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persistentes en el 

medio ambiente.
Al incrementarse más el brillo del cielo, acaban por desaparecer también, de forma progresiva,
las estrellas, con lo que, al final, solamente las más brillantes, algunos planetas y la Luna
resultan visibles en medio de un cielo urbano neblinoso de color gris-anaranjado. Si
consideramos que en condiciones óptimas, nuestro ojo alcanza a distinguir estrellas hasta la
sexta magnitud, lo cual supone poder alcanzar a ver unas 3000 en verano, podremos juzgar
con equidad la magnitud de lo que nos perdemos.
El efecto de la contaminación lumínica trastoca esa fuente de valores culturales, históricos y
científicos que nos han permitido ubicarnos en el universo. Poco a poco, nos despoja de esa
ventana intrigante y extraordinaria que nos reafirma como seres humanos; ese exceso de
iluminación nocturna innecesaria nos arrebata el derecho a disfrutar de los cielos oscuros.
El cielo oscuro necesario para la astronomía, ha sido la ciencia que ayudó a los marinos a
viajar por todo lo largo y ancho de este mundo. Desde el siglo XVII, se han venido
perfeccionando las cartas del cielo, que eran efemérides elaboradas para su uso en la
navegación. Estas cartas del cielo se hicieron a los largo de los siglos XVII a XIX, en
observatorios que estaban, en general, en los centros de las mayores ciudades europeas.
Recuérdese el caso de los Observatorios de Greenwich, en Londres; del Observatorio de
París; del Observatorio Nacional español, en el madrileño Parque del Retiro, o del
Observatorio Nacional de México, instalado primeramente en pleno Bosque de Chapultepec.
Gran parte del estudio de las estrellas y nebulosas realizado entre los siglos XVIII y XIX se
lleva a cabo en estos observatorios.Hasta casi finales del siglo XIX, el uso de iluminación era
muy escaso, con lámparas que equivalían en el mejor de los casos a una bombilla moderna
de 2.5 vatios. Esto explica que la observación astronómica pudiese hacerse sin grandes
problemas desde el mismo centro de las ciudades. A partir de la invención de la electricidad
comercial, en el siglo XX se inició un proceso imparable de iluminar cada vez más las
ciudades. Iluminar era signo de modernidad, y seguridad. A mitad del siglo XX la implantación
de lámparas en las ciudades es una prioridad. A finales de siglo la iluminación es ya
omnipresente, inutilizando los antiguos observatorios para la observación. Así, la observación
astronómica profesional, que antes se podía hacer desde las ciudades, hoy se hace
normalmente desde sitios remotos, altas montañas o enclaves singulares. Además, estos
enclaves se ven en muchas ocasiones amenazados por el exceso de iluminación de ciudades
más o menos cercanas. Hasta el punto de que algunos observatorios profesionales pueden
verse amenazados en corto tiempo si no se toman medidas. 6
Además, se ha demostrado en los últimos años que una exposición prolongada de los árboles
a luz artificial puede provocar que los árboles se descontrolen y crezcan en momentos
inadecuados.7
La contaminación lumínica produce un incremento de la contaminación del aire al inhibir en
parte las reacciones químicas que hacen depositarse a los Óxidos de nitrógeno en forma de
nitratos.8

Contaminación lumínica y CO2[editar]


