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Seminario Conciliar de Bogotá

Seminario autores antiguos


La amistad
Presentado a: Alejandro de Jesús García
Presentado por: Adrián Felipe Yandún Garzón
24 de noviembre de 2019

EL AMIGO DEL ALMA

En este texto se tratará el tema de la amistad desde distintos campos del conocimiento griego
antiguo, es decir, el pensamiento de Platón en diálogos tales como la República y Lisis; el
pensamiento de Aristóteles en sus libros Ética a Nicómaco y Ética a Eudemo. Juntamente se
abordará el pensamiento de San Agustín en su libro Las Confesiones, para manifestar la
influencia de Platón sobre el santo obispo africano para presentar un pensamiento cristiano de
la posición platónica.

Con esto en mente, desplegaré el problema sobre la esencia del amigo en un ámbito
metafísico, es decir, algo que trasciende la presencialidad exclusivamente agradable e
incluso, más allá de la esfera individual para llegar a una noción esencialmente social con lo
que se quiere lograr que la amistad es un medio para perfeccionar el alma y para lograrlo se
planteará desde el pensamiento idealista de Platón y el pensamiento realista de Aristóteles.

La amistad es algo que nos concierne a todos y que está presente en nosotros desde siempre
en la vida del hombre manifestado en ciertas personas que se convierten en parte esencial de
nosotros desde el momento en que empezamos a relacionarnos con diferentes personas por el
uso de la palabra hasta el momento en que hay que dejarlos ir.

Platón, en su libro la República, ubica la justicia como tema central de su obra y, a su vez,
presenta el ideal de una sociedad virtuosa que tiene como meta la Idea del Bien, pero, ¿cómo
llegó el autor a esa conclusión? En la introducción de Emilio Lledó Íñigo de la Ética a
Nicómaco y Ética a Eudemo de la Editorial Gredos afirma que

“La amistad tiene un lugar importante en la historia de las ideas morales. Es anterior a
la justicia. Los pueblos y los individuos practicaron el amor mucho tiempo antes de
conocer el derecho. En el origen de la sociedad, la amistad existe sin la justicia, incluso
le impide nacer, y cuando ha nacido entra en la lucha con ella. Así, de una manera
indirecta y a la fuerza, prepara el advenimiento de la justicia. La justicia es, en efecto,
la amistad generalizada” (Lledó Íñigo, 1985, p.111).

El planteamiento de la justicia en Platón empieza en el libro I de la República con el abordaje


sobre el problema de la amistad por lo que se pregunta ¿con quién se debe ser justo?, es decir,
¿simplemente con el amigo o, también con el enemigo?, a lo que Platón responde
manifestando que son amigos los que que son buenos e incluso aquellos que aparentan serlo
y, por el contrario, odiar a los que se considera malos.

Sin embargo, ¿sería, quizá, propio, que el hombre justo obrara mal con el enemigo?, de
ningún modo, “no es función” -afirma Platón- “del justo perjudicar, sea a un amigo o a otro
cualquiera” (Rep. 335d)

Ya al comienzo de su obra, Platón, pone la amistad como punto de partida para que la
sociedad se pueda edificar, ya que, la amistad se da a través de la comunión que sobrepasa los
límites de la individualidad y, a su vez, sea un puente para comenzar el camino de virtud y
justicia.

A pesar de que Platón empieza colocando a la amistad como base de la sociedad justa, se
encuentra en apuros al tratar de denominar la amistad en el diálogo Lisis tal y como lo
manifiesta con sus propias palabras

“Ahora, Lisis y Menéxeno, hemos hecho el ridículo un viejo, como yo, y vosotros. Pues
cuando se vayan estos, dirán que nosotros creíamos que éramos amigos -porque yo me
cuento entre vosotros- y, sin embargo, no hemos sido capaces de llegar descubrir lo
que es un amigo”(Lis. 223a)

Este diálogo que se da principalmente entre Sócrates y Lisis termina en una aparente
frustración al no poder indicar lo que es un amigo, sin embargo, la complicación empieza con
con el problema de si la amistad se da siempre entre personas que en algún sentido son
semejantes, siempre y cuando sean buenos ambos individuos ya que pueden confiar uno al
otro por lo que se puede afirmar que el semejante me representa una persona que es útil y de
ese modo me presta una ayuda pues “el bueno, en cuanto que bueno, no se bastaría a sí
mismo” porque “el que se basta a sí mismo no necesita de nadie en su suficiencia”, por lo
tanto, “el que no se vincula a nadie tampoco ama”, por tanto, “el que no ama, no es
amigo”(Lis. 215a-b)
En este sentido, se puede afirmar que la amistad entre las personas buenas se da debido a que
encuentran un vínculo entre el otro, por lo que se puede interpretar que lo bueno, para Platón,
es, en esencia, el ser de esa persona puesto que ha encontrado en el otro la Idea del Bien por
lo que llegarán a valorarse mutuamente.

Consecuentemente, al encontrar a esa persona que lo complementa, su presencialidad ya no


será de gran importancia, porque si fuese necesaria su presencia significa que le falta algo por
lo que ese vínculo de amor no hubiera sido verdadero, no obstante, la amistad que Platón
proyecta, va más allá de la simple realidad presencial, llegando a sustituir lo que le haga falta,
de la misma manera que “el enfermo es amigo del médico”(Lis. 218e).

“No hemos sido capaces de llegar descubrir lo que es un amigo”1, es el aparente fracaso de
Sócrates, sin embargo, la conclusión que el autor quería demostrar es la que se dio
anteriormente, la amistad es el modelo supremo en el que podria mirar la πόλις.

