Está en la página 1de 22

Comunicación

Integrantes: Luis Mendez, Medina Varas, Pizán


Mercedes.

Profesor: José Vargas

I.E: San Francisco de Asís N°80038

Grado: 5to

Sección: “B”

Año:

2022
La creatividad de los peruanos para salir adelante en tiempos de crisis

La cuarentena ha obligado a muchas familias a dejar sus


trabajos para salvaguardad su salud. Esto significa enfrentarse
a otro problema: el sustento económico. Sin embargo, con
emprendimiento y creatividad todas y todos siguen adelante en
este contexto de pandemia. Las familias de las comunidades
afectadas buscan maneras de salir adelante durante la
cuarentena, por el bien de todas sus familias.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al


coronavirus como pandemia global en marzo de 2020, ante el
crecimiento exponencial de los contagios y muertes. La
pandemia ha trastocado la vida misma y las formas de hacer
negocios. Los gobiernos impusieron el confinamiento total y
luego parcial a la población para frenar la transmisión del virus;
esto implicó el cierre de muchas empresas, negocios y
emprendimientos, y el aumento del desempleo, lo que derivó en
menores ingresos para los hogares en un contexto en el que la
mayoría de la población peruana pertenece a los niveles
socioeconómicos medio, bajo y muy bajo.

Los peruanos afectados han buscado formas de salir adelante


en medio de esta pandemia mundial q a afectado a sus familias
y su economía familiar por lo cual an emprendido de distintas
maneras por ejemplo, al inicio de pandemia las personas tenían
la necesidad de usar mascarillas las cuales se agotaban en las
farmacias, por lo tanto muchas personas pesaron y se las
ingeniaron para crear mascarillas y abastecer a la población.

La adaptación de las bodegas:

Empezamos con las bodegas en el Perú q se adaptaron a la


pandemia por Covid-19, la mayor cantidad de hogares del Perú
realizan sus compras a través del canal tradicional, en donde
las bodegas ocupan el lugar más importante, por ser la
principal boca de salida de productos de consumo masivo. Las
bodegas venden para el consumo del día a día en formatos
pequeños que se encuentran casi siempre al precio de
"moneda dura" de 50 céntimos o 1 sol. Son microempresas
administradas por algún miembro del hogar con el apoyo de
otros integrantes de la familia, y permiten generar autoempleo
e ingresos propios. El confinamiento total y el miedo al contagio
hizo que muchas personas estuvieran en casa sin salir, lo que
resultó en que la mayoría de los emprendimientos (y, por ende,
los bodegueros) no vendan y no tengan ingresos para
sobrevivir.

Pocos días después de declarado el confinamiento total,


muchos bodegueros adoptaron herramientas digitales para
manejar los pedidos y las ventas entre sus clientes a través de
aplicativos móviles y redes sociales. Los bodegueros
desplegaron gran capacidad de inventiva y fortaleza para
reponerse, y demostraron ser resilientes al enfrentar nuevos
retos en situaciones de incertidumbre. De esta manera, las
ventas por WhatsApp y redes sociales como Facebook fueron
una alternativa de solución para prevenir los contagios. Los
bodegueros empezaron a diseñar sus bases de datos en
cuadernos a mano, luego a ingresar la lista de clientes en sus
smartphones, a llamarlos por celular, a recibir pedidos y a
entregarlos a domicilio (delivery) en carretillas o bicicletas a los
hogares del vecindario. A pesar de haberse dado un avance
sustantivo en la digitalización de las bodegas y de haberse
puesto a prueba su capacidad de resiliencia, aún queda mucho
espacio para aprovechar todas las bondades de la tecnología
digital para el crecimiento y fortalecimiento de estas
microempresas.

