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Autoanálisis cristiano de
género (Parte 2):
Latinoamérica vs. Islandia
Haremos un ejercicio reflexivo para comparar datos de Latinoamérica e
Islandia que como iglesia pueden retarnos y proporcionarnos un mejor
criterio sobre el asunto.
Justo antes del COVID-19 América Latina llamaba la atención del mundo
por sus movilizaciones masivas contra la IdG. Paralelamente, en estos
mismos países se desplegaba un clamor social pidiendo medidas
gubernamentales para la concienciación y modelos educativos más
igualitarios desde la niñez. A los cristianos del continente se les ha
vinculado más con las protestas contra la IdG que con esas otras
movilizaciones a favor de la igualdad, llegando incluso muchos creyentes a
oponerse a estas últimas por considerarlas una estrategia oscura de
imposición de IdG. Llegados este punto nos preguntamos: ¿Qué dicen los
datos?
Islandia es ahora el primer país del mundo en con menor brecha salarial
entre hombres y mujeres gracias también a una implementación cultural
progresiva de formación en la plena igualdad de oportunidades. La
asignatura de paridad es obligatoria en la enseñanza secundaria en un país
que registra una media de 1,8 asesinatos anuales (sumando ambos sexos).
Aunque se trata de un país pequeñito, llama la atención que en este siglo
XXI Islandia haya tenido varios años completos en los que no se ha
registrado ningún asesinato. Cero feminicidios; cero muertos. Para una
mayoría de islandeses proteger a la familia de sus amenazas reales pasa
más por estas propuestas que por fomentar estereotípicos ideológicos
tipo Los niños de azul y las niñas de rosa.
¿Qué haremos?
No se trata de idealizar ningún modelo (en todos los sitios hay de todo),
pero resulta evidente que la mentalidad con la que se hace teología o se
implementan iniciativas sociales afecta directamente a la vida cotidiana de
millones de personas.
Muchos responsables hispanohablantes deberíamos aplicar primeramente a
nuestras congregaciones esa transparencia económica, igualdad y control
del poder que exigimos a instituciones y políticos. No podemos exigir al
mundo aquello que omitimos nosotros. Jesús afirmó que el mundo debe ser
iluminado con nuestras buenas obras para que glorifiquen a nuestro padre
que está en Los cielos (Mateo 5, 6). Pero si aquello que proyectamos hace
que los otros nos vean más como una amenaza que como una esperanza es
posible que algo esté fallando entre nosotros.
Si con todo creemos que cualquier impulsor de “La IdG” está gravemente
equivocado, nuestro deseo solo puede ser su salvación y restauración,
nunca nuestro desprecio. Cuando a Jesús le preguntan “¿Qué he de hacer
para ganar la vida eterna?” él responde con la historia deun prójimo herido
que es rechazado por un religioso altanero. Y ahí vemos a un hombre roto
atendido por ese samaritano que tanto desprecio visceral despertaba entre
los oyentes de Jesús (Lucas 10, 25-37). Esta parábola que responde a la
pregunta más importante que podamos hacer trata de un mover compasivo
sin saber siquiera qué tipo de vida lleva ese prójimo. Por eso cuando Juan y
Jacobo piden que baje fuego para consumir a sus aborrecidos samaritanos
Jesús les responde: “¡No tenéis ni idea de qué espíritu sois! porque no vine
para perder almas, sino a salvarlas” (Lucas 9, 55-56).
Notas
1# Enlace al inegi.
2# Datos tomados de informe de la ONU en 2017.
6# bbc.com, El secreto de Islandia, el mejor país del mundo para ser mujer,
05-11-2013
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