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LA PEDAGOGÍA DE JESÚS

 
Por: Carmen Julia Pagán
 
El tema de la pedagogía de Jesús es uno de los más fascinantes en el campo de
la educación religiosa cristiana. Todo lo que hizo Jesús nos apasiona y nos motiva
a realizarlo. Pero así como de fascinante es el tema, así lo son las expectativas
que se tienen con relación al mismo. Todos queremos imitar al Maestro en su
metodología, contenido y autoridad pedagógica.
 
Son muchos los que creen que si Jesús lo hizo de tal o cual manera también
nosotros debemos hacerlo igual.
 
Ante esto nos preguntamos ¿será adecuado pensar de esta forma? ¿Qué
debemos hacer para emplear efectivamente la pedagogía de Jesús en la iglesia
cristiana? ¿Utilizaría Jesús las mismas técnicas para impartir su enseñanza hoy?
 

El contexto en el cual se da la experiencia educativa

El contexto en el cual se imparte la educación cristiana es importante. Debemos


ver éste no sólo considerando los acontecimientos sociales, políticos y
económicos, sino también la situación existencial de las personas, sus
experiencias y entendimientos de la fe.
 
Se hace necesario que la educación cristiana que se imparte en la iglesia haga
posible que el mensaje de Jesús se transmita de una manera clara y pertinente.
Se requiere que se examine cuidadosamente el contexto estableciendo un diálogo
con él. La educación cristiana debe tener como una de sus prioridades el ofrecer
respuestas concretas a los interrogantes que lanza la sociedad.
 
¿Jesús vino a enseñar?
 
Es significativo indicar que todos los evangelistas colocan la actividad pedagógica
de Jesús desde el inicio de su ministerio. Marcos nos dice: "Entraron en
Capernaúm, y el sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. Y se
admiraban de su doctrina porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no
como los escribas" (Mc 1:21-22). De igual manera los evangelistas finalizan sus
relatos con una exhortación de Jesús comisionando a sus discípulos a predicar y a
enseñar el mensaje recibido. "Id y haced discípulos a todas las naciones,... y
enseñándoles..." (Mt 28:19-20ª). Mirar los evangelios con un lente pedagógico
podría ser muy revelador e ilustrativo para nuestra práctica educativa.
 
En ellos descubrimos que la misión de Jesús, al igual que el de la iglesia, es la de
enseñar.
 
Aunque los evangelios contienen una cantidad de material histórico-narrativo,
examinado bajo el lente de la primera iglesia, en el momento en que Jesús
comienza su ministerio todo lo que Él hace es motivo de una enseñanza. En sus
acciones y estilos Jesús modela pedagogía y en sus dichos transmite un
contenido teológico.
 
Jesús tomó de las experiencias de la vida cotidiana para hacer de ellas temas de
enseñanza religiosa. Lo que nos ilustra sobre su énfasis como Maestro en la
penitencia y en la aplicación. De las actividades pedagógicas de Jesús podemos
extraer ejemplos sobre las muchas formas en que se puede impartir la enseñanza,
las diferentes maneras en que la gente aprende y de cómo los escenarios
modifican la experiencia educativa.
 
¿Entendemos la pedagogía de Jesús?
 
Es medular entender como la práctica pedagógica de Jesús respondió a su
contexto. Para el Maestro, las situaciones concretas de sus discípulos fueron
ocasiones para impartir una enseñanza. Los discípulos fueron dirigidos a
encontrar respuestas dentro del marco de su propia realidad. La actividad
pedagógica de Jesús fue impactante, no sólo por el contenido de sus enseñanzas,
sino también por la viveza educativa que se dio en la misma.
 
El dinamismo que Jesús le impartió a su enseñanza, la profundidad de sus
palabras y los resultados que ésta produjo fueron impresionantes. Los
evangelistas en sus relatos llenos de dramatismo recogen esa imagen de Jesús
como pedagogo.
 