Cada vez, un habitante necesita más energía, entre otros motivos para los aparatos eléctricos
(televisores, lavadoras, ordenadores...) provocando que un ciudadano de un país
industrializado gaste unas 100 veces más que un habitante del tercer mundo.
La contaminación lumínica está relacionada en parte con un aumento del CO 2 debido a que
para producir electricidad se necesitan centrales térmicas (aparte de energías renovables) y
esto produce un aumento notable de la contaminación medioambiental.
Biodiversidad y contaminación lumínica[editar]
Muchas especies de animales son de hábitos nocturnos. Esto significa que buena parte de
sus actividades (campeo, búsqueda de alimentos, desplazamientos migratorios,
apareamiento, oviposición, etc.) se desarrollan entre la puesta de sol y el amanecer. El ser
humano está adaptado evolutivamente a tener un ciclo circadiano de actividad en horas
diurnas y dejando las horas nocturnas para el descanso.
El ser humano ha desarrollado todo tipo de sistemas de alumbrado que le permiten iluminar
sus horas de oscuridad, y cuando esto sucede en zonas exteriores y especialmente fuera de
los núcleos urbanos, pueden aparecer una serie de interferencias con el resto de las especies.
Se ha utilizado el término «interferencia» para señalar que el alumbrado exterior altera de
manera más o menos significativa la actividad de ciertas especies eminentemente nocturnas,
sin llegar a provocar en la mayoría de los casos una «aniquilación» directa de las poblaciones
afectadas. En los últimos años,la literatura científica ha identificado numerosos grupos
zoológicos afectados por la contaminación lumínica, así como diversas formas de impactos
sobre la biodiversidad que erosionan las poblaciones de muchas especies. En efecto, se han
recogido las consecuencias ecológicas del alumbrado exterior sobre mamíferos voladores y
terrestres, aves, anfibios, reptiles, peces, zooplancton. . . en definitiva, todos los grupos
zoológicos existentes. Pero quizás uno de los grupos más significativos, tanto por su
importante contribución a la biodiversidad en cifras absolutas como su posición en la cadena
trófica, es el de los insectos. En este grupo zoológico, el alumbrado exterior provoca un
comportamiento de hiperestímulo que se conoce como «vuelo a la luz». La base de este
comportamiento es difícil de entender porque los cálculos y circuitos que se usan para el
control del vuelo están pobremente estudiados. El vuelo a la luz se traduce en tres grandes
impactos: un efecto de cautividad (el insecto se siente atraído por la luz, muere extenuado,
quemado o depredado por lo general), el efecto barrera (las fuentes de luz actúan como
barreras migratorias o de dispersión) o el llamado efecto aspirador (los insectos son
«extraídos» de sus hábitats naturales). En cuanto a los efectos sobre la fisiología de los
insectos atrapados, se han descrito todo tipo de alteraciones, con consecuencias
permanentes o de carácter temporal, sobre la visión, la navegación, la oviposición y el
apareamiento, los insectos son el grupo zoológico más numeroso en prácticamente todos
los ecosistemas terrestres. Además suponen el alimento base para el resto de la cadena
trófica y cumplen funciones vitales como la polinización de las plantas. 9

Medición[editar]
En general, la contaminación lumínica se mide en unidades de Radiancia espectral. Sin
embargo, habitualmente se usan otras unidades como proxy. Por ejemplo, el brillo de cielo en
determinada banda. El brillo del firmamento nocturno se mide en mag/arcsec2 (magnitud entre
arcosegundo cuadrado).
El cielo más oscuro posible tiene un valor máximo de alrededor de 22 mag/arcsec 2; una noche
con claro de luna, alrededor de 18 (40 veces más luminoso); áreas densamente pobladas, de
17 (100 veces más luminoso) e incluso menos. Téngase en cuenta que es una medición de un
área diminuta del cielo, de manera que la mayor oscuridad corresponderá normalmente con el
cénit y puede aumentar bastante conforme bajamos hacia el horizonte, y variar con la
orientación.

En España, la red de MeteoGalicia incluye actualmente la medición del brillo del cielo nocturno
en 14 de sus estaciones meteorológicas.10

Intrusión lumínica[editar]
La intrusión lumínica se produce cuando la luz artificial procedente de la calle entra por las
ventanas invadiendo el interior de las viviendas. Debido a que normalmente entra un cierto
porcentaje de luz reflejada en el suelo o en las paredes, puede provocar falta de descanso así
como posibilidades de alguna alteración en la vida de la ciudad. Esto resulta una gran
agresión medioambiental así como una agresión a los vecinos al mismo tiempo. La
introducción de las leds está au

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