vLa mayor cantidad de hogares de Lima y del Perú realizan sus


compras a través del canal tradicional, en donde las bodegas
ocupan el lugar más importante, por ser la principal boca de
salida de productos de consumo masivo. Las bodegas venden
para el consumo del día a día en formatos pequeños que se
encuentran casi siempre al precio de "moneda dura" de 50
céntimos o 1 sol. Son microempresas administradas por algún
miembro del hogar con el apoyo de otros integrantes de la
familia, y permiten generar autoempleo e ingresos propios. El
confinamiento total y el miedo al contagio hizo que muchas
personas estuvieran en casa sin salir, lo que resultó en que la
mayoría de los emprendimientos (y, por ende, los bodegueros)
no vendan y no tengan ingresos para sobrevivir.
Pocos días después de declarado el confinamiento total,
muchos bodegueros adoptaron herramientas digitales para
manejar los pedidos y las ventas entre sus clientes a través de
aplicativos móviles y redes sociales. Los bodegueros
desplegaron gran capacidad de inventiva y fortaleza para
reponerse, y demostraron ser resilientes al enfrentar nuevos
retos en situaciones de incertidumbre. De esta manera, las
ventas por WhatsApp y redes sociales como Facebook fueron
una alternativa de solución para prevenir los contagios. Los
bodegueros empezaron a diseñar sus bases de datos en
cuadernos a mano, luego a ingresar la lista de clientes en sus
smartphones, a llamarlos por celular, a recibir pedidos y a
entregarlos a domicilio (delivery) en carretillas o bicicletas a los
hogares del vecindario. A pesar de haberse dado un avance
sustantivo en la digitalización de las bodegas y de haberse
puesto a prueba su capacidad de resiliencia, aún queda mucho
espacio para aprovechar todas las bondades de la tecnología
digital para el crecimiento y fortalecimiento de estas
microempresas.

De acuerdo con el Ministerio de la Producción del Perú


(Produce) existen más de 1,9 millones de micro, pequeñas y
medianas empresas en el Perú (mipymes) al cierre de 2017.
Este tipo de empresas representa el 99,5% del total de empresas
formales en la economía peruana (96,2% microempresas, 3,2%
pequeñas empresas y 0,1% medianas empresas). El 87,6% de
ellas provienen de la actividad de comercio y servicios, y el resto
de la actividad productiva (manufactura, construcción,
agropecuaria, minería y pesca). Las mipymes forjan cerca del
60% de la PEA ocupada, es decir, es una fuente muy importante
de generación de empleo. Entre las microempresas un rubro
muy importante es representado por las bodegas de barrio.

La mayoría de los hogares del Perú pertenecen a los niveles


socioeconómicos (NSE) C (medio), D (bajo) y E (muy bajo o
pobreza extrema) con 27,7%, 24,8% y 35,1%, respectivamente,
a nivel total (urbano y rural). Si solamente se toma en
consideración la parte urbana, entonces estos porcentajes son
de 35,1% para el NSE C, 29,4% para el NSE D y 19,6% para el
NSE E. Los porcentajes son de 42,8% para el NSE C, 24,8%
para el NSE D y 6% para el NSE E. Como se aprecia, los niveles
medio, bajo y muy bajo representan el 87,6% de los hogares
totales; el 84,1%, de los hogares a nivel urbano. Las estadísticas
señaladas evidencian la necesidad de enfoques creativos y
tecnológicos que transformen la pobreza en oportunidades de
desarrollo. Para ello, es necesaria la colaboración de
emprendedores, empresariado y gobierno. Por otro lado, en
contraposición con lo que se piensa popularmente, los
consumidores de la base de la pirámide sí están dispuestos a
aceptar la tecnología avanzada .

El panorama anterior hace que los hogares realicen sus compras


de productos de consumo masivo tanto alimenticios como no
alimenticios, en el canal tradicional conformado en su mayoría
por bodegas y puestos de mercado, debido a que ofrecen
precios más accesibles, variedad, fiado (crédito), así como
confianza con la tendera o casera. Asimismo, en las ciudades
del interior del Perú, las bodegas y mercados reflejan más del
90% de las ventas, y en Lima Metropolitana, alrededor del 70%.
Ello pone en evidencia la importancia del canal tradicional y de
las bodegas. Asimismo, el peruano es un consumidor que
prefiere el canal tradicional como las bodegas en comparación
con el resto de Latinoamerica.

De acuerdo con, existen más de 414 000 bodegas en el Perú y


cerca del 60% son administradas por mujeres. Estos negocios
son micro y pequeñas empresas, que surgieron a raíz de la
falta de trabajo y como fuente de autoempleo, por algún
conocimiento previo del manejo de un negocio familiar, y en
otros casos heredaron el negocio. Asimismo, más de las dos
terceras partes de los bodegueros tienen solamente educación
básica (primaria o secundaria), y cerca del 70% de las bodegas
funcionan en los mismos hogares.

Las bodegas son la principal boca de salida de productos de


consumo masivo (alimenticios y no alimenticios) en el Perú. Se
trata de emprendimientos que atienden en horario corrido
desde las 6 a. m. hasta aproximadamente las 11 p. m., y en
muchos casos son manejados por los miembros de la misma
familia. El éxito de la bodega radica en ofrecer un excelente
servicio a través de un buen trato, amabilidad y paciencia, tener
mercadería surtida y atender con rapidez, debido a la
existencia de mucha competencia . Estos establecimientos son
sumamente importantes en la vida de la mayoría de los
hogares peruanos, ya que pertenecen a la base de la pirámide,
y compran sus alimentos y productos de limpieza personal y
del hogar de manera diaria, pues de esa manera reciben sus
ingresos. Las bodegas representan también un vínculo
emocional en el barrio al que pertenecen, pues cumplen un rol
de consejería, recomendación, otorgamiento del fiado (crédito)
y yapa (adicional gratis). Además, tienen un conocimiento de
todo lo que ocurre en el vecindario y siempre están prestos a
ayudar a los vecinos. Este vínculo hace que exista fidelidad de
los vecinos hacia su bodega de barrio.