Al leer los evangelios con un lente pedagógico apreciamos la gran diversidad de
métodos empleados por Jesús y el cómo la pedagogía y el contexto se relacionan.
Pues los métodos de Jesús fueron respuestas concretas a experiencias a las
cuales Él quería responder. Entre los métodos empleados por Jesús tenemos:
historias, parábolas, milagros, oraciones, discursos, símbolos y lenguaje simbólico,
preguntas y respuestas, estudio de casos, repetición, inducción, motivación por
medio de ejemplos y proyectos. Como se puede apreciar los métodos de Jesús
fueron variados entre sí.
 
Es que la pedagogía invita a la creatividad y a la respuesta efectiva del momento y
situación en que se imparte la enseñanza.
 
En Jesús, lo teórico y lo práctico se entrelazaron en la práctica educativa. Por eso
podemos decir que las experiencias de sus discípulos fueron motivos para la
enseñanza y el resultado de la enseñanza fue motivo para modificar sus
experiencias de vida. Para el Maestro la experiencia no fue relato trivial e
insignificante, sino punto de partida para entender la situación teológica y
existencial en que se encontraban sus discípulos.
 
¿Qué es la pedagogía de la pregunta?
 
De todas las técnicas utilizadas por Jesús en esta presentación nos limitaremos a
la pedagogía de la pregunta. La pregunta es una técnica muy apropiada para la
enseñanza religiosa a todos los niveles. En la educación religiosa cristiana el
hacer preguntas debe verse como una de las mejores herramientas para lograr
una pedagogía transformadora.
 
S.G. Fortoris nos dice que la importancia de la pregunta consiste en que ella
estimula el pensamiento fructífero. La pregunta ayuda a clarificar los
pensamientos, particularmente cuando éstas son bien planificadas y dirigidas.
Esta lleva a la reflexión profunda y al análisis. La pregunta es tan importante en la
educación que no podemos afirmar que el/la maestro/a que domina la técnica de
la pregunta domina bien el arte de la enseñanza.
 
En la educación religiosa las preguntas pueden utilizarse para dirigir a los/as
estudiantes a modificar sus comportamientos y actitudes. Las preguntas invitan a
que éstos confronten por sí mismos sus situaciones frente a las demandas del
evangelio, de tal manera que lleguen a sus propias conclusiones. El enseñar la fe
no es meramente una actividad intelectual, sino también una que envuelve los
sentimientos y la voluntad. De eso es que trata la educación religiosa cristiana, de
formar hombres y mujeres con un profundo carácter cristiano.
 
La técnica de la pregunta es empleada con frecuencia en nuestras prácticas
educativas, pero no siempre de la mejor manera, ni produciendo los resultados
deseados. Ya que las preguntas no provocan efectos por el sólo hecho de
decirlas, éstas deben ser dirigidas con propósitos claros y definidos.
 
Lo que nos invita a evaluar: ¿cómo hacemos preguntas? ¿qué clases de
preguntas exponemos? ¿hacia quién(es) van dirigidas? ¿qué finalidad persiguen?
¿cómo éstas corroboran el aprendizaje?
 
¿Por qué Jesús enfatizó esta técnica?
 
Jesús enseñaba el mensaje del Reino. Él quería confrontar al pueblo hebreo con
su tradición religiosa con el deseo de que éstos entendieran lo que realmente
significa conocer a Dios. El interés primordial de Jesús fue el de estimular el
pensamiento profundo y reflexivo con relación a las verdades que presentaba.
Toda persona que escuchaba seriamente lo que Jesús decía era movida a hacer
un análisis profundo en su interior. Jesús vino a impartir una enseñanza
provocadora. Una enseñanza que se encarnaba en la vida real de sus discípulos y
produjera cambios.
 
