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El conocimiento del cuerpo

Comenzamos por definir al esquema corporal como la imagen inconsciente que el ser humano tiene de su cuerpo. La variación de
la postura total y segmentaria, aportan elementos que emplea el individuo en desarrollo para elaborar su propia imagen.

Analizaremos los elementos con que puede contar el lactante para elaborar las primeras vivencias parciales de su cuerpo; y
seguiremos luego los pasos que durante el primer año de vida le permiten fusionar esos fragmentos tendiendo a adquirir noción
de su unidad y autonomía.

El lactante afronta, al mismo tiempo, una triple tarea: de adquirir conocimiento de la realidad de su cuerpo, de la realidad del
entorno y de la dualidad de ambos. Cuenta para ello con órganos sensoriales y con una compleja dotación de reflejos arcaicos,
posturales y no posturales.

Las sensaciones del recién nacido y del lactante pequeño ofrecen los primeros aportes para los esbozos del yo corporal. Durante
los tres primeros meses de vida, el niño responde a los estímulos con alguna actividad motriz simple. Cuanto más pequeño es, más
globalmente reacciona a los estímulos: se expresa con el cuerpo entero.

Clásicamente se considero a las respuestas reflejas como inevitables e inmodificables, sin embargo los avances en el conocimiento
de la funcionalidad psico física del ser humano, van obligando a modificar cada vez más tal concepto. Aun los reflejos musculares
profundos, considerados modelos de reflejos simples, son influenciados por el tono muscular, y este, a su vez, por el estado de
placer o displacer, variaciones en la postura, cambios homeostáticos, etc.

Los recién nacidos no son, para el esquema corporal, libros en blanco. Es indudable que algunos niños ya en el claustro materno
han ejercitado la succión del pulgar o de la lengua, recibiendo, por consiguiente, sensaciones provenientes tanto de su zona oral
como de sus manos, es posible que puedan recibir sensaciones gustativas, olfatorias y también sonoras. Por todo esto podemos
suponer que los recién nacidos poseen un cumulo de experiencias previas que servirán como base al momento de su nacimiento.

El parto, aun el normal, significa una tremenda experiencia corporal, una suma de estímulos que deben dejar huellas en el
inconsciente de cada persona. El roce de canal de parto sobre la superficie cutánea virgen hasta el momento de toda experiencia;
la intensa compresión de la masa muscular, el dolor por dicha compresión, la sensación de angustia por la falta de oxigeno que lo
obliga a tomar la primera aspiración, etc.… tienen que producir sensaciones muy intensas.

El recién nacido es capaz de succionar aun antes de experimentar sensaciones de hambre o sed. Pues según m. Roble la tención
emocional del niño encuentra su principal vía de descarga y alivio natural a través de la succión (tomar la teta, chuparse el dedo,
tomar mate jajaja). Sin duda la imagen interna de la zona oral domina el panorama en esa primera edad y continúa predominando
durante los primeros meses.

Paulatinamente, las manos van adquiriendo también representación interna. El predominio tónico cervical asimétrico del primer
trimestre posibilita su temprano conocimiento. El niño comienza a fijar su mirada entre los quince y treinta días. Ve una mano por
vez, ignorando la mano opuesta y todo cuando quede a sus espaldas. Primeramente deja resbalar su mirada sobre las manos, es
un objeto q se mueve sin chiste, hacia los dos meses el niño la ve de forma distinta, le da más importancia. Hacia fines del tercer
mes, el lactante es capaz de realizar movimientos digitales que observa, aunque no le es posible aun dirigir la mano con
intencionalidad.

En el esquema interno de la boca que se forme cada niño, influirán el tono emocional que ha acompañado su conocimiento, las
sensaciones gratas o frustrantes, a él asociadas. El hambre es sin duda un factor más para la elaboración del esquema corporal.

