemente se derretía. Ella tampoco


quería irse. La noche había sido tan maravillosa, todos ellos cocinando,
limpiando y disfrutando de una película juntos. Regan era adorable y
Caz... ¿No era raro disfrutar de la compañía de un hombre? Hiciera lo
que hiciera, parecía divertirse, y no intentaba escapar de ninguna de las
tareas de la cocina. Había convertido el lavado de platos en una actividad
de equipo.

Una sexy. Cada vez que la tocaba, agarrándola por las caderas
para apartarla o darle un bocado de queso con la mano, el calor en la
habitación había aumentado otro grado. O cuando se había reído de algo
que ella había dicho y le había dado un beso. Un simple y rápido beso le
dejó la sensación de que un rayo la había atravesado.

Cuando le acarició el pelo un par de minutos antes, su medidor


de lujuria subió directamente a la zona de peligro.

Sin lujuria, Jayden Linnea Jenner. No.

—¿No puedes quedarte aquí, JJ? —preguntó Regan.

184
JJ extendió la mano sobre su pecho para tocar su cabello. —No
iría lejos, solo a una cabaña al otro lado del lago. Cuando esté allí, espero
que vengas a visitarme.

Regan se iluminó. —Lo haré. Lo haré.

—Bien. —Se encontró con la mirada oscura de Caz y vio su


preocupación. Por ella. Por su reputación.

El estómago de JJ se encogió mientras pensaba en rumores y


personas malvadas. En Weiler, su reputación se había arruinado muy
fácilmente.

Rescue era mucho más pequeño. No llevaría mucho.

185
Capítulo Quince

Solo tienes tres opciones en la vida: rendirte, ceder o dar todo lo que tienes.

~ Desconocido

A la noche siguiente, cuando el portazo de la puerta del dormitorio


de Regan resonó en toda la casa Caz negó con la cabeza. ¿En toda la
casa? Dios, probablemente habían escuchado ese sonido en Rescue.

¿Había tenido Crystal tanto temperamento? No tenía idea. Apenas


recordaba a la mujer o su relación de borracho.

Podría ser que Regan hubiera heredado el temperamento ardiente


de Caz. Pobre niña.

Con una risa medio irritada y medio dolorida, Caz se dejó caer en
una silla de la sala y se pasó las manos por la cara. —Eso no salió bien.

Esto de ser padre era difícil. ¿Cómo había hecho Mako para que
pareciera tan fácil? Demonios, el sargento tuvo que lidiar con cuatro
niños endurecidos en la calle.

Por otra parte, la cabaña donde habían sido criados estaba


rodeada de naturaleza. Sin acceso exterior. Ni escuela ni profesores. Sin
opiniones en conflicto. Sin presión de los compañeros de fuera.

Sin testigos. Si los hubiera ahogado a los cuatro, nadie lo habría


sabido.

El sargento probablemente había sido tentado, especialmente


porque los cuatro habían peleado... mucho. Caz había comenzado más

186
de unas pocas peleas, especialmente cuando Gabe se volvía mandón.
Hawk se enfurecía más lentamente, pero una vez que perdía los estribos,
desaparecía y se volvía peligroso. Bull rara vez se enojaba, pero uno solo
de sus golpes podría causar daño. De niños, habían peleado porque eran
extraños. Más tarde, se pelearían por pura diversión.

En verdad, era un milagro que el sargento no los hubiera


ejecutado simplemente.

Caz no tenía cuatro muchachos testarudos. Él tenía una niña


pequeña. Sólo una. Seguramente podría ser un padre decente.

Sí, era una bocazas cuando no se salía con la suya. En cierto


modo, eso era un cumplido. Era una señal de que había empezado a
confiar en él. Con suerte, después de tres semanas, empezaba a creer
que no la devolvería a la casa de acogida.

Sabía cuán profunda podía ser esa preocupación.

Cuando Mako los acogió, Bull y Gabe no habían estado ansiosos,


pero Caz y Hawk estaban seguros de que el sargento se aburriría o
irritaría con ellos. Que los dejaría. Habían necesitado un año más o
menos para creer que Mako no los abandonaría, que el hombre nunca se
había dado por vencido con nada. Que realmente le importaban esos
niños que nadie quería.

En ese momento, el comportamiento de Caz había empeorado,


porque no estaba aterrorizado. Porque había podido ser un niño normal.
Gracias Mako.

Sintiéndose más segura, Regan comenzaba a comportarse como


una niña normal.

Dios lo ayude.

Al escuchar voces afuera, Caz agarró una chaqueta. Una tormenta


de nieve podría enfriar su temperamento, y un tiempo a solas permitiría
que el genio de Regan se calmara. Le daría media hora antes de intentar
nuevamente aclararle la información.

Porque él sabía muy bien que ella no había destrozado ningún


libro. La niña amaba los libros casi tanto como la pequeña bibliotecaria
de Gabe.

187
—Oye, hermano. Tu hija tiene buenos pulmones. —Al lado, en la
terraza cubierta del cabaña de Mako, Bull estaba tendido en una silla con
Gabe sentado a su lado. Salía vapor de la taza que sostenía Bull.

—¿Saliste a disfrutar del clima templado? —Caz se puso su abrigo


y cruzó por la nieve que se acumulaba rápidamente.

Gabe señaló un cielo nocturno lleno de copos blancos. —Primera


tormenta de nieve de la temporada.

Una tradición, de hecho, ver la primera tormenta de invierno.

Bull desapareció dentro. Cuando Caz subió los escalones y tomó


una silla, su hermano había regresado con una taza de chocolate
caliente. —Toma. Acompáñanos.

Caz tomó un sorbo. Chocolate bien cargado de Kahlúa.23 —


Agradable. Gracias mano.

—¿La niña está bien? —Gabe miró con el ceño fruncido el ceño la
casa de Caz. Las persianas de Regan estaban bajadas, pero la luz salía
por los bordes.

—Está bien, aunque el marco de la puerta puede estar peor. —


Caz levantó la vista para ver dos miradas expectantes sobre él—. Ustedes
dos son tan entrometidos como Regina e Irene. O Tucker y Guzmán.

Con un sonido de dolor, Bull golpeó una mano grande sobre su


pecho. —Palabras tan incisivas. Estoy herido.

Caz resopló. —Si la cuchilla encaja…

—Eh, primera sobrina y todo eso. Infórmanos, hermano. —Gabe


hizo un gesto con sus dedos.

—La cosa es así. Regan volvió a casa de…

Cuando JJ apareció en la puerta, Caz casi podía escuchar su


corazón diciendo que ella estaba allí.

Una sensación de certeza lo llenó.

JJ vaciló. —Lo siento. Oí voces y tuve que verificar. Paranoia


policial.

23
Kahlúa es un licor de café mexicano de textura densa y sabor dulce.

188
—Te entiendo —murmuró Gabe.

Cuando volvió a entrar, Bull se adelantó a Caz y le dijo—:


Quédate, JJ. Estamos celebrando la primera tormenta de verdad.

—No estás interrumpiendo, si eso es lo que piensas, princesa—.


Caz hizo un gesto hacia la silla a su lado. —Únete a nosotros—.

—Oh. Está bien, me gustaría eso—. Se metió dentro el tiempo


suficiente para coger un abrigo y se sentó en la silla junto a Caz.

A su lado, sí. Aquí era donde ella pertenecía.

—Ahora cuéntanos qué pasó con Regan. —Bull miró a JJ—. La


munchkin 24 gritó y está escondida en su habitación. Cerró la puerta tan
fuerte que lo oímos aquí.

—Oh, oh. —JJ lanzó una mirada preocupada a Caz.

—Tal vez deberías instituir las reglas de Mako sobre los


berrinches. —Gabe sonrió a JJ—. El sargento decía que la cabaña era
demasiado pequeña para hombres cabreados. Gritar, pelear, discutir, lo
que sea, tenía que hacerse fuera.

—¿Hombres? —preguntó JJ.

Bull tomó un sorbo de su bebida. —Mmm. La regla entró en


vigencia un par de meses después de nuestra llegada. Yo era un hombre
de nueve. Gabe tenía diez años.

—Oh Dios. —JJ miró a Caz— ¿Y tenías ocho años?

El asintió. —Dios, odiaba ser el más joven y el más bajo.

—Hermano, sigues siendo el más joven y el más bajo —señaló Bull


y se echó a reír mientras se inclinaba hacia un lado para evadir el revés
de Caz.

—¿Tenías solo ocho años y él te enviaba fuera cada vez que


perdías los estribos? —Parecía horrorizada— ¿En Alaska?

Gabe tocó la parte superior de su oreja. —Me congeló más de una


vez hasta que descubrí que golpear a alguien en invierno era una muy
mala idea.

24
Un nombre de mascota cariñoso usado para designar a alguien que es juguetona y descarada.

189
—¿Realmente te dijo que salieras a la nieve?

—¿Nos lo decía? —Caz resopló—. Más bien nos agarraba por el


cuello y nos lanzaba por la puerta al banco de nieve.

—P… pero... el frío. —Sus ojos estaban muy abiertos.

—Los abrigos y las botas eran lanzados después —Bull sonrió.

Gabe sacudió la cabeza. —En algún momento de enero, nos dimos


cuenta de que nos había hecho palear la nieve en ese lugar
deliberadamente. Me sorprende que no haya dibujado una diana en él.

En la noche oscura, una figura cruzó el recinto interior.

—Ahí está mi mujer. —Gabe levantó la voz—. Ricitos de oro,


¿terminaste tu trabajo?

—La investigación está hecha y enviada. Soy libre. —Envuelta en


un abrigo, Audrey subió los escalones.

Inclinándose hacia adelante, Gabe la tomó de la mano y la tiró


sobre su regazo. —Ven y sé mi manta, dulzura.

—¡Gabe!

Caz sonrió. Todavía se ponía roja cuando Gabe hacía cosas como
esa.

¿Qué haría JJ si Caz la pusiera en su regazo?

JJ se volvió hacia Caz. —Quiero que sepas que si intentas tirar a


Regan a la nieve, te dispararé yo misma.

Riendo a carcajadas, Bull señaló a Caz con un dedo de


advertencia. —Escuché que es buena tiradora.

—Lo es. —Gabe sonrió a su oficial—. Pero está bien, JJ. Caz tiene
el corazón más blando de todos nosotros. No creo que debas preocuparte.

—Oh. —Miró a Caz, no convencida. Y él amaba que estuviera tan


preocupada por su pequeña.

—No le haría eso a mi hija. No. —La idea era escandalosa, en


realidad—. Las circunstancias eran diferentes con Mako. Al sarge... no le
iba bien en pequeños espacios llenos de gente que gritaba, incluso si no
eran más que niños. El tiempo que estábamos fuera dependía de nosotros

190
y, sinceramente, ser arrojado a un banco de nieve generalmente
terminaba una pelea de inmediato. Aunque Gabe se pasó más tiempo que
sus... más inteligentes... hermanos.

Gabe gruñó por lo bajo. —Pagarás por eso.

Sabiendo que se delataba con sus hermanos, y sin importarle, Caz


tomó la mano de JJ y la apretó. —Tienes un corazón tierno y protector.
Mi niña es afortunada por conocerte.

Al igual que Audrey, JJ tenía un rubor adorable.

Todos los adultos estaban afuera. Regan podía oírlos, no lo que


decían, sino el sonido de las voces de sus tíos y de Papá. A veces Audrey
y JJ. Divirtiéndose.

Sin ella.

Probablemente riéndose de ella.

Acurrucada en el sillón, Regan abrazó a su gato de peluche y lloró.


Papá era malo y desagradable y ya no la amaba. Nunca lo hizo.

Después de un tiempo, sus lágrimas se secaron y ella sollozó. Y


empezó a pensar.

Tal vez había sido una estúpida.

Ella puso al gato de rodillas para que pudieran hablar. —Mira, la


Sra. Wilner le dijo a Papá que Brayden y Shelby dijeron que arranqué
páginas de los libros, y que hay libros que están en mal estado. Y Papá
me preguntó si sabía algo al respecto.

Regan frunció el ceño. —No lo hice. Sé que Brayden y Shelby lo


hicieron. Sólo para meterme en problemas.

Ahora Papá la odiaba.

Sólo que no le había gritado. Tampoco había dicho que ella lo


hubiese hecho. Sólo le había preguntado si sabía algo sobre cómo había

191
sucedido, y ella corrió a su habitación y dio un portazo como un bebé
grande.

¿La echaría? Abrazando al gato hacia ella, apoyó la frente contra


las rodillas. Papá no. Él no lo haría. Si ella decía que lo sentía y quería
hablar, él la escucharía. ¿Quizás hasta la creería?

Se frotó el pecho donde le dolía un poco. Puede que sí. Le gustaba


un poco. —Soy su mija —le dijo al gato.

Sí, ella había sido una estúpida.

Sintiéndose mejor, se levantó y salió de la habitación. Después del


trabajo, JJ había traído galletas de azúcar, y ella y Regan las congelaron.
Con glaseado de colores y chispas y todo.

A JJ le gusto. Tal vez podría hacer que JJ arreste a los idiotas del
centro turístico. Poner una trampa o algo así. De pie en la oscura cocina,
se comió una galleta y miró la oscuridad. La nieve se arremolinaba más
allá de la ventana, y el viento hacía fuertes sonidos de zumbido.

Con sus mullidas zapatillas, se dirigió a su habitación y se subió


al sillón, girándose para poder ver la nieve que caía en la ventana sobre
su cabeza y comer otra galleta.

Un chirrido de raspado la hizo saltar. ¿Un árbol? Solo que no


había árboles entre la casa y el camino de tierra. Le había preguntado a
Papá por qué el bosque no estaba cerca. Él le había alborotado la cabeza,
a ella le gustó mucho cuando lo hizo porque significaba que estaba de
muy buen humor, y dijo que si alguien llegaba tan lejos, ya sabía que las
casas estaban allí, por lo que el sargento había decidido despejar el
terreno.

Lo que sea que eso significara. Probablemente asegurarse de que


no haya habido un incendio forestal.

El ruido no era de una rama ni nada. Se levantó del sillón y miró


por la ventana. Este tenía una rejilla metálica en el exterior para que
ningún oso pudiera trepar por la ventana.

El tío Bull dijo que los osos estaban durmiendo en cuevas en este
momento, hasta la próxima primavera. Aun así...

El sonido llegó de nuevo. Más prolongado.

192
Sus ojos se abrieron. Era un gatito. Un gatito triste. El que había
escuchado antes. Pero estaba nevando ahora. El gato moriría allí fuera.
Regan acercó la cara a la ventana para mirar. La nieve se estaba haciendo
más intensa.

Sobre el suelo cubierto de blanco, algo oscuro se alejó.

Debería ir a buscar a papá.

Pero si lo hacía, el gato se iría. Apenas podía verlo ahora.

Podría lograrlo si Regan saliera de casa. Ella dudó. Estaba muy


oscuro afuera y la linterna de Halloween de su chaqueta no funcionaba.

Pero… espera. Papá había puesto una linterna en su mesita de


noche en caso de que se cortara la electricidad, aunque dijo que sus luces
nocturnas también se encenderían. —Es bueno saber que tienes luz,
¿verdad, mija?

Una punzada de culpa la golpeó. Él fue muy amable. Actuó


como... como un verdadero padre.

Otro maullido sonó. Abrió el cajón, agarró la linterna y corrió por


el pasillo hasta el garaje. Después de calzarse las botas, se puso la
chaqueta roja y salió por la puerta lateral del garaje, que estaba debajo
de la ventana de su habitación. Era una casa extraña, ya que la parte
que daba a la carretera era aburrida. En las ciudades, el lado de la calle
era el bonito. En el Hermitage, todas las ventanas grandes y cosas
elegantes daban al “recinto” y al lago.

Deteniéndose en la nieve justo fuera de la puerta, se regañó,


porque olvidó comprobar primero. Bull había dicho que nunca saliera
sin dejar que sus ojos se adaptasen a la oscuridad y que primero echase
un vistazo rápido al exterior. —Ser capaz de ver y saber en qué te estás
metiendo.

Ella entrecerró los ojos contra el viento. En la oscuridad y cubierto


de nieve, todo parecía diferente.

—¿Gatito? —susurró.

Ningún miau. Pero a medida que avanzaba, vio huellas. Pequeñas


marcas en forma de patitas. Ella las revisó con su linterna. El tío Gabe
les había mostrado a ella, a JJ y a Audrey cómo distinguir las huellas de
perros y gatos. Los gatitos no tenían marcas de garras y la abolladura del

193
talón debería verse como una “m” manchada. Le había dicho al tío Gabe
que la “m” se parecía a las gordas letras pintadas con aerosol en los
edificios de la ciudad. Se había reído.

Era fácil hacer reír a sus tíos y a papá.

Se mordió el labio y miró la cabaña. Los adultos no se reirían de


que ella estuviera fuera en la oscuridad. Incluso los hogares de acogida
tenían reglas al respecto.

Pero... el gato.

Ella se apuraría. Caminando hacia adelante, siguió las huellas y


salió al camino plano cubierto de nieve donde su luz brillaba en los altos
reflectores. El camino se curvaba, pero las huellas iban rectas y cruzaban
la zanja y se adentraban en el bosque.

Le temblaba la mano, haciendo saltar la linterna. Hacía tanto frío


y los pijamas no eran tan cálidos como los vaqueros. Sacó los guantes de
los bolsillos y se los puso, luego se echó a correr. Pasó árboles y arbustos,
y todo estaba muy oscuro.

No había tanta nieve debajo de los árboles, y a veces tenía que


buscar las pistas en un lugar desnudo. —¿Gatito? Gatito, ¿quieres venir
a casa conmigo? Hay comida.

Las huellas desaparecía en un montón de arbustos que ella no


podía atravesar. Temblando, Regan volvió a llamar al gato. —Gatito. —
Sólo que el viento era tan fuerte, ¿la oiría siquiera?

Sin huellas. Sin gatito. Rindiéndose, se dio la vuelta y sólo vio


árboles. Árboles por todos lados. De acuerdo, sus propias huellas de
vuelta a casa. Pero... sus huellas habían vuelto menos visibles. La
oscuridad del bosque se estaba haciendo más intensa. Los árboles
parecían estar acercándose.

Con horror, levantó la linterna y la giró hacia sí misma. La


bombilla era sólo de un amarillo tenue.

Y luego se apagó por completo.

194
Habiendo dejado a los hombres hablando en la terraza de Mako,
JJ fue a sus habitaciones y se puso el pijama para dormir. Ella se sonrió
en el espejo del baño. ¿Por qué tenía la sensación de que estaría soñando
con ser arrojada a un banco de nieve para pelear?

El sargento primero Mako había sido bastante duro.

Un fuerte estruendo la hizo saltar. Venía del recinto interior, y


sólo el sonido era urgente. Aterrador. Todavía en pijama, salió a la terraza
de arriba.

Caz estaba parado en la parrilla del patio, tocando la gran


campana que estaba a un lado. Oh, ella siempre había pensado que era
solo una especie de arte de jardín.

—Oye, ¿qué pasa, hermano? —dijo Bull, probablemente desde su


terraza que ella no podía ver desde su balcón.

—Regan no está en la casa. La puerta del garaje está abierta,


faltan su abrigo y sus botas. Dejó huellas pero se están desvaneciendo
rápidamente. Necesitamos encontrarla.

El corazón de JJ se hundió cuando miró hacia la noche oscura.


La nieve azotada por el viento caía fuertemente, amortiguaba el sonido y
disminuía la visibilidad.

—Entendido. Te veo fuera de tu garaje. —Bull desapareció.

Gabe estaba en su propia terraza, hablando con Audrey y


señalando la casa de Caz. Tal vez pidiéndole a Audrey que se quedara en
la cabaña de Caz en caso de que Regan regresase.

JJ se puso una camisa térmica, una sudadera de lana, luego


prendas para el frío, agradecida de que Lillian la hubiera hecho
comprarlas. Agarró una linterna y el pequeño paquete de emergencia de
Mako. Gabe le había entregado la mochila y le había explicado todo lo
que contenía.

195
Abajo, salió corriendo por el garaje. Alguien había encendido focos
exteriores iluminando la espesa nieve que caía. Fuera de los charcos de
luz, reinaba la noche.

Dos de los chicos ya estaban siguiendo pistas. Bull y Caz. ¿Por


qué no la habían esperado?

Oh, claro, no sabrían que ella se uniría a ellos. Estirando las


piernas, se movió más rápido. La nieve en polvo se acumulaba
rápidamente. Profundamente. Un temblor la recorrió. Regan era muy
pequeña.

—Hey —llamó ella.

Ambos hombres se volvieron.

Antes de que pudieran hablar, dijo: —Dime qué necesitas que


haga mientras seguimos moviéndonos.

—Gracias, JJ. —Caz le tocó el brazo en un gesto de gratitud.

—Vamos. —Bull se lanzó hacia adelante, su linterna apuntando


hacia donde pequeñas huellas habían hecho un camino. Como Caz había
dicho, la nieve ya había llenado parcialmente las pistas.

JJ siguió a los hombres, girándose de vez en cuando para mirar


detrás de ella, fijando marcadores en su cabeza. Era aterrador lo rápido
que las casas iluminadas desaparecían en la oscuridad y la nieve azotada.

Cuando llegaron al camino más liso, comenzaron a trotar. Al otro


lado de la zanja bordeada de nieve había luces solares montadas en
postes que marcaban el borde de la pista de aterrizaje de su avión privado
. El brillo de esas luces apenas era visible. Maldita sea.

Miró detrás de ella otra vez. —¿Gabe no viene a buscar?

Caz siguió su mirada. —Está sacando su máquina de nieve del


edificio anexo y echando gasolina. Deberíamos haber estado más
preparados.

—El sargento estaría enojado porque nos atraparon con los


pantalones abajo —dijo Bull.

Cuando llegaron al final de la tierra despejada, el camino giró y


las pistas continuaron directamente hacia el denso bosque. Nada bueno.

196
Entre los árboles, la nieve irregular y el suelo desnudo las huellas eran
difíciles de ver.

Bull rugió —Regan. ¡Regan, grita si puedes oírme!

El viento alejó el sonido de su voz.

Caz lideró, deteniéndose para romper ramas a intervalos para


marcar su rastro. Las huellas se adentraban en el bosque, una y otra vez.
JJ se estremeció y se ajustó el abrigo. El pensamiento de la niña aquí
fuera... sola... era espantoso.

¿Qué había estado pensando Regan?

En un amplio espacio desnudo de tierra helada, las huellas


desaparecieron.

Con la cara tensa por la preocupación, Caz rompió varias ramas


más para marcar el camino de regreso. —Bull , busca pistas a la derecha,
seguiré hacia el frente, JJ, dirígete a la izquierda. Tan pronto como
llegues a la nieve, gira en el sentido de las agujas del reloj y mira si puedes
seguir su rastro. Si llegas a estas ramas rotas, habrás completado el
círculo. Detente y espera. Si encuentra pistas, grita y marque el lugar con
tres ramas en un tipi. No te olvides de marcar tu camino de regreso.

Él arrancó tres ramas largas, se las entregó y luego vaciló. —No


estás acostumbrada a la nieve... tal vez…

—Yo me encargo de esto. —Ella le dio una palmada en el hombro


y se dirigió a la izquierda... aunque su preocupación envió un dulce calor
a través de ella.

Quedó fuera de la vista de sus linternas, demasiado pronto. Más


allá del pequeño círculo de su luz, los árboles eran ominosos centinelas
negros. Los arbustos llenaron los espacios entre los árboles mientras ella
caminaba penosamente por la nieve, rodeando el área azotada por el
viento. Se detuvo cada pocos pasos para pasar su linterna sobre las áreas
nevadas antes de continuar.

Hacía mucho frío. El aire le quemaba los pulmones, le quemaba


las mejillas y se estremeció. Si ella tenía frío, la pequeña Regan debía de
estar helada. El miedo se apoderó de JJ. Si no encontraban a Regan
pronto, la niña podría no sobrevivir. Ella había ayudado a buscar niños
en el desierto. Dos no lo habían logrado.

197
Esto era mucho peor.

La urgencia apremiaba sus pies cansados. Muévete más rápido.

Sonó el agudo zumbido de una moto de nieve. Gabe estaba en el


camino.

Espera, ¿qué fue eso? Se inclinó hacia delante y su luz mostró


una sombra: una depresión en la nieve. Una huella —¡Aquí! —gritó ella—
Las pistas están aquí.

Por la forma en que el sonido de su voz resonaba entre los árboles,


incluso si los hombres la escucharan, no podrían obtener una buena
dirección.

Ella no esperaría. Alejándose de la huella un par de pasos, empujó


las tres ramas hacia la nieve y usó las ramas fibrosas más pequeñas para
asegurarse una a la otra. Estaba su marcador tipi.

Agarrando un montón de ramas muertas de los arbustos, regresó


al sendero y colocó las ramas sobre la nieve en línea recta para marcar el
comienzo del camino.

Luego siguió las huellas, arrastrando un pie a intervalos para


profundizar el camino que estaba dejando detrás de ella, rompiendo
cualquier rama lo suficientemente cerca como para alcanzarla.
Apresurándose, arrastrando y rompiendo. Se le cortó la respiración y
sintió que le caía el sudor por la espalda.

—¡Regan! —Siguió avanzando, disminuyendo la velocidad para


buscar los pequeños pasos más allá de los parches desnudos. Dejando
ramas para marcar esos puntos.

—¡Regan!

Un grito agudo la hizo detenerse. La esperanza se levantó. Casi


abandonó el camino para seguir el sonido, pero otro grito le hizo cambiar
de opinión. El sonido rebotaba en los troncos de los árboles. Imposible
obtener una buena dirección. —Quédate donde estás, Regan. Ya voy.
¡Quédate ahí!

Cada vez más lejos. No seas estúpida y te pierdas. Arrastra un pie


en la nieve. Rompe una rama.

Dios, estaba cansada. Y con mucho frío.. Ninguna niña pequeña


debería estar afuera con este tiempo. ¿Cuánto frío tenía Regan?

198
Su linterna captó algo, rojo brillante. Una chaqueta.

—Regan. —Las lágrimas llenaron los ojos de JJ, y casi se tropezó.

—JJ! —Regan voló hacia adelante, envolvió un brazo alrededor de


JJ, y se enterró contra ella.

Bajando la linterna, JJ le devolvió el abrazo. —Está bien. Te


encontramos. Está bien.

—Estaba tan asustada. Tengo tanto frio.

Sonó un maullido alto, y una cabeza peluda marrón apareció en


el cuello del abrigo de Regan. Desde el interior del abrigo.

—Eso es un gato —Bueno, JJ, di lo obvio.

—Lo oí y lo seguí para poder rescatarlo, pero no pude alcanzarlo.


Pero cuando mi linterna se apagó, volvió a por mí.

JJ apenas podía entender las palabras con los dientes de Regan


castañeteando tan fuerte. Pero... un gato. Por supuesto, la niña había ido
tras él. Caz tendría un ataque.

Excepto que, ¿cómo podría él? Él habría hecho lo mismo.

Sonriendo, JJ se arrodilló, abrió su mochila y sacó la manta de


emergencia. La niña llevaba botas, guantes y una sudadera, pero la parte
de abajo del pijama parecía empapada. —Voy a envolver esto a tu
alrededor. ¿Puedes caminar? No estoy segura de poder llevaros a ti y al
gato y aun así hacer malabares con la linterna.

El mentón puntiagudo de Regan se alzó aunque JJ podía sentir


los escalofríos recorriendo su cuerpo. —Puedo caminar.

La niña tenía una capucha en su sudadera. Y el gato


probablemente estaba manteniendo su temperatura interna alta, lo cual
era bueno para ambos. —¿Puedes sentir tus pies? ¿Menear los dedos de
los pies?

—Ajá. Pero mis manos están...

Por supuesto. JJ agarró los pequeños calentadores de gel y


flexionó el disco como Gabe le había mostrado. Cuando se activaron,
metió uno en cada manopla. Se suponía que debían calentarse en un par
de minutos. —Eso ayudará.

199
Levantándose, JJ respiró hondo. —Es hora de salir de aquí.
Agárrate al gato, pero si se pone demasiado pesado, lo llevaré. Vamos a
caminar juntas —Aunque eso sería más difícil—, para no perdernos una
a la otra. Solo dime que pare si necesitas un descanso ¿De acuerdo

—O’K —Regan estaba temblando tanto que el corazón de JJ se


rompió. Pero temblar era mejor que no temblar.

JJ comenzó, sujetando la sudadera de la niña en una mano y su


linterna en la otra. Había hecho un buen trabajo arrastrando un pie. La
huella que había dejado estaba despejada, aquí, al menos.

¿Era eso una luz? Ella se congeló, parpadeó la nieve de sus


pestañas. —¡Sí!

Una luz flotaba en el bosque. No, dos luces, viniendo rápido.

—¡Regan! ¡JJ! —El grito de Caz era claro, seguido por el grito de
Bull.

Regan dejó escapar un chillido, luego un fuerte —¡Papá!

—¡Aquí! ¡Estamos aquí! —JJ agitó su linterna en círculo y se


obligó a mantenerse a un ritmo que Regan podía seguir.

Una linterna la cegó por un segundo, y luego los hombres estaban


allí.

—¡Dios, Regan! —Caz apretó el hombro de JJ en tácito


agradecimiento y abrazó a su hija.

—No aplasten al gato —gritó JJ, la escucharan antes de que uno


de ellos fuera arañado.

—Gato. Tienes un… —El torrente en español que siguió fue


incomprensible.

Bull se estaba riendo mientras envolvía un brazo alrededor de JJ


para un abrazo rápido. —Buen trabajo, JJ. Hermano, regresemos. Puedo
oír el castañeteo de los dientes de la niña desde aquí. Nos turnaremos
para llevarla.

—Adelante —dijo Caz.

JJ estaba fría y exhausta... y no podía dejar de sonreír.

200
Su casa finalmente estaba en silencio. Mientras su familia se
dirigía a sus propias casas, Caz cerró la puerta de la terraza y regresó a
la sala de estar.

Una vez fuera del bosque, Regan había ido con Gabe en la
máquina de nieve de regreso a la casa mientras Caz había metido al gato
en su propia chaqueta para el camino de regreso. Habían llegado cuando
Audrey estaba ayudando a Regan a salir de un baño caliente. Con el gato
y la niña reunidos, tocaba beber chocolate caliente y té, y contar
historias. Todos observaron para asegurarse de que había pasado el
peligro de hipotermia.

Era un milagro que los niños fueran tan resistentes.

Después de que Caz la acurrucó, JJ le leyó una historia mientras


él daba las gracias a su familia y los veía salir.

Pasos llegaron por el pasillo. JJ.

—¿Está dormida ? —preguntó Caz.

—No exactamente. Quiere que entres a decir buenas noches. De


nuevo. —JJ frunció el ceño—. Está bastante preocupada de que estés
enojado . No vas a gritarle, ¿verdad?

—No. Mañana hablaremos sobre lo que hizo mal y lo que hizo


bien. —Caz sonrió—. Al menos recordó lo que le dije sobre que los
excursionistas se tienen que quedar en el lugar si se pierden. —Sin
embargo, no había tomado su bolso de emergencia, ni le había dicho a
nadie a dónde iba, y había salido de la casa después de… —Va a ser difícil
no gritar.

—Si le gritas, te gritaré —advirtió JJ, y ella no estaba bromeando.

La policía tenía una debilidad por Regan. Caz sonreía mientras


caminaba por el pasillo.

El dormitorio de Regan estaba oscuro, iluminado solo por las


luces nocturnas. En la casa tranquila, podía oír el golpeteo de la nieve

201
azotada por el viento contra las ventanas y el ronroneo lento de un gato
callejero muy feliz.

—Papá. —Los ojos de Regan se abrieron e intentó sentarse—. Lo


siento, papá. ¿Estás enojado conmigo?

—No, mija. Te dije que no estoy enojado. —Él le sonrió—¿Pensaste


en un nombre para el gato?

—Él es Sirius.

—Buen nombre. —Su chica se había enamorado del universo de


Harry Potter. Caz le acarició el pelo y luego pasó la mano por la espalda
del atigrado de pelo largo. Estaba escuálido; el pelaje, opaco. Las últimas
comidas habían sido escasas, al parecer.

—Lo siento. —Los ojos de Regan, tan grandes y marrones,


suplicaban—. Debería haber...

—Shhh. Lo hablaremos todo mañana.

—¿Tú... no vas a hacer que me vaya?

Dios, ¿estaba preocupada por eso? —No, en absoluto.

Él metió un mechón de pelo detrás de su oreja. —No sabía que


tenía una hija, o habría ido por ti antes, Regan. Ahora eres mía y... y te
quiero, mija —Sí. Ahí estaba la verdad—. Y nunca dejaré de hacerlo.

—¿Me quieres? ¿En serio?

¿Cómo no se había dado cuenta de cuánto le importaba?

¿No se lo había dicho? Ni Mako, ni ninguno de ellos, era el tipo de


persona que andaba diciendo esas cosas. Pero, eso era un defecto de su
familia. Había sido un idiota al no darse cuenta de que su pequeña
necesitaba oír lo que él sentía. —Sí, te quiero mucho.

Sus frágiles hombros todavía estaban tensos.

—Eres mi niña, y esta es tu casa. —Él sonrió levemente,


recordando lo que Mako había dicho cuando los sacó de la casa de
acogida— Si venís conmigo, os criaré hasta que podáis sosteneros por
vosotros mismos.

202
—Regan, vivirás aquí hasta que seas adulta y estés lista para ir a
la universidad o tu propio casa o te cases. Hasta que estés lista para
probar tus alas. Y aquí, conmigo, siempre podrás volver cuando lo
necesites.

Ahí, eso era lo que ella necesitaba escuchar. Su cuerpo se relajó


y suspiró como si mantenerse tensa le hubiera quitado toda su fuerza.

Entonces el gato le tocó la mano, como para recordarle que tenía


más de un problema.

Antes de que ella también pudiera preocuparse por eso, Caz se rio
entre dientes. —Sí, Sirius puede quedarse. Estás a cargo de la comida, el
agua, la caja de arena y cualquier desorden que ocasione. —Miró el pelo
largo, el collar blanco y la cola tupida . Parecía que tenía algo de ADN de
gato del bosque de Noruega—. Y de cepillar todo este pelaje, también.

—¿En serio? —Sus ojos estaban muy abiertos, su respiración casi


se detuvo, y luego sus ojos se iluminaron de felicidad.

—En serio. —Caz se inclinó para besar su mejilla—. Ahora


duerme, mi tesoro. No tendrás escuela mañana, las carreteras estarán
cerradas, así que puedes dormir hasta tarde.

—Oh... —Ella arrojó sus brazos alrededor de su cuello—. Yo


también te amo, Papá. Gracias por encontrarme. Por venir a por mí.

La abrazó, respirando el suave aroma de una niña limpia. Su


pequeña niña. —Siempre iré a buscarte. Eso es lo que hacen los padres.

Mientras salía de la habitación, no podía recordar por qué había


huido tanto y tanto tiempo de amar a alguien.

203
Capítulo Dieciséis

El verdadero amante es el hombre que te puede emocionar con solo besar tu frente.

~ Marilyn Monroe

Incapaz de acostarse todavía, JJ recogió la sala de estar. Luego


lavó las tazas y los vasos. Después ordenó la cocina. Porque no podía
relajarse. La pequeña Regan casi había muerto.

Era imposible lidiar con ese pensamiento.

Un sonido la hizo mirar hacia arriba. Caz caminaba desde el


pasillo hacia la cocina, quitándose la pesada camisa de franela.
Probablemente ni siquiera se había dado cuenta de que ella todavía
estaba allí, y ahora tendría que...

Todo el frente de su camiseta estaba destrozado y cubierto de


sangre. Ella jadeó.

Su cabeza se alzó bruscamente. —Princesa, no me di cuenta…

—¿Qué hiciste? ¿Estás muy malherido?

—Son solo algunos rasguños. Ciertamente nunca volveré a poner


un gato dentro de mi abrigo. —Él sonrió a medias—. Me tropecé con un
tronco y él entró en pánico.

Su cabeza giró mientras miraba la sangre. Respirando hondo,


alejó las emociones. —No puedo creer que no hayas limpiado eso de
inmediato, Doc.

204
Caz se encogió de hombros. —Había cosas más importantes que
hacer. Asegurarme de que Regan estuviera bien y no hipotérmica.
Tranquilizar a todos.

—Quítate la camisa. Veamos si es grave.—Ella usó su voz LEO.

Mientras él se encogía de hombros, obviamente decidiendo no


molestarla más, se dio cuenta de que él no jugaba juegos machistas. Era
solo otra razón por la que le gustaba tanto.

Se quitó la camisa.

Se estremeció al ver largas marcas de arañazos y se relajó. —No


es tan malo como pensaba. No son muy profundos. ¿Dónde está tu
botiquín de primeros auxilios?

—Lo traeré. —Sin camisa, se dirigió al pasillo.

Y guau. El hombre era increíblemente... masculino. La


musculatura finamente esculpida de su espalda era cautivadora.

Sacó el botiquín de primeros auxilios de un armario en el pasillo


y se volvió.... y ella todavía estaba mirando.

Su pecho era ancho con pequeños pezones oscuros. Los arañazos


cruzaban sus costillas. Costillas delgadas.

—Aquí tienes. —Cuando le entregó el kit, los músculos de sus


pectorales y bíceps se contrajeron y ondularon.

—Gracias.

La línea de sus vaqueros atravesaba un abdomen musculado.

Él se aclaró la garganta y ella levantó la vista. La risa iluminó sus


ojos oscuros.

—Bien. —Abriendo el agua, tomó la toallita que él le entregó y


limpió los rasguños. Aplicó una pomada antibiótica. Puso tiritas en los
peores puntos.

En lugar de mirar sus manos, él estaba estudiando su rostro.

—Hecho. —Ella comenzó a retroceder.

Él tocó su mejilla. —Gracias JJ. Por los primeros auxilios. Por


encontrar a Regan. Por cuidarla.

205
—Casi se m…muere. —Los ojos de JJ, su nariz, su cara
comenzaron a arder, y tragó el nudo de su garganta.

—Ah, princesa —murmuró y curvó su mano alrededor de su nuca,


apoyando su cabeza en su hombro. Y ella necesitaba tanto ser sostenida
que le dolía.

Como si lo supiera, la atrajo más cerca. —Se acabó. Todos están


a salvo.

Envolviendo sus brazos alrededor de él, presionó su rostro contra


su hombro y lloró.

Sin tratar de callarla, simplemente la abrazó, emitiendo suaves y


reconfortantes sonidos, y la dejó llorar.

Oh Dios. Todavía con hipo y sollozos, se sintió como una tonta.


Ella había llorado sobre él. ¿Por qué había hecho eso? Pero lo había
hecho. Levantó la cabeza y lo miró a los ojos. —Lo siento. Ni siquiera sé
por qué…

—Miedo. —Con el brazo todavía alrededor de su cintura, le


acarició el pelo con una suave caricia—. Miedo por Regan, por todos
nosotros. Agotamiento también. —Él se rio entre dientes—. Y frustración,
porque no podemos desquitarnos con ella gritando.

Ella se rio, dándose cuenta tardíamente de que todavía estaba


aplastada contra su pecho desnudo, sus manos presionadas contra su
espalda. Todos los músculos duros cubiertos por una piel tensa y
aterciopelada. Ella trató de retroceder. —Estás herido.

—Me dolerá mucho más si te alejas. —Luego se congeló y sacudió


la cabeza—. Perdóname, me sigo olvidando de mí mismo.

¿Cómo podría no hacerlo, considerando la forma en que se estaba


comportando? —No eres el único que actúa de manera inapropiada. —
Frotó su mejilla contra su cálida piel, inhalando el leve aroma a jabón, a
sudor limpio.

Podría haber muerto allí afuera. Si no hubieran encontrado a


Regan, no habría dejado de buscarla. Ninguno de ellos lo habría hecho.
Sus años en las fuerzas del orden le habían enseñado que la vida puede
ser violenta. Brutal. Y termina demasiado pronto.

206
Echó la cabeza hacia atrás, pasó los dedos por su grueso cabello
negro y vio que sus ojos se oscurecían por el calor. Subiendo de puntillas,
presionó sus labios contra los de él.

Cuando él dudó, ella comenzó a retroceder. —Lo sient…

Sus brazos se apretaron alrededor de ella, la atrajo contra su


cuerpo y la besó. Totalmente, completamente, maravillosamente la besó,
enviando el deseo a través de sus venas.

Sí, esto era lo que ella quería. Celebrar la vida. Con Cazador.

Él levantó la cabeza, su aliento cálido contra sus labios, y ella


sintió su erección contra su estómago. Sus cejas se juntaron. —Princesa,
tal vez deberíamos parar antes de…

—No, no vamos a parar. —Tarde, recordó lo que el camarero había


dicho, hace mucho tiempo. Sobre sus reglas—. Pero sólo por esta noche.
Eso es todo.

Estudió su rostro y luego sonrió. —Si. Pero este no es el lugar.—


Dando un paso atrás, él la tomó de la mano y la llevó escaleras arriba
hacia su habitación .

Una vez dentro de su habitación, ella vio la cama.

La cama. La voz fría de Nash llenó su cabeza. No vales nada en la


cama. ¿Qué clase de mujer no puede correrse? Ella lo había olvidado,
¿no?

Todo en ella quería hacer el amor, besar y acariciar, y llevar a


Cazador dentro de ella. Sentir la maravilla de ser tan íntima con alguien
que... que le importaba. Mucho. Sin embargo, aunque se contentaba con
la cercanía de hacer el amor, alguien como Caz no lo consideraría lo
suficiente. Él querría que ella se corriese. Y entonces ambos se sentirían
mal.

Cuando él accionó la cerradura de la puerta del dormitorio, ella


sacudió la cabeza. —Caz. —Su voz se quebró como si fuera un niño
llegando a la pubertad—. Yo... esto no va a funcionar. Lo siento. Debería
irme a casa. —Dio un paso hacia la puerta antes de darse cuenta de que
él no le había soltado la mano.

De hecho, él apretó sus dedos antes de llevárselos a la boca. —


Tus dedos están fríos, Princesa —murmuró, acercándose, por lo que ella

207
tuvo que mirarlo. Él tiró de su cabello, luego la besó lentamente, haciendo
que sus dedos se curvaran.

Sus temores se diluyeron como la niebla en el agua.

Hasta que levantó la cabeza.

—Siempre puedes irte si es necesario, mamita. Pero me gustaría


saber por qué. Y como no puedo leer tu mente, tendrás que hablar
conmigo. —La llevó a la cama y se sentó a su lado, con el brazo detrás de
la espalda.

¿Qué podría decir ella? Se quedó mirando su regazo hasta que él


le tocó la mejilla, girando la cabeza para que tuviera que mirarlo. La
habitación estaba oscura, mitigando su vergüenza.

—Abajo, querías continuar. —Sus ojos eran oscuros, perceptivos


— ¿Qué cambió?

Dios, qué humillante. Pero... bueno, si ella lo explicara, estaría


hecho. Y se había prometido a sí misma que había terminado con la
deshonestidad en el dormitorio. En las relaciones —Quería hacerlo, pero
luego recordé que podrías ser infeliz cuando no… cuando no pudiera
llegar. No con un chico.

—¿Hay alguna razón para ello? —Su cabeza se inclinó


ligeramente—. No, déjame decirlo de otra manera. ¿Puedes llegar por tu
cuenta?

¿Le había preguntado eso en serio?

Lo había hecho. Sintiendo el calor de sus mejillas, asintió. Una


vez, cuando se zambulló en una piscina, la parte superior de su traje de
baño se había desatado y caído. Había salido del agua y había visto a
todos señalando sus pechos desnudos. Todavía podía sentir el aguijón de
la vergüenza.

Se sentía así ahora.

Con la mano todavía ahuecando su barbilla, él frotó su pulgar


sobre su labio inferior. —¿Eso significa que necesitas más cosas que solo
una polla dentro de ti?

Su intento de retroceder acabó cuando él curvó sus dedos en su


cabello, agarrándolo con firmeza. —No, Jayden, estamos hablando, no
retrocediendo. —Su voz era firme.

208
¿Retrocediendo? Ella se calmó. No era cobarde. Podría hacer esto.
Pero cuando su mirada se encontró con la de él, no se le ocurrió qué decir
a continuación.

Él nunca parecía tener problemas para encontrar palabras. —


Esta es una buena información que hay que tener ¿Sexo oral, dedos,
juguetes? ¿Qué es lo que más te gusta?

Sexo oral, sexo totalmente oral. Ella se sonrojó. Esta conversación


sobre follar era imposible. ¿Podría ella desaparecer de alguna manera?
Honestidad, JJ. —Sexo oral, pero no importa. Sé cómo se sienten los
chicos al respecto y, bueno, no quiero que hagas algo que creas que es
asqueroso.

Sus cejas se juntaron. —¿Alguien te dijo que a los hombres no les


gusta dar sexo oral?

—Hum, sí.

—¿Quién te dijo esto? ¿Tu mamá?

—Dios, no. —Ella reprimió un resoplido. Mamá no hablaba de


sexo. Nunca—. Mi exnovio. Él, hum, comenzó a hacerlo varias veces e
hizo sonidos de náuseas y dijo que así es como se sienten los chicos.

—Hmm. Es hora de un cambio de rumbo...

—¿Qué? —¿Un cambio de rumbo en la discusión de cómo se


corría? Ella estaría totalmente de acuerdo con eso.

—¿Por qué rompisteis el cabrón y tú?

O no. —Eres muy entrometido.

Sus labios se movieron como si casi se hubiera reído. —Verdad.


Verdad. Respóndeme, por favor.

—Era otro oficial en la comisaría de policía. Cuando comenzamos


a salir, él era realmente agradable, pero luego…—Ella frunció el ceño—
Comenzó a criticar todo lo que hacía. Incluso mintió acerca de cómo
realizaba mi trabajo. Finalmente —Después de demasiado tiempo—
rompí con él.

—Bien por ti. —El pulgar de Caz se deslizó sobre sus labios
nuevamente, enviando un hormigueo a través de ella—. Mamita, usa la

209
lógica. Si el hombre es tan deshonesto sobre el trabajo, ¿no mentiría
también sobre el sexo?

¿Nash había... mentido?

Ella debe haber parecido sorprendida, ya que Caz se rio entre


dientes. —JJ, ¿cuánta experiencia tienes?

—No mucha. Antes de Nash, hubo un par de chicos. A corto plazo,


no novios. No tenía tiempo para hombres, no con Mamá enferma.
Después de eso, tuve la academia y el aprendizaje para ser policía.

—Y entonces creíste lo que dijo Nash. —Él sacudió la cabeza—. La


verdad, entonces. Cualquier sexo puede ser egoísta. Algunas mujeres no
disfrutan dando mamadas, ¿no?

—Supongo. —En realidad, ella las disfrutaba bastante.

Aunque ella no había dicho una palabra, sus ojos se calentaron.


—Una persona tiene derecho a decir no a las cosas que no disfruta. Pero
tendría que haber un equilibrio. Debe haber equilibrio. —Él se levantó y
cruzó la habitación, y ella lo miró fijamente. Estaba enojado por ella. Eso
era... conmovedor.

Caz se volvió para mirarla, su mirada directa. —No todos los


hombres odian dar sexo oral. Tu Nash debería haber dicho que no le
gustaba, y si quería mamadas de ti, debería haberte ofrecido algo que te
gustara tanto. Sobre todo porque las mujeres suelen necesitar más que
una polla bombeando. Dios sabe que los hombres nos irritaríamos si
ignoraran nuestras pollas como algunos hombres ignoran sus clítoris.

Ella lo miró con incredulidad. ¿Cómo podía hablar de sexo tan...


sin rodeos?

Vale, vale, pensaría en la idea del equilibrio más tarde. En pocas


palabras, Nash había mentido, y ella lo había creído.

Peor aún, había sido una tonta, dándole a Nash lo que quería sin
recibir nada a cambio. —Siempre pensé en mí misma como si estuviera
en igualdad. Quiero decir, mira a qué me dedico. ¿Cómo pude haber sido
tan ciega? ¿Tan cobarde?

