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PSICOLOGÍA DEL CICLO VITAL 1

Psicología del Ciclo Vital: Del Contextualismo del


Desarrollo al Co-constructivismo Biocultural del Desarrollo
Paul B. Baltes y Jacqui Smith
Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano

La psicología del ciclo vital siempre ha sido asociada a una familia de textos sobre el desarrollo y el envejecimiento. Un
grupo inicial de textos incluyó propuestas sobre contextualismo del desarrollo en un nivel macro (ej., medido según edad,
según historia, e influencias no normativas). Esfuerzos teóricos recientes que buscan conectar las perspectivas
evolucionistas y ontogénicas generaron un nuevo conjunto de textos interrelacionados sobre la naturaleza y las
consecuencias del desarrollo humano. Las propuestas sobre la arquitectura biocultural del ciclo vital destacan su inherente
falta de completitud, así como el aumento en su incompletitud y su vulnerabilidad, como resultado del envejecimiento.
Las diferencias relacionadas con la edad en la asignación general de recursos (de crecimiento a mantenimiento y la
regulación de las pérdidas) así como los mecanismos generales de selección, optimización y compensación, forman un
desarrollo adaptativo y un envejecimiento dentro de los límites de la arquitectura biocultural. Proponemos que este
conjunto de concepciones converge con la idea del co-constructivismo biocultural del desarrollo, y especifica la zona
dentro de la cual el desarrollo humano puede expresarse.

Sin querer degradar el rol de los esfuerzos teóricos alternativos y su importante impacto en las ciencias del
desarrollo (ver Elder, 1998; Lerner, 2002; y Magnusson, 1996), los estudiosos del ciclo vital sostienen que sus
orientaciones teóricas han enriquecido considerablemente, si no transformado, el campo de la psicología del
desarrollo (ej., P. B. Baltes, 1987, 1997; P. B. Baltes, Lindenberger, y Staudinger, 1998; Staudinger y
Lindenberger, 2003). En esencia, la orientación del ciclo vital fue diseñada no sólo para destacar que el
desarrollo continúa luego de la juventud y la adolescencia sino también para agregar contenido adicional y
principios de determinación. Cuando los investigadores consideran el desarrollo como un fenómeno que dura
toda la vida en vez de uno que se restringe a un período de edad, surgen temas como la sabiduría, dinámicas
intergeneracionales, y la influencia de contextos históricos cambiantes en el desarrollo personal. Considere,
por ejemplo, los cambios en la influencia direccional y el poder de la sociabilización recíproca si comparamos
padres e infantes con sus contrapartes en la segunda etapa de la vida, padres y sus hijos ya adultos
(Hetherington y Baltes, 1988). O considere las consecuencias del histórico aumento en el promedio de
esperanza de vida, de unos 45 años en 1900 a unos 80 años en el 2000. Cambios de esta magnitud en
transacciones sociales o fenómenos condicionados por la historia son más difíciles de identificar cuando el
lente teórico se enfoca sólo en una etapa de la vida, como la infancia.
Históricamente, ha habido un largo registro de pensamientos sobre el ciclo vital. Una fuente
importante se remonta a Tetens (1777), quien publicó un trabajo monumental sobre el desarrollo humano hace
más de 200 años. Éste exploró los cambios funcionales en las características humanas a lo largo del ciclo vital
y dirigió la atención a las preguntas sobre la posible modificación del desarrollo, incluyendo el impacto de los
cambios históricos (P. B. Baltes et al., 1998; Lindenberg y Baltes, 2000). Ha habido voces igualmente
relevantes de hechos más recientes en Norte América. En su discurso presidencial a la División 20 de la
Asociación Americana de Psicología en 1958, la destacada joven desarrollista Nancy Bayley logró capturar
los sentimientos de mediados del siglo 20: “La teoría y la investigación psicológica traerán muchos beneficios
si el estudio es planeado, realizado e interpretado dentro del marco de referencia del ciclo vital y el constante
proceso de cambio que caracteriza a todo comportamiento” (Bayley, 1963, p. 137). La Serie de Conferencias
de West Virginia sobre la psicología del ciclo vital, organizada por primera vez en 1969, fue un esfuerzo
colectivo para articular la teoría del ciclo vital y sus estudios, y para promover las perspectivas del ciclo vital
dentro de la psicología del desarrollo (ej., Goulet y Baltes, 1970). A pesar de que ya se ha logrado mucho
desde este punto en cuanto a avances teóricos y metodológicos, aún quedan varias lagunas y áreas por
elaborar.

Traducido por Susan Hepner Bossart


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Como un esfuerzo para llegar a una elaboración más profunda, este artículo se centra en propuestas del ciclo
vital y en estudios sobre los sistemas multinivel de influencias contextuales del desarrollo, y su diseño
evolucionario y ontogénico. Comenzamos con un resumen de textos sobre el contextualismo del desarrollo
que caracterizó el comienzo de la psicología del ciclo vital. Durante ese tiempo, y colaborando de manera
cercana con sociólogos del curso de la vida, se identificaron tres tipos de influencias bio-sociales contextuales
interactivas: (a) según edad, (b) según historia, y (c) no normativas (ej., P. B. Baltes, Reese, y Lipsitt, 1980).
De la misma manera, y alineado con recientes esfuerzos teóricos para refinar conceptos de contextualismo
biocultural y del desarrollo (ej., P. B. Baltes, 1997; P. B. Baltes y Singer, 2001; S.-C. Li, 2003), se ha
generado un nuevo conjunto de textos sobre el ciclo vital. Dichos textos, que serán mencionados en secciones
posteriores de este artículo, tratan sobre: (a) la estructura “arquitectónica” general de la ontogenia y las
dinámicas entre los factores culturales y biológicos; (b) la asignación diferencial de recursos a lo largo del
ciclo vital, desde un énfasis principal en el crecimiento hacia la mantención y regulación de pérdida; y (c) la
operación sistemática de una serie de mecanismos (selección, optimización, compensación) que generan
desarrollo y envejecimiento adaptativo (y exitoso).
Concluimos con una consideración de las implicancias de estos textos en la última etapa de la vida. Dado que
la perspectiva de los desarrollos contemporáneos sobre el ciclo vital se extiende más allá de lo que era posible
antiguamente (ej., realizar estudios sobre los más ancianos y centenarios; Smith, 2001), ha emergido un nuevo
escenario sociodemográfico: el del envejecimiento de la población. En nuestra perspectiva (P. B. Baltes y
Smith, 1999, 2003), este noble escenario promete generar una nueva situación de contextualismo biocultural
clasificado según la historia. En esta última etapa de la vida, el funcionamiento psicológico se puede
caracterizar por aspectos de cambio e innumerables factores que son bastante distintos de la red normal que es
operada durante etapas anteriores en la vida.