Esta manera de Jesús de enseñar contrasta mucho con los estilos pedagógicos
que se dan en muchas de nuestras iglesias. La sociedad en general, así como la
iglesia, se han convertido en lugares de pensantes uniformes y de opiniones
acomodadas. Evadimos el cuestionar las implicaciones de las enseñanzas de
Jesús con toda su profundidad y trascendencia. Nos conformamos con decir que
para El Maestro, todo es posible. Que la oración es la respuesta para resolver
nuestros problemas, sin afirmar la necesidad de un compromiso más concreto con
nuestra comunidad.
 
F. F. Bruce en su libro The Hard Sayings of Jesus, nos dice que una de las
razones por las cuales las personas encuentran difíciles y complejos los dichos de
Jesús es porque no les gusta pensar. Según Bruce para algunas personas el
pensamiento es un ejercicio dificultoso e incómodo, especialmente cuando éste
envuelve la apreciación crítica de prejuicios y de convicciones bien arraigadas o
cuando el reflexionar reta las opiniones prevalecientes aceptadas por la sociedad.
 
El "hacer pensar" a nuestros discípulos debe ser uno de nuestros propósitos al
educar. Pues la fe que no resiste el cuestionamiento, ¿qué clase de fe es?.
 
La pedagogía de la pregunta nos puede ilustrar la manera de hacer preguntas, ya
que el Maestro las utilizó de una manera única. Vemos a Jesús empleando esta
técnica en innumerables pasajes en los evangelios ya sea sola o en combinación
con muchos de los métodos de enseñanza antes mencionados. La pregunta se
convirtió para Jesús en una chispa que inició la conversación y el diálogo. Fue
como el motor generador para una discusión más amplia.
 
¿Cómo eran las preguntas de Jesús? ¿cuáles eran sus propósitos?
 
Las preguntas que Jesús hizo fueron de toda clase. Estas fueron directas e
indirectas. Fueron hechas a varios niveles, buscando que los discípulos
alcanzaran un mayor entendimiento de la fe. Jesús como buen pedagogo no sólo
respondió a su nivel intelectual, sino también a la situación particular en la cual se
encontraban. Jesús hizo muchas más preguntas que las que contestó, y en
ocasiones contestó una pregunta con otra pregunta.
 
También provocó en los discípulos el hacer preguntas. En su búsqueda de la
verdad Jesús no tuvo temor al cuestionamiento.
 
Los propósitos de Jesús al hacer preguntas fueron muy variados. Están desde los
más sencillos, hasta los muy complejos. Entre ellos enumeramos los siguientes:
 
1.      Para fomentar el interés o establecer un punto de contacto Jn 4:7; Lc 8:45.
 
2.      Para iniciar y estimular el pensamiento Lc 9:25; Mt 6:27; Jn 13:12.
 
3.      Para expresar o verbalizar el proceso de razonamiento Mr 10:18; Mt 20:22.
 
4.      Para probar el compromiso así como el entendimiento espiritual Jn 6:1-7.
 
5.      Para ayudar a los discípulos a aplicar la verdad Lc 10:36; Jn 13:12.
 
6.      Para emplear la disputa, la argumentación y la lógica Lc 14:5; 13:2; Jn 8:46.
 
7.      Para reprender o señalar alguna falla espiritual Mr 4:40; Lc 6:46.
 
8.      Para introducir una enseñanza Mt 6:25; Lc 6:39,41.
 
Las preguntas de Jesús también fueron utilizadas para expresar emoción (Mr
9:19), para recordar lo aprendido (Mr 8:20), para fortalecer la voluntad (Jn 5:6),
para contestar otras preguntas (Jn 21:22) y una serie de propósitos que por
razones de espacio no mencionamos.
 
Jesús procuró con sus preguntas cultivar una serie de habilidades en sus
discípulos. Él quería motivar el pensamiento claro y dirigirlo. Llevar a la reflexión,
pues le interesaba modificar actitudes y romper prejuicios. Las preguntas en Jesús
promovieron el diálogo y sobre todo la creatividad. La pregunta en Jesús estimuló
el descubrir nuevos senderos y nuevas maneras de ver la vida.
 
