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DEDUCEN RECUSACIÓN. RESERVA.

Excmo. Tribunal:

Carlos Alberto Beraldi, CUIT 20-13430665-4, y Ary Rubén Llernovoy,

CUIT 20-35317032-6, en nuestro carácter de abogados defensores de la Dra. Cristina

Fernández de Kirchner, en la causa N° 5048/2016/TO01, caratulada “FERNANDEZ

DE KIRCHNER, CRISTINA ELISABET Y OTROS S/ ABUSO DE AUTORIDAD…”, del

registro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2, con domicilio constituido en Av.

Santa Fe 1752, 2° “A” de esta ciudad, a V.E. decimos:

I.-

Objeto

1. En los términos previstos en los arts. 55 siguientes y concordantes del

CPPN, en cumplimiento de nuestras obligaciones como abogados defensores y siguiendo

expresas instrucciones de nuestra representada, venimos a recusar al Fiscal Diego Luciani

y al Juez Rodrigo Giménez Uriburu. Ello, a mérito de las razones objetivas que serán

desarrolladas en el siguiente apartado.

2. Desde ya, dejamos expresamente planteada la nulidad de todos los actos

procesales desarrollados por los nombrados magistrados, de conformidad con lo normado

en el art. 62 del ordenamiento de rito.

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3. A todo evento, dejamos planteada la inconstitucionalidad del art. 61

in fine del CPPN, toda vez que importa un severo menoscabo para el derecho de ser juz-

gado por un juez imparcial y vulnera la garantía del “doble conforme” (art. 8.2 “h” de la

CADH y art. 14.5 del PIDCP).

4. Finalmente, dada la naturaleza constitucional de las razones que mo-

tivan esta presentación, hacemos expresa reserva del caso federal (art 14, ley 48).

II.-

La recusación

A. Amistad entre las partes (art. 55 inc. 11 del CPPN)

En el día de ayer, el diario Página12 publicó un artículo periodístico

titulado “Compañeros, siempre fuimos compañeros. Las fotos exclusivas que muestran el

detrás de la escena del juicio a Cristina Kirchner”.

En dicho artículo, cuya copia se acompaña al presente, se consignaron

dos fotografías que denotan una clara relación de amistad entre el Fiscal Diego Luciani y

el Juez Rodrigo Giménez Uriburu, quienes integran el equipo de fútbol denominado “Li-

verpool” o “La Liverpool”.

Esta relación personal, que se mantuvo en todo momento bajo reserva,

debió haber sido formalmente comunicada a las defensas -y en rigor de verdad, a toda la

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sociedad- una vez que este proceso, de singular relevancia institucional y trascendencia

mediática, quedó radicado ante este Tribunal.

En circunstancias normales, dato en los procesos que se le siguen a Cris-

tina Fernández de Kirchner jamás se verifica, el Juez Giménez Uriburu debió haber dado

cumplimiento con la obligación legal de excusarse, tal como lo establece el art. 55 inc. 11

del CPPN.

La grave omisión en que incurrió el Juez Giménez Uriburu contó con el

aval explícito del Fiscal Luciani, extremo que denota una grave violación a los deberes de

resguardo de la legalidad y de la objetividad que pesan sobre todos los integrantes del

Ministerio Público Fiscal.

En pocas palabras y para que todos lo entiendan: impulsar una causa

como Fiscal para que la resuelva un Juez amigo no es un comportamiento inocuo desde

el punto de vista legal, máxime cuando se trata de un representante del Ministerio Público

que tanto hincapié hace sobre la necesidad de resguardar la transparencia en el ejercicio

de la cosa pública.

A mayor abundamiento, cabe preguntarse: ¿qué hubiese sucedido si en

el día de ayer se hubiesen dado a conocer fotografías en las cuales los miembros del

Tribunal hubiesen aparecido jugando al fútbol con las personas que están siendo juzga-

das en este proceso? Sin lugar a dudas, estaríamos en presencia no sólo de un escándalo

nacional, sino también ante la inmediata promoción de una causa penal en contra del juez

que habría desarrollado tal conducta y la promoción de su juicio político.