TEXTOS DEL CICLO VITAL SOBRE


MACRO-CONTEXTOS DEL DESARROLLO

Comenzamos con una vista general de los esfuerzos tempranos hechos por los estudiosos del ciclo vital para
identificar marcos que consideren el contextualismo en un nivel de análisis macro, y el impacto de dichos
contextos en la producción de similitudes y diferencias en el desarrollo (P. B. Baltes et al., 1980). Es
importante mencionar que estos esfuerzos son consistentes con nuestra visión actual del contextualismo (i.e.,
contextualismo bio-cultural como co-constructivismo) en el sentido que se refieren a maneras en las que
factores intrínsecos y extrínsecos se estructuran a lo largo del ciclo vital. Específicamente, los textos iniciales
del ciclo vital están estructurados en varios niveles a lo largo de la vida, según tres tipos de influencias:
medidas según (a) edad (ontogénicas), (b) historia, y (c) no normativas (idiosincráticas) (ver también P. B.
Baltes, Cornelius, y Nesselroade, 1979).

Como una unidad, las interacciones y co-producciones de estas clases de influencias contextuales
contribuyen, por un lado, a demasiada frecuencia y continuidad en la naturaleza del cambio del desarrollo. Por
otro lado, contribuyen diferencias de status en niveles interindividuales y de subgrupos, y a diferencias en la
dirección y nivel del cambio intra-individual a lo largo del tiempo. Por ejemplo, las influencias medidas según
edad pueden variar sistemáticamente por clase social, género, cohorte, o etnia. También, no lograr reconocer
la inherente diferenciación grupal e individual asociada a los tres tipos de influencias fue una causa
importante de malentendidos entre sociólogos y psicólogos (P. B. Baltes y Nesselroade, 1984; Dannefer,
1992; Mayer, 2003).

Esta mirada macro de los contextos intrínsecos y extrínsecos del desarrollo hizo hincapié en el
concepto de plasticidad como fundamento principal del ciclo vital (P. B. Baltes y Schaie, 1976; Gollin, 1981;
Lerner, 1984). La plasticidad fue definida como el rango de desarrollo humano posible bajo variables
constelaciones de influencias medidas por edad, historia, y no normativas. Puede ser estudiada mediante
simulaciones experimentales de desarrollo en las que se examinan distintas historias de aprendizaje mediante,
por ejemplo, diseños de entrenamiento cognitivo en tiempo comprimido, o métodos para poner a prueba los
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límites (P. B. Baltes, Reese, y Nesselroade, 1977; Kliegl, Smith, y Baltes, 1989; Lindenberger y Baltes,
1995). A pesar de que los estudiosos del ciclo vital normalmente apelan a la necesidad de tener diseños
longitudinales complejos y una combinación creativa de investigación longitudinal explicativa y descriptiva
(ej., Kruse, Lindenberger, y Baltes, 1993; Magnusson y Casaer, 1993; Schaie, 1965), parte de la pragmática
de la ciencia es que naturalmente toma demasiado tiempo que diseños tan idealizados sean llevados a cabo
dentro de la vida activa de un investigador o un equipo de estudios.

La Organización Multinivel del


Contexto en El Ciclo Vital

Debido a la complejidad y plasticidad de las condiciones que moldean el curso del desarrollo humano, la
perspectiva general de los psicólogos del ciclo vital ha apuntado siempre a enfatizar la naturaleza dinámica,
transaccional y pluralista (multidimensional, multinivel) de las influencias contextuales en el cambio
individual. Precisamente, el curso del desarrollo individual en sí es considerado como un fenómeno cambiante
(ver también Elder, 1998; Mayer, 2003; Riley, Foner, y Riley, 1999). Por lo tanto, cuando P. B. Baltes y sus
colegas (P. B. Baltes et al., 1980; P. B. Baltes et al., 1977) hicieron una distinción entre tres tipos de
influencias contextuales –normativas medidas según edad, normativas medidas según historia, y no
normativas- su intención fue concientizar a los investigadores para que consideren niveles múltiples de
explicación para las diferencias y cambios, relacionados con la edad, a través del tiempo.

Influencias normativas medidas según edad (ontogénicas). Hoy en día, pocos podrían
refutar que los factores relacionados con la edad juegan un rol organizacional predominante en la
estructuración de contextos biológicos y ambientales del desarrollo a lo largo del ciclo vital. Normativas se
usa aquí en el sentido estadístico para indicar que una serie de eventos ocurren en maneras muy similares
(momento y duración) para la mayoría de las personas en una sociedad o subcultura específica.
Hay una larga tradición de examinar contextos medidos según edad y sistemas de influencia en los
primeros 20 años del ciclo vital humano. Es necesario más esfuerzo conceptual, sin embargo, para especificar
los mecanismos y la naturaleza de los contextos biológicos y ambientales del cambio de desarrollo, medidos
según edad, durante la etapa de adultez y vejez. Considere primero nuestro conocimiento de las influencias
biológicas medidas según edad en la adultez: Comparado con los primeros 20 años de vida, donde mucho se
sabe sobre las correlaciones normativas entre la edad cronológica y los aspectos de la madurez biológica,
tenemos conocimientos relativamente menos detallados sobre secuencias temporales y las asociaciones edad-
biología en la mediana adultez y la vejez. En cuanto a la segunda mitad de la vida, el valor adjudicado a
buscar “marcadores biológicos de edad” está en disputa (ej., McClearn, 1997) y los estudiosos sugieren que, a
pesar de que algunos órganos y sistemas biológicos muestran cambios funcionales de manera regular a lo
largo del tiempo, no hay un “programa” general para envejecer como tal: Los procesos estocásticos
contribuyen al aumento de variaciones interindividuales con la edad luego de la adultez joven (ej., Finch y
Kirkwood, 2000; Kirkwood, 2003).
La especificación de eventos de sociabilización, tareas del desarrollo, y ecologías normativas y
medidas según edad es también un área que no ha sido actualizada últimamente (ej., Havighurst, 1972;
Neugarten, 1969; Settersten, 1999). Varias reseñas recientes orientadas de manera sociológica sugieren que
las expectativas sociales, ecologías del desarrollo, y los caminos de transición según edad a través del ciclo
vital pueden estar cambiando (ej., Ferraro, 2001; Heckhausen y Dweck, 1998; Mayer, 2003; Sampson,
Morenoff, y Gannon-Rowley, 2002; Shanahan, 2000). Muchos debaten si los contextos ambientales y sociales
contemporáneos se han tornado más o menos definidos por la edad, y si la variación (diversidad) dentro de
grupos etáreos y cohortes ha aumentado (Dannefer y Uhlenberg, 1999; Mayer, 2003; Settersten, 1999).