—Los imbéciles controladores son atacantes sigilosos, cortando


piezas hasta que tu autoestima se reduce a nada. —Caz se sentó a su
lado y le rodeó la cintura con un brazo duro—. Déjame corregir lo que

210
dijo Nash. No le gustaba dar sexo oral. En general, creo que a los hombres
les gusta más que les disgusta, pero no hablo de sexo con otros. No es
algo que hace mi familia.

Era tranquilizador saber que no hablaría de ella con Gabe o Bull.


Pero, ahora ella quería saber... —Hum...

Su sonrisa rápida dijo que sabía exactamente lo que ella se


preguntaba. —Me encanta caerle encima a una mujer. Me encanta el
sabor, el olor, usar mis labios, mi lengua y mis dedos.

Se estremeció cuando toda su mitad inferior se convirtió en un


charco fundido de deseo.

Su risa masculina recorrió sus nervios como una mano cálida. —


Mira esos ojos abiertos. Sí, vamos a follar. Pero creo que tenemos que
apagar los susurros de ese pendejo en tu cabeza, princesa.

¿Cómo supo que ella había escuchado la voz de Nash?

—Entonces. Vas a confiar en mí. —Su sonrisa adquirió un borde


perverso—. Voy a quitarte la vista, sí, y luego... —Él le quitó la camisa
térmica sobre la cabeza y fuera, riéndose de su chillido de sorpresa.

Su mirada se posó sobre ella y se calentó. —Me encanta la


frecuencia con la que vas sin sostén.

—Tú... Espera... ¿Sabes cuándo estoy sin sujetador ?

—Soy un hombre. Por supuesto que lo sé. —Sus palmas cubrieron


sus pequeños senos, sus pulgares en sus pezones, ligeros como plumas,
antes de tomar su boca nuevamente, sus manos aún en sus senos. La
combinación envió rayos de calor a través de ella.

—Esta noche es simplemente por diversión. Por placer. Te


disfrutaré hasta que ya no pueda esperar y deba estar dentro de ti. Si te
corres, bien. Si no, está bien también. Lo mismo para mí. Esta noche,
nuestra única tarea es saborear el cuerpo del otro, ¿sí? —Su
despreocupado encogimiento de hombros era muy hispano. No la
presionaría para que se corriese.

El nudo de ansiedad dentro de ella se relajó. —Bueno. Sí.

Inclinándose hacia adelante, besó su hombro, su cuello. —¿Algo


más?

211
—Ciertamente —murmuró y la puso de pie—. Me dejarás estar al
mando de esta sesión, mi inexperta. Te diré lo que me gusta, lo que quiero
que hagas. Hasta que yo hable, te quedarás completamente quieta y
permanecerás perfectamente callada.

—Pero…

—No. Esas son las reglas. Esta vez. —Le había desabrochado los
vaqueros. Con un rápido tirón, bajó todo por sus las piernas y la ayudó
a apartarlos—. De espaldas, oficial, o encontraré tus esposas de policía.

Ella frunció. —Eso ni siquiera es gracioso.

Sus ojos bailaron. —Si no compartes las tuyas, Gabe tiene un


juego.

—Oh Dios mío. Eso está mal.

—Lo intentaremos alguna noche. —Antes de que ella pudiera


responderle, la aplastó en la cama, dio un paso atrás y la estudió—. Hum
—Levantando su camisa, la dobló y la puso sobre sus ojos.

—¿No vas a atarla? —Su intento de sarcasmo salió jadeante en su


lugar.

—No es necesario ya que no te vas a mover. En absoluto. Sin


tocarme, sin moverte ni retorcerte. Sin hablar, sin respirar con dificultad,
sin gemir ni protestar.

—¿Qué?

—Me escuchaste, mamita. Este es mi momento de jugar. Puedes


tener una cantidad igual de tiempo en la próxima ronda. —Él curvó sus
dedos alrededor de los elegantes herrajes de la cabecera—. No te sueltes
hasta que yo te lo diga.

No te muevas. No hables. Ni siquiera podía ver lo que estaba


haciendo.

Cada nervio de su piel cobró vida en anticipación. ¿Dónde la


tocaría?

Se abrió el cajón de la mesita de noche. Se cerró. El colchón se


hundió cuando él se acomodó a su lado. Su beso fue cálido y gentil, y
cada respiración le trajo su aroma oscuro y picante.

212
Pasó un dedo burlonamente sobre su mejilla, bajando por su
cuello. El aire era fresco. Su dedo estaba cálido, acariciando la parte
superior de su pecho. Sus pezones se tensaron en puntos duros y
doloridos, y arqueó la espalda para obtener más.

—No te moverás, mamita. Ni un músculo.

Su boca se abrió y él le recordó—: Nada de hablar. Nada de


sonidos. Este es mi tiempo, y soy un hombre exigente.

Mientras intentaba relajar sus músculos, quedarse quieta, su


dedo rodeó un seno y luego el otro. Dando vueltas, palmeando,
amasando. Su uña del pulgar raspó un pezón, haciéndola jadear ante el
magnífico placer.

Él jugaba con ella, sin prisas, incluso mientras hablaba con ella
con su rica voz de acento español. —Qué bonitos senos. Mira cómo la
parte inferior es más suave que la de arriba. Qué apretados se están
poniendo. Me gusta este color rosado.

Con dedos cálidos, tiró de un pezón, dándole vueltas y tiró de él.


—Se vuelven más grandes, más duros. —Su boca se cerró sobre el pico
palpitante, su lengua azotando, dando vueltas—. Mmm, aún más rojo. A
ver…—Él chupó suavemente y luego con más fuerza—. Sí, hay un color
bastante rosado. Ah, debería hacerlos coincidir.

Se trasladó a su otro seno. —Pecas. Me encantan las pequeñas


pecas de aquí. Sus labios rozaron la parte superior de sus senos.

Su cabeza daba vueltas con las sensaciones increíbles, la forma


en que la tocaba. ¿No debería ella devolverle algo? Moverse o gemir. No.
Le había ordenado quedarse quieta y callada. Pero eso significaba que no
tenía nada que la distrajera de las sensaciones que jugaban sobre su
cuerpo. Nada que hacer sino sentir.

Sus labios se movieron hacia abajo, e hizo una pedorreta sobre su


estómago. El sonido, las vibraciones la sobresaltaron, y ella gritó y luego
se rio.

La besó y reprendió con severidad—: Sin sonidos, cariño. Fuiste


mala, así que tendrás que sufrir.

Quería quitarse la tela de los ojos para poder ver, pero no, tenía
que quedarse quieta, decirle a su cuerpo que no se moviera a pesar de la
creciente expectación, a pesar de que su piel se sentía demasiado tensa,

213
demasiado sensible. A pesar de la forma en que su coño palpitaba para
llamar la atención.

Puso su mano sobre su montículo, y un dedo se deslizó dentro de


ella, oh, estaba resbaladiza, y luego su lengua lamió un pezón. Su boca
se cerró. Chupó. —Acepta tu castigo en silencio, mamita —advirtió.

Sus dientes se apretaron sobre su pezón en un ligero mordisco.


La sensación punzante se convirtió en una pesada y lenta ola de placer
que la sacudió, la estremeció. Sus labios se apretaron sobre el jadeo, y se
mantuvo muy quieta, y cada toque en su cuerpo se hizo aún más
excitante.

—Muy bien. —Se rio entre dientes—. Es bueno que disfrutes ser
mordida, ya que es algo que me gusta hacer.

Oh. Dios. Mío. Su pezón ardía y palpitaba, y rogaba por más.

Se movió hacia el otro seno, haciéndolos coincidir, antes de


deslizarse hacia abajo. Sus labios eran cálidos sobre su vientre. —Tan
suave. Me gusta mucho la suavidad aquí. —Sus labios tocaron su
montículo—. Rechoncho y rogando por mis labios.

Su voz la ancló, la estabilizó en las profundas aguas del deseo.

—Abre las piernas para mí, querida. Mueve únicamente las


piernas.

Abrió las piernas unos centímetros y recibió una palmada en el


muslo que la hizo saltar. Y ardió directamente en su coño..

—Mujer obstinada. Abre más.

Ella quería decirle que era un mandón, fruncir el ceño, para que
no mirara allí abajo. Otra bofetada burlona descarriló sus pensamientos,
y ella abrió las piernas.

—Esta es una bonita vista. —Se acomodó entre sus piernas. Sus
manos recorrían su muslo para aliviar el escozor, y luego presionó sus
piernas aún más separadas. Exponiendo todo.

Antes de que ella pudiera preocuparse, él habló, sus palabras


oscuramente resonantes la calmaron mientras sus dedos la excitaban.
—Un color tan bonito y tan elegante. Me pongo aún más duro cuando veo
cuán mojada y lista estás para mí. Sí, mi polla exige estar dentro de ti,
pero el resto de mí quiere jugar aquí durante unas horas más o menos.

214
Horas. No iba a sobrevivir más allá de unos minutos.

Sus dedos la abrieron, deslizándose sobre sus pliegues, y sintió


su cálido aliento en su montículo. En su clítoris. Su lengua recorrió la
sensible protuberancia en pequeños círculos, y la exquisita sensación fue
como ninguna otra.

—Hum, sabes a pecado, mamita.

Todos sus nervios se habían derretido hasta llegar a su coño. Todo


dolía y rogaba por más.

Él le dio más, su lengua aún más malvada que su voz, sus dedos
manteniéndola abierta, luego presionando dentro de ella, curvándose
para frotar mientras su lengua azotaba el exterior. Atrapando su clítoris
entre dos fuerzas devastadoras.

Las sensaciones aumentaron, se espesaron, fueron abrumadoras,


y él nunca cedió, moviéndose solo ligeramente hacia arriba o hacia abajo,
de un lado u otro.

Todo dentro de ella se acumuló, cada músculo se puso rígido


mientras él se detenía, se apartaba, y luego sus labios se cerraron sobre
su clítoris, y él succionó, aun cuando lo presionaba con su lengua,
frotando directamente sobre él.

Como un barco en un tsunami, su mundo giró fuera de control


cuando las enormes olas de placer la atravesaron y la envolvieron,
ahogándola en la sensación. No grites, no grites.

Sus dedos dentro de ella se mantuvieron en movimiento,


extrayendo hasta la última onda cuando ella se convirtió en un desastre
tembloroso, el corazón latiendo alocadamente, sin aliento.

—Eso es. —Él estaba encima de ella, riéndose ligeramente—. Eres


increíblemente hermosa cuando te corres. —La besó, lenta y gentilmente,
luego con más fuerza, apoyándose sobre su lado derecho mientras su
mano libre recorría su cuerpo húmedo.

—Puedes poner tus brazos sobre mí... por un minuto, creo.

Cuando soltó la cabecera, sus dedos estaban rígidos. Pero sus


manos estaban felices cuando lo abrazó y se maravilló de los músculos,
duros como rocas, de sus hombros, sus deltoides . —Yo…

—No, no puedes hablar.

215
En una solicitud silenciosa, ella acarició la camisa que aún estaba
sobre sus ojos.

Su risa baja hizo que todo dentro de ella temblara. —No, esto
también se queda. Hasta que esté dentro de ti, cuando esté allí.

¿No iba a pasar eso ahora?

—Todavía no he tenido suficiente de tu sabor. —Sus dientes


mordieron el lóbulo de su oreja, y la piel de gallina le subió por los
brazos—. Solo quería darte la oportunidad de recuperar el aliento.

Él curvó sus dedos en el cabecero de la cama, la besó ligeramente


y se movió hacia abajo.

La segunda vez que la tímida mujer llegó al orgasmo fue aún más
satisfactoria que la primera. No había mentido; nunca mentía. JJ estaba
realmente hermosa cuando llegaba al clímax. La forma en que un rubor
subía desde sus pezones hasta sus mejillas, profundizando su color, era
fascinante.

Quería ver sus ojos. Pero ella estaba más preocupada. Por lo poco
que había dicho, el imbécil de su novio la había dejado insegura de su
belleza, su aroma, su sabor. La dejó ansiosa sobre qué decir, cómo
retribuir para complacer a un hombre.

Así que Caz había eliminado su capacidad de hacer cualquier


cosa, eliminando la opción del fracaso, y Dios, ella había respondido
maravillosamente.

Mientras ella yacía flácida, excepto por el temblor post-orgásmico


él se quitó los jeans y se vistió25. Acomodándose entre sus muslos, le
levantó las rodillas. —Me gustaría sentir tus piernas a mi alrededor.
¿Puedes hacer eso por mí?

Ella lo hizo. Sus muslos internos eran como cálida seda


presionándose contra él. Se congeló por un momento, luchando por el
control.

—Las manos sobre mis hombros —Mientras ella obedecía, él le


quitó la camisa de encima de los ojos.

25
Esta expresión significa que se puso un condón.

216
Parpadeando, ella se concentró en su rostro. Sus ojos se habían
vuelto del azul del centro del fuego más caliente.

Sosteniendo su mirada, él acarició su mejilla, y sintió la conexión


entre ellos. El deseo. Era desconcertante cuánto la deseaba, física y
emocionalmente. —¿Estás lista para mí, JJ?

Sus labios formaron la palabra aunque no se escapó ningún


sonido. —Por favor.

Apretando su polla, la colocó en su entrada. Estaba muy mojada,


y muy hermosa. Para probar, se deslizó una pulgada y vio que sus pupilas
se dilataban.

Sus dedos se clavaron en sus hombros.

—Estás apretada, mamita, y Dios, te sientes bien.

El pequeño pliegue entre sus cejas decía que debía ir despacio.


Estaba demasiado apretada esta primera vez. Pero esa tensión lo obligó
a mantener el control con todas sus fuerzas. Mientras él entraba y salía
con pequeños empujes, ella lo envolvía con calor. —Te sientes magnífica.

Apenas suficiente. Necesitaba palabras para contrarrestar el


veneno que Nash le había inyectado. —Eres como un puño caliente a mi
alrededor, resbaladizo y tan increíble que tengo que luchar para no
aporrearte simplemente como un chico virgen.

Una risa casi inaudible se le escapó. Sus ojos se iluminaron de


felicidad. Era una mujer generosa y complaciente. Una mujer sensible.

Lenta, insoportablemente lentamente, se abrió paso. Sus pezones


eran puntos duros contra su pecho mientras él la penetraba por
completo, tomándola y haciéndola suya.

Mía. Un sentimiento tan anacrónico, y que él sintió en lo más


profundo. Mía.

—Agárrate a mí, mi princesa. El tiempo de la lentitud ha


terminado.

Cuando sus caderas se levantaron, él casi sonrió. ¿Podría ella ser


más perfecta?

Su primer empuje duro envió calor abrasador a través de su polla.


De sus bolas. Luego la embistió, sintiendo cómo se ablandaba a su

217
alrededor, debajo de él. Sus brazos se enroscaron alrededor de su cuello,
agarrándose.

Cuando un sonrojo recorrió sus mejillas, él frotó la barbilla contra


su sien, sonriendo. Porque ella estaba excitada de nuevo. ¿Cómo podría
resistirse a llevarla con él esta vez?

Cambiando de posición, se colocó más arriba, su pelvis


ligeramente por encima de la de ella para poder rozar su clítoris con cada
empuje. Ella se puso rígida como si él le hubiese dado una carga eléctrica,
y su núcleo se apretó alrededor de él. —Mmm, mamacita, eso es bueno.

—Oh, oh...—Sus ojos se llenaron de necesidad.

Ella era simplemente hermosa.

Sus bolas se tensaron fuertemente. El calor era una masa urgente


en la base de su columna vertebral. Sin embargo, él resistió, golpeando
con fuerza, girando ligeramente para provocar su clítoris.

Sus dedos se convirtieron en garras, clavándose fuertemente en


sus hombros. Sus piernas se apretaron alrededor de él.

—Es hora de llegar, mi pequeña poli —murmuró y mordió la dulce


curva entre su cuello y hombro.

Echó la cabeza hacia atrás y ella lanzó un pequeño y agudo grito.


La abrazó, sintiendo las sensaciones que se apoderaban de ella.

—Tan jodidamente hermosa. —Su coño todavía se ondulaba a su


alrededor cuando él cedió a sus propias necesidades, moviéndose con
empujes cortos y rápidos. Él estaba muy, muy dentro de ella mientras el
calor salía de él en el placer más satisfactorio que conocía.

Por un momento, se dejó caer sobre su suave cuerpo, antes de


levantar su peso. Mientras miraba a sus brillantes ojos, su olor, su sabor,
su mismo ser se imprimió en su corazón.

218
JJ se despertó justo antes del amanecer. Por un momento, no
supo dónde estaba, temió estar de vuelta en el apartamento de Nash.
Pero un soplo le trajo la fragancia de la nieve y el fuerte sabor de la hoja
perenne de la ventana apenas abierta. Moviendo la cabeza, aspiró el
limpio aroma de lima picante del aftershave de Caz... y el almizclado del
sexo.

Mucho sexo, Dios la ayudase. Su vibrador nunca le había hecho


correrse tantas veces, y mucho menos así de duro. Había tenido tres
orgasmos sólo en la primera ronda. Tres. ¿Cuál era la etiqueta apropiada
cuando se recibía tanto placer? ¿Se suponía que debía enviar una nota
de agradecimiento?

Después de la primera vez, habían dormido, abrazados como


cucharas, ambos exhaustos.

La había despertado alrededor de las dos de la mañana.


Somnolienta, ella lo sintió alejarse, escuchó algo arrugarse, antes de que
él se acurrucara detrás de ella. Su brazo derecho debajo de ella se
acurrucó para poder tomar su pecho. Qué agradable, pensó soñolienta.
Y luego su polla gruesa y dura presionó su entrada por solo un segundo
antes de deslizarse. Ella se puso rígida. Conmocionada.

—No te muevas, princesa —le había murmurado al oído. Él


ahuecó su mano izquierda sobre su coño, encontrando su clítoris. Hizo
su magia mientras su eje inmóvil palpitaba dentro de ella.

Dios, ella se acercaba al clímax, lista para llegar. Y entonces su


cerebro se había despertado. Las preocupaciones la inundaron y ella se
tensó. Él se había reído, bajo y masculino. Comenzó a empujar, grande y
pesado dentro de ella, mientras continuaba acariciando su clítoris. Su
cerebro no tenía ninguna posibilidad contra su control sobre su cuerpo.
Unos minutos más tarde, llegó al clímax con tanta fuerza que su corazón
casi se detuvo. Él la siguió, sus brazos se apretaron alrededor de ella, y
nunca se había sentido tan deseada.

Luego se habían vuelto a dormir. Durante toda la noche.

Ella respiró suavemente, escuchando. El viento se había calmado


y el mundo estaba en silencio.

Acostada, saboreó la sensación de su pesado brazo sobre su


cintura, su cálido aliento revolviendo su cabello, su pecho contra su
espalda. En un mundo duro, él era seguridad y comodidad, risas y
compasión.

219
Sí, a ella le gustaba. Por algo más que su letal y sexy cuerpo y su
cara hermosa, aunque, ¡hum!

Por algo más que la forma sensualmente decadente en que hacía


el amor, aunque, de nuevo, ¡hum!

No, lo que estaba estropeando su plan para mantener la distancia


era su personalidad. Cuán atento era con todos: con ella, con Regan, con
sus pacientes. Su sutil sentido del humor. Su habilidad para hablar sobre
cosas que la hacían tartamudear con vergüenza. Su franca honestidad.
La forma en que bromeaba con sus hermanos. Incluso su irritante
protección.

Oh, a ella le gustaba demasiado. Más que gustarle, si tuviera que


admitirlo. Y eso era simplemente imposible.

Aunque el tener una hija había frenado su relación con mujeres,


sin duda volvería a ser un jugador una vez que su vida se calmara.

¿Qué significaba eso para ella?

Suspiró. Significaba que el hombre le rompería el corazón. Porque


ella no tenía la fuerza de voluntad para abandonarlo a pesar de que sabía
que habría un final.

Todo en la vida tenía un final. Ella lo había aprendido por las


malas, una y otra y otra vez.

Con Cazador, su tiempo terminaría más temprano que tarde.


Quizás incluso después de esta noche. No sería debido a un accidente,
enfermedad o desastre. Simplemente pasaría de mirarla con calor en sus
ojos a verla como una amiga.

Eso dolería mucho, mucho.

Pero podría lidiar con ello.

Bien, entonces.

Ella se sentiría complacida si él quisiera continuar. Aunque


tendría que ser una aventura secreta y tranquila. Él tenía que pensar en
su hija. Como agente de policía, ella tenía que considerar su reputación.

Cuando él rompiera, como ella sabía que lo haría, lloraría,


recogería los pedazos de su corazón y avanzaría.

220
Porque eso es lo que hacía una mujer.

221
Capítulo Diecisiete

Quien se atreve, gana. Quien suda, gana. Quien planea, gana.

~ Teniente Coronel Sir Archibald David Stirling, Fundador del SAS.

—Este es el último que queda. —El miércoles, el día después de


la tormenta de nieve, Regan le entregó al tío Gabe su plato. Estaba
recogiendo la comida sobrante para las gallinas. Ella apostaba que a las
gallinas realmente les gustarían los crujientes tacos y la carne.

—Gracias. Buen trabajo, Regan. —Para terminar, le entregó los


platos sucios a Audrey para que los pusiera en el lavavajillas.

Regan buscó otra tarea. Tío Bull estaba limpiando la mesa. Papá
y JJ habían guardado las sobras y estaban trayendo bebidas para todos.

—Mija, ¿puedes llevar esto a la mesa de café? —preguntó papá.

—Claro. —Ella sonrió y llevó dos vasos. ¿Por qué era mucho más
divertido ayudar aquí que en los hogares de acogida? ¿Quizás porque
todos se caían bien? O porque incluso cuando estaban gruñones, nadie
era malo. Nadie la golpeaba o la insultaba o la amenazaba.

Esta tarde, se suponía que tenía que hacer los deberes... pero se
quedó dormida. Papá se rio y dijo que correr por la nieve cansaba a la
gente.

Habían corrido mucho hoy. Había ayudado a preparar las motos


de nieve. No, eso no estaba bien. En Alaska, las llamaban máquinas de
nieve. La gente de Alaska era rara, a veces.

222
Mientras dejaba las bebidas, el tío Bull se sentó en un extremo
del sofá, su lugar favorito. Gabe y Audrey se sentaron en el otro extremo.

—JJ —Sentado en el medio, Papá acarició el cojín a su lado—


Siéntate aquí.

Cuando JJ se sentó, ella le sonrió, suavemente, casi como Audrey


le sonreía al tío Gabe.

—Tú también, mija. —Tomó la mano de Regan y tiró de ella hacia


el otro lado.

—¿Vamos a cantar? —Regan rebotó un poco. Papá le había dejado


tocar el tambor en un par de canciones la última vez.

—Más tarde, sí. —Papá asintió con la cabeza al tío Gabe—. Te toca
a ti, viejo.

—Regan, cuando estábamos creciendo, a veces uno de nosotros


tenía un problema. —La boca del tío Gabe se torció un poco divertida—
Tuvimos muchos problemas, en realidad. Pero si no podíamos arreglar
una situación por nuestra cuenta, el sargento nos hacía hablarlo para
decidir qué hacer.

Tío Bull levantó el dedo índice. —Cuando se planifica una misión,


el primer paso es reunir información.

¿Por qué la miraban todos? Ella se encogió más cerca de Papá.

La rodeó con el brazo y la apretó contra su costado. —Les hablé


de los libros destrozados en la escuela.

Gabe asintió con la cabeza. —Dinos lo que sabes, Regan.

¿La iban a echar ahora? Su corazón se sentía como si tuviera pies


e intentara salir corriendo de su pecho. Con botas pesadas. —Yo... yo no
lo hice.

Audrey hizo un sonido de puaff. —Nadie cree que lo hicieras,


cariño. Amas demasiado los libros como para dañarlos.

Inclinándose hacia adelante, JJ se acercó a Papá para tomar la


mano de Regan. —Alguien estropeó esos libros y dijo que eras tú. Eso no
está bien. —Los ojos de JJ se entrecerraron—. Y no debería salirse con la
suya.

223
A veces Regan olvidaba que JJ y el tío Gabe eran policías.

Después de que JJ le apretase la mano y se recostara, Regan miró


a Papá. ¿Acaso él...?

Él besó la parte superior de su cabeza, y su corazón dejó de correr


y se puso blando en su lugar. Él le creía.

—¿Quién le dijo a la maestra que habías sido tú? —preguntó JJ—


¿Y qué dijo?

Regan miró a su alrededor. Audrey tenía un bolígrafo y papel para


poder tomar notas. Tío Bull se inclinaba hacia adelante y también tío
Gabe. Planificación de la misión. ¿Qué genial era esto?

—La señora Wilner no me dijo quién, pero… —Regan se detuvo a


pensar, para decirlo bien— … dijo que me vieron arrancar páginas de los
libros. Pero no pudieron hacerlo, porque yo no lo hice.

La cara del tío Gabe tenía una mirada enojada, pero su voz se
volvió aún más suave. —Ellos indica que hubo más de uno involucrado
y que la Sra. Wilner sabe quiénes son los mentirosos.

Audrey golpeó con su bolígrafo el bloc de notas. ¿Viste los libros


que estaban dañados, Regan? ¿Puedes describirlos?

—Hum. Eran los nuevos que la Sra. Wilner había traído. Todavía
en la caja, ni siquiera los había puesto en los estantes. Todos eran
brillantes y bonitos. —Entonces la profesora le había enseñado uno de
los libros destrozados, las páginas todas rasgadas y arrancadas. Se sentía
como si un niño pequeño hubiera sido pateado. ¿Los libros dolían?

—Brillante. —Audrey le dio unas palmaditas en el brazo al tío


Gabe—. Supongo que los libros están encuadernados con portadas
brillantes.

—¿Brillante? —Tío Gabe le sonrió a JJ—. Apuesto a que tienen


huellas digitales.

Papá frunció el ceño. —Necesitarías obtener las huellas de los


culpables. Obtener permiso para tomar la huella digital de un menor
podría ser problemático.

Huellas dactilares. ¿Como si Shelby o Brayden hubieran dejado


sus huellas en los libros? Porque ella sabía que eran esos dos tontos.

224
—Odio decirlo, pero tienes razón. —JJ frunció el ceño y luego
sonrió—. Espera. ¿Y si nosotros, el departamento de policía, dejamos
claro que no guardaremos las huellas? La comprobación podría ser —
Sonrió—, un ejercicio para los estudiantes.

Sin saber exactamente a qué se refería JJ, Regan miró a Papá que
estaba sonriendo. Audrey aplaudió. Sus tíos se reían.

De acuerdo entonces. Fuese lo que fuese le parecía bien. Regan


se acomodó contra Papá.

Todos la habían creído.

225
Capítulo Dieciocho

A los 70 años, si pudiera darle un consejo a mi yo más joven, sería usar las palabras
'joder' con mucha más frecuencia.

~ Helen Mirren.

El viernes después de la tormenta de nieve, JJ estuvo en el aula


de Regan con los grados tercero, cuarto y quinto. La habitación era una
explosión visual de color. Paredes de color amarillo cremoso con alegres
trabajos de pintura. Otra pared tenía un tablón de anuncios turquesa.
Los colores del arco iris brillante que se arqueaban sobre la esquina de
la computadora coincidían con las sillas de abajo. Una alfombra verde
oscuro marcaba el rincón de lectura. Para contrarrestar la disminución
de la luz solar, el profesor había creado el país de las maravillas del
verano.

Sentado a la mesa, Niko, uno de los amigos de Regan, estaba


etiquetando una página con el nombre del último alumno.

Mientras JJ esperaba, se estiró, sintiendo un dolor bajo en su


mitad inferior y algunos músculos doloridos, también... todo por una
actividad inusual. Porque esa única noche se había convertido en... más.
Durante las últimas tres noches, desde la tormenta de nieve del martes,
había estado en la cama de Caz. En sus brazos. Haciendo el amor una y
otra vez.

Y luego levantándose muy temprano para volver a casa antes de


que Regan se despertara. Aunque ella tenía un acompañante. Porque Caz
insistía. —Está oscuro ahí fuera, mi corazón. Caminaré contigo.

226
Ella hubiera pensado que despertarse con él sería incómodo. En
cambio, era... maravilloso. Con todo lo que hacía, desde hacerle el amor
hasta tenerla en sus brazos toda la noche, la hacía sentir querida. Cada
mañana, era más difícil dejarlo. Esta mañana, la había acercado y se
había agachado para darle un largo beso y...

—¿Oficial?

Ella parpadeó y miró hacia abajo para ver a Niko sosteniendo el


papel en el que había estado trabajando. —Lo siento. Estaba soñando
despierta.

Cuando él sonrió, ella le revolvió el pelo. —Gracias por tu ayuda,


Niko. —Se había ofrecido voluntario para etiquetar las huellas dactilares
de cada página con el nombre del niño.

—Claro.

JJ pegó el papel final a la pared y dio un paso atrás para admirar


los trece juegos de huellas dactilares ampliadas. Cada impresión era lo
suficientemente grande como para mostrar claramente bucles, espirales
y arcos.

Terminado su trabajo, Niko se unió a los demás en una mesa


donde Gabe estaba enseñando cómo buscar huellas dactilares.

La señora Wilner se acercó a la mesa. —Jefe MacNair, ¿puede


empolvar estos libros para buscar huellas?

Ella dejó dos libros de tapa dura con portadas brillantes. Cada
uno tenía un espacio notable donde las páginas habían sido arrancadas.

—Por supuesto, señora Wilner —dijo Gabe cortésmente—. Será


un placer.

Regan, de pie con los otros estudiantes, le dio a JJ una mirada


esperanzada.

JJ le devolvió la sonrisa tranquilizadora, incluso cuando le dolía


el corazón. Maldición, esto tenía que funcionar.

—Tengo algunas buenas impresiones claras aquí. —Después de


que las imágenes de las huellas digitales de las portadas de los libros se
ampliaron e imprimieron, Gabe entregó copias a varios grupos—. Equipo
uno y equipo dos, veamos si encontráis una coincidencia con esta huella.
Llamaremos al propietario: Perpetrador Número Uno.

227
Dos grupos más recibieron una impresión del Perpetrador
Número Uno.

Uniéndose a JJ, la Sra. Wilner preguntó en voz baja—: No lo pensé


cuando propusiste esto, pero mis huellas digitales y las del personal de
la editorial y los transportistas también estarán en esos libros.

—Sí. —JJ observó a Gabe explicando cómo buscar las


coincidencias—. Gabe está empolvando sólo las huellas pequeñas. La
mano de un niño es notablemente menor que la de un adulto.

—Oh. —La señora Wilner examinó sus propios dedos y miró a los
niños—. No había pensado en eso.

—¡Tenemos una! —La niña del Equipo Dos agitó el papel con
entusiasmo— ¡Coincide!

—Buen trabajo. A ver si todos estamos de acuerdo. —JJ se acercó.


A medida que los estudiantes se reunían, ella usó un puntero para
mostrar cómo los diversos cruces, bifurcaciones, crestas e islas en la
impresión perpetrador y la impresión del estudiante coincidían.

Después de que todos estuvieron de acuerdo en que coincidían,


ella entregó pequeñas insignias a los miembros del Equipo Dos.

Cuando el Equipo Cuatro hizo coincidir su huella con la de uno


de los estudiantes, Gabe confirmó el hallazgo con la clase, felicitó al
equipo y también les dio insignias.

Ambos criminales habían sido identificados. JJ esperaba que


Regan se sintiera mejor ahora.

Sentada en su escritorio, Regan intentó no aplaudir. A cada lado


de ella, Delaney y Niko ni siquiera intentaban ocultar sus sonrisas.

Regan también quería una insignia, pero su equipo no había


ganado el concurso.

El tío Gabe y JJ eran muy tranquilos, como super policías o algo


así, y los compañeros de clase de Regan estaban muy interesados.
También la Sra. Wilner. El director Jones incluso había venido a mirar.

228
—Esta es una de las formas en que reunimos pruebas en la escena
del crimen —dijo el tío Gabe a todos—. Ahora que hemos hecho el trabajo,
si fuerais la policía, ¿con quién querríais hablar sobre el daño a los libros?

—Shelby! —gritó todo el equipo dos.

—¡Brayden! —El equipo cuatro se unió.

—Sí, Shelby y Brayden dijeron que Regan lo hizo, y ellos fueron


los que arrancaron las páginas. Son unos mentirosos sucios —gritó
Delaney, más fuerte de lo que Regan jamás había oído.

La cara de Shelby se puso realmente roja, y la de Brayden


también, sólo que él estaba mirando a todos.

Delaney tenía razón: eran unos mentirosos sucios. Y matones y


malvados.

—Creo que será mejor que tengamos esa charla. —El director
Jones hizo una seña a Brayden y Shelby. Cuando los sacó, todos los
niños que habían sido acosados aplaudieron.

—Ni siquiera tuvimos que darles una paliza y ser sancionados por
pelear. —Niko choca los cinco con Regan.

Sonriendo, Regan miró a su alrededor. Los otros niños le estaban


sonriendo como si estuvieran contentos de que ella no estuviera en
problemas. Estaba feliz de no estar en problemas o suspendida por
pelear.

A veces, tal vez, había otras formas de arreglar las cosas además
de usar sus puños. Como la forma en que los tíos, Papá, JJ y Audrey se
habían sentado, hablado y planeado. Juntos.

Porque eso es lo que Mako les enseñó a hacer.

Un escalofrío feliz la recorrió. Ella también era parte de la familia


de Mako ahora.

229
La “presentación” de las huellas digitales había ido mejor de lo
que JJ podría haber imaginado. No es que Caz hubiera estado feliz de
escuchar que los dos mocosos habían montado una trampa para su hija.
Demonios, ella y Gabe apenas lograron evitar que condujera al complejo
para gritarles a los padres. O peor. Habían podido decirle al doctor que
el director Jones ya había programado una charla con los dos niños y
sus padres. Afortunadamente, el doctor tenía una sala de espera llena y
ya no había podido había podido satisfacer su temperamento por más
tiempo.

Tenía que admitir que la ira de Caz en nombre de su pequeña niña


era conmovedora. Incluso siendo oficial de policía, su padre habría
reaccionado de la misma manera.

Sin embargo, un padre enojado y portador de cuchillos con un


historial de matar gente era un poco preocupante. Sonrió. Ella y Gabe
planeaban mantener a Caz lejos, muy lejos de esos padres e hijos.

Después de hacer un montón de papeleo en la comisaría, y tomar


más café, JJ salió, saludando con la mano cuando pasó por el mostrador
de recepción.

—Mantente caliente, oficial —dijo Regina.

Cuando JJ salió a la calle, estaba sonriendo. Era genial sentirse


parte de todo y que ella estaba marcando la diferencia. Que ayudaba. La
comisaría ya se estaba convirtiendo en un segundo hogar.

Caminando por la calle principal, contempló los altos montones


de nieve empujados a un lado por el quitanieves. Algunas pilas eran tan
altas como ella. Si fuera una niña, estaría haciendo cuevas en la nieve.
¿Quizás Regan y sus amigas querrían algo de ayuda?

Alaska era muy diferente.

El día después de la tormenta de nieve, Gabe decidió que los


recién llegados a Alaska debían aprender el cuidado básico. Audrey,
Regan y JJ ayudaron a reparar la media docena de máquinas de nieve
del Hermitage. Durante las lecciones en el edificio anexo, los tres
hombres les contaron historias humorísticas (y horripilantes) de
desastres en la carretera. Atravesar el hielo, avalanchas, chocar con
árboles o vallas de alambre de púas, manos y pies congelados, volcar en
una pendiente, perder el control en el hielo. Su lista de peligros e
disparó... y luego todos salieron a cabalgar.

230
Peligroso o no, le encantaba andar en máquinas de nieve.

Parecía que todos los dueños de negocios, los que todavía estaban
aquí, habían abierto hoy. La gente con la que hablaba se había encogido
de hombros ante la tormenta, diciendo que era sólo una muestra de lo
que estaba por venir. La temporada de nieve realmente no comenzaba
hasta diciembre. Era solamente principios de noviembre, que Dios la
ayudase.

Sin embargo, le encantaba todo lo relacionado con el invierno de


Alaska. Las máquinas de nieve. Las tareas de limpieza de la nieve: revisar
ventanas, conductos de agua y techos; despejar caminos, asegurarse de
que el agua de las gallinas no se hubiera congelado. Las noches del
Hermitage con una sala llena de gente, risas, buena comida, una película
divertida y, por supuesto, cantar.

Mako había formado una familia extraña y maravillosa.

Sacudiendo la cabeza, entró en la tienda de Dante.

—Eh, es mi chica policía —dijo Dante— ¿Cómo va todo por ahí?

—Bien, en realidad. —Se apoyó en el mostrador y sonrió al viejo


Okie que había estado en Alaska durante décadas sin perder su acento.
—Parece que todos los que han sobrevivido un invierno o dos están
bastante bien, excepto un hombre mayor que comenzó a tener dolores en
el pecho cuando intentaba abrir el camino hacia su automóvil. Un par de
líneas eléctricas cayeron junto con un montón de ramas de árboles.

El asintió. —Ayudé a Jones a reconstruir su cobertizo que se


derrumbó bajo la nieve. El tonto no le dio suficiente inclinación al techo.
¿Cómo le fue a nuestra gente más nueva?

—Principalmente choques y coches que se salieron de la carretera.


Hay algunos recién llegados que no están acostumbrados a conducir en
la nieve. —Ella sacudió su cabeza—. Un tipo conducía con neumáticos
gastados y se preguntaba por qué no tenía tracción.

Dante tiró de su barba y le dirigió una mirada inquisitiva. —¿Y


tú? Nevada no es conocida por las tormentas de nieve.

Ella sonrió. —Caz me entrenó. —Había conducido su todoterreno


al bar. Bull había despejado el aparcamiento, dejando montones de nieve
a los lados—. Me obligó a conducir por el aparcamiento del bar a
propósito patinando. Mi coche dejó muchas abolladuras en las pilas de

231
nieve a los lados antes de que descubriera cómo la nieve afecta la tracción
y cómo lidiar con ella. —En el camino de regreso, había conducido por
Main Street para sentir la nieve en el pavimento.

Caz fue un maestro increíble. Paciente... y muy minucioso.

—Bueno. —Dante se rio entre dientes—. Puse mi camioneta en


una zanja el primer año que estuve aquí. Dos veces.

Gracias a Dios por Caz. Poner el coche patrulla de Rescue en una


zanja sería totalmente humillante. —Ahora solo tengo que estar atenta a
los otros conductores.

—Cierto, cierto. Pero nuestros novatos aprenderán a conducir, y


también a abastecerse. —Agitó su mano en los estantes del mercado—
¿Ves cómo se ha reducido mi stock de productos enlatados y papel
higiénico?

—Oh. —Anoche, cuando habían comenzado a cocinar en la casa


de Mako, Caz le había mostrado la inmensa despensa. Había un enorme
congelador lleno. Los estantes estaban abarrotados de productos
comerciales y enlatados en casa, botes de frijoles y fideos, alimentos
liofilizados. Y mucho, mucho papel higiénico.

Miró los estantes de Dante. —¿Te vas a quedar sin suministros?


¿Deberíamos instituir el racionamiento?

—No, está todo bien. Solo estoy esperando a mis chicos de media
jornada, que tienen espaldas más jóvenes, para sacar el material de la
trastienda. —Él guiñó un ojo—. Como todos los habitantes de Alaska, me
aseguro de estar preparado para el largo plazo. Por si acaso.

Volvió a salir al frío. La temperatura había bajado lo suficiente


como para robarle el aliento mientras comprobaba el resto de las
empresas locales. Ni robos, ni problemas.

Al menos en estos meses tranquilos antes de que comenzara la


temporada de esquí, tendría tiempo para aprender a ser una policía
efectiva durante el invierno.

Cuando comenzó a cruzar hacia el edificio municipal, un alce


cruzó la calle principal y se fue cuesta abajo hacia el lago. Maldición. De
acuerdo, tal vez tenía que aprender más de lo que pensaba.

232
En el bolsillo, su celular sonó estridentemente. Lo sacó. Una pelea
en la taberna con una solicitud de ayuda. Era extraño que Bull no la
hubiera frenado. No, pensándolo bien, Bull y Gabe estaban en los
suburbios. Una pareja de ancianos, habiendo perdido la electricidad con
la tormenta, habían estado usando velas y terminaron con un incendio
en la cabaña. Gabe había reclutado a Bull para que le ayudara a hacer
las reparaciones.

Bull no estaba en el bar. Sin respaldo de Gabe. Mientras la tensión


le oprimía el estómago, JJ se subió al coche patrulla, se dirigió a la
taberna y entró en ella.

Tres tipos, obviamente borrachos, estaban plenamente


enfrascados en una pelea a puñetazos. Un cuarto hombre estaba
arrodillado en el suelo cerca de la esquina, encorvado sobre su estómago.
Fragmentos de vidrio y sillas rotas cubrían el suelo. Dos camareras
permanecían de pie a un lado. Cerca, Félix lucía un hematoma morado
en la mandíbula y se apoyaba en la barra. Obviamente había intentado
interceder y había fallado.

Le tocaba a ella, entonces.

—Policía de rescate. Sepárense. —Ante su fuerte grito, los tres


contendientes miraron, vacilaron y retomaron la lucha.

Imbéciles.

Un hombre aterrizó en una silla, la hizo añicos y volvió a la lucha.

—Mierda —murmuró y calculó su estrategia. El de la barba


grande era el más agresivo. El más pequeño le estaba dando una paliza.
El tercero era un auténtico bateador. De acuerdo, entonces.

—Una vez más. ¡Policía! ¡Parad ahora! —Ella avanzó, con gas
pimienta en una mano. Tirando del cuello del pequeño, lo arrojó al otro
lado de la habitación y roció al agresor más grande.

Su aullido de dolor no debería haberla complacido. Pero lo hizo.

Esperó un segundo para ver si el tercero era listo y se retiraba.


Cuando él la golpeó, ella también lo roció y reculó rápidamente para
evitar el aire lleno de pimienta.

233
Lo siento, Bull. El local necesitaría ser ventilado. Teniendo en
cuenta el desorden de vidrio y muebles rotos, el lugar estaría cerrado por
un tiempo de todos modos.

—JJ, ¡cuidado! —gritó una camarera.

Antes de que JJ pudiera darse la vuelta, alguien la atacó por


detrás. Aterrizó con fuerza sobre su hombro. El hombre le dio un
puñetazo en la frente. Fuerte. El dolor le estalló en la cara, y se mareó
por un segundo.

—¡Maldita perra policía! —Era el chico que había estado sentado


en la esquina. La golpeó de nuevo.

Su mejilla explotó de dolor.

Y el entrenamiento se hizo cargo. Ella golpeó su puño en el lateral


de su rostro, sacudiéndolo de lado, luego giró hacia el otro lado y balanceó
su pierna hacia un lado frente a él. Su tobillo rozó su garganta y lo apartó
de ella. Poniéndose de pie, sacó su pistola eléctrica y lo derribó.

Malditos varones envenenados con testosterona. Usando esposas


y abrazaderas, aseguró a los cuatro hombres. Muñecas y tobillos, porque
estaba de muy mal humor. Y dolorida.

Después de sentarse pesadamente en una silla, se volvió hacia los


camareros con los ojos muy abiertos. —Oye, Ofelia, ¿puedes traerme una
bolsa de hielo, por favor, y también conseguir una para Félix?

—Puedes apostar. En seguida —dijo la pequeña camarera de piel


morena y se apresuró a la cocina.

—Eres mi heroína, oficial JJ. —Félix le dirigió una sonrisa y se


sentó pesadamente en una mesa.

Un sonido del exterior llamó su atención. La camioneta de Gabe


se detuvo en el estacionamiento cubierto de nieve, seguida de la de Bull.
La caballería había llegado. No lo había pedido, pero tenía respaldo de
todos modos, y qué increíble era eso.

Útil también. Hubiera sido complicado transportar a cuatro


personas a la comisaría.

Al levantarse para dar su informe, se dio cuenta de que la sangre


le corría por la cara y le goteaba en la chaqueta. Con los dedos
cuidadosos, se tocó la cara. Maldición, esto duele. Ay.

234
Cuando Caz vio la cara manchada de sangre de JJ, la furia lo
invadió y sintió que su cabeza explotaría. —¿Qué pasó? ¿Quien…? Dime.
Mataré a quien te haya hecho esto.

—Solo una pelea de bar, Doc. —Ella sostenía una gasa empapada
de sangre en su mejilla—. No es gran cosa. Todo es parte del trabajo.

—Al diablo con tu trabajo. Estás cubierta de sangre. —Su ira


creció, llenando la habitación. Ella podría haber sido gravemente herida.
Podría haber muerto Como Carmen—. No volverás a ese trabajo, un
trabajo en el que tienes que luchar.

—¿Perdóname? —Su boca se redujo a una línea—. Mi problema,


no el tuyo.

Él avanzó, poniéndolos cara a cara. —Ser policía no es seguro, no


es un lugar para…

—Si dices mujer, te aplastaré de la misma manera que lo hice con


ellos.

¿Ellos? ¿Se había enfrentado a más de uno? Todo pensamiento en


su cabeza se desintegró. Sujetó sus hombros con fuerza. —¿Dónde
estaba Gabe? ¿Dónde estaba tu respaldo?

El puño de ella en sus entrañas lo hizo retroceder un paso.

—Olvídalo. Me vendaré yo misma. —Dándose la vuelta, se alejó.

Casi había llegado a la puerta antes de que él se controlara y


pudiera hablar con voz uniforme. —JJ, para.

Ella se detuvo, pero no se volvió. Obviamente tratando de decidir.

Dios, era un idiota. —Perdóname por favor. Me pasé de la raya.

Pasando entre ella y la puerta, levantó las manos en señal de


rendición. Un lado de su cara estaba hinchado y magullado. Su frente
estaba cortada. El corte en su mejilla era aún peor.

235
Su oponente debía de haber llevado anillos. Su temperamento se
encendió tanto que se tomó un momento para volver a atarlo. —Lo que
dije estuvo mal. Ven, déjame coserte.

Ya le había suturado la cara una vez. ¿Con qué frecuencia se


lastimaría? ¿Con qué intensidad? Contrólate, Ramírez.

Tomando asiento en la mesa de examen, ella lo miró. —¿Cómo


logras permanecer en el campo de la medicina si te molesta ver a una
mujer herida?

Ella no tenía idea de lo que significaba para él, ¿verdad?

—Por eso un médico evita atender a la familia. Cuidar de la familia


y los amigos nubla el juicio. —Su expresión de sorpresa rompió su
corazón, y él tocó su mejilla ilesa con la punta de sus dedos—. Sí, me
preocupo por ti, mi… oficial Jenner.

Ella lo miró fijamente y luego sacudió la cabeza ligeramente.


Rechazando sus palabras.

Mientras se lavaba las manos, se ponía los guantes y abría el


paquete de vendaje estéril, limpiaba, pegaba y suturaba, ella permaneció
en silencio.

Él le acarició la mejilla ilesa. —Háblame, JJ.

—¿Qué hay que decir? Toda esta sobreprotección es porque has


perdido mucha gente, ¿no es así? Tu madre y tu hermana. Tu Carmen.

Una esperanza momentánea que ella lo comprendía se extendió a


través de él. —Sí. Y no puedo protegerte. No con el trabajo que tienes.

—Sabes, eso es lo que dijo Nash. Que no quería que me lastimara.


Que no era lo suficientemente buena para protegerme a mí misma. Que
necesitaba dejar de ser policía... para que él se sintiera cómodo.

—No quise decir…—Caz se detuvo al ver la trampa en la que se


había metido.

Ella apartó su mano y saltó de la mesa.

—Gracias por el trabajo de reparación, doc. En cuanto al resto,


no puedes ir allí. No me harás menos de lo que soy. —Sus ojos eran del
verde azulado del glaciar Holgate, y tenían aún menos calor.

236
Se volvió y salió de la sala de examen.

Antes de que Caz pudiera seguirla, escuchó voces en el pasillo.

—Hola, JJ. —Era la voz de Audrey.

—¿Qué estáis haciendo aquí? ¿Estáis heridas?

—No, estábamos arriba en la biblioteca. Gabe nos dijo que


viniéramos a buscarte. ¿Estás bien?

—Un lote de viles tontos te golpeó, ¿verdad? —El acento inglés de


Lillian era muy agudo—. Queridas, vayamos a mi casa. Tengo un
delicioso rosado corso que pide que alguien lo beba.