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Lo expuesto no es una simple especulación de nuestra parte; antes bien,

basta con recordar lo que sucedió con el Juez Casanello cuando se le inventó un encuentro

con nuestra representada en la Quinta de Olivos.

En definitiva, es evidente que en el presente caso se encuentra lesionada

de una manera intolerable la garantía del Juez imparcial y, de igual manera, vulnerado el

principio de objetividad y respeto de la legalidad que, como se dijo, debe regir sin excep-

ciones la actuación de los Fiscales, lo cual justifica holgadamente las recusaciones articu-

ladas (arts. 18 y 120 de la CN).

B. Temor objetivo de parcialidad y de falta de objetividad. Otras razo-

nes.

Si bien lo expuesto en el punto precedente da fundamento suficiente a la

petición sub litis, no podemos dejar de mencionar que en el artículo periodístico al cual

venimos haciendo referencia también se indicó que los Dres. Giménez Uriburu y Luciani

llevaban a cabo sus actividades sociales y futbolísticas no en cualquier lugar, sino nada

más ni nada menos que en la Quinta Los Abrojos, la cual, como es de dominio público, es

de propiedad del ex Presidente de la Nación, Mauricio Macri.

Cabe preguntarse, ¿el comportamiento de estos funcionarios judiciales

se corresponde con el sentido común -tantas veces invocado por el Fiscal Luciani en su

reciente alegato- y con los principios que deben ser observados en un proceso judicial,

máxime en un caso de tanta relevancia institucional? ¿No pensaron siquiera que jugar

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partidos de fútbol en la quinta de Macri representa una conducta que no es compatible

con los deberes de imparcialidad y objetividad que deben observar los miembros del ser-

vicio de administración de justicia? ¿Acaso pensaron que nadie se iba a enterar de se-

mejante situación? ¿Consideran que son parte de un estamento que no debe rendir cuenta

de sus actos ante el resto de la ciudadanía? ¿Les parece razonable que el Fiscal que

acusa y el Juez que debe Juzgar a Cristina Fernández de Kirchner jueguen partidos de

fútbol nada menos que en la quinta de Mauricio Macri, cuyo gobierno promovió esta

misma causa y se constituyó como querellante y actor civil a través de la Oficina Antico-

rrupción, la Unidad de Información Financiera y la Dirección Nacional de Vialidad?

Indudablemente, la conducta en que han incurrido el Fiscal Luciani y

del Juez Giménez Uriburu determina de manera inequívoca la procedencia del planteo

aquí efectuado. Así lo postulan y reclaman los más elementales principios que gobiernan

la materia. Veamos.

1. Como es sabido, la garantía del juez natural reposa en dos condiciones

esenciales, a saber: a) los Jueces deben ser independientes frente a los demás poderes del

Estado, en particular, del Poder Ejecutivo, que tiene expresamente vedado entrometerse

en el funcionamiento de la justicia (art. 109, CN); b) los Jueces deben ser imparciales, es

decir, deben actuar como terceros respecto de las partes, ajenos a sus intereses y libres de

prejuicios sobre los hechos y los protagonistas del pleito.

Al respecto se ha afirmado que “el juez independiente -o mejor aún, un

juez, a secas- es aquél que no aparece afectado en la neutralidad o imparcialidad de su

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función, en resguardo básico del Estado de Derecho y el orden democrático. Por ello el

derecho a un juez independiente e imparcial consagrado en el sistema jerarquizado de

normas de la superlegalidad internacional y constitucional (arts. 10 DUDH, 26.2 DADH,

8.1. CADH, 14.1 PIDCP) se trata de un derecho absoluto, que no admite excepciones,

conforme lo destacan los órganos de aplicación” (ver Slokar, Alejandro, Acerca de la

integridad de los/las magistrados/as, texto disponible en http://www.derecho.uba.ar/ins-

titucional/deinteres/2020/reforma-judicial/alejandro-slokar.pdf; ver asimismo Comité de

Derechos Humanos de la ONU, Comunicación No. 263/1987, M. González del Rho v.