Influencias medidas según historia . Las influencias medidas según historia también
involucran contextos ambientales y biológicos y contribuyen a cambios tanto a corto como a largo plazo en
las trayectorias de desarrollo que puedan diferenciar a los grupos. Desde una perspectiva de la disciplina, este

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es el territorio de historiadores y sociólogos (Elder, 1998; Mayer, 2003; Riley et al., 1999). Sin embargo,
observaciones de los biólogos del desarrollo podrían ayudar a completar la figura de la dimensión bicultural
de influencias medidas según la historia.
Ejemplos de influencias medidas según historia son la depresión económica, guerra, revolución
social, epidemias importantes, avances tecnológicos, cambios educacionales relevantes, cambios en la
estructura demográfica y modernización, y cambios en el contenido y las prácticas de la nutrición y otras
formas de comportamiento de salud. Estudios sobre los efectos en cohortes de nacimiento originalmente
representaron quizás el mayor elemento de consideración del contextualismo histórico (Elder, 1998). Más
recientemente, la perspectiva ha sido extendida a dimensiones de tiempo y esfuerzos más grandes para
especificar las causas y procesos particulares. En los últimos 100 años, por ejemplo, la modernización ha sido
asociada con un aumento en la variación de los caminos hacia los roles del adulto (ej., Modell y Elder, 2002).
Además, se considera que los cohortes difieren en el nivel y la forma de trayectorias de edad en un amplio
conjunto de dimensiones, incluyendo inteligencia (Flynn, 1999; Schaie, 1996), morbosidad, y longevidad
(Maier y Vaupel, 2003; Vaupel et al., 1998).
Estudios sobre las diferencias entre cohortes son frecuentemente usados para apoyar argumentos que
sostienen que el cambio histórico trae avances y mejoras. En esta tradición, el trabajo en el desempeño
cognitivo durante la adultez tardía realizado en Suecia (ej., (e.g., Bäckman, Small, Wahlin, y Larsson, 2000) y
el Estudio Longitudinal de Seattle, de Schaie (1996), sugieren que las personas de 70 años hoy son
comparables con las de 65 años que vivieron 30 años atrás (ver también Helmuth, 2003). La salud funcional
de adultos mayores también ha incrementado (Manton, Stallard, y Corder, 1997). Sin embargo, el cambio
histórico también podría tener consecuencias negativas. Por ejemplo, a pesar de cambios positivos en las
competencias intelectuales de cohortes, Schaie (1996) reportó diferencias negativas entre cohortes en el
desempeño de tareas que implicaran números: Los cohortes de edad menores muestran menor manejo
numérico que los cohortes mayores. Elbert (2003) sugirió que puede haber consecuencias negativas en la
arquitectura funcional del cerebro asociada con guerras u otras formas de violencia o epidemias relacionadas
con drogas. Estudios sobre influencias en la naturaleza del desarrollo individual, medidas según la historia,
están llegando a nuevos horizontes y por lo tanto han fortalecido sus propuestas sobre la con-construcción
biocultural de ontogenia (P. B. Baltes y Singer, 2001; S.-C. Li, 2003).

Influencias no normativas. El tercer grupo de influencias refleja los eventos únicos biológicos
y ambientales individuales- idiosincráticos que no están claramente relacionados con un tiempo ontogénico o
histórico. Típicamente, pero no necesariamente, son estadísticamente infrecuentes en una población y no
tienen una secuencia temporal o espacial universal, y aun así pueden tener influencias en el desarrollo de un
individuo (ej., Bandura, 1982; Brim y Ryff, 1980). Algunos ejemplos incluyen ganar la lotería, encuentros
personales al azar, cambios de trabajo, reubicación, accidentes o enfermedades serias, desempleo extendido,
divorcio, muerte inesperada de una persona cercana, migración, y ser víctima de un crimen serio o de
condiciones similares a una guerra.

El impacto de los eventos no normativos es considerado como especialmente poderoso ya que dichos
eventos irrumpen en la secuencia y el ritmo del ciclo de vida esperado y por ende generan condiciones de
incertidumbre (ej., Diehl, 1999; Wrosch y Freund, 2001). Algunas, aunque no todas estas condiciones pueden
ser mínimamente sometidas a un control personal o social y a modificaciones a largo plazo, por lo tanto
representan situaciones de desafío extremas. En las narrativas de vida de los individuos, tales eventos pueden
ser percibidos como “puntos de quiebre” críticos (ej., McAdams, 2001). El punto hasta el que un evento no
normativo tendrá implicancias duraderas en cambios de la vida depende de en qué momento ocurre a lo largo
de la vida y del tipo de cambio que significó el evento en cuanto a roles sociales, status funcional, y sentido de
identidad. En nuestra apreciación, el estudio de eventos no normativos ha sido especialmente impactante si el
énfasis está en la operación de eventos múltiples o asociados y situaciones en las cuales las reservas del
desarrollo fueron puestas al límite (P. B. Baltes et al., 1998; Staudinger, Marsiske, y Baltes, 1993).
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Cambiando la Prominencia de Influencias


