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Todo comenzó cuando José Antonio, el vocero del Asentamiento Campesino

Hacienda Montero, se comunicó para decirnos que la cosecha de jojoto estaba a


punto de pasarse. Las mazorcas se iban a empezar a secar. Los compradores que
van a puerta de la tierra ofrecían un pago que no cubria lo que había costado la
siembra y el cuidado del maíz.

Ese asentamiento, es uno de los sectores rurales de tantos que se encuentran en


el municipio Zamora de Aragua. Como en la mayoría de ellos, los conuqueros, con
sus unidades familiares de producción, llegan a sembrar para la temporada de
lluvias. El resto del año no logran sostener la siembra, ya que no cuentan con
sistema de riego, y porque, además, por lo menos hasta hacia unos años,
contaban con otras fuentes de ingreso que les permitían solventarse. Otras
familias trabajan en sus conucos durante el invierno, y durante la temporada seca
trabajan para los grandes productores que si cuentan con sus sistemas de riego,
bombas propias etc.

Por eso para la familia Flores, era muy importante que de saldos positivos el
poquito maíz que estaban sacando. Cuando Maria Sierra, la compañera de
Economia Comunal del PSUV se entero, enseguida se comunico con las
compañeras de la Mesa Socioproductiva, y también, con la comunidad mas
cercana al sector, Araguita.

La propuesta fue que se vendiera a un precio justo, que, dentro de la difícil


situación debido a la guerra económica que se atraviesa, al menos estos
productores puedan recibir una paga mejor. En Araguita la comunidad había
tenido una experiencia de venta directa de algunos productos. Es decir, por
iniciativa propia, se habían propuesto que además de la organización para la
distribución y compra de las bolsas de alimentos subcidiadas por el gobierno
nacional, podían también organizarse para hacer ocmpras colectivas de otros
rubros. Varias veces ya habían abstecido de Pan, con un panadero que ofrecia un
buen precio, y también con un comerciante de carne y pollo. Todas habían sido
experiencias exitosas.

Los lideres y liderezas de los 4 CLAP que componen el punto y circulo de la


Unidad de batalla Bolivar Chavez, de la escuela Leopoldo Tosta junto con los
responsables de la misma, se reunieron y dispusieron para llevar adelante la
jornada.

Como las veces anteriores, pregunatron: como se hara la venta, que cantidad hay
disponible?, todas las familias pueden comprar?.

Una de las lideresas, ya con el calor entrando del medio dia, en el preescolar de la
comunidad, bajos las calcinadas laminas de zinc, sentenciaba: “Si no hay para
todas las familias yo no voy a ofrecer!”, “eso si es verdad, después yo no quiero
tener problemas porque unas compraron y las otras me reclamen!”, reclamo otro, y
con el ceño fruncido atendió una llamada saliendo del saloncito donde estaban.

El resto no se quedó callado, allí todos opinaron. Unos dijeron que la vez anterior
no todo el mundo había comprado, que era cuestión de organizarse. Como tantas
otras veces, finalmente llegaron a un acuerdo. No solo en cuanto a la venta de
jojotos, sino también, con la venta de los combos de aliños que se traerían de
otros productores.

Al salir de la reunión me quede sorprendida, se notaba a la legua que había en el


equipo mucho trabajo realizado, se conocían las mañas. Y el arte de ponerse de
acuerdo era ya una práctica casi instantánea. Además, en la reunión habían salido
otros temas de toda la cantidad de asuntos que se organizan en la comunidad: las
visitas a los que tienen síntomas de Covid, la atención a los médicos cubanos que
vinieron a ver el caso que dio positivo, la reunión pendiente de las brigadas de
Somos Venezuela, y la organización de la actividad con los “viejitos” del asilo
Santo Domingo.

Entre ellos se conocen. Y en ese trabajo solidario que realizan donde muchas
veces se enfrentan a la lucha diaria por sobrepasar las penurias de

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