Perú. Doc. ONU CCPR/C/46/D/263. 1987. Párr. 5.2).

En igual sentido la doctrina ha establecido que la vulneración de tales

recaudos fulmina la legitimidad del juicio, dado que “si el juicio ha de estar dirigido a

impedir arbitrariedades y abusos potestativos sobre las libertades individuales por parte

de los poderes de gobierno, la independencia de los jueces es garantía de una justicia no

subordinada a las razones de estado o a intereses políticos contingentes. Los fundamentos

externos o políticos de la independencia son en definitiva los mismos -verdad y libertad-

que legitiman la jurisdicción. Y exigen que la independencia de la función judicial esté

asegurada tanto para la magistratura como orden, frente a los poderes externos a ella y,

en particular, al poder ejecutivo…” (ver Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón. Teoría del

garantismo, Traducción a cargo de Ibáñez-Miguel-Bayón Mohino-Terradillos Basoco-

Cantarero Bandrés, Editorial Trotta, 2ª edición, Valladolid, 1997, pág. 584).

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2. Las reglas básicas que hacen a la independencia judicial se encuentran

receptadas en los Principios de Bangalore sobre la Conducta Judicial, aprobados el 27

de julio de 2006 por el Consejo Económico y Social de la ONU a través de su Resolución

N° 2006/23. Esta norma de derecho internacional reviste un valor superlativo, pues es el

resultado de sólidos consensos establecidos por los países miembros de la ONU y, por

ende, opera como la principal guía de interpretación de las cláusulas convencionales que

regulan la materia.

Es decir, los Principios de Bangalore sobre la Conducta Judicial no son

meras declamaciones o disposiciones programáticas, sino antes bien se integran al núcleo

de garantías receptado en el plexo supralegal, por lo cual son de cumplimiento obligatorio

y su inobservancia compromete la responsabilidad del Estado argentino ante los organis-

mos internacionales competentes en materia de Derechos Humanos.

En lo que aquí interesa, Los Principios de Bangalore sobre la Conducta

Judicial recogen los siguientes valores y reglas:

Valor 1. Independencia.

Principio. La independencia judicial es un requisito previo del principio de

legalidad y una garantía fundamental de la existencia de un juicio justo. En consecuencia, un

juez deberá defender y ejemplificar la independencia judicial tanto en sus aspectos indivi-

duales como institucionales.

Aplicación

1.1. Un juez deberá ejercer su función judicial de forma independiente,

partiendo de su valoración de los hechos y en virtud de una comprensión consciente de la

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ley, libre de cualquier influencia ajena, de instigaciones, presiones, amenazas o interferen-

cias, sean directas o indirectas, provenientes de cualquier fuente o por cualquier razón.

[…]

1.3. Un juez no sólo estará libre de conexiones inapropiadas con los pode-

res ejecutivo y legislativo y de influencias inapropiadas por parte de los citados poderes, sino

que también deberá tener apariencia de ser libre de las anteriores a los ojos de un observador

razonable.

[…]

1.6. Un juez exhibirá y promoverá altos estándares de conducta judicial,

con el fin de reforzar la confianza del público en la judicatura, que es fundamental para man-

tener la independencia judicial.

Valor 2. Imparcialidad.

Principio. La imparcialidad es esencial para el desempeño correcto de las

funciones jurisdiccionales. La imparcialidad se refiere no sólo a la decisión en sí misma, sino

también al proceso mediante el cual se toma esa decisión.

Aplicación.

2.1 Un juez deberá desempeñar sus tareas judiciales sin favoritismo, pre-

disposición o prejuicio.

2.2. Un juez garantizará que su conducta, tanto fuera como dentro de los

tribunales, mantiene y aumenta la confianza del público, de la abogacía y de los litigantes en

la imparcialidad del juez y de la judicatura.