Un ejemplo de un interrogatorio fructífero, en donde la pregunta se convirtió en
generador de diálogo, es el conocido pasaje de Jesús y la mujer de Samaria, en
Jn 4:1-29.
 
Vemos que con una pregunta indirecta: "Dame de beber", Jesús comienza un
diálogo transformador. En este pasaje observamos como la discípula hizo más
preguntas que El Maestro. Jesús con paciencia fue provocando el preguntar, hasta
que la mujer termina el diálogo encontrando por sí misma las respuestas. "Venid y
ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?"
(Jn 4:29).
 

Pertinencia de la pedagogía de la pregunta en Jesús

Como hemos visto la pedagogía de la pregunta en Jesús fue muy efectiva y


ponerla en práctica podría ayudarnos a mejorar significativamente nuestra
educación cristiana. La pedagogía de la pregunta en Jesús habla al contexto
social de varias maneras. Pero no para imitar exactamente lo que El Maestro hizo,
sino para utilizar todo aquello que sea pertinente y apropiado en nuestra situación
particular.
 
La actividad pedagógica de Jesús hay que verla como una que correspondió a un
tiempo y circunstancias particulares. Lo importante no es hacer las mismas cosas
que Jesús hizo, sino hacer la hermenéutica de esa pedagogía, imitando su
dinamismo, viveza y profundidad. No creemos que Jesús utilizaría las mismas
técnicas hoy en día, pues él respondió a una experiencia histórica distinta. La
técnica de la pregunta y la pedagogía de Jesús en general son una invitación a la
creatividad en la educación cristiana. Nos habla de la confianza que debemos
tener en nuestros recursos y de lo valioso de la experiencia religiosa popular para
llevar a cabo la educación en la iglesia.
 

Pedagogía y teología

Al hablar de la pedagogía de Jesús y en específico de la pedagogía de la


pregunta, concebimos la pedagogía religiosa como actividad teológica. Al Jesús
provocar con la pregunta respuestas para la realidad existencial y social de sus
discípulos produjo como resultado la reflexión teológica. No sólo la pedagogía de
la pregunta nos lleva a cuestionar la fe o motivar el pensamiento crítico, sino
también el pensar profundo y sincero sobre nuestra realidad. La pedagogía de la
pregunta puede ilustrar de cómo la fe se va formando en procesos vivenciales de
comunidades y pueblos que buscan responder a un momento histórico.
 
En mi contexto particular de Puerto Rico se oye hablar de varias corrientes
teológicas desde la fundamentalista, una teología pentecostal autóctona, la
teología católica, hasta de una teología de la "liberación-descolonizadora". Hablar
de todas ellas como "la teología a enseñarse" resulta realmente inútil cuando
sabemos que la verdadera teología es la que la gente cree y vive. La pedagogía
de la pregunta podría ayudar al teólogo-educador a describir y organizar ese
pensar teológico que realmente se tiene. La manera más poderosa en que la
ideología dominante funciona es el no permitir que se articulen nuestras vivencias
para así poder descifrar nuestra realidad. Queda pues en manos de los/as
educadores/as reconocer cuál es realmente su marco de acción y ayudar a sus
discípulos a hacer conexiones.
 
El ver la pedagogía como actividad teológica hace que movamos al pueblo a
tomar control de su pensar teológico. Pues es el pueblo el que vive la teología. Es
quizás el momento en que se imparte la enseñanza religiosa donde mejor se
recrea el pensar teológico.
 
Es quizás el momento en que se imparte la enseñanza religiosa donde mejor se
recrea el pensar teológico. Ese momento pedagógico de cuestionamiento nos
invita principalmente a dos cosas:
 
1)     a examinar la teología académica para ver cómo se relaciona con nuestra
vivencia, contexto y realidad,
 
2)     a evaluar nuestras doctrinas, experiencias y prácticas de fe para ver cómo
responden al evangelio.
 