—Mi turno aún no ha terminado —protestó JJ.

—Jayden Jenner, has resultado herida —dijo Lillian con firmeza.

—Pero…

—Gabe dijo que te llevara a casa. Que cualquiera que tenga una
probabilidad en un cuatro a uno, puede salir del trabajo antes. —La voz
de Audrey se elevó—. Cuatro a uno, ¿en qué estabas pensando?

—Diría que ella piensa que es muy competente en su trabajo —


dijo Lillian.

Cuatro a uno ¿Se había enfrentado a cuatro hombres y había


ganado? Caz cerró los ojos, orgulloso de sus habilidades luchando contra
la rabia de la preocupación.

—Bueno, está bien. Me encantaría tomar una copa, en realidad —


decía JJ—. Gracias. Lo aprecio.

—No, gracias amor. Tendremos chismes maravillosos para


acompañar nuestro vino.

Caz se apoyó contra la mesa de examen cuando la puerta de la


clínica se cerró detrás de las mujeres. Una copa, un relato de la pelea, y
la felicitación a JJ por un trabajo bien hecho.

Porque eso era lo que hacían los amigos.

No perdían los estribos y exigían que una persona se retirase a un


trabajo más seguro, a un mundo más seguro. Los amigos no hacían eso.
La familia no hacía eso. Los amantes no hacía eso.

237
Gabe no renunciaría si Audrey se lo pidiera. Escucharía. Sería
muy cuidadoso. No renunciaría.

Si hubiera una epidemia, Caz no dejaría el trabajo, incluso si su


mujer exigiera que se mantuviera a salvo. Escuchaba, tomaba
precauciones y hacía el trabajo para el que había nacido.

Caz limpió la sala de examen, desechando la gasa empapada de


sangre.

La sangre de JJ.

Toda la lógica del mundo no eliminaría su necesidad de verla a


salvo.

238
Capítulo Diecinueve

Todo hombre normal debe ser incitado, a veces, a escupir en sus manos, izar la
bandera negra y comenzar a cortar gargantas

~ HL Mencken

—Dios, ¿hay algo en el agua en esta zona? —El padre de Regan


murmuró mientras caminaban por la orilla del río. Sobre la nieve.

Regan levantó la vista, tropezó y Papá la agarró del brazo para


evitar que se cayera. Caminar con las raquetas de nieve era muy
diferente.

—Usa tus bastones, mija —le recordó.

—Ajá. —Ella avanzó, recordando mantener sus pies más


separados. Las raquetas de nieve eran más anchas que los zapatos—
¿Qué pasa con el agua?

—Significa... —Frunció el ceño, probablemente tratando de no


jurar, porque estaba un poco gruñón últimamente.

Ella le sonrió. Tenía el pelo oscuro, los ojos oscuros y la piel


morena, aunque no había habido sol en los últimos días.

Sus ojos se entrecerraron. —¿Por qué sonríes?

—Me parezco a ti. —Eso sonaba muy tonto—. Quiero decir, estoy
sonriendo porque el sol está brillando, y todo está brillante aquí afuera.

Él negó con la cabeza, sonrió y tiró de su gorro sobre sus ojos.

239
Riendo, ella lo empujó hacia atrás. —¿Qué pasa con el agua?

—Es un dicho. Y es válido dado que escuché que te peleaste en la


escuela.

Ella frunció el ceño. —Hablaste con la señora Wilner. —


Concentrándose en sus pies, Regan se abrió camino alrededor de un
tronco de árbol medio enterrado— ¿Qué quiere decir: hay algo en el agua
en esta zona?

—JJ puso fin a una pelea en un bar el viernes contra cuatro


borrachos.

Regan se detuvo tan rápido que tropezó, y él la atrapó de nuevo.


JJ no había venido en todo el fin de semana ni el lunes, a pesar de que
había sido el Día de los Veteranos y no había clases. —¿Estaba herida?
¿Se encuentra bien?

La boca de Papá se inclinó hacia las esquinas, pero sus ojos no


sonrieron. —Ella está bien. Un poco magullada.

Le dio un golpecito en la nariz —¿Hay algo en el agua? es un dicho


que significa: ¿hay alguna droga extraña que la gente está bebiendo que
hace que la gente actúe de forma extraña? En este caso, ¿qué hace que
todas las mujeres de aquí se conviertan en luchadoras de MMA 26?

Regan resopló. Él era muy gracioso. —No es MMA. Sólo golpeé a


Shelby una vez. —Y la pateó una vez. Y golpeó a Brayden un par de veces.

—Uh, uh —No le creía.

Ella lo miró con el ceño fruncido.

Después de quitar la nieve de un árbol caído, se sentó. Ella trató


de sentarse a su lado, pero el tronco era tan alto que su trasero no
llegaba.

La levantó y la sentó en el tronco. —Levantarte es como sostener


un nube dulce.

Ella dio una palmadita a su chaqueta roja acolchada. Audrey dijo


que ella y JJ la habían elegido porque era uno de sus colores favoritos y
que el color le quedaba fenomenal. A ella realmente le gustaba.

26
Artes Marciales Mixtas

240
La siguiente vez que levantó la vista, su sonrisa había
desaparecido. —¿Qué, papá?

—La pelea, mija. Tenemos que hablar sobre la pelea.

—Los idiotas del resort son... — Ella miró hacia el lago. Estaba
tan cubierto de nieve que no podía decir que era un lago—. Son malos.
Conmigo, Niko y Delaney, y algunos de los de tercer grado. ¿Por qué se
meten con niños más pequeños? Es como hacer trampa.

—Sí, así es. —Él la rodeó con el brazo y la apretó contra él, y eso
la hizo sentirse bien por dentro, como si le siguiera gustando aunque
estuviera enfadado.

Él le dio un pequeño apretón. —Algunas personas se meten con


otras personas porque piensan que les hará sentirse mejor consigo
mismas. Creen que decir que alguien es feo o torpe los hará ver mejor.
Sentirse más guapos o mejores.

—Eso es estúpido.

—Lo es. No han descubierto que tienes que ser feliz con quién
eres. Si pasaran menos tiempo tratando de molestar a otras personas y
más tiempo intentando ser mejores, serían más amables y estarían más
contentos.

—Sí, ese sería el gran día.

—Entonces, hablemos de cómo intentar que seas mejor. —


Cuando levantó la vista, sus ojos se reían de ella.

—Soy buena. Mejor que ellos.

—Ah, pero no estamos hablando de ellos. Hablemos de las peleas,


Regan. ¿Te funciona? Aparte de ese segundo en el que golpeas a alguien,
¿en qué mejora tu vida golpear a esos matones del resort?

—¿Hum? —¿Mejorar su vida?

—Piensa, mija. Si algo no mejora tu vida, ¿para qué hacerlo?

Ella apartó la vista y vio un enorme pájaro volando sobre la nieve..

—Eso es un águila calva. ¿Ves la cabeza blanca? —Papá sonrió y


le tiró del pelo—. Háblame de tus primeras peleas. Qué edad tenías y por
qué golpeaste a alguien por primera vez.

241
Ella se atrevió a echar un rápido vistazo. No, todavía no estaba
realmente enojado. —Hum... yo era pequeña, como de primer grado, y
estaba todo ese asunto de la Navidad, y no conocía a nadie, y...

—Espera, si era Navidad, ¿por qué no conocías a nadie? ¿No


habías estado en la escuela todo ese semestre?

—No, sólo una semana. Yo era la niña nueva. —Sus hombros


cayeron—. Siempre soy la niña nueva.

—¿Por qué?

—Mamá. —La carga cayó sobre su pecho, más pesada que su


abrigo, que su ropa. A veces odiaba a mamá. Entonces, ¿por qué la
echaba tanto de menos?—. Se metió en problemas y fue enviada a la
cárcel, así que me quedé atrapada en un hogar de acogida y me enviaron
a una nueva escuela.

—Ah. —Él suspiró—. Si siempre eras la nueva, habrá pasado


muchas veces...

Había olvidado que él no sabía cómo era mamá. Cómo había sido.
—Algunas veces ella estaba en la cárcel. O encontraba a un chico, y nos
mudábamos con él así que... nueva escuela. O no le gustaba la ciudad en
la que estábamos, o perdía su trabajo. O íbamos a San Diego porque
quería tener más calor en el invierno.

Papá pareció enojado por un minuto, luego la besó en la cabeza,


justo encima de su gorro. —Siempre te estabas moviendo y siempre eras
la niña nueva. ¿Los otros niños eran malos?

—A veces. —Ella tiró de los dedos de sus guantes—. La mayoría.


Soy más pequeña. Y morena. Eso hace que sea más fácil meterse
conmigo, ya sabes.

—Lo sé. Tuve ese problema... y los niños probablemente pelean


más que las niñas.

Papá se peleaba cuando era un niño. Eso habían dicho los tíos. —
Nunca usé un cuchillo contra nadie.

Él rompió a reír. —Tú ganas, mija. Los puños son más seguros,
sí. Entonces, ¿te metiste en peleas porque eres pequeña y nueva y crees
que necesitas devolver el golpe con fuerza?

Ella asintió.

242
—Está bien. Sólo que esta es tu casa, y no pensamos mudarnos.
No serás la nueva por mucho tiempo, y estos niños serán tus compañeros
de clase durante muchos años. ¿Quieres pelear con ellos todo ese tiempo?

Oh. Ella se acercó a él, mirando el bosque, las cabañas al otro


lado del lago. Años. Eso era como mucho tiempo. —¿Qué tengo que
hacer? ¿No seguirán metiéndose conmigo?

El corazón de Caz casi se rompió. —Mija, siempre habrá matones.


El truco es no rendirse y tratar de evitar la violencia. —No era algo en lo
que hubiera sido bueno cuando tenía su edad. Sin embargo, había
aprendido.

Le vino a la mente el recuerdo del último picnic de Rescue, el


placer de sostener un cuchillo en la garganta de un pendejo y se encogió
de hombros. Aprendido en su mayor parte.

—Mantente siempre firme, míralos a los ojos. Habla claramente.


Creo que ya eres buena en esto, ¿no?

Eso le valió una pequeña sonrisa.

—Después de eso, depende. Alejarse e ignorarlos es la solución


más fácil. Asegúrate de que tu profesora sepa que están tratando de
acosarte.

Regan hizo una mueca.

—Decírselo a la señora Wilner no es ser una chismosa, Regan. Si


los acosadores se salen con la suya, seguirán lastimando a otros niños,
a los pequeños. La profesora tiene que ponerle fin.

Ella asintió. —Pero ella no siempre está allí, y nuestro asistente


ha estado enfermo.

—Sí. Puedes intentar hablar. Detenerlos haciéndoles frente. No


dejes que se sientan bien con su mal comportamiento. Di cosas como: no
sé por qué me dijiste eso, pero no me importa. Gracias por hacérmelo
saber. Pon los ojos en blanco y aléjate. Si los haces sentir estúpidos, sin
ir tan lejos como para comenzar una pelea, no querrán continuar.

—Oh. Lo entiendo. A nadie le gusta parecer un tonto.

—Exactamente. Además, los matones son cobardes. Si algunos de


vosotros os unís, no os atacarán. Si veis que alguien está siendo acosado,

243
acérquense a él. Acuerda con tus amigos que os uniréis contra los gili...
que os uniréis contra los matones.

Regan bajó la mirada. —Por eso me metí en la última pelea. Shelby


y Brayden estaban tirando del cabello a Delaney, y les grité, y empujé a
Shelby para que se apartara.

La oleada de orgullo fue imparable. No pudo evitar sonreír. Dios,


él era un padre terrible. Probablemente arruinaría a esta niña. De alguna
manera, necesitaba enseñarle cómo controlarse. —Haremos un trato, tú
y yo. Si comienzas una pelea sin una buena razón, tendrás problemas en
la escuela y también en casa. Si los matones sólo son groseros, no debes
golpearlos ni empujarlos. Sin embargo, si te golpean o lastiman a tus
amigos, si lo hacen de manera física, entonces, aunque puedas tener
problemas en la escuela, no los tendrás conmigo.

No podía protegerla. El sentimiento de impotencia lo hizo temblar.


—Quizás no deberías ir a la escuela. Podrías…

—Papá, quiero ir a la escuela. —Ella le dio unas palmaditas en el


brazo y lo consoló—. Delaney está allí. Y Niko.

Ella estaba haciendo amigos. Ampliando su mundo. No podía


mantenerla en una caja de seguridad y esperar a que creciera. —Pero…

—Puedo ocuparme de los idiotas del resort. —Sus hombros se


habían levantado. Barbilla arriba. Joder, estaba orgulloso de ella. Ella se
inclinó hacia él—. Si fueran adultos, te necesitaría.

¿Ella enfrentándose a un adulto? Esa idea era horrible. Era sólo


un pichón, tan pequeña y delgada y…

La revelación lo golpeó como un rayo.

Había sido aún más pequeño cuando el drogadicto mató a su


madre y hermana. Incluso más joven

Todos estos años, se había culpado a sí mismo por no haber


logrado detener al bastardo, pero al mirar a Regan, su tamaño, supo que
no había manera de que hubiera podido esa pelea. Había sido un niño.
El dolor era agudo, un absceso que debía abrirse y drenarse para que
pudiera sanar.

244
Cruzando ambos brazos alrededor de ella, le dio un fuerte abrazo.
—Entonces, sigue en la escuela. Confío en que intentarás el segundo
plan, ¿sí?

—Lo haré, Papá.

—Bien. —Entonces retrocedamos. Creo que hay una pizza en el


congelador. ¿Pepperoni?

Su saltito encantado fue su recompensa.

Mientras caminaban hacia el Hermitage, vio la luz en la cabaña


de Mako. En el piso de arriba, donde vivía JJ.

Alguien más a quien quería mantener en un lugar seguro y que le


había hecho ver lo que ella sentía al respecto.

La echaba de menos, más de lo que hubiera creído posible. Hoy


ella trabajaba hasta tarde, pero mañana... mañana sería el momento de
tener una charla.

245
Capítulo Veinte

Negocia y mantén tu arma cargada.

De lo contrario, tu diplomacia será un felpudo a los pies de algún imbécil.

~ Sargento Primero Michael —Mako— Tyne

JJ frunció el ceño por la luz que venía de las ventanas. ¿Ya es de


día? No había dormido nada, maldita sea. Otra vez. Su cama estaba
demasiado fría. Demasiado solitaria. Maldita sea, echaba de menos a Caz
más de lo que nunca hubiera creído posible. El estúpido y obstinado
capullo machista.

Al menos hoy, miércoles, tenía el día libre, ya que había trabajado


horas extras durante el fin de semana. Gruñendo por lo bajo, se cubrió
la cabeza con la almohada e intentó volver a dormir.

Alrededor del mediodía, se dio por vencida y encendió el fuego en


la estufa de leña, luego se sentó en la sala de estar y trabajó en su
proyecto de ganchillo: una bufanda roja y negra para Regan.

Sin importar lo molesto que estuviera Caz, dejaría que Regan


recibiera la bufanda. Aunque tal vez no aceptara la más grande que JJ
había hecho a ganchillo para él.

Yyyyy, ahora estaba malhumorada otra vez. Después de ponerse


el equipo de invierno, salió a caminar por la nieve con la esperanza de
que la paz de la tierra cubierta de blanco se filtrara en su alma.

246
Al regreso, trabajó en su lista de compras, agregando más
artículos para no sentirse como si fuera la única persona no preparada
en el Hermitage. Esto de la supervivencia parecía ser contagioso.

Con ese espíritu, se acomodó junto a la estufa de leña caliente y


tostada y vio Marte 27 en su computadora portátil. La mejor película de
supervivencia de ciencia ficción de la historia, ¿verdad?

Una vez que terminó, añadió patatas a su lista y se puso en


marcha para hacer una compra en la ciudad.

Después de una ducha rápida, se secó e hizo una mueca ante su


reflejo en el espejo. Tenía unas feas suturas en la frente y una línea roja
donde Caz había pegado la herida en su pómulo. Al menos, la hinchazón
de su mandíbula había disminuido; sin embargo, el hematoma se había
vuelto de un pútrido color verde amarillento. Puf.

Una inesperada simpatía por el doc se apoderó de ella. Teniendo


en cuenta su apariencia ahora, debía de parecer un desastre cuando
entró en su clínica.

Evitando los puntos doloridos, se cepilló el pelo rizado y se miró


en el espejo. Contusiones, cortes. Círculos oscuros debajo de sus ojos.
Tristeza en su boca caída. Había estado evitando a Caz. Tanto a él como
a Regan.

¿Quién hubiera pensado que los extrañaría tanto?

La pequeña Regan le había robado el corazón. Todas esas risas,


coraje y entusiasmo. Brillaba con intensidad.

Y Caz. Dios, ella lo extrañaba. Se había convertido en su mejor


amigo. No, sé honesta, ella sentía más que amistad. En parte era algo
físico. Cuando estaba cerca de él, había un chisporroteo subyacente como
si su cuerpo estuviera acelerado y esperando su toque. Otra parte era
simplemente... preocuparse por un hombre. Por él. Muchísimo.

Pero incluso sin las cosas hombre-mujer, sencillamente le


gustaba. Le gustaba estar con él, trabajar con él, hablar con él. Era
honesto, amable, compasivo y fuerte. Tenía un código moral y se atenía
a él.

27
Película estadounidense de ciencia ficción de 2015 dirigida por Ridley Scott,
protagonizada por Matt Damon.

247
Había actuado como su ex, sí, pero por diferentes razones. Nash
había querido que dejara la policía porque no podía tolerar que fuera
mejor que él. Porque quería controlarla.

Caz simplemente quería que ella estuviera a salvo.

Su pasado le había dado motivos para reaccionar así. Ella lo


entendía, de verdad, y le dolía saber por lo que él había pasado. Lo que
había perdido.

Sin embargo, era bastante obvio que no iba a aceptar quién era
ella. Lo que hacía.

Conocer su pasado y sus problemas no iba a cambiar su decisión


sobre lo que hacía para ganarse la vida. No iba a renunciar a la carrera
que amaba. Nadie le haría eso a ella.

Demonios, amaba el trabajo incluso cuando resultaba herida. Era


quien era, una agente de la policía.

Ella estaba... podría haberse enamorado de él. Deseaba tanto


darle lo que él necesitaba para ser feliz. Pero no podía. No en este caso.
No era justo que él pensara que lo haría.

Maldita sea. Le dolía el corazón porque la verdad era que


necesitaba alejarse de él.

Con un suspiro, se vistió y miró por la ventana. Justo después de


las cinco y ya de noche. De alguna manera, la oscuridad coincidía con su
estado de ánimo.

La tienda de Dante sólo estaría abierta poco tiempo más. Con el


abrigo puesto, cogió su bolso y la lista de la compra.

Abajo, en el pasillo del garaje, oyó ruidos desde la gran sala de


ejercicios. Una mirada a través de la puerta la detuvo.

Caz estaba trabajando en el saco de boxeo de lona que colgaba de


una viga del techo. Golpe, golpe, golpe, baile hacia atrás, giro a la
izquierda, abajo totalmente, golpe, golpe, golpe, patada lateral donde
podría estar la rodilla del oponente. Cada golpe impactaba en la bolsa
con un sonido fuerte que debía valorar.

Con mallas y camiseta, Regan estaba a un lado, observando.


Fascinada.

248
Claro que sí.

Dios, el hombre parecía mortal. Descalzo. Pantalones deportivos


negros. Una camisa negra sin mangas estaba más oscura en el pecho y
en la espalda donde el sudor había mojado el tejido. Sus bíceps, tríceps
y deltas estaban marcados y parecían más duros que el granito.

Hacían que quisiera tocar. Sólo... tocar.

Empezó a golpear la bolsa tan rápido que casi no veía que sus
puños se movían.

Se le secó la boca.

Por las historias que Gabe había compartido, él y sus hermanos


disfrutaban peleando. Y todos ganaban de forma diferente. Gabe a través
de la técnica y la buena estrategia, el hijo llamado Hawk por pura locura
de nunca rendirse. Bull vencía a sus oponentes por su tamaño y peso.

¿Y con Caz? Aparentemente, Caz era tan rápido y hábil que sus
golpes nunca fallaban, y sus oponentes rara vez lograban devolverlos.
Para colmo, si se enfadaba mucho, sacaba, un cuchillo.

JJ vio sus botas y, efectivamente, tenía un cuchillo enfundado


dentro de cada una. Bueno, como oficial de la ley, todo lo que podía decir
era que estaba contenta de que él estuviera del lado del bien.

Alejándose de la bolsa, Caz bajó las manos. —Así, mija. Tu turno.

Cuando Regan tomó su lugar, Caz levantó una toalla y vio a JJ.

Mierda. ¿Por qué estaba de pie en la puerta, mirando como una


idiota? Dio un paso atrás y…

—JJ. —El simple sonido de su nombre en esa voz tan masculina


hacía temblar su estómago.

—Lo siento…

—JJ! —Atravesando la habitación, Regan la alcanzó como una


bala y abrazó a JJ— ¿Dónde has estado? ¿Estás enojada conmigo? ¿Hice
algo mal?

Oh... mierda, mierda. Horrorizada, JJ miró a Caz que parecía


igualmente sorprendido.

249
Maldición, había sido desconsiderada al desaparecer sin decirle
una palabra a Regan. Los niños siempre estaban seguros de ser la causa
de cualquier desastre que ocurriera, desde ser desahuciados a un
divorcio o ser maltratados por uno de sus padres. Un niño simplemente
estaba convencido de que era su culpa.

JJ se inclinó para abrazar a Regan con fuerza. —No estoy en


absoluto enfadada contigo, y no has hecho nada malo.

Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas. —¿Estás segura? No


quise hacerte salir a buscarme con el frío ni...

—Fuiste a salvar a un gatito. —JJ le dio a Regan otro abrazo—


Hubiera hecho lo mismo. ¿Y salir afuera con frío y en la oscuridad? Eso
es bastante valiente en mi opinión.

Una mirada mostró que el Padre Caz estaba frunciendo el ceño.


¡Uy! —Por supuesto, la próxima vez se lo dirás a alguien antes de irte,
¿verdad? Iras con un adulto.

Regan asintió vigorosamente. —Y llevar mi bolsa de emergencia.

—Bien. Salvaste una vida preciosa y aprendiste cómo hacerlo


mejor la próxima vez. Me parece una victoria.

Mientras Regan se aferraba aún más fuerte, la culpa oprimió el


corazón de JJ. No había querido lastimar a la niña.

Caz se frotó el cuello y le dio a JJ una sonrisa irónica que decía


que sentía lo mismo.

—¿Supongo que tienes clases de lucha? —JJ le preguntó a Regan.


—¿Has aprendido algo útil?

Con la resiliencia de los niños, Regan pasó al nuevo tema. —Por


supuesto. Cómo cerrar el puño y no romperme el pulgar, cómo dar un
puñetazo, cómo escapar de alguien que me está agarrando.

—Eso es algo muy importante que hay que saber. Sólo que...
pensé que se suponía que no debías pelear. —JJ le echó una mirada
acusadora a Caz.

—No hay que sacar conclusiones precipitadas, oficial Jenner. —


Los labios de Caz se estrujaron—. Mija, dile a JJ lo que acordamos.

250
—Si alguien hace algo malo, me iré o usaré la palabra y, sin duda,
se lo diré a un adulto. Pero si se vuelve... no, físico, entonces me
defenderé, porque Papá dice que una cosa es la diplomacia y otra ser un
felpudo, y yo no soy un felpudo.

Bien, eso de la diplomacia versus el felpudo sonaba como una cita


del sargento primero. JJ cuidadosamente no sonrió. —Eso suena como
una respuesta bien pensada. Muy bien.

—Me lo sé, ¿verdad? —Regan sonrió—. Y si golpeo a alguien, tengo


que hacerlo bien.

Viendo que la escuela se convertiría en una zona de guerra, JJ


miró de reojo a Caz.

Aunque sonrió, su mandíbula mostraba determinación. Creía que


Regan se alejaría, pero si alguien le ponía una mano encima a su chica,
se aseguraría de que ella pudiera derrotarlo.

Mientras acariciaba el suave cabello castaño de Regan, JJ lo miró


a los ojos. Y asintió con la cabeza.

Caz escuchó un portazo en la entrada de la casa de Mako, en la


terraza.

—Regan, Caz, ¿estáis aquí? —llamó Audrey.

—En la sala de entrenamiento —gritó Caz.

Audrey apareció en la puerta, con el pelo rubio recogido debajo de


un gorro de punto, las mejillas rosadas por el frío. —Aquí estáis. Regan,
¿todavía quieres hacer un pastel conmigo?

—Yo...—Regan se mordió el labio, miró el saco de boxeo y luego a


él. A JJ

—Adelante, mija. —Le revolvió el pelo—. Quizás JJ cenará con


nosotros esta noche y se quedará a ver una película. Podemos cocinarle
algo especial.

JJ se puso firme ante su plan oculto. Él apretó los labios para no


sonreír.

—¡Si! —Regan sujetó la mano de JJ— ¿Por favor, por favor, por
favor?

251
No había una persona en el mundo que pudiera resistirse a esos
ojos de cachorro. JJ lo intentó. —Yo... hum, debería... —Y se rindió—
Seguro. Me encantaría una noche de cine.

La mirada que ella le lanzó debería haberle frito las bolas.

—Excelente. Vamos entonces, mi niña. Puedes llevar parte del


pastel a tu casa para el postre. —La mirada especulativa de Audrey a Caz
significaba que Gabe estaría escuchando sobre la tirantez. Ella señaló
con un dedo a JJ—. El Día de Acción de Gracias es la próxima semana,
gran cena. Estarás allí, chica, o te echaré encima a tu jefe.

—Hum. —La incertidumbre en los ojos de JJ le rompió el corazón.


Él había causado eso, maldito sea.

Cuando las dos salieron de la habitación, ella dio un paso hacia


la puerta.

Caz la agarró del brazo. —No, princesa. Tenemos que hablar.

—No, de eso nada. —Usando la misma técnica que le había estado


enseñando a Regan, ella le quitó la mano de su muñeca… —Fue injusto
usar a Regan para salirte con la tuya.

—¿Estabas jugando limpio al desaparecer de nuestras vidas sin


ninguna explicación? —preguntó suavemente.

—No me vengas con esa mierda. Sabes por qué te estoy evitando.

—¿Porque eres cobarde?

Su cara se enrojeció tanto que sus pecas desaparecieron. —No soy


cobarde. —Ella lo empujó un paso hacia atrás— ¿No es ese el problema,
Doc? ¿Que no estoy dispuesta a permanecer al margen de tu vida para
que te sientas cómodo?

Esa era exactamente la humilde conclusión a la que había llegado.


Ella no era la cobarde; él. sí.

Aunque tenía una disculpa en la lengua, él no habló.

En este momento, ella estaba lista para una pelea,


independientemente de lo que dijera, en parte debido a la tensión y la
frustración. Por evitarlo, ella no había hecho ejercicio o entrenamientos
de artes marciales en varios días, y normalmente lo hacía todos los días.
Los combatientes necesitaban combatir, razón por la cual sus hermanos

252
y él acostumbraban a enfrentarse de vez en cuando cuerpo a cuerpo.
Mako nunca había dejado de pelear.

—¿Entonces, ¿puedo estar cómodo? —Caz la sonrió de la misma


manera que solía provocar una pelea con Hawk. JJ no era la única que
necesitaba una sesión de entrenamiento—. Sí, me sentiría más cómodo
si fueras una contable. Siempre vienes a mi clínica porque te haces daño.
¿Acaso eres propensa a los accidentes?

Sus manos se cerraron en puños. Dejó caer su bolso y se quitó el


abrigo. Sus botas y calcetines lo siguieron.

Luego lo golpeó en la barriga.

Cuando el dolor estalló en las tripas, se echó hacia atrás. —Joder.


—Eso dolió muchísimo más de lo que esperaba. La mujer sabía cómo
golpear.

Con las manos en alto, bailó ligeramente sobre los dedos de los
pies. Listo para más.

—Muy bien, princesa. —Se frotó la barriga—. Provocarte a pelear


podría haber sido una mala idea.

—¿Provocarme? —Su pequeña mandíbula se tensó cuando se dio


cuenta de que le había tendido una trampa. Pero en lugar de retroceder,
ella comenzó a rodearlo. Quería esta pelea tanto como él.

Él la miró. Ella se movía como un boxeador, pero por su postura,


suponía que su preferencia era una dura patada de tae kwon do o Muay
Thai. O una mezcla.

Sonrió. Esto debería ser divertido. —Nada de incapacitar.

—Hecho. —Su puño apareció de nuevo, y esta vez, él se movió lo


suficiente como para esquivarlo. Ella bloqueó su golpe de respuesta.
Girando, trató de derribarlo con la pierna. Se apartó del camino e
intercambiaron una serie de golpes y patadas, la mayoría bloqueados o
evitados lo suficiente como para quitarles la fuerza.

Ella sonreía, su mal humor desaparecido.

Su rostro probablemente tenía la misma expresión.

Ella era muy buena. Sus años y años de entrenamiento,


comenzando con Mako y la fuerza adicional significaban que

253
probablemente ganaría en una pelea sin cuartel, pero ella no era fácil de
vencer. En una pelea de verdad, tendría que esforzarse para conseguir
una victoria.

—Eres buena, oficial Jenner. Jodidamente buena. —Apenas evitó


recibir una patada en la ingle y le dio una a ella—. Nada de incapacitante,
¿recuerdas?

—Los huesos rotos son incapacitantes. —Ella movió las cejas—


Las bolas aplastadas son simplemente agonizantes. O eso he oído.

Giraban, intercambiaban golpes, gruñían cuando algo pasaba.

—¿Qué pasa, Doc? ¿Problemas para seguirle el paso a una mujer?


—Ella golpeó a la derecha, luego a la izquierda, su juego de pies era una
belleza.

Consiguió una mirada de preocupación. —¿Tal vez me estoy


volviendo lento en mi vejez?

—Sí, estoy segura de que veo canas en tu cabello. Tienes más de


treinta años, ¿verdad?

Su ronda, cuidadosamente lanzada, golpeó sus costillas, y siguió


con un puñetazo en la barbilla que ella apenas evitó. —Treinta y uno, sí.
¿Y tú... pequeña?

Eso le valió una patada frontal en el muslo, lo suficientemente


fuerte como para estar agradecido de que no hubiera apuntado a sus
bolas. No es que hubiera dejado pasar una patada así.

—Veintisiete. —Ella gruñó ante su mirada escéptica—. Las pecas


me hacen ver más joven que lo que soy.

Y también el pelo despeinado.

—Recuerda no golpearme demasiado fuerte —espetó ella—. Podría


romperme, ya sabes.

Las pelirrojas eran conocidas por tener temperamento fuerte. Pero


el suyo ya se estaba apagando. Tal vez porque ambos sudaban y
respiraban con dificultad.

—Te tendré cuidado, mi delicada flor —prometió y la clavó con un


golpe más fuerte en el vientre. Para hacerle saber de la manera más obvia
que estaba siendo sarcástico.

254
Se le cortó la respiración y ella le devolvió el golpe, su puño le rozó
la mandíbula.

Ambos iban a tener algunos moretones dolorosos.

Hora de dejarlo.

—Dejo de preocuparme, JJ —Él atrapó su pierna levantada, la


arrojó sobre su trasero y sonrió cuando ella se puso de pie más rápido de
lo que él esperaba—. Siento haber reaccionado exageradamente después
de tu pelea. Gabe dijo que te cargaste a cuatro gilipollas muy rápido. Está
orgulloso de ti.

—¿Lo está? —Cuando su expresión se iluminó, su corazón dio un


vuelco lento. Que siendo tan maravillosamente competente se sintiera
insegura se debía a ese imbécil de Nash.

Si se miraba con la misma perspectiva, la sobreprotección de Caz


era igual de insultante.

Él era un idiota. —Pido disculpas por lo que dije. Nunca quisiera


que renunciaras a un trabajo que te satisface.

Cuando bajó las manos, él se acercó rápidamente, la agarró por


la cintura y la dejó caer sobre las esteras. Antes de que ella pudiera
recuperarse, él se movió sobre ella. Haciendo caso omiso de sus puños,
él le sujetó la cara y tomó sus labios en un beso largo y persuasivo.

Sus manos se enroscaron alrededor de sus muñecas,


empujándolas.

No quería.

Pero cuando él comenzó a alejarse, ella se suavizó debajo de él y


deslizó sus brazos alrededor de su cuello. —Caz.

—¿Qué necesito hacer para ganarme tu perdón, mamita? —Él


besó su obstinada barbilla puntiaguda, las pecas en sus mejillas , sus
suaves labios.

—No pasa nada. —Sus dedos se enredaron en su cabello mientras


le mordisqueaba la mandíbula—. Sé que tienes un problema con las
mujeres que son heridas.

255
¿Con las mujeres? Había tratado de aclarar lo que sentía por ella
en la clínica. Aparentemente, ella no le había creído. —JJ, odio ver a
alguien que me importa resulte herido.

Su respiración se detuvo por un segundo. —No.

—Si. Me preocupo por ti, mamita.

Sus ojos color turquesa brillaban con lágrimas.—Esto no es


propio de ti. Pasas a través de las mujeres como un cuchillo caliente a
través de la mantequilla.

—Sí, sí. Mis reglas solían ser: sólo una noche y nunca alguien de
Rescue. —Caz sintió que las barreras que habían protegido su corazón
eran barridas como hojas de otoño al viento—. Ninguna de esas reglas
parece aplicarse a ti.

Su respiración se detuvo de nuevo.

Él no podía mantener su corazón a salvo. Ya no. Porque él quería


más de ella que una conexión de una noche. Hizo una pausa. Le habían
mentido en el pasado. Le habían hecho daño. Sé claro. —No sé qué pasará
entre nosotros en el futuro, mi princesa, pero me gustaría ver a dónde
nos lleva esto.

—¿Y qué pasa con Regan? Si nosotros... si...

Que ella se preocupara por su pequeña niña lo convirtió en un


flan. —Si. Parece que su madre era... indiscriminada en sus hombres, y
Regan ha visto más de lo que un niño debería. No obstante, seremos
honestos con ella.

—No. Todavía se está instalando, y no sabemos a dónde vamos


con esto. Tal vez podamos ser amigos y tener —JJ sonrió ligeramente—,
sexo a escondidas. Así no se sentirá herida cuando tú...

¿Cuándo él rompiese la relación? Eso no iba a suceder. Esta


mujer iba a ser parte de su vida. Parte de su vida y de la de Regan.

Ella parecía acertada de una manera que nadie había hecho


nunca.

—Muy bien, mi corazón —Mi corazón, sí, así era como él lo sentía.
Pero si JJ estaba más cómoda con un ritmo más lento sin expectativas,
así lo harían. pronunciarían las palabras más claras—Amigos con
beneficios encubiertos. Por ahora.

256
—De acuerdo. —Sus labios se inclinaron hacia arriba—. Hum...
ya que los dos ya estamos sudorosos, ¿quieres que lo estemos aún más?

A pesar de su inseguridad posterior a Nash, era aún lo


suficientemente valiente para decir lo que quería. ¿Era de extrañar que
se estuviera enamorando de esta mujer?

—Mírate. Iniciando el sexo. Muy bien. —La beso. Despacio.


Tiernamente.

Cuando él levantó la cabeza, su voz salió ronca. —¿Y?

—Siempre pensé que una pelea debería terminar amistosamente.


—Bajó su boca a un centímetro de la de ella—. Muy amistosamente.

Esta vez, el beso fue más profundo, más sugerente, y él estaba


más duro que una roca antes de que terminaran. Sin embargo, había
aspectos prácticos a considerar. —¿Tienes condones en tu habitación,
mamita?

—No. Pero llevo un par en mi bolso. —Ella se sonrojó un poco—


Quería ser como los chicos.

—Como los chicos, ¿hum? Debería comprobar y ver si puedo


distinguir tus partes de chica de tus partes de chico. —Riéndose, extendió
una mano, agarró su bolso y se lo entregó.

Todavía acostada de espaldas sobre la colchoneta, apoyó el bolso


sobre su pecho y sacó su billetera.

Después de cerrar la puerta, se quitó la camisa, y luego, ignorando


su jadeo, le quitó los vaqueros y las bragas.

Poniéndose boca abajo entre los muslos de ella, tiró de sus piernas
sobre sus hombros. El ejercicio había profundizado su aroma. Olía a
ducha limpia con una pizca de sudor y excitación tentadora. Y ella sabía
a océano, embriagadora y primitiva.

Cuando la lamió, ella dejó caer su bolso.

¿Eso no lograba que un hombre se sintiera poderoso? —Encontré


las partes de chicas, creo. —Sonriendo, se esforzó en ver si podía evitar
que su mujer recogiera el bolso.

Mientras usaba sus dedos, lengua y labios, su obvio placer zumbó


a través de él como una canción. El temblor encantador de sus muslos

257
a cada lado de su cabeza lo guio, al igual que el apretón de su coño
alrededor de sus dedos, la entrecortada respiración. Adorable.

También sintió cuando su cerebro se reinició. Cómo su cuerpo se


puso tenso nuevamente. Ah, ella era encantadora.

Antes de que pudiera empezar a preocuparse, él le bajó las


piernas. Poniéndose de rodillas, la tomó de las manos, la sentó y le quitó
el paquete de condones medio aplastado del puño. Después de colocarlo
en la colchoneta, él le sacó el jersey por la cabeza.

Ella lo miró fijamente, obviamente insegura de por qué se había


detenido.

—Hum, sin sujetador. —Jugó con sus senos encantadores,


pequeños y firmes. Sus pezones eran tan sensibles que ella se retorció
cuando él tiró de ellos y los hizo rodar entre sus dedos. Era tentador
tenderla sobre las esteras y simplemente tomarla.

Demasiado sencillo. Era pensadora, preocupada, y necesitaba el


regalo de ser liberada de esas preocupaciones. Algo que le gustaría
mucho hacer.

Caminó hacia el otro lado de la habitación y regresó con la gran


pelota de ejercicios que Gabe le había comprado a Audrey.

JJ miró fijamente la pelota de goma gris, que llegaba hasta las


rodillas de Caz. —¿Qué estás haciendo, Caz?

—Ven. Siéntate. —Él la levantó, la sentó en la pelota y sonrió—


Recuéstate.

Él arregló su cuerpo para que ella se acostara con la espalda y la


cabeza sobre la pelota y las piernas manteniendo su trasero lejos del
suelo. —¿Voy a hacer abdominales o algo así?

Su sonrisa brilló antes de sacudir la cabeza. —Esta posición no


es exactamente la correcta.

—¿Qué?

Cuando la empujó, la pelota rodó debajo de ella hasta que la goma


fría quedó debajo de la parte baja de su espalda y su cabeza sin apoyo
ahora colgaba hacia la estera.

258
—¿Qué estás haciendo? —Ella arqueó la espalda, aplanó las
manos sobre la colchoneta, haciendo un puente para evitar deslizarse de
la pelota sobre su cabeza.

—Perfecto. —Una risita masculina y baja sonó cuando él se


arrodilló entre sus piernas, y de repente recordó que no llevaba nada de
ropa —. Mantén el equilibrio, JJ, o saldrás rodando.

—No voy a rodar. —Después de todo, sus manos estaban en el


suelo a un lado. Al otro lado de la pelota, sus pies evitaban que se
moviera.

Su advertencia resultó obvia cuando levantó sus piernas sobre


sus hombros y apoyó una mano sobre su estómago. Manteniéndola en
su lugar. Su boca bajó sobre su coño, sus labios acariciaron su clítoris,
su lengua se movió sobre él mientras deslizaba lentamente un dedo
dentro de ella.

Oh Dios. El placer que chisporroteó a través de ella fue tan intenso


que se contoneó. La pelota se movió y comenzó a rodar debajo de ella, y
chilló.

—Quédate quieta, mamita. —No se detuvo en absoluto. Sus dedos


entraron y salieron, moviéndose más rápido mientras chupaba
ligeramente su clítoris, frotando la protuberancia con su lengua. Tenía la
boca caliente y húmeda. Los dedos dentro de ella intensificaron cada
sensación hasta que tuvo que retorcerse, solo que no debía. Sus
músculos se tensaron, manteniéndola quieta y sobre la pelota, mientras
el placer hervía en cada nervio de su cuerpo.

Se detuvo por un segundo, soplando aire sobre su clítoris


sensible, antes de envolverlo en calor, usando su lengua en un lado y
luego en el otro. La necesidad de presionar dentro de ella creció. Ella se
apretó alrededor de sus dedos.

Fue acumulándose y acumulándose hasta que una tormenta


abrumadora de sensaciones la envolvió. Tanto placer. Ola tras ola la
barrió. Su espalda se arqueó más, sus caderas se sacudieron. Ella perdió
el equilibrio y comenzó a caer de lado. —¡Ayuda!

Riendo, él agarró sus caderas y sostuvo la pelota con firmeza.


Acercándola a una posición sentada, la abrazó. —Me encanta verte llegar
al clímax.

259
Seguía respirando con dificultad, sonrojada, desnuda. Y sus
palabras la hicieron sentir... maravillosa.

Su beso fue duro y posesivo, luego besó cada pezón sensible,


haciéndola temblar.

Se levantó. —Ponte de pie por un momento, mi princesa.

Tras quitarse el chándal, cogió el condón y se envainó. Luego


empujó la pelota hacia la esquina, se sentó sobre ella, colocándose hacia
adelante en la pelota de manera que sus testículos colgaban, grandes y
pesados. Levantándose del pelo negro recortado, su gruesa erección era
dura como una roca.

Ella lo miró, incapaz de apartar la vista.

—Ven aquí, mamita.

¿Allí? Ella respiró hondo y se acercó.

—Date la vuelta y siéntate sobre mí, muy lentamente. Las piernas


por fuera de las mías. —Guiándola para que estuviera de espaldas a él,
sostuvo su cadera con una mano y la polla con la otra.

Su coño seguía palpitando, cada músculo estaba relajado, y no


tenía ganas de discutir. Él la había hecho correrse. Así de simple.

Su polla golpeó su entrada y se deslizó dentro lentamente


mientras la bajaba sobre él. Se sentía enorme, caliente, llenándola por
completo. —Dios.

Su risa era áspera y oscura. Estaba encajado y apretado


profundamente en su interior. Sus piernas estaban fuera de las de él, y
cuando él separó las rodillas, ella se abrió por completo.

Los espejos alrededor de la habitación mostraban... todo. Su


cabello enredado, sus pezones fuertemente erguidos, su montículo y su
coño.

—Vamos a jugar un poco, ¿sí? Quiero sentir tus manos sobre mí.
—Inclinándola hacia adelante, él tomó sus manos y las colocó alrededor
de sus pesados testículos, mostrándole cómo acariciar y tirar muy
suavemente—. Hum, eso es perfecto, mi princesa.

Él se puso más duro dentro de ella, y oh, a ella le encantaba saber


lo que le gustaba y tocarlo así. Se estaba poniendo aún más húmeda.

260
Cuando él puso su mano sobre su coño, ella contuvo una
respiración audible ante la explosión de placer. —Dije que jugaríamos,
¿no? —recordó mientras su dedo la rodeaba.

Ella lo miró a los ojos en el espejo y él sonrió. El lento


deslizamiento de su dedo sobre la sensible bola de nervios envió calor a
través de ella. Y necesidad. La intensidad siempre aumentaba mucho
más cuando él estaba profundo y duro dentro de ella.

Durante un tiempo maravilloso, ellos... jugaron. Simplemente


tocando. Explorando. Jugueteaba con sus pechos, sin olvidar nunca su
clítoris. Ella exploró sus bolas y el lugar sensible donde su eje entraba en
ella.

Su necesidad de correrse seguía aumentando a medida que la


presión dentro de ella se acumulaba más fuertemente. Ella se retorció.

—Necesito moverme —rogó y no podía creer que el sonido de la


queja saliera de ella. Pero estaba bien. Porque se trataba de Cazador—
.Por favor, por favor, por favor.

—Solo tenías que decirlo, mamita —Él mordisqueó y besó su


hombro, y le puso la piel de gallina por los brazos—. Hagamos esto sin
caernos, ¿sí? —Se deslizó hacia atrás sobre la pelota de ejercicio hasta
que su peso estuvo equilibrado en el centro. Sus dedos apenas tocaban
el suelo.

—Inclínate hacia adelante, pon tus manos sobre mis muslos y


balancea hacia adelante y hacia atrás. Solo pequeños movimientos. —Él
apretó su mano sobre su pecho, haciéndola gemir ante la sensación
añadida.

Su mano estaba oscura contra su piel sin broncear. Su otra mano


estaba entre sus piernas, una presión caliente sobre su clítoris. Qué
maravilla.

—Mamita. Muévete.

Cuando la pelota añadió un rebote extra, empujándolo


maravillosamente dentro de ella, sus dedos se doblaron. —Sí.

—Eso es. Sigue adelante. —Él puntuó su orden pellizcando su


pezón, enviando chispas de placer a su coño.

261
Lentamente, ella se meció. Rebotó. Sus manos duras en su coño
y pecho le impidieron ir demasiado lejos, perderlo, pero, maldita sea, se
sintió increíble. El lugar donde su eje golpeaba se hizo cada vez más
sensible, haciendo que su toque en su clítoris fuera aún más... más.

Cuánto placer Ella se inclinó más hacia adelante. Su eje rozó otro
lugar. Dios. Oh ahí. Ahí. Las sensaciones seguían aumentando.
Meciéndose frenéticamente, se apretó alrededor de la penetración dura
dentro de ella.

Más, más, más. Toda su mitad inferior se tensó durante un último


momento infinito, luego se liberó en enormes olas de placer alucinantes.
—Oh, oh, oh. —Ella agarró sus muslos duros, su cabeza se inclinó hacia
atrás, y la bola de fuego del orgasmo se estrelló sobre ella. A través de
ella.

Antes de que se recuperara, él se retiró. Alejándose de la pelota,


la colocó sobre sus manos y rodillas sobre la colchoneta, y se arrodilló
detrás de ella, se inclinó hacia adelante y la penetró por detrás con un
rápido empujón. Un impulso maravilloso. Ella se contrajo a su alrededor
en pequeños estallidos de exquisita sensación.

Con un gruñido carnal, él se retiró y comenzó a golpearla con


fuerza. Cada penetración gruesa era más y más placentera, y luego sus
manos se apoderaron de sus caderas cuando presionó profundamente y
llegó con un gemido bajo.

Con la cabeza colgando hacia abajo, jadeó buscando aire. Le


temblaban los brazos, le temblaban las entrañas. El hombre iba a
matarla. —No creo que la pelota haya sido diseñada para eso.

—El ejercicio es ejercicio —Con un bajo sonido de placer, él apretó


la ingle contra ella, desencadenando felices temblores post orgásmicos en
su interior.

Su brazo debajo de su estómago la sostuvo mientras


mordisqueaba su hombro y luego suspiró y se retiró.

Cuando él se levantó, ella se dejó caer sobre la colchoneta y lo


miró. —Estás loco.

—Eh, qué criticona. —Emitió un chasquido mientras se dirigía al


baño para deshacerse del condón.

262
Cuando regresó, se unió a ella en la colchoneta y la puso encima
de él. —Si. Aquí te quiero.

Así se sentía ella también. Desnudos, piel con piel. Poder tocarlo,
olerlo, escuchar el lento golpe de su corazón debajo de su oído... completó
algo dentro de ella.

Su mano acarició lentamente su cabello, bajando por su espalda.


—Te extrañé, mamacita. Por algo más que el sexo.

—Yo también —susurró, frotando su mejilla contra su piel


húmeda.

Después de un rato, ella inclinó la cabeza. Mamacita, mamita, las


palabras en español salpicaban su inglés. Apoyándose sobre sus
antebrazos, lo miró.

Cabello negro y grueso, ojos del color del chocolate más oscuro, la
mandíbula fuerte y limpia, los labios, tan perfectamente formados y tan
devastadores en su cuerpo, la boca que ya estaba empezando a sonreír.

—Una pregunta, por favor.

Sus ojos brillaron con diversión. —Pregunta.

—Has vivido en los Estados Unidos toda tu vida. ¿Por qué tu


acento va y viene y por qué juras en español?