La importancia de este canal de ventas ha sido reconocida a


través de la Ley de Bodegueros, promulgada en 2020 por el
Produce. Con esta ley se busca promover su identificación, la
formalización, la representatividad, el desarrollo y su capacidad
emprendedora . Asimismo, el 13 de agosto se instituyó como el
Día del Bodeguero en el Perú y una entidad muy importante
como el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la
Protección de la Propiedad Intelectual del Perú (Indecopi) ha
reconocido la importancia del bodeguero durante la pandemia .

Para enfrentar la crisis del coronavirus se pueden aplicar cuatro


respuestas estratégicas: reducción, perseverancia, innovación y
salida. La primera consiste en reducir costos en el corto plazo
para compensar la pérdida de ingresos, la segunda se basa en
preservar el estatus de las actividades comerciales en tiempos
de crisis a través de la gestión de deudas y el uso de recursos
disponibles, la tercera consiste en renovar estratégicamente el
negocio frente a la crisis a través de nuevas formas de hacer las
cosas para mantener vivo el negocio, y la cuarta se refiere a
detener el negocio para liberar recursos para no caer en pérdida
financiera.

Las bodegas representan gran parte de la fuerza emprendedora


del Perú y la pandemia ha reducido sustancialmente sus fuentes
de ingresos, ya que mucha gente teme salir de sus hogares a
comprar, el aforo de estos negocios es pequeño y los
bodegueros tienen miedo a la aglomeración de público por los
riesgos de contagio. Como otros rubros económicos, las
bodegas también se han visto duramente afectadas a medida
que se ha alargado la cuarentena . A pesar de esto, la fuerza del
canal tradicional es mayor que la del canal moderno y mantiene
las preferencias del público consumidor y de las grandes
empresas de consumo masivo. Ante la problemática de la covid-
19, la digitalización ha sido una herramienta para manejar los
pedidos a través de WhatsApp y coordinar las entregas a los
vecinos del barrio que compran en la bodega

Las bodegas son negocios familiares que muchas veces son


heredados de padres a hijos, quienes aprenden cómo afrontar
las circunstancias difíciles del negocio de los padres. La
resiliencia ayuda a sostener esa cultura de empuje y esfuerzo a
través de generaciones, facilita la adaptación al cambio o la
adversidad, y brinda una transferencia transgeneracional de la
cultura emprendedora a largo plazo. Empresas familiares como
las bodegas de barrio son más sostenibles cuando han
desarrollado más su resiliencia, lo cual desarrolla un impulso de
adaptación a los cambios inesperados del entorno. Asimismo,
los valores y la ética de una empresa familiar también
trascienden generaciones.

Una de las herramientas para que los negocios emprendedores


enfrenten la pandemia es el desarrollo de nuevos productos
tecnológicos a través de la innovación en aplicativos móviles,
que se han vuelto más fáciles de usar para acelerar los procesos
de gestión, incrementar la productividad y reordenar los
recursos. La progresión de la digitalización es clave para tener
un nuevo orden de organizaciones emprendedoras frente a la
pandemia . Las organizaciones resurgen en etapas de
incertidumbre, y ponen en evidencia nuevas estrategias
creativas aprendiendo de la realidad a la que se enfrentan.

Durante la pandemia las bodegas de barrio no dejaron de


atender a su público, a pesar de las restricciones impuestas por
el estado de emergencia nacional. Se las ingeniaron para
continuar operando, ya que su actividad es su fuente de ingreso
y de generación de autoempleo para sus hogares. Los
bodegueros también se adecuaron a los horarios, al mayor
control de aforo de los mercados mayoristas en donde se
abastecen de productos perecibles, y a cerrar más temprano sus
negocios cuando el toque de queda lo imponía. Los productos
de limpieza fueron los más demandados durante el inicio de la
pandemia, ya que la gente buscaba alcohol, agua oxigenada,
desinfectantes, lejía, entre otros. La pandemia ha puesto en
evidencia la resiliencia y el motor emprendedor de los
bodegueros, quienes han sabido enfrentar esta difícil coyuntura.
Sin embargo, todavía queda margen para que estos negocios
tradicionales se adapten a una gama más amplia de tecnología
digital en sus operaciones.