[…]

2.4 Cuando un proceso está sometido o pueda estar sometido a un juez, el

juez no realizará intencionadamente ningún comentario que pueda esperarse razonablemente

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que afecte al resultado de tal proceso y que deteriore la imparcialidad manifiesta del proceso.

El juez tampoco hará ningún comentario en público o de cualquier otra forma, que pueda

afectar al juicio justo de una persona o asunto.

2.5. Un juez se descalificará de participar en cualquier proceso en el que

no pueda decidir el asunto en cuestión de forma imparcial o en el que pueda parecer a un

observador razonable que el juez es incapaz de decidir el asunto imparcialmente…

[…]

Valor 3. Integridad

Principio. La integridad es esencial para el desempeño correcto de las fun-

ciones jurisdiccionales.

Aplicación

3.1. Un juez deberá asegurarse de que su conducta está por encima de cual-

quier reproche a los ojos de un observador razonable.

3.2. El comportamiento y la conducta de un juez deberán reafirmar la con-

fianza del público en la integridad de la judicatura. No sólo debe impartirse justicia; también

ha de verse cómo se imparte.

Con relación a estas reglas, la Oficina de las Naciones Unidas contra la

Droga y el Delito publicó un documento titulado “Comentario relativo a los Principios

de Bangalore sobre la conducta judicial” (septiembre de 2007), en el cual, entre otras

cosas, se enfatiza que:

“la confianza en la judicatura se erosiona si se percibe que las decisiones

judiciales están sujetas a influencias externas inapropiadas. En aras de la independencia

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judicial y del mantenimiento de la confianza del público en el sistema de justicia, es fun-

damental que el ejecutivo, el legislativo y el juez no den la impresión de que las decisiones

del juez puedan estar teñidas por esas influencias […] Es importante que a la judicatura

se la perciba como independiente y que el diagnóstico sobre su independencia incluya

dicha percepción. Se trata de la percepción de si un tribunal determinado cuenta con las

condiciones o garantías objetivas esenciales de independencia judicial y no de la percep-

ción sobre la forma en que en realidad va a actuar, independientemente de si goza de tales

condiciones y garantías. Una persona que desee cuestionar la independencia de un tribu-

nal no necesita demostrar una falta real de independencia, aunque eso, en caso de demos-

trarse, sería decisivo para el cuestionamiento. En vez de ello, el diagnóstico sobre la falta

de independencia es el mismo que el que se emplea para determinar si la persona encar-

gada de adoptar una decisión actúa con predisposición. La pregunta es si un observador

razonable debería (o en algunos sistemas jurídicos “debe”) tener la percepción de que el

tribunal es independiente. Aunque la independencia judicial es un estado o relación que

descansa en condiciones o garantías objetivas, así como una disposición mental o una

actitud durante el ejercicio real de las funciones judiciales, el diagnóstico acerca de la

independencia consiste en saber si es posible que el tribunal sea percibido razonablemente

como independiente” (ver https://www.unodc.org/documents/corruption/Publica-

tions/2012/V1187384.pdf; énfasis propio).

Asimismo, en este documento se refiere lo siguiente:

“…debido a que en el desempeño de las funciones judiciales la apariencia es

tan importante como la realidad, un juez debe estar más allá de toda sospecha. El juez no

solo debe ser honesto, sino que debe parecerlo. La obligación del juez no consiste solo en

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emitir un fallo justo e imparcial, sino también en pronunciarlo de tal modo que no haya

sospecha en cuanto a la justicia e imparcialidad de su fallo ni en cuanto a su integridad

personal. Por lo tanto, junto con dominar el derecho para interpretar y aplicar la ley con

competencia, es igualmente importante que el juez actúe y se comporte de tal modo que

las partes que acudan a un tribunal confíen en su imparcialidad” (énfasis propio).