La pedagogía de la pregunta en Jesús nos ayudará a ese difícil proceso de
descubrir nuestras verdades procurando articular nuestra realidad. Provocar la
reflexión de nuestra fe en contexto podría ser muy revelador para elaborar una
teología contextualizada que realmente sea producto del pueblo, de su gran fe y
de su entendimiento de Dios. Todos nuestros pueblos latinoamericanos tienen sus
propios retos los cuales debemos afrontar con determinación.
 
En el campo de lo religioso la pedagogía se convierte en actividad teológica por
varias razones. El modelaje es práctica de la fe. La imitación es necesaria en el
cristianismo. Decimos que el cristianismo no es una religión sino un estilo de vida.
Cómo producir cambios reales en nuestra sociedad si no se internaliza ni se pone
en práctica lo que se enseña. Como toda educación que debe llevar a la
modificación de la conducta, la educación cristiana es llamada a provocar cambios
de actitudes y prejuicios en las personas, y de una manera profunda ya que
enseñamos las verdades del evangelio. La pedagogía de Jesús debe ser vista
como práctica que modela el vivir, como acción dentro de la realidad, como
compromiso solidario con nuestras comunidades.
 

Pedagogía y comunicación

Un/a educador/a es un/a que comunica. De nuestras prácticas educativas


sabemos que la experiencia personal y social es quizás la forma más efectiva en
que la gente conecta lo aprendido. Una de las claves hermenéuticas que utiliza
nuestra gente para interpretar las escrituras son sus experiencias. Pero la
experiencia no debe verse aquí como mero testimonio o relato superficial, sino
como aquello que expresa y dramatiza cómo los discípulos piensan y ven el
mundo. Las experiencias nos indican cuáles son sus preocupaciones, y cuál es su
entendimiento teológico. El que educa religiosamente debe buscar formas de
cómo insertar su enseñanza en esa historia, para resaltar en ella la fe. El/a
educador/a debe procurar el hacer de esa historia una historia diferente.
 
Si nuestra gente aprende a través del lenguaje sencillo y de aquellas cosas que
están a su alrededor; entonces es adecuado que utilicemos estos recursos para
producir el aprendizaje. Al emplear las experiencias validamos como Jesús lo hizo
a la persona con sus historias y circunstancias. Cuando la historia de nuestras
vidas es insertada en la historia de la fe o cuando la historia de la fe es insertada
en la historia de nuestras vidas, se produce una pedagogía transformadora. Este
fue el caso de la mujer samaritana. Las preguntas bien dirigidas y organizadas
dieron como resultado la transformación de su vida y de su comunidad.
 
El relacionar pedagogía y comunicación nos obliga a pensar en el nivel teológico,
social, psicológico, intelectual y económico en que viven nuestros estudiantes.
 
Para llevar a cabo una pedagogía fructífera es necesario que lleguemos al nivel en
que se encuentra nuestra gente. Este nivel no solamente es intelectual, es de
condición social, de género, de experiencias de vida, de pensar político, etc. No
podemos atosigarle a las personas nuestras respuestas estereotipadas. Debemos
permitir que la iglesia sea un lugar de diálogo y tolerancia.
 
La comunicación en la pedagogía de la pregunta hace que veamos a Jesús, El
Maestro como modelo de nuestra práctica educativa. Pero no es que vayamos a
reproducir todo lo que Él hizo, sino que veamos como educadores/as que estamos
modelando ante nuestros discípulos. El/la educador/a por su fe, entrega y
testimonio de vida enseña más que con sus palabras. El carácter cristiano no se
forma solamente de palabras sino, a través de vivencias que contagian vidas. Si la
experiencia produce aprendizaje, como hemos señalado, la experiencia vista y
compartida del otro puede ser determinante para el crecimiento y la madurez
cristiana. De que vale que hablemos de igualdad y justicia hacia los desposeídos y
marginados de nuestras sociedades si no somos capaces de modelar esto
tratando a nuestros semejantes, hombre o mujer, con el respeto y el amor que
merecen.
 