La gestión adecuada de la cadena de suministros es clave para


el abastecimiento oportuno de los productos de consumo masivo
alimenticios y no alimenticios en las bodegas. La pandemia de
covid-19 lo ha puesto en evidencia, debido a la escasez de
mascarillas, productos de limpieza, entre otros, en sus inicios.
Esta situación inesperada generó un desajuste global en la
cadena de abastecimiento entre países e industrias que
pusieron en graves problemas a la ley del mercado de oferta y
demanda autorreguladas. Asimismo, la pandemia ha puesto de
manifiesto la necesidad de nuevas formas de gestión de la
cadena de suministros para no sucumbir a la escasez de
productos imprescindibles para el manejo de la salud y vida de
las personas . Es importante que los diferentes actores de las
cadenas de distribución de productos de consumo masivo
actúen juntos de manera ágil y estén conectados para innovar
rápidamente en situaciones de alta incertidumbre. Para lograr
esto, las microempresas, las bodegas, las empresas
proveedoras, las instituciones reguladoras y el gobierno pueden
actuar de manera conjunta y coordinada para tener una
trazabilidad adecuada en todas las fases de abastecimiento,
teniendo en cuenta las necesidades y oportunidades de mejora
del sistema actual de distribución. Las herramientas digitales
para la comercialización y el registro de los pedidos, precios e
inventarios juegan un rol importante para lograr esta meta.

Por ejemplo, plataformas como Wabi buscan reconectar a los


bodegueros de barrio con sus clientes durante la cuarentena
obligatoria, de modo que los clientes se queden seguros en
casa haciendo sus pedidos a través del aplicativo y pagando
con el medio que tengan disponible, mientras que las bodegas
evitan aglomeraciones de público en sus locales. Es decir, se
logra seguridad tanto para el bodeguero como para el cliente.
Actualmente, Wabi se encuentra en 14 ciudades de ocho
países de Latinoamérica .

A fin de promover la reactivación de las bodegas de barrio, la


Asociación de Bebidas y Refrescos sin Alcohol del Perú
(Abresa) organizó un concurso para encontrar a la mejor
bodega del barrio por "su trayectoria, atención, innovación y
adaptación a la nueva coyuntura por la covid-19". Los clientes
tenían que enviar evidencias como fotos, videos u otras que
demostraran que sus bodegas candidatas se las habían
ingeniado con la tecnología y ganas de emprender para
atender de manera segura y activa a sus clientes durante la
pandemia. La venta a través de WhatsApp y la entrega
ordenada de pedidos fueron cruciales para afrontar esta
coyuntura.

Por otra parte, las empresas más grandes de consumo masivo


del Perú, como Alicorp, Coca-Cola, Gloria, Backus, Nestlé,
Pepsi, ISM, etc., lanzaron varias iniciativas para apoyar a los
bodegueros, debido a que de ellos depende una gran parte de
sus ventas al consumidor final (América Retail, 2020; Perú 21.
Backus en conjunto con el Banco BBVA y el programa Reactiva
Perú (impulsado por el gobierno) también lanzaron una
plataforma de ayuda para los bodegueros denominada Tienda
Cerca. Esto refleja la importancia de este canal para la
economía del Perú, así como de la colaboración entre los
diferentes niveles productivos de la sociedad, emprendedores,
grandes empresas y gobierno.

Concretamente, Ipsos Perú hizo un estudio multicliente para


conocer más sobre los bodegueros y su nueva realidad tras la
pandemia. Se encontró que el 60% declara estar mejor que
antes de la pandemia, mientras que el 40% mencionó que está
peor. Sin duda, la pandemia de la covid-19 promovió el delivery
y la digitalización de las bodegas. Así, entre las bodegas que
incrementaron sus ventas, el 17% de ellas hace delivery
mediante algún medio digital, y el 41% que vende por delivery
empezó a usar un nuevo medio digital a raíz de la pandemia .
Por otra parte, también se incrementaron las compras que
hacen los consumidores a través de WhatsApp, buscando
evitar contagios, ahorrar tiempo, facilidad y practicidad, entre
otros.

WhatsApp y de redes sociales como Facebook e Instagram,


para mantener sus ingresos. Aunque muchas bodegas
perdieron su capital de trabajo y otras incrementaron sus
deudas, han sabido reinventarse para continuar con su negocio
y adaptarse a la nueva normalidad. Muchas bodegas atienden
con pedidos a sus clientes a través de WhatsApp y entregas
sin costo adicional para los vecinos que viven cerca del barrio
para mantener la confianza, las buenas relaciones y, sobre
todo, para prevenir el contagio de la pandemia .