3. Finalmente, para cerrar este panorama, cabe recordar que nuestro más

Alto Tribunal tiene una larga e inveterada jurisprudencia acerca de la importancia central

que reviste la garantía del juez natural. A tal efecto basta con traer a consideración el

conocido precedente “Llerena” (CSJN, Fallos 328:1491) en el cual se sostuvo lo siguiente:

“Que la garantía de imparcialidad del juez es uno de los pilares en que se

apoya nuestro sistema de enjuiciamiento, ya que es una manifestación directa del prin-

cipio acusatorio y de las garantías de defensa en juicio y debido proceso, en su vincula-

ción con las pautas de organización judicial del Estado.

[…]

En virtud de ello, puede verse la imparcialidad desde dos puntos distintos,

uno objetivo y uno subjetivo. El primer enfoque ampara al justiciable cuando éste pueda

temer la parcialidad del juez por hechos objetivos del procedimiento, sin cuestionar la

personalidad, la honorabilidad, ni la labor particular del magistrado que se trate; mien-

tras que el segundo involucra directamente actitudes o intereses particulares del juzgador

con el resultado del pleito.

[…]

Que la opinión dominante en esta materia establece que la imparcialidad ob-

jetiva se vincula con el hecho de que el juzgador muestre garantías suficientes tendientes

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a evitar cualquier duda razonable que pueda conducir a presumir su parcialidad frente

al caso. Si de alguna manera puede presumirse por razones legítimas que el juez genere

dudas acerca de su imparcialidad frente al tema a decidir, debe ser apartado de su trata-

miento, para preservar la confianza de los ciudadanos y sobre todo del imputado en la

administración de justicia, que constituye un pilar del sistema democrático” (énfasis pro-

pio).

En idéntico sentido, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha esta-

blecido que lo decisivo en materia de garantía de imparcialidad es establecer si ya desde

el punto de vista de las circunstancias externas (objetivas), existen elementos que autori-

zan a abrigar dudas sobre la independencia y la imparcialidad del juez, con prescindencia

de qué es lo que piensa en su fuero interno. Ello, en correlato con el adagio “justice must

not only be done, it must also be seen to be done” (conf. casos “Delcourt vs. Bélgica”,

17/1/1970, serie A, n° 11, párr. 31; “De Cubber vs. Bélgica”, 26/10/1984, serie A, n° 86,

párr. 24).

4. Sentado cuanto precede, como ya se expuso, es evidente que la actua-

ción del Dr. Rodrigo Giménez Uriburu no se ajusta a los estándares que gobiernan la

garantía del juez natural, tal como lo interpreta la jurisprudencia citada y, de manera par-

ticular, los establecen los Principios de Bangalore sobre la Conducta Judicial.

De igual manera, se encuentra quebrantado el deber de objetividad y de

resguardo de la legalidad con el cual debió desempeñarse el Fiscal Diego Luciani.

Veamos.

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a. Resulta de público conocimiento que el gobierno de Mauricio Macri,

cuanto menos, seguía con particular atención y evidente interés político el trámite de todas

las causas promovidas en contra de Cristina Fernández de Kirchner.

En lo que respecta a este expediente, cabe recordar que: i) se inició a partir

de una denuncia formulada por el Ing. Iguacel, en su carácter de titular de la Dirección

Nacional de Vialidad -quien como primer acto de gobierno ordenó realizar una auditoría

sobre la obra pública vial ejecutada en la provincia de Santa Cruz entre los años 2003 y

2015-; ii) fue impulsado por el propio Poder Ejecutivo encabezado por Mauricio Macri a

través de la Oficina Anticorrupción y la Unidad de Información Financiera -organismos

encabezados por acérrimos opositores a nuestra asistida-; iii) fue nutrido por supuestas

pruebas de cargo aportadas por funcionarios y legisladores de Cambiemos, algunos de los

cuales prestaron declaración en el marco del juicio oral.

b. También son de público conocimiento los reclamos formulados ante la

indebida interferencia ejercida por el gobierno de Mauricio Macri sobre el funcionamiento

de la justicia.

