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¿Qué es la amistad?

La amistad ha sido uno de los temas más debatidos en la filosofía


desde la antigua Grecia hasta la actualidad. Filósofos como Platón,
Aristóteles, Epicuro y Cicerón han reflexionado y presentado distintos
puntos de viste con respecto al significado y la importancia de la
amistad.
Desde una perspectiva filosófica, la amistad se puede entender como
una relación interpersonal basada en la reciprocidad, la confianza y el
apoyo mutuo. En términos más específicos, la amistad se caracteriza
por la existencia de ciertas virtudes, como la honestidad, la lealtad, el
respeto y la empatía, y en como todos estos valores y sentimientos se
dan y se reciben entre 2 personas que construye un lazo entre sí
dependiendo de muchos factores pre-amistad.
Según Aristóteles, la amistad se divide en tres categorías o tipos: la
amistad por interés, la amistad por placer y la amistad por virtud. La
amistad por interés se basa en beneficios mutuos o por bienes
ambiguos, mientras que la amistad por placer se basa en la
satisfacción mutua que se obtiene al compartir actividades agradables
o tiempo de calidad que brindan felicidad. En cambio, la amistad por
virtud se basa en el aprecio mutuo por las cualidades morales del otro
y en el deseo de ayudarse a alcanzar la excelencia moral o valórica
como persona en sí.
En resumen, la amistad filosóficamente se entiende como una relación
interpersonal basada en la reciprocidad, la confianza y el apoyo
mutuo, donde se cultivan virtudes como la honestidad, la lealtad, el
respeto y la empatía, y donde se busca la excelencia moral.
A continuación, nos adentraremos más en el verdadero significado de
la amistad desde un punto de vista más filosófico y reflexivo,
apreciando los puntos fuertes y débiles de una amistad, y los factores
y consecuencias con los que cuenta este lazo según definiciones de
uno de los mayores exponentes de la filosofía, Aristóteles, y finalmente
desde nuestra postura.
Aristóteles, con respecto a la amistad
Según Aristóteles, "La presencia de los amigos en la buena fortuna
lleva a pasar el tiempo agradablemente y a tener conciencia de que
los amigos gozan con nuestro bien. Por eso debemos invitarlos a
nuestras alegrías porque es noble hacer bien a otros, y rehuir invitarlos
a participar en nuestros infortunios, pues los males se deben compartir
lo menos posible. Con todo, debemos llamarlos a nuestro lado cuando
han de sernos de ayuda, y recíprocamente está bien acudir de buena
voluntad a los que pasan alguna adversidad, aunque no nos llamen,
porque es propio del amigo hacer bien, sobre todo a los que lo
necesitan y no lo han pedido, lo cual es para ambos más virtuoso. De
todos modos, no es noble estar ansioso de recibir favores, por más
que igualmente hemos de evitar ser displicentes por rechazarlos”, lo
que quiere decir el filósofo en el abstracto es que los amigos son
personas físicas naturales con las cuales debemos de compartir gratos
momentos, en los cuales se forme un ambiente de bienestar mutuo y
sano donde nos relacionemos con nuestro amigo entregando nuestra
mayor disposición y buena vibra, ya que, para nuestro amigo es
gratificante y satisfactorio el ver como nosotros gozamos de una
situación o bien y la compartimos con él, Aristóteles expone que
nuestros malos momentos es preferible compartirlos lo menos posible
con nuestra amistad, ya que, los males se deben compartir lo menos
posible desde nuestra iniciativa porque no se busca “amargar” a la
amistad con nuestros malos ratos, pero esto no quiere decir que no
podamos compartir del todo nuestros infortunios con nuestro único
refugio el cual sería nuestro amigo, también el amigo está abierto a
pedirnos favores o recibirlos de nosotros mientras sea de buena fé y
con disposición, nunca buscando un fin por conveniencia o maldad, y
asimismo nosotros debemos estar abiertos a recibir favores sin
sentirnos poco disciplentes y rechazarlos, ya sea, por soberbia, orgullo
o vergüenza, ya que, se perderían los principios de la humildad y
confianza los cuales son primordiales en una relación amistosa.
El filósofo también redactó lo siguiente:
"Los amigos se necesitan en la prosperidad y en el infortunio, puesto
que el desgraciado necesita bienhechores, y el afortunado personas a
quienes hacer bien. Es absurdo hacer al hombre dichoso solitario,
porque nadie querría poseer todas las cosas a condición de estar sólo.
Por tanto, el hombre feliz necesita amigos"
Acá se explica claramente como el hombre feliz se ve en la necesidad
de tener amigos para poder ser el “hombre feliz” que dice ser, puesto
que un hombre solitario que no tiene con quien compartir sus alegrías
y logros o en su defecto sus males y penas, no es un hombre digno de
nombrarse asimismo como un hombre feliz porque se refugia en su