Su expresión se puso seria mientras estudiaba su rostro. —Mi


padre trajo a mi madre aquí desde México. Cuando tenía dos años, él
murió en un accidente laboral, y ella dejó de intentar aprender inglés. En
casa sólo hablábamos español. Cuando fue asesinada, yo todavía estaba
intentando aprender inglés. En las calles, anduve con pandillas
mexicanas. Cuando Mako me acogió a las ocho, hablaba principalmente
español.

En las calles cuando tenía siete años. Se le rompió el corazón. Era


un milagro que hubiese sobrevivido. —Aprendiste, obviamente.

—Lo hice. A los dieciocho años, mi inglés no tenía acento. Al ser


educado en casa en los suburbios, no sufrí muchos prejuicios hasta que
me alisté. Entonces... bueno, había un sargento racista que tenía el
coeficiente intelectual y la actitud de un alce en celo y un teniente que no
era mucho mejor. Al ser lo que esperaban oír de mí, les di un acento.

263
Ella miró el gesto sardónico de sus labios. —Provocaste
deliberadamente a los racistas. ¿Por qué eso no me sorprende?

Un encogimiento de hombros latino fue su respuesta. —Como


médico de habla hispana de las Fuerzas Especiales, a menudo me
enviaban a Sudamérica, y ahora sigo visitando México como voluntario
médico. Mi acento nunca tuvo la oportunidad de desaparecer.

El trasfondo estaba claro; no estaba interesado en perder el


vínculo con su herencia.

Pero lo hacía como voluntario en países peligrosos. Eso era muy


propio de él, ¿no? —Supongo que será mejor que empieces a enseñar
español a Regan, ¿eh? Y a mí.

Sus brazos se apretaron alrededor de ella, su mirada se calentó


hasta que ella casi se derritió.

Dios, ella lo amaba.

264
Capítulo Veintiuno

Regla de tiroteo # 1. Trae un arma. Preferiblemente, trae al menos dos armas. Trae a
todos tus amigos que tengan armas.

~ Desconocido.

El jueves, Bull se encontraba en su oficina del segundo piso del


centro y estudiaba el mapa de Rescue que casi cubría una pared. Todas
las adquisiciones de Mako estaban marcadas con alfileres rojos. Cada
una de las propiedades que Bull había vendido tenía también un alfiler
verde. Los locales alquilados tenían alfileres amarillos. Todavía había
demasiados lugares que sólo tenían alfileres rojos.

Pero estaban progresando. Un corredor de bienes raíces estaba


interesado en establecerse en la planta baja. Un matrimonio finalmente
había terminado la nueva remodelación de la pizzería. Eso sí que
alegraba el día.

Mientras volvía a su gran escritorio de caoba, oyó que la puerta


de abajo se abría y cerraba, entonces preguntó a Caz—: Bull, ¿tienes unos
minutos?

—Claro. Sube.

Las pisadas en las escaleras señalaban a otra persona con Caz.


Peso más ligero. Probablemente mujer.

Caz había traído a JJ a la oficina.

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JJ, hum. Toda agente de policía, su cabello estaba trenzado hacia
atrás, ropa impecable, chaqueta abierta para mostrar su camisa de
uniforme. No era de extrañar que Gabe estuviera contento con ella.

—JJ, me alegro de verte. —Bull hizo un gesto hacia el sofá y las


sillas junto a la ventana que daba a la calle principal.

Caz la acercó al sofá y se sentó a su lado.

—Parece que tienes frío. Acabo de hacer una cafetera. —Mientras


Bull vertía y entregaba bebidas, intentó no fruncir el ceño. Su lenguaje
corporal hablaba de algo más que sexo casual, mostraba más bien
intimidad y afecto, y esas emociones eran preocupantes. No estaba
seguro de confiar en esta mujer, cualquier mujer, con su hermano.
Audrey había supuesto suficiente problema, pero, al menos, sus
expresiones mostraban cada emoción que sentía.

Como había demostrado demasiado bien en la mesa de póker, JJ


podía ocultar todo lo que estaba pensando.

Bull se sentó en una silla frente a ellos. —¿Qué os trae a mi


oficina?

—¿Gabe te contó lo que me pasó en Nevada? —preguntó JJ. Ella


podía ser franca cuando era necesario. A él le gustaba eso de ella.
Realmente, le gustaba. Sólo que, tal vez, no con Caz.

—Mencionó que habías sido acosada.

—Fue, quizás, un poco más que eso. —JJ les habló a él y a Caz
acerca de la comisaría de Weiler. Acoso típico durante los primeros años,
luego cómo las cosas habían cambiado con un nuevo jefe de policía. Y
que su vida había ido cuesta abajo después de romper con otro oficial.

Su rostro era ilegible (se había puesto su máscara de póker) y su


voz se mantuvo estable. Pero la mano que rodeaba la de Caz tenía blancos
los nudillos de los dedos. Los últimos años habían sido brutales para ella,
más de lo que estaba dispuesta a mostrarles.

La ira despertó en él. Miró a su hermano visiblemente enojado.


Caz nunca había sido muy bueno ocultando emociones, y el abuso contra
las mujeres era uno de sus puntos sensibles.

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Pero Caz estaba dejando que JJ dirigiera esta charla, por lo que
Bull tomó un sorbo de su café y le preguntó: —¿Vas a demandarlos?
Parece que tienes un caso.

Ella suspiró. —No quiero su dinero, y no quiero andar con


abogados. Sólo quiero dejarlo todo en el pasado, ¿sabes?

—Puedo entenderlo. Pero...—Bull hizo un gesto de - dime - más.

—¿Pero qué pasa con la próxima mujer oficial? Dado que la


administración y los oficiales se salieron con la suya hacia mí, ¿no será
peor para las futuras mujeres, así como para las ciudadanas? No creo
que una comisaría sólo de hombres sea saludable para la comunidad,
especialmente una que es propensa al comportamiento abusivo hacia las
mujeres.

Su razonamiento era correcto. —Estoy de acuerdo. ¿Qué quieres


hacer?

—Pensé que podrías tener algunas ideas, mano. —Caz señaló con
su taza de café el escritorio de Bull—. Juegas en el mundo empresarial y
legal.

—Déjame pensar un minuto. —Bull lo consideró. Su comisaría


era de la policía local, no de la estatal o de los federales con todos sus
controles y equilibrios. Como el jefe de policía en Weiler era un estúpido,
ascender en la estructura jerárquica para quejarse no funcionaría. Sin
embargo... un jefe de policía generalmente era designado por el alcalde y
un concejal. Ese podría ser un enlace vulnerable.

—¿Hubo otras mujeres oficiales que tuvieron problemas? —


preguntó Bull.

—Si. Conozco personalmente a dos que se fueron porque no


pudieron soportar el acoso.

Bull se levantó y caminó hacia su escritorio. —Dame sus nombres


e información de contacto. Junto con la información de su oficial de
entrenamiento. Déjame ver qué puedo hacer.

Caz sonrió y puso a JJ de pie. —Ayúdala a limpiar la comisaría de


Weiler y yo me encargaré de mantener tu congelador lleno.

—Maldición, lo tienes. —Bull sonrió ante la mirada confusa de JJ

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El doc era el mejor cazador de los cuatro. Claro, Bull habría
ayudado a JJ sin importar qué, pero si Caz quería hacerlo más dulce,
Bull no lo rechazaría.

Los echó de su oficina. —Te llamaré cuando tenga un plan.

Dos horas más tarde, tenía ya una buena visión de la historia.

Había llamado al oficial de entrenamiento de JJ, el que la había


recomendado a Gabe. Resultó que Mako había sido sargento de
simulacros de Gene hace mucho tiempo, y había estado en el funeral de
Mako. Escuchar al oficial retirado hablar de la joven brillante con la que
había trabajado, de cómo se había afianzado y de cómo había sido
apuñalada por la espalda por la misma gente que debería haber estado
de su lado... había cabreado a Bull.

El acoso, la discriminación, el ignorar normas y reglamentos


porque era una mujer. Las calumnias. Todo eso le había cabreado.

Había sido conmovedor escuchar a Gene cuando dijo que ella lo


había llamado desde Alaska para agradecerle su entrenamiento, su
amistad y por enviarla a Rescue.

Bueno, la gente de Rescue sabía cómo valorarla. Y, después de


hablar con Gene, Bull comprendió mejor a JJ.

Bull sacudió la cabeza. Todos estaban solteros cuando Mako


murió. Entonces Gabe había encontrado a Audrey. Caz había ganado una
hija y ahora a JJ..

Hawk seguía soltero. Y aunque tenía un pozo de amor sin fondo


que podía ofrecerle a una mujer, ese pozo había sido tapado con cemento
inquebrantable. No habría una familia para Hawk. Probablemente
tampoco para Bull. Él lo había intentado, carajo.

Desafortunadamente, Gabe tenía razón cuando decía que las


mujeres eran manipuladoras, y una persona abierta y honesta como Bull
sería explotada cada vez. Casado dos veces, quemado dos veces.

La boca de Bull se apretó. Gabe no estaba equivocado.

Soltó un suspiro y se deshizo de la amargura.. Él tenía una


familia. Cuatro hermanos. Dos potenciales cuñadas. Y una sobrina
fantástica. Era suficiente para cualquier hombre.

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En este momento, tenía una buena revancha que conseguir para
la mujer de Caz.

Desafortunadamente, no podía hacer más que poner esto en


marcha. Pero tenía suficiente para entregar a los abogados. Más que
suficiente.

Sí, Nash y los otros Barlows que contaminaron la comisaría de


Weiler estarían totalmente acabados.

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Capítulo Veintidós

Hogar es la mejor palabra que hay.

~ Laura Ingalls Wilder.

El martes por la noche, con el gato rondando alrededor de sus


pies, Caz recogió las sobras de la cena para vaciarlas en el cubo de basura
de la terraza. El sonido de las risas de Regan y JJ desde la sala lo hizo
sonreír. Había pasado casi una semana desde que él y JJ habían
disfrutado del sexo de reconciliación en el gimnasio de Mako.

JJ había extrañado a Regan tanto como Regan había extrañado a


JJ, y los últimos días habían sido reparadores. ¿Se daría cuenta JJ de
lo importante que era para ellos?

Antes, ella Regan y él deberían tener una noche de padre e hija.


¿Estaba preocupada por convertirse en parte de su familia?

Regan no iba a dejarla escapar. Así que después de que cocinaran


el plato de espaguetis que Bull le había enseñado, Regan fue a casa de
JJ para rogarle que comiera con ellos. Para decirle que la comida estaba
lista, de modo que si JJ estaba cansada, no tendría que hacer nada. Caz
sonrió. ¿Podría alguien con corazón resistirse a una niña que quiere
mostrar su nueva habilidad?

Ciertamente no JJ.

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Mientras tiraba las sobras, su mirada se fijó en el brillante
espectáculo de luces que se desarrollaba en el cielo nocturno. Las dos
cheechakos 28, novatas en Alaska, no deberían perderse este espectáculo.

Abrió la puerta y dijo—: Detened la película, poneos un abrigo y


zapatos, y salid.

Un minuto después, aun poniéndose los abrigos, JJ y Regan


salieron.

—¿Pasa algo malo? —preguntó JJ— ¿Necesito un arma?

—No, oficial Jenner. Mira. —Señaló el cielo y observó cómo sus


ojos se abrían.

—¿Es eso la guerra? —preguntó Regan en un susurro—. No son


fuegos artificiales.

Que su pequeña niña pensara primero en la guerra era un terrible


reflejo del estado del mundo. Caz sacudió la cabeza y luego tiró de su
cabello. —No, mija, eso se llama aurora boreal. Las luces del norte.

JJ emitió un sonido de asombro, y él puso un brazo alrededor de


ella. Sí, justo aquí es donde ella pertenecía.

Sirius los había seguido fuera de la casa y maulló impaciente.

Caz resopló. —Está pensando, 'humanos estúpidos, mirando al


cielo'.

Riendo, Regan levantó al gato y volvió a mirar las cortinas


ondulantes de luz blanca verdosa. —¿Por qué tiene ese color?

Una mente tan curiosa e inteligente. Años atrás, le había hecho a


Mako la misma pregunta. —El viento del sol arroja partículas a la Tierra.
Esto es lo que ocurre cuando esas partículas rebotan en el oxígeno y el
nitrógeno a gran altura, tal vez a 80 kilómetros o así.

—Oh.

Él sonrió. —Algunas personas piensan que son los espíritus


danzantes de los muertos.

—Me quedo con esa explicación —murmuró JJ.

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Recién llegados a Alaska sin haber pasado su primer invierno.

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Él sonrió.

Cuando una brisa atravesó el lago cubierto de nieve, el cabello de


Regan voló a sus ojos. Mientras trataba de peinarlo con la mano que no
estaba sujetando al gato, resopló molesta. Y miró el pelo de trenza
francesa de JJ.

Ayudando a su hija a echarse el pelo hacia atrás, Caz frunció el


ceño. Podría saber cómo tocar el cuerpo de una mujer, pero ¿arreglar el
cabello? No era una de sus habilidades. Tendría que aprender.

JJ notó la dirección de la mirada de Regan y los mechones


enredados en la mano de Caz. —El cabello largo es problemático, ¿no?
¿Quieres que te haga una trenza francesa en el pelo? ¿Quizás mañana
antes de la escuela?

La boca de Regan se abrió. ——¿En serio?

—Por supuesto. Ven después del desayuno. Será divertido.

La felicidad en el rostro de Regan era como la salida del sol.

Cuando dieron la vuelta para volver a entrar, un sonido bajo se


oyó con el zumbido distintivo de un Cessna 185 volando bajo.
Acercándose.

El aeroplano voló en círculos alrededor del Hermitage.


Obviamente se estaba preparando para aterrizar.

Caz se apresuró a entrar en la casa, en el garaje, y usó el


interruptor principal para encender los reflectores del Hermitage que
iluminaban su camino privado. Regan y JJ se pusieron a su lado cuando
salió a mirar.

El piloto hizo un pase rápido, probablemente comprobando la


manga de viento y el medidor de nieve, luego el avión descendió en una
línea limpia entre las luces solares LED que marcaban la pista al lado del
camino.

—Aterrizó en la nieve. —La voz de Regan estaba llena de asombro.

—El avión tiene esquíes en la parte inferior —le dijo Caz.

Una puerta se cerró de golpe y Gabe salió de su cabaña con botas


y abrigo. Bull todavía estaba en el bar o él también estaría allí afuera.

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Hawk estaba en casa.

JJ estudió el avión y luego la amplia sonrisa de Caz. —¿Éste es tu


hermano piloto?

—Sí, ese es el avión de Hawk. —Caz sujetó la mano de Regan—.


Ha vuelto a casa para el Día de Acción de Gracias y ya era hora. Vamos
a saludarlo.

JJ retrocedió. —Ve tú y...

—Ven, princesa. —Caz colocó una mano detrás de su espalda,


guiándola hacia adelante. Caminaron por el camino despejado casi hasta
la casa de Gabe y luego atravesaron la nieve más profunda hasta donde
el Cessna reposaba, emitiendo un sonido metálico en el aire frío de la
noche.

La puerta se abrió y apareció un hombre, poniéndose una


chaqueta. Usando la puerta para equilibrarse, se apoyó con cuidado
sobre el pequeño escalón de metal y bajó.

—¿Qué demonios? —murmuró Caz por lo bajo. Puso la mano de


Regan en la de JJ y se adelantó—. Hawk, ¿Cuán gravemente estás
herido?

—Joder, no te cagues en los pantalones. Estoy bien. —La voz del


hombre era más áspera que un camión cargado de grava.

—No me mientas, mano. —El doc bloqueó el camino de Hawk—


¿Dónde?

—Pierna herida, un par de costillas rotas, todo a la izquierda.

—Apesta ser tú. —Gabe se unió a ellos—. Te dolerá, pero ¿puedes


poner tus brazos sobre nuestros hombros?

Hawk no respondió, solo obedeció. Los deslumbrantes reflectores


mostraban cómo su rostro se tensaba de dolor.

Caz miró a JJ y Regan. —¿Podéis traer café y sopa a casa de


Mako?

Hawk sacudió la cabeza. —Mi casa…

—Tu casa tardará un tiempo en calentarse. Esta noche dormirás


en la de Mako —dijo Gabe.

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Hawk le lanzó una mirada fulminante, pero asintió.

JJ casi sonrió. Caz había mencionado que Gabe había sido el jefe
de los chicos en la casa de acogida, y también desde entonces.

—Venga, Regan —dijo JJ—. Vamos a cocinar.

Mientras guiaba a Regan a través de la nieve, escuchó el gruñido


de Hawk. —¿Una mujer y una niña? ¿Aquí? ¿Qué coño?

Ella no tenía por qué gustarle, pero sería mejor que fuera amable
con Regan.

Cuando los oyó entrar en el garaje, JJ tenía una lata de sopa de


carne y cebada hirviendo a fuego lento en la cocina, café y le había dado
a Regan una taza de chocolate caliente.

Los susurros y las palabrotas llegaron por el pasillo. Parecía que


Hawk necesitaba ayuda para quitarse las botas cubiertas de nieve, y no
estaba contento. En absoluto.

Ella se sentía igual al aceptar ayuda, sobre todo si estaba cansada


y herida.

Sintiendo dolor, el tipo no necesitaba extraños alrededor. Les


servía el café y se dirigiría a sus habitaciones e incluso podía llevar a
Regan a casa de Caz.

Observó cómo los hombres ayudaban a Hawk en la sala de estar.

—Regan, ¿puedes llevar esto y ponerlo en la mesa de café, por


favor? —Le entregó a la niña una bandeja con los platos, los cubiertos y
el café.

JJ la siguió con la olla de la sopa y la cafetera. —Aquí tenéis,


chicos.

Con la cara completamente blanca, Hawk estaba recostado en el


sofá, con las piernas estiradas frente a él. En vívido contraste con la
coloración oscura de Caz y su espléndida belleza, bien afeitada y
cincelada, este hombre tenía el pelo color arena, ojos azul acero y una
barba corta. Su piel clara y bronceada estaba manchada por una cicatriz
blanca que le cruzaba la frente y una más gruesa en la mejilla izquierda.
En lugar de la musculatura parecida a la de una pantera de Caz, Halcón
tenía una masa muscular muy grande.

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Tampoco era tan amable como Caz. Cuando miró a Regan y JJ, la
explosión de animosidad era palpable.

Vaya.

Regan no debería ser objeto de su insolencia. —Caz, voy a llevar


a Regan de vuelta a tu cabaña. Mañana tiene colegio.

Tras mirar a su hermano y a su hija, la boca del doc se tensó. —


Eso sería de gran ayuda, mi princesa. Gracias.

Rodeó con su brazo a Regan. —Mija, ¿puedes ir con JJ y dejar que


te ayude a acostarte?

Regan se mordió el labio, miró a Hawk y se puso de puntillas para


susurrarle al oído a Caz—: ¿Es realmente mi tío?

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Capítulo Veintitrés

Un requisito previo para la empatía es sencillamente prestar atención a la persona que


sufre.

~ Daniel Goleman

Era el día anterior a Acción de Gracias. A partir de mañana, Regan


tendría cuatro días sin clases. Sin clases. ¡Eso era genial!

Se metió el último bocado del desayuno en la boca, cogió los


bonitos coleteros que la señorita Lillian le había dado y salió corriendo.
La cabaña de JJ estaba al lado; ella no necesitaba una chaqueta para
eso.

Aunque, caramba, el frío era terrible Sonrió mientras corría por la


terraza de Mako. —Caramba. —Era su nueva palabra ya que a la señora
Wilner y a Papá no les gustaba que ella dijera joder.

Entró trotando en la casa, atravesó la enorme sala, se dirigió a las


escaleras y se detuvo en seco. Un tipo estaba durmiendo en el sofá
gigante. Tenía un par de mantas encima.

Era el nuevo tío. Hawk. Nombre genial, pero... lo miró fijamente.


Papá y sus otros dos tíos eran bastante guapos. Las mujeres siempre
estaban coqueteando con ellos, especialmente con el tío Bull. Eran muy
cariñosas y todo eso.

Las chicas probablemente no se interesasen tanto por este tipo.


Su cara tenía cicatrices en la frente y en un lado. Y tenía barba, solo que

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no estaba pulcra y perfecta como la del tío Bull. Estaba desaliñada.
Parecía malo, y tenía un montón de tatuajes en los brazos.

Sus ojos se abrieron.

Congelada en su lugar, tragó saliva mientras él se sentaba


lentamente, sin apartar la vista de ella.

—¿Acabaste de mirar? —El desagradable gruñido que hizo era


como el de Sirius cuando Papá lo sacaba a rastras.

Ella asintió.

—Entonces vete de aquí.

—Ella está aquí para verme. —De repente, apareció JJ y su brazo


alrededor de Regan fue la cosa más maravillosa del mundo—. Y yo vivo
arriba.

JJ llevó a Regan a las escaleras y le susurró—: Sube, cariño.


Estaré allí en un segundo.

Con el corazón en vilo, Regan huyó escaleras arriba y pudo


escuchar a JJ usando su voz de policía súper fría. —No sé cuál es tu
problema, pero deja de actuar como un imbécil. Ella solo tiene nueve
años. ¿Eres el único de los hijos de Mako que no aprendió a proteger a
los niños?

Regan podía notar un sonido ronco en sus oídos, del tipo que
aconsejaba huir y esconderse antes de que un adulto se pusiera violento.

¿Pero y si le hacía daño a JJ? Era muy grande. ¿Y si JJ necesitaba


ayuda? Regan se quedó congelada en el centro de la sala de JJ, indecisa,
incapaz de moverse.

Cuando JJ entró, Regan dejó escapar un chillido y corrió hacia


ella.

—Oye, oye, oye, estás bien, cariño. —JJ la abrazó.

Como un bebé, Regan comenzó a llorar. —Pensé que te golpearía.

Pensé que te golpearía. La pequeña voz aguda de arriba era


demasiado clara. Al igual que su llanto.

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Inclinándose hacia adelante en el sofá, Hawk dejó caer la cabeza
en las manos. Joder. Qué manera de arruinarlo, idiota. Había hecho
llorar a la hija de Caz. Excelente forma de empezar la vuelta a casa,
amigo.

Cristo, qué dolor. Parecía como si un lobo estuviese royendo su


pierna como un hueso sabroso, mordisqueando desde la pantorrilla hasta
el muslo y la espalda. Con cada movimiento que hacía, sus costillas
explotaban en agonía.

Tenía buenas razones para estar de mal humor, maldita sea, y


que la niña lo mirara como si fuera un monstruo de película de terror no
había ayudado.

La culpa le encorvó los hombros. ¿Cuántas excusas podía poner


por su mal comportamiento? La mujer tenía razón. Demonios, había
asustado a una niña pequeña. Sí, que lo miraran como un monstruo le
molestaba, siempre lo había hecho, pero no significaba que debiera ser
un imbécil.

El sargento lo habría arrojado a un banco de nieve.

Con un gruñido de dolor, Hawk logró ponerse de pie. Gabe le


había dicho que esperara a que lo ayudaran esta mañana, pero al diablo
con eso. Se iría a su cabaña aunque eso lo matara.

Todos estarían mejor sin ver su cara o soportar su mal genio.

La madrugada del miércoles en su sala de estar, Caz tomó un


sorbo de cerveza y lo giró en la boca, saboreándolo. Miró a Bull, que
estaba sentado en la gran butaca mullida. —¿Esta es para la primavera?

—Si. —Bull había traído botellas de su cervecería en Anchorage.


Era una tradición para él usar a sus hermanos como catadores—. La
cantidad de lúpulo parecía apropiada. Guardo las de malta para el otoño
o el invierno.

—Me gusta. —Bebiendo más, Caz movió sus pies cubiertos de


calcetines hacia la estufa de leña que irradiaba calor. El trozo de leña que

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había agregado crujió ruidosamente mientras ardía— Es mejor que la que
hiciste el año pasado. Esa sabía a pis de gato.

Bull se rio a carcajadas. —Gracias, hermano.


Desafortunadamente, mis clientes estuvieron de acuerdo. Eso es historia.

Caz miró a su hermano. —Cuando pasé, Hawk ni siquiera abrió


la maldita puerta. Dijo que Gabe lo había alimentado, que tú le cambiaste
el vendaje y que no necesitaba nada más.

Bull se pasó la mano por el cuero cabelludo afeitado, algo que hizo
cuando estaba preocupado. —Sí, él está en modo gilipollas. Me dejó
entrar el tiempo suficiente para cambiar las vendas y me echó.

Caz frunció el ceño. —¿Y todo está bien?

—No hay signos de infección. Le dije que lo verías mañana, quiera


o no. —Bull resopló—. Es peor que un oso hibernando cuando vuelve a
casa herido.

—Papá. —Seguida por Sirius, Regan salió de su habitación con


varios papeles. La maestra había mandado a los niños a escribir sobre la
tormenta de nieve—. Ya terminé.

—¿Deberes, eh —Bull extendió su mano— ¿Puedo verlo?

Sin pensarlo dos veces, Regan le dio su trabajo y se apoyó contra


su rodilla mientras leía.

Caz sonrió. Bull podía ganarse a cualquier persona o cosa más


rápido que nadie que Caz hubiera conocido, incluso una niña cautelosa
de un hogar de acogida.

Era bueno verla adaptarse, encontrar su lugar en la familia.

—Qué interesante. Me gusta la forma en que analizas lo que


hiciste bien y lo que harías mejor la próxima vez. Se parece a la forma en
que el sarge informaba de sus misiones. —Bull le revolvió el pelo—. Eres
tan inteligente como tu papá.

Regan sonrió radiante. —¿Vas a cenar con nosotros, tío Bull?


Puedo ayudar a cocinar.

—Claro, un poquito. Me gustaría eso. Te enseñaré a hacer pollo


parmesano. —Miró a Caz— ¿Viene alguien más? ¿Hawk o JJ?

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—Solo tú. —Caz sonrió a medias—. Supongo que no somos muy
populares.

La expresión afligida de Regan borró su sonrisa. —¿Mija?

—Lo siento, lo siento, lo siento! Es por mi culpa. —Sus ojos se


llenaron de lágrimas—. No le gusto a Hawk y tal vez a JJ ya tampoco
porque me equivoqué, y ella estaba enojada con él, y él pudo haberla
golpeado.

—¿Qué demonios? —Caz se acercó a Regan y le pasó las manos


arriba y abajo por los brazos— ¿Quién podría haberla golpeado?

—El señor Hawk. Porque lo miré fijamente, y me dijo que me


largara de allí, y JJ bajó, me abrazó y lo llamó imbécil.

¿Hawk había molestado a Regan? Con la ira ardiendo como una


hoguera azotada por el viento, Caz contuvo los tacos que no podía decir
con su hija allí.

—Regan, yo…—Bull se detuvo y miró a Caz pidiendo permiso para


intervenir.

Mejor así. Caz asintió con la cabeza, aliviado de tener tiempo para
terminar de controlar su temperamento. Envolviendo a Regan con sus
brazos, la puso en su regazo.

Bull se inclinó hacia adelante. —Pequeña, estoy seguro de que JJ


no está enojada contigo. Es policía, y mantener a la gente a raya es lo que
hacen, ¿verdad?

—Oh. —Regan se mordió el labio—. Creo que no pensé en eso.

—En cuanto a Hawk. Yo sé por qué te quedaste mirando todas


esas cicatrices y tatuajes. —Bull sacudió la cabeza—. Todo el mundo
mira, pero a Hawk le molesta.

Regan bajó la mirada a su regazo. —No debería haber mirado.

Y Hawk no debería haberla tratado mal. Pero podría ser bueno


que ella lo entendiera un poco mejor. Caz le dio un apretón reconfortante.
—¿Sabes cómo te sientes por ser siempre la chica nueva?

Su boca se torció infelizmente. —Ajá.

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—Los niños te miran fijamente, como si fueras diferente y no uno
de ellos. —Caz conocía la desagradable sensación. Probablemente
molestaría a Regan aún más de lo que lo había molestado a él—. Y tú lo
odias, ¿no?

—Sí —susurró.

—Debido a que lo odias, ¿te enojas con los niños que te miran?
¿Quizás eres grosera con ellos.

Su asentimiento fue reacio. —El señor Hawk se puso de mal


humor. Como yo.

Su hija tenía el coraje de enfrentar la verdad; se sintió muy


orgulloso.

—Si.

—También está sufriendo, Regan. —Bull apoyó los antebrazos


sobre los muslos.

—¿Eh?

—Su helicóptero cayó en un sitio peligroso, y su pierna izquierda


se dañó, desde aquí hasta aquí —Bull pasó el dedo desde la pantorrilla
hasta por encima de la rodilla—, y tiene las costillas rotas. Cada vez que
se mueve, probablemente sienta que alguien lo está golpeando en el
costado.

En realidad, como Caz sabía por propia experiencia, más parecido


a que alguien metiera un cuchillo entre los huesos. Pero casi lo mismo.

Los ojos de Regan estaban muy abiertos. —¿Va a estar bien?

—Se curará. Pero el dolor hace que la gente se ponga de mal


humor, y todos tenemos algo que nos provoca cuando estamos de mal
humor. —Bull sacudió la cabeza—. O incluso cuando no lo estamos.

Caz hizo una mueca. Tenía sus propios disparadores. Como el


verano pasado cuando unos malditos Patriotas Zelotes le dirigieron
palabras racistas y luego empujaron a una mujer. Puede que lo
enfurecieran, pero después de la pelea, estaba de buen humor.

Una historia que no iba a compartir con su pequeña guerrera.

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—Supongo que hay cosas que me hacen enojar. —Regan se tiraba
del pelo y miraba a Bull con atención— ¿Cuáles son las tuyas? —Su
expresión cautelosa indicaba que no quería meter la pata para enfadar a
Bull de la misma manera que lo había hecho con Hawk.

Regan tenía un alma sabia.

Bull se presentó como una persona amigable y accesible, pero esa


superficie amistosa cubría un interior muy reservado. Nadie que fuese
huérfano, viviese en las calles o entrase en combate se libraba de algún
daño emocional.

Todos ellos habían sufrido. Bull simplemente disimulaba sus


heridas mejor que sus hermanos.

—Es una buena pregunta, mija. —Caz miró a Bull.

Vaya, demonios. Bull apenas evitó fruncir el ceño... porque Caz


obviamente no iba a echarle un capote.

Dos pares de ojos marrones se centraron en Bull.

Descartó una respuesta rápida y fácil. Su preocupada sobrinita


quería la verdad, y Mako no los había criado para que tomaran el camino
fácil.

Hizo rodar la fría botella de cerveza entre sus palmas. Sabía muy
bien qué mierda lo irritaba. La buena noticia era que Regan nunca sería
la causa. La mala noticia era que, sin duda, lo vería comportarse mal
algún día. Al menos si él respondía a su pregunta, ella sabría la razón.

—Soy bastante tranquilo. —Pasó una mano sobre su perilla y le


dedicó una sonrisa triste—. Pero a veces me enfado. ¿Recuerdas que tu
cuerpo es tuyo y que los extraños no deben tocarte?

Regan asintió con la cabeza.

Era muy bueno que los niños aprendieran eso en estos días. —
Bueno, a veces los adultos se vuelven demasiado amigables con otros
adultos, y no me gusta que me toquen sin permiso.

La niña pareció confundida por un momento. —¿Te refieres a esas


mujeres que siempre te están abrazando?

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—Exactamente. —Estaba cansado de eso, de hecho. Él nunca
entendería por qué una mujer pensaba que podía pasarle las manos por
encima cuando golpearía a un chico por hacerle lo mismo.

Cuando era un joven y cachondo SEAL, le gustaba que lo


desearan. Durante el primer par de años. Después, no tanto. Más tarde,
para nada. Especialmente después de haber escuchado a una mujer
decirle a sus amigos—: No me importa si es inteligente o estúpido. Solo
mira al chico. Si su polla es como el resto de él, me parece bien.

A lo largo de los años, había escuchado variaciones sobre el


mismo tema, y se sentía cada vez más disgustado.

La novia de su padre había dicho las mismas sandeces sobre éste.


Había estado atormentando a su padre hasta que él se rindió. Había sido
la razón por la que el coche…

Con la boca apretada, Bull se sacudió para escapar de la


pesadilla.

Regan lo contemplaba con una mirada infeliz. —Está bien, tío


Bull. No te tocaré a menos que me lo digas.

Maldición. Qué manera de asustar a la niña. Bull resopló. —


Pequeña, eres de la familia. Tienes mi permiso en cualquier momento y
lugar. —Abrió sus brazos.

La sonrisa y el abrazo que recibió derritieron su corazón.

Antes de que pudiera caer en un maremoto emocional, se


incorporó. —Sabes, si traes un par de huevos, podríamos hacer un pastel
de postre. De chocolate, ¿no?

Ella dio un grito feliz. —¿Pastel de chocolate?

—¿Por qué no? —Bull evitó la molesta mirada de su hermano. Los


profesionales de la salud como Caz querían ensaladas y alimentos bajos
en grasa. Pobres bastardos.

—Dos huevos en camino. —Regan se puso su abrigo y salió por la


puerta.

Caz se recostó en su silla y se echó a reír. —Te das cuenta de que


el olor a pastel de chocolate probablemente llegará a la terraza de Hawk.

283
—Sí. —El pastel de chocolate era el postre favorito de Hawk. E
incluso en pleno invierno, Hawk se sentaba afuera y miraba las estrellas
o la aurora boreal—. Todo lo que le dije a Regan era cierto, pero no
significa que le dejemos salirse con la suya por ser un imbécil con una
niña.

—No. Tengo la intención de visitarlo más tarde esta noche.


Hablaremos. —La boca de Caz seguía firme, y Bull sintió un toque de
simpatía por Hawk. A diferencia de Gabe, Caz rara vez sermoneaba a sus
hermanos, pero cuando el doctor se encargaba de uno de ellos, nunca
perdía.

Mientras Regan corría por la terraza, el gato apareció y se


abalanzó en torbellino sobre sus botas y salió disparado.

Ante el sonido contagioso de las risitas de la niña, Bull sonrió y


luego le dirigió a Caz una mirada compasiva. —Ella es inteligente,
encantadora y dulce. Agrega esos ojos y esa cara, y los chicos se
acercarán a ella incluso antes de que llegue a la adolescencia. Hermano,
estás tan jodido.

—Dios, lo sé.

Bull hizo rodar su cerveza entre las palmas y sonrió lentamente.


—Te das cuenta de que cualquier joven interesado en ella se enfrentará
con un montón de tíos. Demonios, incluso Hawk participará en ese tipo
de diversión.

Y si algún tipo se atrevía a meterse con la pequeña Regan, Bull


destrozaría al gilipollas como a un muñeco de trapo.

Más tarde esa noche, cuando Regan se hubo acostado, Caz salió
de la casa y se dirigió a la de Hawk. Desde la puerta de la terraza, pudo
ver a su hermano sentado en un sillón de cuero oscuro frente a su estufa
de leña con fachada de vidrio. Sin cerveza, sin libro, sólo mirando las
llamas.

284
La compasión invadió a Caz, disipando su ira. Golpeó la puerta
corrediza de vidrio, esperó un segundo y entró. No tenía sentido aguardar
una invitación que probablemente nunca llegaría.

Tras echar un vistazo, Hawk no habló.

Caz abrió la nevera, sacó un par de cervezas, las destapó y se


sentó en el sillón de gran tamaño. Solo había dos sillas en la sala de estar
de Hawk; eso decía mucho, ¿no?

Aun teniendo en cuenta las preferencias minimalistas de Hawk,


la habitación parecía inacabada. A diferencia de la cabaña de Caz con
muebles de madera de cerezo brillante, alfombras orientales y tapicería
clara, esta habitación de estilo rústico tenía vigas oscuras con acabado
rugoso, mesas de madera recuperada. De color oscuro. Sin almohadas,
sin alfombras. Hawk nunca se consintió a sí mismo con algo suave.

Así podía romper el corazón de un hermano.

Caz le ofreció una cerveza.

Con la cara ilegible, Hawk la tomó, bebió un poco y dejó la botella.

Permanecieron sentados durante unos minutos, mirando el fuego.

—Es tuya, ¿eh? —Los ojos de acero de Hawk eran duros, su tono
casi beligerante.

Caz sonrió ligeramente. —Se parece a mí, ¿verdad?

Después de una larga pausa, Hawk suspiró. —Si. Mierda. Nunca


imaginé la presencia de niños aquí.

Caz lo entendió. Su hermano nunca pensó que ninguno de ellos


llegará a tener hijos. Porque el piloto que podía llevar un avión a través
de vientos turbulentos, el francotirador que podía atravesar cualquier
terreno era la misma persona que rechazaba cualquier cambio en su vida
personal. Siempre quiso que su casa y su familia permanecieran igual.

—Saber que tenía una hija también me sorprendió.

—¿Te la quedas? —El tono de la voz de Hawk indicaba cómo se


sentía.

285
—Si —Caz pasó un dedo por la humedad de su botella—. Su
mamá está muerta y no hay nadie más. La saqué de un hogar de acogida.
¿Debería haberla dejado allí?

La experiencia de Hawk con hogares de acogida había sido mala.


Su mandíbula se apretó. —No.

—Regan solo tiene nueve años, mano, y su madre no era buena.


—Caz suavizó su voz—. No ha tenido estabilidad. Nadie que realmente la
amara. Yo puedo darle eso.

—Una niña arruinará tu oportunidad de follar a todas las mujeres


del estado.

Caz se rio entre dientes. —Es cierto. Sin embargo, con JJ, perdí
mi interés por otras mujeres.

La mano de Hawk apretó la botella.

—También tengo intención de quedarme con ella.

La mirada de Caz se enfureció. —Tal vez deberíamos abrir las


malditas puertas y dejar entrar a todos.

Caz se agachó frente a la estufa de leña y puso otro tronco. La


madera permaneció un segundo sobre las hurañas brasas antes de
estallar en llamas. —Al sarge no le gustaba la gente. Quería estar lo más
lejos posible de ella.

—Hombre inteligente.

—Sin embargo, terminó con cuatro hijos. Cambió nuestras vidas.


—Caz se enderezó.

Silencio.

—Y cambiamos la suya. Vuelve a leer su carta, Hawk. —Caz


esperó un segundo, luego puso una mano sobre el hombro de Hawk.
Recordándole a su hermano que era amado—. Nuestra familia ha crecido
con una niña pequeña. Algún día también, una policía dura con un gran
corazón. ¿Puedo pedirte que seas amable con ellas, mano?

Los músculos bajo la mano de Caz se tensaron antes de que Hawk


exhalara. —Si. Lo siento. Estuve... fuera de lugar con tu niña.

286
Ahí estaba, la disculpa y la promesa que sabía que Hawk le
ofrecería. Caz le apretó el hombro. —Nuestra niña... tío Hawk.

287
Capítulo Veinticuatro

La reputación es prejuicio inútil y engañoso, que a menudo se obtiene sin mérito y se


pierde sin razón.

~ Otelo, Shakespeare, acto II, escena III.

El día de Acción de Gracias en la cabaña de Mako, tras picotear


paté de salmón y galletas, Bull anunció que el pavo estaba listo, y todos
ayudaron a llevar platos y fuentes a la gran mesa del comedor.

Caz sacudió la cabeza con asombro. La cantidad de comida que


había provocaría terror a cualquiera que se preocupara por las calorías.
Bull había hecho el tradicional pavo, puré de patatas, salchichas de reno
ahumadas con aliso y salsa de carne. Luego todos habían añadido
algunos de sus platos de Alaska favoritos. Corazones de alce rellenos.
Salsa de arándanos del bosque hecha con arándanos que habían recogido
en otoño. El ganso que tenían en el congelador se había convertido en
sopa nigliq29, una de sus favoritas.

Lillian había sido invitada, pero la maternal británica celebraba


su propia cena para un grupo de hombres sin familia como Tucker y
Guzmán. Ella y Dante pasarían más tarde para tomar bebidas y postres.
En espera de su visita, pasteles y dulces se estaban preparados en el
mostrador de la cocina.

Es una sopa alaskeña de ganso que se hace con su carne u vísceras, cebolla, patata y arroz.
29

288
Caz sonrió cuando todos se acomodaron alrededor de la gran
mesa. Los siete. Su familia.

Como hijo mayor, Gabe cedió a la presión y ocupó la cabecera de


la mesa. Todos sentían la pérdida del sargento, pero eso era lo correcto.
La muerte se produjo. El cambio llegó.

¿Por qué Caz había sido tan arrogante como para pensar que
podía evitarlo? ¿Sería capaz de evitar que la gente se enfermara, que
sufriera accidentes o robos o explosiones? Cuando Regan se inclinó para
susurrarle a JJ, Caz sonrió. Demonios, ni siquiera podía mantener a sus
seres queridos alejados de las tormentas de nieve.

En lugar de luchar contra lo inevitable, simplemente amaría y


atesoraría a sus seres queridos todo el tiempo que pudiera.

Inclinándose, besó la parte superior de la cabeza de Regan.

Ella lo miró con la nariz arrugada en una expresión burlona. —


¿Por qué hiciste eso?

—Porque recordé lo mucho que te quiero.

—Oh. Bueno. —Ella se inclinó hacia él y le susurró—: Yo también


te amo.

JJ estaba mirando, su expresión tierna.

Caz le tocó la mejilla, para expresarle sus sentimientos en silencio


ya que ninguno de los dos había dicho las palabras todavía. Quizá su
corazón lo escucharía.

Gabe se aclaró la garganta y levantó su copa de vino. —Por Mako.


Te extrañamos, Sarge.

Todos tocaron sus copas con mucho tintineo y luego bebieron un


poco. Regan estaba radiante porque también tenía una copa de vino,
aunque estaba llena de jugo de manzana.

Después de levantar la fuente de pavo, Gabe se la sostuvo a


Audrey. Ella tomó una tajada, y él otra, y luego la comenzó a comer. Esa
fue la señal para que todos hicieran lo mismo. Caz se turnó con JJ para
ayudar a Regan a servirse comida.

289
Siguiendo la costumbre de Mako en las comidas, se sentaron a la
mesa, contando sus experiencias desde la última vez que se habían
reunido.

Bull tenía problemas para conservar a los chefs. Rescue no tenía


suficiente vida social para los solteros de ciudad.

Gabe y JJ se habían enfrentado a un par de PZ, descubrieron que


los hombres tenían órdenes de arresto pendientes en Anchorage y los
enviaron a pasar el invierno en una cálida y agradable cárcel. Los dos
policías estaban muy complacidos, y todos se habían reído.

Audrey, quien compaginaba la gestión de la biblioteca con su


trabajo como investigadora de Internet, había estado buscando
información sobre los ataques de osos pardos para un escritor de novelas
de suspenso. Puso los ojos en blanco y les dijo—: No es un buen tema
para la cena.

Al ver los grandes ojos de Regan, Caz desvió la conversación con


su propio relato. —Estoy preparando una lista de personas con formación
médica y de primeros auxilios. La península de Kenai no tuvo muchos
incendios este año, pero cada vez está más seca. Tenemos que estar
preparados.

Mientras sus hermanos asentía, vio a JJ y Audrey intercambiando


sonrisas. Audrey agregó—: A los Boy Scouts se les enseña a estar
preparados, pero los hijos de Mako llevan eso una docena de pasos más
allá.

—Es cierto. —Caz miró por encima de la mesa—. Hawk, ¿qué has
estado haciendo?

Hawk lo miró con fastidio. Indudablemente había esperado que lo


pasaran por alto.

Todos esperaron.

Con un gruñido irritado, Hawk dijo—: Trabajaba para el gobierno


en mi último servicio, en el que me hirieron. Pero el contrato está
terminado, y yo también.

Gabe lo miró y lo aclaró—: Estás en casa para siempre.

—Así parece.

290
Sonriendo, Gabe y Bull dieron un Hooyah, el grito de guerra de
los SEAL. Caz se encontró con la mirada de Hawk y levantó su vaso.

Aunque la expresión de Hawk no cambió, su mirada se suavizó.

Era hora de dejarlo tranquilo. Caz le sonrió a su hija. —¿Y tú,


mija? ¿Tienes algo que decirnos?

—Ajá. —Ella bajó el tenedor y contuvo el aliento— ¿Tío Bull?

—Sí, pequeño pajarito. —Bull bajó su tenedor, prestándole toda


su atención.

—¿Me enseñarás a hacer pavo con salsa y patatas?

—Puedes apostar. Serás mi sous chef oficial junior.

La sonrisa de Regan se hizo aún más amplia con las felicitaciones


entorno a la mesa. Bull también parecía complacido, probablemente
porque Regan brincó con todo su corazón. Ella sería una gran ayuda en
la cocina.

Hawk no habló, aunque Caz se alegró de verlo sonreír a Regan. Se


necesitaría un corazón duro para no sonreír, y el corazón de Hawk no era
duro, ni mucho menos. Cuando Caz se quejaba del comportamiento de
su hermano, Mako señalaba que, a menudo, los animales heridos eran
agresivos para ocultar su vulnerabilidad. El mal genio de Hawk cubría
heridas profundas del alma. Algún día, tal vez, su hermano se curaría.

Pero eso significaba que a Hawk no le gustaba el cambio,


especialmente en el hogar y con su familia. Con el tiempo, alguien podría
ganarse su confianza. A veces.

Audrey había tenido éxito, probablemente porque había salvado


la vida de Gabe. Luego, la inteligente bibliotecaria averiguó cuáles eran
los autores favoritos de Hawk y empezó a traerle libros de la biblioteca.

¿JJ, sin embargo? ¿Conseguir que ella y Hawk se aceptasen


mutuamente? Con la ayuda de Dios.

291
Regan seguía estando terriblemente llena. Cuando llegaron la
Srta. Lillian y el Sr. Dante, todos se sentaron a hablar y a tomar el postre.
La tarta de calabaza estaba bastante buena, pero la tarta de cerezas
estaba de muerte.

Se sentó en el sofá junto a la Srta. Lillian, no, junto a la abuela.


Como la Srta. Lillian no tenía hijos, había dicho que los hijos de Mako
eran suyos ahora y eso la convertía en la abuela de Regan.

Una abuela. ¡Qué guay era eso! Cuando Regan era un bebé, vivían
con la mamá de mamá. Pero esa abuela murió, y Regan no la recordaba
en absoluto.

Tener a la señorita Lillian en cambio estaba… realmente bien. Abu


había sido actriz en Inglaterra, y cuando se enfadaba, decía frases de
Shakespeare como el truhan con escorbuto. Mucho más divertido que
llamar a alguien estúpido idiota.

Esa tarde, había escuchado el discurso de Regan para el festival


de invierno del día siguiente y le pareció genial. A una verdadera actriz le
gustaba su discurso. Regan había sonreído de verdad.

Se abrió la puerta de la terraza y entraron el tío Gabe y el tío Bull,


preparados para el frío.

—¿Por qué lleváis luces encendidas? —Regan señaló los


brazaletes de luz roja brillante que rodeaban las mangas de sus abrigos.

—La noche ha llegado. —Tío Bull hizo un gesto hacia la ventana


y la oscuridad del exterior. Su voz se hizo aún más profunda—. Llevamos
la luz roja para que puedas ver tu destino acercándose.

Un escalofrío le recorrió la espalda y Regan se acercó a Papá.

Él la rodeó con el brazo. —¿Qué destino?

—Estúpidos habitantes del Hermitage. —Tío Gabe cruzó los


brazos sobre el pecho. Su expresión parecía malvada—. Asesino Bull y yo
necesitamos una cueva para el invierno. Nos quedaremos con el
Hermitage para nosotros.

Los labios de Papá se torcieron de esa manera que mostraban que


estaba tratando de no reír. Él la apretó antes de levantarse y cruzar los
brazos sobre su propio pecho. Su expresión también se volvió malvada.
—No puedes tener el Hermitage. Vivimos aquí.

292
La risa de Bull fue aterradora. —No por mucho tiempo.
Ocuparemos la cabaña de Mako y mataremos a todos los que se
interpongan en nuestro camino.

Regan se estremeció, pero tal vez no estaba realmente asustada.


No cuando Papá se volvió y le guiñó un ojo. JJ se cubrió la boca con la
mano y tenía los ojos arrugados. Audrey se estaba mordiendo el labio.

Abu se inclinó y susurró—: Todo es por diversión, mi amor. Los


hijos de Mako crecieron jugando y hoy nos van a dejar jugar también a
nosotras.