Recuérdese que algunos de estos cuestionamientos fueron desarrollados

en el marco de este mismo proceso; así lo hizo nuestra representada al prestar declaración

indagatoria en la audiencia de debate.

Pero ello no es todo. También existieron reclamos internacionales a partir

de esta grave situación, mereciendo una especial mención el informe elaborado por el Dr.

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García-Sayán, en el que se describió un gravísimo contexto de contaminación política en

los procesos en trámite en nuestro país.

c. Así las cosas, ante un conflicto de naturaleza político-institucional de

semejante magnitud, resultaba imperativo que los Jueces y los Fiscales intervinientes en

todos estos procesos extremaran los recaudos para que, frente a las partes y la comunidad

en su totalidad, su objetividad, independencia e imparcialidad no pudieran ser objeto de

la más mínima sospecha.

Precisamente, ocurrió todo lo contrario.

En efecto, en primer lugar, en el año 2020 se dio a conocer que los Jueces

Hornos y Borinsky, quienes intervinieron como magistrados de Alzada en este expediente

y rechazaron todos los planteos formulados por la defensa de la Dra. Cristina Fernández

de Kirchner, mantenían reuniones privadas y secretas con Mauricio Macri, tanto en la

Casa de Gobierno como en la Quinta de Olivos.

Y ahora, luego de cuatro años de que la causa quedara radicada ante este

Tribunal -a través de un sorteo cuya nulidad fuera planteada por esta defensa, por su falta

de transparencia- se conoce que el Fiscal que impulsa la acción penal y uno de los Jueces

que deben dictar sentencia en autos también jugaban partidos de fútbol, nada menos, que

en la quinta del propio Mauricio Macri.

En pocas palabras, un nuevo y verdadero escándalo.

5. No podemos dejar de mencionar que en el marco de su alegato final,

hace solo tres días el Fiscal Luciani invocó, como prueba de un grave delito, registros de

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visitas a la Quinta de Olivos que indicarían que Néstor Kirchner y Cristina Fernández de

Kirchner mantuvieron encuentros con un empresario que, hasta ahora, nunca había sido

imputado en la causa. A partir de esos presuntos encuentros el Fiscal reputó acreditados

supuestos hechos delictivos, pasando por alto que esos mismos actos ya fueron juzgados

y sobreseídos con carácter de cosa juzgada, aunque cueste creerlo, en más de una ocasión

(tal como se explicará oportunamente).

Así las cosas, si para el Fiscal Luciani el encuentro entre un funcionario

y un empresario constituye un indicio severo de antijuricidad; ¿podía desconocer que ir

a jugar partidos de fútbol a la quinta de Macri lo colocaba en una situación inequívoca

de falta de objetividad para desempeñarse como acusador en contra de nuestra asistida?

La respuesta a ello es demasiado obvia.

6. Pero todavía hay más.

En las fotografías publicadas en el día de ayer por el diario Página12,

los Dres. Luciani y Giménez Uriburu aparecen en compañía de Roby Martínez, cuñado

del Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y Jaime Méndez, inten-

dente en San Miguel por la alianza Cambiemos, quien justamente el pasado sábado efec-

tuara una recorrida política con Mauricio Macri.

Cabe preguntarse aquí: ¿Es lógico que el Juez y el Fiscal se fotografíen

con dirigentes políticos o personas vinculadas a ellos, cuando tienen que participar en

un proceso de las características que aquí se tratan?