egoísmo y en su manera antisocial de desenvolverse como humano y
no en una amistad, los amigos son necesarios en los momentos de
prosperidad y de infortunio, ya que, estas dos situaciones son
procesos que necesitan de terceras personas y mejor aún si son
cercanas, en este caso, el afortunado necesita de personas a quienes
transmitirle el bien y el despechado o desgraciado necesita de
personas de buena fé que les dé apoyo y refugio.
Los hombres, aun siendo justos, son seres humanos sensibles y
dependientes en cierto grado de la amistad, a tal punto que necesitan
la amistad y son los más capaces de ser entes amistosos. La amistad
es, además de necesaria, bella. Por eso se alaba y se destaca a los
que aman a sus amigos, e incluso se equiparán los hombres buenos a
los amistosos, puesto que para sostener una amistad se debe tener
buenos valores y emociones sensatas. Aristóteles expone tres clases
de amistad. En cada una de ellas se da la reciprocidad; sin algún tipo
de reciprocidad, la amistad es imposible, ya que, todo lazo amistoso
debe ser de mutuo afecto, apoyo y disposición. Planteando esto como
una metáfora sería algo como, “sería ridículo desear el bien del vino;
sólo se desea que se conserve para tenerlo”. Ha de tenerse en cuenta
que el vino es un bien medial. La primera clase de amistad es la
amistad perfecta, que se da entre los hombres buenos e iguales en
virtud, ya que éstos quieren el bien el uno del otro en cuanto que son
buenos, y son buenos en sí mismos, por ende, el lazo resultante es
bueno por el solo hecho de que los dos integrantes son personas del
bien, esta clase de amistad es la más duradera y permanente. Con
todo, estas amistades son raras porque tales hombres son pocos y,
además, requieren trato, pues sin él, no cabe el conocimiento mutuo.
El deseo de amistad surge rápidamente, pero la amistad no, ya que,
es un proceso natural que no se debe forzar, solo se da por el
conjunto de factores naturales y puntuales que se conjugan entre sí.
La segunda clase de amistad es la de aquellos que se quieren por
interés, o no por sí mismos, sino en la medida en que se benefician en
algo los unos de los otros con el fin de obtener un bien o alcanzar un
objetivo. La tercera clase de amistad es la de los que se quieren por el
placer. Por lo tanto, en los que se quieren por interés, la amistad
obedece al propio bien; y en los que se quieren por el placer, a su
propio gusto. En estos casos, la amistad se subordina a los bienes
mediales. En suma, estos dos tipos de amistad son imperfectos, y por
eso fáciles de disolver, ya que, no son puras ni incondicionales,
cuando ya no son útiles o agradables el uno para el otro, la amistad
desaparece. La reclamaciones y reproches son propias de la amistad
por interés, al no existir un vínculo firme sin dobles intenciones que
dependan de alguna actitud o bien de una de las personas que
conforman la amistad. En cambio, en la verdadera amistad no se dan.
Por eso, el que aventaja al amigo en el beneficio prestado, no se lo
echará en cara, ya que los dos procuran el intercambio de bienes. De
las dos últimas maneras pueden ser amigos entre sí hombres malos,
porque los malos no se complacen en sí mismos si no existe la
posibilidad de algún provecho o placer. En la primera clase de amistad
se defiende al amigo de las acusaciones, porque no es fácil creer lo
que otro diga de un amigo, a quien uno mismo ha tratado durante
mucho tiempo y conoce desde una perspectiva más cercana y
emotiva.
La esencia de la amistad reside en el compartir, en el conversar y en
el compenetrarse. En ella el hombre se encuentra en la misma relación
respecto al amigo que consigo mismo. Por eso Aristóteles sostiene
que el amigo es otro yo, idea que repite Cicerón, es como un tipo de
reflejo que se forma de nosotros en el trato que le damos y como nos
desenvolvemos estando con nuestro amigo. Son incompatibles con la
amistad la adulación, la zalamería y el servilismo, pues son contrarios
al amor a la verdad y a la pureza sensata. En definitiva, la amistad se
cifra en un crecimiento moral que es facilitado por las acciones
conjuntas a las que ordena. Los actos de esta virtud consisten en
cooperar. La cooperación implica la igualdad, que es característica de
la amistad, la intención de otro se incrementa en tanto que es común,
de manera que los amigos se ayudan en dicha tarea, y no sólo en
remediar las situaciones desgraciadas. La verdadera amistad destaca
el bien que se encuentra en la persona humana como bien final y saca
a relucir nuestros valores más lindos y sensatos. Al hombre se le
quiere porque es bueno, y el bien se quiere porque es humano. El
hombre malo no es capaz de amistad verdadera, porque, sí no es
capaz de ser bueno por su cuenta o consigo mismo, ¿cómo podrá
formar o sostener una amistad con un prójimo?

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