Vale, de acuerdo. Regan se puso de pie de un salto y cruzó los


brazos sobre el pecho. —No puedes quedarte con nuestra casa.

Listo, ella también iba a jugar.

Papá sonrió antes de decirle al tío Gabe—: La gente valiente de


este lugar defenderá el Hermitage hasta la muerte, pero será tu muerte.
Esto es la guerra.

Bull asintió con la cabeza. —Guerra.

Tío Gabe señaló a Hawk. —Como no combatiente, tú eres juez.


Avísanos cuando alguien quede fuera de combate.

Hawk parecía que también prefería pelear pero asintió.

Entonces Gabe miró a Papá con el ceño fruncido y afirmó con la


cabeza. —Guerra.

En el exterior, Papá había enviado a todos a diferentes lugares,


aproximaciones probables, y les dijo que almacenaran granadas. Le
susurró—: Eso significa hacer bolas de nieve extra para lanzarlas desde
tu escondite.

En el hogar de acogida aprendió a esconderse y encontró un lugar


oscuro para meterse debajo de la terraza del Sr. Hawk.

¿Dónde estaban los otros?

JJ había envuelto un pañuelo negro alrededor de su cabeza y era


difícil verla. Estaba detrás del gallinero.

El cabello claro de Audrey era muy visible en su escondite detrás


de la cabaña de Papá.

293
La señorita Lillian se había subido la capucha para ocultar su pelo
blanco, y se había puesto en un lateral de la casa de Mako y el Sr. Dante
en el otro.

Sin esconderse, el señor Hawk se sentó en la terraza de Mako.


Papá decía que si Gabe y Bull llegaban a la terraza, ganaban.

De eso nada. Regan sacudió la cabeza. Su equipo eran los buenos.


No perderían. Ella se aseguraría de eso.

Mientras hacía bolas de nieve, granadas, vio un destello en la


oscuridad. Desapareció. Saliendo de su escondite, se levantó un poco.

Allí. El tío Gabe se había enterrado en la nieve profunda para que


no se pudiera ver su varilla incandescente. Más lejos, otra varita
luminosa se movió. El tío Bull.

Una bola de nieve atravesó el terreno hacia el tío Bull, pero se


quedó corta. Dos más la siguieron. Aún cortas. Estaba muy lejos.
Demasiado lejos.

El tío Bull lanzó la bola de nieve con una fuerza impresionante y


un grito.

—Brazo derecho fuera de combate, Audrey —anunció Hawk.

—¿Qué? —gritó Audrey.

—Ahora solo puedes usar tu brazo izquierdo —explicó Bull en voz


alta—. Qué pena por ti, campeona.

—Bueno, mierda. —El cabello rubio de Audrey desapareció detrás


de la terraza.

Con las manos sobre la boca para evitar que las risas se le
escaparan, Regan se agachó, como un ratón. Bull había lanzado esa bola
de nieve desde muy lejos. Tendría que esperar a que los malos se
acercaran más.

Lo hicieron. Se turnaron para avanzar y luego desaparecieron en


los bancos de nieve y detrás de otras cosas.

Papá salió de detrás de la glorieta, ¿cuándo había llegado allí? Y


le lanzó una granada al tío Gabe por detrás.

294
Pero el tío Gabe debió de haberla oído. Se dio la vuelta y golpeó
la bola de nieve con el brazo.

—El brazo izquierdo de Gabe está fuera de combate —gritó Hawk.


Y el tío Gabe se lanzó detrás de la parrilla, y ella no pudo verlo en
absoluto.

El tío Bull corrió hacia la cabaña de Mako. Era rápido.

Las bolas de nieve de Audrey habían desaparecido por completo.


De pie, Regan lanzó y falló y falló y luego se golpeó la pierna. Mientras
caía, JJ saltó desde detrás del gallinero y su bola de nieve le dio a Bull
en el hombro derecho.

Regan se rio, porque él fingía muy bien. Como si estuviera


realmente herido. Incluso gimió.

Hawk dijo—: Bull, pérdida de la pierna derecha y el brazo


izquierdo. Un tercer golpe en cualquier parte te matará simplemente por
la hemorragia.

—Mierda, hermano, ¿en serio? —se oyó desde el banco de nieve


de Bull. Y Regan se rio más fuerte.

Recogió su próxima granada, salió y una bola de nieve golpeó su


hombro izquierdo. Le cayó nieve fría en la cara ella chilló.

—Regan, el hombro izquierdo perdió su fuerza —gritó Hawk.

Sin usar su brazo izquierdo, porque eso era parte del juego,
retrocedió más. Y frunció el ceño, porque ahora los malos sabían dónde
estaba.

Papá decía que en una pelea era necesario mantenerse en


movimiento. Necesitaba un nuevo puesto.

La terraza tenía un saliente delante del enrejado que impedía que


los animales se metieran debajo de ella. Se había acumulado un gran
montón de nieve delante de él. Empujó sus granadas por delante de ella
y se arrastró por la tierra sin vegetación, escondiéndose detrás del alto
banco de nieve.

Arrastrarse con un brazo era difícil.

Al otro lado de la terraza, aplanó la nieve en una pequeña ventana


frente a ella para poder mirar desde allí.

295
Tío Bull se movía, arrastrándose con su pierna y brazo ilesos. Era
muy astuto por la forma en que arrastraba su otro brazo a través de la
nieve para cubrir la varilla incandescente.

Regan se puso de pie y tiró y le golpeó justo en la espalda.

—Bull, estás muerto —gritó el Sr. Hawk. Y él la miró directamente


e hizo una especie de saludo con dos dedos.

Sonriendo, se dejó caer de nuevo, y luego una bola de nieve golpeó


sobre su cabeza.

Tío Gabe era bueno.

Los buenos habían ganado y todos habían regresado adentro


para “hacer un informe posterior a la batalla”. En otras palabras, para
repetir todos los momentos culminantes de la batalla. JJ sonrió. No se
había divertido tanto en mucho tiempo. La pelea le había recordado los
torneos de paintball con papá. Tanto tiempo atrás.

Se metió en un lugar más cómodo en el sofá para el hombro que


se magulló al golpearse contra el gallinero cuando saltó para evitar el
peligro. Caz la rodeó con el brazo y... bueno, era agradable ser reclamada
de esa manera.

—¿Ustedes crecieron haciendo esto? —preguntó. Los hijos de


Mako eran extraordinariamente hábiles en la guerra. Sigilosos. Bull era
condenadamente hábil. Gabe, bueno, había visto a Gabe unas cuantas
veces.

Nunca había visto a Caz.

—Al menos una vez a la semana de diversas formas. —Caz se rio—


. Batallas en el bosque, asalto en equipo a un objetivo fijo, atacar una
amenaza en movimiento. Distinto armamento, distintos obstáculos.

—Cada vez que lidiaba con chicos enérgicos, Mako se ponía en


modo sargento y nos despachaba a un trabajo agotador. —Bull señaló
con la cabeza a Lillian y Dante—. Excelente golpe al final.

296
JJ levantó su vaso en señal de acuerdo. La pareja mayor había
estado asombrosa. Gabe casi había llegado a la terraza, pero la nieve se
había acumulado y había perdido su tapadera. Así que cargó.

Caz se había lanzado por detrás, había derribado al jefe y se había


quitado de en medio. Lillian y Dante y JJ mataron a Gabe con una lluvia
de bolas de nieve. Ambos podrían ser mayores, pero fueron disparos
mortales.

Lillian era una maravilla. La británica se sacudió la ropa con


indiferencia y se acercó a Gabe, que estaba muriendo. —Ay, destrucción,
ruina y decadencia; lo peor es la muerte, y la muerte tendrá su día30.

Ella le había dado un empujón con una bota, sonrió, y dijo—:


Vamos, mi equipo. Celebremos nuestra victoria con té y galletas.

El chocolate caliente y los nuevos postres no calmaron demasiado


el ánimo de la familia, especialmente el de Regan. La niña todavía vibraba
de adrenalina. sin duda la hija de su padre.

—Una buena batalla, por parte de todos. —JJ miró a Regan que
se había acurrucado a su lado—. Tú, mi niña, puedes estar en mi equipo
cuando quieras.

La forma en que su rostro se iluminó podría derretir el corazón


más duro.

—Hora de hacer cualquier otra cosa que no sea pelear. Es


necesario que alguien se relaje un poco. —Bull le sonrió a Regan, se
levantó y sacó dos instrumentos de los estantes a lo largo de la pared. Su
guitarra y… Le entregó un violín a Hawk, que estaba sentado a un par de
metros de Regan.

—Tengo un plan. —Tras sujetar su guitarra, Gabe le entregó a Caz


el tambor.

Metiendo el violín debajo de la barbilla, Hawk pasó el arco sobre


las cuerdas. Los chicos se dedicaron durante un minuto a afinar los
instrumentos, y luego tocó una rápida introducción a “Country Roads”
de John Denver.

Cuando empezó a cantar, JJ lo acompañó.

30
Cita de William Shakespeare, Ricardo II, acto III escena 2ª

297
Pero Regan no lo hizo. JJ frunció el ceño. La niña ya había
cantado con los demás con una gran facilidad. ¿Por qué estaba callada
ahora?

Estaba mirando a Hawk.

—Regan —JJ murmuró para advertirle, mientras que Hawk


miraba fijamente a Regan.

La niña no notó su ceño fruncido, simplemente se deslizó por el


sofá a su lado. —Eso suena como alguien cantando, pero mejor. —Sus
ojos estaban muy abiertos. No estaba mirando a Hawk, sino al violín—.
Es increíble.

Mientras el canto se detenía, el ceño fruncido de Hawk


desapareció lentamente al observar a Regan. —¿Te gusta el violín?

—Nunca escuché algo así. —La súplica en los grandes ojos


marrones era desgarradora— ¿Puedo aprender?

—Jesús. —Hawk la miró fijamente durante un largo momento—


.Eh... sí. Claro.

Un segundo después, el grande y feroz Hawk mostró que incluso


él no era invulnerable al brillo feliz de Regan. Porque el hombre casi
sonrió.

Como necesitaba un momento de tranquilidad mientras


hablaban, JJ corrió escaleras arriba. Poniéndose las zapatillas, salió a su
pequeño balcón en la oscuridad. El aire estaba tan frío y limpio que le
costó llenar sus pulmones.

Cuando sus ojos se adaptaron, vio la luz de las ventanas brillando


suavemente en la nieve que caía. De nuevo. En Nevada caía un poco de
nieve, pero nada como esto. En Alaska todo estaba cubierto de nieve, y
todo cambiaba en consecuencia. Los coches tenían que estar encendidos
por la noche. Salir al exterior implicaba todo un ritual de ponerse abrigo,
botas, guantes, bufanda y gorro. Y a veces gafas de sol. El sol en la nieve
podría ser cegador.

Pero las noches... oh, eran gloriosas. Si estaban despejadas,


enormes estrellas brillaban en el inmenso y negro firmamento. Si salía
la luna, el mundo parecía como si los dioses hubieran extendido brillo en
cada superficie. Si se nublaba, la oscuridad era asombrosa.

298
También podía verse la aurora boreal.

Ella contuvo otro aliento. El cántico subió hasta ella y se extendió


hacia la noche. Hacia el frío silencio. Un búho al otro lado del lago
cubierto de nieve ululó.

Un sonido tan solitario.

Sin embargo, no estaba sola. Ya no lo estaba.

Las noches en que no trabajaba, se unía a Caz y Regan para


cenar, hacer los deberes, leer o ver una película. A veces, se reunían todos
en la cabaña de Mako. Caz y JJ pasaban juntos cada noche, y luego se
escabullía discretamente antes de que Regan se levantara. Aunque a él
no le gustaba el secreto, estaba dejando que JJ se saliera con la suya.
Por ahora.

Mientras la tuviera en su cama todas las noches.

Ella sacudió su cabeza. Solo pensar en él la calentaba. El


recuerdo de cómo sus manos tocaban su cuerpo, de sus besos. De él
dentro de ella, tan grueso y duro. La forma en que su agarre sobre ella se
apretaría justo antes de llegar. Su malvado sentido del humor, como
llevarla al borde del orgasmo y recordarle que no hiciera ruido porque
Regan estaba durmiendo abajo.

Tratar de contener sus gritos intensificaba enormemente su


orgasmo.

Él lo sabía, el imbécil.

Hacer el amor con él siempre era diferente. A veces intenso, a


veces ella se sentía tan fuera de control que era casi aterrador, a veces el
sexo era simplemente divertido. ÉL se mostraba abiertamente: lo que le
gustaba, cómo quería que ella lo tocara, lo que disfrutaba de su cuerpo,
lo que le gustaba hacerle. Era liberador compartir lo que ella prefería...
aunque generalmente él ya lo sabía.

Podía leerla tan fácilmente.

¿Era capaz de saber cuánto lo amaba ella?

Sonriendo, JJ entró, y se sacudió la nieve del pelo. Él se


preocupaba por ella. Se lo había dicho y ella estaba empezando a creerlo.
Pero no había necesidad de precipitarse en nada. Tenían tiempo

299
Abajo, se desvió hacia la cocina para guardar las sobras de los
postres y hacer la limpieza final. Todo el mundo estaba todavía en la sala
de estar, y ella sonrió cuando una canción terminó y todos lanzaron
sugerencias para la siguiente. Incluso Regan.

Lillian se acercó con tazas de café.

Regan la siguió con algunos platos, y JJ dio un paso atrás para


dejarla poner la carga en el lavavajillas. Ninguno de los chicos tenía
lavavajillas en sus cabañas, pero como las comidas familiares en esta
cabaña necesitaban tantos platos, habían ignorado al sargento tecnófobo
e instalado uno aquí.

Regan puso el último plato. —Listo.

—Muy bien, cariño. —Lillian agregó sus tazas al estante superior.


—Me gusta tu peinado. ¿Te lo hizo JJ?

—Ajá. —Regan acarició sus trenzas francesas, milagrosamente


intactas a pesar de la pelea de bolas de nieve.

—Se nota que JJ es un experta —dijo Lillian.

—¿Puedes hacerlo? —Regan cogió una galleta antes de que JJ


pudiera cerrar la tapa del bote. Se sonrieron mutuamente.

—El cabello largo es fácil de trenzar. El pelo corto, en cambio, es


complicado. —Lillian se pasó la mano por el pelo blanco plateado hasta
la barbilla—. Nunca dominé el arte.

—Tenía un incentivo. Aprendí de la forma dolorosa que si el pelo


se te mete en los ojos, perderás peleas. Mis únicas opciones eran
cortarme el pelo muy corto o trenzarlo hacia atrás.

Los ojos de Regan estaban muy abiertos. —La policía seguramente


se mete en muchas peleas.

JJ se rio. —En realidad, eso fue en una clase de boxeo. Aunque,


parece que en Rescue hay muchas peleas.

—Así es. Demasiado alcohol. Demasiados Patriotas Zelotes


recalcitrantes. —La mirada de Lillian se encontró con la de JJ—. Las
ciudades pequeñas son propensas a disputas y rumores también. —El
ligero énfasis tuvo tanto impacto como un grito.

300
—Todos los pueblos se llenan de habladurías —dijo JJ con
cautela.

—Por supuesto. —Lillian sonrió a Regan—. Hija, ¿podrías decirle


a Dante que tenemos que irnos?

—Claro. —Contenta porque le pidieran ayuda, Regan corrió


alrededor de la isla y cruzó hacia la sala de estar.

—¿Rumores, Lillian? —Con el estómago revuelto de miedo, JJ se


apoyó contra un mostrador y esperó.

—No me gusta escuchar a los chismosos, pero pensé que deberías


saberlo. —Lillian mantuvo la voz baja.

—¿Exactamente qué? ¿Qué se está diciendo?

—Lo peor es la especulación de que te acuestas con todos los


hombres del Hermitage. Una historia dice que tuviste sexo con Gabriel
para conseguir el trabajo como oficial.

La conmoción silenció a JJ por completo.

—El rumor es que hiciste lo mismo en tu ciudad de Nevada.

No, no, no. El aire se había helado. Con los dedos entumecidos,
JJ terminó de cerrar el bote de galletas y lo dejó a un lado en el mostrador.

La campaña de desprestigio de Nash la había expulsado de Weiler.


¿Ahora la había seguido hasta allí? Todo lo que quería era ser tan buena
oficial de patrulla y tan involucrada en una comunidad como lo había
estado su padre. Cuando él murió, ella había perdido la sensación de
pertenecer a algo más grande que ella.

Sólo deseaba ayudar. Encajar. ¿Por qué era tan difícil?

Incluso si protestaba contra los chismes, nadie la creería. La


mayoría de la gente creía lo peor de una persona, especialmente de una
mujer en una carrera no tradicional.

—Ya veo. —JJ tragó saliva—. Gracias por decírmelo. Hubiera sido
terrible no saber por qué la gente susurraba.

—Es lo que pensé. —La cara de Lillian se arrugó de preocupación,


haciéndola parecer mayor—. Combatir los chismes es... difícil, pero
recuerda que los rumores se desvanecen.

301
—Sí, estoy segura de que los chismes se calmarán. —Ella no lo
estaba en absoluto. En Weiler, su reputación había sido completamente
destruida. ¿Y si ocurría aquí?

—Bueno, es hora de que Dante y yo nos movamos. —Lillian la


tomó de la mano—. Ven a visitarme esta semana.

—Seguro. —JJ se esforzó por sonreír—. Gracias, Lillian. De


verdad.

Mientras seguía a la mujer mayor hacia la sala de estar, JJ se


encontró cara a cara con Hawk. Estaba apoyado en la isla, cerveza en
mano... y sin duda había escuchado lo que Lillian había dicho.

Excelente. Ya le desagradaba, ahora probablemente pensaba que


era la zorra de la semana.

Ignorando su mirada, ella pasó de largo.

Cuando se unió a los demás, Caz la rodeó con el brazo.

Con el estómago revuelto por las noticias de Lillian y sintiendo


que había caído en arenas movedizas, JJ se apoyó contra él. ¿Qué iba a
hacer?

Las cejas de Caz se juntaron. —¿Qué pasa, mi princesa?

—Nada. —Todo—. Creo que solo necesito algo de tiempo a solas.

Él frunció el ceño. Porque indudablemente podía ver que había


algo más... pero luego le dio un abrazo envolvente maravilloso y largo y
besó su frente. —Descansa, entonces. Hablaremos mañana, mi corazón.

302
Capítulo Veinticinco

El enemigo invariablemente ataca en dos ocasiones: cuando están listos o cuando tú


no.

~ Leyes de Murphy sobre operaciones de combate.

El viernes después del Día de Acción de Gracias, JJ encontró a


Dante detrás del mostrador de su tienda. —Hola, Dante.

—Buenas tardes, niña. ¿Cómo va el negocio de la policía?

Ella sonrió. —La nieve reduce muchos problemas y agrega otros.


—¿Por eso que se propagaban los chismes? ¿La gente no tenía nada mejor
que hacer?— Tengo una pregunta para ti.

—Dispara.

—Cuando llegué aquí, habíamos hablado de alquilar una cabaña.


¿Hay alguna disponible?

—Bueno, maldición, pensé que estabas instalada en el Hermitage.


Eso es lo que me dijo Gabe. —Sus cejas se juntaron en una expresión
preocupada—. ¿Hay algún problema con los chicos?

Obviamente, Lillian no había hablado con él. Los hombros de JJ


se relajaron ligeramente. —No. No, en absoluto. Pero no me parece bien
seguir viviendo en la casa de Mako. No soy un miembro de la familia ni
nada. Sería más apropiado para mí alquilar en otro lugar.

—El problema es que recibí algunas quejas de clientes esta


temporada sobre esas viejas cabañas. Demasiado humo,

303
electrodomésticos que se estropean, bichos. Algunas tejas en mal estado
con podredumbre debajo. —Mientras se alisaba la larga barba blanca,
ella se preguntó si él haría de Santa para los niños de la zona—. En fin,
pensé que era un buen momento para ocuparme de todo, y contraté a
Chevy y a Knox para que arreglaran las cabañas.

Ella lo miró fijamente. —¿Estás diciendo que no tienes nada para


alquilar?

—Ni una. —Lo sopesó—. Podría ser que tengan una habitable en
un par de semanas más. Quizá.

Su ansiedad aumentó. —Ya veo. ¿Hay algún otro lugar que pueda
alquilar?

—No puedo pensar en ningún lado. Los B & B están cerrados. No


hay clientes, ya sabes, así que es cuando se van de vacaciones. Uno va a
Phoenix hasta febrero, el otro volverá en enero para la temporada de
esquí.

—Está bien, pero... Bien. De acuerdo. —Dios, ¿qué iba a hacer?—


¿Puedes reservarme una cabaña cuando esté lista?

—Seguro que lo haré.

—Gracias, Dante.

Cuando salió, la frustración y el temor la llenaron. ¿Rescue iba a


ser como Weiler, un lugar donde ella comenzó a encajar y luego fue
expulsada?

Miró hacia el cielo, notando que el día ya estaba oscureciendo.

El invierno se acercaba.

Esa noche, Rescue celebraba su festival del Viernes Negro en la


taberna.

304
Después del popular festival de la cosecha en agosto pasado en
Lynx Lake Park, los residentes de la ciudad querían una reunión de
invierno, una para Rescue después de que los turistas se fueran.

Caz caminaba con el brazo en torno a Regan alrededor de la


taberna, que estaba abarrotada de gente. Quizás era hora de considerar
establecer un centro comunitario. —El lugar tiene un aspecto estupendo.
El equipo de decoración hizo un trabajo maravilloso.

Regan le sonrió. Los escolares habían pasado parte del día aquí,
y se los consideraba parte equipo de la fiesta.

Los paneles divisorios entre el restaurante y el bar se habían


eliminado para crear una gran sala. Guirnaldas de plata brillaban desde
los candelabros. Luces rojas y guirnaldas centelleantes colgaban a lo
largo de la barra, en la chimenea y alrededor de las ventanas. Un enorme
abeto con adornos dorados y luces llenaba una esquina. Una gran
cantidad de platos combinados cubrían la parte superior de la barra. —
Huele bien, ¿no te parece?

Regan se sorbió la nariz y sonrió. —Tengo hambre.

—Comeremos tan pronto como termine el espectáculo. —El


entretenimiento era de cosecha propia con todas clase en la escuela,
cantantes y bandas locales. La clase de Regan se había vestido de rojo
para su corta actuación.

La semana pasada, Audrey, JJ y Lillian habían llevado a Regan a


Soldotna para comprar. Cuando se ofreció a tomarse el día libre, Regan
le había dicho con orgullo que era una salida para mujeres. Por lo que
había informado, las tres generaciones lo habían pasado muy bien.

—Hola, Regan. ¡Ven! —Delaney saludó con la mano.

—Papá, ¿puedo ir?

Cuando su hija levantó la vista suplicando, Caz sonrió. —Nuestra


mesa está justo en frente. Ven y siéntate con nosotros después de tu
actuación.

—Gracias, Papá. —Ella atravesó la multitud, un pequeño


meteorito rojo en busca de su amiga.

Mientras la taberna se llenaba, Caz deambuló entre la multitud y


se encontró con amigos. Le hubiera gustado tener a JJ con él, pero

305
anoche, ella le había dicho que estaría de servicio hoy y que no se uniría
a ellos.

Él entendió las demandas de un trabajo; sin embargo, había


sentido que algo andaba mal. Su expresión la noche anterior había sido
distante. Su gracia felina había desaparecido. Sus hombros se habían
hundido. La preocupación descendió por su columna vertebral.

Posiblemente, ella simplemente estaba cansada. No estaba


acostumbrada a una reunión familiar de un día completo, después de
todo. Pero parecía haber disfrutado hasta el momento en que de repente
necesitó un tiempo a solas. ¿Quizás estaba extrañando a su madre?

Bueno, la buscaría más tarde. Vería si algo le preocupaba.


Acostarse temprano, darle un masaje en la espalda y arroparla en la
cama.

Preferiblemente en su cama.

—Caz, ¿cómo estás? —Sarah la de la cafetería interrumpió sus


pensamientos. Estaba sentada con su esposo, Uriah, que preparaba la
cafetería, y su hija Rachel.

—Bueno. Ha sido un mes interesante. —Él le sonrió— ¿Como te


sientes?

Ella acarició su enorme barriga. —Solo falta una semana más o


menos. Beverly dice que estoy bien.

Uriah frunció el ceño. —¿Podemos llamar si...?

—Estoy bastante seguro de que Beverly ha traído al mundo más


bebés que yo. Lleva mucho tiempo en esto. —A los sesenta años, Beverly
era una excelente partera—. Pero si ella necesita ayuda, llamadme.
Ambos tenéis mi teléfono móvil.

—Gracias, Caz. —Las líneas se suavizaron en la cara de Uriah.

Sarah puso los ojos en blanco. —Él se preocupa tanto.

Caz le echó a Uriah una mirada comprensiva. Nada hacía que un


hombre se sintiera más impotente que ver a una mujer tener un bebé.

Continuó moviéndose y vio a Dante y Lillian compartiendo una


mesa con Tucker y Guzmán cerca de la entrada.

306
Un rincón de la habitación estaba lleno de los Patriotas Zealotes
que habían traído a sus esposas e hijos, como para recordar al pueblo
que tenían familias. Era fácil de olvidar ya que sus hijos no iban a la
escuela y sus mujeres rara vez iban a la ciudad, y nunca sin los hombres.
Como de costumbre, las mujeres estaban vestidas con el típico atuendo
PZ de faldas largas, blusas de manga larga, con el cabello recogido con
fuerza. Sin maquillaje, sin joyas. Cada mujer con sus hijos se sentaba
junto a un hombre. Los hombres hablaban. Los niños y las mujeres
estaban en silencio. Sometidos.

Caz gruñó por lo bajo. Cada vez que una de sus mujeres visitaba
su clínica, él intentaba hablarle sobre su situación. Sin éxito. Aunque
estuviera a solas con él, una política de la clínica de salud en la que
insistía, cada mujer afirmaba que estaba bien y que era feliz en el recinto
PZ, a pesar de los viejos moretones, las cicatrices y los signos de abuso.
Nunca había estado tan frustrado.

Desafortunadamente, todo lo que podía hacer era decirles que


podía ayudarlas, y que Gabe también lo haría. En cualquier momento,
en cualquier lugar.

No era suficiente. Sin embargo, sin informes, testigos o quejas,


sus manos estaban atadas.

JJ, que estaba de servicio, caminó a través de la taberna,


devaluando rápidamente a cada persona sobre drogas, embriaguez y
agresividad. Hasta ahora, todo bien.

Gabe había planeado ser la presencia policial esta noche, pero ella
le había dicho que se encargaría de ello. Si evitaba compartir mesa con
Caz y el jefe, tal vez también evitaría alimentar los chismes.

Realmente había esperado que Lillian estuviera equivocada, que


solo hubiera unos pocos chismes, y este desastre pasaría como una
tormenta rápida. Ese breve período de optimismo se había desmoronado
rápidamente. Desde que había entrado en la taberna, había recibido
vistazos de reojo, miradas abiertas y susurros que aumentaban donde
quiera que fuera.

Algunas personas ni siquiera se molestaron en mantener sus


voces bajas.

—Esa es ella, la mujer policía —le decía una llamativa morena


vestida de la ciudad a otras dos mujeres—. Ella es la que vive con todos

307
esos hombres. Apuesto a que están contentos de tener su propia puta
residente.

Cuando las náuseas le retorcieron el estómago, JJ se alejó,


fingiendo que quería un poco de ponche de frutas. Pero cuando llegó a la
barra donde varias mujeres mayores servían el líquido color cereza, una
fingió no verla. Otra le dirigió una mirada despectiva.

—¿Podría tomar una copa, por favor? —preguntó JJ cortésmente.

Con la boca apretada en desaprobación, la mujer le entregó una


bebida.

No he hecho nada malo, maldita sea. —Gracias. —Con la espalda


rígidamente recta, JJ mantuvo los ojos de la mujer hasta que ésta miró
hacia otro lado.

Lillian tenía razón. Una vez más, le estaban tratando como


basura. La rechazaban.

Llevando el vaso, JJ se dirigió hacia el fondo de la habitación. Su


garganta estaba oprimida, su corazón se sentía como plomo en su pecho.
Las pocas semanas en las que se sintió parte de esta comunidad hicieron
que la pérdida fuera mucho peor. Había querido ser una parte
significativa de la ciudad.

Había sido una tonta.

Cuando la alcaldesa Lillian habló por el micrófono en el pequeño


escenario de baile y dio la bienvenida a la gente, los últimos rezagados
entraron en la taberna.

Para sorpresa de JJ, Hawk entró cojeando, usando el bastón que


Caz le había dado. Con el rostro pálido y tenso, se puso a un lado de la
puerta.

Aunque todavía estaba enojada por cómo había hablado con


Regan, JJ retiró una silla vacía de una mesa de hombres ruidosos. La
empujó contra la pared al final de una fila de sillas ocupadas y esperó a
que él lo notara. Necesitaba sentarse hasta que superara el dolor y
pudiera unirse a su familia.

Al menos tenía una familia.

308
Cuando se enderezó, su mirada cayó sobre ella. Hizo un gesto
hacia la silla en la que había colocado su bota para evitar que alguien se
la apropiara y luego lo señaló. Sí, es para ti, estúpido... como diría Regan.

Él frunció el ceño. Asintió con la cabeza.

Mientras se acercaba a ella, una mujer y un niño pequeño se


apresuraron a entrar. El niño corrió directamente hacia su pierna herida.

Hawk lanzó un gruñido de dolor.

Mirando al hombre, el niño jadeó y se escondió detrás de su


madre. La mujer vio a Hawk y se retiró tan rápido que casi tropezó con
su hijo.

JJ frunció el ceño. Eso parecía excesivo. Cierto que la cara de


Hawk estaba en mal estado, pero no había necesidad de actuar como si
hubieran visto a Leatherface 31 con una motosierra.

Con el cuerpo tenso, los vio huir hacia el rincón de los PZ, sacudió
la cabeza y se dirigió hacia JJ. Él le dirigió una mirada fría de ojos del
color del acero. —Gracias por la silla —gruñó y se sentó con mucho
cuidado.

Sí, estaba dolorido. —No condujiste aquí, ¿verdad?

Él la miró de reojo. —No necesito mi pierna izquierda para


conducir.

Con razón tenía un aspecto horrible.. —¿Pero por qué?

—Parece que tengo una sobrina. Y soy dueño de una parte de la


ciudad.

Exacto.

Caz le había contado cómo, mientras el pueblo moría, Mako había


comprado una serie de negocios en quiebra. Al abrirse el nuevo centro
turístico de la montaña, Rescue estaba resurgiendo. Los hijos de Mako
estaban seleccionando quién podía comprar o arrendar los locales
comerciales negocio. Los chicos parecían empeñados en traer buena
gente.

31
Película de terror precuela de La Masacre de Texas.

309
Dada la irritada expresión de Hawk, preferiría tener una
endodoncia que ser parte de una comunidad. Sin embargo, aquí estaba.

Él se sentó mientras la Sra. Wilner conducía a su clase de tercer,


cuarto y quinto grado al escenario. Cantaban melodías tradicionales:
canciones de la minería del oro, canciones nativas de Alaska y viejas
canciones rusas. Los niños introducían cada canción con un poco de su
historia.

La expresión de Hawk se suavizó cuando Regan se adelantó para


relatar las muertes ocurridas en el invierno durante la fiebre del oro de
Klondike.

JJ sonrió. La semana pasada, había ayudado a Regan para que


su actuación fuese más dramática. Muchos de los otros niños habían
murmurado o hablado en un tono monótono. La actuación de Regan fue
limpia, clara y llena de emoción.

—Jodidamente increíble —dijo Hawk.

Cuando Regan terminó, miró la amplia sonrisa de su padre y su


expresión se iluminó. Cuando revisó el fondo de la habitación, JJ levantó
el brazo en el aire en señal de victoria y sonrió feliz.

Hawk le dio a Regan un pulgar hacia arriba, y la sonrisa de la


niña casi le partió la cara.

—Bien por ti —le dijo JJ.

Su rostro había vuelto a ser duro e ilegible. —¿Qué?

—La hiciste feliz esta noche.

—Sí claro. —Sin embargo, el destello de vulnerabilidad en su


despiadada... atormentada... mirada era sorprendente.

Reconsiderando su impresión de él, ella asintió.

Detrás de ella, dos hombres entraron en la habitación, llamando


su atención cuando uno dijo algo sobre la policía.. Ella miró por encima
del hombro.

Parándose junto a la pared, el hombre delgado y barbudo siguió


hablando con su amigo. —Sí, entiendo por qué no quieres agitar las
aguas aquí. Pero el movimiento se detendrá a menos que haya una acción
drástica. Algo para llamar la atención de la nación.

310
El hombre de cabello castaño sacudió la cabeza. —No. Ese no es
el camino.

Después de un segundo, JJ los reconoció. El afeitado era el líder


zelote, el llamado reverendo Parrish y el de barba negra era el capitán
Nabera.

Parrish la miró con el ceño fruncido, y bajó la voz. Nabera le dirigió


una mirada fría antes de que ambos hombres volvieran su atención al
escenario.

Mientras JJ se recostaba contra la pared, el director Jones cerró


la actuación de la escuela del programa. —... y quiero recordaros que
habrá música para disfrutar mientras coméis. —Saludó a un trío de
veteranos con guitarras y un banjo.

La gente comenzó a moverse. Sin siquiera mirar a JJ, Hawk cojeó


hasta la mesa donde estaban sentados sus hermanos y Audrey,
cruzándose con Gabe que le sonrió.

Uniéndose a JJ contra la pared, Gabe escuchó al trío por un


momento y asintió con aprobación. —Han estado practicando.

—Ellos son buenos. Me sorprende que no os hayan invitado a ti y


a tus hermanos.

—Lo hicieron, y salimos en aproximadamente una hora. Deberías


unirte a nosotros.

—No. —Ella se alejó un paso de él. Cantar en la casa era una cosa.
¿Delante de la gente? Oh Dios no, especialmente con estos rumores.

—Eso es lo que dijo Audrey... al principio. Ella estará allá arriba


con nosotros.

—Jefe, justo el hombre que quería ver. —La señora Wilner,


maestra de Regan, se apresuró. Su cabello peludo, cara estrecha y nariz
puntiaguda le recordaban a JJ un perro salchicha de cabello rizado, y la
mujer era aún más amable.

JJ le sonrió y comenzó a alejarse para que los dos pudieran


hablar.

—No, no se vaya, oficial. También la necesito a usted.

—¿Para qué nos necesitas? —preguntó Gabe.

311
—Una de mis propuestas durante los meses de invierno es
descubrir carreras. Su presentación de las huellas dactilares atrapó la
imaginación de los niños. Me gustaría que visitaran nuestra clase y
explicaran lo que hacen, así como el camino para conseguirlo.

Oh demonios. JJ realmente quería mantener un perfil bajo en este


momento, sin embargo, la idea era buena. —Los niños, niñas, tienen
muchas más opciones ahora.

—Exactamente. ¿Cómo podemos hacer que los niños sueñen si no


ven el resultado final? —La señora Wilner sonrió radiante—. Entonces te
apunto para…

—No. Esa es una mala idea. —Una atractiva rubia con cabello
largo se apartó de un grupo cercano. Con los brazos cruzados sobre los
exuberantes senos, ella frunció el ceño—. Mantén a esa mujer alejada de
nuestros vulnerables niños.

JJ casi se encogió.

La señora Wilner parecía confundida. —¿Disculpa? ¿De quién


demonios estás hablando, Giselle?

La rubia levantó la nariz en el aire. —Lo que sea que hagan esa
oficial y esos hombres en su casa es asunto suyo, pero ella no se acercará
a la escuela.

Gabe gruñó. —No pasa nada en el Hermitage. ¿Dónde demonios


has...?

—Nada, ni de coña. La vimos besándose con el doctor justo ahí en


la calle. Como…

JJ encontró una pizca de coraje y reafirmó su voz. —La última vez


que miré, incluso a los agentes de policía se les permitía...

Giselle levantó la mano, con la palma hacia afuera, en la


tradicional señal con la mano de parar. —No me hables. Ni a mi hija.
Girándose, agarró la mano de la amiga de Regan, Delaney, y se dirigió
hacia el otro lado de la habitación.

—Qué mujer. —La señora Wilner suspiró, luego miró a JJ y


Gabe—. Ya se nos ocurrirá algo.

JJ se llevó la mano al estómago, sintiendo como si fuera a vomitar.


¿No sería eso el colmo de esa noche horrible?

312
Con expresión dura, Gabe estaba mirando la mesa del Hermitage
con Bull, Hawk, Audrey y Caz. Los adultos, incluso Hawk, mantenían a
Regan trayendo pedidos. La niña lo estaba haciendo con gusto.

—Gabe? Yo… —Cuando se volvió para mirarla, ella se detuvo,


porque ¿qué podía decir? Ella no era una puta, pero ciertamente había
estado teniendo sexo con Caz. No había reglas que impidieran a un agente
de policía tener una vida sexual. Tener relaciones. Sin embargo,
considerando el desastre en su pasado, había sido decididamente
imprudente.

Se mordió el labio y sintió ganas de llorar. ¿Eso significaba que


tenía que pasar por la vida sin amor?

—No hiciste nada malo. Pero hay que abordar la situación. —Los
labios de Gabe se curvaron, pero la sonrisa no llegó a sus ojos—.
Hablemos mañana.

—Ah... ya que me voy, creo que conduciré hasta Anchorage esta


noche. Pasaré un par de días en la ciudad. —Sí, estaría huyendo, pero
necesitaba pensar sin distracciones.

En Weiler, el desastre la afectó solo a ella. ¿Aquí? ¿Qué le haría a


la reputación del departamento de policía? ¿A Caz y su clínica de salud?
¿Y… a la más vulnerable de todos, a Regan?

Gabe la estudió. —De acuerdo. Hablaremos el lunes.


Resolveremos esto, JJ.

—Por supuesto.

El festival ha sido increíble.

En su habitación, Regan se dio la vuelta en la cama. Sirius maulló


molesto antes de recostarse contra su barriga. De nuevo. De acuerdo, tal
vez se estaba moviendo demasiado, pero estaba un poco nerviosa.

Le había ido bien en su parte del espectáculo. Todo el mundo lo


dijo. El señor Hawk, tío Hawk, incluso le había dado el visto bueno.

JJ había estado trabajando, así que no se había sentado con los


tíos, Audrey y Papá, pero había estado allí. Regan sonrió sobre el pelaje
de Sirius, recordando cómo la policía había levantado el puño en honor
de Regan. JJ estaba muy contenta. Y le había dado grandes abrazos.

313
Había tanta comida. Un par de cosas eran asquerosas, pero había
pastel de cereza y galletas y un pastel descomunal con chispas de
chocolate. Ella fingió ser camarera y llevó bebidas para los adultos, y el
tío Bull había dicho que la contrataría cuando fuese mayor.

Niko había estado allí con su familia, y su padre le había dicho


que podía ir a conocer a su perro.

La sonrisa de Regan se desvaneció. La madre de Delaney no había


dejado que se sentase con Regan, y Delaney estaba rara antes de que se
fueran. Como si ella casi quisiera llorar.

Bueno, Regan hablaría con ella mañana y...

—¿En qué coño estabas pensando, hermano? —La voz enojada


llegó desde fuera. Ese era el tío Gabe. Algo se estrelló y Regan se encogió
ante el fuerte gruñido. El gemido.

Regan se sentó. ¿Estaba herido?

—Dios, Gabe. Al menos dime qué he hecho antes de golpearme.

Ese era Papá. ¿El tío Gabe le había golpeado?

—¿Qué crees que has hecho? ¿No has oído la mierda que dicen de
JJ?

—¿JJ? ¿Qué pasa con JJ?

Regan se arrastró fuera de la cama y se acercó a la ventana. No


se veía nada, sólo el lateral de la cabaña de Mako. Pero podía oír. Bien.

—¿Tú y JJ? ¿Te suena? —Gabe hizo un gruñido como un perro


malo—. Te dije que tu reputación podría hacerle daño. Por el amor de
Dios, están diciendo que nos está jodiendo a todos aquí.

—Por favor. Nadie se lo creería.

—Excepto que os vieron comiéndoos los labios. Jesús, Caz, pensé


que teníamos un acuerdo. Quita las manos de mi oficial.

Papá no dijo nada durante mucho tiempo. —Ese era el plan. No


funcionó, y no funcionará.

Tío Gabe hizo un ruido sarcástico. —Hermano, ninguna mujer


permanece más de una noche contigo. Ella no necesita tu mierda.

314
—Hay algo entre nosotros.

—¿Me estás tomando el pelo? ¿Es en serio?

—Si.

—¿Por eso se marchó a Anchorage? —La voz del tío Gabe se volvió
más fuerte.

—¿Qué?

—Sí, están muy cerca. Se nota.

—Pinche cabrón. —Luego hubo ese sonido nuevamente, y el


estómago de Regan se agarrotó porque estaban peleando.

Un gemido.

—La próxima vez que quieras hablar, mano, usa las palabras
primero, no los puños. —Las botas de Papá resonaron en la terraza. La
puerta de la casa se abrió y cerró.

El tío Gabe seguía fuera, pero ella no creía que debiera usar
palabras como esas.

Sintiéndose enferma, se metió en la cama y enterró la cara en el


suave pelaje de Sirius. ¿Qué está pasando? Tío Gabe había golpeado a
Papá, y Papá había respondido. ¿Pero por qué? Algo sobre JJ.

¿Papá quería que fuera su novia?

Regan cerró los puños. Mamá había ido tras los chicos, un
montón, y cuando tenía un nuevo novio, se olvidaba de que también tenía
una hija. Pasaba todo el tiempo con el chico, no volvía a casa hasta que
necesitaba ropa.

Las casas daban miedo por la noche.

Si Papá tuviera novia, ¿olvidaría que tenía una hija?

—Pero a JJ le gusto —le susurró Regan a Sirius— ¿No es así?

315
Capítulo Veintiséis

Lo único más preciso que el fuego enemigo es el fuego amigo.

~ Leyes de Murphy sobre operaciones de combate.

Papá había estado de mal humor el sábado y el domingo. Había


estado mirando frecuentemente su teléfono y expresión era tensa. Era
amable con ella, pero no estaba feliz en absoluto.

JJ no estaba en su casa. El domingo, Regan había estado sentada


en el gran sofá de Mako... otra vez ... y lloraba cuando entró el tío Bull, y
la llevó a su taberna y le enseñó a hacer tarta de cerezas. Dijo que ella
conseguiría que lo metieran en la cárcel por trabajo infantil y luego se rio.
Estaba un poco loco.

Anoche, Papá había puesto la primera película de Harry Potter, y


comieron palomitas de maíz y la vieron, solo que ella echaba de menos a
JJ. Y no echaba de menos a JJ.

Ni siquiera había podido desayunar con el estómago revuelto.


Sirius comió sus huevos cuando Papá fue a terminar de vestirse.

La escuela había sido difícil. Durante todo el día, Delaney la


miraba de forma extraña pero no le habló de ello en el almuerzo. Sólo dijo
que su madre estaba diciendo cosas desagradables.

Finalmente, sonó la campana y la clase terminó. Regan salió con


Delaney. —¿Qué? Dímelo ahora.

316
—Mamá dice que JJ está teniendo sexo con todos tus tíos y tu
padre. Con todos ellos. —Delaney parecía enferma.

Regan la miró fijamente. —No, no es así. Bueno, no con Papá. Yo


lo habría visto. —Aunque JJ había ido muchas veces. Para cenar. Para
ver películas.

—No si lo hacían después de que te acostaras —señaló Delaney


mientras caminaban por la acera de tierra hacia la ciudad—. Mamá vio a
tu padre besando a la oficial Jenner. En la calle y todo eso. —Su voz
bajó— Con la boca abierta y la lengua.

—Puaj. —Eso era lo que el tío Gabe había dicho, ¿no? Todo. Y
comerse los labios era besar, ¿verdad?—. Supongo que ella podría ser su
novia. Quizás eso estaría bien. Ella es buena.

—Eso es lo que le dije a Mamá. Que es realmente agradable y te


arregla el pelo y todo eso. —Delaney asintió ferozmente—. Pero Mamá
dice que ella solo es amable contigo para hacerle la pelota al doc. Cuando
lo tenga bien atado, hará que se deshaga de ti.

Cada palabra era como las bofetadas de una mano dura, como la
forma en que Mamá la golpeaba si se interponía en su camino.
Especialmente cuando Mamá estaba coqueteando con un nuevo novio.
Así eran los adultos. Un nuevo novio suponía que una niña era olvidada.

¿O que se deshiciera de ella? El frío que embargó a Regan era tan


intenso como la nieve fangosa bajo las botas.

Tal vez a JJ ni siquiera le gustaba, solo estaba siendo amable para


poder pasar el rato con Papá.

—Oh, son las pequeñas estúpidas niñas. La novata y la gordita.


—Brayden llegó corriendo junto a Shelby. Sacó a Delaney del camino y
empezó a empujar a Regan.

La ira la llenó hasta que no pudo ver, y lo golpeó con todas sus
fuerzas. Justo como papá y JJ le habían enseñado.

Cayó de espaldas sobre su trasero, con la nariz sangrando a


borbotones. —¡Perra hispana!

Shelby abofeteó a Regan en la cara. —Déjalo en paz.

Regan la pateó en la rodilla y siguió con un puñetazo en el


estómago. —Barriga blanda, jodida perra.

317
Brayden estaba de pie. Le pegó a Regan en la boca y en la mejilla
un puñetazo fuerte, y ella gritó y bajó la cabeza, embistiéndole en el
pecho. Él tropezó y cayó, y ella aterrizó sobre él y siguió golpeándolo.

—¿Peleando de nuevo? ¿Qué os están enseñando? —JJ apartó a


Regan de Brayden y la dejó en la nieve a un lado. Luego separó a Delaney
y Shelby.

Regan se quedó mirando. ¿Delaney se había metido en la pelea?


El pelo de su amiga estaba despeinado y tenía arañazos en la cara. Shelby
peleaba como una niña.

—Sr. Jones —JJ llamó al director que acababa de salir del


edificio— ¿Puedes ocuparte de los mayores? Escoltaré a Regan y a
Delaney a la ciudad y haré que el doc examine...

—¡No! —gritó Regan—. No, no lo harás.

JJ se volvió. —¿Qué?

—Sólo quieres a mi papá como tu novio. No eres mi amiga. Nunca


fuiste mi amiga y te odio. —Las lágrimas le quemaban los ojos, y todo le
dolía.

Regan corrió hacia la ciudad.

Aturdida en silencio, JJ miró a Regan, sintiendo como si ella


hubiera sido la que había perdido la pelea.

Oh, Dios, había ocurrido. Había perdido... todo. Ser parte de


Rescue, poder servirles. Había perdido cosas que sólo empezaba a darse
cuenta de que quería. Un hombre. Una familia. Esa niña que había huido
como si JJ fuera un monstruo.

Cuando la desesperación la atravesó, JJ le mordió la mejilla para


no llorar. Todo el fin de semana en Anchorage, ella había estado
reuniendo su coraje. Había decidido quedarse. A pesar de los rumores.

Porque ella tenía a Caz. Casi una familia. Valía la pena luchar por
Caz y Regan.

Pero ahora... Miró hacia el camino. Regan seguía corriendo.

Girándose, JJ miró a Delaney... y recordó que la madre de la niña,


Giselle, había sido tan desagradable. Pero no era culpa de la niña. —
¿Dónde te recoge tu madre?

318
—Mi madre no, mi abuela. —Delaney parecía como si prefiriera
estar en cualquier lugar menos con JJ.

—¿Estás herida en alguna parte?

—Oh. Shelby solo me arañó. —Delaney retrocedió por el camino.

¿Quién era JJ para detenerla? —De acuerdo. Asegúrate de que tu


abuela limpie los rasguños y les aplique una pomada antibiótica. —JJ
hizo un movimiento de despedida y la niña corrió hacia la ciudad.

Escapando. Huyendo

Los hombros de JJ se hundieron. Parecía que eso era lo que ella


misma tendría que hacer.

Ella y Caz no tenían realmente una relación, pero tenían... algo.


Sin duda él había oído los rumores sobre ella, pero, conociendo a Caz,
ella dudaba que le importara, excepto por cómo podrían afectarla.