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Por otra parte, en la nota en cuestión también se hace referencia a que el

Club Social y Deportivo La Liverpool tiene una página de Facebook, cuyos posteos, en

su enorme mayoría, se vinculan con la actividad deportiva, destacándose lo siguiente:

“En ese marco resulta curioso el posteo del 24 de septiembre de 2019, a

un mes de las elecciones presidenciales, de una larga diatriba contra Cristina Kirchner

del periodista de Radio Mitre, Pablo Rossi. La publicación la hizo, con un video, Héctor

Giménez Uriburu, militar y padre del juez. Lo asombroso es que Rossi increpa a Luis

Novaresio porque entrevistó a Cristina. ´¿Cuánto más creen que el periodismo puede

ofrecer lo que hizo, dijo, malversó, robó, estafó el kirchnerismo? ¿Hacen falta más en-

trevistas? Hacen falta más indagatorias, hacen falta interrogatorios, pero no por un pe-

riodista, sino por jueces. Es la hora del juez que pueda refutar esas toneladas de hipo-

cresía, cinismo, acting y show. ¿Qué posibilidades hay que los corruptos (en referencia

a la ex presidenta) vayan presos y devuelvan la plata?´.

La relevancia de esta última cuestión reside precisamente en que quien

efectúa este posteo es nada más ni nada menos que Héctor Giménez Uriburu, padre del

magistrado aquí recusado, quien en ese mismo momento presidía las audiencias de debate

del juicio que se desarrolla en contra de nuestra representada y también era una de las

personas que interactuaba en el referido sitio de internet.

Finalmente cabe destacar, por su relevancia, que en el artículo periodís-

tico bajo análisis también se señala que el equipo de fútbol que integran el Fiscal Luciani

y el Juez Giménez Uriburu además estaría integrado por el Dr. Mariano Llorens, magis-

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trado que ratificó varios procesamientos en contra de la Dra. Cristina Fernández de Kir-

chner, rechazó todos los planteos efectuados por su defensa, negó la existencia de una

organización ilegal de inteligencia montada desde la cúspide del gobierno encabezado por

Mauricio Macri dirigida a realizar espionaje en contra de adversarios políticos y, por si

todo ello no bastara, también visitaba a Macri en la Casa de Gobierno. Como último acon-

tecimiento y en esta misma línea, el Juez Llorens, hace pocas semanas, sin competencia

funcional y de manera totalmente ilegal, se permitió dar directivas sobre cómo debía ser

juzgada la Dra. Cristina Fernández de Kirchner, hablando de la existencia de un único

designio criminal entre los hechos que se investigan en la causa conocida como Ruta del

Dinero (en la cual nuestra representada ni siquiera está procesada), el proceso que se lleva

a cabo ante este Tribunal y las causas “Los Sauces” y “Hotesur”, en la cual se encuentra

sobreseída.

En suma, dicho con todo respeto, no cabe duda que a los ojos de quienes

resultan ser los adversarios políticos de nuestra representada, todos estos jugadores inte-

gran un verdadero equipo de primera; sin embargo, para el resto de la sociedad, su parti-

cipación en un recto servicio de administración de justicia deviene incomprensible.

7. En definitiva, por todo lo expuesto, acuden en la especie razones más

que suficientes que denotan un temor objetivo de falta de objetividad en la actuación del

Fiscal Diego Luciani y de falta de imparcialidad en lo que respecta al Juez Rodrigo Gi-

ménez Uriburu.

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Por ello, corresponde y solicitamos que se haga lugar a la recusación de

ambos funcionarios, declarándose las nulidades que por derecho corresponda.

III.-

Petitorio

Por todo lo expuesto, a V.E. solicitamos:

1. Se tengan por deducidas en tiempo y forma las presentes recusaciones

y se las oralicen debidamente en el marco de la audiencia de debate del día de la fecha.

2. En caso de que ambos magistrados recusados no admitieren el plan-

teo, se remitan las actuaciones al Tribunal competente para que, previo procedimiento de

ley, definan la cuestión articulada.

3. Se haga lugar al planteo promovido y, en consecuencia, se disponga

el inmediato apartamiento del Fiscal Diego Luciani y del Juez Rodrigo Giménez Uriburu.

4. Se dicten las nulidades que por derecho corresponda.

5. Se tengan presentes las reservas formuladas.

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Proveer de conformidad,

SERÁ JUSTICIA.

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