Evidentemente, esto ha provocado que los ingresos de las


bodegas se resientan debido a que están vinculados a los
ingresos de los hogares, que han sufrido recortes debido a
despidos y proyectos cancelados, entre otros. Esta situación ha
conllevado a que la competencia entre bodegas se vuelva más
fuerte; ahora pueden existir más bodegas, ya que los negocios
como restaurantes y cafeterías están migrando a ese giro para
sobrevivir a las ventas casi nulas de sus negocios previos.

La venta de mascarillas artesanales y quirúrgicas:

El mercado de mascarillas ha evolucionado de manera notable


en el país. Tras convertirse en un artículo infaltable en el día a
día, desde el inicio de la pandemia aparecieron distintas
marcas y modelos que no solo se centraron en la seguridad
para combatir el virus, sino que también le agregaron diseño,
tecnología y comodidad.

Aquí presentamos la situación de cuatro empresas que


continúan dedicadas a vender mascarillas y que aseguran que
este artículo tiene para rato en el mercado peruano.
M I R A : La confianza de los empresarios peruanos crece a
pesar de la pandemia y las elecciones | INFORME

SmartMask Perú: Según cuenta el gerente Marcos Ikeda,


CopperMask by SmartMask Perú, ingresó al mercado a
mediados de julio del 2020 como un emprendimiento con una
propuesta premium que buscaba diferenciarse, al combinar
fibras especiales, algodón orgánico 100% peruano y fibras de
cobre puro. Eso les permitió en el segundo semestre del 2020
vender alrededor de 22 mil unidades.
“En términos de facturación, las ventas registraron una
disminución en el orden del 10% en el promedio mensual del
2021 respecto al del 2020, pero con una mejora en el mix de
ventas con la introducción de nuevos productos de mayor
precio unitario”, explicó el ejecutivo.
Refirió que actualmente las mascarillas representan el 100% de
las ventas, pero a partir de mayo lanzarán una nueva línea de
prendas de vestir para bebés, niños y adultos.

En lo que va del 2021, la producción ha estado alrededor de las


15 mil unidades, pero confían que seguirá creciendo de la
mano de lanzamientos como la Colección Privada Perú Surf y
las Premium Covered Neck Sport, única mascarilla deportiva
peruana tipo bandana con uso de fibras textiles y fibras de
cobre puro.

Pietà: La marca peruana de ropa y accesorios fue de las


primeras en reaccionar y empezó a vender mascarillas desde
que inició la pandemia. Thomas Jacob, fundador de Pietà
precisó que esto les permitió tener un pico muy alto, pero la
tendencia se redujo con el pasar de los meses.

Refirió que ahora la venta está estable, porque hay mucho más
competencia que al inicio, hay más mascarillas importadas en
el mercado, son más accesibles de encontrar y en precios.
Aunque Jacob señaló que las suyas son las más baratas del
mercado, S/ 9,90. “En términos de ingresos no es tan alto, pero
siempre salen”, apuntó y calcula que elaboran un promedio de
2.500 mascarillas al mes.
El modelo de las mascarillas se mantiene, pero han hecho
ajustes a las medidas. Siguen usando tres capas con filtro de
tela quirúrgica, lo que las hace suaves y frescas. Lo que
también aumentó fueron los diseños y ahora deben estar en
alrededor de unos 20 modelos.

“En nuestro caso se privilegia el diseño, porque todas las


mascarillas son estampadas con mensajes y diseños que son
únicos, no hay mascarillas tan chéveres como las nuestras
(risas). En colores diferentes, y tonos bonitos y elegantes”, dice
el empresario.
Estimó que el uso de mascarillas continuará por algunos años
más, por lo menos hasta que se avance con el proceso de
vacunación. Y siempre habrá un mercado para estos
accesorios.

La adaptación de las empresas a la realidad del Covid-19:


La repentina aparición del virus COVID-19 ha ocasionado
profundos cambios en la sociedad en su conjunto y en el
entorno empresarial en particular, en un contexto VUCA (volátil,
incierto, complejo y ambiguo) como el que vivimos, que obliga
a reconsiderar continuamente rutinas para sobrevivir (García y
Esteban, 2020). Es, obviamente, muy pronto para determinar si
la pandemia traerá consigo cambios económicos, sociales y
políticos permanentes, si bien tendencias como el teletrabajo, y
el uso generalizado de Internet parecen haber llegado para
quedarse (Tisdell, 2020). Aunque estas tendencias ya estaban
en marcha antes de la COVID, se han acelerado, quedando
abierta la pregunta de si son o no social y psicológicamente
deseables (Tisdell, 2017; Villasmil, 2021). Con muchos países
imponiendo prohibiciones o restricciones a los viajes, la
actividad económica se ha debilitado debido a la incertidumbre
en el entorno empresarial (Ratten, 2020). Los confinamientos
implementados por buen número de países han contribuido, al
menos parcialmente, a minimizar la extensión de la pandemia,
si bien sus consecuencias tanto psicológicas (Le & My Nguyen,
2020) como económicas (Acemoglu et al., 2020; Miles et al.,
2020; Harris et al., 2020) e, incluso, medioambientales (Helm,
2020) han sido cuantiosas. La gravedad de la recesión se ha
debido a los efectos combinados de los shocks tanto del lado
de la demanda como de la oferta y requiere replantearse cómo
las empresas industriales con cadena de suministro y
fabricación global pueden sobrevivir al impacto de situaciones
de bloqueo y distanciamiento social. Quizás la pandemia
acelerará el proceso de desglobalización y la reducción del
comercio y las alianzas de investigación colaborativa entre
países y regiones (George et al., 2020). La desinformación o la
información insuficiente o contradictoria han dificultado la
capacidad de los consumidores para comprender, planificar y
hacer frente a las amenazas sanitarias, económicas y sociales
que han provocado cambios en el mercado y en el
comportamiento sociocultural de los consumidores (Campbell
et al., 2020). Por ejemplo, estudios recientes sobre patrones de
gasto de los consumidores proporcionan evidencia de
desplazamiento espacial y temporal del consumo y
comportamientos de almacenamiento (Hall et al., 2021), pues
el comportamiento del consumidor y los factores personales,
sociales, psicológicos y culturales se encuentran asociadas
significativamente (Ortega-Vivanco, 2020). En tanto en cuanto
la situación se normalice y los consumidores retomen los viejos
hábitos, es plausible pensar que estos serán modificados por
nuevas regulaciones y procedimientos. También surgirán
nuevos hábitos por los avances tecnológicos, los cambios
demográficos y las formas innovadoras en que los
consumidores han aprendido a lidiar con la difuminación de los
límites del trabajo, el ocio y la educación (Sheth, 2020a). Las
crisis provocan turbulencias en el mercado debido a cambios
en las rutinas y estructuras (Williams et al., 2017), si bien su
impacto es muy desigual en función de los sectores. Respecto
a lo que está aconteciendo como consecuencia de la
pandemia, en algunos sectores, como la educación, se
suceden las innovaciones; en otros, como la hostelería y el
turismo, situadas en el epicentro de la pandemia, el panorama
parece sombrío. Empresas como Amazon o Wallmart salen
reforzadas, mientras muchas otras se han visto obligadas a
cerrar sus puertas (Barrero et al., 2020). En particular, las
PYMES, por su particular idiosincrasia, se han visto impactadas
dramáticamente y requieren de decisiones institucionales,
estratégicas y financieras muy específicas (Eggers, 2020), así
como de la digitalización y el aprovechamiento del canal online,
tras un cuidadoso análisis de la temporalidad de las ventanas
de oportunidades y la vulnerabilidad de las innovaciones que
se requieren (Dannenberg et al., 2020). Los trabajadores más
jóvenes, las mujeres y las minorías étnicas se han visto
afectados de manera desproporcionada y han visto peligrar sus
empleos. Los departamentos de Recursos Humanos tienen la
oportunidad de desempeñar un papel importante ayudando a
las personas y las organizaciones a encontrar y apoyar la
resiliencia, gestionar las crisis y construir culturas profesionales
más sostenibles (Hite & McDonald, 2020); de hecho, la crisis
sanitaria ha trasladado al presente la conversación sobre el
futuro del trabajo (Lund et al., 2020). Siguiendo a Hongwei y
Lloyd (2020), la pandemia ofrece también una gran oportunidad
para que las empresas caminen hacia una Responsabilidad
Social Empresarial (RSE) más genuina y auténtica y
contribuyan a abordar los urgentes desafíos sociales y