Cada latido de su corazón esparcía el dolor más profundamente.


Por él, ella se habría quedado y habría intentado capear la tormenta.
Habría ignorado los insultos y la maldad, pero este desastre no sólo los
involucraba a ellos dos.

Regan no debía ser arrastrada a la alcantarilla junto con ella.


Incluso si JJ tratase de explicar lo que estaba sucediendo, la niña era
demasiado pequeña para comprender los chismes vengativos. Las
mentiras.

—Te odio —Las palabras le dolían mucho. JJ respiró hondo


cuando subió al coche patrulla y salió de la ciudad. Había oído a las
madres hablar sobre el dolor de escuchar un “Te odio” de sus hijos. Pero,
al menos, habían tenido una sólida base de amor previa. JJ y Regan solo
tenían una amistad incipiente. Que ahora estaba destrozado más allá de
toda reparación.

Si JJ se lo dijera, Caz sin duda hablaría con su hija, pero JJ le


había visto la cara. Era más que una rabia superficial. Si Caz quería a JJ
y Regan se mantenía en sus trece, entonces... ¿Qué pasaría?

Apoyando su cabeza en el volante, JJ luchó por mantener el


control.

Regan ya había sufrido lo suficiente. Había perdido una madre.


Todavía no estaba segura de dónde encajaba en la vida de su padre. De

319
su amor. No se debería permitir que nada estropease su mundo. Poner a
Caz en medio, obligándolo a elegir entre una amante y una hija, estaría
mal. De hecho, sería menos doloroso para él si nunca supiera qué
pensaba Regan.

JJ simplemente se iría.

Dejaría a sus amigas: Audrey, Lillian, Regina, Sarah. Sus ojos


comenzaron a arder por las lágrimas.

Perdería a un jefe que le gustaba y respetaba. Quien la


consideraba una oficial experta.

Dejaría a Cazador. Una lágrima corrió por su mejilla. Él no lo


entendería, y ella no podría explicarlo. Si la odiara por marcharse,
entonces... al menos no lloraría su pérdida. Eso sería lo mejor para él y
para Regan.

Incapaz de moverse, de conducir, enterró la cabeza en sus manos


y lloró.

Caz no sabía qué hacer. Regan había estado hosca y brusca desde
el momento en que se reunió con él en la clínica hasta que la arropó. Sin
duda, la pelea en la escuela tuvo algo que ver con eso, pero... parecía
haber algo más.

Maldita sea si sabía qué.

Sentía como si le estuviera fallando a JJ y a Regan. Pero, después


de hablar con Lillian, Sarah y Regina, al menos él sabía lo que se decía
en la ciudad.

Gabe tenía razón, era terrible. Tenía que hablar con JJ.

Había querido hacerlo todo el fin de semana, pero ella había


desaparecido. Se había ido a Anchorage. Y lo había abandonado. Con
cada llamada y mensaje que ella había ignorado, su ira había crecido.

320
Ahora ella había vuelto. Habría ido a verla antes, pero no se había
sentido cómodo dejando sola a Regan, ni siquiera si estaba en la casa de
al lado.

Por lo tanto, él había esperado. Después de comprobar que estaba


dormida, fue a la cabaña de Mako y subió. Llamó a la puerta de JJ.

—¿Quién es?

—Caz.

—No recibo esta noche, lo siento. Sea lo que sea, nos vemos
mañana.

Su temperamento estalló. —Esta noche.

Cuando ella no abrió la puerta, su mandíbula se contrajo. Esperar


a su presa nunca había sido un problema para él. Después de un minuto,
volvió a llamar.

Y otra vez.

Y otra vez.

—Joder. —Las pisadas a través de la habitación indicaban que su


presa se estaba moviendo. La puerta se abrió de un tirón. Su pelo estaba
enmarañado, sus ojos rojos, y los párpados hinchados. Su cara estaba
sonrojada por la irritación.

Por supuesto. Esos malditos rumores. Su propia ira disminuyó un


poco. —JJ, sé que los chismes te están molestando.

Sus hombros se hundieron. —Lo siento. Debí acercarme. No


quería lidiar con el desastre de esta noche. Pensaba hablar contigo
mañana.

El tono sombrío no era propio de ella. Él buscó su mano.

Ella retrocedió, lejos de su alcance. —Caz, este no es un buen


momento.

Por supuesto que no. Ella no era alguien que compartiera sus
problemas fácilmente. Y su reacción no era de rabia como la de Gabe.
Caz tocó el punto dolorido en su mandíbula, su hermano todavía tenía
un buen golpe derecho. —El alboroto se calmará, JJ. Lo que dicen es
asqueroso, pero nuevos chismes lo reemplazarán muy pronto.

321
—No lo creo. —Ella sacudió su cabeza—. Esto es lo que me pasó
antes, en Weiler, y no se calmó. Nash siguió alimentándolo, y luego se
alimentó por sí mismo. Si hablaba con un oficial, su novia o esposa
estaba segura de que iba a ir a por él.

—Dios —murmuró Caz—. No es de extrañar que te fueses.

—Me fui. —Ella respiró hondo—. Y me iré de aquí.

Escuchó las palabras, pero tardaron un momento en impactar.


Entonces sintió como si una granada le hubiera arrancado el corazón. —
Repítelo.

—Lo siento, pero hemos terminado. No es que fuéramos nada más


que amigos con sexo, pero…

La ira regresó. —Somos más que eso. Me preocupo por ti y lo


sabes. Podemos sobrevivir a los chismes. Y si estamos juntos, entonces
los rumores…

Ella sacudió la cabeza y la tristeza llenó su mirada. —Yo... no


puedo. No lo entiendes y... me voy y eso es todo lo que hay que decir.

—¿Así? Sin hablar, sin tratar de resolverlo. ¿Te vas a ir? —Caz
entrecerró los ojos.

—Sí.

Su tono no dejaba lugar a dudas, ni a discusiones, ni a la


esperanza que él quería darle. —Por los rumores y habladurías
desagradables, renunciarás a todo lo que podríamos haber tenido?

La tristeza desapareció bajo una fría máscara indiferente. —Así


es.

La decepción y la pérdida sabían a ceniza en la boca. Él sostuvo


su mirada. —Me dijiste que no eras una cobarde. ¿Qué pasó?

Girándose, caminó hacia las escaleras, esperando contra toda


esperanza que ella lo llamara. Llegó al primer escalón y se volvió... solo
para ver la puerta cerrarse. Oyó girar la cerradura.

Ella lo había excluido por completo, física, mental y


emocionalmente.

322
Un dolor llenó su pecho e inclinó su cabeza en señal de
sufrimiento. Maldita sea, JJ. Respirando profundamente, bajó el resto de
las escaleras y salió a la noche oscura.

Capítulo Veintisiete
El éxito en la vida es la capacidad de pasar de un error a otro sin perder el
entusiasmo.

~ Winston Churchill

En casa, el martes por la noche, Bull estaba sentado en su sofá


tomando notas sobre una receta que quería modificar y estaba pendiente
del trabajo de Regan. Caz había tenido que quedarse en la clínica hasta
que una ambulancia se llevara a un paciente. Bull se había ofrecido
voluntario para cuidar a la niña.

Regan estaba sentada en el suelo y usaba la mesa de café como


escritorio. Estaba tan concentrada en hacer una pulsera de nudos que
le sorprendió que no saliera vapor de sus oídos. Se había puesto a
trabajar tan rápidamente que él sabía que ella tenía otras cosas en mente.
Se estaba preocupando por algo. ¿Tal vez por la pelea en la escuela que
le había dejado la cara magullada ?

Terminó otro nudo y levantó la vista.

—Bien —le dijo Bull—. Ahora, tira del cordón lo más fuerte posible
y deslízalo hacia arriba.

Con el labio inferior entre los dientes, realmente era muy linda,
siguió adelante. La niña tenía el tipo de determinación que buscaban en
los SEAL. Este pequeño polluelo nunca se quejaría y lloriquearía porque
no era capaz de hacerlo. Mantendría el rumbo.

Como si sintiera que él la miraba, levantó la vista. —Papá dijo que


solíais pelear. Cuando teníais mi edad.

323
Bull sonrió. —Sí, lo hacíamos. Mucho.

—Eres mucho más grande que Papá. ¿Lo lastimaste?

Oh, tenía la sensación de que ella le guardaría rencor si decía que


sí. —No. Bueno, todos recibimos algunos golpes. ¿Pero ganar? Creo que
estábamos bastante igualados.

Su pequeña nariz se arrugó en una expresión de incredulidad, y


él se echó a reír. Joder, ella era una monada.

—En serio. Soy más grande y gané de esa manera. Ahora, Gabe
era en realidad un mejor luchador, puede pensar cuando pelea, por lo
que ganó mucho. Caz, tu papi, es tan rápido que nadie podría golpearlo.
Y Hawk, bueno, cuando se metía en ello, no estoy seguro de que incluso
sintiera que lo golpeamos.

Sí, Hawk daba miedo en ese aspecto. —Muchas veces cuando yo


estaba golpeando a uno, Gabe agarraba al otro y atacaba por la
retaguardia. —Bull sacudió la cabeza. A pesar de esas lecciones de la
infancia, todavía tenía problemas para revisar sus seis. Simplemente no
estaba en su personalidad anticipar ataques desde la retaguardia, en
peleas o negocios.

Un suave toque vino de la puerta lateral de la terraza, y Hawk


entró cojeando. Silenciosamente. Al ver a Regan, se detuvo en seco, con
la boca apretada.

Bull señaló con la cabeza la cocina. —Tengo una pale ale32 que te
puede gustar. Tráeme una también.

Con el ceño fruncido, Regan vio a Hawk entrar a la cocina. —


Puedo irme. Soy lo suficientemente mayor como para quedarme sola.

Bull sacudió la cabeza. —No. Puedes quedarte aquí y terminar,


luego veremos qué queremos cocinar para la cena. Es hora de que
aprendas a preparar una nueva receta, ¿no te parece?

Ella asintió con entusiasmo.

El hecho de que la dejaran sola no le molestaba: su independencia


le hacía pensar que había tenido que valerse demasiado por sí misma.
Sin embargo, no le habían enseñado los conceptos básicos de la cocina.
Podía prepararse en el microondas una comida de una lata, pero no sabía

32
Tipo de cerveza.

324
cómo preparar nada más difícil que un huevo frito. Le resultaba un honor
y un placer enseñarle a cocinar.

Hawk le entregó una cerveza, se sentó tan lejos de Regan como


pudo, y luego acarició el sofá. —¿Nuevo?

—Si. Los sillones y el sofá que tenía antes no me dejaban


estirarme bien. —El sofá en forma de U era lo suficientemente grande
como para rodear tanto el área de la televisión como la estufa de leña en
la esquina, y dejar que un hombre corpulento se tumbara cómodamente
un perezoso domingo por la mañana. Había elegido una combinación de
cuero marrón tachonado y cojines beige jodidamente suaves. Combinaba
bien con los colores marrón y crema de la habitación—. No quería nada
lujoso.

—Es bonito. —Regan cambió de posición en el suelo de madera—


. Aunque deberías comprar una alfombra.

—Estás malcriada, niña —dijo Bull. Caz tenía alfombras


orientales aquí y allá. Rojas oscuros, florales.

Sí, era obvio que en la cabaña de Bull vivía sólo un hombre. En


realidad, Audrey era la única mujer que había visto su casa. Bueno, Bull
tampoco estaba muy interesado en cambiar eso. Cuando visitaba su
restaurante y cervecería en Anchorage, pasaba la noche con una amiga.
Como él, ella no tenía interés en nada romántico.

Inclinándose hacia atrás con su cerveza, estudió a su hermano.


—¿Qué pasa?

Hawk estaba limpio, demonios, siempre le habían encantado las


duchas, pero su cabello y su barba no se habían recortado en ningún
momento en el pasado reciente. Sus ojos estaban cansados.
Atormentados.

Bull sacudió la cabeza. Como muchos veteranos de guerra, había


momentos en los que la violencia del pasado estaba más presente que...
el presente. Momentos en que las pesadillas alejaban cualquier
posibilidad de dormir. Hacía tiempo que no estaba cubierto de sangre y
tripas. La experiencia de su hermano era mucho más reciente.

Hawk se encogió de hombros. —Paredes cerrándose.

325
—Te entiendo. Bienvenido al invierno. —Le sonrió a Regan, que
estaba cantando para sí misma mientras hacía los nudos. Cuando él
tarareó lo que ella cantaba, su expresión se iluminó.

La cara de Hawk se suavizó por un momento.

Bull miró por la ventana la cabaña de Gabe al lado. Las luces


estaban encendidas. —Tal vez deberíamos reunir a todos en casa de
Mako. La niña podría aprender a cocinar para media docena en vez de
para dos.

—No esta noche. —Cuando Bull levantó las cejas, Hawk le dio una
explicación larga para él—. Gabe está buscando despedazar a alguien
más.

Eso no parecía propio de Gabe. —¿Un Patriota Zelote lo molestó?

—No. Fue Caz. —Hawk tomó otro sorbo de su cerveza— JJ


renunció.

—¿Qué coño? —Pero Bull sabía por qué. Chismes y bares iban
juntos como sal y pimienta. Cuando estaba trabajando en la taberna,
escuchó la mierda que la gente decía sobre la oficial Jenner. Sólo
demostraba que los imbéciles florecían tanto en los pueblos pequeños
como en las ciudades. Pero, maldita sea, no había pensado que ella
permitiría que la alejaran.

A menos que ella y Caz hubieran tenido una pelea.

—¿Qué significa eso? —La voz aguda le recordó que había una
niña en la habitación—. Renunció. ¿Qué quiere decir?

Hawk miró hacia otro lado. Probablemente pensó que había usado
su cuota de palabras del día.

Gracias, hermano. —Significa que JJ le dijo a Gabe que lo deja,


que ya no trabajará para él.

Después de un instante de satisfacción, Regan se puso pálida. —


¿Pero qué hará ella?

—Buscar otro trabajo. En algún otro lugar. —Maldición. No estaba


ciego. Caz amaba a la mujer. Y Gabe la necesitaba como su oficial. Miró
a Hawk— ¿Cuándo es su último día?

—Lo habitual. Dos semanas.

326
Bull se volvió hacia Regan. —Se considera apropiado trabajar
durante un par de semanas después de decirle a un empleador que se
renuncia. Le da tiempo para contratar a alguien más.

Se formó un pliegue entre sus cejas marrones. —Trabajará para


el tío Gabe durante dos semanas más y luego... ¿se irá? —La última
palabra fue dicha casi con desesperación.

—Me temo que sí. Ella es una policía. Si no trabaja en el


Departamento de Policía de Rescue, no tiene otro trabajo que hacer.

Los ojos de Regan se llenaron de lágrimas. —No quería que ella se


fuera. No lo dije en serio. —Dejó caer el cordel y huyó al baño. La puerta
se cerró detrás de ella.

—Joder —murmuró Hawk.

—Estoy de acuerdo. —Bull tomó un largo trago de su cerveza—


¿Un poco de conciencia culpable?

La mirada de Hawk estaba en el pasillo donde estaba el baño. —


Apuesto a que escuchó los chismes.

—Escuela. Por supuesto que los escuchó. —Bull hizo una mueca
al pensarlo—. Los dos matones que se metieron con ella y su mejor amiga
probablemente se lo restregaron por la nariz... y ella reaccionó de forma
exagerada.

—¿Tú crees? Parece muy dulce.

—Lo es. También tiene el temperamento de Caz.

Los ojos azul grisáceo de Hawk se iluminaron con diversión.


Después de un segundo, frunció el ceño. —¿Matones?

—Si. —Los labios de Bull se torcieron— ¿Estoy seguro de que


notaste los moretones en su cara?

—Difícil no verlos.

—Aparentemente, un niño más grande empujó a su amiga. Regan


aplastó al gilipollas.

Una esquina de la boca de Hawk se levantó. —Bien.

327
—Quédate a cenar, hermano. La niña va a estar mal, sobre todo
si tiene algo que ver con que JJ quiera irse.

Hawk miró hacia la puerta del baño con simpatía. Bull sabía que
Hawk lo había pasado peor que ninguno de ellos con el control de la ira.
De niño, cuando perdía los estribos, se volvía loco y causaba mucho
daño. Una vez en que le rompió la nariz a Gabe, se escapó. Había
planeado quedarse en el bosque y morir.

Lo rastrearon, lo rescataron y luego Mako llamó a su amigo, un


psicólogo infantil, para que lo ayudara. El Dr. Grayson se había quedado
una semana en la cabaña. Gabe no le había guardado rencor, ninguno lo
hacía. Todos habían tenido una infancia jodida, habían pasado un tiempo
en las calles. El pasado de Hawk, sin embargo, era materia de pesadillas.
Porque los monstruos habían sido sus padres.

Hawk seguía mirando el pasillo.

Finalmente, Regan salió con los ojos rojos.

Hawk miró a Bull. Asintió con la cabeza. Y le preguntó a Regan:


—¿Qué vas a cocinar para la cena?

El tío Hawk todavía daba mucho miedo, pero también era amable.
Regan había ayudado al tío Bull a hacer bocadillos de cerdo
desmenuzado.

Hawk incluso había ayudado, trayendo lechuga, rábanos y otras


cosas del invernadero. Mientras lo cortaba todo para preparar la
ensalada, apenas habló, y cuando lo hizo, su voz aún sonaba malvada,
como si estuviera raspando un cuchillo sobre una roca.

Al menos ninguno de los dos tíos dijo nada acerca de que Regan
hubiera llorado en el baño. JJ habría pensado que eso era algo positivo.
Recordar a JJ hizo que el labio de Regan volviera a temblar.

—Entonces, pequeña, ¿pasó algo interesante hoy en la escuela?


—Bull le entregó un brownie con toneladas de glaseado de chocolate.

—Uh. —Deteniéndose, lamió el glaseado de sus dedos. A su tío


aterrador no le interesaría oír hablar del día del niño.

Inclinándose hacia atrás en su silla, Hawk levantó las cejas. Hacia


ella.

328
—Hum. ¿Algo? Después de las clases, un alce bajó la colina, con
los niños caminando a casa desde la escuela. Los idiotas del resort
estaban asustados y trataban de volver a entrar para escapar. El alce se
enfadó. —Ella sonrió a medias y admitió—: También me asusté, pero no
fui estúpida. El profesor, el Sr. Hayes, gritó para tratar de alejar a los
niños, pero nadie le prestó atención.

Me sorprende que el alce no haya pisoteado a ninguno —dijo Bull


a Hawk antes de explicarle a Regan—, caminar por la nieve hace que los
alces se vuelvan irritables. ¿Recuerdas qué hacer cuando ves uno?

Ella asintió. Todos, excepto Hawk, le habían dado una conferencia


sobre alces. Incluso Audrey, porque dijo que la gente se había reído de
ella por haber metido la pata. Reírse de él era malo. —Retroceder y darle
espacio. Ponerme detrás de un árbol si carga. Traté de decirles eso a los
otros niños, pero nadie me escuchó.

—Usa la voz de mando —dijo Hawk.

—¿Hum?

Se enderezó, su mirada azul sobre ella. —A veces llevo personas


heridas al hospital. En mi avión.

Debió de parecer estúpida, porque Bull dijo—: Si las carreteras


están cerradas, los pilotos salvajes llevan a los enfermos a los hospitales
de la ciudad. Hawk ayuda de vez en cuando.

—Oh. Eso es genial.

Hawk tomó un trago. —Lo hice mucho cuando era joven. Pero la
gente no escucha cuando está herida o asustada.

Le costó un segundo darse cuenta. Había sido joven y la gente no


lo escuchaba. —¿Qué hiciste?

—Mako me hizo aprender la voz de mando Nadie ignora a un


sargento de instrucción. —Él le indicó que se pusiera de pie.

Ella se levantó de la silla.

—Ponte derecha. Aspira aire en tu vientre. Empuja el estómago


hacia abajo y toma más aire. Grita y saca cada palabra de tu intestino.
Voz profunda, órdenes de una palabra.

Ella frunció. —¿Qué significa eso? Una palabra.

329
—Nada de tienes que callarte, sino: Cállate. Arriba —Él la señaló—
. Hazlo.

Su cara ardía. ¿Qué gritase delante de ellos? Aun así, era una
enseñanza de Mako, y Mako era especial. Cogió aire.

—Aspira con las tripas —le recordó Hawk—. Funciona mejor si


estás frente a ellos. Cara a cara.

Sí, gritarle a alguien por la espalda no funcionaría bien. Lo intentó


de nuevo, se llenó la barriga y dijo—: Cállate. Arriba. —Sus ojos se
abrieron—. Diablos, sueno diferente.

Bull sonrió. —Buen trabajo.

—Practícalo. —Los ojos de Hawk estaban serios—. Practica hasta


que puedas ladrar órdenes aunque estés tan asustada que te meas
encima porque entonces es cuando lo necesitarás.

—Hooyah. —Bull señaló la puerta de la terraza—. Ve a gritarle a


la parrilla del patio por unos minutos. Quiero poder escucharte aquí.

Se puso en pie de un salto, se dirigió a la puerta y giró. —Gracias,


tío Hawk.

Una esquina de su boca se inclinó hacia arriba, e hizo esa especie


de medio saludo.

330
Capítulo Veintiocho

Hay muy pocos problemas personales que no pueden resolverse mediante el uso
adecuado de explosivos de gran potencia.

~ Scott Adams

Desde su sillón favorito, Caz miraba las llamas que bailaban


detrás de la puerta de cristal de su estufa roja de hierro fundido. El
invierno se acercaba, y el calor proveniente de la estufa era reconfortante.

No tan reconfortante como sería tener a JJ apoyada contra él,


compartiendo la noche. Pero la mujer que había llegado a pensar que era
suya lo había evitado desde sus enojadas palabras el lunes.

Era viernes y el último día de noviembre. Ella se iría en poco más


de diez días.

Después de perder los estribos y llamarla cobarde, había


retrocedido. No era el tipo de hombre intimida a una mujer para que haga
algo a su manera, ignorando sus preocupaciones o deseos para su propia
vida.

Bueno, eso y realmente pensó que ella se tomaría el tiempo para


superar su instinto de correr y luego hablar con él. En cambio, le había
notificado a Gabe su renuncia. Gabe estaba furioso con los dos. Pero
Gabe… no era el problema.

Maldición. Caz se pasó la mano por el pelo. JJ y él tenían que


hablar y resolver esto. De alguna manera.

331
Porque no estaba seguro de qué hacer. Si no tuviera ninguna
obligación, encontraría trabajo donde ella fuera feliz. No sería un
problema.

Pero tenía la misión de Mako. Devolverle la vida a Rescue. Era un


deseo en su lecho de muerte que Caz era lo suficientemente anticuado
como para considerar una obligación. La tarea requería que los cuatro
hijos trabajaran juntos.

Tenía a sus hermanos, que no solo necesitaban que él tirara de


su peso con Rescue, sino también en la familia. Gabe estaba muy bien
ahora. Bull, no tanto. Aunque nunca permitía que nadie pensara que
tenía problemas, había días en que su rostro demacrado y la mirada
oscura de sus ojos mostraban que todavía sufría de TEPT. Aparte de
haber sido capturado una vez, el SEAL había estado involucrado en
alguna acción horrible.

Y Hawk. Aunque estaba en casa, estaba hecho un desastre. A


diferencia de los demás, no había nada sólido en su infancia sobre lo que
construir. Los necesitaba a todos para equilibrarse hasta que se
encontrara a sí mismo de nuevo.

Finalmente, y lo más importante, Regan necesitaba estabilidad.


Estaba haciéndose un lugar aquí, en la familia con sus tíos, en Rescue
con Lillian que insistía en ser abuela, con Audrey que compartía su
alegría por los libros. Con sus amigos, Niko y Delaney.

Y con JJ. Caz cogió su botella de agua y tomó un sorbo. Ella ni


siquiera había ido a ver a Regan. La irritación se elevó dentro de él. Era
difícil perdonarla por abandonar a Regan tan rápido como lo había hecho.

Aunque, Regan no había preguntado por ella. Caz frunció el ceño.


De hecho, su chica había pasado de decir constantemente—: JJ dice...—
a no mencionarla nunca. Eso era extraño.

Más extraño aún era que la tierna JJ no le había pedido que le


explicara su partida ni que se despidiera de Regan.

Sus ojos se entrecerraron. En la conversación del lunes, JJ ni


siquiera había mencionado a Regan.

Levantó la cabeza para mirar hacia la habitación de Regan. Había


estado muy, muy callada durante los últimos días. No hosca, pero
malditamente infeliz. Ella no había querido hablar con él al respecto.

332
Dos chicas silenciosas. Ninguna de las cuales mencionaba a la
otra. ¿Cuántas probabilidades había de que eso ocurriera?

Cuando JJ había regañado a Regan en el pasado, Regan se había


comportado como una niña cualquiera. Un breve mal humor, luego de
vuelta a la normalidad sin resentimientos. Ella se parecía mucho a él en
eso. Cuando Regan le gritaba o gruñía a JJ, la policía corregía
silenciosamente la falta de respeto. Y normalmente le divertía la
situación.

Pero... ¿y si Regan hubiera escuchado los chismes? Dios, había


sido un idiota. Por supuesto que sí. Las pequeñas escuelas estaban
plagadas de rumores. Si Gabe había oído hablar de que Caz y JJ se
besaban en público, también lo habría hecho Regan.

¿Cómo habría reaccionado su pequeña niña ante eso?

Ella adoraba a JJ y la quería cerca todo el tiempo. Pero, con esos


chismes, ¿no se sentiría amenazada?

Su niña de mal genio bien podría haberse enfrentado a JJ. Si


Regan hubiera estado molesta, JJ no habría discutido. Habría pensado
que debería irse. Habría huido de Rescue, de Caz, y nunca habría culpado
a una niña.

Sí, algo así debía de ser.

Caz hizo una mueca. Había llamado a JJ cobarde. Muy bien,


mañana, abordaría a una chica y luego a la otra. Ninguna de las dos
escaparía a una conversación con él, y llegaría al fondo de esto.

Se levantó y caminó por el pasillo, necesitando ver a su pequeña


una vez más. Cuando empezó a abrir la puerta, su hombro se golpeó
contra el marco de la puerta. Por un momento, se sintió borracho.

No, la tierra se movía. En la cocina, la vajilla sonó. Las


herramientas de la chimenea se sacudieron.

Un terremoto.

Cayendo sobre una rodilla, miró hacia la cama.

Con un chillido de pánico, ella estaba agarrando su almohada.

—No te muevas, Regan. Es un terremoto.

333
En el momento en que cesaron los temblores, corrió a través de
la habitación hasta su cama. Había sido un terremoto leve. Ni siquiera se
había ido la luz.

—Mija, ¿estás bien?

Con el rostro pálido, se sentó en la cama. —Sirius se escapó.

Caz miró a su alrededor y finalmente miró debajo de la cama. El


felino de ojos salvajes le devolvió la mirada sin moverse. —Está bien, solo
asustado. Necesita un tiempo para relajarse.

Dios, yo también. Sentado junto a Regan, la atrajo hacia sí.

Ella apoyó la cabeza sobre su pecho. —Había terremotos en


Sacramento, pero pequeños. Este me hizo saltar de arriba abajo.

—Sí lo hizo. —Un par de libros habían caído al suelo. Los cuadros
estaban torcidos. Nada parecía roto.

—¿Por qué hay terremotos?

—Ah. Porque en el fondo del suelo hay dos grandes bloques de


roca. —Puso su palma izquierda en parte sobre su mano derecha—
Cuando esas losas se mueven una contra otra, todo tiembla hasta que
vuelven a equilibrarse.

—Oh.

—¿Sabes qué hacer en caso de un terremoto?

—Hum. ¿Caer?

—Bien. Tírate al suelo, aléjate de cualquier cosa que pueda caer


sobre ti o de cualquier cosa que puedan romperse, como las ventanas. Lo
mejor es que te escondas debajo de una mesa y te agarres a ella o te
acurruques y pongas los brazos sobre tu cabeza. No intentes ir a ninguna
parte. —Frunció el ceño—. Tenemos muchos terremotos en Alaska, así
que... es otro tema de conocimiento del entorno. Evalúa las habitaciones
y averigua dónde estarás a salvo. ¿Dónde estarías a salvo aquí?

Sintió que se relajaba mientras dirigía su atención del temible


terremoto a lo que ella debía hacer la siguiente vez. Ella era realmente
asombrosa.

—Hum... ¿bajo el escritorio?

334
—Bien. Si estás en la cama, quédate quieta, pon una almohada
sobre tu cabeza y agárrate a la cabecera. Ya que los animales arañan y
muerden, dejamos que se escondan por su cuenta, ¿sí ?

—Oh. —Ella asintió solemnemente—. Sirius estaba mucho más


asustado por el terremoto que por la tormenta de nieve.

Gato inteligente.

—Está bien, mija. Tengo que comprobar que todos los demás
están bien.

Ella no protestó, pero todavía estaba espabilada. El sueño no


vendría en mucho tiempo.

—Dejaré las luces encendidas y puedes leer hasta que regrese.


Luego compartiremos un poco de chocolate caliente.

Ella asintió. —Vale.

—Niña valiente. —La besó en la mejilla, luego salió, poniéndose


botas y abrigo. Las luces del recinto interior estaban encendidas.

Gabe estaba en la terraza de Bull, comprobando y a todos. Típico


de un policía. Vio a Caz. —¿Todo bien, hermano?

—Estamos bien —dijo Caz—. Iré a casa de Mako.

—Bien. Me encargo de Hawk y Bull.

Cuando Caz llegó a la terraza de Mako, JJ estaba saliendo. Tenía


puestas las botas y el abrigo. —Oh. Iba a ver si Regan y tú estabais bien.

Gabe no era el único policía en el Hermitage. —Estamos bien.


¿Todo bien por aquí?

—Sólo cayeron algunas cosas. Esa fue una gran sacudida. —Vio
a Gabe pasar de la casa de Bull a la de Hawk—. Parece que tienes todo
bajo control. Volveré a entrar.

—Espera. —A la luz de los brillantes reflectores, podía ver sus ojos


hinchados y enrojecidos. Los círculos oscuros debajo. Ella estaba
sufriendo tanto como él. Como lo hacía Regan—. Tenemos que hablar.

Ella sacudió su cabeza. —No. No tenemos que hacerlo. —Había


un temblor audible en su voz.

335
Ya había terminado con las tonterías. —Sé lo que está pasando y
vamos a hablar. Ahora. —Le enganchó la muñeca.

—Cazador. —Ella trató de apoyar sus pies mientras él la sacaba


de la terraza—. Maldición, detente o te lastimaré.

Con curiosidad, miró por encima del hombro.—¿Crees que


ganarías?

—Tal vez no —lo miró furiosamente—, pero no estarías en


condiciones de querer hablar.

—Caz, ¿necesitas…? —Gabe se detuvo a mitad de la oración y


miró a Caz. Luego frunció el ceño y se volvió hacia JJ— ¿Necesitas ayuda,
JJ?

Parecía que Gabe seguía enfadado por haber perdido a su oficial.


—Deberías responderle, princesa.

—Si le pido ayuda, ¿qué pasa? —Su mirada era cautelosa.

Las agentes de la ley con corazones suaves tenían una


vulnerabilidad que se podía explotar. —Entonces podrás ver una pelea
antes de que tengamos nuestra charla.

—Maldita sea —murmuró, y su mirada contenía suficiente calor


para derretir la nieve del lago Lynx—. No, Gabe. Estoy bien.

—De acuerdo entonces. —Antes de alejarse, Gabe le lanzó a Caz


una mirada de advertencia... seguida de un leve asentimiento. El jefe
estaba enojado por perder a su oficial. Sin embargo, el hermano esperaba
que Caz resolviera las cosas con su amor.

JJ dejó que Caz la llevara a su cabaña. Una vez dentro, pudo ver
cómo se había tensado. Cómo se estaba cerrando.

Para no hacer daño a Regan.

Después de quitarle el abrigo, la sujetó por los brazos. Presionarla


era una mala manera de tener la conversación. Mejor intentar otro
enfoque. —Sé que estás tratando de causar el menor daño posible, lo
veo, princesa.

Sus ojos se enrojecieron antes de mirar hacia otro lado. —Hablar


no va a arreglar nada, Caz.

336
—Eso es posible, sí. Primero, lamento haberle dado a entender
que eres una cobarde. No lo eres. —Él ahuecó su mejilla, deseando
abrazarla. más que nada. En cambio, esperó hasta que ella lo miró—.
Pero, JJ, no hay vida sin dolor. Separarse duele, perder a alguien duele,
estar enfadado con alguien duele.

Ella asintió. Su expresión era ilegible. Su cara de póker.

—Cuando los problemas no se hablan, cuando la ira no se trata,


el dolor puede persistir. Puede dejar heridas abiertas en el alma. Te
pediría, por favor, que hablemos de lo que está pasando y dejemos que
las emociones se ventilen, no importa cuán incómodas sean, para que se
produzca la curación.

Ella lo miró y él vio el momento en que ella lo entendió.

—Con Regan. —Sus ojos se cerraron por un momento mientras


respiraba lentamente y asintió.

Tomando su mano, la condujo a la sala de estar y la sentó en un


sillón. Incapaz de evitarlo, besó la parte superior de su cabeza antes de
dirigirse al pasillo.

Llamó a la puerta de Regan. —Quiero verte en la sala de estar


ahora, por favor.

—Ya voy, Papá.

Cuando llegó a la sala de estar, se reunió con él. Al cruzar la


habitación, ella vio a JJ y se detuvo bruscamente. Su cara se quedó en
blanco.

Esto no iba a ser fácil, ¿verdad? Él tomó su mano y la condujo al


sofá frente a la estufa de leña. —Siéntate allí, mija.

—Caz, no lo sé —JJ estaba sacudiendo la cabeza.

—Yo sí. Y comenzaré. —De algún modo. No era particularmente


diplomático cuando sus emociones estaban involucradas. Mako les había
enseñado a hablar sin rodeos y con sinceridad. Se paseó frente a la
estufa—. Estoy muy feliz de tener una hija. Te quiero mucho, Regan.

Ella lo miró y bajó la mirada hacia sus manos.

—Esperaba tener una mujer a la que amar también. Todo parecía


estar bien. Necesito saber qué pasó.

337
JJ negó con la cabeza y miró a Regan que no había levantado la
vista. —Caz, no creo...

Levantó la mano. —Una regla Mako es que a una persona se le


permite hablar —sonrió brevemente—, o los puños se levantan.

Ella frunció el ceño, pero se acomodó.

—No estoy seguro de por qué hay una separación entre vosotras
dos. ¿Tal vez por los chismes sobre JJ? ¿Tiene eso algo que ver? ¿Regan?

Regan se mordió el labio... y asintió.

El corazón de JJ se hundió. Caz estaba equivocado. Esta


discusión era demasiado para una niña, especialmente una que acababa
de venir a vivir con él. Empezó a levantarse.

Caz le lanzó una mirada que la hizo tranquilizarse. Regan era su


hija. JJ tendría que respetar eso.

—Dime lo que escuchaste, Regan.

La chica negó con la cabeza.

Caz suspiró. —Este es un problema de los tres, así que vamos a


ser muy honestos los unos con los otros. Incluso si los sentimientos
pueden resultar heridos. Incluso si las cosas son difíciles de decir.

Entonces esperó.

JJ deseaba tanto tomar a la niña en sus brazos. Maldito seas,


Cazador.

—Escuché... —Los grandes ojos marrones de Regan se


encontraron con los de JJ y apartaron la mirada—. Que JJ está haciendo
sexo con mis tíos y contigo, Papá.

—Ah. Ese es un muy buen comienzo. —Su voz suave y


reconfortante era la que la había enamorado en su primer encuentro—
JJ, ¿puedes decirle la verdad?

¿Qué? JJ lo miró fijamente. ¿Quería que ella le dijera a su hija


toda la verdad?

Él asintió.

338
Bien, de acuerdo. Sin problemas. Temblando por dentro, JJ tomó
aire. —Nunca he hecho nada con tus tíos. —Oh Dios—. Pero estoy…
estaba teniendo sexo con tu padre.

Regan parpadeó y luego miró a Caz.

—Si. JJ venía a pasar las noches después de que te acostases.


Caz se frotó el cuello—. Deberíamos habértelo dicho. Ese fue nuestro
error, y lo siento, mija, que te enterases por otros en vez de por nosotros.

JJ esperaba que Regan gritara, que hiciera algo más que asentir.

—¿Qué más escuchaste? —preguntó Caz suavemente.

—La madre de Delaney dijo que… —Regan tembló los labios—,


que JJ solo es amable conmigo porque quiere que seas su novio, y luego
hará que te deshagas de mí.

Las palabras fueron tan débiles que JJ apenas las escuchó. —


¿Qué? —El significado se hizo claro y la ira la llenó. Ella se puso de pie
de un salto— ¿Qué?

—Lo siento, no...

—No. Simplemente... no. —JJ se dio cuenta de que se cernía sobre


la niña como una loca y se dejó caer a su lado. Abrazó a la niña—. No,
no, yo nunca... Sí, me importa tu papá, pero, oh Dios, Regan, eres muy
importante para él. Eres tan especial para mí, que nunca hubiese querido
que te fueras.

Regan se desplomó sobre ella, y la niña lloraba tanto que sus


palabras eran confusas. —Lo siento, JJ. Siento haber sido mala contigo
y no te enfades conmigo. No te vayas, por favor no te vayas.

—Cariño...

Regan levantó la cabeza. Sus ojos marrón oscuro se parecían


mucho a los de Caz. Las lágrimas cayeron por su rostro. —¿Por favor?

JJ suspiró y la acercó más. —No estoy enojada, cariño. Nunca lo


estuve. Pero la gente hablará y…

—Hablarán. —Caz estaba sonriendo levemente, pero tenía la


mandíbula apretada—. Pero, si lo piensas, calumniar a alguien es una
forma de intimidación, ¿no? ¿Le enseñarás a Regan que debería huir de
los matones?

339
Las palabras fueron una bofetada en la cara, a su orgullo, a todo
lo que ella era.

La columna vertebral de JJ se enderezó y, un segundo después,


apoyó la mejilla contra la parte superior de la cabeza de Regan. La niña
que fue lo suficientemente valiente para enfrentarse a los matones del
patio de la escuela. ¿Podría JJ hacer menos?

No. No le enseñaría a huir de los bastardos del mundo. No. —


Tienes razón. Deja que hablen. Me quedaré.

Los ojos de Caz se suavizaron. —Es lo que pensaba.

Se sentó en el sofá y puso sus brazos alrededor de ambas.

JJ sintió que sus esperanzas aumentaban e intentó ponerles


freno. ¿Y si Regan cambiara de opinión? Ella debería tener la oportunidad
de pensar. —Cariño, ¿estás segura de que te parece bien que tu padre y
yo estemos juntos? Yo…

Caz la miró con el ceño fruncido.

Y Regan rompió el brazo y corrió por el pasillo hacia su habitación.

El corazón de JJ se detuvo. —Lo sabía.

Para su sorpresa, Regan volvió corriendo igual de rápido. Se metió


en el espacio entre JJ y Caz como si fuera su derecho, luego puso un
papel doblado en la mano de JJ. —Hice esto para ti.

Aunque sus brazos no querían soltar a la niña, JJ se sentó y


desdobló el papel. Y lo miró fijamente.

Caz se inclinó para ver.

El dibujo a lápiz mostraba tres figuras: un hombre con cabello


castaño oscuro, una niña con cabello castaño más largo. Y una mujer,
sin curvas, notó JJ con ironía, con el pelo corto y rojo. La niña estaba de
pie en el medio. Los tres iban de la mano.

Debajo había una impresión cuidadosa—: Papá y yo te queremos,


JJ. Deberías vivir con nosotros en nuestra casa. Por favor, no te vayas.

Una mancha marrón apareció en el papel, y JJ se dio cuenta de


que las lágrimas corrían por su rostro.

340
—No. —gimió Regan—. No llores —Echó sus pequeños brazos
alrededor de JJ.

El torrente de amor casi ahogó las palabras. —Yo también te


quiero, Regan. Te quiero.

Después de que Caz metiera a su hija en la cama, JJ le leyó un


cuento, que Caz supuso que se había convertido en dos. No era un mal
plan ya que sus chicas necesitaban pasar tiempo juntas. Le gustaría decir
que las mujeres eran demasiado emotivas, pero se frotó el pecho y sintió
que su propio corazón había sufrido un golpe.

Dios, estaba orgulloso de ellas. Regan, que había superado los


celos y la inseguridad con honestidad. JJ, que se habría marchado para
proporcionarle más seguridad a Regan, y ahora se enfrentaría a la ciudad
para dar un buen ejemplo. Eran asombrosas.

Era muy afortunado por tenerlas en su vida.

Riendo suavemente, JJ entró en la sala de estar y se dejó caer en


el sofá a su lado.

—¿Qué es gracioso? —Le entregó el vaso de cabernet que había


servido y tomó un sorbo.

Ella bebió un gran trago e hizo un sonido de satisfacción mientras


se apoyaba contra él. —Tu hija, que aún no es una adolescente, me dijo
que debería pasar la noche con Papá. En tu cuarto. Tu hija, Doc Ramírez,
es tu alcahueta.

—Nada de doctor —le recordó y se levantó, acercándola a él—


Deberíamos hacer lo que dice nuestra casamentera titular. No quisiera
hacer que se enfadara. He oído que tiene mal genio.

—Como su padre antes que ella. —JJ se estaba riendo cuando la


tomó de la mano y la arrastró escaleras arriba. A su cuarto.

A su cama. Donde pertenecía.

Regan y él se asegurarían de que ella no se alejara de nuevo.

Con ese fin, le quitó cuidadosamente la ropa a JJ y usó sus labios


y manos para llevarla a su primer clímax.

Y, ya que estaba en ello, una segunda vez, también.

341
Después de un orgasmo alucinante, JJ jadeó buscando aire. Su
corazón iba demasiado rápido, como en una carrera de coches a alta
velocidad. —Estás tratando de matarme.

Mientras Caz se levantaba de su cuerpo, sus ojos oscuros se


llenaron de risas y calor. —No, mamita. Como profesional sanitario, te
aseguro que lo que he hecho, y haré a continuación, no debería hacerte
daño.

Sus ojos se redondearon. ¿Lo que harás a continuación?

Caz se desnudó, se envainó, y luego tomó los cojines del sofá del
rincón. Los dejó en la cama a un lado y añadió una almohada. Para su
sorpresa, él se tumbó a su lado y la levantó sobre él. De rodillas, ella se
sentó a horcajadas sobre él, su polla directamente debajo de su coño.

—¿Por qué hiciste una pila de cojines? —Miró la pila al otro lado
de la cama— ¿Y por qué estoy encima de ti?

—¿Yo? Estoy tomando un merecido descanso de mi trabajo.

Ella sacudió su cabeza. —Esa mirada inocente no funciona.

—No con una oficial de policía experimentada, no. —Él se rio


entre dientes y sus manos se movieron sobre sus senos, jugando con los
pezones, tirando y pellizcando hasta que ella se retorció sobre la polla
dura debajo de su coño. La polla que tanto necesitaba dentro de ella.

—¿Quieres —su voz salió ronca—, que yo haga el trabajo?

—Exactamente. —Él deslizó una mano debajo de su trasero y la


levantó ligeramente, usó la otra mano para colocar su polla en su
entrada.

Lentamente, ella bajó sobre él. Abajo y abajo. Parecía más grande
en esta posición. Mucho más grande. La avalancha de placer fue
increíble.

Le ardían los ojos ligeramente, porque había pensado que esto


nunca volvería a suceder.

Su mirada se suavizó y le tocó la mejilla ligeramente. —Yo también


te extrañé.

La atrajo hacia abajo para un beso largo, uno que derritió su


corazón.

342
Y luego terminó de llevarlo adentro.

—Te sientes increíble. Resbaladiza y caliente. —Con un fuerte


agarre en sus caderas, él le sonrió perversamente—. Muévete por mí,
mamacita.

Justo lo que ella quería hacer. Ella usó los músculos de sus
muslos para levantarse ligeramente, viendo sus pupilas dilatarse.

Su mirada sobre ella era ardiente. Tomando sus manos, él guio


sus palmas hacia arriba y hacia abajo por sus senos, haciéndola frotar
hasta que sus pezones eran picos rígidos.

—Bien. Ahora, veamos lo duro que puedes trabajar. —Él la


empujó hacia adelante y colocó sus manos contra sus hombros para
sostener su peso. Agarrando sus caderas, la levantó lentamente de su
polla y la bajó de golpe.

—Oh Dios. —Ya se había corrido dos veces, pero de alguna


manera la sensación estaba aumentando en su interior nuevamente con
sus manos firmes sobre ella, su gruesa polla dentro, la penetración
repentina.

—Repite ese movimiento, si quieres —dijo él en un tono suave,


aunque sus manos no soltaron su control.

—Vale, vale. —Se inclinó hacia adelante, moviéndose lentamente,


luego se empujó de nuevo sobre su polla. Asombroso. Adelante y atrás.
Intentó ir despacio, pero la urgencia latía dentro de ella, su clítoris
comenzaba a latir. Más rápido y más rápido, ella se estrelló contra él.

Cuando él se estiró para frotar su clítoris cada vez que ella se


levantaba, la presión creció. Su cuerpo se apretó alrededor del grueso
empalamiento.

—Oh... oh, tengo que...

—Déjate ir, mamita —murmuró. Su otra mano cubrió su pecho,


pellizcando el pezón. La sensación fue un glorioso estallido de dolor, y
provocó la explosión total. Como el gran final de los fuegos artificiales, el
placer la bombardeó en estallidos alucinantes.

Sus intentos de moverse hacia arriba y hacia abajo se convirtieron


en un torbellino completamente descontrolado cuando se corrió, sumida
en las sensaciones.

343
Él se reía mientras rodaba y la colocaba sobre la pila de
almohadas, de cara al colchón, con las caderas en el aire.

Antes de que ella pudiera hablar, él se acomodó entre sus


pantorrillas, y con un empujón sorprendentemente duro, la penetró por
completo.

—¡Caz!

—Tuve un buen descanso, gracias. —Él le apretó las nalgas—


Ahora voy a disfrutar a mi mujer.

Disfrutarla es lo que hizo. Finalmente. Desde que probó a su


mujer por primera vez esta noche, Caz había estado luchando por el
control. Ahora, la penetró, duro y rápido. Alrededor de su polla, sus
músculos tuvieron pequeños movimientos post orgásmicos.

Siendo JJ como era, ella estaba intentando apretarlo para


aumentar su placer. Él nunca había conocido a nadie más generoso.

Lentamente, el calor se elevó en la base de su columna vertebral


y se movió hacia su ingle. Sus bolas se levantaron, las sensaciones
increíbles. Una y otra vez, enterró su longitud lo más profundo que pudo.
La urgencia se hizo insoportable hasta que finalmente, cuando un
enorme placer lo estremeció, se vació en ella. Se entregó a ella.

Pasó las manos sobre su espalda, se quedó de rodillas, atrapado


en la belleza del momento. La suavidad de su piel. El rubor en su rostro.
La leve sonrisa en su rostro.

Cuando su corazón comenzó a desacelerarse, la rodeó con sus


brazos, la levantó del montón de cojines y la recostó sobre el colchón.

—Quédate ahí por un momento. —Le acarició el pelo y luego fue


al baño para ocuparse de algunos detalles. En el futuro, quizás esos
detalles podrían desaparecer.

Cuando regresó, se tumbó a su lado, la tomó en sus brazos y


saboreó la sensación de su cálido cuerpo contra el suyo. Maldición, pero
él quería estar dentro de ella otra vez.

—Caz —Ella se acurrucó más cerca, frotando su mejilla en su


pecho—. Sobre lo de antes. Lo siento. Debería haberte dicho que Regan
estaba molesta.

344
—Hiciste lo que creías correcto, mi corazón. —Le acarició la
espalda, complacido de sentir que la tensión se había ido de sus
músculos. Su mujer estaba aún inquieta.

—Supongo que... sigo preocupada por Regan —dijo ella como para
confirmar su opinión.

—Dime.

—Tiene suficientes problemas en la escuela sin tenerme en su


vida. En tu vida.