Conjuntamente, San Agustín mantiene la concepción de amistad en su libro IV de Las


Confesiones en el que describe una profunda amistad que tenía con una persona
estrechamente semejante a él

“compartía los mismo estudios, era de mi misma edad y ambos estábamos en la flor de la
juventud. Juntos habíamos crecido desde niños, juntos habíamos ido a la escuela y juntos
habíamos jugado”(Agustín, IV, 4,7)

Esa amistad, empero, Agustín piensa que no era verdadera, debido a que, había extraviado a
su amigo del camino del bien, es decir, de Dios, aunque tras la muerte de su amigo íntimo,
siente un gran dolor

“¡Que angustia ensombreció mi corazón! Todo cuanto veìa era muerte. Mi ciudad natal se me
convirtió en un suplicio, la casa de mis padres era una desolación pasmosa. Todo lo que con él
había compartido se convirtió en tormento insufrible. Mis ojos le buscaban con ansia por
todas partes, pero estas ansias quedaban insatisfechas. Llegue a odiarlo todo, porque todo
estaba vacío de el. ya no podían decirme: “Mira, ahí está”, como cuando volvía tras una
ausencia”(Agustín, IV, 4,9).

De este profundo dolor se puede explicar que aunque todo así como llega, asi se va, asimismo
sucede con la personas pero lo más importante es que expresa su sufrimiento no simplemente
por el hecho de la muerte de su amigo, sino por el hecho de que no pudo aprovechar a su

1
Lis. 215b
amigo en su esencia, es decir, su ser de la persona que lo llevaría a su plenitud que, en este
caso, es Dios.

Agustín concluye afirmando que todas las cosas “nacen y mueren, y al nacer es como si
comenzaran a ser y crecen hasta llegar a su perfeccionamiento, y cuando son perfectas,
envejecen, pero todas mueren”2, habiendo cumplido su función en esta vida: ayudar a que el
otro llegue a la plenitud de su ser.

Por otra parte, Aristóteles se contrapone a la concepción que se ha establecido, al proponer


una serie de determinaciones con las cuales establece una distinción entre tres modos de
amistad:

1. la amistad “entre los que recíprocamente se aman desean el bien los unos a los otros
en la medida en que se quieren”3
2. la amistad entre “los que se quieren por interés, en la medida en que pueden obtener
algún bien unos de otros”4
3. la amistad “perfecta en al que los hombres son buenos e iguales en virtud”5

Aristóteles plantea una amistad basada en utilidad o por agradable a las que denomina
amistades por accidente, “porque uno es amado no por lo que es, sino por lo que procura, ya
sea utilidad ya placer”(Et. Nic. VIII, 3 1156a, 15)

En este sentido, se puede afirmar que la amistad, para Aristóteles, se centra en la


presencialidad de la persona porque le otorga placer y con el cual puede sacar provecho.

El autor, al igual que Platón, concuerda con que solo puede darse la amistad entre personas
buenas, al sostener que los buenos pueden ser amigos “por ellos mismo, puesto que serán
amigo en cuanto buenos”6, pero no simplemente buenos como persona útil, sino, también,
como virtuoso.

Para que esta amistad se realice es necesario la convivencia con la persona y “la presencia de
amigos, entonces, parece ser deseable en todo” ya que el amigo es el otro yo, lo que quiere

2
Agustin, IV 10, 15
3
Et. Nic. VIII, 3 1156a, 10
4
Et. Nic. VIII, 3 1156a, 11
5
Et. Eud. VII, 4 1239a, 1
6
Et. Nic. VIII, 3 1157 b, 5
decir, se necesita tiempo con la otra persona por lo que la amistad perfecta se debe construir
en comunidad que a su vez sea recta y justa fundamentalmente en el bien común ya que “la
virtud y el hombre bueno son la medida de todas las cosas”(Et. Nic. IX, 4 1166a, 10) por lo
que lo llevarà a la plenitud de su ser que le hará vivir una vida agradable y para que el
hombre sea feliz es necesario tener amigos virtuosos.

La presencialidad es algo fundamental en la obra de Aristòteles por lo que no es importante si


el hombre muere simplemente, sino que, su muerte tenga un sentido el cual es el amigo,
aunque haya muerto, sigue siendo en su esencia ya que hizo de la vida de la otra persona un
momento de placer y provecho, es decir, cumplio lo de es mejor amar que ser amado y ama
porque ama el ser.

Frente a esto, Aristóteles, concluye indicando que “el hombre bueno hace muchas cosas por
causa de sus amigos y de su patria, hasta morir por ellos si es necesario” y termina señalando
que “este, quizás sea también el caso de los que dan su vida por el otro: eligen para sí mismo
el mayor bien” (Et. Nic. IX, 8 1169a , 20-25)

De esta manera, se puede concluir que la amistad es el medio por el cual el hombre y la
sociedad puede encontrar la perfección de su alma, dejando de lado aquello que lo separa de
esta meta: el odio.

La unión -dicen- hace la fuerza y “el bien” -afirma Nicolás Abbagnano- “es el término y el
fundamento de toda relación humana”7 y esta idea del bien se también el primer fundamento
de la amistad.

La amistad “entre los hombres se funda, pues, en su común relación con el


bien”(Abbagnano,1994, p 84)

7
Abbagnano, p 84
BIBLIOGRAFÍA

Platón, La República. Editorial Gredos.

Platón, Lisis. Editorial Gredos

Aristóteles, Ética a Nicómaco. Editorial Gredos

Aristóteles, Ética a Eudemo. Editorial Gredos

San Agustín, Las Confesiones. Editorial Gredos

Abbagnano,N, (1994), Historia de la Filosofía Antigua Vol. 1, Barcelona, Hora, S.A.

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