ambientales. En este marco, las empresas deben convertirse
en mejores clientes para sus proveedores y redefinir el
propósito de sus negocios (Sheth, 2020b), y los decisores
revisar sus modelos comerciales, centrándose en los clientes,
las propuestas de valor, las capacidades, el potencial de
colaborar con organizaciones a priori competidoras y las
conexiones entre todos estos temas (Crick & Crick, 2020). Y
eso, rápidamente, considerando los efectos futuros de estas
decisiones y, simultáneamente, generando opciones para
superar la crisis aquí y ahora (Teece et al., 2016) y
reflexionando sobre los factores clave en la identificación de
nuevas oportunidades (Gamero & Ostos, 2020). Conforme la
pandemia ha ido avanzando, las organizaciones han ido
integrando total o parcialmente estas recomendaciones y
reajustando sus enfoques, actividades y modelos de negocio,
esto es, la forma en la que crean y entregan valor a sus
clientes (Seddon et al., 2004). La revisión realizada profundiza
en las tendencias observadas en los cambios en los modelos
de negocio durante el año 2020. Las revisiones sistemáticas
rápidas surgen como una metodología útil para proporcionar
evidencias procesables y relevantes de modo eficiente cuando
los factores tiempo y/o coste son relevantes (Tricco et al.,
2015), permiten examinar áreas emergentes (Trico et al., 2016)
y son útiles para responder preguntas de investigación como
¿qué información se ha presentado sobre este tema en la
literatura? (Sucharew & Macaluso, 2019). Las revisiones
sistemáticas y otras técnicas empleadas para la síntesis de
conocimiento son cada vez más empleadas para facilitar la
toma de decisiones (Bosch-Capblanch et al., 2012). En
situaciones donde se requieren decisiones urgentes, los
gobiernos, las partes interesadas en el sistema de salud, las
organizaciones internacionales y la sociedad civil solicitan
revisiones rápidas (Tricco et al., 2017). Se han publicado en
una variedad de áreas incluida la comunicación digital, el
consumo de bebidas energéticas por parte de los niños, las
intervenciones de salud sexual y el abandono del cannabis
(Plüddemann et al., 2018). Estas investigaciones respetan los
principios clave de las revisiones sistemáticas, incluida una
declaración clara de los objetivos, la predefinición de los
criterios de elegibilidad, la evaluación de la validez de los
resultados y la presentación sistemática de los resultados
(Langlois et al., 2017), con la salvedad de que los procesos se
aceleran y optimizan para completar su realización en un plazo
inferior. Las revisiones rápidas son rigurosas y explícitas en el
método y, por lo tanto, sistemáticas, pero hacen concesiones a
la amplitud o profundidad del proceso de revisión al limitar
algunos aspectos. Para ello, se identifican varias técnicas
válidas que pueden usarse para acortar el tiempo, como
enfocar cuidadosamente la pregunta, usar estrategias de
búsqueda menos sofisticadas, restringir la cantidad de literatura
gris y/o extraer solo variables clave (Grant & Booth, 2009). Este
tipo de estudios involucran menos partes interesadas, menos
discusiones, menos iteraciones y un mayor uso de anteriores
lecciones aprendidas (Oliver et al., 2017); su elaboración es un
reto importante, por la dificultad de responder en corto plazo,
con rigor científico y un estándar de transparencia aceptable
por todos los interesados (Watt et al., 2008). La crisis ha puesto
encima de la mesa temas de investigación tan dispares como
su impacto en sectores específicos como el turístico (Sigala,
2020); la identificación de diferentes tipos de incertidumbre, sus
antecedentes y resultados, y las estrategias utilizadas para
mitigar su impacto (Sharma et al., 2020); el liderazgo eficaz en
entornos de trabajo virtuales (Bartsch et al., 2021); las
consecuencias a largo plazo de la pandemia en el diseño de
las organizaciones (Foss, 2020); la prestación de servicios
esenciales, las prácticas de compra responsable, el
comportamiento del mercado en medio de la crisis (Mele et al.,
2020); o las necesidades que generarán eventuales modelos
híbridos, presenciales y remotos, de trabajo (Shankar, 2020). El
objetivo de nuestro estudio es analizar cómo han respondido
las empresas a la pandemia COVID-19, caracterizada, como se
ha descrito, por dificultades operacionales de todo tipo y
cambios radicales en los hábitos de compra de los
consumidores. A partir del análisis de los documentos
seleccionados, se dilucidará esta pregunta de investigación:
¿qué grandes tendencias guiarán los pasos de las
organizaciones empresariales tras la crisis? El manuscrito se
estructura de esta manera: identificación del problema de
investigación.