JJ no estaba equivocada. Indudablemente habría problemas. —


Entiendo. Es cierto que si alguien dice algo grosero sobre ti,
probablemente le plantará un puño en la cara. —Se rio—. Los genes se
heredan de verdad, aparentemente.

—Eso no es gracioso. Ella…

—JJ, tendrá muchas dificultades en el futuro. Así es la vida. Sin


duda, surgirán algunos problemas debido a los chismes sobre ti.

Ella emitió un sonido infeliz.

—Vamos a sopesar esto. Por un lado, tiene una mujer que la ama,
a quien adora. Un modelo a seguir. Alguien que le enseña cómo una
mujer puede ser fuerte, va de compras con ella y le arregla el pelo. Nunca
ha tenido ese tipo de atención, nunca ha sido una niña apreciada.

—¿Cómo podría alguien no amar a Regan? Eso está mal.

—Si. —Caz la abrazó. Tan dulce—. Pero ella es una sobreviviente.


Hace años, Mako nos explicó cómo el ejercicio rasga los músculos, y las
pequeñas roturas obligan a los músculos a crecer. Eso también se aplica
a la vida. El dolor nos obliga a crecer.

—No quiero que sufra, maldita sea. —JJ comenzó a sentarse.

Él la agarró por los brazos y la abrazó hasta que ella lo miró. —


Ella no estará sola. Si hay problemas, Regan aprenderá que una familia
se mantiene unida y defiende a cada miembro. Y ella será más fuerte por
eso, porque eso es lo que es una familia.

JJ lo miró fijamente, un hombre bondadoso, tan compasivo como


fuerte y responsable. Había perdido a su madre y a su hermana,

345
sobrevivido a un horrible hogar de acogida... y se había convertido en
parte de una familia increíble.

Quiero una familia.

No se había dado cuenta de que había dicho las palabras en voz


alta hasta que vio que las arrugas en las comisuras de sus ojos se
profundizaban. —Mamita, tienes una familia si tan sólo miraras lo que
tienes delante. Acéptanos.

Ella lo miró fijamente.

Él le acarició la mejilla. —Te amo, mamita. Te quiero.

Las palabras que había esperado escuchar toda una vida. —Tú...
yo también te amo. —Cuando la alegría inundó su corazón, las lágrimas
nublaron su visión. Ella se ahogó en una risa—. Pero lo sabías, ¿no?

Su sonrisa le respondió .

346
Capítulo Veintinueve

Cuanto más rápido termines la pelea, menos disparos recibirás.

~ Desconocido

JJ se acercó un poco más a la estufa de leña la tarde siguiente.


La temperatura había bajado y, maldita sea, hacía frío. El tazón de sopa
de tomate que estaba bebiendo a sorbos le calentaba las manos. Y su
corazón también. Al notar que estaba helada, Caz le había hecho la sopa
y Regan insistió en llevársela.

Ella tragó saliva... porque los había extrañado mucho la semana


anterior.

A través de la ventana, los miró. Ambos llevaban sus nuevas


bufandas a juego rojas y negras. Cuando trajo sus regalos, Regan se
quedó mirando la bufanda como si nunca hubiera recibido un regalo
antes, luego se lo puso y lo usó en la casa todo el día.

Los oscuros ojos de Caz se habían suavizado, y cuando le dio la


suya, él la besó.

JJ suspiró. Podría vivir de sus besos.

Los dos estaban llevando restos a las gallinas y recogiendo


huevos. JJ sonrió cuando Regan alcanzó a Caz con una bola de nieve.

Dejó el cubo de sobras, levantó a Regan con un brazo y la tiró


sobre su trasero en un montón de nieve.

347
La niña se revolvía y chillaba tanto que casi no podía salir de la
nieve. Con las manos en las caderas, Caz se reía.

Dios, ella los amaba.

Afortunadamente, su teléfono sonó antes de que se pusiera


demasiado sensiblera. Lo sacó de su bolsillo. Era Gene de Weiler.
Sonriendo, cogió la llamada. —Hola, oficial de instrucción. ¿Qué tal
estás?

—Bien. Estoy condenadamente bien. —Su voz áspera era fuerte y


alegre—. Y tú también. ¿Viste las noticias? Esos abogados que tú y las
otras mujeres oficiales enviasteis fueron muy eficientes.

JJ se enderezó. Bull había mencionado que los abogados habían


preparado un caso. —¿En serio? ¿Qué pasó?

Gene se rio, largo y tendido. —Parece que el alcalde y el


ayuntamiento no están muy contentos con una posible demanda y han
estado removiendo el asunto. Para evitar cargos de corrupción, el Jefe de
Policía renunció el viernes y el Capitán Barlow y el Teniente Nash Barlow
lo siguieron en su salida.

—Oh, Dios, ¿en serio?

—Sí. El nuevo jefe tiene previsto examinar a fondo lo que está


pasando, buscará más diversidad en el departamento, y las medidas
preventivas contra el acoso serán más eficaces. El tipo ascendió en el
escalafón de San Francisco, y resulta que tiene dos hermanas que son
oficiales de policía.

Mientras Gene le contaba lo que había escuchado, la alegría la


invadió. Ella había esperado que el farol de una demanda funcionara.

Si no hubiera hecho... si hubiera tenido que llevar a los bastardos


a los tribunales, Caz y sus hermanos habrían estado allí, a su lado. Ella
no habría estado sola. ¿No era esa una buena sensación?

—Entonces, ¿cómo es vivir en Alaska? — preguntó Gene—. Vi que


tenías nieve.

—Oh, Dios, tenemos nieve. —Riendo, ella comenzó a contarle


todas las diferencias entre Alaska y Nevada.

348
Capítulo Treinta

Si todo lo demás falla, consigue superioridad de fuego, avanza hacia los cañones
enemigos, y destruye todo a tu paso.

~ Desconocido.

El lunes por la mañana, JJ aparcó su coche y caminó hacia la


cafetería. A pesar de que estaba nublado y frío, no podía dejar de sonreír.
Era tan, tan bueno estar de vuelta en los brazos de Caz todas las noches.
Durante las últimas tres noches, le había hecho el amor como si hubiera
estado fuera durante meses. O tal vez todo el sexo era para celebrar
sobrevivir a un terremoto.

Es cierto que el terremoto no había sido tan importante, ni


siquiera en la ciudad. Los días cortos y las noches frías significaban que
la mayoría de la población había estado en casa, muchos en la cama,
cuando ocurrió el temblor. Un par de personas se habían caído. Ninguna
línea eléctrica estaba cortada.

Será mejor que se acostumbrase a los terremotos, ya que esta era


su casa ahora.

¿No era eso genial?

Su entusiasmo se elevó aún más porque... Caz la amaba. Y


también Regan.

Sus pasos eran firmes al cruzar la acera.

349
La cafetería estaba abarrotada de gente que tomaba antes del
trabajo. JJ se unió a la cola del mostrador, encantada de volver a la
rutina.

El fin de semana había sido sanador. Ella, Caz y Regan habían


pasado mucho tiempo juntos, haciendo cosas sencillas que de alguna
manera fortalecían los lazos.

Más tarde, ella había ido hasta la cabaña de Gabe.

Después de recibir un fuerte abrazo de Audrey, JJ se disculpó con


Gabe y le pidió retractarse de su renuncia. La expresión del jefe había
permanecido totalmente dura por unos segundos aterradores antes de
reírse y decir que estaba muy satisfecho. Tenía miedo de tener que darle
una paliza a Caz, y esos cuchillos eran un verdadero problema.

Con Audrey carcajeándose en la cocina, todo lo que JJ pudo hacer


fue reír.

Había pasado el sábado preguntándose si defenderse contra los


rumores que destruían la reputación, y luego se dio cuenta de que la
respuesta estaba en una pregunta: ¿qué ejemplo quería darle a Regan?
Así que el domingo, había hablado con varios residentes de Rescue, los
que estaban al tanto de lo que pasaba.

Se echó a reír. En Weiler, los soplones la habían mantenido


informada de los problemas en su distrito. ¿En Rescue? Bueno, los
chismes de los pueblos pequeños eran simplemente un tipo diferente de
recogida de información.

Cuando la cola avanzó, Sarah, que atendía el mostrador, la vio y


levantó una mano con una sonrisa de bienvenida.

La puerta se abrió con una ráfaga de aire frío. Chevy entró con su
compañero, Knox.

Knox inclinó la cabeza con una sonrisa respetuosa. —Oficial.

La aceptación era una sensación maravillosa.

La cola era lenta, pero a JJ no le importaba. El silbido, el rechinar


y los ruidos de la preparación del café eran agradables y ella estaba
perfectamente feliz escuchando a Chevy y Knox debatir los méritos de los
bollos de canela sobre las rosquillas.

Hasta que escuchó un susurro, un sonido burlón.

350
Poniéndose rígida, se volvió para mirar.

Giselle y otra mujer estaban sentadas en una mesa en la ventana.


Se escuchaban fragmentos de la conversación. —... oficial del
Hermitage... zorra... puta.

Oh Dios. Los hombros de JJ se encorvaron antes de enderezarse.


enfrentarse a los chismes en un lugar tan concurrido, pero aquí estaba.

Era hora de convertirse en un buen modelo de conducta para una


niña.

Salió de la cola y se acercó lo suficiente a la mesa para confirmar


que Giselle realmente estaba mintiendo sobre ella. De nuevo.

JJ suspiró. Las personas con las que había hablado el domingo


habían ofrecido sus opiniones sobre la motivación de Giselle.
Aparentemente, la mujer había estado persiguiendo a Caz desde que se
mudó a la ciudad, y Caz no estaba interesado.

—Disculpa, Giselle. —JJ elevó su voz lo suficiente para que la


escuchara cualquiera que tuviera interés. Estaba harta de cuchicheos—
. Vas por ahí diciendo a todo el mundo que tuve sexo con todos los
hombres del Hermitage, y que solo conseguí mi trabajo porque jodí con
el Jefe de Policía. Nada de eso es cierto. De modo que, ¿por qué lo estás
diciendo?

Todas las conversaciones en la sala enmudecieron.

Con la cara roja, Giselle se dio la vuelta y se percató de que JJ


había bloqueado toda posibilidad de irse. Trató de burlarse. —No sé de
qué estás hablando. Ni siquiera te conozco.

—Tienes razón. No nos conocemos, así que no entiendo por qué


has difundido esta mierda sobre mí. Y sí, fuiste tú. Le pregunté a la gente
quién empezó este chisme, y todos te señalaron a ti. —JJ hizo una
pausa—. ¿Qué te hice para que fueras tan desagradable?

Giselle miró a su alrededor como una presa acorralada. —No es…

—El jefe de policía ama a Audrey, y viven juntos. ¿Intentabas


separarlos diciendo mentiras sobre mí?

Algunas personas emitieron un grito de asombro. Y... oh mierda...


Gabe se levantó de una mesa en la parte de atrás. Con cara seria, cruzó
los brazos sobre el pecho.

351
Pero, tenía derecho a estar enojado. Si el jefe y Audrey no
hubieran tenido una relación sólida, este tipo de chismes maliciosos
realmente podrían haber causado algún daño.

Todo el mundo quería a Audrey y Gabe. Lo que significaba que


Giselle estaba en apuros, y ella lo sabía. Su boca se abrió. —¡No! Yo nunca
lo haría. Audrey es una gran persona. Y el jefe... —Giselle levantó las
manos.

—Resulta que tengo una relación con Cazador, y tú dices que me


acosté con sus hermanos. ¿En serio? —JJ se inclinó hacia delante.
Intimidación 101— ¿Estás tratando de causar problemas entre los
hermanos, entonces?

Ahora Caz se puso de pie. Él y Gabe obviamente habían estado


tomando su café de la mañana juntos. Caz miró a Giselle sin ninguna
expresión.

La cara de Giselle se puso blanca. —¡Oh, joder! ¡Lo siento! —Se


dirigió a JJ—. Lo siento, ¿de acuerdo? Yo... le diré a la gente que me
equivoqué. Que me equivoqué completamente.

JJ quería golpearla.

No. Oficial de policía, ¿recuerdas? Con esfuerzo, asintió. —Está


bien. Arréglalo y estaremos en paz.

Cuando JJ retrocedió, Giselle se alejó de la mesa, atravesó la cola


y huyó del local.

JJ cerró los ojos, sus nervios temblando. Maldición, preferiría una


pelea que ocuparse de asuntos de este tipo.

Caz se reía entre dientes mientras se acercaba a ella. —Eres un


verdadero terror cuando te lanzas, oficial Jenner. —Su expresión
contenía tanto orgullo como risas, y luego inclinó la cabeza hacia las
personas alineadas en el mostrador—. Escuchad.

¿Qué? Tensa, JJ escuchó.

—... menuda oficial tenemos —le decía Knox a Sarah—. Es como


un cuchillo, ya sabes, qué corte le dio a esa mujer.

—¿Un cuchillo? —Chevy dejó escapar una carcajada— ¿Acaso eso


es lógico? ? Al doctor le encantan las cuchillas afiladas, no es de extrañar
que se enamorara de ella.

352
JJ resopló. —Vosotros, los de Rescue, estáis locos.

—Y equivocados —Con un brillo perverso en sus ojos, Caz se


inclinó para susurrarle al oído—: Como soy el hombre, se supone que soy
la cuchilla. Tú eres la vaina.

Sin palabras. Le dio un puñetazo en el hombro. Con fuerza.

—Gabe, mi cuchillo me golpeó —gimió en voz alta.

Cuando toda la cafetería se echó a reír, Caz le ofreció cortésmente


un brazo y salió con ella del local. Sonriendo, Gabe los siguió.

En la acera, JJ se apoyó contra Caz. La verdad, había estado en


tiroteos que la habían dejado menos conmocionada. —Supongo que lo
escuchasteis todo.

Su cálida mano se curvó sobre la parte posterior de su cuello, para


masajear los músculos contracturados. —Sí. Muy bien manejado. Te
enfrentaste a tu enemiga, la desarmaste y aceptaste su rendición con
gracia.

—Estoy de acuerdo —dijo Gabe— Nos vemos en la comisaría.

Ella lo miró mientras cruzaba la calle.

Un hombre y una mujer salieron de la cafetería . La mujer sonrío.


—Oficial.

—Señora. —El hombre asintió cortésmente.

JJ exhaló lentamente. Bueno, todo bien.

—Vámonos. —Caz asintió hacia el edificio municipal—. Ambos


tenemos trabajo que hacer. Por nuestro pueblo.

Si.

Unos minutos más tarde, después de recibir un beso largo y cálido


de Caz en la clínica, se unió a Gabe en la comisaría.

—Oficial. Observa. —Con una amplia sonrisa, rasgó su renuncia


en pedacitos—. No lo hagas de nuevo.

—No señor. Por supuesto que no, señor—. Negando con la cabeza,
se sentó en su escritorio. Los hijos de Mako estaban un poco locos.

353
Mientras comenzaba con su papeleo, escuchó al jefe hacer una
llamada telefónica. —Hola, Bull, JJ se queda. Sí, oficialmente a partir de
hoy. Lo siento hermano. Me llevo el bote.

¿Llevarse el bote? Al darse cuenta, entró en la oficina del jefe y lo


miró con el ceño fruncido. —¿Hiciste una apuesta?

—Escuchaste eso, ¿verdad? —Maldita fuera si no se reía—. Todos


apostamos a que entrarías en razón.

Entrar en razón, mi culo. —Más bien apostaste por el éxito del


poder de persuasión de tu hermano.

—Ah, bueno, todos sabemos que es muy eficaz. La apuesta era


sobre lo rápido que podía hacer su magia.

JJ miró los informes y papeles acumulados en el escritorio... y se


preguntó cómo quedarían esparcidos por el suelo.

—Guau —Él levantó las manos y dijo apresuradamente—:


Bienvenida a la familia, JJ. Todos estamos muy contentos con la elección
de nuestro hermano.

Así que... en lugar de enfadarse, salió de su oficina en una nube


de felicidad. Porque en su voz se percibía claramente que era cierto.

Los hijos de Mako estaban contentos de que ella y Caz estuvieran


juntos.

Dos horas después, aparcó el coche patrulla frente a la comisaría


y emprendió una breve patrulla a pie por la calle principal.

Cuando pasó junto a la cafetería, Sarah la vio. Con una mano en


su vientre de embarazada, Sarah tomaba una taza de café y la movió en
invitación.

Alguien quería comentar la escena con Giselle.

354
Y Dios, ella necesitaba un café. Riendo, JJ asintió y se dirigió
hacia la puerta.

Boom

Mientras toda la calle temblaba furiosamente, JJ se tambaleó y


cayó de rodillas. Se sentía como si estuviera en una montaña rusa, solo
que el mundo entero iba en el mismo vagón. Con un grito, abrazó la farola
y se aferró con todas sus fuerzas.

La sacudida no se detuvo.

En medio del estruendo llegaron los sonidos de gritos, de cristales


rotos, golpes de cosas cayendo y gritos. La alarma de un coche se disparó

Y siguió... y siguió... y siguió.

—¡Nooo! —Regan se encogió bajo el escritorio de su escuela


cuando todo tembló. La clase quedó llena de ruido, como el de un tren.
El edificio estaba gimiendo y chirriando. Todos gritaban. Las luces se
apagaron.

Mientras el suelo se sacudía, caía y subía, y el escritorio golpeaba


su hombro, ella también gritaba.

En las ventanas, las persianas se balanceaban como locas. Su


escritorio se deslizó a través de la habitación, se aferró a él, y también se
deslizó, golpeando otros escritorios y sillas. Libros, mochilas y lápices de
colores fueron arrojados al suelo. Con un chillido de metal, el marco de
la ventana se torció y el vidrio voló por todas partes.

Entonces... se detuvo.

Regan se ahogó en sollozos, le dolía la garganta y tenía la cara


mojada. Papá, necesito a papá. A Papá y a JJ.

¿Por qué la Sra. Wilner no les decía lo que tenían que hacer?

355
No, la maestra ni siquiera estaba aquí. Había ido al edificio de
administración para buscar más papel para el proyecto de arte. Volvería
en un segundo. Ella lo haría.

La luz del sol entraba por la ventana, el polvo brillaba en el aire.


La mayoría de los niños estaban llorando, pero algunos se pusieron de
pie.

Regan respiró hondo e intentó ponerse de pie.

¿Qué era ese sonido?

Un rugido bajo y atronador llegaba desde el exterior, cada vez más


fuerte. Crujidos, chasquidos y chirridos... Algo se estrelló contra el
edificio desde el lateral y Regan salió por el aire. Cayó al suelo con fuerza,
y el dolor le atravesó el costado

Dolía mucho.

Mientras se acurrucaba en una bola, las paredes y el techo


temblaban y se movían. Por las ventanas rotas entraban escombros,
piedras, tierra, nieve y ramas de árboles. Y todo, incluso el edificio, se
movía.

Regan se aferró a un escritorio, sintiendo cómo la habitación se


movía sobre el terreno y luego se inclinaba hacia arriba como un bloque
listo para rodar cuesta abajo. A medida que el techo se doblaba hacia
adentro, las rocas y la nieve enterraban el edificio y cubrían las ventanas.
La habitación se oscureció.

Los gritos de los niños no cesaban.

Terremoto. Otro terremoto. Dios Santo.

Con las rodillas doloridas por la caída en el cemento, JJ usó la


farola para ponerse de pie. El terremoto había terminado. Con suerte.

Se dirigió hacia la cafetería.

Sarah. Embarazada.

356
A través de la ventana destrozada, vio a Uriah alcanzar a su
esposa y ayudarla a ponerse de pie. Había cristales por todas partes y
Sarah estaba sangrando, pero consciente. Viva.

—Llévala a la clínica, Uriah —gritó JJ, y él levantó una mano en


señal de confirmación.

Ella giró en círculo. Devastación por todas partes. Ventanas rotas,


árboles caídos, letreros, líneas eléctricas. Los coches anteriormente
aparcados estaban diseminados por la calle, pero los bancos de nieve
habían evitado que los vehículos chocaran con las tiendas. La calzada y
las aceras estaban deformadas.

¿Por dónde empezar? Caz, Gabe, el pueblo.

Regan.

Sus prioridades y su corazón coincidían. Llamó a Uriah—: Dile a


Caz que voy a comprobar la escuela.

—¡Sí! —Uriah respondió gritando. La hija de Sarah y él estaba en


la guardería—. Por favor. Ve!

JJ corrió hacia el coche patrulla.

El corto viaje fue una pesadilla. Esquivó un árbol caído, atravesó


el alabeo de la carretera, derrapó hasta detenerse... y se quedó mirando
la escena de la pesadilla.

Lo que había sido un círculo de aulas portátiles era un paisaje


lunar. Una masa enorme de nieve, rocas y árboles se había desprendido
por la ladera caído por la cuesta abajo.

Los edificios habían desaparecido.

—No. —La angustia la llenó. Saltó del coche— ¡No!

Espera. Abajo, a la izquierda había edificios dañados, tres aulas y


el edificio de administración principal. Habían sido arrancados de los
cimientos y alejados del desprendimiento en forma de abanico. Cuatro
edificios en total. ¿Dónde estaba el quinto?

Los niños salían de las aulas, tropezando y cayendo en el suelo


desigual. Niños pequeños. Niños mayores. Ninguno tenía la edad de
Regan. No, no, no.

357
Bajo el ruido chirriante y quejumbroso casi no se oían los sonidos
provenientes del desprendimiento. Gritos, chillidos. Muy débiles. ¿Del
interior del propio desprendimiento?

Sacó el teléfono. No había servicio. Lo intentó por radio, pero no


hubo respuesta de la central. De Regina. Llevaría tiempo organizar todo.

No tenía tiempo.

El director salió cojeando, su brazo izquierdo colgando,


obviamente roto. Con su otro brazo, ayudaba a un joven maestro. La
sangre cubría su hombro. Dos niños mayores estaban ayudando al Sr.
Hayes. Al igual que pollitos alrededor de una gallina, los niños más
pequeños rodeaban a una mujer mayor con sobrepeso que arrastraba a
una mujer más joven y aturdida lejos del desprendimiento. Salió la última
maestra, con la sangre chorreando de su cabeza. Se tambaleó mientras
trataba de contar a los niños que la rodeaban.

No había ayuda. Ninguno de ellos podría ayudarla. Maldición.

JJ llamó al director —Jones, saca a tus estudiantes de esta zona.


Mantén a los niños contigo y consígueme ayuda. Un aula está enterrada,
pero puedo oírlos. Consigue ayuda.

—Enterrado. —Tropezó mientras miraba la devastación y luego


sacudió la cabeza. Enderezándose, empezó a dar órdenes. Dos de los
niños mayores fueron enviados juntos, corriendo hacia el pueblo
mientras reunía al resto y contaba cabezas. Después de algunas
preguntas, volvió al edificio de administración con dos estudiantes de
secundaria. Aún quedaría más personal allí.

JJ dudó y negó con la cabeza. Tendrían que arreglárselas. Ella


tenía un trabajo que hacer.

Con la boca seca, se acercó al desprendimiento, buscando el aula


portátil que faltaba. Muy, muy portátil. Las rocas y los árboles
temblaban, y un pequeño desprendimiento separado apareció en el otro
lado.

Cuando los ruidosos niños y adultos se encaminaron hacia el


centro de la ciudad, pudo oír los débiles gritos de nuevo, desde la parte
más grande del desprendimiento. Los niños no estaban muertos. Dios los
asista, no estaban muertos. Regan, aguanta.

358
Luchando contra el pánico, JJ se dirigió hacia el área donde solía
estar la ladera. La pendiente se había cubierto de escombros.

¿Dónde se escuchaban más gritos?

Se agachó, sacó su linterna de su cinturón de trabajo y la enfocó


directamente a la altura de la cintura. Allí. Bajo una maraña de árboles,
nieve y rocas, la luz se reflejaba en el metal y el cristal. El edificio debía
de haberse desmoronado como papel de aluminio. Los niños estaban
llorando.

¿Cómo era posible que aún estuvieran vivos? Movió la linterna de


un lado a otro y vio una enorme cicuta occidental caída. Su tronco estaba
sosteniendo todos los árboles, rocas y nieve arrastrados. El aula estaba
en algún lugar por debajo de ella.

Un estruendo sonó cuando llegó otra réplica. El desprendimiento


se movió unos pocos centímetros, y los gritos aumentaron.

El terror recorrió la columna de JJ. Si el desprendimiento se


soltaba, el árbol que sostenía la carga superpuesta se desplazaría y el
aula portátil se aplastaría por completo a causa de la caída. No podía
esperar. Debido a los daños en la ciudad, la ayuda podría no llegar a
tiempo.

Podía ver parte del aula. ¿Podría llegar a ella? La maraña gruñona
de árboles, nieve y rocas había creado un agujero sin luz, una especie de
túnel. No había garantías de que pudiera llegar al edificio.

No tenía elección.

Moviendo el coche patrulla, lo llevó al lugar más cercano y recogió


el equipo.

Tendría que arrastrarse por debajo de la maraña y evitar cualquier


cosa que se interpusiera en el camino. ¿Y si las puertas o ventanas
estaban bloqueadas? ¿Cómo podría entrar en el edificio? Con una
motosierra.

Habría heridos. Botiquín de primeros auxilios.

Podría necesitar arrastrar a alguien. Una manta.

Quizá volviera en la oscuridad. Cuerda de guía. Con las manos


temblorosas por el miedo y la adrenalina, ató una cuerda a la barra de
remolque del coche y caminó hasta el lugar por el que iba a entrar.

359
Poniéndose de rodillas, bajó la luz a la oscura abertura y se
agachó en el camino de pesadilla del túnel hacia la clase. Las ramas
sobresalían a los lados y bajaban desde la parte superior. Había bordes
dentados hacia arriba. Sería como gatear a través de un campo de zarzas.

Puede que no fuese lo suficientemente grande como para poder


pasar. Podía ver un punto terriblemente estrecho en el que necesitaría
arrastrarse en lugar de gatear. Si se atascaba... Tendría que deshacerse
del chaquetón y del cinturón de trabajo. Después de quitarse el
chaquetón, lo guardó con el cinturón de seguridad en el coche patrulla.

Se envolvió el extremo libre de la cuerda en la muñeca. Oh, Dios,


ella siempre había sido un poco claustrofóbica. Respira. No tenía
elección. Gateó hasta el aterrador agujero. Nieve y suciedad caían sobre
su cabeza. Había huecos en la maraña enredada debajo de ella. Ni
siquiera pienses en que se derrumbe. Movió un pie hacia adelante. Un
poco más. Arrastró la cuerda con ella. Serviría de guía para los niños.

O para localizar los cuerpos de todos, incluido el suyo.

Cada vez que la masa sobre su cabeza, debajo, o alrededor de ella


retumbaba con un bajo y tembloroso estruendo, se paralizaba. Una
potente voz en su cabeza gritaba: Retrocede, regresa. Espera a que llegue
la ayuda. No seas estúpida.

Siguió adelante.

El espacio se redujo. Las ramas se enganchaban en su ropa, le


arrancaban el pelo. Su corazón latía con fuerza. El sudor del miedo
empapaba su camisa del uniforme.

360
Capítulo Treinta y
Uno

El fracaso no es caer sino negarse a levantarse.

~ Proverbio chino.

Regan se despertó entre gritos y... oscuridad. Una pesadilla de


oscuridad. ¿Por qué estaba inclinado el suelo? Los niños gritaban,
lloraban, chillaban. Los niños. La escuela. Había habido un terremoto. El
edificio se había desplazado.

Sentía tanto pánico que no podía respirar. Tenía que salir. Se


levantó y cayó junto a una silla, un escritorio. Algo afilado cortó sus
manos y rodillas. No podía verlo.

Sollozos y pequeños gritos escaparon de ella. No. Ella no era un


bebé. Pero no había suficiente aire, y ella no podía ver. Jadeando, se
detuvo.

En la cabeza, podía oír a Papá. Le había hablado sobre la


posibilidad de perderse. —El miedo te hace estúpido. Detente y piensa,
mija, antes de actuar.

Estoy perdida, Papá. Te necesito. Manteniéndose muy quieta,


tomó una pequeña bocanada de aire y luego otra más grande.

361
Y... vio una pequeña luz que parpadeaba, y tal vez era una
ventana, así que su abrigo podría estar todavía colgado junto a la puerta.
Porque siempre utilizaba la presilla del cuello para colgarlo en el gancho.

El suelo estaba inclinado como una montaña. Se arrastró por la


pendiente, golpeándose en los escritorios, chocando con otro niño que
gritaba. Los vidrios rotos le cortaron las manos, las rodillas, el dolor
punzante y ardiente. Ay, ay, ay, ay.

Las lágrimas le caían por las mejillas, pero ella siguió adelante.

—Los SEAL no se rinden —había dicho Bull cuando le contó su


experiencia con Gabe en el entrenamiento. Le había dicho que la mayoría
de los chicos tocaban una campana para decir que no podían con ello.
Los que no renunciaban se convertían en SEAL.

—Los profesionales sanitarios no se rinden —había dicho Papá


cuando le preguntó por una cicatriz de su brazo. Le habían disparado
alejando a un soldado de la batalla.

—Los hombres pueden ser más musculosos, pero las mujeres son
más fuertes en otros aspectos —había dicho JJ—. Hacemos lo que hay
que hacer y no nos damos por vencidas.

Llorando de dolor y miedo, Regan siguió arrastrándose.

Encontró la pared al chocar contra ella, y su cabeza explotó de


dolor. —¡Joder!

Le dolía todo. Mientras palpaba a lo largo de la pared, sus manos


cortadas ardían. Ahí estaba la puerta. Con cuidado, se puso de pie. Los
abrigos estaban esparcidos por el suelo, algunos todavía en los ganchos.
Apenas respiraba, y tocó cada uno hasta que encontró uno con capucha
peluda. El suyo. Y en el bolsillo estaba su linterna del desfile de
Halloween.

Después de la tormenta de nieve, Papá le había puesto pilas


nuevas. ¿Funcionaría? Aguantando la respiración, la encendió.

Todos se quedaron en silencio y ella pudo oír los sonidos y


crujidos de la sala. Su mano tembló tan fuerte que la luz zigzagueó
alrededor de la habitación.

362
Su respiración se detuvo. Al otro lado, el techo estaba caído, y esta
parte de la habitación parecía estar hundida. Las ventanas rotas y caídas
sólo mostraban oscuridad. Se filtraban nieve y piedras.

Se dio la vuelta. Detrás de ella, la pequeña ventana de la puerta


estaba rota, y sólo podía ver más rocas y nieve fuera. Pero había visto
una luz allí , ¿verdad? ¿Dónde? La ventana que pasaba por la puerta
estaba completamente bloqueada por un enorme tronco de árbol
encajado contra ella.

Con el corazón en vilo, se puso la linterna en la boca y se arrastró


hasta la última ventana. La abertura estaba llena con más ramas. Pero...
¿escuchó algo? ¿Un desde el exterior?

Uno de los niños comenzó a llorar, otro estaba gritando.

Demasiado ruido. —Silencio, necesito...

Todos gritaban, se quejaban, lloraban. Ella también quería


sentarse y llorar.

Pero ella era parte de la familia de Mako, y Mako no se rendiría.


Su familia no lo haría. Papá vendría. Había dicho que siempre vendría a
buscarla.

Luchó por mantener el control. Por no llorar. Con la cabeza


presionada contra el marco de la ventana, escuchó. ¿Algo? ¿Una voz? El
ruido de adentro lo sofocó.

La voz del tío Hawk sonó en su cabeza, diciéndole qué hacer.


Aspiró el aire como él había dicho, con su pecho, con su estómago, y su
grito salió, feroz y fuerte. —Silencio. Vamos.

Lo hicieron.

—Puede haber alguien ahí fuera. Callaos. Todos. —Trató de sacar


la cabeza por la ventana y no pudo. Demasiadas ramas. Entonces gritó—
: ¡Socorro!

Alguien respondió—: Ya voy. No te muevas. —Esa voz…¡esa era


JJ!

Las lágrimas se deslizaban por la cara de Regan. —Estamos aquí.

Apareció una luz. JJ tenía una linterna. Se acercó más.

363
—JJ. Estoy aquí, JJ. Estoy aquí. —Su respiración era inestable,
como si hubiera caído sobre su barriga o algo así.

—Esa es mi chica. —JJ sonaba normal. Igual que en el desayuno.


O jugando a las cartas—. Las ventanas están bloqueadas. Voy a poner en
marcha la motosierra y abrir un agujero. Así que todos vosotros tenéis
que apartaros de la zona de la ventana. ¿Podéis hacerlo?

—Vale. Vale. —Regan quería que JJ estuviera aquí ahora. No más


tarde. Ahora, ahora, ahora. Sus manos temblaban cada vez más.

JJ les había dicho qué hacer, pero los niños se apiñaban alrededor
de la ventana, justo donde no deberían estar. —Atrás.

Nadie se movió, simplemente lucharon por acercarse a la ventana.

Tenía que hacer como el tío Hawk. Apuntó la linterna al otro lado
de la habitación. Tomar aire. Palabras cortas. —Moveos. Allí. —Nadie se
movió. Metió más aire, intentó imitar la voz profunda de Bull—. Ahora.

Los niños se tambalearon, cayeron y retrocedieron hasta la otra


pared.

—Vamos. —Delaney tomó la mano de Regan.

Ignorando el dolor, Regan se aferró con fuerza, y ambas se


deslizaron y se pusieron en marcha tras los otros.

—Listo, JJ. Estamos lejos —gritó Regan.

—Así se hace. —Un segundo después, se escuchó un golpeteo, y


luego una motosierra rugió. A la altura de la cadera, apareció una
cuchilla que cortó una larga línea hacia el suelo. JJ volvió a golpear la
pared y cortó otro lado. A través de la parte superior. La parte de abajo.
La motosierra se detuvo. JJJ dio una patada, y se abrió una abertura.

Después de empujar la motosierra a través del agujero, JJ se


arrastró, despacio y con cuidado, con la linterna en la mano.

Mientras se ponía de pie, todo el mundo se tambaleó hacia ella,


llorando e intentando tocarla, para sostenerse. También Regan.

—Tranquilos, tranquilos —JJ palmeaba los hombros y acariciaba


las espaldas.

364
—Todo está bien ahora. —Su voz cambió, y era realmente buena
con la voz de comando del tío Hawk—. Escuchad. Vamos

Silencio.

—Sentaos donde estáis. —Esperó hasta que lo hicieron—


¿Cuántos niños estaban en esta clase hoy?

—Sólo siete. —Delaney llevaba la cuenta de ese tipo de cosas. No


estaban los trece de costumbre ya que algunos habían ido a ver a sus
parientes durante el invierno. Hoy uno estaba enfermo en casa.

Regan deseaba haberlo estado ella también.

La linterna parpadeó sobre los niños sentados alrededor de JJ. —


Siete. Bien. ¿Dónde está vuestro profesor?

A Regan le dolía mucho la mano, así que enlazó el brazo con el


de Delaney. —La Sra. Wilner no estaba aquí. Fue al edificio de
administración. Antes de esto.

—Bien entonces. —JJ ató una cuerda alrededor del gran escritorio
de la profesora y se enderezó. Respiró hondo.

Regan abrió los ojos de par en par. JJ también estaba asustada.

—Sé que esto es aterrador, y que todos vosotros estáis doloridos


—dijo JJ—. Pero pase lo que pase, seguid adelante. Regan, tú tienes otra
linterna. Quiero que tú vayas al frente. Acuérdate de escucharme.

¿Que vaya la primera? Regan negó con la cabeza.

—Puedes hacerlo. Sé que puedes. Sólo sujeta la cuerda y síguela.


—Con una sonrisa, JJ le dio una palmadita en el hombro—. Yo iré en la
retaguardia, y mi linterna ayudará a los que están en el medio a ver por
dónde van.

JJ señaló el agujero en la pared. —Muévete, Regan. Vámonos.

365
Caz acababa de terminar de darle instrucciones a una mujer
sobre cómo cuidar la férula de su brazo roto cuando escuchó gritos en el
vestíbulo.

—Desprendimiento de tierra en la escuela. Un aula portátil quedó


enterrada.

—La policía necesita ayuda.

¿La escuela? ¿Un policía? Caz salió corriendo de la clínica y entró


en la penumbra del vestíbulo iluminado gracias al generador de
emergencia.

Dos estudiantes de secundaria, un chico y una chica, jadeaban


frente al mostrador de recepción de Regina.

El miedo atravesó a Caz. Sarah había dicho que JJ iría a la


escuela. Él también debería haber ido allí. —¿Qué pasó?

—La montaña, se ha despeñado. Como si un deslizamiento o


avalancha o algo hubiera caído, y hubiera golpeado nuestros edificios. Y
el nuestro fue arrastrado, pero —la chica se detuvo para respirar—,
enterró un edificio. El tres -cinco.

Los alumnos de tercero a quinto grado. La clase de Regan. Una


mano implacable parecía estrujar el corazón de Caz.

El chico añadió—: La oficial JJ dijo que podía oírlos. Deprisa. ¡Por


favor, date prisa!

Caz comenzó a moverse y una mano se cerró sobre su hombro.


Gabe

—Mano, tengo que irme.

—Lo harás —dijo Gabe—. JJ tiene el coche patrulla allí. Vamos a


llevarnos todo lo que necesite.

—Ni siquiera se puede ver el aula —dijo la niña.

Gabe señaló a Regina. —Coge la cuerda y el equipo de aparejos de


los almacenes de la comisaría. Caz…

Su cerebro se activó. —Estoy en ello. —Había llenado el armario


que estaba a la derecha de la puerta de la clínica con material de primeros
auxilios en caso de que Gabe o alguien más lo necesitara. Se puso el

366
abrigo, se echó dos paquetes de emergencia por encima del hombro y
agarró un montón de mantas.

En el vestíbulo, Gabe estaba junto a Audrey y Zappa, el hippie


canoso propietario de la gasolinera. —Regina, encárgate del triaje, haz
venir a la cínica a cualquier persona que sepa de primeros auxilios y envía
ayuda a donde sea necesario.

—Zappa, tú vas con Caz —Gabe se volvió—. Audrey, conmigo.

Finalmente. Con Zappa detrás de él, Caz salió corriendo hacia la


parte trasera de su camioneta.

El coche patrulla del pueblo estaba al borde del caos de la


avalancha. JJ no estaba a la vista.

—No me jodas —murmuró Zappa, mirando hacia la empinada


colina por encima de donde había estado la escuela—. Parece que el
terremoto rompió una cornisa o algo parecido. Convirtió ese desastre en
un desprendimiento de tierra.

Cuando el Jeep negro de Gabe se detuvo, Caz se acercó al


desprendimiento. El miedo se apoderó de él. ¿JJ había intentado ayudar
y había sido sepultada?

—¡JJ!

Al ver una cuerda atada a la barra de remolque del coche patrulla,


la siguió hasta los escombros. Agachado, pudo ver un hueco, no, un
estrecho amago de túnel, directamente debajo de la maraña de ramas,
nieve y rocas.

Gabe abrió el coche patrulla. —Su abrigo y su cinturón de servicio


están aquí. —Después de volver a cerrarlo, Gabe se puso en cuclillas a
su lado— ¿Tú...?

Caz levantó la mano para pedir silencio. —Escucha.

Voces agudas y aterrorizadas provenían de debajo del derrumbe.


Junto con una voz de mujer calmada y firme.

Viva. Ella estaba viva

El alivio dejo en blanco su cerebro por un segundo. ¿Y Regan?

367
Después de estabilizar su propia voz, Caz gritó—: JJ, estamos
aquí. ¿Cómo podemos ayudar?

—Quédate fuera. No hay espacio. Están saliendo siete niños. —


Hubo una pausa—. Llama a Regan. Ella va en cabeza.

Regan y JJ estaban vivas. Debajo de todo eso. Todo su cuerpo


tembló de miedo por ellas. Necesitaba entrar y sacarlas y rescatarlas. El
desprendimiento de rocas seguía sonando, podía caer en cualquier
momento.

Se aclaró la garganta. Sereno y tranquilizador. Eso era lo que


necesitaban de él en este momento. —Regan, ven hacia mí, mija.

—Papá. —El temblor en su voz le rompió el corazón.

—Te escucho, mi tesoro. Ya casi estás fuera. —No lo estaba. No


estaba lo suficientemente cerca, en absoluto.

No había nada que pudiera hacer. Con los puños apretados,


esperó en la entrada. Detrás de él, Gabe estaba abriendo los botiquines
de primeros auxilios y asignaba tareas a Zappa y Audrey .

Desde el túnel llegaron los sonidos de los otros niños. Llantos,


gemidos, protestas.

—Eso es perfecto, Regan. —Se oyó la voz de JJ—. Eso es. Buen
trabajo, Delaney.

Un segundo después. —Sigue adelante, Niko, ya has pasado lo


peor. Ya casi llegamos, niños. El doc los está esperando.

Caz vio una luz, una linterna que se balanceaba. —Solo un poco
más. Venga, vamos.

Regan estaba a la cabeza. Su corazón dio un salto.

Entonces su pequeña niña estaba allí, gateando, cubierta de barro


y sangre. Cuando la abrazó, estaba sudorosa, temblando, llorando y viva.
Casi no podía respirar. —¿Estás herida? Déjame ver.

—Viniste a buscarme, dijiste que lo harías, que siempre lo harías,


y lo hiciste. —Lloraba tanto que se ahogaba.

368
La acarició de arriba abajo. Notó los gestos de dolor. La sangre
cubría sus palmas, sus codos y brazos, sus rodillas. Su cara estaba
arañada. Sangraba por un corte en la barbilla.

—Estoy bien. —Se secó las lágrimas—. Ayuda a JJ.

Gabe ya estaba sacando al siguiente niño. Y Zappa a otro.

—Joder, estoy tan jodidamente orgulloso de ti —murmuró Caz,


presionando su mejilla en la parte superior de su cabeza. Con
desgarradora reticencia, se la pasó a Audrey y se inclinó para ayudar a
otro niño.

Cinco, por ahora. No salían más.

Escuchó un murmullo de sonido, un niño llorando, y otro.

—JJ —llamó Caz—. Háblame.

—Hay una zona estrecha con un agujero que hay que cruzar.
Brayden está... no puedo hacer que se mueva. —El tono cuidadosamente
controlado indicaba que JJ estaba aterrorizada.

Joder, él también.

Gabe se arrodilló para gatear y Caz lo empujó hacia atrás y le


quitó la linterna de la mano. —No cabrás, 'mano'. Ésta es mía.

—Maldita sea. —Gabe frunció el ceño. Asintió con la cabeza.

—¿Y si lo hiciera yo? —preguntó Audrey.

Caz sacudió la cabeza. —Puede que necesiten más fuerza que la


que tú tienes, chica. Si es demasiado estrecho, volveré.

Después de mirar la pequeña abertura, Caz se quitó el abrigo.


Cuanto menos grande, mejor. Se arrodilló y se gateó hasta el hueco
apenas abierto. Casi podía sentir el peso sobre su cabeza. —Ya voy, JJ.
Aguanta un poco más.

—Lo hacemos —Su voz tenía un temblor. ¿Miedo o hipotermia?


Su abrigo estaba junto al coche.

El deslizamiento de tierra gimió a su alrededor, retenido


únicamente por los troncos y ramas enredadas. Debajo de sus rodillas,

369
los troncos se movieron una pulgada. Sus tripas se tensaron. Se arrastró
hacia adelante, temiendo ser aplastado en cualquier momento.

El camino se estrechó, curvándose ligeramente alrededor de un


enorme tronco de árbol. Demasiado estrecho para sus hombros.

Allí estaba el niño, justo después de la curva. Estaba de rodillas,


mirando fijamente un punto negro abierto en las ramas y las rocas.
Inmóvil.

—Tranquilo, Brayden. —Caz enfocó la luz más allá del chico y vio
a Delaney delante de JJ. El espacio entre los troncos y las rocas era tan
estrecho que JJ no podría pasar a la niña para acercarse al niño
petrificado.

Caz no podría pasar por el estrecho espacio de este lado. Pero, tal
vez...

Empujó su hombro contra el árbol y estiró un brazo.

Con la mirada fija en el agujero oscuro, el chico no reaccionó.

Tranquilo, tranquilo. Si se movía repentinamente, el niño


retrocedería fuera de su alcance. Caz se estiró dolorosamente, sin tocar
al niño hasta que…

Sus dedos se cerraron alrededor de la muñeca de Brayden. El niño


se sacudió, pero Caz tenía un buen agarre.

Hazlo rápido. Si Brayden caía en ese maldito agujero, no tendría


ninguna palanca para sacarlo. Caz tiró de él hacia adelante y retrocedió,
dejándole espacio. El niño chocó con el árbol de la curva y gritó, pero ya
había pasado la brecha.

Caz se acercó al niño histérico y sollozante, acariciando lo que


podía alcanzar. —Está bien, Brayden. Vamos a salir de aquí ahora.

Si lograra retroceder y arrastrar al niño al mismo tiempo. —JJ,


¿puedes seguirme?

Sin respuesta.

—¿Oficial JJ? —susurró Delaney. Su voz se elevó— ¿JJ?

Silencio.

370
¿JJ? —¿Es hipotermia? ¿Sangrado? Aumentó su voz—. Oficial
Jenner. Quédate conmigo.

—Caz. Dios. —Era un aliento tembloroso pero audible—. Lo


siento.

Gracias, joder —Si quieres un descanso para tomar café, princesa,


debes esperar hasta que salgamos. Lo siento.

La mujer más fuerte que jamás había conocido se rio a carcajadas.


—Muy bien, entonces. Acabemos de una vez. —La voz de JJ volvió a la
normalidad—. Delaney, pasa por ahí. Doc está delante de ti.

El gemido en la masa estaba aumentando. Ese desastre se iba a


desatar. —Daos prisa, las dos.

Sin tener en cuenta las ramas que rasgaban su camisa y su piel,


Caz se arrastró hacia atrás, al tiempo que tiraba del niño. Con la linterna
entre las piernas, preparaba el siguiente movimiento, retrocedía y
arrastraba al niño consigo. Iluminar, arrastrarse, tirar.

El niño aterrorizado no estaba haciendo nada para ayudar.

—Más rápido, hermano. Se está moviendo —La voz profunda era


la de Bull.

Dios, el túnel era más estrecho que antes. Se estaba cerrando.

Entonces se hizo la luz. Unas manos lo sacaron. Al retroceder,


Caz sacó a Brayden. El pobre niño tendría moretones en su muñeca por
el agarre de Caz.

Delaney casi los había alcanzado. Audrey la ayudó a salir, y Regan


dejó escapar un grito de felicidad.

Con un rugido bajo, toda la masa comenzó a moverse de nuevo.

—¡JJ! —Caz se metió en el túnel, y le tomó las muñecas a JJ


cuando las rocas y la nieve empezaban a atraparla.

Con un grito de rabia, Bull empuñó una gran rama y la apoyó,


para mantear la entrada despejada.

Sus manos se agarraron a las piernas de Caz, sacándolos a JJ y


a él.

371
Y así quedaron libres.

Caz le pasó un brazo por la cintura mientras Gabe y Bull los


alejaban de la masa en movimiento. Se volvió para mirar. El enorme
árbol que había soportado el peso de la escuela había caído. Un escalofrío
recorrió su columna vertebral cuando desapareció el último rastro del
edificio. Aplastado por completo.

Mientras miraba, JJ se estremeció y enterró su rostro en el cuello


de Caz. Lágrimas ardientes caían sobre su piel. —Estaba tan asustada
—susurró.

Sus brazos se apretaron cuando acercó sus labios a su oído. —Yo


también.

Recibió un golpecito en el costado cuando Regan lo agarró. Se


aferró a los dos. Estaba llorando, casi histérica, mientras la ponían entre
ellos.

Se aflojó la presión en torno al pecho de Caz, dejándole respirar


de nuevo. Ambas estaban a salvo.

Detrás de él, Gabe estaba colocando a los niños en los coches que
habían llegado, para llevarlos a la comisaría y a la clínica.

Sonó un rugido sordo, que hizo que todos miraran hacia arriba.
El avión de Hawk aterrizó en el lago cubierto de nieve detrás de la
taberna. Y Caz sintió una ola de gratitud y alivio. Los pacientes que no
pudiera tratar serían trasladados en avión al hospital.

Conociendo a Hawk, conseguiría que alguien le prestara un


helicóptero para usar una vez que llegara a la ciudad.