Contextuales a Lo Largo del Ciclo Vital

Juntos, estos sistemas de influencias entrelazados y co-construidos, mediados a través de las redes de
estructuras institucionales e individuales actualmente desarrolladas, tienen un efecto acumulado que produce
regularidades y diferencias individuales en los caminos de la vida. Ninguno de estos tipos de influencias
biológicas o ambientales opera de manera independiente. Tal enfoque del contextualismo hace explícita la
falta de previsibilidad del desarrollo humano y del límite experimentado por los individuos al hacerse parte de
esfuerzos para construir y organizar sus vidas (ej., Brandtstädter & Lerner, 1999).
El perfil combinado de los efectos de varios tipos de influencias puede también diferir según etapa
etárea (o histórica). En relación a esto, P. B. Baltes et al. (1980) especularon sobre la prominencia relativa de
las influencias no normativas y las medidas según edad e historia en distintos puntos del ciclo vital.
Propusieron la hipótesis de que las influencias medidas según edad son primariamente importantes durante el
desarrollo infantil y, quizás en menor grado, en la transición hacia la vejex, mientras que las influencias no
normativas y las medidas según la historia se convierten en una fuerza cada vez más dominante desde la
adultez joven en adelante. La primacía de las influencias medidas según edad durante la infancia ha sido por
mucho tiempo apoyada por las funciones nomotéticas del desarrollo en dominios tales como el crecimiento
cognitivo y físico, que son bastante significativos a lo largo de culturas y períodos históricos. La idea de que
las influencias según edad pueden debilitarse con el tiempo, especialmente más allá de la edad cronológica del
promedio de esperanza de vida, es consistente con las teorías biológicas del envejecimiento basadas en la
evolución (ej., P. B. Baltes, 1997; Kirkwood, 2002). El razonamiento es que el control genético sobre la fase
post-reproductiva de la vida no ha sido seleccionado. También es consistente con las teorías sociológicas que
apuntan a la ausencia de los roles sociales para la mayoría de los adultos de mayor edad de una población y la
insignificancia comparativa de adultos mayores luego de jubilarse para la organización de la sociedad
(Rosow, 1985; Uhlenberg, 1988).
Las evidencias sobre el impacto de las influencias normativas según la historia, en el curso completo
de la vida fueron escasas en 1980 y continúan siendo limitadas. El efecto del momento en que los eventos
históricos toman lugar en las vidas de los individuos probablemente depende en el tipo de evento, el punto
hasta el cual representa una situación de ganancia o pérdida para la persona en diferentes edades a corto y
largo plazo, y la capacidad de los individuos de cambiar a distintas edades (ej., Elder, 1998; Wrosch y Freund,
2001).
P. B. Baltes et al. (1980) propusieron que los eventos no normativos tienen un rol sobresaliente en la
determinación del desarrollo luego de la adultez temprana. En parte, esta propuesta está relacionada con la
idea de que el rol organizacional de los factores biológicos y ambientales determinados por la edad disminuye
a lo largo de los años. Además, es probable que las pérdidas de reservas del desarrollo relacionadas con la
edad tengan un papel importante. Junto con el valor cambiante de las influencias contextuales a lo largo del
ciclo vital, la propuesta que obtienen las influencias no normativas es acorde a descubrimientos de que los
cambios en la adultez tardía están relacionados con pérdidas de control, falta de potencial para recuperarse, y
más restricciones para adoptar caminos de vida alternativos o medidas compensatorias (P. B. Baltes & Smith,
2003; Heckhausen, Dixon, y Baltes, 1989; Smith, 2003).

UN TEXTO DEL CICLO VITAL SOBRE


DINÁMICAS BIOLOGÍA-CULTURA

Durante los últimos años, hemos desarrollado una serie de textos sobre el ciclo vital para explicitar las
dinámicas “casuales” del desarrollo del ciclo vital y fortalecer nuestras observaciones del mecanismo de co-
construcción biocultural. (ej., P. B. Baltes, 1997). Para comenzar, describimos un texto general sobre la
arquitectura de la ontogenia, el paisaje del desarrollo humano. Este marco general vincula principios básicos
de la biología del desarrollo con propuestas sobre mecanismos y contextos del desarrollo psicológico y el
envejecimiento, y especifica las formas generales y el resultado de esta vinculación a lo largo del tiempo. La
Figura 1 resume los tres principios esenciales de este marco general. Proponemos que estos principios deben

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ser considerados si intentamos comprender el sistema interactivo de las influencias medidas según edad,
historia y no normativas.
En primer lugar, como lo muestra el panel izquierdo de la Figura 1, se propone que la plasticidad
biológica y la fidelidad genética disminuyen a medida que los individuos llegan a mayores edades del ciclo
vital. Esta trayectoria del ciclo vital refleja el hecho de que la evolución biológica no fue orientada hacia la
optimización de la vejez, sino a la optimización de la aptitud reproductiva en la adultez temprana (ej., Finch,
1990). Como consecuencia, el genoma humano en grupos etáreos mayores tiene más probabilidades de ser
caracterizado por expresiones genéticas perjudiciales y fidelidad genética reducida. El resultado: La
plasticidad biogenética disminuye con la edad, aunque continúe funcionando.
El segundo principio (panel del medio de Figura 1) sostiene que para que el desarrollo humano se
extienda a edades mayores, es esencial que haya nuevos pasos en el nivel y el tipo de evolución cultural y
recursos culturales. Para extender la esperanza de vida promedio, por ejemplo, se necesita cada vez más
práctica y recursos culturales para aprovechar el potencial biogenético inherente del genoma humano. Por
ende, los aspectos materiales, tecnológicos, psicológicos y sociales de la evolución social, no genética, son la
fuerza que ha dirigido recientes expansiones cuantitativas y cualitativas del ciclo vital (ver también Durham,
1991).
El dilema de los tiempos modernos se encuentra en la función del ciclo vital demostrado en el panel
de la derecha de la Figura 1. La eficacia de la cultura para aprovechar el genoma y compensar las pérdidas
biológicas asociadas a la edad, si es necesario, disminuye hacia el final del ciclo vital. Mientras mayor sea el
individuo, menos mejoras o arreglos se observarán considerando la misma intervención cultural. En la vejez,
por ejemplo, alcanzar el mismo resultado cognitivo requiere mucho más tiempo y práctica. Además, mientras
los individuos alcanzan desempeños asintóticos, es más difícil que presenten mejoras posteriores (P. B. Baltes
et al., 1998).
Este texto teórico triangular de cambios relacionados con la edad en la arquitectura biocultural del
ciclo vital debe ser tomado en cuenta cuando se trata de especulaciones sobre el futuro del desarrollo adulto y
el envejecimiento en una población donde cada vez más individuos alcanzarán una edad avanzada. Por
supuesto, las ideas presentadas en la Figura 1 caracterizan un marco dinámico y en desarrollo, y el paisaje
puede cambiar con nuevas ciencias. Por ejemplo, las tres curvas de trayectoria podrían ser extendidas hasta
mayores edades en el eje x. A pesar de esto la dirección del cambio en relación a la edad, especialmente en la
Cuarta Edad, reflejará la inconclusión biocultural de la arquitectura y su vulnerabilidad asociada y potencial
reducido.