Apuntes para una búsqueda mayor

En nuestra discusión hemos hablado de las diferentes formas en que la pedagogía


de Jesús, particularmente el hacer preguntas, nos habla. Del cómo la pedagogía
se relaciona con el contexto y de los resultados que ésta puede producir en la
educación cristiana. Son muchas las áreas que podemos seguir explorando de las
diversas maneras en que Jesús enseñó. El examen de historias, parábolas y
milagros podrían añadir nuevos enfoques de cómo hacer pedagogía en la iglesia.
También el estudio de los temas considerados por Jesús en sus enseñanzas, las
características de Jesús como maestro y la pedagogía como actividad creativa
serían materia para una futura discusión.
    

Bibliografía

Bruce, F. F. The Hard Saying of Jesus. Downers Grove, IL: InterVarsity Press,
1956.
 
Florence, Nickes. Jesús el Maestro: Métodos de enseñanza. México: Casa Unida
de Publicaciones, 1954.
 
Fortosis, Stephen G. "Can Questioning Make Religious Educators More Efective in
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Freire, Paulo. Hacia una pedagogía de la pregunta: conversaciones con Antonio
Faúndez. Buenos Aires: Ediciones La Aurora, 1986.
 
Harris, María. Teaching & Religious Imagination: An Essay in the Theology of
Teaching. New York: HarperCollins Publishers, 1987.
 
Home, Herman H. Jesus The Master Teacher. Grand Rapids, Ml: Kregel
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Hostos, Eugenio María. Ciencia de la Pedagogía: Nociones e historia. Río Piedras,
P. R: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1991.
 
Jones, Calude C. The Teaching Methods of the Master. Saint Louis: The Bethany
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Pagán Cabrera, Carmen J. "Teaching Through Sermons: An Ethnographic Study
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Understanding of Adults in Two Evangelicals Congregations in Puerto Rico".
Teachers College, Columbia Universituy, Ed. D. Diss, 1995.
 
Phipps, William E. The Winsdom & Wit of Rabbí Jesus. Louisville, NY:
Westminster/John Knox Press, 1993.
 
PreisweKr, Matthías. Educating in the Living Word: An Educational Framework for
Christian Education. Maryknoll: Orbis Books, 1987.
 
Santa Biblia. Edición Estudio. Reina Valera 1995, Sl: Sociedades Bíblicas Unidas,
1995.

http://www.angelfire.com/pe/jorgebravo/pedagogia.htm

Nacimiento de la educación Cristiana

J. Herculano Pires

Escrito por Administrador

Jueves, 12 de Agosto de 2010 15:30

La misma existencia de la educación Judía, independiente y enteramente distinta de la Educación


Greco-romana, indicaba al Cristianismo la posibilidad y la necesidad de una organización de su
sistema educativo. El ejemplo histórico, a su vez, corroboraba las exigencias teóricas de la nueva
doctrina.

Así, la práctica judía y la teoría cristiana darían nacimiento a un nuevo tipo de educación,
correspondiente a las aspiraciones de la nueva era que brotaba de las enseñanzas de Jesús. Más
tarde — como siempre acontece en Educación — habría de surgir la Pedagogía Cristiana, que se
dividiría en varios sistemas pedagógicos, adaptados a las variadas corrientes que surgieron en la
interpretación evangélica. Bastaría el conocimiento de este hecho histórico, obligatoriamente
registrado en los tratados de Pedagogía, para señalar a profesores y legos, espíritas o no, la
legitimidad de la Educación Espírita — que ya es un hecho concreto y por lo tanto histórico en la
actualidad — y la necesidad de formular la Pedagogía Espírita.
Solo el desconocimiento de la Historia de la Educación y la ignorancia del proceso del nacimiento
de la Educación Cristiana pueden llevar a alguien a oponerse al desenvolvimiento de la Educación
Espírita y consecuente aparición del sistema pedagógico correspondiente. Además de las bases
históricas (judías) la Educación Cristiana se fundamentó también en el propio ejemplo de Jesús y
de sus discípulos, entre los cuales se destaca, por su cultura y su actividad intensa, la figura del
apóstol Pablo.