—Gabe, asegúrate de que la zona trasera de la clínica esté


despejada para el aterrizaje de un helicóptero —dijo Caz.

Gabe levantó la mano en un gesto afirmativo y continuó


trasladando a la gente.

—Venga, volvamos a la ciudad. —Con los brazos alrededor de su


hija y su mujer, Caz las llevó hasta los coches—. Tenemos más trabajo
por hacer.

372
Capítulo Treinta y
Dos

Si el paciente está gritando, el paciente está respirando.

~ Leyes de Murphy para la medicina de guerra.

Después de un tiempo envuelta en una manta caliente y de beber


líquidos calientes, JJ entró en calor lo suficiente para limpiarse y ponerse
las vendas en el baño de la comisaría, que estaba poco iluminado. El doc
había querido ocuparse de ella, pero había mucha gente con heridas
graves que lo necesitaban.

Se puso ropa de reserva de su casillero y se las arregló para


calzarse las botas. Al levantarse, cada moretón, músculo forzado,
raspadura y corte gritaba en protesta. Dios, le dolía. Sin embargo, el dolor
podría dejarse de lado.

Desgraciadamente, el terror de ser enterrada viva y el miedo a


perder a los niños no era tan fácil de superar. En su interior, todavía
temblaba.

Gracias a Dios por Caz. Se había desvanecido en el túnel. Él le


dijo que había sufrido una hipotermia. Todo lo que recordaba era que
todo se había nublado y la oscuridad se había cerrado a su alrededor. Su
voz, su amor y su fuerza, la habían sacado y le habían hecho avanzar.

Cuando la abrazó después, sintió el ligero temblor de sus


músculos, escuchó la tensión en su voz. Había tenido miedo por ella, por

373
todos ellos, pero su voz nunca había flaqueado. La sacó del túnel y la
llevó a la luz.

¿Cuánto más podría amarlo?

Se apoyó en el mostrador y evaluó su estado. Bastante bueno.


Temblorosa o no, era hora de volver al trabajo. La familia... sonrió al
pensar que su familia estaba haciendo lo mismo.

Por medio del coche patrulla, Gabe estaba respondiendo las


llamadas.

Audrey atendía los teléfonos junto con Regina

Las salas de reuniones de arriba estaban abiertas para las


personas que necesitaban un refugio de emergencia, y Bull se encargaba
de reunir suministros y comida para ellos. Así es como Bull siempre
alimentaba a la gente.

Con su equipo y voluntarios, Caz atendía a los heridos.

En su Cessna, Hawk transportaba gente a los hospitales de


Soldotna y Anchorage, dejando libres las ambulancias aéreas para los
heridos críticos.

Adelante. JJ se colocó el cinturón de servicio, sujetó los


protectores a su cinturón interior, revisó su armamento y ajustó todo.
Después de ponerse la chaqueta, salió de las salas de la comisaría y entró
en el vestíbulo.

El zumbido de la multitud llegó a sus oídos.

Los que necesitaban atención médica se concentraban cerca de la


puerta de la clínica. Algunos estaban acostados en mantas, otros
sentados en sillas o en el suelo con parientes y amigos que los ayudaban.

En la zona más cercana a la comisaría, los voluntarios esperaban


que se les asignara una misión de apoyo.

JJ se dirigió al mostrador de recepción donde Regina atendía las


llamadas a la comisaría y a la clínica de salud. El servicio celular no
funcionaba, pero las líneas fijas y la radio móvil sí. Al lado de Regina,
Audrey canalizaba las llamadas del operador del 911.

JJ esperó una pausa y preguntó—: ¿Dónde quieres que vaya?

374
—Gabe dijo que deberías ir a casa. Ya has...

Cuando JJ sacudió la cabeza, no, Regina sonrió a medias. —Sí,


no creí que fueras a estar de acuerdo. Me dijo que tenía que intentarlo.

Sonó el teléfono y Regina levantó un dedo mientras contestaba.

—¿Estás bien? —preguntó Audrey en voz baja.

—Estoy bien. —JJ se encogió de hombros, hizo una mueca de


dolor y sonrió a medias—. Mayormente. Estaré dolorida mañana. —De
hecho, tendría suerte si pudiera salir de la cama.

La puerta de la clínica se abrió y Caz ayudó a una mujer a reunirse


con sus familiares. Murmuró algunas instrucciones sobre los cuidados,
sonrió a la multitud que esperaba y vio a JJ. Sus cejas se juntaron
mientras caminaba.

Tensa, ella esperó a que él objetara, a que dijera que no era lo


suficientemente fuerte, que no era lo suficientemente buena.

Él sonrió con tristeza. —Odio que trabajes cuando estás exhausta


y herida, pero no descansarás más de lo que Gabe lo haría en tu lugar.

Mientras lo miraba sorprendida, él se inclinó, frotó su mejilla


contra la de ella y la besó suavemente. —Hazle un favor a mi corazón
sobreprotector y ten cuidado, ¿sí?

—Dios, te amo —susurró ella, y sólo se dio cuenta de que había


hablado en voz alta cuando sus ojos se oscurecieron.

Su mano ahuecó su mejilla. —Yo también te quiero.

Nunca, nunca, se cansaría de escuchar eso.

Después de acariciar su cabello, se lo alisó. —Llévate mi Subaru.


Tiene material extra de rescate y primeros auxilios en una caja en la parte
de atrás.

Ella resopló. —Por supuesto que sí. —Mako había sido un


supervivencialista; sus hijos no eran muy distintos.

Le entregó las llaves, buscó en el bolsillo de su bata de laboratorio


y sacó una barra de granola. Cerrando sus dedos alrededor de la barra,
le besó los nudillos y la miró severamente. —Cómete esto. Hay agua
embotellada en el coche. Bebe una.

375
—Sí, Doc. —Ella le sonrió—. Gracias.

Le tocó la mejilla con ternura, luego se volvió y caminó hacia la


multitud que rodeaba la puerta de la clínica. —¿Quién sigue, Irene?

La brusca jefa de correos estaba a cargo del triaje. Señaló a un


hombre que yacía sobre mantas. —Heridas de vidrio y conmoción
cerebral, supongo. También se queja de dolor de estómago.

—Vamos a ponerlo en una mesa de examen. —Caz señaló a varias


personas—. Ustedes cuatro ahora son ahora camilleros.

Regan apareció en la puerta de la clínica y la mantuvo abierta


para ellos. Saludó a JJ antes de desaparecer detrás del grupo.

¿Regan estaba ayudando en la clínica?

JJ reprimió el impulso de abrazar a la niña y meterla en la cama.


Demonios, probablemente eso era lo que Caz sentía acerca de que JJ
estuviese trabajando ahora mismo.

Sacudiendo la cabeza, JJ se volvió hacia el escritorio y escuchó a


Regina decirle a Audrey—: Sabía que había algo entre ella y el médico.

JJ se tensó. —Yo no...

—Los desastres son el mejor afrodisíaco. Se necesitó una


tormenta de nieve para que mi hombre dijera que me amaba. —La sonrisa
de Regina era enorme—. Esto es excelente; eres perfecta para él. Necesita
una mujer con agallas, una con más profundidad que un charco en la
calle.

—Estoy totalmente de acuerdo —dijo Audrey.

Las dos estaban tan abiertamente complacidas que JJ sólo podía


reír mientras sus temores se disipaban.

—Bien, a trabajar. —Regina le entregó dos trozos de papel—. Aquí


hay dos peticiones de ayuda en Dall Road. Mientras estás allí, ¿puedes
pasar por la granja de los Patriotas Zelotes y comprobar cómo se las
arreglan?

PZs. Oh, qué alegría. Pero tuvieran creencias extrañas o no,


formaban parte de Rescue. Esto era para lo que se había entrenado, lo
que podía hacer. Servir. Proteger. —Por supuesto.

376
—Llévate a Knox como tu asistente. —Regina se volvió hacia los
voluntarios—. Oye, Knox, te toca. —Ella llamó al hombre delgaducho de
pelo rojo tupido y luego señaló a JJ.

JJ asintió con la cabeza al encargado de mantenimiento. Hoy,


tener un acompañante sería maravilloso.

—Tened cuidado ahí fuera. —La preocupación de Audrey era la de


una amiga.

JJ le palmeó el brazo. —Lo tendremos. Gracias.

Cruzó el vestíbulo y le sonrió a Knox. —Si tienes una caja de


herramientas, tráela y vámonos.

Sin dudarlo en absoluto, él le devolvió la sonrisa se puso en


marcha. —Sí, señora.

Cuando estaban a medio camino de la puerta, Regina gritó—:


Oye, Knox. La chica ya ha sido una heroína hoy. Tú conduces, ¿vale?

—Entendido. Estuve en la escuela. Lo vi —gritó Knox. Miró a JJ—


Me encargo de conducir y del trabajo pesado. Tú te encargas de mandar
División equitativa del trabajo.

—Me parece bien. —De verdad que sí. Probablemente se quedaría


dormida si se subía a un coche caliente e intentaba conducir. JJ le dio
un mordisco a la barra de granola de Caz. Avena y miel. Algo insípido...
y lo mejor que había probado en toda su vida.

Con Sissy en su regazo, Regan le sonrió a su padre que le


vendaba una larga herida en la pierna a la niña de tres años. La madre
de la niña estaba en un catre en la habitación de al lado porque se había
golpeado la cabeza tan fuerte que vomitaba cada vez que se movía.

—Ya está, chica. —La voz de Papá era suave y tranquila e hizo que
Regan se sintiera tan bien como cuando Sirio ronroneaba.

377
La pequeña se había calmado cuando Papá empezó a hablarle. Su
cara aún estaba húmeda de tanto llorar, pero ahora sólo se chupaba el
pulgar. La fea herida de su pierna había sido limpiada y cosida con
puntos, y Papá estaba envolviéndola con la tela blanca.

Regan conocía todos los diferentes vendajes ahora. Después de


que papá le quitara los cristales de las manos, codos y rodillas, la abuela
Lillian la había vendado a ella y a los otros niños. Estaban los apósitos
absorbentes Telfa que Papá decía que no se pegaban a las costras, y el
vendaje sencillo y blanco, y la suave gasa Kerlix, y las tiras de color que
se pegaban solas.

Había estado horriblemente ensangrentada.

Pero no le dolía tanto si se mantenía ocupada ayudando a Papá.


Aunque la abuela y otra señora trabajaban en la clínica, y la señorita
Irene y un tipo se ocupaban de los problemas en la recepción, había
mucho que hacer.

Papá había dicho que estaba contento de que Regan estuviera


aquí para ayudar también.

—Oye, Doc, te necesitamos. Tengo uno malo —gritó Irene desde


el frente.

—Dios —murmuró Papá—. Mija, ¿puedes quedarte con Sissy


hasta que su mamá pueda cuidarla? ¿Quizás hacer que se acueste y eche
una siesta?

—Por supuesto. Yo me encargo.

Su sonrisa le hizo sentir genial. —Eres la mejor hija que un


hombre podría desear. —Besó la parte superior de su cabeza y fue a
cuidar a quienquiera que hubiera llegado.

Porque ese era su trabajo, y le gustaba su trabajo. Incluso cuando


era una locura como esta.

A Regan también le gustaba. Ayudar. Formar parte del arreglo de


las situaciones malas. Sonreía, aunque le dolía, porque sabía lo que iba
a ser cuando creciera.

378
Cuando JJ y Knox estaban saliendo de la ciudad, recibieron una
llamada sobre un incendio en una casa. Los tanques de propano y los
terremotos no se mezclaban bien.

Otra llamada fue por una línea eléctrica caída.

Knox resultó ser un gran conductor, pasaba por zonas


abombadas en el camino de grava y bloqueadas por rocas, ramas y
árboles caídos.

Muy por encima de ellos, al final de Dall Road, se podía ver el


McNally's, encaramado en lo alto de la montaña. —El complejo turístico
no se deslizó, al menos.

Knox siguió su mirada. —Apuesto a que es un desastre. Tiene


muchos ventanales. Y los turistas se asustan fácilmente.

—Tal vez deberíamos…

—No. Mira el puente de ahí arriba. —Señaló el lugar donde el


camino pasaba por un puente antes de subir la montaña.

Los ojos de JJ se abrieron. —El otro lado del puente está caído.

—Sí. Supongo que el puente está bien pero la carretera que lo


rodea se ha jodido. —Se encogió de hombros—. Arreglarlo llevará un
tiempo puesto que las cuadrillas de carretera se encargarán primero de
las carreteras principales. Seward y Sterling estarán bloqueadas por
desprendimientos de rocas y demás.

Ella negó con la cabeza. —Es increíble lo dependientes que son


todos los pueblos de la península de esas carreteras. —Sólo había una
ruta de entrada y salida de Rescue.

—Aja, hay pueblos donde la única forma de llegar es en barco o


avión. Por eso que tenemos tantos pilotos en Alaska. Rescue se las
arreglará bien.

379
—Lo haremos. —En la montaña, despegó un helicóptero.
Probablemente uno de los helicópteros turísticos del complejo. Al igual
que Hawk y otro piloto trasladaban a los heridos de Rescue.

Después de revisar el papel que Regina le había entregado, JJ


señaló un camino de tierra. —Gira aquí. Parece que este tipo tiene una
emisora de radio, pero no responde a las llamadas. Su amigo está
preocupado.

—Vale, de acuerdo. —Knox aparcó delante de una antigua


cabaña de madera y saltó.

JJ lo siguió más despacio, intentando no gemir. Respirando a


pesar del dolor. Había nieve irregular y musgo marrón muerto en el techo
de tejas de madera. No hay humo de una estufa. Sus ojos se
entrecerraron al ver que había caído una habitación anexa.

Al llegar a la puerta, golpeó con fuerza. —Señor Rasmussen. Soy


la oficial Jenner de la policía de Rescue. Harvey quería que
comprobáramos su estado.

Sonó un gemido bajo seguido de un débil —¡Socorro!

Con Knox detrás de ella, JJ empujó la puerta abierta y se movió


cuidadosamente por el desorden. Los artículos de la casa, tirados por el
terremoto, cubrían el suelo: libros, una escopeta del soporte de la puerta,
velas, linternas rotas, cuadros. —¿Dónde está usted, señor?

—Cobertizo.

Siguió el sonido del jadeo y abrió una puerta que conducía al


anexo. Un viento frío pasó soplando.

El hombre yacía boca arriba, inmovilizado bajo una pila de


troncos.

—Vaya, te has metido en un lío —comentó Knox.

—No —jadeos—. Mierda.

—Aguanta, te sacaremos. —JJ miró a Knox y señaló la pared


derecha—. Amontonémoslo todo allí.

Uno por uno, movieron los troncos y finalmente, Knox levantó el


último lo suficiente como para que JJ pudiera arrastrar a Rasmussen.

380
Sujetándose el pecho, el hombre gimió. —Estaba empezando a
pensar que nunca podría volver a respirar por completo.

JJ puso su mano en su hombro. —Espera mientras hago un


chequeo rápido. —Examinó posibles huesos rotos, lesiones en la cabeza
y en la columna, y antes de que pudiera hacer más, él se dio la vuelta y
se puso de pie.

—Estoy bien, señora. —Se quitó el pesado abrigo y mostró los dos
gruesos suéteres debajo antes de presionar con cautela su caja torácica—
. No siento que me haya roto nada, pero maldita sea, me va a doler un
rato.

Knox resopló. —Tienes suerte de estar vivo.

—Si. —Rasmussen hizo un gesto hacia el lado caído de la


habitación—. El imbécil que construyó el cobertizo hizo un trabajo de
mierda. Lo estaba desmantelando para reconstruirlo, y el terremoto
decidió ayudar.

—Mal momento, de acuerdo —acordó JJ.

—Sí. Gracias por venir. Estaba a punto de morirme de frío.

—Deberíamos llevarte de regreso a la ciudad para que el doctor te


revise. —.JJ se dirigió a la sala principal.

Rasmussen sacudió la cabeza. —Un trago de buen whisky


sentado junto a la estufa y estaré bien.

—De acuerdo. —El hombre se movía lo suficientemente bien y


tenían otros ciudadanos que comprobar—. Está bien.

Mientras Rasmussen se acomodaba en una silla, ella encendió el


fuego en la estufa y Knox trajo más leña.

Unos minutos más tarde, JJ se subió al Subaru.

En el asiento del conductor, Knox estaba leyendo la primera nota


de Regina, moviendo los labios. —¿Qué palabra es esta? Pes-ti... —
Apuntó.

—Pestilente. Pes-ti-len-te. —JJ resopló—. Puede significar


desagradable. Al parecer, el amigo del señor Rasmussen llamó más de
una vez y se quejó lo suficiente como para molestar a Regina.

381
Knox asintió con la cabeza. —Pestilente. Me gusta. —Le entregó
la nota a JJ, encendió el motor y salió.

Cuando estaban de vuelta a Dall Road, JJ se reclinó en su asiento.


El dolor de los músculos doloridos y los cortes desaparecía bajo la cálida
sensación de satisfacción. Esto... esto era por lo que ella formaba parte
de la policía. El Sr. Rasmussen había necesitado ayuda, y ella había
estado allí. Su ayuda había marcado la diferencia en su vida.

Sonriendo, JJ miró a Knox. —¿Conoces el camino a la propiedad


de los Patriotas Zealotes?

—Por supuesto. ¿Por qué?

—Es el siguiente en la lista.

Knox hizo un ruido sombrío. —Oh. Qué divertido.

Rodeado de bosque, el complejo Patriotas Zealotes estaba cerca


de Dall, bajando por un camino de tierra que terminaba en una puerta
de metal con una pequeña garita de guardia. Una valla de dos metros
coronada con alambre de púas rodeaba todo el complejo. En el interior
del terreno, una valla para ciervos protegía los huertos.

Después de echar un vistazo a la garita vacía, JJ caminó hacia la


puerta. Un camino de tierra conducía desde la puerta cerrada hasta una
mezcla de casas prefabricadas y cabañas de madera. En el centro de los
edificios había una torre de dos pisos. Aunque la torre se inclinaba hacia
un lado, todo lo demás parecía intacto. La gente se arremolinaba
alrededor de los distintos edificios.

Puesto que si entraba en el recinto era probable que la acribillaran


a balazos, hizo un megáfono con las manos. —Hola. ¿Están todos bien?
¿Necesitan ayuda?

Dos hombres se separaron de la multitud y trotaron por el duro


camino de tierra hacia ella.

Al acercarse, el tipo delgado con pelo negro y barba la fulminó con


la mirada. —¿Qué coño quieres, policía?

Ah, este era el que Caz le había dicho que era el Capitán Nabera.

El otro hombre, el llamado Reverendo Parrish, hizo un gesto de


calma a su capitán y edujo su velocidad al caminar. —¿Oficial Jenner,
supongo?

382
Ella mantuvo su voz tranquila. —Estoy comprobando si la gente
está bien y me detuve para asegurarme al respecto.

—Estamos bien, gracias. —Parrish tenía una voz cautivadora—.


Aunque tenemos algunos heridos.

—La Clínica de Salud de Rescate está abierta. Si hay algún herido


grave, puede llamar a la comisaría o al 911 para que lo trasladen por aire
al hospital Soldotna. Tengo entrenamiento de primeros auxilios si
necesita ayuda ahora.

Nabera se burló. —A diferencia de otros, estamos preparados para


los desastres. No necesitamos ninguna maldita ayuda.

Parrish volvió a mirar a Nabera con el ceño fruncido. —Gracias,


oficial. ¿Debo asumir que las carreteras de Sterling y Seward son
intransitables?

—Me temo que sí. El temblor provocó más de una avalancha.

—Entonces llevaremos a los heridos que necesitan más que


primeros auxilios a la clínica. —Parrish le dedicó una leve sonrisa—. Nos
encargaremos de todo.

—De acuerdo entonces. —Ella asintió cortésmente y regresó al


coche. Por lo que había leído sobre las milicias, especialmente las de
Alaska, el Capitán Nabera no habría mentido. Los PZ probablemente
estaban bien preparados para los desastres.

Como el Hermitage.

La diferencia era que los chicos del Hermitage estaban haciendo


todo lo posible para ayudar a todos los demás, incluso a los idiotas PZs.

Knox dejó que echara humo por un minuto mientras navegaba en


un cambio de sentido y se dirigía hacia Dall Road. —Al menos hablaron
contigo y fueron bastante educados.

Se encogió de hombros y dejó atrás su irritación. —Cierto,


considerando que soy una mujer con uniforme de policía. estaba medio
preparada para que me dispararan en cuanto me vieran.

—Oye, Parrish no es tan malo, aunque no me gusta esa basura


religiosa conservadora. Son demasiado duros con sus mujeres.
Demonios, si le dijera a mi hermana que debe estar en la cocina, me
arrancaría la cabeza. —Le sonrió a JJ—. Es soldadora en Juneau.

383
Con razón aceptaba tan bien a una mujer policía. —Me alegra
oírlo.

—¿Qué hacemos ahora?

JJ sacó la siguiente tarea y leyó la dirección. —Estamos buscando


a la Sra. Hudson, quien debería haber recogido a una de las niñas de la
escuela, pero no apareció. La niña dijo que el señor Hudson fue a
Soldotna esta mañana y que su abuela está sola.

JJ resopló mientras leía más. —La niña dijo que, después del
pequeño terremoto, el Sr. Hudson quería aprovisionarse. En previsión de
un terremoto mayor. Regina dibujó una cara con los ojos en blanco.

Knox se echó a reír. —Esa es Regina.

Cuando llegaron a la puerta de una casa prefabricada, JJ vio un


coche aparcado bajo el cobertizo. Así que la mujer probablemente estaba
en casa.

La propiedad estaba muy bien cuidada. No había vehículos viejos


o barriles oxidados en el patio. Los arbustos sin hojas se alineaban en el
frente en una fila ordenada. En la parte de atrás había un invernadero
cubierto de plástico.

Arriba en el porche, pasó por el ejercicio habitual. No hubo


respuesta a sus golpes y llamadas.

Una vez más, la puerta no estaba cerrada con llave. La gente del
campo no cerraba, al parecer. Abrió la puerta con cautela y dijo—: Policía
de Rescue. Voy a entrar para ver si estás bien.

—Aquí. —Sólo se escuchó un susurro como respuesta.

JJ se dirigió a la cocina. Una anciana yacía en el suelo, con el


rostro blanco de dolor.

—Señora. —JJ se arrodilló junto a ella— ¿Dónde está herida?

—Cadera. —Su cabeza giró lentamente hacia JJ.

JJ lo comprobó e hizo una mueca. La pierna derecha de la mujer


estaba doblada y más corta que la izquierda.

—¿Rota? —Knox preguntó.

384
—Sí. Necesita transporte aéreo. Mientras termino aquí, ¿puedes
llamar y señalar un lugar de aterrizaje para el helicóptero? —Le entregó
su radio.

—Puedo hacerlo. —Knox salió a la calle.

JJ revisó si tenía más heridas.. Parecía ser solo la cadera. Cuando


terminó, la mujer volvió a abrir los ojos. —Mi nieta. Se supone que debía
ir a buscarla.

—Todos los niños están a salvo en la comisaría de policía. —JJ


trajo una manta de la sala de estar, la puso sobre la mujer y se sentó a
su lado. Para hacerle compañía.

La mujer le dirigió una mirada ligeramente desenfocada antes de


fruncir el ceño al ver la placa de JJ y luego hacia su rostro. —La mujer
policía. Mi hija me habló de ti.

Le habló... ¿de qué? Oh. Por supuesto. El chisme.

Cuando los ojos de la Sra. Hudson se cerraron, JJ se puso de pie,


sintiéndose ... sucia. No bienvenida.

—El helicóptero está aquí. —Knox se paró en la puerta, y


obviamente lo había oído. Sus cejas se juntaron mientras fruncía el ceño
a la mujer mayor y luego a JJ—. Chismes y pueblos pequeños. Maldita
sea sí sé cómo empezó esa mierda sobre ti. No es como si estuvieras en
el bar todas las noches.

JJ respiró hondo, con sus emociones a flor de piel. Dolor y rabia...


y vergüenza. ¿Por qué se sentía avergonzada cuando no había hecho
nada? Vale, sólo tenía que darle al hombre una explicación educada. —
Como no había ninguna vivienda disponible cuando llegué, el jefe me
prestó la cabaña de su padre. Sus hermanos viven en las cabañas
contiguas.

—Ah. ¿Así que ahora estás jodiendo a todos los chicos por ahí? —
Knox resopló.

No podía decir si él lo creía. Después de todo, había visto a Caz


besarla en la comisaría. Maldita sea, estaba demasiado cansada para
tener tacto. —Escucha, si te molesta, te dejaré en la comisaría. Yo no...

—Sí, eso es una mierda, mujer. —Knox se sonrojó—. No me


importa si te follas a todo el equipo de los Ice Dogs. Sin duda haces el

385
trabajo mejor que el último oficial gilipollas. Ese bastardo mentiroso no
habría arriesgado su vida por nadie.

Su boca se abrió.

—No iré a ninguna parte. —Con la mandíbula apretada, cruzó los


brazos sobre el pecho—. Resulta que Regina nos ha llamado diciendo que
hay dos lugares más que revisar después de éste. Tenemos trabajo que
hacer.

Sus ojos ardieron por un segundo. Dios, estaba cansada. Agitada.


Hecha un desastre. Así que simplemente asintió con la cabeza. —
Entendido. Gracias, Knox.

Hawk apareció en la puerta abierta y entró cojeando. —Knox,


¿podéis el médico y tú traer la camilla?

—Sí.

Cuando Knox salió, Hawk miró a JJ. —Si hubiera sabido que te
acostabas con todos en el Hermitage, habría vuelto antes a casa.

Ella lo miró fijamente.

El humor brillaba en sus ojos color acero, y casi sonreía.

Soltando una carcajada, se dispuso a preparar a la mujer para el


viaje.

Pasada la medianoche, Caz comenzó a preguntarse si tendría que


tratar a todas las personas de Rescue. Pero cuando siguió a su último
paciente a la sala de espera, no quedaba ningún paciente. El alivio lo
inundó.

Un par de horas antes, había enviado a sus ayudantes a casa.


Habían estado tambaleándose por el agotamiento.

Después de recoger, Caz se puso ropa limpia y cerró la clínica. JJ


había dejado su Subaru en el aparcamiento. Había llenado el depósito,
probablemente con una de las latas de emergencia que Gabe guardaba

386
en la comisaría. En el asiento del pasajero, encontró una lista de los
suministros que ella había usado con el fin de que pudieran reponerlos.

Organizada y concienzuda. Dios, la adoraba.

En el camino de vuelta a casa, Caz encontró cables eléctricos y


árboles caídos que habían sido cortados con sierra de cadena y sacados
de la carretera. En el Hermitage, la avioneta estaba en la pista de
aterrizaje. Hawk estaba en casa, probablemente exhausto y dolorido por
haber tenido un día muy largo. Ahora le dispararía a cualquiera que lo
despertara, Caz lo revisaría por la mañana.

Tras abrir manualmente la puerta del garaje, Caz aparcó el coche


dentro. Y respiró hondo por primera vez desde el terremoto.

En casa.

Caz miró fijamente la cama. La cama vacía. ¿Bull se había llevado


a Regan a casa con él? Pero la cabaña estaba calentita. Obviamente,
alguien había encendido la estufa de leña.

Bueno, sin importar lo tarde que fuera, iría a ver cómo estaba.

Y luego, vería si podía convencer a su policía para que lo dejara


dormir en su cama.

En la habitación principal de la cabaña, se detuvo y sonrió.

Sobre la alfombra frente a la estufa de leña, dos pequeñas figuras


estaban acurrucadas sobre una pila de mantas. El cabello oscuro de
Regan se derramaba encima de la almohada. La otra chica... ¿Era
Delaney? Estaban profundamente dormidas con el gato acurrucado entre
ellas.

Una sensación de paz lo invadió. Su hija estaba a salvo.

Su increíble hija.

Después de la pesadilla del terremoto, en la que había sacado a


los otros niños de esa pesadilla del túnel, había cautivado a los pacientes
de la clínica con su mezcla de humor y compasión. Incluso había imitado
su tono tranquilizador, y Dios, nunca había estado tan orgulloso. Ella era
un milagro.

Cruzó la habitación con calcetines. Después de arropar a las


niñas con las mantas, acarició con una mano el suave pelaje de Sirio y

387
suspiró. Cada hueso de su cuerpo parecía de plomo mientras se
enderezaba y buscaba a su hermano. Bull no habría dejado a las niñas
aquí solas.

—Caz —El susurro atrajo su atención hacia el sofá.

Levantándose despacio, JJ se quitó el pelo de la cara.

Ahora... ahora su mundo estaba completo.

—Hola —susurró.

—Hola —le respondió en voz baja. Dándole la mano, la puso de


pie con suavidad—. Vamos a la cama.

Ella miró a las niñas. —No debería quedarme. Puedo irme a casa.

—Mamita, ésta es tu casa. —No le soltó la mano cuando la llevó


escaleras arriba y al dormitorio. En lugar de encender las luces y agotar
las baterías solares, encendió un par de velas. Qué raro, no había
escombros en ninguna parte— ¿Limpiaste la casa?

—Las niñas y yo lo hicimos. No había mucho desorden, no


comparado con las casas que visité hoy. No se abrieron los armarios, ni
se volcaron las estanterías. La nevera ni siquiera se movió. ¿Hiciste el
lugar a prueba de terremotos conscientemente?

—Por supuesto. —Se rio entre dientes—. El sargento era un


supervivencialista, ¿recuerdas? El Hermitage está preparado para
cualquier cosa, incluidos los terremotos. Los muebles que podrían caerse
están sujetos con pernos. Ningún objeto pesado se coloca en lo alto para
que pueda caer sobre una persona. Todas nuestras ventanas tienen una
película inastillable. Te lo aseguro, esa cuesta una fortuna.

—Pero surtió efecto. Una de las ventanas de Bull se rompió, y es


increíble como el cristal se rompió en pedazos, pero no se cayó en
absoluto. Como los parabrisas de los coches.

—Muy bien. Hoy saqué más que suficiente cristal de los cuerpos.
—Incluyendo los brazos y piernas de su hija— ¿Cómo estás?

—Bien. Sólo estoy cansada.

Dados todos los rasguños, cortes y moretones que había visto que
tenía, suponía que sentía un poco más que cansancio. Pero ella estaba

388
aquí, cuidando de Regan y Delaney. —¿Bull te pidió que hicieras de
niñera?

—No. —Se acercó a la ventana para mirar al exterior—. Regan oyó


mi coche y corrió a pedirme que me quedara con ellas hasta que llegaras
a casa.

La alegría encendió su corazón cuando puso sus brazos alrededor


de su mujer. —Sé cómo se siente. También estoy más feliz cuando estás
aquí.

Lo abrazó y susurró las palabras que necesitaba oír. —Te amo.

Un rato después, JJ suspiró mientras yacía sobre Caz, la piel


húmeda los unía. Apoyó la mejilla contra su pecho y escuchó el lento
lub-dub de su corazón.

—¿Cómo estás? —Aunque exhausta, no podía dejar de acariciar


sus hombros, sus bíceps. La forma en que su piel aterciopelada se
estiraba sobre los músculos duros como una roca resultaba fascinante—
Cada vez que volvía a la comisaría, había más personas esperando verte.

—Fue un desastre. Nadie murió en mi turno, pero Hawk y el otro


piloto estaban ocupados transportando personas a los hospitales. Dos
estaban tan inestables que los retuve hasta que apareciera una
ambulancia aérea.

Rescue tenía una suerte increíble de tener a Caz. Pero, por lo que
había observado, la gente de aquí lo sabía.

—No sé si te enteraste —le pasó los dedos por el pelo—, Sarah se


puso de parto un par de horas después del terremoto. Tuvo un pequeño
niño.

—Oh, vaya. —JJ levantó la cabeza— ¿Ella está bien?

—Ambos están bien. La comadrona pasó después para


reabastecerse de suministros. Hum, probablemente alrededor de las
once.

389
—Un día muy largo para todos, supongo. —Un nuevo bebe. El
milagro de la naturaleza. Ella volvió a bajar la cabeza, encantada con la
forma en que su brazo se apretó a su alrededor—. Me pregunto cuánto
tiempo pasará antes de que las cosas vuelvan a la normalidad. La tienda
de Dante es un desastre. Gran parte de los artículos se cayeron de las
estanterías.

—Tendrá una venta por terremoto y se deshará de todo lo que esté


dañado. —Caz hizo un gruñido—. Bull necesitará ayuda para limpiar
toda la cristalería rota del bar.

—Pasé por allí. Va a necesitar ayuda, sin duda. —Entonces ella


se echó a reír.

—¿Qué?

—Todas las botellas de bebidas baratas que se guardaban junto a


la barra estaban rotas, pero Bull había fijado a la pared las botellas de
licor más caras.

Caz se rio entre dientes. —Es un tipo cuidadoso.

Todos ellos lo eran. Y sorprendentemente generosos, también. —


¿Sabías que trajo comida para las personas refugiadas en el edificio
municipal?

—Sí. Pasó por la clínica con bocadillos y refrescos para mi gente.


Y galletas extra porque había oído que Regan estaba ayudando. —Caz
acarició la espalda de JJ, logrando evitar los cortes y las vendas—.
Rescue estará bien, aunque llevará tiempo volver a tener electricidad en
todas partes, ocuparse de los daños en los tanques de propano. Arreglar
las ventanas.

—No tenía ni idea de que hubiera terremotos por aquí.

—Bueno, este fue el mayor terremoto del Kenai en un siglo más o


menos. La península no está sobre las grandes fallas, como las del Golfo
o la del norte de Anchorage. Por otra parte, ningún lugar de Alaska es
realmente seguro.

Ella suspiró. —Realmente, no hay ningún lugar en la Tierra que


sea seguro.

—Cierto. Por eso hay que vivir la vida y celebrar el amor cuando
llega. —Hizo una pausa—. Quiero que te mudes conmigo.

390
—¿Qué? Oh, Dios mío, piensa en los chismes.

—Piensa en toda esa gente que ha estado cometiendo el pecado


de mentir sobre nosotros. —Le tiró del pelo, mientras sus labios se
curvaban—. Deberíamos hacer realidad los rumores y salvar sus almas.
En verdad, es nuestro deber cívico.

Al reírse de su tono medio serio, se suavizó.

Mudarse. Él tenía razón. La vida nunca era suficientemente larga


y estar juntos era lo que todos querían. —Sí, si estás seguro —las
lágrimas le picaban en la parte de atrás de los ojos —, me encantaría vivir
contigo y con Regan.

—Estoy absolutamente seguro —murmuró él.

—Espera... —Recordó lo que Hawk había dicho antes e inclinó la


cabeza—. Si hacemos realidad los rumores, ¿significa que tendré sexo
con tus hermanos?

Una mano callosa a cada lado de su rostro levantó su cabeza. Sus


ojos oscuros eran implacables. —En absoluto.

—Oh, bueno, maldición —Ella se rio, y la punzada en el trasero


sólo hizo que se riera más fuerte.

391
Capítulo Treinta y
Tres

Venimos a este mundo de cabeza y salimos con los pies por delante;

en el medio, todo es cuestión de equilibrio.

~ Paul Boese.

—Palomitas de maíz —dijo Regan, sacando alegremente la mano


de Niko del cuenco. Al otro lado, Delaney se rio.

—¡Chist!, esta es la buena parte —susurró Niko, acariciando a


Sirius, que estaba tendido sobre su regazo y el de Regan—. Me encanta
esta película, y tienes la mejor televisión que hay.

Sentadas un poco más allá, JJ y Audrey sonrieron.

Como a Mamá no le habían gustado la ciencia ficción o la fantasía,


Regan no había visto las películas de Star Wars. Cuando JJ se enteró, le
dijo a Papá que era hora de hacer un maratón... aunque la maratón
duraría muchas noches ya que Papá no dejaba que Regan viera más de
un programa o película al día.

Además, Papá y los tíos dijeron que Regan podría invitar a sus
mejores amigos. tenía que recogerlos y llevarlos a casa ya que los tíos,
especialmente el tío Hawk, se oponían a que nadie condujera hasta el
Hermitage. Pero ella tenía a sus amigos aquí, eso era lo importante.

En la pantalla del televisor, Han Solo disparó su pistola, y la


cabeza del cazarrecompensas golpeó la mesa.

392
Regan jadeó. —Demonios, le dio bien.

—¿Ves? —JJ se pavoneó y golpeó el hombro contra el de Audrey—


Han disparó primero.

Audrey frunció el ceño. —No lo hizo. Han es un buen tipo.

Regan escuchó a Papá reír. Él y los tíos estaban sentados en la


isla de la cocina haciendo algún tipo de papeleo de negocios. O se suponía
que estaban haciendo papeleo. Se dio vuelta.

Papá le guiñó un ojo. —Han disparó antes.

—Si, por supuesto. —Sonriendo, Regan sacó otro puñado de


palomitas de maíz.

—Oh, maldición —dijo Audrey unos minutos más tarde—,


necesito ir a golpear el pan y hacer que suba nuevamente.

—Sin problemas. —JJ recogió el control remoto y detuvo la


película—. Tiempo de descanso.

—Nooo —se quejó Niko. Y Regan dio un fuerte suspiro que hizo
reír a Delaney.

JJ solo se rio. —Qué lástima. Volveremos a ponerla cuando


Audrey vuelva.

—Está bien. —Niko sonrió—. Comeremos las palomitas de maíz.

Por eso le gustaba Niko. Casi nada lo molestaba; se parecía mucho


al tío Bull.

En cuanto JJ se levantó, Delaney alzó la mano como si aún


estuviera en la escuela. —¿Señorita, quiero decir Oficial JJ?

JJ se detuvo.

—Hum, Abu llegó a casa ayer. Supongo que la gente le contó


cosas, y está muy enfadada con Mamá y quería que te diera un mensaje.
—Delaney se puso roja—. Y Mamá me dio una nota para ti.

JJ puso su cara de policía, toda fría y dura, y Delaney se acercó


a Regan. La madre de Delaney era Giselle, quien había dicho cosas
desagradables sobre JJ. ¿JJ iba a ser cruel?

Regan rodeó a Delaney con el brazo. ¿Qué debería decir?

393
Pero luego JJ sonrió un poco y se sentó en la mesa de café, por lo
que no parecía grande ni nada. —Lo siento, me pillaste por sorpresa.

Aceptó la nota que Delaney sostenía y la leyó, y su rostro se


suavizó. —Creo que tu mamá no se dio cuenta de lo mucho que te quería.
Ahora sí, y quiere que le enseñe a trenzarte el pelo como el de Regan.

Delaney había dicho que su mamá estaba siendo muy cariñosa


ahora. Regan sonrió. —¿Quizás JJ puede hacer que nuestras trenzas
coincidan?

Delaney rebotó. —¡Si!

JJ se rio un poco, luego se detuvo. —¿Qué querían decirme tu


abuela?

—Me hizo repetirlo todo un montón de veces para hacerlo bien. —


Delaney se enderezó—.Abu dijo: Por favor, dile a la oficial que me disculpo
por mis palabras irreflexivas. Creo que todos nosotros en Rescue somos
extremadamente afortunados de tenerla aquí.

Mirando hacia otro lado, JJ parpadeó rápido. Luego dijo


suavemente: —No estoy segura de recordar a tu abuela.

—Ella es la señora Hudson —dijo Regan.

—Ah, la mujer con la cadera rota. ¿Está bien, Delaney?

Delaney asintió con la cabeza. —Ajá. Estuvo en el hospital y en el


centro de rehabilitación para aprender a caminar. Tiene que usar un
andador por un tiempo.

—Me alegra que esté mejor. Por favor, dile que gracias, y que todo
está perdonado y olvidado. —JJ sonrió y arrugó la nariz hacia Delaney—
¿Necesito hacerte decirlo un montón de veces?

Delaney se echó a reír provocando que los demás lo hicieran.

—Niko, ¿qué tal la escuela en el nuevo sitio? —preguntó JJ.

Después de casi dos semanas de ausencia, ayer habían vuelto a


la escuela en dos casas que hace mucho tiempo eran bed & breakfast. El
tío Bull le había dicho que podían usar las casas hasta que arreglasen
los edificios prefabricados o consiguiesen algo mejor. El terreno donde
habían estado la vieja escuela y el patio de recreo estaba cubierto por el
deslizamiento.

394
Muchos niños todavía no podían ir por esa carretera.

—Es un poco raro. Todos los estudiantes de secundaria están en


una casa y nosotros en la otra. Pero me gusta —dijo Niko—. La Sra.
Wilner dijo que es como hacer una prueba para saber qué cambiar
durante las vacaciones de invierno.

—Parece razonable. —JJ inclinó la cabeza— ¿Algún otro problema


con los acosadores?

Regan sacudió la cabeza. —Brayden no estaba en la escuela.

—Él no va a volver. —La boca de Delaney se alzó—. Su madre está


preocupada por el terremoto. Y Brayden no quiere volver a la escuela
porque…

Porque demostró que era un asqueroso, como Papá decía que


cobarde, como dijo Papá que eran los matones.

Regan dijo en voz alta—: Porque él también está preocupado por


el terremoto.

—De todos modos —Delaney sonrió—, se están mudando de


vuelta a Indiana.

Regan sonrió. —Qué bien.

—Y Shelby? —preguntó JJ.

—Creo que ella se va a portar bien. —Niko frotó las orejas de


Sirius, y el ronroneo se hizo más fuerte—. Ella siempre era mala cuando
Brayden estaba cerca.

—Me alegro. —JJ palmeó la rodilla de Regan y se levantó— ¿Qué


opináis de comer unos nachos?

Regan se echó a reír mientras sus amigos vitoreaban.

Cuando JJ se dirigió hacia la cocina, Regan sintió como si tuviera


pequeñas burbujas felices en el pecho. Porque JJ se había mudado y Niko
dijo que eso significaba que ella y Papá se casarían.

Y eso significaba que JJ sería una mamá. Mi mamá.

Caz, que estaba sentado en la cocina, miró hacia arriba mientras


los niños vitorearon la comida. Era un buen sonido.

395
Al otro lado de la isla, Gabe sonrió. —Es bueno tener niños en
casa.

—Sí, lo es. —Bull dejó unas cervezas delante de Caz y Gabe.

Caz terminó de leer el informe de resultados que Bull había traído.


La compañía tenía ahora un nombre: Sarge’s Investment Group. Hawk
acortó el nombre a SIG… que también era un alias para las armas de
fuego Sig Sauer. A la corporación le iba bastante bien. Gracias a que
Mako había comprado propiedades por muy poco, SIG podía ofrecer
incentivos a los nuevos negocios de Rescue y aun así obtener ganancias—
. Me parece bien, mano.

Gabe tocó con el dedo el documento. —¿Cuál es el siguiente paso


para la ciudad? ¿¿Vamos a seguir impulsando el crecimiento? Estoy a
favor a pesar de que los Patriotas Zelotes nos presionen.

—¿Nos importa un bledo? —,gruñó Hawk.

—Los PZs son un problema, no sólo por su aversión al crecimiento


de la ciudad. —Caz frunció el ceño—. Las mujeres y los niños que he visto
en la clínica tienen un número anormal de contusiones en varias etapas
de curación.

La mirada de Gabe se encontró con la suya. —Conociéndote,


insististe.

—Sí. Pero incluso cuando están solos, ninguno de los pacientes,


íctimas, habla conmigo. —Eso lo frustraba mucho. muchísimo.

—Vamos a tener que hacer algo al respecto, Gabe —dijo Bull.

—Lo haremos. Y pronto. —La boca de Gabe se apretó—. Tengo la


impresión de que la figura de Parrish pierde fuerza y la de Nabera está en
alza. El problema es que Nabera está un poco más allá de ser un fanático
y se dirige directamente a la locura.

—Oh, Dios. Y yo que pensaba que me aburriría aquí. —Los ojos


de Hawk brillaban con cínica diversión.

Bull se volvió. —¿Te quedarás ahora, hermano?

—Sí. Quién sabe, tal vez necesites un francotirador.

—¿Qué es un francotirador? —Regan puso su vaso en la isla, sus


inocentes ojos marrones los silenciaron a todos.

396
Hawk parecía realmente preocupado.

—Ah... Un francotirador es alguien que dispara un rifle casi tan


bien como yo lanzo un cuchillo. —Caz sonrió al ver que el alivio y la ofensa
se reflejaban en la cara de Hawk— ¿Qué pasó con Star Wars?

—Audrey tuvo que ir a hacer algo con el pan, así que estamos en
un descanso hasta que regrese. —Regan se subió al taburete de la isla
junto a Gabe— ¿Cuándo me vas a enseñar a lanzar cuchillos, Papá?

¿Lanzar cuchillos? ¿Su bebé? —Eres demasiado joven.

Se oyó una risa ronca, y JJ se apoyó contra él. —¿Cuándo,


exactamente, comenzaste a jugar con cuchillos, Cazador?

Sus hermanos se rieron, pinche pendejos, porque había


apuñalado a alguien la primera vez que había estado en las calles. A los
siete.

—Creo que te enamoraste de lanzar cuchillos el día que Grayson


te quitó el tuyo y lo arrojó a un árbol —dijo Bull—. El día en que nos
conocimos, ¿verdad?

Los labios de Gabe se curvaron. —Detuvo nuestra pelea y te


desarmó más rápido de lo que creía posible.

—Sí. Nunca había visto lanzar un cuchillo antes. Era... —Había


sido una belleza absoluta la forma en que la hoja volaba por el aire,
girando una y otra vez. Había oído el fuerte golpe cuando se incrustó en
el árbol y se quedó allí, temblando. Realmente mortal—. Fue glorioso.

—¿Quién es Grayson? —Regan apoyó los antebrazos en la isla. Su


niña curiosa. Ya no se callaba ni temía hacer preguntas.

—Zachary Grayson, un amigo de Mako. Cuando éramos niños,


nos visitaba para ver cómo nos iba —respondió Bull.

El psicólogo había hecho viajes periódicos desde Florida para


comprobar que estaban bien. Para dar el orientación que necesitaran en
ese momento. Más tarde les dijo que le preocupaba que un paranoico
superviviencialista criara a cuatro niños de la calle.

Caz sonrió. —Al día siguiente, Grayson me vio intentando lanzar


como él, pero mis cuchillos rebotaban en los árboles. Cogió uno y me
enseñó que para lanzar el cuchillo tenía que equilibrarlo... y luego habló

397
de cómo la vida de un hombre también necesitaba equilibrio. Si quería
llegar a donde deseaba ir, tenía que encontrar el equilibrio.

Regan frunció el ceño. —¿Equilibrio en qué?

—En todo, mija. —Caz acercó a JJ—. De niño, tuve que aprender
a equilibrar la ira y la paz —Le guiñó un ojo a su hija— ¿Te suena eso,
sí?

Ella le devolvió la sonrisa.

—Más tarde, me habló sobre el equilibrio entre quitar vidas... y


salvar vidas.

—¿Más tarde? —Los ojos de Gabe se entrecerraron—. ¿Una


década después? ¿Grayson fue quien te convenció para que fueras
paramédico?

Y para que dejase de ser un asesino. —Lo hizo. Mako me lo echó


encima.

Bull soltó una carcajada. —Propio del sarge.

El plan del sargento había funcionado... como de costumbre.

Caz le sonrió a su hija. Al igual que el sargento, tendría el honor


de transmitirle a su niña las habilidades que había aprendido. —Cuando
aprendas el equilibrio entre pelear y retirarte, te enseñaré a usar
cuchillos.

Regan asintió con alegría.

Miró a JJ. —¿Tú también quieres aprender, mi corazón?

—¿Cuchillos? ¿En serio? De ninguna manera. —Sus cejas se


alzaron—. Estoy de acuerdo con Han. 'Las supercherías religiosas y las
armas antiguas no son rival para un buen blaster a tu lado’33. Me quedaré
con mi pistola, gracias.

—Eso digo yo. —Hawk soltó una risa brusca mientras asentía con
la aprobación de JJ—. Quédate con ésta más tiempo que una noche,
hermano.

33
Frase de Star Wars

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—Tengo la intención de hacerlo, mano. Me quedaré con ella todas
las noches. —Caz sonrió cuando los ojos risueños de JJ se encontraron
con los suyos.

Acercándose a su amor, la besó una vez y otra, y le susurró—:


Para siempre.

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