FIGURA 1 Arquitectura biocultural del ciclo vital: Representación esquemática de tres meta-principios que co-regulan la
ontogenia humana. Juntos, estos principios describen la dinámica entre la biología y la cultura a lo largo del ciclo vital qu e
caracterizan un aumento de inconclusión y vulnerabilidad de los individuos y la población a medida que envejecen.
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UN TEXTO DEL CICLO VITAL SOBRE LA ASIGNACIÓN


DE RECURSOS: DESDE EL CRECIMIENTO HASTA LA MANTENCIÓN Y
REGULACIÓN DE PÉRDIDA

Otro texto del ciclo vital propuesto en años recientes complementa las propuestas generales sobre las
dinámicas bioculturales y la operación de contextos del ciclo vital (P. B. Baltes, 1997; Staudinger et al.,
1993). Este texto esboza los cambios a lo largo del ciclo vital en la configuración sistémica de tres funciones
generales del desarrollo: (a) crecimiento; (b) mantención, incluyendo arreglos y recuperación; y (c) regulación
de pérdida. Este sugiere que con la edad, los individuos necesitan invertir cada vez más recursos internos y
externos en mantención y manejo de pérdidas en vez de en crecimiento, para poder asegurar una adaptación
eficaz y exitosa. Este cambio sistémico genera condiciones límite para la operación y los resultados de los
contextos del desarrollo.
Con la frase función adaptativa del crecimiento nos referimos a los comportamientos involucrados
en alcanzar niveles más altos de funcionamiento o capacidad adaptativa. Clasificamos bajo el título de
mantención a comportamientos que aseguran estabilidad en niveles de funcionamiento al enfrentarse con
nuevos desafíos contextuales o una potencial pérdida. Finalmente, en cuanto a la regulación o manejo de
pérdida, nos referimos a comportamientos que organizan el funcionamiento en niveles más bajos cuando la
mantención o la recuperación ya no es una posibilidad. Durante la adultez, la asignación principal está en la
mantención. En la vejez, más y más recursos se dirigen a la regulación o el manejo de pérdida. Tales
características del ciclo vital son, por supuesto, una manera simplificada ya que las diferencias individuales,
funcionales (dominio), contextuales e históricas deben ser tomadas en cuenta. Este texto del ciclo vital hace
referencia a la probabilidad relativa y la predominancia.
Las trayectorias del ciclo vital en cuanto a recursos invertidos en crecimiento, mantención y
regulación de pérdida tienen implicancias en las dinámicas involucradas en la coordinación sistémica e
integrativa de estas tres funciones. En relación a esto, no es una sorpresa que los investigadores del desarrollo
en adultos tengan altos intereses en temas tales como metas y selección de metas, además de la compensación
por pérdidas y la aparentemente ilógica idea de que las condiciones de déficit pueden traer avances mediante
esfuerzos innovadores (P. B. Baltes et al., 1998; Cantor & Fleeson, 1994; Dixon & Bäckman, 1995; Eccles &
Wigfield, 2002; Freund & Baltes, 2002; Uttal & Perlmutter, 1989). Perspectivas como ésta nos han llevado a
trabajar en una teoría general de desarrollo adaptativo y manejo de ganancias y pérdidas, que serán descritas a
continuación.

UN TEXTO DEL CICLO VITAL SOBRE DESARROLLO


ADAPTATIVO Y ENVEJECIMIENTO: ORGANIZANDO SELECCIÓN,
OPTIMIZACIÓN, Y COMPENSACIÓN

Durante los últimos 10 años, hemos trabajado en una teoría general de desarrollo adaptativo (exitoso) y
envejecimiento (optimización selectiva con compensación [OSC]; P. B. Baltes, 1997; P. B. Baltes y Baltes,
1990; P. B. Baltes, Freund, y Li, en prensa; Freund y Baltes, 2002) que es consistente con los textos generales
del desarrollo del ciclo vital que hemos mencionado. Esta no es la única teoría que podría ajustarse al marco
general; sin embargo, es una teoría que fue especialmente diseñada para cumplir dicho propósito.

Marco Básico de OSC

La teoría fue originalmente desarrollada para describir el envejecimiento exitoso y fue llamada optimización
selectiva con compensación (P. B. Baltes y Baltes, 1990). Involucró propuestas sobre la operación y
coordinación de tres componentes: (a) selección de metas o resultados, (b) optimización de medios para
conseguir estas metas, y (c) compensación a través del uso de medios substantivos. Estos componentes de la
OSC fueron posteriormente interpretados como mecanismos generales de desarrollo y funcionamiento