La venta de alcohol desinfectante y medicinal:

Si bien no hay mucha información de empredimiento del


alcohol medicinal, muchas personas consumían diariamente
alcohol desinfectante para desinfectarse las manos, sus
productos del mercado o también cualquier otras cosas los
peruanos emprendedores pensaron en esta necesidad y
buscaron la manera de comercializar con las productoras de
alcohol desinfectante, otros buscaron la manera de crear
alcohol tal es el caso de el ingeniero Miguel Malnati, fundador
de Bio Natural Solutions (BNS), cuenta a la agencia Andina algunos
detalles sobre el desarrollo e impacto de los desinfectantes naturales
durante la pandemia, así como del programa social Agricultores del
futuro, a través del cual brinda asesoría tecnológica gratuita a los
productores agrícolas.

El detonante: la pandemia
"Nosotros veníamos trabajando con nuestros productos conservantes
dirigidos al sector agroindustrial, y con la pandemia, hacer los envíos
desde Lima -donde está nuestra planta- hasta Piura, Trujillo o México,
fue muy complicado. Durante los primeros tres meses tuvimos una baja
de ventas gigante, así que teníamos que hacer algo para sobrevivir como
empresa porque veíamos que muchas habían quebrado, principalmente
por el tema logístico", relata el ingeniero.

La investigación para el desarrollo de los desinfectantes Kuma Nat se


venía haciendo desde el 2018 y tomó un año y medio, es decir, a
mediados del 2019 ya la tenían lista. Sin embargo, esta propuesta aún no
había sido lanzada al mercado. “Cuando se da esta situación por la
pandemia, tramitamos la autorización sanitaria de la Digesa para
comercializar los productos, y es así que empezamos con la introducción
de Kuma Nat al mercado del usuario final”.

La adaptación de restaurantes y otros puestos de comida:


Nuestros peruanos chefs o cocineros también han tenido q
adaptarse a la situación, otros han emprendido desde
pandemia montando sus negocios como restaurante, puestos
de comida callejera, vendedores de desayunos, entre otros.

Muchos restaurantes se vieron en la obligación de serrar su


negocio por el Covid-19, poco después volvieron pero de otra
manera empezando sus ventas por delibery y atendiendo la
mitad de su capacidad máxima, poco a poco las cosas se están
normalizando y las ventas también.

La pandemia ha originado el cierre de al menos 100 mil


restaurantes en el Perú. Datos de la Cámara Nacional de
Turismo del Perú (Canatur) señalan que antes de la pandemia
existían más de 200,000 restaurantes operando, que daban
empleo a más de 1 millón de personas a nivel nacional, pero de
este total, el 50% de los negocios pequeños han tenido que
cerrar.
Asimismo, la Asociación peruana de hoteles, restaurantes y
afines (Ahora Perú), informa que de marzo a mayo se
perdieron más de US$ 700 millones en facturación, tomando en
consideración solo a los establecimientos de comida formales.
Este escenario y sus oportunidades fueron analizados por
expertos durante el Congreso Internacional de Hotelería,
Turismo y Gastronomía, realizada de manera virtual por la
Universidad San Ignacio de Loyola.
Frente a esta situación, el delivery se ha vuelto una práctica
cotidiana, usada cada vez más por los restaurantes, comentó
Morena Pérez, jefa académica de Academia de Estudios de
ESDAI de la Universidad Panamericana.
“El reto del chef es que los platos lleguen en buenas
condiciones, con calidad y con un empaque funcional y limpio”,
agregó.
Ahora los consumidores exigen saber de dónde provienen los
productos, por lo que es importante que los gobiernos locales
entiendan que los restaurantes son parte de una cadena de
hospitalidad, que promueven los productos regionales, dijo, por
su parte, Ana Carolina Maldonado, de la Universidad
Internacional del Ecuador (UIDE).
La directora de la Carrera de Nutrición y Dietética de la USIL,
Dayana Barriga, consideró que la gastronomía “es un gran
agente de cambio que debe despertar los sentidos, la salud y
educar”. Para lo cual, dijo, “debe apoyarse en la ciencia e
investigación y conocer las propiedades de los alimentos, elegir
de manera adecuada lo que consumimos y contribuir a la
seguridad alimentaria”.
Finalmente, Gautier Wonner, chef del Institut Paul Bocuse,
comentó que la nueva normalidad impone nuevas reglas en los
restaurantes: carta digital que se escanea con un código QR,
capacidad limitada en los salones, cumplimiento de los
protocolos de sanidad y, en algunos casos, el uso de una
burbuja de separación.

Conclución:
Los peruanos frente a crisis como la perdida de trabajo entre
otros han buscado la manera de salir adelante adaptándose a
la situación q se presentaba en el 2020(Covid-19), otros
buscaron la manera de emprender buscando las necesidades
de entonces fuero las mascarillas, el alcohol desinfectante, el
oxígeno, los protectores faciales, entre otros.

Los peruanos demostramos ser creativos e ingeniosos para


salir adelante ante un cambio económico brusco, de
consecuencias incuestionables.

También podría gustarte