Lorenzo Luzuriaga, en su Historia de la Educación y de la Pedagogía, nos ofrece este trecho que
debería ser ampliamente divulgado en el medio espírita: La Educación Cristiana se realizó, en los
primeros tiempos, directa y personalmente. Los educadores fueron el mismo Jesús — el Maestro
por excelencia — los apóstoles, los evangelistas y, en general, los discípulos del Cristo. Era
entonces una educación sin escuelas, como aconteció con la budista, la judía, y en general con
todas las religiones en sus primeros tiempos. Nótese que Luzuriaga se refiere a otros ejemplos
históricos, relativos a otras religiones. Sabemos que la forma personal y directa de educación
marca siempre el inicio de cualquier desenvolvimiento del nuevo sistema educativo.

Es un fenómeno obligatorio y constante en todo el campo educativo y corresponde al período


inicial de la educación familiar en todas las civilizaciones. Toda educación comienza siempre por el
acto de educar, que se pasa necesariamente entre dos o más personas. Jesús inició la Educación
Cristiana al enseñar personalmente los fundamentos de la nueva doctrina al pueblo. Henri Marrou,
profesor de la Sorbona, en su famosa Historia de La Educación en la Antigüedad, que todo
estudiante de pedagogía debe obligatoriamente conocer, abre con las líneas abajo su capítulo
sobre el Cristianismo frente a la Educación Clásica: La expresión educación cristiana se encuentra
en los escritos de San Clemente de Roma, allá por el año 96. San Pablo, antes que él, ya se
preocupara en aconsejar a los padres sobre la manera de educar a los hijos: esta será una
preocupación constante del Cristianismo (1 Corintios; Efesios; Colosenses.)

Se podría alegar que la Educación Cristiana era, de inicio, puramente religiosa. Lo mismo aconteció
con todas las formas de educación nacidas de las grandes religiones. La propia Educación General,
que abarca todas las formas específicas, también se inició con los rituales de las tribus. En la
proporción en que el Cristianismo se propagaba y se institucionalizaba, la incipiente educación
cristiana fue madurando y definiéndose. Fue a alrededor del 179 que el filósofo griego Pantenus,
convertido al Cristianismo, fundó en Alejandría la primera escuela de catequistas.

Los didáscalos, catequizadores sin preparación, irían a ser sustituidos por profesores formados en
cursos especiales, de naturaleza enciclopédica. Clemente y Orígenes harían de esta escuela, más
tarde, el más importante centro de cultura religiosa de la época. Podemos decir que, con la
iniciativa del filósofo Pantenus, la educación cristiana dio un verdadero salto cualitativo,
alcanzando la institucionalización en un plano superior.

La pedagogía cristiana

La Pedagogía propiamente dicha solo aparece después del desenvolvimiento de la Educación.


Porque la Pedagogía es el estudio, la pesquisa, la reflexión sobre el proceso educativo. Así, cada
nuevo sistema educativo surge y se desenvuelve bajo la presión de las necesidades culturales,
amparado por una orientación pedagógica extraña. La Educación Cristiana se desenvolvió en
medio de la cultura clásica greco-romana, pero bajo la influencia pedagógica de la Educación Judía.
Las culturas griega, romana y judía generaron históricamente la nueva cultura cristiana. Así, la
Educación Clásica y la Educación Judía fueron las fuentes naturales de donde surgió la Educación
Cristiana. Jesús reformó al Judaísmo y de esta reforma salió el Cristianismo. Los cristianos, a partir
del impulso inicial del mismo Cristo (el Maestro por excelencia) habrían de reformar a la Educación
Clásica y a la Educación Judía, y de esta reforma surgiría la Educación Cristiana. Solo así, en esta
perspectiva histórica, podremos comprender la continuidad natural que existe en el proceso
educativo. Cada nueva Educación no será la negación de la anterior, sino su desenvolvimiento. El
fenómeno de transmisión de la cultura a través de las generaciones explica las metamorfosis
educacionales. La reelaboración de la experiencia, según la tesis de Dewey, implica el
aprovechamiento de los valores adquiridos por la cultura anterior.