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adaptativo a lo largo del ciclo vital (P. B. Baltes, 1997). Hay otras perspectivas similares, destacando las de
Brandtstädter (1998), Heck-hausen y Schulz (1995), y Carstensen (1995).
La selección en su nivel más general hace referencia a un proceso de mejora del desarrollo llamado
canalización por la biología del desarrollo (Waddington, 1966). Este proceso de selección se refiere a una
especificación y delimitación del rango de caminos orientados según su resultado, permitidos por la
plasticidad biocultural en principio. Es un prerrequisito de los avances. Sin embargo, la selección puede ser
necesaria también cuando recursos tales como tiempo, energía y capacidad son limitados. Para acomodar
estas dos instanciaciones de selección y sus diversas connotaciones, se han diferenciado dos métodos de
selección –basados en elección y en pérdida (Freund y Baltes, 2002).
La optimización en el sentido general se refiere a la adquisición, aplicación, coordinación y
mantención de recursos internos y externos (medios) involucrados en la obtención de mejores niveles de
funcionamiento. Los medios relevantes son muchos, variando desde expresiones genéticas hasta
comportamiento de salud, práctica, habilidades cognitivas, apoyo social, educación, y estatus cognitivo.
La compensación, de la misma manera que la optimización, está relacionada con los medios; sin
embargo, los medios de compensación ayudan a contrarrestar pérdidas en medios específicos que han sido
usados previamente para alcanzar metas mediante el uso de medios alternativos (sustitutos) que mantengan el
funcionamiento. Un ejemplo de compensación es el uso de audífonos para contrarrestar la pérdida del audio y
un mayor apoyo en señales visuales para compensar la velocidad decreciente del procesamiento de lenguaje
en la vejez (Thompson, 1995).
Aparte de la acomodación pretendida con los textos generales del ciclo vital mencionados
previamente, hubo dos motivos centrales tras nuestra propuesta de la OSC como teoría psicológica general del
desarrollo del comportamiento: (a) tomar en cuenta la realización del desarrollo en general y (b) especificar
cómo los individuos pueden manejar los cambios generales del ciclo vital de manera efectiva en condiciones
biológicas, psicológicas, y sociales que formen oportunidades y limitaciones en niveles y trayectorias del
desarrollo. En relación al co-constructivismo biocultural, los contextos biogenéticos y culturales proveen
limitaciones y asequibilidades (incluyendo diferencias interindividuales en dichos limitaciones y
asequibilidades), y es dentro de éstas que opera la OSC.
En general, los procesos de componentes de la OSC son considerados universales. Sin embargo, los
comportamientos relacionados con OSC tienen potencial para un alto nivel de especificidad “fenotípica”
individual (P. B. Baltes y Baltes, 1990; Freund y Baltes, 2002). Cuando son expresados en el sentido
fenotípico, presentan variabilidades intra- e interindividuales. Por lo tanto, la plasticidad y su expresión
variable como función de los límites bioculturales es una piedra angular de la teoría de la OSC (P. B. Baltes y
Singer, 2001; Lerner, 2002; S.-C. Li, 2003). Además, considerando la triangulación de los aspectos de
crecimiento, mantención, y pérdida, la OSC puede ser considerada como una manera efectiva de asignar y
reasignar recursos entre estas tres funciones.
En principio, la teoría OSC puede ser incorporada a muchas perspectivas teóricas diferentes,
incluyendo de aprendizaje-comportamiento, bio-comportamiento, cognitiva, acción-teoría (una de nuestras
preferidas), y psicología social (M. M. Baltes y Carstensen, 1996; Freund y Baltes, 2002; Marsiske, Lang,
Baltes, y Baltes, 1995). En adición –y esto refleja los varios niveles de conciencia y automaticidad además de
las limitaciones externas que involucra el comportamiento humano- los procesos de la OSC pueden variar a lo
largo de las dimensiones activas-pasivas, conscientes-inconscientes, e internas-externas. En relación a esto, el
modelo de OSC puede ser aplicado a una variedad de dominios de funcionamiento (ej., social, cognitivo,
físico) y a diferentes niveles de análisis. Por ejemplo, el foco puede estar en un dominio de comportamiento
específico (ej., memoria de trabajo) o en el funcionamiento personal en un sentido más general (ej., bienestar
subjetivo o estilo de vida). El foco también puede involucrar cómo una institución, tal como una escuela o un
asilo de ancianos, asigna sus recursos y comportamientos del personal para apuntar a aspectos de crecimiento,
mantención, o regulación de pérdida (M. M. Baltes, 1996).
Un estudio reciente llevado a cabo por Gignac, Cott y Badley (2002) demuestra la ocurrencia
simultánea de la OSC como proceso general y la OSC como una estrategia individualizada de administración
de la vida. Se utilizaron métodos de observación para estudiar a pacientes mayores que padecían osteoartritis
y sus estrategias de manejo. Los resultados muestran que la mayoría de los participantes hizo al menos una
adaptación que reflejó ya sea selección (ej., restringir actividades), optimización (ej., practicar movimientos),
PSICOLOGÍA DEL CICLO VITAL 9

o compensación (ej., usar aparatos de apoyo). El hecho de que prácticamente todos los participantes hizo esto
refleja el aspecto universal de la OSC. Gignac et al. también reportaron variabilidades interindividuales
importantes en los comportamientos específicos de OSC. Este descubrimiento destaca las variaciones a las
que los individuos pueden aspirar mientras producen sus maneras especiales de identificar y organizar
métodos de selección, optimización y compensación.

Descubrimientos Selectos: Diferencias Etáreas en OSC y Resultados

El estudio teórico sobre preguntas de la aplicación de la OSC está recién comenzando. Los comportamientos
relacionados con la OSC pueden ser estudiados usando auto-informes y métodos de observación y en estudios
experimentales que involucren, por ejemplo, la metodología de tareas duales o múltiples. En esta sección,
primero hacemos un resumen de descubrimientos de estudios usando una gama de distintos métodos. Los
resultados son prometedores. En primer lugar, hay evidencia de que el orden y el uso auto-informado de los
componentes de la OSC varían con la edad; en segundo lugar, hay evidencias de que las personas que se
involucran en comportamientos OSC muestran resultados más adaptativos.
Como una idea del desarrollo, esperamos que la OSC sea un sistema en evolución, para que el
repertorio de comportamiento asociado con OSC llegue a un alza en algún punto de la mediana edad. En el
nivel del auto-informe, como es demostrado en la Figura 2, descubrimientos iniciales sirven de apoyo para tal
gradiente del desarrollo (Freund y Baltes, 2002). Los adultos jóvenes, de mediana y mayor edad contestaron
un instrumento de auto-informe desarrollado para evaluar las preferencias de uso de estrategias de OSC. Los
adultos de mediana edad demostraron la mayor frecuencia al usar todos los componentes. En etapas más
tempranas y tardías de la vida, el sistema OSC parece menos activado y coordinado en su totalidad.

FIGURA 2 Diferencias promedio en grupos etáreos demostradas en cuatro componentes de optimización selectiva con
compensación (OSC; selección electiva, selección basada en pérdida, optimización, compensación): adultos de mediana edad
reportados con la aprobación más alta y posiblemente los más integrados de OSC (adaptado de Freund y Baltes, 2002).

Sin embargo, los perfiles relacionados con la edad contienen un significado. Por ejemplo, el descubrimiento
de que los adultos mayores mostraron un uso más frecuente de selección electiva corresponde a la idea de que
los individuos de mayor edad tienen menos recursos disponibles y se orientan cada vez más hacia menos
metas selectas (ej., M. M. Baltes y Carstensen, 1996; P. B. Baltes y Baltes, 1990). De la misma manera,
durante la adultez joven la tarea de planificar la vida en una manera enfocada y sistemática necesita práctica y
refinamiento (ej., Smith, 1999). Los deseos y las intenciones son menos planificadas.