Hay un elemento muy importante también en la creación de este esquema corporal: durante la mamada, es natural que la madre
este pendiente de su niño. Cuando este es muy pequeño suele accionar con los ojos cerrados y aun abriéndolos no recibirá sino
sensaciones de luz y sombra. Pero a medida que madura la fijación ocular, cada vez que, puesto el seno, abre sus ojos, su vista
enfoca el ovalo del rostro materno y es atraída por el brillo de los ojos fijos en el. Así el niño se da cuenta, que las gratificaciones
orales que está recibiendo provienen de un objeto externo a él, la madre; esto a su vez repercute en la integración de las
sensaciones internas que van modelando la imagen de su cuerpo, de su yo corporal. En base a esta estructuración el niño
alcanzara a tener conciencia de su individualidad.

El periodo que abarca el cuarto y quinto mes de vida marca un jalón importante en el desarrollo del conocimiento o del cuerpo del
lactante y de su actitud frente al mundo externo. A esta edad el niño ya se ha adiestrado en los movimientos con la boca y con los
ojos; ha ejercitado la succión de los dedos y ha controlado con la vista los movimientos de los miembros. Aunque el lactante no
sepa todavía que las m anos le pertenecen en mayor grado que todos los objetos que toma, es indudable que las conoce
diferenciadamente.
En general el bebe es muy estimulado por su boca y sus ojos desde sus primeros días pero, tórax y abdomen, especialmente el
dorso, son casi olvidados por los adultos. La región ano genital provee desde la primera edad sensaciones contradictorias: el roce
de las ropas húmedas cuando se orinan por ej. Les produce desagrado, pero le gustan las maniobras de higiene de la madre
cariñosa repite muchas veces al día. Esa zona es así fuente de sensaciones cuyas huellas se suman a las provenientes del reservorio
rectal, y que se acumulan hasta adquirir, a fines del primer año, tal jerarquía, que el psicoanálisis ha denominado “etapa anal” a la
que comienza a esta edad.

Teniendo en cuenta que el esquema corporal se nutre también con la visión de otras personas, recordemos que quienes rodean a
la criatura suelen tener descubiertos el rostro, pero el tronco esta casi siempre tapado por las ropas, pues en nuestra cultura no es
común que los niños pequeños puedan mirar en otras personas las partes del cuerpo que les son poco accesibles a ellos mismos.

Ya a los 5 meses el niño describe sus rodillas, por entonces al alcance de sus manos, y el paso siguiente en el conocimiento
corporal es el descubrimiento de los pies: cuando el pequeño de 5 o 6 meses toca sus rodillas alcanza a ver poco más lejos esos
dos objetos en constante desplazamiento. El niño presta atención preferencial a sus pies durante un periodo que no abarca más
de dos meses a partir de los 6 meses de edad.

A través de una extensa y compleja serie de experiencias posturales, sensoriales e interoceptivas, el niño llega a los 7 u 8 meses de
edad, a acumular suficientes elementos como para configurar una ligero esquema de todo su cuerpo. Lacan denomina a esta
época de la formación del esquema “estadio del espejo”, por cuanto al niño puede comenzar a reconocerse como un todo en su
propia imagen que lo observa desde el espejo, y en ese todo, resume los fragmentos que el ya conocía por separado.

Pero al descubrirse a sí mismo, necesariamente descubre cuanto no es el mismo, todo lo que consideraba como propio; es como si
lo perdiera, y lo que pierde es nada menos que el mundo entero, del que empieza a diferenciarse. Le perturba el hecho de que la
madre no forme mas parte de él. E esa edad el niño comienza a rechazar a cualquier extraño, particularmente si no lo protege la
presencia de la madre. Spitz llamo a esta etapa “angustia de los 8 meses”. Para llegar a ella, el niño necesariamente debe
reconocer su cuerpo.

Entre los 8 y los 9 meses el niño acaba la primera etapa de autoexploración. Ahora puede pasar a explorar con más detalle el
mundo que lo rodea.

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