El Cristianismo se presenta, aún hoy, sobrecargado de herencias paganas y judías. Estas herencias
pesaron también en el desenvolvimiento de la Educación Cristiana. Pero en la era patrística, entre
los siglos III y IV, ellas sirvieron para elaborar la Pedagogía Cristiana. Los primeros pedagogos
cristianos eran hombres formados en el seno de la Pedagogía Clásica greco-romana e
influenciados (escriturística y teologicamente) por la Pedagogía Judía. Clemente de Alejandría,
autor de El Pedagogo, primer tratado pedagógico del Cristianismo, fuera formado en la Filosofía
griega y le dio al profesor cristiano el nombre de logos. Su famoso discípulo y continuador,
Orígenes, autor de la Suma Teológica Metafísica, tuvo el misma origen cultural y consideraba la
Filosofía como el preámbulo de la Religión. Basilio, fundador de la escuela monástica, ya se
desprende de la herencia griega pero se apega a la judía, especialmente a las Escrituras.
Quintiliano y Jerónimo desenvuelven métodos especiales y se vuelcan más hacia la esencia
cristiana de los Evangelios. Con San Benito la Educación Cristiana comienza a abrir sus puertas
hacia el mundo, saliendo del recinto cerrado de los monasterios para aceptar alumnos externos.
Pero sería con Agustín autor de La Ciudad de Dios, El Maestro de Dios, El maestro y Del Orden, que
la herencia platónica se acentúa vigorosamente en la Pedagogía Cristiana, al mismo tiempo que los
elementos fundamentales de la Pedagogía Pagana son adaptados a la Escuela Cristiana y en ella
integrados: las artes liberales, la retórica, la elocuencia, la cultura física.

En la segunda mitad del siglo IV tenemos el episodio curioso de Juliano, el apóstata. El emperador
Juliano, quien subió al trono en 361 y se hiciera cristiano, apostató y se dedicó al restablecimiento
del helenismo. El 17 de Junio de 362 expidió una ley, explicada por una circular, impidiendo a los
profesores cristianos que enseñaran en las escuelas imperiales. Alegaba que era inmoral la
posición de estos profesores al enseñar Homero u Hesíodo sin creer en los dioses mitológicos. Esto
provocó una reacción de los cristianos, que pasaron a adaptar textos del Viejo Testamento al
enseñar las letras en las escuelas cristianas.

Así, Juliano el apóstata anudaba a la escuela cristiana a afirmarse en su autonomía cultural.


Cerramos este breve nudo del nacimiento de la Educación Cristiana con un episodio significativo.
¿Cómo podrían los profesores cristianos enseñar en las escuelas paganas sin traicionar sus
principios, su fe, y al mismo tiempo sin traicionar al paganismo? Juliano el apóstata tenía razón.
Como dice el proverbio popular: no se puede andar con los pies en dos canoas. ¿Y cómo podrían
los alumnos cristianos aceptar la enseñanza pagana sin renunciar a su propia formación cristiana
iniciada en el hogar? Este episodio esclarece bien la situación actual de los profesores y alumnos
espíritas. ¿Cómo podrían ellos enseñar y aprender aquello que consideran errado, en las escuelas
materialistas y religiosas de hoy? ¿Cómo pueden los alumnos espíritas consolidar su cultura
espírita en escuelas que no aceptan los principios doctrinarios, que los rechazan y condenan sin
conocerlos? Estamos hoy, como los cristianos del siglo IV, frente a un dilema cultural de profundas
implicaciones éticas. Y es por esto, evidentemente, que asistimos al nacimiento de la Educación
Espírita.

J. Herculano Pires

Extraído del libro "Educación Espírita"

http://www.luzespiritual.org/j-herculano-pires-/3871-nacimiento-de-la-educacion-cristiana

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