Las evidencias disponibles hasta ahora también sugieren que el uso observado de OSC está asociado
a resultados de desarrollo positivos. En los lugares donde fue examinado, el patrón de correlaciones de
resultados se presenta considerablemente en contra del control de una cantidad de predictores rivales de
desarrollo positivo tales como personalidad (ej., Los Cinco Grandes) e ideas motivacionales (ej., perseguir
metas tenazmente y ajustar metas flexiblemente). En muestras que varían entre las edades de 14 a 100+ años,

Traducido por Susan Hepner Bossart


BALTES Y SMITH
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se descubrió que los adultos que reportaron involucrarse en selección, optimización y compensación al
perseguir metas personales también presentaron altos niveles de bienestar (ej., frecuencia de experimentación
de emociones positivas, tener un propósito en la vida, satisfacción en la vida; Freund y Baltes, 1998, 2002;
Wiese, Freund, y Baltes, 2000, 2002). En los adultos jóvenes, la evidencia también incluye éxitos en
asociaciones de doble carrera y avances vocacionales (B. B. Baltes y Heydens-Gahir, 2003) al igual que un
comportamiento de estudios en individuos universitarios (Wiese y Schmitz, 2002). Además, Bajor y Baltes
(2003) descubrieron que supervisores efectivos en contextos laborales obtienen un mejor desempeño laboral
si hacen uso de las estrategias de OSC.

OSC e Investigación de Doble Tarea


El OSC es un sistema teórico. Para lidiar con temas de co-construcción biocultural y contextualismo del
desarrollo, es supuesto que debe ofrecer una ventana para lidiar con múltiples contextos y múltiples demandas
de comportamiento. Rara vez el desarrollo humano involucra sólo un dominio de actividades y un contexto.
Desempeños concurrentes tales como ser bueno en la escuela y en los deportes, son más difíciles que
involucrarse en cada una de las actividades separadamente. La teoría de OSC sugiere que los investigadores
podrían querer usar paradigmas experimentales desarrollados para el estudio de desempeños de dos o más
tareas para comprender mejor las dinámicas del desarrollo que enfrentan los individuos a medida que se auto-
regulan en un ambiente de tiempo y contexto complejos (Freund y Baltes, 2002; Krampe y Baltes, 2003;
Lerner, Freund, de Stefanis, y Habermas, 2001; Lindenberger, Marsiske, y Baltes, 2000; ver también varios
capítulos de Staudinger y Lindenberger, 2003).

La investigación experimental sobre las diferencias de edad en desempeño de tareas dobles


proporciona una instancia concreta de predicciones desde la teoría de OSC. Por ejemplo, cuando la tarea
doble es memorizar una lista de palabras mientras se camina rápido o se mantiene equilibrio en una
plataforma en movimiento, la expectativa es que, en comparación con los adultos jóvenes, los adultos
mayores sean más propensos a priorizar caminar o balancearse correctamente, ya que caerse representaría un
problema más serio que no recordar una palabra de la lista. Esta expectativa de que los adultos mayores
presentan más costos en tareas dobles ha sido apoyada con descubrimientos a través de estudios sobre tareas
dobles que involucren memorizar y caminar, llevadas a cabo por K. Z. H. Li, Lindenberger, Freund, y Baltes
(2001) y Lindenberger et al. (2000). Además, los adultos mayores presentaron eficacia en el uso de
habilidades compensatorias para mantener un nivel alto de desempeño. Rapp, Krampe, y Baltes (2003) y
Bondar, Krampe, y Baltes (2003) han aportado descubrimientos similares a partir de estudios en los que el
procesamiento de información cognitiva y el balance motor eran tareas en competencia. Estos efectos del uso
diferencial de OSC en favor del desempeño motor en vez del cognitivo son más intensos cuando el sistema de
comportamiento es llevado al límite (i.e., cuando las tareas son cada vez más difíciles).

La teoría de OSC predice que los comportamientos de la OSC tienen características similares a
rasgos y estados. Esto fue demostrado en un estudio conducido por Bondar et al. (2003), que involucró el
comportamiento motor y cognitivo. Cuando se trataba de comportamiento motor y su valor de alto riesgo, los
adultos mayores preferían un comportamiento OSC que era medianamente rígido. No reasignaron sus
recursos cuando se les pidió hacerlo. Sin embargo, en relación al comportamiento cognitivo esto fue posible
más fácilmente. Como resultado del significado de mantener la función motora y el equilibrio, esta asignación
asimétrica se mostraría adaptativa a pesar de su apariencia rígida.
La asignación diferencial de recursos puede tener muchas formas. Considerando una combinación
diferente de nombres, dígase, hablar mientras se camina, Kemper, Herman, y Lian (2003) demostraron que
los adultos jóvenes y mayores difieren en sus estrategias de compensación cuando las tareas exceden sus
recursos. Mientras que los adultos jóvenes redujeron la extensión y la complejidad gramática de sus oraciones
habladas, los adultos mayores redujeron la frecuencia de habla cuando tenían que caminar al mismo tiempo.
Al hablar más lento, los adultos mayores fueron capaces de preservar su habla incluso bajo condiciones
complejas de tareas dobles.
PSICOLOGÍA DEL CICLO VITAL
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Juntos, estos estudios iniciales de auto-informe, observación y experimentación sirven de apoyo para
la perspectiva de la teoría de OSC de desarrollo adaptativo. El patrón emulado de resultados sugiere que los
individuos son más capaces de manejar las tareas de la vida cuando se involucran en selección, optimización
y compensación. Por lo tanto, la OSC funciona como un mecanismo que impulsa el desarrollo y previene las
pérdidas. Como una teoría general de desarrollo adaptativo, caracteriza a un sistema de estrategias que
permiten a los individuos dominar las tareas generales de la vida, incluyendo aquellas que son resultado de los
textos generales del ciclo vital mencionados previamente.

CONCLUSIONES
En este artículo hemos dado a conocer un marco general para la construcción de la teoría del desarrollo que es
consistente con una arquitectura biocultural del desarrollo humano. Nuestra intención es proporcionar un
marco que organice el campo como una unidad. Esta organización se lleva a cabo de lo general a lo más
específico a lo largo de varios niveles de análisis. Nuestra esperanza es que sean posibles futuras
explicaciones de los procesos micro-genéticos y específicos de un dominio, dentro de este marco general.
En esta sección mencionamos un acertijo teórico más, que está a la espera de nuevas observaciones.
Trata sobre la pregunta de si el desarrollo y el envejecimiento pueden ser considerados como parte del mismo
marco o si es útil tratarlos como entidades diferentes. En general, nuestra preferencia es tratarlos desde el
mismo punto de vista, o por lo menos asumir que ambos operan en conjunto –por ejemplo, como una
dinámica continua entre ganancias y pérdidas (P. B. Baltes, 1987). Sin embargo, la explicación reciente de la
arquitectura biocultural de la ontogenia (P. B. Baltes, 1997) con sus textos asociados del ciclo vital destaca la
posibilidad de que haya mucha discontinuidad entre las causas y los mecanismos del desarrollo de
comportamiento en distintos puntos del ciclo vital. Considerando esto, y junto con la evidencia acumulada
sobre pérdidas significativas de funcionamiento en la Cuarta Edad, los adultos más ancianos (P. B. Baltes y
Smith, 1999, 2003), algunos podrían preguntar si la aplicación de propuestas del ciclo de vida sobre el
procesos del desarrollo al final de la vida continúa siendo una posición sostenible.

Desde el 1990, se han acumulado muchas investigaciones que tratan el potencial y los límites de la
ontogenia en la edad tardía y al final de la vida. Hoy, dos puntos de vista permanecen vigentes en relación a la
interpretación de descubrimientos (ej., P. B. Baltes, 1997; P. B. Baltes y Smith, 2001; Melmuth, 2003;
Lachman, 2001). Uno de ellos se caracteriza por un espíritu optimista de la ciencia y las políticas sociales.
Los investigadores que adoptan esta mirada positiva hacen hincapié en los avances medidos por la historia en
cuanto a la esperanza de vida promedio en los países desarrollados junto con el aumento de oportunidades
para la mayoría de los individuos en aquellas sociedades de envejecer de manera exitosa. La perspectiva
paralela nivela este optimismo haciendo referencia a incertidumbres emergentes y desafíos al final de la vida
(la Cuarta Edad). En particular, las ideas positivas sobre el envejecimiento del ser humano se cuestionan
mediante descubrimientos en los adultos más ancianos, que indican que sus niveles de funcionamiento físico,
cognitivo, emocional y social son mucho más bajos que los observados en los adultos más jóvenes. Estudios
del Berlin Aging Study BASE (Estudio de Envejecimiento de Berlin) han ilustrado esto (P. B. Baltes y
Mayer, 1999; ver también Smith, Maas, et al., 2002). A pesar de los reportes optimistas sobre los adultos más
jóvenes, los investigadores de BASE llevaron a la luz algunos de los dilemas y disfuncionalidades de la vejez
más extrema. Los datos recolectados en individuos de 90 a 100 años claramente miestran muchas pérdidas
relacionadas con la edad, especialmente si se considera el perfil general de las trayectorias del envejecimiento
(e.g., Isaacowitz y Smith, 2003; Singer, Lindenberger, y Baltes, 2003; Smith y Baltes, 1997, 1998; Smith,
Borchelt, Maier, y Jopp, 2002). Los descubrimientos de BASE sobre el aumento de disfunciones en los
adultos mayores son los más significativos ya que son aplicables a subgrupos pequeños de sobrevivientes
seleccionados “positivamente”; eso quiere decir que aplican a las personas que representan a los pocos que
sobrevivieron y llegaron a la mayor edad, manteniéndose capaces de participar en el estudio. Por ende, las
medidas recolectadas en estudios como BASE subestiman la verdadera situación de los adultos mayores.

Traducido por Susan Hepner Bossart


BALTES Y SMITH
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Estos descubrimientos generan preocupaciones sobre las expectativas de calidad de vida en la tercera
edad. Sugieren que las tensiones crónicas de la vida experimentadas por la mayoría de los ancianos reduce
gradualmente la capacidad de los individuos de responder, adaptarse, y triunfar. Una mirada opuesta –y de
acuerdo con las propuestas teóricas derivadas de la arquitectura biocultural de la ontogenia y sus textos del
ciclo de vida (P. B. Baltes, 1997)- parece haber menos continuidad entre los menos ancianos y la Cuarta Edad
de lo que se solía pensar.

La orientación psicológica del ciclo de la vida del estudio del envejecimiento evolucionó, entre otras
cosas, a partir de numerosas discusiones durante los años 1950 y 1960 sobre la definición de desarrollo y la
relación entre este concepto y el envejecimiento (ej., Anderson, 1958; Bayley, 1963; Birren, 1964). En aquella
época, el cambio del desarrollo en la etapa temprana de la vida (definida principalmente en cuanto a
crecimiento, aumento de organización, y diferenciación estructural) había sido considerado por algunos como
conceptualmente distinto al cambio de comportamiento asociado al envejecimiento (descrito como
disminución, desorganización, des-diferenciación). Dos conferencias clave, una realizada por investigadores
del desarrollo infantil (ver Harris, 1957) y la otra por investigadores interesados en la adultez y el
envejecimiento (ver Birren, 1964), discutieron temáticas de metodología y examinaron prospectos para teorías
y consideraciones del desarrollo a lo largo del ciclo vital. Durante las siguientes décadas, la orientación
psicológica del ciclo vital estableció un puente conceptual que contribuyó a una ampliación de las preguntas
realizadas sobre los procesos y las influencias contextuales en el desarrollo desde la concepción hasta la
muerte (ej., P. B. Baltes, 1987,1997; Hetherington y Baltes, 1988). Tal vez al comienzo de un nuevo ciclo, y
especialmente tomando en cuenta el final de la vida (la Cuarta Edad), valdrá la pena re-examinar las
relaciones entre conceptos de desarrollo y conceptos de envejecimiento.

AGRADECIMIENTOS
Agradecemos las incontables y valiosas discusiones y contribuciones de todos los colegas, actuales y
antiguos, del Centro de Psicología del Ciclo Vital, especialmente a Alexandra M. Freund, Shu-Chen Li,
Ulman Lindenberger, y Ursula M.

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